N AT I O N A LG E O G R A P H I C .CO M .

E S | JULIO 2018

EL CUERPO
AL LÍMITE
C I E N C I A Y T E C N O LO G Í A E X P LO R A N E L R E N D I M I E N TO H U M A N O
4,95 € PVP CANARIAS 5,10 €
43001

771138 143006

H I S TO R I A S D E LA CRISIS DE LAS BRASIL: RITUALES

L A E DA D D E L H I E LO AV E S M A R I N A S D E L I B E R AC I Ó N
9
AK 550
pl an
DuO
I SUMARIO
VO L . 43 • N Ú M . 1 • R E V I S TA O F I C I A L D E N AT I O N A L G EO G R A P H I C S O C I E T Y

El aspirante olímpico Michael Andrew se prepara, con su padre y entrenador, en la piscina de su casa de Lawrence, en Kansas.
Nada distancias cortas a gran velocidad como parte de un programa que desafía los métodos tradicionales de entrenamiento.

2 | EL CUERPO AL LÍMITE 30 | HISTORIAS DE LA EDAD 46 | MURCIÉLAGOS

Más rápido, más alto, más fuerte…
La ciencia y la tecnología ayudan
a los atletas a pulverizar marcas
constantemente y batir récords
imposibles. ¿Pero dónde están los
límites del rendimiento humano?
Por Christine Brennan
Fotografías de Mark Thiessen,
David Burnett, Nichole Sobecki
DEL HIELO
Bisontes, mamuts, rinocerontes
lanudos y leones poblaban la cornisa
cantábrica en la última glaciación.
Los paleontólogos estudian los
restos fósiles de aquella fauna
hallados en las simas asturianas.
Texto e ilustraciones de Diego Álvarez Lao
Fotografías de Pau Fabregat
CARNÍVOROS
De todos los murciélagos que habitan
el planeta, menos del uno por ciento
se alimenta de otros vertebrados.
Un antiguo templo maya en el centro
de México desvela los secretos de
estos depredadores nocturnos.
Por Virginia Morell
Fotografías de Anand Varma

MARK THIESSEN
| SUMARIO | JULIO 2018

SECCIONES REPORTA JES

TU FOTO 58 | RITUALES DE LIBERACIÓN

Los descendientes de los africanos
VISIONES han creado en Brasil un conjunto de
ritos con los que superar el amargo
EXPLORA recuerdo de más de tres siglos
Campo visual total de esclavitud. El fotógrafo Ricardo
Los plásticos que no se ven 7HOHVƃMDVXPLUDGDHQODFXOWXUD
Cómo convertir la basura afrobrasileña, fruto de distintas
en un tesoro LQƄXHQFLDVHFRQµPLFDVWULEDOHV
y religiosas, representada en sus
A todo gas contra el cáncer
imágenes a través de vistosas
Una mosca que bucea danzas y celebraciones rituales.
Por Ronaldo Ribeiro
NOTAS DE CAMPO Fotografías de Ricardo Teles
Jessica Cramp: cómo salvar
a un depredador

INSTINTO BÁSICO
Sexo a la carrera 74 | LA CRISIS DE LAS AVES
MARINAS

EN TELEVISIÓN La población mundial de aves

PDULQDVKDFD¯GRXQȗGHVGHTXH
EDITORIAL se tomaron los primeros registros
en la década de 1950. Crían en islas
PRÓXIMO NÚMERO remotas y pasan desapercibidas
a nuestros ojos, pero la alteración
de los hábitats, la contaminación,
el cambio climático y la pesca
comercial las amenazan. Salvarlas
pasa sin duda por conocerlas mejor.
Por Jonathan Franzen
Fotografías de Thomas P. Peschak

En portada Tras la carrera, un atleta 108 | EL CAZADOR

cruza la línea de meta. El deporte se
Para los udege, un pueblo originario
ha convertido en un campo de pruebas
para conocer cuáles son los límites de
del extremo oriental de Rusia,
la capacidad física del cuerpo humano. la caza es una práctica ancestral
Fotografía de PhotoAlto / Milena Boniek / vinculada a su supervivencia.
Getty Images El fotógrafo Álvaro Laiz pasó cuatro
meses en esas tierras remotas
IRWRJUDƃDQGRVXPRGRGHYLGD
Envíanos tus cartas El proyecto en el que ahora trabaja
o comentarios a se enmarca en el Genographic, una
forum-ngme@rba.es iniciativa de National Geographic
que sigue la huella de la expansión
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de la especie humana por el mundo.
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Texto y fotografías Álvaro Laiz
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DE ARRIBA ABAJO: RICARDO TELES; THOMAS P. PESCHAK; ÁLVARO LAIZ

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|   T U F O TO   |   YO U R S H O T. N G M .C O M

Hans-Martin Dölz
Stuttgart, Alemania
Una foto de la biblioteca municipal de Stuttgart, la Stadtbibliothek, animó a Dölz a visitar esta
LQVWDODFLµQ\IRWRJUDƃDUODFRQVXSURSLDF£PDUD(OHGLƃFLRF¼ELFRSUR\HFWDGRSRUHODUTXLWHFWR
VXUFRUHDQR(XQ<RXQJ<LVHLQDXJXUµHQ'¸O]TXHYLYHFHUFDGH6WXWWJDUWHOLJLµXQD
SHUVSHFWLYDTXHPRVWUDUDFµPRODOX]QDWXUDOLOXPLQDHOLQWHULRUGHODVVDODV\DJXDUGµHO
momento adecuado para su composición: una mujer bajando las escaleras y varias personas
HQODFDIHWHU¯DGHOSULPHUSLVR<DHQHORUGHQDGRU'¸O]HOHYµHOFRQWUDVWH\ODH[SRVLFLµQ
\UHGXMRODVDWXUDFLµQGHODPDULOORSDUDGHVWDFDUODEODQFXUD\OXPLQRVLGDGGHOHGLƃFLR
I VISIONES
Rusia
Con más de 36 metros de
longitud, la medusa crin de
león (Cyanea capillata) es la
más grande del mundo. Sus
tentáculos, transparentes y
cubiertos de células urticantes,
paralizan a sus presas.
Aunque su picadura no llega
a matar a los seres humanos,
puede resultar muy dolorosa.
$/(;$1'(56(0(129ȗȗ(67$&,•1
%,2/•*,&$'(/0$5%/$1&2
China
El viento ayuda a este pescador
a desplegar sus redes en la
ciudad costera de Ningde, en
la provincia de Fujian. La pesca
y la acuicultura representan
una parte importante de la
economía local de esta región,
que exporta todo tipo de
productos del mar, desde
ostras hasta anguilas.
'$11<:21*
Dinamarca
El sol del ocaso ilumina el faro
de Kallur, en Kalsoy, una pequeña
isla de las Feroe. Este remoto
archipiélago del Atlántico Norte
VLWXDGRHQWUH,VODQGLD1RUXHJD
y las islas Shetland, está formado
por 18 islas de origen volcánico,
de morfología rocosa, con
DEUXSWRVDFDQWLODGRV\ƃRUGRV
:2-&,(&+.58&=<ą6., * (77<,0$*(6
O Encuentra estas y otras fotografías en nationalgeographic.com.es
I  E X P LO R A
La rotación casi completa del cuello no es exclusiva de los búhos
americanos (Bubo virginianus), como el de estas imágenes. Todos
los búhos pueden girar la cabeza hasta 270 grados, lo que les supone
una gran ventaja a la hora de detectar presas o depredadores.
NAT I O NA L G E O G R A P H I C • JUL IO 2 0 18
CAMPO VISUAL TOTAL
Sí, es cierto, los búhos pueden girar la
cabeza hasta 270 grados sin destrozar-
se el pescuezo, una habilidad que tam-
bién tenía Megan McNeil, la aterradora
niña de El exorcista. Pero si bien esta
debía su insólita destreza a las fuerzas
del mal, la rapaz nocturna que nos ocu-
pa ha desarrollado la misma capacidad
para suplir su falta de movilidad ocular:
sus ojos son tubulares, parecidos a un
telescopio, lo que le brinda una visión
excelente, pero únicamente frontal.
Así, mientras muchos animales pue-
den dirigir la vista en cualquier direc-
ción, los búhos no; en lugar de eso giran
el cuello casi por completo. Pero ¿cómo
es posible que tamaña contorsión no
dañe los huesos cervicales, los múscu-
los y los tejidos? ¿E incluso que el riego
sanguíneo llegue hasta el cerebro?
Para desvelar el enigma, un equipo
científico de la Escuela de Medicina de
la Universidad Johns Hopkins de Bal-
timore, en Estados Unidos, estudió la
estructura ósea y vascular de esta rapaz
creando una serie de imágenes tridi-
mensionales de sus vasos sanguíneos
y sus huesos a partir de una docena de
búhos muertos, a los que inyectaron
una sustancia plástica para preservar
las arterias durante la disección.
Las conclusiones extraídas son sor-
prendentes: el agujero vertebral en las
vértebras cervicales es mucho más
ancho en los búhos que en otras aves,
y que en los humanos; de este modo,
las arterias que pasan por su interior
no resultan dañadas al rotar el cráneo.
Asimismo se cree que esas cavidades
huecas podrían contener bolsas de aire
para amortiguar aún más el impacto de
la rotación. Finalmente, comprobaron
que las arterias carótidas se dilatan jus-
to debajo de la base del cráneo, posible-
mente para asegurar el suministro de
sangre al cerebro mientras giran la ca-
beza. Sin duda, una explicación mucho
más sugerente que la de aquella inde-
corosa posesión demoníaca.
67(9(*(77/( $*()272672&.ǖ$0%$6Ǘ
|   E X P LO R A   |   P L Á S T I C O S

1 Tejidos sintéticos como

forros polares, acrílicos y

1 de poliéster emiten miles de

ƃEUDVPLFURVFµSLFDVHQFDGD
lavado. Cada año, cerca de
un millón de toneladas de
HVWDVPLFURƃEUDVYDQDSDUDU
2 a las aguas residuales.

2 El polvo de los neumáticos

de caucho estireno-butadieno
6 alcantarillas y de allí, a los
5 viales, en el casco de los
LOS PL Á STICOS
QUE NO SE VEN
De los ocho millones de toneladas de
plástico que cada año van a parar al
océano, entre un 15 y un 31 % está cons-
tituido por microplásticos, fragmentos
de menos de cinco milímetros, muchos
de los cuales son tan diminutos que no
son apreciables a la vista. Aunque una
parte de estas micropartículas se gene-
ra por la degradación de piezas de ma-
yor tamaño, otra fracción importante
es producida por actividades que hace-
mos a diario, como conducir, lavar la
ropa, asearnos, arreglarnos o pintar.
Según datos de la UICN, de esa can-
tidad total de microplásticos, dos ter-
ceras partes proceden de las lavadoras
y de la abrasión de los neumáticos que
tiene lugar cada vez que se conduce un
automóvil. Unos datos que secunda la
organización Orb Media, dedicada a
¿PLANETA O PLÁSTICO?
3 ese polvo de pintura se posa
4 de plástico mal gestionados
divulgar temas de interés público en
todo el mundo y que ha elaborado un
extenso informe al respecto. A estas
cifras hay que sumar la cantidad ingen-
te de microesferas que contienen mul-
titud de cosméticos y productos de aseo
personal, como las cremas exfoliantes,
los geles de baño o los dentífricos.
En una sola ducha, según un informe
del Comité de Auditoría Medioambien-
tal de la Cámara de los Comunes del
Reino Unido, se pueden generar hasta
100.000 microesferas, que se van por
el desagüe, escapan a los filtros de las
depuradoras y van a parar a los ríos y al
mar, donde son ingeridas por los ani-
males acuáticos. Una sorprendente
proporción de micropartículas plásti-
cas, de las cuales una parte reaparece
en las conducciones de agua potable
La cantidad de plástico en nuestros océanos no deja de crecer. Súmate a National Geographic
en su campaña contra el uso abusivo del plástico y cuéntanos a través del correo electrónico
planetaoplastico@nationalgeographic.com.es tus prácticas sostenibles, tus propuestas
y opiniones. Más información en nationalgeographic.com.es
6%5YDDSDUDUDODV
arroyos, ríos y océanos.
Los automóviles y camiones
emiten más de 20 gramos
de este tipo de polvo por cada
100 kilómetros conducidos.
3 El polvo de las pinturas
aplicadas en las marcas
barcos y en los hogares aporta
HOȗGHODFRQWDPLQDFLµQ
microplástica en los océanos.
Los estudios muestran que
VREUH OD VXSHUƃFLH GHO PDU
4 Microplásticos secundarios
Al menos ocho millones
de toneladas de residuos
van a parar a los océanos,
ríos y lagos del mundo cada
año. Tenedores, bolsas,
pajitas y envoltorios, entre
otros objetos, se fragmentan
en piezas cada vez más
pequeñas hasta pasar a
ODVFDGHQDVWUµƃFDVPDULQD
y humana.
5 Fibras sintéticas en el aire
/RVFLHQW¯ƃFRVHPSLH]DQ
DH[DPLQDUFµPRODVƃEUDV
microscópicas llegan a
la atmósfera y cuál es su
papel como fuente de
contaminación tanto en
la tierra como en el mar.
La causa más probable
es la abrasión: con la simple
fricción de las extremidades
ODVƃEUDVGHODURSDVH
rompen y pasan al aire.
6 Microesferas
Contenidas en limpiadores
faciales y otros cosméticos,
se estima que más de
8 billones de microperlas
contaminaron las aguas
en Estados Unidos en 2015.
ILUSTRACIÓN: DAVID MARTÍNEZ
En 2015 se hizo un estudio
en París según el cual
entre tres y diez toneladas
GHPLFURƃEUDVSO£VWLFDV
WUDQVSRUWDGDVSRUHODLUH
VHGHSRVLWDQFDGDD³RHQOD
VXSHUƃFLHGHHVWDFLXGDG
GETTY IMAGES
|   E X P LO R A   |   P L Á S T I C O S

(y también en el agua embotellada e

incluso en la sal de mesa), cerrando así
el círculo completo.
Los efectos nocivos que ocasionan
estos microrresiduos en los animales
que viven en mares y ríos o cerca de
ellos es ya bastante conocido. Sin em-
bargo, ¿qué repercusión tienen en las
bacterias, esos organismos tan y tan
abundantes situados en el nivel más
bajo de la cadena trófica?
Un equipo de investigadores del Ins-
tituto de Ciencias del Mar, situado en
Barcelona, y del Instituto de Investiga-
ciones Marinas, de Vigo, ambos del
CSIC, han averiguado algunas cosas
importantes al respecto. «Estos resi-
duos liberan una gran cantidad de car-
bono orgánico disuelto en el agua,
hasta 23.600 toneladas métricas por
año. La mayor parte de este carbono es
consumido rápidamente por las bacte-
rias marinas, las cuales ven estimulado
su crecimiento», dice Cristina Romera
Castillo, directora del estudio.
Además, añade, «los plásticos con-
tienen aditivos químicos, que les con-
fieren propiedades como la elasticidad
y la durabilidad, que pueden transfe-
rirse al agua, y factores como la radia-
ción solar estimulan la liberación de
estos compuestos».
Pero esos microfragmentos plásticos
no solo ofrecen alimento a las bacte-
rias. También son plataformas flotan-
tes donde estas pueden instalarse, algo
que ha llamado la atención del micro- en los mares Báltico y del Norte, donde La bacteria Vibrio
biólogo Gunnar Gerdts, del Instituto
Alfred Wegener (AWI) de Alemania.
Según Gerdts, es normal que los orga-
nismos unicelulares del mar colonicen
la probabilidad de que aparezcan bac- parahaemolyticusDUULED
se desarrolla en el agua
terias potencialmente patógenas ha del mar y encuentra en
aumentado debido al incremento de la las microesferas (derecha,
temperatura del agua. microperlas presentes en
todo tipo de soportes, ya sean piedras,
cascos de barcos o conchas de gasteró-
podos. Lo preocupante es que algunos
de los microorganismos que se asien-
tan en esos nichos de plástico pueden
XQDFUHPDH[IROLDQWHIDFLDO
¿Pueden esas partículas plásticas una plataforma donde vivir
convertirse en un vector de enferme- y propagarse. Organismos
dades?, cabe preguntarse. «De momen- como Sagitta setosa, que
forma parte del plancton
to no lo sabemos –dice el microbiólogo
oceánico de todo el globo,
alemán–. Pero es posible que en el futu- ingieren microplásticos:
ser dañinos para el ser humano. Gerdts
ha detectado uno de ellos, la bacteria
Vibrio parahaemolyticus, un agente
patógeno causante de gastroenteritis,
diarrea y vómitos. Ha sido detectada
NAT I O NA L G E O G R A P H I C • JUL IO 2 0 18
ro las masas de microplásticos acumu- HVWHHMHPSODUDEDMR
ladas en los océanos promuevan la KDLQJHULGRXQDƃEUD
plástica azul de unos tres
propagación de enfermedades». Habrá milímetros de longitud.
que seguir atentos al desarrollo de los
acontecimientos.
'(11,6.81.(/0,&526&23< 6 3/ $*()272672&.ǖ$55,%$Ǘ5,&+$5'.,5%<ǖ$%$-2Ǘ
67(9(*6&+0(,661(5 6 3/ $*()272672&.ǖ'(5(&+$Ǘ
 El mapa muestra el
porcentaje de muestras
de agua del grifo tomadas
en 2017 en distintos
países y regiones del
India
mundo que contenían
Europa 82 ,4% microplásticos (cifras
(( 88 72 , 2% 4,0 HQD]XO\HOSURPHGLR
94,4% 1,9 GHƃEUDVSO£VWLFDV
4,8 Líbano por cada 500 mililitros
93,8% halladas en dichas
4, 5 Indonesia
PXHVWUDVFLIUDVHQURMR
76, 2% Por ejemplo, en Indonesia,
Ecuador Uganda 1,9 HOȗGHODVPXHVWUDV
79, 2% 80,8% contenían un promedio
2,2 2,2 GHƃEUDVSO£VWLFDV
por cada medio litro.

0$3$1*0Ǒ( NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U LI O 2 018

)8(17(25%0(',$ǪǨǩǯ
|   E X P LO R A   |   P L Á S T I C O S

CÓMO CONVERTIR
L A BA SUR A EN UN
TESORO

Olvídese del Bitcoin. Si lo que busca es

una nueva moneda con más potencial,
la encontrará en el cubo de basura, dice
Arthur Huang, y para demostrarlo ha
construido una planta portátil de reci-
claje. Su Trashpresso, como ha llamado
a su invento, transforma con energía
solar los plásticos en baldosines para
suelos y paredes.
«Estas máquinas son un prototipo de
lo que en mi opinión debería ser el futu-
ro del reciclaje», dice Huang, Explora-
dor Emergente de National Geographic.
Por ahora ha construido dos máquinas
Trashpresso y las ha transportado por
carretera, en plataformas de 12 metros
de largo, a lugares tan remotos como
Yushu, en la meseta del Tibet. El famo-
so actor Jackie Chan habla de esta expe-
dición en el documental de National
Geographic Green Heroes.
Dondequiera que llegue el invento,
siempre hay plástico de sobra para que
Trashpresso lo triture y comprima, y
Yushu no fue una excepción. «Esta
diminuta población es como un micro-
cosmos de una gran ciudad y, como tal,
sufre los mismos problemas», afirma
Huang. Las botellas de agua y otros
desechos –muchos de ellos dejados por
los viajeros– acaban en los ríos y, final-
mente, en el mar.
Huang imagina una red de plantas
de reciclaje locales que generen nuevos
productos… y nuevas ideas. La misión
de su empresa, Miniwiz, es articular
este tipo de economía circular. Desde
2005 ha transformado residuos plásti-
cos en muebles, accesorios, edificios e
incluso un pequeño aeroplano, siempre
animando a la gente a ver en los envases
un artículo valioso.

El Explorador Emergente de National

Geographic Arthur Huang ha ideado una
planta de reciclaje portátil que transforma la
basura en baldosas para suelos o paredes.

NAT I O NA L G E O G R A P H I C • JUL IO 2 0 18 0,1,:,=

|   E X P LO R A   |   C I E N C I A
A TODO GA S Las terapias oncológicas más avanzadas
CONTR A se basan en una idea de hace un siglo:
predisponer al sistema inmunitario en
EL C ÁNCER contra de los tumores. En 1891 un ciru-
jano de Nueva York llamado William
Coley advirtió que algunos tipos de cán-
cer parecían remitir cuando los pacien-
tes sufrían una infección. Guiado por
esa intuición, Coley inyectó bacterias
a un paciente con cáncer de cuello. El
tumor empezó a reducirse.
La inmunoterapia es hoy el campo
más emocionante de la investigación
oncológica. La ciencia ha descubierto
que una infección puede acelerar el
sistema inmunitario y lanzar al ataque
células T, aquellas que aniquilan a los
invasores extraños, incluidas las célu-
las cancerosas.
Las nuevas terapias
oncológicas ayudan a Estudios recientes están identifican-
las células T del sistema do nuevos modos de fomentar ese tipo
el que se esconden de las células T.
Algunas estrategias pasan por desacti-
var los frenos del sistema inmunitario,
y otras, por retirar los obstáculos mole-
culares o celulares que impiden su
acción, dice Elfriede Noessner, oncólo-
ga del Centro Alemán de Investigación
en Salud Medioambiental de Múnich.
La científica ha equipado células T con
una molécula extra que refuerza su res-
puesta contra las células cancerosas y
está diseñada para activarse en el inte-
rior del tumor.
Aunque no todos los cánceres res-
ponden a la inmunoterapia, los inves-
tigadores están empezando a descifrar
la compleja genética que hace que algu-
nos tumores sean vulnerables al ataque
inmunológico. Con el tiempo, predice
Noessner, los médicos podrán atacar
más tipos de cáncer con tratamientos
LQPXQLWDULRGHFRORUURVD de ataques inmunológicos; por ejem- combinados, en los que se incluirán
a localizar y atacar las
células cancerosas plo, con fármacos que despojan a las anticuerpos que derriben las barreras
GHFRORUDPDULOOR células cancerosas del camuflaje con inmunológicas.

67(9(*6&+0(,661(56&,(1&(6285&(
Le Petit Prince® The Little Prince® © Antoine de Saint Exupéry Estate. Licensed by LPP612.

