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América Latina: construyendo visión y acción (A)

Selección de artículos publicados en El Libertario 1998-2011


Esta es una compilación de lo más relevante propuesto en nuestras páginas, en la búsqueda de
elementos para asentar una amplia y actualizada perspectiva libertaria sobre y desde la realidad
continental en su conjunto. La lista de artículos es la que sigue, indicando título, autor, número de El
Libertario en que apareció, año y página de este “dossier” donde ubicarlo:
Pag.
- El anarquismo latinoamericano. Á. Cappelletti. # 10, 1998 ………………………………………. 2
- Latinoamérica saqueada. E. Tesoro. # 12, 1998 ………………………………………………… 3
- II EAHCN: No apto para revolucionarios. M. Da Misa. # 17, 2000 …………………………….... 4
- Anarqlat: 3 años de anarquismo on-line. L. Prado. # 17, 2000 ……………………………………. 6
- 10 razones para decirle no al ALCA. Colectivo Arcoiris, Argentina. # 22, 2001 ………………… 7
- A propósito de Cristo-ball. A. Alarcón. # 30, 2002 ……………………………………………… 10
- América Latina y la amenaza de la “integración regional”. Profesor J. # 33, 2003 …………………... 12
- Impactos del zapatismo en América Latina. R. Zibechi. # 36, 2004 ……………………………….. 15
- Resistiendo al militarismo en América Latina. Redacción. # 38, 2004 ……………………………... 20
- La propaganda anarquista en América Latina. D. Sánchez. # 38, 2004 …………………………..... 21
- Mesoamérica resiste. C. Beas. # 40, 2004 ……………………………………………………….. 22
- Movimiento anarquista latinoamericano hoy: realidades y tareas. D. Barret. # 40, 2004 ………………. 24
- John Holloway (Entrevista): “las experiencias con los gobiernos de izquierda van a terminar con una
desilusión profunda”. Redacción. # 43, 2005 ……………………………………………………. 29
- Reflexiones en torno a la VI Declaración de la Selva Lacandona y la nueva izquierda
latinoamericana. Movimiento Libertario Cubano. # 44 y # 45, 2005 ………………………….... 31
- La izquierda latinoamericana en el poder. H. Decarli. # 45, 2005 …………………………………. 38
- El dilema es estatismo o autonomía. D. Barret. # 46, 2006 ………………………………………... 41
- Declaración Libertaria de Caracas. Encuentro Libertario de Caracas. # 46, 2006 ……………….... 43
- No necesitamos otra guerra más. Antimilitaristas de Latinoamérica. # 53, 2008 …………………... 45
- ¿Latinoamérica dio chance a la paz? Salva. # 53, 2008 …………………………………………… 46
- La izquierda latinoamericana en tiempos posneoliberales. P. Dávalos. # 58, 2010 ………………….… 47
- ¡El camino es expulsar a las transnacionales! Agrupación La Protesta, Bolivia. # 59, 2010 ……….... 49
- Continuismo y cambio en América Latina. Taller A, Uruguay. # 61, 2010/2011 ……………….….. 52
- Minería y resistencias en América Latina. C. Padilla. # 64, 2011 ………………………………….. 55

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El anarquismo latinoamericano

ÁNGEL CAPPELLETTI - [# 10, enero-febrero 1998]

[El presente extracto pertenece a la presentación del libro El Anarquismo en América Latina,
recopilación hecha por Ángel Cappelletti y editada por la Biblioteca Ayacucho en 1990. La inclusión
del texto responde al cariñoso recuerdo que guardamos de nuestro compañero a 2 años de su muerte
en su natal Argentina, a donde partió luego de muchos años de vida en Venezuela, en los que
desarrollo una importante labor pedagógica y de investigación en pro de las ideas libertarias.]

El anarquismo como ideología y como filosofía social surge en Europa en la primera mitad del siglo
XIX. Como las diversas modalidades del socialismo pre-marxista, es un producto francés, pues a
Proudhon debe su nombre y su primera formulación sistemática, aunque justo es recordar que tuvo
dos poderosos padrinos en Inglaterra (Godwin) y en Alemania (Stirner). Como movimiento social de
las clases productoras (obreros, artesanos, campesinos) asume primero la forma del mutualismo,
desde antes de 1850, también en Francia. En un segundo momento, ya en la década del 60, se
convierte en colectivismo con Bakunin y vincula su actividad esencialmente a la Primera
Internacional, en cuyo seno llega a constituir, durante un tiempo, la corriente mayoritaria. En esta
época, en efecto, la mayor parte de los obreros organizados de Italia, Francia, España, Portugal, Suiza
francesa, Bélgica, Holanda, etc., son anarquistas o profesan un socialismo revolucionario afín al
anarquismo. Inclusive en Gran Bretaña, el tradeunionismo, con sus moderadas tendencias, se
encuentra más cerca de los proudhonianos que de los marxistas.

Ya durante la década de 1860 las ideas anarquistas llegan a América Latina y se concretan en algunos
grupos de acción. En las Antillas francesas se fundan Secciones de la Internacional; en México se
difunden las ideas de Proudhon y Bakunin y surgen las primeras organizaciones obreras, campesinas
y estudiantiles de signo libertario. En los años 70 hay clara presencia de núcleos anarquistas en ambas
márgenes del Plata. Desde entonces y durante más de medio siglo, el anarquismo tiene una larga y
accidentada historia en muchos de los países latinoamericanos. En algunos de ellos como Argentina y
Uruguay, logró la adhesión de la mayor parte de la clase obrera, a través de sindicatos y de sociedades
de resistencia, durante varias décadas. En otros, como en México, desempeñó un papel importante
inclusive dentro de la historia política y de las contiendas armadas del país. En Chile y Perú, fue el
indudable iniciador de las luchas de la clase obrera en su dimensión revolucionaria. Inclusive en
aquellos países donde no logró después un gran arraigo sindical, como Ecuador, Panamá o
Guatemala, no cabe duda de que las primeras organizaciones obreras que trascendieron el significado
de meras sociedades de socorros mutuos y encararon la lucha de clases, fueron anarquistas.

El anarquismo tiene, pues, en América Latina una amplia historia, rica en luchas pacíficas y violentas,
en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda
oral, escrita y práctica, en obras literarias, en experimentos teatrales, pedagógicos, cooperativos,
comunitarios, etc. Esta historia nunca ha sido escrita en su totalidad, aunque existen algunos buenos
estudios parciales. Más aún, quienes escriben la historia social, política, cultural, literaria, filosófica,
etc., del subcontinente suelen pasar por alto o minimizar la importancia del movimiento anarquista.
Hay en ello tanta ignorancia como mala fe. Algunos historiadores desconocen los hechos o
consideran al anarquismo como una ideología marginal y absolutamente minoritaria y desdeñable.
Otros, por el contrario, saben lo que significa en la historia de las ideas socialistas y comprenden bien
su actitud frente al marxismo, pero justo por eso se esfuerzan en olvidarlo o en desvalorizarlo como
fruto de inmadurez revolucionaria, utopismo abstracto, rebeldía artesanal y pequeño burguesa, etc.

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Latinoamérica saqueada

EMILIO TESORO - [# 12, octubre-noviembre 1998]

Hace más de cinco siglos comenzó la colonización de Latinoamérica y todavía continúa. España,
primero, otras naciones europeas, después. Y de cuya continuación se encarga Norteamérica en los
tiempos presentes.

Los españoles emplearon la metodología precisa que se empleaban en aquellos tiempos para salir
triunfantes en su obra colonizadora. Aquellos tercios o cuadros militares que intervinieron en la
invasión, podríamos decir sin rubor alguno los conformaban criminales, muchos de ellos indultados
de ir "a galeras" si escogían inscribirse para venir a combatir en las Indias.

El emblema o símbolo de estas tropas de choque era el escudo de España. Entonces reinaban los
Reyes Católicos que recientemente habían expulsado del país a los judíos y árabes de cuya
equivocación todavía se resiente España. Se imponían dos símbolos: la cruz y la espada. La cruz
representando nefasta y perversamente a la religión católica, religión representativa de la mayoría de
los españoles antes, durante y después del reinado de los Reyes Católicos. Este oscurantismo
irracionalmente introducido en las mentes del pueblo español fue posteriormente el mayor obstáculo
para que no disfrutaran de un régimen de libertad. La otra parte emblemática de los invasores era la
espada como símbolo de dominación, poder, esclavitud y muerte.

Guerras contra los indios, muchas veces hasta su exterminio. Torturas, persecuciones, hambre y
muertes forman parte de la tragedia infernal que los invasores españoles trajeron a esta "tierra de
saqueada gracia". No pudiendo pasar por alto como una de las grandes violencias injustas que
realizaron como fue la violación de millares de mujeres indias para satisfacer sus instintos sexuales.

Las inmensas riquezas de Latinoamérica fueron saqueadas por los españoles, secundados, tiempos
después, por otros europeos. Para ser continuado este saqueo en nuestros días por Norteamérica.
Las riquezas que robaron los españoles en su mayor parte fueron a parar a las arcas del tesoro
español, menos las que quedaron en manos de los que comandaban aquellos tercios de militares
invasores. Esas riquezas, mal obtenidas, fueron malgastadas. El Tesoro Español en aquella época,
pronto se quedó exhausto, debido a los gastos extraordinarios que tenia que hacer España por estar
en guerra contra algunos países europeos. España se desangraba en los campos de batalla,
humanamente hablando, y se arruinaba su economía, no sirviéndole para nada, las grandes riquezas
que obtuvo por la fuerza y por el engaño de las grandes poblaciones indias. Allí estaba, siempre
presente, el símbolo de la espada para imponer y para matar.

Latinoamérica está viviendo un largo periodo de su historia donde actúa criminalmente el Verdugo
Vigilante de Norteamérica. No solamente no han dejado crecer nuestras economías, sino que
tampoco social y políticamente nos han dejado libertad para nuestro desenvolvimiento social y
cultural. El imperialismo yanqui destruyó toda iniciativa de contenido socialista que los gobiernos
liberales tímidamente ensayaron a través de este siglo, no teniendo en cuenta para nada el costo de
sacrificio que significaba para los latinoamericanos. Ríos de sangre, torturas sin cuento, ruinas de las
economías autóctonas fue el precio de esta política norteamericana que solamente, en primer lugar,
se favorecían ellos como nación y las grandes oligarquías capitalistas y militares que han gobernado y
gobiernan en estos países de Latinoamérica. Centro America, Argentina, Chile, Brasil etc. etc. son

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testigos elocuentes de la criminal política de saqueo seguida por Norteamérica. El hambre, la miseria,
la escasez, que en el presente padece todo el continente se le debe en gran parte al coloso del Norte.

Ahora los tiempos han cambiado, ya no precisan mandar a sus “marines” para poner y quitar
gobiernos y perpetuar las oligarquías de turno, ni para defender sus intereses en estas naciones
Latinoamericanas. Después de empobrecerlas ahora se sacan de la manga: "la globalización de la
economía mundial". Cómo si el atraso económico, social, político y cultural que padecemos en
Latinoamérica, en gran parte debido a las grandes políticas impuestas por ellos se pudiera equilibrar o
alcanzar en unos días para poder competir con ellos -y el resto del mundo industrializado- para que
rijan las leyes que los organismos internacionales nos quieren imponer de la noche a la mañana sobre
la globalización económica mundial. Esta nueva colonización será mucho mas fuerte y larga de la que
ya hemos sufridos en otros tiempos. Esta redundará en beneficio del capitalismo mundial y las capas
burguesas-capitalistas de estas naciones nuevamente invadidas.

Las multinacionales tienen las puertas abiertas en estos países latinoamericanos para hacer y deshacer
a su antojo y capricho según marquen sus intereses en perjuicio de los grandes intereses de estos
pueblos. A esta dominación sin escrúpulos alguno que dirigen los destinos del mundo, a esta
globalización del hambre (en el Tercer Mundo aumentará el hambre debido a la globalización) se le
llama democracia. ¿Democracia de quién? ¿Democracia para qué? Distancias abismales debe de
haber entre los conceptos de democracia que tenga un capitalista latinoamericano del que tenga un
trabajador ganando, cuando lo gana, un sueldo de hambre y viviendo en un rancho dónde toda
incomodidad tiene su asiento.

II Encuentro Americano por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo:


No apto para revolucionarios

MATÍAS DA MISA - [# 17, febrero-marzo 2000]

Es lamentable saber que un encuentro destinado a luchar en contra del neoliberalismo se haya
convertido en un espacio para la demagogia, la intolerancia y la miseria. Es impresionante darse
cuenta cómo los partidos, políticos del Brasil (P.T.S, P.C.R, P.C y en especial el P.T), transformaron
dicho encuentro en una parodia, un gran teatro donde los protagonistas eran los candidatos del P.T.
quienes, a su vez, lanzaban grandes discursos a favor de su elección a los puestos políticos de Belem
de Pará. Gran descaro de estos seudo-socialistas, convertir en una burda campaña electoral un
encuentro destinado a confrontar el neoliberalismo.

Los principales grupos revolucionarios no tenían ni representación ni voz en el encuentro. Por


ejemplo el Movimiento dos Trabalhadores Rurais sem Terra del Brasil. Se ofrecieron muchas
ventajas a los grupos comunistas vinculados con el P.T y el P.C, acaparando ellos todo el encuentro.

El día en que se inició el "supuesto" encuentro, hubo una proyección de un video del ejército
Zapatista; sólo dejaron que se proyectase media hora del mensaje zapatista que tenía una duración de
cinco, el resto del tiempo fue ocupado por el PT y el PC. Sin embargo se rescata la presencia de los
compañeros zapatistas y grupos indígenas del Brasil, quienes compartieron su danza y su palabra en
la inauguración.

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El día siguiente (7 de diciembre), se vendieron los derechos de palabra (sólo tres minutos por
persona) a las 20 primeras que entregaron su credencial de participación al encuentro (que
originalmente costaba 2,50 $ y terminó costando 5 $). En primera fila se hallaban los miembros del
PT. Sólo un par de compañeros Anarquistas lograron burlar el derecho a palabra denunciando la
situación social en Brasil y la manipulación del PT, llamando a su vez a todos (as) a la acción
revolucionaria. Estos compañeros aclararon que tuvieron que pedir prestadas las credenciales para
poder hablar. El primer día de encuentro se desarrolló bajo el descontento de muchos y muchas
quienes se habían desplazado de diferentes lugares del mundo y no tuvieron la posibilidad de
participar por la manera en que estaba dispuesta la jornada de trabajo. Los delegados del P.T
montados en un escenario hablando de los logros de gobierno y brindándole como única posibilidad
de participación a las demás personas, de estarse sentadas y aplaudir.

Los (as) compañeros (as) anarquistas, caída la noche, se reunieron para demostrar su desacuerdo con
la manera en que el P.T. había organizado el encuentro. El hecho de que ellos financiaran el
encuentro no les daba derecho a manipular y desviar los objetivos del mismo.

Al día siguiente una gran cantidad de compañeros (as) impidieron que se iniciara las jornadas de
trabajo, exigiendo que el encuentro fuese de manera horizontal y que se discutieran los objetivos
reales del mismo y no las políticas internas de los partidos de izquierda del Brasil. Sin embargo, la
discriminación se hizo presente, cuando se llamó a votación, los únicos que podían participar en la
misma eran los que tenían la credencial, muchos y muchas rompieron sus credenciales gritando
"Neoliberal tiene credencial". Esto produjo casi un encuentro paralelo porque mucha gente
abandonó el local, organizando una asamblea paralela que recibió el apoyo de algunos grupos
indígenas del Brasil y luego del FZLN. Los organizadores del encuentro americano pertenecientes al
PT, acusaban a la Asamblea de los descontentos de boicotear y dividir, siendo ellos los principales
saboteadores por utilizar el encuentro con fines de reclutar más militantes a sus filas y de poder
asegurarse una buena campaña electoral.

Los Acuerdos a los cuales se llegó con el PT fueron: Credencial para todos (as); cambiar las
metodologías; auspiciar las mesas redondas; conseguir la bandeja de comida a un real y que se
transmitiera en la clausura el vídeo de cinco horas enviado por Marcos al encuentro (que nunca fue
transmitido completo). Sólo al día siguiente se logró la participación de los excluidos tales como el
movimiento Hip-Hop y los anarcopunks quienes pidieron un minuto de gritos para las compañeras
que no pudieron asistir por estar en sus casas lavando, cuidando a sus hijos y siendo maltratadas.

El viernes 10 la situación no resultaba muy distinta; el encuentro seguía siendo una farsa pero a esto
se le agregaba la presencia de la policía Federal de Belén en la entrada del Campus Universitario. Los
desmanes y atropellos se continuaron con idéntica saña el sábado 11. Lo único rescatable de las
jornadas de trabajo fueron las mesas redondas donde participaron los zapatistas y otros (as)
compañeros(as). De esta Jornada surgió un documento en el que se mostraba el rechazo a la manera
en que fue organizado el encuentro, ni leído ni aceptado por los miembros del PT.

La presencia de la policía no fue gratuita: un joven fue reprimido al querer entrar al encuentro y no
tener credencial; una manera muy "sutil" de querer amedrentar a los miembros de la Asamblea de los
descontentos.

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"Ahora quienes realmente buscaban una alternativa revolucionaria, horizontal, asamblearia, se
organizaron por eso más allá de manipulaciones y trampas políticas. Y la izquierda institucionalizada
en sus más diversas formas, resultó ser tan parte del Neoliberalismo como dice no serlo."

Moraleja: para la próxima, no dejemos que nada semejante a un partido político se encargue de
encuentros de esta naturaleza.

Anarqlat: 3 años de anarquismo on-line

LEONCIO PRADO - [# 17, febrero-marzo 2000]

A inicios de febrero de 1997 comenzaba este foro de correo electrónico, con 30 suscriptores desde 6
países, y la esperanza de que la idea de un punto de encuentro en el ciberespacio para la gente ácrata
y afín del área iberoamericana pudiera contribuir en algo al relanzamiento de la presencia libertaria en
nuestro ámbito, pues se trataba ni mas ni menos que de construir la primera lista electrónica
anarquista desde América Latina, abierta a cualquier usuari@ de e-mail que se interesara y escribiese
en español o portugués.

Hoy, tenemos que valorar positivamente el camino recorrido. Pudimos evitar hasta ahora la
trayectoria habitual de esta clase de experiencias en Internet, donde es poco común que se pase de
los 6 o 12 meses de existencia; y también es raro que las listas que superen ese periodo logren evitar
que su afiliación y volumen de intercambios disminuya sustancialmente. Nuestra lista actual tiene
poco mas de 150 suscriptores, una variación muy pequeña respecto al número máximo que hemos
tenido (160, en septiembre de 1998). Es interesante agregar que si bien las afiliaciones han variado,
pues en estos tres años hemos tenido mas de un centenar de inscritos que ya no están en anarqlat,
siempre han venido otras personas a ocupar plaza, lo que de algún modo indica que seguimos
llenando una expectativa para much@s interesad@s en las ideas y experiencias del anarquismo, que
tienen la posibilidad de ingresar en la red de redes.

Sobre los suscriptores actuales, hay que decir que provienen de al menos 23 países (Alemania,
Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Honduras, Israel,
Italia, México, Perú, Portugal, Puerto Rico, Reino Unido, Suecia, Suiza, Uruguay y Venezuela), y tal
vez hay otros desde donde la gente participa utilizando servicios transnacionales de e-mail como
Hotmail o Yahoo. A pesar de que la mayoría de usuarios son de habla hispana, tenemos un@s 25
inscrit@s de lengua portuguesa o galaico-portuguesa, cuya participación es esencial para reafirmar el
carácter de anarqlat como vinculo entre l@s libertari@s de Iberoamérica. En cuanto a la
participación venezolana, ya somos una decena y hemos expresado las inquietudes, reflexiones y
acciones que el anarquismo genera desde nuestro país.

Como es corriente en los foros virtuales, algun@s son mas locuaces, otr@s menos y much@s se
conforman con ser casi exclusivamente receptores; mientras que el tráfico de mensajes ha sido
abundante, heterogéneo y vivaz en la polémica. Habrá quienes prefirieran criterios menos amplios en
cuanto a lo que debería circular por la lista, pero la mayoría de los suscriptores parece de acuerdo en
que la diversidad de emisores, de temas y de niveles de información permite apreciar la creciente
riqueza de la escena libertaria de habla hispana y portuguesa.

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No han faltado los problemas técnicos, que en general cabe atribuir a lo precario del Internet en
nuestro medio (tanto en hardware como en software). Los hemos ido superando pero siguen las
carencias, de las cuales la principal ha sido la imposibilidad de establecer un archivo actualizado
donde se deposite y pueda consultarse lo que pasa por anarqlat, ya que apenas existe una selección de
lo que circuló en los primeros 14 meses, disponible en el website samizdata.host.sk.

En el saldo de lo positivo, no puede dejar de apuntarse el valioso papel como medio de


comunicación entre mucha gente con diversos niveles de afinidad y compromiso con el ideal
libertario. Puede ser para trabajos académicos de especialistas, acciones de lucha y denuncia social,
movidas culturales varias, solicitudes de información y contacto, o muchas cosas más; anarqlat ha
sido un canal que ha cubierto variadas funciones para el movimiento anarquista en América Latina, la
península ibérica y otros lugares. Tal vez en este rol se concentra la importancia de lo que se ha
alcanzado y lo que pueda lograrse en el futuro con la utilización de este foro virtual libre y para l@s
libres...

Por último, hay que mencionar un producto que ha derivado de la existencia de la lista anarqlat: la
elaboración y actualización de un registro de enlaces web anarquistas y afines, en lenguas castellana y
portuguesa, que los suscriptores reciben cada 5 ó 6 meses. La primera vez que se difundió en marzo
de 1997, apenas contenía unos 20 sitios en castellano y menos de 10 en portugués. Para febrero de
2000 son mas de 200 en castellano y unos 90 en portugués, comprendiendo una variedad de textos,
publicaciones periódicas, información de colectivos, material audiovisual y toda clase de expresiones
que evidencian la vitalidad y las expectativas con que el renacido anarquismo latinoamericano ingresa
tanto en el ciberespacio como al Siglo XXI.

10 razones para decirle no al ALCA

COLECTIVO ARCOIRIS, ARGENTINA - [# 22, abril-mayo 2001]

El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es un acuerdo que, impulsado por EEUU,
pretende asegurar la libre circulación de las mercancías y el capital en todo el continente americano.
Negociado en secreto por los gobiernos de 34 países del continente, con excepción de Cuba, dicho
acuerdo aspira a concluir su forma definitiva en la reunión que los representantes gubernamentales
tendrán el próximo 5 y 6 de abril en Buenos Aires y que sería refrendado por la reunión de los
presidentes a realizarse en Quebec, Canadá para fines del mismo mes.

10 Razones Para Decirle No al ALCA

1. El ALCA extenderá a todo el continente un tratado que ya ha probado sus terribles


consecuencias sociales

El ALCA es esencialmente una expansión a todo el continente americano del NAFTA (acuerdo de
libre comercio suscripto por EEUU, Canadá y México en 1994). Durante estos años de vigencia, el
NAFTA ya ha probado las consecuencias que trae para los trabajadores, la sociedad y el medio
ambiente. Citemos sólo algunos datos de esta situación. Desde la vigencia del NAFTA, por ejemplo,

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un millón de mexicanas más ganan menos que el salario mínimo y 8 millones de familias han sido
sumergidas en la pobreza. Por otra parte, en la zona de las maquiladoras, a lo largo de la frontera
entre EEUU y México, el crecimiento de la polución y los deshechos químicos, resultado de la
supremacía de los intereses comerciales sancionada en el NAFTA, han incrementado
dramáticamente las tasas de hepatitis y los defectos de nacimiento.

