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Filosofía General y de la Educación

Tema 1: El problema antropológico

Prof. Patricia Blanco

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Objetivos

Que los alumnos logren:


• Comprender la importancia del planteo antropológico en su propia existencia y
la del otro.
• Analizar las distintas visiones del MUNDO que habitamos
• Valorar la persona como centro de todo proceso educativo.

1 La Antropología

Recordemos que el término “Antropología” es una voz de origen griego, compuesta


por “átropos” (hombre) y “logos” (palabra, razón, tratado).
La Antropología es la disciplina filosófica que se ocupa del estudio del hombre como
totalidad. En cuanto disciplina filosófica, intenta satisfacer la pregunta por el hombre y
su naturaleza.

La Antropología filosófica asume la problemática filosófica del hombre, para poder


enunciar en qué consiste el misterio del ser “hombre”. Se distingue así de las distintas
Ciencias Humanas (que estudian al hombre como “objeto”), al intentar comprender al
hombre como un sujeto personal en su globalidad.

El progreso científico y técnico, que le permitían al hombre soñar con la panacea de un


mundo mejor, nos ha llevado a una profunda crisis del sentido de la existencia.

“En la historia de más de diez mil años, somos nosotros la primera época en que
el hombre se ha convertido para sí mismo radical y universalmente en un ser

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“problemático”: el
hombre ya no sabe lo que es y se da cuenta de que no lo sabe.” Max Scheler

En este contexto, la reflexión filosófica sobre la identidad, el ser y el significado del


hombre, se convierte en una de las tareas más urgentes de nuestro tiempo. Los
problemas antropológicos se imponen por sí mismos, en la existencia de todo hombre.
La existencia al hacerse problemática requiere una respuesta y obliga a tomar
posiciones.

1.1 Asombro y admiración:

La reflexión antropológica puede nacer del asombro y la admiración. Nos


asombramos frente al Universo, ante los ojos de los niños, ante el reclamo del pobre,
ante el genio artístico, la experiencia religiosa etc. La admiración expresa una actitud
contemplativa, que le permite al hombre reconocer la grandeza y el misterio de la obra
divina.

2. La inseguridad:

La inseguridad es un motivo poderoso, que nos impulsa a plantearnos el tema del


hombre. Ante el derrumbe de las estructuras del mundo, la humanidad busca un terreno
donde afirmarse, preguntándose en que consiste “lo humano” que es preciso salvar.
Vemos y escuchamos todos los días reclamos sobre la inseguridad, sentimiento de
desprotección frente a una realidad que no nos da las respuestas necesarias en algunos
casos.

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3 Frustración:
Muchos hombres viven inmersos en la realidad material, poco inclinados a la reflexión.
La frustración, el fracaso o la derrota, lo sitúan frente al problema del significado
fundamental de su existencia. Un accidente, la muerte de un ser querido, una
enfermedad...nos sitúan frente al contraste entre lo que somos y lo que quisiéramos
ser.

4 Lo negativo y el vacío existencial:

Diferentes circunstancias nos muestran a un hombre alienado, inmerso en una gran


masa impersonal, que en alguna circunstancia lo explota y en otras lo convierte en un
sujeto vacío, Light.

El interrogante fundamental “¿vale la pena vivir?”, revela en toda su crudeza, el absurdo


y el vacío de semejante existencia:

“Juzgar si la vida merece o no ser vivida, es responder a la cuestión fundamental


de la filosofía. Lo demás, si el mundo tiene tres dimensiones, si el espíritu tiene
nueve o doce categorías, son cuestiones secundarias. Son un juego. Antes hay
que responder (...) muchas personas mueren, porque juzgan que la vida no es
ya digna de ser vivida. Y paradójicamente, veo a otros que matan por ciertas
ideas que constituyen su razón de vivir. Por tanto, pienso que el sentido de la
vida es la cuestión más urgente” Camus, A.

