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FARMACOS
EN LA INFLAMACION
La Inflamación proviene del latín “inflammare” que significa incendiar. La inflamación es una
respuesta protectora destinada a eliminar tanto la causa inicial de la lesión tisular como las
células y los tejidos necrosados que se originan como consecuencia de la lesión.
En ocasiones, transcurre hacia una situación crónica que suele dar lugar a una enfermedad
degenerativa como artritis, arteriosclerosis o, incluso, cáncer.
Para disecar tal entramado, es útil agrupar esas señales en categorías funcionales y distinguir
entre inductores y mediadores de la respuesta inflamatoria.
Los primeros son señales que inician el proceso; activan sensores especializados que suscitan la
producción de lotes específicos de mediadores. Estos, a su vez, alteran los estados funcionales
de células, tejidos y órganos —que son los efectores de la inflamación—, de manera que
permitan su adaptación primero y reparación después, del daño infringido por el inductor.
Una vía inflamatoria genérica incluye, secuencialmente, inductores, sensores, mediadores y efectores. Los inductores pueden
clasificarse en exógenos y endógenos, y ellos, a su vez, en clases diferentes. Los diferentes inductores operan a través de vías
distintivas. AGE: Advanced-glycation end products, C’: Sistema del complemento sérico, IgE: Inmunoglobulina E, IL: Interleuquina,
NALP: Miembro de la familia NLR , PAMP: Pathogen-Associated Molecular-Pattern, PGE: Prostaglandina E, TLR: Toll-like receptor,
TNF: Tumor necrosis factor.
BOSQUEJO HISTÓRICO
Para comprender la respuesta inflamatoria, tal como hoy se entiende, es oportuno repasar las
raíces de nuestro conocimiento sobre tal fenómeno.
La historia de la investigación sobre la inflamación se extiende más allá de dos mil años; de ellos,
doscientos de investigación en el contexto celular y, los veinte últimos, en el entorno molecular.
Sin embargo, fue el médico griego Hipócrates de Cos quién introdujo las palabras edema y
erisipela para describir la inflamación. Hipócrates consideró la inflamación como el inicio de un
proceso de resolución o de curación.
Galeno de Pérgamo añadió un quinto signo: functio laesa. Galeno, que introdujo el concepto
de los cuatro humores vitales (sanguis, pituita, chole y melaine chole), consideró la inflamación
como un desajuste en la relación de esos humores.
No consideró que el pus fuera perjudicial (pus laudable), aunque debía facilitarse su evacuación
mediante punción. Galeno advirtió del efecto perjudicial del frío sobre un edema inflamatorio,
porque el frío tornaba la lividez del tejido en una scirros (cicatriz patológica), y pensó que la
sangre percolaba a través de las paredes de las arterias hacia el tejido.
Con todo, la investigación del proceso inflamatorio no comenzó hasta la invención del
microscopio compuesto por el científico holandés Zacharias Janssen (1580-1638), alrededor del
año 1595.
Especuló sobre la naturaleza de la trasmigración de los leucocitos, y sugirió que las paredes de
los vasos presentaban orificios que permitían a los elementos formes de la
sangreentrarenlostejidos.
Esta observación fue confirmada por Rudolf L. C. Virchow (1821-1902) quién, en el año 1871,
hizo notar que los leucocitos rodantes podían adherirse transitoriamente a la pared del vaso y,
en ocasiones, reentrar en el torrente circulatorio. Observó la trasmigración leucocitaria, pero
atribuyó un papel nutritivo más que una función inflamatoria a este fenómeno.
Observaciones similares fueron hechas por William Addison (1802-1881) y por Augustus V.
Waller (1814 - 1870), quienes ofrecieron, en la década de los años 1840, una clara descripción
de la trasmigración de los leucocitos y de la diapédesis de los eritrocitos en la inflamación
secundaria a traumatismos, y descubrieron que el pus estaba formado por leucocitos.
El primero señaló que «la acumulación de células en la vecindad de la lesión constituye una clase
de defensa natural para el organismo»; y Cohnheim dio, en el año 1877, una detallada
descripción de la cascada leucocitaria, incluida la trasmigración: «Primero, en una vena con
marginación típica de las células blancas, uno ve un borde punteado en la pared externa del
vaso. Estas se mueven más allá, hacia el exterior del vaso al que se conectan mediante un fino
tallo. Finalmente, este tallo se desvanece y, ahora, la célula blanca aparece como un corpúsculo
brillante apenas coloreado, contráctil, situado completamente fuera del vaso».
Max J. S. Schultze (1825-1874) fue el primero en percatarse de que los leucocitos no eran una
clase homogénea de células14. Metchnikoff amplió tales observaciones y definió los linfocitos,
los monocitos-macrófagos y los granulocitos; distinguió los neutrófilos de los eosinófilos, y
reconoció que las células plasmáticas y los mastocitos eran células inflamatorias.
Metchnikoff escribió que «el elemento esencial y primario en la inflamación típica consiste en
una reacción de los fagotitos contra el agente lesivo». Por su innovador trabajo, Metchnikoff, el
fundador de la teoría celular de la inflamación, compartió el Premio Nobel de Fisiología o
Medicina 1908 («por sus trabajos sobre inmunidad») con Paul Ehrlich (1854-1915), quién había
Con tales desarrollos, los conceptos de activación endotelial, adhesión leucocítica, actividad
fagocítica e inmunidad, habían sido introducidos.
Luego llegaron los modelos in vivo encabezados, en el año 1903, por el de Nicolas M. Arthus
(1862-1945) mediante la inyección intradérmica de antígenos (reacción de Arthus).
Eliot R. Clark (1881-1963) desarrolló, en el año 1935, una cámara que visualizaba la adhesión y
trasmigración de los leucocitos in vivo.
Henry H. Dale (1875-1968), quién había trabajado en transmisión sináptica, reconoció (1929) la
implicación de mediadores químicos en el proceso inflamatorio, identificando el primero de
ellos: la histamina; descubrimiento al que siguieron los de la serotonina y la bradiquinina. Dale
compartió con Otto Loewi (1873-1961) el Premio Nobel de Fisiología o Medicina del año 1936
«por sus descubrimientos relativos a la transmisión química de los impulsos nerviosos».
Con todo, Luis Urtubey (1892-1962) titulaba una conferencia desarrollada en Valencia, en 1937,
Concepto filosófico de la inflamación: «He insistido en el término “filosofía” porque,
precisamente en una ciencia tan de observación como la Patología, apenas hay otro problema
inquietante de esta índole que el que se refiere a la inflamación».
Por otra parte, Heilmeyer y Kähler escriben: «Para el médico, es de importancia fundamental el
problema de la significación biológica de la inflamación. La respuesta que se dé a esta cuestión
influirá decisivamente en su conducta junto a la cabecera del enfermo.
Büchner, en 1950, había señalado: «Así, pues, lo lógico y necesario es hablar, no de finalidad
sino de significación biológica de la inflamación. El fenómeno, peculiar de la materia viva, de lo
que en ella sucede por necesidad, es decir, con carácter forzoso, con mucha frecuencia es al
mismo tiempo lo más conveniente desde el punto de vista biológico, se pone de manifiesto
precisamente en el proceso inflamatorio.
El estímulo flogógeno perturba el equilibrio del organismo, pero la reacción de éste logra
restablecer por lo regular el equilibrio perturbado».
YLewis Thomas ha sugerido que «quizá la reacción inflamatoria deba ser considerada como una
defensa del individuo contra el resto de la naturaleza, simbolizando su individualidad y
anunciando su existencia como entidad».
Como resumen de la situación valga lo escrito por Gerald Weissmann en 1974: «Cualquier
descripción o teoría general de la “inflamación” es probablemente tan prematuro como una
teoría general del comportamiento».
Por otro lado, el papel de las citoquinas inflamatorias interleuquina-1 (IL-1β) y factor de necrosis
tumoral α(Tumor necrosis factor, TNF-α), su papel activador del endotelio vascular potenciando
la adhesión de los leucocitos y la identificación de las moléculas de adhesión (selectinas e
integrinas), quedaron establecidos en la década de los años 1980.
Tras los trabajos pioneros de Harold A. Abrahamson en el año 1927, sobre los cambios
inflamatorios en las propiedades biofísicas de las membranas de los leucocitos, un mojón
distintivo son los trabajos de Eric A. Jaffe y colaboradores (1973) que establecieron las bases
para el descubrimiento de las moléculas de adhesión entre los leucocitos y las células
endoteliales.
FISIOPATOLOGÍA
El proceso inflamatorio representa una reacción tisular imprevista ante una agresión, que
incluye: decisiones de puesta en marcha o de cese, basadas en la integración de secuencias
moleculares incitadas por el daño tisular causado por la penetración de microbios o por la
presencia de material extraño exógeno o endógeno; reclutamiento, instrucción y envío de
células; eliminación de microbios, cuerpos extraños y de células infectadas y/o dañadas;
creación de barreras para evitar las metástasis microbianas, y la reparación del tejido lesionado
por la agresión o por la respuesta del huésped.
Si diferentes causas alteran o bloquean cualquiera de las etapas de este ordenado proceso, la
inflamación puede derivar hacia soluciones no deseadas, como la infiltración tisular por
agregados de linfocitos y leucocitos (granulomas) que, en ocasiones —en las articulaciones—,
son embebidos en una masa de fibroblastos sinoviales hiperproliferativos (pannus), o la
distorsión tisular mediante la biosíntesis incontrolado de colágeno (fibrosis o cirrosis).
Lo que Celso definió como «rubor, calor, dolor y tumor» sigue siendo un problema intelectual
de primer orden en el terreno de la transducción de señales y de la comunicación intercelular,
en los sistemas biológicos; un problema sociolaboral importante por su incidencia en el trabajo
y en las relaciones personales, y un mercado milmillonario para la industria farmacéutica.
Cuando los acontecimientos patogénicos primarios se desconocen, la fisiopatología y el control
de la inflamación son las mejores opciones, aunque el número de enfermedades consideradas
de origen inflamatorio disminuye a la par que se identifican las causas patogénicas iniciales.
La inflamación es, ante todo, una respuesta a favor de la supervivencia, tal como queda reflejado
por el elevado riesgo de infecciones graves en individuos con deficiencias genéticas de los
componentes principales del proceso inflamatorio; por ejemplo, la incapacidad para movilizar
leucocitos al foco lesionado en los déficit de adhesión leucocitaria puede conducir a la muerte
por infección; la incapacidad de producir diferentes componentes del sistema del complemento
sérico predispone a infecciones meningocócicas, o la incompetencia de la maquinaria
NADPHoxidasa leucocítica, que incapacita al fagocito para producir especies reactivas de
oxígeno bactericidas, conlleva la enfermedad granulomatosa crónica.
«La evolución no previno que la cirugía sería una técnica aséptica. Así, el organismo reacciona al
trauma como si la emergencia fuera una infección, y hasta que se demuestre lo contrario».
Tras, más o menos, quince segundos aparecerá un bajorrelieve enrojecido en la piel «agredida»
de nuestro antebrazo, que desaparecerá transcurrida una hora.
En cambio, si la piel ha sido lesionada —un corte— y/o las bacterias han logrado acceder a los
tejidos —contaminación—, el enrojecimiento y el edema persistirán, mostrando que se han
puesto en marcha una serie de mecanismos, sincronizados con el proceso de reparación o con
tiempo de replicación bacteriana y su potencial expansivo.
La respuesta celular es individual y aislada, y tiene por objetivos defender su acervo génico y
mantener la conformación nativa de sus proteínas.
Para sobrevivir, los organismos deben enfrentarse con los efectos adversos del estrés
genotóxico o agresiones que, constantemente, amenazan la integridad y función de sus genes y
que pueden afectar a los exones o a las regiones no codificantes como los promotores.
La respuesta del organismo a la agresión se realiza a tres niveles: celular, tisular y sistémico. Cada uno de ellos exhibe
peculiaridades distintivas. ADN: Ácido desoxirribonucleico, APR: Acute phase response, HS-R: Heat-shock response, R-ADN:
Respuesta de reparación del ADN, RG-NEI: Respuesta general neuro-endocrino-inmunológica.
En el ámbito de la inflamación aguda tienen mayor interés las lesiones inducidas, en las regiones
promotoras de los genes, por diferentes especies reactivas de oxígeno liberadas por las células
fagocíticas activadas.
Para hacer frente a los daños infligidos por los elementos genotóxicos, internos y externos, los
organismos han desarrollado mecanismos que enlentecen o bloquean la proliferación mediante
su actuación en los puntos críticos del ciclo celular, que promueven la reparación del ADN o que
eliminan las células agredidas poniendo en marcha programas de suicidio celular o apoptosis.
Cómo la célula decide, entre vivir o morir, en respuesta a la lesión en su ADN es crítico no sólo
para el destino celular, sino para evitar consecuencias desastrosas para el organismo como el
cáncer.
Las proteínas de choque término (Heat shock protein, HSP), también denominadas proteínas
de estrés, son un grupo de macromoléculas muy conservadas, con diferentes pesos moleculares
que guían una de sus clasificaciones —HSP de gran masa molecular: 100 kDa; HSP90: 99-81;
HSP70: 80-65; HSP60: 64-55; HSP40: 54-35, y HSP de masa molecular pequeña: 34—, presentes
en todas las células de todas las formas de vida.
Expresadas en condiciones normales, diversos tipos de estrés ambiental o endógeno —por ej.
hipertermia, hipotermia, hipoxia, especies reactivas de oxígeno, desviaciones del pH, infección,
metales, compresión o cizallamiento— inducen su producción.
Actúan como caperonas o carabinas moleculares asegurando que cada proteína alcance su
conformación funcional en el lugar y en el momento adecuados.
Frente a sus funciones fisiológicas protectoras, las HSP exhiben potencial patológico. Las HSP
pueden abandonar su espacio natural intracelular en situaciones de lesión/necrosis celular
inducidas por la activación del inflamasoma —piroptosis—, en cuyo caso suelen ir acompañadas
de otras moléculas como la proteína HMGB1 (High mobility group box-1); ubicadas en espacio
extraño actúan como citoquinas proinflamatorias.
Por su parte, las HSP son responsables, al menos en parte y hasta donde se conoce, de la
denominada «respuesta a proteínas desplegadas» (unfoldedprotein response, UPR).
En condiciones de normalidad, las HPS excedentes —el pul principal de HSP garantiza el correcto
plegamiento de las proteínas nativas— ceban receptores específicos en el retículo endoplásmico
a los que silencian.
Las condiciones de estrés o agresión celular que inducen el desplegamiento de las proteínas,
reclaman la movilización del pul de HSP acoplado a aquellos receptores a efectos de reforzar al
que garantiza la conformación nativa de las proteínas intracelulares. El desacoplamiento activa
los receptores que disparan una cascada de señales intracelulares que provocan la expresión de
genes proinflamatorios.
LA RESPUESTA TISULAR
Flujo de información desencadenado por una herida contaminada, común, de pronóstico leve. Los microorganismos liberan
productos que actúan, de manera directa, sobre mastocitos, macrófagos/APC y neutrófilos. APC: células presentadoras de
antígenos; C’: sistema del complemento sérico; f-péptidos: formil-péptidos; HMGB1: high mobility group box 1; Hsps: proteínas
de choque térmico; ILs: interleuquinas. Producción de: . Actuación sobre: . *: doble acción=destruye microorganismos y provoca
autoagresión.
Una vez iniciada la secuencia inflamatoria, triptasas liberadas por esas mismas células y por otras
participantes en el proceso y actuando sobre receptores activados por proteasas (Protease-
activated receptor,PAR) de los tipos PAR2 y EPR1 (Effector cell protease receptor) , refuerzan la
respuesta inicial de las terminaciones nerviosas, que incrementan la producción y liberación de
CGRP (Calcitonin gene related product) y de sustancia P.
Se ha demostrado que las HSP liberadas al compartimiento extracelular tienen una serie de
efectos inmunológicos, que incluyen la inducción de secreción de citoquinas proinflamatorias y
de expresión de moléculas de adhesión por diversos tipos celulares.
La HSP60 activa, en humanos, las células endoteliales vasculares para expresar selectina-E,
ICAM-1 (Intercellular adhesion molecule-1) y VCAM-1 (Vascular cell adhesion molecule-1).
De manera similar al lipopolisacárido (LPS) de las bacterias gram negativas, la HSP60 induce la
rápida liberación de TNF-α y de óxido nítrico (Nitric oxide, NO) por los macrófagos, así como la
expresión de IL-12 e IL-15. Las HSP, en su función extracelular como citoquinas —
caperoquinas—, activan a los monocitos y macrófagos a través de los mismos correceptores —
CD14 (CD: Cluster designation o cluster of differentiation.
Este grupo de proteínas incluye tres familias. Los miembros de la familia HMGB se encuentran
entre las proteínas más ubicuas, abundantes y evolutivamente más conservadas entre las
especies eucarióticas; todos ellos comparten un dominio —box— que media el acoplamiento de
la proteína al ADN.
La HMGB1, como factor nuclear, actúa como un elemento estabilizador de la arquitectura del
ADN, e interacciona con varios factores de transcripción, proteínas virales de replicación y
receptores esteroídicos; juega, por todo ello, un papel relevante en la transcripción.
Cuando abandona su ubicación normal y alcanza el medio extracelular, bien pasivamente por
ruptura celular o secretada por células inflamatorias activadas por citoquinas, actúa como un
potente mediador inflamatorio con características citoquínicas y quimioquínicas.
Su receptor —RAGE (Receptor for advanced glycation end products)—, que pertenece a la
superfamilia de las inmunoglobulinas, se localiza en los endoteliocitos y los miocitos vasculares
y en los fagocitos, entre otras células.
Las señales atractoras —quimioatractores— clásicas de los fagocitos son los FP bacterianos y
mitocondriales, el factor 5a del complemento (C5a), la interleuquina 8 (IL-8), el factor activador
de plaquetas (Platelet-activating factor, PAF) y el leucotrieno B4 (LTB4).
El término quimioatractor deriva del hecho de que los fagocitos migran a lo largo de un gradiente
de concentración — gradiente haptoquimiotáctico— de tales sustancias.
Cuando los quimioatractores están presentes a altas concentraciones activan las funciones
citotóxicas de los fagocitos; específicamente, los fagocitos activados completan la cascada
adherente, generan diferentes especies de radicales de oxígeno (Radical oxygen species, ROS) y
liberan enzimas lisosómicas y otros mediadores inflamatorios.
Al contrario que los procariotes, la síntesis de proteínas codificadas por el ADN nuclear
eucariótico se inicia con un aminoácido metionina no formilado.
Sin embargo, el aparato de síntesis proteica mitocondrial utiliza N-formilmetionina para iniciar
la síntesis peptídica, de manera análoga a los procariotes; además, el resto formil (-CHO) se
retiene en el extremo aminoterminal de las proteínas mitocondriales.
Por ello, FP liberados por las mitocondrias —en cuyo interior y en condiciones normales
permanecen confinadas e ignoradas por el sistema de vigilancia inmunológico— dañadas juegan
un papel proinflamatorio similar al de los péptidos bacterianos.
Los receptores quimiotácticos clásicos de los fagocitos incluyen los de FP (FP Receptor, FPR), C5a
(C5aR), PAF-R e IL-8R.
MEDIADORES INFLAMATORIOS
Los macrófagos y especialmente los mastocitos, cumplen tal función. Los mastocitos
perivasculares responden a los neuropéptidos liberados por las terminaciones nerviosas
dañadas y estimuladas liberando histamina, triptasa y otras proteasas y TNF-α preformados, y
eicosanoides —prostaglandinas inflamatorias, tromboxanos y leucotrienos—, citoquinas y
quimioquinas neoformadas.
Las triptasas mastocíticas siegan el extremo N-terminal exocelular de receptores activados por
proteasas, desenmascarando secuencias, previamente crípticas, que autoactivan el receptor.
Un receptor que pertenece a la clase GPCR y que está presente en mastocitos, terminaciones
nerviosas libres sensitivas, endotelio vascular, plaquetas y neutrófilos.
Mecanismo de autoactivación de los receptores activados por proteasas (PAR). Tras la escisión proteolítica del extremo N-
terminal (NH3+) del PAR por trombina, tripsina o triptasa (dependiendo del subtipo del receptor), se expone un nuevo resto N-
terminal (*NH3+) y se desenmascara la secuencia [ ] que autoactiva [ ] el receptor acoplado a proteína G. TM1: primer domino
transmembranar. TM7: séptimo domino transmembranar. COO-: grupo carboxiterminal.
El PAF refuerza la adhesividad endotelial que conduce a la migración leucocitaria desde el vaso
al foco inflamatorio, e induce en aquellos la expresión de receptores de quininas.
La activación del receptor activado por proteasa del subtipo 1 (PAR1) por trombina, representa un vínculo de unión entre las vías
inflamatoria y de la coagulación. PAR1 se expresa en la superficie de las plaquetas (p), neutrófilos (n) y endoteliocitos (e). La
activación de PAR1e por trombina conduce a la liberación de mediadores proinflamatorios —prostaglandinas (PGs) y óxido nítrico
(NO)— por las células endoteliales vasculares; mientras que la activación de PAR1n induce la migración de los leucocitos
polimorfonucleares neutrófilos y la liberación de factor activador plaquetario (PAF), que actuando sobre el endotelio potencia su
adhesividad para las plaquetas. La activación de PAR1p provoca la adhesión de las plaquetas al endotelio y la agregación
plaquetaria, que activan la vía intrínseca de la coagulación. Previamente, el endotelio lesionado ha liberado factor tisular (factor
VII de la coagulación) que, tras ser activado por micropartículas, pone en marcha la vía extrínseca de la coagulación e inicia la
producción de trombina. La adhesión plaquetaria y el depósito de fibrina sobre el endotelio vascular potencian la producción de
PGs y NO. Por su parte, el factor X de la coagulación, activado por ambas vías de la coagulación, actúa directamente sobre las
células endoteliales mediante la activación de otro receptor de la clase PAR —receptor EPR1 (effector cell protease receptor 1),
también presente en la terminaciones nerviosas libres en las que se expresa junto con el subtipo PAR2—, induciendo la
producción de NO y de interleuquina 6 (IL-6). Al complejo [IXa-VIIIa] activador del factor X se denomina «tenasa».
El ensamblaje del complejo HK PK sobre la célula endotelial es, por tanto, un prerrequisito para
la formación de BK, que puede interactuar con el receptor de BK de tipo 2 (B2).
La señal incitada por el factor activador de plaquetas (Platelet-activated factor, PAF) prepara y activa a los leucocitos en las
superficies de las células endoteliales vasculares inflamadas: un sistema yuxtacrino de control espacial del proceso inflamatorio.
El PAF y una molécula de adhesión —P-selectina— se coordinan sobre la membrana celular endoteliocítica. La P-selectina ata al
leucocito a la célula endotelial, lo que permite al PAF de la célula endotelial acceder a su receptor en el leucocito
polimorfonuclear. Ello constituye una especie de señal yuxtacrina pleotrópica.
Ensamblaje y activación del sistema calicreina-quinina (KKS) plasmático. La precalicreína (PK: prekallikrein) circula formando un
complejo con quininógeno de elevado peso molecular (HK: high molecular-weight kininogen) [HK PK]. HK PK interacciona con un
receptor multiproteico formado por citoqueratina 1 (CK1: cytokeratin 1), receptor de activador de plasminógeno-uroquinasa
(uPAR: urokinase plasminogen activator receptor) y gC1qR. Las proteínas del receptor de HK PK colocalizan sobre la membrana
de las células endoteliales vasculares. Cuando HK PK se une a su receptor, PK es rápidamente convertida a calicreína (K) por la
enzima prolil-carboxipeptidasa (PRCP), que es un componente constitutivo, activo, de la membrana del endoteliocito. La
calicreína resultante autodigiere a su receptor, HK, liberando bradiquinina (BK). La bradiquinina interacciona con receptores
La doble acción de la PRCP —activa PK e inactiva angiotensina II— indica una importante
interacción entre el sistema calicreínaquinina (Kalikrein-kinin system, KKS) y el RAS, y sugiere
que amabas vías, conjuntamente, no solo regulan la presión arterial sino que influyen en la
producción de trombosis.
Existen otras dos interacciones entre KKS y RAS: la calicreína puede convertir prorrenina
(inactiva) en renina (activa); y la enzima conversora de angiotensina (Angiotensin-converting
enzyme, ACE o quininasa II) puede convertir angiotensina I (inactiva) en angiotensina II (activa),
y BK en BK(1-5), un péptido inhibidor de trombina.
El sistema KKS plasmático es, por tanto, anticoagulante y profibrinolítico. Además, BK, como se
ha señalado, induce la formación de NO, de PGI2 y de tPA. En resumen, parece que el KKS
plasmático sirve de contrapeso fisiológico al hipertensivo y protrombótico RAS.
Las citoquinas son pequeñas proteínas o glicoproteínas49, que actúan como autacoides o como
hormonas, producidas generalmente como formas precursoras por células activadas que
median el proceso inflamatorio.
El término citoquina se utiliza como un nombre genérico para un grupo diverso de proteínas
solubles que actúan como reguladores humorales a concentraciones nano- o picomolares y que,
en condiciones normales y patológicas, modulan las actividades de células y tejidos; y algunas
de ellas se comportan como factores de supervivencia al prevenir la apoptosis.
Algunas citoquinas también se comportan como hormonas, al actuar a distancia. En general, las
citoquinas actúan sobre una mayor variedad de células diana que las hormonas; y, quizás, la
principal diferencia entre éstas y las primeras es que éstas no son producidas por células
especializadas.
Diferentes citoquinas son producidas por células diferentes, y virtualmente todas las células del
organismo son capaces de producir una u otra de aquellas.
En el sentido más restrictivo, las citoquinas comprenden las interleuquinas —se pensó, en un
principio, que eran producidas exclusivamente por leucocitos —, linfoquinas, monoquinas,
interferones (IFN), quimioquinas, factores estimulantes de colonias (Colony stimulating factor,
CSF) y factores de crecimiento (Growth factor, GF).
El término citoquinas de tipo 1 se refiere a aquellas producidas por células Th1 (células T helper1
o asistentes): IL-2, IFN-γ (Interferón-γ), IL-12 o TNF-β).
Las citoquinas de tipo 2 son las producidas por Th2: IL-4, IL-5, IL-6, IL-10 o IL-13. La mayoría de
las citoquinas no se relacionan en términos de secuencias, aunque algunas pueden agruparse
Tras la expresión génica, la mayoría de las citoquinas son secretadas por las células utilizando
las vías secretoras clásicas, existiendo formas que se asocian a las membranas y, otras, a la
matriz extracelular.
Tales interacciones involucran, en ocasiones, cascadas citoquínicas en las que una citoquina
inicial desencadena la expresión de ella y de muchas otras, creando complejos circuitos de
retroalimentación. Se denominan citoquinas proinflamatorias aquellas que favorecen la
inflamación, siendo prototípicas IL-1, IL-6 y TNF-α.
El efecto neto de una respuesta inflamatoria está determinada por el balance entre citoquinas
pro- y antiinflamatorias (IL-4, IL-10 o IL-13).
Macrófagos activados producen, en respuesta a patógenos y otros estímulos dañinos, TNF, una
citoquina con una masa molecular relativa de 17 kDa que se comporta como mediador necesario
y suficiente de la inflamación local y generalizada.
El aumento sistémico de TNF media la lesión tisular deprimiendo el volumen sistólico cardiaco,
induciendo trombosis microvascular y mediando en el síndrome vasculopléjico con vasoparálisis
y extravasación masiva de líquido intravascular.
El TNF amplifica y prolonga la respuesta inflamatoria al activar otras células que, como
respuesta, liberan citoquinas tales como IL-1 y HMGB1, y otros mediadores como eicosanoides,
óxido nítrico y especies reactivas de oxígeno, que potencian la inflamación y provocan lesiones
tisulares.
El TNF es esencial para la completa expresión inflamatoria; por el contrario, la autolimitación del
proceso inflamatorio se caracteriza por una atenuación de la actividad del TNF.
Se han identificado cerca de 50 quimioquinas, proteínas homólogas de 8-10 kDa, que se agrupan en familias sobre la base de la
posición relativa de sus cisteínas (Cys o C) en la proteína nativa. En las quimioquinas-α los primeros dos restos Cys están separados
por un solo aminoácido (CXC), mientras que en la quimioquinas-β las primeras dos Cys están adyacentes (CC). Las quimioquinas-
α que contienen la secuencia ácido glutámico-leucina-arginina inmediatamente antes de CXC son quimiotácticas para neutrófilos,
mientras que las que no contienen esta secuencia actúan sobre linfocitos. La quimioquina λ linfotactina tiene solo dos cisteínas
en la proteína madura, y la quimioquina CX3C (δ) fractalquina tiene tres aminoácidos separando las dos primeras cisteínas. Los
receptores de quimioquinas son proteínas transmembranares acopladas a proteína G, que se expresan sobre los diferentes
subgrupos de leucocitos. Se han identificado, en humanos, cuatro CXCR, ocho CCR y un CX3CR.
En dicha cascada pueden distinguirse, al menos, cinco etapas bien definidas: captura,
rodamiento, rodamiento lento, anclaje y migración.
Cada una de ellas es necesaria para el reclutamiento efectivo de los leucocitos, y el bloqueo de
cualquiera de ellas disminuye significativamente la acumulación de leucocitos en el tejido
lesionado.
El endotelio vascular proporciona una barrera impecable que previene la interacción entre las
células circulantes y la pared de vaso. El endotelio está formado por un epitelio escamoso simple
que recubre la luz vascular.
El endotelio, lejos de ser una pared pasiva, es un tejido dinámico que lleva a cobo variadas
funciones activas, como la producción, secreción o expresión de sustancia vasoactivas
involucradas en la cascada adhesiva, en la hemostasia o en el tono vascular.
La marginación es el proceso en el que los leucocitos circulantes abandonan el eje del flujo, lo
que permite iniciar una serie de interacciones —contacto mecánico— entre las células
circulantes y el endotelio.
La marginación reológica no es crítica para el rodamiento de los leucocitos, dado que los
leucocitos abandonan aquellos capilares cuyo diámetro es menor que el de ellos, y el contacto
con el endotelio está asegurado.
La captura ocurre tras la marginación, que permite moverse al leucocito hacia una posición
próxima al endotelio, lejos del eje del flujo.
El principal ligando del leucocito para la P-selectina es PSGL-1 (P-selectin glycoprotein ligand-1).
Además, diferentes estudios sugieren que la L-selectina también juega un papel importante en
la captura, aunque su ligando en la célula endotelial no está bien definido.
Una vez que el leucocito ha sido capturado, se mantiene transitoriamente adherido al endotelio
venular y comienza a rodar.
Tras la agresión tisular, la P-selectina es rápidamente expresada sobre la superficie del endotelio
venular, al que le confiere cierta pegajosidad para los leucocitos. PSGL-1 se expresa
constitutivamente sobre la superficie de los linfocitos, monocitos y neutrófilos, por lo que todas
estas células ruedan sobre el endotelio.
Durante el rodamiento, se forman ataduras entre el endotelio y el borde frontal del leucocito y
se rompen las existentes entre la cola del leucocito y su soporte.
Mientras tanto, las integrinas leucocitarias mantienen su estado de reposo y sus ligandos
inmunoglobulínicos endoteliales mantienen sus niveles de control.
Las selectinas de los tipos L y E toman también parte en el proceso de rodamiento. La L-selectina
es menos eficaz que la P-selectina, pero en el proceso inflamatorio normal es necesaria para la
captura e inicio del rodamiento.
Por su parte, la E-selectina es responsable de las interacciones que dictan la transición hacia la
etapa de rodamiento lento, que suceden a una velocidad inferior a 10 µms-1 y, posiblemente,
en la iniciación de la etapa de anclaje o de adhesión firme.
El tiempo de tránsito del leucocito parece que se relaciona con las citoquinas presentes en la
superficie endotelial y que son accesibles al leucocito mientras que está rodando.
También es posible que la velocidad de rodamiento pueda tener un efecto independiente del
tiempo de tránsito, porque acontecimientos secundarios de acoplamiento (por ej. mediados por
β2 integrinas) pueden ser incompetentes a menos que los leucocitos permanezcan cierto tiempo
en una posición favorable para establecer contactos.
Se piensa que la mayoría, si no todos, los leucocitos se adhieren únicamente tras haber rodado;
la adhesión directa desde el pul de leucocitos en flujo libre es excepcional.
El factor principal, aunque no suficiente, lo representan las integrinas de la familia CD18, aunque
otras integrinas pueden ser importantes para poner en marcha vías alternativas.
Los leucocitos en rodamiento lento no se detienen abruptamente sino que frenan de manera
gradual reduciendo progresivamente su velocidad hasta que se detienen y adhieren de manera
estable.
Este proceso tiene lugar en, aproximadamente, un minuto, y aunque se conoce que está
involucrado el receptor IL-8, parece que señales iniciadas por receptores de adhesión también
contribuyen a este proceso de reclutamiento leucocitario.
Las integrinas CD18 leucocitarias, LFA-1 y Mac-1 (Macrophage antigen-1), pueden acoplarse a
las inmunoglobulinas endoteliales ICAM-1 e ICAM-2.
Una vez adherido, el leucocito migra a través de uniones interendoteliales si existe un gradiente
exógeno de quimioatractores, siendo IL-8 y FPlos más eficaces.
Las selectinas son una familia de moléculas transmembranares, expresadas sobre la superficie
de los leucocitos y de las células endoteliales activadas.
Las selectinas contienen un dominio extracelular N-terminal con homología estructural con las
lectinas calciodependientes; a continuación muestran un dominio homólogo al factor de
crecimiento epidérmico y, luego, dos a nueve repeticiones de consenso cuyas secuencias son
similares a las encontradas en las proteínas reguladoras del sistema del complemento sérico.
El anclaje inicial de los leucocitos durante la inflamación es abordado por la familia selectina,
que logran frenar el movimiento de los leucocitos, a lo largo del endotelio, mediante
interacciones adhesivas transitorias y reversibles que, en conjunto, se denomina rodamiento
leucocitario.
Cada una de las tres selectinas —L, P y E — pueden mediar en el rodamiento si se dan las
condiciones apropiadas.
Selectinas e integrinas se disponen estratégicamente sobre la superficie del leucocito. Aquellas moléculas que intervienen en las
primeras fases de la cascada de adhesión —ligandos para P-selectina y E-selectina endoteliales; L-selectina leucocitaria que
interaccionará con ligandos endoteliales, e integrina leucocitaria β1 (VLA-4) que lo hará con ligandos endoteliales de la familia
inmunoglobulínica— se sitúan en la cúspide de los microvilli de la membrana leucocitaria. Las moléculas que participan en las
fases tardías —integrinas leucocitarias β2 (Mac-1, p150-95 y LFA-1)— se ubican en los fondos de las interdigitaciones de los
microvilli. Para que este segundo frente alcance sus dianas —ligandos inmunoglobínicos (ICAM-1) sobre el endotelio—, los
actores iniciales deben ser desplazados; ello lo realizan citoquinas quimiotácticas, que siegan las interacciones entre las selectinas
y sus ligandos.
La L-selectina juega un papel primordial en la captura de los leucocitos por el endotelio vascular
en las fases iniciales de la cascada de adhesión. Tras la captura, la L-selectina es eliminada de la
superficie de los leucocitos tras el estímulo quimioquínico.
Contiene nueve repeticiones de consenso que extienden la molécula hasta 40 nm más allá de la
superficie del endotelio.
A los pocos minutos del estímulo de las células endoteliales por los mediadores inflamatorios
como histamina o trombina, la P-selectina es expuesta en la superficie celular, teniendo una vida
corta, aproximadamente diez minutos.
Otros ligandos para la Pselectina son CD24 y otras moléculas no bien caracterizadas. Las
interacciones transitorias entre la P-selectina y PSGL-1 permiten el rodamiento leucocitario a
todo lo largo del endotelio venular.
Los ligandos para la E-selectina no se conocen bien, dudándose de que PSGL-1 y ESL-1 (E-selectin
ligand1) participen como tales, y ni siquiera está claro el que el ligando sea una glicoproteína,
pues algunos glicolípidos pueden asumir el rodamiento dependiente de E-selectina.
Aunque las selectinas P y E tienen funciones redundantes, diversos estudios indican que la
Pselectina es responsable del inicio del rodamiento, mientras que la E-selectina frena al
leucocito y lo adhiere.
La formación de ligaduras lábiles, transitorias, entre ambos participantes, median los pasos
iniciales de la cascada de adhesión.
Las tres selectinas pueden reconocer glicoproteínas y/o glicolípidos que contienen el
tetrasacárido sialilLewis (sialil-CD14). Este tetrasacárido se encuentra en la superficie de todas
las células mieloides circulantes y está compuesto por ácido siálico, galactosa, mucosa y N-acetil-
glalactosamina.
No está claro como las selectinas logran interacciones específicas con sus ligandos, dado la
estructura hidrocarbonada común. PSGL-1 y CD24 han sido caracterizados como posibles
ligandos de la P-selectina.
Para la L-selectina se han identificado cuatro posibles ligandos: GlyCAM-1, MAdCAM-1, CD34 y
PSGL-1.
Las integrinas contienen subunidades grande (α) y pequeña (β) de pesos moleculares de 120170
kDa y de 90-100 kDa, respectivamente.
Las integrinas de los mamíferos forman varias subfamilias que comparten subunidades β
comunes que se asocian con diferentes subunidades α.
Las integrinas son una gran familia de glicoproteínas heterodiméricas transmembranares, que anclan las células a las proteínas
de la matriz extracelular de los basamentos membranares o a ligandos sobre otras células. Las integrinas constan de una cadena
mayor (α) y otra más pequeña (β). Las integrinas forman varias subfamilias que comparten una subunidad β común, que se asocia
con diferentes cadenas α. Integrinas β2 —Mac-1, p150-95 y LFA-1— se expresan, exclusivamente, sobre leucocitos. El miembro
más importante de la subfamilia β1 es VLA-4. Las integrinas interaccionan con ligandos de la superfamilia de las
inmunoglobulinas. ICAM-1 es el principal ligando para las integrinas leucocitarias de la subfamilia β2, y VCAM-1 para la subfamilia
β1.
Las integrinas del tipo β2 se expresan exclusivamente sobre la superficie de los leucocitos, y
sufren un cambio conformacional secundario a una fosforilación de la subunidad β tras la
activación leucocítica por citoquinas.
El miembro más importante de la subfamilia de las integrinas β1 en los leucocitos es VLA-4 (Very
late antigen, también denominado CD49d/CD29 y α4β1).
En resumen, los leucocitos neutrófilos, que han contactado con los edoteliocitos a través del
sistema de selectinas, son activados inicialmente por el TNF-α y los leucotrienos producidos por
los mastocitos y por otros neutrófilos, lo que conduce a la liberación de pequeñas cantidades de
elastasa.
La señal binaria del engarce de las integrinas a la ECM junto con el estímulo producido por el
TNF-α y quimioquinas, induce la desgranulación y el estallido respiratorio masivo de los
leucocitos, lo que resulta en la liberación de proteinasas — elastasa, catepsina G y proteasa—,
proteínas antimicrobianas —BPIP (Bacterial permeability-increasing protein), defensinas,
serprocidinas y azuricidina— y oxidantes —peróxido de hidrógeno, hipohaluros y cloraminas—.
Los oxidantes activan metaloproteinasas de la matriz (Matrix metalloproteinase, MMP) e
inactivan los inhibidores de las proteasas, que provocan la destrucción tisular.
Las MMP activadas inducen la liberación de TNF por los macrófagos y por los monocitos atraídos
desde la sangre al tejido por la azuridina liberada por los neutrófilos.
El TNF y las quimioquinas liberadas por los macrófagos y monocitos atraen y activan más
neutrófilos.
