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16 de marzo de 2019
Nuestra lucha.
Estrategia y Táctica.
Lo reivindicativo, lo político y lo ideológico.
Cuadro, Militante y Periferia.
Fuerza propia, Alianzas y el Enemigo.
Cada generación tiene su mandato, marcado a fuego por nuestra historia de lucha y el
destino que soñamos y, también, en función de lo que nos demanda la etapa que
transitamos. En esto hay que ser claros: nuestro objetivo estratégico es hacer la
revolución en la Argentina y ese objetivo es inmodificable, esa es la lucha ideológica
que nos atraviesa en cada paso que damos y nos marca el horizonte. Pero, por otro
lado, cada etapa nos marca diferencias con procesos anteriores, es decir, no
construimos la misma herramienta para defender a un gobierno, que para enfrentarlo.
Mientras la televisión nos muestra como “juventud perdida” o algunos hacen hincapié
en la apatía o desinterés en la política, la realidad muestra lo contrario: somos actores
centrales de los cambios y rupturas de nuestra sociedad, por eso el gobierno se
encarga de criminalizarnos y caracterizarnos como amenaza. Lxs jóvenes somos
protagonistas de muchas de las peleas que se están dando para enfrentar el ajuste de
este gobierno, lo que muestra la voluntad de gran parte de nuestro pueblo por discutir
de alguna manera el rumbo político, económico y social que nos está llevando a la
miseria.
Con audacia construyamos de punta a punta de la Patria que Macri ya fue porque se
viene la hora del pueblo argentino.
Sujeto
Lo primero para llevar adelante nuestra práctica política es saber que las
transformaciones en política no son individuales. Aún si tuviéramos las mejores ideas y
métodos, si supiéramos lo que fuera a hacer el enemigo, etc, con nuestra sola voluntad
no bastaría para transformar la realidad. Las cosas se cambian en colectivo o no se
cambian.
Ese sujeto del cambio, colectivo, modificable e histórico (en tanto se construye desde
la misma experiencia histórica y no está predeterminado por condiciones materiales)
debe necesariamente compartir intereses y objetivos. SUJETO DEL CAMBIO NO ES LA
JUVENTUD.
Es por esto que definimos en nuestra práctica nuestro sujeto como Pueblo, es decir
todxs aquellxs que comparten un interés estratégico en la Liberación de la Patria, en
función de poder construir un modelo de país que decidamos las y los argentinos, en
ejercicio de nuestra soberanía, sin tener imposiciones del sistema trasnacional de
dominación que aún llamamos Imperialismo.
Es por esto que llamamos Contradicción Principal a aquella contradicción entre las
fuerzas o sujetos sociales que pelean por la independencia de aquellxs que sostienen
la dominación.
Estrategia y Táctica
Los conceptos de Estrategia y Táctica nos sirven para poder planificar nuestra práctica
y al mismo tiempo valorar las distintas iniciativas que tenemos como organización.
La estrategia en política es aquello que contiene todas las variables de tiempo y
espacio. Hace a la batalla principal que nos proponemos dar e involucra en su seno a
todas las variables de nuestra práctica. Si bien está circunscripta a los límites que nos
proponemos en una determinada planificación, dentro de esa planificación, contiene
todas las variables. Hay estrategia en el análisis de la situación internacional, hay
estrategia en el análisis de la situación nacional y también hay estrategia en el análisis
de la situación de nuestro barrio, colegio o facultad. Podríamos ejemplificar con la idea
de la película. Pensar la estrategia es mirar la película, pensar qué actores intervienen
y su historia, ver sus intereses y sus relaciones, pensar cuáles son sus objetivos a largo
plazo y cómo determinan sus planes de acción. Al mismo tiempo nos exige pensar en
nuestros objetivos y cómo ellos determinan nuestros planes de acción.
Claramente, no hay mirada estratégica sin mirada táctica. Y al mismo tiempo no hay
táctica sin estrategia.
