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Despotismo oriental.

Una aproximación teórica a propósito del modo de


producción asiático 1

Mientras los occidentales se imaginen que


no existe más que un solo tipo de
humanidad, y que no hay más que una sola
«civilización» en diversos grados de
desarrollo, no será posible ningún
2
entendimiento .

Esta disertación no pretende retomar el tema relacionado con el modo de


producción o la lucha de clases. Pretende sólo acercarse al Estado del llamado
modo de producción asiático, y analizar cómo se ha visto el término
Despotismo Oriental por una parte de los pensadores.

¿Por qué el Despotismo Oriental?

Cuando cualquier estudioso se aproxima a las civilizaciones que se


desarrollaron en el Oriente antes de nuestra era, lo primero que salta a la vista
es el término Despotismo Oriental.

Según las más prestigiosas enciclopedias, el Despotismo se define como “


Autoridad absoluta no limitada por las leyes que resume en una mano todas
las atribuciones legislativas, administrativas, gubernativas, políticas, civiles,
militares, unidas al supremo poder ejecutivo” Por consenso se identifica como
un poder absoluto donde se omiten todas las leyes y prevalece sobre ellas el
rey.

De este concepto deriva que el déspota es “el soberano que gobierna sin
sujeción a ley alguna”, y que por extensión también se identifica como tirano en
su concepto más contemporáneo.

1
Danay Ramos Ruiz. Disertación presentada en opción a la categoría de Profesora
Auxiliar, Universidad de La Habana, 2006
2
René Guenón 19242
A pesar de los miles de años que nos separan de esas experiencias históricas,
han transcurrido siglos y los pensadores de varias disciplinas de las ciencias
sociales desde los filósofos griegos hasta politólogos de hoy, han opinado en
torno a estas civilizaciones tempranas. Y para comenzar esta disertación se
impone una pregunta ¿Por qué el Despotismo Oriental? La respuesta nos
tomará un tiempo y sólo al final quedarán algunas reflexiones y otras tantas
interrogantes por resolver para el futuro. Por eso, parto de la necesidad de
reconsiderar algunos aspectos esenciales en torno a un término que desde su
punto de partida resulta visto por el pensamiento Occidental como menor valor
que otras formas de organización social de este lado de planeta. Habría que
desentrañar -en primer lugar- qué significaba una estructura como esa para
aquellas civilizaciones y sobre qué pilares se erigía un Estado que nos resulta
tan extravagante e incomprensible a nuestros ojos.

El Despotismo Oriental en el pensamiento social

El estudio de las sociedades orientales se remonta a la lejana tradición


occidental. Y nace la primera interrogante ¿no son los propios orientales los
primeros en aportar sobre su cultura? Y claro que sí, pero esas no son las
primeras luces. Como no son reconocidos ellos como los primeros filósofos,
sino los griegos de Mileto, que vivieron siglos después de las milenarias
reflexiones filosóficas orientales.

Pero seguimos desde Occidente. Desde Platón aparece la primera referencia a


los poderes tiránicos y arbitrarios. Le eran necesarios para contrastar con la
República, que era teóricamente su finalidad. No fue hasta Aristóteles que se
reconoce el embrión del concepto de despotismo Oriental. Según el análisis
aristotélico de estas culturas, se habla de una tendencia natural a la
servidumbre, y que eran sociedades basadas en la ley y en la sucesión
hereditaria.

Montesquieu, perteneciente a la ilustración francesa del siglo XVIII ofrece la


primera caracterización de estas sociedades, que él llama “pueblos serviles de
África y el Oriente”. En su obra El espíritu de las leyes define Monarquía,
República y Despotismo. Montesquieu explica cómo en estos grandes
imperios el rey es el dueño de todas las tierras y gobernaba a través del poder
unipersonal. Pero el filósofo creyó erróneamente que en ellas no había ni ley ni
regla, y que lo único válido era la voluntad del soberano. Asimismo, que la
religión y la costumbre suplían la ausencia de leyes. Desde el punto de vista
ideológico, aseveró que el temor era el factor esencial dentro de lo que
llamaríamos hoy la psicología social. Al considerar a todos los súbditos como
iguales bajo la condición de esclavos. Las condiciones climáticas, según
Mostesquieu, ayudaban a huir del trabajo, pero la religión y las leyes servían
para obligarlos a producir. Se revela entonces una contradicción en su
pensamiento ¿hay o no leyes?

