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A inicios del siglo XVII, basado en principios de derecho romano, Hugo Grocio postuló la
«doctrina del mar libre» en su obra Mare liberum (Mar libre), según la cual los mares no
podían ser sujetos de apropiación, porque no eran susceptibles de ocupación, como
las tierras, y por ello debían ser libres para todos («libertad de los mares»).
Sin embargo, en el siglo XVIII Cornelius van Bynkershoek logró sentar el principio según el
cual el mar adyacente a las costas de un país quedaban bajo su soberanía. La extensión de
esta franja marina cercana al borde costero quedó entregada, en general, a la capacidad de
control que el Estado podía ejercer sobre ella. Por ello, el criterio utilizado para fijar su anchura
fue la posibilidad de control desde la costa, que permitió el surgimiento de la norma de las
tres millas marinas, basada en la tesis «del alcance de la bala de cañón» (de Ferdinando
Galiani).
En el siglo XX muchos Estados expresaron la necesidad de extender el mar territorial, con el
fin de proteger los recursos pesqueros y mineros y aplicar medidas de control y fiscalización
para evitar contaminación del área.
Esta situación fue reconocida por la Sociedad de Naciones y por la Conferencia de La
Haya sobre codificación del derecho internacional de 1930. En esta conferencia no se logró
ningún acuerdo para establecer la anchura para el mar territorial, aunque se reconoció la
existencia de una zona contigua, de una extensión máxima de 12 millas marinas (22 km).
El ámbito latinoamericano surge la «tesis de las 200 millas marinas» que se vio precedida,
entre otras, por la Declaración de Panamá de 1939, que establecía un mar territorial de 300
millas marinas (555 km) de extensión; la Resolución VIII sobre Extensión del mar territorial, de
la Segunda Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de La
Habana en 1940; la recomendación del Comité Jurídico Interamericano de 1941 de extender
el mar territorial hasta las 12 millas marinas y las declaraciones de 1945 del presidente de los
Estados Unidos Harry Truman.
El 28 de septiembre de 1945, el presidente Harry Truman declaró que «el Gobierno
de Estados Unidos de América considera los recursos naturales del subsuelo y del fondo del
mar de la plataforma continental por debajo de la alta mar próxima a las costas de Estados
Unidos, como pertenecientes a este y sometidos a su jurisdicción y control» y que se
reservaba el derecho a establecer «zonas de conservación en ciertas áreas de alta
mar contiguas a las costas de Estados Unidos cuando las actividades pesqueras han sido
desarrolladas y mantenidas o pueden serlo en el futuro en una escala sustancial».
Las declaraciones del presidente Truman constituyeron un detonante para diversas
declaraciones unilaterales latinoamericanas, emitidas al concluir la Segunda Guerra Mundial:
Declaración del presidente de México Manuel Ávila Camacho, de 29 de octubre de 1945.
Decreto del presidente de Argentina Juan Domingo Perón, de 11 de octubre de 1946.
Decreto de Panamá, de 17 de diciembre de 1946.
Declaración del presidente de Chile Gabriel González Videla, de 23 de junio de 1947. Que
por primera vez establece una límite preciso (200 millas marinas, 370 km).
Declaración del presidente del Perú José Luis Bustamante y Rivero, de 1 de agosto de
1947 (200 millas marinas).
Declaración de la Junta Fundadora de la Segunda República de Costa Rica, de 27 de
julio de 1948 (200 millas marinas).
Constitución Política de El Salvador, de 14 de septiembre de 1950 (200 millas marinas).
Leyes de Honduras, de enero y marzo de 1950 (200 millas marinas).
El Comité Jurídico Interamericano, el 30 de julio de 1952, presentó un Proyecto de
Convención sobre Mar Territorial y Cuestiones Afines, basando en la tesis de las 200 millas
marinas.
Durante el mismo año, Chile, Ecuador y el Perú celebraron una Conferencia sobre Explotación
y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur en Santiago de Chile,
subscribiendo la Declaración sobre Zona Marítima (o Declaración de Santiago de Chile) el 18
de agosto de 1952, en la que proclamaron «la soberanía y jurisdicción exclusivas que a cada
uno de ellos corresponde sobre el mar que baña las costas de sus respectivos países, hasta
una distancia mínima de 200 millas marinas desde las referidas costas». Mientras otros países
extendieron sus mares territoriales a 12 millas marinas.