Por otro lado, el TNF y las quimioquinas macrofágicas se combinan con prostaglandina E2 (PGE2)
y defensinas liberadas por neutrófilos, para reclutar linfocitos; mientras que los leucotrienos
ayudan a atrapar células dendríticas presentadoras de antígenos.
La respuesta de fase aguda (Acute phase response, APR) se refiere a una amplia serie de
acontecimientos fisiológicos, que se inician inmediatamente después de que haya tenido lugar
una infección o cualquier otro tipo de agresión al organismo.
La APR se caracteriza por fiebre, cambios en la permeabilidad vascular y cambios en los perfiles
metabólicos de varios órganos.
Las primeras son liberadas precozmente desde el foco inflamatorio por fagocitos
mononucleares, linfocitos y otros tipos células diferenciados activadas, y tienen potentes
efectos locales y sistémicos.
Todo ello con el objetivo de neutralizar el agente agresor, controlar el proceso inflamatorio y
promover el proceso de reparación y, así, iniciar el retorno a la normalidad fisiológica.
Normalmente, la APR perdura no más allá de unos pocos días; sin embargo, en casos de
inflamación recurrente o crónica, la permanencia aberrante de algunos de los ingredientes de
la APR contribuye a erosionar el tejido conduciendo, a la larga, al establecimiento de una
patología definida en un determinado tejido, como arteriosclerosis o patologías secundarias a
amiloidosis reactiva como en algunas enfermedades neurodegenerativas.
Aunque la mayoría de las proteínas o reactantes de fase aguda son sintetizadas por los
hepatocitos, algunas de ellas lo son por otros tipos celulares, que incluyen monocitos, células
endoteliales, fibroblastos y adipositos.
Entre aquellos, IL-1, IL-6, IL-11, TNF-α, factor inhibidor leucémico (Leukemia inhibitory factor,
LIF), factor de crecimiento transformante β (Transforming growth factor-β, TGF-β), factor
neurotrópico ciliar (Ciliary neurotrophic factor, CNTF), interferón γ (IFN-γ), oncostatina M, ácido
retinoico o glucocorticoides, como factores positivos, y ácido okadaico o insulina, como factores
negativos.
Un hecho importante de la APR es que IL-1 y TNF-α estimulan, vía SNC, la síntesis de
glucocorticoides por las glándulas suprarrenales; lo que resulta en una potenciación cooperativa
con IL-1 y TNF-α, al estimular los glucocorticoides la síntesis de proteínas APR por el hígado.
Este efecto es coincidente con la atenuación de la síntesis de IL-1 por los macrófagos, creándose
una mecanismo de retroalimentación entre el sistema inmunológico y el SNC para reducir la
síntesis de novo de citoquinas proinflamatorias.
La expresión de los genes APR está regulada por factores nucleares (NF) de transcripción: NF-
κB, C/EBPβ (CCAAT/enhancer binding protein beta), AP-1 y factor APR, así como por el receptor
de glucocorticoides y factores de transcripción hepatoespecíficos como los factores nucleares
hepatocíticos (Hepatic nuclear factor, HNF).
Existe, además, una regulación postranscripcional: acortamiento de la vida media de los mARNs
(ARN mensajeros) de ApoAI (Apolipoproteína A1) y de albúmina, mediada por TGF-β57, en el
caso de las proteínas APR negativas, y una estabilización de los mARNs de las proteínas APR
inducidas, por citoquinas y glucocorticoides.
Las proteínas APR desempeñan un amplio abanico de actividades que contribuyen a la defensa
del huésped: neutralizan a los agentes inflamatorios, ayudan a minimizar la extensión del daño
tisular y participan en la reparación y regeneración tisular.
Los componentes del sistema de la coagulación, como el fibrinógeno, juegan un papel esencial
en la promoción de la cicatrización.
Los inhibidores de las proteinasas neutralizan a las hidrolasas lisosómicas liberadas tras la
infiltración de monocitos y de neutrófilos activados, controlando así la cascada proinflamatoria
dependiente de hidrolasas.
En general, las proteínas APR son inducidas entre el 50% y varias veces sus niveles normales,
pero las denominadas proteínas APR principales multiplican x1000 su producción.
Las proteínas APR principales en los mamíferos incluyen SAA y CRP o SAP, dependiendo de la
especie animal. CRP y SAP son pentraxinas, proteínas con una organización homopentamérica
característica.
A. Las pentraxinas son una familia de proteínas caracterizadas por la dependencia del calcio para atrapar ligandos. El nombre se
refiere a la simetría radial de la molécula formada por cinco monómeros que conforman un anillo de 95Å de diámetro y 35Å de
profundidad. Divididas en dos grupos, cortas y largas, a las primeras pertenecen la proteína C reactiva y el componente amiloide
P sérico —dos proteínas de fase aguda—, y a las segundas la pentraxina 3 (una molécula inducida por IL-1, reguladora del
complemento y buen índice plasmático del infarto del miocardio (Tomada de: Emsley J, White HE, O’Hara BP, Olivia G, Srinivasan
N, Tickle IJ, Blundell TL, Pepys MB, Wood SP (1994) Structure of pentameric human serum amyloid P component. Nature 367:
338-45.
B. El proteosoma es otra estructura en «donut», en este caso formada por cuatro heptámeros que conforman un espacio para el
procesamiento de proteínas.
Generalmente solo una de esas proteínas es una proteína APR en una especie determinada: en
humanos, la concentración plasmática de SAP, en condiciones normales es, aproximadamente,
30 µg ml-1, sin que se modifique en situaciones inflamatorias; no es, por tanto, una proteína
APR en humanos.
Por el contrario, la concentración sérica de CRP (1 µg ml-1) puede incrementar más de mil veces
en situaciones inflamatorias y dependiendo de la gravedad del cuadro; un comportamiento que
la identifica como una verdadera proteína APR en humanos.
Proteína amiloide A sérica es el nombre colectivo dado a una familia de proteínas polimórficas
codificadas por multitud de genes en diversas especies de mamíferos.
Las SAA son pequeñas apolipoproteínas que se asocian rápidamente durante la APR con
lipoproteínas de densidad elevada (High-density lipoprotein 3, HDL3). Aunque no está bien
establecida la significación funcional de la asociación entre SAAy HDL3, el desplazamiento o
reemplazamiento de la ApoAI por SAA puede interferir el metabolismo del colesterol.
SAApuede representar una señal por la que HDL3 se reconduce hacia los macrófagos en vez de
a los hepatocitos (la señal prohepatocítica sería ApoAI), lo que favorecería el engullimiento y
retirada de restos lipídicos procedentes de células dañadas en el proceso inflamatorio.
Aunque no está bien comprendido su papel en la APR, el SAA inhibe la fiebre y la síntesis de
PGE2 en el hipotálamo, inducidas por IL-β y TNFα; también inhibe la activación de las plaquetas
inducida por trombina y la explosión respiratoria de los fagocitos activados.
Por otro lado, la presencia mantenida de las proteínas APR causada por un proceso inflamatorio
crónico puede acarrear consecuencias desastrosas: los depósitos amiloides que se acumulan en
bazo, riñón o hígado –amiloidosis reactiva o secundaria-, producidos en enfermedades crónicas
o recurrentes como tuberculosis, lupus eritematoso o artritis reumatoide, están compuestos,
principalmente, de amiloide A derivado, probablemente por proteolisis, del precursor SSA.
El componente amiloide P, derivado de SAP, está asociado con placas de amiloide A y otras
formas de depósitos amiloides, incluidas las presentes en la enfermedad de Alzheimer.
Otra proteína APR es la fosfolipasa A2 (PLA2). PLA2 hidroliza fosfolípidos generando ácido
araquidónico, y cataliza el paso limitante en la formación de eicosanoides.
Los fosfolípidos (Phospholipid, PL) están asimétricamente distribuidos entre las láminas interna
y externa de las membranas biológicas: la lámina externa contiene primariamente
esfingomielina (Sphingomyeline, SM) y fosfatidilcolina (Phosphatidyl choline, PC), mientras que
la lámina interna incluye fosfatidilserina (Phosphatidyl serine, PS) y fosfatidiletanolamina
(Phosphatidyl ethanolamine, PE).
En ausencia de ATP, se produce un intercambio entre los fosfolípidos de las láminas interna y
externa («flip-flop»).
La PLA2 (Phospholipase A2) pancreática, soluble, estrechamente relacionada con las PLA2 II en
términos de estructura y de función, es capaz de hidrolizar los PL de la lámina interna pero no
los de la externa; por su parte, las PLA2 II es capaz de interaccionar con los PL situados en la
lámina externa cuando la membrana está sometida al fenómeno de flip-flop.
Tras la interacción con sPLA2 II, las células incrementan el contenido de liso-PL(PL que han
perdido un ácido graso), especialmente lisoPC, en la lámina membranar externa.
Una vez anclada, la CRP induce, a través de la vía clásica, la activación del complemento que, a
su vez, potencia el influjo de fagocitos al foco inflamatorio (por generar C5a) y favorece la
fagocitosis de las células que incorporan sobre su superficie CRP y complemento.
CRP y sPLA2 han permanecido muy conservadas durante la evolución de los vertebrados y
pueden actuar conjuntamente para favorecer la fagocitosis de células comprometidas
metabólicamente.
Sin embargo, la inhibición de la activación del complemento parece que reduce la necrosis
tisular, por ejemplo tras un infarto del miocardio.
Papel hipotético de la fosfolipasa A2 secretada tipo II (sPLA2) y de la proteína C reactiva (CRP) en la promoción de la fagocitosis
de las células lesionadas durante la fase inicial del proceso inflamatorio. (a) Fosfatidilserina (PS) y fosfatidiletanolamina (PE) —
— solo se localizan en la lámina interna de la bicapa fosfolipídica que conforma la membrana celular. Esta asimetría es un proceso
dependiente de energía que consume ATP y está controlada por transportadores específicos —flipasas— que gobierna la
translocación hacia el interior (flip) o hacia el exterior (flop). (b) Los fosfolípidos (PLs) de las membranas dañadas pierden dicha
simetría («flipflop») como consecuencia de la baja concentración de ATP intracelular. (c ) Las membranas flipflopeadas, pero no
las membranas normales, son susceptibles a la hidrólisis por sPLA2, que genera lisofosfolípidos (LPLs) en la membrana externa.
(d) La presencia de LPLs en tal localización crea lugares de acoplamiento para la CRP, que activa, sobre la superficie celular y a
través de la vía clásica, al complemento (C’). Por su parte, el exceso de aminofosfolípidos acumulado en la capa externa se
resuelve mediante su eliminación en forma de micropartículas (MPs) procoagulantes. La participación de las MPs en la
coagulación viene respaldada por el fenotipo del síndrome de Scott, un raro trastorno de la coagulación en el que la exposición
de PS y la extrusión de esos fragmentos de membrana son deficientes.
Por ello, las correlaciones clínicas entre la activación de sPLA2, CPR y complemento e IL6,
observadas en varias enfermedades, incluidas sepsis, artritis o infarto del miocardio, pueden
reflejar un mecanismo patogénico de base que contribuye a la inflamación y, a la postre, al daño
tisular.
Con todo, un número de proteínas APR son capaces de inhibir la acción de los anteriores actores.
Además, componentes destacados de la APR son proteínas microbicidas.
AM comparte homología con CGRP y amilina, y circula preferentemente vehiculado por una
proteína (AMbinding protein, AMBP-1) identificada como el factor H del sistema del
complemento, un inhibidor de las vías clásica y alternativa de la cascada del complemento.
El principio estructural primario es la capacidad de la molécula para adoptar una forma en la que
grupos de aminoácidos catiónicos e hidrofóbicos se organicen espacialmente en sectores
discretos de la molécula (diseño anfipático).
Para actuar aprovechan el talón de Aquiles de las membranas procarióticas. Las membranas de
las bacterias se organizan de tal manera que la zona más externa de la bicapa, la superficie
expuesta al medio ambiente, está ampliamente poblada de lípidos con cabezas fosfolipídicas
polares (cargadas negativamente).
Por el contrario, la lámina externa de los eucariotes está compuesta, principalmente, de lípidos
sin carga neta (en los mamíferos, colesterol); la práctica totalidad de las cabezas polares se
congregan en la lámina interna, cara al citoplasma.
En general, los péptidos que operan según el modelo SMH destruyen microbios a
concentraciones micromolares.
La regulación de enzimas de la familia CYP han sido estudiadas desde hace décadas en modelos
animales de enfermedad infecto/inflamatoria; la mayor parte de las enzimas y sus actividades
son reprimidas, lo que puede conducir a una disminución del aclaramiento de fármacos y, ello,
a incrementos en los niveles de los compuestos en plasma y a la subsecuente toxicidad.
Por el contrario, la represión de CYP puede proteger de la toxicidad de aquellos compuestos que
son bioactivados por esas enzimas.
Poco después de iniciarse los ciclos proinflamatorios descritos, se accionan una serie de frenos
en los que las lipoxigenasas son piezas importantes.
La 15-lipoxigenasa produce lipoxinas a partir del araquidonato. Las lipoxinas son una clase de
eicosanoides oxidados que se acoplan a receptores cuya señal bloquea el influjo de neutrófilos.
Las prostaglandinas (PG) son pequeñas moléculas lipídicas que regulan numerosos procesos orgánicos. La producción de PG
comienza con la liberación de ácido araquidónico o eicosanoico de los fosfolípidos (PL) de las membranas celulares, por acción
de la fosfolipasa A2 en respuesta a estímulos inflamatorios. El ácido araquidónico es convertido a PGH2 por las enzimas ciclo-
oxigenasas COX-1 y COX-2 (sintasa de prostaglandina-endoperóxido H). Se considera que COX-1 se expresa constitutivamente en
También, fosfolípidos de las membranas de las células endoteliales vasculares, oxidados por los
ROS producidos tras la activación de los fagocitos, atemperan la expresión de moléculas de
adhesión.
Sin embargo, cuando la concentración local de PGE2 incrementa consigue un efecto inhibidor
de la COX2 y de la 5-lipoxigenasa, a la vez que induce la expresión de 15-lipoxigenasa en los
neutrófilos.
Tal efecto, diferido, desplaza el metabolismo del araquidonato hacia la formación de lipoxinas
en los propios neutrófilos.
De esta manera, tras varias horas de acciones la señal proinflamatoria inicial de la PGE2 se torna
en una señal antiinflamatoria.
Después del potasio, ATP es la molécula intracelular más abundante. Se conocen bien sus
funciones como fuente de energía, como cofactor y como sustrato de un vasto número de
reacciones, incluso de su papel como neutransmisor.
Tales observaciones sugieren que CD39 degrada ATP extracelular y ADP secretado por células
activadas o liberado desde células dañadas, generando adenosina que actúa suprimiendo la
respuesta inflamatoria de las células vecinas.
Las citoquinas de la familia IL-6 actúan vía de complejos receptores que contienen, al menos,
una subunidad de la proteína de transducción de señales gp130.
La familia comprende IL-6, IL-11, CNTF, cardiotrofina-1 (CT-1), LIF, neuropoyetina (NPN),
oncostatina M (OSM), IL-27 e IL-31.
Sobre las células diana, IL6-se asocian con un dímero de gp130 e, inmediatamente, se inicia la
cascada de señales intracelulares.
Transeñalización. Vía clásica de interacción IL-6/IL6R/gp130, y generación de sIL-6R que, tras acoplarse con su ligando, activa
células que solo expresan una cadena gp130.
Gp130 se expresa en prácticamente todas las células del organismo; sin embargo, IL-6R (IL-
receptor) se expresa principalmente en hepatocitos —induce la señal APR—, neutrófilos,
monocitos/macrófagos y algunos linfocitos.
Lo interesante de sIL-6R es que es capaz, unido con su ligando IL-6, de estimular células que sólo
expresan gp130; un proceso denominado transeñalización. IL-6 desempeña una serie de
actividades que son críticas para resolver la inmunidad innata y/o promover la adquirida.
Por ejemplo, las neuronas cerebrales pueden sintetizar y expresar TNF e IL-1, y esas citoquinas
pueden participar en la comunicación neuronal.
El nervio vago inerva los principales órganos, incluyendo aquellos que albergan al sistema
reticuloendotelial (hígado, pulmones, bazo, riñones e intestino).
La vía antiinflamatoria colinérgica. La activación eferente en el nervio vago conduce a la liberación de acetilcolina (ACh) en el
tejido reticuloendotelial, que incluye hígado, corazón, bazo y tracto gastrointestinal. ACh interactúa con receptores nicotínicos
sensibles a α–bungarotoxina sobre los macrófagos; interacción que inhibe la liberación de TNF-α, IL1 HMGB1 y otras citoquinas.
Por su parte, la vagotomía exacerba la respuesta del TNF al estímulo inflamatorio y sensibiliza a
los efectos letales de la endotoxina.
El nervio vago inerva los principales órganos, incluyendo aquellos que albergan al sistema
reticuloendotelial (hígado, pulmones, bazo, riñones e intestino).
Circuitería del reflejo inflamatorio. Sustancias inflamatorias producidas en el foco inflamatorio activan señales aferentes que son
conducidas al núcleo del tracto solitario; subsiguientemente, la activación vagal eferente inhibe la síntesis de citoquinas a través
de la vía colinérgica antiinflamatoria: reflejo inflamatorio. La información puede llegar también al hipotálamo y al complejo dorsal
del vago, lo que estimula la liberación de ACTH, que activa la vía humoral antiinflamatoria. La activación del sistema nervioso
simpático por respuestas de ansiedad o al dolor o a través de señales directas desde los núcleos cerebrales indicados, pueden
incrementar las concentraciones locales de catecolaminas que ayudan a suprimir la inflamación.
Las APP, en cooperación con IL-6, inducen la producción de antagonista del receptor de IL-1 (IL-
1ra), y la liberación, por siega de la secuencia epimembranar, de receptores de TNF solubles
(sTNF-R). IL-1ra y sTNF-R bloquean el efecto de los respectivos ligandos que inhiben la síntesis
de citoquinas en un estadio postranscripcional.
Desde una perspectiva simple existen razones por las que una vía antiinflamatoria con base
neural es ventajosa.
El sistema nervioso central recibe señales sensoriales desde el sistema inmunológico a través de
rutas humorales y neurales.
El sistema inmunológico funciona como un sexto sentido que detecta la invasión microbiana y
produce moléculas que trasladan esta información al cerebro.
Vías antiinflamatorias difusibles versus neurales. (a) Vías difusibles. La circulación vehicula células inflamatorias (monocitos y
neutrófilos) y citoquinas a y desde el foco inflamatorio. Las respuestas dependen del gradiente de concentración, son lentas y no
están integradas. Las sustancias inflamatorias producidas en el foco inflamatorio (TNF-α, IL-1, HMGB1) difunden hacia el torrente
circulatorio, y las hormonas y las citoquinas antiinflamatorias (glucorticoides, α-MSH, IL-10, espermina) difunden a la zona
lesionada. (b) Vías neurales. La regulación antiinflamatoria de los macrófagos tisulares es local, rápida e integrada a través del
CNS. La ACh inhibe la liberación de TNF-α por los macrófagos. Adrenalina y noradrenalina predominantemente inhiben la
liberación de TNF-α, pero pueden, en determinadas circunstancias, liberar TNF-α por los macrófagos. La sustancia P, un
neuropéptido, puede estimular la síntesis de citoquinas y amplificar la respuesta inflamatoria local a la vez de mediar en la
sensación dolorosa.
TNF y otros mediadores inmunológicos pueden acceder a los centros cerebrales carentes de la
barrera hematoencefálica, lo que ocurre en la región circunventricular cerebral.
El reflejo antiinflamatorio se describe como localizado, rápido y discreto; pero puede igualmente
inducir respuestas antiinflamatorias humorales sistémicas.
Ello ocurre porque la activación del nervio vago puede ser transferida a la formación reticular
medular, al locus caeruleus y al hipotálamo, lo que conduce a una liberación incrementada de
ACTH (Adrenocorticotropic hormone) por la hipófisis anterior.
Pero la producción de citoquinas en los tejidos causa dolor, lo que proporciona otro mecanismo
para transferir información desde el sistema inmunológico al cerebro.
La palabra alemana «toll» tiene una traducción poco fiable: fantástico, disparatado o
asombroso.
Christiane Nüsslein-Volhard y Kathryn Anderson utilizaron por vez primera esa palabra, en un
contexto científico, para nominar a un gen que descubrieron en un barrido analítico del genoma
de Drosophila; el gen responsable de un fenotipo que pasó a denominarse Toll.
Aquel trabajo pionero, publicado en 1984, identificaba un grupo de diez genes; todos ellos
producían fenotipos similares, denominados grupo dorsal.
Durante los diez años siguientes todos los genes del grupo dorsal fueron clonados, lo que
permitió completar el esquema de cómo se organiza el proceso morfogenético en la mosca.
La disección de los mecanismos involucrados en la inmunidad innata ha dado lugar a una «sopa de letras» que se resume en la
Tabla III
Mediante este mecanismo se activa Toll en posición ventral en el embrión; ello causa la
relocalización de un factor de transcripción —factor Dorsal— desde posición ventral a otra
dorsal.
La secuencia de Toll, determinada en el año 1988, reveló una estructura tripartita: una región
N-terminal extracelular que contiene series en tándem de un corto motivo rico en leucina —
repetición rica en leucina (LRR)—; una estructura helicoidal monocatenaria transmembranar, y
Ello sugirió que tal dominio endocelular —región homóloga del receptor Toll y del receptor de
IL-1 (TIR)— debería estar involucrado no solo en el contexto restringido del desarrollo de los
insectos sino también en la generación de la respuesta inicial a la infección por los inmunocitos
humanos.
Hasta ese momento, los inmunólogos habían enfocado su interés sobre la respuesta
inmunológica adaptativa o adquirida y, por ello, a la generación de la inmensa diversidad en los
repertorios de anticuerpos.
Por el contrario, pensaron que la respuesta innata era una parte menos importante de la
respuesta inmunológica y, en este escenario, solo se ocuparon del contexto del complemento.
En el año 1989, Janeway propuso que los mecanismos efectores innatos se inician vía de la
detección específica de microbios por receptores no clonales, codificados en la línea germinal,
que son esenciales para la detección inmediata y control de la infección en los mamíferos.
Los receptores innatos están prefijados; ello significa que sus dianas microbianas han sido
evolutivamente seleccionadas y, por definición, están delimitadas.
Esta «restricción», conseguida evolutivamente, permite que unos pocos receptores innatos
detecten el amplio rango de la diversidad microbiana.
Así como el receptor morfogénico Toll en Drosophila liga Spätzle, los diferentes receptores TLR
en vertebrados en general y en humanos en particular, acoplan determinados ligandos.
La incapacidad para identificar un receptor de LPS fue una barrera para comprender como las
bacterias gram-negativas iniciaban la reacción proinflamatoria.
La activación de las células del organismo infectado depende de la presencia de una proteína
libre, circulante, denominada proteína acopladora de LPS (LBP) y del receptor opsónico CD14.
La LBP compite con lipoproteínas respecto al LPS; LPS ligado a lipoproteínas forma micelas
inertes desde el punto de vista inflamatorio, pues no liberan citoquinas.
También se encuentra en la circulación en forma libre, como CD soluble (soluble CD, sCD14).
Muchas células que son constitutivamente CD14 negativas, como las células dendríticas,
fibroblastos, células musculares lisas o el endotelio vascular, pueden responder al complejo
[LBP-LPSsCD14].
Los TLRs, que aseguran tal exigencia, reconocen los diferentes «patrones moleculares»; pero
para que este reconocimiento e interacción resulte en la activación del receptor que inicia la vía
de señales proinflamatoria, se requiere una nueva molécula accesoria: el correceptor MD-2, que
asegura la correcta posición del receptor.
Con ello queda completado el complejo inicial: [(LBP)-LPS-(CD14)] [TLR-MD-2]. La misión de LBP
es llevar, con sCD14 o sin él, LPS hasta el complejo receptor, y la de CD14 es presentar LPS a TLR.
A pesar de la conservación entre los dominios LRR, diferentes TLR pueden reconocer varios
ligandos sin relación estructural alguna. La localización subcelular de los diferentes TLR se
correlaciona de alguna manera con el patrón molecular de sus ligandos.
Por ejemplo, TLR1, TLR2 y TLR4 se localizan en la membrana celular y reconocen productos
bacterianos que, en principio, actúan sobre la superficie celular.
Por su parte, TLR3, TLR7 y TLR9, involucrados en reconocer estructuras nucleotídicas (mono y
bicatenarias, de ARN o de ADN), se expresan en sistemas membranares intracelulares —sistema
reticuloendoplásmico— y son reclutados por los compartimientos endosoma/lisosoma tras su
activación.
Tras acoplar al ligando, TLR / IL-1R dimerizan y sufren un cambio conformacional requerido para
poder reclutar las moléculas que inician la cadena de señales hasta el núcleo celular.
Diálogo en la vía TLR4. Dependiendo de la estimulación recibida la señal deberá elegir entre la vía Mal / MyD88 y la vía TRAM /
TRIF; cada una de ellas conducirá a la formación de perfiles de respuesta diferentes. La primera —vía de respuesta rápida—
origina una serie de complejos moleculares que concluye con la activación de los factores nucleares proinflamatorios NFκB y AP-
1. Por su parte, la señal dirigida por TRAM / TRIF —vía de respuesta lenta— favorece el diálogo hacia la muerte celular a través
de RIP1 / RIP3 (adaptadores en la vía de señales del factor de necrosis tumoral (TNF) a la vez que desencadena una segunda fase
de producción de moléculas proinflamatorias. AP-1: proteína activadora; CD14: proteína extramembranar del complejo TLR4;
FADD: dominio de muerte asociado con Fa; IFN: interferón; IKK: IκB quinasa; IRAK: quinasa asociada al receptor de interleuquina;
IRF3: factor de respuesta a interferón; JNK: quinasa Jun N-terminal; LPS: lipopolisacárido; Mal: adaptador de MyD88; MD-2:
glicoproteína secretada; MyD88: proteína de diferenciación mieloide; NFκB: factor nuclear κB; TAB1, 2: moléculas adaptadoras;
TAK1: quinasa activada por TGFß; TLR4: receptor tipo Toll; TIR: región homóloga de los receptores tipo Toll y de IL1; TNFR:
receptor de factor de necrosis tumoral; TRAF6: factor asociado al receptor TNF; TRAM: molécula adaptadora asociada a TRIF;
TRIF: dominio TIR que contiene una proteína adaptadora que induce interferón ß.
Tras acoplar al ligando, TLR / IL-1R dimerizan y sufren un cambio conformacional requerido para
poder reclutar las moléculas que inician la cadena de señales hasta el núcleo celular.
Los factores de transcripción son proteínas involucradas en el control y regulación de la expresión génica que, acoplándose a los
elementos promotores aguas arriba de los genes, facilitan o inhiben su transcripción. Los factores de transcripción están
compuestos por dos regiones principales: un dominio de acoplamiento a ADN y un dominio activador. El primero esta formado
por una serie de aminoácidos que reconoce secuencias específicas de bases en el ADN, cercanas al inicio de la transcripción. Los
factores de transcripción se clasifican de acuerdo a la estructura del dominio de acoplamiento a ADN y características
electroforéticas: dedos de zinc, hélice-vuelta-hélice, cremallera de leucina, hélice-asa-hélice y grupos de alta movilidad. Los
dominios activadores de los factores de transcripción interaccionan con los componentes de la maquinaria de transcripción (ARN
polimerasa) y con otras proteínas reguladoras que afectan la eficiencia del acoplamiento al promotor. Los factores de
transcripción pueden ser activados o inhibidos por estímulos fisiológicos, patológicos o farmacológicos. El factor nuclear κB/Rel
(Rel/NF-κB) y la proteína activadora-1 (AP-1) son factores típicamente involucrados en el proceso inflamatorio. (A) Las proteínas
Rel/ NF-κB son una familia de factores de transcripción, que acoge homo- y heterodímeros caracterizados porque el dominio de
dimerización y acoplamiento a ADN —región de homología Rel— está muy conservado. Los miembros de la familia incluyen p50,
p52, p65, c-Rel y Rel. Los miembros mejor caracterizados son los complejos heterodimérico p50/p65 y homodimérico p50/p50.
En la mayoría de las células, NF-κB se encuentra en el citoplasma en forma inactiva acoplado a una proteína inhibidora (IκB). IκB
enmascara el dominio de acoplamiento nuclear de NF-κB mediante un enlace de asociación no-covalente. Un gran variedad de
moléculas endógenas y exógenas, como citoquinas, virus o xenobióticos, inducen la disociación del complejo IκB/NF-κB. El
proceso de activación de NF-κB exige la activación previa de IκB-quinasa por los inductores del factor de transcripción, lo que
provoca una rápida fosforilación de la subunidad inhibidora. La fosforilación de IκB se sigue de su marcaje por ubiquitina, lo que
permite su reconocimiento por el proteosoma que degrada IκB fosforilado. NF-κB, una vez liberado, transloca al núcleo, donde
se une a secuencias ADN específicas que provocan la transcripción de los genes cuyos productos está involucrados en la respuesta
mediada por NF-κB que, en el caso del proceso inflamatorio, incluyen pro-TNF-α, moléculas de adhesión, COX2 o iNOS. (B) Los
factores de transcripción de la familia de la proteína activante-1 (AP-1) son homo- y heterodímeros de proteínas que presentan
regiones de cremallera de leucina. Esta familia incluye las subfamilias: Jun (c-Jun, v-Jun, JunB, JunD), Fos (c-Fos, v-Fos, FosB, Fra1,
Fra2), Fos (c-Fos, v-Fos, FosB, Fra1, Fra2) y factores de transcripción relacionados (ATF2, ATF3/LRF1, B-ATF). El control de la
activación de AP-1 descansa en procesos de fosforilación/desfosforilación que regulan la formación de homodímeros o
heterodímeros, que reconocen las secuencias correspondientes en ADN.
En términos generales y eligiendo el TLR4 como referencia, tras acoplamiento del LPS, el TLR
activado puede elegir entre dos opciones: vías de señales dependiente o independiente de MyD.
La activación del adaptador MyD recluta quinasas específicas (IRAKs) que ligan TRAF, un
mediador de la señal.
TRAF6, activado, se libera del complejo I; tras ello, acopla dos ubiquitinas —UEV y UBC— que le
permiten unirse a tres nuevos componentes: una quinasa efectora de la familia MAPKKK —
TAK1— y dos proteínas adaptadoras —TAB1 y TAB2— que acompañan a la quinasa.
TAK1 tiene dos opciones: actuar sobre el complejo IKK, o elegir la vía JNK/ p38.
La primera culmina con la activación de NF-κB, la segunda con la de AP-1; dos factores nucleares
proinflamatorios.
Esquema general del resultado de la estimulación de receptores tipo Toll (TLR). Los factores de transcripción involucrados — NF-
κB y AP-1— inducen la expresión de genes proinflamatorios (pro-IL-1, 8 y 18, pro-TNF, moléculas de adhesión, COX2, iNOS) y de
otros involucrados en la proliferación y diferenciación de inmunocitos invlucrados en la respuesta innata.
Tras la activación por las señales procedentes aguas arriba, IKK fosforila los IκBs, lo que conduce
a su poliubiquitinación y degradación proteosómica.
La eliminación de los inhibidores deja las manos libres al factor de transcripción NF-κB.
Existe una vía alternativa de activación de NF-κB, en la que NIK activa IKK-α que, a su vez, pone
en marcha el mecanismo de conversión de un precursor inactivo de NF-κB —p100—, en la forma
transcripcionalmente activa p52.
Por otro lado, TAK1 puede elegir la vía MAPK —JUN y p38— con el resultado antes indicado.
La elección del interruptor TRAM por el TIR activado, pone en marcha la vía independiente de
MyD88.
Esta vía inicia su camino de la mano de TRIF que, en términos generales, ocupa el papel de
MyD88 en la vía rápida. La misión de TRIF es activar el factor nuclear.
IRF3, que induce la expresión del gen que codifica interferón beta (INF-β), a la vez que los genes
inducibles por interferón requieren IRF3. TRIF lo consigue en dos pasos.
● En el primero —complejo Ia—, TRIF se une a TRAF6 y a RIP1.
● En el segundo paso,dos proteínas relacionadas con IKK son las quinasas que fosforilan y
activan IRF3.
Estas proteínas que conforman el complejo IIa de la vía lenta son: IKK-ε(también conocida como
IKK inducible, IKKi), y TBK1 (también conocida como NAK).
TLR4 es el receptor para LPS, uno de los inmunoestimuladores más potentes conocidos.
Los lipopolisacáridos (LPS) de las bacterias gram-negativas constan, típicamente, de un dominio hidrofóbico denominado lípido
A (o endotoxina) formado por colas de ácidos grasos acilados por disacáridos bifosfato. A esta estructura sigue un oligosacárido
central (core) no repetitivo, a la que sigue distalmente un polisacárido (antígeno O). Aunque los LPS de la pared de las bacterias
gram negativas representan el prototipo de las endotoxinas bacterianas, otros componentes son también ligandos de los TLRs.
Los humanos albergan una impresionante cantidad de flora bacteriana comensal en el tracto
intestinal, cuyos epiteliocitos no expresan TLR4.
Ello es, probablemente, la consecuencia evolutiva de una cohabitación milenaria con bacterias
gram-negativas en el intestino, que proporcionan una vasta cantidad de LPS.
Además de en el intestino, tampoco hay expresión de TLR4 sobre los epiteliocitos del cervix y
vagina, que contienen flora bacteriana del tipo Lactobacillus.
Uno de los mecanismos que causan tolerancia bacteriana es, probablemente, la represión de la
expresión en la superficie celular de TLR4, aunque existen otros mecanismos.
Se han propuesto varias moléculas que inhiben la señalización TLR4. Una de ellas es IRAK-M,
cuyo déficit provoca una mayor producción de citoquinas proinflamatorias tras la estimulación
de TLR4 e IL1R. IRAK-M bloquea la disociación de IRAK-1 e IRAK-4 de MyD88, interrumpiendo la
vía de señales.
Otros mecanismos de control de la señal inflamatoria son la proteína supresora de las señales
citoquínicas (SOCS) y la proteína interactiva con Toll (Tollip), que regulan negativamente la
cascada de señales que conduce a la activación de los receptores de interferón γ, IL-4, IL-6 y LIF.
SOCS y Tollip se unen a IRAK-1 interrumpiendo, como IRAK-M, la cascada de señales.
Otros dos mecanismos de seguridad operan en los extremos proximal y distal de la cascada.
Proximalmente, MyD88s, generado por procesamiento alternativo de MyD88, compite con el
producto estándar interrumpiendo la vía de señales; y aguas abajo, la proteína A20 estorba
directamente a NF-κB y tiene una importancia especial en el control de la respuesta a la flora
comensal.
Sin embargo, una segunda gran familia de PRR citosólicos participan en la detección de
microorganismos patógenos capaces de penetrar en la célula o de sus productos inyectados en
Estos nuevos receptores intracelularesse conocen como proteínas NBDLRR. Estas proteínas, a
diferencia de los TLR, carecen del dominio TIR.
Sin embargo, presentan una estructura igualmente modular en la que se identifican tres
dominios característicos.
Modelo de señalización y control de TLR. La activación del receptor por PAMP induce ologomerización de los TLRs, que reclutan
proteínas TIRAP, MyD88 e IRAK. El agrupamiento de las proteína quinasas (IRAK) induce su autofosforilación y formación de un
complejo (IRAK-4/IRAK-1). La formación de este complejo provoca su liberación de la proteína adaptadora MyD88. Liberado el
complejo IRAK-4/IRAK-1, inicia una serie de activaciones de moléculas situadas aguas abajo de la cascada. De este modo se
activan las proteínas transductoras TRAF6 (factor-6 asociado al receptor de TNF), TAK1 (quinasa-1 activada por el factor de
transformación del crecimiento) y TAB2 (TAK1-bindig protein: proteína-2 ligada a TAK1- Transforming growth factorβ -activated
kinase-1), que, finalmente activan los correspondientes factores de transcripción (NF-κB). Los frenos son: sMyD88 (una forma
alternativa, soluble, de MyD88), que estabiliza el complejo TIRAP/MyD88/IRAK-4 impidiendo que prosiga la cascada de señales;
SOCS 1 (supresor-1 de la señalización de inducida por citoquinas), Tollip (proteína de interacción con Toll) y Monarch-1, que
inhiben directamente la señal de TLR-4; IRAK-M , que bloquea la activación de las moléculas transductoras por IRAK-4/IRAK-1, y
A20, que bloquea el paso más distal de la cascada impidiendo la activación de los factores de transcripción por las moléculas
transductoras. La señal inicial pone en marcha, por tanto, respuestas inflamatoria y antiinflamatoria; la primera dependiente de
la activación de NF-B, y la segunda de vías dependientes de MAPK (Mitogen-activated protein kinase: quinasa activada por
mitógenos) que incidirían sobre factores de transcripción moderadores. Además de estas moléculas citosólicas, otras
transmembranares que contienen un dominio TIR —SIGIRR: single immunoglobulin IL-1R-related molecule, y ST2: — actúan como
reguladores huérfanos que se activan tras la estimulación de los TLRs y cercenan la vía de señales pretendida al bloquear las
moléculas adaptadoras TIRAP y MyD88. Ratones carentes de SIGIRR o ST2 son extremadamente susceptibles a sucumbir por
shock endotóxico.
Dos de ellos son compartidos por toda esta gran familia de receptores, y de ahí el nombre de
referencia: un dominio de acoplamiento nucleotídico (NBD) muy conservado, denominado
NACHT, esencial para la oligomerización de la molécula, seguido de un dominio C-terminal que
incluye varias repeticiones de secuencias ricas en leucina (LRR) similares a las de los TLR y
encargadas del reconocimiento del ligando.
El tercer dominio, Nterminal, es variable —CARD, PYD o BIR— para cada una de las clases de la
familia —NOD e IPAF, NALPo NAIP, respectivamente— y es responsable de desencadenar la
correspondiente señal que ha de provocar la respuesta esperada.
Dado que la mayoría de los miembros de esta familia tienen una estructura similar a las primeras
estructuras identificadas del grupo —proteínas Nod 1 y Nod 2—, las proteínas NBD-LRR también
se conocen y es prácticamente su alias, como «receptores tipo NOD» o NLR (de la misma manera
que los TLRs deben su nombre a la homología del grupo con el primer miembro identificado:
proteína Toll).
Para complicar la sopa de letras, los NLR también se conocen como proteínas CATERPILLER.
Nod 1 y Nod 2 (NOD), que reconocen péptidos derivados de la degradación del peptidoglicano
(PGN) constituyente de las paredes bacterianas se expresan en células fagocíticas (macrófagos
y células presentadoras de antígenos).
La interacción de NOD con sus ligandos concluye con la activación de NF-κB. Para ello, el dominio
CARD interacciona, a través de interacciones homotípicas proteína-proteína, con un adaptador
(RICK) que contiene ese mismo dominio y que asegura la viabilidad de la cadena aguas abajo.
