Una propuesta reflexiva para el docente y sus prácticas de lectura en el aula
Uno de los desafíos más importantes de los docentes es incentivar a sus
estudiantes a ir más allá de lo meramente evidente, que sea capaz de cuestionar y proponer una toma de postura respecto a la realidad que los circunda, un camino propicio a este fin, se halla en la lectura crítica. Sin embargo, en este ensayo no nos centraremos en el estudiante, sino en el rol propositivo del maestro y cómo abriendo el espectro más allá del aula, se pueden formular prácticas de lectura que involucre la existencia misma del estudiante. En esa medida para desarrollar procesos de lectura crítica debemos partir de la conciencia de sí, teniendo en cuenta tanto la multidimensional del ser humano como la complejidad histórica y los aportes de teóricos de quienes han visto en la lectura una fuente de reconocimiento de lo humano. De forma más detallada, reflexionar y realizar acciones pedagógicas para llevar a cabo procesos de lectura crítica, conlleva a conocer lo que nos hace humanos. Esto es la multidimensionalidad en la que nos desenvolvemos en el mundo de la vida. Pasando por lo racional-cognitivo, lo emocional- afectivo, lo espiritual-trascendental, lo ético-afectivo, lo físico-corporal. Sumado a esto se debe tener en cuenta la complejidad histórica en la que se habita una época, deliberando los diversos campos como lo económico, político, social y cultural. Aún más, discernir sobre las dinámicas globales en lo que todo lo anterior se engrana en una dinámica constante y donde la cotidianidad de los seres humanos se ve influida. No podemos simplemente formular actividades de lectura desenhebradas de los diversos contextos, antes bien, es el docente el primer lector quien otorga a partir de lo anterior, estructuras significativas de la realidad, para formular prácticas de lectura con sentido crítico. A modo de reflexión, iniciemos con una parte de la complejidad histórica de nuestra época actual. Han (2O14) en su libro Psicopolitica, formula una tesis inquietante donde el capitalismo neoliberal ha ideado nuevas técnicas de dominación, manipulando la idea de libertad en el que el sujeto desde su propia psique, generando en él coacciones internas bajo la perspectiva del rendimiento y la optimización, esclavizándose de esta manera así mismo. La crisis de la libertad a la que se refiere el autor parte de la explotación de la emoción, define está en contraposición al sentimiento, como un estado alterado intenso de alegría, tristeza, ira, enojo, entre otros. Por lo tanto es efímero, inenarrable, performativa, dinámica y situacional. En contraste, el sentimiento es más objetivo, necesita de la narración para constituirse, es duradero y es constatado, en esa medida promueve la identidad en las personas. Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior, una práctica de lectura que contrarreste los mensajes de los medios digitales, debe apostarle a la narración del estudiante para que comprenda su situación en el mundo, más aún, proponer una lectura crítica desde los semiótico, una análisis interpretativo de las Selfies, del contenido meramente emocional que se nos presenta en la pantalla del ordenador por medio de la inconmensurable cantidad de imágenes. En otras palabras, enseñar a leer la imagen, pero dirigida al contexto donde nuestras emociones son manipuladas, ofrecer la oportunidad de narrar sus situaciones cotidianas por medio de la imagen y las palabras. Cabe proponer a este asunto la fotonovela, el cortometraje, la elaboración de memes, entre otros. Como vimos anteriormente, la lectura no se puede quedar estancada en lo mecánico, en lo memorístico o en una actividad que desarrolle habilidades de conocimiento pero que no sea trasferible a otros contextos. Por el contrario, el docente como mediador, debe ser un agente desmitificador proponiendo el cuestionamiento de las dinámicas sociales, culturales, políticas y económicas. Podríamos dar como ejemplo en el campo social, la guerra que hemos vivido en el país en más de 5O años, que ha motivado en una suerte de espejo, las diversas violencias de la vida cotidiana. A propósito nos dice Zuleta (1985) “ Para combatir la guerra con una posibilidad remota, pero real de éxito, es necesario comenzar por reconocer que el conflicto y la hostilidad son fenómenos tan constitutivos del vínculo social, como la interdependencia misma, y que la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos”(p.72) De acuerdo a esto, en el caso de la asignatura de catedra de paz, no bastaría con presentar una serie de textos informativos o expositivos sobre la guerra en Colombia, sino antes bien, buscar el reconocimiento de las contradicciones humanas, del ser emocional-afectivo ante un conflicto, la comprensión de la dificultad como un bien deseable para indagar posibles soluciones. Es decir, una lectura que parta de nuestra naturaleza humana, buscando desde nuestras prácticas cotidianas en torno a la violencia que hemos ejercido como personas del cotidiano y comprender de esta manera, la violencia más global de nuestro país. La lectura de casos, los seis sombreros para pensar de Edwar Bono, desde la perspectiva de la toma de decisiones, el análisis de los