Hacia 1967 solo 25 Estados mantenían el límite de la 3 millas marinas, 66 habían fijado un
mar territorial de 12 millas marinas y 8 habían fijado un límite de 200 millas marinas.
Tras la Declaración de Santo Domingo, en junio de 1972, los Estados del Caribe adhieren a la
tesis de las 200 millas de soberanía marítima. En tanto, el Consejo de Ministros de
la Organización para la Unidad Africana, en mayo de 1973, declara como «zona económica de
cada Estado» a las 200 millas marinas contiguas a sus costas y, en septiembre del mismo
año, durante la Conferencia de Argel cerca de 75 Estados se suman a esta posición.
I Conferencia
En 1956, las Naciones Unidas convocaron a la I Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar en Ginebra (Suiza). Dicha conferencia concluyó, en 1958, con la elaboración
de cuatro convenciones relativas a la regulación del mar, a partir de proyectos elaborados por
la Comisión de Derecho internacional de la ONU:
III Conferencia
En 1967, la Asamblea General de Naciones Unidas crea el Comité para la Utilización con
Fines Pacíficos de los Fondos Marinos y Oceánicos más allá de los Límites de la Jurisdicción
Nacional (o Comité de Fondos Marinos), que se transformaría más tarde en el Comité de
las Naciones Unidas que prepararía la III Conferencia sobre el Derecho del Mar.
En diciembre de 1970, la Asamblea General de Naciones Unidas convoca a la III Conferencia
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que se realizaría
desde diciembre de 1973 hasta 1982.
La III Conferencia se desarrolló en 11 períodos de sesiones. El primero se realizó
en Caracas (Venezuela) y el último en Jamaica, en el cual se aprobó la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar por 130 votos a favor, 4 en contra y 17
abstenciones, el 30 de abril de 1982.
El 10 de diciembre de 1982 establecimos un nuevo hito en la historia del derecho. Por primera vez en
los anales del derecho internacional una Convención fue firmada por 119 países el mismo día en que
fue abierta a la firma. No sólo el número de signatarios constituye un hecho notable; es igualmente
importante que la Convención haya sido firmada por Estados pertenecientes a todas las regiones del
mundo, de Norte a Sur y de Este a Oeste, por Estados ribereños, Estados sin litoral y Estados en
situación geográfica "desventajosa"
Este concepto, a efectos de derecho internacional, fue modificado por la Convención sobre el
Derecho del Mar de 1982, que estableció:
La plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las áreas
submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural
de su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas
marinas contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial,
en los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue a esa distancia.
Artículo 76.1 f de la Convención sobre el Derecho del Mar (1982)
Artículo 1
Para los efectos de estos artículos, la expresión «plataforma continental» designa: a)el
lecho del mar y el subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a las costas pero situadas
fuera de la zona del mar territorial, hasta una profundidad de 200 metros o, más allá de
este límite, hasta donde la profundidad de las aguas suprayacentes, permita la
explotación de los recursos naturales de dichas zonas: b)el lecho del mar y el subsuelo de
las regiones submarinas análogas, adyacentes a las costas de islas.
Artículo 2
2. Los derechos a que se refiere el párr. 1 de este artículo son exclusivos en el sentido de
que, si el Estado ribereño no explora la plataforma continental o no explota los recursos
naturales de éste, nadie podrá emprender estas actividades o reivindicar la plataforma
continental sin expreso consentimiento de dicho Estado.
3. Los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma continental son independientes
de su ocupación real o ficticia, así como de toda declaración expresa.
4. A los efectos de estos artículos, se entiende por «recursos naturales» los recursos
minerales y otros recursos no vivos del lecho del mar y del subsuelo. Dicha expresión
comprende, asimismo, los organismos vivos, pertenecientes a especies sedentarias, es
decir, aquellos que en el período de explotación están inmóviles en el lecho del mar o en
su subsuelo, o sólo pueden moverse en constante contacto físico con dichos lecho y
subsuelo.