También y de manera similar a lo que ocurre tras la activación de TLR, NOD habilitan una vía
alternativa que, a través de MAPK/JUN, consiguen la activación del factor nuclear AP-1. La
Se necesita la combinación de dos estímulos extracelulares distintos para inducir una activación plena del inflamasoma caspasa-
1 y la liberación subsecuente de IL-1β. En la señal 1, la estimulación de las células involucradas en la respuesta innata (por ej.
macrófagos) con cualquiera de los agonistas —lipopolisacárido bacteriano (LPS), dinucleótidos (CpG) o lipopéptido (LP)— de los
receptores de tipo Toll (TLR), induce la síntesis de prointerleuquina-1β (pro-IL-1β) y de ciertos componentes inducibles del
inflamasoma (ej. caspasa-11). Esta primera señal ceba las células y las prepara para un posible segundo estímulo que provocará
la activación de caspasa-1, pro-IL-1β y pro-IL-18, y la secreción subsiguiente de citoquinas maduras. Según este esquema la simple
actuación del TLR no es suficiente para activar la caspasa-1. La señal secundaria —a través, por ejemplo, de receptores
purinérgicos (PXR) activados por ATP (por ej. liberado por plaquetas y otras células activadas), nigericina (un ionóforo de potasio),
maitotoxina (potente tóxico marino derivado de dinoflagelados) o aerolisina (toxina formadora de poros producida por
Aeromonas)— provoca perturbaciones iónicas transmembranares, específicamente eflujo de potasio. La merma de potasio
intracelular media el procesamiento de pro-IL-1β a través de la activación de fosfolipasa A2 independiente de calcio (iPLA2). El
estímulo incial de TLR (por ej. prestimulación por LPS) acelera el procesamiento de caspasa-1. Además, el cebo del LPS resulta en
la liberación de IL-1β, que se debe a la síntesis de novo del pro-IL-1β. Sin embargo, ASC (apoptosis-associated speck-like protein
containing a CARD), procaspasa-1 y pro-IL1β están constitutivamente presentes en grandes cantidades en los macrófagos, y no
requieren la estimulación por LPS.
Las «proteínas inhibidoras de apoptosis de la familia NLR» (NAIPS), las «proteínas que contienen
dominios NACHT (y asociados, NAD), LRR y pirina» (NALPS) y la «proteína que contiene factor
activador de la proteasa que procesa procaspasa» (IPAF), están involucradas en el proceso de
activación de caspasa-1; ello a través del ensamblaje de un complejo proteico citosólico
conocido como inflamasoma.
Se requiere caspasa-1, conocida como enzima conversora de IL-1 (ICE), para procesar y luego
secretar citoquinas proinflamatorias activas como IL-1 o IL-18.
La IL-33, una citoquina involucrada en generar una respuesta de tipo 2 por las células T helper,
requiere también caspasa-1 para su activación.
Caspasa-1 es la proteína efectora central del inflamasoma, y este actúa como un armazón
molecular para la activación de aquella.
Como ocurre con sus congéneres las caspasas 8 y 9, la procaspasa-1 recluta adaptadores
oligomerizados en complejos multiproteicos.
In vitro, el complejo está formado por la proteína adaptadora ASC y un NLR, junto con la
procaspasa-1; ello conforma el inflamasoma.
ASC codifica una proteína que contiene pirina (PYD) como dominio N-terminal y CARD en el C
terminal.
Como proteína adaptadora para el reclutamiento de otras proteínas que también contienen
ambos dominios, ASC tiene un papel central en el inflamasoma.
A través de interacciones homotípicas proteína-proteína con sus propios dominios PYD y CARD,
ACS actúa como un engarce directo —en ocasiones es necesaria la presencia de un adaptador
accesorio— entre el sensor NALP y la caspasa efectora.
En relación con la fisiopatología del sistema, debe recordarse que varios miembros de la familia
CATERPILLER están ligados genéticamente a conocidos trastornos inmunológicos.
El gen CARD15 —codifica Nod2— fue identificado como el primer gen de susceptibilidad para la
enfermedad de Crohn; enfermedad inflamatoria granulomatosa crónica intestinal que pudiera
deberse a una hiperrespuesta inapropiada a los organismos comensales que forman la
microflora de la mucosa intestinal, más que a la respuesta a un microorganismo patógeno
específico.
Junto a las familias TLR y NLR existe un grupo final —hasta ahora— de PRR citosólicos ocupados
en verificar ácidos nucleicos.
El primero de esos receptores fue el gen inducible por ácido retinoico-I (RIG1). Tales receptores
se denominan, colectivamente, receptores tipo RIG I (RLR). RIG-I y una proteína relacionada con
la diferenciación del melanoma (MDA-5) son PRR con dominios ARN-helicasa que detectan ARN
extraño en el citosol.
El sistema inmunológico innato también es capaz de reconocer ADN extraño; aunque esta
actividad es peor conocida, se ha identificado una proteína (DAI) comprometida con ello. Las
vías sensoras de ADN y ARN inducen la expresión de interferones tipo I y contribuyen a la
inducción de un estado antiviral.
La teoría prevalente ha sido que la sepsis —en principio, la situación generalizada grave que
puede complicar una infección— representa una respuesta inflamatoria descontrolada.
Lewis Thomas popularizó este punto de vista cuando escribió que «los microorganismos que nos
invaden son meros espectadores[…] Es nuestra respuesta a su presencia lo que desencadena la
enfermedad.
Nuestro arsenal para combatir a las bacterias es tan poderoso y dispone de tantos mecanismos
de defensa, que estamos más expuestos a sus efectos devastadores que a los propios
microbios».
La escena descrita por Thomas parece corroborarse, en parte, cuando tal resultado puede
desencadenarse por causas ajenas a la infección.
Sepsis (inducción por señales proinflamatorias exógenas) y SIRS (inducción por señales proinflamatorias endógenas), comparten
un camino común, de gravedad progresiva, que conduce a una situación de shock vasopléjico. El desenlace final, si la enfermedad
no logra controlarse, es un síndrome de fracaso multiorgánico, la causa más recuente de muerte en las unidades de cuidados
intensivos no coronarias.
La Declaración asumía que SIRS puede ser desencadenado por una infección local o
generalizada, trauma, quemadura o por un proceso inflamatorio estéril como una pancreatitis.
Se considera el diagnóstico de SIRS cuando el paciente tiene dos o más de los hallazgos clínicos
siguientes: temperatura corporal >38º C o <36º C; frecuencia cardiaca >90 m-1; hiperventilación
evidenciada por una frecuencia respiratoria >20 min-1 o una PaCO2 <32 mm Hg, y un recuento
leucocitario periférico de >12,000 células µL-1 o <4,000 µL-1.
Sepsis/ SIRS es un problema de primer orden, que significa la mayor causa de mortalidad en las
unidades de cuidados intensivos no coronarias.
Utilizando una variante del sistema TNM (Tumor, Nódulos o ganglios linfáticos y Metástasis)
aplicado en oncología, propuso una clasificación para sepsis/SIRS denominada PIRO:
predisposición (genética y epigenética), infección (características), respuesta (grado) y
(disfunción) orgánica.
Sepsis/SIRS es la casusa más frecuente de shock vasodilatador, y es la vía final común de las
situaciones de shock hipovolémico o cardiogénico cuando las causas originales no son
solucionadas con prontitud.
Cuando ocurre esto último, se denomina fase de «shock irreversible». En todas las formas de
shock vasodilatador se detectan concentraciones plasmáticas marcadamente elevadas de
catecolaminas y activado el sistema renina-angiotensina; ello indica que la causa de la
vasodilatación e hipotensión arterial se deben a la incapacidad del músculo liso arteriolar para
contraerse.
Para explicar este fallo se han apuntado varias hipótesis; entre ellas, la muerte de las células
vasculares debido a la hipotensión prolongada, inadecuada extracción de oxígeno por los tejidos
o una producción incrementada de prostaglandinas vasodilatadoras.
Respecto al papel de las prostaglandinas debe indicarse que la vasoparálisis no es activa sino
pasiva; incluso la situación de shock séptico/inflamatorio se denomina «vasopléjico».
Tres mecanismos han sido involucrados en este síndrome: activación de los canales de potasio
dependientes de ATP(canales KATP) en la membrana plasmática de los miocitos de la pared
vascular; activación de la forma inducible de la óxido nítrico sintasa (iNOS, inducible NO
synthase), y déficit de vasopresina.
El shock séptico/SIRS vasodilatador se debe a la activación inapropiada de mecanismos vasodilatadores y al fallo concomitante
de los mecanismos vasoconstrictores. La síntesis incontrolada de óxido nítrico (NO), al activar a la guanilato ciclasa soluble y
generar cGMP, causa desfosforilación de la miosina y vasodilatación subsecuente. Además, el NO y la acidosis metabólica
hiperlactacidémica activan los canales de potasio (KATP y KCa) en la membrana plasmática de los miocitos vasculares. La
hiperpolarización resultante de la membrana impide que el calcio, que media la vasoconstricción inducida por norepinefrina y
La vasoconstricción adecuada requiere que ligandos hormonales (por ej. angiotensina II) o
neurales (por ej. norepinefrina) interaccionen y activen receptores en la superficie de los
miocitos y, vía de segundos mensajeros, incrementen la concentración de calcio citosólico.
Este incremento resulta de la liberación de calcio por los almacenes intracelulares del catión y
de la entrada de calcio extracelular al citosol a través de los canales de calcio dependientes de
voltaje.
De manera opuesta, vasodilatadores como el péptido natriurético atrial y el óxido nítrico activan
una quinasa que, interaccionando con miosina fosfatasa, desfosforilan miosina y previenen la
contracción muscular.
El potencial de reposo de la membrana de las células musculares lisas vasculares oscila entre -
30 y -60 mV. La positivación del potencial (despolarización) abre los canales de calcio
dependientes de voltaje, incrementando la concentración de calcio citosólico e induciendo
vasoconstricción.
Al contrario, la hiperpolarización cierra esos canales e induce relajación. También, dado que la
vasoconstricción mantenida requiere la entrada de calcio extracelular, la hiperpolarización
impide la vasoconstricción aun en presencia de ligandos vasoconstrictores.
De los cuatro tipos conocidos de canales de potasio en la membrana plasmática de estas células,
el canal KATP es el mejor conocido por tener un papel crítico en la patogénesis del shock
vasopléjico.
La apertura de los canales KATP permite un eflujo de potasio, lo que hiperpolariza la membrana
e impide la entrada de calcio a la célula: la activación farmacológica (por ej. diazóxido) de los
canales KATP inhibe la vasoconstricción inducida por catecolaminas o por angiotensina II.
Péptido natriurético atrial, péptido relacionado con el gen calcitonina y adenosina pueden
activar canales KATP.
Ello ocurre en varios tipos celulares; entre otros, en los miocitos y en los endoteliocitos
vasculares.
La inducción de la expresión de iNOS se debe a la activación de NF-κB provocada por IL-1β, IL-6,
TNF-α, INF-γ y adenosina.
NO activa canales KCa por dos mecanismos: por nitrosilación directa del canal, y a través de la
activación de una proteína quinasa dependiente de cGMP.
Entre otros efectos, la vasopresina inactiva canales KATP en los miocitos vasculares; amortigua
el incremento, en esas mismas células, del cGMP inducido por NO, y disminuye la síntesis de
iNOS estimulada por citoquinas.
Aunque las citoquinas se consideran las principales culpables —«tormenta citoquínica»— del
shock séptico/SIRS, la compleja problemática de la situación deja abiertas innumerables
preguntas.
El conocimiento actual de las vías de señales celulares que median la respuesta a los microbios
ha demostrado que el concepto del bloqueo de la endotoxina, a efectos de prevenir las
complicaciones sépticas, es simplista.
El ejemplo paradigmático son los ratones C3H/HeJ, que son resistentes a endotoxina sobre la
base de una mutación en el gen TLR4, y sin embargo presentan mayor mortalidad a la inyección
de bacterias completas.
Una razón para el fracaso de la estrategia antiinflamatoria en pacientes con sepsis/SIRS puede
ser el cambio del síndrome con el tiempo. Inicialmente, el cuadro puede caracterizarse por una
tormenta citoquínica proinflamatoria; pero si la situación persiste, se produce un
desplazamiento hacia una situación inmunosupresora antiinflamatoria.
Las células CD4 T están programadas para secretar citoquinas con dos perfiles distintos y
antagónicos.
Pueden secretar citoquinas con propiedades inflamatorias (Th1) como TNF-α, IL-2 o INF-γ, o
citoquinas con propiedades antiinflamatorias (Th2) como IL-4 o IL-10.
Los factores que determinan si las células CD4T tendrán un comportamiento Th1 o Th2 se
desconocen con precisión, pero entre ellos destacan el tipo del patógeno, el tamaño del inóculo
o el sitio de infección.
Por su parte, las células mononucleares de pacientes con quemaduras extensas o con trauma
grave tienen reducidos los niveles de citoquinas Th1, pero incrementados los niveles de
citoquinas Th2, y la reversión de la respuesta Th2 mejora la supervivencia entre los pacientes
con sepsis/SIRS.
El equilibrio entre las respuesta proinflamatoria y antiinflamatoria depende de un complejo entramado de señales citoquínicas.
Los macrófagos responden a señales activadoras según patrones bien establecidos pero mal comprendidos. Un determinado
Anergia es un estado de indiferencia al antígeno. Las células T son anérgicas cuando no son
capaces de proliferar o de secretar citoquinas en respuesta a sus antígenos específicos.
Pacientes en shock séptico/ SIRS tienen niveles reducidos de células T circulantes, y sus células
T remanentes son hipo o anérgicas.
Por su parte, células apoptóticas —gran número de células epiteliales intestinales y linfocitos
mueren por apoptosis en tal situación— pueden provocar, al menos en parte, anergia o
respuesta Th2 inducidas por sepsis/ SIRS.
En el extremo opuesto a la anergia se sitúa el denominado síndrome de shock tóxico (Toxic shock
syndrome, TSS).
Los SAG puentean la presentación antigénica normal; ello, al acoplarse a las moléculas del MHC
de la clase II sobre la superficie de las células presentadoras de antígenos, y a regiones variables
específicas de la cadena beta del receptor antigénico de las células T.
A través de esta interacción, los SAG activan las células T que trasmiten órdenes de una
magnitud muy superior a las incitadas por la presentación antigénica normal, y que resultan en
una liberación masiva de citoquinas que, se cree, es responsable de la espectacularidad del TSS.
La autopsia de pacientes fallecidos por sepsis/SIRS descubre una pérdida masiva, por apoptosis,
de células inmunocompetentes, en especial de células B, células T CD4 y células dendríticas
foliculares, que disminuyeron la producción de anticuerpos, la activación de macrófagos y la
presentación antigénica, respectivamente.
Otros dos hallazgos constantes en las autopsias son necrosis centrolobulillar hepática junto con
necrosis focales cerebrales y miocárdicas, y la discordancia entre los hallazgos histopatológicos
y el síndrome responsable de la muerte de estos pacientes.
En resumen, la autopsia no revela porqué mueren los pacientes con sepsis/SIRS. La causa última
de la muerte en pacientes con sepsis/SIRS es el fracaso orgánico múltiple.
Por otro lado, los factores involucrados provocan un depósito generalizado de fibrina que causa
oclusión microvascular y extravasación, que comprometen aún más la oxigenación tisular, y
trastornos en la homeostasis microvascular que resultan de la producción de sustancias
vasoactivas como PAF, histamina y prostanoides.
Los infiltrados celulares, especialmente neutrófilos, dañan directamente los tejidos al liberar
enzimas lisosómicas y especies reactivas —radicales libres— derivadas del metabolismo del
oxígeno.
TNF-α y otras citoquinas incrementan la expresión de iNOS y la de su producto NO, que causa
mayor inestabilidad vascular y que puede contribuir a deprimir, de manera directa, el miocardio.
A parte de la hipoxia, las células pueden ser disóxicas —incapacidad de utilizar el oxígeno
disponible—, otra consecuencia del exceso de la producción de NO, que interfiere la respiración
mitocondrial.
En la situación de sepsis/SIRS se produce una liberación de factor tisular por monocitos y células
endoteliales que, tras activarse por micropartículas circulantes, dispara la producción de
trombina a través de la vía extrínseca de la coagulación.
Por otro lado, el Factor X activado puede actuar directamente sobre las células endoteliales
activando una vía no hemostática que utiliza EPR-1, que sinergia su efecto con la activación de
PAR1 endotelial por trombina, para forzar al endotelio a producir masivamente IL-6 y NO.
La proteína C (PC) es una serina-proteasa, dependiente de vitamina K que, tras ser activada
(activated-Protein C, aPC) por trombina complejada con trombomodulina, detiene el proceso de
coagulación inactivando los factores V y VIII activados.
Por otro lado, aPC utiliza el receptor EPCR como un correceptor de APR1 que, tras esta
interacción, induce señales antiinflamatorias que incitan la expresión de la inmunomoduladora
MCP-1 (Monocyte chemoattractant protein).
La interacción entre EPCR y APR1 impide a este último responder a trombina. Además, aPC
inhibe PAI-1. El factor V Leyden —una variante del factor Vde la coagulación— causa un cuadro
de hipercoagulabilidad por ser resistente a la aPC; por su parte, la administración de proteína C
en sepsis/SIRS ha demostrado resultados optimistas.
La pérdida de la homeostasis en sepsis/SIRS se debe a un predominio de los factores proinflamatorios y procoagulantes, sobre
los antiinflamatorios y fibrinolíticos. PAI-1: inhibidor del activador de plasminógeno-1; TAFI: inhibidor de fibrinolisis activada por
trombina (Thrombin-activable fibrinolysis inhibitor).
Sepsis/SIRS alteran el equilibrio homeostático normal entre mecanismos procoagulantes y anticoagulantes. Se produce una
secreción incrementada de factor tisular que es activado por micropartículas. El factor tisular activado activa, a su vez, al factor
VII. Los factores tisular y VII activados inician la vía extrínseca de la coagulación que provoca un aumento significativo de
producción de trombina, que genera fibrina a partir de fibrinógeno. Simultáneamente, incrementa la producción de inhibidor del
activador de plasminógeno-1 (PAI-1), que resulta en una disminución de la producción de plasmina y, con ello, un fracaso de los
mecanismos fibrinolíticos; la fibrina es convertida en productos de degradación (Fibrin degration products, FDP), de especial
significado en diagnóstico clínico del síndrome de coagulación intravascular diseminada. Sepsis/SRIS también causa una
disminución de la producción del anticoagulante natural proteína C, cuya activación (aPC) inhibe las vías extrínseca (inhibe al
factor VII activado) e intrínseca (inhibe al factor V activado), de la coagulación. La aPC también es un potente antitrómbico, a la
vez que inhibe PAI-1 y TAFI. Todo ello hace que la disminución de aPC tenga un importante efecto procoagulante, cuyo resultado
neto es la formación de depósitos de fibrina en el territorio microvascular, que provoca una alteración de la oxigenación tisular
y, finalmente, daño celular.
El síndrome DIC tiene un efecto dominó, al que siguen, secuencialmente o en paralelo, el fracaso
de otros órganos —síndrome de distrés respiratorio agudo; fracaso renal agudo; disfunción
gastrointestinal acompañada de hemorragia digestiva y translocación bacteriana, o insuficiencia
cardiaca— que agravan, progresivamente, el pronóstico de la situación.
Por su repercusión sobre todo el panorama descrito, junto con DIC, los disturbios endocrinos y
metabólicos en la sepsis tienen especial relevancia.
Durante la sepsis, no solo varía la cantidad de hormonas sino también el patrón de secreción.
La resistencia a la insulina es una de las características del paciente séptico, y parece que, en la
respuesta metabólica a la sepsis, se perturba el equilibrio entre insulina y sus hormonas
contrarreguladoras —cortisol, glucagón, hormona del crecimiento y catecolaminas—, que
estimulan la gluconeogénesis y la glicogenolisis hepáticas e inhiben la captación de glucosa
mediada por insulina.
En condiciones basales, el nivel de glucosa está regulado por la oferta hepática, siendo el
sustrato metabólico principal los ácidos grasos libres (Free-fatty acid, FFA).
Parece que durante la sepsis, uno de los problemas metabólicos principales es la incapacidad de
utilizar FFAcomo sustrato metabólico.
Los AA liberados al torrente circulatorio son captados por el hígado, que los utiliza para sintetizar
proteínas APR y como sustrato gluconeogénico, en competencia con enterocitos y
polimorfonucleares neutrófilos, que también utilizan glutamina como sustrato energético.
Los responsables del cuadro metabólico son IL-1, que induce un incremento indirecto de la
producción de cortisol tras provocar la liberación hipofisaria de ACTH, y TNF-α, que induce
directamente la liberación de cortisol por las glándulas suprarrenales.
Se conoce que existen receptores de FFA entre otros, en las células del sistema inmunológico.
Por otro lado, la hiperglicemia y la resistencia a la insulina afectan las funciones básicas de los
fagocitos, lo que podría acarrear consecuencias negativas sobre la función fagocítica en la sepsis.
El MIF es una citoquina reguladora que regula la función de los macrófagos y contrarresta los
efectos de los glucocorticoides sobre estas células.
MIF es secretado constitutivamente por la hipófisis anterior, por las células inmunocompetentes
en respuesta a los estímulos proinflamatorios y por las células β pancreáticas en respuesta a la
estimulación por glucosa actuando de manera autocrina para estimular la secreción de insulina.
Por último, la insulina tiene un efecto anticitoquínico, en especial respecto a TNF-αe IL-6, y TNF-
α e IL-1β están involucrados en el desarrollo de la resistencia a la insulina característica de la
sepsis.
Un nuevo ingredient que se considera en el MODS son las consecuencias crónicas del shock
séptico.
Pacientes que se han recuperado del MODS muestran, a los treinta días de dar por resuelta la
situación, una mortalidad del 30-50%; y algunos estudios señalan la persistencia de un riesgo
significativo de morir, durante, al menos, los ocho años siguientes del alta hospitalaria.
Ello parece significar que la inflamación generalizada y grave, que significa el cuadro de shock
inflamatorio, pone en marcha una respuesta inflamatoria, disregulada, que tiene consecuencias
a largo plazo respecto a la respuesta del huésped a otros retos.
Y desde el lado de las repercusiones a largo plazo de la inflamación, son abundantes y vienen de
lejos los datos que ligan hipercolesterinemia y aterogénesis, pero solo recientemente se ha
apreciado que son mecanismos inflamatorios los que acoplan ambos términos.
Por su parte, el espectro de enfermedades inflamatorias del sistema nervioso central se ha ido
expandiendo desde las enfermedades autoinmunes clásicas, como la esclerosis múltiple, a
aquellas en las que, como el Alzheimer, existe una respuesta inmune innata provocada por la
producción local de proteína-β amieloide, una proteína de la fase aguda de la respuesta
inflamatoria.
Y datos recientes apoyan el concepto de que la inflamación es un componente crítico de la
progresión tumoral.
«La vida es breve; la ciencia, extensa; la ocasión, fugaz; la experiencia, insegura; el juicio, difícil,
es preciso no sólo disponerse a hacer lo debido uno mismo, sino además [que colaboren] el
enfermo, los que le asisten, y las circunstancias externas», así comienzan los Aforismos
hipocráticos. Aplíquese a la inflamación.
La inflamación aguda constituye una respuesta natural, de carácter protector, que pretende
librar al organismo de la causa inicial de la lesión celular y de las consecuencias que esta provoca.
Luego de una lesión celular, comienza una cascada compleja de interacciones bioquímicas y
celulares, mediadas por la actividad de múltiples agentes químicos, que provocan cambios en la
microvasculatura, así como un aumento de leucocitos en la zona de la lesión, y finalmente los
signos de la respuesta inflamatoria aguda.
El presente trabajo tuvo como objetivo argumentar sobre los mecanismos que explican los
cambios vasculares, y el establecimiento de los signos de la respuesta inflamatoria aguda, con
un nivel de profundidad molecular.
Existen indicios de que desde tiempos inmemorables (año 3000 a.c.), aparecieron descritos
algunos signos de la inflamación.
No obstante, el primero en detallar los cuatro signos cardinales de la inflamación fue Celsus
(escritor romano del siglo I d.c.).
Luego Virchow añadió el quinto signo clínico; actualmente se pueden reconocer que los cinco
signos cardinales de la inflamación son: rubor, tumor, calor, dolor e impotencia funcional (signo
de Virchow).
Cohnheim (1839-1884) fue el primer investigador que utilizó el microscopio para observar vasos
sanguíneos inflamados en membranas finas y translúcidas, como el mesenterio y la lengua de la
rana.
Tras la observación de las alteraciones iniciales del flujo sanguíneo, el edema posterior al
incremento de la permeabilidad vascular, la migración leucocitaria, este autor realizó grandes e
insuperables contribuciones.
No obstante, al poco tiempo las investigaciones de Elie Metchnikoff y Paul Ehrlich demostraron
que tanto los factores celulares (fagocitos) como los factores séricos (anticuerpos) eran
imprescindibles para la defensa frente a microorganismos.
A estos nombres se debe añadir el de Sir Thomas Lewis, quien, mediante experimentos sencillos
sobre la respuesta inflamatoria de la piel, estableció el concepto de que diversas substancias
químicas inducidas localmente por el estímulo de una lesión, como la histamina, que son
factores mediadores de las alteraciones vasculares de la inflamación.
Son diversos los estímulos que pueden ocasionar una lesión tisular, ya sean de tipo exógenos o
endógenos.
Son estos los que pueden dar lugar a una compleja reacción en el tejido conectivo vascularizado
que se denomina, inflamación.
La inflamación crónica tiene una duración mayor y se caracteriza por la proliferación de vasos
sanguíneos, fibrosis y necrosis tisular.
Es de especial interés para los autores de la presente revisión explicar el por qué de los cambios
secundarios (contiguo a una lesión tisular) que tienen lugar en la respuesta inflamatoria aguda
(RIA), los cuales determinan los signos de la inflamación.
Teniendo en cuenta que las múltiples y complejas reacciones que tienen lugar en un área
inflamatoria (tejido conectivo vascularizado) son las desencadenantes finalmente de los signos
de la inflamaciónresulta conveniente preguntarse: ¿Cuáles son los elementos celulares y
moleculares implicados en la RIA, causantes de todos los acontecimientos de la inflamación?
Varios son los elementos implicados en la RIA, entre ellos consideraremos en nuestro trabajo
los siguientes: el plasma, células circulantes (neutrófilos, monocitos, eosinófilos, basófilos y
linfocitos), los vasos sanguíneos y los constituyentes celulares (mastocitos, fibroblastos y
macrófagos) y extracelulares (colágeno, elastina, glicoproteínas de adhesión como la
fibronectina, laminina, colágeno no fibrilar, tenascina, y proteoglicanos) del tejido conjuntivo;
además, la respuesta celular y vascular de la RIA están mediadas por factores químicos
provenientes del plasma o de las células que son activadas por el propio estimulo inflamatorio.
Las células y tejidos necróticos también pueden activar la formación de mediadores químicos.
DESARROLLO
Se conoce que la respuesta inflamatoria aguda (RIA) comprende una secuencia de eventos
importantes, así como los mecanismos estructurales y moleculares que están de base a estos
procesos; también se conoce que son los distintos mediadores químicos los que contribuyen a
que ocurran dichos eventos.
Los mediadores químicos fundamentales en la RIA, teniendo en cuenta que son la causa de los
acontecimientos, así como su origen y principales acciones, en nuestra opinión son los
siguientes. (Tabla 1).
ACONTECIMIENTOS VASCULARES
Vasodilatación Secundario a una lesión, sea cual sea su naturaleza, hay un período inconstante
y transitorio de vasoconstricción arteriolar; luego aparecen en el sitio dañado, determinadas
Es secretada en respuesta a lesiones de tipo físico, como los traumatismos, el frío o el calor; o
ante la presencia de agentes inflamatorios como son: moléculas del complemento (C3a, C5a),
proteínas lisosomales, interleucinas (IL) IL1, IL8.
Otro de los mediadores que pudieran aparecer en el sitio lesionado es el óxido nítrico (NO),
liberado en este caso por células endoteliales en respuesta al estímulo lesivo.
Después se produce una lentificación del flujo sanguíneo local, lo que ocurre por un aumento
progresivo de la permeabilidad vascular con extravasación de líquido y aumento de la viscosidad
sanguínea en los vasos de menor calibre, determinando el establecimiento del estado de estasis
vascular.
Los autores de la actual revisión creen conveniente aclarar que los eventos vasculares, así como
otros, no ocurren paso por paso, sino que se desarrollan colocándose uno sobre otro,
prácticamente de manera simultánea.
¿Cómo pueden ser vulneradas las bases morfológicas del endotelio durante una RIA?
Esta forma de filtración solo afecta a las vénulas.El proceso parece estar mediado por
mecanismos intracelulares agonistas, donde está implicada la fosforilación de proteínas
contráctiles de los endoteliocitos, que se conoce como respuesta inmediata.
La bradicinina (otro mediador) es liberada por la activación del sistema de las cininas; este
sistema genera péptidos vasoactivos a partir de proteínas plasmáticas denominadas
cininógenos y mediante proteasas específicas denominadas calicreínas; uno de estos
péptidos vasoactivos es la bradicinina, potente inductor del aumento de la
permeabilidad vascular, así como del dolor.
El sistema de las cininas es activado por el factor de Hageman (XII de la coagulación), el cual a
su vez es activado por la lesión en la pared vascular y expresión de cargas negativas
(colágeno y membrana basal).
Los leucotrienos (mediador lipídico) son productos del metabolismo del ácido araquidónico
(AA).
Ante estímulos mecánicos, químicos (factor activador de plaquetas, C5a) y físicos se activan las
fosfolipasas celulares, las que liberan al AA de su unión con la membrana.
Los metabolitos del AA (eicosanoides) son sintetizados mediante dos clases de enzimas:
ciclooxigenasas (obteniéndose prostaglandina y tromboxanos) y lipooxigenasas
(obteniéndose leucotrienos y lipoxinas).
Se conoce como respuesta tardía. La IL-1 y el TNF comparten muchas propiedades biológicas, y
son producidos por los macrófagos activados. Su secreción puede estar estimulada por
lesiones físicas, endotoxinas, inmunocomplejos y toxinas.
Puede producirse en heridas severas, como quemaduras, o por la acción tóxica de microbios que
afectan directamente el endotelio.
Los PMN que se adhieren a las células endoteliales también pueden dañarlas. En este caso, la
pérdida de líquido continúa hasta que se forma un trombo o se repara el daño. Se
conoce como respuesta inmediata prolongada.
5. Lesión endotelial mediada por leucocitos: los leucocitos adheridos al endotelio liberan
formas tóxicas de oxígeno y de enzimas proteolíticas que terminan por dañar al
endotelio, con el consiguiente aumento de la permeabilidad.
Los leucocitos fagocitan a los patógenos, destruyen a las bacterias y a los microorganismos, y
degradan el tejido necrótico, pero también pueden prolongar la lesión tisular al liberar enzimas,
mediadores químicos y especies reactivas del oxígeno (radicales libres de oxígeno, RLO).
La secuencia de eventos que se producen desde que los leucocitos salen de la luz vascular hasta
que alcanzan el tejido intersticial (extravasación) se pueden dividir en:
Cuando el flujo de las vénulas es normal, los leucocitos se desplazan a las paredes del vaso
porque disminuyen las fuerzas de cizallamiento (debido al incremento de la permeabilidad
vascular); este proceso de acumulación se denomina marginación.
Luego atraviesan la membrana basal y salen al espacio extravascular, este último mecanismo se
denomina diapedesis.
1. Selectinas: presentan una region N-terminal extracelular relacionada con las lectinas
fijadoras de azúcares, se encuentra la E-selectina (confinada al endotelio), la P-selectina
(presente en el endotelio y las plaquetas), y la L-selectina (en leucocitos). Se unen a las
formas sialiladas de los oligosacáridos, que a su vez están unidos de forma covalente
con glicoproteínas de tipo mucina.
2. Inmunoglobulinas: ICAM-1 (molécula de adhesión intercelular tipo 1) y VCAM-1
(molécula de adhesión vascular tipo 1); ambas son de adhesión endotelial e interactúan
con las integrinas de los leucocitos.
3. Integrinas: glicoproteínas de adhesión transmembrana. Los principales receptores de
tipo integrinas son: para la ICAM-1 las beta integrinas (LFA-1 y MAC-1; para la VCAM-1
las integrinas α4 β1 (VLA-4) y α4β7.
El PAF es un mediador químico derivado de los fosfolípidos. Desde el punto de vista químico es
una acetil-gliceril-eter-fosforilcolina.
La E-selectina, que no existe normalmente en el endotelio, es inducida por la IL-1 y TNF, y actúa
como mediador de la adhesión de neutrófilos, monocitos y ciertos linfocitos al unirse a
sus receptores. Estas citoquinas también activan a las ICAM-1 y VCAM-1.
Los agentes principales que causan esta activación leucocitaria son las quimiocinas, elaboradas
por el endotelio o por otras células que proceden de la zona de lesión.
El estado de activación de los distintos leucocitos puede influir sobre la capacidad de adhesión
de ellos, ya que utilizan moléculas diferentes.
Se hace necesario hacer un breve resumen del íntimo y estrecho contacto del sistema de la
coagulación con el proceso inflamatorio agudo, así como de la importancia de dicho proceso.
También resulta clave aclarar que se hará referencia a lo enfatizado en el nuevo modelo de la
coagulación, o teoría celular de la coagulación.
En la actualidad, el factor VII junto a su cofactor (el factor tisular) se les considera la piedra
angular de la activación de los procesos coagulatorios.
El factor tisular es una proteína de membrana presente de manera abundante en las células que
rodean el lecho vascular, sobre todo fibroblastos y músculo liso; es el único factor de la
coagulación que normalmente no está presente en la sangre.
La mayor parte del factor VII se encuentra en la sangre en forma de cimógeno y solo un 1 %
circula de manera activa, su principal activador es el factor X.
El nuevo modelo de la coagulación manifiesta que esta ocurre en tres fases: iniciación,
amplificación y propagación.
La primera fase, la de iniciación, ocurre en las células portadoras de factor tisular (subendotelial);
en la fase de amplificación, el sistema se prepara para la producción a gran escala de trombina
y finalmente la tercera fase; de propagación, ocurre en la superficie plaquetaria y resulta en la
producción de grandes cantidades de trombina.
Dos componentes específicos del sistema de la coagulación activado actúan como enlaces entre
la coagulación y la inflamación:
Representa el primer factor de la vía final común en el modelo antiguo de la hemostasia y tiene,
de la misma manera, dos fuentes potenciales de activación: el complejo factor VIIa/FT y
el complejo IXa/VIIIa.
Esta proteasa de la coagulación, al unirse al receptor efector de la proteasa celular-1, actúa como
un mediado, de la RIA, causando un aumento de la permeabilidad vascular y de la
exudación leucocitaria.
La principal función de la plasmina es lisar las hebras de fibrina; pero en cuanto a la inflamación,
la plasmina fragmenta el C3, obteniéndose productos fragmentados de C3 que se suman
a los productos de degradación de la fibrina, todos estos elementos resultantes pueden
tener propiedades de inducción de la permeabilidad.
Quimiotaxis
Todos los leucocitos responden en mayor o menor medida a los estímulos quimiotácticos.
Los factores quimiotácticos lo podemos dividir en: exógenos y endógenos. Los agentes exógenos
son generalmente los productos bacterianos (péptidos que poseen un aminoácido terminal N-
formil-metionina y otros de naturaleza lipídica).
El complemento puede ser activado por dos vías: la vía clásica y la alternativa; la primera
comienza con la fragmentación del C3 (proteína del C’) mediada por la unión de un
complejo antígeno-anticuerpo al C1 (proteína del C’); la vía alternativa consiste en la
activación del C3 directamente por las superficies de microorganismos, polisacáridos
complejos y endotoxinas, aunque mediado por un grupo específico de componentes
séricos denominado sistema de properdina.
Dentro de estas se pueden mencionar a la IL-8 (de la clase C-X-C), que actúa fundamentalmente
sobre los neutrófilos, es secretada por macrófagos activados, endoteliocitos y otros
tipos celulares; y su secreción es inducida por otras citocinas (IL-1 y TNF-α).
Las quimiocinas de clase C-C (proteína de atracción de monocitos, eotaxina proteína
inflamatoria de macrófagos tipo 1 α) producen atracción sobre monocitos, eosinófilos,
basófilos y linfocitos, pero no sobre neutrófilos.
Las quimiocinas de clase C (linfotactina) son relativamente específicas de los linfocitos). Las
quimiocinas de clase CX3C, como la fractalcina, puede actuar como agente
quimiotáctico o molécula de adhesión.
Estos receptores contienen siete asas transmembrana, por lo que se conocen como receptores
serpentina.
Habitualmente los leucocitos expresan más de un tipo de estos receptores.
Las respuestas a estas preguntas están estrechamente relacionadas con la puesta en marcha de
mecanismos de segundos mensajeros, protagonistas de los acontecimientos bioquímicos de la
activación leucocitaria.
Los eventos contráctiles están controlados por el efecto de los iones calcio y del fosfoinositol
sobre distintas proteínas reguladoras de la actina (gelsolina, filamina, calmodulina y profilina).
¿Cómo diferencia el leucocito un factor quimiotáctico endógeno, de uno procedente del agente
causante de la lesión, con el fin de dirigirse al sitio del estímulo original?
La migración y posición de los leucocitos están determinadas por el patrón de receptores que
expresen para las sustancias de atracción y por la secuencia de gradientes de quimiocinas que
se encuentren.
Además, los factores quimiotácticos provenientes del sitio de la lesión anulan a los gradientes
derivados del huésped.
Muchos factores quimiotácticos pueden inducir también otras respuestas en los leucocitos.
Estas respuestas también pueden ser generadas por la fagocitosis y por los complejos antígeno-
anticuerpos:
FAGOCITOSIS
La fagocitosis y la liberación de enzimas por los neutrófilos y macrófagos constituyen dos de los
principales efectos beneficiosos de la acumulación de leucocitos en el foco inflamatorio.
1. Reconocimiento y fijación del agente inflamatorio: los agentes son reconocidos cuando
están cubiertos de opsoninas que se unen directamente a receptores de leucocitos. Las
opsoninas más importantes son: el fragmento Fc de la inmunoglobulina G (IgG), el C3b
(generado por la activación del complemento), y proteínas plasmáticas de fijación de
Los receptores leucocitarios son: el FcγR (que reconocen el fragmento Fc de la IgG); los
receptores del complemento 1, 2 y 3, que interactúan con el C3b, y los receptores C1q
(que se unen a las colectinas).
2. Englobamiento de la partícula: la fijación de la partícula opsonizada al receptor FCγR es
suficiente para poner en marcha el englobamiento, este proceso es intensificado por la
presencia adicional de receptores del complemento, aunque la unión aislada a estos
receptores requiere su activación, por parte de la fibronectina y laminina extracelular
para dar comienzo a un correcto englobamiento.
Mecanismos oxidativos:
Cuando un fagocito actúa sobre un cuerpo extraño, como en el caso de una bacteria, su consumo
de oxígeno aumenta, así como la glucogenólisis.
Los radicales libres son especies químicas con un solo electrón en su órbita externa no
emparejado.
Los compuestos de oxígeno son tóxicos, tanto para el agente patógeno como para la propia
célula, por lo cual se retienen en compartimentos intracelulares.
Estas especies químicas pueden combinarse con el NO para formar productos intermedios
reactivos del nitrógeno.
2. El segundo tipo, implica el uso de la enzima mieloperoxidasa (MPO), presente en los
gránulos de los neutrófilos.
El hipoclorito es extremadamente tóxico para las bacterias, pues las destruye por halogenación
(el haluro se une de forma covalente a los constituyentes celulares) o por la oxidación
de proteínas y lípidos (peroxidación lipídica).
La mieloperoxidasa contiene un pigmento hemo, que hace que las secreciones ricas en
neutrófilos, como el pus y los esputos infectados, sean de color verde. Finalmente los
microorganismos muertos son degradados más tarde por la acción de hidrolasas
lisosomales.
● La ceruloplasmina, que es una proteína sérica fijadora del cobre (metal de transición
que dona y acepta electrones, contribuyendo con la formación de radicales)
● La transferrina, la enzima superóxido dismutasa, la enzima catalasa (que destoxifica el
H2O2 ),
● La enzima glutatión peroxidasa.
