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Cada vez que se habla de La Tirana -ya sea en referencia al pueblo o a la festividad- no se
puede evitar evocar el pasado. Todos los años, en julio, miles de tarapaqueños nos
congregamos para venerar a la Chinita del Carmen, tal como fue enseñado por nuestros
padres, abuelos y bisabuelos, quienes alcanzaron a vivir la fiesta de una forma distinta a la
que se conoce hoy.
Los cuerpos de baile, como los Camba de la Oficina Josefina, Morenos de la Of. Progreso y
Chunchos de la Of. Cala-Cala, entre otros, correspondían a los grupos donde el caporal
financiaba todo, incluyendo la imagen, los instrumentos y los trajes. Este tipo de cofradías
dejó de existir debido a los procesos migratorios hacia las ciudades, post crisis del salitre.
Pero, en este contexto, paulatinamente comienzan a surgir las Sociedades Religiosas,
siendo un tipo de organización donde el baile está constituido por una directiva, con socios
y bailarines. A su vez, nuevas tradiciones nacen al alero de aquellos bailes religiosos, como
la Tirana Chica, originada a causa de la epidemia de tifus y viruela ocurrida en 1934, que
obligó a los fieles a desarrollar la Fiesta de la Virgen del Carmen en Iquique.
Durante el mes de julio se reactualiza la fiesta en la pampa, con la entrada de los bailes y
músicos, entre vísperas, procesiones y despedidas. También, festejaremos la Tirana Chica
dando paso a un nuevo ciclo para retornar al Santuario.