Artículo 3
Los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma continental no afectan al régimen de
las aguas suprayacentes como alta mar, ni al del espacio aéreo situado sobre dichas
aguas.
Artículo 4
Artículo 5
7. El Estado ribereño está obligado a adoptar, en las zonas de seguridad, todas las
medidas adecuadas para proteger los recursos vivos del mar contra agentes nocivos.
8. Para toda investigación que se relacione con la plataforma continental y que se realice
allí, deberá obtenerse el consentimiento del Estado ribereño. Sin embargo, el Estado
ribereño no negará normalmente su consentimiento cuando la petición sea presentada por
una institución competente, en orden a efectuar investigaciones de naturaleza puramente
científica referentes a las características físicas o biológicas de la plataforma continental,
siempre que el Estado ribereño pueda, si lo desea, tomar parte en esas investigaciones o
hacerse representar en ellas y que, de todos modos, se publiquen los resultados.
Artículo 6
1. Cuando una misma plataforma continental sea adyacente al territorio de dos o más
Estados cuyas costas estén situadas una frente a otra, su delimitación se efectuará por
acuerdo entre ellos. A falta de acuerdo, y salvo que circunstancias especiales justifiquen
otra delimitación, ésta se determinará por la línea media cuyos puntos sean todos
equidistantes de los puntos más próximos de las líneas de base desde donde se mide la
extensión del mar territorial de cada Estado.
2. Cuando una misma plataforma continental sea adyácente al territorio de dos Estados
limítrofes, su delimitación se efectuará por acuerdo entre ellos. A falta de acuerdo, y salvo
que circunstancias especiales justifiquen otra delimitación, ésta se efectuará aplicando el
principio de equidistancia de los puntos más próximos de las líneas de base desde donde
se mide la extensión del mar territorial de cada Estado.
Artículo 8
Esta Convención quedará abierta hasta el 31 de octubre de 1958 a la firma de todos los
Estados Miembros de las Naciones Unidas o de cualquiera de los organismos
especializados y de cualquier otro Estado invitado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas a suscribir la Convención.
Artículo 9
Artículo 10
Esta Convención estará abierta a la adhesión de los Estados incluidos en cualquier
categoría mencionada en el artículo 8. Los instrumentos de adhesión se depositarán en
poder del Secretario general de las Naciones Unidas.
Artículo 11
1. Esta Convención entrará en vigor el trigésimo día que siga a la fecha en que se haya
depositado en poder del Secretario general de las Naciones Unidas el vigésimo segundo
instrumento de ratificación o de adhesión.
2. Para cada uno de los Estados que ratifiquen la Convención o se adhieran a ella después
de haberse depositado el vigésimo segundo instrumento de ratificación o de adhesión, la
Convención entrará en vigor el trigésimo día después de que dicho Estado haya
depositado su instrumento de ratificación o de adhesión.
Artículo 12
1. Una vez expirado el plazo de 5 años a partir de la fecha de entrada en vigor de esta
Convención, las Partes Contratantes podrán pedir en todo momento, mediante una
comunicación escrita dirigida al Secretario general de las Naciones Unidas, que se revise
esta Convención.
2. La Asamblea General de las Naciones Unidas decidirá las medidas que corresponde
tomar acerca de esta petición.
Artículo 14
El Secretario general de las Naciones Unidas comunicará a todos los Estados Miembros de
las Naciones Unidas y a todos los demás Estados mencionados en el artículo 8:
a) Cuáles son los países que han firmado esta Convención y los que han
depositado los instrumentos de ratificación o de adhesión, de conformidad con lo
dispuesto en los artículos 8, 9 y 10;
b) En qué fecha entrará en vigor esta Convención, de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 11;
c) Las peticiones de revisión hechas, de conformidad con el artículo 13;
d) Las reservas formuladas respecto de esta Convención, de conformidad con el
artículo 12.
Artículo 15
El original de esta Convención, cuyos textos chino, español, francés, inglés y ruso son
igualmente auténticos, será depositado en poder del Secretario general de las Naciones
Unidas, quien remitirá copias certificadas a todos los Estados mencionados en el artículo
8.
