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La Pasión de Cristo que ausencia de un Hijo Dios de sus entrañas paternas

Romance de Lope de Vega no puede suplir un ángel. a las vuestras virginales.


Siento yo vuestros azotes Con humildad y obediencia
ROMANCE I porque vuestra tierna carne hasta la muerte he de hallarme;
Al despedimiento de Cristo y la Virgen como es hecha de la mía la cruz me espera, señora,
hace también que me alcance. consuéleos Dios; abrazadme.
Los dos más dulces esposos Vuestra cruz llevo en los hombros Contempla a Cristo y María,
los dos más tiernos amantes y hay que pasar adelante, alma en tantas soledades,
los mejores madre e hijo pues si a los vuestros aliento, que ella se queda sin Hijo
porque son Cristo y su madre aunque soy vuestra, soy madre. y Él sin su madre se parte.
tiernamente se despiden; Mirando Cristo a María Llega y dila: ¿Virgen pura,
tanto, que en sólo mirarse las lágrimas venerables, queréis que os acompañe?
parece que entre los dos a la emperatriz del cielo que si te quedas con ella
se está repartiendo el Cáliz. responde palabras tales: el cielo puede envidiarte.
Hijo, le dice la Virgen Dulcísima madre mía,
¡ay si pudiera excusarte vos y yo dolor tan grande
esta llorosa partida dos veces le padecemos,
que la entrañas me parte! pues lo padecemos antes.
A morir vas, Hijo mío Con vos quedo aunque me voy,
por el hombre que criasteis, que no es posible apartarse
que ofensas hechas Dios por muerte ni por ausencia
sólo Dios las satisface. tan verdaderos amantes.
No se dirá por el hombre Yo siento más que mi muerte
quien tal hizo que tal pague, el ver que el dolor os mate,
pues Vos pagáis por él que el sentirlo o padecerlo
al precio de vuestra sangre. en mi son penas iguales.
Dejadme, Dulce Jesús, Madre, yo voy a morir,
que mil veces os abrace porque ya mi Eterno Padre
porque me deis fortaleza tiene dada la sentencia
que a tantos dolores baste. contra mí que soy su imagen.
Para llevaros a Egipto Por el más errado esclavo
hubo quien me acompañase, que ha visto el mundo ni cabe
mas para quedar sin Vos quiere que muera su Hijo:
¿quién dejáis que me acompañe? obedecerlo es amarle.
Aunque un ángel me dejaseis Para morir he nacido,
no es posible consolarme, Él ordenó que bajase
ROMANCE II Echóse en la tierra Cristo Limpiadle, Virgen piadosa,
A la oración del huerto. dejando su rostro impreso, la sangre con los cabellos,
que es de amantes dar retrato y pues le deja su Padre,
Hincado está de rodillas cuando se están despidiendo. vea a su madre a lo menos.
ornado a su Padre inmenso, Al Padre vuelve la espalda Id vos con ella, alma mía
el que a la diestra sentado para que en sus hombros tiernos entrad con ella en el huerto,
juzgará vivos y muertos. den los rayos de su ira, no sospechen que os quedáis
Como ha de morir en monte no al suelo que está cubierto. con el que viene a prenderlo.
en el monte está el Cordero, En fin, volviendo la cara, Decidle, Dulce Jesús,
para ver, pues vio la Hostia, de su mismo Padre espejo, aquí estoy al lado vuestro
el Cáliz donde le ha puesto. movió al cielo con la voz para padecer por vos
A las palabras que dice a lástima y a silencio. no para negarle luego.
las peñas se enternecieron, Pase este cáliz de mí, Vámonos presos los dos
que apenas de Dios las peñas si es posible, Padre Eterno, pues vais por mis culpas preso;
saben hacer sentimiento. mas no se haga mi gusto, cinco mil son los azotes,
De ver a Dios de rodillas tu voluntad obedezco. muchos son, partir podemos.
se está deshaciendo el cielo, Crecieron tanto las ansias,
aunque los rayos del Padre que fue menester que luego
se alegran de verle en medio. rompiendo un ángel los aires
Si dice Dios que su alma bajase a darle consuelo.
tristeza está padeciendo, ¡Ay Jesús de mis entrañas!
¿como ha de hallar cosa alegre ¿cómo habéis venido a tiempo
en la tierra ni en el cielo?. que os consuelen, siendo Dios,
Que para verificarse las criaturas que has hecho?
que era hombre verdadero, A dónde estás, Virgen pura,
fue menester que Carne que a falta vuestra, los cielos
tuviese la muerte en medio. un ángel a Cristo envían?