2. El acuerdo ha sido elaborado en secreto

Desoyendo los repetidos llamados a un debate abierto y democrático, las negociaciones del ALCA,
iniciadas en 1994, han sido conducidas en el mayor de los secretos. Ni los pueblos de la región, ni el
conjunto diverso de organizaciones sindicales y sociales, ni los parlamentos han podido participar en
los debates ni conocer el detalle de la marcha de los acuerdos. Por el contrario, con gran cinismo, los
negociadores afirman que han tomado nota de las recomendaciones del Foro Empresarial de la
Américas y que las mismas han sido aportes valiosos al proceso del ALCA. Así los gobiernos se
aprestan, en pocas semanas, a firmar un tratado a espaldas de los pueblos y que amenaza con
profundizar radicalmente las terribles consecuencias que depararon las políticas neoliberales vigentes.

3. El acuerdo degradará aún más los derechos laborales y las condiciones de trabajo

La experiencia del NAFTA ha demostrado cómo los derechos laborales más básicos y los intereses
de las trabajadoras han sido erosionados por estos acuerdos de libre comercio. El objetivo de
asegurar la más absoluta libertad al capital para moverse a nivel continental significará, como lo
señala nuestra experiencia más reciente, una tendencia a la baja de los salarios y las condiciones
laborales. La terrible situación que sufren trabajadoras de las maquilas en México (salarios por debajo
del salario mínimo, jornadas laborales de más de 12 horas, ausencia de amparo legal, limitación de la
acción gremial, condiciones insalubres de trabajo, trabajo infantil) son un ejemplo próximo de lo que
nos augura el ALCA. Por otro lado los efectos de la libre importación de mercancías amenazan con
condenar al sector industrial local a una completa desaparición, profundizando así los altos índices de
desempleo que ya castigan a nuestro país.

4. El acuerdo exacerbará la destrucción del medio ambiente

Tras la firma del ALCA cualquier regulación estatal destinada a preservar el medio ambiente, así
como la salud, deberá acreditar que no constituye un obstáculo innecesario al comercio y la inversión
reservándose las empresas el derecho a querellar legalmente a los estados. Para nuestro país
significará profundizar una política de depredación de los recursos naturales en desmedro del medio
ambiente y las poblaciones locales. Así sucede ya en el NAFTA donde, por ejemplo, en el estado
mexicano de Guerrero el 40% de los bosques se han perdido por la explotación indiscriminada en
estos últimos años, lo que además ha provocado una erosión del suelo y la destrucción del hábitat
natural.

5. El acuerdo pondrá en riesgo la vida y la salud de los pueblos

El ALCA expandirá las reglas del NAFTA sobre el monopolio de las patentes (particularmente
importantes en el sector farmacéutico) a todo el continente así como legalizará los organismos
genéticamente modificados, con sus consecuencias sobre el precio de los medicamentos y la salud de
la población. Por otra parte el ALCA, como el NAFTA, impedirá, bajo el pretexto de otorgar
seguridad absoluta a las inversiones, cualquier regulación estatal aún cuando ésta se apoye en

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consideraciones de bienestar general o de defensa de la salud pública o el medio ambiente. En ese
sentido, por ejemplo, Canadá ya ha sido demandado y condenado por prohibir un aditivo para naftas
considerado cancerígeno y México enfrenta demandas por causas similares.

6. El acuerdo convalidará y profundizará la privatización de los servicios sociales

El proyecto del ALCA se extiende además a los servicios comprometiendo a los estados a garantizar
el derecho de las empresas a prestarlos, con la única excepción de aquellos brindados por el estado
en forma absolutamente gratuita. Esto abre la posibilidad de la privatización donde ella no ha tenido
aún lugar, entre otros sectores la educación y la salud; así como excluye expresamente revertir las
privatizaciones ya realizadas. El principio general es transformar los servicios sociales en mercancías,
cuyo acceso quede regulado por la capacidad individual de pago. Por otra parte permitiría a las
empresas, como ya ha ocurrido en Canadá y México, exigir contar con las mismas exenciones y
privilegios que los organismos públicos que los prestan.

7. El acuerdo acelerará la quiebra de las medianas y pequeñas empresas y la


desindustrialización

La eliminación de las barreras arancelarias, la prohibición de cualquier política estatal destinada a


favorecer el uso de bienes nacionales (compre nacional) o privilegiar de cualquier forma el desarrollo
local o sectorial, la obligación de abrir las compras o contrataciones del estado en todos sus niveles
(nacional, provincial y municipal) que superen un monto mínimo a todas las empresas del continente,
entre otras cuestiones, amenazan con condenar a la desaparición a las ya golpeadas medianas y
pequeñas empresas así como profundizar la desindustrialización de la economía, proceso abierto en
nuestro país desde 1976.

Por otra parte, nuestro país ni siquiera podrá beneficiarse de sus ventajas comparativas en el sector
de la agricultura dado que los subsidios a este sector (utilizados justamente por los EEUU para
sostener a sus productores agrícolas) son una de las pocas excepciones planteadas en el tratado. En
este sentido es interesante señalar que un reciente estudio del impacto del ALCA sobre la industria
alimentaria de la argentina prevé una leve caída de las exportaciones (4%) y un significativo
incremento de las importaciones (entre 30 y 35%).

8. El acuerdo limitará aún más los derechos democráticos de la sociedad

Todo intento de regulación estatal, así esté fundado en criterios de desarrollo económico local o
nacional, progreso social, bienestar de la población o protección del medio ambiente, puede ser
cuestionado con éxito por el capital como lo demuestra la experiencia del NAFTA. Para nuestro país
además dicho acuerdo tornará irreversibles las políticas neoliberales implementadas en la última
década. En ese sentido las cláusulas del ALCA impondrán, desde hoy y hacia el futuro, un verdadero
corset a la voluntad de la sociedad y al propio funcionamiento de las instituciones democráticas. Una
prueba de su carácter antidemocrático es que el acuerdo ha sido negociado a espaldas de los pueblos,
sin consulta a las organizaciones sociales y sin debate parlamentario. Por eso planteamos, junto a la
Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, que dicho acuerdo no puede suscribirse sin antes
convocar a la sociedad a expresarse en un plebiscito.

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9. El acuerdo incrementará la pobreza y la desigualdad

La aplicación de políticas económicas de corte neoliberal en nuestro país durante la última década
han significado un constante incremento de la pobreza, la desigualdad social, la precarización laboral
y el desempleo. El ALCA convalidará y profundizará esta situación. En los hechos el ALCA
constituirá la creación de una zona económica, de Alaska a Tierra del Fuego, en beneficio de las
corporaciones transnacionales norteamericanas y algunos socios locales. De esta manera el acuerdo
constituirá en el área económica un nuevo instrumento, que, junto al Plan Colombia y al Plan
América intenta subordinar aun más a los países y pueblos de la región a la hegemonía de los EEUU.

10. Porque otra integración es posible

Las organizaciones sindicales nacionales y regionales, los grupos ecologistas y de derechos civiles, los
movimientos campesinos, indígenas y de mujeres del continente se han pronunciado contra el
ALCA. Desde hace varios años dichas organizaciones vienen realizando foros y protestas contra este
acuerdo. En la primera semana de abril, cuando en Buenos Aires nos movilicemos contra la Cumbre
de Ministros de Economía, en el espíritu de Seattle y del reciente Foro Social Mundial de Porto
Alegre, protestas y actividades similares tendrán lugar en casi todos los países de la región. Así juntos
todos también acompañaremos las protestas que se realizarán a fin de mes en Quebec. Porque,
juntos todos, otra integración justa y solidaria es posible.

A propósito de Cristo-ball

ANY ALARCÓN - [# 30, noviembre-diciembre 2002]

El origen:

Hace quinientos diez años se inició por estas tierras una de las más vergonzosas matanzas en contra
de los pueblos originarios. La masacre, el exterminio y los procesos de asimilación continúan hoy,
nada ha cambiado en el fondo. Antes era necesario salvar a la “madre patria” y proveer del bendito
oro a la corte, salvar al representante de Dios y en nombre de él era necesario civilizar al indígena,
mejor dicho, domesticar al indio. En la Gran Sabana, en la Patagonia, en Uruguay, Brasil, Bolivia,
Guatemala, en fin, el nuevo dios economía exige que el indígena debe ser salvado y entregado a la
lógica del capital en el mejor de los casos, sino la salida a ese “problema” es el exterminio.

Las misiones católicas y protestantes obligan al indígena a sentir vergüenza de su cultura valiéndose
del terrorismo psicológico aplicado a través del cristianismo, “para despojar al indio de su Libertad y
sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad”, nos dice Galeano. A los indígenas
los obligan a vestirse, a sentir pena por sus cuerpos, les dicen feos porque no responden al
estereotipo establecido, y los indígenas se visten, pero en muchas ocasiones son sometidos a la burla
por no estar a la moda o no “saber combinarse”. La crisis de identidad que producen en los
indígenas no es más que parte del saqueo a sus tierras. Es mucho más fácil despojarlos de sus tierras
cuando su sentido de pertenencia ha sido roto.

10
El credo:

Estos procesos de asimilación o de integración del indígena a nuestra cultura están avalados por una
gran mayoría que se escuda en el discurso de los derechos humanos, los indígenas deben gozar por
igual de todos nuestros derechos y eso significa negarlos. Tienen derecho a ser iguales, pero ¿iguales
a que?, lo igual entendido como lo idéntico, el indígena para ser aceptado debe parecerse a nosotros,
y para parecerse a nosotros debe tener acceso a nuestro autoritario sistema educativo, amar al
psicópata de Dios, y sobre todas las cosas deben olvidar su lengua. Edgardo Lander nos dice: “... en
la sociedad del mercado total la diversidad cultural se convierte en un mito en la medida en que, aun
celebrando la diferencia, el sometimiento de ésta a la lógica expansiva del mercado establece severos
límites a la posibilidad misma de la preservación y /o creación de otros modos de vida. Toda
celebración de la diferencia y de la particularidad que ignore la operación de las estructuras
trasnacionales de la geopolítica y de la acumulación capitalista no puede sino contribuir a legitimar las
dinámicas globales de este sistema-mundo e invisibilizar la operación continuada de la guerra cultural
colonial e imperial dirigida a la subordinación de toda diferencia y de toda autonomía”

La continuación:

Se le acepta en la medida en que se le pueda colonizar, es decir, es tolerable su cultura siempre y


cuando se pueda tener la certeza de dominarla, “el racismo convierte al despojo colonial en un acto
de justicia” (E, Galeano). El indígena deja de ser y se convierte en un marginado consumidor,
ciudadano de última categoría. Así anda por las calles de Ciudad Guayana, el indígena Warao que
luego de ser despojado de sus tierras y catequizado, anda sin rumbo recolectando la basura,
alcoholizado y enfermo. Es así como hoy algunas familias de buena pro recogen niñas indígenas y las
contratan como servicio; forma de esclavizar con elegancia y las indígenas deben callar y obedecer si
no quieren correr peor suerte (caso de una niña Pemón, esclavizada y amarrada en las noches para
que no se escapara, la justicia del Estado en este caso: enviarla a una prisión para menores).

La Masacre más larga de la historia, la masacre más silenciada, la masacre aceptada en nombre de
Dios, la masacre pagada por las trasnacionales y avalada por una mayoría. Pero también han sido 510
años de resistencia, 510 de años de dignidad, 510 años de enseñarnos la esperanza en lucha. De
dignidad Mapuche, Zapatista, Pemón, Warao y de todos los demás pueblos originarios de este
golpeado, humillado pedazo de tierra al que mal llaman Latinoamérica.

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América Latina y la amenaza de la “integración regional”

PROFESOR J - [# 33, junio-julio 2003]

Kintto Lucas (ver su artículo Ecuador mira hacia America del Sur, IPS, 11/05/2003, divulgado por
Argenpress: «Ecuador busca fortalecer una política exterior volcada hacia América del Sur, y un paso
en ese sentido será la visita del presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez a su par de Brasil, Luiz Inácio
Lula da Silva, el 26 de este mes».) y Heinz Dieterich Steffan (ver su texto La Batalla por América del
Sur, publicado en Rebelión: «Si Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Ecuador se unen
en un Bloque Regional de Poder, con una política económica de desarrollismo, con un mercado
regional integrado y protegido por aranceles proteccionistas, con una Cuba fortalecida y asociada a
ese bloque, Bolivia con un gobierno mas progresista que sustituya al de Sánchez de Losada y
Colombia capaz de hacer fracasar la ofensiva estratégica de Vázquez Uribe-Bush, se abrirán las
puertas de la segunda independencia. Este Bloque de Poder Regional (BPR) no podría ser destruido
por Washington. Se constituiría en un nuevo sujeto de la política mundial y debilitaría
sustancialmente a la potencia neofascista del norte»), apuestan a la integración regional como
estrategia de liberación. Dieterich no tiene ningún prurito en defender el desarrollismo como vía
reformista de transformación social con el pretexto de la ofensiva yanqui, en lo que se encuentra con
las propuestas de la quinta columna de Attac, el PT y el Foro de Porto Alegre de „humanización‟ y
„modernización‟ del capitalismo.

Aquí cabe la pregunta: ¿Qué tan progresista es ese pretendido bloque de integración regional liderado
por Lula? Estos autores desconocen o no aceptan la caracterización que Petras hizo de Lula y del PT
(ver artículo de Petras en Rebelión), donde queda manifiesta su subordinación al FMI. Hemos sido
testigos todos estos últimos tiempos de como el Banco Mundial y el FMI han aplaudido las medidas
de Lula. Si el capital está satisfecho con la estrategia Lula, ¿no es eso un motivo para dudar de las
„buenas intenciones‟ de ese bloque?

El enemigo es USA, no el capitalismo

Veamos otras noticias al respecto:


«SANTIAGO. Totalmente de acuerdo en que el Mercosur tenga un rol amplio como bloque
representativo de Sudamérica ante la comunidad internacional, se mostró ayer el presidente Ricardo
Lagos, al referirse al encuentro que sostuvo por la mañana con el candidato a la presidencia
argentina, Néstor Kirchner, quien puntualizó que es fundamental que esta instancia sea la voz de
"América del Sur".»

Cabe preguntarse qué monos pinta Lagos en toda esta historia, el hombre del capital transnacional
que entra y sale tranquilamente en Chile, que ofreció el territorio para desde allí promover
inversiones hacia el resto de América Latina y que reprime a sangre y fuego a las comunidades
originarias que luchan por su autonomía. Al final están todos, absolutamente todos, con una ligera
crítica al presidente de Colombia y al de Bolivia, el resto todos se salvan y están dentro de esta
estrategia tan astuta de estos connotados teóricos de la izquierda.

Hay una cuestión muy interesante en todo este intríngulis, y es que no aparece el enemigo capitalista,
se mete debajo de la alfombra. El enemigo es USA para ellos y no el capital, con el cual hay que
establecer el amorío más abierto, veamos en el siguiente artículo como se abre camino a los franceses
con este cuento de que el enemigo solamente viene de Estados Unidos:

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«„Venezuela firmó este domingo un contrato de US$ 160 millones para desarrollar la tercera etapa de
una central hidroeléctrica para suministrar energía al occidente del país, informaron fuentes oficiales.
El acuerdo prevé la construcción en el año 2006 de la represa La Vueltosa, que aumentará la
capacidad instalada de la central Uribante-Caparo, ubicada en el andino estado Mérida a 500 km al
suroeste del país.
El pacto fue suscrito entre el presidente de la estatal eléctrica Cadafe, Nervis Villalobos y Carlos
Schellenberg, representante de la empresa franco-brasileña Hidro Alstom-Power durante el programa
radiotelevisado "Aló, presidente", conducido por el presidente Hugo Chávez.
El mandatario recordó que el trato "está amparado por un acuerdo" entre los gobiernos de Brasilia,
Caracas y París y es el primer paso "para impulsar el desarrollo del occidente de Venezuela".»

Muy bonito. Para combatir al enemigo USA hay que aliarse al amigo Europa. Por ahí viene alguna
luz de todo este misterio. Recordamos que en el Foro de Porto Alegre participaron ministros del
gobierno francés y ya en su momento se comentó que la estrategia podía ser intentar aislar a Estados
Unidos aumentando los lazos con el capital europeo. Dicho y hecho, ahora vemos que el Forro ha
servido también para generar lazos con ese sector del capital. El mismo perro con diferente collar. La
visita de los empresarios venezolanos a Brasil para establecer acuerdos con los empresarios de ese
país se enmarcan también en esta bella estrategia, donde la izquierda juega su papel de subordinar a
las masas para la continuidad de la ganancia. Hermoso. La vieja película la pasan una y otra vez.

Chile y Uruguay han sido los chicos malos de la integración latinoamericana, por sus afanes de
establecer vínculos y acuerdos directos con USA, lo que Lula ha estado combatiendo para conseguir
armar el bloque regional con el cual negociar mejores condiciones de intercambio con el gigante del
norte. Pero... ¿quien intercambia?, ¿los pueblos? No señor, las empresas. La idea es que el bloque
regional consiga atraer capitales y vender sus productos dentro de USA en mejores condiciones. Los
gobiernos van a hacer planes para paliar la pobreza y la miseria, garantizando al capital elevadas tasas
de ganancia y un plato de comida de vez en cuando para las favelas.

El progresismo de las fieras

La ministra de relaciones exteriores de Gutiérrez, de la CONAIE, manifiesta las mejores intenciones


en sus declaraciones, pero tanto ella, como las bases de las comunidades originarias de Ecuador han
denunciado que los ministros del área económica de Lucio son neoliberales y hay que sacarlos. Si eso
no se resuelve, los programas que se realicen a nivel regional serán de pura fantasía, y eso hay que
decirlo ahora, no después.

Los brasileños están abriendo líneas de crédito bancario para los productos de los países vecinos. La
vocación sub-imperialista de los empresarios y militares brasileños no ha mudado un ápice. Luego
iremos a ver algo de los militares. Negociar el ALCA en bloque significa priorizar por los intereses de
los empresarios locales, lo que parece un tanto anacrónico cuando se verifica la subordinación de
éstos y de los ministros a los dictados del FMI, o sea, se trata de la pugna por el reparto de la torta,
nada que ver con la segunda independencia que anuncia Dieterich, muy lejos de ello diríamos
nosotros, más bien lo opuesto. Se nos quiere ahora vender la idea de que Kirchner sería un progre
anti USA, veamos lo que dice este sujeto en su viaje a Chile:
«Creo que el rol político tiene que ver con que los pactos de integración no son sólo uniones
aduaneras, los procesos de integración responden a la voluntad de poder hablar por una sola voz.
Eso pasa por tener políticas macroeconómicas coherentes para tener un pequeño margen entre

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nosotros, qué sacamos con tener aranceles bajos, si los países los devalúan en un 50 por ciento,
entonces creo que el tema es más profundo.»

El candidato argentino que se enfrentara el próximo 18 de mayo a Carlos Menem, expresó que con
Lagos concordaron en la idea de «integrar definitivamente a Argentina y a Chile, que es la misma
aspiración que tenemos nosotros muy profunda. La clara integración económica, una visión de
avance importante en los proyectos de integración mediante obras de conexión territorial, y no cabe
duda que con esta visión clara de integración que tiene el presidente Lagos y que tenemos nosotros,
vamos a avanzar en ese proceso rápidamente».

Y eso es lo que se nos quiere hacer creer que es un camino progresista, el abrazo y el acuerdo entre
fieras.

«Los analistas y economistas brasileños dieron su visto bueno a la apuesta de Brasilia por Néstor
Kirchner ya que, según informa la corresponsal de la BBC en San Pablo, Denize Bacoccina, en caso
de triunfar, su apuesta por la región la fortalecerá en las negociaciones por el Área de Libre Comercio
de las Américas (ALCA) que auspicia Estados Unidos.
La próxima etapa tanto de Lula como de Kirchner será conversar con Hugo Chávez para sumar a
Venezuela al MERCOSUR».

Los uruguayos obviamente no se van a quedar atrás de todo este remolino de la integración
capitalista regional, veamos la noticia divulgada por Argenpress:
«Tras su llegada a la capital brasileña, Batlle mantuvo una reunión de trabajo con la comitiva que lo
acompaña y el embajador uruguayo en Brasil, Agustín Espinosa, para definir los últimos detalles del
encuentro que hoy mantendrá con Lula, lo que se reiteró anoche en la residencia del embajador
uruguayo.
El martes, el gobernante uruguayo viajará al estado de Minas Gerais, en el sudeste del país, para
reunirse con empresarios interesados en invertir en Uruguay para después regresar ese mismo día a
Montevideo.
La posibilidad de lograr acuerdos de cooperación económica a través de líneas de crédito y joint-
ventures, la intención de Uruguay de que en el Mercosur se apruebe un protocolo que limite o
excluya los subsidios, previendo incluso ante el no cumplimento del mismo sanciones de tipo
compensatorio, y el respaldo político a Brasil en los organismos internacionales; serán los temas
centrales que estarán hoy sobre la mesa de trabajo en Planalto, aseguraron fuentes diplomáticas».

Por otra parte dice el artículo de Dieterich: «La reciente decisión del presidente Hugo Chávez, de
construir con Brasil una gran refinería de petróleo en Pernambuco, de comprar aviones de combate a
la empresa brasileña Embraer, y no a la competencia imperialista de Estados Unidos y Europa, y de
integrarse antes del 31 de diciembre de este año en el Mercosur, culminan esa dinámica que debilita a
Washington y a la oligarquía venezolana».

Los militares brasileños, que no son ningunos santos, son los que ganan con la venta de esos aviones,
y además de eso, lógicamente por debajo, hay acuerdos entre las fuerzas armadas, ya que no es
posible vender ni comprar aviones de guerra sin eso. Tampoco estamos de acuerdo con que eso
debilita a la oligarquía venezolana, pues quien gana ahí es el bloque capitalista vinculado a Chávez
(ver artículo del Tercer Camino de Venezuela publicado en la página de Clajadep). Los teóricos del
eje Lula-Chávez-Lucio, el eje Lulú, hoy día nos venden la idea del eje continental capitalista regional.

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Anticapitalista o reformista

Como conclusión de estas notas debemos decir con sinceridad que no vemos muy claro eso de la
segunda independencia que hablan algunos, más bien vemos mayor subordinación de los pueblos al
capitalismo y creemos llegada la hora de levantar la lucha desde abajo también contra el Mercosur,
por lo que proponemos a los grupos y movimientos de la resistencia sumar la lucha contra el ALCA
y la lucha contra el Mercosur, ambos como modalidades de integración capitalista contrarias a los
intereses reales de los pueblos, por lo que estaremos alzando esas consignas en reuniones y
manifestaciones.

Las reuniones de los grupos que actúan en la Acción Global de los Pueblos, AGP, a nuestro
entender, deberán incorporar también tareas de denuncia y accionar contra el Mercosur. Por nuestra
parte toda declaración u opinión contra el ALCA va a contener también la denuncia del Mercosur.

O se es anticapitalista o se convive con el reformismo. La resistencia de los pueblos contra el capital


no puede aceptar alianzas con sectores empresariales y subordinarse a las negociaciones
institucionales. Nuestra lucha es contra los gobiernos sumisos a los dictados del FMI y del Banco
Mundial y no nos van a desviar a espurias alianzas con sectores del capital con el pretexto de que
primero hay que derrotar a Estados Unidos o porque hay que apoyar a Cuba. A Cuba se la apoya
derribando los gobiernos, no lamiendo las botas del poder. El enemigo está en cada país y no nos
vamos a prestar al juego de confundir al pueblo. A otro perro con ese hueso.