A diferencia de los filósofos franceses, con Monstesquieu a la cabeza, la


economía política inglesa exaltó el papel del Estado a través del tributo.
Consideraban que los ingresos por este concepto eran los que permitían al
soberano mantener el Estado y los lujos. Además de Adam Smith, Robert
Patton en 1801 en su obra Principios de las monarquías Asiáticas explicó que
la clave estaba en la propiedad, que en estas sociedades era del soberano,
frente a la realidad de Europa moderna, donde regía la propiedad individual.

Antes de que el pensamiento marxista apareciera, Hegel en su obra Lecciones


sobre la Filosofía de la historia Universal definió cuatro mundos, donde además
de la selección, lo más interesante son los subtítulos de cada uno. El Oriental
(el de la perfecta servidumbre); el griego (el de la hermosa libertad); el romano
(el de la universalidad abstracta); y el germánico (el del verdadero espíritu).
Muy sugerente esta última denominación, teniendo en cuenta que Hegel era
alemán. Para él la historia del Oriente es el principio de la historia universal
donde los individuos se conducen en servidumbre. Dios es el regente profano,
y ambos, Dios y rey, gobiernan en uno solo. Para el pensador alemán el
Estado es lo primero, pero sin ley lo considera inmóvil. Específicamente el
estado Chino era el ejemplo de inmovilidad y lo calificó de Despotismo
Teocrático. Un Estado fundado en la relación familiar, paternal, sin oposición,
con una larga duración.

Stuart Mill, filósofo y economista inglés, autor de Principios de Economía


(1848), contemporáneo de Marx, le ofreció la clave al analizar el papel de las
grandes obras hidráulicas, y como los ingresos de la producción comunal se
destinan al sustento de la opulencia real y al mantenimiento del ejército. De
este modo, era muy contrastante la riqueza del déspota y la vida tan sencilla
del hombre común.

Max Weber autor paradigmático para el estudio de la sociedad capitalista, en


su famosa La ética protestante y el espíritu del Capitalismo legitimó el
desarrollo de Occidente como cenit del progreso de la civilización. Para el
sociólogo Asia carecían del impulso necesario para desarrollar la ciencia, la
tecnología y el sistema capitalista porque la religión les impedía avanzar y lo
condenaba al atraso y al estancamiento. Consideraba que la extensa
burocracia es resultado de la necesidad de control de las grandes obras
públicas de irrigación.

El despotismo oriental y el modo de producción asiático bajo el prisma


del marxismo

Antes de analizar los criterios de Marx y Engels sobre el tema de las


sociedades orientales antiguas, es imprescindible decir que estos pensadores
tuvieron en el centro de su análisis el sistema capitalista. Por eso, la historia
universal que precedente era importante como un antecedente explicativo, pero
no fue el centro de su atención intelectual. Esto explica algunos análisis
superficiales en determinadas temáticas y aseveraciones que se han tomado al
pie de la letra aun cuando carecen de un estudio profundo.

Marx y Engels pensaron -en una fase inicial de sus obras- que la historia
general de la humanidad respondía a los mismos esquemas, etapas y lógica
que la historia europea, que era la que habían estudiado y conocían. En el
transcurso de sus vidas el aumento en los conocimientos europeos de la
realidad de otros continentes hizo evidente, para ellos mismos, la necesidad de
revisar y reformular algunos planteamientos.

Las nuevas informaciones sobre la India (pieza clave del imperio británico y,
por ello, de gran interés para Marx) y sobre China que llegaban a Europa
mostró a los fundadores del marxismo que sus teorías de la historia no
encajaban allí, y que tal vez su alcance no era tan universal como creían. En
ese momento pensaron que Asia era una excepción. Y es así como formularon
la existencia de un nuevo modo de producción, ajeno a la evolución histórica
europea, y que llamaron “Modo de Producción Asiático". Desde entonces se
ha discutido sobre este tipo de sociedades y son varias las lecturas: desde un
modo de producción insertado antes del esclavismo, hasta la negación de si es
o no un modo de producción y -si hubo o no- clases sociales y hasta lucha de
clases es aquella época histórica.

