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GEOGRAFÍA, PAISAJE
E IDENTIDAD
BIBLIOTECA NUEVA
6 Autores
Cubierta: A. Imbert
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ÍNDICE
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Presentación, Rubén C. Lois González ........................................................... 11
había problemas reales que debían imponer a las disciplinas académicas una nue-
va organización del conocimiento. En los 60 y 70, los problemas que convenía
destacar eran las nuevas contradicciones en las relaciones de poder entre las clases
sociales y su reflejo espacial. Lo interesante para el caso es que, desde entonces,
esa intención crítica ya no dejaría de influir en el devenir de la disciplina.
En un primer momento, los aspectos sociológicos y políticos del paisaje
ocuparán fundamentalmente a algunos autores encabezados por el periodista e
historiador Emilio Sereni (1961) y por el geógrafo Eugenio Turri (1974). Ellos
iniciarán los acercamientos al paisaje desde la óptica del materialismo histórico,
aceptando que el territorio refleja las condiciones materiales de la historia me-
diante su organización económico-social. Sin duda, su aportación será de gran
importancia. Sin embargo, pronto se pondrá de manifiesto que esos primeros
planteamientos no eran suficientes para hacer frente de modo crítico a la polié-
drica cuestión del paisaje.
Reducir el paisaje al espacio en el que tiene lugar y se refleja la lucha de clases
resultaba empobrecedor por, al menos, tres razones. En primer lugar, y así lo
harían ver algunos humanistas liderados por Rosario Assunto —entre los que
han destacado Massimo Venturi Ferriolo o Raffaele Milani—, porque al hacerlo
se dejaba de lado el origen artístico, y, por tanto, subjetivo y muy humano, del
concepto. Para subsanar este primer error sin caer en el esteticismo, el filósofo
Venturi Ferriolo escribirá una Etiche del paesaggio (2002) digna de mención, y
el autor del segundo capítulo de este libro, el geógrafo Franco Farinelli (2003),
hará una pirueta que le permitirá aceptar el origen artístico de la noción sin olvi-
dar la importancia política que adquiere desde tiempos de Humboldt.
Reducir el paisaje a la lucha de clases también resultaba empobrecedor desde
la nueva coyuntura socioeconómica. En la sociedad del bienestar el problema
no consistía tanto en denunciar las presiones espaciales a las que se sometía al
proletariado como en identificar a los actores no institucionales —la sociedad
civil—, las redes y su capacidad o incapacidad de «hablar» o de «hacerse oír»
en una esfera situada más allá del Estado o del Mercado. Uno de los grandes
promotores en Italia de este tipo de estudios será Giuseppe Dematteis. A su lado
conviene recordar el esfuerzo del grupo de investigadores formado desde finales
de los años 80 por Marina Faccioli, Paola Morelli, Claudio Cerreti y Alessandro
Gallo. Y, en el presente libro, a estos aspectos dedica su atención, entre otros,
Marina Marengo (2005).
Por fin, reducir el paisaje a la lucha de clases también caía en el reduccionis-
mo desde una perspectiva sociopolítica porque deja de lado conflictos regionales
o entre centro y periferia. En este sentido, también Italia tenía mucho que decir.
La culminación del proceso de unificación (1859-1861) promovió la creación
de un nuevo marco para la educación. La Ley Casati, promulgada primeramente
para el Piamonte (1859), y, sobre todo, el Reglamento de 1867, incluyeron ya
a la Geografía en la educación primaria. La rapidez de esa inclusión vino dada
por las necesidades políticas del momento: se hacía preciso difundir y afianzar
rápidamente la conciencia de la nacionalidad. Desde aquellos años, los italianos,
Presentación 13
Bibliografía
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2003.
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Madrid, Biblioteca Nueva, 2008).
Remotti, Francesco, Contro l’identità, Bari, Laterza, 1995.
14 Rubén C. Lois González
A. Treves dirige su mirada hacia el período del fascismo (años 20-30) analizan-
do las políticas de natalidad del régimen y las problemáticas vinculadas con éste. A
partir de estas políticas demográficas se desarrollaron las ciencias demográficas.
Por su parte, la identidad territorial interesa a tres autoras desde una perspecti-
va diferente: I. Varraso, M. Fiori y la abajo firmante. I. Varraso reconoce la identi-
dad territorial en una subregión turística de la región Pulla: el Gargano. La autora
analiza el concepto de bien turístico que, desde su punto de vista, es tan sólo per-
cibido como bien productivo a disposición del turista; además, enfoca su atención
en el Gargano desde el punto de vista del patrimonio cultural, medioambiental,
arquitectónico, por lo tanto, hace falta hablar de un turismo cultural como el gran
contenedor de la capacidad de animar las motivaciones del turista. Un examen
de los lugares turísticos presentes en dicho territorio completa este capítulo. M.
Fiori se pregunta si también la Geografía Económica puede disfrutar de manera
proficua del concepto de identidad territorial. Desde luego, la respuesta es positiva:
el discurso sobre la identidad ofrece nuevos pretextos y métodos para crear cono-
cimientos y competencias. Yo misma intento leer la identidad del territorio y del
paisaje con un método que, sobre todo, intenta resaltar sus características.
M. Marengo se detiene en la nueva relación que se ha creado en la sociedad
posmoderna entre la esfera pública y la esfera privada, de hecho la sociedad civil
recubre hoy en día un nuevo papel: el de la intermediación entre las dos esferas.
T. Scamardi, docente de literatura, muestra que en el imaginario colectivo
alemán el lugar que más representa a Italia es la calle. A través de la observación
y de la representación de una aparente casualidad del flujo de vida cotidiana,
así como se manifiesta en las calles, el escritor-viajero define cada vez su idea de
Italia. El análisis se realiza en textos de autores que se posicionan entre finales
del setecientos y principios del ochocientos y que abarcan los grandes centros
culturales del sur: Nápoles y Palermo. Pero se podrían hacer consideraciones pa-
recidas, salvando las distancias oportunas, estudiando otros períodos históricos y
otras realidades geográficas.
Las especialistas en ordenación del territorio, A. Celino, A. Colonna y G.
Concilio, afirman que las imágenes del territorio empleadas para representar
la actividad de planificación resultan ineficaces para la construcción de estra-
tegias de acciones adecuadas. Una lectura objetiva del territorio no consigue
siempre representar su complejidad, desde aquí surge la necesidad de una lectura
interpretativa.
V. Monno, también especialista en ordenación del territorio, se interesa en
su artículo por definir una Geografía de la transición que, desde su punto de
vista, se realiza a través de tentativas de conversación y de coexistencia entre
lugares y políticas.
A. Bissanti, de manera irónica y aguda, indica las razones por las que en el
colegio no se debería estudiar Geografía.
Como conclusión, Rubén Lois y Miguel Pazos retoman la problemática te-
rritorio/identidad, adelantada en mi aportación y en las de Varraso y Fiori, para
poner de manifiesto la situación de la disciplina geográfica en el caso español.
La identidad: nueva categoría descriptiva
del territorio y del paisaje**
Clara Copeta
Università degli Studi di Bari
1. EL CONCEPTO DE IDENTIDAD
1
En los mismo años, G. Simmel elaboraba una teoría del «sentimiento de la subjetividad».
Él afirma que está en el confín que construye la identidad. La selección (del espacio que define
la identidad) representa «una actividad del alma», entonces no se trata de un dato físico sino
arbitrario y subjetivo.
2
Incluso el estructuralista C. Levi-Strauss en 1980 manifestó ciertas dudas acerca de la sus-
tancialidad del concepto de identidad: «cada sociedad la (identidad) descompone en una multitud
de elementos cuya síntesis… constituye un problema…» (pág. 13). Se supone que la identidad
también posee relaciones de incertidumbre (pág. 14). La sensación es que la identidad no consiste
en el hecho de postularla o afirmarla, sino en el hecho de rehacerla, reconstruirla, y que cualquier
utilización de la noción de identidad empieza con una crítica de la misma noción» (pág. 309).
La identidad: nueva categoría descriptiva del territorio y del paisaje 19
3
El mismo autor observa que las nociones de comunidad e identidad son las más contro-
vertidas (pág. 11).
4
La presente ley, de reforma de los principios y de las modalidades para el gobierno
del territorio, orienta la acción de los poderes públicos y endereza las actividades públicas y
privadas a favor del desarrollo sostenible en Toscana, asegurando la transparencia de los pro-
cesos decisionales y la participación activa de los ciudadanos en las elecciones del gobierno
del territorio.
Además, la Ley Regional Toscana 5/1995 prevé en el plan estructural un Estatuto de los
Lugares. Éste garantiza, fijando ciertas constantes estructurales, un correcto marco ambien-
tal, historico-cultural y relacional del territorio. Dichas constantes han de ser puestas bajo
tutela a fin de garantizar el desarrollo sostenible, la transparencia de los procesos decisionales
y la participación de los ciudadanos.
El Estatuto de los Lugares es un acto constitutivo de los principios objetivos, valores y re-
laciones entre comunidad y territorio. Representa instancias de codificación de los caracteres
identitarios del patrimonio territorial.
20 Clara Copeta
Art. 1.–Finalidades.
La Regione Puglia persigue los objetivos de la protección de los valores
ambientales históricos y culturales del territorio, y también el objetivo de su
recalificación, conducentes al desarrollo sostenible de la comunidad regional.
Art. 9.–Contenidos del Plan Urbanístico General.
Previsiones estructurales.
… Identifican las lineas fundamentales de la ordenación de todo territorio
comunal, derivadas del reconocimiento de la realidad socio-económica de la
identidad ambiental, histórica y cultural del asentamiento, considerando tam-
bién las áreas a valorar y proteger por sus aspectos ecológicos, paisajísticos y
productivos singulares.
El área del Municipio de Corato (alrededor de 170 km2) está situada en una
franja territorial prevalentemente cárstica denominada Murgias Bajas y en ligero
declive: desde cota 614 m (Masseria Pennacchio, parte de la cual se encuentra en
pequeña área de las Murgias Altas) hasta cota 232 m del centro urbano, a 144
m por encima de la carretera provincial para Trani —confín comunal— hacia la
costa adriática (fig. 1). Esta variedad altitudinal permite delinear tres áreas con
otras tantas identidades:
• el centro urbano;
• el cinturón verde que rodea parte del centro urbano;
• el área de las Murgias Altas que se encuentra en el homónimo Parque
Nacional.
Las constantes que hay que considerar para todo centro urbano son:
• altitud;
• morfología;
• sistemas viarios internos del centro urbano;
• formas urbanas (del centro histórico y de la ciudad del siglo xix);
• identidad arquitectónica;
• lugares públicos (analizados según las categorías: lugares simbólicos/luga-
res atópicos);
• identidad productiva.
La identidad: nueva categoría descriptiva del territorio y del paisaje 23
La ciudad de Corato fue sede de una colonia agrícola romana, y por ende se
construyó según un esquema viario ortogonal. Alrededor del año 1000 el Borgo
Casale (es decir, el antiguo núcleo de Corato) obtuvo la atribución de Civitas.
En esa época era un centro fortificado con una cinta muraria con cuatro torres
y algunas puertas de acceso, las viviendas se encontraban en la planta baja con
sólo uno o dos espacios.
Hacia el siglo xiv se derribó en parte la muralla, para construirla después
externamente, de modo que dejara mayor espacio a la urbanización. En el si-
glo xvii continuó la ampliación de los muros y eso dio origen al Stradone (Ave-
24 Clara Copeta
nida), arteria viaria que aún delimita el centro histórico casi en forma de círculo,
con un radio de unos 160 metros5.
Dejamos la descripción del centro histórico y de la vida socioeconómica al
ingeniero Giannuzzi, ingeniero comunal de la ciudad de Altamura, que, a prin-
cipios del siglo xix, la describió de esta forma:
5
En los mismos siglos se creó un área de expansión extra-urbana hacia el sureste.
6
Este Stradone acabó por aislar mayormente el centro histórico, porque constituía una
barrera entre el «viejo» y el «nuevo».
La identidad: nueva categoría descriptiva del territorio y del paisaje 25
2.1.2. La ciudad del siglo XIX. La ciudad del ingeniero Camillo Rosalba
Más allá del límite definido por el decágono del ingeniero Camillo Rosalba,
se encuentran asentamientos de carácter popular, y las ya mencionadas Unrra Ca-
sas, que se remontan a los años 50. La periferia de Corato comparte la suerte de
las áreas periféricas de otros centros urbanos (las áreas denominadas «167»): que
son atópicas y poseen escasos servicios, motivo por el que la ciudad está obligada
a gravitar alrededor del centro urbano. De hecho, el municipio de Corato se está
expandiendo a lo largo de todos los ejes viarios, creando apéndices sin peculiari-
dades arquitectónicas y sin memoria. Tal vez exista una excepción: el núcleo de
San Elia (a lo largo de la vía de San Elia hasta el cruce con la calle Massarenti),
que presenta signos de una naciente identidad (semantización del territorio).
Este núcleo presenta varios servicios: un banco, varios supermercados y esta-
blecimientos comerciales, centros escolares. El elemento catalizador es la escuela
primaria Alcide De Gasperi, que favorece las interacciones sociales quedando
abierta, desde las 18:00 hasta las 22:30, para fomentar actividades sociales y de-
portivas para sus alumnos y ex alumnos. En cambio existen dos lugares públicos:
la Piazza Almirante y la Villa Comunale, de los cuales el primero es un lugar de
degradación social, y el segundo carece del mobiliario urbano mínimo. Ambos
son escasamente frecuentados, no cumplen su vocación y son vacíos semánticos.
Mas allá de la periferia continua, se encuentra un segundo asentamiento de
casas recientes que corroe esa suerte de cinturón verde de olivares y viñedos que
abraza con amplitud desigual la ciudad de Corato. Existen además empresas
agroalimentarias y artesanales. La presencia de estos edificios es tan apremiante
que la residencia señorial de los Addario (en vía delle Macine), antaño rodeada
de espacios verdes, hoy aparece ahogada por el cemento.
La interfaz entre la periferia urbana y la parte degradada del cinturón verde
representa un área de transición que se identifica con la atopia que avanza y que
desnaturaliza.
Esta área se identifica con el territorio caracterizado por una altitud entre
los 300 m y los 400 m. El suelo es cársico, por eso carece de cursos de agua de
superficie; existen por otra parte numerosos cauces secos (los lame, ej. Lama di
Pietro, Lama Porcara, etc.) donde se encuentran reductos de bosques, otrora
abundantes, hoy en cambio reducidos a pequeñas manchas (por ejemplo el bos-
que comunal Difesa).
Este territorio está recorrido desde hace siglos por tratturi: «arterias que al-
canzaban y alcanzan todavía la ciudad y las antiguas granjas (masserie), que aún
conservan su antigua funcionalidad y cultivos agrarios que siguen siendo los
mismos desde hace siglos» (Galise, 1995).
28 Clara Copeta
El suelo es más fértil que el del Murgias Altas y entonces aquí se encuentran los
cultivos más ricos7: olivares (48%), sembrados (18%) y viñedos (13%).
Los que trabajan en la agricultura residen la mayor parte en el centro urbano, ya
que dichos cultivos no necesitan de la presencia continua del hombre.
Las constantes de esta área son:
• altitud;
• morfología;
• uso del suelo;
• edificios;
• redes viarias, la antigua que consiste en tratturi y la moderna que consiste
en carreteras estatales y provinciales;
• identidad productiva.
Además de la fertilidad del suelo, algunos edificios califican el área. Son an-
tiguas, majestuosas masserias, a veces fortificadas, que se remontan la mayoría al
siglo xvii y xviii: Addario, Cafaro, Mancini, Spada, Polvere delle Rose, Torre del
Vento, etc.
Como ya hemos dicho, parte del cinturón verde, es decir, la parte donde se
insinúa la periferia del centro urbano, sufre una pérdida de identidad.
7
Datos de 1990 proporcionados por la Oficina de Agricultura del Ayuntamiento de Corato.
La identidad: nueva categoría descriptiva del territorio y del paisaje 29
Esta área, sin embargo, presenta evidentes signos de degradación que con-
trastan su identidad, es decir, el despedregamiento (resultato de una política de
incentivos públicos-CEE y Regione Puglia) que ha desbarajustado irremedia-
blemente la facies del territorio, provocando un daño irreversible; las cavas, que
abandonadas y no saneadas muy a menudo se convierten en vertederos a cielo
abierto; los fangos de depuración y residuales y los vertederos abusivos, debidos al
difícil control del territorio.
Los elementos puntuales que indican identidad/calidad presentes en el terri-
torio son: la Iglesia de san Magno, tumbas en forma de túmulo (en san Magno),
Masseria Cimadomo, Masseria Piede Piccolo, Masseria Torre di Nebbia Vecchia,
Piscina dell’Antica (en el Masseria Cimadomo), Masseria Musci.
El elemento de la zona que indica calidad/identidad es el Bosque Straccia
Cappello. Al lado de estos elementos cabe destacar el área de san Magno indica-
da por los habitantes de Corato como su autorrepresentación territorial.
Tabla I
8
Refugios para los animales, construidos con recintos de paredes en seco.
9
Los antiguos mungituri, que de costumbre eran anejos de los jazzi, están construidos con
piedras y tienen forma de ocho.
10
Cavidad cársica cuyo techo se ha derrumbado.
11
Hendiduras naturales donde se recolectan las aguas de superficie; son típicas de los terre-
nos cársicos.
30 Clara Copeta
Para hacer el análisis del paisaje del parque natural de la Alta Murgia hemos
empezado tomando en cuenta algunas consideraciones tratadas en la Conven-
ción Europea del Paisaje (ratificada en Florencia en el año 2000) que propone
por primera vez una política adecuada al reconocimiento, valoración y protec-
ción del paisaje.
Nos han interesado por su innovación los siguientes apartados:
• el concepto de paisaje;
La identidad: nueva categoría descriptiva del territorio y del paisaje 31
• las autorrepresentaciones;
• el concepto de identidad;
• el paisaje se entiende como un concepto relacional, en el sentido que se
discute la relación sujeto/objeto. Esta se puede entender como una des-
cripción del modo en el cual se consigue «vivir» y «poseer» dicho paisaje;
• las autorrepresentaciones se entienden como una proyección de la identidad
de los valores simbólicos y de la experiencia vivida, a nivel territorial, de un
determinado grupo social. Éstas se configuran a través de entrevistas con los
usuarios directos y actuan como una forma de comunicación no verbal;
• la identidad se entiende también como un concepto relacional, en nuestro caso
se utiliza como categoría interpretativa y se convierte en sinónimo de calidad.
Y además:
En una primera lectura del paisaje es preciso concretar las unidades que se-
gún P. Castelnovi (1997) sirven para desarrollar «el carácter de “elemento” de
la estructura mayor» y tienen que ser «reconocibles para pertenecer a catego-
12
Antiguo cobertizo para ovinos.
13
El análisis del paisaje de la Alta Murgia se refiere a la zona individuada por la Conferencia
de Servicios del 93 y comprende una superficie de casi 20.000 hectáreas.
32 Clara Copeta
rías tipológicas». Éstas son útiles para «describir grandes secuencias de paisaje»
(pág. 92).
El paisaje de la Alta Murgia constituye una sola unidad, pero, pese a ello, es
posible individuar tres subáreas:
14
Vivienda de piedra de forma circular y techo cónico típica de Apulia.
15
G. Fuzio G., Las masías fortificadas de la Apulia, en castillos, torres y obras fortificadas
de Apulia, Bari, De Vita R., 1974.
La identidad: nueva categoría descriptiva del territorio y del paisaje 35
Tipología A:
• coexistencia de las dos funciones primarias;
• permanencia de las funciones secundarias en una medida razonable;
• permanencia de las funciones secundarias bajo condiciones de enrique-
cimiento.
Tipología B:
• pérdida del sentido de la función primaria;
• permanencia de las funciones secundarias en una medida razonable.
Tipología C:
• pérdida de la función primaria;
• pérdida de casi todas las funciones secundarias;
• sustitución de las funciones secundarias bajo condiciones de enrique-
cimiento.
Castel del Monte, grande forma sin un significado más que el cultural/tes-
timonial, ha perdido todas las funciones para las cuales fue concebido (residen-
cia de caza o residencia real); se ha perdido o se ha alterado el sentido de su
forma plano/volumétrica (el mandala16); su arquitectura ha sido restaurada, la
UNESCO lo ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad, se ha quedado
como el imponente museo de sí mismo.
16
Signo mágico.
36 Clara Copeta
Tipología D:
• pérdida de la función primaria;
• sustitución con otra función primaria;
• alteración de las funciones secundarias bajo signos de enriquecimiento.
Tipología E:
• cambio de la función primaria —sólo uso temporal;
• conservación de la función secundaria;
• signos de riqueza: nuevo valor ecológico/ambiental.
Tipología F:
• restos de manufacturados.
son las formas cársicas de superficie más difundidas, mientras que las «dolinas» o puli17
son más vistosas y morfológicamente más típicas; y entre las formas subterráneas (po-
zos, voragini18, grutas y cavernas), lo son los inghiottitoi (engullideros).
Tipología A:
• permanencia de la función principal;
• atribución de más funciones secundarias.
Tipología B:
• pérdida de la función principal;
• atribución de una función secundaria bajo signos de enriquecimiento.
La flora espontánea de esta área está formada por zonas de bosques de fresnos
y robles y por formaciones subestépicas de herbáceos. El cultivo típico es el de
cereales. Se consideran signos atípicos las áreas de reforestación de coníferas y las
plantaciones recientes, como el tabaco. Un caso ambiguo es el de los sembrados
sobre terrenos que han sido despedrados.
17
Antigua cueva cársica cuyo techo ha cedido y actualmente es un agujero enorme.
18
Fosa natural.
38
a) Cualidad-identidad:
• rareza (por ejemplo, Pulo, Pulicchio, Castel del Monte, túmulos en
Corato…);
• gran naturalidad (ej.: prados de matorrales con material calcáreo super-
ficial, Lama Poggiorssini, bosques de robles o encinas, zonas de seudo-
estepa mediterránea, colinas murgianas, etc.);
• vistas panorámicas (ej.: panorama del Castillo Garagnone).
b) Relevancia:
• el significado de los signos y de la memoria, de su carácter de imagen co-
lectiva, auto-representación paisajística (por ejemplo, área de san Magno
en agro de Corato, etc.).
c) Vulnerabilidad:
• signos de identidad frágil y escasa intensidad informativa (ej.: complejos de
segundas casas modernas, masías y jazzi completamente abandonados).
Acciones: recuperación.
d) Análisis crítico:
• presencia de implantes alterantes, degradación física, modificación del as-
pecto del paisaje y de las condiciones de naturalidad (ej.: despiedramiento,
canteras no recuperadas, etc.).
Bibliografía
Se necesitan tres, no sólo dos cosas, para que un paisaje pueda existir: no
tan sólo un sujeto que mira y algo que es mirado, sino también el máximo de
horizonte posible, y, por lo tanto, una altura que lo favorezca, a no ser que el
ambiente sea del todo llano. La última condición es la más significativa. Por
sorprendente que parezca, es sólo a comienzos del siglo xix —con la Erdkunde
de Ritter— cuando la descripción geográfica del mundo empezó a incluir, y de
manera sistemática, la de las formas del relieve, ignoradas casi del todo hasta el
siglo xvii. Y antes de la segunda mitad del siglo xviii, es decir, antes de que los
barómetros a presión llegaran a ser instrumentos fiables, a muy pocas personas
se les había ocurrido medir la altura de un monte (Dainville, 1962). Por eso, el
paisaje presupone no sólo la modernidad, sino también la domesticación de los
montes, su inclusión en la ecúmene, que sólo tuvo lugar, precisamente, entre los
siglos xviii y xix.
