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Universidad Sergio Arboleda

Arte 1
Presentado a: Marian Sánchez de León
Presentado por: Diego Fernando Penagos Rodríguez
ARTE ANTIGUO Y MEDIEVAL
En el primer tomo de su libro, Historia social de la Literatura y el Arte, Arnold Hauser,
historiador húngaro de raíces judías y heredero de la Escuela de Viena de Historia del Arte,
aspira encontrar las raíces del arte y la literatura, comprendidas en el periodo que va desde la
prehistoria hasta el barroco, en el componente social. Al estudiar detalladamente las épocas
que conforman esta no poco considerable etapa de la humanidad, este autor de inclinaciones
historicistas, busca comprender el presente a través de la investigación histórica, valiéndose
del estudio del medio y de la sociología, para presentar el desarrollo del arte y de la literatura
como disciplinas siempre condicionadas por asuntos económicos y sociales del ambiente y
del tiempo.
El primer tomo está divido en siete capítulos. El primero lo dedica a los Tiempos
Prehistóricos y consta de tres apartados. En el primero de ellos se estudia el periodo
paleolítico, caracterizado por su Magia y Naturalismo, elementos que se retroalimenta
mutuamente. “Los testimonios que todavía quedan del arte primitivo demuestran de modo
inequívoco,…, la prioridad del naturalismo” (Hauser, 1998, pág. 12). Mas no debe entenderse
este naturalismo como una única receta, “Este naturalismo no es en absoluto una formula
fija, estacionaria, sino una formula viva y movible, que intenta reproducir la realidad con los
medios más variados” (Hauser, 1998, pág. 13). Alrededor de este fenómeno gira el estudio
del arte de esta época; el estudio del movimiento que se percibe en el paleolítico, nos dice
Hauser, se entenderá mejor si se le compara con el impresionismo de un Degas o un
Toulouse-Lautrec. Además de ello se nos dice que el arte de esta época no tenía pretensiones
estéticas, “La mejor prueba de que este arte perseguía un efecto mágico y no estético,…, está
en que en estas pinturas los animales se representaba frecuentemente atravesados con lanzas
y flechas,…, Indudablemente, se trataba de una muerte en efigie”.
El segundo apartado está dedicado al Neolítico. La transición entre estas épocas está marcada
por el modus vivendi humano, quien pasa de actividades para sobrevivir como recolectar y
cazar a producir su propio alimento, con la ganadería y la agricultura. Estas nuevas
actividades dependen de factores ambientales, como el clima, que son interpretadas como
fuerzas inteligentes, de donde nace la idea de la existencia de espíritus benéficos y maléficos.
Esta es, pues, la base del estilo característico de esta época: el animismo y el geometrismo.
“El mundo se divide en dos mitades, y el hombre se ve igualmente escindido. El estadio
cultural del animismo, de la adoración de los espíritus, de la fe en las almas y el culto a los
muertos ha llegado ya” (Hauser, 1998, pág. 24). El animismo es dualista, dirige su visión
tanto a la vida de este mundo, como a la del más allá, por lo que se dice que se inclina a la
abstracción. Ahora empieza “el proceso de intelectualización y racionalización del arte: la
sustitución de las imágenes y formas concretas por signos y símbolos, abstracciones y
abreviaturas, tipos generales y signos convencionales” (Hauser, 1998, pág. 25). Desde allí el
arte deja de ser representación del objeto, y pasa a ser también representación conceptual.
Para terminar el primer capítulo, nuestro autor dedica un apartado al tema del Artista como
Mago y Sacerdote. Aquí se afirma la tesis de que en los artistas creadores de las pinturas de
estas dos épocas se encuentra por vez primera la división de trabajo dentro de una comunidad,
pues cabe conjeturarse la existencia de “un ejército artístico especializado, con escuelas,
maestros, tendencias locales y tradicionales.” (Hauser, 1998, pág. 32).
El segundo capítulo se titula Antiguas Culturas Urbanas Orientales, y se divide es seis partes.