La intensidad y las consecuencias de las potentes acciones bactericidas de los radicales libres
derivados del oxígeno en una reacción inflamatoria estarán determinadas por el equilibrio entre
la producción de dichas especies químicas, y el papel que desempeñen los sistemas o
mecanismos dirigidos a su inactivación.
● El primero utiliza proteínas con carga eléctrica que dañan la membrana bacteriana.
● El segundo utiliza lisozimas, estas enzimas destruyen la pared celular bacteriana.
● El tercero utiliza lactoferrinas presentes en los gránulos de los neutrófilos, que extraen
el hierro del medio, metal que es esencial para las bacterias.
● El cuarto tipo utiliza proteasas y enzimas hidrolíticas, que actúan digiriendo las proteínas
de bacterias destruidas.
La fuente de la sustancia puede ser linfocitos T CD4+ , linfocitos T CD8+ , células NK, linfocitos B,
linfocitos TNK, monocitos, macrófagos o células dendríticas.
El óxido nítrico es liberado por el macrófago y, debido a su toxicidad, mata a los microbios
situados cerca del macrófago.
Los macrófagos activados producen y secretan factores de necrosis tumoral. Esta citoquina mata
las células tumorales y a las infectadas por virus, y ayuda a activar al resto de células del sistema
inmunitario.
Con los elementos hasta aquí tratados, se hace necesario explicar cómo conciertan los
diferentes actores químicos y celulares en la aparición de los signos clínicos de la respuesta
inflamatoria aguda:
● Rubor: este signo se constata en la mayoría de los tejidos inflamados cuando son
accesibles a la inspección y no se interponen pigmentos (v.gr. melanina), y es debido
principalmente a las variaciones del flujo sanguíneo local: vasodilatación arteriolar con
el consiguiente aumento del flujo sanguíneo local (hiperemia) y en menor medida a la
hemoconcentración (que deriva del aumento de la permeabilidad del endotelio) y la
congestión venosa consecuente; todos estos procesos conducen a un mayor recuento
de hematíes por volumen plasmático en el área inflamada, lo que le imprime un tono
rojo que varía desde rosado hasta tonalidades violáceas en función de variables como
el tiempo de evolución, la extensión, el sitio anatómico, etc.
Esta actúa uniéndose a receptores H1 del músculo liso arteriolar y del endotelio vascular
provocando respectivamente relajación de las fibras lisas y aumento de la
permeabilidad.
Leucotrienos C4 , D4 , E4, estos son derivados del ácido araquidónico por la vía de las 5-
lipoxigenasa y químicamente se diferencian de otros leucotrienos (ej: LTB4 ) por la
presencia de cisteína.
La bradicinina parece ser la más dolorosa de las sustancias, podría ser el mediador más capaz de
causar el tipo de dolor propio de una lesión tisular.
Otro de los mediadores implicados en la génesis del dolor es la sustancia P, que al parecer es
secretada por las fibras nerviosas amielínicas tipo C (transmisoras del dolor de tipo lento
o quemante) a nivel de la medula espinal.
También algunas prostaglandinas (PG), como la PGE2 (producto del metabolismo del AA por
medio de la ciclooxigenasa), son causantes del dolor, la PGE2 es hiperalgésica debido a
que hace que la piel presente hipersensibilidad frente a los estímulos dolorosos.
Además, la intensidad con que se percibe el dolor guarda correlación con el aumento local de la
concentración de iones potasio (K); y las enzimas proteolíticas pueden atacar
directamente las terminaciones nerviosas y causar dolor, al alterar la permeabilidad
iónica de sus membranas.
● La impotencia funcional: fue incluida por Virchow como quinto signo de la inflamación
y es importante aclarar que no solo se evidencia, por ejemplo, en la dificultad o
imposibilidad para movilizar una extremidad lesionada durante una lesión ósea,
(fenómeno inducido casi completamente por la respuesta subcortical ante el dolor), sino
que incluye la pérdida o la pérdida funcional de cualquier órgano en que se produce una
respuesta inflamatoria (ejemplo: disfunción intestinal en la enterocolitis, defecto motor
debido a un absceso cerebral, etc.) por tanto, no es el dolor y la reacción primaria del
organismo a él, quien explica en toda su amplitud este signo inflamatorio, pues puede
aparecer impotencia funcional durante la respuesta inflamatoria sin constatarse ese
otro signo (v.gr. el propio absceso cerebral puede conducir a la pérdida de la función de
un sitio cortical determinado digamos, la corteza motora, sin que exista en el proceso
manifestación álgica).
La destrucción tisular se erige pues, a juicio de los autores del presente trabajo, como la principal
causante de la impotencia funcional referida por Virchow como parte de la respuesta
Dentro de los mediadores químicos que producen tal daño tisular se encuentran las enzimas
lisosomales del neutrófilo y macrófago, dentro de ellas colagenasa, elastasa, lisozima,
histaminasa, fosfatasa alcalina, hidrolasas, etc.
Productos del oxígeno altamente reactivos (radicales libres): forman parte del arsenal con que
cuentan macrófagos, neutrófilos, linfocitos y otros grupos celulares para combatir
gérmenes lesivos, al liberarse durante procesos como la fagocitosis frustrada (forma
incompleta de fagocitosis en que se liberan al medio contenido de lisosomas y
peroxisomas) producen lesión en el medio a partir de la peroxidación lipídica de las
membranas, alteraciones en la estructura proteica y daño a los ácidos nucleicos.
El óxido nítrico en exceso también funge como causante de lesión tisular, por mecanismos
todavía no bien dilucidados aunque se alude a la existencia de derivados suyos capaces
de interactuar con los productos de oxígeno reactivo.
Las citocinas desempeñan un papel clave en la génesis de la fiebre. La IL-1, que es producida y
liberada a la circulación en respuesta a agentes infeccioso o reacciones tóxicas e
inmunológicas, así como la IL-6 (cuya producción puede ser inducida por la IL-1) y el TNF-
α y los interferones pueden causar fiebre, actuando como pirógenos endógenos
primarios.
Estas citocinas envían señales al cerebro para causar fiebre de las siguientes maneras:
- Pueden penetrar en el cerebro a través de las porciones carentes de barrera
hematoencefálica (áreas específicas de las superficies de los ventrículos cerebrales).
- Pueden atravesar la barrera hematoencefálica mediante mecanismos de
transporte.
- Transmiten señales al cerebro por medio del nervio vago.
- Pueden activar la vasculatura cerebral estimulando la liberación de mediadores
como las PGE, el NO o la IL-1β; estos actúan sobre células cerebrales directamente.
En RIA leves, en que los niveles de citocinas son bajos, la señal de estas puede ser transmitida
por el nervio vago. Sin embargo, en sepsis más importantes los niveles de citocinas son más
elevados, y es más importante la ruta vascular para la activación cerebral.
Estas citocinas, sea cual sea la vía, actúan específicamente sobre el hipotálamo anterior, desde
aquí se envían señales a hipotálamo posterior, donde se producen prostaglandinas específicas,
luego estas actúan sobre el centro vasomotor en el tronco encefálico, específicamente sobre el
área vasoconstrictora simpática encargada de la vasoconstricción cutánea; así hay un paso de
CONCLUSIONES
Luego de exponer los conocimientos actuales sobre los mecanismos bioquímicos y celulares que
propician el establecimiento de las principales características de la RIA, se puede enunciar que:
INTRODUCCION Y CONCEPTOS
El dolor es definido como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una
lesión tisular real o potencial”.
El dolor nociceptivo y el dolor neuropático representan los dos extremos de una sucesión de
eventos que se integran a nivel del sistema nervioso.
Estos cambios suelen ser temporales; pero si en algunos casos se hacen persistentes, alteran la
integración de la información dolorosa, perdiéndose toda relación equilibrada entre lesión y
dolor.
NEUROANATOMIA:
● NOCICEPTORES:
Los nociceptores son un grupo especial de receptores sensoriales capaces de diferencias entre
estímulos inocuos y nocivos. Son terminaciones periféricas de las fibras aferentes
sensoriales primarias.
Reciben y transforman los estímulos locales en potenciales de acción que son transmitidos a
través de las fibras aferentes sensoriales primarias hacia el SNC. El umbral de dolor de
estos receptores no es constante y depende del tejido donde se encuentren.
Se distinguen 3 tipos de nociceptores:
- NOCICEPTORES CUTÁNEOS:
Presentan un alto umbral de estimulación y sólo se activan ante estímulos intensos y no
tienen actividad en ausencia de estímulo nocivo.
Existen de 2 tipos:
Nociceptores A- δ situados en la dermis y epidermis. Son fibras mielínicas con
velocidades de conducción alta y sólo responden a estímulos mecánicos.
Nociceptores C amielínicos, con velocidades de conducción lenta. Se sitúan en la
dermis y responden a estímulos de tipo mecánico, químico y térmico, y a las
sustancias liberadas de daño tisular.
- NOCICEPTORES MÚSCULO-ARTICULARES:
En el músculo, los nociceptores A- δ responden a contracciones mantenidas del músculo, y
los de tipo C, responden a la presión, calor, e isquemia muscular.
Las fibras A- δ cutáneas terminan fundamentalmente en las láminas I y V, y las fibras tipo C
terminan en la lámina II (sustancia gelatinosa), y en menor proporción en la lámina I y III. Las
fibras procedentes de los nociceptores musculares y articulares sinapsan en las láminas I, V yVI,
y los nociceptores viscerales de tipo C, en las láminas I, V, y X.
VIAS ASCENDENTES:
Una gran proporción de las neuronas nociceptivas de la médula espinal envía sus axones a
centros supraespinales, bulbares y talámicos: el complejo medular reticular, el complejo
reticular mesencefálico, la sustancia gris periacueductal, y el núcleo ventroposterolateral del
tálamo.
- Espinotalámico
- Espinoreticular
- Espinomesencefálico
Además establecen conexiones con neuronas ventrolaterales medulares, y con la porción caudal
del tracto solitario, zonas implicadas en la regulación cardiorrespiratoria.
Las neuronas de las láminas profundas del asta posterior proyectan fundamentalmente hacia el
área reticular del mesencéfalo y otras áreas implicadas en respuestas motoras y
somatosensoriales.
MECANISMOS TALAMO-CORTICALES:
Los mecanismos inhibitorios mejor identificados son los que se encuentran en el asta dorsal
medular, estando constituidos por neuronas intrínsecas espinales inhibitorias y por fibras
descendentes de origen supraespinal.
NEUROQUIMICA:
Estos sistemas están formados por transmisores y receptores capaces de disminuir la liberación
de transmisores excitatorios y la excitabilidad neuronal.
● Los opioides
● El α adrenérgico
● El colinérgico
● El gabérgico
Estos sistemas se activan a la vez por el estímulo doloroso y parecen actuar sinérgicamente con
el sistema excitatorio.
● H+
● Serotonina
● Glutamato EXCITACION
● GABA-A
TIPO I ● GABA-B
● Opioides
● Adenosina INHIBICIÓN
● α2adrenérgico
● Somatostatina PRESINAPTICA
● Bradicinina
● Histamina
TIPO II ● Eicosanoides EXCITACIÓN/
● PGE2
● Serotonina SENSIBILIZACION
En relación a la estimulación del receptor presináptico hay que distinguir dos situaciones:
Además de estos mediadores, a nivel periférico, se han identificado sistemas inhibitorios que
participan en la modulación del proceso nociceptivo.
En la periferia, los receptores opioides están localizados en las fibras sensoriales y simpáticas de
diferentes estructuras y en células inmunes, que posiblemente expresan genes que codifican
βendorfinas y encefalinas.
La información nociceptiva que alcanza la médula espinal sufre, antes de ser transmitida a
centros superiores, una modulación inhibitoria mediante sistemas de control segmentarios
(circuitos intrínsecos espinales) y vías descendentes bulboespinales.
Luego, esta información ya procesada, alcanza centros superiores donde induce respuestas
vegetativas, motoras y emocionales, y además se hace consciente (aparece el dolor).
Este estímulo no es capaz de activar los canales del receptor NMDA que se mantiene en reposo
debido a un bloqueo magnesio dependiente.
La percepción del dolor crónico está asociada a cambios genotípicos y fenotípicos expresados
en todos los niveles de la transmisión nociceptiva y que alteran la modulación del dolor a favor
de la hiperalgesia.
2. CAMBIO EN EL FENOTIPO DE LAS FIBRAS AFERENTES PRIMARIAS: Las fibras gruesas Aβ,
comienzan a expresar neuropéptidos excitadores ( sustancia P y CGPR).
De esta manera, los estímulos de baja intensidad que activan estas fibras pueden favorecer la
liberación de estos neuropéptidos en el asta dorsal medular y producir una
hiperexcitabilidad ante estímulos nociceptivos.
Así pues, las catacolaminas liberadas localmente o en la circulación, pueden estimular estas
fibras y promover el mantenimiento o autoperpetuación de la sensación dolorosa.
Las fibras Aβ se activarán con mayor facilidad por estímulos de bajo umbral no necesariamente
nociceptivos.
Desde un punto de vista clínico, el sistema somatosensorial alerta al individuo frente a un daño
real o potencial.
Sin embargo, tras una lesión periférica, se inducen cambios en el procesamiento del estímulo
nociceptivo que pueden desencadenar:
Todos estos fenómenos pueden persistir aunque haya desaparecido la lesión periférica.
Desde su propio nacimiento, la humanidad viene luchando contra el dolor. Este compañero
innato de la vida, que la acompaña desde el origen –tal como legitima la bíblica frase “Parirás
con dolor”– también fue definido con cierta poesía por Albert Schweitzer que lo llamó “el más
terrible de los Señores de la Humanidad”. Tan antiguo es su tratamiento que en “La Odisea”,
Homero describe acerca de un medicamento que “tomado con el vino producía el absoluto
olvido de las penas”. Plinio el Viejo especuló que esa droga debía ser la borraja (Borago
officinalis), planta medicinal con larga trayectoria en estos usos.
INTRODUCCIÓN
El dolor y enfermedad han sido un binomio lacerante que ha acompañado al hombre a lo largo
de toda su historia. Anestesia y analgesia son ciencias tan antiguas como la propia humanidad.
Etimológicamente “pain”, en inglés, deriva de “poena” en latín, que significa “castigo” y
“paciente” deriva del latín “patior”: el que aguanta o soporta sufrimiento o dolor.
CRONOLOGÍA
Delimitar el estudio del dolor y su tratamiento empírico del científico resulta bastante difícil, no
obstante gracias a los adelantos en ciencias como la fisiología, la química y la física podemos
situar al siglo XVIII como el gran punto de inflexión.
Civilizaciones antiguas
—Primitiva: El hombre primitivo creía que el dolor estaba localizado en el cuerpo y que lo
causaban demonios, humores malignos o espíritus de muertos que entraban en el cuerpo a
través de orificios. Por tanto tapaban o sacaban por ellos a los espíritus malignos.
El hombre del Neolítico hace más de 9.000 años atacaba el dolor desde el aspecto físico, con
plantas, sangre de animales, así como frío y calor. Desde el punto de vista psíquico mediante
ritos mágicos, hechizos y comunicación con dioses.
—Sumeria: Los sumerios, en el año 4000 a.C., empleaban el hulgil o planta de la alegría, como
llamaban a la adormidera. Esta es la primera referencia histórica que poseemos del uso de opio.
—Periodo mesopotámico: De las primeras reseñas históricas de las que disponemos nos hacen
retroceder unos 3.000 años a.C. a la civilización mesopotámica (actualmente Iraq) donde
Decían oraciones para conseguir el perdón de los dioses, a la vez que empezaban a utilizar hojas
de mirto. Hoy en día, se tiene conocimiento de sus propiedades analgésicas por contener
precursores del ácido acetilsalicílico. El dolor se consideraba como castigo divino. Los
tratamientos médico-quirúrgicos y honorarios médicos estaban regidos por el Código de
Hammurabi.
—Siria: Los asirios realizaban circuncisiones con una “peculiar técnica anestésica” consistente
en la compresión bilateral de las arterias carótidas a nivel del cuello para producir una isquemia
cerebral y la aparición de un estado comatoso (pérdida de consciencia) lo cual era aprovechado
para la cirugía y alivio del dolor.
—Antiguo Egipto: El dolor era percibido para esta sociedad, como un castigo de los dioses
Sekhament y Seth. Consideraban el orificio nasal izquierdo y los oídos como las vías de entrada
de la enfermedad y de la muerte, con lo que el tratamiento obvio era purgar dicho “dolor” a
través de esas vías.
No obstante, existen pruebas donde reflejan el uso de plantas para la curación del “mal”, el
Papiro de Ebers (1550 a.C.), describe con gran detalle el empleo del opio como tratamiento para
las cefaleas del dios Ra.
Las civilizaciones del antiguo Egipto (1000-1500 a.C.) comenzaron a usar narcóticos vegetales,
como adormidera, mandrágora y el cannabis (hachís) (Papiro de Hearst) que se cultivaban en
India y Persia.
Administraban a sus hijos adormidera mezclada con una pasta de insectos y cebada para poder
dormir durante la noche. Esta “mágica” planta, paradójicamente es hoy en día bien reconocida
hasta por los más jóvenes seguidores de la saga de “Harry Potter”.
—Indígenas americanos: Durante los años 400-700 a.C. los incas peruanos tenían la creencia de
que la hoja de coca representaba un regalo de Manco Capac, hijo del dios del Sol, en
compensación por todo el sufrimiento humano.
Este regalo producía “satisfacción al hambriento, vigor al cansado y olvido de las miserias al
desdichado”. Empaquetaban las hojas en forma de bola llamada “cocada”. Las cocadas eran
vertidas sobre la herida quirúrgica, mezcladas con cal o ceniza y saliva del cirujano, para producir
analgesia.
• Entre los matacos (Argentina), por ejemplo, para ser curandero, hechicero, hombre
médico, era necesario ser viejo y feo.
• Entre los pampas, los que tenían condición de afeminados, se les iniciaba desde niños
en las prácticas curandiles, porque los creían poseídos por los demonios.
• Los patagones y guaraníes (Paraguay) usaban hierbas curativas, flebotomías y sangrías.
Para disminuir el dolor, efectuaban la operación denominada “catatun”, que consistía
en tomar entre dos dedos la parte saliente de la piel del enfermo, levantarla cuanto
podían y pasar un cuchillo de una a otra parte, dejándola sangrar un poco.
• Los araucanos (Chile) empleaban para la anestesia las flores de la maya o Datura ferox,
cuyo principio activo es la escopolamina acompañada de cantidades menores de
hiosciamina y atropina. Es sorprendente que una medicación parecida (morfina y
escopolamina) es usada hoy en día como premedicación parenteral en nuestros
hospitales.
• Los mayas (México) daban estramonio (que contiene diversos alcaloides del tipo de la
atropina y de la escopolamina) a mujeres como “anestésico en el acto del parto, para
paliar el dolor”. La cultura maya promulgaba el dolor como sinónimo de muerte: “Dicen
que el dolor, es el hijo del aire y de la tierra, que son elementos indispensables para la
vida, dicen que se viste con amplios ropajes blancos y emblade un puñal, y que se
hermana con aquella que viste de negro y siempre lleva una guadaña. Parece, pues, que
el dolor es el compañero inseparable de la muerte, la constatación y la prueba del
sufrimiento último, que paradójicamente es el cese de todas las emociones”.
—India: El budismo del siglo V a.C. planteaba el dolor como una frustración de los deseos y, por
tanto, lo localizaban en el alma. En su primer sermón pronunciado en el jardín de las gacelas en
Benares (India), Siddharta Sakia Muni Gautama (Buda), quien nació probablemente en el 556 a.
C. en Kapilavtsu, Himalaya, actual Nepal, anuncio su doctrina, la buena ley para que los hombres
puedan liberarse y alcanzar la salvación: las cuatro nobles verdades y el camino de los ocho
pasos que constituyen la esencia de la doctrina budista.
Buda a los 35 años reconoce en el mal (el dolor) la causa de todos los sufrimientos. La primera
de las cuatro verdades dice: “El dolor es universal. Nadie puede liberarse de él, desde el
nacimiento hasta la muerte”. Es importante recalcar que los hindúes y budistas fueron los
primeros en señalar la importancia del componente psicológico del dolor, aunque de manera
sobredimensionada.
Paralelamente en el tiempo, el médico indio Charaka en el año 100 a.C. reflejaba la farmacopea
india en tres grupos; el “mantras” (formulaciones mágicas y actos religiosos), el segundo
compuesto de dietas y alimentación, y finalmente un tercer grupo que era la curación de la
mente eliminando la causa que producía dolor.
—Grecia: En la Grecia antigua, personas afectadas por dolor se iban a dormir a los templos de
Esculapio, dios de la medicina, donde los sacerdotes les administraban pociones, vendajes y
energías místicas (opio).
Se levantaron multitud de templos para este fin. Los druidas utilizaban la reina de los prados,
Filipéndula ulmaria, que posee precursores del ácido acetilsalicílico.
Existen evidencias arqueológicas del consumo de semillas de opio durante las guerras troyanas
(1200 a.C.) por los ejércitos griegos. La primera piedra organicista de dolor la pusieron algunos
sabios griegos, quienes defendieron la tesis de que el cerebro era el órgano regulador de las
sensaciones y dolor.
Otro gran grupo, encabezado por Aristóteles, defendía la teoría de que el dolor viajaba a través
de la piel, por la sangre hasta el corazón.
• 460-377 a.C. Hipócrates, gran físico griego, planteaba el dolor como una alteración del
equilibrio normal del organismo, que yacía en el corazón. Para combatirlo hacia uso de
la “spongia somnifera” (esponja soporífera), una esponja de mar impregnada con una
preparación de opio, beleño (actualmente llamada escopolamina) y mandrágora.
Hipócrates decía que, una vez reconocida la lesión, el cirujano debía “preparar
adecuadamente el campo, colocarse en un lugar bien iluminado, tener las uñas cortas y
ser hábil en el manejo de los dedos, sobre todo el índice y el pulgar”.
Esta “técnica anestésica inhalatoria“ se utilizó durante muchos siglos cayendo en desuso a
mediados del siglo XVI. El mismo Hipócrates describe el uso de la corteza del sauce
blanco, precursor del ácido acetilsalicílico, y lo recomendaba para aliviar dolencias de
parto.
• 400 a.C. Platón y Demócrito referían que era una intrusión de partículas en el alma, y,
para ellos, estaba en el corazón.
• Aristóteles fue el primero en plantear el dolor como una alteración del calor vital del
corazón, a su vez determinado por el cerebro. De este razocinio se encaminaba a
entender el sistema nervioso central (SNC), siendo el corazón motor y origen de dolor.
Esta palabra esta formada por el prefijo “a/an”, sinónimo de “sin” y el sustantivo αισθησις
(áiszesis), que se traduce muy bien por “sentido”. Del mismo modo nosotros decimos
tener cinco “sentidos”, los griegos decían tener cinco αισθησις (áiszesis). Íntimamente
se encuentra relacionada la anestesia moderna con el dolor pues, según la Sociedad
Americana de Anestesiólogos: “la anestesiología es la práctica de la medicina dedicada
al alivio del dolor y al cuidado total del paciente antes, durante y después de la cirugía”.
Dioscórides hizo familiar el uso de vino de mandrágora (mandrágora hervida en vino) como
técnica anestésico-quirúrgica por toda la sociedad griega. Su actividad cotidiana era la
de clínico y como tal, se orientó casi exclusivamente al tratamiento de pacientes,
proponiendo incluso descargas eléctricas de anguilas (Torpedo marmorata) para tratar
las neuralgias.
—Roma: Roma reemplaza a Grecia como gran centro neurálgico social mediterráneo, quedando
profundamente influenciado por la medicina griega.
En el siglo I, Aulus Cornelius Celsus, el Cicerón de la Medicina, escribió “De Medicinae”. En esta
obra afirmaba: “el cirujano debe tener mano firme, no vacilar nunca, siendo tan diestra la
izquierda como la derecha, vista aguda y clara, aspecto tranquilo y compasivo, ya que desea
curar a quienes trata y, a la vez, no permitir que sus gritos le hagan apresurarse más de lo que
requieren las circunstancias, ni cortar menos de lo necesario. No debe permitir que las muestras
de dolor del paciente causen la menor mella en él ni en lo que hace”. Mezclaba y hervía hojas
de sauce blanco con vinagre para tratar prolapsos uterinos.
• Galeno (130-200 d.C.), nacido en Pergamum, capital de Asia Menor, empezó a estudiar
medicina a los 16 años. Su contribución al entendimiento del dolor y descripción del
sistema nervioso relacionándolo directamente con el cerebro ha sido extremadamente
avanzada para su época.
Negaba la idea de un alma inmortal causante de dolor, con lo que fue considerado anticristiano
e ignorado su doctrina. Definía el dolor como una sensación originada en el cerebro y
utilizaba hojas de plantas como apósitos para úlceras y heridas abiertas. Con él nace la
polifarmacia.
Avicenna, no sólo lo recetaba a todos sus pacientes, sino que desgraciadamente fallece en 1037
por intoxicación y consumo desordenado.
• Así mismo en países como Nueva Guinea se creía que el dolor y los espíritus malignos
entraban a través de la herida de lanza o flecha, siendo el hechicero jefe el encargado
de “eliminar” dicho mal.
• En 1499 el religioso Tomás Ortiz habla de la coca, sus efectos y beneficios. Juan de la
Cosa, veinte años más tarde, ex-geógrafo de Colón, murió a causa de una flecha
envenenada con curare disparada con una cerbatana.
La fuente de curare o más bien “los curares” era el Chondrodendum tomentosum, que crecía en
el nacimiento del río Amazonas. Hoy en día, para numerosos grupos de indígenas
amazónicos que permanecen aún en estado de cazadores primitivos, el curare es, según
la expresión que ellos usan, “el arma que mata bajito”, porque de ella se sirven para
matar silenciosamente a monos, pájaros y pequeños felinos.
Tuvieron que transcurrir 100 años (1595) para introducir el curare en Europa, hecho atribuible
a Sir Walter Raleigh, primer importador de tabaco.
• Paracelso, genio suizo del Renacimiento, en 1540, endulzó la comida de pollos y gallinas
con un aceite llamado vitriolo, descubierto por Valerius Cordus. Este vitriolo era ácido
sulfúrico mezclado con alcohol caliente (éter sulfúrico). Al darlo vio cómo las aves caían
en un profundo sueño...
A pesar de su brillante deducción, no fue capaz de extraer y analizar las últimas consecuencias
de este hallazgo, perdiéndose sus conclusiones en los archivos de Nüremberg,
retrasando así, la aparición de la anestesia moderna 300 años.
• El genial Leonardo da Vinci hace una descripción anatómica de los nervios en el cuerpo
humano y los relaciona directamente con el dolor, confirmando así la teoría galénica
sobre el cerebro como motor central del dolor. Consideró el tercer ventrículo como
estructura receptora de las sensaciones y la médula como conductora de estímulos.
Debido al gran avance en las ciencias paramédicas como anatomía, física o química, es en este
siglo cuando se pasa de un tratamiento analgésico-anestésico completamente empírico a una
época científica, la cual, perdura hasta nuestros días. El nacimiento de “la anestesia moderna” y
la “analgesia farmacológica” marcó esta época.
—Europa: Durante el siglo XVIII aparecen dos corrientes originales frente al dolor; el
mesmerismo, basada en un dudoso poder curativo de las manos y otra fundamentada en los
avances de química moderna, concretamente en el campo de los gases. Estos últimos van a
impulsar el desarrollo de la anestesia.
Davy afirmaba que el óxido nitroso parecía capaz de calmar el dolor físico y podía ser usado con
ventaja en las intervenciones quirúrgicas. Este gas empezó a ser popular entre algún
sector de la sociedad por sus “propiedades hilarantes” utilizándose a modo de diversión
“ether parties” (fiestas de éter).
El gas perdió credibilidad médica, fracasando de esta forma toda la corriente neumológica
existente. H. Davy abandonó la “anestesia” dedicándose a la investigación de la física y
química pura.
—Siglo XIX:
Estos “residuos” producían sueño en los animales, lo denominó morfium (1804) en honor al dios
del sueño Morfeo. - Al igual que Davy, probó la morfina durante una afección dental
apreciando una considerable disminución del dolor. Serturner, desentrañaría los
misterios del beleño, mandrágora, belladona... dejando de ser hierbas diabólicas para
surtir a la Medicina de alcaloides y analgésicos. – En 1827, E. Merck & Company
comercializó por primera vez la morfina.
● Bell y Magendie promulgaron las astas posteriores como centro de confluencia de la
sensibilidad dolorosa, siendo las anteriores “encargadas” del control motor. La
destilación de alcohol mezclado con cloruro de calcio desarrollada por Samuel Guthrie
(EE.UU.), Eugene Souberrain (Francia), y Justus von Liebing (Alemania), originó el
descubrimiento del cloroformo en 1831. Cinco años más tarde se inventa la primera
aguja metálica en Irlanda por F. Rynd.
● 1842. Crawford Williamson Long: un 30 de marzo, en Jefferson, Georgia, EE.UU., un
modesto médico y dentista rural de 27 años extrajo a un paciente y amigo, llamado
James Venable, un tumor en el cuello después de adormilarlo con éter hasta el punto
de no sentir nada.
Por primera vez en la historia del hombre pudo decirse: “se acabó el dolor”. Long no había
inventado el éter aunque sí era asiduo a esas reuniones donde inhalaban éter.
Circulaban rumores en la ciudad de que Long estaba poniendo en peligro la vida de los pacientes
y así, amenazado de linchamiento por sus conciudadanos, Long abandonó la práctica de
la “anestesia”.
Nunca hizo público su descubrimiento y 4 años más tarde, otro dentista, en Boston, William
Thomas Green Morton publica los mismos hallazgos siendo este reconocido con
100.000 U$. Años después, la comunidad científica reconocía su error retirando el
premio.
Actualmente en EE.UU. se conmemora el 30 de marzo como “día del médico” en honor a Long
y a su descubrimiento.
● Muller establece en 1840 la importancia del sistema nervioso en la transmisión del
dolor, poniendo las bases de la moderna neurofisiología.
● 1844. El Dr. Smile, Derby (New Hampshire), hizo respirar una mezcla de opio y éter a un
sacerdote tuberculoso para aliviar tos y dolor.
● Horacio Wells, joven dentista de la ciudad de Hartford (Connecticut), se merece el honor
de ser uno de los pilares de la anestesia moderna. Durante los días 10 y 11 de diciembre
de 1844, mientras presenciaba una exhibición pública de gas hilarante (óxido nitroso)
realizada por Galdiner Quincy Colton, observó cómo uno de los presentes no padecía
Intrigado y buscando paliar el dolor de sus pacientes, inhaló él mismo el gas y se dejó extraer un
diente por otro dentista sin dolor alguno.
Esta resulta un rotundo fracaso, el paciente en mitad de la cirugía (extracción dentaria) empezó
a gritar de dolor. Wells fue expulsado, tachándole de impostor y farsante. Nuevos
intentos en su ciudad le llevaron a administrar excesivas dosis de gas, provocando
grandes sustos y fracasos.
Fue encarcelado en Nueva York. Horacio, obsesionado y desanimado por su fracaso, con la
anestesia y con el óxido nitroso, se suicida el 24 de enero de 1848, a los 33 años de edad,
cortándose la arteria radial y femoral e inhalando cloroformo.
● Un 30 de septiembre de 1846, William Thomas Green Morton, discípulo de Wells y
dentista en Boston, administró anestesia a su paciente Eben H. Frost extrayendo
exitosamente un diente y sin dolor.
Frost había solicitado a Morton que le hipnotizara (mesmerismo), pero Morton, buscando un
agente para aliviar el dolor, usa “letheon” (éter sulfúrico), en vez del ya conocido NO2.
Morton hizo su primera demostración pública y premeditada, con éxito, haciendo inhaler éter
sulfúrico como anestésico general en el Hospital General de Massachusetts a las 10:00
a.m. de un 16 de octubre de 1846.
El paciente fue un joven de 17 años, Gilbert Abbot, a quien el reconocido cirujano Collins
Warren, le extirpó sin dolor un tumor cervical, dejando asombrados a todos los
presentes.
Wells y Jackson acusaron de plagio a Morton. De todas formas nadie puede negar a William
Morton, su mérito, teniendo en Europa y Estados Unidos un éxito fulgurante. Morton
empobrecido y desacreditado, “por sus amigos”, muere en Nueva York a mediados de
julio de 1868 con 49 años, en un estado de completa confusión.
Antes la cirugía era sinónimo de agonía. Por él fueron vencidas y aniquilados los dolores del
bisturí. Reconocimiento de los ciudadanos de Boston”. Jackson, al tener conocimiento
de este epitafio, se sintió totalmente destrozado, alcoholizándose y muriendo en un
hospicio a los 75 años.
● Rápidamente se difundía la noticia por toda Europa:
- 15 diciembre 1846; A. J. de Lamballe, Hospital Saint-Louis, París, Francia.
- 28 enero 1847: Diego de Argumosa y de Obregón: primera anestesia con éter en
Madrid, España, para drenar un absceso parotídeo.
- Enero 1847: primera anestesia con éter en Alemania (J. F. Heyfelder).
- 7 febrero 1847: anestesia con “letheon” en Moscú (F. I. Inozemtsev).
- 24 febrero 1847: T. Billroth, primer cirujano que operó el abdomen abierto con
anestesia general. Este hecho hizo de Viena la capital de la cirugía mundial.
- Julio de 1847: Bierkowski, primera anestesia general con éter en Polonia.
- 16 marzo 1847; éter en Holanda por A. C. van Woerden.
- 29 marzo 1847: primera anestesia, México, el cirujano militar E. H. Barton.
• James Y. Simpson, obstetra de Edimburgo, el 19 de enero de 1847 introduce éter como
anestésico en su especialidad, a pesar de que conservadores y religiosos estaban a favor
del dolor durante el parto como un mandato celestial. El éter le fue sugerido por David
Waldie. El Dr. Simpson, debido a la aparición de gases como el cloroformo o
triclorometano (CHCl3), lo utilizaba por primera vez durante un parto, el 8 de noviembre
en 1847. Este gas tenía ciertas ventajas sobre el éter, esencialmente que olía
agradablemente y tenía menos efectos secundarios.
• 1847. John Snow, gran epidemiólogo inglés, dedico su vida científica al estudio del
cólera y es considerado como el primer hombre dedicado exclusivamente a la
anestesista en la historia. En este año publica su libro “Sobre la inhalación del vapor de
éter”, en Londres y escribió otro, llamado “Sobre cloroformo y otros anestésicos”.
Anestesió a 77 pacientes obstetras, pero fue el día 7 de abril de 1853 cuando J. Snow
administra cloroformo a la Reina Victoria para dar a luz su octavo hijo, el príncipe
Leopoldo, eliminando así el estigma relacionado con el alivio del dolor durante el parto.
La cirugía avanzó considerablemente gracias a la anestesia, pudiéndose realizar grandes
operaciones. Tras la euforia viene la preocupación, pues, a medida que se empleaban
en más y más lugares, la cifra de accidentes mortales demostraban que aquel precioso
regalo no estaba exento de riesgos y peligros. A pesar del mayor uso de cloroformo en
detrimento del éter, J. Snow refirió el primer caso de muerte por cloroformo, en 1847.
• En la segunda mitad del siglo XIX se producen grandes descubrimientos farmacológicos
y es remarcable el gran despegue de la morfina y coca en todo el mundo. Charles Gabriel
Pravaz, natural de Isére, Francia, inventa la jeringa en 1851. Como anestésico local, J.
Arnott en 1852, emplea una mezcla de hielo y sal en la zona quirúrgica. El opio fue
introducido en el Imperio Británico por los romanos y a través de cruzadas realizadas
durante los siglos XI al XIII por el Medio Oriente.
Erróneamente se tiende a asociar el opio a la cultura china, pero su introducción fue mínima
durante el siglo IX. El opio fue utilizado por el Imperio Británico como moneda de cambio en la
importación de té durante el siglo XVIII; es aquí cuando se produce el gran consumo en la
población china.
Sobre el año 1830 los británicos habían recaudado cerca de 12 millones de dólares al año. La
popularidad del opio y su consumo se disparó en los siglos XVIII-XIX, era barato, de libre
circulación, e incluso bebido sustituyendo a la ginebra en altas clases sociales.
● El rey Jorge IV fue tratado por dolores abdominales frecuentemente. Gente como
Charles Dickens y Arthur Conan Doyle eran asiduos a su consumo.
● En 1853, la esposa de un médico de Edimburgo, Alexander Wood, padecía un cáncer
incurable; él inventó la aguja hipodérmica precisamente para inyectar morfina a su
esposa. Esta fue la primera en recibir esta droga por vía endovenosa y en ser la primera
en adquirir el “hábito de la aguja”.
● Tres años después y gracias a la primera fábrica de agujas en EE.UU., la morfina desplazó
definitivamente al opio en mundo occidental.
● La morfina pasa a ser el analgésico por excelencia de uso burgués y selectivo.
Intelectuales y profesionales (abogados, médicos enfermeras, farmacéuticos y políticos)
usaban la “droga mágica”.
* Bismark abusaba de la morfina en vísperas de la guerra Franco-Prusiana.
* Williams S. Halssted, fundador del John Hopkins, Baltimore, era adicto.
* Westphol, neurólogo, se cortó las venas con trozos de una jarra por causa del
abuso morfínico.
* Emperador Maximiliano y Wagner consumían grandes cantidades.
* Poetas como Byron lo usaba a causa de su fracaso matrimonial. Shelly para sus
cefaleas, Lamb para resfriados, Crabbe por padecer vértigo y Keats por diversión.
● En la Guerra Civil Americana (1861-65) la morfina era empleada masivamente aliviando
el sufrimiento de los heridos. Nacía de esta manera la “Army disease”, es decir, la
drogodependencia (más de millón y medio de morfinómanos).
– EL DESPERTAR DE LA COCA:
• 1857. El Dr. Sherzer trajo a Europa hojas de coca y en 1859, Albert Nieman aisló el
alcaloide al que llamó cocaína. •
• 1862. El Dr. Moreno y Maiz, en Perú, realizó bloqueos de nervios periféricos mediante
una jeringa hipodérmica y acetato de cocaína.
• 1884 Sigmund Freud, gran consumidor de cocaína, publicó su trabajo “Uber Coca”,
donde ensalza su consumo y “virtudes”.
• Tal fue su difusión que en 1909 había en EE.UU. 69 bebidas que tenían coca en su
composición. Entre ellas la “Coca-Cola”, que más tarde sustituiría este producto por
cafeína.
Esta era la teoría de la especificidad o sensorial. Una segunda teoría defendida por Godscheider,
inicialmente formulada por Erasmus Darwin basada en criterios Aristotélicos, decía que el dolor
nacía de la excesiva estimulación del sentido del tacto, presión, frío o calor: teoría de la
intensidad.
Tanto esta última como la aristotélica van perdiendo criterio y permanece la sensorial hasta
estudios posteriores de Melzack y Wall (1960).
● 1872. Ore, de Francia, administró hidrato de cloral por vía endovenosa con una pluma
de ave.
● 1884. Carl Koller utiliza cocaína para producir anestesia tópica conjuntiva.
● 1885. Leonard Corning produce anestesia peridural, inyectando cristales de cocaína a
nivel dorsal.
● 1898. Augusto K. G. Bier, alemán, introduce la anestesia raquídea, inyectando a su
asistente y a sí mismo cristales de cocaína. El 16 de agosto, aplicó 3 ml de cocaína 0,5%
en espacio espinal para una amputación miembro inferior.
● El año 1899, Felix Hofmann, químico que trabajaba para Bayer produjo la Aspirina,
medicamento que administró a su propio padre que padecía artritis. Término que se
desglosó en “a” del término acetil, “spir” de la planta spiraea e “in” como buena medida.
También se comercializó el diacetilo de morfina (heroína).