Hecho en Ginebra,
«Sin embargo, su adhesión no puede ser interpretada como reconocimiento de
cualesquiera derechos o situaciones relativos a los espacios marítimos de
Gibraltar, que no estén comprendidos en el artículo 10 del Tratado de Utrecht, de
13 de julio de 1713, entre las Coronas de España y Gran Bretaña.
Asimismo, declara, en relación con el artículo 1.º de la Convención, que la
existencia de un accidente del terreno, tal como una depresión o un canal en una
zona sumergida, no ha de ser considerado como constitutiva de una interrupción
de la prolongación natural del territorio costero en el mar o bajo él.
o
o 1.º Que reserva su posición sobre la declaración hecha por el Gobierno de
la República francesa en relación con el artículo 1.º.
o
o 2.º Que no estima aceptable la reserva hecha por el Gobierno de la
República francesa al apartado 2 del artículo 6 y especialmente en lo que se
refiere al Golfo de Vizcaya. »
Lo que se hace público para conocimiento general.
Madrid,
7 de diciembre de 1971.-
9na. Semana: Convenio sobre la prevención de la contaminación del mar por vertimiento de
desechos y otras materias
La Convención fue convocada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
ambiente (junio de 1972, Estocolmo), el tratado fue redactado en la Conferencia
Intergubernamental de Expertos sobre la Convención sobre el vertimiento de desechos en el
mar (13 de noviembre de 1972, Londres) y fue abierto a la firma el 29 de diciembre de 1972.
Entró en vigor el 30 de agosto de 1975 y 15 naciones lo han ratificado. El 1 de octubre de
2001, había 78 Partes Contratantes del Convenio.
El Convenio de Londres consta de 22 artículos y tres anexos. El objetivo principal del
Convenio de Londres es evitar la eliminación indiscriminada de desechos en el mar que podría
ser responsable por la creación de riesgos para la salud humana, dañar los recursos vivos
marinos y la vida; dañar servicios o interferir con otros usos legítimos del mar. El Convenio de
1972 extiende su ámbito de aplicación sobre "todas las aguas marinas de las aguas interiores"
de los Estados y prohíbe el vertimiento de ciertos materiales peligrosos. Además, requiere un
permiso especial previo para el vertimiento de una serie de otros materiales identificados y un
permiso general previo para otros desechos o materia.
El Convenio de Londres tiene como finalidad promover el control efectivo de todas las fuentes de
contaminación del medio marino y la adopción de todas las medidas posibles para impedir la contaminación
del mar por vertimiento de desechos y otras materias. En la actualidad son 87 los Estados Parte en el
Convenio, entre ellos España, y la Secretaría del Convenio es albergada por la Organización Marítima
Internacional, con sede en Londres.
A diferencia de los Convenios OSPAR y de Barcelona, el Convenio de Londres se ocupa, únicamente, de los
vertidos realizados desde buques y no de aquellos que llegan al mar desde tierra.
En 1996 se aprobó el “Protocolo relativo al Convenio de Londres”, con el objetivo de modernizar el Convenio,
cuya entrada en vigor se produjo en marzo de 2006. El Convenio del 72 establece una lista de sustancias y
productos que no pueden ser vertidos al mar pero, de conformidad con el nuevo Protocolo, se establece el
procedimiento denominado como “lista inversa”, es decir, se prohíbe el vertimiento al mar de todos los
desechos con la única excepción de los que se incluyen en la lista que constituye el anejo I del Protocolo. Por
lo tanto, únicamente son susceptibles de vertido los siguientes materiales:
1. Material de dragado
2. Lodos de depuradoras
3. Vertido de descartes de pesca o materiales resultantes de las operaciones de manipulación de
pescado
4. Buques y plataformas, u otras construcciones en el mar
5. Materiales geológicos inorgánicos inertes
6. Materia orgánica de origen natural
7. Objetos voluminosos inocuos generados en instalaciones aisladas (como pequeñas islas) sin
posibilidad de otras opciones de eliminación
Con posterioridad, en 2007, se aprobaron las enmiendas para incluir una nueva categoría de material
susceptible para su vertido al mar, los flujos de CO2 para su secuestro en estructuras geológicas submarinas.
