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Mercedes, Provincia de Buenos Aires

16 de marzo de 2019

Documento del Campamento Nacional de


Formación
“MACRI YA FUE”
JP Evita como herramienta para representar a lxs pibxs de la Argentina

Nuestra lucha.
Estrategia y Táctica.
Lo reivindicativo, lo político y lo ideológico.
Cuadro, Militante y Periferia.
Fuerza propia, Alianzas y el Enemigo.

Cada generación tiene su mandato, marcado a fuego por nuestra historia de lucha y el
destino que soñamos y, también, en función de lo que nos demanda la etapa que
transitamos. En esto hay que ser claros: nuestro objetivo estratégico es hacer la
revolución en la Argentina y ese objetivo es inmodificable, esa es la lucha ideológica
que nos atraviesa en cada paso que damos y nos marca el horizonte. Pero, por otro
lado, cada etapa nos marca diferencias con procesos anteriores, es decir, no
construimos la misma herramienta para defender a un gobierno, que para enfrentarlo.

Nuestra sociedad atraviesa vertiginosos cambios sociales, políticos, culturales y


ambientales impulsados por el desarrollo de las tecnologías y las nuevas formas de
consumo. Con el gobierno que excluye y margina a la mayoría del pueblo argentino y
ante la etapa que se avecina debemos reflexionar con mucha responsabilidad cuál es
el rol de las juventudes en nuestra sociedad y en las organizaciones libres del pueblo;
cuales son las diferentes y nuevas maneras de participación y qué rol cumple y debe
cumplir la JP Evita tanto para aportar a la derrota electoral de Cambiemos como para
sembrar hoy el futuro que queremos.

Mientras la televisión nos muestra como “juventud perdida” o algunos hacen hincapié
en la apatía o desinterés en la política, la realidad muestra lo contrario: somos actores
centrales de los cambios y rupturas de nuestra sociedad, por eso el gobierno se
encarga de criminalizarnos y caracterizarnos como amenaza. Lxs jóvenes somos
protagonistas de muchas de las peleas que se están dando para enfrentar el ajuste de
este gobierno, lo que muestra la voluntad de gran parte de nuestro pueblo por discutir
de alguna manera el rumbo político, económico y social que nos está llevando a la
miseria.

Somos nosotrxs quienes protagonizamos la marea de mujeres que paró el país;


quienes caminamos 17 km por Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo; lxs que luchamos por
la Ley de Barrios Populares y por la Emergencia en adicciones; lxs que marchamos para
denunciar la violencia de la policía en la “Marcha de la gorra”; lxs estudiantes que
hicimos la primer marcha opositora al gobierno y tomamos nuestras instituciones
educativas en el 2018 contra el recorte del presupuesto educativo.
Para que la JP Evita sea cada vez más representativa, es necesario que en cada sector
de la juventud; en el trabajo, en el barrio, en el club, en la unidad básica, en la escuela,
en el terciario o la universidad, tengamos compañerxs activxs, con inserción real,
siendo más que nunca varones y mujeres de nuestro pueblo, escuchando a quienes
tenemos al lado. Necesitamos también utilizar nuestra creatividad para interpelar a la
mayor cantidad de jóvenes “Inventamos o erramos ̈ y así construir política “de masas”,
es decir la que exprese a más cantidad de pibxs, la que exprese a cada uno de los
sectores juveniles.

Debemos comprometernos a generar ámbitos donde participen la totalidad de lxs


compañerxs en la reflexión de nuestra realidad y en la autocrítica necesaria para ser
cada vez mejores en la práctica cotidiana; a que reine la igualdad de género al interior
de nuestra JP, porque sin las pibas discutiendo poder no hay organización
revolucionaria ni alternativa política superadora; que nuestra práctica sea siempre
rebelde, solidaria y feminista.

