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Joh 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo

aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

INTRODUCCIÓN: se ha llamado a este texto el Evangelio en miniatura. Escrito en 850 idiomas en la aguja
de Cleopatra en Londres. ¿Qué nos dice el famoso texto? Nueve cosas superlativas.

Martín Lutero decía que Juan 3:16 es “el evangelio en miniatura”; otros lo llaman “el mismo corazón del
evangelio”. Probablemente es el versículo más conocido en toda la Biblia.

Ilustración: La película de John Q, en esta película el artista principal está dispuesto a que le saquen el
corazón para salvar a su hijo pequeño. Esto nos demuestra que nosotros, a lo sumo, sí podríamos dar
nuestra vida por un hijo, pero, ¿estaríamos nosotros dispuestos a dar la vida de uno de nuestros hijos
para salvar a un asesino, a alguien malo, hablemos de personas que han cometido los pecados más
grandes del mundo, ¿estaríamos dispuestos a dar la vida de uno de nuestros hijos?

El amor de Dios no es estático ni egoísta, sino que se extiende y atrae a otros a sí. Dios establece aquí el
verdadero molde del amor, la base de toda relación de amor. Si uno ama a alguien profundamente, está
dispuesto a darle amor a cualquier precio. Dios pagó, con la vida de su Hijo, el más alto precio que se
puede pagar. Jesús aceptó nuestro castigo, pagó el precio de nuestros pecados, y luego nos ofreció una
nueva vida que nos compró con su muerte.

PORQUÉ LA SEMANA MAYOR?

1. EL MAYOR AMOR: «De tal manera amó»: Juan dice: «No hay mayor amor que éste». Pues si dijera
Dios amó muchísimo resultaría pobre; al decir «de tal manera», deja la medida a la conciencia del lector,
por encima de todo calificativo. «¿Cómo me amas», preguntan los novios. «Hasta las estrellas». «Como
a mi propia vida». «Con todo el corazón y las dos manos», respondió una novia práctica.

El amor de Dios es tan ancho como para abarcar a toda persona que jamás ha vivido, que vive ahora y
que ha de vivir.

2. EL AMANTE MAYOR … «DIOS»:

El amor de Dios es tan altruista que no ama al mejor, sino al más desgraciado. Seguramente no hay
mundo habitable más desgraciado que la Tierra, ni ser más necesitado que el hombre; por esto la
grandeza del amor divino se ha fijado en nosotros. Jesús reveló la posibilidad de lugares habitados por
justos que no necesitan arrepentimiento (Lc. 15:7).

3. EL OBJETO MAYOR: «AL MUNDO»: es natural que un gran amante busque un gran objeto para amar.
El mundo no es un objeto tan grande para Dios, pero es el mayor que podemos conocer. Hay miles de
millones de almas. ¿Cuántas serán salvas? ¡No lo sabemos! Seguramente habrá diversos grados de
salvación. Los que aquí hemos creído tenemos el principal privilegio, que es ser «esposa de Cristo» (Ef.
3:12). Afortunadamente, la Iglesia, «esposa de Cristo» es grande, y cuando yo estoy frío o distraído, el
amor de otros puede ser ardiente. Los atributos divinos son tan grandes que pueden abarcar el mundo
entero con su amor.

4. EL ACTO MAYOR: «QUE HA DADO»: «Obras son amores», dice el refrán. El amor se manifiesta por
dones. Dios nos dio a su Hijo. No sólo lo prestó; lo prestó temporalmente, sí, para la Redención, pero lo
dio a nosotros como Salvador por la eternidad. Lo expuso a los golpes del adversario, con el dolor y la
muerte porque entró en el Reino del enemigo; con todo, no lo rehusó (Ro. 8:32).

5. EL REGALO MAYOR: «A su Hijo Unigénito»: no nos dio un ángel, arcángel o querubín, sino el Ser más
amado del Universo. Puedo tener mil criados, pero ninguno tendrá el valor de un hijo, sobre todo si es
unigénito (anécdota: el hijo del capitán que se ofreció voluntario para saltar al mar cuando el buque se
hundía, a fin de tapar con su cuerpo el agujero).

Pero aún hay gran diferencia entre este maravilloso amor y el de Cristo, y es que el muchacho estaba
condenado a perecer, como todos; pero Cristo no. Lo hizo sólo por amor a nosotros.

6. LA OPORTUNIDAD MAYOR: «Para que todo aquel». ¡Qué grande es esta puerta! Cualquier otra frase
habría sido deficiente. Supongamos que dijera «muchísimos»; podríamos dudar de si entramos en el
número «Todo aquel» nos incluye a todos, si nos dejamos incluir. Deja toda la responsabilidad en
nosotros.