Precisamente por todo ello, el sujeto del paisaje, el hombre que mira desde lo
alto el panorama de abajo, es un sujeto históricamente determinado. En ámbito
geográfico eso coincide con el nacimiento de la «sociedad civil», de la opinión
pública que se opone, en Alemania, al mundo aristocrático-feudal.
El concepto de paisaje empieza a formar parte del análisis geográfico gracias a
Alexander von Humboldt, uno de los representantes, junto a Ritter, de la Erdkun-
de1. En el segundo volumen de su obra maestra, Cosmos, aparecido en Berlín en
1847, o sea un año antes de los motines que conducirían a la burguesía al poder,
esboza la historia de los modelos que han dominado, desde los orígenes, la visión
1. EL PAISAJE ES EL ICONO
2. LA MIRADA DE HUMBOLDT
Y LA ASTUCIA DE LO PINTORESCO
Pero Humboldt nunca consiguió ir a India. Para los ingleses era impensable
que un acusón alemán, con ser gran amigo del rey de Prusia, vagara tranqui-
lamente por sus dominios. Entonces, al final, Humboldt se dirigió al mundo
tropical de América, empleando toda la conspicua herencia materna en el último
gran viaje privado de exploración científica, después del cual la organización
de la batida del globo llegó a ser, a esos niveles, asunto de Estado. Entre 1799
y 1804 penetró en la cuenca del Orinoco y en las Andas, remontando por el
istmo americano y Cuba hasta Washington, ciudad que el presidente Jefferson
acababa de proyectar y construir. Como se expresó Chateaubriand (s. d., pág.
60), el primer romántico francés, en América Humboldt «lo ha pintado todo
y lo ha escrito todo». Más tarde, Antonello Gerbi (1995, pág. 453) explicaría
que con Humboldt el pensamiento de Occidente realiza finalmente la pacífica
conquista y anexa idealmente a su mundo, al único Cosmos, esas razones que
El don de Humboldt: el concepto de paisaje 47
hasta entonces habían sido casi sólo objeto de curiosidad, asombro y derrisión.
Por lo tanto, una verdadera revolución de la mirada, que recoge y explota la lec-
ción de los «viajeros pintorescos» especialmente atraídos, inmediatamente antes
de la Revolución Francesa, por los volcanes mediterráneos, a cuya «fascinación
de serpientes de cascabel» ni siquiera Goethe (1903, trad. it., págs. 168-200)
logró sustraerse. Ya para ellos el mundo consistía, al pie de la letra, en una serie
de cuadros, su descripción dependía de la preliminar reducción de las facciones
terrestres a un conjunto de ilustraciones artísticas. Así, por ejemplo, Jean Hoüel
(1782, pág. 2) describe la partida de la costa de Campania hacia Sicilia: «a cada
paso nuevos objetos se ofrecían a nuestra vista. Muy pronto el Vesubio a la dere-
cha, Pozzuoli y Baia a la izquierda, se acercaron debido al alejamiento de nuestro
barco de la costa, formando un único cuadro con la ciudad de Nápoles».
Es precisamente ésta la imagen pintoresca, como se explica bajo el relativo
lema en la Encyclopédie de Diderot y Dalambert: una imagen en la que el golpe
de vista impresiona mucho, «según la intención del pintor», pero, al mismo
tiempo, los objetos se distinguen con facilidad, a costa de reducir al mínimo
el estorbo de la presencia humana. La función de esta última sólo consiste en
hacer apreciables, por lo contrario, las incomensurables dimensiones de la es-
cena natural que funge de fondo. Por tanto, basta con un par de figuritas para
dejar casi todo el primer plano a la minuciosa y precisa representación de las
exóticas formas animales y vegetales, de las inusitadas (para el lector europeo)
morfologías, cuya representación es el objetivo real del artista. En los magníficos
in-folios de los viajes en el Reino de Nápoles y las islas del Hoüel y del Saint-Non
las imágenes pintorescas acompañan sistemáticamente al texto, según una rela-
ción orgánica que hace inseparables a éste de aquéllas. El monumental relato de
la hazaña americana de Humboldt, en 35 volúmenes, fue completado con dos
atlas, uno geográfico y el otro compuesto de vedutas: las Vues des Cordillères et
monuments des peuples indigènes de l’Amerique, publicadas en París en 1810. Tales
incisiones en colores, en las que canon pintoresco e ilustración científica se unen,
fueron el instrumento más sutil y nervioso de la estrategia humboldtiana, porque
precisamente con ellas, para Humboldt, el paisaje coincide.
Ábrase, por ejemplo, en correspondencia de la tabla central, que representa
el Chimborazo visto desde el altiplano de Tapia. Higos chumbos, cactos, rocas
y llamas, además de algunos indígenas con vestidos variopintos, resaltan en la
llanura dominada por el volcán que entonces se creía que era, con sus 6.500
metros aproximadamente, la montaña más alta del mundo. Su mole se recorta
poderosa sobre el azul cobalto del cielo, hecha aun más vívida por el cándido
capucho que orna la cumbre y baja, por la ladera, hasta desaparecer, con un
borde absolutamente rectilíneo, por debajo de una cierta cota: el límite de las
nieves perpetuas, que Humboldt sitemáticamente detecta y que más que otras
cosas apremia hacer observar al espectador, extasiado por la belleza de la escena
y la brillantez de los colores. (Para estos dibujos vale lo mismo que para los
esquemas geométricos, a los que hemos recurrido al principio: ninguna repro-
ducción puede sustituir a la visión directa; y no para no ceder, en este caso, a
48 Franco Farinelli
BIBLIOGRAFÍA
Ritter, C., Einleitung zur allgemeinen vergliechenden Geographie und Abhandlungen zur
Begründung einer mehr wissenschaftlichen Behandlung der Erkunde, Berlín, Reiner,
1852.
Von Humboldt, A. Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung, vol. I, Stuttgart
u. Tubinga, Cotta, 1845.
Von Kleist, H., «Uber das Marionettentheater», en Werke, vol. V, Berlín-Leipzig, Bong,
s. d., págs. 74-83.
Especificidad, tipicidad e identidad
en los sistemas socioeconómicos locales.
Aplicación de una metodología para el levantamiento
de las relaciones geográficas entre empresas*
Maria Fiori**
Università degli Studi di Bari
Dado el asunto en cuestión, hay que preguntarse ante todo a qué paradigmas
una geografía de las identidades, y de las identidades económicas, puede hacer
referencia y, por lo tanto, qué instrumentos hay que utilizar. Hay muchas afini-
dades con las llamadas aproximaciones críticas al racionalismo (Roszac, 1973).
Es posible y necesario captar instrumentos de una plétora de corrientes y aproxi-
maciones: de estudios geográficos, económicos y sociológicos de perspectiva hu-
manística, de estudios sobre las relaciones sociales, aunque no comunitarios, de
los estudiosos radicales, del pensamiento sistémico, de la complejidad y, no por
último, de la geografía cuantitativa. Con respecto a esta última, más que a los
modelos que se desarrollan y se completan en la sola dimensión lógico-formal,
hay que hacer referencia a los probabilistas y constructivistas, en los que la «for-
malización parte de los comportamientos observados y registrados». De hecho,
una geografía de la identidad no tiene que ser antitética a los «análisis» positivis-
tas de la cuantitativa spatial science, que, con su representar un punto de vista in-
completo (Robinson, 1998, pág. 407), en todo caso ofrece elementos útiles para
la interpretación, el control de los resultados y la representación de los datos.
Los métodos para hacer frente al momento identitario de la geografía eco-
nómica se definen en esas prácticas cognoscitivas que se realizan en las «técnicas
del análisis cuantitativo» (Robinson, 1998, pág. 411), en los cuestionarios (en-
trevistas formales), en las entrevistas no direccionales (encuestas informales), en
la observación participante, en la actividad hermenéutica. Con estas prácticas es
posible observar fenómenos-indicadores de tipicidad, a saber: la concentración
de los consumos y de la producción, la presencia de símbolos locales en las suso-
dichas actividades, el papel que algunas prácticas económicas y algunos bienes,
prevalentemente alimenticios, desempeñan en las imágenes y proyectos de las
comunidades locales.
La literatura geográfica brinda una serie diversificada de instrumentos y
métodos, cuya organización, de todos modos nunca rígida, es necesaria para
comparar sistemas locales identitarios diferentes y colocarlos en un contexto
territorial más amplio, para poder individuar con más fiabilidad las relaciones
entre el comportamiento de la empresa privada y el crecimiento y desarro-
llo regional. Instrumentos y metodologías constituyen un núcleo de interés
—importante, pero no exclusivo— de este trabajo, en el que el caso industrial
presentado constituye una primera etapa esencial para experimentar y difundir
en un determinado territorio una metodología para el levantamiento de las
relaciones espaciales que procede, sobre todo —cuando no únicamente—, de
la literatura anglosajona.
56 Maria Fiori
5. EL CONTEXTO
1
Relación entre el peso porcentual del sector en el sur y el peso análogo en Italia. El valor
del índice superior a la unidad indica una relativa especialización del territorio en ese sector; el
valor inferior a la unidad, por el contrario, indica una especialización débil o escasa del territorio
en cuestión con respecto a Italia.
2
Sólo 21 de los 160 sistemas locales formalmente reconocidos en toda Italia, a 1 de abril
de 2005, se encuentran en el sur. A veces, se trata de realidades productivas dinámicas y vivaces,
pero todavía muy poco difundidas en relación con el norte del país.
58 Maria Fiori
que alcanzaron tanta eficiencia como para compensar las desventajas que pro-
ceden de las carencias de las estructuras formales (estatales). Claro está, por lo
que atañe al nivel de internacionalización, que encuestas de diferentes fuentes
subrayan una creciente apertura del sur al comercio exterior, registrando un dis-
creto crecimiento de la cuota de exportación en el total nacional, en particular,
en los últimos ocho años. A pesar de todo eso, sólo un 14,5% de las pequeñas y
medianas empresas meridionales trabaja fuera de los límites nacionales (el valor
correspondiente en el norte del país es, más o menos, un 24,5%).
El fenómeno de las empresas pequeñas organizadas en distritos afecta prin-
cipalmente al norte-este y al centro, mientras que en el sur sólo atañe a pocas
áreas. El desarrollo de sistemas de redes locales, de hecho, no es posible por todas
partes, ya que exige condiciones: tradiciones artesanales y comerciales, conso-
lidadas a lo largo del tiempo; autonomía económica y político-administrativa;
dimensiones de los asentamientos y estructuras sociales favorables al espíritu co-
munitario y a la cooperación de las empresas entre ellas, de ellas con los trabaja-
dores y las administraciones locales; disponibilidad de capital social (confianza,
cooperación), etc.
Las producciones artesanas nunca faltaron en el sur, pero muy a menudo
no lograron consolidarse; a veces, desaparecieron tras el nacimiento de grandes
instalaciones industriales, localizadas por la intervención del Estado, sobre todo
a partir de finales de los años 50 del siglo xx, provocada por un general atraso
socioeconómico que hizo que la mano de obra abandonara tanto la agricultura
de subsistencia como las actividades artesanales.
Las inversiones fueron destinadas, sobre todo, a la construcción de grandes
instalaciones en las industrias básicas, siderúrgica y química, que cambiaron to-
talmente el aspecto de Tarento y de su provincia, y de otras ciudades meridiona-
les también, liberando de la miseria a millones de ciudadanos. A pesar de todo,
los límites de la elección pública fueron considerables. De hecho, apostando a las
industrias productoras de bienes a gran escala, las ventajas mayores las obtuvie-
ron las ya existentes y boyantes industrias del norte, gracias al abastecimiento de
acero para automóviles y electrodomésticos o de petróleo refinado para la moto-
rización. Las empresas del norte, entonces, obtuvieron de ello los indispensables
abastecimientos básicos y los bienes intermedios necesarios para sus produccio-
nes —y, además, la oportunidad de destinar maquinarias, instalaciones y bienes
de consumo al mercado meridional que iba creciendo y diversificándose a raíz
del aumento de las rentas—. La integración territorial y económica tuvo lugar
por medio de relaciones sobre todo extrarregionales: Tarento estaba más «cerca»
de Génova que de Bari; el área de Siracusa y Catania más cerca de Milán que de
Palermo. No hay que olvidar los caracteres físicos y morfológicos y la insulari-
dad, que contribuyeron mucho en la carencia de infraestructuras e integración.
En el norte la presencia de un gran mercado regional en el valle del Po, con sus
difundidas infraestructuras de transporte, y la mayor proximidad a los grandes
mercados alemán y francés permitieron a los mejores artesanos crecer y especia-
lizarse. En el sur, en cambio, las escasas infraestructuras de transporte estaban
Especificidad, tipicidad e identidad en los sistemas socioeconómicos locales… 59
más dirigidas a consentir rápidas comunicaciones con el norte que a conectar las
diferentes regiones del sur entre ellas (Viesti, 2003).
El eje norte-sur favoreció la penetración por parte de las empresas del norte
en el mercado meridional y, desgraciadamente, desde entonces la situación in-
fraestructural no ha mudado mucho. Diversos estudiosos afirman que el desa-
rrollo económico y la integración de las regiones meridionales necesitan tanto la
consolidación de una industrialización dirigida lo más posible a los recursos y las
estructuras preexistentes in loco, como una política de transportes que aumente
la conectividad de las redes, mejore la conexión de los sistemas urbanos menores,
revalorice la función del sistema ferroviario secundario y valorice los retículos
viales menores.
El caso de la provincia de Tarento presenta una dicotomía interesante. Es la
provincia más industrial de Apulia en términos de gran industria (piénsese en la
ILVA Laminati Piani, ex ITALSÍDER), pero las relaciones espaciales de este tipo
de instalaciones la acercan al exterior más que a su territorio interior. Para «leer»
el tejido económico-empresarial del traspaís de esa importante ciudad portua-
ria, entonces, no es adecuado el criterio de la empresa o de la clase de empresas
líder. Al igual que en el resto del sur, con la salvedad de la industria de base y las
actividades portuarias, la red constructora se compone de empresas pequeñas y
medianas. La provincia de Tarento cuenta con el 12% de las empresas activas de
Apulia, un valor menor del que Apulia, en conjunto, representa con respecto del
sur (20,0%), y ése, a su vez, repercute por casi 1/3 en el total de Italia (Union-
camere, 2005).
Además, al considerar las unidades estadísticas territoriales europeas (NUTS),
y, en particular, el nivel 3 (análogo a las provincias italianas), se constata que la
provincia de Tarento, junto a la de Lecce, se encuentra en la tipología 2, la penúl-
tima de 11 cluster, individuados sobre la base de veinte indicadores estadísticos.
La tipología 2 incluye 46 provincias, situadas sobre todo en Italia y España, y se
caracteriza por un nivel de desarrollo económico bastante contenido, una pro-
pensión tecnológica muy reducida (medida en términos de despachos/habitante
y despachos high tech/habitante), índices de accesibilidad extremadamente bajos,
saldo migratorio negativo, probablemente relacionado con la situación negativa
del mercado del trabajo (la tasa de paro, 20,1% en 1995, subió al 20,9 en 2000).
Además, marca un empeoramiento con respecto tanto de Italia (que en ese pe-
ríodo pasó de un 11,9% a un 10,6) como de los países de la Unión Europea, que,
en conjunto, registran un 10,5% en 1995 y un 8,3% en 2000. Por lo demás, se
encuentra en una condición de debilidad mayor que las otras tres provincias de
Apulia (Bari, su capital, Foggia y Bríndisi), que forman parte de la tipología 3
(UNIONCAMERE, 2004).
También es verdad que, para elegir las empresas por entrevistar, Markusen
sugiere enfocar las empresas líder, entre otras cosas, con el fin de restringir la
numerosidad de los casos, ya que las industrias más grandes constituyen nor-
malmente una minoría. Pero por razones de adaptación al contexto territorial en
cuestión, no se ha seguido ese criterio, y la selección se hizo en el ámbito de la ca-
60 Maria Fiori
6. EL CASO DE ESTUDIO
3
Un primer nivel de datos oficiales sobre las empresas se consigue por medio del sitio de las
cámaras de comercio italianas, www.infoimprese.it/, donde se puede encontrar la nómina por
orden alfabético de todas las empresas italianas activas, inscritas en el Registro de las Empresas, y
clasificadas según los códigos de actividades económicas Ateco.
Especificidad, tipicidad e identidad en los sistemas socioeconómicos locales… 61
norma UNE-EN ISO 9002, actualizado en 2002 según la nueva norma UNE-
EN ISO 9001:2000. Con respecto a eso, el responsable calidad se ocupa de todas
las actividades necesarias para alcanzar los objetivos de calidad industriales, se-
gún los requisitos establecidos por las susodichas normas.
GESTOR ÚNICO
VENTAS ADMINISTRACIÓN
ADQUISICIONES MARKETING
Y PERSONAL
CALIDAD PRODUCCIÓN
Almacén Almacén
Confección
Materias Primas Productos Completos
Hace falta precisar que la empresa produce, en su mayor parte, café en grano
para las exigencias del mercado extra-doméstico (cafeterías, restaurantes, hoteles,
etc.), pero a partir del año 2001 instaló una máquina automática para la confec-
ción de la molienda de 250 gramos, ampliando las ventas a la Gran Distribución
Organizada (GDO). La producción anual en 2004 alcanzó los 582.000 kg, de
los cuales un 98,2% es destinado al canal Ho.Re.Ca. (un acrónimo que significa
hotel, restaurante y cáterin) y un 1,8%, al mercado doméstico.
Las regiones del sur de Italia absorben el 43% (42% Apulia; 0,4% Lucania;
0,6% Calabria) del segmento de mercado Ho.Re.Ca, mientras las del centro-
norte sólo el 3% (2% Las Marcas; 1% Lombardía). Un 54% del café en grano
está destinado, entonces, a los mercados exteriores. Los mayores países adquiren-
tes, en orden decreciente de importancia (siempre considerando el canal Ho.Re.
Ca), son: Albania, Kosovo, República de Macedonia, Egipto, Estados Unidos,
Reino Unido, Hungría, Emiratos Árabes Unidos, Grecia, Canadá, Qatar, Mon-
tenegro, Rumanía, Eslovaquia, Rusia, Georgia. También por lo que concierne al
canal de la GDO, el mercado principal de referencia es el exterior, con un peso
del 62%; los mayores importadores de café molido son: Hungría, Estados Uni-
dos, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. La última parte (38%) está destinada, en
cambio, al mercado de Apulia.
Para servir a sus clientes de la manera más eficiente, la Moncafè se vale de
canales de distribución diferenciados según las áreas geográficas. Los agentes di-
rectos entregan el café a la mayoría de los mercados de Apulia y Lucania. En
el resto de Italia hay concesionarios exclusivistas, generalmente uno por cada
región cliente (con la salvedad de los dos concesionarios de Apulia de Bari y
Lecce), con su propia red de adquirentes.
La forma de expansión a los mercados exteriores es la exportación indirec-
ta (internacionalización comercial), ya que la empresa no cuenta con estable-
cimientos de producción o filiales de venta al extranjero, ni ha llegado a unos
acuerdos de colaboración con actores extranjeros. La distribución, entonces, se
desarrolla por medio de importadores exclusivistas de la marca en cada país;
éstos, a su vez, distribuyen los productos a los concesionarios regionales para
garantizar una cobertura vasta.
Para adoptar la estrategia de la exportación indirecta es necesario contar con
un amplio margen competitivo con respecto a la competencia, así que los com-
pradores se dirijan directamente a los productores. A la segunda entrevista se
sometió al gestor único de la Moncafè y se obtuvo que la industria intenta con-
servar una ventaja competitiva constante, modificando la relación calidad/precio
según las exigencias de los clientes y maximizando asistencia y servicios como la
manutención ordinaria de las maquinarias para el café.
Una correcta aproximación al mercado permitió a la empresa extender su
propia red de venta, con consecuencias importantes en la performance econó-
mica. Primero, la actividad de exportación consintió reducir la incidencia de los
costes fijos unitarios relacionados con una serie de actividades (marketing, actua-
lización de procesos, etc.), aumentando, de tal manera, las ganancias. Además,
Especificidad, tipicidad e identidad en los sistemas socioeconómicos locales… 65
los que la competencia todavía está poco aguerrida o, incluso (en algunas áreas),
ausente.
Analicemos ahora el escenario competitivo en los diferentes mercados de
desemboque de la empresa. Los principales competidores activos en el mercado
regional son torrefacciones tanto de Apulia —Ninfole, situada en la propia pro-
vincia de Tarento, Saicaf, ubicada en Bari, Quarta Caffè y Valentino, colocadas
en Lecce— como del norte de Italia —Portioli, Milán; Illy, Trieste; Mokarabia
y Segafredo, Bolonia.
Si se considera el mercado del sur de Italia en conjunto, a los competidores
que se acaba de mencionar hay que añadir la empresa de Bari, Battista caffè,
Moak en Ragusa, Caffè Guglielmo en Catanzaro y la torrefacción Hausbrandt
con sede en Trieste y activa en el sur por medio de concesionarios (al igual que
las empresas septentrionales susodichas).
Los mayores competidores de la Moncafè en el centro-norte son: Romcaffè
(Macerata), Caffè Saquella (Pescara), Caffè Gimoka (Sondrio), Caffè Hardy
(Milán), Pellini (Verona), Portioli, Mokarabia y Moak. En los mercados exteriores
la empresa de Faggiano compite tanto con algunos de los mayores producto-
res italianos (Lavazza, Illy, Segafredo, Portioli, Kimbo, etc.) como con empresas
extranjeras, entre las cuales las más temibles son: Nescafé (con sede en Suiza),
Starbuck Coffe (situada en los Estados Unidos), Elite Cafè (situada en Holanda),
Don Café (con sede en Albania) y Kraft food-Jacobs (con sede en Alemania).
Las asociaciones de categoría. La Moncafè forma parte de la asociación nacio-
nal de categoría Caffè Trieste, que reúne diversas empresas italianas con relaciones
directas o indirectas con el café (las que trabajan con café no molido, las que se
ocupan de expediciones, empresas de café). A nivel local, en cambio, está ins-
crita en la Asociación de los Industriales de Tarento (Assindustria), que resulta
determinante para la reunión de las exigencias comunes de las empresas de toda
la provincia y la difusión de informaciones de sector, a través de la organización
de congresos y mítines con los participantes.
Las economías de aglomeración y las relaciones de colaboración. En su trabajo
Markusen utiliza el término «arraigo» para indicar a la red de relaciones espa-
ciales a nivel local que la empresa establece con otras empresas/organizaciones:
una red que la «ancla» en el territorio en el que se encuentra. Estas relaciones
se explican con las economías de aglomeración o bien se basan en confianza y
colaboración. Los procesos de aglomeración, como se sabe, se deben sobre todo
al funcionamiento de las economías externas (o externalidad), de memoria mar-
shalliana. Mientras que las economías interiores implican ventajas en términos
de reducción de los gastos de la empresa debido al aumento de las cantidades
producidas, las economías exteriores no dependen de las características de la
empresa, sino de su localización. Las economías de aglomeración se clasifican
en economías de urbanización y economías de localización. Las primeras brindan
ventajas conectadas con las relaciones que pueden establecerse entre actividades
económicas de sectores diferentes por estar localizadas en el mismo sitio: cercanía
del mercado de venta de los productos o de compra de los factores productivos;
Especificidad, tipicidad e identidad en los sistemas socioeconómicos locales… 67
Figura 3.—Red de relaciones de una empresa productora de café en el espacio local y extra-
local
Competidores
Mokarabia, Segafredo, Portioli, Illy, Hausbrandt, Lavazza,
Kimbo, Romcaffè, Caffè Saquella, Caffè Gimoka,
Pellini, Moak, Caffè Guglielmo, Battista caffè, etc.
