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Unidad 2. La tradición de la filosofía occidental. Parte II. La radicalización de la razón.

Kant y la Ilustración:
la consumación de la centralidad
del sujeto
Apunte de Cátedra

El objetivo de este texto es poner de manifiesto que, la Ilustración por un lado, y Kant como
uno de sus máximos representantes, radicalizarán el rol del sujeto tanto en el ámbito del
conocimiento como en el ámbito ético-político. Así, en plena época de revueltas políticas frente
a las monarquías en crisis, Kant brinda una “solución” para liberarse de las ataduras y alcanzar
la autonomía en el pensamiento. Esta propuesta proviene, al mismo tiempo, de su particular y
novedosa concepción del conocimiento. En tanto para Kant el sujeto no es pasivo en el acto de
conocimiento, -como era concebido hasta el momento- y el conocer no es una mera captación
de datos externos, el conocimiento es entonces, para Kant, la construcción del ámbito de la
objetividad por parte de un sujeto que es activo, que construye o constituye los objetos a partir
de una serie de categorías (conceptos) que ya le vienen dadas (a priori). Esta actitud activa
ante el conocimiento marcará, al mismo tiempo, la actitud activa que debe tener el sujeto en
la sociedad. Así, ser ilustrado, implica haber ganado autonomía, y este objetivo se logra sólo
mediante el ejercicio de pensar por sí mismo, liberándose de todas las ataduras impuestas por
la sociedad (prejuicios), y también las impuestas por la autoridad (el cura, el médico, el
comandante, etc.). Es esta actitud crítica en lo que para Kant consiste la filosofía.

1. La filosofía en la época de la Ilustración

El siglo XVIII es conocido en términos historiográficos como «el Siglo de las


El siglo de las Luces». Los pensadores de aquella época estaban convencidos de poder
Luces: la razón acabar con las tinieblas del oscurantismo y entendieron que su misión
como
iluminación consistía en alumbrar al género humano con la luz del pensamiento racional.
frente al […] todos ellos compartían un mismo culto: el confiar en que con las luces de
oscurantismo la razón podían combatir toda superstición y transformar el orden establecido
medieval
«civilizando a la humanidad».

(Rodríguez Aramayo, 2013, 9)


UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

En el s. XVIII, ese pensamiento [el iluminista] llegó a ser un modelo y un


programa de cultura, que incluía la crítica racional de toda doctrina que El Iluminismo
como crítica a
pretendiera ejercer autoridad absoluta en materia de todo lo que se
Objetivo (¿utopía?): conocimiento teórico, de metafísica, de moral, de erigiera en
Liberación de todas
jurisprudencia, de interpretación de los textos sagrados, de autoridad
las ataduras y absoluta
progreso mediante política o de arte. El conocimiento racional (no escolástico)
el dominio de la de las ciencias, las técnicas y las artes tenían, para el
naturaleza
Iluminismo, una función social; prometía a la humanidad la liberación de
las ataduras de servidumbre y un progreso incesante en la dominación de la
naturaleza. Con ello se alcanzaría un cumplimiento pleno del destino humano. […]

Particularmente innovador fue el Iluminismo en los terrenos jurídico y social. […]


A la teoría del origen divino del poder político se opusieron teorías Pero la razón
se convierte
contractualistas que enseñaban que el origen del poder estaba en los individuos en la nueva
comunes; y se propuso la división de poderes del Estado, como autoridad, en
El origen del un nuevo
medio para contrarrestar el absolutismo. […] También en otros
poder no dios.
está en Dios, campos: en la ciencia, en la técnica, en la medicina, en la
sino en el educación, en la teología hubo innovaciones de enormes
hombre
consecuencias. La confianza fundamental en la razón condujo a una creencia
optimista en el progreso indefinido de la humanidad. (Caími, 2007, VIII-IX)

[En la época de la Ilustración se da] una “conciencia utópico-política” característica de las


elites intelectuales y políticas del siglo XVIII. Un siglo que alimenta la esperanza de una
“mentalidad común” de valores compartidos por todos los hombres de buena voluntad. Esa
mentalidad común es la que configura una “idea de Europa” entendida como el
Hay intereses trasfondo cultural que comparten los distintos Estados que conviven
contrapuestos (utópicamente en paz perpetua) dentro del espacio mental europeo.
en los Estados,
pero conservan […] Europa, pues, está dividida en Estados, en religiones, en espacios
una “mentalidadeconómicos con intereses contrapuestos; pero en el fondo de esas divisiones
común”: la
Ilustración políticas, religiosas y económicas encontramos un patrimonio común de
ideas que circulan a través de todas esas divisiones y configuran una
“mentalidad común”: el sistema de valores de lo que conocemos con el nombre de Ilustración.
Los hombres ilustrados se sienten ciudadanos de un estado particular al mismo tiempo que
se sienten ciudadanos del mundo.

[…] Los ideales de la Ilustración son ideales cosmopolitas. El ilustrado se Afianzamiento


del poder de
siente ciudadano de un mundo que rompe las fronteras políticas, religiosas la burguesía
y económicas y crea un espacio común: el mundo civil de las sociedades,
que tiene como sujeto propio la nueva clase burguesa que se ha venido constituyendo en
Europa desde el Renacimiento y que ahora en la Ilustración logra adquirir su carta de
ciudadanía junto a la aristocracia y la nobleza. Es un grupo compuesto por comerciantes,
banqueros y hombres de negocios que han logrado adquirir fortuna y notoriedad y están
consiguiendo una nueva forma de sociedad con valores propios alternativos a los de la nobleza
y el clero. Esta élite se concibe a sí misma como encarnación de la idea de humanidad y aspira
a disolver las barreras que separan a los hombres y a construir un mundo cosmopolita.

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[…] Este nuevo sujeto de la historia (el burgués) va a crear tres productos
culturales que son la expresión de la nueva visión del mundo: en primer Productos
burgueses:
lugar, la filosofía de la historia que encarna la utopía de la nueva clase en
-la filosofía de la
el progreso de la razón. […] En segundo lugar crea la novela moderna, historia
cuyos protagonistas ya no son héroes, sino personajes comunes y de rango -la novela
-la autobiografía
medio, cuya vida y sucesos no tienen nada de excepcional. […] El tercer
producto cultural de este siglo es la autobiografía, como relato de la
individualidad burguesa. […] Estos tres productos culturales tienen tres sujetos que pueden
parecer contradictorios entre sí a primera vista: la humanidad, la clase burguesa y el
individuo. Pero estos sujetos no implican ningún tipo de contradicción entre ellos, sino que
son la expresión emblemática de la cultura de un siglo, el XVIII, en el que el hombre se siente
hombre universal (humanidad), ciudadano de un Estado y como tal sujeto de derechos, e
individuo de una sociedad civil en la que se da a sí mismo su propio destino.

[…] [Por ese entonces] tiene lugar una quiebra de la metafísica clásica y un giro de la filosofía
hacia el hombre, que es el que va a ocupar el centro de toda reflexión
Nuevo giro
filosófica: teórica, práctica, religiosa, política y estética. En consonancia con antrocéntrico
el giro antropológico la historia va a pasar a ser un objeto destacado de la
reflexión para los filósofos de este siglo, cuya idea de la Ilustración no hay que entender
solamente como clarificación conceptual o iluminación del entendimiento, sino como
formación integral del hombre en cuanto ciudadano del mundo, ciudadano de un Estado y
persona concreta que aspira a la felicidad.

[…] La filosofía cambia de lugar; ya no es una cuestión exclusiva de las


El
desenclaustramiento escuelas y las cátedras de filosofía, sino que la filosofía está en todas
de la filosofía partes; hay también una filosofía mundana […] Esta filosofía mundana
no es menos digna que la de escuela, aunque pueda ser distinta en sus géneros de expresión.
[…] La filosofía del siglo XVIII está en todas partes, pero ello no quiere decir que no sea
filosofía en el pleno sentido del término. Es filosofía y buena, aunque haya abandonado el
espacio cerrado de las escuelas y las cátedras y se haya abierto hacia el espacio público de
la sociedad.

[En los Elementos de filosofía (1758) de D´Alambert se] expresa muy bien el sentir común
de los intelectuales en el siglo de la Ilustración. Todos ellos tienen la experiencia de que en
dicho siglo están produciéndose cambios profundos; pero el hilo conductor que da sentido a
todos esos cambios se encuentra en “el modo de filosofar”, que es el que enciende, con el
entusiasmo, los espíritus de todos los “hombres de letras”, de los que nosotros hoy
llamaríamos intelectuales, que articulan en perfecta armonía la cultura de las ciencias y las
letras, y que va a hacer de ellos y de sus ideas los verdaderos guías espirituales de los grandes
movimientos sociales de su momento. Los filósofos y sus ideas tienen en el siglo
XVIII un protagonismo que no han tenido antes, ni van a volver a Dominar la
naturaleza
El espíritu tener en ningún otro momento histórico. Ellos son herederos de
mediante la
crítico sustituye la filosofía moderna que, apoyándose en la razón, van a ciencia: la
a la autoridad y considerar posible dominar la naturaleza por medio de la antesala del
a la tradición positivismo
como principios ciencia. Desarrollan, asimismo, el espíritu crítico que la filosofía
de actuación moderna desencadenó, aplicándolo a todos los dominios de la
realidad y situándolo como principio de actuación en sustitución de la autoridad
y la tradición, principios estos que habían dominado en los siglos precedentes.

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El paso al primer plano del espíritu crítico es lo que se va a conocer como Ilustración.

[…] El ejercicio de la razón crítica, que es la nota que mejor identifica a las Ejercicio de
diferentes manifestaciones de la filosofía ilustrada, lleva consigo la autonomía la razón
intelectual que se manifiesta en el uso libre y público de la razón y crítica
=
Libertad de en el derecho de todos los individuos a comunicar sus ideas sin autonomía
prensa
restricciones. Para que esto pueda ser así es necesaria la intelectual
tolerancia, que es la virtud civil que mejor caracteriza la posición de los ilustrados
en el ámbito de la sociedad. […]

El uso público y libre de la razón es impensable sin la tolerancia, por eso podemos afirmar
que razón crítica y tolerancia son las dos caras inseparables de la filosofía de la ilustración.

Las ideas de la Ilustración, […] podemos organizarlas en cuatro grandes apartados, el


primero de los cuales es el del método, que como sabemos es una idea
fundamental de la filosofía de la modernidad. En este apartado del método, Filosofía de la
los ilustrados van a abandonar el racionalismo del método cartesiano y van a Ilustración
seguir el experimentalismo de las reglas del filosofar de Newton. […] La =
Razón crítica
filosofía experimental sigue la epistemología de Bacon, y por eso considera + tolerancia
como pilares fundamentales del conocimiento la observación y el experimento.
[…]

La filosofía experimental propugnada por los ilustrados considera las sensaciones como la
base de los conocimientos y de todas nuestras ideas, critica el innatismo de los racionalistas
y explica la formación de las ideas a partir de las sensaciones gracias a la actividad
configuradora del espíritu humano.

[…] El conocimiento humano se funda, pues, en las sensaciones, pero como conocimiento
filosófico culmina en la razón, que es la que explica todas las cosas sirviéndose, entre otros
medios, de la definición […]

[…] El conocimiento humano, pues, para los ilustrados se inicia en la sensación y culmina en
la razón, que a su vez encuentra su fundamento en el sentido común, que es el patrimonio
de todos y cada uno de los hombres.

[…] Lo propio del filósofo, comparándole con el hombre del sentido común, es buscar mediante
pruebas la razón de todas las cosas, evitando los prejuicios.

[…] El segundo de los apartados de las ideas de la filosofía de la Ilustración es el que tiene
que ver con el hombre considerado como centro de la realidad. Pero esta consideración
va acompañada de una tendencia creciente a considerar la civilización
europea (es decir, cristiana) en un contexto mundial (es decir, pagano).
Las ideas de la
Ilustración: Este hecho va a tener como consecuencia el “descentramiento” del
1) el método hombre europeo, que poco a poco va a ir dándose cuenta de que ni el
2) el hombre centro hombre ni el universo giran en torno a él.
descentrado
3) conocimiento de […] En la consideración ilustrada del hombre podemos destacar dos
las leyes
puntos. El hombre es, por una parte, razón autónoma, asentada en sí
naturales=dominio
de la naturaleza misma. Y esa razón tiene una configuración empírica.
4) creencia en el
progreso [El] tercer núcleo fundamental de las ideas de la filosofía de la
Ilustración: En su consideración de la naturaleza es fundamental la

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asimilación de ésta a una gran máquina regida por leyes rigurosas. El conocimiento de esas
leyes va a permitir al hombre dominar la naturaleza.

[…] El cuarto núcleo fundamental de las ideas que caracterizan a la filosofía de la Ilustración
se sitúa en torno a la creencia en el progreso del género humano. Los ilustrados piensan
que la sociedad puede ser cambiada de acuerdo con los principios de la razón, y que por tanto
puede ser mejorada indefinidamente. La historia toda es un ejemplo del avance progresivo
de la condición humana. Siguiendo esta línea van a desechar las ideas que hasta ese momento
se habían mantenido para explicar la historia, y van a colocar el progreso como categoría
fundamental de la explicación histórica.

La historia no es Rechazan la idea de concepción cíclica que está presente en la idea


cíclica, ni es griega de moira, que admite un orden fijo del universo y que entraña
degenerativa, ni está
preestablecida por la la aceptación resignada de ese orden. También rechaza la categoría de
divinidad. la Edad de Oro, que supone una degeneración subsiguiente en la
La historia es historia del género humano. Y finalmente hace lo mismo con la idea de
progresiva, lineal:
cuanto más adelante providencia, que defiende una concepción lineal de la historia que se
en el tiempo vamos, desarrolla de acuerdo con un plan divino preestablecido.
mejor vamos a estar

La idea de Progreso humano es, pues, una teoría que contiene una
síntesis del pasado y una previsión del futuro. Se basa en una interpretación de la
historia que considera al hombre caminando lentamente —pedetentim
progredientes— en una dirección definida y deseable e infiere que este progreso
continuará indefinidamente. Ello implica que, al ser el fin del problema máximo de
la Tierra, se llegará a alcanzar algún día una condición de felicidad general, que
justificará el proceso total de la civilización, pues, si no, la dirección adoptada no
sería la deseable. Pero hay alguna implicación más. Este proceso debe ser el
resultado necesario de la naturaleza psíquica y social del hombre, no debe hallarse
a merced de ninguna voluntad externa, ya que, de no ser así, no existiría la
garantía de su continuidad y de su final feliz, y la idea de Progreso se convertiría
paulatinamente en la Providencia.

Ilustración La idea de progreso manifiesta una visión optimista corriente entre muchos
=
ilustrados que afirman el constante progreso del espíritu humano hacia lo
Madurez de la
modernidad mejor.

[…] Podemos cerrar esta primera aproximación al siglo de las luces, que hemos
presentado como siglo de los filósofos, diciendo que la Ilustración puede ser interpretada
como la madurez de la modernidad, que puso en circulación una idea de razón que Kant ha
caracterizado muy bien en ¿Qué es la Ilustración? (Flórez Miguel, 1998, 9-12, 15-16, 19-25
y 28)

Su Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? es publicada en 1784 por la Berlinesche


Monatsschrift, la Revista mensual de Berlín. Kant ha cumplido 60 años y es bien conocido
como el autor de la Crítica de la razón pura. Además, aunque no ha publicado nada en la
década de 1770, su fama como docente universitario había trascendido las fronteras de su

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Königsberg natal, confiriéndole un enorme prestigio en toda Europa. (Rodríguez Aramayo,


2013, 10)

Kant: ¿Qué es la Ilustración?