Fortaleciendo nuestra organización en cada uno de los sectores juveniles, vamos a


poder expresar una agenda política que golpee en un mismo sentido: para meter el
conflicto en el Estado, para torcerle el brazo a los poderosos, para que la agenda de lxs
jóvenes se exprese en el futuro gobierno, para que seamos nosotrxs quienes
construyamos un proyecto de país superador que resuelva los viejos y los nuevos
problemas de nuestra sociedad.

Con audacia construyamos de punta a punta de la Patria que Macri ya fue porque se
viene la hora del pueblo argentino.

Sujeto

Lo primero para llevar adelante nuestra práctica política es saber que las
transformaciones en política no son individuales. Aún si tuviéramos las mejores ideas y
métodos, si supiéramos lo que fuera a hacer el enemigo, etc, con nuestra sola voluntad
no bastaría para transformar la realidad. Las cosas se cambian en colectivo o no se
cambian.

Es por eso que si pensamos en colectivo, necesariamente pensamos en que existe un


grupo determinado de personas que son lxs protagonistas del cambio, es decir: un
sujeto del cambio.

Ese sujeto del cambio, colectivo, modificable e histórico (en tanto se construye desde
la misma experiencia histórica y no está predeterminado por condiciones materiales)
debe necesariamente compartir intereses y objetivos. SUJETO DEL CAMBIO NO ES LA
JUVENTUD.

Es por esto que definimos en nuestra práctica nuestro sujeto como Pueblo, es decir
todxs aquellxs que comparten un interés estratégico en la Liberación de la Patria, en
función de poder construir un modelo de país que decidamos las y los argentinos, en
ejercicio de nuestra soberanía, sin tener imposiciones del sistema trasnacional de
dominación que aún llamamos Imperialismo.

Es por esto que llamamos Contradicción Principal a aquella contradicción entre las
fuerzas o sujetos sociales que pelean por la independencia de aquellxs que sostienen
la dominación.

Esto no se trata de negar o poner un segundo plano las dominaciones de género o de


clase que existen, ni de plantearnos en un nacionalismo bañado en formal, anclado en
simbologías. Se trata de comprender que sin Independencia y Soberanía no puede
haber Justicia Social, es decir fin de la explotación de género y clase.

Estrategia y Táctica

Los conceptos de Estrategia y Táctica nos sirven para poder planificar nuestra práctica
y al mismo tiempo valorar las distintas iniciativas que tenemos como organización.
La estrategia en política es aquello que contiene todas las variables de tiempo y
espacio. Hace a la batalla principal que nos proponemos dar e involucra en su seno a
todas las variables de nuestra práctica. Si bien está circunscripta a los límites que nos
proponemos en una determinada planificación, dentro de esa planificación, contiene
todas las variables. Hay estrategia en el análisis de la situación internacional, hay
estrategia en el análisis de la situación nacional y también hay estrategia en el análisis
de la situación de nuestro barrio, colegio o facultad. Podríamos ejemplificar con la idea
de la película. Pensar la estrategia es mirar la película, pensar qué actores intervienen
y su historia, ver sus intereses y sus relaciones, pensar cuáles son sus objetivos a largo
plazo y cómo determinan sus planes de acción. Al mismo tiempo nos exige pensar en
nuestros objetivos y cómo ellos determinan nuestros planes de acción.

La táctica, en cambio, está asociada a un determinado recorte temporal y espacial de


nuestra práctica. Lo podemos comparar con la foto. Siempre teniendo como faro lo
estratégico, nos lleva a pensar los objetivos y planes de acción de los actores en
función de sus objetivos en un plazo y espacio más reducido. De esta manera podemos
tener una mirada más específica.

Claramente, no hay mirada estratégica sin mirada táctica. Y al mismo tiempo no hay
táctica sin estrategia.

Poder visualizar esto no solamente nos hace poder analizar mejor la realidad de la que
somos parte y que nos rodea, sino que nos permite planificar nuestra práctica con más
claridad.

Lo reivindicativo, lo político y lo ideológico.