Competidores extranjeros (sólo en los mercados
exteriores)
Proveedores Ninfole, Saicaf, Quarta caffè, Clientes
Valentino, Portioli, Illy,
Materias primas Ho.Re.Ca:
Mokarabia, Segafredo
Clientes nacionales 4%
Embalajes Clientes extranjeros
Trabajo técnico, Moncafè Ho.Re.Ca:
54%
admin., agentes S.n.c. 42%
Instalaciones de comercio 42
Cámaras de
Comercio
Centro exterior
Apulia
Assindustria
Consorcio CO.IMPRE
4
Cambios ocurridos dentro del sector productivo que pueden modificar el pattern localiza-
dor de la empresa.
5
Cambios ocurridos en la economía regional que influyen o han influido en los costes y la
capacidad de acción de la empresa.
70 Maria Fiori
Figura 4.—Red de relaciones de una empresa productora de café en el espacio local y extra-
local
Competidores
Mokarabia, Segafredo, Portioli, Illy, Hausbrandt, Lavazza,
Kimbo, Romcaffè, Caffè Saquella, Caffè Gimoka,
Pellini, Moak, Caffè Guglielmo, Battista caffè, etc.
Competidores extranjeros (sólo en los mercados
exteriores)
Proveedores Ninfole, Saicaf, Quarta caffè, Clientes
Valentino, Portioli, Illy,
Materias primas Ho.Re.Ca:
Mokarabia, Segafredo
Clientes nacionales 4%
Embalajes Moncafè S.n.c. Clientes extranjeros
Trabajo técnico, Ho.Re.Ca:
1986 – fundación 54%
admin., agentes 42%
Instalaciones de comercio 1989 – extensión a
los mercados
exteriores
Tecnología Cartones para 1990 – cesión GDO:
informática almacenaje distrib. máquinas 38% -c GDO:
automát. expreso Clientes extranjeros
1994 – adquisición
Bancos nuevas instalaciones
1997 – traslado en
la zona industrial de
Cámaras de Faggiano
Comercio 2002 – ampliación
orgánico
Centro exterior
Apulia
Assindustria
Consorcio CO.IMPRE
Asociaciones de Categoría
Especificidad, tipicidad e identidad en los sistemas socioeconómicos locales… 71
• fundación en 1986;
• desde 1989 adopta una estrategia de extensión a los mercados exteriores;
• en 1990 los socios ceden la actividad de distribución de máquinas auto-
máticas para expreso;
• en 1994 los socios adquieren nuevas instalaciones;
• en 1997 la empresa se traslada en la zona industrial de Faggiano;
• en 2002 se amplía el orgánico.
7. COMPORTAMIENTOS ESTRATÉGICOS
DE ÉXITO DE LA MONCAFÈ S.N.C
La empresa desarrolla un específico marketing mix para cada uno de los seg-
mentos individuados, brindando una notable variedad de mezclas, a las que apli-
ca precios diferentes. Las exigencias heterogéneas de los clientes nacionales se
satisfacen también por medio del abastecimiento de equipos y letreros luminosos
con los logos de las diferentes marcas registradas y la oferta de unos gadgets y
accesorios para cafeterías y restaurantes.
La situación es muy diferente en los mercados exteriores, en los que los clien-
tes son homogéneos tanto en términos estructurales como de gustos. Al no haber
una cultura enraizada del café, en los países extranjeros no se percibe la diferente
calidad de las mezclas y eso permite a la empresa aplicar una estrategia de agre-
gación del mercado.
Sin embargo, hay diferencias en las aproximaciones utilizadas por los im-
portadores que crean la red de venta en los diferentes países. Esas diferencias
atañen a la importancia atribuida a los elementos que componen el marke-
ting mix (producto, precio, distribución, comunicación). Por ejemplo, es muy
interesante evidenciar las peculiaridades de los importadores de café de los
países del este de Europa y de los anglosajones. Los primeros prestan atención
a los servicios para los clientes y a la comunicación, los segundos, en cambio,
se concentran exclusivamente en la venta del producto, sin preocuparse por
reforzar la imagen de la marca o bien dedicar más tiempo y recursos a los ser-
vicios de posventa.
La comunicación publicitaria. El café representa un mercado con alta inten-
sidad de marketing. Las actividades de comunicación, para las empresas que as-
piran a ganar o mantener cuotas relevantes de mercado, alcanzan niveles muy
altos en relación a las facturaciones desarrolladas y constituyen un medio indis-
pensable para aumentar la fuerza de la marca. La Moncafè, según afirma el res-
ponsable de marketing, gasta una parte relevante de sus ganancias en las expensas
promocionales y utiliza canales diferentes para alcanzar a los clientes potenciales
y reforzar su imagen ante los clientes adquiridos. En particular:
• las condiciones de los factores: cada lugar cuenta con cierta disponibilidad
de factores productivos (materias primas, fuerzas vivas, transportes, etc.),
necesarios para competir;
• las condiciones de la demanda: cuanto más exigente es la demanda inte-
rior de productos y servicios, más incita a perseguir objetivos cualitativos
elevados;
• las industrias conectadas o de soporte: éstas pueden ser estimulantes
para el intercambio de conocimientos tecnológicos y la circulación de las
informaciones;
• la rivalidad entre empresas: importante por inducirlas a introducir inno-
vaciones y acrecentar su eficiencia.
Las relaciones espaciales que envuelven a las empresas pueden ser simple-
mente el resultado de la contigüidad (como en los tradicionales modelos de
aglomeración) o bien indicar relaciones de colaboración basadas en la confian-
76 Maria Fiori
za, y no de simple intercambio. En este último caso, que ocurre sobre todo en
los distritos industriales, las empresas comparten principalmente informaciones,
personal e instalaciones.
La geógrafa Ann Markusen, después de numerosos estudios e investigaciones de
campo, propuso un modelo de análisis basado en las entrevistas —quizás se pueda
definir como un verdadero protocolo— que permite evidenciar tanto el arraigo de
una empresa en la economía local como las relaciones con el extranjero. Elemento
central de este método es el soporte gráfico, en el que las industrias aparecen activas
en dos dimensiones: la primera coincide con la cadena productiva (en la que pri-
mero adquieren input y por último ceden output), la segunda, con las relaciones de
competición y/o cooperación con los competidores y las organizaciones.
Se aplicó este modelo al caso «Moncafè S.n.c», lo cual permitió analizar el
comportamiento empresarial teniendo en cuenta el contexto operativo, la tecno-
logía y los procesos productivos, sin pasar por alto la dimensión temporal.
La apertura de la empresa al extranjero, a pesar de sus dimensiones peque-
ñas, permite evaluar algunas de las posibles estrategias con que también otras
empresas pequeñas y medianas pueden dirigirse al mercado internacional, supe-
rando las dificultades que dependen de sus recursos limitados. Claro está, hay
que tener en cuenta las peculiaridades de los diferentes sectores económicos, sin
hacer generalizaciones a priori. Algunos comportamientos observados pueden
ser ejemplos muy buenos para muchos tipos de empresas industriales. Además,
no obstante la importancia de la estrategia de internacionalización comercial,
la empresa mantiene fuertes raíces en el territorio en que se ubica, a través del
intercambio de informaciones y las relaciones informales con actores económi-
cos locales. El análisis de este caso fue muy intersante por permitir evidenciar
dos aspectos espaciales opuestos, pero, a la vez, complementarios: arraigo en el
territorio y apertura a los mercados internacionales6.
GLOSARIO
6
Se lo agradecemos al gestor único de la Moncafè, el señor Leonardo Sampietro. Un agra-
decimiento particular al responsable de marketing de la empresa, Alessandro Sampietro, por su
colaboración activa, el soporte constante y la confianza en la realización del presente trabajo.
Especificidad, tipicidad e identidad en los sistemas socioeconómicos locales… 77
Tabla 1.—La especialización sectorial de las empresas manufactureras del sur de Italia
empleados
Índice
Clases / tot. índ.
de
de actividades económicas manufact.
especialización
(%)
Clases con índice de especialización > 1
Fabricación de coque, refinerías de petróleo, tratamiento
1.3 2,60
de combustibles nucleares
Industrias alimenticias, de bebidas y tabaco 15,7 1,70
Fabricación de medios de transporte 8,3 1,47
Fabricación de productos del labrado de minerales no
7,3 1,42
metalíferos
Industria de la madera y de los productos de madera 4,7 1,29
Industrias del curtido, fabric. productos de cuero y afines 4,7 1,12
Industrias textil y de la confección 12,6 1,02
Clases con índice de especialización < 1
Fabric. máquinas eléctricas y equipo eléctrico y óptico 8,7 0,91
Fabric. productos de metal 15,5 0,90
Fabric. papel; imprenta e industria editorial 4,3 0,81
Fabric. de muebles 4,0 0,77
Fabric. productos químicos, fibras sintéticas y artificiales 3,0 0,72
Fabric. artículos de goma y materias plásticas 3,0 0,68
Fabric. máquinas y equipo mecánico; arreglo 5,5 0,45
Otras industrias manufactureras 5,4 0,83
Fuente: Basada en Istat, Censo General de Industria y Servicios, 2001.
78 Maria Fiori
Tabla 2.—Estructura dimensional del sector manufacturero: unidades locales por clases de
empleados (%)
Cuota
Div. Gr. Denominación Empleados
localiz.
15 Industrias alimenticias y de bebidas
15 41 Producción de aceites y grasas brutas 3.204 4,1
15 97 Producción de malta 22 4
15 4 Producción de aceites y grasas animales y vegetales 850 3,6
15 93 Producción de vino 8.950 3,4
15 42 Producción de aceites y grasas refinadas 281 3
15 5 Industria lechero-caseosa y de los helados 113 2,9
Producción de productos para la alimentación de
15 7 998 2,9
los animales
Elaboración y conservación de pescado y produc-
15 2 1.911 2,8
tos de pescado
15 83 Producción de azúcar 221 2,7
Elaboración de semillas de cereales y productos de
15 6 224 2,5
almidón
15 32 Producción de zumos de frutas y hortalizas 310 2,3
15 3 Elaboración y conservación de frutas y hortalizas 856 2,2
Especificidad, tipicidad e identidad en los sistemas socioeconómicos locales… 79
Cuota
Div. Gr. Denominación Empleados
localiz.
15 9 Industria de bebidas 303 2,1
Producción de pastas alimenticias, cuscús y pro-
15 85 5.308 2
ductos farináceos parecidos
15 61 Elaboración de las semillas de cereales 2.556 1,9
Producción de productos de panadería y pastelería
15 81 26.341 1,9
fresca
Industria de las aguas minerales y bebidas sin
15 98 1.198 1,9
alcohol
15 86 Elaboración de té y café 1.200 1,6
15 87 Producción de condimentos y especias 157 1,6
15 89 Producción de otros productos alimenticios 1.808 1,5
Producción y refrigeración de carnes de aves y
15 12 365 1,4
conejos
Elaboración y conservación de fruta y hortalizas
15 33 4.811 1.4
n.c.a.
Producción de pan bizcocho, galletas y productos
15 82 2.072 1,4
de pastelería seca
15 91 Producción de bebidas alcohólicas destiladas 666 1,4
15 92 Producción de alcohol etílico de fermentación 103 1,3
15 96 Producción de cerveza 100 1,2
15 52 Producción de helados 1.374 1,1
Producción de cacao en polvo, chocolate, carame-
15 84 920 1,1
los y confiterías
Producción de piensos para la alimentación de los
15 71 642 1
animales de criadero
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Geografía de Italia y objetivo fotográfico.
Consideraciones al margen de una experiencia editorial*
Bruno Vecchio
Università degli Studi di Firenze (Italia)
1. PRÓLOGO
prender —al principio— una sección muy amplia (más de doscientas páginas)
claramente dedicada a «Territorio y paisaje». La sección está dividida, a su vez,
en seis subsecciones: «Campos»; «Montañas»; «Mares y costas»; «Ciudades y áreas
urbanizadas»; «Vías de comunicación y medios de transporte»; «Traumas territo-
riales»; y ha sido coordinada por el infrascrito. En el texto a continuación voy a
profundizar en algunas consideraciones teóricas y metodológicas que la partici-
pación en el trabajo y, en particular, la composición de las secciones redactadas
por mí mismo, desencadenaron en mí. Principalmente voy a recordar unas cues-
tiones relacionadas con la especificidad del medio fotográfico en geografía; para
concluir, voy a explicar los criterios que han orientado —para la construcción de
algunas secciones— el uso del material fotográfico disponible.
2
Con respecto a esto, véase Farinelli, 1992; en particular, págs. 72-73.
3
Un análisis sintético de las distintas opiniones sobre el nivel de inovación de la fotografía
respecto a las formas preexistentes de representación figurativa se encuentra en De Vecchi, 200,
en particular, II, 1.
4
Convenientemente F. Zevi (1977, pág. 255) recuerda que los módulos de reproducción fo-
tográfica de ambientes con características, en sentido lato, «monumentales» rellenan al principio
de la era televisiva también el nuevo medio, por ejemplo, con las fotografías Alinari propuestas
hasta los años 60 del siglo pasado como imágenes para los Intervalli (descansos) entre un progra-
ma y otro de la televisión pública italiana.
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 85
5
Véase —bajo el aspecto específicamente geográfico— la discusión que escribe Dear, 2001.
Sin embargo, supuesto que la práctica de la contextualización —y, entonces, de la desobjetiva-
ción— es una praxis nada nueva, a la que la modernidad ya está acostumbrada, nunca se podría
insistir bastante en la oportunidad de esa contextualización-desobjetivación, porque la re-objeti-
vación —por lo menos como la percepción de la obtención de verdades indiscutibles, que hacen
obsoleto el debate precedente— siempre está dispuesta a recuperar su puesto otra vez. En el ensa-
yo de Dear (pág. 2) el partial, incremental truth es considerado, también por los autores modernos,
como una meta a la que aspirar. Pero, en otra parte, A. Giddens (1990, págs. XXX-XXXIII) recordó
convenientemente que, a diferencia de las ciencias naturales, en las ciencias sociales esa posible
verdad incremental se obtiene restaurando a nivel teórico todos los debates que tuvieron lugar
desde el origen de un determinado saber. Entonces, la eventual verdad parcial e incremental es
algo que —en el mejor de los casos— sólo puede obtenerse comparándose tendencialmente con
la entera tradición de un determinado saber. En relación con esto, véanse las recientes reflexiones
de Guarrasi, 2001.
86 Bruno Vecchio
Por todos estos motivos, concluye que la foto ha sido descuidada por his-
toriadores, sociólogos y economistas durante mucho tiempo (Ortoleva, 1983,
pág. 1152)6.
Aquí interesa subrayar el hecho de que algunos de esos que, largo y tendido,
se percibieron como límites de la fuente fotográfica por la sensibilidad foto-
gráfica, durante el mismo período de tiempo se invirtieron en ventajas por la
tradición geográfica; o, por lo menos, en caracteres que la geografía no juzgaba
limitativos.
Prescindiendo del segundo motivo citado por Ortoleva, que no representa
problema ninguno en geografía (porque la geografía se orienta tradicionalmente
a encuadres en que los hombres son apéndices del espacio fotografiado o faltan
del todo); prescindiendo de todo eso, una historia crítica de la geografía permite
afirmar que el primer y el tercer motivo no crean problemas al paradigma posi-
tivista, y el cuarto motivo es justo el efecto de un movimiento (la búsqueda de
estructuras profundas) al que la geografía ha sido ajena durante mucho tiempo.
Con respecto al primer y al tercer carácter descritos por Ortoleva, véase lo
que recuerda Franco Farinelli (1987, pág. 11): según afirma la regla del «fenome-
nismo», en virtud del que apariencia y sustancia de las cosas coinciden, la llama-
da «geografía del paisaje» disfruta de suerte constante en la geografía positivista.
En el sentido de que lo que aparece («el paisaje») inmediatamente dice todo
sobre lo que es. Pues, entonces, el paisaje llega a ser «toda la geografía». «La idea
6
Por otra parte, respecto al contexto en que escribía Ortoleva, el actual se ha cambiado,
cuando no, volcado. Por lo que concierne a Italia, muchas obras recientes sobre este tema lo de-
muestran; entre ellas destaca, prescindiendo de la que nos ocupa, el vigésimo volumen (2004) de
los Annali de la Storia d’Italia (Anales de la historia de Italia) por Einaudi, dedicado a la imagen
fotográfica, que constituye la continuación del análogo de 1979 (el segundo de la serie Anales).
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 87
7
Debo la indicación de la vicisitud de los Archives a la cortesía de Ola Söderström.
88 Bruno Vecchio
188
Permanece, por ejemplo, casi hasta finales de los años 50 —por experiencia personal del
infrascrito— la presencia sistemática, en algunas calles del centro de Bolonia, de fotógrafos pro-
fesionales, que efigian a los transeúntes y venden las relativas fotos. Contra la objeción de que
esa práctica continúa o está todavía de moda en otros lugares, se puede contestar que disminuyó
sensiblemente, y que, de todas maneras, se encuentra en lugares de turismo de masas (un fenó-
meno al que Bolonia, por lo menos en los años 50, es totalmente ajena) y/o en sitios donde al clic
fotográfico se añade la posibilidad de puestas en escena particulares (piénsese en los pájaros, a los
que se puede atraer con cantidades de alpiste).
199
Por el contrario, es verdad que grandes empresas fotográficas, como las dirigidas por Albert
Kahn, presuponen, por parte del fotógrafo, no sólo habilidad técnica, sino también una cuidado-
sa obra de «educación del ojo»: Brunhes (y Kahn también) solía repetir que «ne voit pas qui veut»
(o sea que para ver no basta con quererlo, sino que hace falta saberlo hacer); y con respecto a los
Alinari, véase lo que escribe F. Zevi (infra en el texto). Pero me parece que la máxima de Brunhes
sobrentiende la idea de que es difícil captar el significado del fenómeno fotografiado; y sin embar-
go, tras haberlo captado, es incontrovertible, no depende de la contingencia de las condiciones en
que actúa el ojo (tanto el biológico como el mecánico-químico).
10
Particularmente con respecto a la «vista», léase la comparación de Berque (1995, págs. 18
y 20-21) entre dos fotos de Tréport en Normandía, sacadas respectivamente por un turista anó-
nimo y por Gabriele Basilico.
11
En prueba de eso se puede consultar en cualquier buscador de internet las expresiones:
geographical photography o bien geography and photography: lo obtenido será un test de la gran
desproporción entre páginas dedicadas a las prestaciones técnicas del medio fotográfico y páginas
dedicadas a la contextualización sociocultural de la práctica fotográfico-geográfica.
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 89
que propuesto por Filippo Zevi12. Zevi explica que los Alinari desde la fundación
de la firma (mediados del siglo xix) hasta los años 20 del siglo xx desarrollan una
subterránea y eficaz obra de educación técnico-cultural en sus numerosos opera-
dores, con el fin de que los productos de su firma adquieran caracteres estándar,
que tengan en cuenta la personalidad de cada fotógrafo. Entre estos caracteres es
relevante la elección de una «lectura de perspectiva del ambiente» que procede
«del patrimonio de la cultura absorbida, aunque —claro está— sin darse cuenta,
en la convivencia diaria con el Renacimiento»; como uno, en Florencia, se puede
esperar (Zevi, 1977, pág. 249). Además, esos caracteres tienden, justo en virtud
de su frecuencia continua, a proponerse como «objetivos», rasgos propios de lo
efigiado: es «el carácter industrial de la producción de este código que elimina
la parte del sujeto» (Farinelli, 1980, pág. 22). Entonces, si una consecuencia del
«fenomenismo» de cierta versión de la geografía (y de una más general forma
mentis de la que puede ser expresión) es su subvaloración de la intencionalidad
del documento fotográfico, quizás las elecciones técnicas y culturales de los Ali-
nari sean capaces de consolidar esta subvaloración.
Por supuesto, tan pronto como se adquiera conciencia del hecho de que el
material Alinari —aunque no sea mediato por la cultura de los autores y tienda a
un inventario «científico»— es de todas maneras e inevitablemente una represen-
tación orientada, se puede gozar al máximo de las potencialidades de su Archivo.
Entonces puede que, para los fines de las específicas preguntas que se ponen a
la documentación, también la repetitividad de los módulos de composición de
Alinari tenga ventajas documentales relevantes.
Otras ventajas del archivo Alinari proceden —como ya se recordó— de su
acoger también material con características diferentes; como el del fotógrafo ro-
mano Brogi; su patrimonio, «en comparación de la cifra de los Alinari, a trechos
casi parece ser un esbozo o algo artesanal». Y llega incluso a mostrar «el trabajo
de los obreros, algo improbable en una foto Alinari» (Farinelli, 1980, pág. 23);
y descuidar las diversas adquisiciones recientes de los Archivos Alinari de fondos
de fotógrafos contemporáneos13.
Al fin y al cabo, la fotografía ha sido, durante largo tiempo, perjudicada, por
un lado, por la escasa atención que muchas de las ciencias sociales le dedicaron,
por otro lado, por el uso acrítico que de ella se hace en otros ámbitos; a pesar de
eso, según la experiencia del infrascrito con los Archivos Alinari, estamos conven-
cidos de que es un recurso precioso con tal de que se la trate crítica y adecuada-
mente y tenga un valor didáctico y documental notable.
12
En los años 70 Filippo Zevi sucede en la propiedad de la empresa Alinari, luego
revendida.
13
Citemos, entre los más empleados, los fondos de los fotógrafos Tatge y Zannier.
90 Bruno Vecchio
• estructura predeterminada del discurso. Tanto por lo que atañe al tema ge-
neral «Territorio y ambiente», como por lo que concierne a la subdivisión
general en subsecciones, la gama de asuntos prevista era bastante rígida.
El autor, por ejemplo, tuvo que gastar muchas argumentaciones, sobre
todo en la sección «Campos» para defender la elección —que él estimaba
irrenunciable— de una amplia exposición de tipologías regionales, por
eso eminentemente sincrónicas, de los fenómenos, que desempeñara un
papel incisivo junto a la consueta narración diacrónica de las vicisitudes
italianas por medio de la imagen;
• subordinación de la imagen al texto explicativo y viceversa. Esta línea
—por el contrario compartida del todo por el infrascrito— hizo que la
obra, en su totalidad, apareciera realmente diferente de una antología de
«bonitas imágenes» fotográficas, conforme a los módulos acreditados por
muchas publicaciones parecidas y por diversas publicaciones Alinari14.
Con estas premisas el criterio adoptado en la sección «Territorio y paisaje»
no podía sino ser el de acudir a las certidumbres de la reflexión geográfico-
económica y geográfico-social, proponiendo en el texto una suma de tales
certidumbres —forzadamente concisa— de las que luego queda por pro-
bar la posibilidad de manifestación en la iconografía.