Impactos del zapatismo en América Latina

RAÚL ZIBECHI - [# 36, febrero-marzo 2004]

«El ataque más letal del EZLN no fue contra las fuerzas gubernamentales mexicanas, sino contra las
bibliotecas, contra los manuales, contra el saber revolucionario establecido»
Francisco Ferrara

Indagar acerca de la influencia del neozapatismo en los movimientos sociales de América Latina,
supone ir más allá de sus aspectos visibles y de las prácticas institucionales. En los nuevos
movimientos, las rupturas respecto a las tradiciones heredadas de los sesenta y setenta, no son tan
evidentes como las continuidades. Para descubrirlas hay que ir más allá de las expresiones públicas y
de los programas, adentrarse en las prácticas, las formas de vida y las relaciones sociales que se
construyen en el interior de los movimientos, que son las que van conformando las nuevas formas de
hacer política y prefiguran la sociedad que los nuevos sujetos anhelan.

Las huellas del zapatismo pueden rastrearse, por un lado, en algunos de los movimientos más frescos
y menos institucionalizados, e incluyen, por otro, algunos temas que se han ido colocando en el
centro de los debates por parte de los nuevos actores sociales: la cuestión del poder, la autonomía y
la autogestión, los tiempos del “afuera” y del “adentro” y la forma de entender el cambio social, entre
los más destacados. Estos impactos, sin embargo, se encuentran mezclados a menudo con ideas y
actitudes más “tradicionales”, y, salvo excepciones, la pauta dominante parece ser un impacto
relativamente fuerte en los temas relacionados con el poder estatal, y otros más superficiales, en
particular los vinculados con los tiempos interiores y la forma de concebir el cambio social.

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La influencia del zapatismo puede rastrearse en buena parte de los movimientos juveniles y
estudiantiles de todo el continente; existe fuerte empatía entre los movimientos indígenas
continentales y el zapatismo, sin duda porque comparten una misma cosmovisión; por el contrario,
fuera de estos espacios el impacto del zapatismo no es tan evidente, aunque la crisis de las izquierdas
partidarias y las dificultades que atraviesa el movimiento popular, han convertido al EZLN en un
referente necesario, aunque aún lejano. En líneas generales, las huellas que va dejando el zapatismo
en América Latina, son más visibles en el movimiento social argentino que emergió en las jornadas
del 19 y 20 de diciembre de 2001, que en el resto del continente. Quizá, por tratarse del más reciente,
menos institucionalizado y más abierto de los movimientos que recorren la región.

Poder, contrapoder y antipoder

La ya célebre propuesta zapatista que dice “no queremos tomar el poder”, ha sido retomada por
intelectuales y dirigentes políticos y sociales, pero también impregna buena parte de los debates de
algunos importantes movimientos del continente. Llama la atención, sin embargo, que el conjunto de
los partidos políticos de izquierda de la región -que confluyen en el Foro de San Pablo- sigan
ignorando la importancia estratégica de este debate: desde las corrientes más moderadas cercanas a la
tercera vía, hasta los movimientos guerrilleros, pasaron por alto durante una década la posibilidad de
reconsiderar su propuesta de conquistar el poder estatal como eje desde el cual articular los cambios,
y siguen enfrascados en la vieja polémica acerca de las vías, revolucionarias o reformistas, para
conseguir el “objetivo final”.

Entre los intelectuales las cosas no son muy diferentes. Los más encumbrados, o los más
institucionalizados, han optado por eludir el debate. Otros ingresaron al mismo en tono acusador,
reprochando a quienes defienden la tesis de no tomar el poder estatal de mostrar signos de
“debilidad” (es el caso de James Petras) o de defender ideas que “conducen a la derrota” (como
sostiene el filósofo argentino Rubén Dri). Menos frecuentes han sido los desacuerdos francos no
destinados a satanizar al adversario, como la polémica entre Atilio Borón y John Holloway (Borón,
2001; Holloway, 2001). La influencia del zapatismo en Argentina, y el impacto mediático de sus
principales tesis, provocó un contra-movimiento que abarca desde los espacios académicos hasta los
más importantes movimientos sociales, pero que tiene su punta de lanza en algunos intelectuales y en
los partidos de la vieja izquierda.

Por el contrario, la polémica sobre el poder estatal está presente en algunos importantes
movimientos, sobre todo en el ecuatoriano y el argentino. En ocasiones, el debate se presenta de
forma lateral, quizá para evitar rechazar de plano las propuestas zapatistas, quizá por el enorme
prestigio que tienen el subcomandante Marcos y la comandancia indígena. En ambos casos, el debate
surge por razones diferentes. En Ecuador, como veremos, fue el resultado de la experiencia del 21 de
enero de 2000, cuando el movimiento indígena y militares nacionalistas tomaron durante algunas
horas el poder estatal en descomposición. Ese breve asalto al Estado, generó una situación de crisis
en las principales organizaciones del mundo indio. En Argentina, los hechos del 19 y 20 de diciembre
de 2001 dispararon lecturas ideologizadas de la realidad: desde quienes creyeron ver una situación
pre-revolucionaria que habría que encauzar hacia la revolución-toma del poder, hasta quienes
pretenden dejar abiertas las preguntas formuladas por sucesos que desafían los saberes de los
revolucionarios, como forma de mantener activa la creatividad social.

El impacto del “no tomar el poder estatal” en el movimiento piquetero y asambleario, puede
verificarse de forma muy directa: Argentina es el país donde tanto las tesis de Holloway como las del

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EZLN han traspasado las fronteras de la intelectualidad y la militancia para hacerse carne en amplias
franjas del movimiento social, contando con una difusión inusitada en otros países latinoamericanos.

Un reciente documento de varios MTD de la Coordinadora Aníbal Verón, un grupo piquetero


autónomo de los partidos y las centrales sindicales, señala que “tomamos distancia de las visiones que
limitan la idea del poder a la conquista del aparato del Estado, como objetivo y fin último”, y enfatiza
en un concepto del poder que parece extractado del ideario zapatista: “El poder no es una „cosa‟ que
nos resulta ajena, sobre la cual tenemos que estar a favor o en contra: preferimos entenderlo como
una relación social. El poder popular se construye desde y en las bases, con democracia y
participación consciente, con relaciones que prefiguren la sociedad que anhelamos” (MTDs, 2003).

Pero las influencias de este debate son más vastas y llegan a otros rincones del continente, sobre todo
aquellos donde la población indígena es importante. La experiencia reciente del movimiento
ecuatoriano, el más potente del continente junto al argentino, mostró una inflexión a raíz de la
insurrección que derribó al presidente Jamil Mahuad en enero de 2000. Luego del levantamiento, el
debate sobre el concepto de poder volvió a instalarse con fuerza en el movimiento indígena. Luis
Macas, dirigente de la CONAIE, recordó que en lengua quichua ushay, poder, “es la capacidad de
desarrollarnos colectivamente” (Macas, 2000:151). El aserto de Macas tiene notable coincidencia con
la propuesta de Holloway de diferenciar el poder-hacer (como capacidad humana básica) del poder-
dominación. (Holloway, 2003).

Reflexionando sobre la misma experiencia, el trabajo del economista Pablo Dávalos concluye que la
insurrección del 21 de enero cierra un ciclo ya que en él se incorporó “la dinámica del poder a un
movimiento cuyas coordenadas de acción siempre estuvieron dadas por la capacidad de convertirse
en el contrapoder social” (Dávalos, 2001).

Los dirigentes de la CONAIE se fueron apartando del proyecto original de los indios, que descansa
en la defensa de un Estado plurinacional que garantice la autonomía de los pueblos y naciones
indígenas. La disolución de los tres poderes del Estado, hacia enero de 2000, llevó a que buena parte
de la dirigencia cayera en la “tentación” del poder estatal. En ese momento, la CONAIE traspasó el
umbral entre movimiento social y movimiento político, pero, al hacerlo, puso en juego “todo su
acumulado histórico”, ya que “convertirse en poder significaba dejar de lado su proyecto más
estratégico y más a largo plazo, aquel de construir una sociedad verdaderamente plurinacional”.

La CONAIE dejó por un tiempo, de ser el “contrapoder más efectivo que existía en la sociedad, que
fue capaz de ejercer un poder de veto efectivo sobre las iniciativas más antipopulares de las elites”
(Dávalos, 2001). Más grave aún, es que la opción por el poder (breve en el tiempo pero con
consecuencias dramáticas para el movimiento) implicaba dejar de lado “las dinámicas propias de la
resistencia y construir formatos más institucionales que sirvan a la larga como mecanismos de control
al surgimiento de posibles resistencias por parte de otros actores sociales”. En suma, que no puede el
movimiento convertirse en poder sin dejar de lado su experiencia como contrapoder.

Un año después, en enero de 2001, un nuevo levantamiento de las bases, no convocado por la
dirigencia, retoma el proyecto original con una plataforma de lucha más modesta. Los dirigentes que
se habían destacado un año atrás, adoptaron un perfil bajo por la presión de las bases, que
comprendieron que convertirse en opción de poder llevaba a la fractura del movimiento. Una
conclusión se impuso: “Más importante que acceder al control del gobierno es transformar a un país
desgarrado por el racismo, el autoritarismo y la prepotencia” (Dávalos, 2001).

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En otros casos, como el del movimiento juvenil y estudiantil uruguayo, la empatía de los jóvenes con
movimientos como los sin tierra y el zapatismo, fue visible en el tipo de organización que crearon:
una coordinadora que llevó adelante las ocupaciones de centros de estudio en el invierno de 1996.
Definieron que la coordinadora “no es la dirección del movimiento, porque la dirección depende del
movimiento mismo”; discutieron durante horas y días las propuestas pero eligieron sus
representantes por sorteo y colocaron las asambleas de centro por encima de la coordinación
(Zibechi, 1997:213). Algo similar sucedió en abril de 2000 durante la insurrección por el agua en
Cochabamba. Allí, “la multitud reunida delibera directamente”, derogando el “hábito delegativo del
poder estatal”, al punto que la multitud redefine el papel de los dirigentes, que en adelante se vuelven
sólo transmisores (Gutiérrez, García, Tapia, 2000:170). En ambos casos, la organización del
movimiento (ambas asumieron la forma de coordinadoras) se construyó sobre la doble lógica de la
mayor dispersión posible del poder y, en paralelo, de reflejar en su seno las redes sociales de los
sectores sociales implicados. Esta doble característica ha ganado espacio, cabezas y corazones en la
mayoría de los movimientos sociales del continente.

Las nuevas imágenes del cambio social: horizontalidad y comunidad

El cambio social empieza a relacionarse cada vez más con la capacidad de hacer que con la conquista
del poder. De ahí la insistencia de los piqueteros de la Verón en que sus iniciativas de producción
“prefiguran” la sociedad que anhelan. Una imagen que va ganando terreno entre los nuevos
movimientos, es la que muestran numerosos medios: grupos de vecinos, desocupados o campesinos
trabajando en emprendimientos colectivos o comunitarios, entre las que destacan las mujeres de los
sectores populares. La gama incluye desde clínicas de salud autogestionadas hasta panaderías
comunitarias, desde huertas vecinales hasta pequeñas fábricas de conservas, y, en ocasiones, como en
un barrio del sur de Buenos Aires, los propios desocupados (que sobreviven con 40 dólares al mes)
instalaron una fábrica de bloques con los que construyen sus viviendas cada vez menos precarias.

Estas imágenes sencillas, mucho menos “heroicas” que las que conocimos en los sesenta y setenta,
forman parte del nuevo paisaje del movimiento popular. Incluyen la idea de potenciar la autonomía,
asentada en la creación de hecho de territorios donde los colectivos van construyendo su nuevo
mundo, ganando espacios en los que buscan asegurar el sustento cotidiano pero también establecer
relaciones solidarias e igualitarias (Fernandes, 1996).

Desde mediados de los noventa, gracias al doble influjo de la experiencia zapatista y de las nuevas
culturas juveniles, fue ganando terreno la idea de horizontalidad. En un principio, se trataba de un
rechazo visceral de las prácticas centralistas y jerárquicas de la izquierda y los sindicatos. Puesta a
andar, la propia horizontalidad fue ganando espacios, expandiéndose, y terminó enriqueciendo la
vida cotidiana de grupos de mujeres, de jóvenes y cada vez más de desocupados y campesinos.

Merece destacarse el caso de la organización HIJOS (de desaparecidos por la dictadura) de Argentina.
La profundidad de sus definiciones corre pareja con la profundidad de sus acciones: en pocos años
se ganaron el respeto del conjunto del movimiento popular, de los medios y los intelectuales, y, sobre
todo, consiguieron que la acción que los caracteriza, el “escrache” (concentración frente al domicilio
de un genocida para que lo conozca toda la comunidad), haya sido adoptada por amplias franjas de la
sociedad en los períodos de mayores movilizaciones. Para HIJOS, la horizontalidad y la
reconstrucción de los lazos solidarios destruidos por la dictadura, son ejes tan importantes como el
castigo a los genocidas. O sea, cuestiones de principios. «La horizontalidad es una visión particular de
la democracia. Podríamos decir que horizontalidad es un camino, y a la vez una forma de caminar ese

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camino (…) La horizontalidad básicamente es un esfuerzo, una demanda a cada uno por poner lo
mejor de sí, por no descansarse en las habilidades ajenas, por avenirse a las decisiones y a los tiempos
del colectivo. Todas las organizaciones expresan en su forma de trabajar el norte al que quieren
llegar. La forma de hacer política es (o debiera ser) una muestra del mundo, la sociedad, en la que
quieren vivir». (Zibechi, 2003:58).

Visiones del cambio social: una forma de caminar

De forma muy desigual, va ganando terreno una idea diferente del cambio social. No se trata de una
propuesta nítida, acotada y precisa, sino la convicción de que los cambios deben estar ligados a la
reconstrucción de los vínculos que el sistema destruye a diario, desde hace ya siglos. Y, por otro lado,
la sensación de que los cambios son “entre nosotros”, o sencillamente no son.

La reciente decisión del EZLN de terminar la experiencia de los Aguascalientes y construir en su


lugar los Caracoles como espacios de la autonomía local y regional, serán una inspiración estimulante.
Los zapatistas decidieron poner en práctica la autonomía de hecho, sin esperar a que el Estado
mexicano se las concediera.

No es un camino muy distinto al que ya venían recorriendo, ni muy diferente del que llevan adelante
los indígenas ecuatorianos (pero también de otras partes del continente y de México), que decidieron
hacerse fuertes en los municipios donde mantienen una hegemonía étnica, para desde ellos crear las
bases de la nueva sociedad.

La idea de ir forjando una nueva sociabilidad, nuevas relaciones entre las personas y el ambiente, en
los espacios-islas que controlan los movimientos sociales, es ya patrimonio de amplias franjas de
personas organizadas, en los más diversos frentes. La metáfora de Marcos, que señala que hay quien
“se dedica a imaginar que el timón existe y disputar su posesión”, mientras hay quien “hace de una
isla no un refugio para la autosatisfacción, sino una barca para encontrarse con otra isla y con otra y
con otra…”, está empezando a ser una forma de vida para una parte considerable de quienes dedican
su vida a cambiar el mundo desde los movimientos sociales.

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Mesoamérica resiste

CARLOS BEAS - [# 40, noviembre-diciembre 2004]

A la parte media del Continente americano, se le llama Mesoamérica; una región formada por más de
la mitad de México y los países del área centroamericana. Esta pequeña porción del mundo equivale
al 0.5% de la superficie total del planeta, sin embargo su riqueza natural es muy grande ya que posee
el 9% de la biodiversidad mundial; su ubicación geográfica estratégica en el circuito del mercado
mundial, la ha convertido en estos últimos 500 años en territorio de rapiña, disputa y guerra.

Mesoamérica es un impresionante mosaico cultural y actualmente es habitada por unos 65 millones


de personas, de ellas unos 15 millones forman parte de alguno de los 50 pueblos indios que habitan
en la región. La población indígena es en su mayoría habla la lengua maya, aunque existen pueblos
con origen e idioma distinto como son los mexicanos o nahuas descendientes de los aztecas y
miskitos, kunas, zapotecas y mixes. Además en las costas de la región existen importantes
asentamientos de gente afroamericana.

Los nombres de Canek, Yanga, Sandino, Flores Magón, Farabundo Martí, Zapata, Lempira, entre
muchos otros, nos recuerdan la intensa y heroica resistencia que han hecho los pueblos de
Mesoamérica para defender sus derechos y por lograr su liberación.

Mesoamérica es tierra de riqueza pero paradójicamente también es lugar de extrema pobreza e


injusticia. La riqueza natural esta acaparada por unas cuantas manos; millones de hectáreas de las
mejores tierras son propiedad de terratenientes nacionales y de grandes compañías como la
norteamericana Chiquita Brands, heredera de la funesta United Fruit. Las empresas mineras
canadienses saquean su subsuelo y contaminan arroyos, ríos y tierras. Una empresa taiwanesa se ha
apoderado de los principales puertos de la región y en toda Mesoamerica florecen las zonas francas,
donde cientos de miles de jóvenes, niños y mujeres son sobreexplotados por el pulpo maquilador.

Tanta injusticia ha dado lugar a prolongadas guerras civiles y a levantamientos sociales, los cuales han
sido en la mayoría de las veces pacificados con brutalidad extrema. Una revuelta campesina ocurrida
en 1932 en El Salvador tuvo un saldo de más de 30.000 indígenas y campesinos masacrados. En la
década de los ochentas del siglo pasado fueron desaparecidas del mapa por lo menos 400 aldeas
mayas en Guatemala y se estima que cerca de medio millón de guatemaltecos fueron exterminados
en una prolongada guerra civil.

Décadas de dictaduras, guerras interminables, sublevaciones y levantamientos ensangrentaron la


región toda la segunda mitad del siglo pasado. Ahora la violencia de los poderosos se ha vestido con
otros ropajes; ahora en toda la zona hay gobiernos “electos democráticamente”, los cuales en
complicidad con las grandes empresas multinacionales y los organismos multilaterales como el FMI y
el Banco Mundial, vienen imponiendo una política económica de tierra arrasada.

La gran tragedia ahora es la migración forzada. Millones de mesoamericanos están siendo


desplazados de sus tierras, ya que las economías locales han sido completamente devastadas; sin
empleo ni dinero para trabajar el campo, buscan refugio en las ciudades y en Norteamérica,
abandonando todo, familia y amigos, pueblo y país.

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Esta migración ocurre en condiciones terribles, cada año mueren en el intento de llegar a los Estados
Unidos, miles de mexicanos y centroamericanos; en el camino son violadas, asaltadas o mueren de
sed miles de personas e incluso el tiro al “mojado” es un deporte relevante entre los granjeros de
Arizona.

A esta tragedia se suma ahora, una nueva ofensiva del gran capital.

En Marzo del 2001 el Gobierno mexicano anunció la iniciativa llamada Plan Puebla-Panamá (PPP) a
la que se sumaron casi de inmediato los gobiernos del área centroamericana. El PPP es un ambicioso
Plan, impulsado por las grandes corporaciones multinacionales que buscan utilizar recursos públicos
para crear o modernizar la infraestructura de comunicaciones y energética, con el fin de facilitar el
saqueo de materias primas, biodiversidad, trabajo barato y de mercancías.

Al considerar al PPP como una Nueva Invasión, decenas de organizaciones indígenas, campesinas y
populares de México y Centroamérica se reunieron en Mayo del 2001 en la ciudad chiapaneca de
Tapachula, donde acordaron impulsar una campaña de resistencia y de construcción de alternativas
populares.

Después del Foro de Tapachula, en estos últimos tres años se han reunido cientos de organizaciones
sociales de toda la región. Cada vez más el Foro Mesoamericano crece y tiene mayor fuerza, así se ha
vivido en Xelaju, Guatemala 2001; Managua, Nicaragua 2002; Tegucigalpa, Honduras el 2003 y
recientemente en San Salvador (Julio del 2004).

Además de intercambiar información sobre el avance de las trasnacionales y de las luchas de


resistencia, en estos Foros también se planean acciones y alternativas conjuntas. En ellos se abordan
problemas que van de los despojos y desalojos a poblaciones enteras por la construcción de represas
y autopistas hasta las experiencias de las mujeres que trabajan en las maquiladoras o de las
cooperativas que impulsan la autogestión productiva.

Sin embargo un elemento bastante innovador desde perspectiva de la cultura política mesoamericana
fue la discusión ocurrida en una de las mesas del Foro de San Salvador, ya que cientos de personas en
su mayoría jóvenes hicieron una crítica a los usos y costumbres autoritarios propios de la izquierda, la
cual se señalo ha mirado más a occidente y se ha olvidado de sus raíces indias.

Y en un ejercicio de crítica y propuesta radical esta Mesa impulsó ante el azoro de los viejos
estalinistas, la necesidad de construir un programa basado en prácticas libertarias, donde no se pueda
separar la vida cotidiana de la acción política. Sin lugar a dudas hay un recambio generacional que ya
nos anuncia nuevos tiempos de lucha y resistencia por una Mesoamérica Libertaria.

Este proceso tiene un poco más de tres años y no ha sido sencillo, la diversidad de actores, la
distancia y la falta de recursos de todo tipo hacen difícil que se mantenga y sostenga una
coordinación efectiva.

Sin embargo creemos que en estos tiempos locos de globalización salvaje, la acción conjunta de
nuestras organizaciones y pueblos más allá de las fronteras, es una de las vías que nos permitirá hacer
más viable la resistencia mesoamericana y la construcción de un futuro justo, libre y amoroso para
nuestras gentes.

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Movimiento anarquista latinoamericano hoy: realidades y tareas

DANIEL BARRET - [# 40, noviembre-diciembre 2004]

Entre los meses de mayo y julio de 2004 tuvimos ocasión de leer, en la página web española A las
barricadas -una de las mejores publicaciones electrónicas libertarias en lengua castellana, dicho sea de
paso-, un extraño foro cuyo eje polémico se centró en la situación del movimiento anarquista
latinoamericano. Allí se llegó a sostener contra viento y marea, por parte de un solitario y exótico
“observador” -autodesignado moderador del foro, evidentemente sesgado en sus conclusiones pero
tercamente infatigable en el pregón de las mismas-, que “el anarquismo no tiene vida en América
Latina”: una lapidaria y prejuiciosa sentencia que no guarda relación alguna con la efervescencia que
ha ganado a nuestro movimiento desde hace unos pocos años a esta parte. Es muy probable que esa
prédica no respondiera a intenciones demasiado cristalinas y que ella no merezca más respuesta que
una juiciosa y significativa indiferencia; pero también es probable que la repetición incansable de
dislates de ese tenor induzca a más de una confusión en nuestras propias filas y en sus adyacencias.
La sola suposición de que pueda ocurrir algo de este tipo nos empuja ahora a un sereno repaso y a las
reflexiones consiguientes.