Este protocolo de enmienda, recoge además los avances y prescripciones que tienen su origen en la
Conferencia de Río de Janeiro (1992) y los principios de cautela y de quien contamina paga, además de
prohibir la incineración en el mar y la exportación de residuos.
Dentro del ámbito del Protocolo, se han redactado unas “Directrices generales” y “Directrices específicas” para
algunos de los desechos cuyo vertimiento está permitido. En ellas se detallan pormenorizadamente los
procedimientos para la evaluación de los desechos, la selección de la zona de vertido, los procedimientos de
vigilancia, de caracterización, etc.
El Convenio de Londres y su Protocolo de 1996, también se van adaptando al progreso científico mediante el
denominado “Grupo Científico” que es el que, en reuniones anuales, prepara desde el punto de vista técnico
los diferentes documentos que se adoptan en las reuniones de Partes Contratantes. España, a través del
MAGRAMA participa en las reuniones del grupo científico.
CONVENIO CONSTITUTIVO DE LA
PROPUESTA DE REFORMA
AGOSTO DE 2012
Antecedentes Históricos
En la Cumbre Presidencial en Costa del Sol, El Salvador, los días 13 y 14 de febrero de 1989, los
Presidentes de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua convinieron en crear la
Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo.
Reunidos los Presidentes en la Ciudad de Tela, Honduras, los días 5, 6 y 7 de agosto de 1989,
acordaron en sentar una organización pro-tempore de la Comisión, en la cual la Presidencia
estaría en Costa Rica y la Secretaría Ejecutiva en Guatemala, con oficinas de apoyo en cada uno
de los países miembro.
En la siguiente Cumbre Presidencial realizada en San Isidro Coronado, Costa Rica, los días 10, 11
y 12 de diciembre, 1989, los Presidentes firmaron el Convenio Centroamericano para la
Protección del Ambiente, y así constituir la Comisión Centroamericana de Ambiente y
Desarrollo, CCAD. Una vez ratificado, entró en vigencia el 14 de junio de 1990; y,
POR TANTO:
Convencidos de que para asegurar una mejor calidad de vida a los pueblos centroamericanos, es
preciso propiciar el respeto al medio ambiente en el marco de un modelo de desarrollo
sostenible, a fin de evitar los efectos perniciosos que anteriores modelos han tenido sobre los
recursos naturales de la región.
Conscientes que la cooperación regional debe constituir un instrumento fundamental para la
solución de los problemas ecológicos, en razón de la profunda interdependencia entre los países
del istmo; y,
Seguros de que el ordenamiento regional del uso de los recursos naturales y el medio ambiente
constituye un factor fundamental para el logro de una paz duradera.
e) Fortalecer las instancias nacionales que tengan a su cargo la gestión de los recursos naturales
y del Medio Ambiente;
g) Determinar las áreas prioritarias de acción, entre otras. Educación y capacitación ambientales,
protección de cuencas hidrográficas y ecosistemas compartidos, manejo de bosques tropicales,
control de la contaminación en centros urbanos, importación y manejo de sustancias y residuos
tóxicos y peligrosos y otros aspectos del deterioro ambiental que afecten la salud y la calidad de
vida de la población.
Artículo 3: DE LA CREACIÓN
La Comisión estará integrada por los representantes nombrados por los gobiernos de cada país.
Cada gobierno designará un delegado titular ante la Comisión.
a) La Presidencia de la Comisión
b) La Secretaría Ejecutiva; y,
c) Las Comisiones Técnicas permanentes y/o Ad-hoc que establezca la Comisión para el
cumplimiento de sus funciones.
Artículo 4: DE LA VISIÓN
Artículo 5: DE LA MISIÓN
Ejecutivo.
Artículo 7: LA PRESIDENCIA
Comisión, y las presidirá. Tendrá la facultad de delegar en el Secretario las atribuciones que
considere convenientes. La Presidencia será ejercida por períodos de seis meses y se alternará
de conformidad con el orden geográfico centroamericano.