Poder visualizar esto no solamente nos hace poder analizar mejor la realidad de la que
somos parte y que nos rodea, sino que nos permite planificar nuestra práctica con más
claridad.
En primer lugar debemos aclarar que toda nuestra acción militante es política. Acá nos
referimos a lo político en un sentido más estrecho, que nos sirve como categoría de
análisis.
Nos referimos a lo político como la disputa por el control del estado. Dentro de esta
categoría se inscriben los procesos electorales, la construcción de referencias en ese
sentido, etc. Por los vicios liberales de nuestra práctica muchas veces asimilamos la
política a este único sentido, y al mismo tiempo, una porción importante de nuestro
pueblo entiendo lo político como reservado a este plano. Esto, lejos de horrorizarnos,
debe llamarnos la atención sobre la necesidad de contener este plano dentro del
marco más general de nuestra práctica, ya que sino nos aislaríamos de lo que nuestro
pueblo comprende como lo político.
Lo político tiene sus propias reglas y al mismo tiempo sus propios agrupamientos, sus
propias alianzas, sus propios enemigos e incluso su propia consideración de la fuerza
propia.
Esto, lejos de significar un “vale todo” en política electoral, nos debe servir como
comprensión de que esta dimensión de la práctica se inscribe dentro de un objetivo
estratégico que incorpora también los otros planes que desarrollamos aquí. En este
sentido son importantes las valoraciones que hacen a la opinión pública, al control del
estado, a la maquinaria electoral.
En un mundo donde las luces enceguecen, debemos tener cuidado de no enamorarnos
de este plano de la acción, porque si bien es imprescindible, en esto no se agota
nuestra práctica. Pero sí debemos tener conciencia que cuando nuestro objetivo es
disputar el estado debemos contemplar alianzas, enemigos y fuerza propia que en otro
de los planos los consideraríamos en un sentido diferente.
Los agrupamientos ideológicos se caracterizan por ser entre compañerxs con lxs que
coincidimos en la necesidad de pelear contra el sistema hasta el final, más allá de
coyunturas y vicisitudes.
Es necesario comprender que nunca existen agrupamientos ideológicos puros, por dos
razones:
Por esta razón debemos trabajar este plano en lo individual más que en el plano
colectivo. Más que señalar, debemos cuestionarnos.
Para poder empezar a pensar estas tres categorías debemos entenderlas como
dinámicas, es decir que se modifican en función de un criterio básico que debemos
tener en cuenta: cuál es nuestro objetivo.
Las fuerzas propias son aquellas que comparten nuestro objetivo absolutamente, con
las cuales podemos tener absoluta claridad con respecto a nuestra acción, producto
que su interés es el nuestro.
Son la base de nuestra planificación, ya que nos permiten evaluar nuestra “espalda”,
qué porción del sujeto comparte nuestros intereses, al mismo tiempo que nos
permiten considerar qué nivel de legitimidad tienen nuestro objetivos (en función de
cuánta gente está de acuerdo con nosotrxs en sus intereses).
Las alianzas tienen en general carácter transitorio, aunque las puede haber de carácter
más permanente. Asimismo, puede existir agrupamiento con el que constituyamos
alianza en más de un plano a la misma vez (político y reivindicativo, con los
Movimientos Populares, por ejemplo). Al mismo tiempo, pueden existir, en un
determinado plano, alianzas que en otro sean enemigos o fuerza propia.
Estas categorías nos sirven para analizar nuestra fuerza y planificar nuestro trabajo,
tomando en cuenta nuestra fuerza propia y dando cierto carácter organizativo.
Es importante resaltar que estas categorías no son estáticas ni absolutas, ni tienen
ninguna vocación meritócrata de categorizar a compañerxs que comparten objetivo,
sino solamente planificar nuestro trabajo. En este sentido, debemos retirarle las
consideraciones que usualmente tienen en muchxs militantes del campo popular.