Vivo y coleando

La primera conclusión que se hace imprescindible marcar, y la llave de paso de cualquiera de las
elucubraciones posteriores en lo que a la ubicación de nuestro actual escenario histórico respecta, es
que el movimiento anarquista latinoamericano ha cobrado de un tiempo a esta parte una enérgica e
intensa vida. Esta afirmación es perfectamente demostrable y no puede tomársela como un
espejismo, como una ilusión o como una mera expresión de deseos. Si por movimiento anarquista
entendemos a una corriente de pensamiento y de acción perfectamente distinguible y animada por
nucleamientos y militantes individuales que parten de bases teórico-ideológicas aproximadamente
comunes; que se reconocen y se eligen a sí mismos a partir de lo que dicen ser y que se remiten en su
discurso expreso y en sus prácticas a un horizonte libertario compartido; entonces, no cabe ninguna
duda que ese movimiento ha crecido significativamente en América Latina en los últimos cinco años;
y, con mayor razón todavía, si extendemos el período considerado a diez, quince, veinte o veinticinco
años atrás. Puede y debe decirse que ese crecimiento es por ahora exiguo en relación con nuestras
expectativas, que no llega a tener todavía una influencia definitoria entre las multitudes oprimidas de
nuestro continente y que estamos muy lejos aún de reconstruir los momentos de mayor actividad del
movimiento; pero, ubicado el mismo en perspectiva histórica, no hay asomo de incertidumbre en
cuanto a que representa un despertar cierto y bullicioso que debe estar en el foco principal de
cualquier consideración sobre el tema.

Es posible que la demostración más terminante parezca sólo cuantitativa, parcial y cuestionable; pero,
al fin y al cabo, no deja de ser una demostración. Esa demostración sería más o menos así: tómese un
indicador cualquiera -cantidad de grupos, de militantes, de publicaciones, de encuentros y hasta de
noticias del campo libertario tal como lo hemos delimitado-, selecciónese un período de tiempo en el
último cuarto de siglo y elíjase cualquier país de América Latina o, mejor aún, el continente en su
conjunto; y entonces se verá, sin ningún lugar a dudas, que el movimiento anarquista latinoamericano
ha crecido notoriamente en el lapso que considerado; y se verá también que ese crecimiento se ha
concentrado muy especialmente en el último lustro o, a lo sumo, en los últimos diez años. Esto no es
una ocurrencia conformista sino que cualquier compañero que haya seguido con cierto detenimiento
la evolución reciente del movimiento podrá perfectamente dejar constancia de esa misma convicción;

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una convicción que en ninguna parte se encuentra mejor abonada y documentada que a través del
minucioso seguimiento que desde hace unos años ha venido realizando la Comisión de Relaciones
Anarquistas de Venezuela. Por lo tanto, muy a pesar de todos los detractores, de todos los
confusionistas, de todos los intrigantes y de sus correspondientes dichos, eso es vida y vida renovada.

Tanto es así que bien puede decirse que el actual movimiento anarquista latinoamericano es
básicamente juvenil en sus orígenes, en sus motivaciones y en su composición. La abrumadora
mayoría de los grupos que se ha podido localizar y relevar no llega a contar todavía con diez años de
vida y “tradición”: algunos de ellos tienen sus raíces a fines de los años 90 del siglo pasado y muchos
son una novedad absoluta de este siglo XXI recién llegado. Son, en buena parte de los casos, grupos
diversos de los clásicos; grupos experimentales, particularistas y propios de una vasta búsqueda
colectiva generacional. Allí encontraremos “plataformistas” y anarco-punks, y también
anarcosindicalistas, insurreccionalistas, anarcoindigenistas, ecologistas, feministas, anti-militaristas y
demás colores del arco-iris libertario de nuestro tiempo. Por lo tanto, una vez más, muy a pesar de
detractores, confusionistas e intrigantes y de sus consabidos dichos, eso también es vida y vida
renovada; una vida que no quiere reducirse a una faceta conmemorativa sino que aspira a articularse
con la problemática propia de su tiempo.

Aun así, hagamos una modesta puesta a prueba de nuestras afirmaciones. Supongamos, junto a
ciertos confusionistas más o menos visibles aquí y allá, que el movimiento anarquista no es ni quiere
ser otra cosa que capilla o secta con su respectivo conjunto de dogmas codificados e inviolables; tal
como cada una de esas cosas habría quedado configurada en tiempos históricos ya bastante lejanos a
nuestra peripecia contemporánea. Entonces, si así fuera, encontraríamos que las expresiones propias
de ese anarquismo clásico -cualesquiera fueran ellas y hasta un punto en el que bien podríamos
cederle a los intrigantes de todo pelo la elección de su más íntima preferencia- también han crecido
en los últimos tiempos y también muestran a su modo los síntomas propios de una salud primaveral
y la exuberante renovación de sus caudales militantes.

La primera conclusión, entonces, es que el anarquismo latinoamericano cuenta actualmente -dentro


de su todavía reducido radio de incidencia, obviamente- con una vida rebosante, impetuosa, pujante
e innovadora. Lejos, muy lejos, por lo tanto, de esas estructuras calcinadas y de esos estancados
remansos en los que -según se nos quiere hacer creer- sobreviviríamos sin pena ni gloria. Es cierto,
por supuesto, que el movimiento anarquista padeció de prolongados períodos de languidez y hasta de
letargo; pero no es ésa la situación que hoy se nos presenta a nuestra mirada. Hoy tenemos frente
nuestro una efervescencia exultante y un rejuvenecimiento que nos conmueve a los que ya cargamos
sobre nuestras espaldas alguna que otra década de militancia libertaria. Esa efervescencia y ese
rejuvenecimiento cuentan con razones extraordinariamente hondas frente a las que poco pueden
hacer los afanes represivos -siempre al acecho y siempre descarnados- y las muy poco ingeniosas y
espasmódicas operaciones de contra-inteligencia que desde ya podemos distinguir en nuestras
inmediaciones. A esas razones, precisamente, dedicaremos ahora alguna mínima reflexión.

Un anarquismo de aquí y de ahora

El movimiento anarquista ha sido siempre, lo es todavía hoy y lo será mañana, bastante más que la
expresión orgánica de una idea abstracta y sin nexos sociales; muchísimo más que el despliegue
inmaculado y la huella colectiva de una entelequia autosuficiente; tanto en América Latina como en
cualquier otra parte. Por sobre todas las cosas, el movimiento anarquista es sencillamente
incomprensible si no se lo concibe como un inequívoco producto histórico, complejo y de raíces

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múltiples. Aquí y ahora -pero también allá y acullá, antes y después-, el movimiento anarquista se
sustancia en un punto de cruce en el que reverberan ciertas configuraciones políticas y económicas
más o menos expuestas a una impugnación en profundidad; ciertos modos de pensar, de sentir y de
actuar propios de una época y unas sociedades dadas; y también, más importante aún, ciertas luchas
encarnadas por movimientos sociales concretos, históricamente pertinentes y en actitud beligerante.
Todo lo cual podrá favorecer o no -con alcances variables, naturalmente- una crítica, una postura y
una práctica de signo decididamente libertario. Obsérvese el movimiento anarquista que emerge en
1872 luego de la escisión en el Congreso de La Haya de la 1ª. Internacional; obsérvese el movimiento
anarquista del período clásico anarcosindicalista de las primeras décadas del siglo XX; obsérvese el
movimiento anarquista inmediatamente posterior a la derrota de la revolución española; y en todos
los casos se verá que el mismo se corresponde aproximadamente con las condiciones de posibilidad
que habrán de pautar, según los casos, su amplio o su limitado radio de acción. Y ¿qué duda cabe? el
actual movimiento anarquista sólo puede ser entendido y descifrado si nos conducimos con el mismo
criterio teórico-metodológico y no con esos interesados absurdos de ocasión que, insidiosa y
obsesivamente, tienden a verlo como un subproducto radicalizado pero aberrante y bastardo del más
rancio liberalismo.

El movimiento anarquista de nuestros días, por lo tanto, encuentra su fundamento, sus bases, su
justificación y su razón de ser en ese espacio de preocupaciones y luchas sociales en el que, dicho
muy esquemáticamente, confluyen el fracaso del proyecto de reestructuración conservadora del
orden mundial, el estruendoso derrumbe de sus pretendidas alternativas “socializantes” o
“progresistas” y la emergencia protagónica de una floración de movimientos sociales que, vistos en
sus efectos de conjunto, se presentan como una amplia contestación militante de todas las relaciones
de dominación habidas y por haber. ¿Cómo explicar, si no, que simultáneamente se hayan producido
aproximaciones al movimiento anarquista -por ahora tenues, pero aproximaciones al fin- en lugares
tan diversos y tan distantes como Pakistán, Israel, Sudáfrica, Filipinas y Nigeria? ¿Y cómo explicar
que el mismo fenómeno, en su vertiente latinoamericana, que es la que más nos interesa en este
momento, esté apenas anunciándose o directamente produciéndose también en Guatemala, Ecuador,
Panamá, Paraguay o República Dominicana; países que ni siquiera tienen fronteras comunes y
tampoco contaban hasta nuestros días con un lugar de irradiación libertaria más o menos
reconocible? ¿Se tratará acaso, según las “imaginaciones” más febriles, de una intriga procedente de
los inexistentes excedentes financieros de la Asociación Internacional de Trabajadores o de la
Federación Anarquista Ibérica? ¿Será tal vez la proyección inesperada y mutante del liberalismo en el
preciso momento en que esta ideología ingresa nuevamente a una situación de crisis exuberante y
ampulosa? ¡No, por supuesto que no! ¡Ni una cosa ni la otra! El humus sobre el que se asienta este
resurgimiento anarquista no consiste en conspiración alguna ni tampoco en erráticas derivaciones
doctrinarias. Las respuestas son mucho más sencillas, son visibles a plena luz del día y sólo pueden
encontrarse en ese complejo caleidoscopio de época al que acabamos de hacer referencia: es la
búsqueda afanosa de orientaciones revolucionarias por parte de las nuevas generaciones militantes -
en el momento mismo en que se produce un vaciamiento de los horizontes, los caminos, los sujetos
y las prácticas hegemónicos en la segunda mitad del siglo XX- lo que reactualiza aquella perspectiva
libertaria a la que, una y otra vez, imprudentemente, se tuvo en más de un momento por
definitivamente muerta y enterrada.

Lo que hoy se presenta a nuestra mirada es un hiper-espacio creciente en el que confluyen las
inagotables tensiones utópicas de las sociedades humanas, la posibilidad y la pertinencia de una
crítica radical y, también, el ejercicio de una ilimitada rebeldía. Es en el centro y en los confines de
ese irregular territorio, en los momentos y en los procesos que ya no pueden ser interpretados ni

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protagonizados por un “menú” de ofertas ideológico-políticas perimidas, que el movimiento
anarquista encuentra el sustrato íntimo y profundo de su actual impulso y de su regocijante
ebullición. Ya no es posible pensar radicalmente la crisis de nuestro tiempo ni enfrentarla con ánimo
levantisco ni volver a soñar con un mundo nuevo prescindiendo con indulgencia del enorme caudal
de insinuaciones que el movimiento anarquista ha encarnado históricamente y hoy persiste en seguir
levantando con renovado empuje. Dicho en términos abstractos pero comprensibles, entonces, ésa y
no otra es la razón en la que se asienta nuestro actual despertar y es allí donde residen las condiciones
de nuestro desarrollo inmediato.

Andar, andar y hacer camino

Esas bases sociales e históricas, esas renovadas condiciones de posibilidad para el desarrollo del
movimiento anarquista, no son precisamente episódicas ni habrán de desaparecer de un día para el
otro: son raíces profundas; las que podrán presentar diferencias ciertas en cuanto a la intensidad de
sus efectos -de un período a otro, de un país a su vecino inmediato, etc., pero que, así y todo, habrán
de acompañarnos durante un buen tiempo de aquí en más. Sin embargo, ello no debemos suponer
que el mantenimiento del actual despliegue habrá de ser un producto automático y espontáneo de
esas mismas condiciones de posibilidad ni tampoco debería llevarnos a creer que la situación está
exenta de interrogantes y de problemas a resolver: el reconocimiento de nuestras limitaciones y el
trabajo perseverante en torno a ellas se ha vuelto hoy, quizás más que nunca, en una de nuestras
urgencias más acuciantes; algo que deberemos anteponer a la celebración más o menos displicente de
este reciente y sedicioso despertar de la anarquía. Vale la pena, entonces, que también le dediquemos
ahora a este asunto en particular una mínima parte del tiempo y del espacio que se merece.

El reconocimiento básico del cual tenemos que partir es que el movimiento anarquista es débil
todavía y que estamos muy lejos aún de hacer sonar nuestras trompetas frente a las murallas de
Jericó. Las posibilidades de una práctica revolucionaria sólo podrán sustanciarse y multiplicarse en la
medida que la militancia libertaria cuente con un arraigo cierto entre los movimientos sociales reales,
sea capaz de impregnar los mismos con su propio estilo y participe de sus luchas protagónicamente.
Si bien esto es básico y se constituye en el elemento vinculante por excelencia del movimiento
anarquista con la historicidad de la que forma parte, no puede decirse que sea suficiente por sí
mismo. Esta intención y este esfuerzo de arraigo social incrementado que exige la actual situación no
pueden desligarse del replanteo de las prácticas revolucionarias a poner sobre el tapete de la historia
por venir. No hay fórmulas mágicas ni recetarios ni invenciones que puedan resolver nuestros
problemas de la noche a la mañana, pero tampoco es posible ya subsanar las dificultades de
construcción de novedades o considerar agotado y completo el arsenal de recursos libertarios
simplemente apelando a la tradición y a las prácticas que nuestra historia ha cristalizado. He aquí,
entonces, un par de senderos a continuar transitando.

Pero no son los únicos que se nos presentan como inevitables. La situación interna del movimiento
anarquista está pidiendo a gritos también un conjunto de operaciones que se vuelven cada vez más
necesarias en la medida misma en que aumentan las expectativas sobre nuestra actuación y las
responsabilidades que nos habrá de demandar cualquier proceso de cambios. Por lo pronto, parece
claro que la floración de grupos y la diversidad de los mismos ha funcionado hasta ahora como un
elemento de riqueza, como una respuesta cierta a problemas variados y como demostración de
pertinencia puntual, pero ello no debería convertirse en un culto a la centrifugación ni en un deleite
inconducente por acentuar nuestras propias diferencias ni en la afirmación de una vocación suicida
por el desencuentro. El tiempo por venir y sus previsibles demandas habrá de reclamar esfuerzos de

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confluencia cada vez mayores; y no para que los nucleamientos actuales sacrifiquen las identidades
que han atesorado sino para que una extendida trama de solidaridades en red permita multiplicar las
posibilidades y el vigor del movimiento en su conjunto.

Hay aún, adicionalmente, un flanco que no siempre ha merecido la atención debida. El movimiento
anarquista latinoamericano reciente ha demostrado una encomiable capacidad de respuesta en el
plano propiamente activista de su accionar, pero todavía no ha plasmado en niveles de suficiencia un
proceso de renovación teórico-ideológica que se nos vuelve acuciante. Como ya lo hemos dicho, el
pensamiento libertario ha recuperado su capacidad de fascinación en ese campo en el que se fusionan
las tensiones utópicas, las posibilidades de una crítica radical y los impulsos rebeldes; pero ello no
alcanza si se lo observa desde el punto de vista de las exigencias de una práctica revolucionaria
continuada. Es en este plano que se hace preciso dar algo más de nosotros mismos y es a este nivel
donde más se siente la necesidad de fortalecer nuestra producción teórico-ideológica. En definitiva:
es la fusión de esta producción teórico-ideológica renovada, de esas formas organizativas a plasmar,
de esas prácticas ajustadas a los requerimientos de nuestro tiempo y de esa recuperación de
protagonismo en los espacios sociales en lucha lo que constituye ese nuevo paradigma revolucionario
que hoy estamos exigidos de construir.

Las conclusiones son, entonces, más o menos obvias. El movimiento anarquista latinoamericano ha
recuperado en los últimos años parte de su perdida vitalidad y ello es así a partir de una remozada
pertinencia histórica, de nuestro pensamiento básico y de nuestras propuestas de acción, difícilmente
objetable; una pertinencia que reabre espacios de incidencia social en los cuales volver a sembrar
nuestros mejores sueños. Es claro que esto no resuelve por sí sólo los problemas y las exigencias de
un proceso de cambios de signo libertario en América Latina y ello refuerza la necesidad de definir,
con la mayor inclusividad posible, un proyecto de trabajo sobre nuestras propias debilidades. En tal
sentido, puede decirse que es bastante ya el camino recorrido; pero lo importante cada vez más
importante de aquí en más- no es el regodeo en los logros ni el mantenimiento conservador de
nuestros frutos orgánicos sino sostener la vitalidad de los actuales impulsos. No hay ni puede haber
satisfacciones definitivas en aquellas metas que estén más acá del mundo nuevo que queremos
construir, porque el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones nos ha dicho y nos sigue
diciendo que lo sublime no es llegar sino seguir.

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John Holloway (Entrevista): “las experiencias con los gobiernos
de izquierda van a terminar con una desilusión profunda”

REDACCIÓN - [# 43, junio-julio 2005]

Ante el anuncio de la publicación en el país de la obra del irlandés radicado en México John
Holloway, decidimos en El Libertario realizarle algunas preguntas vía correo electrónico. Tras la
salida de su libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, veníamos siguiendo los aportes realizados
de este investigador en Ciencias políticas y profesor de la Universidad Autónoma de Puebla,
compartiendo impresiones epistolares y textos como el que publicamos en nuestra edición 42.

- ¿Crees que un libro como “Cambiar el mundo sin tomar el poder” es parte del esfuerzo mundial por tratar de revisar
los errores del pasado y ponerse a tono con los tiempos o es una ruptura con el pensamiento tradicional de la revolución?

Lo veo más bien como parte del movimiento de los tiempos. El neoliberalismo está cerrando
progresivamente la posibilidad incluso de soñar en cambiar el mundo a través del estado. Por eso,
más y más gente se está planteando la idea absurda de cambiar el mundo sin tomar el poder. Esto
implica necesariamente repensar la idea de la revolución.

- El cuestionamiento al poder y a la noción de vanguardia, el rechazo al Estado y la configuración aquí y ahora de


relaciones sociales liberadoras son elementos constitutivos del pensamiento anarquista. Estos mismos valores se
encuentran en tu libro, pero sin hacer referencia ni a la teoría ni a la larga tradición antiautoritaria del socialismo
libertario. ¿A qué se debe esta omisión?

Personalmente vengo de la tradición marxista y pienso en términos de las categorías de esta tradición.
No descarto para nada la importancia del pensamiento anarquista, pero Marx sigue siendo para mí el
punto de referencia central, sobre todo por su énfasis en la crítica y la centralidad del humano como
sujeto activo, como hacedor.

- En tu libro planteas que la identidad es la antítesis del reconocimiento mutuo y la base de la organización social
capitalista. Pero tal consideración contrasta con quienes plantean que ante el desasosiego promovido por el capitalismo
informacional la identidad es un proceso de construcción de sentido, por lo que los actores pueden asumir una identidad
de resistencia frente al nuevo orden mundial. ¿Es posible esta transformación de la identidad en un valor positivo para
el cambio social?

No. Creo que es un error pensar en términos de identidades de resistencia. Es decir, entiendo que
“los actores pueden asumir una identidad de resistencia frente al nuevo orden mundial”, como dices,
como defensa contra el nuevo orden mundial. Pero creo que la defensa es siempre reaccionaria,
porque implica que nos encerramos, que dejamos que el capital nos imponga la agenda. Y no se trata
de eso: lo importante es que nosotros impongamos la agenda, que nosotros nos entendamos como
sujetos. Claro que todos nos definimos (“somos venezolanos contra el imperialismo”) pero si no
rompemos la definición en el mismo momento de definirnos (“somos venezolanos y más que eso,
parte de la lucha por la humanidad”), la definición se vuelve reaccionario. No es cuestión de negar las
identidades sino de ir más allá de ellas. Es la cuestión del Estado: el Estado nos define y si pensamos
en términos de identidades, caemos muy fácilmente en la lógica estatal.

- Afirmas que no se puede cambiar el mundo por medio del Estado. Diversos analistas plantean el “giro de América
latina hacia la izquierda” debido a que 7 presidentes del continente han asumido el poder impulsados por coaliciones de
izquierda. ¿Estamos frente a un fenómeno diferente o se repetirán los errores del pasado?

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No sé. Es claro que la ilusión estatal aun tiene mucha fuerza. Pero también se da un surgimiento
impresionante de una izquierda antiestatal (los zapatistas, algunos de los piqueteros, los bolivianos,
en parte el movimiento en Ecuador, corrientes en todos los países de América Latina). Creo que las
experiencias con los gobiernos de izquierda van a terminar en una desilusión profunda (ya con
Gutiérrez o con Lula, por ejemplo), y lo importante va a ser cómo la gente reacciona a esta desilusión
– en términos de fundar otro partido “mejor” o en términos de repensar el significado de la política.

América Latina

- ¿Sigue siendo Porto Alegre una tribuna de excepción para los movimientos transformadores?, ¿No ha reproducido
lógicas estadocéntricas y el aseguramiento de las continuidades?

Sí a las dos preguntas. Estuve en Porto Alegre por primera vez este año y mi experiencia fue muy
positiva. Sí hay un peso estadocéntrico fuerte, pero también una energía autonomista y anti-estatal
impresionante, sobre todo alrededor del campamento de la juventud que esta vez estuvo ubicado en
el centro del Foro. Yo lo ví como un punto de encuentro importante, y necesitamos estos puntos de
encuentro. Pienso que sería un error separarnos de este movimiento: lo importante no son los
burócratas del movimiento sino los jóvenes-confusos que acuden a estos eventos.

- Eres coautor del libro “Zapatista, reinventando la revolución en México” y has admitido tu gran afinidad con el
movimiento zapatista. ¿En qué momento crees que se encuentra, luego de 12 años de su levantamiento?

Lo encantador de los zapatistas es que siempre nos sorprenden, nunca se encuentran donde
pensamos que se encuentran. Dicho eso, creo que se están concentrando ahora en una fase muy
importante de consolidar y construir este “otro mundo” dentro de sus propias comunidades. Así veo
el desarrollo del último año y medio, a partir de la creación de los Caracoles.

- En una de tus intervenciones en Porto Alegre planteaste la pregunta sobre si aceptar o no las subvenciones estatales
para los movimientos sociales. Si se acepta la subvención, a pesar de que ésta no condicione la autodeterminación de los
mismos ¿no se estaría legitimando en alguna medida la existencia del Estado?, ¿no sería parte de la experiencia de
anti-poder el construir alternativas sin ningún tipo de injerencia estatal?

Sí, pero no vivimos en un mundo puro. Para los rebeldes de las ciudades existe el problema de cómo
sobrevivir. Si no tenemos tierra para cultivar los alimentos básicos (como los zapatistas en el campo,
por ejemplo) ¿cómo podemos sobrevivir sin recibir dinero del capital (un sueldo o a través del
mercado) o del Estado (en la forma de un subsidio de algún tipo). Vivimos en una sociedad sucia y
tenemos que manejar estas suciedades. En las discusiones de Porto Alegre, quedé impresionado por
la experiencia del MTD Solano en Buenos Aires, que dice que por varios años han arrancado
subsidios del Estado para hacer lo que ellos consideran necesario y que eso ha dado buenos
resultados. Creo que no se puede construir una regla general, que cada movimiento tiene que
enfrentar la cuestión en términos de sus propias condiciones. Sería mucho mejor no tener ningún
contacto con el Estado ni con el dinero, pero está difícil.

- Esta entrevista se hace desde Venezuela y no resistimos la tentación de preguntarte tu opinión sobre el proceso político
representado por Hugo Chávez...

Es una pregunta que yo les debería plantear a ustedes. Está claro que las rebeldías en Venezuela están
hirviendo. ¿Qué es el impacto del gobierno de Chávez en el movimiento de estas rebeldías? Supongo
que es contradictorio, pero que en general las debilita. Tú dime.