Al fervor de la oración llegad, consoladle presto.
sudó sangre todo el cuerpo, Decidle: dulce Hijo mío,
que sus delicados poros cuando ayunaste vinieron
estaban todos abiertos. mil ángeles a esforzaros
Aquel bálsamo precioso con soberano sustento.
cogió la tierra en el seno, Cuando nacisteis bajaron
que como es madre del hombre dos mil ejércitos bellos,
quiere guardar su remedio. y cuando vais a morir
uno solo viene a veros.
ROMANCE III De azucena os habéis vuelto Esto dijo a Cristo Juan;
A los azotes que dieron a Cristo Nuestro Señor tan deshojado clavel, alma, llorad y tened
que os valéis de ser Dios lástima al ver que azotan
Mira Juan por la ventana para teneros en pie. por los esclavos al Rey.
de la casa de aquel juez, Pensé llamar vuestra Madre;
puesto en la columna Cristo, mas ¡ay Dios! ¿cómo podré
su maestro, nuestro bien. dar a sus tiernas entrañas
Las manos que el cielo hicieron un cuchillo tan cruel?
atadas con un cordel Aunque de su fortaleza
en una aldaba de hierro, no tengo yo que temer,
que yerro del hombre fue. que si estáis en la columna,
Y porque a las espaldas columna es ella también.
el mármol no alcanza bien, Porque vuestro eterno Padre
tiene los brazos cruzados con su divino poder,
para que sin cruz no esté. de tales columnas hizo
Mira que vuelve el cordero la puerta de Ezequiel.
la piedra en jaspe después, ¡Qué bien hiciste, Señor,
que con cinco mil azotes que fuese muerto José!
le desollaron la piel. que con ser padre adoptivo
Y que enternecido el mármol no hubiera fuerzas en él.
cera se quiere volver, De veros en un pesebre
pues es más blando que el hombre oró de amor en Belén,
estando Dios atado a él. qué hiciera si tal os viera
Razón el mármol tenía, vuestros años treinta y tres.
porque cuantos le ofendisteis, Gran maldad hizo el amigo
mármoles sois en que azotan que cenó con vos ayer,
a Cristo santo otra vez. pues todo el valor del cielo
Viendo, pues, el sacerdote, dio por tan poco interés.
divino Melchisedech, Los que ayudaros juraron
cubierto de cardenales lo cumplen tan al revés,
de la cabeza a los pies. que hasta los gallos que cantan
Con tierno llanto le dice dicen que los falta fe.
su secretario fiel: Si en vuestro pecho dormí
¿qué es aquesto, Jesús mío? hacedme, Señor, merced
¡ay de los ojos que os ven!. que vele con él ahora
y me regale con él.
ROMANCE IV Para daros golpes fieros Mirad, alma, que le sacan,
La corona de espinas os cubren, porque imagino y que dice el pueblo a gritos:
que como sois tan hermoso Jesús muera, y Barrabás
Coronado está el Cordero no se atreven sin cubriros. viva en hurtos y homicidios.
no de perlas ni zafiros, Los hombres, Señor, se ciegan, No seas tan dura y fiera,
ni de claveles ni flores, que piensan que sus delitos que entre tanto enemigos
sino de juncos marinos. no verá quien siendo Dios pidáis que viva un ladrón
Su santísimo cerebro ve los pensamientos mismos. y que den la muerte a Cristo.
le traspasan atrevidos Para daros bofetadas
frutos que nos dio la tierra el hombre os hace adivino;
desde que Dios la maldijo. pues dice que adivinéis
Mas lo que causa dolor las manos que os han herido.
es ver que se hayan subido Yo he sido, dulce Jesús,
desde las plantas de Adán yo he sido, dulce bien mío
a la cabeza de Cristo. quien en vos puso las manos
De zarzas está cargado con mis locos desatinos.
aquel soberano trigo Yo soy por quien arrancaron
que el espíritu de Dios esos cabellos benditos,
sembró en el campo virgíneo. que diera el cielo por ellos
Entre las espinas verdes todos sus diamantes ricos.
para mayor sacrificio, Si viera, dulce Jesús,
el cordero de Abraham la Virgen que cuando niño
está esperando el cuchillo. los peinaba y regalaba,
Y las hijas de Sión arrancarlos y escupirlos!
al rey Salomón han visto Si ella viera maltratarlos
en el día de sus bodas diera tan recios suspiros
coronado de jacintos. que los ángeles lloraran
¡Ay, divino Dios de amor! y temblara el cielo mismo.
cupido y harto escupido Una vez os vio la esposa
de aquellas infames bocas como la rosa y los lirios
más fieras que basiliscos. a sus puertas como el alba
Venda os ponen en los ojos, coronado de rocío.
que quieren, Dios infinito, ¿Cómo no llamáis ahora
que seáis Jesús vendado al alma que está en sus vicios,
pues fuisteis Jesús vendido. llena de sangre, que corre
sobre esos ojos divinos?