C r e a t i n g n ew h e i g h t s .
Hugh Jackman se convierte en guardián de la imaginación
con el nuevo Montblanc Meisterstück Le Petit Prince.

montblanc.com/petit-prince
|   E X P LO R A   |   V I DA S A LVA J E
UNA MOSC A
QUE BUCE A
¿Cómo harías para no mojarte en lo que
un científico ha llamado «el agua más
húmeda del mundo»? Si fueses una
mosca del lago Mono, el truco es tener
un pelo hirsuto. Situado al este del Par-
que Nacional Yosemite, en California,
este lago es el hábitat de Ephydra hians,
o mosca de las riberas, una especie cuya
adaptación le permite sacar el máximo
partido a un entorno tan inhóspito. El
biólogo Floris van Breugel se propuso
descubrir cómo lo hace.
Los pelillos que cubren el cuerpo de
otras moscas repelen la humedad de las
gotas de lluvia o las salpicaduras de
mar, pero al experimentar con diversas
especies y con líquidos de salinidad
variable, Van Breugel descubrió que la
mayoría de las moscas no conseguían
mantenerse secas en aguas extremada-
mente salinas, como las del lago Mono.
Las elevadas concentraciones de car-
bonato de sodio, una sal cuyas molé-
culas se adhieren con facilidad a las
superficies, hacen que el agua del lago
sea lo que él denomina «superhúmeda».
NAT I O NA L G E O G R A P H I C • JUL IO 2 0 18
Para la mosca del lago Mono eso no Los pelillos densos y
es ningún problema, pues es capaz de cerosos proporcionan a
bucear hasta el mismo fondo del lago
Ephydra hians una burbuja
de aire protectora, lo cual
para alimentarse de algas y poner sus le permite estar sumergida
huevos rodeada de una burbuja de aire HQHOVDOLQRODJR0RQR
que hace las veces de traje de buceo y sin mojarse y sin dejar de
respirar hasta 15 minutos.
pulmón externo. El secreto de su éxito,
dice Van Breugel, radica
en que es mucho más ve-
lluda que otras moscas:
sus pelos son más largos
y densos, y están cubier-
tos de una cera protecto-
ra que impide que el agua
entre en contacto con su
cuerpo. Las únicas zonas
lampiñas son las estruc-
turas de alimentación y
desove, que quedan fuera
de la burbuja de aire y por lo tanto
siguen funcionando bajo el agua.
Estas adaptaciones han permitido a
Ephydra hians sobrevivir, garantizán-
dole el acceso a las fuentes de alimento
y a las zonas de puesta inalcanzables
para otras criaturas. La especie es a su
vez parte integral del ecosistema del
lago, como alimento de más de dos mi-
llones de aves que cada año hacen esca-
la en él durante sus migraciones.
)/25,69$1%5(8*(/ǖ$0%$6Ǘ
|   N O TA S D E C A M P O   |   J E S S I C A C R A M P

CÓMO SALVAR A UN DEPREDADOR

D E S P U É S D E AY U DA R A P R O H I B I R E L C O M E R C I O D E T I B U R O N E S
E N L A S I S L A S C O O K , J E S S I C A C R A M P T I E N E U N A P R E G U N TA :
¿ P U E D E U N A L E Y P R O T E G E R A LO S T I B U R O N E S ?

P O R NINA STROCHLIC F OTO G R A F Í A S D E ANDY MANN

en
M I E N T R A S D E S P E DA Z A N L A S E N T R A Ñ A S D E U N AT Ú N
la cubierta de un barco, Konini Rongo y Bella Smith se
enteran de que viven en uno de los santuarios de tibu-
rones más grandes del mundo. Las chicas, ambas de
17 años, están trocedando despojos junto a una hilera
de barcos pesqueros en un puerto de Rarotonga, la mayor
de las 15 islas Cook. Se han ofrecido como voluntarias
para ayudar a la bióloga marina Jessica Cramp a colocar
cámaras submarinas para observar tiburones. Pero pri-
mero hay que fabricar el cebo, tarea que realizan mien-
tras Cramp, cuya labor cuenta con el apoyo de National
Geographic y Rolex, les cuenta la historia de los 196
millones de hectáreas de área protegida en la que están.
En 2011 la bióloga estadounidense se instaló en las
islas del Pacífico Sur, donde los arrecifes son un hervidero
de tiburones, para colaborar en una campaña en favor de
la creación del santuario. Año y medio después se había
materializado una ley que impone una sanción mínima
de 63.200 euros a cualquier embarcación que sea sor-
prendida vendiendo o transportando despieces de tibu-
rones en la zona económica exclusiva de las islas Cook.
Ahora Cramp planea implantar marcas electrónicas
para el seguimiento vía satélite en el lomo de 28 tiburones
con el objetivo de seguir sus movimientos. Poco se sabe
acerca de los tiburones de la región, y ella quiere averiguar
por dónde se mueven y hasta dónde llegan en sus des-
plazamientos, unos datos de vital importancia para
diseñar planes de protección más eficaces.
A bordo del barco, Cramp enseña a sus dos ayudantes
cuál es el procedimiento que van a seguir: cómo se aco-
pla una cámara GoPro y un cebo a un dispositivo que
anclarán al lecho oceánico y cómo se introducen las
coordenadas de GPS para poder recuperarla después.
Para su proyecto de marcaje de tiburones, explica, lo que

NAT I O NA L G E O G R A P H I C • JUL IO 2 0 1 8

Arriba: los tiburones lustrosos (imagen tomada en las Bahamas)
eran una de las especies que se capturaban en aguas de las islas Cook
antes de la creación de un santuario en la zona, una iniciativa en la que
colaboró la bióloga marina Jessica Cramp. Página anterior: Cramp se
sumerge a pulmón en aguas de Rarotonga, la isla principal de las Cook.
harán será pescar al animal, amarrarlo al costado del
barco, hacerle un corte en la base de la aleta dorsal e
insertar la marca electrónica. Las chicas parecen horro-
rizadas. «Suena brutal, pero nos dará información para
diseñar políticas que los protejan –dice Cramp–. Los
tiburones están en peligro y necesitamos saber si las leyes
que tenemos en las islas Cook dan resultado».
Antes de que se crease el santuario, cualquier barco
podía capturar fácilmente cinco o seis tiburones al día,
explica Josh Mitchell, que vigilaba las pesquerías comer-
ciales en nombre del Ministerio de Recursos Marinos.
Sus inspectores percibían el olor a amoníaco que rezuma
la piel del tiburón en cuanto abordaban la nave. A menudo
la tripulación vendía las aletas en zonas de Asia donde la
sopa preparada con ellas se considera un manjar. Cuando
la política de tolerancia cero entró en vigor en 2012, los
inspectores sintieron alivio, añade Mitchell, porque no
dejaba margen a interpretaciones. Desde entonces cuatro
barcos han pagado un total de 214.000 euros en multas.
Un colega dijo una vez a Cramp que los mejores cien-
tíficos se pasan la vida intentando refutar sus propias
teorías. Ella lleva tres años destripando datos globales
para evaluar si las macroáreas protegidas como la que
ayudó a diseñar logran proteger a los tiburones. «Lo único
que sé es que dentro de los santuarios los tiburones siguen
muriendo –afirma–. Y si no funcionan, toda voluntad
política y todas las sinergias serán en vano».
Ha comprendido que incluso cuando la ley parece
tener resquicios, siempre sigue habiendo zonas gris
En múltiples ocasiones las autoridades de las islas Co
no han multado a una embarcación que transportaba
Santuario de las islas Cook
En 2012 las islas Cook se convirtieron en uno de los 17 santuarios
de tiburones del planeta, que en conjunto protegen 19,4 millones
de kilómetros cuadrados de océano. Su normativa (derecha)
pretende poner coto a la matanza de tiburones, que según las
estimaciones acaba con decenas de millones de ejemplares al año.
aletas porque solo estaba de paso en las aguas nacionales
o porque había entrado en ellas para solicitar asistencia
médica.
Tradicionalmente, para los habitantes de las islas Cook
el tiburón era un animal guardián, un taura atua. Pero
para los pescadores actuales, es la competencia. Atraen
sus capturas con palangres y redes de cerco situados a
unos cuantos kilómetros de la costa. Pero también atraen
a los tiburones hambrientos. Un auténtico campo de
batalla para las iniciativas conservacionistas de Cramp.
«Aquí la mentalidad es: si te “tiburonean” la captura,
captura tú un tiburón», dice un patrón del lugar.
Días antes de sumergir las cámaras, Cramp hace un
alto en el puerto en busca de cebo. «¿Qué, buena pesca
hoy? –pregunta a un grupo de hombres sentados a una
mesa–. ¿Han visto algún tiburón?». La respuesta es no a
ambas preguntas, pero ella ha oído que uno de los pes-
cadores ha matado un tiburón hace poco y se encara con
él. «¡Fue porque se metía conmigo!», le contesta él a gritos.
Cramp es famosa en el puerto; los pescadores la llaman
lady tiburón. Ella intenta no soltar un sermón intermina-
ble a todo aquel que ha matado un ejemplar; se limita a
unas palabras que puedan quedársele grabadas. «Acabará
por sentirse mal y matará menos tiburones», piensa.
En las salidas en barco para colocar y recuperar las
GoPros, las jóvenes ayudantes no ven ningún tiburón al
que insertar el localizador. Al día siguiente visionan lo
grabado por las cámaras: peces que mordisquean el cebo,
anguilas que se pelean frente a la cámara. Al cabo de dos
horas de metraje Cramp distingue algo en el fondo que
nada en círculos: «¡Un tiburón! ¡Es la cámara que hundí
yo!», exclama Konini Rongo, orgullosa.
Cramp se ve pasando algún día el testigo a un isleño.
Rongo y Smith, ambas en su último curso de instituto,
se plantean estudiar biología marina en la universidad.
«En vez de decir “Trabajo en una oficina”, diría “Soy una
lady tiburón” –fantasea Smith–. Estaría guay».
La bióloga marina e investigadora de tiburones Jessica Cramp participa
en la nueva colaboración que firmaron en 2017 Rolex y National
Geographic. Su lema, «Comprometidos con un planeta perpetuo»,
refleja su misión: fomentar proyectos de conservación y exploración
del océano, los polos y las montañas del planeta. Más ejemplos en
national eo ra hic com/environment/perpetual-planet.
O
PA C Í F I C O
Islas Cook
Pesca prohibida
Prohíbe a las embarcaciones que operan en la zona
económica exclusiva practicar la pesca de tiburón.
Sanciones
Impone multas de entre 63.200 y 157.600 euros
a cualquier barco sorprendido con despieces de
tiburón a bordo.
Alambre prohibido
Prohíbe el uso de cables de acero, un tipo de aparejo
en el que los tiburones suelen quedar atrapados.
NGM MAPS
|   E X P LO R A   |   I N S T I N T O B Á S I C O
SEXO A LA CARRER A
Los armadillos, los osos hormigueros y
los perezosos, mamíferos pertenecien-
tes al superorden xenartros, están pre-
sentes en el hemisferio Occidental desde
el Paleoceno, hace unos 65 millones de
años. Está claro que se han dedicado a
perpetuar la especie, pero los científicos
casi nunca los han pillado in fraganti.
La ecóloga brasileña Nina Attias, sí.
Ella ha pasado años estudiando tres de
las 20 especies de armadillos que existen.
Su tesis doctoral se centró en Euphrac-
tus sexcinctus, conocido como gualaca-
te (abajo), cuyos rituales de cortejo ha
observado y filmado a conciencia.
En el Pantanal de Brasil, el amor del
gualacate florece durante todo el año.
Cuando los machos perciben el olor de
una hembra en celo, se aproximan y
«ella echa a correr», dice Attias.
«La ves corriendo como loca con una
pandilla de machos pisándole los talo-
nes», explica. En cuanto un raudo pre-
tendiente se las apaña para montarla
Estos gualacates fueron
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NAT I O NA L G E O G R A P H I C • JUL IO 2 0 1 8
durante la persecución, «el coito tiene
lugar literalmente a la carrera».
La pareja sigue corriendo acoplada
aunque los otros machos los persigan.
A ello ayuda el hecho de que el arma-
dillo sea uno de los mamíferos con el
pene más largo en proporción a su cuer-
po; E. sexcinctus puede medir 33 cen-
tímetros de largo y tener un pene de
15 centímetros. Y si el sexo a la carrera
da resultado, al cabo de 60 o 65 días la
hembra quizá dé a luz una o dos crías.
Pero solo la procreación no garantiza
la supervivencia de los armadillos: para
que no desparezcan, necesitan nuestra
ayuda. Brasil cuenta con un plan nacio-
nal de conservación del armadillo de
tres franjas oriental. El estado de Piauí
ha destinado espacios naturales a su
protección. Y con ayuda del Instituto
para la Conservación de Animales Sal-
vajes, donde trabaja Attias, el estado de
Mato Grosso do Sul tiene previsto hacer
un seguimiento del armadillo gigante
como especie indicadora, pues su pre-
sencia ayudará a evaluar el éxito de los
proyectos de conservación del hábitat.
A R M A DI L LOS…
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CONCURSO FOTOGRÁFICO 2018 H2OCEAN

S UMÉR GETE Y PART I C I P A EN EL

NUE V O CO N CURSO F OT OG RÁF I C O DE
N A TIO N A L GEO G R AP H IC

H2OCEAN
Y L L É V AT E LO S M E J O R E S R EL OJES SUMER GIBL ES

PREMIO DEL JURADO

El primer premio, un reloj SEIKO PROSPEX SPB077J1, será otorgado por un
jurado cualificado compuesto por el director y el equipo de redacción de National
Geographic y reconocidos fotógrafos colaboradores de la Sociedad.

TRES PREMIOS POR VOTACIÓN POPULAR

Además, por votación popular on line se eligirán tres finalistas que serán premiados
con los relojes de la colección Save the Ocean SRPC93K1, SRPC91K1 y SSC675P1.

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MEJORES IMÁGENES
DEL OCÉANO

El concurso National Geographic H2Ocean está patrocinado por

Prospex #DiscoverYourPlanet de Seiko, una campaña que
anima a la gente a explorar el planeta, descubrir sus maravillas, en
especial las de nuestros océanos, y a tomar conciencia de la impor-
tancia de su conservación. Durante la acción #DiscoverYourPlanet
de Prospex nos acompañará Fabien Cousteau, nuestro embajador
y líder del Instituto Educativo Centro de Aprendizaje Oceánico,
una organización que vela por el desarrollo de iniciativas globales
destinadas a la preservación de los mares. Seiko dona una parte de
los beneficios de la colección Prospex Save The Ocean a esta
organización. A través de H2Ocean, descubramos juntos nuestro
planeta: #DiscoverYourPlanet.
|   N AT I O N A L G E O G R A P H I C   |   E N T E L E V I S I Ó N

NA SA: 60 ANIVERSARIO
Todos los fines de semana de julio a partir de las 15:15 horas

La NASA cumple 60 años, y

para celebrar el aniversario
de la agencia que ha dirigido
las actividades espaciales de Estados Unidos, Natio-
nal Geographic emitirá algunas de sus mejores series
y documentales sobre el espacio.
Entre la programación especial destaca la adapta-
ción de Cosmos, una de las producciones de referen-
cia del canal, en este caso conducida por el discípulo
del famoso astrofísico Carl Sagan, Neil de Grasse
Tyson, que incluye secuencias animadas y recreacio-
nes hechas por ordenador que ayudan a comprender
mejor episodios clave de la historia del universo.
Otras producciones recuperadas son Nuestro A S I A A L D E S C U B I E R TO
planeta (One Strange Rock), una serie dirigida por Todos los jueves de julio a partir de las 22:00 horas
Darren Aronovsky, y la segunda y tercera temporadas
de El universo conocido, que indaga en las grandes National Geographic estrena una programación especial
preguntas del universo: ¿cómo se produjo el Big Bang? sobre China y Japón desde una perspectiva diferente:
a vista de pájaro. La producción ofrece espectaculares
¿Existe vida en otros planetas? ¿Es posible viajar en tomas aéreas de paisajes, ciudades e infraestructuras.
el tiempo?
Además de las series, se emitirán 14 documentales
de temática diversa relacionada con el espacio, entre Emite 24 horas al día en: Movistar+ (Dial 70) Vodafone (98)
ellos los dedicados a las misiones a Plutón y Saturno. Orange (27) Telecable (52) R (50) Euskaltel (34) y Sky

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 SHARKFEST
Del 16 al 20 de julio a las 18:00 horas

Nat Geo Wild ofrece un

especial de cinco días
sobre el depredador más
temido del océano en el que se incluyen nue-
ve documentales, entre ellos «La guía de los
grandes tiburones», sobre tres de los escualos
más grandes del mundo, y «El tiburón de San
Francisco», un reportaje perteneciente a la
cuarta temporada de la serie Cuando los tibu-
rones atacan, en el que se narra el ataque
producido en 2004 que provocó la primera
víctima mortal en más de 40 años.

UNA VETERINARIA TODOTERRENO

Todos los lunes, a partir del 16 de julio, a las 22:30 horas

Nat Geo Wild estrena la segunda temporada de esta serie, en la que se cuentan las hazañas de una veterinaria
que trabaja con todo tipo de animales salvajes. La doctora Michelle Oakley, residente en el Territorio del
Yukón, se desplaza a las zonas más remotas de esta región canadiense para atender a todo tipo de especies:
desde cuatro hembras de caribú embarazadas hasta unas águilas heridas en un incendio.

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DiamondFilmsES
|   E D I TO R I A L   |   E L C U E R P O A L L Í M I T E
M Á S R Á P I DO, M Á S
A LTO, M Á S F U E R T E
Fue el barón de Coubertin, fundador de los
Juegos Olímpicos de la era moderna, quien
en 1896, durante la ceremonia de apertura
de su primera edición celebrada en Atenas,
pronunció la locución latina citius, altius,
fortius: «más rápido, más alto, más fuerte».
La expresión, inventada por un sacerdote
y profesor amigo suyo, era un elogio al
esfuerzo y al espíritu de superación inhe-
rentes al deporte, concebido como una
práctica fundamental en la educación.
Aquellos valores, unidos a los de la frater-
nidad y la solidaridad entre las diferentes
naciones que competirían noblemente,
debían inspirar la esencia del que sería
uno de los acontecimientos más impor-
tantes de la sociedad contemporánea.
El deporte no ha dejado de evolucionar
desde entonces, a menudo alimentado por
otro valor intrínseco a él, la fuerza compe-
titiva que todo atleta alberga en su interior.
¿Cuánto hemos avanzado en nuestro in-
tento de llegar más rápido, más alto y con
NAT I O NA L G E O G R A P H I C • JUL IO 2 0 1 8
más fuerza? En el artículo de portada de
La nadadora de Nueva
Zelanda Sophie Pascoe
este mes «El cuerpo al límite», su autora
compite en la categoría
Christine Brennan, periodista que ha asis- de 100 metros braza
tido a 18 juegos olímpicos consecutivos SB9 femenina durante
los Juegos de la
desde el celebrado en Los Ángeles en 1984, Commonwealth de
nos habla de cómo la ciencia y la tecnolo- 2018, celebrados en
Gold Coast, Australia.
gía exploran hoy los límites de nuestro
organismo y su rendimiento. Jugadas ma-
gistrales o récords en otro tiempo inima-
ginables son hoy una realidad gracias a la
aplicación de técnicas nuevas, el uso de
equipos más eficientes y la monitorización
de los entrenamientos, de la nutrición y,
en definitiva, de la salud física y mental.
Queda todavía mucho camino por re-
correr para fijar estos límites de lo huma-
namente posible, por no mencionar las
implicaciones éticas que plantea el uso de
esteroides, por desgracia tan frecuente
entre muchos deportistas. Sin embargo,
concluye Brennan, «con todo lo que pue-
den aportar la ciencia, la informática y las
grandes mentes pensantes para que los
humanos ganemos velocidad, altura y
fuerza, el progreso que cristaliza en la
superación de un récord sigue estribando
en el trabajo de un solo ser humano».
FOTO: IAN MACNICOL / GETTY IMAGES
 EL

CUERPO
AL LÍMITE
La tecnología y la ciencia están ayudando
a los atletas a pulverizar marcas.
¿Cuánto más podremos empujar los límites
del rendimiento humano?

POR CHRISTINE BRENNAN

FOTOGRAFÍAS DE MARK THIESSEN,
D AV I D B U R N E T T, N I C H O L E S O B E C K I

2
El plusmarquista
de halterofilia C. J.
Cummings, de 18 años,
defendió su título de
campeón del mundo
juvenil en 2017 y batió
su propio récord del
mundo de levantada
en dos tiempos con
185 kilos. Su complexión
y su técnica –eleva la
haltera más rápido que
otros levantadores y
mantiene esta velocidad
mientras progresa la
levantada– hacen que
destaque sobre sus
rivales. Tras analizar
su biomecánica, Bob
LeFavi, de la Universidad
del Sur de Georgia,
y otros investigadores
descubrieron que una
«tormenta perfecta»
de atributos –fuerza,
velocidad, estructura
corporal y técnica–
se conjugan en él para
que sume éxitos. Según
LeFavi, debería alcanzar
su pleno potencial entre
los 25 y los 30 años.
MARK THIESSEN

PÁ G I N A A N T E R I O R

Con 19 años y 22
marcas nacionales, el
prodigio de la natación
y aspirante a olímpico
Michael Andrew se
prepara con su padre
y entrenador, Peter, en
una piscina de su casa
de Lawrence, Kansas.
Nada distancias cortas
a gran velocidad como
parte de un programa
que subvierte los
métodos tradicionales
de entrenamiento.
MARK THIESSEN

4
Los bailarines de ballet
clásico, como Esmiana
Jani, de 25 años y
miembro del Ballet de
Washington, someten
sus tobillos y rodillas
a una fuerza enorme
cuando vuelven al
suelo tras un salto.
Son los únicos atletas
que deben curvar el
pie hasta el extremo
absoluto mientras
soportan el peso del
cuerpo. Para acelerar la
recuperación muscular
utilizan unas «botas»
hinchables que les
masajean los músculos
de las piernas desde los
dedos hasta las ingles.
MARK THIESSEN (AMBAS)
LA CARRERA MÁS DERECHA

Zapatilla ultraligera como

EMOCIONANTE DE
la que calzaba Usain Bolt
al batir el récord del mundo
de los 100 metros lisos en
2009, fotografiada sobre

LA HISTORIA SOLO
un pavimento Mondotrack
similar al que recorrió
ese día en Berlín, diseñado

PUEDE DISPUTARSE EN
para proporcionar un
óptimo retorno de energía
a los atletas y acelerarlos.
MARK THIESSEN

NUESTRA IMAGINACIÓN: ABAJO

Jesse Owens ganó la

carrera de 100 metros en

USAIN BOLT CONTRA

los Juegos Olímpicos de
1936 con una marca de
10,3 segundos. Usain Bolt,

JESSE OWENS.
fotografiado en 2016,
ostenta el récord actual
con 9,58 segundos. Con
una superficie de carrera
más favorable y un calzado
Bolt en su pista del siglo XXI, 100 metros de una más ligero, Owens podría
superficie de goma lisa y antideslizante, diseñada haberse acercado a las
marcas de Bolt.
para devolver rápidamente la energía a sus pier- ULLSTEIN BILD, GETTY IMAGES (OWENS);
nas durante la carrera. KAI PFAFFENBACH, REUTERS

Y Owens en su pista de entreguerras, una capa

irregular de ceniza, una superficie blanda que de
hecho roba energía a sus piernas mientras corre.
Bolt, el velocista jamaicano ganador de ocho
oros olímpicos y titular durante casi un decenio
de los récords del mundo de los 100 y 200 metros
lisos, calza unas zapatillas ultraligeras diseñadas
expresamente para correr sobre superficies de alta
tecnología. Desde el minuto uno de su historia
competitiva ha recibido el mejor entrenamiento
que jamás ha existido. Viaja a las competiciones
en avión con su propio cocinero, que le prepara
comidas magras y nutritivas. El mejor momento
del «Rayo» Bolt ha coincidido con el auge de los
esteroides en el deporte. Él jamás ha dado positi-
vo, pero la sospecha se cierne sobre muchos supe-
ratletas olímpicos de su generación. Bolt se quedó
sin la medalla de oro que obtuvo como relevista
en los Juegos Olímpicos de 2008 cuando un com-
pañero de equipo dio positivo en los análisis.
Owens, que ganó los 100 metros lisos con un
tiempo de 10,3 segundos en los Juegos Olímpicos
de 1936 –una de las cuatro medallas de oro que se
puso al cuello en Berlín–, corre con zapatillas de
cuero. Bolt hace unas salidas de vértigo desde
unos tacos ultrasofisticados, mientras que Owens
tiene que cavar sus propios «tacos de salida» en la
ceniza con una palita de jardinero.

