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Corporación Universitaria Minuto de Dios-UNIMINUTO

Maestría en Ética
Seminario transformaciones del pensamiento ético contemporáneo
Sergio Eduardo Contreras Tibocha
06 de abril de 2019

“Quien salva una vida, salva al mundo entero”. Itzhak Stern. La lista de Schindler.

LA LISTA DE SCHINDLER.
El siguiente informe tiene como finalidad poder examinar uno de los momentos más
amargos de la humanidad, en donde no solo se cometieron actos atroces en contra del ser
humano, sino que va a ser el punto de partida de muchos de los análisis que se han
realizado hasta el momento con el propósito de comprender hasta dónde puede llegar la
brutalidad del hombre cuando cree fielmente en una ideología. La Segunda Guerra Mundial
no solo sirvió para romper la historia a nivel tecnológico, de competencia armamentista,
eficacia médica, potencia en la construcción de mega estructuras, reposicionamiento de las
potencias que dominarían al mundo después de la finalización del conflicto; instituciones
que “penalicen” una eventual repetición de los hechos acaecidos durante la guerra y la
condena a los países participes de violaciones a la dignidad humana por medio de la
perdida de los derecho humanos, etc.; sino que también va a crear unas nuevas
concepciones para entender el pensamiento humano, la restructuración moral y la capacidad
del hombre para infringir dolor, para dominar el cuerpo y hacer sumisa al alma.
Una de las obras emblemáticas del cine mundial y que nos muestra de forma contundente la
perdida de aquellas concepciones ético-morales clásicas del hombre, lo encontramos con el
largometraje “La lista de Schindler”. En esta película vemos la capacidad que tiene el
hombre para generar espacios en donde su rol se encuentra en sustituir de forma pretenciosa
el papel de dios sobre la vida y la muerte. La decadencia en la comprensión de lo que
significa la vida humana se transforma en la más descarnada y salvaje selección natural, en
donde el fuerte sobrevive y el débil es exterminado para que el superior pueda tener ese
lugar en lo más alto de la cadena de supervivencia, en esto que se va a conocer como el
mejoramiento de las razas. La superposición forzada que tuvo el pueblo alemán sobre la
comunidad judía, no solo nos deja entre dicho nuevos escenarios de violencia que se crean
con el fin de dominar e imponerse como el pueblo fuerte, sino que también intentará
generar nuevos discursos que legitimen un crimen con una finalidad lógica, justificando un
acto como lo fue la solución final en pro de un mejoramiento social necesario que permita
erradicar un “mal” que se ha extendido a lo largo de la historia.
Uno de los grandes peligros evidentes que podríamos analizar con la aparición de estos
nuevos discursos es el problema del fanatismo. Las ideologías nacen como una forma de
moldear el pensamiento y hacerlo un arma en contra de aquello que vaya en contravía de su

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forma ser y actuar; la ideologización, y sobre todo la dogmatización de estas ideologías,
generan un sentimiento de odio hacia las personas que antes eran vistas como normales y
que ahora se individualizan de forma que se les pueda atacar con más contundencia,
haciendo también del miedo hacia estas masas crecientes, un punto de inflexión para
realizar actos que en un estado de normalidad son impensables de hacer. Con referencia a lo
anterior, podemos tomar un fragmento de la película que es una muestra clara del peligro
que tienen estos pensamientos absolutistas, como cuando: iban los judíos marcados y
exiliados de su vivienda a vivir en los guetos y en su éxodo, se encontraron personas que
les aventaban cualquier objeto mientras les gritaban improperios y los tildan de judíos. En
esta imagen se pueden observar que no solo eran personas que tenían un nivel racional para
decidir entre lo bueno y lo malo, entre lo justo y lo inadecuado… también eran niños que
quizás no entendían lo que lo que estaba sucediendo, pero de igual normalizan actos que
son modelos a seguir.
No obstante, dentro de estos conflictos de intereses y poderes, encontramos puntos de fuga
que intentan no caer en ese juego despiadado impositivo, sino que, al contrario, incluso
ponen su vida en riesgo por aquellos a los que sistema pretende atacar. Tal es el caso de
Oskar Schindler, quien fue un empresario y miembro del partido nazi que logro afianzar su
fortuna por medio de la escalada con altos rangos del gobierno y del ejército alemán, su
actitud interesada le permitió ver en los judíos una mano de obra fundamental para su
propósito económico, mientras que su contacto con ellos le permitió ver la humanidad de
cada uno de ellos. En contraposición, encontramos la figura que encarna al ser despiadado y
asesino, es decir Amon Göth, quien era un comandante de las SS (Schutzstaffel) a cargo del
campo de concentración de Plaszow (campo donde justamente Schindler tenía los
trabajadores). Esta figura se muestra como el rey soberano que tiene derecho entre los que
viven y los que mueren, haciendo del miedo una de las herramientas fundamentales para
mantener un orden que castiga la existencia de aquellos que perdieron su libertad, e incluso
su humanidad al pertenecer a un grupo determinado.
La disputa de estos dos poderes, lo bueno y lo malo, refleja por un lado (lo bueno) una
carrera contra el tiempo por salvar a aquellas personas que le han servido como medio de
reivindicación moral a actos criminales a los que en cierta medida, él ha sido participe.
Dentro de la película podemos encontrar varios casos que reflejan el afán de Schindler por
intentar ayudar a los judíos de una eventual muerte a manos de Amon, o de ser trasladados
a los campos de exterminio. Un claro ejemplo es la defensa de sus trabajadores antes los
altos mandos del ejército, impidiendo que cometan abusos en su contra; la visión humanista
que tiene de ellos le permite comprenderlos como tal, arriesgando su vida y su imagen al
mantener un estrecho contacto. Con referencia a lo anterior, un momento emblemático
dentro la película lo podemos observar al momento que él tiene que huir al finalizar la
guerra, el llanto por no haber podido salvar más vidas, el haber quedado incluso en la banca
rota por no permitir que trasladaran a los judíos de campo y su apremio por devolver el tren
cargado de mujeres que redirigieron a Auschwitz.
En contraste vemos aquella figura de poder que se impone como un ser ruin y despiadado,
motivado por su condición de posibilidad imparte lo que él cree como la justicia que le han
otorgado las leyes divinas para seguir al pie de la letra el objetivo al que se le ha
encomendado. Su benevolencia es regida por una forma justiciera de poder perdonar a

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aquellos a los que él considera como inferiores, dejándolos conservar su vida como una
forma de perdón divino. No obstante su naturaleza criminal y obsesiva no le permite llegar
al punto de humanizarse y humanizar al judío, sino que por el contrario, su voluntad de
soberanía le obliga pasar por encima de aquel que ya perdió su humanidad. La vida de este
(el judío, el musulmán en palabras de Agamben) ya no le pertenece a él, le pertenece al
poder soberano que tiene la potestad de arrebatarla cuando quiera. De esta manera, la
persona deshumanizada no solo ha perdido la posibilidad de pertenecer a un territorio de
nacimiento, sino que las condiciones político-jurídicas le niegan el derecho a la vida,
ocasionando de esta forma no solo las condiciones de homicidio, sino que, debido al estado
de excepción en la que se sustituyen unas propiedades establecidas en el estado por otras
donde no sean condenables ciertos actos, un crimen no puede ser visto como algo punible
sino que esta cobijado por la ley y no puede ser condenado.

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