Respuesta a la pregunta “¿Qué es la Ilustración”? 1

La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad.2 La incapacidad significa


la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable
porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por
sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude!3 ¡Ten el valor de servirte
A pesar de ser de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración.4
mayores de
edad, algunos La pereza y la cobardía son causa de que una gran parte de los hombres
están cómodos continúe a gusto en su estado de pupilo, a pesar de que hace tiempo la
de depender
de otros. Naturaleza los liberó de ajena tutela (naturaliter majorennes);5 también lo son
que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores. 6 ¡Es tan cómodo no estar
emancipado! Tengo a mi disposición un libro que me presta su inteligencia, un cura
de almas que me ofrece su conciencia, un médico que me prescribe las dietas,
etc., etc., así que no necesito molestarme. Si puedo pagar no me hace falta Los tutores nos
pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa quieren hacer
creer que la
tarea. Los tutores, que tan bondadosamente se han arrogado este oficio, emancipación
cuidan muy bien que la gran mayoría de los hombres (y no digamos que es difícil y
todo el sexo bello) considere el paso de la emancipación, además de muy peligrosa
difícil, en extremo peligroso. Después de entontecer sus animales domésticos
y procurar cuidadosamente que no se salgan del camino trillado donde los metieron, les
muestran los peligros que les amenazarían caso de aventurarse a salir de él. Pero estos
peligros no son tan graves pues, con unas cuantas caídas, aprenderán a caminar solitos;
ahora que, lecciones de esa naturaleza, espantan y le curan a cualquiera las ganas de nuevos
ensayos.

Es, pues, difícil para cada hombre en particular lograr salir de esa incapacidad, convertida casi
en segunda naturaleza. Le ha cobrado afición y se siente realmente incapaz de servirse de su
propia razón, porque nunca se le permitió intentar la aventura. […] Por esta razón, pocos son
los que, con propio esfuerzo de su espíritu, han logrado superar esa incapacidad y proseguir,
sin embargo, con paso firme.7

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Pero ya es más difícil que el público se ilustre por sí mismo y hasta, si se le deja en libertad,
casi inevitable. Porque siempre se encontrarán algunos que piensen por propia cuenta, hasta
entre los establecidos tutores del gran montón, quienes, después de haber arrojado de sí el
yugo de la tutela, difundirán el espíritu de una estimación racional del propio valer de cada
hombre y de su vocación a pensar por sí mismo. Pero aquí ocurre algo particular: el público,
que aquellos personajes uncieron con este yugo, le unce a ellos mismos cuando son incitados
al efecto por algunos de los tutores incapaces por completo de toda ilustración; que así resulta
de perjudicial inculcar prejuicios, porque acaban vengándose en aquellos que fueron sus
sembradores o sus cultivadores. Por esta sola razón el público sólo poco a poco llega a
ilustrarse. Mediante una revolución acaso se logre derrocar el despotismo 8 personal y acabar
con la opresión económica o política, pero nunca se consigue la verdadera
Para la
reforma de la manera de pensar; 9 sino que, nuevos prejuicios, en lugar de
ilustración los antiguos, servirán de riendas para conducir al gran tropel.
humana sólo se
requiere de una Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad; 10 y la más
cosa: libertad, inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber: libertad de hacer
libertad de
uso público11 de su razón íntegramente. Mas oigo exclamar por todas partes:
hacer uso
público de la ¡Nada de razones! El oficial dice: ¡no razones, y haz la instrucción! El
razón. funcionario de Hacienda: ¡nada de razonamientos!, ¡a pagar! El reverendo:
¡no razones y cree! (sólo un señor en el mundo dice: razonad todo lo que
queráis y sobre lo que queráis pero ¡obedeced!) Aquí nos encontramos por doquier
con una limitación de la libertad. Pero ¿qué limitación es obstáculo a la ilustración? Contesto:
el uso público de su razón debe estar permitido a todo el mundo y esto es lo único que puede
traer ilustración a los hombres; su uso privado se podrá limitar a menudo
Uso público: el ceñidamente, sin que por ello se retrase en gran medida la
Uso público
que ejercemos marcha de la ilustración. Entiendo por uso público aquel que,
en calidad de de la razón
expertos. en calidad de maestro, se puede hacer de la propia razón ante vs.
Uso privado: el el gran público del mundo de lectores. Por uso privado Uso privado
que ejercemos entiendo el que ese mismo personaje puede hacer en su de la razón
como
funcionarios
calidad de funcionario. Ahora bien; existen muchas empresas de
interés público en las que es necesario cierto automatismo, por cuya virtud
algunos miembros de la comunidad tienen que comportarse pasivamente para,
mediante una unanimidad artificial, poder ser dirigidos por el Gobierno hacia los fines públicos
o, por lo menos, impedidos en su perturbación. En este caso no cabe razonar, sino que hay
que obedecer. Pero en la medida en que esta parte de la máquina se considera como miembro
de un ser común total y hasta de la sociedad cosmopolita de los hombres, por lo tanto, en
calidad de maestro que se dirige a un público por escrito haciendo uso de su razón, puede
razonar sin que por ello padezcan los negocios en los que corresponde, en parte, la
consideración de miembro pasivo. Por eso, sería muy perturbador que un oficial que recibe
una orden de sus superiores se pusiera a argumentar en el cuartel sobre la pertinencia o
utilidad de la orden: tiene que obedecer. Pero no se le puede prohibir con justicia que, en
calidad de entendido, haga observaciones sobre las fallas que descubre en el servicio militar
y las exponga al juicio de sus lectores. El ciudadano no se puede negar a contribuir con los
impuestos que le corresponden; y hasta una crítica indiscreta de esos impuestos, cuando tiene
que pagarlos, puede ser castigada por escandalosa (pues podría provocar la resistencia
general). Pero ese mismo sujeto actúa sin perjuicio de su deber de ciudadano si, en calidad
de experto, expresa públicamente su pensamiento sobre la inadecuación o injusticia de las
gabelas. Del mismo modo, el clérigo está obligado a enseñar la doctrina con arreglo al credo

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de la Iglesia a que sirve, pues fue aceptado con esa condición. Pero como doctor tiene la plena
libertad y hasta el deber de comunicar al público sus ideas bien probadas e intencionadas
acerca de las deficiencias que encuentra en aquel credo, así como el de dar a conocer sus
propuestas de reforma de la religión y de la Iglesia. Nada hay en esto que pueda pesar sobre
su conciencia. Porque lo que enseña en función de su cargo, en calidad de ministro de la
Iglesia, lo presenta como algo a cuyo respecto no goza de libertad para exponer lo que bien
le parezca, pues ha sido colocado para enseñar según las prescripciones y en el nombre de
otro. Dirá: nuestra Iglesia enseña esto o lo otro; estos son los argumentos de que se sirve.
Deduce, en la ocasión, todas las ventajas prácticas para su feligresía de principios que, si bien
él no suscribiría con entera convicción, puede obligarse a predicar porque no es imposible del
todo que contengan oculta la verdad o que, en el peor de los casos, nada impliquen que
contradiga a la religión interior. Pues de creer que no es éste el caso, entonces sí que no
podría ejercer el cargo con arreglo a su conciencia; tendrá que renunciar. Por lo tanto, el uso
que de su razón hace un clérigo ante su feligresía, constituye un uso privado; porque se trata
siempre de un ejercicio doméstico, aunque la audiencia sea muy grande; y, en este respecto,
no es, como sacerdote, libre, ni debe serlo, puesto que ministra un mandato ajeno. Pero en
calidad de doctor que se dirige por medio de sus escritos al público propiamente dicho, es
decir, al mundo, como clérigo, por consiguiente, que hace un uso público de su razón, disfruta
de una libertad ilimitada para servirse de su propia razón y hablar en nombre propio. Porque
pensar que los tutores espirituales del pueblo tengan que ser, a su vez, pupilos, representa
un absurdo que aboca en una eternización de todos los absurdos.

Pero ¿no es posible que una sociedad de clérigos, algo así como una asociación eclesiástica o
una muy reverenda classis (como se suele denominar entre los holandeses)
pueda comprometerse por juramento a guardar un determinado credo para,
Una generación
de ese modo, asegurar una suprema tutela sobre cada uno de sus miembros
no puede
y, a través de ellos, sobre el pueblo, y para eternizarla, si se quiere? obligarse a
respondo: es completamente imposible. Un convenio semejante, que colocar a la
siguiente en
significaría descartar para siempre toda ilustración ulterior del género
una situación de
humano, es nulo o inexistente; y ya puede ser confirmado por la potestad retroceso.
soberana, por el Congreso, o por las más solemnes capitulaciones de paz. Una
generación no puede obligarse y juramentarse a colocar a la siguiente en una situación tal
que sea imposible ampliar sus conocimientos (presuntamente circunstanciales), depurarlos
del error y, en general, avanzar en el estado de su ilustración. Constituiría esto un crimen
contra la naturaleza humana, cuyo destino primordial radica precisamente en este progreso.
[…] Puede un hombre, por lo que incumbe a su persona, pero sólo por un cierto tiempo, eludir
la ilustración en aquellas materias a cuyo conocimiento está obligado; pero la simple y pura
renuncia, aunque sea por su propia persona, y no digamos por la posteridad, significa tanto
como violar y pisotear los sagrados derechos del hombre. Y lo que ni un pueblo puede acordar
por y para sí mismo, menos podrá hacerlo un monarca en nombre de aquél, porque toda su
autoridad legisladora descansa precisamente en que asume la voluntad entera del pueblo en
la suya propia. Si no pretende otra cosa, sino que todo mejoramiento real o supuesto sea
compatible con el orden ciudadano, no podrá menos de permitir a sus súbditos que dispongan
por sí mismos en aquello que crean necesario para la salvación de sus almas; porque no es
ésta cuestión que le importe, y sí la de evitar que unos a otros se impidan con violencia buscar
aquella salvación por el libre uso de todas sus potencias. Y hará agravio a la majestad de su
persona si en ello se mezcla hasta el punto de someter a su inspección gubernamental aquellos
escritos en los que sus súbditos tratan de decantar sus creencias, ya sea porque estime su

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propia opinión como la mejor, en cuyo caso se expone al reproche: Caesar non est supra
grammaticos,12 ya porque rebaje a tal grado su poder soberano que ampare dentro de su
Estado el despotismo espiritual de algunos tiranos contra el resto de sus súbditos.

Si ahora nos preguntamos: ¿es que vivimos en una época ilustrada?13 La respuesta será: no,
pero sí una época de ilustración. Falta todavía mucho para que, tal como están las cosas y
considerados los hombres en conjunto, se hallen en situación, ni tan siquiera
Esta época de en disposición de servirse con seguridad y provecho de su
ilustración es el
propia razón en materia de religión. Pero ahora es cuando se Vivimos en
punto de una época de
partida para les ha abierto el campo para trabajar libremente en este ilustración,
alcanzar a vivir empeño, y percibimos inequívocas señales de que van pero aún no
una época
disminuyendo poco a poco los obstáculos a la ilustración en una época
ilustrada ilustrada
general o superación, por los hombres, de su merecida tutela.
En este aspecto nuestra época es la época de Federico.

Un príncipe que no considera indigno de sí declarar que reconoce como un


deber no prescribir nada a los hombres en materia de religión y que desea Federico II de
abandonarlos a su libertad, que rechaza, por consiguiente, hasta ese Prusia (Federico
el Grande): el
pretencioso sustantivo de tolerancia, es un príncipe ilustrado y merece que
príncipe
el mundo y la posteridad, agradecidos, le encomien como aquel que rompió ilustrado (el
el primero, por lo que toca al Gobierno, las ligaduras de la tutela y dejó en “rey filósofo”)
libertad a cada uno para que se sirviera de su propia razón en las cuestiones
que atañen a su conciencia. Bajo él, clérigos dignísimos, sin mengua de su deber ministerial,
pueden, en su calidad de doctores, someter libre y públicamente al examen del mundo
aquellos juicios y opiniones suyos que se desvíen, aquí o allá, del credo reconocido; y con
mayor razón los que no están limitados por ningún deber de oficio. Este espíritu de libertad
se expande también por fuera, aun en aquellos países donde tiene que luchar con los
obstáculos externos que le levanta un Gobierno que equivoca su misión. Porque este único
ejemplo nos aclara cómo en régimen de libertad nada hay que temer por la tranquilidad
pública y la unidad del ser común. Los hombres poco a poco se van desbastando
espontáneamente, siempre que no se trate de mantenerlos, de manera artificial, en estado
de rudeza.

He tratado del punto principal de la ilustración, a saber, la emancipación de los


La peor de las hombres de merecida tutela, en especial por lo que se refiere a cuestiones de
tutelas es la religión; pues en lo que atañe a las ciencias y las artes los que mandan ningún
religiosa
interés tienen en ejercer tutela sobre sus súbditos y, por otra parte, hay que
considerar que esa tutela religiosa es, entre todas, la más funesta y deshonrosa.
Pero el criterio de un jefe de Estado que favorece esta libertad va todavía más lejos y
comprende que tampoco en lo que respecta a la legislación hay peligro porque los súbditos
hagan uso público de su razón, y expongan libremente al mundo sus ideas sobre una mejor
disposición de aquella, haciendo una franca crítica de lo existente; también en esto
disponemos de un brillante ejemplo, pues ningún monarca se anticipó al que nosotros
veneramos.

Pero sólo aquel que, esclarecido, no teme a las sombras, pero dispone de un
¡Razonad numeroso y disciplinado ejército para garantizar la tranquilidad pública, puede
todo lo que decir lo que no osaría un Estado libre: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo
queráis…pero
obedeced!
que queráis, pero obedeced! Y aquí tropezamos con extraño e inesperado curso
de las cosas humanas; pues ocurre que, si contemplamos este curso con

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amplitud, lo encontramos siempre lleno de paradojas. Un grado mayor de libertad ciudadana


parece que beneficiaría la libertad espiritual del pueblo pero le fija, al mismo tiempo, límites
infranqueables; mientras que un grado menor le procura el ámbito necesario para que pueda
desenvolverse con arreglo a todas sus facultades. Porque ocurre que cuando la Naturaleza ha
logrado desarrollar, bajo esta dura cáscara, esa semilla que cuida con máxima ternura, a
saber, la inclinación y oficio del libre pensar, el hecho repercute poco a poco en el sentir del
pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de obrar) y hasta
en los principios del Gobierno, que encuentra ya compatible dar al hombre, que es algo más
que una máquina,14 un trato digno de él. (Kant, 2002, 25-37)

El lema de la Ilustración: pensar por sí mismo

[…] Al querer definir el término «Ilustración››, Kant viene a identificarla con su propio
quehacer como profesor universitario. Sus alumnos -según el testimonio de Herder- no
recibían otra consigna que la de pensar por sí mismos y ésa será justamente la
divisa del movimiento ilustrado: ¡atreverse a pensar! Acostumbrarse a Pensar por sí
mismo
ejercitar nuestra propia inteligencia sin seguir necesariamente las pautas implica estar
determinadas por cualquier otro. El hombre debe aprender a emanciparse de emancipado
toda tutela y alcanzar una madurez intelectual que suele rehuir por simple
comodidad.

