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FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA DE EDUCACIÓN: Filosofía y Teología


UNIVERSIDAD SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

GUERRERO FUENTES, J. Armando


Análisis de la Filosofía Moderna.

(…) no basta, en efecto, tener el ingenio bueno;


lo principal es aplicarlo bien.

SOBRE el Discurso del Método de RENÉ DESCARTES.

En la línea de la historia del pensamiento se revisa las preocupaciones centrales


desde los presocráticos, hasta los llamados modernos, que va del cosmos hacia el hombre,
y de la ciencia hacia la técnica. La época actual tiene un poco de todo, aunque la
hegemonía de una razón tecno-digital pareciera terminar sobre una más bien que integre
lo aún no pensado –como proclama Enrique Leff-. Entre una gama diversa de problemas
del pensamiento, yacen los que se han agravado desde el obrar del hombre, en ese sentido,
pienso que existen dos clases de hombres, los que son solución frente a las crisis, y los
que son parte del problema, no hay tonalidad gris porque el obrar humano no aborda
neutralismo de ningún tipo. La llamada crisis civilizatoria parece forjarse como una
moneda de dos caras, por un lado los exacerbados “ismos” que han detonado las
ideologías y que hoy en día le hacen daño a la sociedad globalizada, y por el otro la
ausencia de un pensamiento crítico-reflexivo que asiente bases concretas a escala
individual, es el problema de las masas que se han despojado de toda lógica de sentido
común para venderse al mejor postor, sin siquiera saberlo, al respecto Noam Chomsky
decía que la población general no sabe lo que está pasando, y ni siquiera sabe que no lo
sabe, es la ironía en una sociedad llamada del conocimiento, que además, es sociedad de
la información.

Uno de los problemas de nuestra civilización es por mucho tiempo el conflicto


bélico, particularmente la guerra en Siria que cumple siete años, y que tiene más números
de muertos que Hiroshima y Nagasaki juntos ¿qué se puede hacer al respecto? ¿si los
grandes organismos y alianzas no han servido para frenar las muertes, que tanto podría
hacerse a escala personal? Algunos optan por rezar, otros muchos no creen en el poder de
la oración, pero más allá de esto ¿realmente se podría hacer algo más? Por supuesto, desde
ya ser un foco de paz, pero no solo ello, sino también y al mismo tiempo, no hacerse
cómplice de quienes tienen las manos manchadas. Efectivamente, el siglo XXI no es un
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siglo en el que las guerras solo sean cuerpo a cuerpo, estas se cuecen desde las redes, los
grandes canales de información, las grandes casas periodísticas, los instrumentos de la
economía, las empresas con los intereses nada más que en su capital, por lo que yace en
juego además, la verdad ¿Quién dice la verdad? Y ¿Quién nos miente?, lo cierto es que
los únicos que han visto el final de la guerra son los muertos. Hace poco, en la tragedia
de Alepo, se hizo viral un grupo de vídeos de personas enviando mensajes finales a sus
familiares, esto toco la sensibilidad de todos en todas partes y de un momento a otro,
todos compartían estos mensajes en sus cuentas personales. Probablemente si Rene
Descartes estuviese vivo, habría hecho andar su método aquí, y allá, e incluso lo habría
actualizado y dividido según dimensiones distintas. Sin embargo, por la tendencia de
estos vídeo-mensajes, se deduce fácilmente que prácticamente nadie se atrevió a
preguntar lo obvio ¿Qué está pasando?, nadie siquiera dudo, tal como lo hubiese hecho
un Descartes convencido del buen sentido llamado razón. Poco después se desmonto
cierta fachada, los personajes que salían en los vídeos, eran militantes de varios partidos
rebeldes, algunos de ellos abiertamente seguidores de Al-Nusra como Bilal Abdul
Kareem, y lograron el objetivo, vender una sola “verdad”, la que se opone al gobierno
Sirio de Bashar Al-Asad, en otras palabras los civiles enviando mensajes finales, no eran
lo que decían ser.

Y así, desde la verdad detrás del Daesh, hasta la ironía de creer en un partido cuya
corrupción está comprobada en Perú. Desde los grandes intereses internacionales hasta la
predeterminación que crean en los consumidores de tal o cual marca en un consumismo
que ha lavado el cerebro de muchos ¿dónde queda el buen sentido llamado razón? ¿dónde
siquiera el sentido común? Dónde quedó la razón –parafraseando a Descartes-, para no
dejarnos burlar ni por las promesas de un político, ni por las predicciones de un astrólogo,
ni por los engaños de un medio, ni por los artificios o la presunción de los que profesan
saber más de lo que saben y que abundan en la social media. Dónde quedó el deseo de
aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, para ver más claro en nuestros actos y
andarse más seguro por la vida. No admitir de entrada ninguna cosa como verdadera sin
tener evidencia que lo es. Lo que plantea Descartes es un método que redirige la teoría
del conocimiento como lo expresan quienes lo leen, sin embargo siguiendo la lectura de
su puño y letra, y teniendo en cuenta el contexto de su siglo, planteaba una forma tan
válida como universal posible para valerse de la razón en la rectitud de su práctica,
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rectitud que no deje espacio al error ni a la falsedad, y que le permitiera a cada individuo
valerse por sí mismo. En tal sentido, si tradujésemos su método hoy en día, sería de igual
forma un medio válido para interpelarnos frente a lo que vivimos, y a lo que vivimos
desde fuera, desde esa relación natural hombre-sociedad. En tal caso, sin admitir de
entrada como verdadera alguna cosa sin saber cuáles son las evidencias que lo confirmen,
tendría que dirigirme a dudar de esta cosa, para examinarla en cuantas partes me fuese
posible, y ordenarla de lo más simple a lo más complejo, haciendo unos recuentos tan
sistemáticos y generales que ya no quepa espacio de alguna posible omisión que pueda
abrir al error. Como lo decía Descartes, para obtener además de claridad, seguridad en la
vida. Quizá así habría una nueva modalidad para mover a las masas, con la verdad y por
la justicia, una real y no una de fantasía.

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