8 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
 Duración del récord

HOMBRE S Y MUJERE S
13,6 segundos han batido récords mundiales en la prueba
13,5 Marie Mejzlíková II,
segundos Checoslovaquia de los 100 metros lisos a lo largo del siglo
5 de agosto, 1922
pasado, pero la equipación de los atletas
y la infraestructura de la pista han
experimentado los cambios más radicales
desde que las primeras carreras se

LA
Evolución del récord del mundo corrían con zapatos de calle
13,0 de los 100 metros lisos, claveteados a mano.
1910-2018
LEY EN DA
Mujeres

VELOCIDAD DE
Hombres

Cronometraje Cronometraje
manual electrónico

12,5

LA INNOVACIÓN
12,0

11,5

Salidas más potentes

Los primeros corredores
cavaban hoyos en las pistas,
11,0 que solían estar cubiertas
de ceniza. La introducción
de tacos de salida sólidos
a finales de la década de
1920 condujo a nuevas
plusmarcas mundiales.
10,6 segundos
10,5 Donald Lippincott, EE UU
6 de julio, 1912
Calzado más ligero
Las primeras zapatillas de
atletismo eran zapatos de
piel de vestir claveteados
para obtener mayor agarre.
Las zapatillas de hoy son
de nailon, fibra de vidrio
y tacos desechables.

10,2
Jesse Owens, EE UU
20 de junio, 1936
10,0

1910 1920 1930 1940 1950 1960

JASON TREAT, NGM; MEG ROOSEVELT

ILUSTRACIÓN: SERGIO INGRAVALLE. ICONOS: ÁLVARO VALIÑO. FUENTES: ADRIEN MARCK, INSTITUT NATIONAL DU SPORT,
DE L’EXPERTISE ET DE LA PERFORMANCE (INSEP), FRANCIA; ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE FEDERACIONES DE ATLETISMO
 Owens, nacido en Alabama, creció en unos
Estados Unidos segregados, con pocas de las ven-
tajas de las que disfrutan los deportistas actuales.
Para viajar a Berlín, él y otros atletas estadouni-
denses tuvieron que hacer una travesía de varios
días a bordo de un transatlántico.
Usain Bolt, que batió el récord de los 100 metros
lisos con 9,58 segundos en 2009 y se retiró el año
pasado, sigue siendo etiquetado como el hombre
más rápido del mundo. ¿Pero en cuánto aventa-
jaba, realmente, a los velocistas de élite de gene-
raciones anteriores como Owens?
Dejando a un lado el tema de las sustancias des-
tinadas a mejorar el rendimiento, ¿cuánto hemos
avanzado en nuestro eterno intento de llegar más
lejos, más alto y más rápido? ¿Y qué estamos descu-
briendo sobre las aportaciones de la tecnología y
los nuevos métodos de entrenamiento a la hora de
llevar más allá los límites del rendimiento humano?
En 2014 el periodista deportivo David Epstein
demostró en una charla TED que si Owens hubiese
corrido sobre la misma superficie que Bolt, su
mejor marca en los 100 metros (10,2 segundos)
–anotada poco antes de los Juegos de 1936– podría
Pistas más rápidas
Las pistas de poliuretano
se estrenaron en los Juegos
Olímpicos de 1968. Son más
elásticas y permiten el retorno
de energía al corredor; las de
ceniza la absorbían.
10,49
Florence Griffith-Joyner, EE UU
16 de julio, 1988
Mejor cronometraje
Los primeros cronómetros no
afinaban más allá de un quinto
de segundo. Hasta 1977 no fue
obligatorio el cronometraje
digital, que mide tiempos hasta
la centésima de segundo.
Entre 1968 y 1977, conforme
mejoraba la tecnología,
convivían registros de marcas
manuales y electrónicas.
1970 1980 1990
haberse quedado a una zancada de la marca de
Bolt (9,77 segundos) en el Mundial de 2013.
En las ocho décadas transcurridas desde las
históricas victorias de Owens, las mejoras en los
entrenamientos, análisis, técnicas, equipaciones
y materiales han ayudado a los atletas a ser mejo-
res, más rápidos, más fuertes y más precisos. Pero
los investigadores creen que todavía no hemos
alcanzado el límite de lo humanamente posible.
Peter Weyland, que dirige el Laboratorio de Ren-
dimiento Locomotor de la Universidad Metodista
del Sur en Dallas, Texas, y es uno de los expertos
en biomecánica del esprint más importantes del
mundo, afirma que no se pueden descartar mejo-
ras sustanciales en las marcas de las carreras de
los 100 y 200 metros y de las maratones. Su labo-
ratorio utiliza videoanálisis de alta velocidad para
estudiar la técnica de los velocistas en busca de
resquicios que les permitan mejorar su eficiencia
y, por ende, su velocidad. Weyland forma parte de
un equipo encabezado por el científico deportivo
del Reino Unido Yannis Pitsiladis, empeñado en
batir la barrera maratoniana de las dos horas. Para
ayudar a los atletas a pulverizar marcas, los inves-
tigadores se concentran en una serie de áreas clave:
fisiología, nutrición, biomecánica, medicina, mo-
nitorización en tiempo real y entrenamiento. Este
tipo de conocimiento científico «permite mejorar
el rendimiento», asegura Weyland.
Y para ayudarlos a superar legalmente los lími-
tes del rendimiento, se están testando nuevas téc-
nicas y nuevos equipos, midiendo los resultados
con métodos novedosos y monitorizando la nutri-
ción y la salud física y mental de los deportistas.
Mejor marca desde
Griffith-Joyner:
10,64
Carmelita Jeter, EE UU
20 de septiembre, 2009
La imbatible FloJo
Florence Griffith-Joyner ostenta El Rayo ataca por triplicado
los tres mejores tiempos femeninos. Usain Bolt batió el récord
Aunque jamás dio positivo en mundial masculino dos veces
esteroides, su récord de 1988 en 2008 y otra en 2009:
–aún vigente– demuestra que lo rebajó en 0,14 segundos,
los rendimientos extraordinarios más que ningún hombre
pueden despertar sospechas. de la era moderna.
9,72
9,69
9,58
Usain Bolt, Jamaica
16 de agosto, 2009
2000 2010
 ¿Recuerda ese pase formidable de su futbolista
favorito? Quizás haya nacido de una máquina de
entrenamiento llamada «el Futbonauta», que
lanza balones al jugador variando la velocidad y
el ritmo, obligándolo a controlar el esférico y co -
larlo en una abertura determinada.
¿Y la bola curva que lanzó aquel beisbolista?
Hace 50 años los entrenadores simplemente obser-
vaban al lanzador para ver cómo lo hacía. Ahora
entrenar es una mezcla de visionar grabaciones y
estadísticas con un pellizco de aquella intuición
de la vieja escuela. Y los entrenadores pueden co-
nocer al instante la velocidad de un lanzamiento.
L DEBATE SOBRE EL RENDIMIENTO humano
E
  lleva aparejado una señal de adverten-
cia muy necesaria. ¿Podemos dar crédito
a lo que vemos? En 1988 nos maravilló el esprint con
el que el canadiense Ben Johnson batía el récord
del mundo de los 100 metros… hasta que dio posi-
tivo por dopaje. Fue despojado de su medalla de
oro y expulsado de los Juegos Olímpicos de verano
de Seúl. La era de los esteroides no ha perdido
fuelle en estos 30 años; el ciclista estadounidense
Lance Armstrong, su compatriota y estrella de la
pista Marion Jones, la delegación olímpica rusa…
la lista de infractores no acaba aquí. Pero centré-
monos en el aspecto positivo de la tecnología
deportiva, que también ha revolucionado el entre-
namiento de los deportistas paralímpicos.
Danelle Umstead, esquiadora estadounidense
que con una deficiencia visual ha competido en
tres Juegos Paralímpicos y ganado tres medallas
de bronce en un deporte en el que se alcanzan ve-
locidades de 110 kilómetros por hora, se ha entre-
nado con un guía vidente en un túnel de viento
que le permite perfeccionar su aerodinámica. En
las carreras sigue por la pista a su compañero, con
quien se comunica mediante auriculares. Entre-
narse en el túnel la ha ayudado a perfeccionar su
técnica para alcanzar mayor velocidad.
Mientras, entrenadores y deportistas empiezan
a cuestionar viejos axiomas sobre el entrenamiento.
Taylor Fletcher (izquierda), corteza motora. Los
de 28 años, y otros estudios sugieren que
integrantes del equipo la estimulación cerebral
de esquí de Estados localizada puede mejorar
Unidos utilizan en los la memoria muscular y
entrenamientos unos reducir la percepción de
auriculares que estimulan cansancio del deportista.
eléctricamente su DAVID BURNETT
Desde que empezó a competir, Michael Andrew
ha batido la mayoría de los récords estadouniden-
ses de natación. Ahora tiene 19 años y 22 marcas
nacionales. Él y su padre, Peter, que también es
su entrenador, son defensores convencidos de un
método alternativo conocido como USRPT, acró-
nimo en inglés de entrenamiento ultracorto a
ritmo de carrera. Michael nada distancias cortas
a gran velocidad, condicionando su mente y su
cuerpo para nadar siempre a ritmo de competición,
mientras que tradicionalmente los nadadores de
élite trabajan la resistencia con entrenamientos
basados en ritmos más pausados y distancias
mayores. Este método controvertido, gracias al
cual Andrew es candidato a los Juegos Olímpicos
de 2020, está ganando adeptos entre los entrena-
dores de natación de élite de todo el mundo.
«Todo lo que hacemos tiene una base científica;
hay datos que respaldan lo que hacemos en la
piscina –dice el nadador–. La mente y el cuerpo
codifican estos movimientos como haría un orde-
nador. No tiene sentido entrenarse despacio
cuando lo que buscas es nadar rápido».
A F O N D I S TA E S TA D O U N I D E N S E de 21 años
L
  Katie Ledecky, quien anunció reciente-
mente que abandona el equipo de na-
tación de la Universidad Stanford para hacerse
profesional, entrena con un método más tradicio-
nal, aunque ha utilizado la ciencia deportiva para
convertirse en una de las mejores nadadoras de
estilo libre del mundo. Con cinco oros olímpicos,
la mujer que en 2016 batió dos récords del mundo
en los Juegos de Río de Janeiro devora los resul-
tados de sus análisis nutricionales y hematológi-
cos, y estudia los vídeos de sus entrenamientos y
sus carreras, en busca de modos de mejorar los
movimientos del brazo y la mano. Su éxito suele
atribuirse a su enorme capacidad de trabajo; su
verdadero secreto podría ser que posee una de las
brazadas más eficientes de la natación.
Pero de nada le habría valido si no fuese una
trabajadora incansable, puntualiza Bruce Gem-
mell, quien la entrenó para los Juegos de 2016. En
los tres años previos a Río, Ledecky nadaba de 55 a
60 kilómetros a la semana, repartidos en nueve
sesiones a lo largo de seis días. «Doy muchas char-
las sobre la experiencia de entrenar a Katie –dice
Gemmell–. Un día estuve tentado de hacer una
presentación con una sola diapositiva que rezase
“Katie trabaja como una mula y es dura como un
roble” y pasar directamente a las preguntas».
EL CUERP O AL LÍMITE 13
Danelle Umstead, de
46 años, esquiadora
paralímpica con
deficiencia visual, testa
su aerodinámica en
un túnel de viento para
mejorar su técnica a
la hora de aprovechar
el rebufo cuando esquía
detrás de su guía
(fuera de la imagen).
Los esquiadores
paralímpicos llegan a
alcanzar velocidades de
110 kilómetros por hora.
MARK THIESSEN

PÁ G I N A A N T E R I O R

El velocista paralímpico
Jarryd Wallace se
somete a un examen
biomecánico en
el Laboratorio de
Rendimiento Locomotor
de la Universidad
Metodista del Sur en
Dallas, Texas. «Cometía
muchos errores», dice
Wallace, de 28 años.
El cuatro veces
plusmarquista mundial,
amputado de la pierna
derecha desde la
rodilla por causa de una
enfermedad muscular,
aprovecha los análisis
de laboratorio de su
zancada para correr
todavía más deprisa.
ROBERT CLARK

16
 1920 1930 1940 1950
Las 10 mejores Actual récord
marcas por año del mundo
1921-2016
Los colores más
Hombres Mujeres oscuros indican
marcas superpuestas
100 metros

Maratón

Lanzamiento
de peso Promedio
Porcentaje
anual
alcanzado del
Marca actual récord
individual del mundo

80 %
del actual
récord del
mundo

¿HEMOS
TOCADO 60 %

TECHO?
Durante décadas las gestas
atléticas no hicieron sino El factor guerra
aumentar, en parte gracias a la Durante la Segunda Guerra
innovación tecnológica y al uso Mundial apenas se batieron
récords atléticos. Muchos atletas
de esteroides ergogénicos. de élite fueron llamados a filas
Con los atletas cada vez más y se suspendieron la mayoría de
controlados se siguen las competiciones internacionales.

batiendo récords del mundo, 40 %

pero más moderadamente. Datos de la maratón femenina disponibles solo desde 1980

Esto quizá sugiera que estamos JASON TREAT, NGM; MEG ROOSEVELT
FUENTES: ADRIEN MARCK, INSTITUT NATIONAL DU SPORT,
llegando al tope de nuestro DE L’EXPERTISE ET DE LA PERFORMANCE (INSEP), FRANCIA;
ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE FEDERACIONES DE
potencial atlético. ATLETISMO
 1968 1976 1987
Primer control olímpico Primer control Se implantan los
antidopaje (narcóticos olímpico de controles de
y anfetaminas) esteroides dopaje aleatorios
1960 1970 1980 1990 2000

La era de los esteroides Dominio keniano Potencia concentrada

La introducción de los esteroides
afectó más los récords femeninos
que los masculinos, quizá porque
los anabolizantes elevan la
testosterona, que en las mujeres
solo está presente de forma
natural en pequeñas cantidades.
En los últimos 20 años los
kenianos (perfilados con
una línea gris, arriba) han
dominado la maratón
masculina; copan cerca
del 60 % de los 10 mejores
tiempos de cada año.
Las tablas de clasificación de
deportes menos populares
–como el lanzamiento de
peso– están dominadas por
unos pocos nombres, como el
de la neozelandesa Valerie
Adams (silueteada arriba).

Dos cosas de esos entrenamientos marcaron la
diferencia para Ledecky en Río. Ella quería incidir
en las salidas: el lanzamiento a la piscina. Para los
velocistas, esta obsesión es lógica, pues cada
décima de segundo cuenta en competiciones que
se deciden por una centésima arriba o abajo. Pero
Ledecky es una nadadora de distancias medias y
largas, famosa por finalizar las carreras muy por
delante de sus competidoras. Así y todo, «estudió
un vídeo de sus salidas con la idea de ganar una
décima de segundo», cuenta su entrenador. La
segunda obsesión de Ledecky en los entrenamien-
tos era la llegada de los 200 metros libres. Cuando
se acercaba al final de una serie de largos de entre-
namiento –en los últimos 15 metros, aproximada-
mente–, de pronto aumentaba el ritmo e imprimía
un acelerón brutal a la patada, explica Gemmell.
«En medio de su trabajo de rutina introducía
aquel cambio de ritmo, dos o tres veces por sema-
na, durante un período de entre 15 minutos y
media hora, acabando así todas las repeticiones».
Y por fin llegó la prueba de los 200 metros libres
de Río. Como esta era su carrera individual más
corta, también sería la que se dirimiría por menor
margen. En tan solo cuatro largos Ledecky no
podía distanciarse de las demás nadadoras tan
claramente. Sabía que el final sería crucial. En
efecto, cuando las contrincantes se acercaban a
la meta de la final de los 200 metros, la rival más
potente de Ledecky, la sueca Sarah Sjöström,
recortó su ventaja con rapidez y se puso a la altura
de la estadounidense en los últimos 15 metros.
Parecía que Sjöström iba imparable hacia el oro.
Pero Ledecky no pensaba perder. ¿Por qué? Por-
que se había entrenado muchísimo para el final
de la carrera. «Cuando Sarah se le puso al lado,
pensé: he visto a Katie acabar esa carrera más de
mil veces. Va a ser la primera en tocar la pared».
Y lo fue. «No me extraña que le saliese bien en
aquella olla a presión que era Río –dice Gemmell–.
Sabía perfectamente lo que hacía en los entrena-
mientos, cuando lo repetía una y otra vez».
Los resultados globales de la estadounidense
en Río pasaron a los anales de la historia. Pero ella
y Gemmell ya lo habían predicho tres años antes,
cuando batió el récord del mundo de los 800 me-
tros libres. La nadadora habló con su entrenador
de los tiempos que pretendía conseguir en los

EL CUERP O AL LÍMITE 19
Yunna Sinskey, partícipe
en esta investigación
como voluntaria,
camina sobre una cinta
montada encima de
una base móvil en el
interior de una cúpula
de realidad virtual
de 360 grados que el
Laboratorio Lincoln
del MIT ha provisto de
cámaras y proyectores.
Los marcadores
reflectantes que Yunna
lleva en el cuerpo
permiten a las
18 cámaras de la cúpula
captar sus movimientos
para un estudio cuyo
objetivo es mejorar
el diagnóstico y el
tratamiento de las
lesiones cerebrales
leves de origen
traumático. Vigilar los
patrones de movimiento
también puede ayudar
a diagnosticar lesiones
en los deportistas.
DAVID BURNETT

20
800 y 400 metros libres en 2016, y escribió sus
objetivos en la tabla que usaba en los entrena-
mientos y que llevaba consigo por el mundo
entero cada vez que acudía a una competición. Su
nuevo récord del mundo en 800 metros libres era
8:13,86. Su objetivo, 8:05. Parecía una locura: batir
su propia marca mundial era una cosa, pero aque-
llo suponía rebajarla ¡en casi nueve segundos!
En los tres años siguientes Ledecky se dedicó a
batir una y otra vez su récord del mundo en los
800 metros libres. A principios de 2016 lo había
bajado a 8:06,68. En Río arrasó y volvió a adjudi-
carse la plusmarca mundial: 8:04,79.
Eso hizo que Gemmell se preguntara: «¿Y si nos
hubiéramos propuesto ocho minutos exactos? No
sabemos cuál es el límite. Nos marcamos unos
objetivos que tres años antes de Río eran inaudi-
tos. Cuando Katie los cumplió, no pude menos
que preguntarme para mis adentros: “¿Por qué no
habremos sido más ambiciosos?”».
de hoy
E D E C K Y Y O T R O S S U P E R AT L E TA S
L
  tienen a su favor el paso del tiempo en
sus respectivos deportes. Si buscas una
foto de Mark Spitz en los Juegos Olímpicos de
1972, ves la diferencia: sin gafas, sin gorro, sin
bañador hidrófugo de última generación. Incluso
llevaba bigote. Por entonces las piscinas no tenían
los sistemas de drenaje mejorados ni las corcheras
antiolas que usan las piscinas olímpicas actuales
para absorber buena parte del agua desplazada
por los nadadores de las otras calles. Todo aquello
frenaba a Spitz, pero en aquel momento lo ignorá-
bamos. Así y todo, en Múnich logró siete oros.
Desde entonces las ciencias de la salud han
tenido un papel importante en la vida de varias
generaciones de nadadores. Gemmell narra la
historia de una leve lesión de tobillo que sufrió
Ledecky mientras entrenaba en el Centro de Entre-
namiento Olímpico de Estados Unidos a finales
de la primavera de 2016, a un par de meses de Río.
«En menos de dos horas teníamos dos opinio-
nes médicas, una ecografía, un fisioterapeuta, un
preparador físico, un entrenador de natación (yo)
y otras dos o tres personas que ya habíamos revi-
sado los datos, intercambiado impresiones y for-
mulado un plan».
Alan Ashley, director de rendimiento deportivo
del Comité Olímpico Estadounidense, afirma que
la clave para romper las barreras del rendimiento
es «que los atletas conserven la salud. Si no la pier-
den, todo lo demás cae por su propio peso».
22 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
F I N A L E S D E LO S A Ñ O S S E S E N TA ,
Audrey
A
  King Weisiger obtuvo el tercer puesto
de patinaje artístico en la categoría ca-
dete femenina de Estados Unidos, y al año siguiente
repitió puesto en la categoría juvenil. Aprendió a
saltar alto y rápido, no porque hubiese que hacerlo
así, sino porque se entrenaba en una pista que
apenas tenía un tercio de la superficie de una pista
reglamentaria. «Si hubiese saltado a lo largo, me
habría estampado contra la pared», recuerda.
Contemporánea de Dorothy Hamill, medallista
olímpica de 1976, Weisiger estaba rodeada de chicas
que hacían saltos dobles, así que en las competi-
ciones se limitaba a ellos pese a que en los entre-
namientos llegaba a hacer triples. A diferencia de
las patinadoras de hoy no se entrenaba con pesas,
no hacía pilates y no le preocupaba la nutrición.
A finales de los años ochenta y noventa Weisi-
ger, convertida para entonces en entrenadora
internacional de primera categoría, enseñó a su
alumno Michael Weiss a ejecutar saltos dobles y
triples… y al final, cuádruples. Weiss acabó com-
pitiendo en dos Juegos Olímpicos, ganó tres títu-
los nacionales y dos bronces en sendos mundiales.
Weisiger grababa los saltos de Weiss en lo que
hoy sería una videocámara vintage, ponía la cinta
VHS en un reproductor conectado a un televisor
y lo arrastraba en un carrito hasta la misma pista
de hielo para visionarlos con su alumno. A conti-
nuación volvían al trabajo. «Lo veíamos, pero
todavía no teníamos forma de medirlo –recuerda
Weisiger, riendo–. Yo decía: “Creo que de altura
va bien”, y listo, allá íbamos a ensayarlo de nuevo».
Hoy, mientras charlamos, toca su iPhone y abre
una aplicación llamada Vert. «Si te pongo un cin-
turón con un sensor y saltas, el teléfono me dirá
qué altura has alcanzado, lo cual sería el inicio de
una conversación entre tú y yo sobre la conve-
niencia de intentar un cuádruple», me dice. Más
tarde me envió fotos de los giros uno, dos, tres y
La nadadora Katie los resultados de sus
Ledecky, ganadora de análisis nutricionales y
cuatro oros y una plata hematológicos, visiona
en los Juegos Olímpicos grabaciones de su
de 2016, dispone de técnica y cuenta con una
los recursos científicos equipación innovadora.
y tecnológicos y Pero al final su éxito
de los métodos de es fruto de su audacia,
entrenamiento más su trabajo duro y una
avanzados. La fondista brazada casi perfecta.
estadounidense estudia JOHN HUET
Lu Mingjing, de 9 años,
practica su técnica de
salto de trampolín en
un centro de atletismo
de la provincia china
de Jiangsu, donde vive,
estudia y se entrena.
Los colegios de este
tipo seleccionan y
entrenan a niñas a partir
de los cuatro años de
edad. ¿Se traduce un
entrenamiento tan
precoz en un mejor
rendimiento futuro?
Los investigadores
dicen que iniciarse tan
pronto puede conducir
al éxito, pero también
puede aumentar el
riesgo de lesiones,
de estancamiento y
de sobreagotamiento.
DAVID BURNETT

