La sociedad moderna ha tenido modificaciones estructurales que han favorecido a
la instauración de la psicología como eje central en el conocimiento del ser humano, esto en consecuencia a que ha ganado fuerza gracias a la promoción de la educación en la salud mental y el estudio de las emociones en los diversos niveles de acción del ser humano (Villapando, 2019) De esta forma, la psicología es concebida actualmente como la “ciencia que estudia los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones y el comportamiento del ser humano, en relación con el medio ambiente físico y social que lo rodea” (Oxford, 2019), es decir, esta área del saber ha cambiado en los últimos años para comprender a las personas como seres integrados por tres áreas: biológica, psicológica y social. A partir de esta nueva concepción, surgen formas de entender a las personas tratando de compaginar dichas áreas para un estado de bienestar integral. Una de ellas es la inteligencia emocional, que de acuerdo con la Federación de enseñanza de Andalucía (2011), es definida como la “capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones” (pág. 2). En otras palabras, la inteligencia emocional es la base de muchos procesos emocionales en el ser humano mediante un vínculo fisiológico entre las emociones, la percepción y los diversos sistemas corporales, es decir, es un proceso que se desarrolla de forma intrínseca y que tiene una respuesta para nosotros mismos y los demás en forma de acciones, pensamientos y cambios fisiológicos.
De esta manera, la inteligencia emocional, no es un proceso psicológico puro, tiene
componentes físicos y sociales que hacen necesaria la comprensión de las emociones desde los planos físico, cognitivo y comportamentales de una persona.
Esta comprensión integral, cobra real importancia en los primeros momentos en la
vida del ser humano, ya que una competencia emocional desarrollada contribuye en definitiva a potenciar todos los recursos psíquicos y físicos para tener un contacto social beneficioso para los individuos (Goleman, 2004).
Como se ha mencionado anteriormente, la sociedad ha sufrido cambios, y estos
también tienen impacto en la educación emocional de los niños, un ejemplo es que la asociación “Educación Inteligente” entre algunas otras, considera que el que los niños tengan contacto con sus emociones es de suma relevancia ya que el conocer cómo es que su cuerpo cambia ante una respuesta emocional y cómo es capaz de expresar sus emociones y sentimientos hacia otros de forma asertiva se convierte en pilar fundamental para nuevas generaciones de adultos sanos mentalmente. REFERENCIAS:
Federación de enseñanza de Andalucía (2011), La inteligencia emocional, Temas para la educación,
12(1), 1-12.
Goleman, D. (2004), La inteligencia Emocional, Vergara: México.
Oxford, 2019. Definciión de Psicología, recuperado de:
2012 - Salas - Programa Jugando en Los Sectores para Desarrollar Capacidades Matemáticas en Niños de 4 Años de Una Institución Educativa Del Callao PDF