El cuadro político es un compañero o una compañera que tiene por lo menos algunas
características esenciales. La primera y fundamental es la disposición para desarrollar
la política, el primero en llegar y la última en irse.
Es decir, alguien dispuesto a realizar los sacrificios que conllevan la vida militante y de
esforzarse con tal de construir las soluciones colectivas a los problemas de nuestro
Pueblo.
De más está decir que el compromiso “exigido” a la periferia con acciones en las que
no participa es casi nulo. A estxs compañerxs sólo los compromete el hecho específico
en el cual participan.
Hay infinitas categorizaciones para los diversos “tipos” de periferia, pero acá nos
centraremos en dos:
No debe confundirse este tipo de periferia con lxs simples “votantes” que nuestro
espacio electoral puede tener, ya que la periferia requiere una acción específica que
vaya más allá del voto. Específicamente nos referimos a romper el anonimato del voto.
A la periferia la conocemos, sabemos quiénes son y cuáles son sus razones para estar
cerca nuestro.
Acá hacemos referencia a lxs compañerxs que están con nosotrxs por la política
gremial de la CTEP, a lxs pibxs que juegan al fútbol en nuestras escuelitas, a lxs pibxs
con lxs que trabajamos a partir del consumo problemático, pero también a todxs
aquellxs que se vinculan a nostrxs para “dar una mano” en una tarea en particular, más
allá de banderías políticas. Es importante incorporar dentro de esta categoría a todxs
aquellxs compañerxs que se vinculan a nostrxs por participar en una murga, por venir a
las fiestas o peñas que hacemos como organización, o por tocar en los festivales que
realizamos. Todxs se vinculan a nostrxs a partir de resolver una necesidad o deseo: el
trabajo o la cultura, el deporte o la salud.
Es justamente este trabajo que naturalmente se le adjudica a las mujeres, flexible, sin
vacaciones y no remunerado, del que el sistema capitalista se apropia, así, los patrones
no tienen que pagarle más a los trabajadores y trabajadoras para que reproduzcan su
fuerza de trabajo, garantizando estas tareas de otra forma y pagando por el servicio;
además el Estado se libera de los enfermos o todo sujeto que sea improductivo,
porque le adjudica la responsabilidad de su cuidado a las mujeres de su familia, esto
quiere decir que no se quitó de sus espaldas el rol de madre y ama de casa,
imponiéndoles dobles o triples jornadas laborales, naturalizando e invisibilizando el
trabajo doméstico no remunerado.
Y por esto, la opresión de las mujeres bajo el capitalismo es aún más sutil, ya que, hoy
las mujeres podemos estudiar, ser profesionales y tener autonomía económica, social
y afectiva frente a nuestros compañeros, porque hemos alcanzado en el último siglo y
casi a escala mundial los mismos derechos formales que los hombres; pero accedemos
al mundo laboral en condiciones de mayor precarización y flexibilización.
La opresión es una relación de sometimiento de un grupo sobre otro por razones
culturales, raciales o sexuales; la categoría se refiere al uso de las desigualdades en
función de poner en desventaja a un determinado grupo social.
Por eso, el patriarcado es el aliado perfecto del capitalismo, porque logra explotarlas
doblemente, con salarios menores a los de los hombres.
Además esta ‘lucha’ que se da por el trabajo y la opresión que ejerce el patriarcado
sobre un género, le permite al capitalismo tener dividida a la clase obrera, ya que
genera una división entre los sexos que invisibiliza la doble explotación que sufren las
mujeres y disidencias, la cual no permite que puedan unirse como clase mas allá de su
condición de genero para exigir lo que les corresponde y que históricamente se les
arrebató.
Pero ¿todas las mujeres somos iguales? No. Las mujeres, al igual que los hombres
somos inter-clasistas, es decir, no somos una casta aislada de la sociedad sino que
formamos parte al interior de todas las clases sociales. Lo que quiere decir que
mientras algunas mujeres pueden pagarle a otras mujeres para que realicen las tareas
domésticas, muchas mujeres se ven sometidas a las dobles y triples jornadas laborales.
