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Aristóteles nos señala que el origen de la teoría de las ideas de Platón fue la oposición
entre Heráclito y Sócrates. En Heráclito cogió Platón el juicio desfavorable hacia el
mundo perceptible, ya que está en continuado cambio y carece de cualquier
estabilidad. En Sócrates recoge la adhesión a la realidad de la verdad y de la ciencia en
general. En especial, la existencia de conceptos generales universalmente válidos.
Platón razonó con Sócrates: si hay conocimientos de universal validez, debe existir un
correlato objetivo, un objeto realmente existente al que el concepto general hace
referencia. Por ejemplo, el concepto “hombre” se refiere a la idea realmente existente
de hombre, y no a las percepciones cambiantes y confusas de todos los hombres que
conozco. Es un realismo epistemológico (pensamiento y ser deben corresponderse
estrechamente) que le conduce a la tesis metafísica de las ideas o mundo inteligible
(cognoscible por la razón y la intuición racional).
El punto decisivo de la teoría de las ideas está, pues, tal y como observa Aristóteles, en
la aprioridad de nuestros conocimientos: el alma comprende la realidad de los
conocimientos de validez universal.
No es extraño que Aristóteles realice una crítica de la teoría de las ideas de Platón. El
verdadero ser para Aristóteles es la sustancia primera, que es cada uno de los
particulares realmente existentes. En Platón lo auténticamente real no era lo
individual, sino lo universal. Cuánto más general, más real y verdadero. Para
Aristóteles es justo al contrario: cuánto más universal, menos real. Los conceptos
generales no son reales por sí mismos, sino que siempre dependen de sustancias
primeras que contienen las formas objeto del conocimiento universal. La idea supone,
dice Aristóteles, una duplicación totalmente innecesaria e inútil. Los individuales son
reales, y es absurdo suponer que su esencia está fuera de ellos mismos. Sería como
tener la realidad de la sustancia fuera de la cosa que es sustancia. Sócrates sería
sustancia, pero su realidad sería el “hombre en sí” o idea de hombre, que estaría fuera
de Sócrates mismo. Por otra parte, las relaciones difícilmente podrían ser explicadas
por ideas que representan cualidades: X es más alto que Y y más bajo que Z. ¿Significa
esto que X participa de las ideas de alto y bajo?. Castañeda tiene un libro donde intenta
dar una solución lógica a este problema.
En conclusión, en la historia del pensamiento se da una contraposición que ha llegado,
en formas diversas, hasta nuestros días, entre Platón y su discípulo Aristóteles. Uno
apriorista o innatista, porque cree que la razón puede conocer por sí misma los
conceptos generales y los enunciados universales. Añadiendo que las percepciones no
nos aportan nada. Lo que le lleva a la la tesis metafísica de la realidad de las ideas.
Aristóteles opone un empirismo moderado y la tesis de que lo realmente real son las
cosas individuales y su identidad. El conocimiento universal se formará pro
abstracción, captando las formas que son comunes a las cosas individuales. Una
oposición que con nuevos contenidos llega hasta nuestros días.
Por lo tanto, el idealismo objetivo sostiene que las ideas existen por sí mismas al tener
una referencia real. Las captamos por una experiencia no perceptiva, pero sí racional.
Otros filósofos que han sostenido esta perspectiva: Leibniz, Hegel, Frege. Frente a ella
está el idealismo subjetivo que mantiene que los conceptos sólo existen en la mente,
sin que exista un correlato exactamente idéntico, pero real. Representantes: Descartes,
Kant, Cassirer.