En primer lugar debemos aclarar que toda nuestra acción militante es política. Acá nos
referimos a lo político en un sentido más estrecho, que nos sirve como categoría de
análisis.
Nos referimos a lo político como la disputa por el control del estado. Dentro de esta
categoría se inscriben los procesos electorales, la construcción de referencias en ese
sentido, etc. Por los vicios liberales de nuestra práctica muchas veces asimilamos la
política a este único sentido, y al mismo tiempo, una porción importante de nuestro
pueblo entiendo lo político como reservado a este plano. Esto, lejos de horrorizarnos,
debe llamarnos la atención sobre la necesidad de contener este plano dentro del
marco más general de nuestra práctica, ya que sino nos aislaríamos de lo que nuestro
pueblo comprende como lo político.

Lo político tiene sus propias reglas y al mismo tiempo sus propios agrupamientos, sus
propias alianzas, sus propios enemigos e incluso su propia consideración de la fuerza
propia.

Esto, lejos de significar un “vale todo” en política electoral, nos debe servir como
comprensión de que esta dimensión de la práctica se inscribe dentro de un objetivo
estratégico que incorpora también los otros planes que desarrollamos aquí. En este
sentido son importantes las valoraciones que hacen a la opinión pública, al control del
estado, a la maquinaria electoral.
En un mundo donde las luces enceguecen, debemos tener cuidado de no enamorarnos
de este plano de la acción, porque si bien es imprescindible, en esto no se agota
nuestra práctica. Pero sí debemos tener conciencia que cuando nuestro objetivo es
disputar el estado debemos contemplar alianzas, enemigos y fuerza propia que en otro
de los planos los consideraríamos en un sentido diferente.

Lo reivindicativo hace referencia a disputas específicas que nuestro pueblo da por


conquistas concretas. Este plano agrupa a porciones específicas de nuestro pueblo que
comparten intereses inmediatos muy claramente identificables y que constituyen
objetivos concretos por el cual desarrollar una pelea.

Los tipos de agrupamiento vinculado a lo reivindicativo tienen carácter limitado en un


tiempo y espacio particular. Aquí se inscriben los trabajos gremiales, barriales y de
masas en general.

Es importante reconocer el carácter reivindicativo de un tipo de agrupamiento para no


cometer el error de intentar llevar ese agrupamiento a otro tipo de disputa
linealmente, sin comprender que lo que se agrupó para lograr un determinado
objetivo no va a agruparse necesariamente para otro objetivo más general o abstracto.
Lo ideológico refiere a la disputa por el fondo del modelo que nos imponen los
poderosos. Es la lucha de fondo por la modificación del sistema ideológico que nos
construyó el enemigo. Aquí se inscriben la lucha contra el liberalismo y el patriarcado
como sistemas que nos “obligan” a ser individualistas, machistas, egoístas, a poner al
valor material por sobre todo, etc.

Los agrupamientos ideológicos se caracterizan por ser entre compañerxs con lxs que
coincidimos en la necesidad de pelear contra el sistema hasta el final, más allá de
coyunturas y vicisitudes.
Es necesario comprender que nunca existen agrupamientos ideológicos puros, por dos
razones:

Primero porque si lo intentáramos caeríamos en la desviación vanguardista de


juntarnos sólo con aquellos compañerxs que son parecidxs a nosotrxs, confundiendo lo
ideológico con las valoraciones y afinidades personales. Esto es porque la pelea
ideológica no se da en el mundo de las ideas perfectas y contrastables, sino en la
cotidianidad confusa y gris, donde el pueblo en su experiencia práctica cotidiana es el
que construye los caminos, no un determinado grupo de intelectuales que “se las
saben todas”.

En segundo lugar, porque la ideología del liberalismo y el patriarcado existe dentro de


las personas, no solamente como algo externo, malo y feo que se encuentra en un
“otro”. Es por esta razón que sistemáticamente debemos cuestionar nuestra práctica
para no caer en la ideología que el enemigo nos invita a desarrollar.