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5 El puesto del fracaso en la
existencia humana:

El fracaso y el mal forman parte de la existencia humana. El sufrimiento, que acompaña


al fracaso y el mal, desempeña una función fundamental en la existencia del hombre.
El sufrimiento es un signo del hombre y su humanidad. El sufrimiento critica, concreta
y existencialmente, todo tipo de explotación del hombre, toda autosuficiencia que
encierra al hombre dentro de sí mismo.

La memoria del sufrimiento del hombre inocente, constituye un patrimonio fundamental,


un valor permanente de humanidad. Así, el sufrimiento se convierte en un signo de
trascendencia de la humanidad. El sufrimiento es la experiencia, que con mayor
urgencia, suscita un interrogante sobre el misterio último del hombre.

La experiencia de los límites y del sufrimiento, nos invitan a reflexionar sobre las
dimensiones trascendentes de todos los valores positivos que hay en él: la libertad, el
orden, la esperanza, el amor y la comunión.

Frente a ello puede darse

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Finalmente, una actitud frente al sufrimiento y los males puede ser el compromiso de la
esperanza.

2-SIGNIFICADO GLOBAL DE LA EXISTENCIA HUMANA

La problemática antropológica parece estar sostenida sobre todo,


por ciertas experiencias e instancias específicas. Los interrogantes fundamentales del
hombre, nacen del hecho de que existe como un sujeto personal, que no puede
sustraerse a la tarea de vivir. La experiencia de la libertad se encuentra en el centro,
para asumirla necesita ver claro, comprenderla y asumir su destino.

Muchos de nuestros problemas antropológicos nacen en el encuentro con el otro. Los


conflictos que nos separan o los vínculos que nos unen, nos brindan la posibilidad de
una reflexión antropológica.

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La pregunta antropológica nace de la confrontación entre una vida humana y la
posibilidad última que significa la muerte. Al preguntarnos por sentido último de nuestra
existencia, intentamos comprender nuevamente el fundamento del ser y el puesto del
hombre en este universo creado.

La Antropología es una tentativa de asumir la problemática del hombre, esclareciendo


interrogantes fundamentales como “¿Qué significa ser hombre?” “¿Qué sentido tiene
nuestra existencia?”.

LA RELACIÓN HOMBRE - MUNDO

Cuando nos referimos al hombre, no podemos olvidar que se trata de un “quien”, Nos
referimos a una existencia única y personal. No nos referimos a sujetos particulares, “El
Sr. Juan o el Sr. Roberto”, sino lo que es el hombre en general, aquello que lo constituye
como tal: su esencia. Al preguntarnos por el “Quien”, suponemos que ya es alguien, un
ser individual y personal.

El hombre, no es una autoconciencia inmanente y cerrada, que empieza estando por sí


misma y luego con los demás. El hombre se descubre a sí mismo en lo otro, en una
unidad dialéctica de realización y autorrealización.

Nos hallamos de antemano en medio de una realidad, de las cosas y de los hombres
con los que tratamos. Toda nuestra existencia está referida al mundo, desde el mundo
humano y de las cosas, hasta el mundo humano personal.

¿Qué es el mundo? El mundo es la suma o la colección de todos los objetos y seres.


Como turistas en una plaza o una iglesia, estamos situados en el mundo, en un
determinado espacio y tiempo.

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Nuestra vida corporal biológica pertenece al mundo de las cosas, está sometida a sus
leyes físicas y químicas, es parte de un proceso vital. Todas las cosas del mundo
nos proporcionan alimento, vestido y abrigo. Nosotros aprehendemos, usamos y
manipulamos los objetos para poder vivir y subsistir como hombres.

Lo que somos, lo que experimentamos como nosotros mismos, es el resultado de un


constante intercambio entre yo y mi mundo. Formamos parte del mundo. El elemento
determinante que configura nuestro mundo es lo que nosotros denominamos
experiencia. Es constante la interpelación y el intercambio entre el dentro y el fuera.

Mundo, en el sentido de la experiencia humana del mismo, significa de por si la totalidad


de una realidad mundana a la que nosotros pertenecemos y se nos abre. En el
encuentro con el otro, me encuentro con mi propio ser personal.

