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2. Paz y justicia.- En la Biblia, la paz y la justicia están íntimamente relacionadas. Relación que se rige por la ley de
causa y efecto. Para lograr la paz es necesario practicar la justicia, sin la cual no se podría lograr la primera.
1) Por otro lado, hay una advertencia: quien obra el mal no tendrá paz. La Biblia nos dice que: “No hay paz
para los malvados, dice Jehová” (Is. 48:22).
2) Los malos son todos aquellos que cometen injusticias contra los desvalidos y los pobres, y que
constantemente están maquinando cómo robarle el jornal al trabajador o la herencia al huérfano y a la
viuda. En 1 Tesalonicenses 5:3, leemos: “Cuando digan:¡Paz y seguridad!, entonces vendrá sobre ellos repentina destrucción, como los dolores
a la mujer encinta y no escaparán.”
3) Ellos son los enemigos de la paz y por eso en la Biblia está descrita su condena (Am. 2:6-8; Sal. 36:5; Stg.
4:2-6). Es por eso que el cristiano tiene la obligación de obrar bien y hacer justicia, ya que “aquel que sabe
hacer el bien y no lo hace comete pecado” (Stgo. 4:17).
LA PAZ ES DIFÍCIL DE ENCONTRAR: Que hacerla. Mat.5:9. Que buscarla. I Ped.3:10-12. Que seguirla. Rom.14:19;
Que guardarla. Ef.4:1-3.
3. LLAMADOS A SER PACIFICADORES.
Dios te llama a estar en paz, pero también desea que seas un hacedor de paz. Que compartas esa paz con
otros. No la guardes para ti porque, como la felicidad, es algo que retienes al darla. Jesús dijo,
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9)
¿Cómo haremos para ser hacedores de paz? ¿Convertirnos en políticos con un lugar en las Naciones
Unidas? No particularmente. Como pacificadores cristianos debemos invitar a nuestros semejantes a que
hagan la paz con su Dios. Esa es la responsabilidad principal. En Lucas 10:5, Jesús envía a predicar a sus
apóstoles. Les instruye a decir “Paz a esta casa” cuando entraran a un nuevo hogar.
Cuando los sacerdotes bendecían a la gente, decían “El Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga
resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su bondad. El Señor te mire con amor y te dé paz” (Números
6:24-26). Somos una nación de ministros. Cristo vino a traernos paz, así que Él nos envía a llevar paz a otros.
La paz esta en la roca que es cristo. Paz política, paz del mundo, paz del reino de Dios
¿Quiere encontrar paz? Jesús, el Príncipe de Paz es la pieza que falta. El evangelio comienza con un ángel
cantando, “Paz y buena voluntad entre los hombres.” Cristo vino al mundo con una proclamación de paz. Y
concluyó su ministerio del mismo modo.
Antes de ascender a los cielos, se aparece a sus discípulos en el Aposento Alto y les dice “Paz a vosotros.” Y
se los repite una y otra vez. Por eso es llamado Príncipe de Paz. Efesios 2:14-17 dice acerca de nuestro Rey: “Porque Cristo es
nuestra paz; de los dos pueblos hizo uno, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba. Y vino y anunció la paz a vosotros que estabais lejos y a los que
estaban cerca.” Estamos en guerra con Dios. Pero Jesús nos une a Él. Jesús hace la paz entre el Padre y nosotros.
De ahí que, los cristianos tenemos el llamado a luchar y procurar la paz. El apóstol Pablo nos exhorta a practicarla:
“si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18).
El Pacificador ama la paz pero no es pasivo. El pacificador de quien habla Jesús se esfuerza por construir buenas
relaciones. Por eso la Nueva Versión Internacional traduce estas palabras de Jesús de la siguiente manera: Dichosos
los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
3
CONCLUSIÓN. Tenemos que concluir diciendo que hoy hay mucha guerra y muy poca paz, por que son pocos los
que tienen el evangelio de cristo en sus corazones realmente, por eso el llamado de Dios a ser pacificadores
Dijo Herbert Hoover, “La paz no se logra en las mesas de los concilios, o por medio de tratados políticos , sino
en los corazones de los hombres.”
Vi un rótulo frente a una iglesia que decía, “Si la vida es un rompecabezas, busque aquí la pieza que falta;
busque la paz.”
Este principio inspiró a Francisco de Asís a escribir su famosa oración:
“¡Señor, hazme un instrumento de tu paz!
Que donde haya odio, siembre yo amor; que donde haya injuria, perdón;
que donde haya duda, fe; que donde haya desánimo, esperanza;
que donde haya oscuridad, luz; que donde haya tristeza, gozo.
Oh, divino Maestro, concédeme que yo no busque ser consolado, sino consolar;
que no busque el ser entendido, sino entender; que no busque el ser amado, sino amar.
Porque dando es como recibimos; perdonando es que somos perdonados;
y muriendo (al falso yo) es que nacemos a la vida eterna”.
Jesús fue llamado: “…Príncipe de paz” (Isaías 9:6b). Para ser como Él – empecemos a “sembrar semillas” de
paz.