El liberalismo y el patriarcado están en nosotrxs desde que nacemos. Sacárnoslo de


encima no depende del conocimiento ni de una acción heróica y aislada. Es un trabajo
cotidiano y sistemático que se nos presenta en forma de pregunta ante cada acción
que desarrollamos: ¿Estoy siendo patriarcal? ¿Estoy siendo liberal?

Por esta razón debemos trabajar este plano en lo individual más que en el plano
colectivo. Más que señalar, debemos cuestionarnos.

Fuerzas propias, alianzas y enemigo

Para poder empezar a pensar estas tres categorías debemos entenderlas como
dinámicas, es decir que se modifican en función de un criterio básico que debemos
tener en cuenta: cuál es nuestro objetivo.

Las fuerzas propias son aquellas que comparten nuestro objetivo absolutamente, con
las cuales podemos tener absoluta claridad con respecto a nuestra acción, producto
que su interés es el nuestro.

Son la base de nuestra planificación, ya que nos permiten evaluar nuestra “espalda”,
qué porción del sujeto comparte nuestros intereses, al mismo tiempo que nos
permiten considerar qué nivel de legitimidad tienen nuestro objetivos (en función de
cuánta gente está de acuerdo con nosotrxs en sus intereses).

Debemos considerar una determinada homogeneidad en nuestras fuerzas propias, ya


que partimos de la base de que sus intereses son los nuestros, y por tal, el
agrupamiento concebido tiene por objetivo principal esos intereses, y todxs lxs
participantes en él comparten el hacer lo necesario por lograr esos intereses.
Las alianzas hacen referencia a aquellos sectores que comparten una parte, pero no
todos, nuestros objetivos, o que, aún teniendo otros objetivos, su acción, y más
específicamente, la acción conjunta, nos puede permitir aproximarnos a la
consecución de nuestro objetivo.

Las alianzas tienen en general carácter transitorio, aunque las puede haber de carácter
más permanente. Asimismo, puede existir agrupamiento con el que constituyamos
alianza en más de un plano a la misma vez (político y reivindicativo, con los
Movimientos Populares, por ejemplo). Al mismo tiempo, pueden existir, en un
determinado plano, alianzas que en otro sean enemigos o fuerza propia.

Es muy común confundir las alianzas con la fuerza propia. De la correcta


caracterización de estos conceptos dependerá muchas veces no caer en la decepción o
la incorrecta planificación, pensando que un determinado actor nos acompañará hasta
la consecución de nuestro objetivo, cuando se trata de un simple aliado.
El enemigo hace referencia a aquellos sujetos cuyo interés está directamente
relacionado con el fracaso de nuestros intereses.

A diferencia de lo que en el sentido común la palabra hace referencia, el enemigo


puede serlo en un solo plano y ser en otro fuerza propia.

Para comprender esto no hace falta matizar la caracterización de enemigo, sino


comprender en su profundidad los planos de análisis de la realidad, pues un sector que
comparte la vocación de transformar la realidad, en el momento de la disputa
electoral, si no estamos juntxs, no deja de interferir con nuestros objetivos.
Es necesario sacarle a esta palabra la connotación negativa absoluta que suele tener
en el sentido común.

Cuadro, Militante y Periferia

Estas categorías nos sirven para analizar nuestra fuerza y planificar nuestro trabajo,
tomando en cuenta nuestra fuerza propia y dando cierto carácter organizativo.
Es importante resaltar que estas categorías no son estáticas ni absolutas, ni tienen
ninguna vocación meritócrata de categorizar a compañerxs que comparten objetivo,
sino solamente planificar nuestro trabajo. En este sentido, debemos retirarle las
consideraciones que usualmente tienen en muchxs militantes del campo popular.
El cuadro político es un compañero o una compañera que tiene por lo menos algunas
características esenciales. La primera y fundamental es la disposición para desarrollar
la política, el primero en llegar y la última en irse.

