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Inmoralidad, prostitución y espacio público

En el fallo T-594 del 2016 que trata sobre los derechos de los trabajadores sexuales se parte
de la mención de que dentro del marco de la Constitución de 1991 hay una obligación estatal
de propender por la igualdad material mediante la adopción de medidas de protección a
grupos discriminados. Este es el primer acápite importante en la sentencia, pues se parte del
reconocimiento de la condición de vulnerabilidad de estos trabajadores por ser marginados
por su actividad. En este sentido, se reconoce que la prostitución está revestida de muchos
estigmas que generan discriminación, que según la Corte tiene dos fuentes una legal y una
social. Cuando se habla de la discriminación social esta corporación habla de que, si bien
este trabajo es tolerado, se ve como algo indigno e indeseado, lo cual me parece muy
interesante, ya que incluso muchas personas que acuden a estos lugares ven a los trabajadores
sexuales como indignos por decidir “vender su cuerpo” y con menos valor, como si no
merecieran respeto o existiera un límite para la autonomía para elegir un trabajo en la
concepción social de moralidad. Por otro lado, estos prejuicios facilitan que la vulneración
de otros derechos y afectar otros procesos como los de custodia, por ejemplo, al verse a los
trabajadores sexuales como no aptos para ser padres.

La discriminación, como se observa en el Informe de PARCES ONG y PAIIS y en la misma


sentencia procede de una concepción de la prostitución como una “actividad inmoral, no
digna de amparo legal y constitucional” de acuerdo con la jurisprudencia. Como
consecuencia, se genera una desprotección legal de estas personas, al punto que en el Código
de Policía Nacional anterior determinaba la obligación del Estado para prevenir el trabajo
sexual, y rehabilitar a los que ejerzan esta actividad. Ambos textos diferencian la explotación
sexual (prostitución ilícita) del trabajo sexual, y resaltan que es imperativo que se
descriminalice, regule este para proteger a los trabajadores, que se ven expuestos a
hostigamientos constantes.
No obstante, más allá de la protección legal que pueda brindar el Estado, siguen existiendo
estigmas muy fuertes sobre esta profesión, lo que genera rechazo incluso por parte de las
familias de los trabajadores, les niegan entradas a lugares, en palabras expuestas por el
informe de las fundaciones anteriormente mencionadas según testimonios los tratan como “si
fueran lo peor de la calle” o como si no sirvieran para nada. Lo que resulta es una cosificación.
Además, estas personas tienen miedo constante de ser asesinados, y se ven expuestos a
violencia física y verbal, casos que en caso de darse no generan indignación de la sociedad.

En adición, otro punto neurálgico de la sentencia es visibilizar que no todos los trabajadores
sexuales son mujeres, lo que en cierta forma intenta cambiar esa visión la prostitución como
mujeres vestidas de forma provocadora en el espacio público, tema también tratado en la
providencia, se deja claro que el que una mujer vista de esta forma no significa que sea
prostituta o que esté invadiendo el espacio público.

Sumando, otro estereotipo que se pretende romper en la sentencia que a mi parecer es esencial
para dar el debate de la prostitución lícita respetando la dignidad de las personas que la
ejercen es el concepto de lo que se está vendiendo es un servicio y no el cuerpo de la persona.
Lo que es una concepción generalizada en la sociedad, y se tiene que tener claro que los que
contratan estos servicios no tienen titularidad sobre el cuerpo de los trabajadores, no tienen
el derecho de hacer lo que quieran con este, debería haber límites claros en este acuerdo.

Por último, se encuentra el tema de los espacios públicos, las zonas de tolerancia y el
reconocimiento de los distintos contextos dentro de la prostitución. En primer lugar, la Corte
especifica que la prostitución se da usualmente en niveles socioeconómicos bajos, por lo que
la Administración no puede apuntar a vetar a los trabajadores sexuales del espacio público,
lo que se debe llevar a cabo es un plan de acción para otorgar oportunidades laborales a estos.
Así pues, se debe examinar que dependiendo del lugar donde se realice esta actividad hay
distintas realidades que deben ser tenidas en cuenta, pues en algunas localizaciones se ha
desarrollado planeación urbana buscando eliminar poblaciones no deseadas en la comunidad,
y donde la Policía Nacional ejerce acciones más contundentes para “prevenir esta profesión
tan inmoral”. Es así, como considero fundamental romper con la idea de la generalización de
la profesión como un mal y de los trabajadores sexuales como víctimas que requieren
rehabilitarse para encajar en sociedad, porque la falta de dignidad de estas personas no está
en su elección de trabajo, sino en la forma en como la gente los reconoce mediante el
maltrato.

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