Esto no significa que seamos solo objetos del mundo, sino sujetos de él .Nuestra acción,
nuestros pensamientos y planes, los realizamos y objetivamos por una acción libre que
realizamos en el mundo. “Ser en el mundo” significa participar de la convivencia con las
estructuras y principios de dominan en la vida social.
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El mundo de las cosas se hace un mundo humano, por la acción del hombre. El hombre
por su propia naturaleza, transforma el mundo, en un mundo cultural, convirtiéndolo en
un espacio vital.

3.1 EL MUNDO DEL HOMBRE

El mundo me pertenece cuando influye en mí de manera decisiva, cuando penetra en


mi experiencia personal, convirtiéndose en el horizonte de mi comprensión. El mundo
como horizonte se constituye únicamente gracias a la realización actual. Nuestro
mundo se constituye a partir de una experiencia.

Este ser en el mundo del hombre, podría enfrentarnos con dos posturas, que nos
permitirían hablar de un mundo objetivista y un mundo del hombre:

a. El mundo objetivista:

El influjo científico tecnológico modifica, nuestra concepción del mundo. La objetividad


adquiere así un carácter específico, solo la ciencia nos permitirá alcanzar determinadas
características del mundo.

El mundo se convierte en la totalidad de las cosas materiales, regido por las leyes
que las ciencias en su evolución y desarrollo van descubriendo. El hombre se encuentra
sometido también a estas leyes objetivas.

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Este mundo objetivista no se limita a ser conocido por la ciencia, sino que “exige” ser
modificado y transformado por la técnica. El mundo es una “construcción del hombre” y
él será quien lo proyecte. En esta concepción del mundo, se apoyará el materialismo
dialéctico.

b. El mundo del hombre:


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El mundo funcionaba como una totalidad antes que el hombre existiera y actuara
sobre él. Todo individuo no pertenece únicamente a una totalidad material y orgánica,
sino también a una totalidad social y cultural. El mundo es el mundo del “Ser en el
mundo” significa participar de la convivencia, de las estructuras y los principios que
dominan la vida social.

“El mundo del hombre es el espacio histórico- cultural, en donde el hombre junto con
los demás, intenta realizar su propia existencia, creando un mundo más humano”
Revierta, J. (1984) “El problema del hombre” Salamanca, Ed. Sígueme, Pág. 119

2 SER CON LOS OTROS Y PARA LOS OTROS

El núcleo mismo de la existencia humana, alberga en su esencia este ser con y para
los demás. El hombre nunca está solo. Su existencia siempre está ligada con y hacia
los otros. Nos realizamos en “lo otro” del hombre.

“El otro”, el prójimo, aquél con el que estamos en contacto personal. El otro se revela y
se impone a mi existencia, irrumpe por sí mismo, cara a cara. Levinas en su libro
“Totalidad e Infinito” nos dice al respecto:

“La extrañeza que es la libertad es también la extraña miseria. La libertad


se presenta como el otro, como aquel mismo que es siempre lo autónomo
del ser, privilegiado siempre en su propia morada. El otro, el libre, es
también el extraño. (...) La desnudez del rostro no es eso que se me ofrece
por el hecho de que yo lo descubro, sino que es un otro que se dirige hacia
mí; y ahí es donde radica su misma desnudez. Él es por sí mismo y no por
referencia a un sistema.”

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Desde la perspectiva de
Levinas, el otro se revela o se manifiesta (Epifanía). Mi razón no puede iluminarlo como
el resto de las cosas objetivas, Yo no lo pensé. Levinas nos habla de la Epifanía del
rostro, es decir la presencia inmediata del otro como otro concreto en el mundo. La
desnudez de su rostro es la presencia del ser indigente en este mundo, un pobre, un
niño, etc… que necesita ser tratado como tal.

Desde nuestra vivencia de cristianos, al encontrarnos con el prójimo también nos


encontramos con “Lo Otro”, con aquello que nos trasciende.