ROMANCE V Virgen Santa, decid vos Paréceme que decís,
Al Ecce Homo lo que el ángel os ha dicho gloria de los ojos míos,
de él, lo que los profetas más quiere el mundo a un ladrón
El juez más lisonjero dijeron por tantos siglos. que a mi Cordero Divino.
que con su príncipe ha sido Y que este preso azotado Mientras le dan la sentencia,
por interés de su gracia es aquel que cuando niño alma, con tristes suspiros,
y por no perder su oficio. le adoraron los tres reyes decid a su Eterno Padre
En un balcón de su casa, y vos llevasteis a Egipto. que se duela de su Hijo.
azotado y escupido, Abonadle, Virgen bella; Señor, aquí está el esclavo,
para que el pueblo le vea decid que de Dios es Hijo, que soy de la muerte digno;
puso al inocente Cristo. que puesto que sois su madre pero está cerrado el cielo,
Después de noche tan fiera bien valéis para testigo. no querrá su Padre oíros.
aparece el sol teñido Abonada sois, Señora, Volved a la Virgen sacra
de sangre, y en vez de rayos todo el bien de Dios os vino; y acompañad su martirio,
puntas de juncos marinos. bienaventurada os llaman que también mata el dolor
A las llagas de su cuerpo los que son, serán y han sido. donde no llega el cuchillo.
pegado el rojo vestido, Decid vos que es el Cordero,
que también se hiciera rojo Bautista, aunque sois su primo,
si fuera de blanco armiño. que quien por verdades muere
Veis aquí, les dice el hombre bien merece ser creído.
a quien desde el cielo dijo Decid, ángeles hermosos,
con su voz el Padre Eterno: este es el mismo que vimos
este es mi Hijo querido. nacer de amor abrazado,
Aquí le traigo enmendado: aunque temblando de frío.
¡oh qué extraño desatino, Decid, Pedro, Juan y Diego1
querer enmendar a un Dios que a su padre habéis oído
tan bueno y tan infinito! que es su Hijo, en el Tabor
Quita, quita, le responden si el miedo os deja decirlo.
viejas, ancianos y niños; Llegad presto, que dan voces
muera, muera, muerte infame, en aquel falso concilio
pues Hijo de Dios se hizo. para que la vida muera
¿Ay Jesús!, Hijo de Dios, que es Dios sin fin ni principio.
que ese nombre y apellido ¡Ay Virgen! mirad que quitan
no le tenéis vos hurtado, a un fiero ladrón los grillos,
pues sois igual a Dios mismo. y a Jesús ponen al cuello 1
la soga de mis delitos. Santiago.
ROMANCE VI Dicen al César quitaba Abrázale, Virgen santa,
Al llevar la cruz a cuestas la romana majestad porque si vos le abrazáis,
para hacerse rey, quien era al regazo de esos pechos
La leña del sacrificio Hijo de Dios natural. consuelo el tuyo tendrá.
lleva el obediente Isaac, Mucho le pesa la cruz, Mas el descomedimiento
aunque no ha de bajar ángel los pecados mucho más, de esa gente desleal,
a detener a Abraham. con ellos ha dado en tierra atropellará furioso
Que el puro y manso Jesús pues no les puede llevar. vuestra santa honestidad.
que el Bautista en el Jordán Llevadlos, Jesús querido, Mejor es, alma, que vos
llamó Cordero de Dios, que si vos no les lleváis, con vuestra cruz le sigáis,
se quiere santificar. esclavos seremos todos porque quien tras el la lleva
El que entre Moisés y Elías del tirano Leviatán. ese le viene a ayudar.
vieron Diego1, Pedro y Juan, Cayó Cristo y por la frente Que si de vuestros pecados
en la cumbre del Tabor con el golpe desigual el peso a la cruz quitáis,
lleno de luz celestial. se le entraron las espinas haréis que ella pese menos
Este mismo muere triste lo que faltaban de entrar. y Cristo camine más.
no lejos de la ciudad Cególe el polvo los ojos,
porque juzguen que es ladrón si el sol se puede cegar
entre dos ladrones va. la boca de sangre llena
Un madero lleva al hombro, se estampó en un pedernal.