Una definición muy similar es reiterada por Kant sólo dos años después en una nota del escrito
titulado ¿Qué significa orientarse al pensar? […]

Pensar por sí mismo sigue siendo lo que mejor define a la Ilustración. Además
Pensar por sí no hay que confundir a ésta con una simple acumulación de conocimientos.
mismo: no es El ilustrado no tiene por qué ser necesariamente un erudito, sino
acumulación de alguien que sepa utilizar convenientemente sus recursos
conocimientos, Ilustrarse es
sino espíritu intelectuales y se interrogue a sí mismo por las razones que liberarse de los
crítico le hacen asumir una determinada pauta de conducta, prejuicios y la
superstición.
preguntándose tan sólo si dicha regla podría ser asumida por
cualquier otro como un principio de actuación universal. […] Quien piense por cuenta propia
evitará sucumbir tanto a la superstición como al fanatismo […] La Ilustración, por tanto, no
significaría justamente sino liberarse de los prejuicios y la superstición.

Los prejuicios, la superstición y el fanatismo representan las cadenas de que debe liberarnos
esa Ilustración propugnada por Kant. (Rodríguez Aramayo, 2013, 12-14)

Y entonces… ¿Qué es la Ilustración?

Was ist Aufklärung? [¿Qué es la Ilustración?] […]

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

Texto menor, tal vez. Pero me parece que con él entra discretamente en la historia del
pensamiento una pregunta a la cual la filosofía moderna no ha sido capaz de responder; pero
de la que nunca logró desembarazarse. Y bajo formas diversas, hace ya dos siglos que la
repite. De Hegel a Horckheimer o a Habermas, pasando por Nietzsche o Max Weber, casi no
hay filosofía que directa o indirectamente no se haya enfrentado a la misma
pregunta: ¿cuál es entonces ese acontecimiento que se llama Aufklärung
La filosofía
[Ilustración] y que ha determinado, al menos en parte, lo que somos, lo que
moderna como
la filosofía que pensamos y lo que hacemos hoy día?
intenta
responder a la Imaginemos que el Berlinische Monatsschrift aún existiera en nuestros días y
pregunta ¿qué que les planteara a sus lectores la pregunta “¿Qué es la filosofía moderna?”:
es la quizás se podría responderle en eco: la filosofía moderna es la que intenta
Ilustración?
responder la pregunta lanzada hace dos siglos con tanta imprudencia: Was ist
Aufklärung?

[…] Ahora bien, la manera en que Kant plantea la cuestión de la Aufklärung es totalmente
diferente [a otras]: ni es una época del mundo a la que se pertenece [como en El Político de
Platón], ni un acontecimiento cuyos signos se perciben [como en la hermenéutica histórica
de Agustín de Hipona], ni la aurora de una realización [como en el último
capítulo de La Scienza Nuova de Vico]. Kant define la Aufklärung de manera La Ilustración es
“una salida”,
casi totalmente negativa, como una Ausgang, una “salida”, un “resultado”. “un resultado”
[…] En el texto sobre la Aufklärung la cuestión concierne a la
La pregunta pura actualidad. No procura comprender el presente a partir de una totalidad o
que intenta de una consumación futura. Busca una diferencia: ¿qué diferencia introduce el
responder
Kant es una hoy con respecto al ayer?
pregunta por
[…] Quisiera simplemente retener tres o cuatro rasgos que me parecen
su presente,
por su época importantes para comprender cómo planteó Kant la cuestión
Ilustración:
filosófica del presente.
salida del
Kant indica a continuación que esa “salida” que caracteriza a la Aufklärung es estado de
minoridad
un proceso que nos libera del “estado de minoridad”. Y por “minoridad” entiende
un estado determinado de nuestra voluntad que nos hace aceptar la autoridad de otros para
conducirnos en los dominios en los que conviene hacer uso de la razón. Kant da tres ejemplos.
Nos hallamos en estado de minoridad cuando un libro ocupa el lugar del entendimiento,
cuando un director espiritual ocupa el lugar de la consciencia, cuando un médico decide por
nosotros nuestro régimen. […] En todo caso, la Aufklärung es definida por la modificación de
la relación preexistente entre la voluntad, la autoridad y el uso de la razón.
Esa salida es:
También hay que advertir que esa salida es presentada por Kant de manera
-un hecho
bastante ambigua. La caracteriza como un hecho, como un proceso en -un proceso
desarrollándose; pero también la presenta como una tarea y una -una tarea
-una obligación
obligación.

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

[…] Por lo tanto, hay que concebir que no podrá salir de él [del estado de tutela, de minoridad]
sino mediante un cambio que él mismo operará sobre sí mismo. De manera significativa, Kant
dice que esa Aufklärung tiene una “divisa” […], un rasgo distintivo por el cual uno se hace
reconocer; [pero] es también una consigna [una instrucción] que uno se da a sí mismo y que
se propone a los demás. ¿Y cuál es esa consigna? Sapere aude, [“atrévete a conocer”], “ten
el coraje, la audacia de saber”. […] [Los hombres] son a la vez elementos y agentes de un
mismo proceso. Pueden ser sus actores en la medida en que forman parte de él; y éste se
produce en la medida en que los hombres deciden ser sus actores voluntarios.

[…] Una tercera dificultad aparece en el texto de Kant. Reside en el empleo La Ilustración
también es un
de la palabra Menschheit [humanidad]. […] ¿Hay que comprender que es el cambio histórico
conjunto de la especie humana el que es tomado dentro del proceso de la en el orden
Aufklärung? Y en ese caso, hay que imaginar que la Aufklärung es un cambio político-social

histórico que concierne a la existencia política y social de todos los hombres


sobre la superficie de la tierra. ¿O hay que comprender que se trata de un cambio que afecta
a lo que constituye la humanidad del ser humano? Y se plantea entonces la cuestión de saber
lo que es ese cambio. Allí también la respuesta de Kant no está desprovista de cierta
ambigüedad. […] Kant define dos condiciones esenciales para que el hombre salga de su
minoridad. Y esas dos condiciones son a la vez espirituales e institucionales, éticas y políticas.

La primera de esas condiciones es que se distinga bien lo que depende de la


Condiciones para obediencia y lo que depende del uso de la razón. Para caracterizar
salir del estado brevemente el estado de minoridad, Kant cita la expresión corriente:
de minoridad: “obedezca, no razone”: tal es, según él, la forma en que se ejercen
-distinguir entre
el uso público y el generalmente la disciplina militar, el poder político, la autoridad religiosa.
uso privado de la La humanidad se hará mayor [habrá alcanzado su madurez] no cuando ya
razón. no tenga que obedecer, sino cuando se le diga [al hombre]: “obedezca, y
podrá razonar tanto como quiera”. […]

Podría pensarse que allí no hay nada muy diferente de lo que desde el siglo XVI se entiende
por la libertad de consciencia; el derecho de pensar como uno quiera, con tal que se obedezca
como es debido. Ahora bien, es allí donde Kant hace intervenir otra distinción y la hace
intervenir de un modo bastante sorprendente. Se trata de la distinción entre el uso privado y
el uso público de la razón. Pero, agrega en seguida que la razón debe ser libre en su uso
público y debe ser sumisa en su uso privado. Lo que es, término a término, lo contrario de lo
que comúnmente se llama libertad de consciencia.

[…] ¿Cuál es, según Kant, ese uso privado de la razón? ¿Cuál es el dominio en el que se
ejerce? El hombre, dice Kant, hace un uso privado de su razón cuando es “una pieza de una
máquina”; es decir, cuando tiene un rol que cumplir en la sociedad y funciones Uso público
que ejercer: ser soldado, tener que pagar impuestos, estar a cargo de una de la razón
parroquia, ser funcionario de un gobierno, todo eso hace del ser humano un
segmento particular en la sociedad; se encuentra situado por ello en una
Uso privado
posición definida en la que debe aplicar reglas y perseguir fines particulares.
de la razón
Kant no pide que se practique una obediencia ciega y estúpida; sino que uno
haga de su razón un uso adaptado a esas circunstancias determinadas; y la razón debe
entonces someterse a esos fines particulares. Por lo tanto, allí no puede haber un uso libre
de la razón.

12
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

En cambio, cuando uno no razona más que para hacer uso de la razón, cuando uno razona
en tanto ser razonable (y no en tanto pieza de una máquina), cuando uno razona como
miembro de la humanidad razonable, entonces el uso de la razón debe ser libre y público. La
Aufklärung no es pues solamente el proceso por el cual los individuos verían garantizada su
libertad personal de pensamiento. Hay Aufklärung cuando hay superposición del uso
universal, del uso libre y del uso público de la razón.

La Ilustración […] ¿Cómo garantizar un uso público de esa razón? Se ve que la Aufklärung
como problema no debe ser concebida simplemente como un proceso general que afecta a
político toda la humanidad; no debe ser concebida solamente como una obligación
prescrita a los individuos, aparece ahora como un problema político. En todo caso, se plantea
la cuestión de saber cómo el uso de la razón puede tomar la forma pública que le resulta
necesaria, cómo la audacia de saber puede ejercerse en pleno día, mientras que los individuos
obedecerán tan exactamente como sea posible. Y para terminar, Kant propone a Federico II,
en términos apenas velados, una suerte de contrato. Lo que se podría llamar el contrato del
despotismo racional con la libre razón: el uso público y libre de la razón autónoma será la
mejor garantía de la obediencia, con la condición sin embargo de que el principio político al
cual se hace obedecer sea también conforme a la razón universal. (Foucault, 1996, 83-92)

Uso público y uso privado de la razón

La Ilustración sólo requiere libertad, la más inofensiva de las libertades -precisa Kant-,
libertad para hacer un uso público de la propia razón, expresando por escrito nuestras críticas
y argumentos ante aquel público que configura el mundo de los lectores […]. A este uso
público Kant contrapone un uso privado, esto es, un uso restringido a cierto ámbito, un uso
particular y no general. Todo aquel que forme parte de la maquinaria del Estado debe atenerse
a este uso privado, en tanto que desempeñe una determinada función o encomienda. Los
ejemplos que aduce Kant son el del soldado que cumple una orden, el de un ciudadano a la
hora de pagar sus impuestos y el del sacerdote cuando prepara sus homilías para los
miembros de su parroquia.

Que un oficial discutiera la orden impartida por un superior al ir a ejecutarla resquebrajaría


esa disciplina que requiere todo ejército y por ello ha de limitarse a cumplir sus órdenes, aun
cuando luego pueda verter sus observaciones por escrito, como especialista en el tema, para
denunciar las deficiencias que haya detectado y tender a subsanarlas. A la hora de pagar los
impuestos, el ciudadano debe hacerlo sin rechistar, porque lo contrario podría dar lugar a una
insumisión fiscal generalizada, pero eso no es óbice para que posteriormente publique sus
alegaciones contra la inconveniencia o injusticia de tales tributos. De igual modo, las homilías
que un sacerdote dirige a sus feligreses habrán de ajustarse al credo profesado por su Iglesia,
dado que fue aceptado en su seno bajo esa condición. Cuanto enseña en función del puesto
que desempeña será presentado como algo con respecto a lo cual él no es libre para enseñarlo
según su propio criterio, habida cuenta de que ha sido emplazado a exponerlo según una
prescripción ajena, si bien como especialista en la materia tenga plena libertad para exponer
a los lectores interesados por el asunto sus discrepancias y juicios personales al respecto.

Reparemos en la paradoja que conlleva este último ejemplo del distingo


La paradoja:
no es libre
kantiano entre uso público y uso privado de la propia razón. En cuanto
pero es libre
sacerdote no es libre, ni tampoco le cabe serlo, al estar ejecutando un encargo
ajeno; en cambio, como alguien docto que habla mediante sus escritos al público en general,

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

esto es, al mundo, dicho sacerdote disfruta de una libertad ilimitada para usar públicamente
su razón y hablar en su propio nombre. […]

Kant sí estaba plenamente convencido de que su distinción entre uso público


Una distinción
y uso privado de la razón comportaba una indudable ventaja, puesto que bien para evitar la
aplicada podía evitar el recurso a la revolución. […] Kant apuesta revolución
decididamente por la vía de una paulatina reforma constitucional que vaya
mejorando ésta poco a poco y haga superfluo el recurrir a un traumático proceso
revolucionario. […] Kant jamás admitió que un pueblo tuviese derecho alguno a la revolución,
aunque fuera para derrocar a la más execrable de las tiranías. En La metafísica de las
costumbres (1797), Kant afirma tajantemente: «Contra el supremo legislador del Estado no
hay ninguna resistencia legítima por parte del pueblo; no existe ningún derecho de revolución
[…] ni siquiera bajo el pretexto de que abusa tiránicamente del poder. El más mínimo intento
en ese sentido supone un crimen de alta traición y el traidor ha de ser castigado con la
muerte». […] « […] Y esta prohibición es incondicionada, de suerte que, aun cuando aquel
poder o su agente -el jefe del Estado haya llegado a violar el contrato originario y a perder
con eso, ante los ojos del súbdito, el derecho a ser legislador por autorizar al
Para Kant no gobierno para que proceda de modo absolutamente despótico (tiránico), a
existe el derecho pesar de todo sigue sin estar permitida al súbdito ninguna oposición a título
a la resistencia de contraviolencia».
civil, sin embargo
simpatizaba con Estas contundentes afirmaciones en contra de un presunto derecho a
las revoluciones
rebelarse contra el despotismo y la tiranía las vierte alguien que, por otra
que se daban en
la época parte, simpatizó abiertamente con los levantamientos de Irlanda o la
sublevación de las colonias norteamericanas, además de manifestar un
encendido entusiasmo hacia los revolucionarios franceses.

Pero este doble rasero no significa que Kant sea inconsecuente consigo mismo, sino que aplica
distintos enfoques a uno y el mismo problema. […] Una cosa es que la
revolución, enfocada como un presunto derecho a la rebelión del pueblo
Como ciudadano,
contra su tirano, suponga un absurdo jurídico y otra muy distinta es el
hace uso privado de
juicio que Kant emite como filósofo de la historia, cuando enjuicia desde la razón y rechaza la
otro punto de vista los movimientos revolucionarios de su tiempo, como rebelión. Como
filósofo, hace uso
es el caso de la […] Revolución francesa, que Kant califica como un signo
público y considera
inequívoco del progreso moral de la humanidad, a la vista del a la revolución
entusiasmo que suscita en cualquier espectador imparcial. […] Es cierto como un signo del
progreso
que Kant aplaude la Revolución francesa e incluso da en considerarla un
hito muy significativo para el progreso moral de la humanidad, pero no es
menos cierto que no está demasiado interesado en que Prusia pase por la misma experiencia.
Tampoco hay necesidad, pues no le parece tan importante la forma que pueda tener un
gobierno como el modo de gobernar, es decir, le preocupa sobre todo que gobierne
republicana o despóticamente y le importa menos que la representación de su soberanía
recaiga en uno solo (autocracia), en varios (aristocracia) o en toda la sociedad civil
(democracia). Es más, él se decanta por un monarca ilustrado como Federico II
La libertad de […] ……………………………………
prensa, la A juicio de Kant, «todo hombre tiene unos derechos inalienables a los que no
única y mejor
podría renunciar aunque quisiera y sobre los cuales él mismo está
arma.
perfectamente capacitado para juzgar». Por ello dictamina que «la libertad de

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

pluma es el único paladín de los derechos del pueblo» y el único camino que permite introducir
las reformas necesarias para evitar una traumática revolución.