14
Con respecto a eso, véase el prólogo de los directores de la obra, página V.
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 91
15
Pero, entre los estudiosos que autorizan la consideración unitaria de estos campos recorde-
mos Giorgetti, 1974 (quien dedica a ellos, entre otras cosas, el capítulo V de su obra, titulado «La
evolución contractual en las áreas parceladas») y Bellicini, 1989.
92 Bruno Vecchio
variedad ha sido reunida bajo el único título «Campos italianos de media y pe-
queña gestión de la Italia centro-septentrional» (págs. 10-15), individuando el
sentido unitario en el hecho de que esos camps remontan a la medieval «Italia de
los comunes» (y, luego, de las señorías ciudadanas), puesto que ésos ejercieron
con mayor continuidad su acción sobre el campo circunstante y ése fue plasma-
do «por los centros urbanos, sus capitales, por la organización del trabajo agrí-
cola que logran conseguir» (pág. 10). Llanura aluvial del valle del Po y véneta de
Piamonte a Friul-Venecia Julia, llanura aluvial de Emilia y de Romaña, colinas
de la Toscana interior, de Las Marcas y de Umbría, es decir, la mayor parte de
la llanura y de las colinas de la Italia centro-septentrional (o sea, la «Italia de los
comunes»), están reunidas en una única amplísima categoría de campos, que
prescinde tanto del gran abanico de formas jurídicas de la contratación agraria
(alquiler, aparcería, pequeña propiedad), como de la gran gama de cultivos prac-
ticada (por lo menos, los permitidos por caracteres climáticos a medio camino
entre el subcontinental y el submediterráneo), como, en fin, de las formas del
hábitat (del hábitat de los centros de población diseminados al verdadero hábitat
diseminado). Todos esos caracteres, con su ser diferentes, aparecen a la vez en la
tipología socioeconómica deseada.
Al lado de esta sustancial unidad de significado (pero no de formas) de las
estructuras agrarias centro-septentrionales, destaca la fragmentación de las es-
tructuras agrarias tradicionales de la Italia centro-meridional.
Aquí, la dimensión visible y paisajística adquiere un sentido explicativo ma-
yor, la interpretación de las estructuras agrarias tradicionales le debe mucho más
a la observación de las formas, caracteres patentemente diferentes remiten a dife-
rencias sustanciales. Las imágenes del sur rural, entregadas por los reformadores
ilustrados dieciochescos y de la primera mitad del siglo xix, y luego por los refor-
madores meridionalistas sucesivos a la unificación italiana son tan contrapuestas
entre ellas como para fundar en el imaginario común una oposición evidente
—es decir, paisajística— entre latifundio (págs. 22-23) y «jardín mediterráneo»
(págs. 20-21, véase fig. 1), una oposición que corresponde realmente a una dis-
criminación socioeconómica también.
Quien quiera argumentar, desde el punto de vista iconográfico, estos rasgos
contrapuestos de la agricultura del centro-sur tiene que hacerse cargo —y eso es
lo que hemos tratado de hacer— de que otras distinciones en la agricultura del
centro-sur (más sutiles de coger desde el punto de vista paisajístico, pero igual-
mente sustanciales desde el punto de vista estructural) son esenciales, aunque
hayan sido relevadas mucho más tarde por los estudiosos y la literatura científica
del sector.
Es el caso de la distinción, realizada (por primera vez en 1944) por el meri-
dionalista Manlio Rossi Doria por lo que concierne al latifundio, entre la versión
«capitalista» y la «campesina» de él: una distinción que atañe no tanto a la forma
paisajística, sino a sus estructuras sociales. Es el caso —aún más— de esa estruc-
tura que en el volumen hemos definido «pequeña y mediana gestión de media
intensidad de cultivo de la Italia centro-meridional».
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 93
Figura 1.— Cesare Pezzini, Vista de los alrededores de Bagheria (Palermo), 1934. (Touring
Club Italiano/Gestión Archivos Alinari, Milán). Sacada de Vecchio, 2002. Reproducción
autorizada
16
Nuestro comentario, según afirman Massafra y Russo, 1989, reconoce la presencia de los
campos de pequeña y mediana gestión y media intensidad de cultivo, en contextos numerosos y
pulverizados; piénsese, por ejemplo, en los «desde los Abruzos septentrionales adriáticos y de las
cuencas interiores hasta la mayoría de las colinas de Lacio y Campania, desde la Murgia de los
trulli hasta el Salento occidental [Apulia ndr], desde la Calabria tirrénica hasta Cosenza, desde
Messina hasta el extremo occidente de Sicilia»; pág. 19.
17
Se alude aquí al conocido debate sobre el diferencial de civicness entre centro-norte y sur de
Italia, desarrollado por Robert Putnam (1933). Para una consideración de ese debate en términos
de «explicación geográfica» remitimos a Vecchio, 2004, págs. 298-300.
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 95
18
Véanse, por ejemplo, para la sección «Montañas» las imágenes de las reforestaciones del
siglo xx (págs. 60-61) y, para la sección «Traumas territoriales», las imágenes de los derrumbes
(Isenburg, 2002, págs. 194-195).
19
El poeta Gabriele D’Annunzio define las «ciudades del silencio» como esas ciudades ita-
lianas importantes y prósperas en el pasado, pero a los márgenes del desarrollo moderno y, por
consiguiente, casi vacías en su época. El segundo libro de las Laudi (1904) contiene muchos
poemas dedicados a cada una de estas ciudades.
20
Para otras instantáneas del Nápoles del siglo pasado que corroboran este carácter suyo, véanse
págs. 109 (la avenida Umberto o «Rettofilo», que lleva a la Estación central) y 113 (la Estación
central). Para otras instantáneas de Nápoles con ese carácter, pero ajenas de la parte «Territorio»,
editada por nosotros, véanse las imágenes de las págs. 342 y 343.
96 Bruno Vecchio
Figura 3.—Empresa fotográfica Giacomo Brogi, Palacio de los Seguros en Plaza Venecia,
Roma, 1911
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 97
con cierta movida, como la plaza Cordusio en Milán (pág. 109), Plaza Venecia en
Roma (pág. 114; véase fig. 3), plaza De Ferrari en Génova (pág. 115).
Aceptar la privación de presencia humana que la foto deriva del encuadre
en escala pequeña, ya que el fenómeno que se quiere demostrar es argumenta-
ble también sin presencia humana visible, admite entonces su ausencia. Éste es,
de modo particular, el caso de las fotos que conciernen al crecimiento urbano
italiano en la segunda posguerra: porque el fenómeno que se quiere argumentar
es la acción del rendimiento urbano sobre la conformación de los nuevos ba-
rrios (así que éstos pueden ser leídos como la «concreción, la solidificación del
rendimiento»; pág. 128). Por consiguiente, la brutal materialidad del fenómeno
que se quiere evocar, el hecho de que ése explota y condiciona las formas de la
socialidad, no sólo no padece la presencia de un conjunto iconográfico parecido,
sino que goza de la presentación de un espacio carente de seres humanos o casi.
Véanse las imágenes que completan el capítulo «Las ciudades de la posguerra en
los años setenta» (págs. 126-129) y, en particular, la imagen de los barrios Prati
y Flaminio en Roma, fotografiados desde Monte Mario, una imagen que, desde
este punto de vista, presenta —una vez más— sustancialmente las características
de una foto aérea (pág. 129)21.
6. CONCLUSIÓN
21
De la misma serie, pero ajenas de las secciones realizadas por nosotros, véanse las imágenes
de las págs. 356 y 357.
22
Es suficiente aquí una referencia a los clásicos de la materia: Farinelli, 1981; Cosgrove,
1984; Cosgrove y Daniels, 1988; Berque, 1990; Duncan, 1990.
98 Bruno Vecchio
23
El Instituto Luce, todavía existente, nació en 1924 (entonces, casi tiene la misma edad que
el régimen fascista) con finalidades de educación, información y propaganda, revelándose muy
eficaz en utilizar los medios de comunicación de masas para sostener al régimen. Hace normal,
por ejemplo, la praxis de los «cineperiódicos», noticiarios de proyección obligatoria en los cines en
conexión con las películas en programación. La función de claro sostén a los gobiernos en cargo
sigue también tras la caída del fascismo. El archivo fotográfico del Instituto actualmente contiene
más o menos tres millones de instantáneas.
24
Sobre la estrecha relación entre las demoliciones en el casco viejo de Roma y el nacimiento
de los «arrabales» en las periferías, véase Insolera, 1971, págs. 136-151. De la misma serie, pero
externas a las secciones que hemos ido detallando, véanse las imágenes de las págs. 570 y 571.
Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 99
torial de los años 1949 y siguientes (pág. 35), como la «entrega de los terrenos a
los campesinos» en Cassino en 1951, con los cartelones izados por los presentes
que repiten «¡Viva el pequeño campesino propietario!» (ibíd.).
Confiamos en que el lector, más allá de la presencia o la ausencia de nuestras
invitaciones explícitas en el volumen y consciente de las reflexiones que hemos
propuesto, pueda, en muchos casos, estimar autónomamente el sentido de las
fotografías propuestas también como «monumento», y no sólo como simple y
más o menos aséptico documento.
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Geografía de Italia y objetivo fotográfico. Consideraciones al margen… 101
Las demandas y las expectativas del turista, en relación a las áreas de desti-
nación, comprenden, por lo general, aspectos conectados a las características de
los sitios, a los elementos naturales o históricos, a las formas de acogida, a las
particularidades de la población, todos estos, requisitos que delinean un perfil
de identidad territorial y, por el mismo motivo, representan una fuente turística
para los territorios, sea por sí misma, por la organización en la cual están inser-
tados o por la posible valorización propuesta.
Segun Fregonese y Muscarà (1995, pág. 68) «el concepto de fuente corres-
ponde al de un bien disponible o que puede convertirse en disponible para el
consumo de un “objeto” que ya ha sido incluido, por tradición, por costumbre, o
a través de los medios de comunicación, en la lista de los “bienes”, es decir, de lo
que es consumible o está disponible para el consumo, conviene o es interesante
consumir. En esta primera definición aparece claro que el concepto de fuente no
corresponde a un dato que no muta a lo largo del tiempo (…) Entre el hombre y
las fuentes se entromete la historia, al menos bajo tres perfiles distintos: tecnoló-
gico, económico y cultural. No es demasiado importante establecer cuál de estas
tres condiciones de la productividad de las fuentes es prioritaria. Es muy proba-
ble que la adquisición “cultural” de un bien, en el cuadro de las fuentes, pueda
tener mayor relieve respecto a las otras dos condiciones. Sin duda, se necesitan
las tres condiciones que antes mencionaba».
Por lo tanto, para estos autores, un elemento se transforma en fuente o en un
bien turístico sólo si viene percibido como bien productivo y está a disposición
del turista; si hay instrumentos técnicos que permiten su utilización y modali-
dades tecnológicas y sociales adecuadas para actualizar una fuente que, de no
ser así, sería sólo potencial; si es económicamente accesible, y si conlleva costes
soportables. El gran campo de las fuentes turísticas está subdividido en cuatro
partes:
• los bienes ambientales de tipo natural (por ejemplo: los paisajes naturales,
el mar, las condiciones climáticas, etc.);
• los bienes ambientales de tipo cultural (por ejemplo: castillos o museos,
centros históricos o los paisajes rurales);
• las estructuras de recepción (por ejemplo: hoteles o campings, los estable-
cimientos públicos o las tiendas);
• estructuras de todo tipo (por ejemplo: las calles o medios de transporte,
los sistemas de descontaminación, las oficinas de turismo o las estaciones
metereológicas) (Fregonese y Muscarà, 1995, pág. 71).
A estas categorías se están acercando cada vez más, y con fuerza, más variables
culturales que tienen en cuenta las usanzas, costumbres, tradiciones y artesanías
locales. Con lo cual, por ejemplo, una clasificación diferente considera la subdi-
visión de las fuentes turísticas en naturales y culturales; estas últimas en materia-
les: los elementos histórico-artísticos, museos o gastronomía; y extra-materiales:
los valores culturales, danzas o artes antiguas (Pellegrini, 2000, págs. 25-28).
Estratégico, dentro de las decisiones relacionadas con las iniciativas de promo-
ción, es el modo de entender la atracción turística. Una interpretación de las fuen-
tes turísticas que puede tener algunas consecuencias interesantes para la investiga-
ción geográfica es la propuesta por Leiper (1990) en Richards (2002). Leiper usa la
definición de MacCannell, para el cual es «una atracción empírica entre un turista,
un lugar (sight, emergenza) y un índice, una parte de información del lugar destaca-
do» (1976, pág. 41, cursiva del autor)1, y la replantea en términos de sistema. Así,
«una atracción turística es un sistema que comprende tres elementos: un turista, un
lugar y un índice» (1990, pág. 370, cursiva del autor). Esta definición sugiere que
la atracción asume importancia por el hecho de que se señala la presencia de ésta,
y así, adquiere significado aunque le falten los significantes.
Leiper, además, elabora un modelo más general, sustituyendo el concepto de
‘lugar’ por el de ‘núcleo’. Por lo tanto, él afirma: «una atracción turística es un
sistema formado por tres elementos: un turista o elemento humano, un núcleo o
1
Para entender mejor el significado de los términos en la lengua original, se hace refencia a
la definición de MacCannell que afirma «an empirical relationship between a tourist, a sight, and
a marker –a piece of information about a sight».
El Gargano: una conocida subregión turística del sur de Italia… 105
quica de los núcleos y las articulaciones de los índices mediante escalas espaciales
de intervención, dan líneas guía para la construcción de itinerarios, y proponen
una clave operativa para dirigir proyectos de intervención locales. Se convierte
en crucial, desde esta óptica, la percepción de los lugares, la voluntad de promo-
verlos y la proyectación de las líneas de crecimiento/desarrollo, también asume
un papel importante la figura de los operadores turísticos que, a través de la
información, pueden orientar los itinerarios turísticos, y también empeñarse en
invertir las tendencias.
Una aplicación empírica del modelo propuesto por Leiper la efectúa Richards
(2002) para estudiar el sistema de atracciones culturales. «La investigación indica
una fuerte relación entre el origen geográfico de los turistas, sus características
socio-demográficas, modalidades de viaje y uso de los índices. Estos últimos
varían según algunos factores, como la motivación, la edad y la educación de los
participantes; el uso de los índices depende, probablemente, del capital cultural
y de los instrumentos de consumo disponibles» (pág. 1062). De hecho es una
confirmación de la importancia, también en este ámbito, de los estudios geográ-
ficos sobre comportamientos espaciales conducidos por los procesos perceptivos,
y sobre los vínculos y la incidencia que los lugares de partida tienen sobre los
lugares de destino.
La investigación, además, demuestra el efecto de las indicaciones, de las
agencias al clasificar la atracción cultural en «alta» y «popular», en las decisiones
de los turistas, influyendo, así, en algunos segmentos de mercado; para termi-
nar: «indica la existencia de una dualidad entre efectos estructuralizantes de una
atracción turística y la reproducción y desarrollo de estos elementos a través de
las prácticas de los turistas» (Richards, 2002, pag. 1062).
A partir de lo que se ha dicho hasta ahora, entre otras cosas, la creciente
exigencia de gestión, con fines turísticos, del patrimonio y de las fuentes patri-
moniales que: «en el sentido puro del término (…) es todo lo que tiene que ver
con las tradiciones, lugares y valores culturales, que grupos influyentes presumen
de salvaguardar por doquier del mundo. En un sentido más amplio, el patrimo-
nio consiste en aquel particular sentido de pertenencia y continuidad que cada
individuo percibe de manera diferente. En la dimensión del presente y a nivel
personal, esta percepción, se puede adquirir sólo a través de la comprensión de las
propias raíces. El sitio, junto a su patrimonio, representa el resultado apreciable
de la necesidad de continuidad, que se basa en la idea de conservación del de-
sarrollo turístico» (Millar, 1989, pág. 241 en la trad. ital.). Se trata entonces de
fuentes sujetas a procesos de reproducción social, como ya se ha visto, que una
gestión atenta permitirá seguir de modo adecuado y, por qué no, poner un ob-
jetivo a la promoción. También es una relación que se une a la propuesta de Ray
(1998, 1999) de desarrollo turístico local, solicitado y sostenido, organizando
de modo oportuno la dotación de fuentes y de técnicas, y también de elementos
materiales e inmateriales, que pertenecen al sistema cultural de una localidad y
que componen el «repertorio de desarrollo» del grupo humano a quien, poco a
poco, afecta.
El Gargano: una conocida subregión turística del sur de Italia… 107
mientras que, juega un papel menos importante en otras. Tal vez la visita a un
lugar destacado sea una necesidad (reuniones familiares,…) y no tenga ningún
papel significativo en la elección del destino, aunque el turista participará en
las actividades del turismo cultural una vez esté en el sitio. Analogamente, la
profundidad de la experiencia variará de una experiencia débil, superficial o de
simple visita, a una experiencia muy profunda, orientada al aprendizaje» (Mac-
Kercher, 2002, pág. 32).
experiencia
buscada Turista Turista Turista
cultural cultural cultural
ocasional indiferente de
«visita»
superficial
bajo alto
En la hipótesis de considerar fuente turística sólo el bien que puede ser apre-
ciado por el turista o el excursionista porque es famoso o lo han hecho accesible,
y que los sistemas de atracción turística están en estrecha relación con los instru-
mentos informativos que los señalan, se ha querido ver cuáles eran los lugares
destacados del Gargano propuestos en las principales fuentes de información
turística más accesibles, y cómo se manifiestan en el espacio turístico que se esta
analizando2.
El área objeto de estudio es capaz de satisfacer la más variada demanda de
viajes: naturales, culturales, religiosos, balnearios, de diversión, etc. Pero el te-
rritorio percibido por el futuro huésped potencial de la «Montaña del sol» (para
usar la sugestiva expresión de Acquaviva y Eisermann, 1971) se concreta en una
imagen con un nivel de definición de calidad decididamente inferior respecto a
la potencial, porque no siempre es nítida y, a menudo, es imprecisa: por ejemplo,
no se conocen los límites de los diferentes ámbitos espaciales (costero, forestal,
lacustre, orográfico, etc.) o no se tiene la justa percepción de las distancias, espe-
cialmente de las áreas internas.
El turista potencial empieza su viaje mucho antes de la partida efectiva, a tra-
vés de la recogida de información relativa al lugar que desea visitar. Empieza así a
formarse un mapa mental de la zona de interés en el que empieza a fijar/señalar:
algunos lugares destacados y turísticos, con las principales posiciones relativas y
las distancias respecto a puntos de referencia conocidos (Fiori, 1995). No siem-
pre se puede dedicar mucho tiempo a esta fase, y, en consecuencia, se buscan ins-
trumentos capaces de informar de modo rápido, como Internet, documentales,
cd-rom, guías turísticas. Además, el visitante, una vez en el lugar, será inducido
a ver los lugares destacados señalados en los documentos disponibles, por lo que,
lo que no aparece en las guías no se puede clasificar como fuente turística efectiva
porque dificilmente será famosa, y por consiguiente poco apreciada.
Para intentar entender qué idea se puede generar del Gargano el turista po-
tencial, a través de instrumentos de observación indirecta, se han considerado las
guías y los mapas turísticos del área más difundidos y fáciles de encontrar durante
el hipotético viaje. En particular, se han analizado las siguientes publicaciones:
Puglia. Dal Gargano al Salento con le città d’arte, i castelli, le cattedrali, «Guide d’Italia»,
Milán, TCI, 1998, en particular págs. 84-94.
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Parchi Nazionali d’Italia. Gargano. La mappa del Parco Nazionale con i nuovi confini e le
Isole Tremiti, scala 1:250 000, Milán, Mondadori, 1996 (adjunta a la publicación
Parchi Nazionali d’Italia. Gargano, «Le Guide di Airone»).
Después de llegar a la localidad de Torre Mileto, gira hacia Lesina y Poggio Im-
periale y, para acabar, conduce hacia el interior, alcanzando Sannicandro Garga-
nico, donde concluye.
El segundo (de 175 km) transcurre por el interior del Gargano. Empieza
en Sannicandro Garganico, donde se había interrumpido el anterior, y se dirige
hacia Cagnano Varano, Ischitella, Vico del Gargano; atraviesa la Foresta Umbra
hasta el Monte S. Angelo, y llega a S. Giovanni Rotondo, a S. Marco in Lamis y
a Rignano Garganico, para después volver a Foggia.
Las dos categorías de fuentes, las antrópicas y las físicas, se han recogido en
una lista, aquí se sintetizan en dos fichas, en las cuales, los lugares importantes se
nombran a medida que se van encontrando al recorrer los itinerarios menciona-
dos. El Cuadro 1 hace referencia a los sitios destacados señalados en el itinerario
costero, el Cuadro 2 registra los lugares del itinerario del interior. Los lugares
destacados de la costa, por etapas de costa, empezando de noroeste a sudeste, se
encuentran en los Cuadros 3, 4 y 5.
Por lo general, se ha intentado tener en cuenta todas las indicaciones que
ponen de relieve las distintas fuentes, y no sólo las indicaciones comunes a las
publicaciones. A menudo durante el curso del trabajo se ha notado como el nú-
mero de lugares destacados señalados es inferior a los existentes y conocidos de
manera directa.
Cuadro 1.—Lugares destacados físicos y antrópicos del Gargano*
SIPONTO.—Centro turístico balnear, surgido en el mismo lugar que la antigua Sipontum; Iglesia
de S. María Maggiore (s. xii); Iglesia de S. Leonardo (s. xi), a pocos kilómetros de Siponto en la
S.S. 89.
MANFREDONIA.—Instalación medieval del castillo (1256) y de los muros de las torres que aún
están presentes; Museo Nazionale del Gargano en el interior del castillo; puerto destinado a fun-
ciones turísticas; catedral (1680, barroco local); iglesias de: S. Domenico (s. xiv), S. Francesco y
S. Benedetto.
MASSERIA IL CASTELLO.—Antigua masía situada en el camino entre Manfredonia y Mattinata.
CAPPELLA MADONNA DELLA LIBERA.—Capilla ubicada en los alrededores de Mattinata.
MATTINATA.—Centro histórico; sede del antiguo asentamiento de Matinum; a pocos kilómetros
de la población, en el Monte Sarraceno, restos de una necrópoli de la Edad de Bronce.
VALLONE DI VIGNANOTICA.—Por la carretera litoral entre Mattinata y Vieste; vegetación de
tipo mediterráneo; tajo de roca blanquísima; arena blanca.
BAIA DELLE ZAGARE.—Se abre entre una selva de farallones; posee una estructura receptiva.
CALA DELLA PERGOLA.—Pequeña y sugestiva cala a casi 25 km al noreste de Mattinata.
PUGNOCHIUSO.—Sugestiva bahía; centro de vacaciones, sigue a la Cala di Pergola hacia el
norte.
SPIAGGIA DI PORTOGRECO.—Playa de los alrederores de una torre construida para los
avistamientos.
TESTA DEL GARGANO.—El punto más oriental del Adriático.