Artículo 8: LA SECRETARIA
Corresponde a la Secretaría:
Multilaterales;
h) Coordinar las acciones a nivel nacional con el delegado titular o con el representante técnico
nacional que éste designe.
Corresponde a las Comisiones Técnicas asesorar a la Comisión y ejecutar tareas específicas que
le sean encomendadas por la misma. Serán coordinadas por el Secretario
Ejecutivo de la CCAD.
La Comisión contará con un patrimonio propio para el desempeño de sus funciones, que
consistirá en un fondo a integrarse con:
Comisión.
La Comisión velará porque los beneficios en recursos materiales, humanos y financieros que se
deriven de la aplicación de este Convenio se extiendan en forma equitativa a todos los países
parte del mismo.
Este Convenio será sometido a la ratificación de los Estados signatarios de conformidad con las
normas internas de cada país.
Para los tres primeros depositantes el Convenio entrará en vigor ocho días después de la fecha
en que se deposite el tercer instrumento de ratificación, y para los demás, en la fecha de
depósito de sus respectivos instrumentos de ratificación.
Los programas y proyectos a los que se refiere el presente Convenio podrán comprender zonas
geográficas diferentes a la centroamericana que tengan relevancia para la protección de los
ecosistemas del área.
Las diferencias que surgieren sobre la aplicación o interpretación de este Convenio, serán
resueltas en primera instancia y por la vía de la negociación, por una comisión nombrada por los
mismos Estados a petición de cualquiera de ellos. Si la Comisión no pudiere resolver las
diferencias, se recurrirá a los mecanismos establecidos en el Derecho
El Convenio tendrá una duración de diez años, contados desde la fecha de vigencia y se renovará
tácita o en forma expresa mediante escrito una vez transcurrido dicho período. El presente
Convenio podrá ser denunciado por cualquiera de los Estados signatarios. La denuncia surtirá
efectos para el Estado denunciante, seis meses después de depositada, y el Convenio continuará
en vigor entre las demás partes, en tanto permanezcan adheridas a él, por lo menos tres de
ellas.
Convenio, en la Ciudad de XXXXXX, XXXXX, el día XXX del mes de XXXX de dos mil doce. Dean
Barrow Primer Ministro de Belice Otto Pérez Molina Presidente de la República de Guatemala
Mauricio Funes Cartagena Presidente de la República de El Salvador Porfirio Lovo Presidente de
la República de Honduras Daniel Ortega Saavedra Presidente de la República de Nicaragua Laura
Chinchilla Miranda Presidente de la República de Costa Rica Ricardo Martinelli Presidente de la
República de Panamá Danilo Medina Presidente de República Dominicana
PREAMBULO
DESEOSOS de proteger y conservar las regiones naturales de interés estético, valor histórico e
importancia científica, que representen ecosistemas únicos de importancia regional y mundial, y
que tengan el potencial de brindar opciones de desarrollo sustentable para nuestras sociedades;
AFIRMANDO que la conservación de la biodiversidad es un asunto que concierne a todas las
personas y Estados;
NOTANDO que la diversidad biológica ha estado siendo seriamente reducida y que algunas
especies y ecosistemas están amenazados de extinción;
CONVENCIDOS de que para mejorar la calidad de vida a los pueblos del istmo es preciso propiciar
el respeto a la naturaleza y a la ley, fomentar la consolidación de la paz, y la utilización sustentable
y el rescate de los recursos naturales;
CCAD, como la instancia idónea para formular las estrategias y planes de acción que pongan en
práctica las decisiones sobre el cuidado del ambiente;
CENTRAL
Capítulo I
Principios Fundamentales
Artículo 1. Objetivo. El objetivo de este Convenio es conservar al máximo posible la diversidad
biológica, terrestre y costero-marina, de la región centroamericana, para el beneficio de las
presentes y futuras generaciones.
Artículo 2. Los Estados firmantes de este Convenio reafirman su derecho soberano de conservar y
aprovechar sus propios recursos biológicos de acuerdo a sus propias políticas y reglamentaciones
en función de:
b. Asegurar que las actividades dentro de sus jurisdicciones o control, no causen daños a la
diversidad biológica de sus Estados o áreas que limitan su jurisdicción nacional.