lugar en que ha de pisar Suspira el manso Cordero
el solo racimo fértil y ayuda pidiendo está,
de aquella vid virginal. y a palos, golpes y coces
En su delicado cuello le vuelven a levantar.
lleva el príncipe de paz Como tiraban la soga
de dos pesadas columnas volviendo el cuerpo hacia atrás,
su imperio y cetro real. miró al cielo enternecido,
Al son de trompetas tristes pero vióle sin piedad.
pregones injustos dan: ¡Ah virginales entrañas!
esta es la justicia, dicen: los pasos apresurad
pero no dicen verdad. con angélico decoro
Si esta es la envidia dijeran, si le queréis consolar.
bien pudieran acertar, Para conocer su rostro
mas siempre se vale el mundo desfigurado y mortal,
de la disculpa de Adán. la imagen del Padre Eterno
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con vuestras tocas limpiad. Santiago.
ROMANCE VII Asió la soga un soldado Mas ¡ay madre de piedad!
Al desnudarle la túnica tirando Cristo de suerte, que sobre la cruz le tienden
que donde va por su gusto para tomar la medida
En tanto que el hoyo cavan quiere que por fuerza llegue. por donde los clavos entren.
donde la cruz asienten, Dio Cristo en la cruz de ojos, ¡Oh terrible desatino!
en que al Cordero levantan arrojado de las gentes, medir al inmenso quieren;
figurado por la sierpe. que primero que la abrace pero bien cabrá en la cruz
Aquella ropa inconsútil quieren también que la bese. el que cupo en un pesebre.
que de Nazaret ausente ¡Que cama os está esperando, Ya Jesús está de espaldas,
libró la hermosa María mi Jesús, bien de mis bienes, y tantas penas padece,
después de su parto alegre para que el cuerpo cansado que con ser la cruz tan dura
De sus delicadas carnes siquiera a morir se acueste! ya por descanso la tiene.
quitan con manos aleves ¡Oh que almohadas de rosas Alma de pérfido mármol,
los camareros que tuvo las espinas os prometen! mientras en tus vicios duermes,
Cristo al tiempo de su muerte. ¡qué corredores dorados dura cama tiene Cristo:
No bajan a desnudarle los de esos falsos crueles! ¿no te despierta la muerte?.
los espíritus celestes, Dormid en ella, mi amor
sino soldados que luego para que el hombre despierte,
sobre su ropa echan suertes. aunque más dura se os haga
Quitáronle la corona que en Belén entre la nieve.
y se abrieron tantas fuentes, Que en fin, aquella tendría
que todo el Cuerpo Divino abrigo de las paredes,
cubrió la sangre que vierten. las tocas de vuestra madre
Al despegarle la ropa y el heno de aquellos bueyes.
las heridas reverdecen, ¡Qué vergüenza le daría
pedazos de carne y sangre al Cordero Santo al verse,
salieron de entre los pliegues. siendo tan honesto y casto,
Alma pegada en tus vicios, desnudo entre tanta gente!.
si no puedes o no quieres ¡Ay divina madre suya!
despegarte tus costumbres, si ahora llegáis a verle
piensa en esta ropa y puedes. en tan miserable estado
A la sangrienta cabeza ¿quién ha de haber que os consuele?
la dura corona vuelve Mirad reina, reina de los cielos,
que para mayor dolor si el mismo Señor es este,
le coronaron dos veces. cuyas carnes parecían
de azucenas y claveles.
ROMANCE VIII Alma lleguemos ahora Abriéronse muchas llagas
Al levantarle en la Cruz con coyuntura tan buena, que del aire estaban secas,
que no la hallaréis mejor y el inocente Jesús
Vuestro esposo está en la cama, aunque está Cristo sin ella. del dolor los ojos cierra.
alma, siendo vos la enferma, Clavan la siniestra mano Pusieron a los dos lados
pasemos a visitarle, haciendo tal resistencia dos ladrones por afrenta,
que dulcemente se queja. el hierro, alzando el martillo, que a tanto llegó su envidia
En la cruz está Jesús, que parece que le pesa. que quieren que lo parezca.
adonde dormir espera Los divinos pies traspasan, Poned los ojos en Cristo,
el postrer sueño por vos; y cuando el verdugo yerra alma, este tiempo que os queda,
bien será que estéis despierta. de dar en el clavo el golpe, y con la Virgen María
Llegad y miradle echado, en la carne sana acierta. estad a su muerte atenta.
