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La correspondencia debe ser enviada a Murray R. Barrick, Tippie College of Business, University
of
Iowa, Iowa City, IA 52242-1000. Correo electrónico: m-barrick@uiowa.edu
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TRABAJO360
Grandes predicen múltiples facetas del éxito profesional, ya sea que se evalúen
intrínsecamente (es decir, la satisfacción) o extrínsecamente (es decir, el estado
ocupacional), utilizando ya sea reacciones subjetivas o indicadores objetivos,
durante un período de 50 años o más. Específicamente, los resultados
demuestran que existen relaciones duraderas entre los rasgos de personalidad
(por ejemplo, Conciencia y Estabilidad Emocional) evaluados en la infancia, y el
éxito profesional evaluado en la edad adulta tardía, con correlaciones (no
corregidas) que llegan hasta.49 (Judge et al., 1999). Además, estos resultados
mostraron
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que los rasgos de los Cinco Grandes, como grupo, explicaban una variación
incremental significativa en las medidas del éxito profesional incluso después de
controlar la influencia de la habilidad general de los hombres. La contribución
conjunta (correlación múltiple) a través de todos los rasgos de los Cinco Grandes
fue superior a.60 cuando se predijo el estado ocupacional y los ingresos, incluso
cuando el éxito se midió de 30 a 50 años después de que se evaluó la
personalidad. Estos hallazgos muestran que aunque la magnitud de la correlación
entre la personalidad y los índices anuales de desempeño es modesta, los efectos
de la personalidad son acumulativos y compuestos a lo largo del tiempo. Por lo
tanto, a lo largo de la vida, los beneficios acumulativos obtenidos a través de la
personalidad pueden ser sustanciales en el trabajo. Esto es más evidencia de que
los rasgos de personalidad sí importan.
La séptima y última razón por la que debemos preocuparnos por la
personalidad es que los investigadores han encontrado que la personalidad está
relacionada de manera significativa con muchos comportamientos y resultados
relacionados con el trabajo que preocupan a los gerentes y que son importantes
para las organizaciones. Estos incluyen menos comportamiento
contraproducente, rotación, ausentismo, tardanzas y más comportamientos de
ciudadanía, éxito en los grupos, satisfacción en el trabajo, seguridad, efectividad
del líder-navegante y desempeño de las tareas. También influyen en el ajuste con
otros en forma individual (por ejemplo, supervisores), un equipo o una
organización (Barrick, Mitchell y Stewart, 2003; Johnson, 2003). Además, se ha
encontrado que la personalidad predice la calidad de vida de los individuos,
como la libertad del trauma, la satisfacción conyugal y la satisfacción con la
vida, e incluso el tiempo de vida de las personas, que puede ser la última crítica
(DeNeve & Cooper, 1998; Friedman et al., 1993). Es importante destacar que la
capacidad mental general no predice estos resultados (o los predice mal). Por lo
tanto, el hecho de que la capacidad mental general prediga el rendimiento laboral
mejor que la personalidad no es del todo cierto. Depende de los aspectos del
desempeño que se estén examinando.
Tomados en conjunto, los resultados de estas siete corrientes de investigación
diversas ilustran que la personalidad desempeña un papel significativo en casi
todas las facetas del trabajo y en nuestra vida diaria. Por lo tanto, creemos que es
hora de ir más allá de debatir cuestiones como "¿Importa la personalidad?" o "¿A
quién le importa la personalidad?". A la luz de las pruebas de la nueva búsqueda,
simplemente no es factible sugerir que no importa ser trabajador y persistente, o
que ser cooperativo y considerado no es relevante en un equipo, o que ser
ambicioso y sociable no es importante. Creemos que ha llegado el momento de
dejar atrás este debate y comenzar a abordar las demandas más desafiantes que
probablemente harán avanzar nuestro entendimiento en esta área.
(Barrick & Mount, 1993; Beaty, Cleveland, & Murphy, 2001; Gellatly
& Irving, 2001; Hochwarter, Witt, & Kacmar, 2000) subraya la idea de que los
re-buscadores deben tener en cuenta en términos generales los efectos
situacionales para determinar si la per-sonalidad es relevante para el
comportamiento, y que esos efectos se extienden más allá de los requisitos del
trabajo.