— Siglo XX:
En el año 1982 se crea una Unidad Piloto para el Estudio y Tratamiento del Dolor en el Hospital
12 de Octubre, Madrid. En Cataluña la primera clínica del dolor se creó en 1976 en el
Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, gracias al esfuerzo y bienhacer de los Dres.
Las unidades de dolor surgieron como un intento de afrontar las diferentes formas de
presentación del fenómeno “dolor agudo” especialmente por el problema que plantea
el dolor postoperatorio.
La primera Unidad concebida como tal fue difundida en la literatura médica por el Dr. L. B. Ready
en Seattle, Washington en 1988, e iba acompañada de un editorial de la revista
Anesthesiology, firmado por su editor, en el que invitaba a todos los anestesiólogos
interesados en esta faceta de su quehacer a seguir el ejemplo del mencionado autor.
Desde entonces, y siempre con el apoyo y esfuerzo del personal de enfermería, han ido
apareciendo diferentes modelos de organización. Actualmente hay censadas en España
un total de 70 unidades de Tratamiento del Dolor.
S. I-Roma Polifarmacia
S. XX Fenolización
Analgesia multidisciplinar
Cordotomía, lobotomía, neurotomías
Estimulación talámica
Neuromodulación
● En junio de 1991 tiene lugar en Madrid la fundación de la Sociedad Española del Dolor
(SED), capítulo español de la IASP, que desarrolla un importante papel en la difusión de
todo lo relacionado con el tratamiento del dolor. La SED cuenta con más de 1.000
afiliados de diferentes especialidades. En 1994 se inicia la publicación de la Revista de la
Sociedad Española del Dolor, convirtiendose en poco tiempo en la revista más difundida
sobre dolor en español, pocos años más tarde se crea la página web de la Sociedad
www.sedar.es
● Trabajos como el de Clifford Wolf y Bennett puntualizando el importante papel de los
receptores N-Metil.D.Aspartato en la génesis de un estado de sensibilización central,
produciendo dolor crónico, en 1991, e investigaciones en nuevos mediadores de la
inflamación como los canales de sodio y calcio, relacionados directamente con la
transmisión de fibras aferentes en 1996, son claros ejemplos del moderno abanico de
investigación en dolor básico en nuestros tiempos.
“Los médicos usan drogas de las cuales poco conocen, en pacientes que conocen menos para
patologías que no saben nada...” Esta frase dicha por Voltaire, nos lleva realmente a
pensar en nuestra finalidad durante las próximas décadas… necesitar más conocimiento
de la patología, y aplicar correctamente el armamento terapéutico (farmacológico y no
farmacológico) a todo aquel que lo necesite...
Si pudiera resumirse la fascinante historia de los AINE y ponerse en una línea de tiempo, sin
duda, resultarían algunos momentos cruciales: su nacimiento a partir de la medicina herbaria,
el descubrimiento del ácido acetilsalicílico, el descubrimiento del ibuprofeno, el grave suceso
del benaxoprofen, el apogeo (y caída) de los coxibs y una era postcoxibs.
En el año 1961, el profesor inglés Stewart Adams descubrió las propiedades antiinflamatorias
del ibuprofeno en cobayos.
En 1976 el científico británico John Vane descubre que el mecanismo del ácido acetilsalicílico es
la inhibición de la producción de prostaglandinas mediante el bloqueo de la enzima
prostaglandina sintetasa o ciclooxigenasa (COX), este crucial hallazgo le mereció el Premio Nobel
de Medicina que le fue otorgado el año 1982.
La razón esencial para agrupar distintos fármacos con estructuras químicas diferentes bajo la
denominación de AINE es porque todos inhiben la enzima COX.
FARMACODINAMIA
En 1991 se demostró la existencia de dos isoformas de COX, a las cuales se les denominó COX-1
y COX-2, ambas son codificadas por diferentes genes, poseen estructuras químicas similares y
tienen 60 % de concordancia en la secuencia de aminoácidos y patrones singulares de expresión.
La isoforma COX-1 es expresada o producida en una forma constante (constitutiva, es decir, sin
necesidad de ningún estímulo) en muchos tejidos, mientras que la COX-2 es inducida por
procesos inflamatorios.
La COX-1 tiene un rol fisiológico importante, protege la mucosa gástrica, controla el flujo
sanguíneo renal, además de varias funciones en la homeostasis, respuesta inmune y pulmonar,
el sistema nervioso central, cardiovascular y las funciones reproductivas.
La COX-2 producida por estimulación inflamatoria, a su vez causada por diversos productos
endógenos como citoquinas, endotoxinas y factores de crecimiento, originan prostaglandinas.
La COX-2 también se expresa en las células vasculares endoteliales normales, las cuales secretan
prostaciclina en respuesta al daño endotelial (shearing stress).
En un análisis retrospectivo crítico, el hallazgo en el año 1992 del COX-2 fue el origen de la
hipótesis según la cual las prostaglandinas PGE2 y PGI2 (con función protectora de la mucosa
gástrica) eran producidas a través de la expresión constitutiva de la COX-1, mientras que la
prostaglandinas antiinflamatorias lo eran por la vía de inducción de la isoforma COX-2.
Una extrapolación más elaborada y actualmente considerada errónea de esta hipótesis fue
lanzada en 1993 por Meade et al., quienes relacionaron estos hallazgos con una reacción
adversa común de los AINE que es su gastrolesividad y avizoraron el futuro al sostener que:
“estos resultados sugieren que será posible diseñar un AINE con especificidad de isoenzimas, un
AINE isoenzima específica que pueda conservar la síntesis de prostaglandinas citoprotectoras en
el estómago, reduciendo la formación de úlceras, y al mismo tiempo reducir la síntesis de
prostaglandinas proinflamatorias…”.
Cual profecía cumplida, en 1999 se lanza al mercado celecoxib y rofecoxib (conocidos como
“coxibs”), ambos inhibidores selectivos de la COX-2, que con una estrategia de publicidad
impresionante y basados en su menor gastrolesividad comparado con otros AINE “clásicos”,
lograron un éxito de venta espectacular, superando los mil millones de dólares en los 15 meses
posteriores a su lanzamiento.
Un modelo teórico prevalente en esa época fue escrito por el Dr. Vane en 1998 donde
expresaba: “Los AINE poseen sus actividades antiinfl amatorias por la inhibición COX-2, mientras
que sus efectos adversos como la irritación gástrica son por inhibición COX-1”.
Es decir, la COX-1 era la “defensora” de la mucosa gástrica, mientras que las prostaglandinas
inducidas por COX-2 eran causantes de inflamación y dolor.
La discutible metáfora del bueno y el malo sobre la gastrolesividad gástrica inducida por los AINE
había sido construida.
Las enzimas COX-1 y COX-2 tienen un rol muy importante en la homeostasis cardiovascular,
ambas trabajan de forma opuesta pero en perfecta armonía, manteniendo un equilibrio
fisiológico.
Por un lado, la actividad COX-1 está relacionada con la síntesis de tromboxano A2 (TXA2),
principalmente en las plaquetas; los efectos del TXA2 son: agregación plaquetaria,
vasoconstricción y proliferación de células musculares lisas.
La prostaciclina causa relajación de las células musculares lisas vasculares y causa vasodilatación,
además tiene actividad antiplaquetaria actuando sobre los receptores IP plaquetarios.
La inhibición selectiva del COX-2 podría romper este delicado equilibrio en la fisiología de la
hemostasia, los mecanismos implicados en este fenómeno serían una disminución relativa de
producción prostaciclina, mientras que la producción de TXA2 queda inalterada.
Apartir del 2001, el apogeo de los coxibs parece llegar a su fin con la demostración de que estos
fármacos podrían alterar el balance natural entre la actividad protrombótica del tromboxano A2
(TxA2) y la antitrombótica de la prostaciclina (PGI2) y desencadenar eventos trombóticos
cardiovasculares.
Aunque debe mencionarse que ya en 1998, Mitchel de la Unidad de Cuidados Críticos del Royal
Brompton Hospital de Londres, había postulado la probable cardiotoxicidad de estos fármacos.
En el 2007 sigue el mismo destino el lumiracoxib, que no fue aprobado por la FDA y se retiró de
varios países por su elevada hepatotoxicidad. Actualmente se piensa que la cardiotoxicidad de
los coxibs es un efecto de clase.
La mucosa gástrica posee uno de los sistemas defensivos más eficaces del organismo, capaz no
solamente de resistir el daño, sino también de repararlo una vez que este se ha producido.
En este sistema defensivo juegan un papel muy importante las prostaglandinas PGE2 y PGI2, las
cuales estimulan la secreción de moco y bicarbonato, y mantienen el flujo sanguíneo de la
mucosa.
El fundamento de los coxibs siempre fue que la COX-2 no tenía un papel esencial en la
modulación de los mecanismos defensivos de la mucosa gástrica, sin embargo, en un
sorprendente cambio de paradigma, actualmente existen evidencias que la COX-2 no solo forma
parte de este sistema, sino que contribuye de manera importante a la resolución de la lesión
gastrointestinal.
a. La lesión gástrica por AINE está asociada a inhibición tanto de COX-1 como de COX-2,
y no a una sola de ellas aisladamente: experimentalmente se ha demostrado que los
ratones con anulación funcional (Knockout) del gen COX-1 no desarrollan
espontáneamente las lesiones gástricas, a de pesar que la síntesis de prostaglandinas es
casi nula, aunque sí son susceptibles a la lesión inducida por un AINE.
Por otro lado, la inhibición selectiva de COX-1 o COX-2 no da por resultado injuria intestinal,
pero la supresión de ambas isoformas de COX sí conduce a daño de este órgano.
El concepto actual sobre gastrolesividad asociada a los AINE es que las prostaglandinas derivadas
del COX-1 y del COX-2 contribuyen al sistema defensivo de la mucosa gástrica.
Los AINE inducirían la supresión de la COX-1 causando la reducción del flujo sanguíneo de la
mucosa gástrica, mientras que la supresión de la COX-2 incrementaría la adherencia
leucocitaria al endotelio vascular, un fenómeno precoz de lesión gástrica inducida por
AINE.
b. Alteración del “efecto de citoprotección adaptativa gástrica” asociado a inhibición
selectiva de COX2: en animales de experimentación, la exposición al etanol 20 % previa
al 70 % disminuye signifi cativamente las lesiones gástricas, comparado con la
exposición inicial de etanol al 70 %, este fenómeno se denomina citoprotección
adaptativa gástrica.
Por lo tanto, no es sorprendente que no solamente los AINE “clásicos”, sino también los coxibs
retarden el proceso de cicatrización de una úlcera por alteración del proceso
angiongenico.
Por otro lado, se ha encontrado que la expresión de COX-2 está elevada en la mucosa gástrica
ulcerada en variedades de estímulo como: infección por Helicobacter pylori, ácido
acetilsalicílico y estrés inducido por frío.
f. Rol beneficioso de la enzima COX-2: actualmente existen evidencias sufi cientes como
para hacer una lista de efectos benefi ciosos de la enzima COX-2 en el organismo, entre
los cuales están: homeostasis en el desarrollo neuronal y desarrollo cerebral, protección
del infarto del miocardio, protección endotelial (producción de prostaglandina PGI2),
protección contra alérgenos, homeostasis renal (regulación del fl ujo renal, síntesis
renina), homeostasis de mucosa intestinal, formación ósea, entre otros.
Por las evidencias señaladas arriba, la hipótesis actual sobre gastrolesividad inducida por AINE,
es que la COX-2 no jugaría un rol importante en la defensa de la mucosa gástrica en condiciones
de reposo, sin embargo ante un injuria asiste a la COX-1 en salvaguardar la integridad de la
mucosa gástrica.
Por lo tanto, la lesión gástrica inducida por los coxibs no se hace patente en mucosa gástrica
sana, solo se hará evidente cuando la defensa de la mucosa esté dañada. Prueba de esta
afirmación es que los coxibs pierden su aparente ventaja frente a los AINE “clásicos” en
pacientes que toman ácido acetilsalicílico en dosis bajas, requiriendo adicionalmente la
protección con inhibidor de bomba de protones en pacientes en riesgo.
El estudio incluyó 9 investigaciones publicadas sobre este tópico entre 2000 y 2008, siendo 2
estudios de cohorte, 3 estudios de casos y controles anidados y 4 estudios de casos y controles.
Figura 1 Comparación de riesgo de hemorragia digestiva alta inducida por AINE. Gráfi co a partir de los resultados de Massó
González et al.
En el año 2011, el Dr. Sven Trelle et al. del Instituto de Medicina Social y Preventiva de la
Universidad de Berna en Suiza, publicaron un estudio meta-analíticolítico en red sobre la
seguridad cardiovascular de los AINE.
Se incluyeron 31 ensayos clínicos publicados hasta el 2009, en 116,429 pacientes y con más de
115,000 años-paciente de seguimiento.
a) Existe una variación signifi cativa en la seguridad cardiovascular entre los diferentes
AINE analizados
b) El AINE con menor riesgo cardiovascular es el naproxeno
c) Los AINE que superan el 30 % de riesgo en varios resultados cardiovasculares son:
ibuprofeno, diclofenaco, etoricoxib y lumiracoxib
d) No es posible afi rmar que el riesgo vascular está restringido a los coxibs exclusivamente,
e) Es posible aceptar un riesgo de 1.3 para utilizar un AINE (ver fi guras 2, 3 y 4).
McGettigan et al.31 del Hull York Medical School en el Reino Unido, publicaron una revisión
sistemática sobre el riesgo cardiovascular de los AINE a dosis usuales en la comunidad; se
incluyeron 30 estudios de casos y controles, 184,946 eventos cardiovasculares,estudios de
cohorte y la descripción de resultados de más de 2.7 millones de individuos expuestos.
El mayor riesgo cardiovascular fue con etoricoxib 2.05 (odds ratio) (intervalo de confianza: 1.45-
2.88), etodolac 1.55 (1.28-1.87) rofecoxib 1.45 (95 % intervalo de confi anza 1.33, 1.59), seguidos
por el diclofenaco 1.40 (1.27, 1.55)
Los AINE con menor riesgo fueron: ibuprofeno 1.18 (1.11- 1.25) y naproxeno 1.09 (1.02, 1.16).
Resulta interesante notar que, incluso con estos resultados sobre la seguridad cardiovascular de
los AINE
Hasta el año 2013 todavía 74 listas de medicamentos esenciales de países de altos, medianos y
bajos ingresos mantengan en ellas al diclofenaco, mientras que el naproxeno (el AINE más
seguro desde el punto de vista cardiovascular) solo se encuentra en 27 de dichas listas en los
países investigados.
Las investigaciones realizadas sobre la cardiotoxicidad de los AINE advierten que el riesgo
cardiovascular está relacionado con todos los AINE estudiados, aunque con importantes
diferencias.
Se ha postulado un efecto diferenciado de cada uno de los AINE sobre la síntesis de prostaciclina
y el tromboxano A2, la producción de óxido nítrico y la función endotelial, la presión arterial, la
retención hídrica y otros efectos renales.
Es posible que la farmacocinética de los AINE también esté implicada, así, fármacos con una vida
media prolongada (como el rofecoxib) que interfieren en mayor medida al sistema COX-2
puedan explicar sus eventos adversos cardiovasculares.
Figura 4 Comparación de riesgo relativo (RR) de muerte cardiovascular inducido por AINE. Gráfi co a partir de los resultados de
Trelle et al.
El Dr. Jingjing Zhang et al. de la Escuela de Medicina de Harvard en los Estados Unidos, realizaron
un estudio meta-analítico sobre la seguridad renal y cardiovascular de los coxibs, que
comprendió 114 ensayos clínicos que incluyeron a 116,094 participantes con un total de 127
poblaciones ensayadas.
Se observó un total de 6394 acontecimientos adversos (2760 casos de edema periférico, 3489
de hipertensión, 235 de disfunción renal) y 286 episodios de arritmia.
a) La heterogeneidad de los efectos renales de los coxibs evaluados indica que estos
efectos no son de clase.
b) El rofecoxib se asoció a un mayor riesgo de edema periférico, hipertensión e
insuficiencia renal (ver figura 5).
El riesgo relativo de los diferentes AINE fue: meloxicam (8.05 IC 95 % 1.98-32.81); diclofenaco
(3.2 IC 95 % 1.38-7.05); naproxeno (2.98 IC 95 % 0.62-14.21), e ibuprofeno (2.64 IC 95 % 1.01-
6.88).
La incidencia de insuficiencia renal aguda encontrada en este estudio fue de 1.1 casos por cada
100 000 personas año.
Otro estudio canadiense con una base de datos de 121,722 usuarios de AINE y con personas
mayores de 65 años de edad, encontró asociación con insuficiencia renal aguda dentro de los
primeros 30 días de uso, con riesgo relativo de 2.05 (IC 95 % 1.61, 2.60); desagregando el
rofecoxib tuvo 2.31 (95 % CI: 1.73, 3.08); naproxeno 2.42 (95 % CI: 1.52-3.85), y otros AINE
(diclofenaco, diflunisal, etodolac, fenoprofen, flurbiprofen, ibuprofen, indomethacin,
ketoprofen, ácido mefenámico, nabumetone, phenylbutazone, piroxicam, salsalate, sulindac,
tenoxicam, ácido tiaprofénico y tolmetin) 2.30 (95 % CI: 1.60, 3.32) y celecoxib 1.54 (95 % CI:
1.14, 2.09).
A modo de referencia, antes de la era del consumo masivo de coxibs, un estudio publicado en el
año 2000, los AINE más frecuentemente asociados (riesgo relativo) a insufi ciencia renal aguda
que requirieron hospitalización fueron: indometacina (2.40 IC 95 % 1.44-4.00), piroxicam (1.95
IC 95 % 1.23-2.93), fenoprofen (1.75 IC 95 % 1.05-2.92), ibuprofen (1.63 IC 95 % 1.23-2.08),
ketoprofen (1.55 IC 95 % 0.54-4.4), diclofenaco (1.47 IC 95 % 0.49-4.39), sulindac (1.40 IC 95 %
0.74-2.66), naproxen (1.03 IC 95 % 0.681.56)36 (ver fi gura 6).
Figura 6 Hospitalizaciones por insufi ciencia renal aguda inducida por AINE en pacientes mayores de 64 años: estudio de casos y
controles. Gráfi co a partir de los resultados de Griffi n et al.
Es posible deducir que la inhibición de la COX-1 podría disminuir la perfusión renal total y
redistribuir el flujo renal a la corteza, proceso que conduciría a vasoconstricción renal aguda,
isquemia medular y en algunos casos a insufi ciencia renal aguda.
Los AINE inhiben las enzimas COX-1 y COX-2, los trastornos renales varían de acuerdo a la
selectividad de estas dos enzimas, así como a la dosis y al tiempo administrados.
La nefrotoxicidad por AINE es muy rara en personas sanas, sin embargo los pacientes adultos
mayores y aquellos con comorbilidades (por ejemplo: falla cardiaca, cirrosis hepática y
enfermedad renal crónica) e interacción medicamentosa (como los inhibidores de la enzima
convertasa, diuréticos) pueden desarrollar insufi ciencia renal aguda.
Las principales reacciones adversas de los AINE a nivel del sistema renal son: insufi ciencia renal
aguda por cambios en la hemodinámica renal, necrosis tubular aguda, nefritis intersticial o
necrosis papilar, así como trastornos hidroelectrolíticos (hiponatremia e hiperkalemia),
hipertensión y edema.
Los coxibs no están exentos de reacciones renales adversas. La conceptualización del COX-2
como una enzima “inducible”, se sabe actualmente, no es real cuando se trata del tejido renal,
a este nivel es una enzima constitutiva (producción constante) que se expresa a nivel de la
Otro mecanismo adicional es que la COX-2 interviene en la liberación de renina a nivel renal. La
inhibición de la COX-2 puede producir isquemia renal, trastorno electrolítico y elevación de la
presión arterial, conduciendo a la retención de fluidos y disminución de la tasa de filtración
glomerular.
Sin embargo, debe aclararse que la nefrotoxicidad por AINE, aparentemente, no es un efecto de
clase de los coxibs.
Sin embargo, es posible afirmar de manera general que los AINE más seguros siguen siendo el
ibuprofeno y el naproxeno, asociados, o no, con inhibidores de la bomba de protones o
antagonistgas H2 si hay riesgo incrementado de gastrolesividad; teniendo la alternativa de usar
coxibs en aquellos pacientes con antecedentes de enfermedad ulceropéptica y sin comorbilidad
cardiaca.
La historia de los corticoides comienza con la descripción que Thomas Addison (1793-1860)
realizó sobre la melanodermia , más tarde conocida como Enfermedad de Addison: “Un estado
general de languidez y debilidad, desfallecimiento en la acción del corazón, irritabilidad en el
estómago y cambio peculiar de coloración en la piel”.
La glándula fue descrita en 1564 por Bartolomeo Eustachi y durante los siglos XVII y XVIII muchos
investigadores no lograron demostrar la importancia funcional de las glándulas suprarrenales
hasta la descripción que realizó Addison en 1855, en su libro “On the constitutional and local
effects of the supra-renal capsules”.
Los estudios de Addison le valieron cierto prestigio internacional. Fue invitado a París para
participar del tratamiento de un paciente. Mientras estaba en la ciudad recibió un homenaje de
parte de sus anfitriones: Auguste Nelaton y Arman Trousseau. Fue este último quien propuso el
nombre de Enfermedad de Addison para describir la insuficiencia suprarrenal.
Gracias a estas observaciones, se infirió que existía un compuesto en la corteza de las glándulas
suprarrenales que mejoraba la Enfermedad de Addison y se trabajó con solventes con el objetivo
de obtener un extracto purificado para tratar la enfermedad.
Los hechos se fueron sucediendo en forma simultánea en varios centros de desarrollo científico
y tecnológico, siendo la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, donde se conjugó la presencia
de clínicos y científicos, que permitieron el desarrollo y el estudio de los corticoides, aplicado a
la práctica clínica.
En 1925, el reumatólogo norteamericano Phillip S. Hench (1896-1965), en ese entonces Jefe del
Departamento de Enfermedades Reumatológicas de la Clínica Mayo, notó síntomas de apatía e
hipotensión en pacientes que padecían Artritis Reumatoidea (AR) y Enfermedad de Addison; sin
embargo, en su autopsia no se encontró ninguna alteración estructural de las glándulas
suprarrenales, lo que generó el abandono de dichas observaciones.
Más tarde, en 1929, algo más volvió a llamar la atención de Hench: la remisión de los síntomas
de pacientes con AR que a la vez presentaban ictericia, situación que también se observó en
mujeres embarazadas con AR.
Fue así como postuló la relación entre estos fenómenos con una determinada “sustancia x”
antirreumatoidea, que inicialmente asoció a disfunción hepática. Su naturaleza de clínico y los
numerosos acercamientos a la investigación en cadáveres, no pudieron darle explicación a las
asociaciones antes mencionadas ni determinar la misteriosa “sustancia x”.
A principios de los años 30, Edward Calvin Kendall (1886-1972) junto a su equipo en la Clínica
Mayo, logró preparar, a partir de los extractos de suprarrenales, un compuesto cristalino
conformado por unas 30 sustancias. Para Kendall y su equipo era difícil saber cuál de todas estas
sustancias, cuando estaba ausente, determinaba la Enfermedad de Addison.
A medida que purificaba estos compuestos los denominaba A,B,C,D,E, etc. Probando los
distintos compuestos fabricó en 1947 el compuesto E, que logró aliviar a un paciente con Artritis
Reumatoide. Decidió denominarlo cortisona, ya que derivaba de la corteza suprarrenal.
No sólo el grupo de la Clínica Mayo trabajó en este propósito sino que J.J Pfiffner y W.W Swingle
junto con el Dr. Oscar Wintersteiner de la Universidad de Columbia, fueron los primeros en
aislar unos pocos milígramos del compuesto E. Sin embargo ni ellos, ni Tadeus Reichstein (1897-
1996), de la Universidad de Basilea en Suiza, pudieron reconocer el compuesto activo; un logro
que sí pudo realizar Kendall, quien ya en 1935, utilizaba el compuesto E para la prueba de trabajo
muscular.
En la década de 1940, las dificultades para Kendall eran la separación de estos compuestos de
la glándula suprarrenal, debido a la mezcla con grasa, proteínas, agua y otros materiales
glandulares y por ello, pensó en su síntesis parcial.
Así, en 1944, en los laboratorios de investigación de la Clínica Mayo, se sintetizó una pequeña
cantidad de dehidrocorticosterona o compuesto A. La compañía farmacéutica Merck y Co. Inc.
produjo una mayor cantidad del compuesto A y se utilizó para la Enfermedad de Addison.
Antes de que los norteamericanos entraran en la contienda de la II Guerra Mundial, a causa del
ataque de los japoneses a Pearl Harbor en el otoño de 1941, los departamentos médicos del
Ejército y la Marina requirieron de los servicios del National Research Council para que les
proveyera grandes cantidades de hormona de la corteza adrenal, ya que podría ser útil en las
operaciones militares.
Esto se debió a que existía el rumor de que los pilotos alemanes de la Luftwaffe se inyectaban
extractos de suprarrenales, lo cual les permitía volar hasta una altura mayor de 40.000 pies,
disminuir la fatiga e incrementar la energía corporal.
Todas estas noticias, respecto a estas hormonas, resultaron falsas, pero le permitió a Estados
Unidos, gracias al desarrollo de la industria farmacéutica, la posibilidad de obtener hormonas
sintéticas.
El profesor F.C Kuch de la Universidad de Chicago, logró con Kendall mostrar que se trataba de
un esteroide. Con la ayuda de las compañías Merck, Armour y el laboratorio Upjohn, se comenzó
la producción de la cortisona por vía parenteral. En mayo de 1949 Upjohn pudo lograr la
presentación oral.
Hasta la clínica acudieron los doctores Walter Bauer de Boston; Edward Boland de Los Ángeles;
Richard Freyberg de Nueva York; Paul Holbrook de Tucson; y Edward Rosenberg de Chicago.
Durante cinco días observaron dos pacientes con Artritis Reumatoide tratados con el compuesto
E y revisaron los expedientes de los pacientes tratados con los compuestos E, el compuesto F y
la ACTH.
La compañía Merck les proporcionó el compuesto E ,para que estudiaran a dos pacientes en dos
semanas, analizaran los resultados y se los enviaran a Hench y sus colaboradores con el objetivo
de ser presentados en el VII Congreso Internacional de Enfermedades Reumáticas, que se llevó
a cabo en 1949 y al cual asistieron 500 médicos e investigadores.
Con la publicación sobre la acción de la cortisona, sobre todo en la Artritis Reumatoide, los
médicos recibieron la presión de los pacientes por los informes aparecidos en los periódicos,
como nunca antes se había observado en el lanzamiento de un producto.
En Latinoamérica, los primeros en utilizar los esteroides fueron los chilenos Rodolfo Armas-Cruz,
Joaquín Harnecker y Esteban Parrochia, quienes empezaron a estudiar a los pacientes con lupus
en 1944. En 1951 comenzaron a utilizar la cortisona en 25 de ellos.
Esto permite en nuestros días una amplia gama de usos terapéuticos en distintas áreas de la
medicina como la reumatología, neumología, neurología, endocrinología, oncología,
traumatología, inmunología, trasplante de órganos, oftalmología, medicina del deporte,
dermatología y cuidado intensivo, en fin, en suma, prácticamente en todas las áreas terapéuticas
de la medicina.
Introducción
Las semillas de la amapola del sueño y los hermosos cálices del fruto aparecen ya en ajuares
funerarios de tumbas desde la Edad del Bronce, en la transición al Neolítico. Es el periodo de
cambio de la sociedad cazadora y nómada hacia la sedentaria y agrícola.
Ha convivido con la humanidad durante más de 6.000 años sin apenas dar problemas hasta el
siglo XIX y muchos siglos antes de que el alcohol o el cáñamo estuviesen presentes en los hábitos
alimentarios y religiosos de los humanos(1).
Algunos usos de las semillas de la amapola son tan arcaicos como actuales: el añadirlas a la
confección del pan sigue estando en auge, especialmente en Europa Central. Las semillas (unos
puntitos negros o grises que llegan a cubrir la corteza, a veces) contienen mínimas, pero
medibles, cantidades de alcaloides de opio, pero no son objeto de alarma
social ni sanitaria. El conflicto se planteó a partir de la manipulación selectiva del jugo (opion),
que se consigue “sangrando” con incisiones verticales el cáliz semifresco de las flores: ese es el
“opio” al que nos vamos a referir.
Las mezclas de opio con bebidas alcohólicas tienen una larga historia bien conocida como
medicina y como afrodisíacos, aunque también fue el producto venenoso y eutanásico preferido
por los líderes de los imperios persa, griego y romano. Fue mayor causa de muerte que la amarga
cicuta, el veneno mortal usado para matar por sentencia firme.
No hay constancia de su abuso ni de su consumo social extendido hasta mediados del siglo XVI
y, aún así, sin conllevar alarma social. Los españoles extendimos la costumbre de fumar la mezcla
de tabaco con opio. En tiempos de Felipe II, sin embargo, el tabaco era mal visto por las
autoridades civiles y eclesiásticas e, incluso, hubo autos de fe en la Plaza Mayor de Madrid por
su causa. Pero nunca quedó clara la composición de lo que se fumaba y, por tanto, se prohibía.
En Filipinas, el Galeón de Manila sí comerciaba con algún puerto del “Imperio Central” (China),
especialmente Macao y Cantón, y su tabaco con opio o el maíz americano eran unas mercancías
apreciables como trueque, para pagar, en parte, el intercambio con sedas, té, porcelana y otras
múltiples especias de ultramar. A los emperadores Qing no les interesaban gran cosa las
producciones industriales de los Imperios Occidentales y preferían el pago en plata de sus
mercaderías. Hacia finales del siglo XVIII ya se conoció una preocupante expansión de la
costumbre de fumar opio sólo o con tabaco, que llevaba a que gente muy humilde gastara hasta
dos tercios de sus ingresos para pagar el opio, que era siempre un producto de importación
occidental, cuyo cultivo y elaboración estaban prohibidos en China. El consumo y la venta de
opio se prohibieron, por primera vez, por orden del Emperador, en 1729, pero se favoreció con
ello el desarrollo de un fuerte mercado negro, por contrabando en contravalor de plata y en
aguas próximas a las costas chinas. Se consolidaron, también, poco a poco, las redes “mafiosas”
El Reino Unido controlaba, con sus plantaciones en India y el Golfo de Bengala, la mayor parte
del negocio del opio en el mundo: holandeses, portugueses y franceses aspiraban a tomar parte
en ese mercado. Fueron los holandeses los que eliminaron, para siempre, la antigua primacía de
España en la venta de mezcla de tabaco y opio. Desde sus posesiones coloniales, Indias
Holandesas del Este, Sumatra, Java, Borneo o Iriam, en las actuales Indonesia y Nueva Guinea,
minimizaron la importancia de la línea marítima Cantón-Manila-Santa Cruz de Tehuantepec con
trasporte terrestre por el Virreinato de Nueva España y nuevo embarque desde Veracruz hasta
Cádiz o Sevilla, y arrinconaron en Goa y Macao las actividades de los portugueses, tras
arrebatarles en guerras continuas sus muchos territorios de Malaca, Timor y las Célebes, en un
empeño inusitado de eliminarles de los mares del sur.
La balanza de pagos, negativa para los occidentales, se fue equilibrando con la venta de opio, en
tal manera, que amenazaba también la economía china al tener que pagarse el opio con plata y
no con otras mercancías. Desde el comienzo del siglo XIX sí es detectable un alto consumo
alarmante de opio en todo el mundo y, proporcionalmente, el saneamiento financiero
occidental debe mucho a los ingresos por tasas, impuestos y exacciones derivados del mercado
del opio.
Se popularizan los usos de mezclas de alcoholes destilados y polvo de opio, como el Elixir
Paregórico o el Láudano Azafranado de Sydenham, sin poder olvidar los famosos whiskies con
mezclas diversas, llamadas por los pieles rojas “Agua de Fuego” y que, en opinión de algunos,
causó más muertes entre los indios de Norteamérica que el Winchester 73, en la conquista
anglosajona de Las Grandes Praderas y el Far West.
Hacia 1838 y, probablemente, a causa de la muerte de uno de sus hijos relacionada con abusos
del opio, el Emperador Dao-Ghuang, prohibió radicalmente la importación, el tráfico, el
consumo e incluso el almacenaje de cualquier producto que lo contuviera en territorio chino.
Nombró un Delegado Imperial del más alto rango para imponer y hacer respetar la ley en
Cantón, único puerto imperial autorizado entonces para comercio con extranjeros, a excepción
del enclave portugués de Macao.
El delegado especial del Emperador, Lin Xezu, se encargó de que no entrara más opio en el
puerto, y embargó el opio que había en los almacenes del puerto de Cantón, fundamentalmente
en manos de comerciantes ingleses. Lord Napier, en nombre del Reino Unido, solicitó su
devolución y una indemnización por el daño causado al negocio. El Delegado Imperial se negó y
dio órdenes para su destrucción, después de haber solicitado, en una carta digna de leerse, a la
Reina Victoria su comprensión y apoyo en la defensa de los intereses de China frente a la
importación de opio, explicando los daños que causaba a su pueblo, mientras que, sin embargo,
estaba prohibida su libre importación en el territorio inglés. La respuesta, con las conjeturas
Ese mismo año se firmó un tratado de paz a petición del Imperio Chino, el que es llamado en la
China actual, Primer Tratado Desigual en Nanking, y que fue siempre visto como una
humillación(2). Suponía la indemnización económica a la Corona inglesa, la apertura de cuatro
puertos al comercio inglés, la aceptación del negocio del opio en China, la cesión de Hong-Kong
como colonia comercial y base naval inglesa, con trato de extraterritorialidad para la cobertura
de los intereses comerciales del Imperio Británico.
A pesar de la paz, no dejó de existir una resistencia oficial china en contra de los británicos, que
pretendían ampliar sus relaciones por un protocolo de “Nación Más Favorecida” por el Imperio
Chino, para obtener mayores privilegios que Holanda, Francia o Portugal que, después de la
victoria inglesa, también sacaron provecho en sus posiciones asiáticas frente a China.
En esta Segunda Guerra del Opio y el subsiguiente Segundo Tratado Desigual de Tien Tsin, en la
denominación china, todos los Imperios Occidentales ganaron libertades de implantación
territorial, de libre circulación por el territorio chino, de negociación directa y no a través de los
funcionarios imperiales y hasta de realizar acciones misioneras cristianas. Francia se sumó a la
Guerra precisamente para mostrar su animosidad por la muerte violenta de un misionero
francés unos años antes. La comprensión del resto de los imperios occidentales hacia la campaña
y su apoyo incondicional fueron proporcionales a los beneficios de tipo comercial que recibirían.
La Colonia de Hong-Kong se amplió hacia el Norte, con toda la península de Kow-Loon. Se
establecieron embajadas en Peking, la familia imperial china se vio obligada a participar en los
beneficios del negocio del opio y se abrieron a los extranjeros muchos más puertos en la costa.
Estados Unidos (EEUU), sin un especial interés en el mercado del opio, colaboró como fiel aliado
de Inglaterra hasta el asedio y toma de Peking.
Coincide el final de la Segunda Guerra del Opio en 1860 y un Segundo Tratado Desigual,
humillante para China de nuevo, con otras cuestiones de importancia: la industria química-
farmacéutica alemana logra altos niveles de calidad en la extracción y depuración de los
alcaloides que contiene el opio. Se inicia el mercado de la morfina pura. También alrededor de
1856 aparecen la aguja hipodérmica y la jeringuilla y, ya en 1860, se abre la primera fabricación
industrial, Luer, en EEUU.
Alarma moral
El aumento progresivo del consumo de opio y sus derivados, el uso de morfina inyectable y,
desde 1878, la diacetilmorfina o heroína comercializada hacia 1898 por los Laboratorios Bayer,
en un principio como arma contra el morfinismo creciente y que pronto dejó ver su mayor riesgo
de adicción, desembocó en una reacción de índole religiosa y moral.
El Senado se hizo eco de su voz y editó algunos folletos con sus recomendaciones. Abogaba por
la prohibición de todo uso que no fuera debido a una indicación médica y toda distribución que
no fuera en oficina de farmacia con un registro riguroso. Se promovía, por tanto, el control total
y restrictivo de la importación, elaboración, distribución de opio y sus derivados, salvo en la
forma de medicinas patentadas o en preparaciones farmacéuticas por fórmula magistral. Los
encargados de los presupuestos miraban, en cambio, los ingresos por tasas, impuestos y
exacciones y su discurso económico no coincidía con las premoniciones del Rdo. Brenner. No
obstante, algunos estados, California entre los más radicales, ya habían prohibido fumar opio y
llegaron a prohibir contratar chinos para cualquier trabajo. No se hizo tanto hincapié en el hecho
de tomarlo por vía oral, en píldoras o gotas, que era el uso habitual entre los blancos.
A pesar del gran respeto de las Cámaras del Congreso y Senado, en 1899, tras la Guerra de
Independencia de las Islas Filipinas, y con la ocupación americana del territorio, en
Éste se inició en 1912 y sus sesiones acabaron en 1914, sin que pudiese dar tiempo a evaluar las
consecuencias de lo acordado por iniciarse pocos días después la Primera Guerra Mundial, que
coincidió con una muy importante reducción del abuso de opio y cocaína.
El cannabis, tema que también fue tratado e incluido en los protocolos de La Haya, fue objeto
de mayor discrepancia y falta de unanimidad. Su cultivo y venta no se limitó ni restringió hasta
1937 en EEUU y, en el resto de los países, no se empezó a considerar el tema hasta mucho
después de la Segunda Guerra Mundial.
Los derivados del opio se quedaron en un uso social muy deteriorado y mal visto. La cocaína se
hizo “chic” y triunfó, en su primera epidemia mundial, sobre la morfina y la heroína. La guerra
civil en China trajo consigo la pérdida de capacidad productiva y del monopolio de exportación.
Los turcos tomaron el relevo y a partir de 1930 el dominio pasó a la “French Connection”. A
pesar de las restricciones de La Haya, algunos países se reservaron la posibilidad de mantener la
prescripción y dispensación controladas al menos durante los ulteriores cincuenta años, lo que
se conoce como “Modelo Inglés”. Fue el primer paso eficaz para la Reducción del Daño y el
Riesgo, con programas de mantenimiento que no excluyeron la heroína, definitivamente
prohibida en su producción y dispensación en el resto de los países desarrollados. Pero se
empezó a generar narcotráfico ilícito hacia Norteamérica con varios frentes. Los altos precios
compensaban los riesgos.
Como resultado de las medidas de limitación, sirva de muestra el que, en el Reino Unido, hacia
1955, no habría más de 500 enfermos en mantenimiento, por adicción a sustancias y no eran
más de 144 los registrados por opio y derivados. El Primer Ministro Eden recibió muchas
presiones para que se prohibiera la prescripción de heroína; llegó a dar el paso, pero las
razonables protestas de médicos y afectados le hicieron dar marcha atrás. En los EEUU, los
consumos cayeron proporcionalmente aún más, por la sanción moral de un principio, la casi
persecución de los “Dope-Docs” prescriptores y por la promulgación, desde 1914, del Harrison
Act, que dió lugar a la Ley Seca, fundamento de la organización de la mafia siciliana en América,
fondo inagotable de novelas y películas sobre el crimen organizado, alcohol, drogas, prostitución
y juego ilegal. En España, también se utilizó, hasta finales de los ochenta, un sistema de
mantenimiento parecido con carnet de extradosis y receta de estupefacientes, médico
prescriptor y oficina de farmacia dispensadora pre-establecidos para cada paciente, aunque la
heroína no estaba ya en el arsenal terapéutico.