El concepto de despotismo oriental fue expuesto por Karl Marx en su cuaderno


Formaciones económicas precapitalistas o Formen (1858). Resultado de 15
años de investigaciones. El manuscrito fue redactado por Marx entre 1857 y
1858, mientras preparaba su Contribución a la Crítica de la Economía Política.
Este es uno de los tantos escritos de este pensador que no se publicaron
nunca mientras él y Engels vivieron, y que integraban una de las tantas
monografías elaboradas para su auto esclarecimiento, realizado incluso con
una caligrafía ininteligible. Este trabajo -junto a otros no vieron la luz hasta el
siglo XX- formó parte de los Grundrisse3

Para Marx la preocupación era entender la evolución histórica precapitalista y


buscar los mecanismos de los cambios sociales. Por esa razón el Formen es
un estudio incompleto. Sus referencias del Oriente eran escasas. Por su propia
formación, sus estudios más profundos eran sobre la antigüedad greco
romana, de la que tenían todas las fuentes disponibles y hasta herramientas
tan importantes como el griego y el latín. Además, sus conocimientos sobre la
sociedad comunal primitiva eran exiguos, en una época en que la Antropología
moderna daba sus primeros pasos. Las sociedades precolombinas de América
y el mundo africano eran prácticamente desconocidas.

Fue el exilio en Inglaterra y la cercanía con el problema colonial la que lo puso


en mejores condiciones para conocer el Oriente y ahora con nuevas
herramientas conceptuales aportadas por los economistas ingleses. A partir de
1853 comenzó a publicar sobre la India y China y a interesarse por la
problemática oriental. Durante esta década analizó el Oriente y lo incorporó a
sus escritos. Esto marca un salto en su obra, si lo comparamos con el

3
Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política son una recopilación
de anotaciones de Karl Marx, completada entre 1857-1858.
temprano Manifiesto Comunista, por ejemplo, donde sus referencias históricas
eran; la antigüedad clásica, el feudalismo y la sociedad burguesa.

Para Marx y Engels está claro que las relaciones sociales de propiedad, las de
producción y las de distribución que prevalecían en Asia (estrictamente
hablando, India y China) no encajaban ni en el modo de producción esclavista,
ni en el feudal. Era un modo de producción pre-capitalista pero diferente a los
conocidos en Europa. Y hasta el momento en que se desarrollan sus estudios
la definición es coherente sobre todo si tenemos en cuenta la poca y dispersa
información que tenían sobre estas culturas.

Así su el estudio de Marx marcó pautas para estudios sociales posteriores


sobre el tema del Oriente antiguo. Sus tesis, -grosso modo- son:

1) La comuna representa la primera gran fuerza productiva y como unidad


autosuficiente de manufactura y agricultura contiene en sí misma todas las
condiciones de reproducción, por eso era tan resistente a la desintegración.
Sus funciones internas y sus oficios estaban bien delimitados por la tradición y
el trabajo se dividía por ley natural, en condiciones geográficas que la
obligaban a unirse para empresas comunes de canalización y vías de
comunicación. En el capítulo XIII del el tomo inicial de El Capital afirmó que la
autosuficiencia y la organización de la comuna era tan fuerte que podían
mantenerse a pesar de los cambios políticos, y que a ella no llegaban “las
tormentas de las nubes políticas”, de ahí su inmutabilidad.

2) El gobierno, por encima de toda la sociedad, paga con el excedente los


costos de la comuna, la guerra y los cultos religiosos. En la medida que se
perpetuó y se hizo indispensable se convirtió en el verdadero propietario de
todo. La unidad suprema terminó encarnada en el déspota, gran padre de
numerosas comunidades, al que se liga de una u otra manera a la divinidad.
Entonces la unidad suprema sistematiza la apropiación del plusproducto, que
toma la forma de tributo o de trabajos colectivos para el déspota y la élite. Así
las ciudades se desarrollaron en los puntos favorables al comercio exterior que
estaba en manos del rey.
A pesar de que muchos autores reconocen el gran valor de este enfoque
teórico del Oriente Antiguo, algunos elementos de la tesis marxista han
quedado invalidados desde hace décadas.

• Con el avance de los estudios la denominación geográfica es inexacta,


porque este modo de producción no es sólo asiático, ni abraca toda Asia, ni
incluye con este apellido regiones de América, África, y hasta estruscos y creto
micénicos en el área europea. Para esta imprecisión los historiadores marxistas
del siglo XX han utilizado la nueva calificación de "modo de producción
tributario", lo que universaliza más la definición. Sin embargo, hay que decir
que esta denominación no ha tenido consenso.

• Para Marx estas sociedades eran de poca movilidad o estancadas. Este


aspecto sí se ha reiterado una y otra vez, porque para analizar la movilidad
social, siempre se hacen miradas comparativas a partir del ritmo de desarrollo
occidental. Habría que preguntarse si sólo existe un ritmo posible para la
trayectoria de las sociedades y dentro del conjunto de civilizaciones de la
historia humana cuáles han sido más extendidas en la geografía y el tiempo.
¿han sido las culturas del subcontinente europeo?