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Reflexiones en torno a la VI Declaración de la Selva Lacandona
y la nueva izquierda latinoamericana

MOVIMIENTO LIBERTARIO CUBANO - [# 44, septiembre-octubre 2005, y # 45, noviembre-


diciembre 2005]

[* El MLC presenta a consideración y debate colectivo sus reflexiones en torno al pronunciamiento


hecho público en julio de 2005 por el EZLN, en el estado de Chiapas, México]

El 1º de enero de 1994 entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos,
Canadá y México; y, junto con el nuevo año, para aguar la fiesta de los poderosos, irrumpieron
también en el escenario histórico, desde las entrañas mismas de la olvidada Selva Lacandona, “el
fuego y la palabra” de los rebeldes zapatistas. En ese entonces, el mundo entero parecía transitar sin
demasiados sobresaltos ni enérgicas contestaciones hacia el “fin de la historia” y lo hacía por el
camino de la “globalización” y el neoliberalismo; es decir -para no olvidarlo y suponer erróneamente
que esas palabras todo lo explican-, por el sendero de las que no son más que las formas presentes
asumidas hegemónicamente por el sistema estatal de cuadriculación de los pueblos y el capitalismo
transnacional; o sea, los modos actualmente prevalentes de dominación y explotación a gran escala.
En un contexto tan escasamente esperanzador, la irrupción zapatista significó un vigoroso soplo de
aire fresco y una estruendosa confirmación -anticipada, naturalmente, en innumerables pero menos
resonantes gestos de resistencia a lo largo y a lo ancho del mundo- de que la historia seguía su curso
y de que nada había detenido la lucha de los pueblos. Así fue saludada desde un primer momento por
agrupaciones izquierdistas de diversos pelajes y trayectorias y así fue recibida también por el
Movimiento Libertario Cubano, habiendo prestado entonces nuestro apoyo inicial a proyectos
comunitarios específicos en la Selva Lacandona como el de la Escuela Anti-autoritaria 1º de Mayo o
el Campamento de Solidaridad Directa Mártires de Chicago. Para nosotros, tanto en aquellos
primeros tiempos como ahora, la emergencia y el desarrollo del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional y los hechos que este ha producido se vuelven comprensibles y reclaman una mirada
especial en tanto parte de la emergencia y el desarrollo de una nueva izquierda revolucionaria
latinoamericana. Es la conformación, el perfil y las orientaciones de esa constelación de agrupaciones
y prácticas rebeldes lo que constituye una de nuestras preocupaciones básicas y por ello no podemos
menos que inscribir en ese marco nuestra toma de posición sobre el recorrido del EZLN y su
desembocadura en la reciente Sexta Declaración de la Selva Lacandona; como también sobre su
tratamiento y sus derivaciones. Así lo haremos, entonces, con las solidaridades y los respetos que el
movimiento zapatista se ha ganado por méritos propios y cuya proclamación es innecesaria; pero
también sin ahorrarnos -en lo que sería una inconcebible demostración de demagogia y
oportunismo- las anotaciones críticas que nos parezcan particularmente oportunas en tanto aportes a
este lento y trabajoso proceso de consolidación de la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana.

¿Cuál izquierda y dónde encontrarla?

Comencemos por el principio y démosle respuesta a la madre de todas las preguntas: ¿qué cosa es esa
nueva izquierda revolucionaria latinoamericana de la que hablamos? En principio, no hay duda que
esa izquierda es la que no ha renunciado a la utopía ni de palabra ni de hecho y la que, a pesar de los
pesares, encuentra en ella su principal aliento; una utopía que puede definirse, en trazos muy
generales, como una espesa trama de relaciones de convivencia entre seres libres, iguales y solidarios;
una utopía capaz de identificar sus lejanos y venerables antecedentes y de recuperarlos enaltecidos en
su imprescindible actualización. Esa izquierda que se nutre no solo de la anhelada plenitud propia

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sino también del vacío ajeno y crece en el desesperanzado y ancho espacio abierto por los
estruendosos fracasos del “socialismo realmente existente” y por la inmediata defección de la anti-
utopía neoliberal. Es la izquierda que ha aprendido a reconocer y a mirar de soslayo los estrechos y
marchitados senderos dejados por el vanguardismo de corte guerrillero luego devenido en partido
único y excluyente, el populismo civil o militar y el reformismo de corte o inspiración social-
demócrata; la izquierda que no se siente representada por ninguna autoridad “revolucionaria” y que
cuestiona el concepto mismo de “representación”; que se busca a sí misma entre los clamores del
“¡Que se vayan todos”! y la promesa susurrante de “cambiar el mundo sin tomar el poder”; la
izquierda que se apoya en la autonomía innegociable de los movimientos sociales de base como
matriz de un mundo nuevo y que encuentra en la autogestión y en la acción directa su más genuina
forma de ser. Una izquierda de la que, seguramente, el EZLN quiere formar parte y que, en abierta
reciprocidad, encuentra en él una de sus expresiones de más amplia visibilidad.

Ahora bien; ni esa nueva izquierda ni el EZLN son edificios terminados que respondan a un riguroso
y prolijo plan de construcción sino que deben ser concebidos como obras en marcha, pautadas aquí y
allá por dudas inevitables y por invenciones que se fundamentan en las necesidades de unas prácticas
rabiosamente antagonistas. El EZLN, por ejemplo, se vuelve comprensible si es ubicado como un
movimiento guerrillero de transición. Su origen está más o menos marcado por las constantes
propias de las guerrillas latinoamericanas de los años 60 y 70: la “liberación nacional” como concepto
constitutivo, el orgullo de llamarse y sentirse “ejército”, la mística de las “comandancias”, ciertas
reminiscencias simbólicas, etc.; constantes no precisamente exitosas y sobre las cuales el EZLN no
parece haber practicado todavía el ejercicio de una crítica en profundidad. Pero su propio contexto
de actuación lo fue llevando a adoptar un perfil que ya no responde ni total ni preferentemente al
viejo modelo. Y no solo porque la “guerra de liberación” en su sentido clásico duró apenas 12 días
sino porque ya el 1º de enero de 1996 -en la Cuarta Declaración- el EZLN nos daba la alegre
sorpresa de llamar a la constitución de “una fuerza política que no sea un partido político” e indicar
que tampoco aspirara a la toma del poder. Para decirlo en nuestros propios términos de
demarcación: ni el viejo vanguardismo guerrillero ni el reformismo socialdemócrata. Ni -mucho
menos, por supuesto- los manes del salvacionismo populista que difícilmente se sintieran a gusto
entre las anónimas cotidianeidades de la Selva Lacandona. Lo que ya en ese entonces comenzaba a
adquirir la mayor relevancia es casualmente lo que a nosotros más nos interesa destacar como piedra
miliar de la nueva izquierda latinoamericana: la autonomía de los movimientos sociales de base; una
autonomía que, en el radio de acción chiapaneco del EZLN, es la de las comunidades de los pueblos
originarios.

Marchas y contramarchas del zapatismo

En la compleja andadura del EZLN han convivido desde un principio, por lo tanto, las luces y las
sombras. Buscando legítimamente ensanchar su respiración y proyectar su lucha a la totalidad del
Estado mexicano, el EZLN alternó o hizo convivir guiños y miradas de cierta confianza a la
institucionalidad dominante con la consolidación y la expansión de su desarrollo regional autónomo.
Las primeras no produjeron otra cosa que reconocimientos mediatizados, pactos incumplidos,
aplazamientos, dilatorias y fracasos; las segundas, por el contrario, cimentaron su arraigo en su esfera
de influencia inmediata. Y, así como las primeras condujeron a la formación episódica de grandes
superestructuras políticas que voluntaria o involuntariamente quedaron libradas a la dinámica del
Estado o a su entorno implícito de actuación y luego atrapadas en sus mallas de acero (Convención
Nacional Democrática, Movimiento de Liberación Nacional, Comisión de Concordia y Pacificación,
etc.), las segundas propiciaron desde agosto del 2003 en adelante la emergencia de un mayor

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protagonismo de las comunidades zapatistas y una quizás saludable redefinición del EZLN;
apuntando ahora en este plano -aunque nunca del todo ni con energías uniformemente
convincentes- a situarse más como acompañante que como innecesario primer violín. Ha sido esta
forma alternativa de pensar la política y este último curso de acción el que permitió la formación de
las cinco regiones autónomas en Chiapas y de las (no muy bien) llamadas juntas de buen gobierno;
un reordenamiento de los protagonismos que dista de haber sido resuelto y que mucho tiene que ver
con los debates y problemas de la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana. Luces y sombras,
entonces, a través de las cuales el EZLN ha puesto de manifiesto la fusión, sin un plan preconcebido,
de elementos viejos y nuevos; combinando -algo bien propio de un movimiento de transición, tal
como lo hemos caracterizado- algunas de las prácticas de un ejército guerrillero convencional con las
imprescindibles osadías que reclaman las organizaciones de base en la auto-construcción de sus
autonomías. Un juego de luces y de sombras que no deja de ejercer sus efectos también sobre la
Sexta Declaración y "la otra campaña"; a las que convendrá pasar de inmediato.

Cabe comenzar siendo ecuánimes y concordantes: si hay algo que el EZLN ha dejado perfectamente
bien claro en su Sexta Declaración de la Selva Lacandona es que se siente defraudado y que los
principales agentes del fiasco son los partidos políticos institucionales, con sus dirigentes en primera
fila. Las palabras en tal sentido dejan poco espacio para exégesis demasiado complicadas e
innecesariamente sinuosas: “los políticos demostraron claro que no tienen nada de decencia y son
unos sinvergüenzas que solo piensan en ganar sus buenos dineros como malos gobernantes que son.
Esto hay que recordarlo porque ya van a ver ustedes que ahora van a decir que sí van a reconocer los
derechos indígenas, pero es una mentira que echan para que votemos por ellos, pero ya tuvieron su
oportunidad y no cumplieron.” Oportunidades e incumplimientos que -todo hay que decirlo y con
idéntica claridad- recorren país por país la biografía de la democracia “representativa” y se
incorporan con ribetes propios a una hipotética historia universal de la infamia. Siendo así, es
correcto que el EZLN quiera dejar fuera de sus expectativas de una vez por todas al sistema
institucional de partidos, trace una nítida línea divisoria en tal sentido y oriente su mensaje en otra
dirección: “un nuevo paso adelante en la lucha indígena solo es posible si el indígena se junta con
obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados... o sea los trabajadores de la ciudad y el
campo.” O diciéndolo de otro modo, yendo más allá todavía y ampliando el espectro de
movimientos resistentes: “en esta globalización de la rebeldía no solo aparecen los trabajadores del
campo y de la ciudad, sino que también aparecen otros y otras que mucho los persiguen y desprecian
por lo mismo de que no se dejan dominar, como son las mujeres, los jóvenes, los indígenas, los
homosexuales, lesbianas, transexuales, los migrantes, y muchos otros grupos que de por sí hay en
todo el mundo pero que no vemos hasta que gritan que ya basta de que los desprecien, y se levantan,
y pues ya los vemos, y los oímos, y los aprendemos.” Una red de opresiones, de exclusiones y de
dolores parece estar en la base de las preocupaciones y de los deseos del EZLN; y tal vez hasta pueda
sentirse que la propia Selva Lacandona palpita por detrás y por debajo de esas palabras, que no por
ser deliberadamente sencillas dejan de tener un significado entrañable y profundo a la vez.

Se puede coincidir prácticamente por entero también con el horizonte inmediato: la articulación más
o menos estable de esos movimientos resistentes detrás de un programa izquierdista de lucha y la
puesta en marcha colectiva de una “campaña nacional para la construcción de otra forma de hacer
política”. Otra forma de hacer política: la cual debería ser entendida como francamente distinta de
aquella desarrollada en forma descarada y contumaz por los partidos electoralistas; siempre
embarcados en esa rítmica y espasmódica sucesión de promesas seductoras, de amnesias
incalificables y de justificaciones posibilistas. He aquí, por ejemplo, una nueva arremetida zapatista:
“Y los partidos políticos electorales no nos defienden, sino que primero que nadie son los que se

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ponen al servicio de los extranjeros, principalmente de los de Estados Unidos, y son los que se
encargan de engañarnos, haciéndonos que miramos para otro lado mientras venden todo y se quedan
ellos con la paga”. Juicios ilevantables y lapidarios estos que la Sexta Declaración quizás extiende con
ciertos matices también al sindicalismo burocrático y de vocación entreguista: “Y si el trabajador
estaba en un su sindicato para demandar sus derechos legalmente, pues no, que ahora el mismo
sindicato le dice que hay que apechugar que bajan el salario o la jornada de trabajo o quitan
prestaciones, porque si no pues la empresa cierra y se va para otro país”. Una forma distinta de hacer
política, entonces, sobre la cual no se hacen demasiadas especificaciones pero que seguramente debe
ser entendida como una opción por la democracia directa antes que por las “representaciones”
jerarquizantes y cristalizadas; una opción por la participación activa de la gente con sus
potencialidades a cuestas antes que por la exclusión sistemática de la que siempre se benefician los
tecnócratas y los “sabihondos”; una opción por la sinceridad, el diálogo entre iguales y la elaboración
compartida de aquellos sueños que habrán de ser comunes antes que por esa insensible y absurda
feria de vanidades donde la simulación y la mentira campean a su antojo. La Declaración no lo dice,
pues, pero tales cosas bien pueden darse por sobre-entendidas en tanto ellas parecen ser el auténtico
camino de formación y desarrollo de las comunidades indígenas zapatistas; las marcas esenciales de
su existencia y de su consolidación.

Cambio constitucional: una salida a ninguna parte

Que no haya definiciones excesivas ni un detallado y sofocante programa al que suscribirse es un


hecho saludable, puesto que la presencia de tales cosas sería más una invitación a la adhesión que al
diálogo; una consideración de los movimientos sociales de base de la sociedad mexicana más como
un auditorio o un recipiente sin contenidos que como un tejido vivo y activo, capaz de producir sus
propias palabras y sus propios fuegos. No obstante hay sí un único elemento programático que el
EZLN parece tomar como axiomático y tácitamente consensuado, un elemento que puede ser fuente
de errores de apreciación y equivocaciones estratégicas múltiples: “una nueva Constitución”. ¿Será
ésta una forma elíptica de referirse a las bases constituyentes de una nueva sociedad mexicana y, por
lo tanto, el planteo incluye la convicción de que ello requiere ni más ni me nos que una subversión
radical de sus relaciones de poder?

¿O acaso se trata de embarcar a los movimientos sociales autónomos detrás de una reforma
constitucional convencional cuyos trámites y reglas de juego ya están previamente definidos en la
normativa vigente y, por ende, sujetados de antemano en esas mismas relaciones de poder? Por lo
pronto, parecería que el EZLN sostiene una concepción nostálgica de la Constitución mexicana que
no resiste un análisis en profundidad. Veámoslo: “la Constitución ya está toda manoseada y
cambiada. Ya no es la que tenía los derechos y las libertades del pueblo trabajador, sino que ahora
están los derechos y las libertades de los neoliberalistas para tener sus grandes ganancias. Y los jueces
están para servir a esos neoliberalistas, porque siempre dan su palabra a favor de ellos, y a los que no
son ricos pues les tocan las injusticias, las cárceles, los cementerios.” ¿Pero es que México tuvo
alguna vez una Constitución que consagrara realmente, sin cortapisas y en la más cabal extensión de
los términos “las libertades del pueblo trabajador”? Este tipo de apreciaciones quizás llevan a pensar
que el EZLN ha comprendido muy bien las articulaciones de poder que distinguen a los partidos
políticos estatales pero que todavía no ha aquilatado lo suficiente aquellas que distinguen al Estado
mismo. Y, sin embargo, no hay misterios en esto y también puede expresarse, parafraseando la prosa
de Marcos, con palabras bien sencillas: los partidos son como son porque el Estado es como es.

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Que el Estado es una estructura específica de dominación, una forma jerárquica y codificada de las
relaciones sociales de poder y un aparato pensado para perpetuarse a sí mismo es algo que debería
estar fuera de toda discusión. Siendo así, la correcta descripción que el EZLN hace del sistema estatal
de partidos no puede fundarse solamente en la malevolencia, el carácter perverso o la venalidad de
sus dirigentes sino que debe encontrar una parte sustancial de su explicación en el hecho de que tales
partidos establecen su orientación básica como una operación de captura de las riendas del Estado. Y
precisamente por eso es que tales partidos adoptan una configuración que reproduce puntualmente al
Estado en su propia escala de actuación: es por eso que los mismos se constituyen como instancias
de control y disciplinamiento de sus afiliados; es por eso que asignan atribuciones diferenciales a cada
uno de los órganos de su existencia piramidal; y es por eso también que creen que su supervivencia,
más allá de cualquier consideración histórica y social, debería ser vivida por los “votantes” -los
propios y los ajenos- como una bendición del cielo. Los anarquistas estamos convencidos de estas
cosas desde hace más de 130 años y la experiencia histórica subsiguiente no ha hecho más que
confirmar puntualmente aquellas viejas intuiciones; y lo ha hecho sin que, desde entonces, se haya
presentado una sola excepción ante nuestra ansiosa y expectante mirada. Más aún: si antiguamente se
decía que “el poder corrompe” hoy podemos decir incluso que la mera aspiración al poder también
lo hace, por anticipado y con holgura suficiente.

En esto hay que ser claros y coherentes. ¿Cómo se compagina, entonces, el EZLN que dice
“nosotros peleamos por ser libres, no por cambiar de amo cada seis años” con el EZLN que habla
de “una nueva Constitución”? ¿Acaso una Carta Magna pactada y transada necesariamente con la
organización estatal presente, según el sentido tradicional de la expresión, puede congeniarse con la
pelea por la libertad? Parecería que no; y parecería también que la orientación correcta es
exactamente la contraria: la pelea por la libertad comienza con la forja autonómica de los
movimientos sociales de base y se desarrolla en ella, mientras que la búsqueda negociada de una
nueva Constitución está condenada a empantanarse en los tortuosos vericuetos del Estado y en sus
incesantes traqueteos. Una conclusión para la que no hace falta ningún estudio erudito de política
comparada sino que alcanza y sobra con la propia experiencia del EZLN en parecidas materias. El
fundamentado y radical rechazo que se ha hecho del sistema estatal de partidos es un paso
conceptual de importancia que ahora solo requiere de su complemento necesario: el rechazo de la
angosta senda estatal que permita transitar sin compromisos, ataduras o distracciones por el fértil
camino de la autonomía. Es esa autonomía de los movimientos sociales, asentados todos ellos en el
marco de actuación territorial que resuelvan darse, la condición libertaria por excelencia: una
autonomía que requiere emanciparse de todo poder omnisapiente, externo y superior para que cada
colectivo pueda trazarse, con el mayor margen de libertad posible, sus propios objetivos, sus propias
relaciones de convivencia y sus propios cursos de acción; sin condicionamientos ni extorsiones,
pensándose a sí mismos y a sus devenires y confiando antes en sus propias capacidades que en
predestinaciones, mesianismos, ingenierías, conspiraciones o casualidades que -ya se sabe- no
condujeron, no conducen y no conducirán a parte deseable alguna.

Porque todos podamos “caminar preguntando” y “mandar obedeciendo”

Muchas más cosas podrían discutirse solidariamente con el EZLN a propósito de su Sexta
Declaración; o, mejor aún, hacerlo con las comunidades zapatistas en pleno y, en general, sobre las
vidas y las luchas de los pueblos.

Nos gustaría, por ejemplo, profundizar bastante más sobre la “globalización” y el neoliberalismo, de
modo que entre todos podamos trazarnos un mapa del mundo que no es representable

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exclusivamente en blanco y negro, ver que en la arena de este circo hay algo más de dos gladiadores y
que es necesario identificar toda una trama de relaciones locales que se articulan por conveniencia
propia y no por pura obsecuencia con los grandes centros de poder mundial. Porque, en definitiva, el
capitalismo también tiene en México su carta de ciudadanía y su faceta transnacional específica, sin la
imperiosa necesidad de que sea un agente externo el que le dé vida, lo impulse y lo proyecte. Y
consideraciones de ese tipo nos permitirían poner en común, casi con íntegra certeza, la convicción
de que no solo los políticos entreguistas y sus corruptelas son los responsables de la situación sino
que además hay una cierta gama de capas sociales que también se desvelan por el mantenimiento del
statu quo. Tal vez ello nos llevaría a compartir definiciones mucho más marcadamente
anticapitalistas, antiestatistas y antiburocráticas que quizás el EZLN ya se haya formulado para sus
adentros pero que todavía no ha puesto rotundamente de manifiesto.

Nos gustaría reflexionar fraternalmente también sobre una frase de la Sexta Declaración a la que
asignamos especial importancia y que ilustra uno de los rasgos distintivos del EZLN durante todo
este tiempo: “o sea que arriba lo político democrático mandando y abajo lo militar obedeciendo. O
tal vez es mejor que nada abajo sino que puro planito todo, sin militar, y por eso los zapatistas son
soldados para que no haya soldados.” Porque, realmente, si fuera “puro planito todo” nadie manda y
nadie obedece sino que cada cual actúa a partir de sus convicciones, de sus posibilidades y de sus
compromisos con los acuerdos libremente adoptados. Y diríamos también que es paradójico y
peligroso eso de que haya soldados para que no haya soldados puesto que entonces -¡qué lío con las
palabras!- siempre tendríamos que contar con algunos soldados para que no hubiera más soldados.
Porque parece mucho mejor, más directo y más claro decir que somos antimilitaristas; y luego
trabajar realmente, de lleno y sin medias tintas por la disolución de todos los ejércitos.

Nos gustaría discutir más detenidamente con nuestros compañeros de la Selva Lacandona los
motivos por los cuales estamos entusiasmados con la idea de reunir a los movimientos sociales
mexicanos en una red amplia y sin exclusiones. Pero, incluso así, querríamos mantener una
respetuosa discrepancia respecto a un procedimiento que tal vez no sea el mejor. En efecto, creemos
que esa red no debería tener centro alguno y, precisamente por eso, el EZLN no tendría que haberse
auto-atribuido el papel de coordinador inicial, asignándose a sí mismo la administración de un
diálogo en rueda donde los participantes han sido previamente categorizados y se reúnen según las
disposiciones de fecha, lugar y agenda decididos por el CCRI. Seguramente habría sido mejor que las
fechas hubieran surgido de una vasta consulta previa, que el lugar fuera equidistante y que la agenda
de partida no resultara ser otra cosa que el libre fluir de una palabra plural e irreductible. Pero quizás
tampoco quepa desconfiar de las intenciones y sí pensar que esta convocatoria no es más que una
urgida necesidad fundacional y que no faltarán oportunidades en el futuro para que las cosas sean de
otro modo.