Casi todo parecía estar bajo control. Desde 1909, actuaba, entre congresos y tratados, la
denominada Comisión Permanente de Estupefacientes, que suele ser reconocida como la
primera organización global en el mundo, cuya actividad no se ha interrumpido desde su
creación. La Liga de las Naciones incorporó el Comité Permanente de Estupefacientes como
Organismo Internacional bajo su tutela. La heroína se prohíbe, entonces, incluso para uso
médico. Los niveles documentables de consumo del conjunto de las sustancias susceptibles de
abuso y dependencia estaban en sus mínimos mundiales históricos en los sesenta.
La dietil-amida del ácido lisérgico o LSD pasa de ser una sustancia en fase IV de investigación a
convertirse en un maná de un Movimiento Psicodélico para la Expansión de la Mente, con sede
en la Universidad de Berkeley, California, bajo la dirección del “sumo sacerdote” Timothy
O’Leary. El movimiento hippy “Love, Sex & Rock´n Roll” se expande con sus baladas a lo largo y
ancho del mundo, con fuerte contenido pacifista, ecologista y de promoción de una Nueva Era
(New Age), que llega a todos los rincones del mundo llamado libre. Trae consigo la defensa del
derecho a un uso muy amplio de los derivados del cannabis, solicitando su legalización y
liberalización de venta en los EEUU y, poco tiempo después, en el resto del mundo occidental.
Es lo que se conoce como Movimiento Anti-prohibicionista.
En España, con consumos muy limitados de drogas, sobre todo morfina, sujetos a un rígido
control de dispensación, no problemáticos y sin alarma social, se empezó a perseguir el consumo
de cannabis desde 1963, creándose una Brigada Especial de Estupefacientes (BEE). En el caso de
los derivados del cannabis, ni su tenencia ni su uso en privado, habían sido, jamás, objeto de
tipificación como delito.
El imperio contraataca
En 1970, EEUU intenta ayudar a los ejércitos nacionalistas chinos, al mando del general Chang
Kai Chek, que se baten en retirada frente a las tropas comunistas de Mao. Sus territorios se han
reducido a la Isla de Formosa, Taiwán desde entonces, y a unos pocos reductos en el sur de la
China continental, provincia de Yunan, cerca de Birmania, Tailandia, Vietnam, Camboya y Laos.
Se vuelve a tolerar por los occidentales y a desarrollar, con gran potencia, el cultivo del opio para
introducirlo en China y poder pagar armamento con sus productos derivados, especialmente
heroína. Con ello, se crea un primer foco geopolítico de tensión: el llamado Triángulo de Oro.
Aún colea su poder, especialmente en la Unión de Myanmar, antigua Birmania. El resto de los
países ha reconducido su estructura económica y comercial, pasando por feroces gobiernos
comunistas a su situación actual, en concierto abierto con los países más desarrollados de la
tierra(5).
La heroína inicia su segunda oleada en Occidente desde allí, con la intermediación de las mafias
turcas y chinas. El impacto en pocos años es devastador y se asocia a peligrosidad social, crimen
organizado, delincuencia callejera, atracos a farmacias, epidemias de hepatitis varias,
enfermedades de transmisión sexual, tuberculosis, muertes por sobredosis y extrema
marginalidad de la sub-cultura de la droga. Una generación, si no desaparecida, sí fuertemente
dañada, por creer, sin evidencia suficiente, que era buena e inocua como decían sus vendedores.
Se refuerza su daño y fama con la Guerra de Vietnam. Una derrota de EEUU, la primera de su
historia, frente al comunismo del Sudeste Asiático. Tras haberse desclasificado, recientemente,
La gran epidemia
Entre 1975 y 1995 la extensión del tráfico y consumo de heroína se hizo mundial. Al Triángulo
de Oro derivado de la guerra civil china, le sigue el Creciente de Oro, en Afganistán, Irán y
Pakistán, como consecuencia de la Guerra de Independencia afgana frente a las fuerzas de
ocupación rusas. Los Talibán afganos se financiaron para su lucha armada con la venta de
opiáceos en bruto que se trataban en los otros dos países y fueron apoyados, en todo momento,
por la Inteligencia americana. Una vez echados los rusos, el negocio no sólo no ha parado, sino
que en los momentos actuales y, a pesar de la presencia activa de las fuerzas internacionales de
pacificación bajo bandera de la ONU, las cosechas de opio en Afganistán son records cada una
sobre la anterior desde 2002 y cultivan adormidera muchos más grupos étnicos que hace diez
años.
Entretanto, una generación se destruye por el uso de heroína por vía intravenosa, entregándose
a una orgía mortal por compartir jeringuillas y la sustancia a inyectar, que no parará hasta que
su convergencia con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida por el Virus de la
Inmunodeficiencia Humana da lugar a una pandemia amenazante de “Peste del Siglo XX”, con
visos de un Segundo Milenarismo. La situación se pudo empezar a manejar con mejor pronóstico
y menor exageración mediática e ideológica desde 1983, gracias a los datos científicos aportados
por una modélica investigación epidemiológica. Hoy empezamos a poder afirmar que el SIDA-
VIH se puede considerar una enfermedad infecciosa crónica gracias a sus eficaces tratamientos,
aunque caros y complejos. Su entonces marginalidad y exclusión sociales, su perfil delincuencial,
las tragedias personales, familiares y comunitarias que comportaba, las muertes por
“sobredosis” con la jeringuilla puesta y las imágenes de terror de su infracultura, parecen hoy
de un pasado remoto.
Ahora, apenas se consume heroína como primera droga, pero acompaña a otras que están más
de moda, y nadie puede garantizar que no vuelva a repetirse otra vez algo parecido. La
Los opiáceos
Son un conjunto de fármacos extraídos del opio que se han utilizado con fines terapéuticos
desde hace varios milenios.
El opio se obtiene tras la incisión en la cápsula de la planta Papaver somniferum, más conocida
como adormidera. De hecho, el nombre opio deriva de una palabra griega que significa «jugo»,
en referencia a la extracción del alcaloide de la planta.
Las referencias a la utilización del opio y sus derivados son múltiples y procedentes de diferentes
civilizaciones antiguas.
La primera referencia data del siglo XVI a.C.; en el Papiro de Ebers, escrito en el Antiguo Egipto
durante el reinado de Amenofis I, se describe el uso de esta sustancia para el tratamiento de las
cefaleas del dios Ra.
Algunas escuelas hebreas citan ciertas referencias en la Biblia sobre los efectos del jugo de la
adormidera. En los escritos hebreos recogidos en el Talmud se hace referencia al opio como
«ophion».
También en la literatura hindú y árabe se encuentran referencias en torno al uso con fines
médicos del opio y sus derivados. Pero lo que de verdad ha permitido conocer de una manera
más detallada las preparaciones y aplicaciones del opio en la antigüedad son los datos hallados
en la literatura griega y romana.
En Europa el uso del opio se ha extendido desde los tiempos de Galeno. Paracelso lo llamo
«piedra de la inmortalidad», y debe gran parte de su éxito como médico a la administración de
opio a sus pacientes.
Por aquel entonces el opio se usaba como analgésico y contra la disentería por sus propiedades
antidiarreicas.
Entre ellas se podría citar la tintura de opio o láudano, del que aparecieron distintas variantes
como el láudano de Rousseau.
El médico ingles Thomas Dover, describió el denominado «polvo diaforético», que consistía en
un polvo muy fino, en el que se mezclaban opio, ipecacuana y tártaro vitriolado.
Fueron los árabes los que introdujeron el opio en Oriente.
Se uso hasta el siglo XVIII contra la disentería, pero en la segunda mitad del siglo el comercio de
opio se incrementó de forma importante por portugueses e ingleses. Estos últimos establecieron
un depósito de opio al sur de Macao, lo que originó un conflicto con las autoridades chinas y
desembocó en la llamada Guerra del Opio.
Esta guerra acabó con el Tratado de Nanking, en 1842, que permitía el comercio extranjero del
opio en ciertos puertos chinos y ya en 1858 se admitió de forma legal el comercio del opio en
China.
«De entre todos los remedios que Dios Todopoderoso se ha dignado a dar al hombre para
mitigar sus males, ninguno es tan eficaz y universal como el opio». Esta frase, escrita por Thomas
Sydenham en 1680, resume más de 3.000 años de historia del opio.
Morfina
A principios del siglo XIX se conoció el principio activo más importante del opio, la morfina. Fue
descubierta en 1805 por el farmacéutico alemán Friedrich Serturner, quien la ensayó sobre sí
mismo para conocer sus efectos y casi pierde la vida.
La morfina es un agonista de los receptores opioides que actúa preferentemente sobre los
receptores µ, aunque también se une a los ĸ y δ. Es el analgésico opioide mas utilizado y el que
se considera como referencia para comparar la potencia de los nuevos fármacos.
Su principal utilidad clínica es el tratamiento del dolor intenso, tanto agudo (quirúrgico, infarto
de miocardio...) como crónico de diversas etiologías: dolores oncológicos, terminales o no, y
dolores osteoarticulares que no respondan a analgésicos antiinflamatorios.
Otro uso asociado a la morfina es como tratamiento en la disnea, probablemente por un efecto
reductor de la ansiedad asociada al distrés respiratorio, lo que repercute en una disminución del
trabajo cardiaco.
ANTIINFLAMATORIOS NO ESTEROIDEOS
Desde la síntesis de la aspirina en 1899, los AINE han sido uno de los fármacos más prescritos en
el mundo para el tratamiento de la fiebre, la analgesia y los estados inflamatorios como la
artritis reumatoide.
Es bien conocido, tanto a nivel del profesional sanitario como culturalmente por la sociedad,
que este grupo de fármacos pueden causar daño gastrointestinal (GI), llevando a la aparición
de inflamación, ulceración, sangrado y perforación.
También se sabe de los riesgos cardiovasculares y renales que conlleva su uso prolongado en el
tiempo. No son pocos los casos de hipersensibilidad o alergias a alguno de estos principios
activos.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), son uno de los grupos de fármacos más prescritos
a nivel mundial. Son útiles en el dolor reumático, tanto en enfermedades inflamatorias como
degenerativas y por su poder analgésico, también se usan con frecuencia en enfermedades no
reumáticas como la migraña, dolor dental y en general en cualquier proceso doloroso.
Además son útiles como antitérmicos y en los últimos años se ha demostrado un efecto de
prevención del cáncer de colon. Su uso en la población general, está muy extendido, incluso
como automedicación, dado que con frecuencia se consigue sin receta ni control médico, con el
consiguiente riesgo potencial de aparición de efectos secundarios.
Entre los elementos farmacológicos más utilizados en el mundo para el control del dolor de leve
a moderado se encuentran los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). Los datos recientes
sobre la seguridad cardiovascular de estos fármacos, sumados a los riesgos gastrointestinales y
renales ya conocidos, obligan a la actualización y a la conciliación de la ingente cantidad de
información que anualmente recibimos sobre estos compuestos.
Asimismo es imperativo que los trabajos sobre investigación se realicen dentro del marco de la
evidencia científica válida y con estudios mejor diseñados, eligiendo adecuadamente los
medicamentos comparadores, sin sesgos, evitando en la medida de lo posible el conflicto de
intereses.
Los AINE selectivos y preferentes de la ciclooxigenasa 2 (COX-2 o Coxibs) no han cumplido con
las expectativas optimistas que despertaron con su irrupción en el mercado farmacéutico
mundial, por lo que tendremos que esperar a la “superaspirina”.
Los objetivos de este artículo son: Revisar la información disponible sobre la eficacia, efectividad
y seguridad de estos compuestos terapéuticos.; mejorar nuestra comprensión sobre sus
INTRODUCCIÓN
Los AINEs representan uno de los grupos farmacológicos más consumidos en el mundo. Sin
embargo, en muchas ocasiones son infrautilizados o se abusa de ellos, siendo a veces innecesaria
su prescripción.
Su eficacia clínica es equiparable entre todos ellos con pequeñas variaciones. Representan los
fármacos utilizados en el primer peldaño de la Escalera analgésica de la Organización Mundial
de la Salud (OMS), sistema que originalmente se creó en 1986 para el control del dolor
oncológico en el que cada uno de los tres escalones representa el proceso de selección de un
fármaco específico para un tipo de dolor determinado en función de la intensidad del mismo.
O sea, que se centra en el enfoque farmacológico del control del dolor. Progresa desde los
analgésicos antipiréticos y AINEs, a los opioides débiles y finalmente a los opioides potentes.
Se expenden toneladas por año. Existe una alta prevalencia de enfermedades reumáticas en el
mundo. Aproximadamente un 8% de la población tiene un síndrome reumático alguna vez. Sin
embargo se sabe poco sobre cuales AINEs son realmente necesarios para un óptimo
tratamiento de estas afecciones.
En un estudio reciente se observo que ocho AINEs son utilizados en el 70% de las prescripciones
y 14 son usados en el 90% de los pacientes. Se piensa que solo 10 o 15 AINEs son necesarios
para proveer una elección razonable.
Hasta la fecha se sigue buscando el analgésico ideal, es decir que posee gran potencia y mínimos
efectos indeseables.
Esta familia de drogas está compuesta por innumerables agentes, cuya síntesis e incorporación
al mercado farmacológico se realiza permanentemente.
Existe una gran variación interindividual en la respuesta a estos agentes a los efectos adversos
y tóxicos que aparecen en un porcentaje de pacientes.
En el arsenal terapéutico actual los AINEs ocupan un lugar de gran importancia. Son agentes que
en muchas patologías se utilizan crónicamente y a veces de por vida, como por ejemplo en la
artritis reumatoidea, osteoartritis, espondilitis anquilosante, entre otras, por lo que la relación
costo-riesgo beneficio, debe ser considerada siempre por el prescriptor, más aún cuando los
agentes más nuevos son generalmente mas costosos, con frecuencia no ofrecen grandes
ventajas terapéuticas y no están bien estudiados sus efectos a largo plazo.
Hasta el año 1998 se consideraba racional clasificar a los AINEs según su estructura química.
Aunque el paracetamol no tiene propiedades antiinflamatorias, y su acción analgésica se
realizaría en el sistema nervioso central (SNC), a diferencia de los AINE que actúan en el lugar de
la inflamación ―a nivel periférico― clásicamente se ha agrupado al paracetamol, también
llamado acetaminofén, como un AINE.
SALICILATOS
Producen inhibición irreversible de la ciclox i- genasa plaquetaria por medio de la acetilación, la aspirina es
de elección como anti agregante, en dosis bajas.
Los salicil atos poseen acción analgésica, antipirética y antiinflamatoria, pueden producir trastornos
gastrointestinales y nefritis.
PIRAZOLONAS
PARAMINOFENOL
INDOLES
La indometacina es uno de los AINEs más potentes, pero también más tóxicos. Es útil en ataques agudos
de gota, espondilitis anquilosante, enfermedad de Barther, cierre del ductus permeable, prolongación del
parto, aunque en este caso pueden producir cierre temprano del ductus e hipertensión pulmonar en el
recién nacido.La indometacina junto con el piroxicam se une e inhibe preferentememnte a COX1, pudiendo
producir efectos adversos renales y gastrointestinales con mayor frecuencia.
1. ARILACÉTICOS o FENILACÉTICOS
● Diclofenac sódico (Voltarén) oral e i.m Diclofenac potásico
(Cataflam) Aceclofenac (Bristaflam, Berlofen) Alclofenac
(Desinflam) puede producir nefropatías, nefritis intersticial
● Ácido metiazinico (Ambrumate)
● Fenclofenac (Flenac) se acumula en médula ósea, puede producir
toxicidad medular
● Fentiazaco (Ragilón)
Este grupo es semejante en sus acciones a las pirazolonas, los agentes pueden prod ucir toxicidad renal,
hematológica y reacciones de hipers ensibilidad.
2. PIRROLACÉTICO
● Ketorolac (Dolten) (emparentado con indoles y propiónicos)
● Tolmetina (Safitex) puede producir
hipersensibilidad grave.
El ketorolac es uno de los analgésicos más potentes recientemente introducido en el mercado, aprobado
para uso en analgesia postoperatoria o por traumas. Se han comunicado casos de insuficiencia renal ag
uda en pacientes que recibieron este agente por vía I.M. para analgesia postoperatoria y también severos
casos de hemorragias digestivas.
3. PIRANOACÉTICO
● Etodolac (Arflogín)
● (inhibición >COX2 que COX1
4. OTROS
● Clometacina
Los fenamatos son inhibidores reversibles y competitivos de la cicloxigenasa. In vitro pueden inhibir
prostaglandinas formadas. Son más antiinflamatorios que analgésicos y antipiréticos.
Los derivados del ácido propiónico poseen efectos analgésicos similares a la aspirina, aunque sus
efectos antiinflamatorios y antipi- réticos son inferiores.
OXICAMES
El efecto antiinflamatorio es semejante al de las pirazolonas, efecto analgésico menor que la aspirina. La
única ventaja: su larga vida media que permite una sola toma diaria. Dentro de este grupo el meloxicam
es un inhibidor selectivo de COX2 y tendría menores efectos evdersos gastrointestinales y renales.
DERIVADOS DE LA NAFTILALCANONAS
Es una prodroga de origen básico que se transforma en un metabolito activo con acciones analgésicas,
antipiréticas antii nflam atorias no esteroideas.
● Oxaprozin
DERIVADOS DE LA SULFONANILIDA
● Nefopam
Es un analgésico misceláneo, no opiáceo de acción central, se sabe poco de su mec a- nismo de acción.Se
han comunicado una serie de efectos colaterales como naúseas, vómitos, dolor epigástrico, sequedad
bucal, retención urinaria, mareos, confusión, taqui- cardia.
FARMACODINAMIA
1)MECANISMO DE ACCIÓN
Muchos de los AINEs poseen otros efectos bioquímicos no del todo aclarados, sin embargo
la inhibición de la cicloxigenasa o pr ostaglandin sintetasa, parece ser el principal
mecanismo de acción de estos agentes y por lo tanto la inhibición de la síntesis de
prostaglandinas.
Ya que inhibe la enzima cicloxigenasa plaquetaria (COX1) por toda la vida de la plaqueta (7-11
días), como las plaquetas son fragmentos celulares son incapaces de sintetizar nueva enzima.
Algunos estudios sugieres que existen otros mecanismos de acción , sobre todo para sus
acciones antiinflamatorias. De acuerdo a estas teorías se vio que algunos AINEs in- hiben
la enzima lipoxigenasa in vitro y en algunos modelos animales utilizando diclofe- nac e
indometacina, estos 2 agentes dismi- nuyen los leucotrienes y prostaglandinas de leucocitos y
células sinoviales por estimular la reincorporación de ácido ar aquidónico libre en los
triglicéridos de las membranas.
También se piensa que los AINEs pueden inhibir algunos procesos celulares por de sacoplar las
interacciones proteína-proteína dentro de la bicapa lipídica de la membrana celular, incluyendo
los procesos regulados por proteína G.
La COX2, que se expresa en respuesta a procesos inflamatorios (inducida) y otros media- dores
y estimula la síntesis de prostaglandinas que producirán fiebre, dolor o inflamación puede ser
inhibida por glucocorticoides co- mo la dexametasona y por inhibidores selec- tivos como
meloxicam. Se piensa que la COX2 estaría en el cerebro como enzima constitutiva.
La aspirina inhibe muy efectivamente la COX1, a bajas dosis es utilizada en medi cina
cardiovascular como un inhibidor sele ctivo e irreversible de COX1 plaquetaria. A dosis más
altas la inhibición de COX1 es general i- zada y puede producir daño gas trointestinal. A estas
dosis el metabolito de la aspirina, el salicilato es capaz de inhibir la COX2, agre- gando efectos
antiinflamat orios. Fue observado que el saliciclato de Na es una inhibidor de COX2, con
propiedades antiinflamtorias y que carece de efectos antiagregantes plaque- tarios y no produce
efectos adversos gas- trointestinales, pudiendo ser un agente útil en pacientes que padecen
asma inducido por aspirina..
Esta categoría puede subdividirse en drogas que muestran alguna preferencia por COX1 in vitro
y que también tienen partic ular alto ries- go de producir efectos adversos GI como la
indometacina y el piroxicam. Las dr ogas con baja afinidad por COX1 in vitro serían ibupro- feno,
naproxeno, etodolac, diclofenac.
EFECTOS FARMACOLÓGICOS
EFECTO ANALGÉSICO
Las prostaglandinas parecen sensibilizar los receptores del dolor a la estimulación mecánica o
a otros media- dores químicos (ej: bradiquinina, histamina).
Las prostaglandinas producen hiperalgesia, es decir se produce dolor con maniobras como
la estimulación mecánica que comunmente no lo produce. Los ana lgésicos antipi- réticos no
modifican el umbral del dolor y no previenen el dolor causado por prostagland i- nas exógenas
o ya form adas, estas drogas pueden producir analgesia por prevenir la síntesis de
prostaglandinas involucradas en el dolor.
Parecería que los efe ctos analgés icos son principalmente periféricos, aunque estas drogas
pueden tener actividad sem e- jante u otro mecani s mo de acción similar en el SNC,
posiblemente en el hipotálamo.
Además su mec anismo de ac ción antiinfl amatorio puede contribuir a sus efectos
ana lgésicos. No existen evidencias que durante el uso crónico de los AINEs se desarrolle
dependencia psíquica o física a estos age ntes.
EFECTOS ANTIINFLAMATORIOS
Las pros taglandinas parecen mediar muchos efectos infl a- matorios y han mostrado producir
dire ctamente muchos de los síntomas y signos de la inflamación, los efectos antiinflamatorios
pueden deberse en parte a la inh ibición de la síntesis y liberación de estos autacoides durante
la inflamación. Sin embargo parec erían existir, como vimos, otros mecanismos que contribuyen
a este efecto.
La patología inflamatoria es atenuada por los AINEs, aunque en los procesos reumát icos no se
evitan las lesiones de los tejidos (art i- culares) ni se detiene el progreso de la en- fermedad.
EFECTOS ANTIPIRETICOS
La aspirina y los agentes AINEs reducen la temperatura elevada, mientras que la tempe- ratura
corporal normal es solo suavemente afectada. La disminución de la temperatura generalmente
se relaciona por un incremento en la disipación causado por vasodilatación de vasos sanguíneos
superficiales y puede acompañarse de sudoración profusa. El mecanismo de acción antipirético
es por inhibición de síntesis y liberación de prostagland inas en el hipotálamo
En general, el agente de elección para este efecto es la aspirina por ser inhibidor irr eversible
de la cicloxigenasa, es decir, que acetila la enz ima.
Como las plaquetas son fragmen tos celulares, la cicloxigenasa queda inhibida por el resto de
la vida de esas plaquetas (7-11 días) hasta que nuevas plaquetas son form a- das, sin embargo la
PGI2 o prostaciclina que se sintetiza en el endotelio vascular puede seguir liberandose y
produciendo su efecto antiagregante y vasodilatador, sobre todo cuando se utilizan dosis
bajas de aspirina (350 y hasta 100 mg/día).
Numerosos ens ayos clínicos han aportado evidencias que la aspirina reduce la incidencia de
trombosis arterial coronaria; en un prolongado estudio multicéntrico fue observado que 325 mg
de aspirina por día redujeron en un 40% la inc idencia de infarto en médicos varones.
Esta acción de los AINEs como antiagregantes, muchas veces puede ser un efecto colateral sobre
todo cuando los pacien tes deben ser sometidos a cirugía.
Los AINEs inhiben la síntesis de prostaciclina (PGI2) PGE2 que poseen propiedades
vasodilatadoras, pudiendo de este modo disminuir el efecto hipotensor de bloqueado- res beta,
inhibidores de la enzima de conversión de angiotensina (IECA), diuréticos, entre otros.
FARMACOCINÉTICA
Existen similitudes y diferencias entre los AINEs, aunque en general estos agentes se absorben
completamente por vía oral. Ti enen escasa dependencia del aclaramiento hepático y del
metabolismo de primer paso hepático. Se unen con alta afinidad a la albúmina (el de menor
unión es el parac etamol) y ti enen volumen de distribución pequeño.
Fue observado que el naproxeno y el ibuprofeno tienen acciones antiinflamatorias seme- jantes,
dependiendo de la dosis y la concentración plasmática, en la artritis reumatoidea, sin embargo,
esto no explica la variación individual en la respuesta a estos y otros agentes. No se puede
demostrar aún una diferencia farmacocinética entre los pacientes que responden a AINEs
y los que no responden.
Con respecto a la vida media de estos agen- tes, podemos dividirlos en dos grupos de acuerdo a
su vida media de eliminación. Los de vida media corta (menos de 6 horas) y los de vida media
larga (más de 10 horas)
● Aspirina ● Diflunisal
● Diclofenac ● Naproxeno
● Etodolac ● Nabumetona
● Flufenámico ● Fenilbutazona
● Ibuprofen ● Sulindac
● Indometacina ● Tenoxicam
● Ketoprofen ● Piroxicam
● Tolmetina ● Oxaprozin
La aspirina es el único de todos los AINEs que acetila en forma irreversible la ciclox igenasa. Los
otros AINEs son todos inhibidores reversibles de la cicloxigenasa. La aspirina es rápidamente
desacetilada por esterasa en el cuerpo produciendo salicilato, el cual por si mismo tiene
propiedades ana lgésicas, antipiréticas y antiinflamatorias.
El ácido salicílico es tan irritante, que solo se usa externamente y por ello se han sintetizado
derivados de este ácido para el uso sistémico.
En general los efectos analgésicos y antipiré- ticos de una dosis oral de salicilatos ap are- cen
dentro de los 30 minutos, el pico plas- mático máximo ocurre entre 1-3 horas y per- siste
aproximadam ente 3-6 horas.
Estos agentes se distribuyen a través del líquido extracelular en todos los tejidos y liquidos
del organismo.
Los salic ilatos y sus metabolitos son rápida y totalmente excretados por orina. Pequeñas
cantidades también se eliminan por sudor, saliva y heces. La eliminación es por filtración
glomerular y secreción tubular. La eliminación renal aumenta hasta 4 veces cuando el pH
urinario es igual o mayor que 8. A ese pH el salicilato se ioniza y no puede reabsorbe rse.
Propiedades farmacológicas
Analgesia: alivian el dolor de moderada a baja intensidad, sobre todo el de origen te- gumentario
(mial gias, artralgias, cefaleas).
Acción antipiretica: disminuyen con rap i-dez la temperatura corporal elevada. El tra- tamiento
de la fiebre debe realizarse cua ndo incomoda al paciente o cuando hay rie sgo de convulsiones
febriles, sobre todo en niños pequeños. Los salicilatos y compuestos relacionados son efectivos
antipiréticos, analgésicos y antiinflamatorios. La asocia- ción de aspirina con síndrome de Reye
cuando se utiliza en infecciones vir ales (principalmente varicela e influenza) ha reducido las
indicaciones de la aspirina en pediatría, es más prudente utilizar paracetamol o ibu- profeno en
este grupo etario para tratamiento de la fiebre.
El síndrome de Reye es una enfermedad grave, predominantemente infantil con una tasa
de mortalidad de aproximadamente el 25%, que se desarrolla tras la aparente recu- peración de
varicela o gripe. Se caracteriza por una encefalopatía acompañada de infi l- tración grasa de
vísceras, principa lmente el hígado. Es típico que un niño se esté recuperando de una virosis y
apare zcan vómitos y alteración de la conciencia, puede haber hepatomegalia y una importante
elevación de las transaminasas (por lo menos 3 veces los niveles normales), sin ictericia. Casi
todas las víctimas de esta afección habían recibido salicilatos como tratamiento de una
enfermedad vírica, una serie de estudios de casos y controles confirmaron la relación entre el
uso de salicilato y la enfermedad.
Puede afectar a niños y adolescentes de todas las edades, con una incidencia máx i- ma entre los
5 y 15 años, también fueron descripto casos en adultos. Aunque varicela y gripe son los virosis
más descriptas, también fueron comunicados casos después de gastroenteritis y en niños con
enfermedades inflamatorias crónicas.
Cuando ceden los síntomas de la virosis se produce una altera- ción aguda del estado de
conciencia, de intensidad variable y sin signos neurológicos focales.
En niños men ores de un año puede haber hiperventilación o episodios de apnea y convulsiones
con mayor frecuencia que en niños mayores. Puede haber hipoglucemia, aunque en mayores
3
de 4 años la glucosa está normal. La punción lumbar revela menos de 8 células por mm en LCR
y los niveles de proteínas y glucosa son normales.
También puede haber hipotensión, diátesis hemorrágica e insuficiencia renal. La gr ave- dad
de la enfermedad se suele delimitar me- diante estadíos que tienen en cuenta el nivel de
conciencia.
Debido a los síntomas inespecíficos y las manifestaciones clínicas variables, en num e- rosas
oportunidades se han confundido con otras patologí as como alteraciones congéni- tas del ciclo
de Krebs o de la oxidación de ácidos grasos, u otras intoxicaciones; por ello debe hacerse
diagnóstico diferencial con la intoxicación por salicilatos.
Los criterios clínicos para la definición de un caso de sínd rome de Reye propuesto por
Centers for Disease Control (CDC) de Atlanta son:
Del 34 a 61 % de los pacientes que sobrevi- ven quedan secuelas neurológicas psiquiátricas.
Es posible que la predispos ición gen é- tica jueg ue un rol, ya que se ha descrito un caso de
Reye en dos hermanos gemelos, sería una interacción virus -huésped en indivi- duos
susceptibles, modificado por un agente xógeno como el AAS.
El tra tamiento de la fiebre en niños, en casos que convenga bajar la temperatura, no debe
hacerse con aspirina, los agentes de elec- ción en este grupo etario serían parac etamol o
ibuprofeno.
Acción sobre las plaquetas: la ingestión de aspirina por individuos normales prolo nga el tiempo
de sangría, aun con dosis de 100 mg. Este efecto se debe a la acetilación de la ciclooxigenasa
plaquetaria, que queda inhib i- da toda la vida de la plaqueta (aprox imada- mente 12 días)
porque ésta no posee núcleo para poder sintetizar nueva enzima y no se produce el Tromboxano
A2 que es un potente agregante plaquetario. Esta es la base de la utilización de la aspirina en
la prevención del infarto agudo de miocardio.
Efectos adversos
El efecto adverso más común que ocurre con dosis terapéuticas de aspirina es a nivel ga s-
trointestinal, puede producir trastornos como náuseas, vómitos, dispepsia. También puede
producir irritación de la mucosa gástrica con erosión, ulceración, hemat emesis y melena.
En un 70% de los pacientes puede ocu- rrir pérdida oculta de sangre por las heces, la pérdida de
sangre suave en general carece de importancia clínica, pero en tratamientos prolongados puede
producir anemia por defi- ciecia de hierro.
También puede producir hemorragia digestiva pero con menor frecuencia. Algunas
personas, con asma o urticaria crónica o rinitis crónica pueden tener mayor incidencia de
hipersensibilidad a aspi- rina, y puede provocar urticaria, otras lesiones de piel, angioedema,
rinitis y severo broncoespasmo y disnea.
Las personas sensibles a aspirina pueden demostrar hipersensibilidad cruzada con otros AINEs.
La aspirina incrementa el tiempo de sangría, dism inuye la adhesividad y agregación pl aquetaria
y altas dosis pueden producir hipoprotrombinemia.
La aspirina y otros AINEs pueden producir hepatotoxic idad, sobre todo en pacientes con
artritis u otros tra s tornos del tejido conectivo. En niños el uso de aspirina ha sido implicado
en el síndr ome de Reye, teniendo en la actualidad severas restricciones en pediatría, sobre
todo en casos de infecciones virales. Usada por vía rectal pue- de causar irritación.
Intoxicación crónica
Puede producirse cuando se usan dosis altas y por tiempo prolongado. Se denomina
salicilismo, los síntomas son mareos, tini- tus, sordera, sudoración, náuseas y vómitos, cefalea
y confusión mental. Pueden contro- larse, reduciendo la dosis.
Intoxicación aguda
Los síntomas son hiperventilación, fiebre, cetosis, alcalosis respiratoria, acidosis me-
tabólica. Depresión del SNC, que puede ll e- var al coma; colapso cardiovascular e insufi- ciencia
respiratoria. En chicos puede ocurrir somnolencia, acidosis metabólica e hipogl u- cemia
Además de los efectos benéficos de la aspi- rina sobre las plaquetas, los salicilatos pue- den
produc ir efectos adversos sobre la san- gre como trombocitopenia, anemia aplást ica,
agranulocitosis o pancitopenia. La aspirina también puede producir anemia hemol ítica en
pacientes con deficiencia de gluc osa 6 fosfa- to deshidrogenasa.
Efectos sobre el tracto gastro-intestinal . Los datos sugieren que la aspirina puede
inducir úlcera gástrica, pero la frecuencia no es clara y no estaría relacionada con la dosis.
Todos los AINEs pueden potencia lmente causar daño de la mucosa gastroi ntestinal.
Muchos estudios indican que los salicilatos pueden producir tinitus cuando están en con-
centraciones de 200 mcg por ml, aunque existen variaciones interindividuales y veces puede
ocurrir con dosis bajas. Los pacientes con disminución preexistente de la audición pueden no
experimentar tinitus a pesar de altas concentraciones del age nte.
Efectos en el hígado
Hipersensibilidad.
Las reacciones de hipersensibilidad de aspi- rina tienen reacción cruzada con otros ana l- gésicos
en general la sensibilidad, es más frecuente en sexo femenino, asma, rinitis, atopía o polipos
nasales, alergia a alimentos o colorantes como tartrazine.
Desensibilización .
las dosis de aspirina (30 mg) has ta que se obtiene una respuesta alérg ica, luego la aspirina
es readministrada y se van incrementando las dosis hasta que fina lmente una dosis de 650-
mg es tolerada
Embarazo y neonato .
Estenosis rectal
Se ha descripto un caso de estenosis rectal asociado al uso de supositorios que cont ení- an
aspirina, cod eína y paracetamolz (Puy- Montbrun et al, 1990). Los supositorios fu e- ron
usados diariamente por 14 días, la este- nosis fue acompañada de ulceración de la mucosa y
sangrado. El intestino delgado y colon resultaron normales en los diferentes examenes.
La aspirina y otros AINEs pueden producer aunque más raramente ulceras orales. La
exacerbación de úlceras orales se ha com u- nicado en una paciente de sexo femen ino luego
de la administración de estos agentes. La discontinuación del agente ha permitido la curación
de las úlceras buc ales. (Kaziro,1980).
Todos los AINEs pueden producir es- tomatisis, glositis o ulceración lingual. Puede ser debido a
una reacción generalizada como el exantema o la hepatitis del síndrome de S. Johnson o eritema
multiforme que afecta piel y mucosa. Ta m bién puede ser debida a la agranulocitosis farm
acoinducida.
Pueden producir boca seca e inhibición de la secreción salival. El mecanismo de daño en estas
reacciones orales aisladas no está claro, aunque puede deberse a una inhibición de la síntesis
de prostaglandinas, como en el caso de la producción de úlceras gás tricas o duodenales.
También se puede producir un daño importante si el paciente retiene el fár- maco en la boca
antes de tragarlo (ulcer a- ción), por el efecto químico directo. Las úlceras orales pueden ser
liquenoides, es raro que estas úlceras pongan en peligro la vida del pacientes, sin embargo
causan conside- rables molestias.
Los AINEs pueden producir sabor amargo, sabor ácido y halitosis en numerosos pacie n- tes.
Rabdomiolisis.
Presión arterial
Algunos ensayos clínicos han mostrado que los antiinflamatorios no esteroides pueden
incrementar la presión arterial de personas normales y depacientes con hipertensión leve
tratada o no con fármacos. Se ha sugerido que podría deberse a inhibición de la síntesis de
prostaglandinas renales, lo que determina- ría una más intensa reabsorción tubular de sodio y
agua.
Los AINEs incluídos en los ensayos clínicos fu e- ron: indometacina, sulindac, ibuprofeno, flur-
biprofeno, naproxeno, piroxicam, diclofena y tiaprofénico. Comparados con pac ebo los AINEs
producen un incremento medio de las cifras presión arterial diastólica y sistólica de 5mmm de
Hg.
El efecto es más evidente en hipertensos tratados con antihipertensivos que en los no tratados
o en normotensos. Los resultados aún no son concluyentes. Los AIES disminuirí an el efecto
antihipertensivo de todos los agentes utilizados en el trata- mieto de la hipe rtensión arterial,
aunque el efecto es más notable con los bloqueadores beta adrenérgicos y los vasodilatadores
que con los diuréticos.
Parecería que todos los AINEs aumetarían la presión arterial en decúbito. Los que producen
este efecto con mayor intensidad son indometacina, ibuprofeno, y piroxicam, mientras que el
AAS y el sulindac serían los que menos efecto hipertens ivo poseen. Estos resultados tampoco
son definit ivos, se necesitan más estudios. Se cree que además del efecto renal de los AINEs
intervendrían otros factores (por eje mplo sobre la resistencia vascular) pero aun no fueron
identificados.
Sensibilidad cruzada:
Contraindicaciones
Precauciones
Se debe usar con cuidado en pacientes con asma, pólipos nasales, carditis severa, hemofilia o
telangectasias.También en pacientes con hipoprotrombinemia y deficien- cia de vitamina K,
en disfunción hepática o renal o en pacientes que reciben anticoagu- lantes. También se debe
La aspirina en dosis altas puede agravar el espasmo coronario en angina de Prinzmeta (Miwa et
al, 1983).
Cáncer de colon: El uso regular de aspirina está asociado con un riesgo reducido de cáncer de
colon. Thun et al (1991) han eva- luado 662.424 pacientes adultos y fueron seguidos por 6
años. En 4 personas que usaban aspirina 16 o más veces por mes por un año o más, el riego
relativo de contraer cáncer de colon disminuyó. Sin embargo, la dieta, obesidad , ejercicios ,
historia familiar o uso de paracetamol no cambiaron el riego de cáncer. El uso de 2 aspirinas por
día re- duce el riesgo de desarrollar cáncer de colon (60%) o pólipos colónicos en un 70%. La
aspirina también se asocia a una reduc ción del riesgo de contraer cáncer colorectal
,Logan et al (1993), y Peleg et al (1994). En otro estudio Gann et al (1993) no hall aron asociación
entre la ingesta de aspirina y el cáncer colorectal. Usando datos de Phys i- cians Health Study,
donde la aspirina fue usada en dosis 325 mg por día, no hubo diferencias entre el riesgo de
desarrollar cán- cer de colon comparado con placebo en un seguimiento de 5 años. Es decir que
se ne- cesitan mayores estudios para confirmar estos hallazgos.
Son útiles en la profilaxis de las enfermeda- des asociadas a agregabilidad plaquet aria
(coronariopatias, infarto agudo de miocardio, isquemia cerebral transitoria etc.) siendo un nuevo
uso de estos agentes la prevención del riesgo de infarto primario del miocardio en hombre. El
U.S. Preventive Services Task Force recomienda bajas dosis de aspirina en hombres de 40 años
de edad con factores de riesgo para infarto de miocardio.
La aspirina en dosis de 100 mg /día por vía oral fue efectiva para prevenir la oclusión de bypass
aortocoronario luego de la cirugía. Este agente fue administrado durante 4 me- ses y la
permeabilidad fue mantenida en un
90% de los injertos contra 68% de los trata- dos con placebo (Lorenz et al, 1984).
El dipiridamol en dosis de 75 mg en com bi- nación aspirina 325 mg 3 v/día fue efec tivo para
prevenir el infarto primario y mue rte en un estudio controlado de 24 meses de dura- ción, con
La dosis para ataques isquémicos transito- rios es de 650 mg 2 v/día o 325 mg 4 v/día (Boyd,
1985).