El Gargano: una conocida subregión turística del sur de Italia… 113
Cuadro 3.—Centros de interés de la costa del Gargano (recorrido de costa Torre Fortore-
Peschici)
TORRES
• Torre Fortore
• Torre Scampamorte
• Torre dei Signori
• Torre Mileto
• Torre di Calarossa
• Torre Monte Pucci
Cuadro 4.—Sitios destacables de la costa del Gargano (recorrido por la costa Peschici-
Mattinatella)
GRUTAS
• Gruta di Manacore
• Gruta dell’acqua
• Gruta Saracena
• Gruta Architiello S. Felice
• Gruta Calda
• Gruta Sfondata Grande
• Gruta Sanguinaria
• Gruta Due Porte
• Gruta Sfondata Piccola
• Gruta dei Marmi
• Gruta della Pergola
• Gruta dei Sogni
• Gruta de Vignanotica
• Gruta dei Colombi
• Gruta Bucata Merlata
• Gruta dei Pipistrelli
• Gruta Campana Grande
• Gruta Grotta dei Marmi
• Gruta del Serpente
• Gruta Arco Maggiore
• Gruta Due Finestre
TORRES
• Torre di Calalunga
• Torre Usmai
• Torre di Sfinale
• Torre di Porticello
• Torre Papagno
• Torre del Ponte
• Torre di Portonuovo
• Torre Gattarella
• Torre di S. Felice
• Torre di Campi
• Torre di Portogreco
El Gargano: una conocida subregión turística del sur de Italia… 117
Cuadro 4 (cont.).—Sitios destacables de la costa del Gargano (recorrido por la costa Peschici-
Mattinatella)
• Torre dell’Aglio
• Torre di Pugnochiuso
• Torre del Segnale
BAHÍAS
• Bahía de Monacora
• Bahía de Campi
• Bahía de Pugnochiuso
• Bahía de Vignanotica
• Bahía de le Zagare
MARINAS Y ASENTAMIENTOS TURISTICOS
• Punta de Manacore
• Playa de Scialmarino
• Playa San Lorenzo
• Pizzomunno
• Playa del Castello
• Playa di Porto Nuovo
• Cala de San Felice
• Torre di Campi
• Torre di Portogreco
• Pugnochiuso
• Cala Pergola
• Bahía de le Zagare
• Mattinatella
TORRES
• Torre Quintadamo
• Torre di Porto
• Torre Varcaro
• Torre di Monaco
MARINAS Y ASENTAMIENTOS TURÍSTICOS
• Puerto de Mattinata
• Playa de Siponto
118 Isabella Varraso
Confini Gargano
Centro abiato
Palazzo storico
Cattedrale-Abbazia
Castello
Zona archeologica
Chiesa
Museo
Masseria
FOGGIA
Confini Gargano
Confini Parco Nazionale
Passo FOGGIA
El Gargano: una conocida subregión turística del sur de Italia… 119
CAPOIALE
TORRE
FORTORE
PESCHICI
CAPOIALE
Grotta
Torre
Baia
Marine ed
insediamenti turistici
PESCHICI
Grotta
Torre
Baia
Marine ed
insediamenti turistici
MATTINATELLA
120 Isabella Varraso
MATTINATELLA
Grotta
Torre
Baia
Marine ed
insediamenti turistici
LIDO DI
SIPONTO
El Gargano: una conocida subregión turística del sur de Italia… 121
Figura 8.—Distribución de los tipos de casa rural (la línea rasgueada define el confín de
la casa rural del Tavoliere: 1. Casa elemental; 2. Masía gargánica; 3. Casa de campomasía;
4. Masía con torres de defensa; 5. Masía de campo y de ovejas del tipo del Tavoliere; 6. Casa
de campo; 7. Casa de campo con «ascre»; 8. «Sciale» (pequeño restaurante en los escollos);
9. Palacio; 10. Viviendas troglodíticas; 11. Casas de veraneo; 12. Áreas con construcciones
rurales nuevas; 13. Centros de población; 14. Masías con garitas colgantes; 15. Recientes
complejos de relevancia turística particular (Baldacci, 1970, pág. 61)
El Gargano: una conocida subregión turística del sur de Italia… 123
1
2
3
4
CTG 5
6
124 Isabella Varraso
Figura 10.—Cuevas y barrancos gargánicos. I. Cuevas; II. Barrancos; III. Áreas con car-
sismo muy difundido; IV. Áreas con cuevas naturales y artificiales permanentemente po-
bladas (Baldacci, 1957).
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Dinámicas urbanas creativas y sostenibles: el surgimiento
y la afirmación de las redes sociales «blandas» y «mixtas»
Marina Marengo
Universidad de Siena-Arezzo
Esta primera subdivisión aproximativa de las redes locales nos remite inme-
diatamente a dinámicas verticales, y más específicamente, top down en el primer
Dinámicas urbanas y sostenibles: el surgimiento y la afirmación de las redes… 131
pero más intensas, permite que contribuyan a la creación y al refuerzo del nuevo
tejido social no sólo pocos individuos detentores de un poder o de un modelo,
sino también el conjunto de los actores locales interesados. En este movimiento,
el asociacionismo local adquiere un papel de mayor y mayor peso, en el sentido
de que, además de desarrollar una acción «nuclear» para las nuevas relaciones
entretejidas, la asociación puede contribuir a inscribir la red local en la dimen-
sión «visible», gracias a la creación de lugares de encuentro, de planificación, de
intercambio y, por qué no, de confrontación —también necesaria en cualquier
sociedad que no sea estática sino portadora de creatividad—. La debilidad de las
relaciones no institucionales, no siempre visibles y conocidas, puede, por tanto,
transformarse en un elemento de fuerza, porque la no-institucionalización per-
mite una gran adaptación a las necesidades y a las aspiraciones de la sociedad
local. Los procesos innovadores, los inputs procedentes de los ciudadanos, tienen
mucho que decir en estas redes y en estos lugares, porque la capacidad de adap-
tación/acomodación al cambio es su rasgo distintivo. Y esto también gracias a los
actores que contribuyen a la creación y perduración de tales redes.
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2001.
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Gerolamo Venerio y la época de la Restauración
Francesco Micelli
Universidad de Trieste
1. INTRODUCCIÓN
1
Pesendorfer, 1996, pág. 30.
2
Sobre la figura de Bassi véase, especialmente, Gentilli, 1996, pág. 323.
3
Pelizzo, BCU, ms. 852 II, 1-16. La tendencia a desarrollar este tipo de investigación es
común con el resto de Europa: véase, por ejemplo, Lepenies, 1991, pág. 111.
Gerolamo Venerio y la época de la Restauración 143
4
Gioia, 1839, págs. 88-93.
5
En orden a este punto de la investigación, véase Malignani, 1944, págs. 25-26.
144 Franceso Midelli
6
Véase Fabris, 1843; Battistella, 1927, págs. 10-11 y también Malignani, 1944, pág. 9.
7
Véase Venerio, 1851; Gentili, 1964, pág. 12.
Gerolamo Venerio y la época de la Restauración 145
4. CONCLUSIONES
8
Véase Marinelli, 1886, pág. 4 y Micelli, 1995, págs. 69-83.
9
Véase Gentili, 1966, págs. 326-327.
146 Franceso Midelli
BIBLIOGRAFÍA
Como presupuesto para todo lo que pretendo analizar en estas páginas, qui-
siera antes que nada mencionar un dato ya suficientemente conocido acerca del
modo en que se trató el tema de la población en la Italia del fascismo y sobre el
cual varios estudiosos, en los últimos años, han realizado amplios y penetrantes
análisis (Ipsen, De Grazia): es decir, el enorme peso y relevancia que Mussolini
y el régimen fascista atribuyeron a la perspectiva de que también Italia llegara a
sufrir un derrumbe de la natalidad y de la población1. La perspectiva de que esto
ocurriera constituyó una auténtica pesadilla, y se percibió como una amenaza fa-
tal para las aspiraciones de fuerza y de potencia imperial de la grande proletaria.
Es en este contexto y sobre este trasfondo donde debe situarse el tema en
que concentraré mi reflexión, el de las relaciones entre los especialistas de de-
mografía y el régimen en los años 20 y 30. Fue un período en el que, por un
lado, la «escuela demográfica» italiana conoció una de las épocas de desarrollo
más fecundo —en todos los sentidos— y de mayor prestigio; y por otro lado, el
Estado-régimen hizo de la cuestión demográfica, de la propia política demográ-
fico-natalista, uno de los rasgos centrales sobre los que se caracterizó a sí mismo.
Así, entre las ciencias demográficas y el fascismo acabó necesariamente por deter-
minarse lo que podríamos definir como un sistema, cuando menos, significativo
de relaciones que, se pretendiese o no, terminó connotando de modo decisivo
en el imaginario de los italianos el perfil de las ciencias demográficas e incluso el
término mismo de demografía, y fue éste un factor que condicionaría por largo
tiempo y en profundidad los estudios de población de nuestro país en el período
sucesivo al del fascismo.
De la cuestión me ocupé ya en un volumen editado hace unos años, que
trataba la natalidad y la política italianas en el siglo xx (Treves, 2001). Lo que
intentaré hacer aquí es señalar algunas ideas interpretativas de fondo que parecen
desprenderse de aquel trabajo y señalar, a partir de ellas, una serie de temas que,
a mi modo de ver, se configuran como posibles filones de investigación, como
asuntos relevantes que permanecen abiertos.
Los sucesos sobre los que pretendo reflexionar toman como punto de partida
un evento por entero político pero, al mismo tiempo, de notable relevancia por
sus efectos en el mundo académico. Me refiero, decirlo parecerá banal, al célebre
discurso llamado de la Ascensión, con el que, en mayo de 1927, Mussolini anun-
ció, como un cambio fundamental, la instauración de la política demográfico-
natalista, y la proclamó, incluso, «fundamento y coronación» de toda la política
del régimen. Porque, como él mismo dijo, abatir y dar la vuelta a la perspecti-
va de la caída demográfica constituía la condición previa indispensable para una
política italiana de potencia: política de potencia que del fascismo constituía la
propia razón de ser y la justificación histórica (y, a mi parecer, fue precisamente
esta centralidad deseada por Mussolini lo que hizo del natalismo fascista un
unicum en el panorama de las políticas natalistas establecidas en tantos países
durante aquellos años). Pero, decíamos, aquel acontecimiento supuso un giro
también en el terreno de los estudios demográficos: porque fue a partir de él, y
del clima que creó, cuando se realizó una auténtica explosión de investigaciones
dedicadas a analizar el tema específico de la natalidad, tema que, entre los diver-
sos ámbitos de análisis de la demografía, quizá había sido hasta aquel momento
el más escasamente indagado.
No puede escapársenos el significado de tal expansión. Los estudios, la evi-
dencia lo demuestra, siguieron a, no anticiparon, las decisiones de la política,
como, por otra parte, subrayan de modo completamente explícito dos acredi-
tados estudiosos, Livio Livi (1932) y Paolo Fortunati (1939). Y con efectos de
grande y perdurable alcance. A partir de aquel momento y durante todo el pe-
ríodo fascista, el de la natalidad siguió siendo, con diferencia, el filón principal al
que se dedicaron los estudios de población: lo evidencia muy bien, en los últimos
años del régimen, Livio Livi, haciendo notar que se había determinado dentro
de la ciencia demográfica un claro desequilibrio a favor de los estudios sobre la
natalidad (Livi, 1942).
Establecido que, al menos en mi opinión, fue sin duda el que acabamos de
mencionar el verdadero vínculo entre elección política y orientación de los estu-
dios, no he llegado a conclusiones seguras sobre un punto relevante: ¿qué papel
Demógrafos, fascismo, política de natalidad. Nodos problemáticos… 149
2. CIENCIA Y RÉGIMEN
alguna luz sobre ese tipo de itinerarios, podremos quizá llegar a interpretaciones
más complejas y a responder a interrogantes de fondo. ¿Cómo interpretar ese
obstinado limitarse a tratar sólo de temas demográficos? ¿Se trató de una forma
consciente y deliberada de no colaborar con las opciones racistas? ¿De una cons-
ciente autoexclusión de las políticas raciales? ¿Era un modo de gritar el propio
no a esas políticas? ¿O se trató simplemente —como supongo que fue en la ma-
yoría de los casos— de una continuación del propio oficio indiferentes a cuanto
estaba sucediendo? Interrogantes que naturalmente no se formulan en el caso
de aquellas personas —pero fueron, ya se ha dicho, relativamente pocas— que
declararon explícitamente que aprobaban la política de la raza. Y luego está el
caso de Livio Livi. Como se ha visto, aceptó entrar en el Consejo Superior para
la Demografía y la Raza y siguió en su cargo de director del Comité de Estudios
también cuando éste pasó a depender de Demorazza: contribuyó con ello, cier-
tamente, con su autoridad, a respaldar la política racista. Pero, con su evidente
limitación investigadora al campo de la demografía, contribuyó quizá a salvar
de alguna manera la demografía de la contaminación con el racismo. ¿Se trató
de una elección consciente? ¿O por el contrario era esa que he manejado como
hipótesis una idea que ni siquiera llegó a rozarlo?
5. DESPUÉS DE LA GUERRA
Hay, en suma, todavía mucho que no entendemos sobre lo que ocurrió real-
mente durante las dos guerras en el mundo de los demógrafos, qué orientacio-
nes reales y qué tensiones internas había detrás de ciertos comportamientos y
decisiones públicas. Ello nada quita, sin embargo, a un dato de fondo: que en el
recuerdo, en el imaginario colectivo aquella fase consolidó más que nunca la idea
de la demografía como ciencia fascistoide. Es éste un legado que condicionó de
modo absolutamente determinante la evolución de los estudios demográficos en
Italia en la época sucesiva a la caída del fascismo. Se puede afirmar sin más, inclu-
so, que la experiencia, tan compleja, de la relación con el régimen, ha constituido
en cierta medida la clave de la historia de esta disciplina en nuestro país después
de la guerra, durante varios decenios.
Precisamente por esto, la senda principal para captar en profundidad los
caracteres y, sobre todo, el peso y la penetración del vínculo entre cultura de-
mográfico-estadística y fascismo, debería pasar en mi opinión a través de la ob-
servación de lo que sucedió tras la caída del fascismo, a través del análisis de los
acontecimientos, de los itinerarios de la cultura demográfica de la posguerra. Un
terreno que está todavía, en gran parte, por arar.
Me gustaría destacar tan sólo un tema. Caído el régimen, los demógrafos-
estadistas salieron de forma radical de la escena, perdieron el papel en cierto
modo público y de prestigio que habían disfrutado hasta aquel momento; o, más
aún, renunciaron a él. De un solo golpe, ése es el aspecto más elocuente, el que
más impacta, cambiaron sus intereses prioritarios, sus temas de estudio: no sólo,
Demógrafos, fascismo, política de natalidad. Nodos problemáticos… 157
6. UN AUSPICIO
BIBLIOGRAFÍA
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This page intentionally left blank
La calle: el icono de Italia en la literatura
de viaje alemana entre el Setecientos y el Ochocientos*
Teodoro Scamardi
Universidad de Bari
1
Véase, por último, el volumen de Gian Enrico Rusconi, Italia, Alemania, Europa. Desde el
estado de potencia a la «potencia civil», Turín, Einaudi, 2003.
2
Johann Wilhelm Archenholz, England und Italien, Carlsruhe, 1787.
3
August von Kotzebue, Erinnerungen von einer Reise aus Liefland nach Rom und Neapel,
Berlín, Frölich, 1805, edición de la cual se cita, con la indicación del volumen y del número de
la página entre paréntesis en el texto.
La calle: el icono de Italia en la literatura de viaje alemana entre el Setecientos… 163
La calle, por lo tanto, es el icono de Italia. No siendo así durante la época del
Grand Tour, cuando la atención del viajante está, por lo general, puesta al inventa-
rio de iglesias, monumentos, obras de arte, escritos latinos, curiosidades, y la per-
cepción de la realidad humana pasa a través del contacto con personajes públicos
en sitios representativos (academias, bibliotecas, conversaciones), pertenecientes a
la propia clase social (la del viajero), raramente a través de la observación de la vida
del día a día y de la gente común. Por lo tanto, no será de extrañar que las alusio-
nes de la calle de un Johann Caspar Goethe que viene a Italia en el 1740 y cuya
sensibilidad cultural se coloca en el ámbito del Grand Tour tienen que ver con su
materialidad o con la auto-representación de personajes importantes que desfilan
por las calles en carrozas o palanquines imponentes, tanto que «el caminar es muy
incomodo»6. Sólo de refilón vienen considerados otros aspectos que tenían que
ser relevantes como, por ejemplo, las tiendas «de cualquier tipo de víveres, como
4
Gustav Nicolai, Italien wie es wirklich ist. Bericht über eine merkwürdige Reise in den hespe-
rischen Gefilden, als Warningsstimme für alle, welche sich dahin sehnen, Leipzig, Otto Wigand’sche
Verlags-Expeditions, 1834.
5
Johann Wolfgang Goethe, Viaje a Italia, traducción de Manuel Scholz Rich, Ediciones
B, 20012, edición de la cual se cita, con la indicación en el texto del número de la página entre
paréntesis.
6
Johann Caspar Goethe, Viaggio in Italia (1740), con una introducción de Arturo Farinelli,
Reale Accademia d’Italia, 1932-X, vol. I, pág. 39.
164 Teodoro Scamardi
peces, carne, vino, etc.» que estropean «el panorama», o las freidurías callejeras
que con el «olor de las cosas fritas» molestan mucho a «la nariz alemana»7. Viene
registrado —pero esto tiene que ver con la particular, interesada, atención que el
luterano tiene para los aspectos más discutibles de la práctica católica— que, por
ejemplo, es en la calle donde en una «fosa o un agujero tapiado» se tiran «sin orden,
uno encima del otro, niños desamparados, de nuevo nacidos y muertos», por el
hecho de que «estos infelices muertos (…) delante del bautismo» no se merecen
mejor sepultura destinados como están al limbo8. Por lo que atañe a las carrozas
y los palanquines que llenan las calles napolitanas, éste es un dato que perdura en
el tiempo. También Archenholz, a distancia de decenios, anota que en Nápoles el
número de las carrozas sería el mismo que en París y que estas carrozas serían in-
cluso más pomposas, al estar tiradas por seis bellos caballos napolitanos y seguidas
de una «masa de servidores y lacayos vestidos ricamente» (362). También Kotzebue
tomará nota, con sarcasmo, de esta manía de los nobles napolitanos de ir siempre
y donde sea con la carroza:
Por estas partes, no hay peor desgracia en el mundo que ir a pie; y por eso, a
un pobre diablo que lo ha perdido todo en el juego, no se le dice que ya no tiene
nada para comer, mas se le compadece exclamando: «¡Pobrecito! Va a pie»9.
años a partir del viaje refleja el consciente de Goethe, próximo a los setenta años,
que mira a su experiencia italiana con ojos diferentes respecto a aquellos de los
años 1786-1788). Más que el relato de un viaje, es una novela, la novela italiana
de Goethe, nueva también en la forma. En las primeras páginas son introduci-
dos, como en una ouverture, los temas que serán desarrollados durante el curso
de la narración, el primero de todos es el de la calle, sitio abierto, escenario de
la vida italiana, opuesto a interior, sitio cerrado, escenario de la vida alemana.
Esta oposición acompaña la otra, no menos productiva, entre sol (sur) y niebla
(norte) «…nosotros, los cimerios, apenas sabemos qué es el día. Envueltos en ti-
nieblas eternas, poco nos importa si es de día o de noche, puesto» (54). Llegado a
Torbole, sus costumbres mentales (de Goethe), sus criterios de evaluación vienen
puestos a dura prueba, precisamente por una escena callejera que a los ojos de
un alemán se presentaría como un oxímoron en la convivencia «natural» de ocu-
pación laboral y charla cotidiana, «actividades» que para un alemán formaban
—y forman— parte de ámbitos distintos y separados: «Las vecinas se pasan el
día entero corroteando a gritos, pero al mismo tiempo todas tienen quehaceres.
Aún no he visto aquí ninguna mujer ociosa» (35).
Análogamente en Verona:
Cuando una campana del Campidoglio da la señal del inicio del carnaval
todos saben que, desde ese momento, se pueden abandonar a la locura:
Los extranjeros que también forman parte del paisaje romano se levantan
disfrazados: «Los largos ropajes de las gentes del norte, los grandes botones, los
extravagantes sombreros redondos, todo llama la atención de los romanos, y así
el extranjero se convierte para ellos en un disfrazado» (530). Lo mismo vale para
los mozos panaderos alemanes que se veían deambular por la ciudad en estado de
embriaguez. Lo que se representa en la calle es la vida, la vida italiana, claro, pero
también la vida tout court. De la calle italiana Goethe deja al final de su tratado,
una vez llegado, por decirlo así, al miércoles de ceniza, una profunda lección de
vida, es decir:
Esta descripción de una parcela de vida que otro observador hubiera repre-
sentado bajo un punto de vista folklorista de la vida meridional, se transforma
en la página goethiana, en una reflexión filosófica y en un inesperado posiciona-
miento afín a la Revolución Francesa y a la revolución tout court: «La libertad y
la igualdad sólo pueden ser saboreadas en el vértigo de la locura».
Pasemos ahora al fenómeno de los holgazanes napolitanos. No hay viajero,
entre el fin del Setecientos y el inicio del Ochocientos, que no dedique a éstos
alguna página. El punto de vista es bastante crítico, o mejor, despreciable. El
barón Montesquieu (172) habla de ellos como los «hombres más miserables de
la tierra», «sin arte ni parte, [que] viven de hortalizas y que van vestidos sólo
con unos calzones. Y se dejan instigar fácilmente»11 (Montesquieu piensa en
Lázaro Masianello, que en la mitad del Seiscientos había promovido la primera
insurrección popular violenta, que no fue muy aceptada por la aristocracia eu-
ropea). Las reflexiones de Goethe son de otro tipo. Para empezar responde a la
indicación de Volkmann sobre la presencia de 40.000 holgazanes en Nápoles,
registrada más tarde por otros viajeros, y lo hace no corrigiendo la cifra, sino
iniciando una crítica de principio:
11
Montesquieu, Viaggio in Italia, Editori Laterza, 1990, pág. 222.
170 Teodoro Scamardi
Los mozos de cuerda que cuentan con puestos privilegiados en las distintas
plazas y sólo esperan a que alguien solicite sus servicios; los caleseros con sus
mozos y criados, que se ven en las grandes plazas junto a sus calesas tiradas por
un solo caballo, cuidando sus animales y dispuestos a servir a quien los llame;
los marineros que fuman su pipa en el muelle, los pescadores echados al sol, tal
vez porque sopla un viento contrario que les impide hacerse a la mar. También
vi muchos que iban y venían, pero la mayoría de ellos mostraba algún signo
de su actividad. No vi ningún mendigo a excepción de personas muy viejas
o discapacitadas por deformaciones físicas. Cuanto más miraba en derreror y
con más atención me fijaba menos conseguía localizar verdaderos ociosos, ni
entre la clase baja y media; ni por la mañana ni durante el resto del día, sin
distinciones de edad o sexo (351).
Los campos más cercanos a Nápoles son una gran huerta y da alegría
ver las grandes cantidades de hortalizas que se transportan a la ciudad en
los días de mercado, y cómo esos hombres emprendedores vuelven a llevar
inmediatamente los desechos vegetales a los campos para acelerar el ciclo
natural.