24
cuatro de un salto cuádruple, con un temporizador
en la parte inferior que indicaba que el proceso
había durado 0,68 segundos.
Ensayar estos saltos puede ser peligroso. Ate-
rrizar una y otra vez sobre el hielo puede traducirse
en lesiones capaces de poner fin a una carrera. Por
ese motivo los entrenadores llevan décadas ama-
rrando a sus alumnos a un arnés sujeto a lo que
parece una sofisticada caña de pescar. En 50 años
Weisiger había progresado de aprender a base de
instinto a consultar en el móvil qué altura ha alcan-
zado un patinador y cuánto tiempo ha estado en
el aire mientras ejecutaba un cuádruple.
Gracias al progreso tecnológico los entrenado-
res pueden enseñar a sus patinadores la teoría
física que subyace a los saltos, pero hay algo más,
puntualiza Weisiger. «¿Por qué Dorothy Hamill
no hacía saltos triples? –pregunta–. Porque no le
hacía falta. En cuanto las mujeres se lanzaron a
probar triples, todas tuvieron que hacerlo. Es
como todo: la competencia te hace ir más allá».
El pasado mes de febrero en Pieonchang, Corea
del Sur, la rusa Alina Zagitova, campeona olímpica
de patinaje artístico, ejecutó siete saltos triples en
su programa libre.

deportivo no es

A
VECE S EL PROGRE SO
más que la consecuencia del fuego
competitivo que arde en un atleta.
A simple vista, el salto que acababa de presen-
ciar en el Estadio Nacional de Tokio durante el
Mundial de atletismo de 1991 me pareció una bar-
baridad. Llevaba más de una hora observando a
los mejores saltadores de longitud del mundo,
pero el salto del estadounidense Mike Powell era
claramente distinto. La tecnología confirmaría lo
que me decían mis ojos. El récord individual más
legendario y aparentemente imbatible de los
deportes olímpicos, que llevaba vigente 23 incon-
cebibles años, acababa de ser hecho trizas.
Mi fascinación por el progreso del rendimiento
deportivo no nació aquella calurosa y húmeda
tarde de agosto, pero sin duda alguna se reforzó.
Cinco centímetros de más o de menos quizá no
tengan importancia para nuestra vida cotidiana,
pero son exactamente la distancia que separa los
8,90 metros del emblemático salto de Bob Beamon
en los Juegos Olímpicos de México de 1968 y los
8,95 que saltó Powell aquella noche en Tokio.
Han pasado los años, pero aquel instante aún
me fascina. ¿Por qué? Con todo lo que pueden
aportar la ciencia, la informática y las grandes
mentes pensantes para que los humanos ganemos
velocidad, altura y fuerza –y porque un deporte
como el atletismo ha pasado de pistas de ceniza
a superficies sintéticas, de calzado rudimentario
a famosas marcas de zapatillas en constante com-
petencia–, la superación de un récord seguía estri-
bando en el trabajo de un solo ser humano. El
deporte actual está lleno de científicos, entrena-
dores y atletas que cuantifican el progreso con
herramientas analíticas, pero aquella noche el
avance del rendimiento humano tenía un rostro
y un nombre: Mike Powell.
Cuando un instante del deporte pasa a la histo-
ria, a veces no hay detrás un relato épico. En aquel
caso simplemente ocurrió que a un atleta le esco-
cían los éxitos de otro y se propuso ganarlo.
Hace poco pedí a Mike Powell que reviviese con-
migo aquel momento desde el sur de California.

28 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
 Nancy Kiprop, aclamada
fondista de 39 años,
baila con alumnos de la
escuela que ha fundado
cerca de Iten, un rincón
del oeste de Kenya donde
se entrenan muchos de
los corredores de fondo
más rápidos del mundo.
Las autoridades locales
le permitieron fundar
el centro, que bautizó
en honor de su padre.
Kiprop subvenciona
las tasas de matrícula
de los niños con lo
que ingresa de sus
patrocinadores de
calzado y de las carreras
que gana.
NICHOLE SOBECKI

PÁ G I N A A N T E R I O R

Los corredores de Iten

se entrenan juntos. La
carrera de fondo es una
tradición que se cultiva
con orgullo en Kenya,
donde muchos de los
mejores corredores se
benefician de la altitud
y el terreno exigente de
la región. Los kenianos
copan nueve de los
diez mejores tiempos
de la maratón; cuatro
de las diez mejores
marcas femeninas son
de kenianas.
NICHOLE SOBECKI

Aquella noche no hubo ningún factor científico
determinante, me dijo. Me contó que había batido
el récord porque lo azuzaba un rival. El gran Carl
Lewis, considerado por la mayoría como el mejor
saltador de longitud de la historia, también estaba
en la pista. Lewis nunca batió el récord del mundo,
pero sin saberlo ayudó a Powell a pulverizarlo.
«Ahora quiero mucho a Carl, pero entonces lo
odiaba –dijo Powell–. Competir contra él me daba
un subidón de energía».
Justo antes de que Powell realizara su salto his-
tórico, Lewis había logrado el salto más largo de
la historia, superando el de Beamon por 0,63 cen-
tímetros. Pero el viento a favor excedía el límite
tolerado, de modo que la marca no contó.
Han pasado casi 30 años, pero Powell no consi-
gue sacarse aquella imagen de la cabeza. «Pasó
corriendo por delante de mí, con el puño apretado.
Aquello me puso frenético. Ya era algo personal.
Yo siempre había sido el niño flacucho con el que
todos se metían, y de pronto volvía a pasarme.
Solo que por fin podía hacer algo al respecto. Mi
cuerpo se impuso e hizo lo que tenía que hacer».
Powell sigue ostentando el récord del mundo
que obtuvo con aquel salto increíble. «Carl puso
el listón altísimo –me dijo Powell–. Sabía que para
vencerlo tenía que batir el récord del mundo».
He aquí el rendimiento humano en su versión
patio de colegio. Y la prueba del gran poder que
tiene la mente.
«No creo que hasta ahora hayamos sabido
explotar el potencial del cerebro –afirma Gem-
mell, el entrenador olímpico de Ledecky–. Ese es
el camino de los próximos 30 años: cómo entrenar
la mente igual que entrenamos el cuerpo. De ahí
van a salir las próximas revoluciones». j

EL CUERP O AL LÍMITE 29
 Historias de
la edad del hielo
LO S PA L E O N TÓ LO G O S R E V E L A N LO S S E C R E TO S D E L A

G R A N FA U N A Q U E V I V I Ó E N L A C O R N I S A C A N TÁ B R I C A

D U R A N T E L A Ú LT I M A G L A C I A C I Ó N

T E X T O E I L U S T R A C I O N E S D E D I E G O Á LVA R E Z L A O

F O T O G R A F Í A S D E PAU FA B R E G AT
El esqueleto completo
de una hiena hallado
en una sima de Asturias
ofrece una información
muy valiosa acerca
de la fauna que pobló
la cornisa cantábrica
durante el Cuaternario.
La nieve domina el
paisaje asturiano en
las estribaciones de los
Picos de Europa. Esta
imagen evoca el aspecto
que debió de tener el
norte ibérico durante
la última glaciación,
que comenzó hace unos
110.000 años y finalizó
hace unos 12.000. Aquel
clima extremadamente
frío y árido favorecería
el desarrollo de extensos
glaciares en las áreas
de montaña y de una
vegetación esteparia
en los valles y llanuras.
ANDONI CANELA
 La jornada de excavación
había sido muy productiva:
el canino superior desenterrado
esa mañana de 2017 resultó
encajar a la perfección en el cráneo
recuperado cuatro años antes.
Además de la pieza dental, algunos fragmentos
completaron la rama izquierda de la mandíbula,
hallada también en 2013. El esqueleto de la hiena
estaba, por tanto, completo. Un hallazgo excep-
cional y sorprendente. La posición del animal,
recostado sobre las cuatro patas flexionadas en la
misma postura que adopta un perro cuando
duerme, indicaba claramente que su muerte no
fue accidental. De algún modo se habría introdu-
cido hasta el fondo de la dolina y, una vez allí, tal
vez sobrevivió algún tiempo alimentándose de la
carroña de algún bisonte hasta que acabó mu-
riendo de inanición cuando se agotó su recurso
alimenticio. Sus restos nunca fueron removiliza-
dos y mantuvieron su posición anatómica durante
nada menos que 37.600 años. Exactamente hasta
el año pasado. A un metro de mí, los estudiantes
de doctorado Adrián Álvarez y Noelia Sánchez
seguían excavando un nivel tapizado de huesos
de otras especies en perfecto estado de conserva-
ción: bisontes, rinocerontes lanudos y renos que
debieron de caer accidentalmente por la cavidad
durante un episodio frío del Pleistoceno Superior,
la última edad de esta época del Cuaternario, que
34 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
comienza hace unos 125.000 años y concluye hace
unos 12.000 con el fin de la última glaciación.
El hallazgo aquí narrado corresponde a la cam-
paña de excavación de 2017 llevada a cabo por un
equipo de paleontólogos del Departamento de
Geología de la Universidad de Oviedo en la cueva
de La Rexidora, ubicada en el concejo asturiano de
Ribadesella. El yacimiento, que se excava desde
2012, consiste en una dolina o pozo natural que
actuó como una trampa para muchos animales,
en su mayoría bisontes. Sus huesos, que no han
sido alterados por depredadores –ni animales
carnívoros ni humanos–, han permanecido prác-
ticamente intactos durante decenas de milenios.
La hiena forma parte de un conjunto de descubri-
mientos excepcionales que se llevan realizando
en los últimos años en la cornisa cantábrica. La
excavación de huesos y esqueletos completos nos
proporciona una información relevante acerca de
la anatomía, la talla, la estructura de la población
e incluso el comportamiento de los animales,
muchos de ellos pertenecientes a especies extin-
tas. Unos hallazgos inusuales, ya que por lo gene-
ral las acumulaciones de fósiles cuaternarios en
la península Ibérica han sido originadas por la
actividad de humanos o carnívoros, que tienden
a disgregar los huesos, lo que dificulta su estudio.
En los últimos años, los frecuentes movimien-
tos de terreno ligados a la construcción de carre-
teras y otras infraestructuras, la intensificación
de la exploración espeleológica y la creciente
concienciación de la gente para notificar cada
nuevo descubrimiento han hecho que el número
de hallazgos se haya incrementado notablemen-
te, y con ellos, el conocimiento de nuestra fauna
ibérica durante la última glaciación.
un grupo de mamuts
H AC E U N O S 3 5 . 0 0 0 A Ñ O S ,
lanudos se alimentaba en una llanura esteparia
situada en lo que hoy es la zona oriental de Astu-
rias. Una cría de aproximadamente un año y medio
de edad, del tamaño de una vaca, se despistó de su
manada precipitándose por otra dolina en forma
de embudo, en cuyo fondo se abría una cavidad.
Cuando su madre y el resto de la manada fueron
a rescatarla, ya era tarde: la cría habría quedado
atrapada en el fondo de la cavidad, o tal vez habría
muerto por el impacto de la caída. Una cría de
PEDRO SAURA
Los bisontes de la cueva de La Covaciella, en el concejo
de Cabrales, pintados hace unos 14.000 años, se
cuentan entre los mejor conservados del arte parietal
magdaleniense. Al igual que otras simas y cavidades
de la cornisa cantábrica, la cueva fue descubierta
por azar durante la construcción de una carretera.
mamut, al igual que las de los elefantes actuales,
solo estaría segura en el seno de su manada, jun-
to a unas experimentadas hembras adultas que
la alejarían de cualquier peligro. Pero la natura-
leza aventurera de un cachorro y un inevitable
momento de distracción pudieron ocasionar el
extravío. Este tipo de incidentes no debieron de
ser excepcionales, e incluso se ha interpretado
que algunas de las crías de mamut halladas con-
geladas en Siberia pudieron morir por causas
semejantes. Los restos de nuestro pequeño se ex-
cavaron en 2011 en la cueva de Jou Puerta, cerca
de Llanes. Solo se pudieron recuperar tres frag-
mentos de molar y una pequeña defensa de mar-
fil, restos suficientes para relatar la triste historia
de esta criatura. Junto con él, varios rinocerontes
HISTORIAS DE LA EDAD DEL HIELO 35
36 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
HIENA
(Crocuta crocuta)

La hiena europea del

Pleistoceno Superior,
también conocida como
hiena de las cavernas por
la costumbre de ubicar
sus cubiles dentro de
las cuevas, pertenecía
a la misma especie
que la hiena manchada
africana actual, aunque
presentaba una robustez
visiblemente superior.
El fuerte cráneo de la
hiena alberga una
poderosa musculatura
que, en combinación
con sus masivos molares
y premolares, la dotan
de uno de los aparatos
masticadores más
potentes de los mamíferos,
permitiéndole triturar
huesos con facilidad.
 M a r C a n t á b r i c
o

La Reixidora
(Ribadesella)
Oviedo Jou Puerta
(Llanes)
A R

C O R D I L L E R A C A N T Á B R I C A

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HOY
2,588 MILLONES DE AÑOS ATRÁS 781.000 AÑOS ATRÁS 126.000 11.700
C UAT E R N A R I O
La Rexidora 37.600

Jou Puerta 35.000

lanudos, ciervos y bisontes, entre otros animales,
fueron víctimas de la misma trampa.
La zona centrooriental de la región cantábrica
es especialmente rica en vestigios del período
Cuaternario por una cuestión de índole geológi-
ca: la gran abundancia de calizas. Es en este tipo
de rocas donde, por filtración del agua, se forman
las cuevas, tan abundantes en esta región. Estas
cavernas constituyen verdaderas «cámaras del
tiempo» en las que los restos óseos de animales
se han conservado prácticamente inalterados
durante miles de años, protegidos de la erosión
física, química y biológica.
TA M B I É N E N L L A N E S , cerca de la última morada
del pequeño mamut, una tercera dolina nos narra
una historia semejante, aunque con un matiz: las
víctimas, en este caso, fueron los depredadores.
En esta cueva, situada bajo un pozo natural de
16 metros de profundidad, tres espeleólogos del
club Escar hallaron hace cuatro años una mandí-
bula de león. Fragmentos óseos dispersos alrede-
dor sugerían la promesa de que el esqueleto del
félido estuviese más completo.
En enero de 2017 se llevó a cabo una campaña
de excavación en la que se recuperaron más de
100 restos del león, incluyendo buena parte del
cráneo con su mandíbula y las extremidades an-
teriores. Junto a él, restos de otros depredadores
Diego Álvarez Lao es profesor del Departamento de
Geología de la Universidad de Oviedo. Sus estudios
se centran en los grandes mamíferos del Cuaternario.
nos indican que el león no fue la única víctima de
esta trampa natural. Este magnífico conjunto
fósil se encuentra actualmente en estudio.
No es descartable que, pese a la considerable
altura desde la que cayeron, los animales sobrevi-
viesen al impacto. De hecho, los restos aparecie-
ron a cierta distancia de la entrada. El esqueleto
de este león prehistórico hallado en Asturias pre-
senta mayor tamaño y robustez que los leones
africanos actuales. Es de suponer que también su
masa muscular fuera visiblemente superior. Aun-
que no se puede demostrar científicamente, el
arte paleolítico parece sugerir que los leones euro-
peos del Pleistoceno Superior no tenían la larga
melena que caracteriza a sus parientes actuales
de África. Algunos autores han relacionado este
rasgo con una diferente estructura social, posible-
mente propia de animales más monógamos.
los protagonistas de nuestras
¿ P O R Q U É M O T I VO
tres historias –y los de otras muchas– acabaron
en el fondo de las dolinas? Las causas son múlti-
ples. En la mayoría de los casos se interpreta que
se despeñaron durante «estampidas», seguramen-
te debidas a persecuciones. Esta explicación enca-
ja en el caso de los herbívoros, como los bisontes o
los rinocerontes, que tienen los ojos lateralizados,
lo que les proporciona un amplio campo visual,
pero, por contra, un ángulo de visión tridimen-
sional muy bajo. Parece fácil pensar que durante
una estampida, su escasa visión tridimensional
les impidiera percibir a tiempo la depresión del
terreno. Es muy posible que la mayoría de los

38 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8 MAPA: NGM-E

En una estrecha galería
de la cueva de La Rexidora,
Adrián Álvarez y Noelia
Sánchez excavan un
nivel de acumulación
de huesos de bisonte
(derecha). Este trabajo
se lleva a cabo con gran
delicadeza, utilizando
utensilios de madera
para no dañar los fósiles.
A la izquierda se muestra
la ubicación geográfica
y la cronología, a escala
del Cuaternario, de los
yacimientos asturianos de
La Rexidora y Jou Puerta.
herbívoros hallados en las cuevas de La Rexidora
y Jou Puerta hayan caído de este modo.
En otros casos pudo deberse al hecho de que
la entrada, especialmente si era estrecha, estu-
viera oculta por irregularidades del terreno, por
la vegetación o por la nieve, sobre todo en zonas
de relieve abrupto. Incluso hoy en día es fácil caer
en una de esas dolinas si uno se despista. Meses
antes de excavar la que alberga los restos del
león, se coló por ella un perro, que fue rescatado
vivo a pesar de haber caído desde una altura de
16 metros en vertical. Estas simas, que comuni-
can las cuevas con el exterior, aún son abundan-
tes en zonas elevadas de la cordillera Cantábrica,
y con frecuencia caen en ellas animales domésti-
cos (vacas, cabras…) y salvajes (osos, rebecos...).
Asimismo, es posible que algunos carroñeros,
como las hienas, descendieran voluntariamente
por su propio pie atraídos por el olor de la carroña
y que después no fuesen capaces de salir. Esta
hipótesis podría ajustarse muy bien al caso de la
hiena de La Rexidora.
La comunidad de grandes mamíferos que
vivió durante la última glaciación en gran parte
de Europa, Asia y América del Norte se conoce
como la fauna del mamut. Entre estas especies se
encuentran algunas que desarrollaron adapta-
ciones físicas muy avanzadas que les permitían
sobrevivir en el clima extremadamente frío y ári-
do reinante en esa época. Quizá las más emble-
máticas sean el mamut lanudo (Mammuthus
primigenius) y el rinoceronte lanudo (Coelodonta
antiquitatis), que desaparecieron hace escasos
DIEGO ÁLVAREZ LAO
milenios después de vivir millones de años de
evolución. Afortunadamente, otras, como el reno
(Rangifer tarandus) y el buey almizclero (Ovibos
moschatus) sobrevivieron a la última glaciación
y todavía podemos disfrutar de su presencia.
Bisontes (Bison priscus), caballos (Equus ferus)
y ciervos (Cervus elaphus), especies más toleran-
tes a las oscilaciones climáticas, también forma-
ron parte de aquella comunidad. Asimismo, los
carnívoros, con una mayor capacidad de adapta-
ción a los diferentes climas, completaban el con-
junto: leones (Panthera leo), leopardos (Panthera
pardus), hienas (Crocuta crocuta), osos de las
cavernas (Ursus spelaeus), glotones (Gulo gulo) y
lobos (Canis lupus), entre otros, ocuparían los
pisos superiores de la pirámide ecológica. Esta
asociación faunística vivió en un ambiente frío y
árido, cuyo paisaje estaba dominado por la vege-
tación herbácea: la tundra-estepa, o estepa del
mamut. Durante los episodios fríos del Pleistoce-
no, este bioma llegó a extenderse por gran parte
de Eurasia y América del Norte.
En las penínsulas del sur de Europa, las condi-
ciones climáticas menos extremas permitieron
que los árboles siguieran desarrollándose pese al
frío glacial y que la fauna propia de clima templa-
do sobreviviera. Así, el ciervo común es la especie
mayoritaria en los yacimientos ibéricos coetá-
neos. Junto con él, la presencia de otros herbívo-
ros más ligados al medio forestal, como el corzo
(Capreolus capreolus) y el jabalí (Sus scrofa), nos
indica que aquí, aun bajo unas condiciones tan
gélidas y áridas, los bosques no desaparecieron
HISTORIAS DE LA EDAD DEL HIELO 39
MAMUT LANUDO
(Mammuthus
primigenius)