Asimismo, el cuadro político es aquel compañerx que es capaz de analizar la realidad a


partir del análisis del conjunto de factores que actúan en ella y no sólo desde la
realidad particular del ámbito donde él se mueve.

Al mismo tiempo, el cuadro político es aquel compañerx capacitado y dispuesto para


dirigir la acción de varios compañerxs, preparadx para pensar, colectivamente, y llevar
a la práctica un plan de acción con un objetivo político en particular.
Un militante es un compañera o compañero que entiende que la realidad se
transforma participando activamente en política (y dispuesto a transformarla), de
manera colectiva y organizada. Y que al mismo tiempo, a la política la hacen personas,
de carne y hueso comprometidas con su pueblo y su realidad.

Es decir, alguien dispuesto a realizar los sacrificios que conllevan la vida militante y de
esforzarse con tal de construir las soluciones colectivas a los problemas de nuestro
Pueblo.

Se entiende por periferia a todxs aquellxs compañerxs que “giran” alrededor de


nuestra práctica política cotidiana. Miles de compañerxs que sin ser lxs que piensan la
política ni los que la “desarrollan” cotidianamente, cumplen roles en diversas acciones.
Estxs compañerxs participan de diversas actividades políticas que nuestra organización
desarrolla. La periferia no exige niveles de “comprensión” de nuestra política, aunque
sí, en alguna medida, conllevan un acompañamiento a diversas iniciativas.

De más está decir que el compromiso “exigido” a la periferia con acciones en las que
no participa es casi nulo. A estxs compañerxs sólo los compromete el hecho específico
en el cual participan.

Hay infinitas categorizaciones para los diversos “tipos” de periferia, pero acá nos
centraremos en dos:

Periferia “política” o de adhesión programática. Tiene que ver con la adhesión de


muchas personas a nuestra línea o nuestra acción política en determinado momento y
lugar. Son aquellxs compañerxs que adhieren a nuestra línea, que vienen a alguna
actividad de carácter político pero que “no tienen tiempo” o “no están del todo
convencidos” para participar activamente de nuestra organización.

No debe confundirse este tipo de periferia con lxs simples “votantes” que nuestro
espacio electoral puede tener, ya que la periferia requiere una acción específica que
vaya más allá del voto. Específicamente nos referimos a romper el anonimato del voto.
A la periferia la conocemos, sabemos quiénes son y cuáles son sus razones para estar
cerca nuestro.

Periferia reivindicativa o “social”. Se refiere a todxs aquellxs que se vinculan a nosotrxs


por las resolución de intereses específicos, en el marco del desarrollo de una
política/conflicto en particular. Compañerxs “despolitizadxs” que sólo son periféricxs
nuestros producto de nuestra inserción en determinada política, sector o conflicto.

Acá hacemos referencia a lxs compañerxs que están con nosotrxs por la política
gremial de la CTEP, a lxs pibxs que juegan al fútbol en nuestras escuelitas, a lxs pibxs
con lxs que trabajamos a partir del consumo problemático, pero también a todxs
aquellxs que se vinculan a nostrxs para “dar una mano” en una tarea en particular, más
allá de banderías políticas. Es importante incorporar dentro de esta categoría a todxs
aquellxs compañerxs que se vinculan a nostrxs por participar en una murga, por venir a
las fiestas o peñas que hacemos como organización, o por tocar en los festivales que
realizamos. Todxs se vinculan a nostrxs a partir de resolver una necesidad o deseo: el
trabajo o la cultura, el deporte o la salud.

El Patriarcado como sistema de dominación

El patriarcado es un sistema social que determina las relaciones sociales, económicas,


productivas, políticas y religiosas desde una distribución desigual del poder entre
hombres y mujeres. En este sistema, el hombre tendría mayor poder en varios
aspectos que podríamos sintetizar de la siguiente forma:
La atribución de mejores condiciones o status en las distintas ocupaciones laborales,
determinadas por la división sexual del trabajo.