Las conquistas que se han obtenido para las mujeres, en realidad no representan un
beneficio para todas, mientras un sector del feminismo argumenta que hemos
alcanzado un grado superior porque inclusive ¡hoy las mujeres podemos ser
presidentas!, esto no repercute en la vida de las mujeres de la clase trabajadora.
Las mujeres seguimos siendo explotadas en las fábricas y nuestros cuerpos siguen
siendo utilizados como aparato reproductor de la fuerza de trabajo, cubriendo las
tareas del hogar.
Entonces no, las mujeres no somos iguales, estamos las mujeres oprimidas y
explotadas de la clase trabajadora y las mujeres oprimidas que oprimen y explotan a
otras mujeres.
Rol en la militancia
Entonces ¿cómo hacemos para cambiar las injusticas que sufren las mujeres cis y las
disidencias en la vida cotidiana como en el desarrollo de la organización política ¿
Como generación tenemos un desafío histórico debido a que no somos vulneradas
solo en el ámbito familiar sino también en los espacios políticos donde somos siempre
las mujeres cis y disidentes quienes estamos en la organización barrial, en los piquetes,
en las rutas, en las ollas populares , pero ese esfuerzo no se ve valorado en la toma de
decisiones políticas, o en la ocupación de roles o cargos importantes de la organización
de la cual somos parte, incluso hasta muchas de las tareas a desarrollar repiten el
esquema patriarcal otorgándole a las compañeras practicas feminizadas ,
reproduciendo así los roles pre establecidos por el sistema.
Somos la generación que debemos luchar para transformar todas las estructuras de
poder político para terminar de una vez y para siempre con la explotación de clase y de
género, para poder lograrlo debemos comprender que no existen transformaciones
colectivas, si no modificamos y revolucionamos las formas de vincularnos también en
el plano individual. Es decir, hacer de las utopías, topias personales y colectivas.
Para construir el mundo que soñamos necesitamos de todos, todas y todes con la
capacidad de cuestionar nuestros privilegios, y practicas tanto de género como de
clase.
Uno más claramente político: somos la juventud que resiste contra el macrismo.
Somos las pibas y los pibes que enfrentan al gobierno, al poder económico, a las
corporaciones de poder, al imperialismo.
Por eso debemos ser una JP Evita que esté en la calle, que se movilice contra las
injusticias allí donde se encuentren. Debemos ser la JP que señale a los enemigos del
pueblo. La JP Evita debe ser la chispa que encienda el fuego de la resistencia. Somos lxs
que vamos a echar a Macri, somos lxs que, si no nos dejan soñar, no los vamos a dejar
dormir.
Es en este sentido que debemos salir a llenar la Argentina de la consigna Macri Ya Fue!
No puede quedar paredón sin esa consigna, tenemos que ir a los lugares donde se
juntan lxs pibxs a expresar esa idea, tenemos que hacernos escuchar, en la Argentina
no hay más lugar para Macri!
Por otro lado, una acumulación más social, que nos define: trabajamos todos los días
para resolver colectivamente los problemas de lxs pibxs de la Argentina. Ahí donde el
Estado se retiró, nosotrxs construimos soluciones entre todxs. Una canchita de fútbol,
una alternativa educativa, un merendero, un grupo de compañerxs para trabajar los
consumos problemáticos, acompañar las situaciones de violencia machista, acompañar
una interrupción voluntaria del embarazo, etc.
En este sentido, las dos ideas principales que debemos tener en cuenta son las de la
permanencia, es decir no fantasmear, no desaparecer del barrio, tener constancia,
planificar a largo plazo y la de la coherencia, no decir una cosa por otra, no vender
humo con cosas que no podemos resolver, vivir como predicamos, no usar la política
en función de nuestros propios intereses individuales, etc.
MACRI YA FUE
Somos la chispa que va a encender a nuestro Pueblo para echar a Macri.