Dado el increíble consumo de hortalizas, los troncos y hojas de coliflor,
brécol, alcachofas, repollos, lechugas y ajos constituyen la mayor parte de la
basura napolitana y son lo más solicitado. Sobre el lomo de un borrico se co-
locan dos grandes cestas flexibles, que no sólo se llenan hasta arriba, sino que
encima de cada una se amontona con mucho arte toda una pirámide. No hay
huerto que pueda subsistir sin ellos. Un mozo, un chico o a veces el patrón
mismo van y vienen tantas veces como haga falta del huerto a la ciudad, que
para ellos es una rica mina de ganancias a cualquier hora del día. Es fácil imagi-
narse con cuánta atención esos basureros van en busca de estiércol de caballos
y mulos (352).
participar en la gran fiesta del placer que en Nápoles se celebra a diario» (352).
La reflexión final tiene paradoja:
Cierto es que a cada paso se ven personas mal vestidas e incluso andrajosas,
pero eso no implica que sean perezosas ni holgazanas. Hasta me atrevería a
defender la paradoja de que en Nápoles, comparativamente, la mayor parte de
la industria se halla en manos de la clase más baja (353).
Goethe no esconde que la distinta operatividad del norte tiene que ver con
las distintas condiciones climáticas que en el norte, inclementes, obligan «a la
previsión y el recaudo», e incitan, «las mujeres han de salar y ahumar para proveer
la cocina durante todo el año y los hombres deben almacenar reservas de leña,
frutas y forraje para los animales, por eso la mayoría de las horas y de los días de
buen clima se dedican al trabajo y no hay tiempo para disfrutarlos» (353).
12
La recensión Goethe, la leggenda del lazzarone napoletano e il valore del lavoro ahora se en-
cuentra en el volumen Lotte del lavoro, Torino, Enaudi, 1972, págs. 200-206.
172 Teodoro Scamardi
Demos ahora un salto hasta Palermo. Estamos en los años 20 del Ochocien-
tos. El viajante es Justus Westphal (Justus Tommasini), un geógrafo y matemáti-
co de Schwerin que había escogido Italia como segunda patria13. Tommasini nos
da, para empezar, una primera información breve sobre la estructura urbanística
de la ciudad, «un cuadrado subdividido por dos calles rectas que se encruzan en
ángulo recto a la mitad del itinerario, la calle Toledo o, como la prefieren llamar
los palermitanos el Cassaro, y la calle Maqueda, formando cuatro barrios de di-
mensiones bastante símiles, y los cuales al mismo tiempo están cruzados por
muchas callejuelas, la mayor parte torcidas y estrechas» (20). Mientras las dos
calles principales están formadas por una serie de edificios, las callejuelas internas
son «tan estrechas y sucias que si uno por casualidad se ha encontrado una vez
allí dentro yendo de paseo sin meta y sin ninguna necesidad, se guardará bien de
arriesgarse a ir allí una segunda vez» (20-21). Para darnos una idea de la ciudad,
Tommasini se pone en el lugar de un observador de la calle, se trata de la calle
Toledo, el actual Corso Vittorio Emmanuele, en las distintas horas del día: desde
las primeras luces del alba hasta la noche profunda. El punto de observación es,
como en muchas «metrópolis» de la segunda mitad del Ochocientos, el balcón
que da a la calle. Al alba, mientras la mayor parte de la gente aún duerme, se pue-
de ver un mozo o un obrero dirigiéndose a su dura jornada de trabajo. Se abre un
balcón y he aquí que se asoma «una bella mujer (…) en negligé» para tomar una
13
Justus Tommasini, Briefe aus Sizilien, Nicolaische Buchhandlung, Berlin und Stettin, 1825,
edición de la cual se cita, con la indicación del número de la página en el texto entre paréntesis.
La calle: el icono de Italia en la literatura de viaje alemana entre el Setecientos… 173
Una multitud de equipajes más o menos elegantes con uno o dos servi-
dores en librea de pie en la parte posterior desfila por la calle Toledo en una
fila larga y, pasando por la Puerta cerca del mar, se dirige hacia el paseo por la
rambla. Jóvenes señoras acicaladas están sentadas con sus acompañantes en las
carrozas y hacen lo posible para mostrar el mejor lado al público, sobre todo
a los señores jóvenes que dejan traslucir su mismo deseo galopando con deli-
cadeza sobre sus caballos, generalmente no demasiado bonitos, o caminando
entre las filas de carrozas (40 sg.).
14
Georg Arnold Jacobi, Briefe aus der Schweiz und Italien, Zweiter Band, bei Johann Fried-
rich Bohn, Lübeck und Leipzig, 1797, pág. 208.
La calle: el icono de Italia en la literatura de viaje alemana entre el Setecientos… 175
se apagan a Porta Felice, donde los domésticos esperan la vuelta de las carrozas,
y la reunión continúa durante una hora o dos en la oscuridad más absoluta»15.
También en Sicilia, un marido no se puede permitir de rehusar a la mujer el
paseo por la Marina, igualmente éste se ha convertido en costumbre. Los nobles
no renuncian a ello ni en caso de condiciones atmosféricas adversas: «Debajo
de tempestades violentas se veían nobles y burgueses cerca de la ciudad en sus
carrozas paradas; y también con la peor tramontana no había modo de disua-
dirles del paseo»16. Tommasini anota que la presencia de pretendientes o galanes
siguiendo a las damas que dan una vuelta por las tiendas elegantes para admirar
las novedades llegadas de París, un fenómeno, este de los cortejos, que en las
otras ciudades italianas en aquella época ya había desaparecido del todo17. Pero
no sólo hay pretendientes, por la calle se encuentra una masa de ociosos, que
por una compensación, están dispuestos a testimoniar en falso en las numerosas
causas y controversias ocasionadas a menudo por motivos fútiles e incentivadas
por abogados y notarios. También ellos, los artesanos, trabajan por la calle, en
las aceras agrupados según la especialidad, por una parte los sastres, por otra los
zapateros «cantan y charlan entre ellos desde una acera a la otra y cuando la voz
no basta, a causa del gran alboroto se recurre al lenguaje gestual excesivamente
expresivo» (34). A veces pasa que todo este alboroto se para de improvisto como
por milagro. Todos se quitan el sombrero y se arrodillan: se acerca un pequeño
cortejo que lleva el viático a un moribundo: «en la cabeza uno que toca el tam-
bor, después de él los chicos del coro dotados de incensarios y de candelas en-
cendidas» (35). Apenas se aleja el cortejo, he aquí que el jaleo empieza de nuevo
como antes y con mayor potencia que antes. Pero éste no es el único momento
en el cual la calle se convierte en sitio representante de la devoción popular. En la
ocasión de la procesión para la fiesta del santo patrón, largas filas de monjes y de
monaguillos avanzan con antorchas de cera mientras los chiquillos se desgreñan
para recoger en saquitos de papel la cera que gotea de las antorchas. El cortejo
se mete en marcha en medio de la confusión y del jaleo general y entonces llega
al palacio del arzobispo. Desde un balcón, el arzobispo, el cardinal Gravina mi-
rando hacia el santo, hace, por cuanto se lo permita su constitución, un inclino
al que le sigue una genuflexión por parte de la multitud, mientras en la plaza, se
oye un ruido ensordecedor de mortaretes (11). Las festividades en Sicilia duran
varios días: cinco en Palermo para santa Rosalía, cinco en Catania para santa
Ágata, siete en Siracusa para el Corpus Domini. En los días de fiesta la actividad
normal se suspende. Todo queda alterado: las horas de trabajo, de las comidas y
las de sueño. Se intenta alargar al máximo estos días de fiesta en los que todo está
permitido, y durante los cuales parece irse atrás en el tiempo durante la Edad
de Oro. Los extranjeros se quedan atónitos pero también sienten pena al ver
15
Patrick Brydone, Viaggio in Sicilia e a Malta 1770, Milán, Longanesi, 1968, pág. 185.
16
Johann Hainrich Bartels, Briefe über Kalabrien und Sizilien, Dritter Teil, bei Johann Chri-
stian Dieterich, Gottingen, 1792, pág. 553.
17
Teodoro Scamardi, Christian Joseph Jagemann: Il carattere nazionale degli italiani e il cici-
sbeismo, ob. cit.
176 Teodoro Scamardi
tanto empeño, tantos gastos, tanto arte malgastados en una apoteosis que dura
alguna hora. El pueblo, que ya ha tenido experiencia del terremoto y ha asistido
a la destrucción, en pocos minutos, de construcciones que habían resistido du-
rante siglos, ha aprendido a gozar del momento que pasa, un momento de joya
perfecta que sólo la fiesta, y una sola vez al año, es capaz de conceder. Desde el
primer día de fiesta, el isleño, que tan a menudo ha indignado al observador ex-
tranjero por su apatía y su indolencia, se convierte en otro hombre. Los mismos
preparativos de la fiesta se transforman en una fiesta y una animación alegre se
difunde por la ciudad. Para realizar las decoraciones de las calles, preparar la ilu-
minación, los decorados, los desfiles y los juegos teatrales y luego, al terminar la
fiesta, para desmontarlo todo sirven algunas semanas. Es increíble ver a todas las
clases sociales empeñadas en el mismo trabajo, cada una según sus capacidades y
economía. Durante las fiestas se desvelan todas las cualidades escondidas del sici-
liano o precisamente en esas ocasiones se puede captar su temperamento artístico
esencialmente decorativo y dramático: ama el fasto, el espectáculo es todo lo que
salta a los ojos y le habla a la imaginación. Tommasini describe la suntuosidad
con la cual viene organizada la procesión por las calles con riqueza de detalles:
Una larga procesión avanza solemne y con gran pomposidad por las calles,
sobre todo por la calle Toledo. En la cabeza una docena de tambores, que redo-
blan con fuerza, siguen ordenes de eclesiásticos con sus diferentes parámetros,
en la cima, coros de niños (…). Después sigue una música de jenízaros; la
efigie del santo de madera (no sé de qué santo se trata porque siendo profano
tengo poco en común con esta gente) la llevan encima de un palanquín ador-
nado abundantemente; encima de la efigie un baldaquín en velludo rojo con
recamados en oro sujetado por religiosos; luego más tambores y más religiosos
con antorchas de cera y para acabar un escuadrón de soldados austríacos (…).
Todas las iglesias de los parajes hacen repicar las campanas; la gente se arrodilla
por la calle o en los balcones engalanados con tapices rojos y rezan o gritan
hacia el santo: ¡Viva! (52 sg.).
son del avemaría la gente que pasea empieza a ir a casa, pero la jornada aún no
ha terminado. Todas las tiendas se quedan abiertas e iluminadas como si fuera de
día, sobre todo las heladerías, que ofrecen de todo, desde la limonada al graniza-
do, desde el ponche granizado al jarabe de cidra, desde la crema de café al choco-
late. El mercado del pez, a pesar de la hora tardía, está animadísimo, más que de
día. Los vendedores ofrecen su mercancía con la voz ya ronca por haber gritado
todo el día: «Pisci spata! Oh che bel pisci spata! Mizzurru friscu! Chi vuol tunnu
buonu e friscu? Oh che palamitu! Che palamitu! Che bella cosa!» (49) (dialecto
siciliano) (¡Pez espada! ¡Oh, qué pez espada más bonito! ¡Merluza fresca! ¿Quién
quiere atún bueno y fresco? ¡Oh, qué sardina! ¡Qué sardina! ¡Qué bonito!) Can-
sado de la jornada, el viajero se dirige hacia casa; pero antes aún captura alguna
impresión sonora: el canto a más voces de mujeres en adoración delante de una
imagen de la virgen, puros acordes, claros, mientras alrededor ya no hay ruido y
un canto melancólico al son de una mandolina que cruza el silencio de la noche.
«Poco a poco —Tommasini concluye— la voz se aleja mientras aún se percibe,
sereno y tierno, el eco de los sonidos y nosotros nos dormimos totalmente felices
de saber que estamos en este paraíso de Trinaquia» (53).
Esta descripción de Palermo de Tommasini —y esto también vale para mu-
chos otros textos relativos a viajes de la primera mitad del Ochocientos— indica
un cambio de registro en la percepción y en la representación de Italia por parte
de un viajero extranjero. La crónica de un viaje de finales del Setecientos pro-
gramadamente vuelto hacia una representación «objetiva» del pueblo visitado se
transforma, casi inadvertidamente, en «relato». Los tópicos del viaje se convier-
ten en literarios, tópicos, que una larga tradición literaria e icnográfica nos ha
vuelto hasta demasiado familiares. A la Italia de las ruinas, la Italia de las artes,
le sigue la Italia de lo pintoresco y del color local, la tarantela y la mandolina, el
canto melancólico en la noche y el claro de luna. Y una vez más, todo esto pasa
a través de la representación de la calle.
Además de las vacas también hay muchas terneras que dan vueltas por
esta ciudad, y se trata de un tema muy especial. Las terneras son propiedad
de los franciscanos, los cuales como muchos otros monjes no sólo se nutren
del magnánimo pueblo, sino también dejan en sus manos el cuidado de las
propias terneras. A tal fin se limitan en aplicar en la frente de la ternera una
tarjeta cuadrada que representa a san Francisco. Dotadas con este pase, las
terneras van donde quieren, comen y duermen donde les apetece, sin que
nadie ose en ningún modo obstaculizarlas. Es más, cuando a una de estas
terneras le da por entrar en una casa y buscar allí un sitio para dormir, el
dueño de la casa lo considera un buen auspicio. Es increíble hasta qué punto
llega la imprudencia de los monjes en esta ciudad: sólo la estupidez de la
plebe la supera.
(La cocinera) los hirvió durante poco más de cinco minutos, después escu-
rrió el agua, vertió encima la salsa de carne, encima esparció queso, y la comida
ya estaba hecha. El hijo, un niño de cinco años más o menos, a fuerza de gri-
tar había obtenido por adelantado algunos hilos de espaguetis medio crudos.
Mientras tanto el vecino se había levantado de su oficina y sin pedir permiso se
encendió la pipa en el fogón. Por un instante se temió que un cerdo y un asno
hicieran caer toda la cocina.
Comer una porción de espaguetis es un arte que se tiene que aprender
de los napolitanos: porque éstos, siendo tan largos, se tienen que coger con el
pulgar y el índice y, después de haber torcido el cuello para atrás y haber abier-
to la boca de par en par, se introducen desde lo alto. Antes de comerlos con
la cuchara, los extranjeros suelen desmenuzarlos con cuchillo y tenedor. Una
manera parecida de proceder pero va indiscutiblemente contra el uso nacional
(…). Lástima que no los dejen cocer lo bastante (…). Todo tiene que ser duro,
y para un extranjero absolutamente incomible (I, 183).
calle que se mueve de un lado al otro de la ciudad precedido por una bandera
y por un crucifijo, y que en ocasiones es utilizado por el Gobierno para que
difunda entre el pueblo ésta o esa voz; el golfillo que imita al predicador de
calle ofreciendo la propia interpretación por pocos céntimos debajo de los
señores; el pregonero de bálsamos milagrosos; el dentista de calle que atrae a
sus clientes con la representación en un teatrillo ambulante de un espectáculo
de marionetas; el juego de la morra; los banquillos para el juego de cartas; el
juego de la peonza, y no son necesariamente sólo los chicos los que se empeñan
en estos pasatiempos; también los acompañamientos fúnebres barrocos con
sus pintorescas confraternidades enmascaradas; los abogados, numerosísimos y
ocupadísimos; los músicos; los castrados; los policías reconocibles por su uni-
forme de amarillo y negro; los mercaderes armenios; los esclavos argelinos. Por
la calle no sólo se come, se bebe, se cocina, se ordeñan las vacas, se da de comer
a las terneras, se venden mercancías, se escriben cartas y súplicas, se despiojan,
mas también se hacen con gran desenvoltura necesidades corporales ocasiona-
les. Y todo esto con gran naturalidad infantil, animal: «Los napolitanos tienen
en común con las bestias el hecho de que tampoco esconden sus costumbres,
no tienen el sentido de lo que está bien, y por eso no se preocupan en ningún
caso de quien los está mirando» (II, 124). Nápoles se ha convertido por eso
en una gran cloaca única, insoportable para los ojos y la nariz de los extranje-
ros (II, 194). No hay entrada de edificio o de casa que se salve de estas malas
costumbres de los napolitanos. Para defenderse de estas costumbres, alguno,
fiándose de la mojigatería del pueblo ha tenido la idea de pintar en las paredes
cruces con la esperanza de que, como señal de respeto hacia el símbolo de la
cruz, se abstengan de ensuciar la pared. Este truco funciona a menudo, pero no
siempre. Para potenciar el efecto de disuasión al lado de la cruz hay quien ha
pintado, entre llamas, almas del purgatorio con los brazos levantados en señal
de súplica. Tal cuadro obtiene por lo general, el efecto deseado. Hay quien no
entiende las intenciones de lo pintado y se apresura en apagar las llamas con el
chorro de la propia orina18. El punto más alto de la deconstrucción del mito,
de ese aspecto del mito que llega hasta nosotros en el eslogan «italianos: buena
gente» —italianos amables, humanos, con un innato sentido de piedad hacia el
próximo, cordiales, fáciles de conmover—, Kotzebue lo alcanza en la descrip-
ción de una escena callejera, una crónica de viaje con la indicación detallada
del sitio, del día y de la hora en el cual los hechos presentados sucedieron:
18
En la pág. 195. Esta mala costumbre, no concierne sólo a Nápoles. Esto lo hacen hasta en
los porches de Raffaello en el Vaticano que servían «como las escaleras que conducen hasta allí, un
lieu d’aissance para quien le venga el estímulo de hacer las propias necesidades» (A. Kotzebue, ob.
cit., vol. III, pág. 16), pero no era menos para los antiguos habitantes de Pompeya que —como
recuerda Karl Philipp Moritz en su relato Viaggio di un tedesco in Italia (Reisen Schriften zur Kunts
und Mythologie, Fráncfort, Insel Verlag, 1981, vol. II, 263)— solían pintar en la fachada de la
casa una serpiente («Sacer est locus, non mejite pueri»), como Persio escribió: «La imagen de la
serpiente hacía el mismo efecto que hace hoy en día el crucifijo que en una ciudad italiana el
propietario pinta en la fachada de su casa para que no la ensucien.»
180 Teodoro Scamardi
Una mañana que andaba por una calle rebosada de gente, vi un grupo
de personas agrupado delante del taller de un zapatero en torno a una mujer
tumbada en el suelo hacia la cual se dirigían todas las miradas. Puesto que no
perdía ocasión para estudiar al pueblo, me aparté de la multitud, y vi una mu-
jer moribunda. Al mismo tiempo oí estas palabras provenientes de los labios
de muchos asistentes —que me sacudieron hasta las vísceras—, la mujer se es-
taba muriendo de hambre. La visión de aquella criatura sufriendo confirmaba
demasiado tal afirmación. Estaba cubierta muy mal, con pedazos de ropa, un
esqueleto miserable, y podría tener desde treinta hasta cuarenta años. Yacía so-
bre el adoquinado, justo en la entrada del taller del zapatero; al lado había una
vieja silla de paja, arrastrada allí, pero no creo que fuese para ella. Era evidente
que luchaba contra la muerte. Nadie pasaba más allá sin pararse un momento
para observar el espectáculo tremendo. Pero después cada uno tomaba de nue-
vo su camino sin prestar ayuda. Me empujaban cada vez más adelante por el
continuo ir y venir, y ahora me encontraba muy cerca de la moribunda. Con el
bolso en las manos, yo rezaba, ¡por el amor del cielo! —sí, angustiado nombré
hasta a la Virgen Santa— que alguien se moviera por compasión. ¡En vano! En
el taller del zapatero, que estaba abierto, había un maestro y dos aprendices.
Les ofrecí todo lo que tenía, para que llevaran dentro a la mujer y la tumbasen
sobre una cama. ¡Nada que hacer! —Uno de los aprendices hasta se puso a reír,
¡sí, en serio! A reír, puede que fuera porque hablo mal italiano—. Me consuela
creer que la moribunda aún consiguiera entender si no mis palabras, al menos
mis gestos, porque su mirada estaba puesta sobre mí —yo fui el último obje-
to sobre el cual se fijaron sus ojos que se estaban apagando—, justo después
¡expiró! Yo no quería creerlo; esperaba aún poder salvar a la pobre infeliz y
titubeando me alejé de ella; pero un pasante, supongo que era un médico, le
cogió el pulso, dijo tranquilamente «¡Esta muerta!», y siguió por su camino.
Después de esto yo también me tiré atrás, pero no me fui, quería ver como
acabaría. El cadáver se quedó allí por un buen cuarto de hora, con miles de
personas que estaban mirando con la boca abierta; hasta que al final llegaron
los policías, que se lo llevaron arrastrándolo. Y ahora denuncio tal atrocidad
delante de toda Europa, digo en voz alta: el 4 de diciembre de 1804, hacia las
diez de la mañana, en Nápoles, en la calle Giacomo, una de las más ajetreadas
de la ciudad, ¡¡¡una persona se ha muerto de hambre!!! —El rey se ha ido a
cazar esta mañana. He visto pasar veinte o treinta de sus perros— y todos bien
nutridos» (II, 92).
Conversaciones de coexistencia. Los lugares
y políticas de dos áreas rurales de la Apulia*
Valeria Monno
Politecnico di Bari, Taranto
RESUMEN
No hay duda de que las políticas de desarrollo sostenible local, con su énfasis
en la integración de valores y éticas problemáticas, han introducido en muchas
áreas rurales italianas una nueva sensibilidad y atención hacia el ambiente. Las
formas de coexistencia que se van componiendo en estas áreas, al oscuro de la
cultura de la reconciliación entre naturaleza y sociedad, no son tan claras. En este
trabajo exploro estas transformaciones, centrando la atención en el cambio de
las prácticas de coexistencia en dos áreas rurales de la Apulia: el valle del Ofanto
y la Tierra de las Gravinas del Arco Jónico; y hablo de estos lugares en términos
de geografía de la transición.
Marcando las diferencias del modo de entender la coexistencia, la geogra-
fía de estas dos áreas pone en evidencia cómo la integración de valores y éticas
conflictivas no se puede asimilar como un proceso lineal, ni como objetivo ya
existente en los procesos de producción de lugares. Las políticas de desarrollo
sostenible, desviando el concepto de integración como proceso de resolución
de los problemas ambientales aplicable en cualquier parte, parece que generan
y refuerzan límites y reproducen un concepto de naturaleza como área extrema
del desarrollo económico. Los nuevos paisajes sostenibles, en vez de animar el
desarrollo de formas alternativas de coexistencia, no son espacios de experimen-
tación política donde restablecer nuestro modo de vivir con la naturaleza.
1. EXPLORAR TRANSICIONES
Hasta un observador distraído podría notar que los programas y las políticas
nacionales y europeas que promueven un desarrollo local sostenible han aplicado
en las áreas rurales de la Apulia dinámicas de producción de lugares inusuales en
estos territorios típicos por su adversidad a los cambios. Lenguajes e instrumentos
nuevos, tratados, prácticas e informes de los que actúan forman una transición
hacia la sostenibilidad componiendo geografías rurales complejas en evolución, ca-
racterizadas por una insólita sensibilidad y cuidado del ambiente. ¿Pero cuáles son
y qué diferencias hay entre los nuevos paisajes sostenibles que se están componien-
do en estas áreas? ¿Qué formas de coexistencia provoca la relación entre políticas
sostenibles y prácticas cotidianas de producción de los lugares?
Estas cuestiones se han formado mientras me preguntaba si sería posible una
política ambiental en mi región, en la que, la palabra naturaleza ha sido aceptada
recientemente en el diccionario local, y donde aún es difícil que la tengan en
cuenta en las políticas de desarrollo, se ha enfrentado con los procesos de institu-
ción de un parque regional en dos áreas rurales de la Apulia, precisamente en el
valle del Ofanto y la Tierra de las Gravinas del Arco Jónico, ambas en transición
hacia un desarrollo local sostenible.