Artículo 4. Los requerimientos fundamentales para la conservación de los recursos biológicos son
la conservación in situ de ecosistemas y habitats naturales y, las medidas ex situ que se puedan
desarrollar en cada país, origen de dichos recursos.
Artículo 7. El conocimiento, las prácticas y, las innovaciones tecnológicas desarrolladas por grupos
nativos en la región, que contribuyan al uso sostenible de los recursos biológicos, y a su
conservación, debe ser reconocidos y rescatados.
Artículo 9. Definiciones. Para el propósito de este Convenio regional, los términos más
importantes serán usados con los significados siguientes: Area Protegida: es un área geográfica
definida, terrestre o costero-marina, la cual es designada, regulada y manejada, para cumplir
determinados objetivos de conservación, es decir producir una serie de bienes y servicios
determinados (conservación in situ).
Biodiversidad o Diversidad Biológica: todas las especies de flora, fauna u otros organismos vivos,
su variabilidad genética, y los complejos ecológicos de los cuales forman parte.
Especie en peligro: especie que esta amenazada o en peligro de extinguirse, la cual no sobrevivirá
si los factores causales continúan operando.
Material genético: cualquier material de plantas, animales o microorganismos u otro origen, que
contenga unidades funcionales de información hereditaria.
Capítulo II
Obligaciones Generales
Artículo 10. Cada Estado miembro de este marco regional, se compromete de acuerdo a sus
capacidades, programas nacionales y prioridades, a tomar todas las medidas posibles para
asegurar la conservación de la biodiversidad, y su uso sostenible, así como del desarrollo de sus
componentes dentro de su jurisdicción nacional, y a cooperar en la medida de sus posibilidades en
las acciones fronterizas y regionales.
Artículo 11. Los Estados miembros tomarán las acciones pertinentes para incorporar a las
respectivos políticas y planes de desarrollo, los lineamientos para y el valor socioeconómico de, la
conservación de los recursos biológicos.
Artículo 12. Las instituciones en los países de la región centroamericana, cooperarán tanto como
sea apropiado, con las instituciones regionales e internacionales, para apoyarse mutuamente en el
cumplimiento de las obligaciones contraídas por el presente Convenio, incluso relacionadas con
aspectos de biotecnología, salud, y seguridad alimentaria.
Artículo 13. Con el propósito de cumplir a cabalidad con el presente Convenio, se deberá:
c. Asegurar el establecimiento de medidas que contribuyan a conservar los habitats naturales y sus
poblaciones de especies naturales.
g. Facilitar el intercambio de información entre las instituciones nacionales, entre los países de la
región centroamericana, y otras organizaciones internacionales.
Capítulo III
Medidas de Ejecución
Artículo 14. Cada país de la región deberá desarrollar sus propias estrategias de conservación y
desarrollo, entre las cuales la conservación de la biodiversidad y la creación y manejo de áreas
protegidas sea prioridad.
Artículo 15. Se deberá integrar tan rápido como sea posible y apropiado, la conservación y el uso
sostenible de los recursos biológicos en las políticas y programas relevantes de otros sectores.
Artículo 16. Se estimulará en cada país de la región centroamericana, la elaboración de una ley
nacional para la conservación y uso sustentable de los componentes de la biodiversidad.
Artículo 17. Se deberá identificar, seleccionar, crear, administrar y fortalecer, a la mayor brevedad
posible, dentro de los respectivos países, a través de las instituciones encargadas, los parques
nacionales, monumentos naturales y culturales, refugios de vida silvestre, u otras áreas
protegidas, como instrumentos para garantizar la conservación de muestras representativas de los
principales ecosistemas del istmo, y prioritariamente aquellas que contengan bosques productores
de agua.