Esta «libertad de pluma» la tendría que poder ejercer cualquier ciudadano, pero es algo
inexcusable para el filósofo, cuya tarea consistiría en ilustrar al pueblo, a la par que asesora
con sus razonamientos al gobierno. «La ilustración del pueblo -escribe Kant en la segunda
parte de El conflicto de las Facultades- consiste en la instrucción pública del mismo acerca de
sus derechos y deberes con respecto al Estado al que pertenece. Como aquí sólo se trata de
los derechos naturales y de los derivados del más elemental sentido común propio del
entendimiento humano, los promulgadores e intérpretes naturales de tales derechos ante el
pueblo no son los juristas designados institucionalmente por el Estado, sino los instructores
del derecho que van por libre, o sea, los filósofos, quienes justamente por permitirse esa
libertad resultan escandalosos para el Estado, que sólo quiere dominar siempre, y se ven
desacreditados, bajo el nombre de enciclopedistas como gente peligrosa para el Estado, por
más que su voz no se dirija confidencialmente al pueblo (el cual tiene escasa o nula noticia
de ellos y de sus escritos), sino que se dirige respetuosamente al Estado, suplicándole a éste
que tome en cuenta la exigencia jurídica de aquél; lo cual no puede tener lugar por otro
camino salvo el de la publicidad».

Antes, en la primera sección del mismo escrito, Kant ha subrayado el hecho de que « [la
Facultad de Filosofía] no puede verse anclada con una interdicción del gobierno sin que éste
actúe en contra de su auténtico propósito. [...] Sólo a los [...] eclesiásticos, jurisconsultos o
médicos puede prohibírseles que, en el ejercicio de sus respectivas funciones, contradigan
públicamente las doctrinas que les han sido confiadas por el gobierno y se
El rol de la
arroguen el papel del filósofo. […] Si los predicadores o los magistrados se filosofía en la
dejaran llevar por el antojo de comunicar al pueblo sus reparos y dudas frente sociedad
a la legislación eclesiástica o civil, le harían sublevarse con ello en contra del
gobierno». Sólo la filosofía ha de ser «independiente de los mandatos del gobierno con
respecto a sus doctrinas y tener la libertad, no de dar orden alguna, pero sí de juzgar todo
cuanto tenga que ver con los intereses científicos, es decir, con la verdad, terreno en el que
la razón debe tener el derecho de expresarse públicamente, ya que sin ello la verdad nunca
llegaría a manifestarse (en perjuicio del propio gobierno)». 15 (Rodríguez Aramayo, 2013, 21-
30)

La Ilustración y la idea de crítica

La episteme16 común al siglo XVIII es la “crítica”, que […] caracteriza […] “como un examen
ilustrado y un juicio justo de las producciones humanas”. Examen y juicio que tendrán sus
peculiaridades según se trate de una crítica de las ciencias o de las
La crítica como
característica artes. […] Esta noción ilustrada de “crítica” está íntimamente unida a
propia del S. XVIII una nueva teoría del lenguaje […] Para los hombres de La función
la Ilustración el lenguaje es discurso, exposición ordenada del crítico:
del pensamiento […] ante el que se constituye el crítico como notario 17 de la “analizar”
claridad de las ideas que se expresan en el lenguaje. […] La función del crítico, tal como él
mismo se constituye a partir de la Ilustración, es una función analítica consistente en
discernir, a fin de establecer entre las cosas una “sucesión ordenada” (discurso). […] Siendo
esto así, el análisis alcanza entre los modernos el valor del método universal […].
(Flórez Miguel, 1998, 129-130)

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

Filosofía y filosofar en Kant


Su propósito en el aula no era enseñar filosofía, sino aprender a filosofar, tal como señalaba
en el anuncio de los cursos que impartía sobre las más variopintas materias:
antropología, ética, filosofía del derecho, filosofía de la religión, geografía,
No enseñar
filosofía, sino lógica, pedagogía o metafísica. (Rodríguez Aramayo, 2013, 10)
enseñar a
filosofar.
No se puede El que quiera enseñar filosofía, ya que esto es imposible, debe en último
enseñar filosofíatérmino enseñar a filosofar. Explicándome claramente, todas las ciencias
porque no hay
que pueden enseñarse se reducen a dos especies: ciencias históricas y
tal conjunto
acabado de ciencias matemáticas. Para que pudiera enseñarse filosofía debería
conocimientos. hacerse presente en primer lugar una real filosofía. Debería producirse
un libro y poder decirse: aquí hay sabiduría y juicio suficiente; intentad
entenderlo y comprenderlo; construid después sobre ello y seréis filósofos.
Puesto que un tal libro de filosofía, al que poderse referir como a un Polibio o a un
Euclides, no se me ha indicado, permitidme decir que se abusa de la fe pública cuando,
en lugar de ampliar la capacidad intelectiva de la juventud crédula, nosotros la
enjaulamos con una filosofía pretendidamente acabada, que ha sido pensada por otros
como buena [...] El método propio para la enseñanza de la filosofía debe ser zetético
(vivido), como decían los antiguos (de zetein), es decir, investigador. (Kant -citado por
Flórez Miguel-, 1998, 139)

[…] La filosofía pretende determinar y delimitar los siguientes problemas:

— La fuente o principios del saber humano. Los


problemas
— El entorno del ámbito posible y necesario de todo saber. filosóficos
para Kant
— Los límites de la razón.

Una vez delimitados el ámbito y la problemática de la filosofía, trata Kant


Sin conocimiento
no se puede ser de ofrecernos una caracterización de lo que él denomina filosofar. Sin
conocimiento no puede uno ser filósofo, nos dice Kant, pero también es
filósofx, pero con
él solo no alcanza
cierto que no basta el conocimiento para llegar a ser filósofo. Es decir, el
tampoco para ser
filósofx problema del filosofar no es problema de información y contenidos, sino
problema de utilización de la razón. Ser filósofo implica filosofar, y a filosofar
sólo se aprende mediante la práctica y el uso propio de la razón. Quien de verdad quiera
aprender a filosofar debe considerar todo sistema de filosofía solamente como historia del
uso de la razón y no como objeto para la realización de su talento filosófico. El verdadero
filósofo, como auténtico pensador, tiene que hacer un uso libre y personal de la razón, y no
caer nunca en la esclavitud del mimetismo. A la vez que el mimetismo, todo auténtico
filósofo, debe evitar también un uso dialéctico de la razón. Kant entiende el término dialéctico
en un sentido peyorativo. Un uso dialéctico de la razón en el sentido kantiano sería aquel
según el cual se consideraría, a la hora de analizar la realidad, la apariencia y no el verdadero
ser de la realidad. La utilización dialéctica de la razón es propio de los sofistas e indigno de
un auténtico filósofo.

16
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

La distinción kantiana entre ciencia y sabiduría (léase filosofía) nos pone en camino para la
determinación última de qué sea la filosofía para Kant. Éste nos dice que el verdadero valor
de la ciencia está en ser órgano de la sabiduría. Ciencia y sabiduría se exigen y
Ni ciencia sin
completan. Su conjunción nos muestra cuál es la verdadera estructura del
filosofía, ni
filosofía sin saber. La ciencia sin la sabiduría queda manca en cuanto que no proporciona
ciencia ninguna liberación, pero la sabiduría sin ciencia se reduce a mero
esquema de una perfección que nunca podríamos alcanzar. Hay ¿Qué es la
que tener en cuenta que la filosofía es la única ciencia que nos proporciona la filosofía, para
Kant?
satisfacción de la liberación, en cuanto que ella cierra el círculo científico y a
través de ella se logra la ordenación de las ciencias y su conexión. Esta idea
kantiana de la filosofía como cierre categorial del saber científico nos ofrece una visión
conclusiva de lo que Kant entiende por filosofía. Ésta se propone, por una parte, el análisis
de las condiciones que hacen posible la experiencia y el conocimiento humano, y, por otro,
es quien da sistematicidad a todo saber al lograr la totalización racional (articulación) de los
diferentes saberes en las ideas. Ahora podemos comprender las palabras que Kant escribe
en el prólogo a la primera edición de la Crítica de la razón pura:

Toda cuestión se reduce aquí a saber hasta dónde puedo llegar con la razón,
desde el instante en que me fueren sustraídos toda materia de la experiencia y
su concurso.

La filosofía por lo tanto enseña el uso correcto de la razón. Ésta es la conclusión que podemos
sacar del planteamiento kantiano de la misma, cuya génesis vamos a estudiar ahora. ¿Cómo
se configura el programa kantiano de filosofía, que tiene como objetivo fundamental
establecer los límites de la razón? (Flórez Miguel, 1998, 132-133)

2. De la idea de crítica a la Crítica de la razón pura

La Crítica de la razón pura se publica en 1781 en Riga. […] Una segunda edición, con
considerables modificaciones apareció en 1787, en la misma ciudad. […]

El libro lleva cifrado en el título su contenido. Se trata de un examen crítico de la razón, para
establecer si acaso esta, sin apoyarse en otra cosa que no sea ella misma, puede alcanzar
un conocimiento que sea digno de ese nombre. […]

Kant concibe […] su propia filosofía como algo enteramente nuevo, nunca intentado hasta
entonces. Si la metafísica estudiaba las primeras causas y los primeros principios que son el
fundamento de todo lo demás, el criticismo estudia los fundamentos de la metafísica misma.
La razón pura era, con sus conceptos y sus leyes lógicas, el instrumento para construir la
metafísica. Ahora se trata de examinar los fundamentos de la razón pura misma. […]

17
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

[Esto] nos permitirá establecer hasta dónde llega el uso legítimo de la razón pura como
facultad cognoscitiva. Por lo tanto, nos permitirá juzgar con fundamento
acerca de las pretensiones de la filosofía dogmática en cuestiones de
La Crítica de la razón metafísica. Dicho de otro modo, […] nos mostrará cuáles son los
pura como el estudio caminos que el espíritu humano puede seguir, para intentar resolver
de los fundamentos
de la razón pura. los enigmas del sí mismo, del universo y del Creador.
¿Hasta dónde
podemos conocer (Caími, 2007, XVI, XIX, XXI)
mediante la razón?
¿Cuál es el límite del
conocimiento Todo conocimiento verdadero lo es dentro de los límites de la
mediante la razón? experiencia. (Flórez Miguel, 1998, 143)

Kant y la Crítica de la razón pura

Crítica de la razón pura

Prólogo a la Primera edición (1781)

La razón humana tiene, en un género de sus conocimientos, el singular destino de verse


agobiada por preguntas que no puede eludir […], y que empero tampoco puede responder,
pues sobrepasan toda facultad de la razón humana.18

Ella cae sin culpa suya en esta perplejidad. […] El campo de batalla de estas
La disputas sin fin se llama metafísica.19
decadencia
de la Hubo un tiempo en que a ésta se le llamó la reina de todas las ciencias, […]
metafísica
Ahora, el tono de moda de la época lleva a mostrarle un completo desprecio.
[…]20
La CRP
[…] Es una exigencia planteada a la razón, de que ésta vuelva a emprender la como
más fatigosa de todas sus tareas, a saber, el conocimiento de sí, y de que tribunal de
instituya un tribunal de justicia que la asegure en sus pretensiones legítimas, y la razón

que por el contrario pueda despechar todas las arrogaciones infundadas […] Este
tribunal no es otro que la crítica de la razón pura misma.21

No entiendo por esta una crítica de los libros y de los sistemas, sino de la facultad de la razón
en general, en lo tocante a todos los conocimientos por los cuales ella pueda
esforzarse independientemente de toda experiencia, por lo tanto, la
Es una crítica de la
facultad de la razón decisión acerca de la posibilidad o imposibilidad de una metafísica en
respecto de los general, y la determinación, tanto de sus fuentes,
conocimientos que como del alcance y de los límites de ella […]22 El problema es: ¿es
ella pueda alcanzar posible el
de manera conocimiento de lo
independiente de metafísico mediante
la experiencia. la razón? ¿Cuáles
son los límites de la
razón para conocer?

18
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

Prólogo a la Segunda edición (1787)

Si acaso la elaboración de los conocimientos que pertenecen al negocio de la razón ha


tomado, o no, el andar seguro de una ciencia, pronto puede verse por el resultado. Si [esa
elaboración], después de hacer muchos intentos y preparativos, queda atascada tan pronto
como está por llegar a la meta, o si, para alcanzarla a ésta, debe volver atrás muchas veces
y tomar otro camino […], entonces se puede estar convencido de que un
estudio tal [el de la metafísica] no ha tomado todavía, ni con mucho, el Hasta el
andar seguro de una ciencia […] momento, la
metafísica no es
La metafísica, […] no ha tenido hasta ahora un destino tan favorable [como considerada una
la matemática y la física] que haya podido tomar la marcha segura de una ciencia. ¿Podrá
serlo?
ciencia; a pesar de ser más antigua que todas las demás […] Por
consiguiente, no hay duda de que su proceder ha sido hasta ahora un mero
tanteo […]

¿Cuál es el motivo de que aquí todavía no se haya podido encontrar el camino seguro de la
ciencia?
A priori:
independiente […] De esta deducción de nuestra facultad de conocer a priori23 se
de la experiencia
desprende, […] un resultado extraño […] a saber: que con
Nuestro
[esa facultad] nunca podemos salir de los límites de la
conocimiento
experiencia posible […] Nuestro conocimiento racional a priori […] sólo se racional sólo es
dirige a fenómenos, mientras que deja de lado a la cosa en sí misma como fenoménico.
[una cosa que es], por cierto, efectivamente real en sí, pero desconocida para
nosotros.

[…] Ahora, después que ha sido denegado a la razón especulativa todo progreso en este
terreno de lo suprasensible, nos queda todavía el intento de [ver] si acaso no se encuentran,
en el conocimiento práctico de ella, datos para determinar aquel concepto racional
trascendente de lo incondicionado, y para llegar de esa manera, cumpliendo el deseo de la
metafísica, más allá de los límites de toda experiencia posible con nuestro conocimiento a
priori [conocimiento que] sólo [es] posible, empero, en la intención práctica. […]

[…] Al hacer una rápida inspección de esta obra se creerá percibir que su utilidad es sólo
negativa, a saber, [la de] no aventurarnos nunca, con la razón especulativa, más allá de los
límites de la experiencia […] Pero ésta se vuelve positiva, tan pronto como se advierte que
los principios con los cuales la razón especulativa se aventura a traspasar sus propios límites
[…] amenazan con extender efectivamente sobre todas las cosas los límites de la sensibilidad
[…] y [amenazan] así con reducir a nada el uso puro [práctico] de la razón. Por eso, una
crítica que limite a la primera [a la razón especulativa o a la sensibilidad] es, por cierto, en
esa medida, negativa, pero al suprimir con ello a la vez un obstáculo, que limita el último
uso, o que incluso amenaza con aniquilarlo, tiene en verdad una utilidad positiva y muy
importante, tan pronto como uno se convence de que hay un uso práctico absolutamente
necesario de la razón pura (el [uso] moral), en el cual ella inevitablemente se ensancha por
encima de los límites de la sensibilidad […].

19
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

[…] En consecuencia, no podemos tener conocimiento de


ningún objeto como cosa en sí misma, sino solamente
Si bien no podemos No podemos
en la medida en que sea objeto de la intuición sensible,
conocer los objetos conocer lo
metafísicos, al metafísico, lo
menos podemos es decir, como fenómeno […], de lo cual se sigue la en sí, lo
pensarlos (en ellimitación de todo conocimiento especulativo posible de nouménico.
la razón a meros objetos de la experiencia. Sin embargo,
terreno de la filosofía
práctica: la ética)
se hace […] la salvedad de que esos mismos objetos, si bien no podemos
conocerlos también como cosas en sí mismas, al menos debemos poder
pensarlos como tales. […]

[…] Aunque yo no pueda conocer mediante la razón especulativa (y aún menos mediante
observación empírica) a mi alma […], y por tanto tampoco [pueda conocer] la libertad […],
puedo, sin embargo, pensar la libertad.