Cuba: tan cerca de Chiapas y tan lejos del EZLN

Nos gustaría extendernos sobre estas cosas y muchas otras, pero no parece oportuno ahora más que
dejarlas planteadas. Sin embargo, hay un tema que no podemos soslayar en este momento y que, en
tanto Movimiento Libertario Cubano, nos interesa directa y especialmente. Nos parece magnífico
que el EZLN ponga de manifiesto su solidaridad con los pueblos en lucha de América Latina y del
mundo y bien podemos hacer nuestras sus declaraciones en tal sentido. Incluso, en la medida que las
luchas de los pueblos están en todas partes, creemos que es una buena imagen literaria sostener que
no se sabe muy bien donde entregar los testimonios solidarios del EZLN. Lo que no queda claro,
entonces, es el mecanismo ideológico y político por el cual todos los pueblos del mundo son

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“inubicables” mientras que el pueblo cubano sí puede encontrar su sede, su residencia natural y su
legítima representación en la embajada de su gobierno en Ciudad de México. Planteadas las cosas de
este modo es como si el EZLN interrumpiera casi todos sus conceptos, prácticas y aprendizajes en el
momento mismo de “desembarcar” en Cuba. Porque ¿qué vinculación natural y coherente puede
haber entre un planteo que apunta a exaltar el tejido de la sociedad mexicana a través de sus
movimientos sociales de base y otro que supone que su equivalente cubano se encuentra
enteramente absorbido por su gobierno? Más aún, ¿el EZLN cree que el gobierno cubano encarna el
modelo de la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana o que está dispuesto a participar del
mismo así sea como discreto acompañante? ¿El EZLN considera que hay que hacer en México lo
mismo que ha hecho el Partido “Comunista” en Cuba? ¿El EZLN no supone que es contradictorio e
inconsecuente emparentar solidariamente la autonomía de las comunidades de base con un régimen
centralizador y excluyente? ¿El EZLN no piensa que la expresión del pueblo cubano puedan ser
organizaciones populares autónomas cuya emergencia el gobierno se encarga meticulosa y
sistemáticamente de evitar por medio de la represión preventiva? ¿Qué respuestas de fondo, en
definitiva, puede dar el EZLN a interrogantes de tanta gravitación?

Pero, además, el EZLN no puede desconocer ni haber olvidado que durante cuatro largas décadas
los gobiernos cubano y mexicano mantuvieron relaciones carnales; uno de cuyos mejores momentos
seguramente puede encontrarse en torno al silencio cómplice del gobierno cubano respecto a la
matanza de Tlatelolco en 1968 y al envío de deportistas a las olimpíadas inmediatamente
subsiguientes; aun a pesar de los llamados al boicot de las mismas a que entonces convocara la
izquierda mexicana. Una relación carnal inter-estatal a la que no le cuesta encontrar su
personificación en la amistad de Fidel Castro y Carlos Salinas de Gortari; una parte de cuya fortuna -
amasada gracias al expolio de trabajadores mexicanos- es hoy invertida en territorio cubano. A partir
de estos antecedentes y de muchos de similar talante, al EZLN no debería resultarle difícil constatar
que, para la élite dirigente cubana, el eje de las relaciones internacionales no está constituido por las
luchas de los pueblos sino que esas luchas son reinterpretadas a voluntad según el tipo de vinculación
que el partido monopólico defina tener con el resto de los gobiernos; siempre y cuando éstos puedan
aportarle algo de oxígeno a su capacidad de sobrevivencia. ¿Cómo se explica, si no, que la diplomacia
cubana haya apoyado las luchas contra el apartheid en Sudáfrica y también se haya solidarizado casi
hasta la extremaunción con el régimen de Suharto en Indonesia, que mantenía una situación parecida
en Timor del Este? ¿Qué coherencia puede haber entre suscribirse al derecho de los pueblos
africanos a definir su destino y al mismo tiempo enviar tropas de ocupación a enfrentarse a los
independentistas eritreos según las necesidades del ajedrez soviético o, ya en un registro virtualmente
paródico, entrenar a la escolta militar de Idi Amin? ¿Qué justificación tiene el gobierno cubano para
enviar a su vicepresidente a participar en el Foro de Davos y luego al presidente de su Asamblea
Nacional a protestar en Porto Alegre contra ese mismo foro? ¿Cómo puede ser que se condene con
tanto énfasis el racismo en la Conferencia Mundial de la ONU realizada sobre el tema en Durban y
luego se rechacen todas las invitaciones para analizar las razones por las cuales hay una sobre-
representación de personas negras en las cárceles cubanas? Y así sucesivamente; hasta donde pueda
llegar la curiosidad crítica de quien sea.

A todo esto: ¿hace falta que se le recuerde al EZLN las condiciones de vida del pueblo cubano y su
imposibilidad absoluta de organizarse autónomamente o tan siquiera de expresarse para enfrentar esa
situación? Pensamos que toda referencia concreta al respecto es innecesaria en este momento y
queremos creer que la mención a la embajada del gobierno cubano en Ciudad de México no es
mucho más que un acto fallido; un lapsus que puede ser enmendado cuando se presente la primera
oportunidad. Y queremos creerlo así porque lo que está en juego es mucho más importante y así lo

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hemos insinuado desde un principio. Repitámoslo y tengámoslo presente de aquí en más: lo que
importa es la conformación, el perfil y las orientaciones de una constelación de agrupaciones y
prácticas rebeldes que hoy están en condiciones de nutrir a la nueva izquierda revolucionaria
latinoamericana. En ese trabajo de creación no puede haber descuidos ni ligerezas ni frases de
cortesía. En ese trabajo de creación el gobierno cubano no tiene nada para aportar porque los únicos
mensajes genuinos que nos permitirán avanzar en el camino de la libertad no habrán de partir de los
despachos burocráticos de La Habana sino de bullicios y estrépitos que surgen bien de abajo y que
abajo mismo encuentran sus ecos inconfundibles. Es allí donde están los “forajidos” ecuatorianos, la
resistencia mapuche, los regantes cochabambinos, las fábricas recuperadas en Argentina, las
ocupaciones de tierras en Brasil y, por supuesto, también las búsquedas y ensayos que hoy mismo
tienen lugar en la Selva Lacandona.

La izquierda latinoamericana en el poder

HUMBERTO DECARLI - [# 45, noviembre-diciembre 2005]

Es frecuente escuchar que la izquierda está triunfando en América Latina debido a las victorias
electorales capaces de haber alcanzado el gobierno, alcaldías, parlamentos y otros segmentos del
poder. Las organizaciones de este sector político vienen de muchas derrotas en varios planos, secuela
de una historia realmente deprimente.

Primero, el denominado “browderismo” abortó el crecimiento de partidos marxistas, populares y


progresistas, por la inhibición ordenada desde Moscú al plantear una alianza antifascista que permitió
a la postre el desarrollo de la versión socialdemócrata tropical. Luego, tras la revolución cubana se
expandió el foquismo guerrillero como esquema de lucha. Era un esfuerzo vanguardista más
impulsado por emociones que por el sentido de la realidad. De igual manera el caso chileno estimuló
la incorporación a la legalidad y creó ilusiones, rotas con la asonada dirigida por Pinochet.

La resultante de toda esta fase de luchas fue una depresión política, militar y sobre todo moral. Los
revolucionarios se hundieron aún más con las dictaduras de la región típicas de la guerra fría y de las
frustraciones en las elecciones de varios países. Salvo el caso cubano, la frustración chilena, la
experiencia sandinista, lo ocurrido en Grenada y el liderazgo de Cheddy Jagan en Guyana, la
izquierda fue un verdadero fracaso tanto en la lucha armada como en la vía del espectáculo comicial.

Es conocido el destino de la revolución cubana cuando a más de 40 años la disidencia se castiga con
cárcel. La Unidad Popular en Chile creyó en la hipótesis de la pasividad de las clases dominantes y el
resultado fue su destrucción. Los discípulos de Carlos Fonseca Amador demostraron una terrible
ineptitud una vez que liquidaron a la guardia nacional somocista. La crisis interna en Grenada fue
aprovechada por los marines para golpear a su rival soviético. Y al viejo luchador de origen indio,
Jagan, los británicos no le permitieron continuar jefaturando el gobierno al advenir la independencia.

Los ejércitos guerrilleros tampoco consiguieron alterar la zona. Las muestras sobran: El Salvador con
una guerra civil decidida por la ayuda militar gringa; los alzamientos en México, asfixiados por la falta
de solidaridad debido a la espalda dada por Cuba por ser el único país no participante en el embargo;
los trotskistas y aborígenes guatemaltecos exterminados; el MRT y Sendero Luminoso liquidados en

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Perú; los tupamaros igualmente en Uruguay; la extinción de Alfaro Vive Carajo en Ecuador; la
derrota guerrillera en Venezuela; la del Partido Comunista de Carlos Marighela en Brasil y el
aplastamiento de la actividad irregular en Bolivia, son ejemplos de la inviabilidad de este tipo de lucha
en Latinoamérica, al menos a través de la forma como se asumió.

Asimismo, los frentes electorales tampoco funcionaron, en especial por la intervención americana
dirigida a impedir progresos en esta área. Ni siquiera en Nicaragua, Estado donde el F.S.L.N., obtuvo
el poder por las armas hubo de abdicarlo gracias a unas elecciones determinadas por la conscripción
militar y el miedo a la guerra en las zonas fronterizas con Honduras debido a la Contra además de la
alta inflación.

La representatividad al poder

Con estos antecedentes es fácil comprender el por qué grupos considerados como contestatarios se
vieron en la necesidad, una vez culminada la confrontación Este-Oeste, de estar presentes en una
vida parlamentaria e incluso llegar al gobierno. Ya los intereses hemisféricos yanquis pasaban por
incentivar los regímenes representativos.

Así las cosas, se presenta la fase capitalista de la globalización propia de un planeta dominado por
una concepción neoliberal en la cual la máxima meta es la democracia formal en el ámbito político y
el mercado en el económico. Una aplicación económico-social tan rígida como el de la
mundialización de la economía con su carga de exclusión social y precarización de la vida no era
posible con las dictaduras tradicionales.

Organizaciones con un pasado de luchas comenzaron a intervenir en las votaciones en países donde
no había una institucionalización por razones históricas y especialmente en el terreno electoral
tampoco existía ninguna garantía de imparcialidad. Para ello tuvieron que pactar con los grupos
económicos transnacionales a fin de obtener el financiamiento necesario para optar al triunfo en
estos eventos.

Con el tiempo han avanzado en su eficacia y logrado victorias. Venezuela con Chávez, Uruguay con
Tabaré Vásquez, Lula Da Silva en Brasil, Lucio Gutiérrez en Ecuador, el hijo de Torrijos en Panamá,
Leonel Fernández en República Dominicana, Néstor Kirchner en Argentina y Ricardo Lagos en
Chile, son manifestaciones de lo antes aseverado. Sin contar los éxitos municipales y congresionales
del sandinismo en Nicaragua y el Farabundo Martí en El Salvador, amén de los aspirantes con
bastantes posibilidades de ganar como López Obrador en México y Evo Morales en Bolivia en
próximas elecciones.

Surge además una idea peregrina como la de señalar que hay dos izquierdas, una borbónica
representada en Chávez y Fidel Castro, y otra moderna cuyos exponentes son Lula y Lagos. Se les
señala como fuerzas impetuosas por llegar a verdaderas conquistas sociales, ora por la vía tradicional
estalinista, ora por el legalismo de la representación.

No obstante, pensar en regímenes de izquierda sin analizar la estructura de poder es absolutamente


desequilibrado. Se parte de una premisa falsa como estimar que con el empuje de una organización
marxista o revolucionaria alcanzando el gobierno y apalancándose en el Estado se puede proceder a
cambiar la sociedad. Es el esquema clásico marxista-leninista: se busca el poder para desde allí
orientar la nueva dirección de la sociedad.

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Se trata de un concepto totalmente ilusorio. Las conformaciones socio-económico-políticas no son
entidades aisladas de la realidad sino expresión de un mismo patrón: el capitalismo, cuya actual etapa
es acentuadamente mundializada. El formato de los Estados nacionales está siendo superado por la
instantaneidad de las operaciones financieras y la creciente fuerza de las grandes corporaciones. El
capital abraza nuevo roles sin perder su condición existencial.

Quien le pone el cascabel al gato

El Estado es una expresión de prácticas sociales, no es un objeto cuyo apoderamiento significa


consecuencialmente un cambio. No es suficiente con ser ocupado por organizaciones históricamente
pujantes por las transformaciones para que ocurra, ipso facto, una metamorfosis. Unas relaciones de
poder como las existentes en la América mestiza no pueden ocasionar otra cosa que una entidad
opresora donde un grupo mínimo se arroga la representación de toda la sociedad a través de todos
los mecanismos coactivos, verbigracia el ejército, el ordenamiento jurídico, la actividad relevante de
los medios de difusión de masas y la penetración de las organizaciones sociales.

De allí que a pesar de la presencia de nuevas caras a la cabeza del Estado ocurren los mismos vicios
inherentes a estas democracias de utilería. La corrupción, la violencia de pobres contra pobres en las
barriadas de excluidos, la ineficacia en el ejercicio de la representación, el desempleo, la inflación, la
recesión, el militarismo, la concentración de poder y el armamentismo, son efluvios de una
modalidad política instaurada en la esencia del andamiaje coercitivo.

Así, vemos cómo el régimen chavista está implotando a pesar de atravesar una bonanza económica
histórica. La descomposición y los negociados desde los grandes ejes gubernamentales, el aumento
de la economía informal, la flexibilización laboral promovida desde el mismo Estado, el
autoritarismo, el culto a la personalidad y los planes reformistas asistenciales, nos indican el sentido
de este gobierno.

El caso de Lula es patético por la corrupción generalizada del Partido de los Trabajadores y sus
aliados mientras la miseria crece a pasos galopantes; Ricardo Lagos tiene la voluntad de indultar a un
asesino, el general Contreras, a cambio de concesiones en un avenimiento entre cúpulas. La caída de
Lucio Gutiérrez obedeció al desmoronamiento de su administración. En fin, estos gobiernos
asumidos por la izquierda no se diferencian de los de la derecha en el pasado.

Estamos en presencia de un andarivel construido in illo témpore capaz de sujetar el espacio de


dominación existente. No puede haber variaciones porque el poder en Latinoamérica no es un lugar
rígido donde con cambiar las caras se puede desplazar hacia otros niveles. Es un Estado y unas
poliarquías bien instalados incapaces de promover cambios desde el ángulo de una vinculación
despótica con la sociedad.

De tal manera que no hay modificaciones en las naciones donde la izquierda ha ganado porque haber
una o dos, tradicional o contemporánea, no es el problema. Simplemente hay nuevas fachadas con la
misma esencia y la sociedad soñada está cada día a años luz porque se repiten las mismas
perversidades intrínsecas a la tradición del poder en América Latina y el Caribe. La única forma de
estremecer el establecimiento es romper la sustancia del hacerse obedecer a través de una irrupción
de la sociedad para autogobernarse sin necesidad de la felonía de la representación. La toma de
decisiones debe volver a la gente de donde nunca debió salir.

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El dilema es estatismo o autonomía

DANIEL BARRET - [# 46, febrero-marzo 2006]

[D.B. es considerado uno de los teóricos más agudos del anarquismo latinoamericano
contemporáneo. Proveniente de Uruguay, arribó a Caracas días antes de iniciarse el Foro Social
Alternativo para compartir con sus compañer@s venezolan@s y observar directamente la situación
del país. Su conferencia en la Universidad Central de Venezuela se tituló "Horizontes de cambio en
América Latina", donde expuso un marco para entender los cambios que ocurren en el continente y
los dilemas que conllevan para los movimientos de base. Después de Caracas, Barret paró en Ciudad
de México para continuar el incesante trabajo de difusión y propaganda que caracteriza a l@s
anarquistas. Reproducimos a continuación un extracto de su participación en el FSA.]

(...) Pueden situarse varias líneas del fracaso de las políticas neoliberales y las distintas respuestas. Las
respuestas más resonantes, que creo merecen poca discusión. En primer lugar, la caída del gobierno
de De La Rua en Argentina; en segundo lugar, la caída del gobierno de Sánchez de Lozada en
Bolivia; luego la del gobierno de Gutiérrez en Ecuador; nuevamente después la eclosión del gobierno
de Meza en Bolivia. Me parece importante situar esto, como un elemento central del análisis, de la
reflexión. Este tipo de acontecimientos es lo que llamaría "respuestas movimientistas", que como
luego veremos no es la única respuesta que existe en América Latina, y que no es lo único que
compone el panorama sobre el cual es necesario optar en nuestra actividad cotidiana. Da poco paño
para la discusión el hecho de considerar que ese tipo de episodios representan una respuesta de la
sociedad civil. Algunos conceptos y nociones que eran propias de los años 70, son absolutamente
inaplicables, allí no hay partidos, ni frentes de vanguardias, ni guerrillas, ni nada que se les parezca.
Por un lado, según el país, la gravitación fundamental de los movimientos sociales organizados o de
la multitud (no lo confundan con el uso que al término le dan Hardt y Negri), directamente no
organizada que funciona por el efecto contagio, y que muestra una reacción de rechazo y de rebeldía
frente a situaciones que se habían vuelto insostenibles. En el caso Argentina, hay una proyección que
en definitiva trascendió largamente las fronteras del país y que fue la reflexión, luego interrumpida (y
una de las cosas que acá se proponen es volver a retomarla a ver cuál es el grado de vigencia que
puede tener) que es el significado simbólico del famoso "¡Que se vayan todos!".

Que se vayan todos significa una ruptura radical de la esperanza o del tipo de esperanzas que había
en los años 70, es una situación totalmente diferente. Ese tipo de cosas era imposible decirlas en
aquellos días. Porque de alguna manera, en los sectores de oposición, de izquierda, más o menos
institucionales, o incluso extra-institucionales, no lo hubieran aceptado bajo ninguna condición, bajo
ningún concepto. Las concepciones eran totalmente diferentes.

Después de ese tipo de episodios, ¿a qué nos enfrentamos? Nos enfrentamos a otro tipo de
respuestas, porque estas lo que produjeron fueron caídas de gobiernos pero no representaban una
alternativa real sustentable en el tiempo, que permitieran algún tipo de avance seguro de los
movimientos sociales. Vuelvo a repetir, en esto hay diferencias de país a país. Entonces lo que
empieza a producirse es otro tipo de respuestas, que es la respuesta institucional, electoral, lo que
algunos llaman "el giro a la izquierda" del electorado latinoamericano. Giro a la izquierda cuyos
referentes podemos enumerarlos pero que son perfectamente conocidos por Ustedes. Chile primero,
si es que puede considerarse en rigor como un gobierno de izquierda, Venezuela después, Brasil con
Lula, Argentina con Kirchner, Uruguay con Tabaré Vásquez, ahora Bolivia con Evo Morales. Hay
quien supone que todo esto no es más que una suerte de efecto domino que en el 2006 va a empezar

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a mostrar otros resultados. En Perú, en México, algunos dicen que es posible ganar las elecciones en
Nicaragua y El Salvador.

Tenemos por un lado dos grandes tipos de respuestas: la "movimientista" que provocó caídas de
gobiernos, y la respuesta política-partidaria que lo que representó fue la instalación de nuevos
gobiernos. Aquí hay que reconocer que en términos político-electorales se tiene un giro a la
izquierda, pero básicamente lo que hay es una renovación de la esperanza. Hasta cierto punto, existe
la renovación de un sentimiento, muy propio de los años 70, de considerar la historia en términos
evolucionistas, progresivos, que la misma tiene un sentido de avance que personalmente pienso que
no tiene. Se tiende a pensar con el criterio de que es una ola absolutamente indetenible, cuando basta
repensar la historia de la propia América Latina para darse cuenta que este tipo de cosas ya
ocurrieron en otros momentos y que fueron perfectamente reversibles, tan reversible como lo fue el
socialismo real cuando se suponía que sus bases y sus pilares eran infinitamente más fuertes. Su
ustedes toman un año, no uno cualquiera, el año 1953 tenía más gobiernos populistas y nacionalistas
que los que hay ahora. Tenían característica de tal el gobierno de Chaves en Paraguay, el de Ibáñez en
Chile, el de Rojas Pinilla en Colombia, el varguista en Brasil, ni hablar del peronistas en Argentina, y
el de Jacobo Arbenz en Guatemala. digo esto para incorporar como un elemento más de reflexión
que ni estábamos antes ni estamos ahora frente a una historia que permita albergar el optimismo, en
el sentido de que habría cosas que se resuelven por la propia dinámica y por la propia lógica interna
de la historia. Esto no es así. Lo que hay que plantarse como perspectiva y como visión es algo
totalmente diferente.

De cualquier manera, a la hora de caracterizar, yo realizaría una pequeña distinción entre los
gobiernos populistas propiamente dichos y el reformismo socialdemócrata, porque la dinámica
política que generan es diferente. Hay diferencias entre el gobierno de Lula y el gobierno de Chávez,
no estoy diciendo que uno sea mejor que otro, sino que generan dinámicas políticas diferentes. Por
ejemplo, los gobiernos de perfil socialdemócrata normalmente están basados en una larga trayectoria
histórica de partidos de origen obrero, cosa que no ocurre con los populismos. No ocurre acá en
Venezuela con Chávez, como si ocurre en Brasil con Lula, en Uruguay con Tabaré Vásquez. No
estoy diciendo que haya que optar por uno u otro, sino estoy situando un dato para poder tenerlo en
cuenta en el análisis, en el sentido que generan lógicas diferentes.

Otra cuestión que es distinta es que la afirmación del funcionamiento democrático-parlamentario es


mayor en los partidos o experiencias de corte socialdemócrata que en las populistas. En las primeras,
Ustedes se fijarán, no tienen ni las perspectivas, ni la intención, ni las ganas, de fundar un mundo
nuevo, mientras que en el caso de los populismos si. Una de las primeras cosas que hace Chávez,
bien en el estilo de la Revolución Francesa, es cambiarle el nombre al país. Hay toda una cuestión
que de hecho genera mayores esperanzas, mayores expectativas y por lo tanto mayor confusión. La
retórica revolucionaria en los gobiernos populistas es muco más acentuada que en los de corte
socialdemócrata. Estos están pensados para aceptar la lógica del juego entre oficialismo y oposición,
además están pensados para conducirse según la lógica de alternancia de partidos en el gobierno, lo
cual es muy probable que ocurra. Mientras que, en el caso de Venezuela, el gobierno de Chávez está
pensado para desarrollar un proyecto histórico, es decir un proyecto de décadas, y por lo tanto no
está pensado para no gobernar en el período próximo.

La dinámica política que ambos pueden generar tiene mucho que ver, entonces, con los movimientos
sociales. El reformismo socialdemócrata una vez instalado en el gobierno, y después de los primeros
meses, ya no mueve ni entusiasma a nadie. Les pongo un ejemplo próximo. En Uruguay las

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celebraciones del día de elecciones y del día de transmisión de mando fueron transmitidas a todo el
continente. Un año después, hicieron un acto de celebración y reunieron a tres mil aburridos que se
juntaron en unas sillas para aplaudir sin demasiado entusiasmo. En el caso de los populismos se
puede generar mayor efervescencia, y por lo tanto mayor capacidad de cooptación desde el Estado a
los movimientos sociales. Me da la impresión, por ejemplo, que acá en Venezuela la desarticulación
de los movimientos sociales ha sido más profunda que en Brasil. Uruguay o Argentina.

En función de esas dos trayectorias, la movimientista que derriba gobiernos y la otra,


socialdemócrata o populista, que instala nuevos gobiernos, se formula lo que sería el dilema básico de
los movimientos populares, Lo que tienen por delante; bien el camino estatista o bien el camino de la
autonomía. En este momento, en este movimiento pendular de la historia latinoamericana, parecería
que lo que se está afirmando es el camino estatista. No sólo por los resultados electorales, no sólo
por lo que han representado en términos de desmovilización, y en algunos casos desarticulación, de
los movimientos sociales, sino también por lo que genera en términos de esperanzas o expectativas:
el depositar en otros la realización de ciertas metas o cometidos históricos (...)