La primera, Estática y Dinámica en el Antiguo Arte Oriental, expone el cambio en el estilo
de vida que se dio al terminar el Neolítico; cuando se pasa de la producción primaria, como
ocupación fundamental, al comercio y la artesanía. También se habla de la libertad del artista
en cuanto que en esta cultura, en el antiguo oriente, la presión bajo la cual se trabajaba era
inexorable, por lo que siempre, en una medida u otra, la libertad del artista se ve atada a
“innumerables consideraciones ajenas al arte” (Hauser, 1998, pág. 44). La segunda parte
estudia la Situación del Artista y la Organización del trabajo Artístico en Egipto. Se dice,
entre otras cosas, que los principales mantenedores de los artistas fueron los sacerdotes y los
príncipes; que los artistas, en un principio, podían ser esclavos o personas libres contratadas;
que sus creaciones consistían en su mayoría en monumentos reales u ofrendas a los dioses;
que la demanda de estas obras artísticas era tal que muy tempranamente se independizó como
profesión específica, aunque los artistas no fueran reconocidos como personalidades, pues
incluso los escribas tenían una posición social más alta que la de los pintores y escultores.
Con el tiempo la consideración del artista fue creciendo al punto de que en el Imperio Nuevo
muchos artistas ya pertenecían a clases sociales más elevadas, y poco a poco el hombre
absorbió por completo la actividad artesanal. Por último se dice que gracias a la producción,
casi en masa, con la que se trabaja en Egipto permitió la aplicación de un método racionalista
de trabajo a la actividad artística en la que el artista no tenía libertad de experimentación y
siempre era abocado a la misma tarea. La tercera parte de este capítulo, la Estereotipación
del Arte en el Imperio Medio, reseña cómo gracias a que la aristocracia feudal se sitúa en
primer plano durante el Imperio Medio se impide que surjan nuevas expresiones artísticas,
lo que da paso a estrictos convencionalismos del arte cortesano-religioso; seguidamente se
explica que el artista egipcio de esta época se movía tanto en un mundo artístico como en
uno extra-artístico, y que “El rasgo característico más sorprendente del arte egipcio es el
racionalismo de su técnica” (Hauser, 1998, pág. 55) aunque de todos sus principios formales
racionalistas el de frontalidad es el más importante y más característico, mientras que otros
como la regla de que las piernas de una figura deben ser dibujadas siempre de perfil, de que
ambas deben ser vistas desde la perspectiva de la cara interna, el precepto de que la pierna
que se adelante y el brazo que se extienda deben estar lo más alejados del observador y que
la parte derecha de la figura representada es siempre la que está vuelta al observador, son
secundarias.
En la cuarta sección de este capítulo se refiere al Naturalismo del Periodo de Akenatón.
Gracias a él, también conocido como Amenofis IV, el naturalismo se hace un programa
consciente, además de oponerlo como una conquista al estilo arcaico. “En la época del
Imperio Nuevo, los medios expresivos del naturalismo son tan ricos y sutiles que deben de
tener tras de sí un largo pasado”. (Hauser, 1998, pág. 60). La siguiente cultura que estudia es
Mesopotamia, allí el arte tenía una índole más disciplinada e invariable y menos dinámica en
comparación a Egipto. El arte babilónico y asirio se caracteriza por una especie de
racionalismo abstracto. La última parte de este capítulo está dedicada a Creta, cuyo arte se
diferencia del ámbito estilístico que adopta la mayoría del antiguo Oriente, pues en esta
cultura encontramos un arte colorista, irrefrenable y alegre aunque siga siendo totalmente
perteneciente a la aristocracia. Aquí los convencionalismos son antinaturalistas y de formas
abstractas.