Infarto de miocardio
Varios estudios indican la eficacia de la as pi- rina en pacientes con infarto previo, para la
profilaxis, prevención o recurrencia del mi s- mo. La aspirina también parece ser efectiva en la
prevención secundaria del infarto (IAM) y del infarto de miocardio en pacientes con angina
inestable en dosis de 300 a 1500 mg/día, aunque la dosis óptima y la duración del tratamiento
aún es controvertida. La FDA recomienda un solo comprimido por día (325 mg) en pacientes
con infarto previo y angina inestable para reducir el riesgo de muerte y/o de infarto de
miocardio no fatal. Muchos es- tudios siguieron a los pacientes por 1 y 2 años. Los efe c tos
profilácticos parecen ser mayores en el primer año pocas semanas postinfarto. Los datos
sugieren que la aspiri- na puede adm inistrarse con betabloqueantes en estos casos. (Rumore
& Goldstein, 1987).
La aspirina en dosis de 325 miligramos por día fue efectiva para prevenir infarto fatal y no fatal
en varones sanos sin historia previa de infarto de miocardio. (
Diferentes estudios indicant que dosis bajas de aspirina son efectivas para la prevención de la
toxemia del embarazo, en mujeres con riesgo de desarrollar toxemia. Las dosis efe c tivas fueron
de 60 a 150 mg/d. Aunque algunos trabajos demuestran que dosis de 20mg/día pueden ser
efectivas para inhibir la cicloxigenasa plaquetaria y evitar el tromboxano que estaría en
desequilibrio en esta patología.
En la fiebre reumática aguda los salicilatos disminuyen el proceso inflamatorio agudo, pero
no afectan la progresión de la enferme- dad, ni la inflamación granulomatosa posterior. Sin
embargo, si el paciente tiene insuficiencia cardíaca o carditis grave los AINEs o los corticoides
por sus efectos antiinflamatorios inespecíficos pueden reducir la sobr e carga cardíaca. En la
fiebre re umática aguda suelen utilizarse dosis de 5-8 g/día en adu ltos y en niños 100mg/k/día
cada 4-6 hs, durante una semana, luego se reduce a 60 -75 mg/kg/día durante el tiempo que
sea necesario.
En la artritis reumatoidea los salicilatos son las drogas prototipos para esta afec ción,
producen analgesia, efecto antiinflamatorio. Además, pueden utilizarse como antipirét icos o
como analgesicos en dolores leves o moderados como cefalea, artritis, dismen o- rrea, mialgias,
neuralgias, antiagregantes plaquetarios.
Se vio que los AINEs pueden interaccionar con agentes antihipertensivos e incrementar a
presión arterial sobre todo en pacientes hipertensos.
Dosis: La dosis oral recomendada para dolor leve es de 325 a 650 mg c/4h y en artritis
reumatoidea es de 2.6 a 5.2 g/día; en la fi ebre reumática aguda es de 6 a 8 g/d y para ataques
de isquemia transitoria es de 650 mg 2 veces al día . 325 mg de aspirina por día puede diminuir
el riesgo de infarto de miocardio en varones de 40 años.
PARACETAMOL
El uso de paracetamol como antipirético incrementó cuando la fenacetina fue sacada del
mercado y más recientemente cuando se aceptó ampliamente a la aspirina como agente
etiológico del síndrome de Reye, lo cual hizo que este agente (la aspirina) se restri n- ja en su
utilización en niños sobre todo en fiebre y enfermedades virales. Es un agente con pocos
efectos colaterales, pero también pobres efectos antiinflamat orios y efectos analgésicos y
antipir éticos semejantes a la aspirina.
Por ser bien tolerado y carecer de muchos de los efectos colaterales de la aspirina ha ganado
un lugar como analgésico casero, aunque las sobredosis agudas de este agente pueden causar
daño hepático fatal, en los últimos años ha aumentado el número de intoxicaciones por
automedicación. En general, se debe dejar bien claro que el parac etamol posee débiles
acciones antiinflamat orias, por más que se aumenten las dosis.
Farmacocinética
La unión a proteínas plasmáticas es escasa. Cerca de un 60% de la drogas se conjuga con ácido
glucurónico, el 35% con ácido sulfúrico y cerca del 3% con cisteína, también se producen
metabolitos hidrox ilados y desacetilados.
Los niños poseen menor capacidad para la glucuronoconjug ación. Una pequeña proporción
sufre N-hidroxilación por el citocromo P450 y forma un metabolito intermedio de alta
reactividad, en condiciones normales este metabolito reacciona con los grupos sul fhifrilos del
glutatión pero en sobredosis se agota el glutatión hepático y los metabolitos reaccionas con
los sulfhidrilos de otras proteínas hepáticas y se puede prod ucir necrosis hepáticas.
Respiratorios
Endócrinos
Hipersensibilidad: Reacciones alérgicas incluyendo urticaria son raras, shock anafi- láctico
ha sido comunicado en algunos casos.
Efectos inductores de tumor: Los est udios en animales han demostrado que el parece- tamol
puede ser carcinogénico cuando se utiliza en tiempos prolongados y en altas dosis, aunque
no hay datos clínicos dispon i- bles que avalen estos hallaz gos.
Hematológicos
Se ha comunicado trombocitopenia asociada con anticuerpos circulantes, es muy ocas io- nal
pero está bien documentada en los reportes.En Francia se han comunicado casos de
agranulocitosis, aunque no parecería haber sido un problema clínico significativo, lo mismo se
ha reporteado anemia hemolítica en pacientes con deficiencia genética de glucosa 6 fosfato
deshidrogenasa.
Hígado
Gastrointestinales
Sistema urinario
Piel
Sobredosis
Hay un estrecho margen entre la dosis di aria máxima normal y la que puede producir daño
hepático e insuficiencia hepática aguda. Indudablemente existen personas más sus- ceptibles
que otras a la toxicidad del parac e- tamol. (para algunas personas la dosis tóxica es de 6 g, en
cambio otras tol eran 12 g)
Síntomas y diagnósticos: Mientras el daño hepático ocurre en horas después de la in- gestión,
las manifestaciones clínicas ap are- cen en 24-48 hs. Cuando aparecen los signos primarios, ya
está instalada la lesión hepática, por ejemplo tensión y dolor abdominal, seguidos por ictericia.
El daño tubular renal ocurre junto al daño hepático, la hiperkalemia y la necrosis muscular. La
necrosis muscular se ha demostrado en autopsias en casos fatales, por si misma acentúa el
desequilibrio electrolítico particularmente la hiperkal emia.
Tratamiento: Debido a que el mecanismo del daño parece ser por depleción de grupos
sulfidrilos del glutatión, el tratamiento cons iste en el reemplazo temprano de estos grupos
administrando metionina o mejor acetilcisteína, por vía oral o i.v.. Es más efectivo si se
administra entre las 8-12 horas después de la ingestión de la sobredosis. La única alter- nativa,
es la hemoperfusión con carbón act ivado y diálisis renal, que puede ser efectiva después de las
18 hs de la ingestión. Cuando más se demore en el tratamiento, mas fatal será el cuadro.Los
niveles de paracetamol inferiores a 200 ug/ml son de buen pronóstico.
Situaciones de riesgo
Interacciones
A veces el diflunisal incrementa los niveles de paracetamol, mientras que los anticonceptivos
orales incrementan su eliminación renal. Las drogas inductoras enzimáticas hepáticas pueden
disminuir el riesgo de tox icidad por el paracetamol.
La aminopirina e incluso la dipirona o metamizol se han retirado del mercado en num e- rosos
países, debido al riesgo de agranuloc itosis y anemia aplástica que presentan es tos agentes.
La dipirona es un ana lgésico con amplia experiencia de utilización en nuestro país. Ejerce
potente efecto analgésico en dolor agudo, traumático o de otro origen. El perfil de seguridad
de la dipirona es diferente al de otros AINEs. Sus principales problemas son la agranulocitosis
y la anafilaxia aguda. La incidencia de agranulocitosis por cualquier causa es de
aproximadamente 4,7 por millón de habitantes por año y el 0,8 por millón de habitantes por
año sería por dipirona, (un caso cada 3000 usuarios). Se calcula que en todo el mundo pueden
producirse 7000 casos por año de agranuloc itosis.
La anafilaxia aguda grave por dipirona, shock anafiláctico o broncoespasmo grave, tiene una
incidencia de aproximadamente 1 cada 5000 usuarios.
La dipirona ha sido asociada con agranul ocitosis, anemia hemolítica, anemia aplástica anemia,
shock anafiláctico y severas reacciones cutáneas. Otros efectos adversos incluyen severo
broncespasmo, hipotensión, nauseas, vomitos, mareos, cefalea y diaf oresis.
La dosis oral efectiva en pacientes con fi ebre es de 0.5 a 1 gr 3-4 veces al día con un máximo
de dosis de 3 a 4 gramos di arios.
La dipirona no está indicada en el tratamiento del dolor, no ofrece ventajas con otros ana l-
gésicos.
Se puede administrar por vía i.m., s.c. o i.v. en aquellos pacientes que no toleran la vía oral. Las
dosis de 0.5 a 1 g.
En niños se han usado 20 mg/k 4 veces al día cuando la fiebre pone en riesgo la vida del niño,
otros autores recomiendan 10 a 12 mg/kg 3-4 veces al día.
Se debe tener precaución en pacientes con anemia, asma, insuficiencia hepática o renal,
hipertensión o insuficiencia cardíaca, úlcera péptica, porfiria.
Interacciones:
INDOMETACINA
La indometacina por vía oral produce actividad antiinflamatoria dentro de los 30 minutos de su
ingestión y los picos plasmát icos máximos ocurren en 3-4 horas. Se une en un 90% a proteínas
pl asmáticas, se metaboliza por O-demetilacion y N-deacilacion a compuestos inactivos.
La vía más importante es la demetilacion, realizada por el sistema enzimático microsomal, luego
la deacilacion extramicrosomal y por último glucuronocon- jugación, aproximadamente el 10
% de la droga es eliminada sin cambios en la orina. Aproximadamente el 21% - 42% se elimina
por heces.
Se utiliza para el tratamiento del dolor o i nflamación moderados a severos: artritis reu-
matoidea, espondilitis anquilosante, osteoartritis, ataques agudos de gota. La indometacina
por vía i.v. suele utilizarse como una alternativa de la cirugía para producir el cierre ductus
arteriosus, dentro de los 10 días del nacimiento.
Indometacina tópica
Pacientes geriátricos
Somerville et al (1986) hallaron una fuerte asociación entre AINEs utilizados en pers o- nas
mayores de 60 años y hemorragias di- gestivas en un estudio caso-control con 406 pacientes
hospitalizados por hemorr agia digestiva por 2 años.
Las drogas más c o- múnmente utilizadas fueron INDOME TACI- NA, PIROXICAM,
NAPROXENO e IBUPRO- FENO. Se sugiere que las dosis de indom e- tacina deben reducirse en
un 25 % en pacientes geriátricos, debido a que los estudios demuestran una disminución en el
clearance y un incremento de la vida media de indom e- tacina en personas de edad.
La dosis para el cierre del ductus depende de la edad del infante. Un esquema es adminis- trar
dosis de 0.3 mg/kg/día 2 días. Contro- lar la función renal cada 12-24 horas y la función
plaquetaria. Se puede administrar por vía nasogástrica o i.v., se debe evitar esta última vía si
hay oliguria o anuria.
Si el peso es más de un kg la dosis es de 0.2 mg/kg cada 12 hs. 3 dosis. Si el peso es menor de
1 kg administrar 0.1 mg/kg cada 12 horas 6 dosis. La tasa de infusión debe ser de 20 minutos o
más para evitar efectos adversos sobre todo la disminución del flujo sanguíneo cerebral.
Efectos adversos
Los efectos más frecuentes so tras tornos de la coagulación, cefalea, úlcera gástrica, san- grado
gastrointestinal y n efrotoxicidad.
Puede agravar trastornos psiquiátricos, ep ilepsia y parkinsonismo. Puede enmasc arar signos
y síntomas de infección. La i ndom etacina puede causar cefalea.
Puede producir neuropatías con debilidad y pareste- sias en las manos y pies. Se han reportado
casos de delusiones paranoides en pacientes tratados con dosis altas en artritis reum atoidea.
También fueron des criptos síntomas de ansiedad y desorientación.
Puede producir trastornos hepáticos incluso hepatitis colestásica. Puede producir nefro-
toxicidad como otros AINEs.
Puede producir visión borros a. Se han com u- nicado casos de depósitos corneales y di s-
minución de la sensibilidad retinal, estos cambios son reversibles al suspender la in-
dometacina.
Embarazo: la indometacina estuvo indicada para producir prolongación del parto en amenza
de parto prematuro, ya que es potente inhibidor de las prostaglandinas que intervienen en el
trabajo de parto, pero pu ede producir cierre temprano del ductus en el feto e hipertensión
pulmonar del recién nacido.
Se debe tener precaución en el embarazo ya que se han comunicado casos de niños nacidos
con disfunción cardiova scular y respira- torios, hipertensión pulmonar peristente,
IBUPROFENO
El ibuprofeno es el prototipo de los derivados del ácido propiónico, se absorbe rápìdo por vía
gastrointestinal, alcanzando picos máx i- mos en 1 – 2 hs.
Efectos colaterales: los efectos colaterales primarios son gastrointestinales (nausea, dolor
epigastrico precordialgia). Otros efectos colaterales incluyen discrasias sanguineas, mareos,
cefaleas, meningitis aséptica, edema, sangrado GI, nefrotoxicidad, reacciones de piel y ambliopía
tóxica.
Dosis: en artritis reumatoidea la dosis usual es de 1200 a 3200 mg/día, en dolor mod era- do 400
mg cada 4 a 6 hs, en dismenorrea primaria 400 mg cada 4 horas. La dosis máxima es de 3200
mg/día .
Dosis pediátrica: 20 mg/kg/día en dosis divididas, no exceder los 500 mg/día en chi- cos con
menos de 30 kg.
PIROXICAM
Este agente parece ser semejante a aspirina y al naproxeno en sus acciones. La única ventaja es
vida media larga. Es un agente útil para el tratamiento de la artritis reumatoidea, pero sus
efectos colaterales que son frecuentes, muchas veces obligan a la suspensión del tratamiento.
KETOROLACO
El fabricante aunque no estuvo de acuerdo con esta op inión, discontinuó la fabricación del pr
oducto en Alemania, lo que llama poderosamente la atención.
A su vez contraindicó su utilización en: As- ma, hipovolemia, deshidratación, anteceden- tes de
úlcera péptica o trastornos de la coa- gulación, hipersensibilidad a los AINEs, en pacientes
con pólipos nasales, antecedentes de angioedema, broncoe s pasmos, tratamien- to con litio,
embarazo, lactancia, insuficien- cia renal moderada o severa, pérdida de san- gre en el tracto
gas trointestinal , antecede n- tes de ACV, diátesis hemorrágicas, riesgo de hemorragia pos
toperatoria, administración de anticoagula ntes.
No debe usarse junto con otros AINEs, con terapia anticoagulante (heparina, anticoagu- lantes
orales), ni con la pentoxifilina o el probenecid, tampoco en menores de 12 años.
Posología: La dosis diaria se adecuará a la intensidad del dolor aceptándose dosis di aria máxima
90 mg.
Ampollas: uso por vía intramuscular o endovenosa: Dosis inicial: 10 mg. Dosis subsiguientes: 10
a 30 mg. cada 8 horas. Duración máxima del tratamiento: 2 días. En los pacientes que han
recibidos el Ketorolac inyectable y que sean transferidos a compri- midos de 10 ó 20 mg., la dosis
diaria combi- nada no deberá exceder los 90 mg.
Uso por venoclisis: Se aconseja admini strar Ketorolac por vía venoclisis utilizando una dilución
de 60 mg. en 500 ml. de solución fisiológica o dextrosa al 5%. La dosis inicial deberá ser de 10
mg. (equivalente a 83,33 ml. de la solución), respetando las dosis diarias máximas especificadas
ant eriormente.
Reacción adversas: Los efectos adversos, en general, son más frecuentes con el uso
prolongado y en altas dosis.
Se han observado con una frecuencia menor al 1% los siguientes efectos adversos: anafi- laxia,
broncoespasmo, edema larí ngeo, edema lingual, hipotensión, enrojecimiento facial,
aumento de peso y fiebre. También han sido observados cuadros tales como: urticaria, derm
atitis exfoliativa, Sí ndrome de Lyell y de Steven Johnson.
Otros efectos adversos graves con riesgo de mortalidad son: hemorragia gastrointes tinal,
trombocitopenia, hemorragia de la herida post-operatoria, convulsiones, insuf icie ncia
renal aguda.
Advertencia: el medico debe evaluar cui- dadosamente los riesgos potenciales y los beneficios
del uso de ketorolac oral a largo plazo (mas de 5 días). los pacientes deben ser instruidos con
respecto a la aparición de signos re- lacionados con efectos adversos gastrointestinales serios,
y deben ser controlados mas celosamente que si se usaran otros aines.
En conclusión: como se trata de un agente AINE de elevada potencia analgésica, cree- mos
debe aconsejarse su utilización solo en las siguientes condiciones (hasta que se clarifique la
verdadera importancia de sus efectos adversos)
El Ketorolac debe ser una droga de re- serva, de uso limitado y estricto control.
Los datos disponibles sobre su seguridad indican que probablemente tiene un margen
terapéutico más estrecho que otros fárm acos analgésicos antipiréticos y antiinflamatorios no
esteroides.
NABUMETONA
● dolor abdominal
● diarrea
● hemorragia digesti-va alta
● naúseas
● vómitos
● flatulencia
Aparet del dolor abdominal, las reacciones más notificadas para nabumetona son cefalea ,
erupciones cutáneas leves y urtic aria .
MECANISMO DE ACCIÓN.
Las COX son enzimas bifuncionales, tienen dos actividades catalíticas diferentes:
● Por una parte, la actividad dioxigenasa da un endoperóxido cíclico intermedio (PGG2).
● Por otra parte, la actividad peroxidasa de la enzima convierte a este intermediario en
otro endoperóxido cíclico (PGH2), que será transformado posteriormente en una
isomerasa, una reductasa o una sintasa, de manera específica para cada tipo celular en
otros prostanoides.
TIPOS DE CICLOOXIGENASA
Hay tres tipos de ciclooxigenasa: las cuales poseen alrededor de 600 aminoácidos cada una.
● La ciclooxigenasa-1 (COX-1)
● La ciclooxigenasa-2 (COX-2)
● La Ciclooxigenasa-3 (COX3
La mayoría de los AINE inhiben sólo la reacción inicial de dioxigenación. Suelen actuar como
inhibidores competitivos reversibles, aunque varía en función de cada uno. De forma general,
estos fármacos inhiben rápidamente la isoenzima COX-1, mientras que la inhibición de COX-2
es más lenta y, casi siempre, es irreversible.
La inhibición de estas enzimas se produce cuando los AINE entran en el canal hidrófobo y forman
enlaces de hidrógeno con un residuo de arginina en la posición 120, impidiendo el acceso de los
ácidos grasos, que son los sustratos naturales del dominio catalítico.
Esta inhibición desaparece gradualmente, ya que todos los días se reemplaza una porción de
plaquetas desde la médula ósea. Por este motivo, para obtener el efecto antiagregante
plaquetario (efecto COX-1) de la aspirina se requiere una dosis menor (80-100 mg/día) con
respecto a la dosis necesaria para el efecto antiinflamatorio vía COX-2 (3-4 g/día).
Dos isozimas COX: COX-1 y -2, se identificaron por primera vez a principios de la década de 1990
como catalizadores de un paso importante en la biosíntesis de prostaglandinas.
Aunque se han realizado muchos avances en los últimos 10 años para comprender el alivio del
dolor y los mecanismos antiinflamatorios de la aspirina, el ibuprofeno y los nuevos inhibidores
de la COX-2, el mecanismo de la acción del paracetamol ha permanecido elusivo.
Finalmente, la identificación de una nueva isoenzima, COX-3, sugiere que es el objetivo para el
acetaminofeno.
La COX-3 se descubrió mediante análisis Northern del ARN de la corteza cerebral canina usando
una sonda de ADNc de COX-1. La sonda COX-1 iluminó inesperadamente una banda a 2,6 kb,
marcando una transcripción que posteriormente se confirmó que era COX-3, una variante de
corte y empalme alternativa de COX-1 en la que se retiene el intrón 1 .
Hasta ahora, se sabe poco sobre la regulación temporal de la expresión de COX-3. Sin embargo,
se sabe desde hace décadas que el paracetamol inhibe la actividad de COX en homogenados de
cerebro canino más que en homogenados de bazo.
La actividad de la COX-3 parece ser selectivamente inhibida por el paracetamol así como por
algunos otros AINE analgésicos y antipiréticos.
Además, a diferencia de otros Los AINE, el paracetamol es capaz de cruzar la barrera
hematoencefálica, lo que le permite alcanzar concentraciones en el cerebro suficientes para
inhibir la COX-3.
Todas estas líneas de evidencia implican fuertemente COX-3 como el objetivo de la acción del
paracetamol y en parte explican el misterio de por qué a menudo es más eficaz contra el dolor
de cabeza y la fiebre que algunos de los otros AINEs.
Más investigación en esta área conducira no solo a una mejor comprensión del papel de las
enzimas COX en el dolor, la fiebre, la inflamación y la enfermedad, sino también a un tratamiento
más específico y eficiente de las dolencias que involucran a estas enzimas.
Al inhibir las prostaglandinas y los tromboxanos por bloqueo de la COX, los AINE producen un
efecto antiinflamatorio y evitan cierto grado de vasodilatación y quimiotaxis. Algunos AINE
inhiben la expresión o actividad de algunas moléculas de adhesión, así como de factores de
transcripción que activan la síntesis de muchos mediadores de la inflamación.
Esto los hace útiles en procesos asociados al aumento de prostaglandinas por inducción de la
COX-2, como la artritis, dolores musculares, dismenorrea.
Su capacidad para aliviar la cefalea se debe a la disminución del efecto vasodilatador de las
prostaglandinas sobre la vasculatura cerebral.
El segundo lugar de acción es a nivel central, en la médula espinal, donde las lesiones
inflamatorias inducen la expresión de la COX-2 y la síntesis de prostaglandinas que facilitan la
transmisión del dolor por las fibras aferentes.
Acción farmacológica
Todos los AINE son antiinflamatorios, analgésicos y antipiréticos, a excepción del Paracetamol,
que no es antiinflamatorio.
● Acción antiinflamatoria: Los AINE son muy usados en el tratamiento de enfermedades
reumáticas. Ejercen un efecto sintomático más que para evitar la progresión de la
enfermedad. Se emplean en el tratamiento de enfermedades musculoesqueléticas,
como artritis reumatoide, espondilitis y artrosis.
● Acción analgésica: Los AINE se conocen también como analgésicos menores ya que son
efectivos contra dolores de intensidad leve o moderada (dolor odontológico, mialgias,
dismenorrea…). Algunos pueden alcanzar potencias similares a la de los opiáceos o
analgésicos mayores, así como asociarse a ellos, de forma que pueden emplearse en
dolores postoperatorios, postraumáticos, dolores tipo cólico o algunos dolores
cancerosos.
● Acción Antipirética: Los AINE disminuyen la temperatura corporal de forma rápida y
eficaz en los procesos febriles sin ejercer ningún efecto en individuos sanos.
● Acción antiagregante Plaquetario: Los AINE prolongan el tiempo de hemorragia al
inhibir la producción del agregante plaquetario tromboxano A2 (TXA2). Debido a esto,
sobre todo la aspirina en dosis inferiores a las analgésicas, es empleada en el
tratamiento profiláctico de situaciones con riesgo tromboembólico.
● Acción uricosúrica: Algunos AINE, como los salicilatos, la sulfinpirazona y la
fenilbutazona, compiten con el ácido úrico por la unión a su transportador impidiendo
su excreción de la luz tubular al intersticio. El efecto producido depende de las dosis:
dosis bajas-medias (2 g/día) disminuyen la excreción de ácido úrico produciendo
hiperuricemia; dosis intermedias (2-3 g/día) no modifican la excreción; dosis altas (más
de 5 g/día) inducen uricosuria e hipouricemia.
● Acción queratolítica:El efecto local irritante en piel y mucosas del ácido salicílico y sus
derivados es aprovechado en el tratamiento de verrugas vulgares y procesos de
sobrecrecimiento de las capas superficiales de la piel.
INDICACIONES TERAPÉUTICAS.
El perfil de acción y las indicaciones de todos los AINE son similares. La elección de uno de ellos
suele depender de la tolerabilidad a las posibles reacciones adversas y a la experiencia del
médico.
● Estados febriles: Son los fármacos más empleados para disminuir la temperatura tras
procesos infecciosos o sistémicos. El más usado con este fin es el paracetamol.
● Dolor: Se utilizan en cefaleas, artralgias, neuralgias, mialgias, producidos por
infecciones, dolores postoperatorios, oncológicos, dismenorrea, migrañas… Los más
usados son el ibuprofeno, paracetamol, naproxeno, ketorolaco…
● Procesos reumatológicos: Se emplean en artritis reumatoide, espondilitis
anquilopoyética, artrosis, tendinitis, artritis gotosa, bursitis… Para el alivio sintomático
de estas patologías son frecuentemente usados el ibuprofeno y el naproxeno.
● Profilaxis en riesgo tromboembólico: El ácido acetil salicílico es usado a dosis bajas (75-
325 mg/día) como profilaxis en arteriopatías coronarias y cerebrales, trombosis venosas
profundas, tromboembolia, infartos… (Micromedex, 2016).
SEGURIDAD.
REACCIÓN ADVERSA A MEDICAMENTOS (RAM).
INTERACCIONES.
CONTRAINDICACIONES
a) Úlcera péptica activa o antecedentes: Aumenta el riesgo de hemorragia
gastrointestinal. El uso de inhibidores COX-2 selectivos disminuye el riesgo pero no lo
anula.
b) Insuficiencia cardiaca grave: Los inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa-2 están
contraindicados en la enfermedad cardíaca isquémica, la enfermedad cerebrovascular,
la enfermedad arterial periférica y la insuficiencia cardíaca congestiva grave o moderada
(Husband y Mehta, 2013).
c) Alteración de la función renal: Se debe reducir la dosis al mínimo posible y controlar la
función renal. Puede producirse toxicidad aguda.
d) Embarazadas: No se recomienda el uso de AINE en mujeres embarazadas. Lo más
seguro es la aspirina a dosis baja, pero debe de retirarse antes de comenzar el parto
para evitar hemorragias. Preparaciones con misoprostol pueden provocar el parto. La
administración de AINE en el tercer trimestre de embarazo puede provocar el cierre
prematuro del conducto arterioso, que produce hipertensión pulmonar persistente al
nacimiento e insuficiencia cardiaca fetal (Fariña y cols., 2014).
e) Niños: Está contraindicado el uso de aspirina en niños debido a la probabilidad de
aparición del síndrome de Reye (encefalopatía aguda con degeneración grasa del hígado
y alteraciones mitocondriales), cuadro grave con elevada mortalidad (20-40%).
f) Hipersensibilidad:Existe contraindicación en pacientes alérgicos a aspirina y otros AINE.
Por lo general, ocurre con varios fármacos pese a pertenecer a diferentes grupos
químicos, por lo que se recomienda no utilizar ningún AINE cuando se ha producido un
cuadro de este tipo (rinitis, rinorrea, rubor, edema, urticaria, asma, shock).
Se trata de un documento de consenso elaborado por expertos nominados por tres sociedades
científicas: la Sociedad Española de Reumatología (SER), la Asociación Española de
Gastroenterología (AEG) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
EFICACIA.
1. Indicaciones. La principal indicación para el empleo de los AINE es la disminución del
dolor. Ningún AINE ha demostrado ser superior a otro, siendo la eficacia de los AINE
tradicionales semejante a la de los COXIB.
2. Tiempos. Antes de usar AINE se deben valorar otras opciones terapéuticas, y se deben
prescribir siempre a la dosis mínima eficaz y durante el mínimo tiempo posible. Solo en
casos muy específicos, como la espondilitis anquilosante, puede estar justificado el uso
continuado a largo plazo.
3. Calidad de vida. Los AINE producen una mejoría en la calidad de vida de los enfermos
con patología reumática aguda o crónica.
RIESGO CARDIOVASCULAR.
1. Estratificación de riesgo cardiovascular. En todos los pacientes que tomen AINE de
forma crónica debe realizarse una estimación del riesgo cardiovascular (CV) al menos
una vez al año.
2. Complicaciones cardiovasculares asociadas al uso de AINE. La administración de AINE
se asocia a un incremento de riesgo de desarrollar síndrome coronario agudo (SCA) u
otros episodios cardiovasculares de carácter aterotrombótico (accidente
cerebrovascular y problemas arteriales periféricos). El incremento de riesgo
cardiovascular varía mucho dependiendo del tipo de AINE utilizado, siendo el naproxeno
uno de los más seguros, mientras rofecoxib, diclofenaco, etodolaco e indometacina son
los que se asocian a un mayor riesgo cardiovascular.
3. Uso de anticoagulantes. La combinación de anticoagulantes (warfarina, dicumarínicos,
etc.) con AINE se debe evitar. En caso de ser absolutamente necesario, los COXIB
parecen asociarse a menor riesgo de complicaciones hemorrágicas.
4. Uso de antiagregantes. Se debe evitar la utilización de AINE, incluso a corto plazo, en
pacientes con infarto agudo de miocardio previo que toman AAS, ya que se asocia a
incremento del riesgo cardiovascular. En pacientes que toman AAS a dosis bajas, la
asociación con ibuprofeno y naproxeno interfiere con el efecto antiagregante del AAS,
por lo que se debe evitar usarlos conjuntamente. En los pacientes que toman AAS para
prevenir episodios cardiovasculares que requieran tratamiento crónico con AINE, los
COXIB son una opción terapéutica a considerar.
RIESGO GASTROINTESTINAL.
1. Estratificación de riesgo digestivo. Se debe realizar una evaluación del perfil de riesgo
gastrointestinal basal de cada paciente y del AINE a utilizar. La edad superior a 60 años
es factor de riesgo por sí solo para la aparición de complicaciones gastrointestinales en
pacientes que toman AINE, y este riesgo aumenta de forma progresiva con la edad. La
presencia de antecedentes de úlcera péptica gastroduodenal, complicada o no
complicada, es factor de riesgo para el desarrollo de complicaciones gastrointestinales
en pacientes que toman AINE.
2. Complicaciones gastrointestinales asociadas al uso de AINE. No se recomienda usar 2
o más AINE de manera simultánea, ya que no se incrementa la eficacia y en cambio sí
aumenta la toxicidad. El riesgo de complicaciones gastrointestinales aumenta si se usan
RIESGO RENAL.
1. Estratificación de riesgo renal. En los enfermos reumáticos crónicos que reciben AINE
deberá evaluarse la función renal mediante estimación del filtrado glomerular, al menos
una vez al año.
2. Complicaciones renales asociadas a uso de AINE. En pacientes con enfermedad renal
crónica estadio 3, o con comorbilidad renal y/o cardiovascular asociada, no se
recomienda el empleo de AINE, salvo en situaciones especiales y con estricta vigilancia
clínica, y deberá evitarse el empleo de dosis de AINE mayores a las recomendadas. En
pacientes con enfermedad renal crónica estadio 4 y 5 el empleo de AINE está
contraindicado.
DISPENSACIÓN DE AINEs.
Ningún AINE ha demostrado ser superior a otro. Además, no es recomendable usar dos o más
AINE de manera simultánea, ya que el uso concomitante no incrementa la eficacia y en cambio
aumenta la toxicidad. Por ello, la elección de un medicamento u otro dependerá
fundamentalmente de las características del paciente, del perfil del AINE y de la experiencia del
médico con el uso de los mismos.
En cuanto a las vías de administración de los AINE, hay evidencia de que son más eficaces cuando
se administran por vía oral que cuando se utiliza la vía tópica, y su toxicidad cuando se emplean
por vía rectal, intramuscular o intravenosa es similar a la que ocurre cuando se administran por
vía oral.
En los procesos crónicos, los AINE se deben utilizar a la dosis mínima necesaria para mantener
una respuesta clínica favorable y se debe reevaluar la indicación de uso de AINE de forma
periódica en función de la respuesta clínica del paciente y los acontecimientos adversos.
En los ancianos el riesgo de acontecimiento adverso grave es mayor, a lo que habría que añadir
la polimedicación de muchos de estos pacientes y la posibilidad de interacciones, por lo que
sería recomendable tanto el uso de gastroprotectores como individualizar en cada caso el uso
de los AINE, ya que hay otras alternativas de tratamiento del dolor o la inflamación muy seguras
y eficaces, como los analgésicos o los esteroides a dosis bajas.
Teniendo siempre en cuenta todas estas consideraciones, los AINE en general representan los
fármacos utilizados en el primer peldaño de la Escalera Analgésica de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) (Vargas Schaffer, 2010). Son muy demandados a nivel de la Oficina de
Farmacia para tratar el dolor y la inflamación.
GLUCOCORTICOIDES:
INTRODUCCIÓN
Los glucocorticoides (GC) son, en el momento actual, los fármacos disponibles con mayor
actividad antiinflamatoria. De hecho los GC son, bien por vía sistémica, bien por vía inhalada, el
fármaco de primera línea en el tratamiento de muchos de estos procesos inflamatorios.
Un mejor conocimiento del mecanismo de acción de estos fármacos ayuda a hacer un uso más
racional de ellos y a favorecer el desarrollo de nuevos compuestos con efectos específicos.
Además, los nuevos conocimientos sobre los mecanismos de actuación de los GC, especialmente
sobre la regulación de la transcripción genética, y la estructura y dominios de unión del receptor
de GC han permitido diseñar nuevas estructuras moleculares de GC con propiedades disociadas,
que podrían tener una gran relevancia clínica en el futuro y que trataremos más detenidamente
en esta revisión.
Los GC son los fármacos más potentes y efectivos en la prevención y supresión de la inflamación
causada por estímulos mecánicos, químicos, infecciosos e inmunológicos.
Por otro lado, en la EPOC la utilización de los GC inhalados aporta pocos beneficios clínicos y no
puede prevenir el deterioro de la función respiratoria.
En este sentido, conocer los mecanismos moleculares de actuación de los GC, así como las
posibles causas de insensibilidad a ellos, tiene un gran interés científico y probablemente
importantes implicaciones clínicas.
● Numerosas citocinas
● Las interleucinas (IL) 1, 2, 3, 4, 5, 6, 11 y 13
● El factor de necrosis tumoral alfa
● El factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF)
● Quimiocinas (IL-8, RANTES, proteína Iα inflamatoria de los macrófagos, proteínas
quimiotácticas de monocitos 1, 2, 3 y 4, eotaxina)
● Moléculas de adhesión (molécula 1 de adhesión intracelular, molécula 1 de adhesión de
células vasculares, E-selectina)
● Enzimas reguladoras de la síntesis de mediadores (óxido nítrico sintetasa inducible,
ciclooxigenasa 2, fosfolipasa A2 [PLA2]citoplasmática).
Los GC también ejercen acciones sobre otros grupos celulares como son las células endoteliales
(regulando la permeabilidad) y las epiteliales o glandulares (inhibiendo la secreción mucosa).
RECEPTOR GLUCOCORTICOIDEO
El código genético del RG se encuentra en el brazo largo del cromosoma 5 (región 5q31-32),
tiene una estructura genómica constituida por 9 exones y existen evidencias de 3 promotores
distintos del gen11.
Aunque no está clara la razón del uso de diferentes promotores según el tipo celular, esta
heterogeneidad podría estar relacionada con diferentes formas de regulación específicas del RG
según el tipo celular.
Estructura funcional del receptor de glucocorticoides. La proteína del receptor de glucocorticoides tiene 3 dominios: el
aminoterminal, el de unión al ADN (DBD, de DNA binding domain) y el carboxiterminal para unión a la hormona. En la zona central
se encuentran los 2 anillos de cinc. También se muestran los lugares de fosforilación, así como las zonas de unión independiente
del ligando (AF-1) y dependiente del ligando (AF-2) relacionadas con las funciones de activación transcripcional.
Todos estos receptores tienen en común el dominio de unión al ADN, que es una zona central
corta, flanqueada por un dominio o extremo Nterminal (o aminoterminal) variable y un extremo
C-terminal (o carboxiterminal) relativamente variable.
Por otro lado, el extremo C-terminal contiene la región AF-2, que es responsable de la unión a
la hormona, aunque existen crecientes evidencias de que también tiene capacidad de
interaccionar con otros factores y coactivadores implicados en la transcripción genética.
El RG puede presentarse en 2 isoformas moleculares diferentes, el RGα y el RGβ, con 777 y 742
aminoácidos, respectivamente.
Ambas isoformas se han encontrado juntas en casi todos los tejidos humanos. El RGα es la
isoforma predominante y la única que tiene capacidad para unirse a la hormona y, por lo tanto,
para realizar funciones de activación o represión.
La RGβ se forma por un mecanismo alternativo de maduración (corte y empalme) del pre-ARN
mensajero del RG (alternative splicing), y difiere de la isoforma α tan sólo en los últimos
aminoácidos del extremo C-terminal.
Organización genómica del gen del receptor de glucocorticoides (RG) y las diferentes isoformas que genera. Las secuencias de los
exones que se traducen se muestran como áreas oscuras, mientras que los extremos 5’ y 3’ no traducidos de los exones 1 y 9 se
muestran como zonas más claras. Los intrones se representan como líneas. Existen evidencias de 3 promotores en el extremo 5’
de la región no traducida del exón 1. Las estructuras proteicas de las 2 isoformas α y β son idénticas desde el aminoácido 1 al 727,
y difieren sólo en el extremo carboxiterminal como resultado de un proceso de corte y empalme (splicing) alternativo del exón
9.
Esta diferencia podría hacer que el RGβ fuera incapaz para unirse a la hormona. La posibilidad
de que un aumento de la isoforma β pudiera actuar como potente inhibidor de la isoforma activa
por un mecanismo competitivo, y con ello reducir la eficacia de los GC, ha generado un debate
científico sobre el peso que la isoforma β podría tener realmente en la respuesta clínica a los
GC.
Además, las hsp90 y otras proteínas asociadas al receptor son probablemente necesarias para
la correcta maduración de los RG recién sintetizados.
Cuando el RG se une a la hormona, se libera de sus interacciones con las hsp90 y esto induce un
cambio en la conformación del receptor que tiene como resultado la activación del mismo, que
se transloca al núcleo celular, donde se unirá al ADN a través de su dominio central en forma de
dímeros.
Este dominio central del RG responsable de su unión al ADN está constituido por 2 anillos de
cinc.
Los lugares de unión al ADN son secuencias palindrómicas de 15 pares de bases que se
denominan “elementos de respuesta a los GC” (ERG; GGTACAnnnTGTTCT) y están situados en
la región 5’promotora de los genes diana.
La interacción de los dímeros de RG-GC con la doble hélice de ADN en estas regiones ERG, junto
con determinados coactivadores, dará lugar a la inducción o represión de la transcripción
genética (transactivación).
De todas formas, todavía no se conoce del todo bien cómo puede variar parte de este proceso
en función de la dosis o tipo de GC o del tipo de célula en el que esté actuando.
Asimismo, esta unión de GC-RG al ADN parece relacionada, al menos en parte, con los aspectos
endocrinos de los GC, lo cual incluye efectos secundarios como, por ejemplo, la osteoporosis, el
retraso de crecimiento infantil o las alteraciones metabólicas.
Sin embargo, los mecanismos moleculares responsables de estos efectos todavía no se conocen
bien. El número de genes regulados directamente por los GC se estima entre 10 y 100.
Aunque todavía no se conocen con exactitud los aspectos más críticos de las propiedades
antiinflamatorias de los GC, parece claro que los efectos inhibitorios sobre la síntesis de citocinas
y quimiocinas son particularmente importantes.
Los GC inhiben la síntesis de varias citocinas y quimiocinas que son particularmente importantes
en enfermedades inflamatorias del pulmón, como el factor de necrosis tumoral alfa, GM-CSF, IL-
1β, IL4, IL-5, IL-8 y eotaxina.