Determinación de la descendencia (por apellido paterno) en relación a la conservación


de herencia y propiedad privada.

La autonomía personal exclusiva en las relaciones sociales.


La participación mayoritaria en los espacios de poder público, político y religioso.

El patriarcado es un entramado complejo en el que se articulan todos los aspectos


sociales en función de mantener la preeminencia del género masculino en torno al
poder. La cultura, la familia, el sistema educativo, el trabajo, la feminidad y la
masculinidad, la economía, se organizan y se desarrollan día a día en función de
consolidar y mantener el status -quo del patriarcado.

Es un sistema social antiguo, preexistente al capitalismo, que se fue consolidando en


cada nuevo orden social. Actualmente podemos hablar en nuestra sociedad de un
patriarcado moderno, en el que el Estado es el organizador de las leyes que imponen
la dominación masculina. Un ejemplo sobre esto, en nuestro país, antes de la llegada
del peronismo en el 45, las mujeres no tenían derecho a la educación, a la propiedad
privada, a la participación política entre otras cosas. Eran consideradas como infantes,
incapaces de poseer autonomía. Actualmente podemos encontrar muchísimos otros
ejemplos, la falta de acceso a la salud sexual integral refiere al control de la sexualidad
de las mujeres, la participación de las mujeres en ámbitos de definición pública o
política es del 30% aproximadamente, las altas tasas de femicidio, etc. Sin embargo, no
podemos dejar de ver, que el patriarcado es un sistema que oprime principalmente a
la mujer, pero que genera mecanismos de opresión para todos los géneros.

El patriarcado se construye desde la configuración de las categorías de lo femenino y lo


masculino, construcción que no se limita a lo biológico, sino que también está
atravesada por cuestiones sociales y culturales, oprimiendo las identidades que no
responden a la heteronormatividad provocando relaciones de poder desiguales que se
afianzan mediante las diferentes manifestaciones de violencia machista legitimadas
por la sociedad, funcionando como un instrumento de dominación y control social. Es
por esto que, mientras este sistema siga sometiendo y excluyendo a la mitad de la
población, no podemos hablar de justicia social.

Capitalismo, patriarcado y feminización de la pobreza


El capitalismo se apropia del patriarcado y de la opresión que éste genera para
mantener la explotación y así aumentar sus ganancias; entendiendo la explotación
como aquella acción que ejerce una clase sobre otra, en donde la clase poseedora de
los medios de producción se apropia del trabajo excedente de las trabajadoras y del
producto o mercancía que estas generan.

El capitalismo trajo consigo la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral


pero sin abolir la “naturalización” de que el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos
les siguen correspondiendo a las mujeres.

A mediados del siglo XX con el aumento de la productividad del trabajo, la


desocupación de las fábricas por los hombres producto de la guerra, el desarrollo
científico que trajo los métodos anticonceptivos para tener un control natal y los
electrodomésticos que aminoraron la carga de trabajo de las mujeres al interior del
hogar, permitieron que se liberara parcialmente su fuerza de trabajo.
Además con el aumento del costo de vida, una familia ya no alcanzaba a sostenerse
con el salario de un trabajador, se necesitaban al menos dos para mantener una
familia, entonces las mujeres tenían que ir a su jornada laboral extra-doméstica y al
final, regresar a casa a cuidar a los hijos y realizar las labores domésticas que permiten
la reproducción de la fuerza de trabajo –para que un obrero pueda salir a trabajar
nuevamente al otro día-, tareas como: hacer la comida, lavar la ropa, limpiar la casa,
entre otras.

