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El Realismo

El realismo es una solución metafísica según la cual existen cosas reales en si mismas, fuera de la
conciencia.

Dentro de esta postura se encuentra el realismo ingenuo que no realiza ninguna reflexión sobre si
es posible o no el conocimiento e identifica lo percibido con el objeto sin ver la diferencia,
atribuyéndoles todos los contenidos de la percepción. Por lo tanto, las cosas son tal cual las
percibimos con todas sus propiedades objetivas.

En cambio, el realismo natural tiene la influencia de la reflexión crítica sobre el conocimiento,


distingue la percepción del objeto pero continúa proponiendo la identidad entre ellos.

La tercera forma de realismo es el crítico, que se basa en la crítica del conocimiento y en que todas
las cualidades de un objeto percibido con un solo sentido existe en la conciencia cuando recibe el
estímulo externo. Son reacciones de la conciencia y son propiedades que no tienen un carácter
objetivo sino subjetivo. Sin embargo, suponen en las cosas ciertos elementos objetivos y causales
que permiten explicar la observación de estas cualidades.

Estas formas de realismo las encontramos en la filosofía antigua; por ejemplo el realismo ingenuo
en el primer período del pensamiento griego.

En Demócrito (470-379 a. de C.), aparece el realismo crítico que supone que todo elemento
cualitativo y cuantitativo es subjetivo.

Aristóteles, al contrario, propone el propone el realismo natural, con la opinión de que las
propiedades que percibimos de las cosas son también de las cosas, independientes de la
conciencia.

Esta postura se mantuvo hasta la Edad Moderna con el surgimiento de las ciencias naturales que
actualiza la filosofía de Demócrito.

Galileo fue el primero en admitir que la materia presenta sólo propiedades espacio temporales y
cuantitativas y que todas las demás son subjetivas.
Descartes y Hobbes fundamentaron más esta posición y John Locke se encargó de difundirla
clasificando a las cualidades sensibles en primarias y secundarias. Las primarias son las percibidas
por los sentidos como el tamaño, la forma, el movimiento, el espacio y el número que pertenecen al
objeto como propiedades de las cosas; y las secundarias, o sea las percibidas por solo un sentido,
tienen un carácter subjetivo, es decir pertenecen a nuestra conciencia.

Las ciencias naturales conciben un mundo compuesto de cosas que se pueden definir
cuantitativamente, ya que lo cualitativo, aunque es causado por procesos objetivos sólo lo concibe
la conciencia.

Los complicados procesos de la percepción hacen difícil aceptar que la respuesta a un estímulo
físico sea semejante al verdadero objeto.

La psicología también revela en el análisis psicológico de la percepción que las sensaciones no


constituyen por si mismas las percepciones, ya que en toda percepción hay elementos que la
conciencia agrega.

El realismo crítico, opone razones físicas, fisiológicas y psicológicas contra el realismo ingenuo y
natural, de un carácter de probabilidad, o sea que la propuesta del realismo ingenuo y natural es
inverosímil pero posible.

El realismo crítico defiende su tesis fundamental que coincide con el realismo ingenuo y natural, de
que existen objetos fuera de la conciencia.

A favor de esta tesis tiene argumentos importantes:


Hay una diferencia elemental entre las percepciones y las representaciones;
Las percepciones pueden ser percibidas por varios sujetos, mientras las representaciones sólo son
perceptibles por el sujeto que la experimenta. Esta coincidencia en las percepciones sólo se explica
por la existencia de los objetos en si mismos.

Otra razón es la independencia de las percepciones con respecto a la voluntad. Mientras las
representaciones individuales se pueden hacer desaparecer a voluntad las percepciones no.
Y la más importante de las razones que tiene el realismo crítico es que los objetos de la percepción
siguen existiendo aunque no los percibamos; y además cambian sin nuestra intención.

El realismo pertenece a la filosofía moderna, del siglo XIX, según estos filósofos, la realidad no
puede ser probada sino solamente experimentada y vivida. Son las experiencias de la voluntad las
que nos dan la certeza de la existencia de los objetos. Las cosas se oponen a nuestros deseos y
esta resistencia hace que vivamos la realidad de los objetos.

Este realismo lo vemos en el filósofo francés Maine de Birán, Whilhelm Dilthey, Frischeisen Köhler y
en Max Scheler.

“Teoría del Conocimiento”, J.Hessen, Editorial Losada, 1956

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