Es, sin duda, el animal más

icónico de las glaciaciones
cuaternarias. Su tamaño,
semejante al del actual
elefante asiático, rara
vez debió de superar
los 3,5 metros de altura.
Sus defensas, fuertemente
curvadas, podían medir
más de 4 metros. Las
momias congeladas
halladas en Siberia revelan
que el mamut lanudo
tenía el cuerpo cubierto
por una espesa capa de
pelo y lana. El ejemplar
infantil recuperado en
el yacimiento de Jou
Puerta ha proporcionado
esta pequeña defensa
(derecha), además de tres
fragmentos de un molar.
por completo. Aunque la fauna del mamut nunca
llegó a estar plenamente establecida en la penín- RINOCERONTE LANUDO
(Coleodonta antiquitatis)
sula Ibérica, han aparecido restos de mamuts,
rinocerontes lanudos y renos en más de 75 yaci- Compañero inseparable Sus molares y premolares,
mientos arqueológicos y paleontológicos ibéri- del mamut lanudo, esta con altas coronas y
cos, especialmente en el norte, en la cornisa especie presentaba complejos repliegues en
una talla similar a la del el esmalte, estaban bien
cantábrica y en Cataluña. rinoceronte blanco adaptados a una dieta
Ya a mediados del siglo XIX, el eminente natu- africano, pudiendo superar a base de vegetación
ralista escocés Andrew Leith Adams examinó los 4 metros de longitud. herbácea esteparia, muy
Su cuerno nasal era muy abrasiva. Las cuevas de
unos restos de mamut hallados en un yacimiento largo y curvado, aplanado Jou Puerta y La Rexidora
cántabro. A principios del siglo XX el insigne lateralmente, como un han proporcionado restos
ingeniero y prehistoriador francés Edouard Har- sable. Los hallazgos de de diversos individuos,
Siberia confirman que el como esta mandíbula
lé detectó la presencia de restos de reno, mamut cuerpo del rinoceronte (arriba) que conserva un
y rinoceronte lanudo en diversas cuevas cantá- lanudo, como el del mamut, premolar de leche, lo que
bricas y catalanas. Desde la década de 1960, los estaba cubierto por indica que corresponde
una espesa capa de pelo. a un ejemplar joven.
hallazgos de estas especies en nuestra península
se han ido multiplicando a raíz de los numerosos
trabajos llevados a cabo por otros paleontólogos
como Jesús Altuna y Pedro Castaños. No obstante,
en estas latitudes, las especies adaptadas al frío
siempre fueron elementos minoritarios dentro
de unas comunidades dominadas por mamíferos
propios de clima templado. Excepcionalmente,
durante los episodios de frío más intenso estos

HISTORIAS DE LA EDAD DEL HIELO 41

animales llegaron a expandirse incluso por el
centro y el sur peninsular. El notable yacimiento
de mamuts de Padul, en Granada, da testimonio
de ello.
Por lo tanto, el norte ibérico presentaba un
carácter transicional entre las faunas del centro
y norte de Europa, dominadas por las especies de
clima frío, y el centro y sur peninsular, donde los
animales de clima templado persistieron duran-
te todo el Cuaternario. Tampoco se puede descar-
tar la posibilidad de que la presencia de estas
especies de clima frío en nuestra península fuera
de carácter meramente estacional. Es sabido que
algunos de estos animales pueden realizar migra-
ciones estacionales muy largas: ciertas poblacio-
nes actuales de renos, como la del Porcupine, que
vive en Alaska y el Yukón, realizan migraciones
anuales de más de 2.500 kilómetros entre las
zonas de cría y las áreas de invernada. También
los elefantes africanos llevan a cabo importantes
migraciones en busca de agua entre las estacio-
nes húmedas y secas. No sería, pues, descabella-
do pensar que algunas de estas especies de clima
frío pudiesen alcanzar latitudes tan meridionales
como la península Ibérica solamente durante el
invierno, cuando el clima en el norte era más cru-
do y los recursos, más escasos.
Las evidencias paleontológicas nos indican
también que las cadenas montañosas, como los
Pirineos, actuaron de barreras naturales que li-
mitaron la expansión de esas poblaciones. La
gran diferencia de faunas registrada entre el sur
de Francia, donde las especies de clima frío eran
dominantes, y el norte ibérico dan fe de este
hecho. También la cordillera Cantábrica supuso
un importante obstáculo, pues especies como el por una parte, el calentamiento climático conllevó
reno, cuya presencia se ha constatado en más de un profundo cambio en la vegetación y, por ende,
40 yacimientos cantábricos, nunca se han halla- la desaparición del hábitat de aquellas especies;
do al sur de estas montañas. por otra parte, la expansión de nuestra especie,
Homo sapiens, ejerció una notable presión sobre
E S TA E U R O PA S A LVA J E , poblada por una gran las poblaciones de estos animales, quizá ya muy
fauna, cambió drásticamente al final de la última debilitadas por la reducción de su hábitat, abo-
glaciación, hace unos 12.000 años, cuando casi cándolas finalmente a la extinción.
todas las especies de grandes mamíferos desapa- Los humanos de hoy, a diferencia de los del
recieron. La mayoría de los especialistas coinci- Pleistoceno, nos sumergimos en las profundida-
den en que este empobrecimiento faunístico fue des de la tierra en busca de los restos de aquellos
consecuencia de la combinación de dos factores: animales y así conocer qué aspecto tenían, cómo

42 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
vivían y morían, cuáles eran las condiciones
ambientales y el paisaje en el que se desenvolvían. LEÓN
La última campaña de excavación en la cueva (Panthera leo)
de La Rexidora, la de 2017, ha sido muy fructífera
El león que vivía en la
al proporcionarnos unos 250 nuevos fósiles. Pero Europa del Pleistoceno
la búsqueda continúa. Las entrañas de la tierra Superior era de mayor
aún albergan infinidad de secretos sobre estos talla y robustez que los
leones actuales. Algunos
extraordinarios animales, que nos permitirán autores consideran comunes en los yacimientos
construir una imagen más exacta de la península la forma prehistórica ibéricos del Pleistoceno
Ibérica durante la última glaciación. Y seguirán euroasiática una especie Superior, aunque los
diferente, Panthera hallazgos de esqueletos
relatándonos apasionantes historias de un pasa- spelaea. Los restos de más o menos completos
do salvaje, no tan lejano. j leones son relativamente son excepcionales.

HISTORIAS DE LA EDAD DEL HIELO 43

Leones, renos,
rinocerontes lanudos,
bisontes, mamuts…
Las pinturas de la cueva
de Chauvet, en el sur
de Francia, muestran
las numerosas especies
que poblaron la Europa
occidental durante el
Pleistoceno Superior.
Representaciones
paleolíticas como esta
sugieren que los leones
prehistóricos europeos
carecían de la melena
propia de sus actuales
parientes africanos.
COMPAGNON BRUNO / AGE FOTOSTOCK
Depredadores en la noche
POR VIRGINIA MORELL F O T O G R A F Í A S D E A N A N D VA R M A
 Un falso vampiro lanudo aletea a la luz de la luna.
Su misión: encontrar algo para cenar. Para los
roedores y otros animalillos de la península de
Yucatán, la noche es un momento especialmente
peligroso, pues los murciélagos carnívoros
abandonan sus dormideros en busca de presas.

U N A N T I G U O T E M P L O M AYA E N M É X I C O AY U D A A D E S E N T R A Ñ A R

LO S M I S T E R I O S D E LO S E XC E P C I O N A L E S MU RC I É L AG O S C A R N Í VO RO S .
En su jaula, un murciélago espectral detecta un ratón
de laboratorio sobre un lecho de hojas dispuesto
sobre una mesa. Los científicos que estudian estos
murciélagos carnívoros en México no los han visto
cazar en el medio natural, así que los filman y
graban sonidos asociados a la búsqueda de alimento.
Colgados del frío techo de piedra
de un antiguo templo maya como
un racimo de frutas grises y peludas,
nos miran fijamente con unos ojos
dorados que brillan a la luz rojiza
de nuestras linternas frontales.
Los murciélagos, dentados y hambrientos, tienen
las orejas casi transparentes, largas como las de
un conejo, y una cara arrugada y lobuna con una
hoja nasal lanceolada –su apéndice ecolocaliza-
dor– encima del hocico.
A diferencia de otras especies, estos misteriosos
quirópteros que encontramos al borde mismo de
la Reserva de la Biosfera de Calakmul, en la penín-
sula de Yucatán, no se congregan por millares, me
dijo Rodrigo Medellín, primer experto del país en
mamíferos voladores y profesor de la Universidad
Nacional Autónoma de México. «Siempre están
en grupos reducidos, y se protegen entre ellos».
Medellín lanzó el cazamariposas hacia uno de
los seis murciélagos y lo atrapó. Sosteniéndolo
con la mano enguantada, le examinó el pelaje
grueso y lanoso –que le proporcionaba un aspecto
dulce y adorable– y el hocico prominente y los
dientes afilados –que se lo arrebataba al instante–.
Era una hembra, y protestaba castañeteando las
mandíbulas. Con cuidado, Medellín extendió una
de sus alas y señaló el pulgar del murciélago, que
se curvaba desde el borde. Estaba armado con una
uña pronunciada, con forma –y filo– de sable.
«Con esto aferran a sus presas», explicó. Las
dimensiones de semejante arma dejan claro que
estos cazadores de la noche no se dedican a atacar
50 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
mosquitos: van en busca de roedores, de pájaros
e incluso de otros murciélagos.
Los murciélagos carnívoros, que en conjunto
se conocen como falsos vampiros porque no son
hematófagos como los vampiros verdaderos, viven
en los trópicos, aunque su número es reducido:
menos del uno por ciento de todas las especies de
murciélagos se alimentan de otros vertebrados.
Hay dos especies cuyo territorio va desde el sur
de México hasta Bolivia y Brasil, y una de ellas
llega más al sur, hasta zonas de Paraguay y Argen-
tina: el falso vampiro lanudo (como los del templo
maya) y el murciélago espectral, también llamado
falso vampiro de Linneo. Este último es el mayor
quiróptero del continente americano, con ejem-
plares que pueden alcanzar un metro de enverga-
dura. Las amenazas que se ciernen sobre sus
hábitats de bosque lluvioso complican la existen-
cia de los murciélagos mexicanos y acucian a los
investigadores a comprender mejor sus hábitos.
El falso vampiro lanudo es un gran descono-
cido, por eso Medellín capturó a los seis indivi-
duos y los sacó del templo, metidos en bolsas de
National Geographic Society, una organización sin ánimo
de lucro que promueve la conservación de los recursos
de la Tierra, ha ayudado a financiar este artículo.
algodón, para tallarlos y pesarlos. Eran cuatro
machos y dos hembras, una de ellas preñada. Para
saber cómo estaban emparentados, los investiga-
dores tomaron una muestra de piel del ala de cada
individuo y las remitieron al laboratorio para su
análisis genético. Luego acoplaron pequeños loca-
lizadores GPS en tres ejemplares (uno de ellos la
hembra preñada) que les proporcionarían infor-
mación sobre sus hábitos de caza.
«Mire –dijo Medellín mientras sacaba uno de
los machos de su bolsa y lo colocaba boca arriba–.
Los machos tienen los testículos muy pequeños,
lo cual apunta a que son monógamos». En el mun-
do animal la monogamia es rara. «Es posible que
dos de estos machos sean las respectivas parejas
de las hembras y que los otros dos sean las crías del
año pasado», explicó. Una hembra amamantaba
a una cría de cuatro meses, y el abultado vientre
de la otra revelaba que estaba a punto de parir.
En el suelo del habitáculo de los murciélagos
yacían los despojos parcialmente devorados de
un ratón espinoso de Desmarest. «Mire, los restos
de una comida reciente –dijo Medellín–. Creemos
que devoran algunas presas en el exterior y luego,
una vez saciados, traen la última pieza al interior».
La captura suele alimentar a los murciélagos que
no pueden cazar, como las madres que están
Un murciélago espectral, o falso vampiro de Linneo,
muerde el guante de un investigador. Estos
quirópteros pesan unos 170 gramos y tienen unas
alas membranosas con las que alcanzan el metro
de envergadura. Las afiladas uñas curvas de los
pulgares son perfectas para agarrar a sus presas.
amamantando. «Queremos saber a qué hora salen
del refugio, adónde van, quién caza para quién y
con quién vuela cada uno», me explicó.
Los restos de alimento y los excrementos iden-
tificados dentro del templo aportaron pistas sobre
la dieta de los quirópteros. «Mire –exclamó de
nuevo, sosteniendo los despojos minúsculos y
semiputrefactos de la cría de ratón–. Me sorpren-
de que no se lo hayan comido todo, porque nor-
malmente no dejan nada; a veces devoran hasta
los huesos, las uñas y la cola». También se habían
comido una mariposa amarilla (excepto las alas),
una cigarra y un pájaro, posiblemente un trepa-
troncos, a juzgar por el penacho de plumas rojizas.
«A menudo encontramos alas de otros murciéla-
gos». Un plato frecuente de su dieta es una especie
rara de quiróptero difícil de encontrar. Medellín
está estudiando por qué esta especie en concreto
resulta tan apetecible a los falsos vampiros lanu-
dos y cómo dan con ella.
M U RC I É L AG O S C A R N Í VO RO S 51
Tras recopilar datos y muestras genéticas de un
falso vampiro lanudo, el biólogo Rodrigo Medellín
(a la izquierda) y el investigador Ivar Vleut lo
devolverán a su cueva. Gracias a los dispositivos
GPS los científicos obtienen información sobre
el hábitat que prefieren los murciélagos para cazar.
De regreso a su dormidero después de cazar su
cena, un falso vampiro lanudo proyecta su sombra
sobre las ruinas de un templo en el yacimiento
arqueológico de Hormiguero. Los murciélagos quizá
vuelvan con comida para los miembros del grupo
que no pueden cazar, como las hembras con crías.
 PENÍNSULA
DE YUCATÁN
MÉXICO
Hormiguero BELICE
HONDURAS
GUATEMALA
VENEZUELA
EL SALVADOR NICARAGUA
COSTA RICA
AMÁ
PANA
OCÉANO COLOMBIA
PA C Í F I C O
R
ECUADOR
PERÚ
BOLIVIA
Área de distribución
de los falsos vampiros
CHILE
Vampiro espectral
(Vampyrum spectrum)
Falso vampiro lanudo
(Chrotopterus auritus)
Según el biólogo, los murciélagos lanudo y
espectral «son probablemente los que aparecen
descritos en el mito de la creación maya, el Popol
Vuh». En el relato, los héroes gemelos son ence-
rrados en una cueva infestada de murciélagos de
la muerte, que los mayas llaman camazotz. En el
hocico tienen una hoja afilada con la que matan
a personas y animales. Para salvarse, los gemelos
se esconden dentro de sus cerbatanas y pasan la
noche aterrorizados por los murciélagos. Al ama-
necer, uno de los dos decide comprobar si ha
pasado el peligro. Asoma la cabeza por fuera de
la cerbatana… y un camazotz se la siega al instante.
«Estos murciélagos hacen lo mismo –afirmó
Medellín–. Acechan a sus presas, se abaten sobre
ellas con las alas a medio desplegar, las inmovili-
zan con las uñas de los pulgares y les propinan
un mordisco letal en la parte posterior o superior
de la cabeza. El camazotz no era una invención».
los leones, la mayoría
A L I G UA L Q U E LO S LO B O S ,
de las aves y algunos cetáceos, insectos y prima-
tes –nosotros incluidos–, los murciélagos lanudo
y espectral comparten la comida, pero solo con
sus vecinos de dormidero. Los científicos lo con-
sideran una señal de altruismo, aunque esta con-
ducta casi siempre se observa entre animales
estrechamente emparentados, y en realidad nos
Anand Varma y Rodrigo Medellín colaboran para captar
imágenes nunca vistas en Murciélagos carnívoros gigantes,
que se emite el 2 de junio a las 18:00 horas en Nat Geo WILD.
NGM-MAPS. FUENTES: UICN; RODRIGO A. MEDELLÍN Y OTROS, IDENTIFICACIÓN DE LOS MURCIÉLAGOS DE MÉXICO:
CLAVE DE CAMPO, SEGUNDA EDICIÓN; A. L. GARDNER, MAMMALS OF SOUTH AMERICA
OCÉANO
ATLÁNTICO
TRINIDAD
Y
TOBAGO
GUYANA
SURINAM
GUAYANA
FRANCESA
(FRANCIA)
ECUADOR
A
B R A S I L
E U R
PARAG.
ARGENTINA 0 km 600
habla más de un parentesco genético próximo
que de un corazón generoso. Dar alimento a indi-
viduos con los que no existe parentesco genético,
como solemos hacer los humanos, es muy raro en
otras especies. Esa es otra de las razones por las
que Medellín y sus alumnos quieren dilucidar qué
relaciones genéticas hay entre los murciélagos
lanudos. Saben que llevan presas al interior del
templo en el que se refugian, pero todavía no tie-
nen claro cuáles de ellos aportan y cuáles reciben.
Esperan obtener respuestas de las videocámaras
instaladas en el dormidero por Ivar Vleut, inves-
tigador posdoctoral tutelado por Medellín, que
los grabarán alimentándose.
Vleut me mostró en su portátil varios vídeos de
murciélagos compartiendo comida. «Aquí está la
madre colgada con la cría, y se ve cómo llega otro
murciélago con un ratón», dijo. El recién llegado,
probablemente uno de los machos, se posa cerca
de la hembra, agarrado por las patas de una viga
del techo. Colgada boca abajo, ella agita los brazos
lanudos en un gesto que recuerda al de un polluelo
que pide alimento a sus padres. Muerde la presa
y se la arrebata al cazador. Sujetando el ratón por
el cuello y masticando con fruición, lo devora por
completo salvo la cola, que cae al suelo. El mur-
ciélago cazador sigue colgado junto a ella tran-
quilamente, acicalándose las alas a lametones.
«Es la conducta habitual –dijo Vleut–. A menudo
parecen estar saciados cuando regresan, y por eso
creemos que han estado cazando un buen rato y
que traen la última presa para compartirla».
 Los científicos todavía no los han visto cazando
en la naturaleza, pero se hacen una idea bastante
aproximada de cómo actúan porque Medellín tuvo
dos machos de falso vampiro lanudo durante
15 días en su habitación del hotel, donde soltaba
ratones para que los cazasen. Colocaba hojarasca
para que los roedores se movieran sobre ella,
creando así unos sonidos que los murciélagos
detectaban al girar sus enormes orejas cual ante-
nas parabólicas. «Los murciélagos entraban en
una jaula y se colgaban de los laterales metálicos
o de una rama –explicaba el biólogo–, y ahí se
quedaban completamente inmóviles. Pero en
cuanto oían que los ratones hacían el más mínimo
sonido, se lanzaban». Medellín sospecha que en
estado salvaje los murciélagos lanudos se cuelgan
de los troncos cuando cazan, atentos por si oyen
los pasos de roedores o reptiles, o el sonido del
aleteo de otro quiróptero.
«ME QUEDÉ PASMADO CUANDO VI AQUELLA CRIATURA
GIGANTE MORDIENDO LA RED PARA LIBERARSE. ME QUEDÉ
ATÓNITO Y UN P OCO ASUSTADO ANTE SUS DIMENSIONES».
UN DÍA NOS INTERNAMOS en el bosque lluvioso
en busca de murciélagos espectrales. Vleut había
localizado el primero en 2009. «Son muy poco
frecuentes, y yo no sabía nada sobre ellos», dijo
mientras caminábamos por una senda. Una vez
atrapó un ejemplar con una red mientras realiza-
ba un estudio de murciélagos. «Antes de verlo
ya lo olí; creí que teníamos en la red algún bicho
muerto. Me quedé pasmado, sin palabras, cuando
vi aquella criatura gigante mordiendo la red para
liberarse. Me quedé atónito y un poco asustado
ante sus dimensiones». Después de retirarlo de la
red, Vleut se puso dos pares de guantes de cuero
para manipularlo.
Fascinado, Vleut leyó todo lo que encontró so-
bre la especie –que fue bien poco– y constató que
nadie había estudiado su ecología. Contactó con
Medellín y pusieron en marcha el estudio. «Ahora
estamos tratando de determinar cuántos murcié-
lagos como este pueden vivir en un área determi-
nada –dijo Vleut–. Damos una recompensa a quien
encuentra un dormidero y nos lo comunica».
De este modo han localizado varios dormide-
ros. Otro lo encontraron gracias al transmisor que
acoplaron en el lomo de un murciélago espectral
atrapado en una de sus redes. Nuestro grupo
siguió la señal hasta un árbol hueco, en cuyo inte-
rior Medellín y Vleut confiaban poder observar a
esta especie en su entorno. Los científicos ataron
una cámara GoPro a un cable, la izaron hasta lo
alto del tronco, donde estaba el acceso al hueco,
y la fueron bajando centímetro a centímetro por
el interior del mismo. Durante unos minutos no
se vio nada en la pantalla del ordenador, apoyado
en la tierra. De pronto: «¡Ahí están! ¡Mirad, mirad!».
Tres pares de ojos reflejaban la luz de la cámara:
una hembra adulta con una cría joven y un macho
adulto. Protestaban, sorprendidos por el extraño
intruso que se había colado en su hogar. No oía-
mos sus sonidos, pero tenían la cara crispada,
castañeteaban las mandíbulas con furia y sus lar-
gas orejas vibraban.
«Se ponen así cuando hacen brrrrrr, el sonido
que usan para ahuyentarte –dijo Medellín, que no
Ivar Vleut, quiropterólogo
despegaba los ojos de la pantalla–. Un momento,
¿qué hay ahí abajo?». Estaba fijándose en algo que
se veía en la base del tronco hueco. «¡Es un ala de
quiróptero!», respondió uno de sus alumnos. Tal
vez eran los restos de una comida reciente. Los
murciélagos seguían mirando con odio la GoPro,
castañeteando la mandíbula contra ella, y final-
mente, en lo que sin duda alguna era un desespe-
rado gesto de protección, uno de los adultos se
giró y desplegó las alas alrededor de la cría.
«Oooh», exclamamos todos al unísono, y luego:
«¡Retira la cámara!». Vleut tiró del cable y los mur-
ciélagos desaparecieron de la pantalla. Se inició
entonces un animado debate sobre cómo intro-
ducir en el árbol una cámara discreta para tomar
imágenes de los murciélagos sin molestarlos.
No cabe duda de que aquellos murciélagos car-
nívoros infundían terror a los mayas, el mismo que
deben de infundir hoy a los animales que depre-
dan. Pero nosotros vimos su faceta más tierna
y vulnerable cuando se acurrucaban en sus dor-
mideros o eran manipulados por los científicos.
Criaturas de aspecto extraño –un híbrido alado
de ratón y lobo– tan amorosos y preocupados por
los suyos como cualquier otro mamífero. j
M U RC I É L AG O S C A R N Í VO RO S 57
 CRÓNICA DESDE... | BRASIL

FIESTAS DE
LIBERACIÓN
CON ALEGRÍA Y ESPIRITUALIDAD, LOS DESCENDIENTES
DE LOS AFRICANOS HAN CREADO EN BRASIL UN
CONJUNTO DE RITOS CON LOS QUE SUPERAR EL
R E C U E R D O D E M Á S D E T R E S S I G LO S D E E S C L AV I T U D.