Es justamente este trabajo que naturalmente se le adjudica a las mujeres, flexible, sin
vacaciones y no remunerado, del que el sistema capitalista se apropia, así, los patrones
no tienen que pagarle más a los trabajadores y trabajadoras para que reproduzcan su
fuerza de trabajo, garantizando estas tareas de otra forma y pagando por el servicio;
además el Estado se libera de los enfermos o todo sujeto que sea improductivo,
porque le adjudica la responsabilidad de su cuidado a las mujeres de su familia, esto
quiere decir que no se quitó de sus espaldas el rol de madre y ama de casa,
imponiéndoles dobles o triples jornadas laborales, naturalizando e invisibilizando el
trabajo doméstico no remunerado.

Y por esto, la opresión de las mujeres bajo el capitalismo es aún más sutil, ya que, hoy
las mujeres podemos estudiar, ser profesionales y tener autonomía económica, social
y afectiva frente a nuestros compañeros, porque hemos alcanzado en el último siglo y
casi a escala mundial los mismos derechos formales que los hombres; pero accedemos
al mundo laboral en condiciones de mayor precarización y flexibilización.
La opresión es una relación de sometimiento de un grupo sobre otro por razones
culturales, raciales o sexuales; la categoría se refiere al uso de las desigualdades en
función de poner en desventaja a un determinado grupo social.

Por eso, el patriarcado es el aliado perfecto del capitalismo, porque logra explotarlas
doblemente, con salarios menores a los de los hombres.
Además esta ‘lucha’ que se da por el trabajo y la opresión que ejerce el patriarcado
sobre un género, le permite al capitalismo tener dividida a la clase obrera, ya que
genera una división entre los sexos que invisibiliza la doble explotación que sufren las
mujeres y disidencias, la cual no permite que puedan unirse como clase mas allá de su
condición de genero para exigir lo que les corresponde y que históricamente se les
arrebató.

Pero ¿todas las mujeres somos iguales? No. Las mujeres, al igual que los hombres
somos inter-clasistas, es decir, no somos una casta aislada de la sociedad sino que
formamos parte al interior de todas las clases sociales. Lo que quiere decir que
mientras algunas mujeres pueden pagarle a otras mujeres para que realicen las tareas
domésticas, muchas mujeres se ven sometidas a las dobles y triples jornadas laborales.
Las conquistas que se han obtenido para las mujeres, en realidad no representan un
beneficio para todas, mientras un sector del feminismo argumenta que hemos
alcanzado un grado superior porque inclusive ¡hoy las mujeres podemos ser
presidentas!, esto no repercute en la vida de las mujeres de la clase trabajadora.

Las mujeres seguimos siendo explotadas en las fábricas y nuestros cuerpos siguen
siendo utilizados como aparato reproductor de la fuerza de trabajo, cubriendo las
tareas del hogar.

Entonces no, las mujeres no somos iguales, estamos las mujeres oprimidas y
explotadas de la clase trabajadora y las mujeres oprimidas que oprimen y explotan a
otras mujeres.

Rol en la militancia

Entonces ¿cómo hacemos para cambiar las injusticas que sufren las mujeres cis y las
disidencias en la vida cotidiana como en el desarrollo de la organización política ¿
Como generación tenemos un desafío histórico debido a que no somos vulneradas
solo en el ámbito familiar sino también en los espacios políticos donde somos siempre
las mujeres cis y disidentes quienes estamos en la organización barrial, en los piquetes,
en las rutas, en las ollas populares , pero ese esfuerzo no se ve valorado en la toma de
decisiones políticas, o en la ocupación de roles o cargos importantes de la organización
de la cual somos parte, incluso hasta muchas de las tareas a desarrollar repiten el
esquema patriarcal otorgándole a las compañeras practicas feminizadas ,
reproduciendo así los roles pre establecidos por el sistema.
Somos la generación que debemos luchar para transformar todas las estructuras de
poder político para terminar de una vez y para siempre con la explotación de clase y de
género, para poder lograrlo debemos comprender que no existen transformaciones
colectivas, si no modificamos y revolucionamos las formas de vincularnos también en
el plano individual. Es decir, hacer de las utopías, topias personales y colectivas.
Para construir el mundo que soñamos necesitamos de todos, todas y todes con la
capacidad de cuestionar nuestros privilegios, y practicas tanto de género como de
clase.