En general, las lecturas son de transiciones hacia un desarrollo local sosteni-
ble como un camino lineal de integración entre naturaleza y sociedad, siempre
balanceándose entre la innovación y la continuidad (Coalizzo y Delidda, 2003).
Según Hajer y Fisher (1999) esto se debe al hecho de que la cultura de la integra-
ción, que está en la base de las políticas sostenibles, de ser un frame para la acción
se ha convertido en un frame de interpretación. Resumiendo, nos inducen a
interpretar la complejidad de los procesos de transformación ambiental a través
del policy framework, que está formado por las mismas políticas de desarrollo sos-
tenible. En la base de este comportamiento hay una excesiva valoración del papel
que desarrollan las políticas, que deberían actuar como agentes de cambio de los
contextos locales, y en este framework, se les consiente innovarse fundamental-
mente por imitación y adaptación. Una visión semejante, no sólo reduciría los
contextos a simples receptores, sino también los construiría y discriminaría, para
utilizar una frase de Lanzara (…), en términos de capacidades negativas. Al final,
si la aplicación de una política o un programa no consigue activar los contextos,
la culpa siempre es de una cultura local tan abstracta como despersonalizada.
Entonces, ¿cómo debemos explorar estos caminos, intentando evitar la tram-
pa del policy framework? Por supuesto, como dice Harvey (2004), la elección
de cualquier punto de partida para nuestras reflexiones, nunca es inocente. Mi
punto de partida se basa en dos conceptos: el de coexistencia y el de lugar en
el sentido de evento. Ésta me ha parecido la clave de lectura justa para introdu-
cirme en la complejidad de las transformaciones actuales en el valle del Ofanto
y en la Tierra de las Gravinas del Arco Jónico, dos lugares que no podía omitir
en mi investigación porque son delicados milieu de prospectivas sobrepuestas,
Conversaciones de coexistencia. Los lugares y políticas de dos áreas rurales de Apulia 183
El valle del río Ofanto desde siempre se ha considerado en Apulia una área de
transición entre ambientes y culturas distintas. Aunque no hay un mapa del valle,
éste coincide con un ambiente heterogéneo, entre las provincias de Foggia y Bari,
formado por pequeños y grandes municipios, estos últimos importantes por la
presencia de pequeñas y medianas empresas, y territorios agrícolas extensos a la
vez que profundamente diferentes. Desde los años 60 hasta los 90, el desarrollo
económico de esta área rural se ha caracterizado por el Intervento Straordinario
per il Mezzogiorno, instituido para reducir el gap de desarrollo entre norte y sur.
El Intervento Straordinario en el valle del Ofanto quería reforzar la agricultura
mediante la construcción de un sistema de infraestructuras hidráulicas necesarias
para combatir la escasez de agua de un valle y una región semiárida del sur.
El resultado de esta política fue la «domesticación» y la explotación sin límites
del río, determinado en gran parte por las actividades agrícolas, lo cual ha llevado
al río a una situación de crisis ambiental, al límite de la irreversibilidad. Cuando
cesó el Intervento Straordinario en los años 90, empieza una nueva temporada
de desarrollo auto-propulsivo caracterizada por un insólito fermento económico
Conversaciones de coexistencia. Los lugares y políticas de dos áreas rurales de Apulia 185
La parte occidental del Arco Jónico está marcada por las gravinas, que son
profundos surcos calcáreos causados por la erosión del terreno y que conectan
las colinas de la Murgia con el mar Jónico. Por eso a la provincia de Taranto
la conocen como: la Tierra de las Gravinas. Ésta comprende un territorio de
trece municipios, la mayor parte de ellos son de pequeñas dimensiones, y todos
están caracterizados por una economía principalmente agrícola. Aquí también,
hasta los años 90, el desarrollo económico estaba marcado por el Intervento
Straordinario per il Mezzogiorno al cual se debe la ubicación en Taranto del
establecimiento siderúrgico Italsider, el actual ILVA. El establecimiento de Ta-
ranto hoy es uno de los más contaminantes del campo siderúrgico que han
sobrevivido a la reforma económica aplicada por los procesos de globalización
en Europa.
El asentamiento de la Italsider transformó el Arco Jónico en la periferia de
la zona industrial. Las actividades agrícolas al no poder competir con la gran in-
dustria se quedaron sin mano de obra necesaria para sostenerlas y fracasaron. La
crisis del sector siderúrgico de los años 80 y la privatización del establecimiento
en 1996, indujeron a los pequeños centros de la Tierra de las Gravinas a buscar
un nuevo camino de desarrollo. La agricultura, sobre todo en la zona entre la
Murgia y la costa, muy pronto volvió a representar una fuente de ingresos im-
portante para el área, pero, al mismo tiempo, se transformó en una práctica más
agresiva hacia el ambiente. Las prácticas agrícolas intensivas fragmentan ecosiste-
mas, sustraen agua de las faldas, usan pesticidas, se apropian de las gravinas, des-
piedran las zonas murgianas incentivadas por la política agrícola de comunidad,
comprometiendo, de modo irreversible, la morfología.
186 Valeria Monno
En el valle del Ofanto la temporada del desarrollo local coincide con un pro-
ceso de fragmentación territorial favorecido por la irrupción de los programas
e iniciativas nacionales y europeas creados para su promoción. Este proceso va
acompañado de la aparición sobre la escena política de una nueva atención hacia
la naturaleza y las culturas originales, que hacen de medio para agregar intereses
diferentes a partir de un terreno de identidad común. Así en el valle del Ofanto
aparecen dos sectores: el agrícola, que atañe a la cultura rural de la Piana del Ta-
voliere, y la de la pequeña o mediana empresa que, por el contrario, se construye
en torno a la identidad laboriosa del contorno urbano del territorio Bari-Ofanto.
Ambas coaliciones de actores locales concernientes a la identidad ponen manos a
la obra para realizar nuevos proyectos de desarrollo.
Poco a poco, municipios, asociaciones de categoría, empresas y asociaciones
ambientalistas, algunos por simple conveniencia, otros por estar encantados con
nuevo esquema de desarrollo o porque estaban convencidos de proteger el am-
biente, acogían la nueva cultura del hacer y del proyecto. Esta cultura tiene una
cualidad: la de permitir a cada una de estas identidades luchar por sus propios
intereses sin tener que entrar en conflicto.
En el Valle del Ofanto estaba naciendo una nueva geografía de la diferencia
«cultural-ambiental» gracias a la creación de comunidades de proyecto que se
construyeron en torno a los programas nacionales y europeos. Lo que hay en
común entre la mayor parte de estas comunidades de proyecto es una activi-
dad dirigida principalmente a la promoción territorial que precisa una nueva
sensibilidad hacia las cualidades ambientales de los territorios. En estas comu-
nidades el territorio se transforma en un recurso ambiental indispensable para
un desarrollo económico competitivo que mira a lo típico y a la calidad de los
productos locales, ya sean agrícolas o artesanales. Los eslóganes más utilizados
en estos proyectos son: «El ambiente se come» y «Valorar los bienes culturales y
ambientales para un turismo rural», que representan este cambio de sensibilidad
hacia el ambiente, pero que pocas veces se corresponde con un cambio de com-
portamiento y cese en el abuso de los recursos ambientales.
Si se observa esta geografía, a través de las comunidades de proyecto, compone
un espacio de relaciones y prácticas que no están equiparadas. En el Valle la más
influyente y activa en la zona es la del «Pacto Territorial Barese-Ofantino norte»
que nació en el 1998 y que operó a través de su Agenzia di Sviluppo (Agencia
del Desarrollo) y más adelante, mediante sus cuatro agencias, para el Turismo,
para la Calidad del Ambiente, la de Internacionalización y la de Cohesión Social,
cuyos objetivos se construyeron a través de un largo proceso de participación de
Conversaciones de coexistencia. Los lugares y políticas de dos áreas rurales de Apulia 189
los actores clave. Ésta representa la nueva alianza entre instituciones públicas de
pequeñas y medianas empresas que crecieron en la sombra del desarrollo econó-
mico después de la guerra.
Con la aparición del Pacto como protagonista clave, la imagen del «Barese-
Ofantino norte» reemplaza la del paisaje fluvial del valle del Ofanto y en este
proceso sustituye un pasado rural con un futuro de desarrollo autopropulsivo
basado en la pequeña y mediana empresa. El reclamo de un ambiente fluvial
consigue catalizar un consenso en el plano político, pero en éste, el río es un
elemento marginal.
El Pacto Territorial, que sus componentes no dudan en definir como un «es-
tado nuevo», ofrece a los actores locales un espacio político capaz de catalizar los
viejos y nuevos intereses presentes en el área. Actúa como agente de cambio gra-
cias a su gran capacidad de negociación y coordinación, que habla correctamente
el lenguaje de los programas europeos, y actúa adoptando la lógica eficiente,
algo inusual en este territorio. Frente a una esfera pública en crisis, el Pacto se
convierte, junto a sus agencias, en la nueva cabina de control del desarrollo lo-
cal. Éste dispone de una organización capaz de organizar y gestionar relaciones
y prácticas en este extenso ámbito territorial. Pero mientras las relaciones entre
Pacto, actores económicos y Gobiernos locales se hacen más intensas, las de la
gente local y las asociaciones ambientalistas se debilitan.
En este nuevo grupo de relaciones y prácticas muy pronto la Agencia para la
Calidad Ambiental instituida por el Pacto se convierte en el nuevo gatekeeper de
las políticas ambientales en el área.
La agencia se propone integrar economía y ambiente creando un nuevo siste-
ma de calidades ambientales en el «estado nuevo». Claramente éste es un sistema
instrumental para promover el desarrollo económico, necesario para obtener los
fondos nacionales y europeos. El eslogan «el ambiente se come» se convierte
también en eslogan de la Agencia. Para su director, el futuro del «estado nuevo»
se pone en riesgo de conflictos y límites culturales que la cuestión ambiental co-
rre el peligro de agravar. El deber de la Agencia consiste sobre todo en la gestión
de los problemas ambientales. La construcción de cualquier estrategia ambiental
debe tratar de realizar un cuadro de nuevos conocimientos y de señaladores útiles
para hacer una lista y enumerar de modo preciso dichos problemas para poderlos
controlar y resolver.
Con este frame de acción, la Agencia, que se encarga aunque de modo in-
formal de la sexta provincia apulesa, recién formada por las ciudades de Andria,
Barletta y Trani, pone en marcha un proceso de Agenda 21 Local en el ámbito
de la cual aparece el primer informe sobre el estado del ambiente en el área va-
liéndose del apoyo de expertos y manteniendo una oportuna distancia crítica de
las asociaciones ambientalistas locales que criticarán duramente esta decisión.
Más adelante organiza los foros para la construcción de la «visión» de desarrollo
para el área.
Confirmando su voluntad de actuar como leadership, la Agencia limita el
proceso de participación a los actores clave que trabajan en el área. Los foros,
190 Valeria Monno
He encontrado este río muchos años después, durante mis estudios de in-
geniería. Durante estos años la imagen del lecho árido se ha convertido en un
paisaje de agua abundante, recogida en muchos diques de aprovisionamiento
hídrico para la agricultura. La primera vez que, verdaderamente, vi el río fue en
los años 90, a través de los ojos de algunos ambientalistas del Centro de Educa-
zione Ambientale de San Ferdinando di Puglia que cité para entrevistarles sobre
el proceso de institución del Parque de la Desembocadura del Río Ofanto, un
proceso lleno de problemas y que todavía está bloqueado.
Antes de empezar a hablar del parque, la primera cosa que hicieron los am-
bientalistas fue enseñarme el Ofanto. Me acompañaron durante un pequeño
viaje virtual por las numerosas habitaciones de su sede, en todas, había repro-
ducciones de los ambientes del río. Aún había vida en el río, árboles y ambien-
tes protegidos donde vivía la nutria. Todo a mi alrededor me decía que era un
mundo que corría el peligro de ser erradicado definitivamente y que era preciso
aprender a amarlo y respetarlo.
Una vez acabado este viaje por el río empezamos a hablar del parque.
He vuelto a ver a aquellos activistas y a muchos más en numerosas ocasiones.
Para los activistas hablar del parque significaba escribir la historia del Ofanto
para hacerlo finalmente visible después de tantos años sin reglas y de transgre-
siones continuas en ese trozo de naturaleza. Querían volver a escribir esa historia
como una historia de explotación de la naturaleza que las relaciones, las fuerzas
del poder, entre técnicos políticos y economía local habían hecho posible. La
verdadera historia del río no es la famosa historia que han contado de una mo-
dernización hecha en nombre del interés público —la lucha contra la escasez
de agua— combatida en nombre de un bien común, es decir, el desarrollo de la
Apulia. Al contrario, ésa era una historia de traición del interés público a favor
del bien de pocos, una alianza entre políticos técnicos y economía local, los
cuales habían construido el acuerdo en torno a una democracia del agua, que
concentraba el poder en manos de pocos, así como distribuía el agua entre los
distintos diques. Esta alianza entre políticos técnicos y economía local, consi-
tuida en torno a los fondos puestos a disposición de la Cassa del Mezzogiorno,
había erosionado poco a poco toda forma de respuesta y de reivindicación de
justicia ambiental relacionada con el uso del río, al cual ésta había contrapuesto,
en una región atrasada en el desarrollo, por un lado, nuevas, aunque precarias,
oportunidades de trabajo relacionadas con la construcción de obras públicas y,
por otro lado, dejando que la explotación ilegal de las áreas protegidas siguiera
sin intervenciones drásticas.
Podría describir el proceso de explotación del río que recogí de la expli-
cación de los activistas como un campo de fuerzas hechas de acuerdos firmes
entre políticos, técnicos y economía local y de acuerdos débiles entre esta
alianza y las poblaciones que vivían en el valle, las cuales habían generado
en nombre del progreso una especie de indiferencia hacia el uso que se hacía
del río y hacia la sustitución lenta e invasiva de su experiencia por la de la
técnico-experta.
192 Valeria Monno
del entorno. Otros dicen que se debe admitir que la temporada del desarrollo
sostenible ha permitido realizar el parque. Han pasado de hablar del parque para
hacer el parque a través de pequeños proyectos como «il Percorso Pero» que de-
muestra la posibilidad de hacer el parque y, por lo tanto, cambiar las prácticas de
producción de los lugares.
Todos están de acuerdo en que la creación del Pacto Territorial y de la Agen-
cia para la Calidad del Ambiente han debilitado toda política para la naturale-
za. ¿Qué autoridad puede tener esta Agencia tratándose de bienes comunes? Al
mismo tiempo todos son conscientes del hecho de que al haberse apoyado en
los Gobiernos locales, las asociaciones han perdido el contacto con la gente que
ahora les consideran «colapsadas» con la política y no más una vanguardia. Y las
asociaciones reconocen que ya no desempeñan este papel en el espacio de las
relaciones. ¿Quién cuidará del ambiente? Su futuro es oscuro, pero puede que
la vuelta de la idea de parque, en este caso parque de ideas, pueda abrir algún
camino a la esperanza.
El parque como territorio que hay que gobernar, el parque como experi-
mentación y el sistema de las calidades ambientales son los tres conceptos do-
minantes en la geografía de la transición del valle. El concepto de parque como
lugar privilegiado del desarrollo sostenible parece ofrecer alguna perspectiva de
reconciliación (Barbanente y Monno, 2005). Pero mirando bien la confronta-
ción entre valores ambientales y los de matriz económica, que se desarrolla prin-
cipalmente fuera de las actividades formales ya sea de la Agencia, de las asocia-
ciones ambientalistas o de los Gobiernos y entidades locales, desvela problemas
mucho más profundos y difícilmente reconciliables en el interior del concepto
de parque. Surge un profundo conflicto entre las formas institucionales que cada
concepto lleva en su interior.
La Agencia actúa siguiendo la lógica de construcción de una alternativa de
desarrollo local que coloca en el centro de las relaciones entre sociedad civil e
instituciones públicas a las comunidades de proyecto, responsables de la com-
petitividad territorial. El papel central atribuido a las comunidades de proyec-
to corresponde a una concepción del sistema de calidades ambientales, como
resultan de las negociaciones entre intereses. Para la Agencia, el espacio de las
relaciones es competitivo, plural y negociable por parte de esas comunidades de
proyecto, legitimadas en la acción del acuerdo que éstas consiguen crear en torno
a las propias acciones. Su forma de negociar tiene éxito, ya que no obliga a los
actores a transformar prácticas y rutinas consolidadas, sino que les permite que
se adapten y de este modo reducen los costes de posibles reformaciones y nuevas
organizaciones en los cambios globales o locales. En esta perspectiva no hay sitio
para mediaciones entre valores problemáticos sino sólo para negociaciones entre
Conversaciones de coexistencia. Los lugares y políticas de dos áreas rurales de Apulia 195
Territorio competitivo
Gobiernos
Negociación locales
Negociación Comunidad
Sociedad de proyecto
civil
Sociedad Instituciones
civil Presión Actores
Asociaciones públicas
y Negociación económicos
comunidades
de proyecto Mediación
196 Valeria Monno
El desarrollo local también llega en esta área a través de los programas nacio-
nales y europeos, pero aquí encuentran un territorio que aún está bajo el efecto
de los impactos sociales, económicos y ambientales producidos por la monocul-
tura industrial. Aquí los Pactos Territoriales no funcionan a causa de la ausencia
de pequeñas o medianas empresas lo bastante robustas. En cambio, principal-
mente se usan los programas europeos como los Leader, PIT y PIS, generalmente
utilizados como fuente de financiación que sustituye la estatal. En un territorio
Conversaciones de coexistencia. Los lugares y políticas de dos áreas rurales de Apulia 197
donde falta una mentalidad empresarial y una clase dirigente, los PIT y los Leader no
ponen en marcha ningún tipo de desarrollo alternativo, ni tampoco un desarro-
llo local sostenible. Es difícil hablar de ambiente en este territorio tan débil bajo
el perfil político y socioeconómico por culpa de los gravísimos daños ambienta-
les que han creado la industria siderúrgica y la agricultura.
En la zona hay una opinión común sobre estos nuevos programas, dicen que
no son más que el típico business. De hecho la construcción de los proyectos se
sigue haciendo en habitaciones cerradas, y al poder de pocos. De todos modos,
la transición hacia un desarrollo local sostenible da visibilidad a trayectorias de
desarrollo, que ya existen en este territorio. El Arco Jónico quiere separarse de
Taranto, con la cual comparte, principalmente, los costes del desarrollo más
que los beneficios. En particular, las agregaciones territoriales que se forman
en torno a los Leader describen el intento de crear en la Tierra de las Gravinas
una identidad propia sin la cual es difícil trazar o reforzar caminos de desarrollo
alternativos a la industria.
Hoy, el Valle del Ofanto y la Tierra de las Gravinas representan dos territorios
cuyos límites fuzzy no se pueden trazar sobre un plano euclídeo. Éstos forman
parte de la geografía mutante de una región, que está pasando por un proceso de
cambios, en la que son frecuentes señales de naturaleza y cultura original. Pero
¿dónde está la naturaleza? ¿Qué sitio le reservarán en el futuro?
Si quisiéramos interpretar la geografía de estas dos áreas rurales utilizando
el framework de la integración o del parque se podría concluir que la historia
del valle del Ofanto es una geografía que explica los límites del concepto de
integración y la fallida política de los parques, por cómo la han descrito en
muchos libros. La geografía de la Tierra de las Gravinas confirma, en cambio,
el fracaso de las políticas de desarrollo sostenible y de la integración cuando se
encuentran con una cultura local incapaz de aprender. En esta tierra, «gana» el
parque como proyecto top-down y de construcción de límites específicos entre
naturaleza y desarrollo. Las dos geografías indican cómo el camino hacia un
desarrollo local sostenible, de contornos tan vagos como inciertos, aunque in-
troduce lenguajes y maneras de proceder nuevas, y principios de tolerancia más
reducidos respecto a los ya existentes, hacia una explotación indiscriminada de
los recursos ambientales, es un proceso que reduce las diferencias existentes,
oculta los problemas de justicia ya sean de tipo social, económico o ambiental,
y reproduce con una forma nueva los límites y los problemas entre naturaleza y
sociedad. En ambas áreas, la cultura de la integración ha hecho suyas las luchas
para la protección de la naturaleza, vaciando su contenido y debilitándolas. El
concepto de parque está en un contenedor vacío que ya no es capaz de activar
algún tipo de cooperación o promover un esfuerzo colectivo para gestir econo-
mía y ambiente en una prospectiva de largo período. En ambas áreas, la cultura
de la integración aún está lejos de su realización. El impacto de la cultura de la
sostenibilidad en estos territorios al final, solamente produciría una moderni-
zación ecológica blanda.
Conversaciones de coexistencia. Los lugares y políticas de dos áreas rurales de Apulia 201
que disponen para tomar decisiones que vayan más de acuerdo con lo que está
sucediendo, así como afirmó Weick: «to unterstand improvisation as strategy is
to understand the order within it and what we usually miss is that a little order
can go a long way» (1987, pág. 229).
Este modo de dar sentido a la realidad tiene implicaciones profundas con los
modos de concebir la coexistencia con la naturaleza. La integración, observada
a través de los ojos de las asociaciones ambientalistas del valle del Ofanto, no
es una condición necesaria y suficiente para poner en marcha un recorrido de
desarrollo que tutele el ambiente, ni la sostenibilidad es el verdadero desafío que
se tiene que enfrentar en él. El verdadero desafío en el valle es repensar las cate-
gorías de naturaleza y ambiente, así como nosotros las hemos concebido hasta
ahora, afrontando la turbulencia de las transformaciones a través de un proceso
de experimentación. La propuesta de repensar el parque como parque de ideas
parece dar énfasis a la voluntad de no renunciar a esta mentalidad activa y re-
flexiva al mismo tiempo. Ciertamente el dominio de la política tiene que quedar
siempre como un ámbito de negociación y contestación en continua tensión con
el ambiente biofísico. La tensión es algo siempre presente, cuyos extremos están
relacionados de modo que hace posible el funcionamiento de una síntesis de esas
relaciones sin reemplazarlas o atenuarlas. La ética de la responsabilidad y del bien
común, de algún modo, es el tratar de vivir juntos.
Para afrontar este desafío se precisa una voluntad política que acepte arries-
gar y que asuma la responsabilidad de nutrir espacios de aprendizaje cotidiano
donde una política en los lugares sea el resultado de prácticas intencionales y
emergentes.
El espacio-tiempo del contacto, con su mirada hacia el futuro, expone algu-
nos de los motivos por los cuales las diferentes trayectorias que pueblan el Valle
no han conseguido, hasta este momento, entrelazar y encontrar campos de po-
sible colaboración. El concepto de parque, una palabra que aparece en cada tra-
yectoria, y que por este motivo parece poder construir un punto de partida para
tejer nuevas relaciones y prácticas de cooperación dirigidas a la tutela del río, en
realidad, sólo de modo ficticio puede acercar posiciones distantes. En cada tra-
yectoria el concepto de parque está relacionado con otros conceptos y problemas
específicos que pretende resolver, en los cuales no existe ningún acuerdo. Ade-
más está relacionado con una prospectiva de esfera pública diferente. Cuando
se explora en el espacio-tiempo del contacto, el problema no se limita sólo al
existente entre naturaleza y sociedad, entre economía y ambiente. Éste atañe a
la geografía institucional, a las formas de democracia que deberían acompañar el
proceso de transición hacia la sostenibilidad.