POR RONALDO RIBEIRO

FOTOGRAFÍAS DE RICARDO TELES

Cada 13 de mayo los jóvenes salen a las calles

de Contagem, en el estado de Minas Gerais,
para conmemorar el fin del régimen esclavista
brasileño, que fue abolido en 1888.
FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE
LOS HOMBRES NEGROS, SERRO, MINAS GERAIS
El rey y la reina desfilan en la celebración que rinde
culto a la virgen católica protectora de los negros.
«No busco las raíces del legado africano, sino las
transformaciones, el sincretismo», explica el fotógrafo
Ricardo Teles, autor del proyecto «Encantados».
 Elcolordelapielsiguedefiniendoenelsiglo XXI el trato de
muchos seres humanos. Es una realidad incómoda en cualquier
lugar. También en Brasil, por infaustas razones históricas.
Último país occidental en abolir el esclavismo
después de tres siglos y medio de vigencia, Brasil
presenta, 130 años después, una sociedad mol-
deada por la distancia entre personas de diferen-
tes orígenes, separadas por las desigualdades
económicas y de oportunidades sociales.
Para los historiadores que estudian África y sus
diásporas, la lógica del problema es simple. «Brasil
fue construido por el ingenio y el trabajo de seres
humanos arrancados de sus tierras y convertidos
en esclavos», dice Erisvaldo Santos, del Departa-
mento de Educación de la Universidad Federal
de Ouro Preto, en el estado de Minas Gerais. «Has-
ta la llegada de la familia real [portuguesa, tras la
ocupación napoleónica de Portugal] en 1808, los
partos, el cuidado de la salud y el mantenimiento
del orden público, por ejemplo, dependían efecti-
vamente de los africanos y sus descendientes».
Incluso después de la abolición, argumenta
Santos, la eugenesia y la higiene racial siguieron
cimentando el proyecto nacional del Brasil de la
época. Si bien el etnocentrismo y el racismo ya
estaban presentes en los orígenes del sistema co-
lonial desde el siglo XVI, en el XIX «pasaron a ser
prácticas efectivas de jerarquización social». Ade-
más, «como forma de sofocar conflictos raciales
y evitar que los negros optasen a posiciones de
prestigio en la sociedad, a partir de la década de
1930 se desarrolló el mito de la “democracia ra-
cial” [una modalidad de racismo camuflado en el
seno del sistema liberal democrático]».
Los africanos enviados al Nuevo Mundo en-
contraron ya desde un primer momento un len-
guaje de resistencia. Aunque privados de libertad,
no fueron despojados del recuerdo de sus dioses
Este niño participa en la tradicional fiesta de los
Lambe-Sujos («lamesucios»), en el estado de Sergipe,
situado en el nordeste de Brasil. Los esclavos, en
su huida por el bosque, se pintaban el cuerpo con
melaza de caña de azúcar para camuflarse.
ni de la capacidad de reconocer la fe ajena. De este
modo el terreno estaba abonado para que brotase
el sincretismo, la fusión entre las creencias afri-
canas y el culto católico del período colonial, así
como entre «deidades de etnias separadas por el
idioma o por la animosidad de la guerra», dice el
fotógrafo Ricardo Teles. En un proyecto que ha
bautizado con el nombre de «Encantados», Teles
pone la mirada en la particular cultura afrobrasi-
leña, fruto de diversas influencias económicas,
tribales y religiosas. «Aquellas poblaciones, arre-
batadas a la fuerza de su entorno natural y social,
adaptaron sus costumbres al nuevo medio».
Pero la presencia de los negros en Brasil, alerta
Santos, no puede entenderse solamente en clave
de sincretismo. Con la baja densidad de pobla-
ción europea, «los africanos consolidaron la len-
gua portuguesa, desarrollaron la arquitectura, la
música y las artes a partir de modelos y reperto-
rios que fueron reinterpretados. Todo ese legado
sigue sin formar parte de la memoria de los bra-
sileños, que por norma general seleccionan ape-
nas algún que otro elemento cultural suelto para
referirse a la herencia africana».
En fin, largo es el camino hacia una sociedad
con mejor simetría social entre personas de dife-
rentes colores, y Santos, que es pai de santo –o
sacerdote– del candomblé (una de las religiones
afroamericanas) en Contagem, en el estado de
Minas Gerais, lo siente a flor de piel. Conciliar el
papel de investigador con el de pai de santo no
siempre es tarea fácil: en el ámbito académico
impera la dicotomía entre el saber tradicional y
el tecnológico.
«En la lógica del positivismo científico, las
prácticas religiosas constituyen un retraso cultu-
ral –reconoce Santos–. Lo que hago es poner de
manifiesto los problemas existentes e insistir en
el diálogo como estrategia positiva de conviven-
cia y afirmación de la alteridad». j
F I E STA S D E L I B E R AC I Ó N 63
FIESTA DE LA ABOLICIÓN, CONTAGEM, MINAS GERAIS
Reunidos en torno a una ofrenda como las que antaño se
dejaban en el bosque para alimentar a los esclavos huidos,
miembros de la comunidad de los Arturos (descendientes
de un antiguo esclavo llamado Arturo) celebran la libertad.
El 13 de mayo escenifican la ruptura de las cadenas y la firma
simbólica de la ley Áurea con la que se abolió la esclavitud.
ARRIBA: FIESTA DE SAN GONZALO, CAVALCANTE, GOIÁS
La bandera del Emperador Negro ondea durante
la fiesta de la comunidad kalunga (el mayor quilombo,
o asentamiento de origen afrobrasileño, tanto en
extensión como en población) en el Vão do Moleque.
ABAJO: MARACATU RURAL, ALIANÇA, PERNAMBUCO
Los caboclos de lança (caboclo designa al mestizo
descendiente de europeo blanco y amerindio) danzan
en el interior del estado de Pernambuco. Esta figura
folclórica nació entre los trabajadores de la caña de azúcar.
ARRIBA: HERMANDAD DEL ROSARIO Y
SAN BENEDICTO, UBERLÂNDIA, MINAS GERAIS
Con más de 140 años de tradición, esta fiesta
minera fue declarada Patrimonio Inmaterial
del municipio de Uberlândia.
ABAJO: FIESTA DE LOS LAMBE-SUJOS, LARANJEIRAS, SERGIPE
El auto popular, mezcla de teatro, música y danza, cuenta la historia
de lucha de los lambe-sujos («lamesucios»), los negros de un quilombo,
contra los caboclinhos, los indios mandados por los capitães-do-mato
(o cazadores de esclavos fugitivos) de los ingenios azucareros.
TERECÔ, CODÓ, MARANHÃO
El babalorishá Bita do Barão es coronado por mães
de santo, «madres guía» o sacerdotisas del culto
candomblé, durante la fiesta de los Santos y Orishás
en la Casa Reina Yemanyá. El maestro Bita es uno
de los sacerdotes más poderosos del terecô, el rito
afrobrasileño por el que es famosa la ciudad de Codó.
NEGRO HUIDO, SANTO AMARO, BAHIA
El cazador busca a los cautivos en esta fiesta del distrito
de Acupe. «En Brasil, la lucha contra el racismo estructural
pasa por una alianza entre los movimientos sociales
de los negros, los intelectuales y los sistemas de
educación y justicia», dice el profesor Erisvaldo Santos.
DIVINO ESPÍRITU SANTO, SÃO LUÍS, MARANHÃO
En la Casa Fanti Ashanti, un grupo de niños vestidos
con trajes de nobles escenifican el Imperio en una fiesta
también famosa por sus caixeiras, mujeres que tocan
instrumentos de percusión alrededor de un mástil,
símbolo del vínculo entre el mundo real y el más allá.
DÍA DE YEMANYÁ, PRAIA GRANDE, SÃO PAULO
Perfumes y flores son la ofrenda que recibe la Reina
del Mar cada 2 de febrero en esta fiesta, una de
las más populares de Brasil. Yemanyá es un orishá
femenino del panteón del candomblé –la religión
de origen africano con más seguidores del mundo–,
que llegó al país con los esclavos.
MALA
MAR

Las aves marinas

están sufriendo
bajas devastadoras.
Salvarlas pasa por
conocerlas mejor.
P o r J O N AT H A N
FRANZEN

Fotografías de
T H O M A S P.
PESCHAK
75
 Los barcos de pesca
son un festín para las
aves marinas, pero
fueron la perdición
de estos albatros y
pardelas gorjiblancas
(las aves de plumaje
negro que aparecen
en el perímetro de la
foto) que en 2017
murieron atrapados en
palangres atuneros
en aguas sudafricanas.
Gracias a las prácticas
de pesca sostenible,
la captura accidental
de aves en Sudáfrica
se ha reducido a
unos centenares de
individuos al año.
En todo el mundo,
en cambio, más de
300.000 aves marinas
mueren al año solo a
causa de los palangres.

PÁ G I N A A N T E R I O R
En las islas Lobos de
Afuera, en Perú, un
siglo de extracción de
guano, sobrepesca y
–últimamente– cambio
climático separa
la fotografía de 1907
de una colonia
reproductora de
pelícano alcatraz y la
del mismo lugar
tapizado de huesos en
2017. La inanición,
sumada a las intensas
lluvias de El Niño,
probablemente
mataron a casi
todos los pollos
de la anterior
temporada de cría.
ROBERT E. COKER, NATIONAL
GEOGRAPHIC CREATIVE
(IMAGEN DE ARCHIVO)
Imagina un
ave menuda,
de plumaje
grisáceo, no
mayor que un
estornino, que
pasa la mayor
parte de su vida
en mar abierto.
En aguas frías, haga el tiempo que haga, el paíño
ceniciento –un animal de sangre caliente que pesa
menos de 40 gramos– busca entre las olas pececi-
llos minúsculos e invertebrados marinos. Aletean-
do a flor de agua con las patas colgando, rozándola
con las puntas de los dedos, da la impresión de
estar caminando sobre las aguas como san Pedro.
Aunque en conjunto los paíños se cuentan entre
las aves más abundantes y extendidas del mundo,
el ceniciento es poco común y solo vive en aguas
de California. Tiene un olor almizclado inconfun-
dible; se huele en la niebla. En el agua está en su
salsa, pero, como todas las aves, necesita ir a tierra
para poner huevos y criar a sus polluelos, menes-
teres para los que prefiere islas tranquilas. Bus-
cando no llamar la atención de los depredadores,
anida bajo tierra, en grietas de la roca o en oque-
dades, y solo entra y sale cuando es de noche.
En el Refugio Nacional de Vida Salvaje de los
Farallones, a 50 kilómetros al oeste del Golden
Gate de San Francisco, un colectivo de artistas ha
construido una especie de iglú con pedazos de
hormigón rescatados de edificaciones ruinosas
de la isla principal. La escultura tiene una pequeña
puerta que da acceso a un habitáculo mínimo re-
cubierto de plexiglás. Si entras en él una noche de
verano y enciendes una luz roja (menos molesta
que la blanca para las aves), quizá tengas la suerte
de ver una hembra de paíño ceniciento empollan-
do pacientemente un huevo en el fondo de una
grieta. Y quizá llegue a tus oídos el canto nocturno
de alguno de sus vecinos ocultos, un arrullo suave
National Geographic Society, una organización sin ánimo
de lucro que promueve la conservación de los recursos
de la Tierra, ha ayudado a financiar este artículo.

78 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
 EL AÑO
DE LAS AVES
National Geographic se ha
asociado con la National
Audubon Society, BirdLife
International y el Laboratorio
de Ornitología de Cornell
para celebrar el centenario
de la Ley del Tratado de Aves
Migratorias de Estados Unidos.

Un solitario arao común

sobrevuela a miles de
congéneres que cuidan
de sus huevos y sus
polluelo n Francisco, la
población de araos
sufrió otra caída a
principios de
la década de 1980 por
culpa de las redes de
enmalle, grandes artes
de pesca que atrapan
aves marinas y otros
animales además de los
peces que se pretende
pescar. Desde mediados
de los años ochenta, los
araos de los Farallones
se han recuperado
gracias a la restricción
o prohibición del uso
de este tipo de redes.

y melodioso que sale de entre las piedras como
una voz de otro mundo: el mundo de las aves mari-
nas, que abarca dos tercios de nuestro planeta,
aunque escape casi por completo a nuestra vista.
Hasta hace poco la invisibilidad constituía una
ventaja para estas aves: era su manto protector.
Hoy, en cambio, cuando los depredadores inva-
sores y la pesca comercial amenazan su existencia,
necesitan que los humanos las protejamos, y es
difícil preocuparse de unos animales que no se ven.
HOY LOS FARALLONES son una pequeña
ventana al pasado, a una época en que las aves
marinas eran abundantes y ubicuas. Más de me-
dio millón anidaban en el refugio cuando visité la
isla principal en junio de 2007. En pronunciadas
pendientes y llanos cubiertos de vegetación rala,
rodeados por unas aguas de intenso color azul
surcadas por focas y leones marinos, había fraile-
cillos, araos y cormoranes, mérgulos sombríos
pequeños y gordezuelos, alcas unicórneas de
«cuerno» singular y, en mi opinión, un evidente
exceso de gaviotas occidentales. Los pollos de
gaviota estaban saliendo del cascarón y no había
por dónde caminar sin enfurecer a sus progenito-
res, que chillaban a todo volumen y saltaban en
el aire para bombardear a los intrusos con excre-
mentos hediondos.
Pero valía la pena pagar aquel peaje a cambio
de alcanzar las colonias de araos comunes de la
isla. Una mañana Pete Warzybok, biólogo de Point
Blue, el grupo conservacionista que ayuda al Ser-
vicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos a
velar por la biota de los Farallones, me condujo

LA COBERTURA FOTOGRÁFICA DE ESTE ARTÍCULO HA RECIBIDO EL APOYO DE LA PAUL M. ANGELL FAMILY FOUNDATION, 79
DEL PROGRAMA NACIONAL ANTÁRTICO DE SUDÁFRICA Y DEL DEPARTAMENTO DE MEDIO AMBIENTE DE SUDÁFRICA
hasta una caseta de contrachapado desde la que
podía observarse sin ser visto una metrópolis de
araos. Como un tapiz de granos de pimienta moli-
dos toscamente, 20.000 aves blanquinegras
cubrían una lengua de roca que terminaba en
acantilados rociados por la espuma. Los araos
estaban de pie, hombro con hombro, con su pico
aguzado y su aspecto de pingüino, empollando
un huevo o vigilando un polluelo minúsculo en
un área que a veces no llegaba ni a 150 centímetros
cuadrados. La colonia proyectaba un aire de se-
rena diligencia. De vez en cuando se oía una salva
de cloqueos discretos, y las amenazadoras gavio-
tas no dejaban de sobrevolar la zona, escudriñán-
dola en busca de un buen desayuno. A veces un Un pollo de albatros
arao se posaba con torpeza o se debatía para levan- cabecigrís de la isla
tar el vuelo, protagonizando un conato de escara- subantártica de Marion,
en el archipiélago de las
muza con algún vecino. Pero los desencuentros islas del Príncipe Eduardo,
acababan tan de repente como empezaban, y las ejemplifica el peligro que
aves reanudaban su acicalamiento como si nada. entrañan las especies
invasoras para las aves
«Más no se les puede pedir –comentó Warzy- marinas. Por razones que
bok–. El arao no es precisamente un genio». todavía no se compren-
Pero sí es un ejemplo de devoción. Aunque se den del todo, los
ratones introducidos
da algún que otro divorcio, los araos forjan fuertes por los humanos en la
vínculos conyugales y pueden llegar a vivir más isla hace 200 años han
de 30 años, regresando año tras año al mismo empezado a alimentarse
de las aves por la noche.
microterritorio para criar un solo pollo. Los padres Estas, desprovistas del
se reparten por igual la tarea de incubación; uno miedo instintivo ante
de ellos se queda en la colonia mientras el otro este nuevo peligro,
permanecen quietas
sobrevuela el mar y se zambulle para pescar mientras los ratones
anchoas, ejemplares juveniles de cabracho o cual- mordisquean su carne
quier cosa que puedan llevarse al pico. Cuando hasta matarlas.
uno de los progenitores regresa de una larga
excursión de avituallamiento, el que se ha que-
dado en la colonia –ya hambriento y manchado joven para volar y bucear. Lo acompaña su padre,
de guano– todavía se resiste a dejar de empollar. que durante meses no se aparta de su lado para
Entre las leyendas sobre los araos del lugar se darle de comer y enseñarle a pescar mientras la
cuenta la anécdota de una hembra cuyo huevo madre se queda sola para recuperarse de la gran
empezó a rodar ladera abajo tras la puesta. Una inversión calórica que supone ovar. La devoción
gaviota llegó, lo engulló, se detuvo unos instantes paterna y la división equitativa del trabajo sale a
con un bulto enorme en el gaznate y lo regurgitó. cuenta. La tasa de éxito reproductivo de los araos
El huevo siguió rodando ladera abajo y fue a cho- de los Farallones es muy alta, por lo general supe-
car contra un arao que estaba allí parado, y que rior al 70 %; hablamos de una de las aves marinas
enseguida se sentó sobre él y empezó a incubarlo. que crían en América del Norte más abundantes.
«Si no tienen huevo, empollan una piedra o Aun siendo inmensa, la colonia que visitábamos
alguna planta –me dijo Warzybok–. Aunque el Warzybok y yo congregaba menos del 5 % de los
polluelo no haya roto el cascarón, le ponen peces araos del archipiélago.
encima para alimentarlo. Y son tercos como mu- La población actual de esta especie representa
las. Pueden estar empollando un huevo muerto un final feliz, aunque provisional, de una larga y
durante 75 u 80 días». triste historia. Hace 200 años en los Farallones cria-
El pollo de arao sale al mar cuando apenas ha ban hasta tres millones de araos. En 1849, cuando
cumplido tres semanas de vida y aún es demasiado la fiebre del oro propició el rápido crecimiento

80 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
económico y poblacional de San Francisco, las
islas adquirieron un nuevo atractivo para una ciu-
dad que carecía de industria avícola. En 1851 la
Farallone Egg Company recolectaba medio millón
de huevos de arao al año, que vendía a pastelerías
y restaurantes. Los recolectores llegaban en barco
en primavera, recogían los huevos recién puestos
y aplastaban el resto. En los 50 años siguientes se
sacaron de los Farallones un mínimo de 14 millo-
nes de huevos de arao. La fidelidad de estas aves
para con su espacio de nidificación las impelía a
retornar, año tras año, al lugar en que serían des-
pojadas del objeto de sus afanes.
En 1910 quedaban en la isla principal menos de
20.000 araos. El saqueo de huevos concluyó, pero
para entonces las aves eran víctimas de los gatos
y perros introducidos por los fareros de la isla, y
además muchísimos ejemplares morían en el mar
por culpa de los buques petroleros que vaciaban
sus tanques de agua de lastre al entrar en la bahía
de San Francisco. La población de araos no regis-
tró una recuperación en condiciones hasta que en
1969 la isla principal pasó a ser un refugio federal
de vida salvaje. Pero a principios de los años
ochenta la población volvió a desplomarse.
El problema eran las redes de enmalle, un arte
de pesca de acción indiscriminada. Si se larga una
red enorme en la superficie del mar, esta recogerá
no solamente los peces que se pretende capturar,
sino que también atrapará marsopas, nutrias, tor-
tugas y aves marinas buceadoras. Actualmente al
menos 400.000 aves marinas mueren cada año
en las redes de enmalle de todo el mundo: araos,
frailecillos y patos buceadores en aguas septen-
trionales; pingüinos y potoyuncos (petreles bu-
ceadores) frente a las costas de América del Sur.
AV E S M A R I NA S 81
 OCÉANO
ATLÁNTICO
ÁFRICA
OCÉANO
ÍNDICO BAHÍA DE ALGOA
SUDÁFRICA
SUDÁFRICA
Bahía de Algoa

NGM MAPS
 En la isla de los Pájaros,
situada en la bahía
de Algoa, el agua
encharcada tras unas
lluvias intensas deja
perdido de barro a un
alcatraz de El Cabo.
Los modelos de cambio
climático predicen
que las precipitaciones
en la región serán más
intensas y frecuentes,
y que las inundaciones
podrían causar enormes
pérdidas de huevos.
La alteración del clima
puede afectar a otras
aves al alejar de sus
zonas de reproducción
los peces que depredan.

PÁ G I N A S I G U I E N T E

Tras lanzarse al agua

a unos 100 kilómetros
por hora, unos alcatraces
de El Cabo se dan un
banquete de calóricas
sardinas, su presa
favorita. La fotografía
capta la primera prueba
(arriba a la derecha) de
cleptoparasitismo entre
alcatraces de El Cabo: un
ave roba un pez a otra.