7. La sencillez mayor: «Que en Él crea»:

Su propósito (que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna).

a) Hemos dicho que «Todo aquel» es una puerta muy amplia, pero podría haber alguna condición difícil;
podría decir:

—«Todo aquel que sea santo como Yo».

—«Todo aquel que llore siete días en mi sepulcro».

—«Todo aquel que viva por lo menos veinte años para Mí».

—«Todo aquel que pueda convertir a diez personas».

b) Estos «todo aquel» condicionales pondrían en desespero a los incapaces de realizarlo, ancianos o
moribundos; pero creer es posible a todos y en cualquier circunstancia.

c) Hay quienes dicen que esto es demasiado sencillo. Los tales desconocen la naturaleza de la fe. La fe es
un sentimiento pasivo, pero es la base de toda buena actitud o acción. Parece poca cosa decir «creo»,
pero trae una verdadera revolución en el alma y en la vida, seguida de los más grandes sentimientos y
de los más heroicos hechos.

"Creer" es más que una reflexión intelectual de que Jesús es Dios. Significa depositar nuestra confianza
en El, que es el único que nos puede salvar. Es poner a Cristo al frente de nuestros planes presentes y
nuestro destino eterno. Creer es confiar en su palabra y depender de El para cambiar. Si nunca ha
confiado en Cristo, haga suya esta promesa de vida eterna y crea.

8. EL PELIGRO MAYOR: «No se pierda»: no podemos adivinar todo el alcance de esta palabra, a pesar de
las solemnes advertencias de Jesús, porque sabemos también que habrá diversos grados de
condenación (Mt. 11:20–24). Somos tan débiles y pecadores que podría tocarnos un grado muy superior
al que suponemos; pero Jesús da seguridad absoluta a los que creen en Él (Jn. 5:24). «Ninguna
condenación» significa que estamos libres de todas, las más tolerables o las más severas.
Muchas veces la gente trata de salvarse de lo que teme poniendo su fe en cosas que tienen o hacen:
buenas obras, capacidad o inteligencia, dinero o posesiones. Pero solo Dios puede salvarnos de lo que
en verdad debemos temer: la condenación eterna. Confiamos en Dios reconociendo la insuficiencia de
nuestros esfuerzos por alcanzar la salvación y pidiéndole que haga su obra en nuestro favor. Cuando
Jesús habla acerca del "que no cree", se refiere a quien le rechaza por completo o hace caso omiso de El,
no al que tiene dudas momentáneas.

9. EL PRIVILEGIO MAYOR: «Sino que tenga vida eterna»: tampoco podemos medir o imaginarnos el
alcance de este privilegio. Vida, o existencia, es el gran anhelo de todo ser humano, pero esta frase, en
boca de Cristo significa mucho más que simple existencia; implica todos los privilegios que Él otorga.

Muchas personas rechazan la idea de vivir para siempre porque viven vidas tristes. Pero la vida eterna
no es la extensión de la miserable vida mortal del hombre; vida eterna es la vida de Dios encarnada en
Cristo que se da a todos los que creen como garantía de que vivirán para siempre. En esa vida no hay
muerte, enfermedad, enemigo, demonios ni pecado. Cuando no conocemos a Cristo, tomamos
decisiones pensando que esta vida es todo lo que tenemos. En realidad, esta vida es solo el comienzo de
la eternidad. Empiece, por lo tanto, a evaluar todo lo que le sucede desde una perspectiva eterna.

Estar con Cristo es lo principal, pero hay frases bíblicas que nos permiten hacer hipótesis gloriosísimas,
como:

a) El ser embajadores en lugares celestiales (Ef. 3:10).

b) Ser identificados con signos externos de gloria (Dn. 12:4; Mt. 13:43).

c) Admirar inimaginables maravillas de Dios (l Co. 2:9).

d) Gozar de comunión y relación con todos los santos de edades pasadas (Ef. 2:17–20).

e) Tener relación con seres superiores, ángeles, arcángeles, etc.

f) Juntar nuestras voces a las suyas en actos de adoración entusiasta (Ap. caps. 4, 5).

CONCLUSION

Nos habla de la amplitud del amor de Dios. Dios amó y ama. al mundo. No sólo a una nación, ni a los
buenos, ni a los que Le aman a Él, sino al mundo entero: Los inamables, los que no tienen nadie que los
ame, los que aman a Dios y los que ni se acuerdan de El, los que descansan en el amor de Dios y los que
lo desprecian... Todos están incluidos en el amor universal de -Dios. Como dijo Agustín de Hipona, «Dios
nos ama a cada uno de nosotros como si no hubiera más que uno a quien amar.»

Dios ofrece la vida en Cristo a todos, sí, pero sólo los que cumplen la condición establecida por Dios, el
creer en su Hijo, disfrutarán del beneficio ofrecido.

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