You are on page 1of 1

A caballo del veinte aniversario de su muerte, ocurrida en 1982, y del centenario de su nacimiento,

que tuvo lugar en 1905, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (faes) organizó el año
2004 un seminario sobre el pensamiento de Raymond Aron, cuyas ponencias se publican ahora en
forma de libro. Se trata de una iniciativa digna de elogio, porque no conviene que sus agudos
análisis sobre algunos de los problemas centrales queden olvidados por la errónea suposición de no
tienen relevancia para las cuestiones muy distintas que nos preocupan a comienzos del siglo XXI.

Tanto más en cuanto que Aron tampoco tuvo un gran impacto en la elite intelectual española en sus
años formativos del final de la dictadura. En su evocación personal de aquellos años, Alejandro
Muñoz-Alonso recuerda cómo para un joven interesado en los estudios sociales y políticos no era
entonces fácil centrar su atención en Aron. A pesar de la dictadura, la influencia intelectual francesa
era muy grande, como siempre lo había sido en nuestro país, pero el pensador más admirado era
Jean-Paul Sartre, mientras que en el terreno más estrictamente académico la influencia mayor era la
de Maurice Duverger, quien por entonces defendía la tesis de la convergencia progresiva de los
sistemas occidental y soviético. Las posiciones firmemente antitotalitarias, y por tanto
anticomunistas, de Aron podían parecer un tanto extremadas, mientras que su denuncia de los
sucesos de mayo de 1968 como una gran mascarada le daba la imagen de un conservador
anticuado, incapaz de comprender los nuevos rumbos de la sociedad. Para quienes en el opresivo
ambiente del tardofranquismo deseaban abrirse a las nuevas ideas no parecía el mejor guía.

Hoy sabemos que no era así, que Aron fue un agudo analista de su tiempo, un tiempo dominado
primero por la marcha hacia la segunda guerra mundial y luego por una guerra fría que él describió,
en una frase brillante, como una situación de paz imposible y guerra improbable. Para quienes
quieran comprender ese aspecto esencial del siglo XX que fue el enfrentamiento entre la
democracia liberal y los totalitarismos de derecha e izquierda, sus libros, desde aquel Opio de los
intelectuales con el que denunció en 1955 los falsos mitos del marxismo hasta sus Memorias,
publicadas en 1983, representan una buena aproximación.

Los trece ensayos que integran Raymond Aron: un liberal resistente, abordan distintos aspectos de su
pensamiento, con desigual fortuna como es habitual en este tipo de libros colectivos. Al lector que
no parta de un conocimiento previo de la obra de Aron cabe recomendarle que comience su lectura
por el ensayo de José María Lassalle, que proporciona una visión de conjunto de la misma. Por su
parte Nicolás Baverez, autor de una biografía de Aron publicada en 1995, concluye su ensayo con
una reflexión sobre los problemas actuales a la luz del pensamiento de aquél. Una de sus
conclusiones se refiere a la necesidad de reconstruir el vínculo trasatlántico, en un momento en que
la respuesta de los Estados Unidos al terrorismo, que ha primado los aspectos puramente militares y
nacionales, ha obtenido unos resultados efectivos modestos y ha deteriorado profundamente su
imagen; mientras que la Unión Europea, casi inexistente en los planos militar y diplomático, ha
presenciado el sucesivo hundimiento del pacto de estabilidad y del proyecto constitucional.

You might also like