Un parque nacional que abarca la costa

meridional de Sudáfrica protege los territorios
de cría de más de una docena de especies
de aves marinas. Pero los peligros persisten.
Solo contando los araos, la cifra seguramente se
acerca a las 146.000 aves que se cobró el vertido
del Exxon Valdez, ocurrido en Alaska en 1989.
A mediados de la década de 1980, en Estados
Unidos tomaron nota del desastre ecológico, y
muchos estados –entre ellos California– implan-
taron severas restricciones sobre el uso de redes
de enmalle o directamente las prohibieron. En los
Farallones esto se tradujo en un rápido aumento
de la población de aves marinas. En los últimos
15 años, a salvo ya de estas redes y libres para ir y
venir a su antojo, los araos han cuadriplicado su
población. La única amenaza para su superviven-
cia en los Farallones es que el cambio climático o
la sobrepesca alteren su fuente de alimento.
Pete Warzybok, camuflado en el refugio de
observación, apuntaba qué especies de peces
transportaban hasta el nido los araos de su zona
de estudio. Para un marinero californiano obli-
gado a compartir los frutos del océano con las aves
marinas –y los araos comunes de los Farallones
consumen más de 50.000 toneladas de pescado
cada verano–, la conservación de los araos no es
solamente cuestión de ética o de estética. Las aves
que estudia Warzybok hacen las veces de dispo-
sitivos voladores de monitorización pesquera:
son una flota de drones
de investigación vivien-
tes. Escudriñan miles Las aves
de kilómetros cuadra- marinas crían
dos de océano y son
unos expertos localiza-
en islas remotas
dores de alimento. Sin y pasan la
más pertrechos que
unos prismáticos y un
mayor parte de
cuaderno, Warzybok su vida en aguas
obtiene mejores datos inclementes. Si
sobre las poblaciones
actuales de anchoas y desapareciesen,
cabrachos que los que ¿cuánta gente
pueden conseguir los
gestores de las pesque-
lo advertiría?
rías de California desde
un buque, y encima por mucho menos dinero.
LOS ARAOS DE LOS FARALLONES son los
más afortunados. Han sobrevivido a la mayoría
de los grandes peligros que acechan a las aves
marinas y poseen una utilidad económica demos-
trable. Se calcula que en el resto del mundo la
86 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
población total de aves marinas ha descendido un
70 % en los últimos 60 años. La cifra es todavía
más funesta de lo que parece, pues un número
desproporcionado de especies de aves marinas
están en peligro de extinción. La proporción de
especies de aves marinas amenazadas o en peligro
de las 360 existentes en el planeta es mayor que
en cualquier grupo aviar comparable. Los loros y
aves afines tienen sus propios problemas, pero
son muy admirados. Las palomas y tórtolas tienen
valor cinegético; las águilas y otras rapaces son
llamativas y emblemáticas. Pero las aves marinas
crían en islas remotas e inhóspitas y pasan la ma-
yor parte de su vida en aguas para nosotros incle-
mentes. Si desapareciesen del todo, ¿cuánta gente
se percataría siquiera de la pérdida?
Imagine un joven albatros sobrevolando el
Atlántico Sur. Sigue los vientos circumpolares,
planeando 800 kilómetros al día con sus tres
metros de envergadura alar, guiándose por el
olfato para seguir a los peces, calamares o crustá-
ceos que hay cerca de la superficie del océano.
A menudo el mejor lugar para hallar alimento es
la estela de un pesquero de altura. El albatros
vuela en círculos sobre un arrastrero y observa el
caos de aves más menudas que se disputan los
despojos de pescado vertidos por la borda. A con-
tinuación irrumpe en la rebatiña, con la ventaja
que le reporta su tamaño: un señor pico y una en-
vergadura imponente. Las otras aves se hacen a
un lado, pero cuando el albatros llega al agua se
produce la tragedia. Las alas desplegadas se han
enganchado en el cable de la red de arrastre, que
rápidamente tira de él y lo sumerge. No hay testi-
gos de lo sucedido. Nadie en esas aguas frías
y agitadas, excepto la tripulación del arrastrero.
Y aun cuando tuvieran tiempo de estar mirando,
el ave ha desaparecido en un abrir y cerrar de ojos,
y su cadáver no volverá a la superficie hasta que
el barco se haya alejado.
Cada año miles de albatros sufren una muerte
invisible en la estela de los arrastreros. Decenas
de miles más sucumben a los anzuelos de los
palangreros, junto con una cifra todavía mayor de
petreles, paíños y pardelas. La muerte accidental
en las pesquerías del planeta es uno de los peligros
más graves a los que se ven expuestas las aves
marinas, y uno de los más difíciles de abordar,
porque los pesqueros de altura suelen operar en
condiciones de intensa presión económica y
supervisión mínima. Muy pocos países regulan
las capturas accidentales de aves de sus flotas.
 En uno de esos contados países, Sudáfrica,
conocí al exitoso capitán de un palangrero atunero
llamado Deon van Antwerpen. Me acompañaba
en aquel pequeño puerto de Ciudad de El Cabo
Ross Wanless, un biólogo que dirige el programa
de conservación de aves marinas de BirdLife
South Africa. Wanless había ido hasta allí para
interesarse por las dificultades con las que se
encontraba Van Antwerpen para cumplir las regu-
laciones oficiales en materia de aves marinas. El
capitán, un hombre fornido y de verbo fácil,
señaló con tristeza hacia la popa del barco, donde
había un cesto repleto de plomos de color verde
claro. «Hemos perdido 3.000 de esos», dijo.
La pesca con palangre tiene su manera particu-
lar de acabar con los albatros. Un ave más pequeña
se sumerge en el agua y sale a la superficie con un
anzuelo cuyo cebo intenta desenganchar; en ese
momento el albatros se abate sobre ella, engulle
el cebo, se clava el anzuelo y muere ahogado. Una
solución es plomar el palangre para que el anzuelo
cebado se hunda con rapidez y quede fuera del
alcance de las aves. Pero cuando se iza un atún de
50 kilos y el palangre retrocede, el impacto de un
plomo metálico en la cabeza de un miembro de
la tripulación sería como un balazo. BirdLife
En la isla Mercury, frente a las costas de Namibia, los
pingüinos de El Cabo anidan en el guano. En la mayoría
de las islas del sur de África, donde se ha extraído
guano hasta dejar la roca pelada, los científicos han
de instalar nidos artificiales. Pero el aislamiento y las
pendientes impracticables de Mercury han dificultado
la extracción intensiva, y las aves marinas se han
concentrado allí en los últimos años, proporcionando
a los pollos un estrato natural en el que anidar.
recomienda utilizar plomos provistos de una
funda holgada de plástico luminiscente (la luz
atrae a los peces), y a Van Antwerpen le había fal-
tado tiempo para probarlos en su barco. «Cada vez
que pesco un ave dejo de pescar un pez –le dijo a
Wanless–. Pero la legislación tiene que ser prác-
tica. Si no, la mayoría de la gente hará caso omiso».
Se inició entonces un complejo debate entre un
armador excepcionalmente concienzudo y un
conservacionista cuyo objetivo es implantar méto-
dos de pesca inofensivos para las aves en la flota
de altura del mundo entero. Van Antwerpen se
quejaba sobre todo de que BirdLife mandaba
situar los plomos plásticos demasiado cerca del
anzuelo cebado: «si un tiburón rompe el cable,
perdemos el plomo». ¿Podía aumentarse a cuatro
metros la separación entre el plomo y el anzuelo?
AV E S M A R I NA S 87
AVES MARINAS
EN CRISIS R O
PA
SIN AMPARO
La mayor amenaza que se cierne
A S I A

sobre las aves marinas en tierra

son los depredadores invasores.
E U En el mar, la pesca mata
La población mundial de aves marinas accidentalmente al menos
ha caído casi un 70 % desde que se inició un ave cada minuto.
su seguimiento en la década de 1950.
Cada uno de los nueve órdenes –que
incluyen desde aves viajeras transo-
ceánicas como los albatros hasta otras
que se ciñen a la costa como los pingüi- Á F R I C A
nos– se enfrenta sin excepción a al NO I. Christmas
É
OC
0 km 2.000
menos uno de cuatro peligros cruciales.
CO
DI
PROYECCIÓN DE HAMMER-AITOFF
ESCALA EN EL ECUADOR NIO
ICOR
Í
360 especies de
aves marinas 110 especies
amenazadas
(630 millones de aves) (80 millones de aves)
TR
ÓP
IC O DEC
APR
O

Reunión
C

Área de distribución y número de especies

de aves marinas en peligro de extinción Isla Amsterdam
O
0 1 5 10 15 A Is. Kerguelen
T
L I. Mercury
Is. Crozet
Especies de aves marinas amenazadas en las islas N
8 o más
TI
CO Is. del Príncipe Eduardo
5-7 Presencia de
2-4 mamíferos invasores
1 I. Gough

PRINCIPALES ÓRDENES
Número de especies Amenazadas

AMENAZAS 3
1
5

FETONTIFORMES PELECANIFORMES PODICIPEDIFORMES GAVIFORMES

ALTERACIÓN DEL HÁBITAT Rabijuncos Pelícanos Zampullines, Colimbos
Las especies invasoras y la somormujos
actividad humana devastan
los nidos. La contaminación
lumínica puede desorientar
mortalmente a los pollos.

CONTAMINACIÓN
Las plumas pierden la
impermeabilidad por culpa
de los vertidos de crudo. El
petróleo y los plásticos causan
la acumulación de toxinas.

CAMBIO CLIMÁTICO
El aumento de la temperatura
del mar obliga a las aves a Rabijunco menor Pelícano alcatraz Zampullín cuellirrojo Colimbo de Adams
buscar alimento más lejos, Phaethon lepturus Pelecanus thagus Podiceps auritus Gavia adamsii
abandonando los nidos; los Longitud: 75 cm 145 cm 35 cm 85 cm
fenómenos meteorológicos
extremos pueden ser letales.

PESCA COMERCIAL
La pesca esquilma las fuentes ó os a Pe d a re
de alimento de las aves E la sup
En u er icie
marinas, que se alimentan
a distintas profundidades lé dose
lén
y a veces mueren atrapadas 8 0m
Buc d
do
en redes y palangres.
 Albatros de Tristán de Acuña
Diomedea dabbenena
110 cm

I slas AM
A le u ti a n a s ÉR
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Ja L N
Islas OR
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TRÓPICO DE CÁNCER

E
Isl Is. Farallones
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AUSTRALIA
Islas
I

A Galápagos
da Is. Lobos de Afuera
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Tasmania
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AMÉRICA
DEL SUR

CÍRCULO LA
ANTÁRT Islas
DE PRÓSPERAS A MORIBUNDAS Juan Fernández
Nueva Zelanda y Australia
presentan el mayor nú
de especies de aves m
en peligro de extinció
ANTÁRTIDA Is. Malvinas
del Sur
tártica
Pen. An
1

5
1
18 2
21
64
4
10 15 16
ESFENISCIFORMES ANSERIFORMES SULIFORMES CARADRIFORMES PROCELARIFORMES
Pingüinos Patos, serretas, Rabihorcados, fragatas, Gaviotas, charranes, Albatros, pardelas, petreles,
éideres cormoranes, piqueros, págalos, frailecillos, fulmares, paíños
alcatraces mérgulos, falaropos

Pingüino de El Cabo Negrón especulado Piquero de Abbott Frailecillo atlántico Petrel taiko
Spheniscus demersus Melanitta fusca Papasula abbotti Fratercula arctica Pterodroma magentae
65 cm 55 cm 80 cm 30 cm 40 cm

L N A. LA
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 ÁFRICA

ISLA MARION
SUDÁFRICA
90 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
 Con el plumaje
renovado tras la muda,
una fila de pingüinos
de macarrones avanza
por la cresta de un
antiguo cráter volcánico
en la isla Marion. Tras
ellos está «el Anfiteatro»,
una serie de terrazas
desgastadas a lo largo
de miles de años por
los pingüinos en fase
de nidificación y muda.
«El sonido de tantos
pingüinos reverberando
en el interior de este
semicráter escalonado
es impresionante»,
dice el ecólogo Otto
Whitehead.

PÁ G I N A S I G U I E N T E

Unos pingüinos rey, la

mayoría de regreso de
una incursión de caza
en el mar, se congregan
en el rompiente de la
bahía de Kilda Ikey, en
la isla Marion. Las aves
suelen acercarse a
la orilla en pequeños
grupos para evitar
mejor a las orcas y otros
depredadores. El día
que se tomó esta foto
la abundante espuma
ralentizaba la llegada
de las aves a la playa,
de ahí el infrecuente
atasco inmortalizado
en la imagen.

A 1.600 kilómetros de distancia del litoral

más próximo y raras veces visitada salvo por
los científicos, la isla subantártica de Marion
es un paraíso singular para las aves marinas.
AV E S M A R I NA S 91
Wanless frunció el ceño y respondió que de ese
modo el anzuelo se hundiría muy despacio y las
aves marinas quedarían desprotegidas. ¿Y si se
compensase la separación aumentando el peso
del plomo? Van Antwerpen haría la prueba encan-
tado de la vida: no tenía el menor interés en pescar
albatros. Lo único que quería era pescar atunes
sin perder todos los plomos.
Otra forma de reducir las capturas accidentales
de aves marinas es que los pesqueros arrastren
una línea espantapájaros, que consiste en una
cuerda con flecos de vivos colores rematada con
un cono de plástico. Es barata, fácil de usar y muy
eficaz ahuyentando a las aves de la estela del
barco. Solamente con empezar a usar la línea
espantapájaros, cualquier arrastrero puede redu-
cir hasta un 99 % la cifra de albatros muertos. En
el caso de los palangreros, dado que los anzuelos
permanecen cerca de la superficie, donde no actúa
la línea espantapájaros, Sudáfrica ha dispuesto
otra medida de protección adicional: o se ploman
los palangres o se largan de noche, cuando las aves
están menos activas y no ven el cebo.
Wanless y su esposa, Andrea Angel, directora
del equipo de protección de albatros de BirdLife
South Africa, llevan más de diez años colaborando
con el Gobierno y con
la flota pesquera del
país. Todos los barcos Cada año los
pesqueros que faenen arrastreros
en aguas sudafricanas
están obligados a poner
acaban con
en práctica medidas de miles de
mitigación de la cap-
tura accidental de aves
albatros.
marinas, y Wanless y Muchos miles
Angel están tratando más perecen
de establecer una línea
directa de comunica- en los anzuelos
ción con los patrones de los
de todos los atuneros.
«La receta para conse-
palangreros.
guir resultados no es
presentar sofisticadas soluciones técnicas, sino
tratar con la gente de tú a tú», me dijo Wanless. A
raíz del trabajo de su equipo, la cifra anual de aves
marinas muertas en Sudáfrica ha pasado de unas
35.000 en 1996 a las 500 de hoy.
Pero proteger las aves marinas exige más que
normativas. También requiere una supervisión
independiente de los barcos pesqueros y, en con-
diciones ideales, un incentivo económico para que
94 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
el sector reduzca la captura accidental de aves.
Aunque los palangreros tienen de por sí motivos
evidentes para no querer capturar aves –«Preferi-
rían pescar billetes de 10.000 dólares, que es lo
que representa un atún rojo», dijo Wanless–, un
incentivo potencialmente más fuerte sería el mer-
cado de productos de pesca sostenible. El interés
por este mercado prémium, en particular en Euro-
pa, ha impulsado a muchos sudafricanos a pagar
a observadores independientes que garanticen el
cumplimiento de las normativas en materia de
capturas accidentales. Sin un observador a bordo,
hasta un capitán como Van Antwerpen podría
sentir la tentación de incumplir las reglas.
El mejor modo de que las autoridades garanticen
el cumplimiento de la normativa pasa por ordenar
que todos los pesqueros vayan provistos de una
cámara digital que vigile todas las capturas, las
objetivo y las accidentales. Australia así lo hizo en
2016 con su flota atunera tropical, y los capitanes
contactaron precipitadamente con el regulador
australiano, preguntando con pánico dónde se
compraban las líneas espantapájaros. «En cuanto
pones una cámara a bordo, se acabó lo que se daba
–dijo Wanless–. Te arriesgas a perder la licencia
de pesca por ahorrarte cien dólares en material».
Otro avance tecnológico prometedor es el Hook-
pod, una carcasa de plástico duro que encierra el
anzuelo cebado –protegiendo el cebo de las aves
y por ende a las aves del anzuelo– y no se abre
hasta que ha alcanzado una profundidad segura.
Si el Hookpod pasa a formar parte de los aparejos
estándar de todos los palangreros, si se exige a
todos los arrastreros el uso de líneas espantapá-
jaros y si se prohíben las redes de enmalle (como
en Sudáfrica), teóricamente es posible conseguir
que los océanos sean un lugar seguro para las aves
marinas. Por ahora, sin embargo, la situación
mundial sigue siendo atroz. Wanless y Angel han
ampliado su radio de acción a las pesquerías de
América del Sur, Corea e Indonesia con resultados
no del todo descorazonadores, pero las flotas de
China y Taiwán, que en conjunto suponen dos
tercios de los pesqueros de altura, prestan una
mínima o nula atención a la mortandad de las
aves y venden sus capturas en mercados mayor-
mente indiferentes a la sostenibilidad.
Wanless estima que unas 300.000 aves marinas,
entre ellas 100.000 albatros, siguen muriendo cada
año por culpa de los barcos de pesca con palangre.
Es una cifra difícil de encajar para cualquier espe-
cie abundante, como la pardela sombría. Pero para
muchas especies de albatros, que tardan en alcanzar
la madurez sexual y normalmente solo crían en años
alternos, se convierte en un peligro de extinción.
Y, por muy dañinas que sean las prácticas pesque-
ras actuales, hay una amenaza todavía más letal.
LA ISLA GOUGH, una masa de roca volcánica
de 65 kilómetros cuadrados perdida en el Atlán-
tico Sur, alberga millones de aves marinas repro-
ductoras, incluida toda la población mundial de
petreles de Schlegel y la práctica totalidad de los
albatros de Tristán de Acuña, una especie en peli-
gro crítico. Ross Wanless conoció Gough en 2003
a raíz de que otros investigadores comunicasen
que el número de pollos volanderos de petreles y
albatros era alarmantemente escaso. Era bien
sabido que las ratas y los gatos, que los humanos
hemos llevado a las islas de todo el planeta, ejercen
una intensa depredación sobre las aves marinas.
Pero en Gough solo había ratones. Con videocáma-
ras y lámparas infrarrojas, Wanless grabó lo que
los ratones hacían a los pollos de petrel. «Se puso
el sol –narró el biólogo–, y un ratón se introdujo en
la madriguera del petrel. Tras vacilar un instante
Atardece en la costa occidental de la isla Marion
y un cuarteto de albatros viajeros inicia la danza
ritual de cortejo propia de la especie, una compleja
coreografía de gestos y reclamos como la que
ejecuta el ave de la derecha, denominada por los
biólogos sky calling («llamada celeste»). El albatros
viajero se empareja para toda la vida, y estas
danzas, típicas de los subadultos, ofrecen la
posibilidad de evaluar a las posibles parejas.
empezó a mordisquear el polluelo. Aparecieron
más ratones y fui testigo de un ataque demencial
y repugnante. Cuando empezó a correr la sangre,
los ratones se entusiasmaban más y más. En cier-
tos momentos había cuatro o cinco disputándose
la herida, lamiendo la sangre y metiendo el hocico
para devorar los órganos internos del polluelo».
Al haber evolucionado sin depredadores terres-
tres, las aves marinas no tienen defensa frente a
los ratones. Dentro de su madriguera, oscura como
boca de lobo, el petrel ni siquiera ve lo que ocurre
con su polluelo, y un albatros en su nido carece
del instinto que le indique que los ratones son
peligrosos. En 2004 Wanless documentó 1.353 fra-
casos reproductivos entre los albatros de Tristán
de Acuña de la isla Gough, la mayoría de ellos por
causa de la predación, frente a tan solo 500 éxitos.
AV E S M A R I NA S 95
 COSTA PACÍFICA
PERÚ
96 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
 Un grupo de científicos
examina los nidos de
guano dejados por
los cormoranes guanay
en punta San Juan,
una península del sur
de Perú transformada
prácticamente en
isla por el muro de
hormigón de dos
metros de altura con
el que los extractores
de guano protegían
la zona de cría de los
depredadores. Con
tres o cuatro nidos por
metro cuadrado, los
cormoranes guanay
son una de las aves con
mayor densidad de
nidificación del mundo.

PÁ G I N A S I G U I E N T E

Más al norte, los

cormoranes guanay
hacen sitio a unos
cuantos pelícanos
alcatraces en la isla
Guañape Norte, una de
las islas guaneras más
productivas de Perú.
Esta colonia de más
de 80.000 cormoranes
guanay deja la isla a
media mañana para
acicalarse las plumas en
las aguas costeras antes
de adentrarse en el mar
en busca de anchoas y
otras presas que medran
en la corriente de Perú.

