Según la definición de la RAE (Real Academia Española) un
estereotipo es la imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. También se puede decir que se conoce con el nombre de estereotipo a la percepción exagerada y con pocos detalles, simplificada, que se tiene sobre una persona o grupo de personas que comparten ciertas características, cualidades y habilidades, que busca justificar o racionalizar una cierta conducta en relación a determinada categoría social. Si bien estas definiciones son bastante amplias, no explican las consecuencias que traen en la sociedad, son concepciones banales que no dejan ver el trasfondo de lo que genera en las personas que son encasilladas en base a estos perjuicios o ideas, porque sí, un estereotipo es un perjuicio hecho por alguien que trata de encasillar a otro, ya sea para criticar, para discriminar o para imponer un rol dentro de la sociedad. Existen varios estilos de estereotipos por ejemplo están los raciales, los éticos, los religiosos, los de género, lo corporales, etc. Se pueden identificar con mucha facilidad a lo largo de la historia, por ejemplo, a la gente de color en el siglo 15 se le decía que no eran de sangre pura y debían trabajar para los blancos o cuando se menciona que las mujeres deben cumplir con el rol de ama de casa, no trabajar y dedicarse completamente a los hijos y a su esposo, seguro habrán escuchado a alguien decir que por solo el hecho de ser mujeres manejan mal. Los estereotipos influyen en nuestra vida a veces de manera inconsciente y nos crean una idea errónea, así como una falacia de generalización, no todas las mujeres con el pelo rapado son lesbianas o feministas, no todos los hombres que se pintan las uñas son homosexuales, no todas las mujeres quieren ser madres, no todos los que estudian carreras más cortas son vagos, no todas las personas son como el modelo de belleza que los medios de comunicación imponen y así podríamos seguir enumerando ejemplos que suceden en la vida cotidiana. ¿Por qué está bien que nos identifiquen de cierta manera solo por la ropa que usamos o por cómo nos manejamos o por el sexo biológico que tenemos? Sería mucho más lindo ir por la vida con la tranquilidad de que nadie te va a juzgar por las cosas que te gustan o haces, sin embargo, vivimos en una sociedad llena de roles impuestos, con miedo a ser como somos. ¿Qué pasa si nos salimos de la norma? Antes que nada, no todos tienen la autoestima y el coraje suficiente para ser diferentes al resto, para aguantar comentarios ofensivos, porque lamentablemente hoy en día si bien el mundo está avanzando, todavía no hay libertad plena. Y aquellos que se animan son considerados valientes para muchos ¿Acaso no les parece horrible que se tenga que estar así? El problema principal es la empatía y el poco entendimiento de la gente en cuanto a cómo le puede afectar a una persona un mínimo comentario, no todos soportamos las mismas cosas y no a todos nos influye de la misma manera. Además de que esto es algo que viene desde hace años, todavía no somos capaces de razonar que no todo es como se dice o cómo se estipuló desde un principio, es algo tan simple como aceptar que todos somos diferentes que no hay algo normal o algo anormal, simplemente somos seres que vivimos y según nuestra formación nos gustan unas cosas u otras. ¿Como se sentiría una chica que por no cumplir los roles impuestos de mujeres es criticada y tratada como un varón? Si bien depende de cómo se lo tome, no deja de ser una cohibición, esa chica podría sentirse mal, amargada, menos mujer, podría generar un malestar enorme por eso es muy importante pensar antes de hablar pero sobretodo tener la cabeza abierta para entender que no todas las personas encajan con los estereotipos y eso también está bien. Simone de Beauvouir argumentó que la feminidad definida en torno al cuidado por otros y por su propia imagen provocaba un freno en el desarrollo de otras capacidades. La escritora explicó todo esto desde la crítica a esa idea de “esencia femenina”. La palabra “feminidad”, argumentaba, no designa una misteriosa cualidad o esencia que toda mujer tiene en virtud de su ser biológico femenino, sino a una condición cultural que delimita la situación típica de ser mujer en una sociedad particular. Por eso afirmó: “No se nace mujer: se llega a serlo”. Seguimos inmersos en las ideas que Simone de Beauvoir describió en 1949 para explicar en qué consistía la desigualdad de género. Ser chico, decía la autora, implica desarrollar una subjetividad que tome iniciativa y que cree su propia vida individualizada. A las niñas, sin embargo, se les enseña que ese universo de la autorrealización está cerrado para ellas, que el mundo de la acción no les pertenece, que deben atender sobre todo al cuidado de los otros y de su propia imagen. Mientras los chicos desarrollan una subjetividad centrada en el mundo de la acción y de la autonomía individual, las chicas van siendo encerradas en una esencia femenina que no les permite crecer como sujetos, sino como objetos al servicio de otros y de su propia imagen. Los estereotipos no sólo afectan sino que también generan desigualdad. Para finalizar me gustaría decir que como sociedad tenemos el deber de respetar a todos, es una cuestión social que sucedió, sucede y espero que no suceda más, es necesario erradicar los estereotipos, es necesario erradicar el perjuicio, dejemos de encasillar, dejemos que las personas sean libres, vivamos en un mundo en el que no haya opresores ni oprimidos y menos por su apariencia física o sus ideales, dejemos ser y respetemos porque no nos gustaría estar en el lugar de esas personas que viven con miedo a ser como son. Aprendamos a aceptar.