Los estudios que demuestran el efecto de la fuerza situacional muestran que
las situaciones pueden controlar cómo se comporta un individuo en lugar de su
personalidad. Cuando las situaciones son excepcionalmente fuertes, todos los
individuos tienden a comportarse de la misma manera, independientemente de
sus rasgos de personalidad. Como resultado, se ha demostrado que las
situaciones fuertes disminuyen las relaciones observadas entre la personalidad y
el comportamiento. Por el contrario, las situaciones de debilidad se caracterizan
por tener pocas expectativas o muchas ambigüedades y, en consecuencia, los
individuos tienen una considerable discreción en cuanto a cómo serlo. En
consecuencia, la validez de los rasgos de personalidad en la predicción del
desempeño se ha encontrado que es mayor cuando la situación se caracteriza por
ser "débil" en lugar de "fuerte".
De manera similar, la evidencia de que los individuos se sienten atraídos a
unirse a las organizaciones que encajan y a dejar a las que no encajan (Judge &
Cable, 1997; Schneider, Smith, Taylor,
& Fleenor, 1998) demuestra el papel que juegan las variables de nivel
organizacional en la per-sonalidad en el trabajo. Interesantemente, Schneider et
al. (1998) reportaron que los tres rasgos de "nicho" son los que explican los
mayores efectos sobre la homogeneidad o encajan dentro de una orga- nización
(R2 = 0.08, 0.04, y 0.02, respectivamente, para Aceptabilidad, Apertura a la Ex-
periencia, y Extraversión). Esto concuerda con comentarios anteriores que
indican que estos tres rasgos son más susceptibles a los efectos contextuales. La
investigación sobre la comunicación en equipo también está examinando cada
vez más el papel de la personalidad (Barrick, Stewart, Neubert, & Mount, 1998;
Kozlowski & Bell, 2003; Neuman, Wagner, & Christiansen, 1999). Aunque gran
parte de esta investigación se ha centrado en los principales efectos sobre la
eficacia del equipo (Barrick et al., 1998), los resultados también muestran que
los rasgos de los miembros del equipo influyen en los procesos del grupo
(Neuman et al., 1999), y que estas influencias varían en función de las demandas
contextuales inherentes al grupo y de la cantidad de interdependencia del equipo
(Kozlowski & Bell, 2003). El punto crítico es que ni el equipo ni los efectos
organizativos sobre la personalidad, como se indica en estos estudios, se tienen
en cuenta en los análisis tradicionales de puestos de trabajo.
Reconocer la influencia de la fuerza situacional, junto con el contexto grupal
y organizacional, en la personalidad, muestra que la validez predictiva
probablemente varíe más allá de las demandas del trabajo por sí sola. Por lo
tanto, los investigadores necesitan cada vez más tomar en serio la perspectiva
interaccionista, es decir, para entender plenamente cómo la personalidad se
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de situaciones o qué variables son útiles para comparar una situación con otra
(Stewart & Barrick, 2004). Hoy en día, se necesita urgentemente un marco para
caracterizar los aspectos psicológicamente influyentes de las situaciones, así
como un método para evaluar estas variables.
Lo que complica aún más esta investigación es el hallazgo de que los rasgos
de una persona también pueden cambiar la situación (Stewart & Barrick, 2004).
Por ejemplo, tener "una manzana podrida" en un equipo puede cambiar el
ambiente de trabajo. El hecho de tener un hijo que es desagradable o neurótico
(bajo en Agrado o Estabilidad Emocional) ha demostrado que conduce a menos
comunicación, menor interdependencia, menos reparto de la carga de trabajo y
más conflictos (Barrick et al., 1998). De manera similar, Barry y Stewart (1997)
descubrieron que los equipos no podían funcionar eficazmente si tenían
demasiados (o muy pocos) extravagantes en un ambiente de equipo. Por lo tanto,
los efectos situacionales, debido tanto a factores situacionales como a las
características de los que se encuentran en el entorno, han demostrado ser im-
portantes para la personalidad, pero no son capturados a través de un análisis
tradicional del trabajo. La explicación teorética requiere que estos efectos sean
tomados en cuenta para entender completamente el efecto de la personalidad en
el trabajo.