conflicto presentados en el texto narrativo, pueden ser buenas alternativas de lectura para pensarse a sí mismo. Por otro lado, para que mejor se entienda cómo se podría aportar a las multidimensinalidades del ser humano desde la lectura, centraremos nuestra atención en la malla curricular de Lengua Castellana, donde se presenta como motivo de enseñanza las diversas tipologías textuales. Se busca entonces, que el estudiante conceptualice las intenciones comunicativas, las estructuras, el desarrollo temático, elementos de coherencia y cohesión, junto con esto, en su saber hacer, la producción escrita de las mismas. Esta práctica de lectura se ha realizado las más de las veces, en la dimensión racional-cognitiva: desarrollando habilidades de pensamiento como la clasificación, identificación, jerarquización, contraste, resumen, entre otros. Sin embargo, además de lo anterior, una tarea fundamental del docente es la de efectuar una lectura integral del estudiante, en esa medida propiciar un proceso de reconocimiento de los problemas, dudas, necesidades de aprendizaje de la vida cotidiana del alumno. Bien podríamos poner el caso del amor, comenzar a cuestionar desde diferentes campos lo que conlleva este concepto, por ejemplo desde lo biológico (texto expositivo), desde las dinámicas económicas y sociales, el amor y la familia (texto argumentativo) desde el drama de dos personajes que se aman (texto narrativo), lectura de cartas de amor (texto epistolar) y poner en debate, en dialogo, estas ideas presentadas en los diferentes tipos de textos. Es muy poco lo que la escuela ofrece a la dimensión emocional-afectivo, talvez por esa razón tenemos estudiantes con baja autoestima, violentos en su forma de solucionar conflictos, retraídos o jóvenes con embarazos no deseados, pues el mismo contenido de lo que enseñamos está muy lejos de sus dudas existenciales. Si tenemos presente que la vida misma es polifónica y si las lecturas propuestas por los maestros buscan alimentar las dimensiones que nos componen como humanos, seguramente propiciaremos procesos de motivación intrínseca en los estudiantes, por ende mejorar la calidad de vida de los mismos. Entonces, la lectura debe formularse como una invitación a explorarse y conocerse a sí mismos, a través de las experiencias discursivas de otros seres humanos, apuntando a las diferentes dimensiones humanas y no solamente priorizando la dimensión racional-cognitivo. Aceptada así la existencia de una lectura crítica que involucre el mundo de la vida de los estudiantes, involucrando los varios contextos de la realidad, que es propiciada por docentes que hacen de este acto un proceso de liberación, podremos entender que “La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de ésta no pueda prescindir de la continuidad de la lectura de aquél” (Freire, 1981. p.94) Dado lo anterior, cabe preguntarse sobre las condiciones de posibilidad de la lectura y conocimiento que tienen los estudiantes en los contextos situados donde se desarrolla esta actividad, de esta forma construir ambientes de posibilidad, líneas de fuga donde se lea la sintaxis de la vida; la gramática de la existencia. Vale aclarar que el ambiente es aquello que nos rodea, un espacio donde confluyen valores, costumbres, estados de ánimo, de acuerdo a esto, es un lugar susceptible de creación. Son muchos maestros los que han ambientado su aula para dinamizar los procesos de lectura crítica, valga como ejemplo la decoración en el aula, donde se pueden presentar por medio de dibujos, folletos turísticos o mapas otras regiones del mundo. Esto es, la posibilidad de pensarse en otros sitios, otros países, saludos, expresiones, símbolos, rutas de llegada a lugares inhóspitos de la cartografía latinoamericana, europea, asiática, africana o regional de nuestro país. En este pequeño ejemplo, se evidencia una pequeña línea de fuga, donde la lectura se abre no solamente para coger el bus del trabajo a la casa, sino la de imaginarse en otros espacios leyendo otros idiomas y costumbres. Cuando nos preguntamos sobre las condiciones de lectura de nuestros estudiantes, hablamos de reconocer las limitantes para acceder o dinamizar el conocimiento. Otros ejemplos lo podemos hallar en las dificultades de compra de libros en la canasta familiar, por eso muchos docentes ha propendido por el libraton, la donación a la escuela de libros. Otro caso, es la creación de pequeñas revistas en los colegios o la adecuación en la jornada académica para abrirle paso a una hora de lectura. Se puede evidenciar entonces, que la creación de espacios y líneas de fuga, parten del interés de muchos maestros como constructores de ambientes que posibilitan las condiciones acceso al conocimiento, además de la reflexión por parte del estudiante dentro y fuera de su cotidianidad. A modo de síntesis, vengo tratando de dejar claro que la importancia del rol del maestro como agente activo y propiciador de la lectura crítica, parte del reconocimiento de los diversos contextos donde transita la vida humana, en consonancia a la integralidad de las dimensiones que nos hacen humanos, esto con el fin de construir ambientes y líneas de fuga desde donde pensar la lectura como un espejo para reconocer el mundo de la vida.