Introducción a la Segunda edición

No hay duda de que todo nuestro conocimiento comienza por la experiencia; pues si no fuese
así, ¿qué despertaría a nuestra facultad cognoscitiva, para que se pusiera en ejercicio, si no
aconteciera esto por medio de objetos que mueven nuestros sentidos, y en parte producen
por sí mismos representaciones, y en parte ponen en movimiento la actividad de nuestro
entendimiento para compararlas a éstas, conectarlas o separarlas, y elaborar así la materia
bruta de las impresiones sensibles y hacer de ella un conocimiento de objetos, que se llama
experiencia? Según el tiempo, pues, ningún conocimiento precede en nosotros a la
experiencia, y con ésta comienza todo [conocimiento].

Pero aunque todo nuestro conocimiento comience con la experiencia, no por eso surge todo
él de la experiencia Pues bien podría ser que nuestro conocimiento de experiencia
fuese, él mismo, un compuesto formado por lo que recibimos mediante impresiones, 24
y lo que nuestra propia facultad cognoscitiva […] produce por sí misma […]

Por consiguiente, es una cuestión que por lo menos requiere todavía una investigación más
precisa, y que no se puede despachar en seguida según
Conocimientos
la primera apariencia, la [cuestión] de si hay tal Todo nuestro
a priori conocimiento racional
y conocimiento independiente de la experiencia y aún
comienza por la
a posteriori de todas las impresiones de los sentidos. Tales experiencia, pero con
conocimientos se llaman a priori, y se distinguen de los ella sola no alcanza
empíricos, que tienen sus fuentes a posteriori, a saber, en la experiencia.

La lógica trascendental. Introducción

Nuestro conocimiento surge de dos fuentes fundamentales de la


Todo nuestro
mente, de las cuales la primera es [la de] recibir las representaciones
conocimiento racional
(la receptividad de las impresiones), y la segunda, la facultad de está constituido por la
conocer un objeto mediante esas representaciones (la espontaneidad relación entre
“intuiciones” y
de los conceptos), por la primera, un objeto nos es dado, por la
“conceptos”
segunda, este es pensado en relación con aquella representación
([considerada] como mera determinación de la mente). Intuición y
conceptos constituyen, por tanto, los elementos de todo nuestro conocimiento, de modo que
ni los conceptos, sin una intuición que de alguna manera les corresponda, ni tampoco la

20
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

intuición, sin conceptos, pueden producir un conocimiento. (Kant, 2007, 5, 6, 8, 15, 20, 23-
25, 27-28, 30, 59-60, 122)

Los límites establecidos por la Crítica de la razón pura

La Crítica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft, en adelante CRP) constituye un texto
capital de Immanuel Kant (1724-1804) y uno de los más influyentes en la historia del
pensamiento. Como su título lo sugiere, es una “crítica”, en términos del filósofo: un análisis
o inspección de la facultad de pensar. […] El imperativo de análisis viene impuesto por las
pretensiones del racionalismo dogmático, que confiere a la razón la posibilidad de llegar
enteramente por sí misma al conocimiento de la totalidad de lo real. La CRP pone fin a esas
pretensiones. Al despertar, por obra del empirismo (especialmente de Hume), del sueño
dogmatico en que se hallaba sumido –como él mismo habrá de declarar–, Kant consigue
ofrecer una fundamentación diversa del modo como conocemos el mundo.

[…] De un modo similar a las revoluciones políticas que en ese momento se


estaban dando en Europa, como la Revolución Francesa, el giro
Idealismo
El sujeto como
dado por Kant profundiza la centralidad del sujeto: así como trascendental:
“constructor” es el individuo quien debe imponer su propio orden a la la estructura
del realidad sociopolítica –quitando a Dios, la fatalidad o el racional del
conocimiento sujeto es la
destino esa prerrogativa–, es el sujeto quien confiere su condición de
propia legalidad al mundo natural. Por eso esta filosofía se denomina posibilidad del
“idealismo trascendental”: es la estructura racional del sujeto la que funciona conocimiento
objetivo
como condición de posibilidad del conocimiento humano; ella imprime al
mundo su propia organización, pero no lo crea ni lo inventa: lo constituye, a
partir de un material que le tiene que ser dado (de ahí las diferencias con el racionalismo,
renuente a considerar esta radical finitud del sujeto racional). Esas condiciones de posibilidad
se hallan en nuestra sensibilidad espaciotemporal, las que tornan inaccesible al objeto tal
como es “en sí mismo” (nóumeno). (Rossi, 2012, 179)

¿Cómo es posible el conocimiento universal y necesario? Del idealismo (realista)


racionalista y empirista al idealismo (idealista) trascendental

A juicio de Kant, […] ni el racionalismo ni el empirismo logra explicar cómo es posible el


conocimiento universal y necesario. El racionalismo no consigue hacerlo porque la apelación
a Dios como garante del conocimiento no resiste la crítica empirista: toda idea válida debe
poder remitirse a la experiencia; pero, a su vez, tampoco el empirismo, bajo esta misma
premisa, consigue explicar que pueda haber juicios que excedan el carácter de lo particular
y contingente. […] Los límites de ambos sistemas de pensamiento, más allá de sus notables
conquistas –el sujeto como fundamento de conocimiento, en Descartes; la experiencia como
requisito del conocer, en Locke y Hume–, imponen a la filosofía un doble desafío. El problema
de Kant […] supone preguntarse ¿cómo es posible el conocimiento universal y necesario?

Para responder a estos interrogantes, es necesario cambiar el punto de vista desde el cual
ha sido pensado el conocimiento hasta el momento. De acuerdo con Kant, el punto de vista
de racionalistas (Descartes, Leibniz) y empiristas (Locke, Hume, Berkeley), pese a sus
diferencias, sigue siendo realista. El propio Kant nos da la clave de lo que entiende por
realismo, al que define como aquel sistema de pensamiento que considera el espacio y el
tiempo “como algo dado en sí, independientemente de nuestra sensibilidad” y que, por

21
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

consiguiente, “se representa los fenómenos exteriores como cosas en sí mismas, existentes
con independencia de nosotros y de nuestra sensibilidad”, de modo tal que se encuentran
“fuera de nosotros”. Si bien es el sujeto quien tiene la iniciativa (es el
Para el realista, los fundamento del conocimiento), el objeto es determinante a la hora
objetos existen de conocer, en la medida en que debe ser reflejado tal cual es. Ya
independientemente de sea sensible o intelectual, el conocimiento es siempre, para todo
nosotros. Están “ahí
afuera”, disponibles realista, de cosas en sí.
para conocerlos. Y son
ellos quienes me
Kant considera que desde este punto de vista hay cuestiones que
imponen sus no se pueden explicar, como que tengamos conocimientos a priori,
características. independientes de la experiencia. […] De ahí el sentido de la analogía
con la revolución copernicana: así como Copérnico no consigue
explicarse ciertos fenómenos celestes a partir de la consideración de que la
La revolución
tierra esta fija en el centro del universo (paradigma aristotélico), tampoco es copernicana
posible explicarse la existencia de cierta especie de conocimientos bajo el de Kant
supuesto de un sujeto determinado enteramente por los objetos. Es preciso,
por tanto, frente a una anomalía, cambiar el paradigma. Y esto es lo que hace Kant: producir
en la filosofía una revolución semejante a la que realiza Copérnico en el ámbito de la física.
Lo esencial de esa revolución es que el conocimiento deja de concebirse como
El conocimiento
reflejo de los objetos tal como son en sí mismos, el sujeto deja de ser
ya no es (pasivo) pasivo; en adelante, el conocimiento implica constituir (no crear) la
reflejar los realidad. A esto se denomina idealismo trascendental: lejos de reflejar la
objetos, sino
(activo) construir
naturaleza de los entes, son los entes los que reflejan la estructura
el ámbito de la cognitiva de la mente. Ella es la que confiere, a través de las formas
objetividad puras a priori (intuiciones y conceptos), universalidad y necesidad a las
formulaciones científicas. De este modo es posible para Kant responder a
los interrogantes antes planteados, es decir, justificar filosóficamente por qué pueden
formularse juicios universales y necesarios. (Rossi, 2012, 180-181)

La constitución de los objetos y el problema de la verdad como representación

La sensibilidad es la capacidad de tener representaciones a partir de ser


¿Cómo afectado pasivamente por objetos. Esto es lo que hace que
“obtenemos nuestra mente sea finita: no puede crear Mientras la
fenómenos”?
representaciones por sí misma […] sino que necesita sensación nos da el
¿Cómo “contenido” de
“construimos” ser afectada por objetos exteriores a ella. Ese primer
nuestra
los objetos contacto inmediato se da gracias a la sensibilidad, de representación
empíricos?
la cual se pueden aislar dos formas puras a priori: el empírica, la
intuición organiza
espacio y el tiempo.
ese “contenido”

22
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

Si la sensación suministra el contenido de la representación empírica, las intuiciones de


espacio y tiempo le dan una primera organización a ese material. En tanto formas de la
intuición, no provienen de la experiencia, sino que la preceden. Esta precedencia es
necesaria, ya que permite ubicar los objetos en una relación de exterioridad unos con otros
(gracias al espacio) y en una relación de sucesión (gracias al tiempo). Solo así obtenemos
fenómenos. Aquí es importante remarcar que el espacio y el tiempo no
pertenecen a la realidad en sí de los objetos (como pensaba Newton del
No podemos conocer
el mundo tal como es espacio) sino que son inherentes al sujeto: son las primeras
en sí mismo (lo condiciones bajo las cuales el sujeto acomoda y organiza el material
nouménico, lo
que le es dado pasivamente. Esto implica que no conocemos el mundo
metafísico), sino tal
como se nos aparece tal como es en sí mismo sino tal como aparece para nosotros. En esta
para nosotros ruptura con toda posibilidad de conocimiento del mundo en sí consiste
(lo fenoménico, lo
la gran revolución operada por Kant: ya no nos será posible, a partir
físico)
de su giro copernicano, pretender un acceso a las cosas que no conlleve
la marca de nuestro modo de ser, de nuestra
subjetividad (lo que no implica, para Kant, abandonar la objetividad, Pero la intuición por
sí sola no produce
[…]). conocimiento. Por
eso, las intuiciones
[Ahora] con la sensibilidad sola no alcanza: “Las intuiciones sin
sin conceptos son
concepto son ciegas”. Ella sólo provee el material y lo ubica en el ciegas…
espacio tiempo, pero ese material fenoménico, pese a ser indispensable
para el conocimiento (por eso no puedo conocer objetos suprasensibles, como Dios o el
alma), es disperso e inconexo. Necesita una forma. Para conferir unidad a ese material es
necesaria la intervención del entendimiento. A diferencia de la sensibilidad, que es pasiva,
el entendimiento es una facultad activa, espontánea. Su actividad específica consiste en
sintetizar, es decir, en producir enlaces entre datos de modo de obtener una representación
común a varios objetos. Esta representación común es el concepto. […]

Un concepto puede ser empírico, como “pizarrón” (al reunir las cualidades El entendimiento
“verde”, “liso”, etc., obtengo el concepto “pizarrón”, que en adelante podrá le dará “forma” a
ese material en
ser aplicado a una pluralidad de objetos similares, como cuando digo “esto bruto, a ese
es un pizarrón”), o puro (a priori), como “sustancia” o “causa y efecto”. “contenido”,
Estos conceptos o categorías puras están presentes en el entendimiento dado por las
intuiciones.
con independencia de la experiencia, es decir, no se abstraen de la materia
sensible. Su origen es puro, no empírico, y permiten que el entendimiento se
forme un juicio respecto del objeto. A diferencia de los conceptos empíricos, la unidad que
ellos imponen es, por así decir, una unidad de orden superior o más general, porque actúan
como el presupuesto de conceptos empíricos (cuando digo “este objeto es un pizarrón” está
implícito un juicio más general referido a lo que es “objeto” […] En todos los casos se remite
a una actividad discursiva, que es en definitiva el tipo de actividad del entendimiento (una
intuición intelectual captaría de manera inmediata el objeto). En resumidas cuentas, la
función del entendimiento es triple: a) recolecta los elementos múltiples y dispersos que le
ofrece la sensibilidad; b) los retiene en una acumulación que se produce por adición; c)
impone una unidad (los sintetiza o enlaza) a través de los conceptos.

23
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

[…] Kant señala que la actividad del entendimiento es juzgar. Y juzgar es pensar (conocer):
[…] “Pero pensar es unir representaciones en una conciencia. Esta unión o bien nace sólo
relativamente al sujeto y es contingente y subjetiva, o bien ocurre,
sencillamente, y es necesaria u objetiva. La unión de las representaciones
Para que el
en una conciencia es el juicio. Luego pensar es lo mismo que juzgar o
entendimiento de
referir representaciones a juicios en general”. El dato fenoménico es un forma conceptualice
requisito indispensable para esta función del entendimiento. De ahí la algo, debe haber un
algo previo, lo dado
aseveración que completa la anteriormente referida: “los conceptos sin
por las intuiciones.
intuiciones son vacíos”. Kant obtura expresamente la posibilidad de que Por eso, los
se pueda conocer lo que esté más allá de la experiencia: “No podemos conceptos sin
pensar un objeto sino mediante categorías ni podemos conocer ningún intuiciones son
vacíos…
objeto pensado sino a través de intuiciones que corresponden a esos
conceptos. Igualmente, todas nuestras intuiciones son sensibles y este
conocimiento, en la medida en que su objeto es dado, es empírico. Ahora bien, el
conocimiento empírico es la experiencia. No podemos, pues, tener conocimiento a priori sino
de objetos de la experiencia posible”.