Las asociaciones miran a la esfera pública habermasiana, la Agencia, en cam-
bio, a un espacio de interacción plural, el Gobierno regional a una democracia
deliberativa en la cual la participación de la sociedad civil en los procesos de
decisión es sólo periférica y la negociación con los actores políticos y económicos
clave del territorio se queda abierta. Este conflicto es el que representa diferentes
perspectivas de los procesos de producción de los lugares y las que deberían con-
Conversaciones de coexistencia. Los lugares y políticas de dos áreas rurales de Apulia 203
siderarse conocimientos válidos en ellos, más que los diferentes valores que posee
cada agente para impedir la creación de cualquier tipo de alianza entre ellos. Este
conflicto va más alla de la cuestión de las «reglas» a seguir en la interacción como
base de un diálogo abierto.
Es un modo de aprender a actuar y practicar en un terreno que no es común,
que puede obtenerse sólo si existe un deseo legítimo de desafiar los vínculos ins-
titucionales y las normas sociales, y compartir solidaridad, ayuda recíproca y una
ética del cuidado entre agentes distintos. Estas prácticas evitan expertos y proyectos
y pueden ayudar a buscar colectivamente vías de fuga del silencio y del aislamiento.
Esta forma de ética basada en trabajar y aprender colectivamente utiliza el terreno
no común que encontramos todos los días en la vida cotidiana.
Si las formas de acción e interacción en las que se basa la actividad de la
Agencia y del Gobierno pueden encontrarse fácilmente en el terreno de la nego-
ciación entre intereses, interrumpiendo cuestiones de aprendizaje de las relacio-
nes entre naturaleza y sociedad, el concebir la interacción propia del ambientalis-
mo que busca recorrer «terrenos no comunes» (Chatterton, 2006) mientras que
la práctica de una ética de la responsabilidad y del cuidado se quedan débiles.
Pero es gracias a un ambientalismo reflexivo que acepta la responsabilidad de su
juicio moral (Barman, 2006) y por esto no se rinde ni al parque, a toda costa, ni
a la lógica administrativa, para hacer que el espacio de posibilidades de repensar
al futuro del río en este valle se quede abierto a la experimentación y con ésta
a todas las tensiones que derivan de las cuestiones de justicia que acompañan
siempre a la producción de nuevas formas de coexistencia.
En la geografía ambiental de la Tierra de las Gravinas del Arco Jónico en
cambio, las relaciones y las prácticas en la base de los procesos de producción de
los lugares se han quedado impermeables a la cultura de la sostenibilidad. La eco-
nomía industrial y la lógica de los polos de crecimiento gozan aún de un poder
extremo en la prefiguración de futuros posibles. Pero en esta tierra, la lógica de la
reconciliación entre valores empieza a considerarse una condición necesaria para
introducir nuevas sensibilidades ambientales y facilitar la creación de una nueva
comunidad sostenible.
De todos modos, el perdurar de las fuertes relaciones de poder, aún dema-
siado estables, hace imposible pensar en algún tipo de integración que pueda
desarrollarse a través de una confrontación abierta entre diferentes éticas y va-
lores. Experimentar no forma parte del horizonte de la acción a corto plazo. Se
necesitan certidumbres, hechos que demuestren que otro desarrollo es posible.
La institución del parque se inscribe en esta necesidad de acciones concretas y
de «espacios de verdad». En esta búsqueda de hechos, el ambientalismo local no
se compromete a reflexionar de modo crítico sobre sus propias acciones. Aquí se
trata de una cuestión de instrumentos idóneos (Hajer, 1999).
Aquí también aprender es crucial, pero en este caso los espacios de aprendi-
zaje se tienen que promover y construir, más que valorizar.
Las debilidades de este uso excesivamente pragmático salen a la luz cuando
la mirada se proyecta al futuro. A la exigencia de la construcción de «espacios de
204 Valeria Monno
7. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
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Dinámicas de identidad y uso del suelo
en las descripciones normativas: área natural
y protegida de Gravina di Puglia (Italia)*
Adele Celino**
Politecnico di Bari
Angela Colonna***
Politecnico di Bari
Grazia Concilio
Universidad de la Basilicata
1. INTRODUCCIÓN
Las imágenes del territorio usadas para representar una actividad de planifi-
cación se revelan, a menudo, ineficaces en la formulación de estrategias de acción
adecuadas, tal vez debido a las categorías descriptivas utilizadas. Una lectura
«objetiva» y taxonómica no siempre puede representar la complejidad del territo-
rio investigado; de éste se necesitaría, probablemente, una lectura más selectiva,
dirigida e interpretativa.
Dar una respuesta a tal necesidad constituye el objetivo principal del estudio
presentado en esta contribución, dirigido a la construcción de una «descripción
normativa», es decir: de una descripción construida a partir de un cuadro cogni-
tivo con carácter prescriptivo. Durante el trabajo desarrollado para la institución
del área natural protegida de la Gravina en Apulia (un surco geológico en el sur
de Italia), el análisis y el proyecto han sido creados en mutua reciprocidad, pro-
duciendo precisamente una «descripción normativa». El proyecto ha sido creado
como instrumento de procedimiento (desde la definición de normas, prescrip-
ciones e indicaciones, hasta la definición de las maneras para establecer las reglas
de comportamiento que «producen» el territorio) y las comunidades instaladas
han sido consideradas como conjuntos mudables que de manera continua rees-
criben la forma de sus relaciones (Celino y cols., 2001).
Utilizando tal perspectiva se ha intentado estructurar la observación del área
de la Gravina con el fin de producir una imagen de identidad que incluyese
los aspectos dinámicos de las relaciones que la han definido y que aún hoy la
definen. En particular, el uso de «descripciones normativas» ha producido una
prescripción informada en la que la información se basa en juicios diagnósticos
y preventivos expresos en el ámbito de una visión dinámica de los procesos de
producción de las identidades.
Con el fin de reconstruir los aspectos dinámicos, las identidades han sido
explicitadas a través de los caracteres de invariancia y variancia que definen el
surco geológico de la Gravina, considerado como un elemento único en el siste-
ma territorial en el que se encuentra y con la condición de cremallera al confín
con otros territorios limítrofes.
Precisamente a través de los caracteres de invariancia y variancia han sido
delineadas dos posibles «descripciones normativas» a partir de dos diferentes
puntos de observación de la dinámica de la identidad: el primero se refiere a la
estructura y a los caracteres de las relaciones asentadas y a las relativas transfor-
maciones orientadas a la adaptación al contexto ambiental; el segundo, por el
contrario, se refiere a la forma de las relaciones ecológico/ambientales que se han
adaptado a las transformaciones antrópicas (Braudel, 1997).
La presente contribución, partiendo de la presentación del procedimiento
de producción utilizado para la construcción de las descripciones normativas,
se detiene en particular en la primera: «la integración de los recursos». Al de-
linear las principales características se detiene en la función desarrollada por el
recurso «agua» en el procedimiento del territorio (Bevilacqua, 1989). El sistema
del recurso «agua», de hecho, ha sido considerado un elemento fundamental
de la conexión ecológica y un importante factor en la formación histórica del
territorio.
Dinámicas de identidad y uso del suelo en las descripciones normativas… 209
CONSTRUCCIÓN
ORIENTADA Y
SELECTIVA DE LA
DESCRIPCIÓN
Emergencias INTERPRETACIÓN
ESTRUCTUR ACIÓN
DE LOS CRITERIOS HIPÓTESIS DE LA
DE SELECCIÓN Y NORMATIVA
ORIENTACIÓN
ORIENTAMIENTO
EXPLORACIÓN DIRECCIONES
Elem. de Variancia ESTRATEGIAS DE
ACCIÓN
Elem. de Invariancia
OBSERVACIÓN
Dinámicas de identidad y uso del suelo en las descripciones normativas… 211
¿Qué quiere decir para nosotros realizar hoy, con conciencia, un espacio de
desplazamiento? ¿Qué quiere poder decir en relación al problema del uso de los
recursos, y del recuso agua en particular?
1
Cañadas: senderos para la migración de las ovejas.
2
En Apulia, durante la Edad Media, en las cuevas pulleses se desarrolló la así llamada «civi-
lización rupestre» con aldeas enteras en tufo y cuevas decoradas con frescos.
214 Adele Celino, Angela Colonna y Grazia Concilio
terísticas del lugar: entre flujos que en aquel lugar definen cualidades específicas
y puntuales. El topónimo, a su vez, favorece relaciones en las cuales prevalece la
referencia a fenómenos naturales (hídricos, geólogicos, morfológicos, fáunicos,
florales) o a los procesos antrópicos (uso de los recursos, propiedad, genius loci,
infraestructuras, dedicación).
3
La trashumancia ha representado una profunda tradición rural de las regiones en las cuales
existe un fuerte contraste entre áreas montañosas y llanuras. En el territorio de la Gravina también
tenía lugar la trashumancia cuando en octubre y mayo los pastores dirigían el ganado desde el
Abruzo, Molise y Campania hasta la Apulia.
Dinámicas de identidad y uso del suelo en las descripciones normativas… 215
aquella parte del pasado que ya es remoto. En la frontera entre Murgia y Fosa
Bradanica, el territorio de la Gravina se estructura como cremallera entre los dos
paisajes; a escala reducida, también la Gravina que la atraviesa tiene la misma
función de cremallera puesto que contiene características que son una síntesis de
ambos paisajes. Esta peculiaridad se revela en un útil instrumento para valorar
las transformaciones provocadas por el hombre en el área. Los asentamientos
preurbanos y urbanos de hecho se concentran a lo largo del surco de la Gravina
en una relación estrecha con el asentamiento difuso en el territorio; el carácter
de cremallera entre paisajes convierte, en los hechos antrópicos, la función del
enlace territorial a escala regional. El enlace ecoambiental de la Gravina se trans-
forma también en vía de enlaces entre pueblos y culturas, entre las zonas del
interior y las costeras (jónico, adriático, tirrénico).
La continuidad (en cuanto a permanencia) del asentamiento antrópico, des-
de edades muy remotas hasta la actualidad, es la señal de que, desde siempre, sus
distintos pobladores lo han considerado un lugar propicio para el desarrollo de
sus actividades, precisamente en virtud de la gran variedad de los paisajes natu-
rales. La actual ordenación, por lo tanto, es el resultado de una estratificación
producida durante tiempos muy largos.
Mar
Foggia
Adriático
Torrente Gravina
Gravinain
CAMPANIA
Rio Bradano
A P UL IA
River
Taranto
BASILICATA
Lecce
Jonio
Tirreno
216 Adele Celino, Angela Colonna y Grazia Concilio
Zonas fértiles, húmedas pero sin estancamiento de agua; con larga tradición de
empresas agrícolas.
Terreno tufoso. Zona húmeda carente de asentamientos históricos.
Parconi. Tendencia al estancamiento de agua superficial: los terrenos han sido saneados
para el uso agrícola.
Zonas húmedas sin estancamiento de agua superficial, por lo que los terrenos han sido
saneados para el uso agrícola.
Dinámicas de identidad y uso del suelo en las descripciones normativas… 217
Zona filtro del agua encontrada por cursos que almacenan aguas pluviales. Terrenos
permeables y aguas poco profundas, que se pueden hallar a través de pozos. Terrenos
fértiles y antiguas presencias de asentamientos antrópicos.
Zona de depósito de los detritus, traídos por los cursos de agua pluvial en la
confluencia del torrente Petecchia y del torrente Gravina. Terrenos con mucha arcilla
que ha producido la actividad reductiva. Terrenos poco adecuados para el uso agrícola
y ausencia de asentamientos históricos antiguos, al contrario que la colindante zona de
Pietramagna.
Zona forestal en la extensión actual. Antiguamente reserva de caza y utilizada para la
recogida de leña.
Zona deforestada y posteriormente puesta en cultivo. Terreno muy fértil y presencia de
ricas empresas agrícolas.
Zona de terreno que ha sido, en el pasado, saneada y puesta en cultivo. Presencia de
pequeñas empresas añadidas a la bonificación hecha a través del cultivo y la crianza.
Zona con prevalente economía de crianza de suidos, que aprovechan la cercanía del
bosque. Presencia de iazzi.
4
Lugares donde está prohibida la entrada a los pastores.
5
El ambiente del Mediterráneo es evidente en el extenso crecimiento de la «mancha» a lo
largo de casi toda la costa, que surge de la destrucción de originales extensiones de acebo.
6
En la región de la Apulia, las «masías» son grandes centros agrícolas.
218 Adele Celino, Angela Colonna y Grazia Concilio
4. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
Bevilacqua, P., «Acqua e terre nel regno di Napoli», en VVAA, L’ambiente nella storia
d’Italia: studi e immagini, Venecia, Marsilio, 1989.
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Braudel, F., «Histoire, mesure du monde», en R. de Ayala y P. Braudel (ed.), Les ambi-
tions de l’histoire, París, Editions de Fallois, 1997.
Dinámicas de identidad y uso del suelo en las descripciones normativas… 219
Puede ser que alguno entre nosotros haya pensado, por un instante, en una
posible utilidad de la asignatura de Geografía en la escuela. Pero creo que todos,
o casi todos, hemos pensado mucho en la inutilidad de esta disciplina. Y creo
que ya estamos convencidos de esta inutilidad (y si hubiese alguien que no lo
estuviera siempre hay un ministro preparado para ayudarlo).
Yo también he pensado en ello y quiero indicar aquí, una decena de motivos
(no son todos), que hacen oportuna, hasta necesaria, la eliminación de la Geo-
grafía en la escuela.
Hoy la escuela no tiene que formar a ciudadanos del mundo, sino que debe
formar a ciudadanos sólo de su barrio, de su pueblo o mejor aún, del trocito de
calle donde viven. Ciudadanos que miren sólo al espacio pequeño que los cir-
cunda. Se convierte entonces, en inútil una disciplina, como la Geografía, que
está caracterizada, en cambio, por un método sistemático, que tiende, desde su
óptica, a ver sobre todo los vínculos espaciales entre elementos, antrópicos y físi-
cos, en las escalas más variadas: desde el municipio al Estado y al mundo entero,
desde el pequeño valle al continente.
Se convierte en inútil una disciplina que no educa sobre las particularidades
locales, sino para la internacionalización, que —como Kant dijo— forma ciu-
dadanos del mundo.
se aprende en la escuela a leer y usar los mapas). Todo esto estaba comprendido
en el lenguaje gráfico, característico de la Geografía, aunque no sólo de ella. Y así
llegamos a otro «porqué».
He aquí otro motivo para eliminar la Geografía. Pues sí, porque en el pasado
se creía que el territorio era un sistema territorial, un sistema antropofísico, y
como tal se veía y se enseñaba a los alumnos. La Geografía también tenía que
hacer descubrir que el territorio estaba constituido por muchos elementos, an-
trópicos y físicos, todos vinculados entre ellos e inherentes, de modo directo o
indirecto. Porque así lo creían, en el pasado. La Geografía, entonces, tenía que
hacer descubrir que el territorio no era una simple suma de esos elementos, sino
que era un sistema territorial, una sistema antropofísico. Un sistema no estático,
sino movido, orientado por una propia dinámica interna (cambiaban, a lo largo
del tiempo, los elementos y las relaciones entre éstos) y por las relaciones que lo
vinculaban a otros sistemas territoriales.
Creían que todos los elementos, ya sea los antrópicos o los físicos, estaban
conectados entre sí, y que formaban un conjunto que actuaba y reaccionaba
sinérgicamente; y de esta creencia se deducía que:
¡Error, error gravísimo! Ningún elemento está vinculado a otros, son todos
aislados.
1. INTRODUCCIÓN. LA GLOBALIZACIÓN
Y LA RESPUESTA IDENTITARIA
Según Touraine (1992), las identidades proyecto son creadas por actores so-
ciales que redefinen su posición social y buscan la transformación de toda la
estructura social. Cuando una identidad de resistencia consigue tener un apoyo
social lo suficientemente amplio está en condiciones de redefinir la norma cul-
tural, política, social o territorial, pasando de una posición de retaguardia a otra
de vanguardia. Desde luego, no todas las identidades de resistencia devienen
en identidades proyecto. En cierta medida, la creación de identidades proyecto
vendría a ser la plasmación del triunfo de identidades de resistencia, mediante
procesos de institucionalización progresiva, a través de plataformas, asociaciones
o partidos políticos.
El ejemplo más claro de identidad proyecto es el de los nacionalismos dentro
de Estados plurinacionales. Así, la independencia de Finlandia respecto de Rusia
puede ser leída como el triunfo de la «identidad proyecto finlandesa», tras una
evolución de décadas de lucha desde una «identidad de resistencia». Igualmente
podríamos citar el caso de Irlanda en relación con el Reino Unido.
Otro ejemplo de triunfo de identidad proyecto podría ser la homosexualidad
en España, tras la celebración de la primera boda gay el 11 de julio de 2005. La
homosexualidad, como expresión identitaria, ha sido una identidad de resisten-
cia durante toda su historia, reclamando los mismos derechos para los ciudada-
nos homosexuales que para los heterosexuales. La legalización del matrimonio
entre homosexuales en 2005 supone, por lo tanto, el paso de una «identidad de
resistencia» a una «identidad proyecto», donde la homosexualidad ha dejado de
Apéndice. Nuevas identidades territoriales del presente… 237
ser una opción marginada legalmente para ser apoyada y refrendada por el Esta-
do, exponente máximo de la legalidad.
europeos. Como apunta Palmeiro Piñeiro, incluso «existe la sospecha de que son
en realidad los fondos europeos los que en gran medida sustentan la identidad y
la propia existencia de la región transfronteriza gallego-portuguesa».
Sería deseable, por lo tanto, avanzar hacia una identidad transfronteriza en-
tendida como una articulación de las diferencias, con un mayor acento en lo
cultural y social, partiendo de la propia ciudadanía y con una mayor base local.
En cierta medida, se trataría de retomar, en definitiva, la noción de identidad
solidaria de frontera a la que hacíamos alusión para el Couto Mixto, teniendo en
cuenta que el paso previo para una verdadera integración entre territorios debe
ser el conocimiento y el reconocimiento de los rasgos culturales mutuos.
por ofrecer una gama amplia y diversa de actividades culturales, capaz de atraer
turismo. También es necesario ofrecer una adecuada promoción de los produc-
tos turísticos, previamente diseñados y planificados, y puestos en valor a través
de campañas en Internet, en los medios de comunicación y en los principales
circuitos especializados del sector (ferias, certámenes, etc.). Todo esto no tendría
sentido sin la creación de una «imagen de marca» de la ciudad, que envuelve y
engloba todo lo demás.
La «imagen de marca» es un producto creado intencionadamente, basado en
un eslogan y una imagen (un logotipo) que trata de sintetizar la identidad de la
ciudad para hacerla llegar al turista y motivarlo para que la visite. Ciudades como
Santiago de Compostela, Salamanca, Barcelona o Bilbao han reforzado notable-
mente su imagen basándose en la promoción de sus respectivas identidades, a
través de sendas imágenes de marca. Es éste un proceso cada vez más habitual en
las ciudades españolas, que hacen suyo la mayor parte de las ciudades y pueblos
que deciden apostar por el turismo cultural.
Por último, cabe mencionar el fenómeno novedoso de la aparición de identi-
dades de resistencia en el interior de las ciudades (Know y Pinch, 2000). A nivel in-
fralocal asistimos al reforzamiento de la identidad de barrio como ejemplo extremo
del intento de recuperación del control sobre el espacio y el tiempo. El carácter de
resistencia se pone de relieve en el hecho de que esta identidad suele ser más fuerte
en los barrios de características más humildes y populares. Vallecas en Madrid, las
Cinco Mil Viviendas en Sevilla, Labañou en A Coruña o Coia en Vigo son sólo
algunos ejemplos de sectores urbanos que construyen su identidad a partir de rela-
tos, mitos, imágenes, vivencias compartidas y nuevas formas de expresión urbana
(música, graffittis, tribus urbanas propias, etc.). Estamos ante un fenómeno cada
vez más importante tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo,
que ha reflejado muy bien F. León de Aranoa en su película Barrio.
Zelanda: «Vi tanto mundo que soy más gallego que nadie.» Galicia está y no
está en Galicia.
do carácter homosexual que reflejan una clara ocupación del espacio. Santos se
muestra crítico con estos barrios homosexuales, elitizados y gentrificados, donde
se reproducen los mecanismos perversos de especulación y aumento del precio
del suelo que nos encontramos en el resto del territorio.
Sin embargo, el autor reconoce la importancia de estos barrios en la creación
de una identidad propia para este grupo. La facilidad para expresar un estilo de
vida propio y el reconocimiento social y público de la existencia de la homo-
sexualidad son aspectos muy a tener en cuenta. Para Myslik (1996), el poder
identificarse con un territorio tiene un gran significado emocional para indivi-
duos tradicionalmente marginados, reforzando asimismo su propia identidad de
resistencia.
A un nivel de análisis inferior, en la Península Ibérica se han generalizado
los «locales de ambiente» en las últimas dos décadas. Bares, restaurantes y pubs
exhiben banderas arcoiris que los identifican con las comunidades homosexuales,
contribuyendo a reforzar la identidad de los colectivos de gays y lesbianas. Estas
identidades homosexuales han sido tradicionalmente de resistencia, organizadas
en grupos y asociaciones enfrentados al orden legal establecido. Pero como de-
cíamos, la ley de matrimonios entre homosexuales recién promulgada abre un
nuevo horizonte en el que podemos hablar ya de una identidad proyecto, en tan-
to en cuanto la legalidad ampara y protege los derechos por los que los colectivos
de homosexuales han peleado desde posiciones de resistencia.
4. CONCLUSIONES
una sensación de ansiedad e inseguridad del individuo, que trata de paliarlas me-
diante la construcción de lo que Castells denomina «identidades de resistencia».
Frente a las tradicionales «identidades legitimadoras» (asociadas al poder de
los Estados y las Iglesias en el pasado), lo propio de la sociedad de la informa-
ción son estas nuevas identidades comunales, que agrupan a individuos unidos
en torno a un proyecto común, basado en una reedición de los tradicionales
conceptos ya mencionados. En algunos de estos casos, estas identidades de resis-
tencia dan lugar a identidades proyecto, como se ha mostrado en el artículo para
el caso de los homosexuales.
En el trabajo partimos de estas reflexiones teóricas para centrarnos en la Pe-
nínsula Ibérica como un escenario privilegiado de análisis. La diversidad históri-
ca y cultural de este espacio nos ha permitido mostrar la existencia de diferentes
grupos que han desarrollado diferentes identidades. En todos los ejemplos he-
mos reflexionado sobre identidades territoriales o con fuerte proyección espacial,
mostrando que en la Península Ibérica (y en especial en Galicia) se reproducen
los procesos señalados por la teoría. La identidad de los emigrantes, la identidad
que desarrollan los nacionalismos periféricos, la identidad en áreas fronterizas,
la reactivación de las identidades locales, la identidad marinera o las identidades
desarrolladas por grupos disidentes nos han servido para mostrar el dinamismo
de estas nuevas identidades con fuerte contenido espacial, que se oponen a la tra-
dicional influencia que había venido ejerciendo el Estado-nación como principal
productor de identidad en la sociedad occidental.
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