Artículo 18. Se desarrollarán y fortalecerán, dentro de este Convenio, como prioridad, las áreas
protegidas fronterizas en las regiones terrestres y costeras siguientes, conocidas como: - Reserva
de la Biosfera Maya. - Reserva de la Biosfera Fraternidad o Trifinio. - Golfo de Honduras. - Golfo de
Fonseca - Reserva Río Coco o Solidaridad. – Cayos Miskitos. - Sistema Internacional de Areas
Protegidas para la Paz, SIAPAZ. - Reserva Bahía Salinas. - Reserva de la Biosfera La Amistad. -
Reserva del Sixaola. - Región del Darien.
Artículo 19. Se deberán desarrollar estrategias nacionales para estimular los
Artículo 22. Se deberá promover a través de todos los medios posibles, prácticas de desarrollo
ambientalmente compatibles en las áreas circunvecinas a las áreas protegidas, no sólo para apoyar
la conservación de los recursos biológicos, sino para contribuir a un desarrollo rural sustentable.
Artículo 24. Se deberán establecer mecanismos para el control o erradicación, de todas las
especies exóticas que amenacen ecosistemas, habitats y especies silvestres.
Artículo 25. Se deberán desarrollar mayores esfuerzos para que cada uno de los Estados de la
región, ratifiquen lo antes posible, las convenciones internacionales sobre Comercio Internacional
de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), la Convención sobre Conservación de
Humedales de Importancia Internacional y Sitios para Aves Migratorias (RAMSAR), y la Convención
para la Protección del Patrimonio Natural y Cultural de la (UNESCO), prestándoles todas las
garantías para su cumplimiento interno.
Artículo 28. Se apoyan las acciones para estimular el ecoturismo en la región, como un mecanismo
por el cual se valore el potencial económico de las Areas
Artículo 29. Se deben introducir procedimientos apropiados en cada uno de los países de la región,
para evaluar los efectos ambientales de políticas, programas, proyectos y acciones propuestas de
desarrollo, con el propósito de minimizarlos.
Artículo 30. Se apoyan las iniciativas para el manejo socioambiental y los estudios de impacto
ambiental de los procesos de colonización, repatriación y asentamiento de desplazados en las
regiones afectadas por dichos procesos. Además, se deben desarrollar proyectos de restauración
ecológica en aquellas zonas afectadas por los conflictos armados.
Artículo 31. Se debe promover y estimular el desarrollo y difusión de nuevas tecnologías para la
conservación y uso sustentable de los recursos biológicos, y el correcto uso de la tierra y sus
cuencas hidrográficas, con el propósito de crear y consolidar opciones para una agricultura
sustentable y una seguridad alimentaria regional.
Artículo 37. Todo lo señalado en el presente Convenio no debe afectar los derechos y obligaciones
que tienen los Estados Centroamericanos derivados de la existencia de convenciones
internacionales previos, relacionados con conservación de recursos biológicos y áreas protegidas.
Artículo 38. Se señala como responsable de vigilar la implementación del presente Convenio a las
instituciones nacionales que conforman la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo,
CCAD, quedando esta última responsabilizada de brindar informes anuales de avance a la Cumbre
de Presidentes de Centroamérica.
Capítulo IV
Disposiciones General
Artículo 39. Ratificación. El presente Convenio será sometido a la ratificación de los Estados
miembros, de conformidad con las normas internas de cada país.
Artículo 40. Adhesión. El presente Convenio queda abierto a la adhesión de los Estados de la
región Mesoamericana.
Artículo 41. Depósito. Los instrumentos de ratificación o de adhesión y de denuncia, del presente
Convenio y de sus enmiendas, serán depositadas en el
Artículo 44. Plazo. Este Convenio tendrá una duración de diez años contados desde la fecha de
vigencia y se renovará por períodos sucesivos de diez años.
Artículo 45. Denuncia. El presente Convenio podrá ser denunciado por cualquier
Estado parte. La denuncia surtirá efectos para el país denunciante 6 meses después de depositada,
y el Convenio continuará en vigor para los demás Estados en tanto permanezcan adheridos a él
por lo menos tres de ellos.
Dado en celebración del Día Internacional del Medio Ambiente, a los cinco días del mes de Junio
de 1992, durante la XII Cumbre de Presidentes Centroamericanos, en Managua, República de
Nicaragua.
Rafael A.
Guatemala Honduras
Nicaragua Panamá