[…] La sensibilidad es pasiva: de ella no puede esperarse que ponga en En consecuencia,


no podemos
contacto el pensar con el objeto. Ese contacto depende del entendimiento,
conocer aquello
que es, como decíamos, una facultad activa, […] Sólo el entendimiento que esté más allá
logra superar la heterogeneidad entre la mente y el mundo. Pero lo hace de la experiencia,
lo metafísico
a través de un elemento que oficia de mediador entre la
El importante rol función epistémica del entendimiento y la multiplicidad
de la
imaginación en sensible, entre la unidad de los conceptos y la dispersión propia de la
el conocimiento intuición: la imaginación. […] Ella retendrá una función clave: proveer el
esquema por el cual el entendimiento puede aplicarse al fenómeno sensible
y acoplar polos heterogéneos entre sí. El esquema permite así subsumir un
objeto al concepto, es decir, remitirlo a aquello que lo comprende y
posibilita. En el caso de los conceptos empíricos, este esquema es algo así Facultades del
conocimiento:
como una figura que me represento en la imaginación (una silla que está -sensibilidad
en lugar de todas las sillas, un perro que es el paradigma de todos los -entendimiento
perros). Pero a la vez, para poder pensar que un objeto determinado -imaginación
(No puede darse
(como la silla o el perro) es una entidad (algo que permanece pese al el conocimiento
cambio), la imaginación provee un esquema que se delinea en el tiempo: sin la acción
para pensar la sustancialidad, el esquema que dibuja la imaginación es la recíproca de estas
tres facultades)
permanencia; para poder pensar una cadena causal, dibuja una línea en el
tiempo: la sucesión; para pensar la acción recíproca, el esquema es la
simultaneidad. La imaginación completa así el cuadro de las facultades con que el sujeto
constituye el objeto de conocimiento. […]

24
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

La cuestión de la constitución de objetos plantea una dificultad, pues trastrueca enteramente


el modo en el cual había sido pensada la relación entre pensar y ser: significa que el pensar
ya no es mera adecuación entre la mente y la realidad. En efecto, los conceptos puros del
entendimiento, refiriéndose a objetos, han sido, no obstante, generados con independencia
de ellos: por eso son a priori. Lejos de reflejarlos, los hacen posibles. Por otra parte, ese
elemento del pensar es heterogéneo respecto del material sensible (el concepto de
“sustancia” no es equivalente a ninguna de las sustancias conocidas, aunque por su
generalidad las comprenda a todas). Si bien el elemento mediador es el esquema, se hace
necesario, no obstante, justificar la validez de esos conceptos a priori. […] La
objetividad no es reflejo del objeto, pero tampoco depende de la subjetividad
La individual, del arbitrio personal de cada cual. Depende de la aplicación de
construcción reglas (las mismas para todos los sujetos) que permite la coherencia de las
del objeto por
parte del
representaciones. En sentido trascendental, esas representaciones del sujeto
sujeto no es no son privadas sino resultado de ciertas condiciones necesarias y universales
subjetiva, sino del conocimiento humano. Son esas condiciones las que hacen posible
que, en tanto
universal, es
describir el mundo de modo objetivo. No lo hacemos de modo arbitrario o
objetiva particular, […] De modo que esa descripción, universal y necesaria,
“concuerda” con el mundo, no con su “en sí”, que es inescrutable, sino con el
mundo en tanto representación. (Rossi, 2012, 181-185)

La constitución de la realidad en la Crítica de la razón pura, fuente de la constitución


de la libertad en el ámbito público/político

El en sí del mundo es inescrutable (no se puede conocer), pero la razón


tiene la chance de pensarlo. […]
El criterio de
demarcación entre ¿Qué sentido tiene formarse un concepto de aquello cuyo conocimiento
ciencia y no ciencia:
entre conocimiento
nos está vedado? El sentido es puramente epistemológico: trazar un
científico y límite entre lo legítimamente cognoscible y aquello que sólo nos está
metafísica. Esta será permitido pensar […] [Pero] ese límite marca, a la vez, la frontera que
la base del criterio
de demarcación
separa el conocimiento científico de la metafísica; el ámbito de lo
positivista (S.XIX) y condicionado (que es el mundo regido por leyes causales) del ámbito
neopositivista (s. XX) de lo incondicionado (el mundo libre de todo condicionamiento causal).

(Rossi, 2012, 185)

La tarea de la razón pura no queda completa, mientras no se atiende al


conjunto de toda ella, y por lo mismo, y a partir de la unidad de la razón, Como la razón
teórica no puede
además de considerar los aspectos teóricos y especulativos de la razón,
alcanzar lo
tenemos que pasar a considerar también sus aspectos prácticos, que metafísico, para
entonces nos ponen en contacto con los intereses de los hombres, y no ello hay que
considerar los
con el monopolio de las escuelas. Tenemos aquí planteada de nuevo la
aspectos prácticos
división que Kant establece entre la filosofía de escuela y la filosofía (éticos-políticos) de
mundana; aquella que tiene que ver con el común de los hombres y con la razón
un proyecto político global, al que Kant intenta responder en la respuesta
a la pregunta ¿Qué es Ilustración?

25
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

Si los gobiernos creen oportuno intervenir en los asuntos de los científicos, sería más
adecuado a su sabia tutela, tanto respecto de las ciencias como respecto de los
hombres, el favorecer la libertad de semejante crítica, único medio de establecer los
productos de la razón sobre una base firme, que el apoyar el ridículo despotismo de
unas escuelas que levantan un griterío sobre los peligros públicos cuando se rasgan
las telarañas por ellas tejidas, a pesar de que la gente nunca les ha hecho caso y de
que, por tanto, tampoco puede sentir su pérdida

[…] En este texto aparece la consideración que Kant hace de la filosofía como
La filosofía
algo orientado a la consecución del bien supremo del hombre en el ámbito de
orientada al
bien supremola ciudad, de la polis. Es la libertad de la crítica, que constituye uno de los
lemas fundamentales de la Ilustración, la que puede engendrar la verdadera
de la ciudad
comunicabilidad entre los hombres y conducir a éstos, en general, hacia el bien
común político al que aspiran y trabajan por realizar en la historia. […] La crítica bien ejercida
nunca es un peligro público, sino más bien la verdadera fuerza que es capaz de engendrar
un mundo mejor a través de la publicidad racional.

[…] En Kant la pregunta acerca de qué es el hombre resume todas las demás debido a que
ella no puede ser reducida a las anteriores y es ella la que demarca el nuevo domino
epistemológico (sociedad civil) desde el que todas las otras deben ser replanteadas.

Situados en el nuevo espacio que Kant llama de la humanidad (Estado de libertad) donde la
conducción está a cargo de la razón, el hombre se experimenta ante el riesgo de un futuro
que depende de sus decisiones. Ha perdido la seguridad del instinto y se encuentra con el
riesgo de la libertad. Mirado esto desde el punto de vista del individuo, puede interpretarse
como una caída. En cambio, si lo miramos desde el punto de vista de la especie (que sólo
consiste en un progreso hacia la perfección) no tiene sentido el planteamiento anterior.

[…] Para Kant la naturaleza solamente puede lograr sus fines superiores a El fin más
través de “la organización de las relaciones recíprocas de los hombres”, lo cual alto no es la
felicidad
es precisamente función de la “sociedad civil”. Y dentro de ésta el fin más alto
no es la felicidad, sino la cultura definida como “la aptitud del ser racional para la obtención
de cualesquiera fines (por consiguiente, en su libertad)”. En este sentido el hombre es
caracterizado, en palabras de Pico de la Mirándola, como el oculus mundi divino y creador,
vínculo y nudo del universo. El hombre es el punto en el cual el Universo
El hombre: un
llega a la conciencia de sí mismo.
ente práctico-
moral. Debe […] El hombre, tal como lo entiende la antropología kantiana, se
hacerse a sí
mismo y darse su caracteriza originariamente por ser un ser práctico-moral, es decir, un ser
propio destino que tiene que hacerse a sí mismo y darse su propio destino.

(Flórez Miguel, 1998, 156-157, 175-176 y 181)

3. De la conciencia ilustrada a la conciencia revolucionaria

[…] En este período se consolida la voluntad de un cambio político que Un cambio


podemos interpretar como uno de los aspectos fundamentales de la Europa político
moderna en el que ocurre la ruptura con las tradiciones antiguas y sus formas
de vida bajo el influjo de una naciente revolución económica y técnica.

26
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

[…] La conciencia ilustrada, cuya manifestación más clara podemos situar en la mitad del
siglo, es una conciencia reformista que trabaja porque la reflexión crítica desemboque en la
acción a través de una voluntad de gobierno reformadora. En la Europa de la Ilustración y
justamente en torno a la mitad del siglo nos encontramos con un tipo de política impulsada
por los monarcas e inspirada por los filósofos, que aspira a transformar la sociedad y sus
instituciones al servicio de una concepción más humana de la condición del hombre. […]

Esta pretensión de reforma política es la que mejor caracteriza la conciencia ilustrada, cuya
militancia se orienta hacia la ilustración de las masas y la reforma del Estado absolutista para
que pueda surgir una sociedad civil fuerte, que abra el camino a una moralización de la
política.

[…] Esta política reformista de los reyes va a chocar contra el muro de los privilegios de las
clases nobles y aristocráticas y contra la pasividad y la incomprensión de las masas. El
fracaso de esta política reformadora de los monarcas es lo que va a abrir el paso a la vía
revolucionaria que explotará a final del siglo con su carga de violencia y entusiasmo. […]

[…] El tercer período del siglo XVIII […] es el de la “conciencia revolucionaria”, que comienza
a instalarse en las mentes de muchos ciudadanos y que desborda a las elites ilustradas para
pasar a las masas. Es la etapa que se abre a partir de la Revolución francesa
(1789) y con el que se cierra el siglo XVIII.
Revolución
francesa: […] La Revolución francesa, […] es el acontecimiento histórico que […]
acontecimiento
histórico que mejor caracteriza el siglo de la Ilustración y la filosofía de las
mejor caracteriza luces. Pérdida de
el siglo de la vigencia del
Ilustración En líneas generales podemos decir que la Revolución poder de la
francesa puede calificarse de “hija de las luces”, y en Iglesia

consecuencia podemos hablar de una penetración de las ideas de


la Ilustración en todas las capas sociales. A medida que esa penetración es más profunda
pierde vigencia la influencia de las ideas de la Iglesia.

[…] En la Revolución francesa como acontecimiento histórico se mezclaron las ideas de


Ilustración y el movimiento social de las masas populares, los filósofos con sus ideas y el
pueblo con sus aspiraciones. En ella se cumple la pretensión fundamental
Del de los filósofos ilustrados: elevar el nivel cultural y hacer que la razón llegue
Renacimiento a
la Revolución a arraigar en aquéllas.

[…] La modernidad, que comenzó en las elites humanistas del Renacimiento,


llegó a su madurez en los filósofos de la Ilustración y en los movimientos de masas de la
Revolución francesa. (Flórez Miguel, 1998, 13-14, 26-28)

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

4. De la crítica a la crítica de la crítica. Lo que nos legó la Ilustración: una


actitud ante la actualidad

No me propongo para nada considerarlo [al texto “Respuesta a la pregunta ¿Qué es la


Ilustración”? de Kant] como si pudiera constituir una descripción adecuada de la Aufklärung,
y pienso que ningún historiador podría satisfacerse con él para analizar las transformaciones
sociales, políticas y culturales que se produjeron a fines del siglo XVIII.

No obstante, […] creo que hace falta subrayar el vínculo que existe entre
El vínculo entre
“Respuesta a laeste breve artículo y las tres Críticas. Describe en efecto a la Aufklärung
pregunta ¿Qué es como el momento en el que la humanidad va a hacer uso de su propia
la Ilustración?” y
razón, sin someterse a ninguna autoridad; ahora bien, es precisamente
la Crítica de la
razón pura, laen este momento que la Crítica es necesaria, puesto que tiene el rol de
Crítica de la razón
definir las condiciones en las que el uso de la razón es legítimo para
práctica y la
determinar lo que se puede conocer [Crítica de la razón pura], lo que hay
Crítica del Juicio
que hacer [o se debe hacer: Crítica de la razón práctica] y lo que está
permitido esperar [o lo que se puede esperar: Crítica del juicio (o de la facultad
de juzgar)]. Es un uso ilegítimo de la razón el que hace nacer mediante la ilusión el
dogmatismo y la heteronomía;25 en cambio, es cuando el uso legítimo de la razón ha sido
claramente definido en sus principios que su autonomía puede ser garantizada. La Crítica es
de algún modo el libro de abordo [la guía] de la razón hecha mayor [que ha alcanzado su
madurez] en la Aufklärung; e inversamente, la Aufklärung es la edad de la Crítica. […] El
análisis de la Aufklärung, definiendo a ésta como el pasaje de la humanidad a su estado de
mayoría de edad [estado de madurez], sitúa la actualidad con respecto a ese movimiento de
conjunto y sus direcciones fundamentales. Pero al mismo tiempo muestra cómo, en el
momento actual, cada uno se siente de alguna manera responsable de ese
proceso conjunto. El texto “Respuesta
a la pregunta ¿Qué
La hipótesis que quisiera exponer es que ese pequeño texto [de Kant]
es la Ilustración?”
se halla de algún modo en la bisagra de la reflexión crítica y de la es una reflexión
reflexión sobre la historia. Es una reflexión de Kant sobre sobre la actualidad,
sobre su época
La actitud de la actualidad de su propia empresa [filosófica]. […] La
modernidad: la reflexión sobre el “hoy” como diferencia en la historia y
reflexión sobre como motivo para una tarea filosófica particular me parece que es la
la actualidad
novedad de este texto.

Y considerándolo así, me parece que se puede reconocer en él un punto de partida: el esbozo


de lo que se podría llamar la actitud de modernidad.

[…] Y uno se interroga entonces para saber si la modernidad constituye la continuación de


la Aufklärung y su desarrollo o si hay que ver en ella una ruptura o una desviación en relación
con respecto a los principios fundamentales del siglo XVIII.

Remitiéndome al texto de Kant, me pregunto si no se puede considerar a la La modernidad


es más una
modernidad más bien como una actitud que como un período actitud que un
El ethos de la
de la historia. Con “actitud” quiero decir un modo de relación período
modernidad: la
crítica sobre la con respecto a la actualidad […] una manera de pensar y de histórico
propia sentir, también una manera de actuar y de conducirse que a la
actualidad
vez indica una pertenencia y se presenta como una tarea. Sin duda, algo
como lo que los griegos llamaban un ethos.

28
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

[…] Quería subrayar el arraigamiento en la Aufklärung de un tipo de interrogación filosófica


que problematiza a la vez la relación con el presente, el modo de ser histórico y la
constitución de sí mismo como sujeto autónomo; por otra parte, quería subrayar que el hilo
que puede ligarnos de esta manera con la Aufklärung no es la fidelidad a
unos elementos de doctrina, sino, más bien, la reactivación permanente El ethos de la
modernidad:
de una actitud; es decir, un ethos filosófico que se podría caracterizar como crítica
crítica permanente de nuestro ser histórico. permanente de
nosotros mismos
[…] Hay que intentar hacer el análisis de nosotros mismos en tanto seres
históricamente determinados en parte por la Aufklärung.

[…] Evidentemente que hay que darle un contenido más positivo a lo que pueda ser un ethos
filosófico que consista en una crítica de lo que decimos, pensamos y hacemos,
a través de una ontología histórica de nosotros-mismos.
Si la crítica
kantiana apuntaba Este ethos filosófico se puede caracterizar como una actitud límite. No se
a establecer qué trata de un comportamiento de rechazo; hay que estar en las fronteras.
límites no
podíamos pasar, la La crítica es en verdad el análisis de los límites y la reflexión sobre ellos.
crítica hoy debe Pero si la cuestión kantiana era saber qué límites debe renunciar a
ser una franquear, me parece que la cuestión crítica hoy debe ser invertida como
investigación de la
posibilidad de cuestión positiva […] Se trata, en suma, de transformar la crítica ejercida
sobrepasar esos […] en una crítica práctica en la forma del franqueamiento posible.
límites
[…] Esto trae como consecuencias que la crítica ya no se va a ejercer en la
búsqueda de las estructuras formales que tengan un valor
Una crítica de
universal; sino como investigación histórica a través de los acontecimientos la crítica
que nos condujeron a constituirnos, a reconocernos como sujetos de lo que
hacemos, pensamos, decimos.

[…] [Esta crítica] […] procura volver a lanzar tan lejos y ampliamente como sea posible el
trabajo indefinido de la libertad.

[…] Caracterizaría pues al ethos filosófico propio de la ontología crítica


de nosotros mismos como una prueba histórico-práctica de los límites Una ontología sobre
que podemos franquear, y por ende como trabajo de nosotros mismos nosotros mismos
debe responder a:
sobre nosotros mismos en tanto seres libres.
-cómo somos
constituidos como
[…] Es cierto que hay que renunciar a la esperanza de acceder alguna
sujetos de saber;
vez a un punto de vista que pudiera brindarnos acceso al -cómo somos
conocimiento completo y definitivo de lo que puede constituir constituidos como
nuestros límites históricos. Y desde este punto de vista, la sujetos de poder;
-cómo somos
experiencia teórica y práctica que hacemos de nuestros constituidos como
Una crítica límites y su franqueamiento posible es siempre sujetos morales
(análisis) de lo limitada, determinada y debe rehacerse.
que somos, nos
permitirá saber
cuáles son
nuestros límites
y la forma de […] En otros términos, la ontología histórica de nosotros mismos tiene que
superarlos responder una serie abierta de preguntas […]: cómo somos constituidos
como sujetos de nuestro saber; cómo somos constituidos como sujetos que
ejercen o sufren relaciones de poder; cómo somos constituidos como sujetos morales de
nuestras acciones.