El tercer capítulo gira alrededor de la cultura de Grecia y Roma. Está divido en siete
apartados: El primero estudia la Edad Heroica y Homérica; aquí, por un lado, el autor se
centra en general en la literatura y en específico en las epopeyas de Homero, caracterizadas
por una lengua refinada y elegante, mientras que, por el otro, el arte es geométrico, con
inclinaciones secas y esquemáticas. La relación de estas dos dispares tendencias es difícil de
establecer, pero de su síntesis surge el arte griego posterior. El segundo analiza El Estilo
Arcaico y el Arte en las Cortes de los Tiranos, época que abarca los siglos VII y VI a.C.; El
arte aquí corresponde a la nobleza y pasa a un estilo arcaico del que solo se tienen muestras
en cerámica, se caracteriza por ser un arte ciudadano con dependencia de influjos extraños
que maneja temas monumentales y es antitradicionalista. Resalta el vaso de Aristónoo, la
más antigua obra de arte firmada que existe. El tercer apartado se titula Clasicismo y
Democracia y se ubica en el siglo V a.C.; esta época destaca por ser “una de esas épocas de
la historia del arte en que maduran las más importantes y fecundas conquistas naturalistas”
(Hauser, 1998, pág. 106), a pesar de que existían grandes tendencias conservadoras por parte
de la mayoría de poetas y filósofos, como Píndaro, Esquilo, Heráclito, Parménides,
Empédocles, Heródoto y Tucídides, quienes eran aristócratas y apoyaban la nobleza. El
siguiente apartado se centra en La <Ilustración> Griega; que sucede desde el final del siglo
V hasta el IV, cuando en la literatura gana importancia la biografía y en las artes decorativas,
el retrato. Esta época se singulariza porque “los elementos naturalistas, individualistas,
subjetivistas y emocionales del arte van ganando en extensión e importancia. En esta
evolución se pasa de lo típico a lo característico, de la concentración a la acumulación de
motivos, de la sobriedad a la exuberancia” (Hauser, 1998, pág. 116). Sobresale Eurípides, a
quien Hauser califica como el único verdadero poeta de la ilustración helénica. La quinta
parte está dedicada a La Época Helenística, que corresponde a los 300 años siguientes a la
muerte de Alejandro Magno; durante este tiempo se hacen por primera vez colecciones de
arte de modo sistemático y planificado, gracias a que el eclecticismo es un rasgo fundamental
de la producción artística. “El naturalismo, el barroco, el rococó, y el clasicismo de la época
helenística se desarrollan, ciertamente, uno tras otro en la historia , pero, por fin, conviven
todos a la vez” (Hauser, 1998, pág. 132). La sexta parte de este capítulo, La Época Imperial
y el Final del Mundo Antiguo, habla sobre cómo el arte helenístico se ve reemplazado por el
arte romano; aquí, gracias a los cesares Roma crea el ‘arte imperial’ caracterizado por su
modernidad y estilo unitario. Ahora la predominancia de la escultura se ve reemplazada por
la de la pintura: “La imagen lo es todo: noticia informativa, articulo de fondo, instrumento
de propaganda, cartelón, revista ilustrada, crónica en imágenes, película de dibujos, noticiario
cinematográfico, y filme dramático en una pieza” (Hauser, 1998, pág. 138). El último
apartado, Poetas y Artistas en la Antigüedad, habla sobre el diferente punto de vista desde el
que se juzga al poeta con relación al del artista durante la antigüedad clásica; en suma, se
dice que mientras al artista plástico se le ve como el despreciable artesano que se ensucia
trabajando por un salario, al poeta se le considera a veces como vidente y profeta, dispensador
de gloria e intérprete de mitos.
El cuarto y más largo capítulo del libro está destinado a analizar la Edad Media. Lo primero
que debe entenderse es la artificial unidad que supuestamente encierra este periodo de diez
siglos; pues según el autor existen tres periodos culturales completamente independientes: el
feudalismo de la alta edad media, la caballería de la plena edad media, y la burguesía de la
baja edad media. Entre los temas de los que se nos habla en este capítulo encontramos: el
Espiritualismo del Primitivo Arte Cristiano que debe entenderse no muy alejadamente del
espiritualismo general e indefinido del paganismo de la antigua edad tardía; el Estilo Artistico
del Cesaropapismo Bizantino, cuyo estilo áulico se convirtió en el arte cristiano por
excelencia gracias a que la Iglesia católica de Occidente tenía el objetivo de expresar la
autoridad absoluta, la grandeza sobrehumana y la mística inaccesibilidad a través de su arte;
las Causas y Consecuencias del Movimiento Iconoclasta que, con motivaciones políticas,
estaba en contra y persiguió violentamente las representaciones de contenido religioso; las
Invasiones Bárbaras, cuyo arte constituye un fenómeno de regresión por encontrarse en el
mismo escalón que el de la edad de hierro por producir una impresión primitiva; el
Renacimiento Carolingio, en donde gracias a Carlomagno se lleva, en la monarquía franca,
un programa cultural propio, creando centros de educación literaria.
