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Análisis

En medio de esplendorosas y mágicas montañas se ha venido consolidando desde hace décadas


un proyecto de nación, materializado hoy como paisaje cultural cafetero, precisamente por su
geografía, pobladores, aromas y memorias se ha reconocido por parte de la UNESCO como
patrimonio cultural de la humanidad, considerando que:

Los paisajes culturales son bienes culturales y representan las obras conjuntas
del hombre y la naturaleza; ilustran la evolución de la sociedad humana y sus
asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por las limitaciones y/o
oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas
sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas (UNESCO,
2008)

Si bien desde el Estado colombiano se cuenta con un diseño del plan de manejo del patrimonio
cultural cafetero (PCC), que busca actuar de acuerdo a las posibilidades productivas ambientales,
sociales y culturales del territorio, se constata que hay muchos actores implicados en la
promoción y desarrollo del mismo, siendo especialmente el ámbito económico y turístico el que
prima sobre los demás. Así, como relata Carlos Arturo Valencia,

Hay únicamente un manejo de aspiraciones de las autoridades a ver qué les pueden
dar, qué beneficios económicos pueden obtener y no hay un interés manifiesto
para nada, ni de las gobernaciones de los cuatro departamentos comprometidos,
ni de las alcaldías de los setenta y cinco municipios que conforman el panorama
del paisaje cultural cafetero. (C. Valencia, comunicación personal, 18 de marzo
de 2019).

En este sentido, aunque el patrimonio ha sido constructo de una histórica colectiva que ha
brindado a nivel nacional e internacional un reconocimiento, gran parte de la sociedad civil es
excluida de los beneficios que las administraciones y empresas privadas han obtenido como
beneficio del arraigo cultural, es decir, existe un discurso oficial de lo que es el paisaje cultural
cafetero, pero en el que en práctica son los sujetos sociales excluidos del proceso de
patrimonialización y del disfrute de su patrimonio. Resultando en la desigual apropiación de esta
valiosa herencia cultural, lo que conlleva a que los sectores educativos no vean la importancia de
incluir dentro de sus lineamientos curriculares acciones y reflexiones para la apropiación social
de este.
Lo anterior, expone un panorama en el cual se dan tensiones sociales por la apropiación de este,
por ello, exige estudiarlo también como espacio de lucha material y simbólica entre las clases,
las etnias y los grupos (García, 1999). Así, los procesos que se dan por parte de los sujetos
sociales para su reivindicación la gran mayoría de veces resulta ser un trabajo político y ético en
el que “hacen parte de una iniciativa nuestra, pero no responden de una política de Estado, uno
como ciudadano quiere participar y dar su granito de arena para el proyecto, ¡pero no hay
apoyo!, ¡no lo hay!” (C. Valencia, comunicación personal, 18 de marzo de 2019). De ahí que,
estas acciones se hagan de manera aislada al conjunto de instituciones y entidades, que no
representan necesariamente las particularidades culturales de los sujetos sociales que
generacionalmente han influido en su reconocimiento.

De ahí que, lo narrado en reiterada ocasiones el director del colegio los Andes del municipio de
Chinchiná, sea un malestar general que dentro del territorio se ha generado al ver cómo desde
empresas como “Liofilizado Buen Día”, que pese a contar con la infraestructura y la fuerza de
trabajo de la región y toda la parafernalia en torno a la cultura del café, no ha emprendido ni
mucho menos dado a conocer, como acto simbólico, un café conmemorativo al municipio que le
ha visto crecer gracias a su imagen. Es por esto que:

El efectivo rescate del patrimonio incluye su apropiación colectiva y democrática,


o sea: crear condiciones materiales y simbólicas para que todas las clases puedan
compartirlo y encontrarlo significativo. En el fondo, las nuevas interacciones entre
capital, Estado y sociedad están cambiando la problemática patrimonial. Ya no se
trata sólo de las dos cuestiones que monopolizan casi toda la bibliografía: cómo
conservarlo o restaurarlo debidamente (...) el problema más desafiante es ahora el
de los usos sociales del patrimonio (García, 1999: p.22).
Resulta paradójico además, las representaciones sociales que se han construido alrededor
de la cultura cafetera ha incrementado las desigualdades obtenidas en su aprovechamiento,
ya que a partir de su exposición nacional e internacional solo ha beneficiado a entidades
privadas, pues tal como lo expresa Carlos:

El paisaje cultural cafetero no es Juan Valdez, no es representativo de la cultura


cafetera, la chapolerita no es la chapolera, entonces hay que desmitificar los iconos
que nos han planteado. Una persona como él, que se gana el tercer sueldo más
grande del país, y usted nunca oye a Juan Valdez motivando paisaje cultural
cafetero ¡jamás!, él promociona la federación, pero la federación no ha hecho nada
por promocionar el paisaje cultural cafetero. (C. Valencia, comunicación personal,
18 de marzo de 2019).

Por otra parte, se ha venido consolidado una opción eco turística para un público ajeno y
extranjero a la realidad de la región, que entraría a ser parte de la estrategia comercial de
unos sectores que tienen otros intereses y apuestas, sobre todo de carácter económico,
muy distintas al valor cultural del paisaje. Por lo anterior, es necesario que las políticas y
declaraciones del Estado vayan más allá del discurso oficial, brindando reales procesos
de gestión con sentidos integrales, responsables y sostenibles, que integren la cultura, el
medio ambiente y la economía a favor de la sociedad civil y no solo a favor de los
intereses de un pequeño sector.

Referencias bibliográficas

Carlos Arturo Valencia (comunicación personal, 18 de marzo, 2019). Director colegio de los
Andes e Ingeniero ambiental.

García, N. (1999). Los usos sociales del patrimonio cultural. Etnología: Pp.16-33. Recuperado
de
https://www.iaph.es/export/sites/default/galerias/documentacion_migracion/Cuaderno/123383
8647815_ph10.nestor_garcia_canclini.capii.pdf

UNESCO. (2008). Directrices prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio


Mundial. Recuperado de http://whc.unesco.org/archive/opguide08-es.pdf

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