Un segundo tema que los futuros investigadores deben examinar es el proceso
a través del cual la personalidad afecta el comportamiento en el trabajo. Como se
ha señalado anteriormente, los investigadores deben tener en cuenta las
características de la situación laboral. Sin embargo, se espera que el principal
medio a través del cual la personalidad afecta el comportamiento laboral sea a
través de la motivación (Barrick, Mitchell, et al., 2003; Kanfer, 1991; Murray,
1938). Es probable que estos efectos moti-vocacionales se demuestren de dos
maneras: primero, ¿qué sería feliz de hacer? Y segundo, ¿cuán motivado estará
usted para hacerlo? Recientes re-búsquedas muestran que la personalidad influye
en el tipo de ambientes que buscamos (Barrick, Mount, & Gupta, 2003; Judge &
Cable, 1997; Mount, Barrick, Scullen,
Rounds, en prensa; Schneider et al., 1998). Por ejemplo, las personas
extravertidas prefieren ambientes de trabajo que involucren actividades sociales
o que tengan una cultura organizacional "agresiva". Aunque esta investigación
ilustra que la personalidad juega un papel en la determinación de las situaciones
en las que uno elige estar, investigaciones recientes muestran que los intereses
vocales probablemente tengan un mayor impacto que los rasgos de personalidad
en esas elecciones (Mount et al., en prensa). Es decir, los intereses influyen en
los tipos de entornos que buscamos y en los tipos de personas y actividades que
preferimos. Esto explica por qué un reciente meta-análisis a gran escala de las
relaciones de ajuste muestra que los intereses y valores tienen un mayor efecto
en el ajuste persona-organización (Kristof-Brown, Zim- merman y Johnson, en
prensa) q u e los rasgos de personalidad.
La personalidad, por otro lado, es probable que sea la base de la disposición
crítica para determinar cómo la persona interactúa o se motiva una vez que el
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Es más probable que se fijen metas, tengan mayores expectativas de que sus
esfuerzos tendrán consecuencias nefastas y piensen que pueden hacer más (tener
mayor autoeficacia) que los que tienen un bajo nivel de Conciencia o Estabilidad
Emocional. A su vez, se espera que la mejora de la motivación por desempeño
sea un indicador importante de desempeño.
La investigación que muestra que la motivación es el principal vínculo
mediador entre la personalidad y el desempeño es importante para los
investigadores que se esfuerzan por entender y pre-determinar qué
comportamientos exhibirán los empleados en el trabajo. Reconocer que la
personalidad es una fuerza motivadora distal, que influye en el comportamiento a
través de variables de motivación de desempeño proximal como las metas, la
autoeficacia y las expectativas, debería permitir a los investigadores desarrollar
modelos más completos de desempeño en el trabajo. Estas explicaciones teóricas
que demuestran el papel que desempeña la personalidad en la forma en que
realizamos nuestro trabajo mejorarán la comprensión científica, como señalan
Murphy y Dzieweczynski (este número). Además, es probable que estos efectos
sean importantes, dada la magnitud de las múltiples correlaciones reportadas por
Judge and Ilies (2002) entre los cinco rasgos principales y la motivación del
desempeño.
Por el contrario, no conocemos ninguna investigación que demuestre que los
intereses se reorienten hacia la propensión a establecer objetivos, a lograr una
mayor autoeficacia o a aumentar las expectativas por persona. En consecuencia,
comprender los intereses de la persona probablemente no mejorará nuestra
comprensión de cómo trabajamos. Esto subraya que, aunque los intereses y la
personalidad son dos dominios de diferenciación individuales fundamentales y
no cognitivos que influyen en el comportamiento a través de la motivación, los
procesos motivacionales por los que lo hacen difieren. Al reconocer los
diferentes procesos motivacionales involucrados en el trabajo por estas
diferencias individuales, la investigación futura logrará avances más
significativos en la comprensión de los mecanismos específicos por los cuales la
personalidad influye en el desempeño laboral.
El tercer tema al que los futuros investigadores deberían prestar mayor
atención son los problemas de medición. La medición se encuentra en el corazón
de gran parte de nuestra investigación aplicada. Si no aseguramos que tenemos
buenas medidas, entonces todo lo que hacemos con esas medidas se pone en
duda. Esto es desafortunado porque no es tan difícil hacerlo mejor. ¿Cómo?
Primero, necesitamos entender que aunque la personalidad es bastante estable y
también lo es el contexto, la respuesta a los elementos en un inventario de la
personalidad en cualquier momento está determinada por muchos rasgos y
estados y por muchas características de la situación inmediata. En consecuencia,
los rasgos predicen el comportamiento sólo cuando se agrega (Epstein, 1979), ya
sea sobre una categoría de comportamientos (por ejemplo, comportamiento
contraproducente) o a lo largo del tiempo (desempeño anual o por más tiempo).
Segundo, debemos reconocer que los rasgos globales (como los Cinco Grandes)
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Las validaciones fueron un 50% más altas en comparación con los autoinformes.
Esto sugiere que el uso de auto-informes puede en realidad subestimar la
verdadera validez de las construcciones de la personalidad al predecir el
desempeño laboral. Una de las implicaciones de esto es que los investigadores
deben analizar la utilidad de las clasificaciones de los pares u otras
clasificaciones de los rasgos de personalidad para fines internos del personal (por
ejemplo, los ascensos).
DISCUSIÓN
CONCLUSIÓN
RECONOCIMIENTOS
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