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protoco¿HAY UN PERFIL CARACTERÍSTICO DE LA VÍCTIMA EN EL ACOSO ESCOLAR?

Cada vez es más frecuente la ocurrencia de fenómenos violentos en los centros


educativos, especialmente aquellos cuyos protagonistas son los propios alumnos.
Conocer algunos rasgos característicos de las víctimas puede ayudar a detectar algunas
situaciones de riesgo.

El fenómeno de la violencia escolar no entiende de distinciones sociales o de sexos; cualquier


persona puede ser víctima de esa lacra tan presente, por desgracia, en nuestra sociedad.
Algunas veces se tiende a pensar que los hechos violentos se producen más en ambientes
desfavorecidos desde el punto de vista social o económico, cuando lo cierto es que se da en
cualquier contexto, en todas las clases sociales y tanto en niños como en niñas. Y no ´solo
pueden tener problemas de victimización los buenos estudiantes, los llamados “empollones”,
sino también aquellos cuyos resultados académicos pueden calificarse de malos o regulares.

Por otra parte, y si bien es cierto que no existe un perfil exacto del alumno víctima de sus
iguales, de los estudios realizados puede extraerse que hay algunas peculiaridades que suelen
estar presentes en niños que acaban convirtiéndose en sujetos pasivos de la violencia escolar.
Estos rasgos son los que se esbozan a continuación.

1. Poseer una característica física distinta de la generalidad.

En primer término, son presa fácil de los agresores aquellos niños/as que poseen una
peculiaridad física que es diferente a la mayoría, lo que viene a corroborar que en nuestra
institución escolar no siempre se acepta de buen grado al que es diferente; así, los niños/as
que tienen las orejas grandes , poseen una estatura más alta o más baja que la media o
tienen una discapacidad del índole que sea, tienen más probabilidad de ser sujetos pasivos
de hechos violentos que quienes no comparten dichas particularidades.

2. Mantener un distanciamiento en las relaciones con el grupo de iguales.

Asimismo, los discentes que, por el motivo que sea, no se relacionan de un modo activo con
el grupo de iguales también son susceptibles de convertirse en víctimas de la violencia
escolar; en primer término, es posible que esa falta de la oportuna integración de deba a que
no hayan desarrollado las habilidades sociales necesarias para integrarse adecuadamente
en su grupo de iguales; es el caso de los niños tímidos, inseguros, sobreprotegidos o
solitarios; o también de aquellos niños que no son capaces de enfrentarse a otros por miedo
o por conformismo, o de aquellos que no se integran con sus iguales no porque no sean
capaces, sino porque no lo desean. Con estas premisas, para la persona agresora es fácil
reconocer a los niños diferentes o a los especialmente vulnerables, de modo que no le
resultará difícil ejercer sobre ellos conductas violentas.

3. Formar parte de una familia en cuyo seno se produzcan habitualmente fenómenos


violentos. Además de las características personales, hay otros factores relacionados con el
ambiente familiar en el que se insertan los niños, y que pueden determinan la existencia de
un riesgo de convertirse en sujetos pasivos de violencia escolar; es el caso de quienes
conviven en el seno de familias conflictivas, donde la agresividad es la forma habitual de
resolver los conflictos y donde los niños son maltratados por os adultos con los que
conviven; en estos casos, los efectos del maltrato pueden hacer que los menores
desplieguen con sus iguales conductas de victimización, en cuanto perciben la violencia
como un elemento habitual en su existencia.

4. Pertenecer a una minoría social o cultural. La pertenencia a un grupo social o cultural


diferente es, asimismo, un factor de riesgo de violencia que se relaciona, por tanto con el
racismo. Los niños pertenecientes a minorías sociales o culturales, pueden llegar a ser
discriminados debido muchas veces a actitudes erróneas relacionadas con la falsa creencia
de que no todas las personas somos iguales; y, en consecuencia, se convertirán en posibles
víctimas de fenómenos violentos.

5. Ser una víctima “provocadora”. La víctima denominada “provocadora” es aquella que


presenta alguna característica de personalidad “origen” de la violencia que se ejerce hacia
ella; se encuentran bajo esta categoría, entre otros, los niños que, por el motivo que sea, no
tienen las habilidades suficientes para relacionarse con sus iguales o para comunicarse con
ellos; estos niños pueden ser objeto de insultos, burlas o humillaciones por parte de sus
iguales o, lo que es peor, de un vacío o aislamiento social.

Conclusión.

Hay que tener en cuenta que la posesión de alguno de los rasgos indicados no es una
condición sine qua non para que un escolar vaya a ser víctima de hechos violentos; no
obstante, no estaría de más que al alumnado al que se ha hecho referencia en este breve
artículo sea objeto de una atención específica por parte de la institución escolar (docentes,
orientadores, etc.) o a través de la implementación de programas de intervención de
carácter preventivo. Y si, desgraciadamente las estrategias protectoras de la violencia no han
surtido el efecto deseado, deben ponerse en marcha todos los mecanismos necesarios para
ayudar a la víctima a salir de la situación tan dañina en que se encuentra.

BIBLIOGRAFÍA

- FERNÁNDEZ, I. : Prevención de la violencia y resolución de conflictos. El clima escolar


como factor de calidad. Narcea. Madrid, 1998.
- ORTEGA RUIZ, R (coord.): Educar la convivencia para prevenir la violencia. Antonio
Machado Libros, SA. Madrid, 2000.
- TERUEL ROMERO, J. Estrategias para prevenir el bullying en las aulas. Madrid, 2007.

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