Esta relación interpersonal, podemos abordarla desde el punto de vista de la palabra y


el amor. El lenguaje es otro fenómeno fundamental de la existencia humana. El
lenguaje no solo nos permite transmitir conocimientos, sino también nos abre a
la comprensión del mundo.
La palabra es una de las estructuras que nos revela la estructura dialogal que el hombre
tiene. Desde una primera aproximación, la palabra es la palabra que el otro me dirige,
la palabra recibida. Esta palabra recibida es expresión de una cultura determinada,
portadora de una visión del mundo. La palabra nos permite movernos en el mundo y
realizar nuestra propia existencia.

En la palabra el otro se me anuncia. Pero para pensar y desarrollarnos humanamente


no sólo es importante oír la palabra del otro, sino también dirigirme hacia él,
expresándome con palabras. Aquí podemos hablar de la palabra activa o palabra
parlante.

La palabra es el lugar mismo donde expresiones más profundas del hombre se


me revelan, a través de múltiples expresiones como el arte, la poesía, etc... En este
cuadro Picasso, nos revela su realidad, la de la guerra cruenta en Guernica.

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EL SER PERSONAL

Gracias a la mediación de su libertad el hombre no vive en la inmediatez del mundo.


Estamos remitidos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros experimenta y siente
como un “Yo “único. Por ejemplo: frente a el nacimiento de un hijo la madre lo
experimenta de una manera, el padre se emociona pero no llora, los abuelos ríen y el
hermano se alegra pero no deja de pensar “Ahora hay que compartir”.

¿Qué experimentas frente a esta imagen?

Solemos decir “Yo quiero”, “Yo pienso”, etc... Experimentando así el Yo como algo
determinado y concreto, como un ser personal. Y aún frente a los otros o la experiencia
del mundo sigo siendo un Yo particular.

El hombre sólo desde sí mismo, desde su puesto determinado y único, puede conocer,
entender la realidad y experimentarse como el centro de su mundo. Esta aparente
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“grandeza” le devela su propia
“pequeñez”: no es más que un punto en la totalidad de lo que es, del mundo y de la
Historia. Heidegger nos dice:

“Existir es ser uno mismo, es decir, un ente al que se le ha confiado el ser.


En el ser de ese ente se trata de su poder- ser. La existencia es, pues,
que el ser exista por sí mismo... La existencia existe por sí misma”

Llamamos “persona” a la unidad esencial de cuerpo y espíritu como ser individual y


autónomo que se realiza en la posesión consciente y en la libre disposición de sí mismo.
La noción de persona nos permite designar el verdadero significado del Yo,
distinguiéndolo de la dimensión biológica, psicológica o social.

La filosofía griega no tuvo un concepto de persona ni otro objetivamente análogo al


mismo. La experiencia de la unidad, libertad y responsabilidad no se ha convertido en
tema de reflexión filosófica.

Sólo en el pensamiento cristiano, obtiene el ser personal un peso específicamente


nuevo. Dios le ha otorgado al individuo su libertad. Beocio define la persona como
“natura e racionales individua substantivan”. (Sustancia individual de naturaleza
racional). Esta definición clásica subraya el carácter racional de la persona.

La idea de persona va ligada a una serie de características distintivas:


• Unicidad: con la idea de persona se indica algo distinto del individuo. Todo
hombre es también un individuo, porque pertenece también a una especie. Se
distingue de otros individuos de la especie por su peso, color de pelo, raza, etc.
Todo hombre es persona, un ser singular, inconfundible e insustituible.

• se revela en la comunión interpersonal: La persona como hemos analizado


anteriormente, no es un ser cerrado. La llamada y la invocación al otro
pertenecen a la estructura fundamental del ser personal.

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• Interioridad: la alteridad nos
manifiesta el hecho de ser individuos, que viven una vida por sí mismos. La
persona es capaz de pensar, de obrar conscientemente y decidir cada uno de
sus actos.

• manifiesta un carácter sagrado o metafísico: La realidad de la persona es una


realidad trascendente.

El hombre es un ser con los demás, orientado hacia los demás y realiza su existencia
con y hacia los otros. Toda relación Yo-Tú, tiene que expresarse y realizarse en el
mundo.

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