Los cabos e islotes bañados por la fecunda

corriente de Perú albergan millones de aves
marinas. En otro tiempo su guano servía
para fertilizar cultivos del mundo entero.
AV E S M A R I NA S 97
Más recientemente el fracaso ha alcanzado el
90 %. Entre todas las especies de aves marinas de
Gough, ahora los ratones acaban con dos millones
de polluelos al año, y muchas de esas especies
también pierden adultos en las pesquerías. La
mortalidad anual de albatros de Tristán de Acuña
adultos en el mar se ha elevado hasta el 10 %, más
del triple de la tasa de mortalidad natural. Un 10 %
de mortalidad adulta más un 90 % de fracaso re-
productivo es la receta perfecta para la extinción.
El catastrófico declive de las poblaciones de
aves marinas tiene múltiples causas. La sobre-
pesca de la anchoa y otros peces pequeños priva
a pingüinos, alcatraces y cormoranes de la energía
que necesitan para reproducirse. La sobrepesca
del atún, cuyos bancos empujan hacia la superfi-
cie del océano a otros peces de menor tamaño,
puede dificultar que pardelas, petreles y paíños
hallen alimento. El cambio climático, que altera
las corrientes oceánicas, ya parece estar causando
fracasos reproductivos entre los frailecillos de
Islandia, y las aves que anidan en islas de escasa
altitud son vulnerables a la subida del nivel del
mar. La contaminación por plásticos, sobre todo
en el Pacífico, está obstruyendo el intestino de las
aves marinas e impidiendo que ingieran alimento.
Y el resurgimiento de
las poblaciones de ma-
míferos marinos –que Las aves
en otros aspectos cons- marinas son
tituye todo un éxito eco-
lógico– hace que haya
una mezcla
más fo cas devorando conmovedora
crías de pingüino, más
leones marinos expul-
de resistencia y
sando a los cormoranes vulnerabilidad.
de sus áreas de cría y Un albatros no
más ballenas compi-
tiendo con las aves bu- puede impedir
ceadoras por las presas. que un ratón
Con todo, el peligro
número uno que corren
devore a su cría.
las aves marinas son los
depredadores foráneos: ratas, gatos y ratones que
infestan las islas en las que crían las aves. Hasta
aquí las malas noticias. La buena noticia es que
las especies invasoras son un problema solucio-
nable. Organizaciones tales como Island Conser-
vation, un colectivo sin ánimo de lucro radicado
en California, han perfeccionado el uso de heli-
cópteros y tecnologías SIG para eliminar a los
depredadores con cebos envenenados específicos
100 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
para mamíferos. Los amantes de los animales tal
vez lamenten el envenenamiento en masa de
pequeños mamíferos peludos, pero los seres
humanos tenemos una responsabilidad todavía
mayor para con las especies a las que hemos abo-
cado a la extinción, aun sin querer, al introducir
depredadores.
El plan de erradicación de roedores más ambi-
cioso hasta la fecha lo realizó el South Georgia
Heritage Trust. La isla de Georgia del Sur, a unos
1.500 kilómetros de la península Antártica, es el
terreno de cría de unos 30 millones de aves mari-
nas; de no ser por las ratas y los ratones, en la isla
podrían criar tranquilamente el triple de aves.
Entre 2011 y 2015, con un coste de más de 8 millo-
nes de euros, tres helicópteros sobrevolaron todo
el territorio sin hielo de Georgia del Sur soltando
cebo. Desde 2015 no se ha vuelto a detectar en la
isla un solo ejemplar vivo de rata o ratón.
Hay en proyecto iniciativas similares para la isla
Gough (en 2019), del Reino Unido, y la isla Marion
(en 2020), de Sudáfrica. Los ratones llegaron a esta
última con los balleneros y foqueros del siglo XIX.
En la década de 1940 el Gobierno sudafricano
introdujo gatos para controlarlos, pero los felinos
se asilvestraron y, en vez de cazar ratones, se dedi-
caron a diezmar las aves marinas más pequeñas
que anidaban en la isla. («Los ratones saben per-
fectamente qué es un gato. Las aves marinas, no»,
me explicaba Ross Wanless). Se esperaba que las
aves marinas de Marion se recuperasen cuando
se retiraron los últimos gatos, en 1991, pero no fue
así. «Los ratones son la única explicación», dijo
Wanless.
Las aves marinas son una mezcla conmovedora
de resistencia y vulnerabilidad extremas. Un alba-
tros de Tristán de Acuña de 10 kilos de peso no
puede impedir que un ratón de 30 gramos devore
a su cría, y sin embargo medra en un mar gélido,
con vientos atroces, e infunde pavor a una gaviota
grande. Es longevo; puede resistir 20 años de fra-
caso reproductivo y volver a producir polluelos
en cuanto desaparece el peligro para su nido.
«Las aves marinas responden bien a las inicia-
tivas de recuperación –me dijo Nick Holmes, direc-
tor científico de Island Conservation–. Atajar la
amenaza terrestre potencia su resistencia frente
a todas las demás». Cuando Island Conservation
y sus socios desratizaron la isla californiana de
Anacapa, al sur de Santa Bárbara, la tasa de eclo-
siones exitosas del mérgulo californiano aliclaro
(un pariente pequeño del arao común) se disparó
del 30 al 85 %. Ahora los mérgulos están a salvo en
Anacapa, y por primera vez se ha documentado
en la isla la reproducción de paíños cenicientos.
PARA IMPEDIR QUE una especie se extinga, el
primer paso es saber que existe. Se necesitan prue-
bas oculares, y las aves marinas son especialmente
habilidosas a la hora de esconderse, como ilustra
la historia del petrel taiko. En 1867 un buque de
investigación italiano, el Magenta, abatió en el
Pacífico Sur un único espécimen de un petrel gris
y blanco de gran tamaño. Durante más de un siglo
aquel ejemplar fue la única prueba científica de
que existía tal especie. Pero la invisibilidad es un
acicate, y en 1969 un ornitólogo aficionado lla-
mado David Crockett se plantó en las neozelan-
desas islas Chatham en busca de aquella ave.
Aunque ganaderos europeos y maoríes habían
convertido en pastos buena parte de la isla prin-
cipal, el extremo sudoccidental seguía estando
arbolado, y había montones de huesos de un
petrel no identificado en los muladares de un pue-
blo polinesio, los moriori, que se habían asentado
en las islas varios siglos atrás. Crockett había leído
En Guañape Norte, dos charranes incas se resisten
a que un tercero se acomode entre ambos. Con
su pico de color carmesí y su blanco «bigote» de
caballero antiguo, estas aves son las más llamativas
de entre las que se reparten la cornucopia de
peces que se concentra en la corriente de Perú.
Se congregan en gran número en los dormideros,
y al final de la tarde hay continuos rifirrafes para
hacerse con los mejores lugares para pasar la noche.
en las crónicas que en 1908 los moriori todavía
capturaban y comían un petrel de gran tamaño
conocido en la zona como taiko, y sospechaba que
se trataba de la misma ave del Magenta y que
quizá seguía anidando en madrigueras del bosque.
La zona de bosque en la que los moriori captu-
raban aquellas aves era propiedad de un ovejero
de ascendencia maorí, Manuel Tuanui. Inspirado
por la posibilidad de descubrir un endemismo
perdido en sus tierras, Tuanui y su hijo, Bruce,
ayudaron a Crockett peinando el bosque en busca
de madrigueras e instalando focos para atraer a
las aves marinas que volaban de noche. Bruce veía
en Crockett «un tipo raro que perseguía un taipo
[“fantasma” en maorí]». Cuando Bruce se casó con
una joven de una isla vecina, Liz Gregory-Hunt,
también ella se unió a la búsqueda familiar.
AV E S M A R I NA S 101
 ISLAS CHATHAM
AUSTRALIA NUEVA
ZELANDA
Islas
OCÉANO Chatham
ÍNDICO OCÉANO
PACÍFICO

NUEVA ZELANDA
102 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
 Te Tara Koi Koia (la
Pirámide) forma parte
de las islas Chatham,
y es el único territorio
de cría del vulnerable
albatros de las Chatham.
Unas 5.000 parejas
reproductoras anidan
aquí cada año. En abril
y julio la mayoría vuela
9.500 kilómetros hasta
la costa sudoeste
de América del Sur,
siguiendo la corriente
rumbo norte hasta Perú.

PÁ G I N A S I G U I E N T E

El lugar de nidificación
más resguardado es una
cueva natural situada
en lo alto de Te Tara
Koi Koia. En su interior,
los nidos, protegidos
de la erosión del viento
y la lluvia, forman
pedestales tan altos
como sombreros de
copa. Los polluelos,
cubiertos por un suave
plumón grisáceo,
echarán a volar dentro
de cinco meses.

Algunos de los albatros más amenazados

y otras especies de aves marinas crían en un
único lugar: un archipiélago rocoso situado
a 800 kilómetros al este de Nueva Zelanda.
AV E S M A R I NA S 103
 La noche del 3 de enero de 1973 Crockett fue
recompensado con el avistamiento de cuatro aves
que coincidían con la descripción del petrel del
Magenta: allí estaba la prueba ocular. Pero seguía
queriendo atrapar un ejemplar y descubrir dónde
anidaba, objetivo harto más complicado. Tuvo
que pasar un lustro hasta que un buen día llegó
la noticia. Bruce y Liz se disponían a ir en coche
a la ciudad cuando un tío de Bruce les salió al paso
para decirles: «Acaban de atrapar dos petreles
taiko». Y todavía habrían de pasar otros diez años
hasta que un equipo de científicos localizó dos
madrigueras activas en el bosque, tras haber
hecho un radioseguimiento de aves previamente
capturadas.
Para los Tuanui aquello no había hecho más que
empezar. El único lugar de cría conocido del petrel
taiko estaba en sus tierras, y había que proteger el
ave de los peligros que a punto habían estado de
extinguirla. Se tendieron trampas alrededor de las
madrigueras para cortar el paso a gatos y zarigüe-
yas, y Manuel Tuanui, en un gesto que sus vecinos
consideraron «de locos», donó unas 1.200 hectá-
reas de bosque al Estado de Nueva Zelanda, que
valló la mayor parte para impedir el acceso de
ovejas y vacas. En pocos años el número de pare-
jas de petrel taiko que criaban en el bosque em-
pezó a aumentar; hoy son veintitantas.
Un tórrido día de enero me sumo a los británi-
cos Dave Boyle, especialista en aves marinas, y
Giselle Eagle, voluntaria, en una larga caminata
hasta la madriguera de una hembra de petrel taiko
que ellos conocen como S64. Estaba incubando
un huevo fecundado por un macho que había
pasado en la zona 18 temporadas sin encontrar
pareja. Boyle quería examinar a S64 antes de que
el pollo rompiese el cascarón, momento en el cual
la madre empezaría a pasar más tiempo buscando
alimento en el mar. «No podemos saber qué edad
tiene –dijo Boyle–. Es posible que haya estado
reproduciéndose en otro lugar con otro macho,
pero también puede que sea muy joven».
El terreno era abrupto; el bosque, denso y a tre-
chos pantanoso. La madriguera de S64 se interna-
ba en una ladera empinada tapizada de helechos
y hojarasca. Boyle se arrodilló y destapó una caja
de nidificación de madera previamente instalada
en el fondo de la madriguera. Escudriñó el interior
y sacudió la cabeza con tristeza. «Parece que el
polluelo se quedó atascado al salir».
Que un polluelo muera no es raro, sobre todo si
la madre es joven e inexperta, pero cada fracaso
106 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
reproductivo es un paso atrás para una especie
cuya población total todavía oscila en torno a los
200 individuos. Boyle introdujo la mano en la caja
y sacó a S64. Para ser un petrel era grande, pero
en sus manos parecía muy pequeña, y no tenía ni
idea de lo rara y preciosa que era; se revolvía y
trataba de picar a Boyle hasta que la metió en un
saco de tela. Para que no se quedase rondando por
la madriguera más tiempo, él retiró el polluelo
muerto y la cáscara quebrada que le había atra-
pado las patas. Luego, con ayuda de Eagle, anilló
la pata de la hembra, le clavó una aguja para tomar
una muestra de ADN y le implantó un microchip
subcutáneo en el lomo.
«No es el mejor día de su vida», bromeó Eagle.
«En cuanto le pongamos el chip, ya no tendre-
mos que molestarla nunca más», dijo Boyle.
Los pocos petreles taiko que sobrevivieron a
siglos de depredación y pérdida de hábitat anida-
ban en las entrañas del bosque porque allí halla-
ban una relativa seguridad, no porque fuese un
lugar óptimo. Para levantar el vuelo incluso los
adultos necesitan encaramarse a un árbol, y las
crías pueden tardar días en salir del bosque, una
empresa que a menudo las debilita hasta el punto
de que no sobreviven en el mar. Cuando en 1998
la familia Tuanui creó la Chatham Islands Taiko
Trust, uno de los objetivos era recaudar fondos
fuera de la isla para cerrar un recinto a prueba de
depredadores más próximo al agua. Bautizado
como Sweetwater, el recinto se completó en 2006,
y muchos de los pollos que hoy nacen en el bosque
se transfieren allí antes de que echen a volar para
dejar impronta en su recuerdo de la ubicación y
propiciar que regresen para criar. El primer petrel
taiko improntado en Sweetwater regresó en 2010;
desde entonces ha habido muchos más retornos.
La Taiko Trust también ha transferido a Sweet-
water desde una isla vecina pollos de petrel de las
Chatham, un ave más pequeña y un poco menos
amenazada que el petrel taiko, para crear un área
de nidificación alternativa donde pueda criar sin
peligro. Para reforzar la población de albatros de
las Chatham –una especie cuya única colonia se
encuentra en Te Tara Koi Koia, un diminuto islote
cónico de roca también conocido como la Pirá-
mide–, la fundación ha llevado 300 polluelos a un
segundo recinto a prueba de depredadores en la
isla principal, sobre los majestuosos acantilados
de la explotación de los Tuanui. «Para que la fun-
dación sobreviviese –dijo Liz Tuanui–, sabíamos
que debíamos diversificar las especies».
 Ahora Liz lleva cuatro décadas inmersa en el
torbellino. Es la directora de la Taiko Trust, y ella
y Bruce han vallado 13 zonas de bosque, siete de
su propio bolsillo. Esto ha beneficiado tanto a las
aves marinas como a las especies terrestres nati-
vas –la espléndida paloma de las Chatham, que
estuvo a punto de extinguirse en la isla principal,
hoy suma más de 1.000 individuos–, pero Bruce
prefiere hacer hincapié en la sinergia entre con-
servación y ganadería. Al vallar el bosque, me dijo,
también está protegiendo sus canales de agua,
amparando su ganado de las tormentas y facili-
tando la tarea de reunir las ovejas. Cuando insistí
para que me explicase por qué una familia de
ganaderos había cargado sobre sus espaldas la
misión de salvar tres de las aves marinas más raras
del mundo, con tamaña inversión de trabajo y de
dinero, se encogió de hombros. «Si no lo hacíamos
nosotros, no iba a hacerlo nadie. La búsqueda del
taiko fue un esfuerzo enorme. Era parte de noso-
tros, pero también de las Chatham».
«Es asombroso –declaró Liz–. Hemos multipli-
cado por 10 el número de personas que protegen
su propio bosque con respecto a hace 25 años».
«Si no lo hacemos nosotros –dijo Bruce–, la
siguiente generación lo tendrá aún más difícil».
Preocupado por que los albatros de las Chatham
dependan de un único terreno de cría, Dave Boyle
(arriba) y sus colegas de la Chatham Islands Taiko
Trust han habilitado otra zona en la isla principal a la
que trasladan los polluelos de Te Tara Koi Koia. Los
reubican en nidos hechos con macetas, entre adultos
simulados, y los alimentan con pescado hasta que
echan a volar. Si todo sale bien, las aves volverán algún
día a sentar los cimientos de una nueva colonia.
La diferencia crucial entre las islas Chatham y
el mundo en el que vivimos la mayoría de nosotros
es, o así me lo pareció, que los isleños no tienen
que hacer un esfuerzo para imaginarse las aves
marinas. Desde el recinto habilitado por la funda-
ción en la ladera, al que pronto volverán los alba-
tros de las Chatham más jóvenes para cortejar a
sus parejas, solo hay dos horas de barco hasta Te
Tara Koi Koia. Allí, en unas laderas de vértigo,
sobre un océano que rompe contra unas rocas
alfombradas de algas, unos ceñudos padres alba-
tros cuidan de sus polluelos. En lo alto, congrega-
dos en tal número que confunden la noción de
escala hasta que parecen abultar menos que una
gaviota, los albatros vuelan en círculo, cabalgando
las corrientes con sus alas inmensas. Y muy pocos
ojos humanos llegarán a verlos alguna vez. j
AV E S M A R I NA S 107
APUNTES | DIARIO DE UN FOTÓGRAFO

El cazador
Texto y fotografías de Álvaro Laiz

Para los udege, oriundos de la Rusia más oriental, la caza es uno

de los pilares de la existencia. Inmersos en la naturaleza más
extrema, creen en una serie de fuerzas sobrenaturales que deben
ser respetadas. Una de ellas es el tigre, al que es mejor evitar.
«Hubo un tiempo en que cuando un
udege veía un ciervo, creía ver un hombre
ciervo […]. Cuando veía un tigre, creía ver
un hombre tigre», dice un cuento udege.
Estas creencias animistas, recogidas en
relatos ancestrales, expresan el impacto
de la naturaleza en estas comunidades
del extremo oriente de Rusia.
/DFXHQFDGHOU¯R$PXUSDODEUDTXHVLJQLƃFDmGUDJµQQHJUR}HVODIURQWHUDI¯VLFDHQWUHHOOHMDQRHVWHUXVR\OD
0DQFKXULDLQWHULRUFKLQD(OU¯RGHNLOµPHWURVGHORQJLWXGGLVFXUUHKDFLDHOHVWH\GHVDJXDHQHOPDUGH2MRWVN
APUNTES | DIARIO DE UN FOTÓGRAFO

P ara mí, la fotografía es una herramienta

que me permite documentar realidades muy
poco conocidas y que me interesan de una mane-
ra muy especial. Es el caso de la comunidad de
los udege, ubicada en la región más oriental de
Rusia, un lugar extraordinariamente hostil don-
de viví durante cuatro meses fotografiando la
forma de vida de estos hombres y mujeres que
cazan, pescan y recolectan para sobrevivir.
En concreto, quise profundizar en la actividad
cazadora que los hombres udege desarrollan a lo
largo de toda su vida. Me sorprendió su profundo
conocimiento del entorno, cómo leen los rastros
en la nieve o interpretan las señales más sutiles
sobre el estado de ánimo de un animal. Recuerdo
el día y medio que pasé siguiendo el rastro de una
cierva con un joven cazador llamado Kostya. Am-
bos estábamos exhaustos. Sin embargo, cuando
tuvo al animal a tiro, Kostya declinó disparar.
¿Íbamos a volver con las manos vacías después
de tanto esfuerzo? No lograba entenderlo hasta
que me explicó que no la mataría porque estaba
embarazada. Para los udege, la naturaleza marca
el camino. Y saben que ellos también pueden ser
presas. Por ejemplo, del tigre siberiano, al que
respetan y atribuyen poderes sobrenaturales. Si
alguien mata un tigre sin motivo, Amba, «el lado
oscuro del tigre», despierta para vengarse. Ahí
está la historia de Markov, un cazador ruso que En 1997, a Tamara Borisova (arriba) le comunicaron
que su marido, Vladimir Markov, había sido atacado
en 1997 malhirió a un tigre. Durante las siguien-
SRUXQWLJUHXQDSLHUQDIXHWRGRORTXHHQFRQWUDURQ
tes 72 horas, el felino siguió su rastro hasta dar GH«O/HY-RPHQNRFD]DGRU\KHUERODULRXGHJH
con su cabaña. Allí lo esperó y lo mató. WXYRHOPLVPRƃQDOYLRHOUDVWURGHXQWLJUHKHULGR
Tras mi experiencia con los udege, y gracias a \GHFLGLµVHJXLUORSHURDFDEµPXHUWRHQWUHVXV
JDUUDV 6X FXHUSR DSDUHFLµ FRQJHODGR GHUHFKD
una beca de investigación de National Geographic,
hoy sigo explorando estos territorios hostiles en OCÉANO
ÁRTICO
el marco del Proyecto Genographic. Para ello, a lo
largo del último año y medio he realizado varios
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IC

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viajes a la región rusa de Chukotka, hogar de los Moscú
OP
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CÍR C U
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chukchi, un pueblo relacionado con aquellos S
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B E
primeros cazadores-recolectores que hace unos
20.000 años migraron a través del estrecho de KAZAJISTÁN R U S I A Jabárovsk
Bering para poblar América por primera vez. De
alguna forma, esos modos de vida tan ancestrales 0 km 700
M O N G O L IA
adivostok
iluminan mi existencia, marcan mi futuro. j
NGM MAPS

112 NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
EL CAZADOR 113
APUNTES | DIARIO DE UN FOTÓGRAFO

Arriba, huella de un tigre de unos tres años de edad.

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HOLQPHQVRSDLVDMHEODQFRGHODWDLJDDWUDY«VGH
ODYHQWDQD(ODXWRUGHHVWDVLP£JHQHVHOIRWµJUDIR
OHRQ«VƒOYDUR/DL]ORDFRPSD³µGXUDQWHODUJDV
MRUQDGDVGHFDFHU¯Dm1XQFDYDFLORHQDEDWLUXQFLHUYR
un alce o un oso. Pero cuando veo un tigre, mi
SHQVDPLHQWRGXGD}DƃUPD.RVW\D
EL CAZADOR 115
*DOLQDVROOR]DDEUD]DGDDODIRWRJUDI¯DGHVXKLMRTXLHQGHVDSDUHFLµHQODWDLJDKDFHFXDWURD³RVWUDVXQDMRUQDGD
GHFD]Dm8QG¯DVHIXH\QXQFDP£VUHJUHVµDFDVD}UHODWDDSHVDGXPEUDGDHVWDPDGUHXGHJH
APUNTES | DIARIO DE UN FOTÓGRAFO

Arriba, cabeza de corzo siberiano, que puede alcanzar

ORVNLORVGHSHVR6LXQFD]DGRUDEDWHXQHMHPSODU
WDQJUDQGHORGHVSLH]D\VHOROOHYDHQYDULRVYLDMHVHQ
el proceso, oculta su presa de otros depredadores, como
RVRV\WLJUHV(GYDUG1LHNUDVRYGHUHFKDRVµPDWDU
a un tigre hace 10 años, pero una tigresa que rondaba
FHUFDORDWDFµGHIRUP£QGROHODFDUDSRUIRUWXQDXQ
VREULQRODDKX\HQWµDQWHVGHTXHDFDEDUDFRQVXYLGD

Álvaro Laiz HVXQIRWµJUDIR\DUWLVWDHVSD³ROTXH

explora narrativas en las que convergen la cultura
WUDGLFLRQDOODQDWXUDOH]D\HOGHVDUUROORLQGXVWULDO
Las imágenes que aparecen en este artículo son
XQDVHOHFFLµQGHVXOLEURThe Hunt, publicado por
50HQ0£VLQIRUPDFLµQHQwww.alvarolaiz.com.
EL CAZADOR 119
 R I T MO GLOBAL |     E V E N TOS     |     M A RC A S     |     P U B L I C I DA D     |
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reales sobre la capacidad de resistencia del ser humano.
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DE LA MADURACIÓN
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Brugal creó hace 40 años el primer ron premium de la
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aspectos que garantizan su alto estándar de calidad.
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 |   P R Ó X I M O N Ú M E R O   |   A G O S TO 2 0 1 8
Durante siglos la caza
de la ballena franca
fue una fuente de
riqueza para el País
Vasco. Pescadores
y navegantes fueron
perfeccionando la
técnica de construcción
de los barcos con los
que se hacían a la mar.
NAT I O NA L G E O G R A P H I C • J U L I O 2 0 1 8
DE CAZA CON LOS BALLENEROS VASCOS
Durante siglos surcaron el Atlántico Norte hasta Canadá para hacerse con la preciada
grasa de ballena. La nao San Juan, hundida hace 500 años y rescatada en 1978, es hoy
objeto de una rigurosa réplica en un astillero de la ría guipuzcoana de Pasaia.
SECRETOS DEL SUEÑO
En la sociedad actual, muchas personas duermen menos de siete horas por la noche.
Inmersos en una vida sobresaturada de luz y de estímulos, a menudo vemos el sueño como
un adversario. Pero esta función cotidiana es indispensable para nuestra supervivencia.
EL VENENO AMENAZA LA FAUNA AFRICANA
La desaparición de hábitat para convertirlo en terreno agropecuario obliga a humanos
\IDXQDVDOYDMHDGLVSXWDUVHXQHVSDFLR\XQRVUHFXUVRVƃQLWRV$JULFXOWRUHV\SDVWRUHV
responden con un arma letal: el veneno, que acaba causando estragos en el ecosistema.
PODER LATINO
La comunidad hispana en Estados Unidos se ha multiplicado por seis desde la década
GH\\DDOFDQ]DHOȗGHODSREODFLµQ0LQRU¯DSULQFLSDOGHOSD¯VGHVGHHOD³R
la «latinidad» se consolida como valor y prospera tanto en entornos urbanos como rurales.
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