29
UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

[…] Hay que considerar la ontología crítica de nosotros mismos no por cierto
como una teoría, una doctrina, ni siquiera un cuerpo permanente de un La ontología
crítica de
saber que se acumula; hay que concebirla como una actitud, como un
nosotros mismos
ethos, una vida filosófica donde la crítica de lo que somos es a la vez es una actitud,
análisis histórico de los límites que se nos plantean y prueba de su un modo de ser,
un ethos
franqueamiento posible. (Foucault, 1996, 92-111)

1
Este breve escrito puede dividirse en dos partes: por un lado, la referida a que es la Ilustración y cuáles son sus
requisitos, y a continuación, aquella que el filósofo dedica a dar cuenta de este proceso en la época de la que forma
parte. (González, 2012, 211-212)
2
[…] Kant comienza por establecer cuando estamos frente a la ausencia de Ilustración, es decir, no hay ilustración
cuando el hombre obra como si fuera un niño. […] Kant adjudica al hombre la responsabilidad de su propio estado de
tutela, ergo, la salida de tal estado sólo será posible si opera un cambio sobre sí mismo. […] Luego, entonces, la
Ilustración consiste en el proceso de salida de la autoculpable minoridad. Autoculpable porque el hombre puede
emanciparse y hacer uso de su propia razón y elige, no obstante, permanecer en el estado de tutela. Sólo cuando el
hombre se decida a tener la osadía de poner en juego su voluntad podrá apropiarse de su destino. En esta primera
definición, por tanto, la Ilustración es el tránsito de una infancia culpable a un estadio de madurez, momento en que el
hombre debería tener la voluntad de abandonar el estado de servidumbre y decidirse a pensar por sí mismo. […] En este
sentido, Kant presenta la salida del estado de tutelaje a veces como un proceso en desarrollo y otras como una obligación.
Por su parte, Michel Foucault, leyendo a Kant, sostiene que la Aufklärung está definida por la modificación de la relación
preexistente entre la voluntad, la autoridad y el uso de la razón. (González, 2012, 212-213 y 221)
3
Kant interpela: Sapere aude: “atrévete a conocer”, “ten el coraje, la audacia para conocer”. La emancipación de la
razón está subordinada a la autonomía de la voluntad, a querer ilustrarse, a desear y tener el valor de pensar por sí
mismo. Si complementamos este primer enunciado con la analogía propuesta por Kant entre el desarrollo del hombre y
el de la humanidad, encontramos una segunda definición. En este caso, la Ilustración es tanto un acto de coraje que debe
ser ejecutado de manera personal como un proceso en el cual participan los hombres de manera colectiva. […] En la
traducción que hace Kant de la Epistulae de Horacio el énfasis está puesto en la necesidad de fortalecer la voluntad,
única capaz de liberar las potencialidades contenidas en la razón. Nótese que Kant interpela a la segunda persona del
singular (tu) instándolo a tener el valor de abrirse paso en el camino del conocimiento sin depender de un tercero. En
líneas generales, este ensayo discurre en torno de dos líneas argumentales que se imbrican: la autoridad y el mérito. Por
un lado, se trata de poner en cuestión los preceptos de la religión revelada, fundamento de la metafísica tradicional, y la
legislación codificada, generalmente sospechados por su resistencia al examen público y libre. Por otra parte, se trata
de combatir la comodidad y el temor que nos hacen abstener de pensar por cuenta y riesgo propio sin asirnos al tutor de
turno que proponga relevarnos de tan fastidiosa y peligrosa tarea. (González, 2012, 213 y 221)
4
Al promediar el siglo XVIII, la independencia de Estados Unidos de América (1776) y la Revolución Francesa (1789)
sacuden a la nueva sociedad burguesa. Alemania, aparentemente inmune a la marcha de las revoluciones burguesas,
sigue sin lograr constituirse como un Estado integrado. […] Por convención histórica se suele considerar a las
revoluciones político-sociales inglesas de 1648 y 1688, americana de 1775 y francesa de 1789 revoluciones burguesas,
estereotipo que responde a la idea de marcar que mediante tales convulsiones sociales las nuevas clases burguesas
lograron su acceso al poder del Estado.
Inglaterra y Holanda son sindicados como los países señeros en el despegue de las fuerzas productivas e institucionales
modernas, pero el desarrollo alemán fue ampliamente tardío al respecto. […] El mundo ofrece un entretejido de torpeza,
vanidad infantil y afán destructivo que indigna al Kant filosofo. […]
¿A quién dirige Kant su llamada a ilustrarse? Nuestro filósofo convoca al burgués que cuenta con los medios para
hacerlo y perseguir, de ese modo, genuinamente la causa de la modernidad. […] Caducados los privilegios de cuna y el
derecho consuetudinario medieval, los hombres nacen libres e iguales y, sobre esta base, establecen un pacto de sujeción
al poder político como garante de todos los pactos. Kant confía en la opinión de propietarios e intelectuales conocedores
de las leyes y costumbres más apropiadas para el perfil de la nueva sociedad burguesa. […] El poder ilustrado que Kant
legitima tiene en su cima un soberano razonable que escucha a la burguesía y gobierna republicanamente, es decir, como

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

lo haría el pueblo si estuviese ya en un estado de ilustración. Cuando Kant advierte sobre la desobediencia civil tiene
en mente a clérigos y aristócratas, principales promotores del desorden con intenciones regresivas. […] (González,
2012, 211, 213-214)
5
Son “naturalmente mayores” de edad.
6
Dichos tutores no aspirarían a ser el mentor de sus pupilos para orientarles y aconsejarles hasta que puedan valerse por
sí mismos. Bien al contrario, pretenderían ejercer una tutela vitalicia que impidiese su plena emancipación. Por
desgracia, el diagnóstico kantiano en este punto continúa siendo tan certero como desolador. Todavía hoy son muchos
los que prefieren seguir confortablemente instalados en una suerte de infancia intelectual y moral, sin tomarse nunca la
molestia de asumir sus propias responsabilidades ni mucho menos pensar por cuenta propia, optando en todo momento
por seguir pautas ajenas.
Desde luego, siempre nos encontraremos con alguien bien dispuesto a regular nuestra existencia: un médico que nos
prescriba nuestra dieta, un sacerdote que nos evite apelar a nuestra conciencia o un abogado que nos dicte las normas a
seguir en cada momento. (Rodríguez Aramayo, 2013, 15-16)
En El conflicto de las facultades (1798) Kant retoma este argumento señalando que los pueblos no suelen cifrar su
felicidad en el logro de la libertad sino en el disfrute de su salud, su patrimonio y la superación del temor a la muerte.
En este sentido, los tutores, ejerciendo su función de tutelaje, les brindan las herramientas necesarias para, aún sin hacer
uso de su razón, estar sanos, cuidar su patrimonio y tener una larga vida. (González, 2012, 222)
7
Esa libertad que propugna la filosofía tiene un alto precio: esforzarse a pensar por uno mismo sin la guía de un tutor
que nos pueda relevar en tan fastidiosa tarea. Como el niño que aprende a caminar, al principio el paso es titubeante y
resulta inevitable dar algún tropiezo, pero luego el paso se vuelve cada vez más firme y seguro. Se trata de combatir la
cobarde pereza que nos impide caminar por nuestra cuenta y riesgo, sin asir la mano del tutor de turno. (Rodríguez
Aramayo, 2013, 18)
El proceso de ilustración kantiana recuerda a la alegoría de la caverna platónica, ya que en ambas el ejercicio reflexivo
resulta una opción exigida, dolorosa para el cuerpo y esforzada para el espíritu, en la que se aventuran sólo algunos
siendo por su función vitalicia. […] Como toda experiencia, pensar por sí mismo conlleva riesgos. Así como el niño
que da sus primeros pasos sufre caídas y los dolores propios de los tropiezos iniciales, el hombre que piensa por sí
mismo encara un camino en el que enfrentará obstáculos ante los cuales tendrá la tentación de retroceder. En este
sentido, nada retrasa tanto la ilustración como la férrea voluntad del individuo que se niegue a encarar este desafío y
termine por naturalizar el accionar bajo el tutelaje de otro. De hecho, quien no pretenda transgredir los límites de su
capacidad cognoscitiva siempre encontrará quien esté bien dispuesto a relevarlo de tan fastidiosa y peligrosa tarea.
¿Quiénes son estas autoridades? Kant las personifica en el médico, que cuida el cuerpo; el abogado, que litiga para
proteger la propiedad, y el sacerdote, que conforta el alma. Todos ellos están interesados en movilizar intereses
corporativos antes que en confundir su causa con la de la humanidad en su conjunto. (González, 2012, 213 y 222).
Catorce años más tarde [en El conflicto de las Facultades] dichos tutores quedan personificados por antonomasia en los
[…] médicos, jurisconsultos y clérigos, quienes -a su modo de ver- se mostrarían extremadamente propicios a hacerse
pasar por taumaturgos ante los ojos del pueblo. Al filósofo le tocaría oponérseles públicamente, no para derribar sus
doctrinas, sino para desmentir esa fuerza mágica que se les atribuye de un modo supersticioso.
Merced a esa supersticiosa magia el pueblo cree, por ejemplo, que gracias al cumplimiento de ciertos ritos o
formalidades religiosas pueden lavarse automáticamente los más execrables crímenes, con tal de creer a pie juntillas en
unas doctrinas cuyo auténtico significado ni siquiera se intenta comprender jamás o, dentro del ámbito jurídico, que la
observancia literal de una determinada ley nos impida preguntarnos por cuál fue su espíritu inicial y, por lo tanto, si
cabe acomodar éste a unas nuevas circunstancias, por no hablar del cuidado de nuestra propia salud, la cual es
encomendada ciegamente a los facultativos del ramo. Kant derrocha toda su ironía sobre unos tutores que se hallarían
cuando menos tan encadenados como sus pupilos a los manuales al uso. Pues el teólogo bíblico no podría tomar sus
doctrinas de la razón, sino únicamente de la Biblia, ni el profesor de Derecho extraer sus teorías del derecho natural,
teniendo que limitarse a entresacarlas del código civil, al igual que un médico no habría de fundamentar su terapéutica
en la fisiología del cuerpo humano, sino que se vería obliga do a consultar un Vademécum de medicina
convenientemente sancionado por las autoridades competentes.
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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

Las Facultades de Teología, Derecho y Medicina representaban para Kant el ala derecha del parlamento universitario,
en tanto que la de filosofía constituía su ala izquierda. Mientras que las primeras han de salvaguardar los estatutos del
gobierno, los filósofos representarían algo así como el partido de una eterna oposición, puesto que nunca estarían
llamados a ejercer el poder, aun cuando siempre deban asesorar a quien lo detenta. (Rodríguez Aramayo, 2013, 18-20)
8
El despotismo ilustrado resume su ideal en el lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Los monarcas absolutos
centralizaron la administración de sus Estados, unificaron la legislación, fomentaron la instrucción pública, las ciencias
y las artes y modernizaron la economía concibiéndose como responsables del bienestar de su pueblo sin por esto hacer
participar a éste de la toma de decisiones respecto de las medidas implementadas. Se destacaron entre ellos Luis XV
(Francia), Carlos III (España), José I (Portugal), Catalina II (Rusia), José II (Austria) y Federico II (Prusia). (González,
2012, 223)
9
Dados su conocido entusiasmo por la Revolución Francesa y su esperanza en la constitución de una república inglesa
tras la rebelión irlandesa de 1798, asombra que Kant elija para Alemania el camino de la reforma. Sin embargo, debe
tenerse en cuenta que a diferencia de Francia e Inglaterra, que contaban con burguesías fuertes, Alemania, en virtud de
su atraso económico, carecía de un sujeto social capaz de encarar la revolución. La prohibición de resistencia kantiana,
comprendida como violencia contra el soberano, es inapelable. En tanto el fundamento metafísico del poder es una idea
de la razón práctica que actúa como un principio regulativo, reconocer un derecho de resistencia seria admitir la
posibilidad de revocar la norma fundamental misma. En este sentido, el ciudadano no puede resistir al soberano sin
violar el contrato originario y destruir el fundamento de la comunidad. A lo sumo, Kant admite un tipo de resistencia
pasiva del pueblo a través de sus representantes parlamentarios, que consiste en plantear un tipo de derecho/deber de
constante vigilancia preventiva del despotismo opresivo. La reforma del Estado que Kant propone para Alemania, por
todo lo expresado, debe ser realizada por el soberano en el marco de un proceso de ilustración pública y libertad de
prensa. (González, 2012, 223)
10
En Kant se conjugan dos definiciones de libertad: la clásica liberal, que entiende que la libertad es gozar de una esfera
de acción no controlada por leyes heterónomas –en otras palabras, opción por un gobierno mínimo–, y la demócrata,
que concibe la libertad como la facultad de obedecer las normas autoimpuestas en el vínculo entre la razón pura y la
razón práctica. En este ensayo en particular, Kant plantea el concepto de libertad en términos de una autonomía de
carácter social antes que individual: ¿tenemos derecho a limitar y/o cercenar la posibilidad de que las futuras
generaciones, haciendo uso público de la razón, logren un mejor porvenir para sus pueblos? (González, 2012, 223)
11
Kant distingue el uso privado y el uso público de la razón. El hombre hace uso privado de su razón cuando ejerce un
cargo en una institución (ejército, iglesia, etc.) y, en este sentido, debe cumplir funciones, aplicar reglas y perseguir
fines específicos definidos por la posición que ocupa. El hombre hace uso público y libre de su razón cuando razona
como ser razonable por fuera de este espacio social definido, esto es, ya no es parte de un cuadro institucional al que
debe obediencia. En su uso público la razón debe ser libre; en su uso privado está sometida a la autoridad pertinente.
(González, 2012, 223)
12
Kant recompone y populariza la frase de Segismundo, rey de los húngaros y luego emperador del Sacro Imperio,
quien sostuvo “Ego sum rex romanus et super grammaticam” (soy emperador y estoy por encima de la gramática)
irritado ante un cardenal que tuvo la osadía de señalarle la comisión de un error gramatical. Kant cree que el gobernante
ilustrado no debe estar ni sentirse por encima de las reglas y convenciones respetadas por sus súbditos, ergo sentencio:
“Caesar non est supra grammaticos”. (González, 2012, 225)
13
La denominación de época ilustrada es para nuestro filósofo un ideal con valor utópico, un horizonte de realización a
cuya consecución se orienta la perfectibilidad humana. La época en la que le toca vivir es una época de ilustración,
también llamada de Federico II el Grande. A este monarca debe Prusia la educación laica subordinada a los fines del
Estado. (González, 2012, 226)
14
El materialismo mecanicista en boga en la época sostenía que lo libre era aquello que no tenía ningún impedimento
físico para su despliegue. Kant, por el contrario, sostiene que el hombre tiene más dignidad que una maquina: esto
implica que no es un mero medio sino un fin en sí mismo. La posibilidad de dar una ley racional universal a sí mismo,
válida para todos, es el fundamento de la dignidad humana y la naturaleza racional. (González, 2012, 227)