enjugadle la cabeza, Por los pies y por las manos Decidle: dulce Jesús,
que el rocío de la noche de Jesús los clavos entran, vuestra cruz mi gloria sea;
le ha dado sangre por perlas. porque a la Virgen María ánimo, a morir, Señor,
Mas ¡cómo podrá dormir! el corazón la atraviesan. para darnos vida eterna.
que ya la mano siniestra No dan golpes los martillos
que clavó un fiero verdugo, que en las entrañas no sea
nervios y ternillas suenan. de quien fue la carne y sangre
Poned, alma, el corazón, que vierten y que atormentan.
si llegar a Cristo os dejan; A Cristo en la cruz enclavan
entre la cruz y la mano con puntas de hierro fieras,
porque os claven con ella. y a María crucifican
Mas ¡ay Dios! que ya le tiran el alma clavos de penas.
de la mano que no llega Al levantar con mil gritos
al barreno que a la cruz la soberana bandera
hicieron la suyas fieras. con el Cordero por armas,
Con una soga doblada imagen de su inocencia.
atan la mano siniestra Cayó la viga en el hoyo,
del que a desatar venía y al punto que tocó en tierra,
tantos esclavos con ella. despojándose las manos
De sus delicados brazos dio en el pecho la cabeza.
tiran juntos con tal fuerza, Salió del golpe la sangre,
que todas las coyunturas dando color a las piedras
las desencajan y quiebran. que pues no la tiene el hombre
bien es que tenga vergüenza.
ROMANCE IX Juan como primo y amante, Sepa el fruto al vientre santo
A Cristo en la Cruz y las siete palabras como la madre de Dios y a la dulce palma el dátil,
que lo de Dios, Dios lo sabe. el alma tiene a la puerta,
¿Quién es aquel caballero Alma, mira cómo Cristo no tengan hiel los umbrales.
herido por tantas partes, para pedir por su Padre, Y si dais leche a Bernardo
que está de morir tan cerca viendo que a su madre deja porque su madre os alabe,
y no le conoce nadie? la dice palabras tales. mejor Jesús la merece,
Jesús Nazareno dice Mujer, ves ahí a tu hijo: pues madre de Dios os hace.
aquel rotulo notable: y a Juan, ves ahí a tu madre; Dulcísimo Cristo mío,
¡ay Dios! que nombre tan dulce Juan queda en lugar de Cristo, aunque esos labios se bañen
no merece muerte infame. ¡ay Dios, que favor tan grande!. en hiel de mis graves culpas,
Después del nombre y la patria Viendo, pues, Jesús que todo Dios sois, como Dios habladme.
rey dice más adelante; ya comenzaba a acabarse, Habladme, dulce Jesús,
pues si es rey, ¿cómo de espinas sed tengo dijo a los hombres, antes que la lengua os falte,
han osado coronarle? sed de que el hombre se salve. no os desciendan de la cruz
Dos cetros tiene en la mano, Corrió un hombre y puso luego sin hablarme y perdonarme.
mas nunca he visto que enclaven a sus labios celestiales
a los reyes en los cetros con una caña una esponja
los vasallos desleales. llena de hiel y vinagre.
Unos dicen que si es Dios En la boca de Jesús
de la cruz descienda y baje, pones hiel, hombre, ¿qué haces?
y otros, que salvando a muchos mira que por ese cielo
a si no puede salvarse. de Dios las palabras salen.
De luto se cubre el cielo Advierte que en ella puso
y el sol de sangriento esmalte, con sus pechos virginales
o padece Dios, o el mundo María su blanca leche,
se disuelve o se deshace. mucha dulzura suave.
Al pie de la cruz María Alma, sus labios divinos,
está con dolor constante, cuantos vamos a rogarle,
mirando al sol que se pone aunque con vinagre y hiel
entre arreboles de sangre. darán respuestas suaves.
Con ella su amado primo Llegad a la Virgen bella
haciendo sus ojos mares; y decidla con el ángel:
Cristo los pone en los dos Ave, quitad su amargura
más tierno porque se parte. pues de gracia sois el ave.
¡Oh lo que sienten los tres!