Qué debe ser la JP Evita


La JP Evita es un frente de masas del Movimiento Evita: esto quiere decir que somos
orgánicos al Movimiento Evita, ese es nuestro agrupamiento ideológico y es ahí donde
se define nuestra orientación estratégica.

Pero nuestra tarea específica dentro de la organización es la de agrupar y representar


a la juventud, sus necesidades, deseos, sueños e ideas. Es decir que nuestra acción
debe estar orientada a la juventud argentina.
Entonces acumulamos en dos sentidos:

Uno más claramente político: somos la juventud que resiste contra el macrismo.
Somos las pibas y los pibes que enfrentan al gobierno, al poder económico, a las
corporaciones de poder, al imperialismo.

Por eso debemos ser una JP Evita que esté en la calle, que se movilice contra las
injusticias allí donde se encuentren. Debemos ser la JP que señale a los enemigos del
pueblo. La JP Evita debe ser la chispa que encienda el fuego de la resistencia. Somos lxs
que vamos a echar a Macri, somos lxs que, si no nos dejan soñar, no los vamos a dejar
dormir.

Es en este sentido que debemos salir a llenar la Argentina de la consigna Macri Ya Fue!
No puede quedar paredón sin esa consigna, tenemos que ir a los lugares donde se
juntan lxs pibxs a expresar esa idea, tenemos que hacernos escuchar, en la Argentina
no hay más lugar para Macri!

Por otro lado, una acumulación más social, que nos define: trabajamos todos los días
para resolver colectivamente los problemas de lxs pibxs de la Argentina. Ahí donde el
Estado se retiró, nosotrxs construimos soluciones entre todxs. Una canchita de fútbol,
una alternativa educativa, un merendero, un grupo de compañerxs para trabajar los
consumos problemáticos, acompañar las situaciones de violencia machista, acompañar
una interrupción voluntaria del embarazo, etc.

En este sentido, las dos ideas principales que debemos tener en cuenta son las de la
permanencia, es decir no fantasmear, no desaparecer del barrio, tener constancia,
planificar a largo plazo y la de la coherencia, no decir una cosa por otra, no vender
humo con cosas que no podemos resolver, vivir como predicamos, no usar la política
en función de nuestros propios intereses individuales, etc.

Somos un frente de masas, es decir, una política específica de nuestra organización


para un sector en particular: la juventud.

MACRI YA FUE
Somos la chispa que va a encender a nuestro Pueblo para echar a Macri.

Militancia barrial: representar a lxs pibxs, no ser extraterrestres. Coherencia y


permanencia. Estar en los lugares y momentos difíciles.
Consumo problemático: profundizar el trabajo en la prevención de adicciones.
Trabajar en programas como Casa Pueblo y Promotorxs territoriales para la prevención
de adicciones.
Frente Estudiantil: desarrollar nuestra fuerza en todas las escuelas secundarias, los
establecimientos terciarios y universidades de nuestro país. Que la universidad se llene
de pueblo.
Barrios Populares: trabajar para profundizar el Relevamiento nacional de barrios
populares. Pelear junto a lxs vecinxs por la urbanización de sus barrios.
Merenderos: contener a lxs pibxs no solo desde una merienda, sino con un trabajo
mas profundo en el que podamos contribuir a que terminen la escuela, a prevenir
adicciones, etc.
Deporte y Cultura por la dignidad: construir centros barriales deportivos que puedan
permanecer en el tiempo, lograr que los barrios se adueñen y se comprometan. El
deporte y la cultura tienen que ser herramientas para formar a nuestrxs pibxs y
construir futuro.
Misiones de Trabajo Voluntarios “Che Guevara”: tenemos que volver al campo,
tenemos que formarnos y trabajar las misiones para recuperar la conciencia y
profundizar el trabajo de nuestra organización en la revalorización del espacio rural.

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