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

15
Kant reclama con ardor esta libertad para el quehacer del filósofo, porque él mismo había sido víctima de la censura
prusiana. En 1793 no pudo publicar en la Berlinische Monatsschrift lo que luego se convertiría en el segundo capítulo
de La religión dentro de los límites de la mera razón (1793) y Kant se las ingenió para burlar a los censores berlineses
obteniendo el placer para imprimirlo en otro lugar ese mismo año. […]
A Kant le indignó enormemente que [se] censurase sus escritos […] y esta indignación se refleja en el primer borrador
del prólogo a La religión […] En esa primera versión Kant se olvida por completo de hacer cualquier concesión a la
diplomacia y derrocha una enorme mordacidad, ironizando acerca del deber que habría de observar todo buen
ciudadano, y en particular el filósofo, de no inmiscuirse para nada en los derechos ostentados por una fe revelada,
«máxime cuando esa intromisión se halla bajo la custodia e incluso la interpretación de ciertos funcionarios que no
tienen necesidad alguna de razonar, […]»
Su indignación va subiendo de tono y hacia el final del mencionado borrador inédito afirma: «Si se sigue por ese camino
y se confiere al clero, además […] el privilegio de someter todo a su examen, reconociéndosele asimismo el derecho de
juzgar si algo es o no asunto de su competencia por encima de la instancia de cualquier otro tribunal, todo está perdido
para las ciencias y pronto retornaríamos a los tiempos de los escolásticos, cuando no cabía ninguna otra filosofía salvo
la modelada de acuerdo con los principios aceptados por la Iglesia o, como en la época de Galileo, la única astronomía
posible será la consentida por el teólogo bíblico de turno, que nada entiende de esa materia».
Este incidente con la censura de su tiempo es lo que le hará escribir poco después El conflicto de las Facultades, donde
la filosofía reclama del gobierno «limitarse a no estorbar el progreso del conocimiento y las ciencias», dado que la razón
ha de tener el derecho a expresarse públicamente, al margen de cualquier interdicto gubernamental. (Rodríguez
Aramayo, 2013, 31-34)
16
El término “espìstéme” es multívoco. Hasta el momento habíamos hecho referencia a él sólo en el sentido de
“conocimiento” o “conocimiento verdadero” o “ciencia”. Sin embargo, Foucault utiliza este término en un sentido
diverso. Con él hace referencia al conjunto de suposiciones, prejuicios, concepciones y mentalidades que estructuran el
pensamiento de cualquier época. De esta manera, la epìstéme marca los límites de la experiencia de un período, el
ámbito del conocimiento, y hasta la noción de verdad que en ese período se desarrolla. Esto implica que una epìstéme
particular hace surgir una forma particular también, de conocimiento. Esta uso que hace Foucault de epìstéme se ilustra
en la introducción de Las palabras y las cosas donde, partiendo de “El idioma analítico de John Wilkins” de Borges,
muestra cómo cada epìstéme responde a una forma de clasificar y concebir el mundo.
17
El vocablo “notario”, en nuestra lengua, es sinónimo de “escribano”. La función del escribano o notario es la de dar
fe de los actos que se realizan ante él. El sentido que este término adquiere en la expresión señalada es que el crítico da
fe de la claridad de las ideas que se expresan en lenguaje. Una claridad que, como veremos más adelante, puede ser
puesta en cuestión.
18
El prefacio se inicia aludiendo al destino de la razón en relación con el conocimiento metafísico, el cual aparece
signado por una contradicción inevitable: la que se plantea entre su “naturaleza” y “alcance”. Por un lado, está en la
naturaleza de la razón plantearse cuestiones “que no puede evitar”; su vocación, como dirá más adelante, es “elevarse
constantemente […] hasta las más lejanas cuestiones”, esto es, alcanzar la unidad del conocimiento. Pero esta aspiración
se ve constantemente frustrada porque esas cuestiones “no se encuentran a su alcance”, es decir, se hallan fuera de sus
límites. Por eso, el destino de la razón es trágico: desgarrada por una contradicción inherente a su propia naturaleza, se
verá impelida a ceñir el conocimiento a lo fenoménico y resignar alcanzar lo suprasensible, al que sólo podrá pensar.
(Rossi, 2012, 189)
19
El límite de la razón es claro: es la experiencia. Si se aventura a ir más allá, el riesgo para la razón es caer en la
contradicción, reactualizar la tragedia. Cuando se atreve más allá de sus límites, la razón cae en paralogismos
(razonamientos falaces) y antinomias (contradicciones): v.g., el alma (entidad suprasensible que alude a la totalidad de
los entes psíquicos) puede ser eterna o no serlo; el mundo (entidad que resume la totalidad de los entes físicos) puede
tener un principio en el tiempo o no tenerlo. Ello ha hecho de la metafísica “la arena de las discusiones sin fin”. Reproche
clásico a la metafísica: ella no es más que el terreno árido en el que prosperan polémicas estériles, sin ningún interés
para la humanidad. Notemos, por otra parte, que en Kant la contradicción no es propia de la realidad sino de la razón:
sólo ella se contradice cuando abandona su piedra de toque (la experiencia). (Rossi, 2012, 189-190)
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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

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La referencia al tiempo en que la filosofía fue reina de las ciencias (en el período la filosofía clásica griega) tiene por
sentido mostrar el estado de descrédito a que ha llegado a causa de las interminables disputas. A diferencia de las
ciencias físico-matemáticas, que no sólo han logrado independizarse de su dominio sino que también progresan de modo
ineluctable, la metafísica, […], se encuentra “desterrada” y “expoliada”, es decir, ya no goza del prestigio que supo
ostentar. (Rossi, 2012, 190)
21
Que en medio de la indiferencia se vislumbre un cambio es signo “del maduro juicio de la época”. La intelectualidad,
juiciosa, ha madurado; por eso exige la convocatoria a un tribunal, metáfora que da cuenta del fondo jurídico sobre el
que se delinea la filosofía kantiana. Ese tribunal, cuya finalidad es someter a juicio la razón, está conformado por un
juez (la razón, encarnada en el maduro juicio), un fiscal (los empiristas), un abogado defensor (los racionalistas) y un
acusado… la razón. Quiere decir que, en este juicio singular !la razón es juez y parte! No podía ser de otra manera, pues
¿quién está en condiciones de juzgar a la razón más que la razón? He aquí el primer presupuesto de la crítica: sólo la
razón puede ser transparente para sí misma. Como señala J. Habermas: “Kant quería instituir un tribunal cuya
constitución no le preocupaba en absoluto, ya que nada le parecía más seguro que la autoconciencia” (Conocimiento e
interés. Buenos Aires, Taurus, 1990, p. 23). Sobre la garantía que le confiere la unidad trascendental de la
autoconciencia, el juez debe pronunciarse, en su veredicto, respecto de las competencias de la razón: que es lo que
legítimamente puede conocer y que no. Con ello la razón verá trazados sus propios límites, los que no estará autorizada
a sobrepasar. De ello resultará un autoconocimiento de la razón, es decir, un saber del saber: ese es, en definitiva, el
sentido profundo de la crítica. (Rossi, 2012, 191)
22
Del veredicto del juez también pende el destino de la metafísica. Si el juez, en su dictamen, determina que la razón
sólo puede conocer lo fenoménico y sanciona que el conocimiento científico debe atenerse a ese límite, entonces la
metafísica queda de suyo excluida del ámbito de la ciencia. Esta será una de las conclusiones clave de la CRP: la
metafísica no es ciencia. Su objeto (lo suprasensible) no pertenece a los dominios del conocer sino del pensar. Pero si
es cierto que una razón que es al mismo tiempo juez y parte crea sospechas legítimas respecto de su imparcialidad,
también lo es el que la vocación de la razón sea crítica de sí, no permanecer en la quietud, cuestionar toda inmutable
identidad. Una razón que eternizase un veredicto se traicionaría a sí misma. Nada es para la razón “cosa juzgada”, pues
ello constituye un crimen para el progreso. (Rossi, 2012, 191)
23
Kant distinguirá no sólo facultades de conocer, sino también tipos de conocimientos y de juicios sobre el
conocimiento. En la distinción que establece entre juicios a priori y a posteriori, se caracteriza a los primeros como
enunciados de conocimiento que no dependen de la experiencia sensible. Así, un enunciado como “un triángulo es una
figura geométrica de tres lados y tres ángulos” o “todo perro es un animal”, ofrecen un tipo de conocimiento que no es
dependiente de la experiencia. Es decir, para determinar la verdad o falsedad de dichos enunciados no necesitamos
recurrir a la experiencia, puesto que la determinación de la verdad o falsedad de estos juicios depende exclusivamente
de las relaciones de identidad o de no identidad entre el sujeto y el predicado de estas oraciones. Con ello, el predicado
de la oración expone las características esenciales del sujeto de la oración, puesto que si es perro necesariamente es
animal y si es triángulo necesariamente es una figura geométrica. Y de esta manera, es posible afirmar que el
conocimiento producido por estos juicios es un conocimiento de tipo a priori, independiente de la experiencia y que, en
consecuencia, no es necesario recurrir a ella para demostrarlo. En sentido contrario, los juicios a posteriori implican un
tipo de conocimiento “dependiente de la experiencia”, puesto que en la relación entre sujeto y predicado de los juicios
no hay ni identidad ni contradicción, sino que el predicado del enunciado otorga información adicional y accidental, no
esencial, al sujeto de la oración. Así, por ejemplo: “el perro es de pelaje duro” o “el perro es de pelaje suave” son
enunciados a posteriori que otorgan un conocimiento “dependiente de la experiencia”, puesto que, para determinar la
verdad o falsedad de esos enunciados no queda otra alternativa que determinarla mediante la experiencia, puesto que
“ser de pelaje duro” o “ser de pelaje suave” no son características esenciales del sujeto “perro”, sino meramente
accidentales. Por lo cual, la verdad o falsedad de esas expresiones depende de su confrontación con la experiencia. Es
así como, la razón es una facultad de conocer a priori mientras que los sentidos es una facultad de conocer a posteriori.
24
Con el término “impresiones” Kant no quiere dejar pasar la importancia que ocupa la obra de Hume en su concepción
del conocimiento, puesto que para el filósofo prusiano Hume lo ha despertado del dogmatismo cartesiano. Para Hume,
en su Investigación sobre el conocimiento humano (1748), las percepciones de la mente, es decir, los contenidos de la
conciencia, se dividen en dos tipos: impresiones e ideas. Con “impresiones” Hume señala que son aquellos contenidos

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UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: La radicalización de la razón. Kant

de conciencia que se presentan de manera más fuerte, más vivaz a nuestro espíritu. Es decir, son impresiones sensoriales,
los datos de los sentidos. Como cuando vemos, oímos, olemos, tocamos, gustamos algo. Por ejemplo, cuando vemos lo
rojo de una manzana, gustamos su sabor, etc. Estas se diferencias de las ideas en tanto que son percepciones originarias,
ya que las ideas son dependientes de las impresiones (derivadas). Así, imaginar el sabor de una manzana o recordar el
sabor de ella, son ideas, no impresiones.
25
Hacia el final del Capítulo II de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), Kant distingue entre
la “autonomía de la voluntad” como principio supremo de la moralidad y la “heteronomía de la voluntad” como origen
de todos los principios ilegítimos de la moralidad. Con esta mínima distinción ya podemos señalar que la autonomía es
el principio de la moralidad, frente a la heteronomía que constituiría, en los casos en que ella se dé, un principio ilegítimo
de la moralidad. Pero, ¿a qué denomina Kant “autonomía” y “heteronomía”? En primer lugar, podemos trazar una
correspondencia entre autonomía/imperativo categórico y heteronomía/imperativo hipotético. Sin embargo, con esto,
complejizamos más aún la cuestión, ya que no hemos definido las primeras nociones e introdujimos otras. ¿Qué es un
imperativo? ¿Y cuál es la diferencia entre uno categórico y uno hipotético? Un imperativo es un tipo de expresión
directiva, es decir, que ordena hacer algo: “Cierre la puerta!!!” es un imperativo, lo mismo que, “Estudia, por favor!!”.
Estas dos oraciones mandan, ordenan hacer algo. Sin embargo, no es lo mismo un imperativo categórico que hipotético.
Por un lado, tenemos que considerar que, para Kant, un imperativo es algo que nos damos nosotros a nosotros mismos
en tanto actores/agentes racionales. Ahora, mientras que el imperativo hipotético ordena de manera condicionada, el
categórico lo hace de manera incondicionada. Así, el mandato que nos damos a nosotros mismos y que dice: “Debemos
salvar de la muerte a toda persona que me deba dinero” ordena de modo condicionado. Es decir, si no se quiere perder
la posibilidad de recuperar el dinero que se le debe, deberá salvar a la persona. Aquí, la particularidad de esta orden es
que está condicionada por lo que Kant llama “inclinaciones”. En cambio, cuando nos damos un imperativo categórico
nos ordena de manera absoluta y tiene la pretensión de ser universal, es decir, para todxs. Como por ejemplo: “Debemos
salvar de la muerte a toda persona”. Este imperativo pide el cumplimiento de una orden que nos dimos nosotros pero
por ella misma, por la propia orden, y no por otra cosa, como por ejemplo, por la inclinación a que me paguen lo
adeudado. Y pide además que ese mandato que nos damos pueda ser universalizable, es decir, que toda persona se lo
pueda dar a sí misma. En este sentido señala Kant que, por este motivo, la mentira no puede ser universalizable, ya que
si estableciéramos como ley, como mandato: “Mentiré siempre que me encuentre en un problema”, si bien el mentir
podría resolver ese problema puntual, en cambio, habría un problema mucho mayor: ¿me sentiría yo satisfecho si el
mentir valiese universalmente tanto para mí como para los demás? Al respecto señala que si bien podemos querer la
mentira, no podemos querer que la mentira se convierta en un mandato, en una ley universal, porque según esta ley
entonces no habría propiamente ninguna promesa veraz.
Lo dicho nos lleva, de esta manera, a que el principio de la autonomía es un imperativo categórico. La autonomía, para
Kant, se da cuando lo que me lleva a actuar coincide con el mandato categórico, con la ley moral que nos damos a
nosotros mismos: “no mentiré (nunca)”, “no mataré (nunca)”, “salvaré de la muerte a quien se encuentre en peligro
(siempre y no condicionadamente)”, etc. Es decir, que el principio de la autonomía se basa en elegir actuar de tal manera
que mi intención coincida con la orden que me di, con mi/nuestra ley moral. Sería algo así como decir: “Debemos salvar
a todas y a cualquier persona de la muerte porque quiero, pero lo quiero porque a la vez coincide mi querer con una ley
que nos dimos a nosotros mismos como entes racionales que me ordena actuar así”. En cambio, el actuar heterónomo
no es un actuar moral porque actúo siguiendo mis deseos, temores, etc. (inclinaciones), coincidan o no con el mandato.
Así, si quiero salvar a una persona (o a todas) de morir no porque me haya (o nos hayamos) dado este mandato como
incondicionado sino porque me debe dinero y quiero cobrarlo, no estoy obedeciendo al mandato sino a mis
inclinaciones. En el caso de la autonomía, es la voluntad (de no querer que mueran las personas) la que se da a sí misma
la ley (salvaré a esta persona, y a todas las que se me presente la oportunidad, y pretendo que esto mismo haga el resto
de la humanidad), mientras que en el caso de la heteronomía es el objeto (recuperar el dinero), por su relación con la
voluntad, es el que da a ésta la ley (salvaré a esta persona, sólo porque me debe dinero).

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