ROMANCE X No lleno, aunque lo parece, Alma, llegad a la cruz,
Al buen ladrón que todo se está vertiendo, que está Cristo todo abierto,
que anda revuelta la casa liberal y manirroto,
Ángeles que estáis de guardia cuando se muere su dueño. como se le acaba el tiempo.
en los presidios eternos, ¿Qué mucho que anden ladrones No os quedéis por vuestra culpa
al arma, alarma, a la puerta, si ha de ser Cristo en muriendo sin los tesoros inmensos:
que quieren robar al cielo. ganancia de pescadores Dios lleva un ladrón consigo,
¿Qué importa que de diamantes estando el río revuelto? mirad cual anda el deseo.
os viesen, Juan, muros bellos, Como se abrasa la casa Como todos le han dejado,
que estando Cristo enclavado y dice Dios ¡fuego, fuego! no se espante el mundo de esto,
cómo podrá defenderos? todas las joyas arroja que hacer caso de ladrones
Si Cristo Santo es la puerta, por las ventanas del Verbo. es a falta de hombres buenos.
ya la rompen con tres hierros, No le defiende María, Ahora que el cielo roban
cuyas llaves sangre bañan que también su pecho tierno es buena ocasión, entremos,
porque den vueltas más presto. está clavado en Jesús, que podrá ser que después
Acechando está un ladrón aunque se le arranque el pecho. se pongan candados nuevos.
por los mismos agujeros, Como se le muere el Hijo
si a la casa del tesoro no tiene la hacienda dueño,
de Dios puede darle un tiento. que desde que le parió
Como de su Eterno Padre la cuesta tanto tormentos.
es el escritorio el Verbo Tampoco Juan la defiende,
adonde guarda las joyas que quien se durmió en su pecho
ganzúas de fe le ha puesto. mal podrá guardar tesoros
Por las paredes humanas que no se guardan durmiendo.
que hizo de Dios el dedo Pero ya el ladrón famoso,
en el vientre de Mará como otros muchos han hecho,
escala pone a su pecho. quiere acabar predicando
Por la humildad de Cristo al que está con él diciendo:
entra a Dios el ladrón diestro, Ese padece sin culpa,
pero llegando con fe los culpados padecemos:
dicen que no es sacrilegio. Jesús, hijo de David,
Robar quiere la custodia de mi te acuerda en tu reino.
de su mayor Sacramento, Conmigo, responde Cristo,
con ver la Hostia en el Cáliz estás hoy, te prometo,
y el Cáliz de sangre lleno. que como ve que se parte
hace barato del cielo.
ROMANCE XI Que la tierra y mar se turben, Ya del nuevo Adán dormido
Al espirar en la cruz y que los hombres ingratos y de su abierto costado,
sepan que ha muerto por ellos sale la Iglesia su esposa
Desamparado de Dios, un Hijo que quiere tanto. para bien de los cristianos.
el Hombre puesto en un palo, Manda se vistan de luto Ya salen los sacramentos
el alma tiene Jesús los celestes cortesanos, del bautismo y del pan santo
en sus santísimos labios. y que se apeguen las luces que como es horno de amor,
A su Padre Eterno mira, de estrellas, planetas y astros. sale el pan Dios abrasado.
abriendo los ojos santos Rompiese el velo del templo, De la ventana del cielo
que ya cerraba la muerte cayeron los montes altos, ha quitado Dios el arco,
atrevido el velo humano. abriéronse los sepulcros para que los hombres vean
Con voz poderosa dice, y hasta las piedras temblaron. que no tiene más que darlos.
cielos y tierra temblando: Mas llamando encantamiento Pues dulcísimo Jesús,
mi espíritu, Padre mío el pueblo a tales milagros, si después de pies y manos
pongo en sus divinas manos. quebrarle quieren los huesos también dais el corazón,
Y bajando la cabeza que sólo quedaban sanos. ¿quién podrá el suyo negaros?
sobre el pecho levantado, Y como le hallaron muerto,
a la muerte dio licencia por ir seguro, un soldado
para que flechase el arco. puso la lanza en el ristre,
Espira el dulce Jesús, arremetiendo el caballo.
y del sangriento costado Abrió por el sumo pecho
sale aquella alma obediente tanta herida a Cristo Santo,
dejando el cuerpo entre clavos. que descubrió el corazón
Desnudo y muerto sin honra como buen enamorado.
mira el Padre soberano El corazón de los hombres
a su dulcísimo Hijo vieron en obras tan claro,
por un miserable esclavo. quiso también que se viese
No manda que de la cruz dar agua de sangre falto.
ejércitos soberanos Alma, a la Virgen María
le desciendan y sepulten considera en este paso
en urnas de jaspe y mármol. que la traspasa el dolor,
Manda al sol que se retire, si a Cristo el hierro inhumano.
y lo hiciera sin mandarlo, Qué queréis a un hombre muerto
por no ver desnudo a Cristo, les diría el lirio casto;
hecho a tormentos pedazos. mas bien haréis porque creo
que sois de Cristo retrato.