Declaración Libertaria de Caracas

ENCUENTRO LIBERTARIO DE CARACAS - [# 46, febrero-marzo 2006]

L@s anarquistas reunid@s en Caracas con motivo del Foro Social Alternativo del 23 al 29 de enero
de 2006 –procedentes de Alemania, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba,
Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, México, Inglaterra, Italia, Rusia, Uruguay y Venezuela-
consideramos de importancia volcar una posición específicamente anarquista que dé cuenta de
nuestra experiencia y de nuestros intercambios. Con ese espíritu, declaramos lo siguiente:

1.- De acuerdo a nuestras bases ideológicas constitutivas no podemos menos que confirmar nuestro
más profundo rechazo a toda forma concebible de dominación y de opresión. En consecuencia,
condenamos una vez más y para evitar cualquier clase de dudas, trabalenguas o mediatización, el
régimen capitalista y la organización estatal de la sociedad, así como el militarismo, el imperialismo, el
patriarcado, el racismo, las diferentes formas de encierro, la destrucción del medio ambiente, las
imposiciones de culturas pretendidamente superiores y todo cuanto implique suponer que un ser
humano pueda estar por encima de otr@s.

2.- En sentido contrario, amantes de la libertad en grado de lujuria, tampoco podemos dejar de
señalar y confirmar nuestra inspiración en valores anarquistas, igualitarios y solidarios que orienten la
construcción de una sociedad genuinamente socialista desde el aquí y el ahora; una sociedad
organizada sobre bases autogestionarias, federalistas y de democracia directa que vaya mas allá de las
artificiales fronteras estatales.

3.- Igualmente, por encima del habitual rosario de buenas intenciones y declaraciones socialistas,
consideramos del caso volver a precisar que una sociedad genuinamente libertaria solo puede resultar
de la decisión conciente de las sociedades a partir de su tejido de base y que no hay ejemplo histórico
alguno que aliente la esperanza en inescrutables legalidades históricas, en ingenierías desde las alturas

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o en mesianismos caudillistas. Antes bien, todo eso no es sino una ilusión anti-emancipatoria que
sigue siendo preciso poner en evidencia y en tela de juicio.

4.- Esta afirmación se vuelve particularmente actual y necesaria, por cuanto parece abrirse en
América Latina un nuevo ciclo histórico en el cual los pueblos depositan sus angustias y sus
esperanzas en variantes socialdemócratas y populistas, llamadas a administrar la crisis del sistema de
dominación pero sólo para perpetuar una expresión maquillada y edulcorada del mismo. En
consecuencia, reafirmamos, avalados ahora por una rica experiencia histórica, que no hay caminos
estatales o vanguardistas hacia una sociedad socialista libertaria, sino que ésta sólo puede contar con
un mínimo de credibilidad apoyándose en el protagonismo insustituible de los movimientos sociales
de base y en su innegociable asunción autonómica.

5.- Consideramos también que la libertad no es sólo una meta sino además un camino y una práctica.
Por ende, no podemos menos que defender las libertades conquistadas y a conquistar en nuestra
larga marcha, condenando consecuentemente a todos los gobiernos incluidos los que se reivindican
como revolucionarios –y que quede claro, a todos ellos- del continente latinoamericano y de
cualquier otra parte que encuentren su inspiración básica en su cercenamiento y en su postergación,
sin que nos importen en absoluto las “elevadas” justificaciones pergeñadas por sus delirantes
imaginaciones.

6.- Por último, pertenecientes a distintas corrientes y modalidades del pensamiento y la práctica
anarquistas y habiendo demostrado en los hechos que es posible establecer un clima de fraternidad y
respeto entre nosotr@s por encima de nuestras diferencias, queremos proclamar rotundamente la
posibilidad y la necesidad de que nuestro rico y diverso movimiento aproveche las múltiples
oportunidades de construir redes solidarias en todos los sentidos concebibles. Ese es y será nuestro
compromiso y nuestra tarea inmediata.

Organizaciones:

Biopolíticos (Colombia). Colectivo Autónomo Magonista, CAMA (México). Federación Libertaria


Argentina (FLA). Comisión de Relaciones Anarquistas (CRA) (Venezuela). Centro de Estudios
Sociales Libertarios, CESL (Venezuela). Ateneo de Contracultura y Estudios Ácratas La Libertaria,
Biscucuy (Venezuela). Periódico The Alarm (USA). Revista Espacio (Ecuador). Kolectivo de
Objeción por Konciencia ART (Colombia). Movimiento Libertario Cubano (MLC). Grupo de
Estudos Libertários Babilonia (Brasil). Cruz Negra Anarquista (Venezuela).

Individualidades:

Luís Prat, delegado IWW (USA). Andreas Speck (Alemania). Javier Gárate (Chile). Marina Legaz
Bursuk, delegada de F.L.A e I.F.A. (Argentina). Sylvia C. Jiménez (Bolivia). Erika Lagalisse (Canadá).
Daniel Barret (Uruguay). Santiago Cadena, revista Espacio (Ecuador). Kristina Dunaeva
(Rusia/Brasil). Eduardo Rodríguez, FAL-Valencia (Venezuela). Luís Jiménez, CRA/CA3
(Venezuela). Jim Ochoa, CRA/Unión –Rache y CA3 (Venezuela). Lizardo Said Lugo, CRA/CESL
(Venezuela). Salvador Méndez, CRA/CESL (Venezuela). Ender Ynfante (Venezuela). Humberto
Decarli (Venezuela). Karina Araujo (Brasil). Iva Gouvea Bocchini (Brasil). Gustavo Rodríguez
(Movimiento Libertario Cubano). Sebastián @, Kolectivo de Objeción por Konciencia Art
(Colombia) Rob Block (USA). Sarah Coffey (USA). Cristian Guerrero - Arizona Earth First! (USA).
Individualidades de Canadá, Colombia, España, Inglaterra, Italia, Francia y Venezuela

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No necesitamos otra guerra más

ANTIMILITARISTAS DE LATINOAMÉRICA - [# 53, mayo-junio 2008]

Nosotras/os, objetoras y objetores de conciencia y antimilitaristas del Ecuador, Colombia,


Venezuela, y toda América Latina y el Caribe, unidos, nos negamos rotundamente a una escalada
bélica que desemboque en una guerra que, nuevamente, nos intente dividir. Ya bastante tenemos con
el hambre, la corrupción, el militarismo exacerbado, el impúdico gasto militar, la inseguridad
ciudadana, el continuo bofeteo a los derechos humanos por parte de nuestros gobernantes, para que
nos quieran regalar un conflicto armado más.

Una guerra sólo fortalecerá los respectivos nacionalismos de los países en conflicto, aumentando la
xenofobia instalada en nuestros países. Fortalecerá a las Fuerzas Armadas, que encontrarán otra
razón para incrementar sus presupuestos y servirá para esconder aún más los problemas que nos
aquejan como pueblos latinoamericanos y del Caribe: la explotación sin control de nuestros recursos,
los altísimos niveles de desempleo, la discriminación y violencia de género, la corrupción y las mafias
del poder, las comunidades desplazadas por conflictos bélicos o por monocultivos agrícolas y
forestales, el racismo y la discriminación por clase, etc. Nada eso se solucionará por la guerra. Al
contrario, significará que esos problemas aumentarán como han aumentado en cada dictadura y
guerra civil.

Una guerra entre Estados latinoamericanos es, al mismo tiempo, una conflagración civil entre
pueblos hermanos, conducidos al matadero por gobiernos militaristas, tanto de derecha como de
izquierda. Los únicos vencedores de un enfrentamiento fratricida entre hermanas y hermanos son los
comerciantes globales de armas, que desde Estados Unidos hasta la Federación Rusa, construyen
laboratorios de guerra y opresión en nuestros países bajo eufemismos como el “Plan Colombia”.

Decimos no a la guerra y a sus preparativos. No al fortalecimiento de cualquier militarismo, sea de


derecha e izquierda. Sí a la autonomía de los pueblos y de sus luchas. Sí al hermanamiento
latinoamericano.

Convocamos a una acción conjunta contra el militarismo y la guerra, partiendo desde nuestra
convicción de seguir trabajando juntas y juntos por la promoción de la justicia y la solidaridad, fuera
de los cuarteles, en cada uno de nuestros países.

Antimilitaristas de Latinoamérica y el Caribe

Organizaciones:
Internacional de Resistentes a la Guerra – IRG/WRI
Grupo de Afinidad Antimilitarista de Asunción GAAA (Asunción-Paraguay)
Pelao Carvallo, consejero IRG
Yeidy Luz Rosa Ortiz, Casa Feminista de Rosa – Quito, Ecuador
Periódico El Libertario – Venezuela
Xavier León, Grupo de Objeción de Conciencia del Ecuador – GOCE
Movimiento Antimilitarista y de Objeción de Conciencia MAOC Chile
Adriana Castaño Román, Red Juvenil de Medellín, consejera IRG
Acción Colectiva de Objetoras y Objetores de Conciencia (ACOOC) Bogota
Kolectivo Utopía Ácrata Libertario -Argentina

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¿Latinoamérica dio chance a la paz?

SALVA - [# 53, mayo-junio 2008]

¡Paz!, pedían tod@s luego del alarde belicista que ensangrentó la frontera colombo-ecuatoriana, en la
creencia que se avecinaba una guerra. En la cumbre del Grupo de Río los presidentes «decretan» la
paz; entonces ¿de qué sirvió toda esta seudo guerra, para qué la efervescencia y el nacionalismo, de
qué sirve todo el lenguaje patriota si queremos la paz? Muy sencillo, todo gobierno sigue el «manual
patriota y autoritario» y sabe que nunca viene mal un enemigo, alguien que agite el odio interno
creado por el nacionalismo, que nos haga olvidar la verdadera causa y cree la necesidad de culpar a
quien se nos señala como ajeno.

A la memoria vienen varios conflictos de Chávez con Colombia, que al final terminaron en ese
choque de manos siempre hipócrita de los poderosos, al final triunfan los intereses de burócratas y
burgueses y convenientemente se olvidan amenazas y cuasi-conflictos. Con el faccioso nacionalismo
de las masas, hay quienes ven que el mandatario se preocupa por protegernos, y refuerzan un
supuesto sentido de pertenecía a una bandera, un himno, una frontera y un escudo, que desde la
infancia se nos enseña a venerar sin justificarnos por qué; «la bandera representa por lo que lucharon
los próceres de la independencia» te dicen, pero ¿cuál independencia? El himno: las notas de libertad,
¿cuál libertad? Tu territorio representa lo que eres, pues no lo creo, lo que soy es por los amigos, la
familia, soy habitante del tercer planeta como tod@s, y un escudo que ni siquiera se por qué tengo
que venerarlo, pero debe ser por algo parecido. Desde pequeñ@s nos alimentan para estas
situaciones, para caer en fanatismos y sentirnos superiores a lo «ajeno», a querer morir por una
bandera, un himno y una frontera ¿Es que acaso ellos han hecho algo por nosotros? Supongo me
responderían con lo que he mencionado antes: repitiendo y repitiendo el cuento, una mentira cómo
si pudiera llegar a creérsela uno.

Ahora pregunto: ¿cuál paz? La situación de esa paz es ciertamente la misma, los poderosos y los
medios nos dicen PAZ; pero aun no entiendo ¿cuál paz?, veo en las noticias muertes, robos,
violaciones, bombardeos, crímenes, secuestros, y no sigo porque sacaría todo lo horroroso del
género humano. Los gobernantes hablan de paz solo para subir en las encuestas, mostrarse como
hermanitos de la caridad, mientras en sus narices hay paramilitarismo, corrupción, desplazamientos,
desigualdad, etc.

Entonces ¿cuál paz? Para nada es deseable un conflicto por decreto, entre personas que no se
conocen y se masacran para provecho de personas que sí se conocen pero que no se masacran. Pero
no veo la paz, aún veo la opresión, veo que los ricos son más ricos, el poder crece, cambia de color y
sigue oprimiendo.

La paz no puede darse por decreto, menos de quienes tienen las manos bañadas de sangre. Diré que
hay paz cuando no haya ejércitos, ni armas de destrucción masiva, cuándo vea que mi libertad no
termina con la del otro, sino que se extiende con la suya. No veré la paz hasta que caigan los
poderosos y explotadores. Tiene que venir de abajo, de las luchas de tod@s, pues ni gobiernos ni
organismos internacionales ni corporaciones buscaran la paz. Sólo quieren la Pax Romana, esa que los
atornilla, les da poder, crea desigualdad. Cuando organizad@s expulsemos todos los males que
oprimen y enajenan al humano, cuando rompamos los muros de las cárceles y fronteras, cuándo nos
olvidemos del himno y el «patria, socialismo o muerte», cuando nos organicemos, nos apoyemos
mutuamente, entonces podremos todos pensar en una paz, libertad e igualdad.

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La izquierda latinoamericana en tiempos posneoliberales

PABLO DÁVALOS - [# 58, marzo-abril 2010]

Al parecer, América Latina (Abya Yala) estaría ingresando en una época novedosa caracterizada por
la recuperación de su soberanía y en un contexto de democracia, participación ciudadana y
renovación política, en la que nuevos gobiernos progresistas y de izquierda, tratan de recuperar su
soberanía y, al mismo tiempo, emprenden una amplia y profunda redistribución del ingreso a través
de fuertes inversiones en educación, salud y bienestar social.

Empero de ello, y contrariamente a lo que pueda creerse y esperarse, Abya Yala está entrando en una
de las etapas más dramáticas de la acumulación del capitalismo. Si el neoliberalismo fue la avanzada
de la guerra monetaria y económica en contra de la región, aquello que se está vislumbrando ahora en
el horizonte amenaza con ser más traumático y tenebroso.

Abya Yala está regresando en el reloj de su historia a los primeros siglos de la acumulación del
capital. A esa etapa en la que el capitalismo no tenía ningún escrúpulo, ninguna frontera, ninguna
cortapisa. Ese mundo en el que no había ninguna ontología del hombre, ninguna moral y todo era
permitido. Ese mundo se está perfilando en el horizonte de la región pero, lo que es más grave, para
legitimarse y sostenerse está acudiendo al expediente de los discursos emancipatorios de la izquierda
y de la resistencia de los movimientos sociales.

El síntoma de lo que está ocurriendo en Abya Yala puede intuirse en las elecciones en El Salvador
cuando el FMLN ganó con un porcentaje mínimo al partido derechista ARENA, o en las elecciones
de Uruguay en la que un domesticado Mujica sirve de cobertura para un neoliberal Astori, el
verdadero centro del poder, o en la Asamblea de Naciones Unidas, en la que un Miguel D'Escoto
acude al economista neoclásico Stiglitz, para comprender la crisis económica del capitalismo.

Es un tiempo de la historia paradójico y contradictorio el que está creando estas opciones políticas
que, aparentemente, adscriben a tesis críticas con el sistema pero que son altamente funcionales al
poder, al capitalismo, a la modernidad. En ese sentido, incluso la elección de Barak Obama en
EEUU, marca esa transición en la dialéctica del poder en la que el discurso se mimetiza en función
de la acumulación del capital.

En el momento actual es más conveniente que la fisonomía del poder tenga el rostro dulcificante de
gobiernos progresistas y de "izquierda". Pero esos rostros dulcificantes del poder no atenúan la
perversidad inherente a la acumulación del capital y de la lucha de clases. Quizá por ello, haya de
considerar que los denominados "gobiernos de izquierda", o "gobiernos progresistas", son el nuevo
locus en el que situar las luchas y las resistencias sociales.

En todos los gobiernos progresistas, hay una especie de metodología en construcción que se sustenta
y se apoya en los discursos y en las prácticas de resistencia y movilización social, para manipularlas y
metabolizarlas en función del nuevo poder. Puede ser que se exagere, pero extraña el hecho de que
en las retóricas oficiales y de sus discursos laudatorios, casi no se mencionen ni al PPP (Plan Puebla
Panamá), ni al IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional de Sur América), como los nuevos
peligros que afronta la región y que más bien se los presente como oportunidades a no desperdiciar.

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También es extraño que en la retórica oficial, en las campañas electorales y en los programas de
gobierno de estos gobiernos progresistas y de izquierda, no se diga nada del avance incontenible del
monocultivo sustentado en transgénicos y orientados a la producción de biocombustibles, un
proceso que implica, además, una contrarreforma agraria sustentada en la criminalización de las
resistencias sociales, y todo con el aval de estos nuevos gobiernos progresistas. Tampoco se dice
nada del avance incontenible de la minería; de la profundización de la industria de los servicios
ambientales en toda la región, etc.

Asimismo, extraña sobremanera que se canten loas a la UNASUR cuando este proceso permite la
convergencia con los acuerdos de libre comercio y la creación de los Estados de "seguridad jurídica",
que se están formando en la región y en función de la convergencia normativa de la globalización y
de la OMC. Extraña también el hecho de que se invisibilicen las formas de resistencia y lucha social y
que su ulterior criminalización y persecución no suscite la solidaridad de estos gobiernos progresistas
ni de la izquierda que ahora los canoniza.

Hay un hilo conductor que va de Atenco (México) a la persecución y criminalización a los mapuches
en Chile, pasando por la persecución a la resistencia social y antiminera en Ecuador, la masacre de
Bagua (Perú), y las persecuciones a los líderes indígenas en Venezuela, entre otras. Al parecer, hay
una misma metodología en la persecución e intentos de manipulación al MST en Brasil, a la
CONAIE en Ecuador, a la CONACAMI y la AIDESEP en Perú, a los Mapuches en Chile, entre
otros, que busca cerrar todo espacio social a la crítica y al cuestionamiento a estos gobiernos
progresistas y de izquierda.

Por ello, quizá valga desconfiar en las Misiones (Venezuela), tanto como en los programas Socio-país
(Ecuador), como la Red Solidaria (El Salvador), o Familias en Acción (Colombia), como el Bono
Juancito Pinto (Bolivia), o la Bolsa Familia (Brasil), o el programa Tekopora (Paraguay), o el bono Mi
familia Progresa (Guatemala), o también del programa Oportunidades (México), entre otros, porque
no dejan de tener un tufillo a Banco Mundial y a sus estrategias de intervención y control social. Es
de suponer que Pronasol (México) creó una metodología de aplicación para toda la región, una
metodología exitosa y que ahora se ha convertido, paradójicamente, en un paradigma de intervención
al tejido social por parte de los "gobiernos progresistas". Una metodología que tuvo en Prodepine
(Ecuador) y Orígenes (Chile) sus marcos de intervención más elaborados.

Extraña también sobremanera el hecho de que la izquierda, antaño tan crítica con el neoliberalismo al
cual había acotado de tal manera que no existía discurso que no haya sido sometido a la crítica más
despiadada, ahora no haya lanzado su voz de alerta con los denominados Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM's), y sus derivas biopolíticas de control y sometimiento. Pero extraña aún más el
hecho de que estos ODM's sean la base de sustentación de las políticas sociales de los "gobiernos
progresistas". Hace algunos años, el solo hecho de que el Banco Mundial y el PNUD estén detrás de
los ODM's nos habrían puesto de alerta, ahora no nos asombra que sean el marco de intervención de
la política social de los gobiernos progresistas.

Es asombrosa la connivencia de los intelectuales de izquierda que ahora han guardado un silencio
dudoso ante hechos brutales de agresión a los pueblos del Abya Yala. Llama la atención que los
cambios constitucionales realizados en la región sean vistos como puntos de llegada de procesos
históricos, cuando consolidan y ratifican al liberalismo político y económico, y clausuran las
propuestas libertarias de los pueblos. Sin embargo, es alarmante la forma por la cual se está cerrando
el debate, la crítica y la discusión en la izquierda del continente.

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La izquierda crítica, radical, iconoclasta con los discursos de poder, ahora ha arriado sus banderas de
la crítica social e intenta justificar lo imposible. Esa izquierda que apoya, suscribe y adscribe a los
proyectos políticos de los denominados gobiernos progresistas, se está convirtiendo en un
dispositivo estratégico del poder para cerrar los horizontes de posibles históricos y permitir la
transición hacia el posneoliberalismo.

Mientras guardamos, como decían los estudiantes en Córdova, un silencio bastante parecido a la
complicidad, el continente entero está girando hacia el posneoliberalismo. Una transición que habría
sido traumática si hubiese sido efectuada por gobiernos abiertamente neoliberales, pero que se
produce sin mayores tensiones gracias a los gobiernos posneoliberales. Una entrada en el
posneoliberalismo en el que las burguesías de la región acentuarán los procesos extractivistas,
productivistas, y de privatización territorial y criminalización social, y pondrán la región a tono con
las derivas y exigencias de la globalización; y todo a ritmo del "socialismo del siglo XXI".

¡El camino es expulsar a las transnacionales!

AGRUPACIÓN LA PROTESTA, BOLIVIA - [# 59, junio-julio 2010]

Decenas de miles de personas acudieron a la convocatoria formulada por el gobierno de Bolivia a la


Cumbre Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Pero,
además del encuentro de miles de luchadores sociales de muchos países, algo positivo en sí, también
surgió La Mesa Popular 18 (distinta a las 17 mesas oficiales que dirigió y digitó el gobierno), con una
propuesta de expulsar a las transnacionales.

Declaración de la Cumbre

La declaración final de la Cumbre recoge reclamos que venía haciendo el gobierno de Evo Morales a
los "países desarrollados" (como llama a los países imperialistas), donde la propuesta central es
realizar un Referéndum Mundial sobre el cambio climático en el cuál se consulte sobre: nivel de
reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y las empresas transnacionales;
financiamiento que proveerán los países desarrollados; creación de un Tribunal Internacional de
Justicia Climática; necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra;
necesidad de cambiar el sistema capitalista. Ese referéndum vendría de un proceso vinculado a la
formación previa de un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra. Además, se
demanda reducir las emisiones de carbono en, al menos, un 50% respecto a 1990.

Estos reclamos son justos. Es justo que los países imperialistas paguen por los desastres que
hicieron. Pero, en las resoluciones y el plan para imponer las demandas, no está un problema
importante para los países dependientes, como lo es la acción depredadora de las transnacionales y
de la agroindustria generalmente también vinculada a las transnacionales. Como gran medida de
lucha, Evo Morales propuso en su discurso de cierre abrir querella a Europa y Estados Unidos en el
Tribunal Internacional de La Haya. Pero, resulta que una querella ante ese tribunal no puede
conducir a nada, ya que ese tribunal está controlado por Europa y Estados Unidos, es un tribunal
imperialista. ¡Poner como forma de lucha una querella ante ese tribunal es una burla! ¡Un engaño!

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Es cierto que no podemos declarar la guerra a Estados Unidos y Europa, pero sí tomar medidas de
lucha efectivas, que ni menciona la declaración. Y la primera de todas es quitar sus propiedades a las
transnacionales y bancos y liquidar el latifundio en nuestro país y en toda Asia, África y
Latinoamérica, entregando la tierra a trabajadores del campo que produzcan alimentos para el pueblo
de sus países. Esto es del todo posible. Así como cortar el suministro de hidrocarburos y minerales,
preservando nuestras riquezas y defendiendo a la Madre Tierra de la destrucción.

El gobierno de Evo Morales y el MAS no propusieron nada de eso. Tampoco lo hizo Hugo Chávez
presente en la Cumbre, Además, trataron por todos los medios de impedir que se discutieran las
propuestas en ese sentido. Y no lo propusieron porque pese a la retórica anticapitalista, este gobierno
defiende el capitalismo en Bolivia, lo maquilla con el nombre de "andino amazónico" y dice que las
transnacionales son "socias". Entonces resulta que las principales instituciones del capitalismo
imperialista, que son las transnacionales, son "socias" del gobierno de Bolivia (así como del de
Venezuela). Esto no es un invento nuestro, sino que además de ser parte evidente de la realidad, lo
dijeron reiteradamente los propios Morales y Chávez.