• Solo analizaba el modo de producción desde sus fórmulas despóticas y los


modos de extracción del tributo. Excluye los grandes progresos en materia de
avances científicos, tecnológicos, y culturales que convierten el Oriente en la
cuna de las grandes civilizaciones.

• Por otra parte, resulta ahistórico equiparar o ceñir al modo de producción


asiático al esclavismo occidental. El pensamiento occidental no sólo ha
convertido en universal sus peculiaridades, tampoco ha admitido que el devenir
histórico de cada sociedad es lícito desde su diferencia.

Después de Marx....¿el diluvio?

Los pensadores marxistas y de otras corrientes de pensamiento que


continuaron el estudio de las sociedades orientales, convinieron que el nivel de
desarrollo era bajo y que el factor humano (fuerza de trabajo para el marxismo)
estaba tan estrechamente relacionado con las condiciones naturales, lo que
generaba un ritmo interno peculiar.
Lenin se preocupó por las particularidades de Asia a partir de la propia
experiencia histórica que le tocó enfrentar. Observó las tendencias del régimen
zarista hacia un estancamiento similar al de las sociedades asiáticas, el líder
temía a una restauración de este tipo de sociedad después del fracaso de la
revolución de 1905.

En la segunda década del siglo XX el debate se retomó con fuerza a partir del
interés de la Internacional Comunista de incorporar a las naciones asiáticas a
la lucha contra la burguesía. Los ojos se pusieron en China, nación que
apareció ligada los términos de feudalismo y capitalismo. El Partido Comunista
Chino fue el primero en negar la existencia de un Modo de producción Asiático.

Los intelectuales marxistas generaron el debate acerca de la validez del modo


asiático de producción. En el Congreso de Leningrado en 1931 se rechazó el
término explícitamente. La ortodoxia, encabezada por Stalin estableció las
cinco etapas de desarrollo histórico universal (comunismo primitivo,
esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo), y estableció al modo asiático
como una variante local dentro de la sociedad esclavista o feudal.

Esta imposición significó un retroceso en el campo teórico, con la imposición


estalinista de los cinco tipos de Formaciones Económico Sociales y sus
Relaciones de Producción. Este esquema excluye el devenir histórico de Asia,
África y América Latina. Además, si sólo el esclavismo conduce al feudalismo,
¿hacia dónde conduce el Modo de Producción Asiático? Esta nueva camisa de
fuerza alejaba a los teóricos de la comprensión de estas antiguas civilizaciones.

La misma realidad de las naciones del tercer mundo y la tradición de estallidos


sociales y de largas luchas por la independencia originó la reaparición del
debate en torno al término. Y en este foro comparecieron pensadores de
diferentes tendencias.

El sinólogo alemán Karl Wittfogel con su libro El Despotismo Oriental renovó el


debate. Planteaba en su teoría que el control del suministro de agua para la
irrigación era la base del llamado Modo de Producción Asiático, y también de
una poderosa y explotadora burocracia. Su teoría de las Sociedades
Hidráulicas se desarrolló a partir de la teoría de Weber. Para Wittfogel el control
del agua y su distribución generó imperios autoritarios centralizados y
burocracias extensas, ambas altamente hostiles al cambio. Y colocó en primer
lugar al Estado, como el elemento más poderoso entre todas las fuerzas de la
vida de aquellas sociedades. Del Estado emanaba la economía, la política y
una muy fuerte religión. Su teoría no fue totalmente novedosa, y excluía a otras
sociedades fuera de Asia, pero a partir del inmenso esfuerzo que requerían las
grandes obras, explicó el complejo entramado social oriental.
Lamentablemente el autor utilizó el análisis del Antiguo Oriente como punto de
partida para una comparación con lo que el pensamiento occidental
denominaba el totalitarismo soviético. Su visión completamente eurocéntrica
concluía que estas sociedades habían fracasado frente a las sociedades de
Europa Medieval. Bien valdrían la pena algunas reflexiones comparativas en
torno a lo que fue el mundo oriental antiguo frente a la Edad Media en el
Occidente Europeo. Europa, supuestamente “civilizada” vivió una era donde la
cultura fue sepultada, los derechos del Señor feudal sobre la vida y los bienes
de sus vasallos eran ilimitados, la inquisición hizo pagar con la muerte la
desobediencia en materia de fe, y entre otros ejemplos, desde allí que partió la
brutal conquista de América.