Se habla también de los Poetas y el público de los poemas épicos:
“la ‘épica popular’ de la historia romántica de la literatura no tenía
primitivamente relación alguna con el pueblo (…). Eran simplemente pura y
simplemente poesía artística y arte aristocrático; trataban de los hechos y
aventuras de una aristocracia guerrera, adulaban su afán de gloria reflejaban
su amor propio heroico y sus conceptos morales trágico-heroicos” (Hauser,
1998, pág. 194)
Así como de la Organización del Trabajo Artístico en los Monasterios; del Feudalismo y el
Estilo Románico, un arte al mismo tiempo monástico y aristocrático, donde tal vez se refleja
con más fuerza la solidaridad espiritual entre el clero y la nobleza durante la alta edad media
del siglo IX. Acerca del Romanticismo de la Caballería Cortesana se analiza el profundo
cambio en el arte que se dio lugar al aparecer el estilo gótico, “Comparado con este nuevo
modo de sentir y de expresarse, el arte de la alta Edad Media no es solo rígido y chabacano,
sino que además resulta tosco y sin encanto” (Hauser, 1998, pág. 233); seguidamente se habla
del Dualismo del Gótico que consiste básicamente en la relación entre espíritu y naturaleza,
este dualismo se manifiesta de modo más sorprendente en el peculiar sentimiento que de la
naturaleza tienen el arte y el artista en este periodo; la naturaleza ya no se ve unilateralmente
como el mundo mudo e inanimado, ahora la validez de toda expresión artística depende de
que se corresponda con la realidad natural y sensible; de la capacidad para expresar lo
espiritual. Este cuarto capítulo cierra explicando el Arte Burgués del Tardío Gótico que tiene
lugar en la baja Edad Media, aquí la concepción artística de esta clase no es uniforme, aunque
puede hablarse de una inclinación hacía un carácter popular del gusto que se manifiesta más
que todo en la literatura.
El quinto capítulo aborda el Renacimiento. Lo primero que hace el autor es aclarar tal
concepto, exponiendo diferentes concepciones de cómo se ha entendido y proponiendo la
suya. Seguidamente se trata el tema del Público del Arte Burgués y Cortesano del
Quatrocento, arte cuyo rasgo más característico es la ligereza y la libertad de la técnica
expresiva, la gracia y la elegancia, el relieve estatutario y la línea amplia e impetuosa de sus
formas. “Todo en este arte es claro y sereno, rítmico y melodioso. La rígida y mesurada
solemnidad del arte medieval desaparece y cede el lugar a un lenguaje formal, alegre, claro
y bien articulado” (Hauser, 1998, pág. 324). También merece la pena mencionar que el
Quatrocento es una de las épocas con las mejores colecciones de arte profano que
encontramos en géneros como mural, cuadros de pared, tapicerías, bordados, orfebrería,
armaduras, zócalos de madera, etc. En esta época resaltan los artistas Donatello, Brunelleschi,
Ghiberti, Michelozzo, entre otros. La tercera parte habla sobre la Posición Social del Artista
en el Renacimiento. Y la cuarta y última de este capítulo aborda el Clasicismo del
Quinquecento, cuyo arte se desarrolla en Florencia, Farrara, Mantua y Urbino. El cambio
estilístico entre el Quatrocento y el Cinquecento ocurre casi sin solución de continuidad, su
cambio estilístico acaece de perfecto acuerdo con la evolución social. Entre los más
importantes conceptos del Cinquacento encontramos la determinación de la belleza como
armonía de todas las partes, el formalismo artístico correspondiente al formalismo de los
conceptos morales y de las reglas de decoro que se han señalado en la época, la concepción
del mundo como una totalidad limitada. Entre los artistas destacados encontramos a Rafael,
Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y Alberti.
El sexto capítulo estudia El Manierismo, su concepto, la época de la política realista y la
segunda derrota de la caballería. Para terminar, el séptimo y último capítulo aborda El
Barroco, su concepto, el barroco en las cortes católicas, y el barroco protestante y burgués.

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