Sin embargo, pocos de los genes que son desactivados por los GC parecen tener ERG negativos
en sus secuencias promotoras, lo que induce a pensar que deben de existir mecanismos
inhibitorios menos directos.
El efecto inhibitorio de los GC parece ser en gran medida secundario a interacciones proteína-
proteína entre un GR activado y factores de transcripción nuclear, tipo AP-120, NF-κB21 o
algunas proteínas STAT (signal transducer and activator of transcription) como la STAT-3, STAT-
5 y STAT-6.
Recientes estudios apuntan a que los GC pueden tener efectos sobre la estructura de la
cromatina del ADN. La estructura cromatínica es dinámica. En la célula en reposo, el ADN está
firmemente enrollado alrededor de los residuos de histona del núcleo y, durante la activación
celular, este compacto e inaccesible ADN se hace accesible a los factores de transcripción
iniciando la transcripción genética.
El RG puede competir con los sitios de unión de otros factores de transcripción en la CBP o,
alternativamente, activar moléculas correpresoras de la transcripción que tienen actividad
HDAC. Ito et al han demostrado que los GC inhiben la actividad HAT de la fracción p65 del NF-
κB y que el RG recluta HDAC2 para inhibir la acetilación de la histona H4 en las lisinas 8 y 12
inducida por IL-1β.
En consecuencia, todo ello da lugar a la deacetilación de las histonas nucleares, lo que modifica
de nuevo la configuración de la cromatina haciendo que ésta se compacte alrededor de las
histonas.
Esto reduce el acceso de los factores de transcripción como el NFκB y el AP-1 a sus locus de
unión en el ADN, lo que produce, en consecuencia, una represión de la transcripción
inflamatoria, también denominada transrepresión.
Este efecto está mediado vía ERG en las regiones promotoras de estos genes. El RG también
puede incrementar la transcripción genética mediante su unión a factores coactivadores como
la CBP, que actúa como puente para la activación de la ARN polimerasa II, y dar lugar así a la
formación de ARN mensajero.
Esta unión entre un RG activado y CBP también origina una mayor acetilación de las histonas
nucleares, lo cual es esencial para la activación de la ARN polimerasa II.
Los GC también han sido implicados en el incremento de IκBα (inhibidor de NF-κB), que puede
inducir una inhibición del NF-κB en los linfocitos, aunque esto no se ha demostrado en otras
líneas celulares.
La lipocortina 1 es una proteína de 37 kDa que tiene efectos inhibitorios sobre el PLA2 y, por
tanto, inhibe la producción de mediadores lipídicos como los leucotrienos, prostaglandinas y
factor activador de plaquetas en células epiteliales y leucocitos.
La inhibición de la lipocortina se consideró en otros tiempos el principal efecto de los GC, aunque
ahora sabemos que sus efectos no son muy específicos y que la habilidad de los GC a la hora de
inducir su producción puede variar de unas células a otras.
Otro ejemplo de proteína antiinflamatoria incrementada por los GC es la IL-10, que está reducida
en los macrófagos alveolares de pacientes con asma y cuya síntesis aumenta con el tratamiento
esteroideo,o el antagonista del receptor de IL-1, que inhibe la unión de la proteína inflamatoria
IL-1 a su receptor celular.
Enzimas inflamatorias. Los GC inhiben la síntesis de la óxido nítrico sintetasa, que es producida
por citocinas proinflamatorias, así como de otras enzimas implicadas en la inflamación asmática,
como la ciclooxigenasa 2 o la PLA2 citosólica.
Las moléculas de adhesión cumplen un papel primordial en el tráfico de células hacia el sitio de
inflamación. Muchas citocinas inflamatorias inducen la expresión de moléculas de adhesión en
la superficie de las células endoteliales, y los GC pueden influir en dicha expresión bien
indirectamente, mediante la reducción en estas citocinas inflamatorias, bien directamente en la
transcripción genética de genes que codifican estas moléculas, como la molécula 1 de adhesión
intracelular, la E-selectina o la molécula 1 de adhesión de células vasculares.
RECEPTORES INFLAMATORIOS.
APOPTOSIS.
Los GC disminuyen la vida media de algunas células inflamatorias como los eosinófilos. La
supervivencia de estas células es dependiente de la presencia de citocinas como la IL-5 y el GM-
CSF.
ADRENORRECEPTORES Β .
Esto se ha demostrado in vitro e in vivo, y puede ser de gran relevancia en el asma, ya que puede
prevenir los fenómenos de taquifilaxia en pacientes tratados con betaagonistas.
IMPLICACIONES CLÍNICAS
GLUCOCORTICOIDES DISOCIADOS
Muchos de los efectos antiinflamatorios de los GC son debidos a la inhibición de los factores de
transcripción (transrepresión), mientras que los efectos endocrinológicos y metabólicos están
mediados por la unión a los ERG del ADN (transactivación).
Este hecho ha llevado a los investigadores a buscar moléculas de GC que tengan una función
selectiva transrepresora para así evitar los efectos secundarios debidos a la actividad
transactivadora.
De hecho, los GC inhalados utilizados para el tratamiento del asma hoy día, como el propionato
de fluticasona o la budesonida, tienen un mayor efecto transrepresor, lo que explica su potencia
antiinflamatoria.
Recientemente se ha descrito una nueva clase de GC donde existe una potente actividad
transrepresora con una mínima actividad transactivadora.
Esto indica que el desarrollo de nuevas moléculas de GC con mayor margen de seguridad es
posible y que ello puede conducir al descubrimiento de esteroides orales sin efectos adversos
significativos.
RESISTENCIA A GLUCOCORTICOIDES
Aunque los GC son muy efectivos en el control de la inflamación en el asma, así como en otras
enfermedades inflamatorias o inmunológicas, un pequeño porcentaje de pacientes asmáticos
no responden siquiera a dosis elevadas de GC.
Este hecho, aunque poco frecuente, constituye un problema importante en el manejo clínico de
estos pacientes.
La resistencia total a los GC es muy rara, con una prevalencia de un caso por cada 1.000
asmáticos.
Se han propuesto varios mecanismos para intentar explicar la resistencia a los GC observada en
estos pacientes.
Los monocitos y los linfocitos T aislados de estos pacientes tienen una respuesta disminuida a
los GC in vitro.
En algunos de ellos, existe una disminución en la afinidad del RG por el GC, circunstancia que
puede reproducirse incubando las células T con IL-2 e IL-4, lo que lleva a una inhibición funcional
de los efectos del GC.
También existe una disminución del número de RG activados dentro del núcleo, después de
exponer células mononucleares a un GC in vitro, cuando se compara a asmáticos con individuos
normales.
En estos mismos pacientes existe una disminución de los efectos inhibitorios de los GC sobre la
activación de factor AP1 y la expresión de citocinas, probablemente secundaria a una activación
aumentada de las vías de la AP-1 y JNK.
La mayor activación de la AP-1 puede derivar en un secuestro del RG, lo que impide su
interacción con otras proteínas y, por tanto, produce resistencia a los GC. Esta resistencia tendría
lugar en el sitio de inflamación, pero no en los sitios donde no hay inflamación, lo que explicaría
por qué estos pacientes son resistentes a los efectos antiinflamatorios pero no a los efectos
secundarios de los GC.
En la mayoría de los pacientes asmáticos existe una correlación directa entre la capacidad del
RG para translocarse en el núcleo de las células mononucleares y la capacidad de acetilación de
residuos de histonas que se traduce en una mayor transcripción de proteína.
Este residuo es de importancia crucial para las acciones de los GC, ya que regula la secreción de
SLPI y la apoptosis de células T. Todo esto apunta a que en un pequeño grupo de pacientes con
asma corticorresistente existe un defecto en la interacción del RG con la maquinaria de
transcripción celular.
CORTICORRESISTENCIA EN LA EPOC
Los GC son poco efectivos para controlar la inflamación crónica que subyace en la etiopatogenia
de la EPOC.
Los mecanismos están todavía por aclarar, aunque en los últimos años se han producido
importantes avances.
Aunque algunos autores han postulado que el estrés oxidativo puede disminuir la translocación
nuclear del RG, nuestros datos in vitro no han demostrado este efecto.
Otro efecto demostrado del humo del tabaco es la disminución de la actividad de las HDAC, lo
que podría explicar, al menos en parte, la resistencia a los efectos antiinflamatorios de los GC
en pacientes con EPOC y asmáticos fumadores.
CONCLUSIONES
El cada vez mayor conocimiento de los mecanismos moleculares de acción de los GC ha aportado
una mejor comprensión de la fisiopatología de los procesos inflamatorios, pero también ha
abierto una puerta para la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos
antiinflamatorios.
Se están desarrollando nuevos fármacos basados en las interacciones del RG con las distintas
proteínas implicadas en la transcripción o sus diferentes vías de activación como, por ejemplo,
inhibidores de la MAPK, inhibidores del NF-κB o inhibidores de la acetilación de las histonas.
Una de las más importantes consecuencias de estas investigaciones sobre las acciones de los GC
es que permiten conocer y actuar sobre las complejas interacciones entre los factores de
transcripción y las distintas vías de activación que pueden actuar sinérgicamente, con lo que se
podrían conseguir efectos más selectivos bloqueando estas interacciones a distintos niveles.
CORTICOIDES EN MEDICINA
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Aunque fue en 1855 cuando el doctor Thomas Addison publicó su famosa monografía: On the
constitutional and local effects of disease of the suprarenal capsules, no es hasta 1920 cuando
Es a partir de entonces cuando comenzaron los intentos para sintetizar, primero, y fabricar
después corticoides que se adaptaran mejor al tratamiento de las diversas enfermedades en las
que era evidente su eficacia.
Así, en 1944, Serret consiguió aislar la cortisona, y en 1948 se fabricó en cantidad suficiente para
poderla utilizar en su ensayo clínico.
En 1950 se llegó a la conclusión de que esta hormona era biológicamente inerte y que la
hormona activa natural era la hidrocortisona o cortisol. Desde entonces se han dedicado muchos
esfuerzos a obtener nuevos compuestos sintéticos en los que se separan claramente los efectos
glucocorticoideos de los mineralcorticoideos.
CORTICOIDES NATURALES
Los corticoides naturales se definen biológicamente como hormonas secretadas por la corteza
suprarrenal.
Existe una extraordinaria complejidad entre los corticoides naturales, tanto desde el punto de
vista de su composición como de sus efectos.
Su importancia relativa es muy desigual. Se sabe actualmente que en el ser humano se vierten
a la circulación sólo 7 corticoides, y de ellos únicamente 3 son secretados en cantidades
fisiológicamente importantes: la corticosterona, el cortisol y la aldosterona.
En la zona media o fascicular se producen esteroides que regulan sobre todo el metabolismo
glucídico, los denominados glucocorticoides.
Finalmente, en la zona más interna o reticular se sintetizan esteroides análogos a los producidos
por las gónadas, especialmente andrógenos, cuya importancia fisiológica es dudosa.
BIOSÍNTESIS
La corteza suprarrenal es muy rica en colesterol, precursor común a todos los corticoides.
El colesterol es un compuesto que posee una estructura molecular con 4 anillos denominada
ciclopentanoperhidrofenantreno.
La corteza suprarrenal puede sintetizar esteroides del tipo C21, que actúan fisiológicamente
como glucocorticoides o mineralcorticoides, según las restantes variaciones estructurales de su
molécula.
Asimismo, también sintetiza esteroides C17, o andrógenos, y, por último, esteroides C18, que
son estrógenos.
El proceso de captación es responsable de unas tres cuartas partes del colesterol disponible, que
pasa a continuación a la glándula suprarrenal llevado por su portador, una lipoproteína de baja
densidad.
Una vez dentro de la célula, penetra en las mitocondrias, donde una serie de reacciones
enzimáticas, llamadas “sistema desmolasa”, elimina los 6 carbonos terminales de la molécula de
27 átomos de carbono, transformándola en pregnenolona.
Este paso básico de la esteroidogénesis, que limita su velocidad, está controlado por los
principales reguladores corticosuprarrenales, la hormona adrenocorticotropa (ACTH) y el
sistema renina-angiotensina.
La secreción de los corticoides naturales por las glándulas suprarrenales está controlada
fundamentalmente por la ACTH, que es producida y liberada por el lóbulo anterior de la hipófisis.
Esta ACTH es a su vez liberada por la influencia del factor hipotalámico liberador de
corticotropina.
Una de las características del eje hipotálamo-hipófisis es la presencia de ritmos. Estos ritmos son
una característica común de la producción de muchas hormonas y tienen su origen en las
estructuras cerebrales.
La renina es una enzima proteolítica producida y almacenada por las células yuxtaglomerulares
del riñón.
Siempre que los receptores especializados de las células yuxtaglomerulares aprecian una
disminución del volumen eficaz de sangre circulante, activan los mecanismos intrarrenales que
facilitan la secreción de renina.
La angiotensina II o la III podrían también tener cierto efecto estimulante en los últimos pasos
de la formación de aldosterona, que son la transformación de corticosterona en 18-
hidroxicorticosterona y aldosterona.
CORTICOIDES SINTÉTICOS
Como culminación de un programa prioritario dentro del esfuerzo bélico estadounidense, Serret
consiguió, en 1944, sintetizar la cortisona a partir del ácido desoxicólico obtenido de la bilis de
buey.
Sin embargo, ciertos efectos fisiológicos de este corticoide constituían un grave inconveniente
al emplearlo a dosis elevadas y durante períodos de tiempo prolongados.
FARMACOCINÉTICA
Por diversas razones, muchos aspectos de la farmacocinética de los preparados corticoideos han
llegado a conocerse sólo recientemente.
La principal dificultad estriba en que el ser humano produce también esteroides endógenos y
las determinaciones de corticoides son difíciles, por lo que no se pueden diferenciar los
exógenos de los endógenos.
Absorción
Vía oral.
De todos los corticoides, la desoxicorticosterona es el único que no puede ser utilizado por vía
oral. Todos los demás, tanto naturales como sintéticos, son muy eficaces por esta vía.
Vía parenteral.
Distribución
Aproximadamente el 90% del cortisol se une, de modo reversible, a las proteínas plasmáticas:
un 10% a la albúmina y un 80% a una alfa-2-globulina de alta afinidad, baja capacidad y
específica, la transcortina.
El 10% restante circula libre. Esta fracción libre (aproximadamente, entre 0,7 y 1 µg/dl)
probablemente ejerce la actividad biológica de la hormona. La capacidad de unión de la
transcortina es aproximadamente de 20 a 25 µg de cortisol/dl de plasma.
Con niveles de cortisol superiores a 25 µg/dl, las zonas de unión de la transcortina se saturan y
el cortisol se une mayoritariamente a la albúmina, receptor de alta capacidad y baja afinidad
(25% libre y 75% unido).
En cambio, los derivados sintéticos del cortisol se unen en menor proporción a la transcortina
(aproximadamente un 70%) y se difunden de forma más completa a los tejidos.
La vida media plasmática del cortisol, definida como el tiempo que tarda el nivel plasmático de
la hormona en disminuir un 50% de su concentración inicial, es de 90 min aproximadamente.
Sin embargo, su vida media biológica, definida como el tiempo que tarda un efecto metabólico
mensurable (p. ej., el efecto antiinflamatorio) de la hormona en disminuir en un 50% de su valor
inicial, permanece durante 8-12 h.
Mecanismos de acción
A nivel celular, se cree que los corticoides se fijan a receptores específicos en el citoplasma. Estos
complejos corticoide-receptor son activados y entonces se desplazan hacia el núcleo, donde se
fijan al genoma celular y dan lugar a la transcripción de ARN mensajeros específicos (ARNm).
Finalmente, estos ARNm son transportados al citoplasma, donde dirigen la síntesis de proteínas.
Otro posible mecanismo de acción es que los corticoides modifiquen la síntesis de proteínas y/o
la función celular mediante la activación del AMP cíclico (AMPc).
Efectos metabólicos
Además, los corticoides inhiben la incorporación de los aminoácidos a los tejidos periféricos.
Secundariamente, se produce una neoglucogénesis hepática, posiblemente causada por una
marcada hiperglucagonemia.
Por otra parte, los corticoides inducen la formación de numerosas enzimas hepáticas, como la
glucosa-6-fosfatasa y la fructosa-6-difosfatasa, y ello también contribuye a la neoglucogénesis.
Los corticoides afectan de forma diferenciada el metabolismo graso, tanto por potenciación de
la liólisis inducida por las catecolaminas como por estimulación de una proteincinasa
dependiente del AMPc.
Por ejemplo, hay una movilización de grasas en brazos y piernas, mientras que en tronco se
produce lipogénesis.
Finalmente, los corticoides se oponen a la acción de la vitamina D en los intestinos y los riñones
y alteran la actividad osteoblástica y osteoclástica en los huesos, dando lugar a osteoporosis y
osteomalacia.
Efectos antiinflamatorios
Aunque el mecanismo de acción exacto es polémico, es posible que los corticoides estabilicen
las membranas liposómicas y plasmáticas, reduciendo por tanto el edema y la destrucción
enzimática secundaria a la liberación de enzimas lisosomales.
A grandes dosis, los glucocorticoides evitan las lesiones ultraestructurales del endotelio. Esta
acción estabilizadora disminuye la permeabilidad capilar a los líquidos y proteínas y, por tanto,
reduce el edema.
En los grandes vasos, esta acción puede evitar el colapso circulatorio por anafilaxia,
endotoxemia y otros trastornos similares que se registran en las víctimas del shock.
Los corticoides inducen una leucocitosis neutrófila que alcanza su máximo entre las 4 y 6 h
siguientes a la administración del fármaco.
El efecto antiinflamatorio más importante de los corticoides sobre los neutrófilos se relaciona
con la inhibición del quimiotactismo.
A dosis muy elevadas, se reducen tanto la fagocitosis neutrófila como la destrucción bacteriana.
El principal efecto de los corticoides consiste en la redistribución de los linfocitos del torrente
circulatorio y en otros compartimientos, como la médula ósea, el bazo y los ganglios linfáticos.
Tras una sola dosis de corticoides se registra una linfopenia máxima a las 46 h que desaparece a
las 24-48 h.
Los linfocitos T se afectan más que los B, lo que da lugar a una linfopenia absoluta y a una
reducción relativamente mayor del porcentaje de linfocitos T.
La función de los linfocitos T parece afectada de diversas formas, pero a menudo lo que se altera
es la función macrófaga, de la que depende frecuentemente la función de los linfocitos T.
Un efecto directo de los corticoides sobre los linfocitos T guarda relación con la citotoxicidad
mediada directamente por las células.
En este caso, los corticoides protegen a las células diana de las actividades destructoras de los
linfocitos T.
Los corticoides bloquean la capacidad del sistema reticuloendotelial para eliminar material
opsonizado y no opsonizado in vivo. In vitro, las actividades fungicida y bactericida de los
macrófagos también están disminuidas.
De forma genérica pueden considerarse 2 tipos de uso clínico de los corticoides: en las
enfermedades endocrinológicas de la corteza suprarrenal como terapia sustitutiva, y en diversas
otras enfermedades, fundamentalmente debido a su acción antiinflamatoria.
Se administra por vía parenteral en caso de necesidad y se refuerza cada vez que sobreviene una
agresión, como infección, intervención quirúrgica, etc.
Otras enfermedades
Es preciso destacar que, aunque la articulación infiltrada queda a menudo libre de síntomas,
este alivio es transitorio y oscila entre 5 días y algunos meses.
En los resultados de los estudios a largo plazo (3 o más años) no se advierten diferencias entre
las articulaciones infiltradas y controles, aunque en algunos estudios el dolor y los derrames
eran al cabo de un año menores en los infiltrados que en los controles.
Además, entre el 0,03% y el 0,08% de las inyecciones fueron causa de infección en la articulación
infiltrada. Repetidos trabajos señalan la necesidad de tomar precauciones cuando se infiltra una
articulación que se ha inflamado súbitamente en pacientes con procesos por lo demás inactivos,
ya que estas articulaciones pueden estar infectadas.
Hay que tener presente que las infiltraciones articulares producen un efecto esteroide sistémico
transitorio (disminución de la rigidez generalizada, del dolor articular e incluso del edema
articular), ya que una porción del corticoide inyectado se distribuye por la circulación general.
Administración por vía tópica
Las indicaciones para el empleo de corticoides por vía sistémica abarcan enfermedades de muy
diversos tipos que aparecen resumidas en la tabla .
Las pautas de administración también son muy variables, y cabe distinguir entre el tratamiento
a dosis bajas, habitualmente mantenido de forma prolongada, y el tratamiento a dosis elevadas,
que puede administrarse por un breve período de tiempo o también de forma prolongada.
Con el aumento del uso de los corticoides en medicina, su toxicidad se ha hecho más evidente
y, en algunos casos, puede superar los beneficios de su administración.
Es probablemente el más relevante de los efectos secundarios producidos por los corticoides.
Entre sus manifestaciones clínicas más destacables figuran la obesidad, los edemas, el retraso
de la curación de las heridas, el glaucoma, la catarata subcapsular posterior, la paniculitis, la
hipertensión, el acné, el hirsutismo, las estrías, etc.
El tratamiento con corticoides ha pasado a formar parte de una larga lista de procesos y
circunstancias que predisponen a la aparición de necrosis avascular ósea.
Infecciones
Ulcus péptico
Existe una notable controversia en relación con la aparición de úlcera péptica, puesto que una
gran parte de los pacientes recibe otros tratamientos notablemente agresivos de forma
simultánea, como ácido acetilsalicílico, antibióticos, etc.
La supresión del tratamiento con corticoides puede acompañarse de fatiga, malestar general,
mialgias y artralgias. Los pacientes pueden también acabar dependiendo psicológicamente del
efecto euforizante de los corticoides. Algunos de estos efectos puede deberse a una insuficiencia
suprarrenal relativa.
Con la finalidad de evitar o disminuir los posibles efectos secundarios descritos previamente,
cuando el tratamiento con corticoides deba ser prolongado, se recomienda tomar una serie de
medidas adicionales:
Interacciones medicamentosas
Un punto importante a tener en cuenta en el uso clínico de los corticoides son las interacciones
farmacológicas y las modificaciones de la acción terapéutica producidas porciertas
enfermedades.
Por otra parte, la clorpromazina disminuye la motilidad gastrointestinal, por lo que la absorción
de los corticoides puede estar aumentada.
ANALGESICOS OPIODES
ADORMIDERA Y OPIO
En los textos que tratan de farmacodependencia se define al opio como que es el jugo coagulado
y desecado de las cápsulas frutales de la adormidera (o amapola), obtenido mediante incisiones
o escarificaciones practicadas a dicho fruto (Granier-Doyeux y Gonzales-Carrero).
Debido al creciente peligro del narcotráfico vinculado al cultivo de amapola, con la consiguiente
producción de opio y heroína, surge la necesidad de dar a conocer a los opiáceos y hacer una
descripción amplia de ellos, no solo por el peligro que representan sino además porque la mayor
parte de lo que se escribe en los manuales de divulgación, extiende a otras drogas lo conocido
para los opiáceos. Por ello mencionaremos también sus diferencias más importantes con la
cocaína.
El opio contiene una serie de alcaloides de importancia médica, tales como la codeína, empleada
para calmar la tos y la papaverina que es capaz de calmar espasmos de músculos lisos. Pero el
El opio es el más poderoso calmante del dolor con que se cuenta en la terapéutica, y su uso es
obligado para aplacar dolores intratables como ocurre en muchos casos de cáncer. Las
limitaciones en el uso de la morfina están dadas por el peligro de producir una dependencia muy
intensa y difícil de tratar.
mucho tiempo ha sido la droga que permite pasar sus últimos días, sin dolor y apaciblemente, a
muchos enfermos a los cuales la medicina puede aliviar mas no curar.
El conocimiento del opio es muy antiguo y se encuentra descrito en una de las recetas del papiro
de Ebers, escrito probablemente hacia el año 1500 a.c. En la tumba de Cha de Egipto, enterrado
por la misma época, se ha encontrado opio. En la Grecia Clásica fue usado en medicina por sus
propiedades como tranquilizante, hipnótico y analgésico. Es así que incluso en la Odisea, se le
describe como una droga que calma el dolor y el resentimiento y que produce el olvido de todos
los males, atribuyendo su origen al antiguo Egipto. Desde esas épocas también se conocen
preparados como el extracto tebaico, el meconium o el nepentes y el opio no ha dejado de ser
citado en los textos de medicina como una droga de efectos muy definidos como calmante y
contra el dolor, la tos y los procesos diarreicos. Se reconoce que su uso moderno se inicia con
Sydenham, médico inglés que en 1670 dio a conocer su fórmula del «láudano» que hasta el día
de hoy lleva su nombre.
Como ocurre con casi todas las drogas, los datos de su historia son a menudo incompletos o
contradictorios. Se reconoce usualmente que un joven ayudante de farmacia, Fiedrich Wilhelm
Adam Sertuerner, fue el que describió el aislamiento de una base procedente de! opio, a la que
dio el nombre de morfina, en varias publicaciones entre los años 1805 y 1811, pero se afirma
también que fue Armand Seguin quien en 1804 presentó a la Academia de Ciencias de Paris, una
memoria en la que describía las propiedades de una sustancia de naturaleza básica aislada del
opio. Sea como fuese, los alcaloides del opio y la morfina se incorporaron a la terapéutica y no
han podido ser superados hasta la actualidad.
Pero, también para el opio hay otra historia. En China era conocido desde muy antiguo, como
medicamento posiblemente por sus tratos con los árabes, pero en el siglo XVII el opio comenzó
a ser fumado en Indonesia y fue introducido en China para tal uso, como parte importante del
comercio con Inglaterra. Dada la rápida difusión de la toxicomanía, el gobierno Chino prohibió
el consumo y el tráfico del opio, pero sin mayores resultados debido al contrabando creciente.
Poco después perdió las llamadas guerras del opio y sus vencedores exigieron que el opio pasara
a ser objeto de comercio legal. Con el tiempo el opio pasó a ser cultivado en China en gran escala
y lo que no pudieron las guerras lo consiguió la producción local y la importación se extinguió.
China se convirtió en el principal productor de opio y los emigrantes chinos acabaron por
difundir su abuso en todo el mundo. Al Perú, el opio llegó con los inmigrantes traídos como
peones para la agricultura de la Costa, y con ellos se inició el cultivo en la zona de Cajamarca.
La Historia del opio tiene así múltiples facetas, la de una droga maravillosa para suprimir el dolor
y el sufrimiento, la de una droga capaz de producir toxicomanías de una terrible severidad, la de
un poderoso incentivo económico capaz de desencadenar desde guerras imperialistas hasta la
de posponer la solución de problemas de salud a las exigencias económicas.
En el Perú hemos asistido a la adicción al opio en los fumaderos de los inmigrantes chinos, a los
que se sumaron bohemios, intelectuales y artistas, hasta antes de la segunda guerra mundial,
algunos casos aislados de adictos a morfina y suscedáneos por mal uso terapéutico o por la fácil
disponibilidad en médicos y enfermeras. Pero, es en los últimos meses que nos enfrentamos a
un problema mayor, los grandes narcotraficantes han encontrado en el Perú terreno propicio
para desarrollar los cultivos de adormidera y extraer el opio, usando la enorme infraestructura
que se desarrolló para el cultivo y tráfico de la coca y la cocaína.
Las perspectivas futuras para el Perú son las de una extensión incontrolable del cultivo, el tráfico
y el consumo, a menos que se tome conciencia plena del problema y se lleven adelante, con
toda intensidad, medidas de prevención e interdicción en las que debe comprometerse tanto al
gobierno como a la sociedad civil.
Analgesia. La característica más importante en la analgesia que producen los opiáceos, aparte
de elevar el umbral doloroso, es la disminución o desaparición del sufrimiento asociado a la
percepción del dolor.
Sedación: Hasta antes del descubrimiento de los llamados tranquilizantes mayores primero y de
las benzodiazepinas después, los opiáceos eran las únicas drogas capaces de reducir estados de
angustia e híperactivídad asociadas a enfermedad orgánica, tales como el infarto del miocardio,
edema pulmonar, hemoptisis, etc.
También se emplean como medicación antes de la anestesia. Otros efectos sobre el sistema
nervioso incluyen embotamiento, estado nauseoso y vómitos, depresión respiratoria y, -a dosis
elevadas- coma y muerte por paro respiratorio.
También se producen efectos sobre otros órganos y sistemas, algunos utilizados en la terapia
sintomática y otros indeseables, tales como miosis, desnutrición, deshidratación y disminución
del tránsito en el aparato digestivo. La miosis o contracción de la pupila es un efecto importante
porque sirve para diagnosticar la intoxicación por morfina.
Algunos, sin meditar las consecuencias e ignorando las características peculiares de cada
droga han propuesto este modelo para todas las formas de dependencia, lo cual
no funciona, definitivamente en el caso de la cocaína, donde a los pocos minutos
de administrada se desencadena la compulsión de recibir una nueva dosis, lo
que se repite con el único límite de la resistencia del sujeto o la disponibilidad
de la droga.
Principales opiáceos
Heroína.- Cuando se aislaron los primeros alcaloides los químicos buscaron modificar sus
estructuras en un intento de obtener derivados más poderosos o menos tóxicos. Así, a partir de
la morfina se preparó un derivado más efectivo pero que tuvo que ser abandonado porque
producía adicción más rápidamente: la diacetilmorfina o heroína. La transformación es sencilla
y al alcance de cualquiera con algún conocimiento de química, y constituye el principal derivado
comercializado por los traficantes pues es barato, potente, fácil de preparar y capaz de producir
una adicción intensa y difícil de tratar. La heroína se usa principalmente por vía endovenosa,
preparada en una solución no estéril, utilizando muchas veces en lugar de jeringuilla el chupón
de un gotero, con agujas que cambian de mano entre los adictos. Otras formas de abuso,
incluyen la aspiración nasal, el fumado y la inyección subcutánea.
Codeína.- Muy usada en terapéutica para la tos. Es menos activa que la morfina y es principal
componente de muchos jarabes para la tos, siendo la responsable de muchas adicciones a estos
productos.
El sistema opioide está compuesto por péptidos opioides endógenos y receptores opioides
(Tablas 1 y 2). Este sistema tiene varias funciones; la más conocida es la modulación inhibitoria
de la sensación nociceptiva. El sistema opioide también se ha identificado en otros tejidos como
en el sistema inmune, en las células cromafines y en el tejido reproductivo, pero allí sus
funciones aún no son bien conocidas.
El grupo de los analgésicos opioides incluye fármacos naturales como la morfina y la codeína,
derivados semisintéticos como la buprenorfina y la oxicodona, y sustancias sintéticas como
tramadol, tapentadol y fentanilo.
La estructura química de la morfina fue la base para el desarrollo de otras moléculas opioides.
Al cambiar las cadenas laterales de la molécula (Figura 1) se puede modificar la interacción del
opioide con los receptores opioides y su potencia.
Los analgésicos opioides producen analgésica fisiológica pues simulan la acción de las endorfinas
del cuerpo, se unen a sitios específicos denominados receptores opioides, localizados dentro y
fuera del sistema nervioso central (SNC). En el SNC se encuentran en el nivel pre y postsináptico,
Para entender la farmacología de los opioides debemos conocer las interacciones de estos
analgésicos con los receptores.
Los opioides ejercensu efecto farmacológico mediante interacción con diferentes receptores,
que se encuentran en el SNC, pero también en algunos tejidos periféricos. Los receptores
opioides son proteínas que se encuentran en las superficies celulares y que atraviesan la
membrana celular, conectando con otras moléculas en el interior de la célula. Al unirse a un
opioide, el receptor transfiere una señal desde la parte externa hacia la parte interna de la célula,
iniciando una cascada de eventos electroquímicos que generan una respuesta celular.
Utilizando una analogía podemos considerar las moléculas opioides como “llaves” y a sus
receptores como “cerraduras”. La llave y la cerradura tienen que acoplarse para que se produzca
una respuesta. Si el opioide puede unirse (“acoplarse”) y activar el receptor opioide (“abrir la
Aparte de la analgesia (efecto deseado), los opioides pueden producir efectos adversos (efectos
indeseados). Esto es así porque la misma llave puede abrir diferentes puertas, lo que da lugar a
un espectro amplio de actividades. Se han descubierto cuatro tipos de receptores opioides: µ,
kappa, delta y ORL1.
Actividad intrínseca
En forma general, la relación entre la cantidad del fármaco administrado y la respuesta que éste
produce no es una línea recta, sino una curva sigmoidea o en forma de S (curva dosis-respuesta)
(Figura 3). Antes de que se inicie alguna respuesta se necesitará una determinada dosis (umbral);
los aumentos posteriores en la dosis producirán un incremento en el efecto del fármaco
(intervalo eficaz). El fenómeno que describe que, después de una determinada dosis, cualquier
aumento posterior no produce mayor efecto se denomina efecto techo.
Un agonista se define como una molécula que tiene afinidad por el receptor (unión) y que tiene
actividad intrínseca (esta unión produce una respuesta). Un antagonista tiene afinidad por el
receptor, pero no muestra actividad intrínseca (la llave se acopla a la cerradura, pero no puede
girar). Un antagonista bloquea el efecto de un agonista ocupando el receptor e impidiéndole su
unión con el agonista. Los agonistas se clasifican en puros y parciales. Los agonistas puros
alcanzarán el máximo efecto posible. Los agonistas parciales tienen afinidad por el receptor y se
unen a él, pero muestran una actividad intrínseca menor en comparación con un agonista puro.
Aunque los agonistas parciales en el receptor µ muestran una actividad intrínseca menor,
pueden producir un efecto analgésico completo.
Los compuestos que son agonistas (puros o parciales) en un tipo de receptor y antagonistas en
otro se denominan agonistas/antagonistas. Así, por ejemplo, la buprenorfina es agonista parcial
en el receptor µ y antagonista en el receptor kappa.
Clasificación de los opioides con base en su relación con los receptores. De acuerdo con su
interacción con los receptores endorfínicos, los analgésicos opioides se clasifican como
“agonistas puros”, “agonistas parciales”, “agonistas-antagonistas” y “antagonistas” (Tablas 3 y
4).
EFICACIA CLÍNICA
opioides débiles (también llamados opioides menores) y opioides potentes o fuertes (también
llamados opioides mayores). Esta clasificación es un tanto arbitraria, pero resulta útil como
herramienta pedagógica y se hizo popular gracias a la recomendación de la OMS de emplear un
enfoque escalonado en el manejo del dolor que propone, en forma esquemática, el uso de
analgésicos no opioides en el primer escalón, de opioides débiles en el segundo paso y de
opioides potentes en el tercer nivel. Este concepto ha sufrido varias adaptaciones y
modificaciones, pero sin duda mantiene su utilidad (WHO, 1986; Eisenberg y cols., 2005; Rico,
2007).
Los efectos adversos pueden ser menores (o poco serios) como náusea, vómito, estreñimiento,
mareo y confusión; estos efectos son previsibles, por lo tanto se pueden evitar haciendo
profilaxis y cuando se presentan se pueden controlar. Con el uso de opioides también se pueden
producir efectos adversos mayores o serios, como depresión respiratoria y dependencia
psicológica (adicción); estos efectos también son previsibles y pueden evitarse con el uso
correcto del fármaco, por ejemplo seleccionando la forma de administración y el tipo de
paciente candidato a recibir opioides.
Se debe hacer profilaxis del estreñimiento desde el comienzo de la terapia analgésica con
opioides, estimulando una adecuada ingesta de líquidos y de fibra, lo mismo que el ejercicio, la
deambulación y la actividad física (Tabla 5).
Supresión de la tos: los analgésicos opioides ocasionan supresión de la tos, de hecho los
antitusivos más eficaces son los opioides.
El efecto antitusivo puede ser deseable o indeseable según las circunstancias; por ejemplo si un
paciente hospitalizado pierde la capacidad de toser espontáneamente, será necesaria la
intervención de terapia respiratoria para hacer manejo de las secreciones de las vías
respiratorias y estimular al paciente a toser activamente a intervalos regulares.
Aunque se considera que la reacción adversa más peligrosa es la depresión respiratoria severa,
rara vez se observa en pacientes que no tienen problemas pulmonares pre-existentes. Además
es un fenómeno de instauración lenta y gradual, que es posible prevenir con adecuado
entrenamiento del equipo de enfermería y del grupo familiar para detectar precozmente signos
de alerta. Este riesgo potencial es diferente para cada opioide y para cada vía de administración
(Dahan y cols., 2005).
Se debe utilizar naloxona cuidadosamente para evitar una reversión abrupta con la consecuente
reaparición del dolor y la aparición de una crisis autonómica.
Efectos sobre el estado de ánimo y sobre la conciencia: los analgésicos opioides pueden producir
sedación o euforia.
Efectos cardiovasculares: debido a que los opioides pueden dilatar venas y arterias periféricas,
pueden producir hipotensión ortostática, por lo que se debe instruir a los pacientes que sufren
de mareo, a sentarse o recostarse cuando éste se presenta. Levantarse lentamente ayudará al
paciente a prevenir el problema. Por las razones anteriores cuando se aplica un opioide por vía
sistémica, debe hacerse lentamente.
Náusea y vómito: puede requerir manejo con antieméticos, según necesidad (Tabla 6). La
náusea leve usualmente se resuelve de forma espontánea en pocos días. Si la náusea persiste,
puede ser apropiado ensayar un opioide alternativo. Los antieméticos deben ser elegidos entre
aquellos con más bajo perfil de efectos colaterales.
Otros síntomas: los opioides pueden ocasionar prurito que puede ser tratado con
antihistamínicos (p.e. cetirizina) (Tabla 7); también pueden inducir mioclonias que se alivian con
el uso de opioides alternos o en casos severos con clonazepan.
Titulación: es el ajuste gradual de la dosis del analgésico, y es la mejor herramienta para prevenir
la aparición de la mayoría de los efectos adversos. La titulación debe basarse en la necesidad
individual.
Interferencia con la absorción: a pesar de que los opioides se caracterizan por retrasar el
vaciamiento gástrico, disminuir la velocidad del tránsito intesti nal y reducir las secreciones
intestinales, es poca la relevancia clínica de estos efectos sobre la absorción de otros
medicamentos (Tabarro y cols., 2005).
Ranitidina: puede disminuir el metabolismo de los opioides y, por lo tanto, prolongar su vida
media.
Existen temores que limitan la utilización de los analgésicos opioides para el tratamiento del
dolor. Estos temores son debidos, en parte, a la confusión que existe en los conceptos de:
tolerancia, adicción y dependencia física. Estos son fenómenos fisiológicos, que no son
sinónimos, como veremos a continuación (Granizo, 2004).
Tolerancia: es una propiedad farmacodinámica y farmacocinética. Significa que con el paso del
tiempo, se requiere aumentar las dosis del opioide para alcanzar el mismo efecto clínico
observado inicialmente. Esta propiedad no es exclusiva de los opioides, también la tienen los
anestésicos locales, los beta-bloqueadores o los vasopresores.
En los pacientes con dolor por cáncer, los requerimientos de opioides permanecen estables por
tiempos prolongados; es necesario aumentarlos solamente cuando la enfermedad progresa, por
ejemplo cuando aparecen nuevas metástasis. La tolerancia usualmente no limita la efectividad
del tratamiento con opioides.
ADENDUM
Estas acciones no son mediadas por receptores opioides y por lo tanto el uso de naloxona no es
útil en estos casos. Estos efectos se han observado aún en jóvenes sanos a quienes se les ha
administrado dosis suficientemente altas en el postoperatorio. Por lo tanto, la meperidina debe
reservarse para uso a corto plazo. Estos hallazgos llevaron al retiro de la meperidina del listado
de medicamentos esenciales de la OMS.
BIBLIOGRAFIA