Maurice Godelier (1966), Jean Chesneaux (1969) y Roger Bartra, se han


encargado de sistematizar los estudios de caso y la teoría al respecto, dentro
del concepto de modo de producción asiático, que algunos han llamado
despotismo comunal, para caracterizar en solo concepto las características del
estado y de la producción.

A partir de Althuser, el concepto de “modo de producción tributario”, se matiza


con la flexibilización de los modos de producción, donde no necesariamente
una formación sucede a otra, y además podían coexistir en un momento dado.

Aproximación al pensamiento asiático

Con respecto a los estudios de autores orientales, estos se tornan de difícil


acceso. Los estudios sobre China realizados por autores chinos tuvieron su
momento de expansión en la década del 50 del siglo XX, durante mucho
tiempo, estos científicos sociales estuvieron encerrados en su distancia física y
cultural, aunque sí eran objeto de la mirada de estudiosos internacionales.
Uno de los pocos autores orientales a los que pude tener acceso, en inglès, es
Cho Yun Hsu, estudioso de las dinastías chinas. Profesor de la Universidad de
Pittsburg. En su obra El estado del campo. Historia temprana de China no
analiza la historia sólo desde la perspectiva oriental. Por su propia formación o
desempeño occidental, hace una mirada a la historia de China desde la
antigüedad, y en su perspectiva moderna la relaciona con Taiwán.

Los académicos japoneses, a partir de los 60 determinaron las direcciones de


sus investigaciones. En trabajo conjunto con científicos norteamericanos, han
producido estudios que se alejan del positivismo histórico tradicional y han
analizado la China antigua. Como regla general se iniciaron en el campo de la
China Moderna y en un viaje en retrospectiva trataron el impacto que tuvo la
China temprana. Noriko Kamachi, es un ejemplo, que se destaca por sus
trabajos en la famosa revista Journal of Asian Studies (JAS)

Reorientar la historia supone repensar y reconstruir el peso de Asia y de otras


esferas no occidentales. Fueron civilizaciones de un gran protagonismo en su
momento inicial y en épocas posteriores La narración histórica sigue la lógica
occidental desde un pretendido protagonismo mundial, cuestión errónea que
permanece a pesar de las críticas.

Para comprender los presupuestos de las antiguas civilizaciones orientales, lo


primero es despojarse de la elevada carga eurocéntrica de los estudios
históricos. La producción científica, lejos de la pretendida objetividad y
neutralidad, se encuentra atada a valoraciones y (pre)juicios que tributan e una
falsa hegemonía occidental.

Sin embargo, como un contrasentido, se reconoce la influencia de Oriente en


Occidente. Aunque frecuentemente la influencia se limita a los inventos y
descubrimientos como la pólvora, el papel, la imprenta o la brújula. Se
desconoce –por ejemplo- el aporte de China en el campo de las ideas en la
primera Ilustración europea, y al modelo del despotismo ilustrado, entre los
siglos XVII y parte del XVIII.

Esto ha demostrado la urgencia de constatar fuentes asiáticas, las que


resultan escasas y de difícil acceso. La generalizada falta de conocimientos
sobre la actual producción de las ciencias sociales y humanidades de Asia
Oriental en general, aísla el verdadero aprendizaje sobre esa zona del mundo y
dificulta su incorporación a un debate abierto.

El conocimiento de las estructuras sociales orientales y de la ideología, como


factor de cohesión y de consenso, resulta de primordial importancia. Su
estudio desprejuiciado, y alejado de los patrones occidentales permite una
mejor comprensión de su realidad y una eficaz comparación con el resto del
mundo. Este el único el camino para la necesaria revisión y reformulación de
una verdadera historia universal.

Comprender las raíces filosófico-ideológicas de las civilizaciones orientales


facilita una mejor comprensión de las mismas. Ellas supieron resolver por
milenios sus necesidades fundamentales. Sus estados funcionaron
eficientemente, con recursos ideológicos y filosóficos propios. Por eso tienen
aún lecciones que ofrecernos, desde su remoto pasado y aparente lejanía.

Se ha argumentado a menudo sobre la ausencia casi total de libertades en ese


tipo de sociedad y Occidente ha tendido a criticar el carácter despótico del
poder en Asia. Sin embargo, la libertad ha sido y es una asignatura pendiente
de la historia universal desde la más distante antigüedad hasta hoy.

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