ROMANCE XII Ningún martirio de Cristo Y si el costado miráis
El descendimiento de la Cruz sino la corona santa y aquella profunda llaga,
tocó en el cuerpo a la Virgen Dios os de paciencia, Virgen,
Las entrañas de María hiriéndola por tomarla. porque consuelo no basta.
con nuevo dolor traspasan Sacan sangre las espinas Alma por quien Dios ha muerto
los martirios, que a Jesús de sus manos delicadas, y muerte tan afrentada,
de la alta cruz desclavan. que junta con la de Cristo mira a su madre divina
¿Quien dijera, dulces prendas, para mil mundos bastara. y dila con tiernas ansias:
para tanto bien halladas, La cual pone en su cabeza Desnudo, roto y difunto
que para subir al cielo porque a su esposo le agrada os le vuelven, Virgen santa
no fue menester escalas? que sea lirio entre espinas naciendo os faltan pañales,
Más que mucho que se alcance aquella venda de grana. mortaja muriendo os falta.
a la cruz santa arrimada: Ahora, hermosa María, Pidámosla de limosna
ni que hecho pedazos venga parecéis la verde zarza, y entiérrele en pobres andas
si el cielo a la tierra baja. que aunque el fuego baje muerto la santa misericordia
Ya no cae más sangre de él, bien arde en vuestras entrañas. pues ella misma te mata.
porque si alguna quedara Recibidle, gran señora,
otra lanzada le dieran, que de la sangrienta cama
mas fue desengaño el agua. Juan, Magdalena y José
Junto al sangriento costado a vuestros brazos le bajan.
forma una esponja helada, Cuando niño estaba en ella
devanando en sus espinas haciendo y diciendo gracias,
aquella madeja santa. que las del Padre tenía,
Los clavos baja a la Virgen que fue su misma palabra.
Nicodemus, porque bajan Tomas estas manos frías
desde el cuerpo de su Hijo y diréis viendo las palmas,
a crucificarla el alma. que un hombre tan manirroto
Con trabajo y con dolor que es mucho lo que nos daba.
José la corona saca Tomas los pies y veréis
por estar en la cabeza qué bien el mundo le paga
por tantas partes clavada. treinta y tres años que anduvo
A la Virgen la presenta, solicitando su casa.
que las azucenas blancas Poned en vuestro regazo
de sus manos vuelve en rosas la cabeza soberana,
y de su sangre las baña. veréis que el esposo vuestro
ya nos alegra y regala.
ROMANCE XIII Como fue fruta de invierno ¡Ay Hijo, si nunca errasteis
A la soledad de Nuestra Señora y cogida de una huerta, cómo con clavos os hierran!
colgáronla por el hombre fuese vuestra madre esclava,
Sola con sola la cruz, que trae la salud enferma. hieran a la madre vuestra.
los ojos puestos en ella, Y a los dos nos desfrutaron ¡Oh ensangrentadas espinas
y en sus virginales manos de la dulce fruta nuestra; que os subís a la cabeza
clavos, espinas sangrientas. pues la llevamos los dos, a que mi flor encarnada
Vueltos dos fuentes sus ojos yo con dolor, tu con pena. pues es rosa, espinas tenga!
que derraman vivas perlas, Vuelve en ti a crucificarme, ¡Ay dolorosos despojos
llorando muerta una vida, no hayas miedo que lo sienta, de la vistoria sangrienta,
dice así una vida muerta. que mal sentiré sin alma venid a ser haz de mirra
¡Ay cruz que en mi soledad, pues el sepulcro me encierra. de mi pecho y de mi paciencia!
como amiga verdadera, La lanza que le hirió muerto Herid al pecho que os ama
sólo a la sola acompañas, a mi el alma me atraviesa; y aquesta boca que os besa,
sólo a la sola consuelas! que estaba en su pecho el alma estos brazos y estos ojos,
Dame tus fuertes brazos, por estar el mío sin ella. dijo, y quedóse suspensa.
abraza esta madre tierna, Crucificarme de pechos Con lágrimas acompaña,
porque a falta de mi Hijo y no de espaldas, cruz bella, alma, a su madre y tu Reina,
los tuyos solo suplieran. que pues la de Dios guardaste, que sola al pie de la cruz
Quiero abrazarte, cruz mía; no es bien que yo te las vuelva. llora su muerte y su ausencia.
pero ¿qué sangre es aquesta Juntemos pechos y brazos, El templo rompe su velo,
que pues sin fuego hierve? que juntos es bien se vean la luna en sangre se anega,
sin duda es la mía mesma. brazos y pechos que a Dios gime el aire, brama el mar,
¡Ay sangre de mis entrañas en vida y muerte sustentan. llora el sol, tiembla la tierra.
vertida por tantas puertas, A Dios tuviste en los brazos Alma, tiembla, gime y llora
pues de mis venas saliste atándole de manera que hasta las piedras te enseñan;
vuelve a entrar en mis venas! que pudo el ladrón del hombre pues rompen sus corazones
¡Ay sangre que vertió Dios! llegar a hurtar tus riquezas. cuando el tuyo se hace piedra.