"De eso no se habla"

El gobierno no quería que nadie denunciara a las transnacionales en Bolivia, como lo que son,
depredadoras de la Madre Tierra y explotadoras de los trabajadores. Pero, la realidad mundial, que
vivimos cada día en la minería y otros proyectos depredadores, muestra que la "sociedad" con ellas es
como la de una oveja con un lobo, algo imposible. El gobierno no sólo quería encubrir a sus socios
transnacionales, sino ocultar la depredación ambiental en la que tiene alta cuota de responsabilidad,
como el plan IIRSA, que prevé carreteras y gigantescas represas que destruirán millones de hectáreas
de selva. Se llegó al extremo ridículo de poner grandes lonas para ocultar la tala de árboles, visible en
Tiquipaya, localidad sede de la Cumbre. Exponer centenares de grandes árboles recién talados a la
vista de los miles de asistentes a la Cumbre, hubiera sido un espectáculo "inconveniente" para el
discurso "ambientalista" y "defensor de la Pachamama".

Ese afán de ocultar quiso silenciar a quienes denunciamos los problemas ambientales existentes aquí,
causados por las transnacionales y la política oficial. Por eso Morales atacó públicamente a la Mesa 18
y dirigentes del MAS difundieron el rumor que era "de la derecha" (¡sería la primera vez en la historia
de Bolivia que la derecha quiere expulsar a las transnacionales!). Así las cosas, la Cumbre oficial y sus
resoluciones son en gran medida un fraude a miles de honestos luchadores que vinieron buscando
una respuesta de lucha antiimperialista.

La Mesa Popular 18

El gobierno no pudo impedir que se formara la Mesa Popular 18 encabezada por el Consejo
Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyu (CONAMAQ), comunidades del Jach'a Suyu Pakajaqi, la
Federación Regional Única de Trabajadores Campesinos del Altiplano Sud, organizaciones indígenas
de la Chiquitanía y el Pantanal y el Consejo Indígena del Sur, Territorio Indígena del Parque Nacional
Isiboro Sécure, Pueblo Guaraní de Charagua Norte, MST Bolivia, Foro Boliviano por el Medio
Ambiente y Desarrollo, Bloque de Juntas Vecinales Revolucionarias de El Alto, Agrupación La
Protesta, además de organizaciones y personalidades internacionales, como la escritora canadiense
Naomí Klein o un representante de la ciudad argentina de Andalgalá, que se rebeló contra la minera
Yamana Gold y logró la suspensión de sus actividades.

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La Mesa Popular 18 concluyó sus actividades acordando un documento que marca un camino de
lucha antiimperialista para los pueblos, con la expulsión de las transnacionales y el fin del latifundio,
camino que sólo podrá recorrerse con la movilización indígena, de los trabajadores, de los oprimidos
de la ciudad y del campo. Reproducimos sus partes esenciales:

- «Repudiamos al imperialismo, a las transnacionales y a los gobiernos del denominado progresismo


latinoamericano que impulsan proyectos de energía y mega infraestructura de la Iniciativa para la
Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) en territorios latinoamericanos,
especialmente territorios indígenas y áreas protegidas, diseñados por bancos, empresarios y
constructores privados con una visión neoliberal y explotadora...»

- «Ante la falta de voluntad política de los gobiernos del mundo, las organizaciones sociales exigimos
la facultad de definir un nuevo modelo de gestión y control directo del patrimonio natural. El control
directo de los trabajadores del campo y la ciudad impondrá políticas de gestión de la biodiversidad en
función de las necesidades y no de la dependencia de nuestros países.»

- «Eliminar el latifundio, la biopiratería y el agronegocio; y recuperar el conocimiento ancestral de


naciones y pueblos indígenas originarios campesinos del mundo; la promoción de la producción
ecológica, y la reproducción del modelo comunitario, las capacidades de reproducción del bosque y la
biodiversidad, para hacer frente al Cambio Climático.»

- «Exigimos la reversión y la expulsión de las corporaciones transnacionales... Exigimos la reposición


de los bienes naturales depredados y usurpados. Planteamos la suspensión de toda actividad, obra o
proyecto extractivo responsable y causante del Cambio Climático, del desplazamiento de poblaciones
de sus territorios, y de las afectaciones socio-ambientales en territorios de naciones y pueblos
indígenas originarios campesinos.»

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Continuismo y cambio en América Latina

TALLER A, URUGUAY - [# 61, diciembre 2010 - enero 2011]

[Texto resumido por motivos de espacio, cuya versión completa puede consultarse en la Revista
Alter en http://www.alterediciones.com/w.pdf/ALTER_11.pdf]

La izquierda latinoamericana vuelve a tener un rol político indiscutible. Rol que se expresa
electoralmente. En la década de los 80' cerca de 60 millones de latinoamericanos eran gobernados
por la izquierda; hoy son más de 300 millones. Ello es más significativo por que sucede después de
ser derrotada en sus intentos revolucionarios de "izquierda armada". Sucede a pesar de sufrir
directamente la represión durante años, y en algunos casos décadas de dictaduras feroces. Hoy esa
izquierda guerrillera, partidaria del foco guevarista, jerárquica y clandestina; mas antiimperialista que
anticapitalista; con objetivos donde primaba la liberación nacional; con prácticas estalinistas en el
interior de las organizaciones partidarias, escondidas detrás de la compartimentación, que significó
expulsión de discrepantes e incluso, en algunos casos, como fue el del poeta salvadoreño Roque
Dalton, su ejecución; retorna siendo parte de los nuevos gobiernos de izquierda y en otros
integrando la fuerza mayoritaria.

Las nuevas gobernabilidades fortalecen al Estado

La izquierda latinoamericana llega al gobierno en medio de un proceso donde la representación


política está entrando en crisis como consecuencia de la profunda deslegitimación que se produce
por el fracaso de los gobiernos dictatoriales por la secuela de corrupción, destrucción del entramado
social y conculcación de todas las libertades liberales y burguesas. Se enfrenta como consecuencia a
una conciencia surgida del enfrentamiento a los gobiernos dictatoriales, a un nuevo protagonismo
social que no acepta ser representado. Pero también la izquierda latinoamericana se desliza encima de
una ola de cambios, de gobernabilidades progresistas en la región, que crea expectativas y esperanzas
en amplios sectores de las clases subalternas. Esperanzas que, a poco de caminar, tampoco serán la
primera vez en ser traicionadas.

La crisis neoliberal y de los partidos gobernantes de derecha es el resultado de su propia


deslegitimación y también de décadas de luchas sociales. De estas luchas se produce el surgimiento
de fuerzas de izquierda y progresistas que tomando parcialmente las banderas de estos movimientos
los canalizan hacia políticas estatales, a políticas electorales para ganar el gobierno.

Así las nuevas gobernabilidades aparecen como gobiernos más estables. Son la afirmación de la
democracia representativa reforzándola con alguna variante participativa y consultiva. Prestan mayor
atención a los movimientos a los cuales hacen alguna concesión buscando nuevos pactos sociales
para lograr la calma social. Pero esas políticas reproducen la forma-Estado que muchos movimientos
habían cuestionado o puesto al menos en discusión. Y este fortalecimiento del Estado, en algunos
casos, abre espacio a las nuevas recetas políticas del capital: bipartidismo y alternancia política.

Estos gobiernos de «izquierda» encuentran países con profundas fragmentaciones en distintos


ámbitos: cultural, étnico, económico, derechos humanos...

En el plano de la integración regional e internacional las nuevas gobernabilidades están planteando


políticas, en algunos casos diferentes; al extremo tal que han logrado conjuntamente bloquear el

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proyecto norteamericano de creación del ALCA y han dificultado la aplicación del Plan Colombia.
Pero, estas diferencias no significan, en un principio, opciones opuestas sino que se inscriben en el
modelo general de recuperación de instrumentos de reconstrucción de los aparatos estatales.

Países como Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay han saldado completamente su deuda con el
FMI, mientras que a Bolivia y Nicaragua el propio Fondo les canceló la deuda. Este organismo
emblemáticamente vinculado con las políticas imperialistas en la región, no ha visto todas las
cancelaciones con la misma preocupación. En el caso de Brasil y Uruguay mantienen un buen
relacionamiento con el FMI.

Las políticas sociales

Los Estados en las nuevas gobernabilidades disponen de recursos, que antes no existían y que son
producto de la coyuntura favorable del alza de los precios internacionales de las materias primas, para
financiar programas de apoyo a los sectores más pobres. Programas recordamos que son
promovidos por el Banco Mundial y toda la gama de organismos multinacionales de créditos. Todos
estos gobiernos de distinta manera están desarrollando políticas públicas de lucha contra la pobreza y
la marginalidad en el trabajo, la educación y la salud. Estas políticas son el buque insignia, el
programa estrella, en la búsqueda de nuevos consensos sociales, y de la manifestación del intento de
restauración de estados "nacionales" confiables para la inversión de capitales.

En el área andina estas políticas de lucha contra la pobreza se vienen llevando adelante desde los
gobiernos anteriores a través de planes para el desarrollo y la participación comunitaria promovidos y
financiados directamente por el BID. Con estas políticas los gobiernos han logrado neutralizar los
movimientos, cooptarlos e integrarlos a las instituciones sociales en algunos casos. Si bien han
aumentado los beneficios sociales otorgados a los más pobres, en general se continúa con una
política económica para atraer los capitales de las transnacionales.

En toda América latina los gobiernos anteriores aplicaron las recetas neoliberales con consecuencias
graves que sumieron a amplios sectores de las poblaciones en la miseria más atroz. Los de abajo no
tuvieron más remedio que aprender a organizar su supervivencia para continuar con sus vidas. Pero
además organizaron su rebeldía que se expresaron en importantes movimientos en todo el
continente como el "Caracazo" en Venezuela, zapatistas en México, los indígenas en Ecuador,
cocaleros y guerras del agua y del gas en Bolivia, los Sin Tierra en Brasil y "piqueteros" y fábricas
recuperadas en Argentina, movimiento mapuche en Chile y últimamente los pueblos amazónicos de
Perú movilizándose contra la implementación del Tratado de Libre Comercio.

Algunos piensan que la existencia de estos gobiernos de izquierda con mayor sensibilidad social les
da a los de abajo posibilidades de fortalecerse y de lograr conquistas hasta ahora inalcanzables con los
gobiernos de derecha. Esto puede ser cierto a corto plazo, pero a la larga todos los gobiernos,
incluidos aquellos que quieren lograr un mejor reparto social, inevitablemente tienden a manejar,
conquistar e institucionalizar los movimientos de base. Las políticas sociales de las nuevas
gobernabilidades tienen mayor capacidad para arrastrar atrás de sí a los movimientos al adueñarse de
sus banderas y hacer efectivas algunas de sus reivindicaciones. Desembarcan con sus funcionarios y
técnicos sociales, muchos de ellos militantes sociales, encuestando, numerando, registrando,
neutralizando y controlando. Pero sobre todo impulsando un nuevo estilo de trabajo social donde
estimulan organizaciones sociales participativas y "autónomas". Las incitan a que actúen dentro del
Estado, reconociéndoles representación institucional, cooptando así movimientos que pasan a definir

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y vestir estos gobiernos como "populares". Las nuevas gobernabilidades necesitan controlar los
movimientos, pues ellos son creadores de incertidumbre social porque con sus reivindicaciones
cuestionan la naturaleza y estructura de los estados en reconstrucción y espantan a los inversores.

Nuevos contextos, nuevas capacidades

Sin embargo, es siempre necesaria una mirada crítica hacia los movimientos, hacia su fragilidad, que
por supuesto no implica un juicio negativo. Pues de esa fragilidad, de la crisis de referentes, de las
incertezas nace ese deseo de creación, de la búsqueda de nuevos sentidos para nuestras vidas.

Los movimientos no son puros, son heterogéneos, híbridos, son mezclas de diferencias, con distinto
tipos de impurezas, pero de esas mezclas, de ese mestizaje, es de donde pueden nacer las
trasformaciones.

De lo homogéneo, de lo puro, no hay más que repeticiones, nunca creaciones.

Sin embargo, algunos movimientos de base en América Latina siguen impregnados por esa lógica
leninista de que la política partidaria es una instancia superior de la política, separando lo social de lo
político, afirmando de esta manera su rol de correa de trasmisión de decisiones tomadas en instancias
superiores, y cuando no es así, muchos de ellos no van mas allá de reivindicaciones corporativas o de
practicas clientelares.

La crisis de la representatividad y del vanguardismo no conduce automáticamente al desarrollo de


acciones autónomas y a la autoorganización. Dentro de los nuevos grupos de la izquierda radical,
muchos reivindican instrumentalmente la autonomía de los organismos de base, pero es una
autonomía construida al servicio de una estrategia de poder. Se juega con los conceptos de
independencia de clase y autonomía confundiéndolos como si fueran lo mismo. En Uruguay en los
años '60 y '70 la independencia de clase significaba la independencia del Estado, de los gobiernos de
turno, y de los partidos burgueses; pero no de los partidos y grupos de izquierda. Y ese es el
concepto de autonomía que se intenta hacer pasar, autonomía limitada que está al origen de las
actuales dificultades de algunos movimientos.

La estrategia de poder implica la acumulación y ¿cuál es el lugar por excelencia, según esa estrategia,
de la acumulación política sino el partido o la organización política?

Para los movimientos sociales, no solo aquellos que se limitan a hacerle solicitudes al Estado en una
actitud subalterna; sino sobre todo para aquellos que no quieren quedar atrapados en las redes de las
instituciones estatales, parece claro que no se puede seguir peleando igual que antes de estos
gobiernos, como si no hubiera sucedido nada. No todo es igual y esta situación actual, que es más
compleja, hace necesario la invención de nuevas formas que eviten tanto la cooptación como la
marginalización de los movimientos, ¿o será que justamente debemos fomentar la marginalidad
misma, en el sentido de que estamos en los márgenes de un sistema del cual queremos salir?

Un contexto nuevo que nos exige y desafía a la creación de nuevos conceptos y prácticas, de otras
nuevas capacidades, que convoque la alegría de nuestra potencia creativa y emancipadora.

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Minería y resistencias en América Latina

CÉSAR PADILLA – [# 64, septiembre-octubre 2011]

El incremento de las actividades mineras en América Latina no ha cesado desde mediados de los 90.
La región atrae cerca del 27 por ciento de las inversiones en este sector y hay muchos proyectos por
comenzar. Varios países basan sus exportaciones en la minería y otros de la región intentan sumarse
a esta lista. Chile y Perú encabezan el ranking de los países mineros por excelencia, mientras
Colombia intenta poner en marcha su «locomotora minera» para ser parte del club y Argentina lucha
por competir por las inversiones de las grandes transnacionales del rubro. Bolivia, país
tradicionalmente minero, ha logrado este año dinamizar su anquilosado sector, alcanzando cifras de
exportación de minerales que comienzan a acercarse a las de exportaciones por hidrocarburos. Un
esfuerzo por nacionalizar la minería y reformar leyes sectoriales intenta dar nuevos bríos a la
actividad, cada vez más en manos del Estado.

La tentación minera

Lo cierto es que la minería ha ido formando parte de las estrategias extractivas de la mayoría de los
países de la región, independientemente de la orientación política de sus gobiernos y de si han sido o
no tradicionalmente países mineros. El escenario económico internacional, por otro lado, ha sido
propicio para el fortalecimiento de la actividad minera por la alta demanda de minerales por parte de
los países asiáticos, lo que ha elevado el precio de metales no preciosos, como el cobre, a cifras
históricas. Además, en tiempos de crisis el oro se convierte en valor refugio y aumenta su demanda
en la medida que protege los activos en moneda frente a una crisis monetaria generalizada.

Tanto la orientación extractivista de la casi totalidad de los países de América Latina como el
comportamiento de los mercados internacionales, tendientes al crecimiento de la demanda y de los
precios, han ido consolidando un escenario propicio para una mayor expansión de la minería en la
región. Los diferentes países han optado por aprovechar este escenario para lograr mayores ingresos
por atracción de Inversión Extranjera Directa y exportaciones de minerales, acentuando en muchos
casos el rol primario exportador con escaso valor agregado.

Rechazo de las comunidades y resistencias

Por otro lado, la presión sobre los territorios ha ido provocando cada vez mayores rechazos de las
comunidades locales y más conflictos con las empresas mineras y los Estados. Los indudables y ya
conocidos impactos provocados por la minería han permitido que cada proyecto esté siendo
acompañado de un rechazo comunitario. La percepción, cada vez más generalizada, de que la minería
afecta al ambiente, agota las fuentes de aguas, contamina el entorno y está llena de peligros por sus
sustancias tóxicas, hace que el cuestionamiento crezca de manera constante.

Si sumamos las promesas y engaños sobre desarrollo, empleo y dinamización de las economías
locales, además del atropello a los derechos humanos, la imposición de proyectos, la criminalización
de la oposición a la actividad, los desplazamientos forzados o la ocupación de territorios ancestrales,
la minería se torna una actividad cada vez menos aceptada por las comunidades locales. Muestra de
esto ha sido la profusa proliferación de los conflictos socioambientales no bien se anuncia un
proyecto futuro.

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Este proceso de rechazo ha tenido como consecuencia el fortalecimiento de los movimientos
antimineros, su proliferación y el incremento de diversas estrategias de lucha. En los últimos cinco
años hemos visto un claro aumento en la conformación de organizaciones de resistencia a la minería,
y a este proceso se han sumado importantes intelectuales y otros sectores como la iglesia católica de
los países de América Latina donde subsisten movimientos ligados a la Teología de la Liberación,
para los que el cuidado de la creación juega un importante rol.

La resistencia a la minería en un contexto de mayor conciencia ambiental se enfrenta a los cercos


mediáticos y a descalificaciones oficiales de todo tipo, donde ni siquiera las medidas de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) logran incidir. Es, tal vez por esto mismo, que la
resistencia a la minería se está haciendo cada vez más “desde abajo”. Son las mismas comunidades las
que han ido poniendo mayores límites a las actividades mineras. Los casos exitosos de resistencia,
que dicho sea de paso aumentan con el tiempo, son aquellos sostenidos con las acciones de las
mismas comunidades. La institucionalidad ha tenido que responder a las demandas comunitarias con
medidas de diversa índole. El rol jugado por los pueblos indígenas y sus organizaciones ha supuesto
un papel fundamental en las estrategias de defensa del territorio. Tanto Bagua, en Perú, como la
resistencia en la Amazonía ecuatoriana contra los proyectos extractivos, son una clara muestra de
ello. También lo son las luchas de resistencia indígena a la minería en Guatemala y, recientemente, en
Panamá.

Criminalización

Perú y Ecuador muestran procesos importantes de criminalización de la protesta social, con cientos
de encausados, mientras que en Colombia, México y otros países de América Central se usa la
violencia directa, generalmente a manos de grupos irregulares o de sicarios al servicio de intereses
transnacionales o de sus aliados nacionales. La ausencia, negligencia o inoperancia del Estado
también debe considerarse, en estos casos, una forma indirecta de criminalización.

Articulaciones

Los procesos de articulación han contribuido de manera fundamental a las acciones de resistencia y
de organización frente a los atropellos de la minería en América Latina. La solidaridad entre las
comunidades y organizaciones de apoyo, tanto técnicas como de derechos humanos y ambientales, es
una expresión de estos procesos. El intercambio de información, la elaboración de estrategias
conjuntas y las campañas iniciadas de manera articulada apoyan la resistencia de las comunidades
afectadas por la minería. Estas articulaciones no sólo abarcan la región de América Latina sino que
incluyen también, y cada vez más, a organizaciones del hemisferio norte. Se trata de expresiones de la
glocalización de las luchas antimineras en la región. En la actualidad encontramos campañas contra
empresas como VALE, Newmont, Barrick Gold, Godcorp; y otras, más generales, como la
preparada contra el uso del cianuro en la minería de la región.

Extractivismo transversal

Tanto los países con regímenes neoliberales (como Chile, Perú y Colombia) como aquellos
vinculados a la izquierda o socialismo del siglo XXI (Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina,
Uruguay y Paraguay) ponen sus energías en el crecimiento económico basado en las actividades
extractivas.

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Muchas comunidades y actores sociales críticos depositaron grandes esperanzas en gobiernos
alternativos pensando que, por justicia social y ambiental, además de por soberanía y respeto a las
comunidades, la minería recibiría un tratamiento cuidadoso, revisando sobre todo las actividades
mineras transnacionales y sus malas prácticas.

De manera contraria a lo esperado, el extractivismo está plenamente vigente y firmemente instalado


en los gobiernos alternativos, que justifican los efectos negativos de la minería bajo pretexto de pago
de deudas sociales históricas. El concepto de «sacrificio» referido a la destrucción ambiental y social
en beneficio de la minería se usa en algunos países para justificar una supuesta necesidad extractiva
nacional.

Bolivia, por ejemplo, que cuenta con un amplio sector de minería artesanal o pequeña, denominada
«minería cooperativizada», no ha logrado cambiar de manera fundamental su visión de la gran
minería transnacional. La renacionalización de la mina Huanuni, privatizada en tiempos de gobiernos
neoliberales y revertida al Estado por el gobierno de Morales, nos muestra una visión aplicada a la
operación minera, en términos socio-ambientales, idéntica a cualquier actividad minera transnacional.
Muestra de esto son las denuncias de comunidades de la ribera del río Huanuni o de los lagos Uru
Uru y Poopo, que sufren vertidos de desechos mineros a su cauce y cuenca, vertidos que afectan la
actividad agrícola tradicional o la pesca artesanal en los lagos mencionados. San Cristóbal y la disputa
por el agua muestran un fenómeno similar en Potosí.

¿Hacia el post-extractivismo?

Este caso y el anterior muestran que el extractivismo no obedece a un modelo de desarrollo


ideológico dividido entre las tradicionales derechas neoliberales y lo que algunos han llamado
“izquierdas neoextractivistas”. No está en la visión de esos gobiernos el concepto «post-
extractivismo» y, si lo estuviese, se asocia sólo al agotamiento de los recursos naturales,
específicamente a los no renovables. No obstante, el post-extractivismo comienza a instalarse en la
discusión frente al fracaso del extractivismo como estrategia de desarrollo. Se transforma en
exigencia de las comunidades afectadas por la minería frente a los oídos sordos de los gobernantes de
la región.

Para presionar hacia el cambio de paradigma del extractivismo al postextractivismo, se usan diversos
argumentos que van desde el convenio 169 de la OIT hasta el colapso del planeta y el sumaj kausay
(el buen vivir) originario como alternativa. El extractivismo ilimitado ha llevado a grupos crecientes
de América Latina a confrontar este estilo irracional de crecimiento económico empobrecedor con
las alternativas reales pero también con las utopías reales. Los procesos de restricción e, incluso
prohibición de la minería como modelo central de desarrollo han ido cobrando fuerza en la región.

La ley que prohíbe la minería en Costa Rica, el fracaso de la modificación de la ley minera en
Panamá, la negativa a otorgar una indemnización en el caso Cabañas de El Salvador, la propuesta
Yasuní en Ecuador y el cuestionamiento al proyecto de GreyStar en el páramo santandereano en
Colombia, así como otros ejemplos, son muestras de éxitos, aunque parciales, de los movimientos
críticos u opuestos a la minería en América Latina.

Las ideas sobre post-extractivismo están aún en pañales. No obstante, han ido cobrando fuerza
frente a un escenario plagado de recurrentes crisis (como la última crisis financiera-inmobiliaria),
creadas y criadas dentro del sistema capitalista.

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