¡ay sangre que Dios desea! Cruz, teniendo a Dios en peso Los muertos a quien dio vida
pues con esta sangre cobra en Él mostraste tus fuerzas, sienten su pasión acerba,
Dios de Dios todas las deudas. pues le hiciste da de sí y tú que se la quitaste
¡Ay engañosa manzana! cuanto pudo y cuanto era. no lo sientes ni lo piensas.
¡ay mentirosa culebra! Contigo me crucifica,
¡ay enamorado Adán! y si por clavos lo dejas,
¡ay mal persuadida Eva!. aquí están aquestos tres
Llevó aquel árbol vedado que hasta el alma me atraviesan.
fruta de culpas y penas Cómo siendo arco de paz
mas vos, cruz, una granada para mi lo eres de guerra,
coronada y pechiabierta. pues son de mi corazón
de aquestos clavos las flechas.
ROMANCE XIV de limosna una mortaja, y este cabello arrancado.
Al sepultar a Cristo de su inocencia retrato. Mira aquesta boca herida
Hizo la madre el aceite y aqueste cuerpo azotado;
En el doloroso entierro de sus ojos lastimados, y esta cabeza sangrienta,
de aquel justo ajusticiado, derramando agua bendita y este pecho alanceado.
que por culpas y no suyas el Pater Noster rezando. Entraré en esas heridas,
quiso morir en un palo. Con olorosos ungüentos mas ¡ay! que sangre brotando
Las campanas clamorean ungen el cuerpo llagado, cierta señal, alma mía,
y los sensibles peñascos, de los vasos de sus ojos que eres tu quien la has dado.
que es bien que las peñas hablen mirra amarga destilando. Yo te perdono mi muerte
en tan lastimoso caso. Llevan al difunto Dios como llores mis pecados
Viste el sol bayeta negra en los dolorosos brazos, que estoy para perdonar,
y la luna monjil basto, con lamentables suspiros aunque muerto no cansado.
capuces la tierra y cielo, tristes lágrimas llorando. Cesen ya las sinrazones,
que son del muerto criados. Llegan al sepulcro ajeno, alma, basta lo pasado,
La noche colgó de luto y fue pensamiento sabio, que será hacer de tus hierros
las paredes del Calvario, que para sólo tres días otra lanza y otros clavos.
y el templo pesar mostró basta un sepulcro prestado. Acábense con mi muerte
sus vestiduras rasgando. Abrió el sepulcro la boca tus culpas y mis agravios,
Las hachas son amarillas y recibió a Dios temblando, porque es ofender a un muerto
que los celestiales astros que aun las piedras si comulgan de corazones villanos.
como vieran su luz muerta han de temblar comulgando. De tus culpas y mis llagas
amarillos se tornaron. Alma, ven a las exequias los dos quedaremos sanos
De la Caridad vinieron de Jesús tu enamorado, sin derramar sobre ellas
a enterrarle los hermanos, que yace por tus amores mirra de dolor amargo.
y los de la Vera Cruz muerto, herido y desangrado. Alma, mis heridas cure
con algunos del Traspaso. Mira sin luz a la luz, con este bálsamo santo,
Angustias y Soledad sin vida al que te la ha dado, y las tuyas que tu hiciste
el entierro acompañaron, condenando al Salvador las podrás curar llorando.
que era su madre cofrade por salvar al condenado. En el plato de tus ojos
y la primera que ha entrado. Mira por ti a Jesús muerto, me dé manjar de tu llanto;
No vino la clerecía, y que muerto y enclavado y podrán decir que un muerto
que de doce convidados te dice ¡ay esposa mía! pudo dar vida este plato.
uno solo se halló en él, aunque me has muerto te amo. Ámame tu como debes
que era del difunto amado. Ves aquestos rojos pies y viviremos entrambos
Para amortajar al cuerpo y aquestas sangrientas manos, tu enterrándote conmigo
dio un piadoso cortesano mira este rostro escupido y yo en ti resucitando.

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