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Durante periodos de contracción económica la participación del gasto social

en el gasto total del gobierno puede sufrir una combinación de tres diferentes

elementos: Primero, una reducción en el gasto social como proporción del gasto

público total. Segundo, una reducción absoluta en el gasto social medido en

términos reales. Tercero, un cambio en la composición del presupuesto en las

áreas sociales (Márquez, 1994, 145).

Son gastos públicos las erogaciones dinerarias que realiza es estado en

virtud de ley para cumplir sus funciones consistentes en la satisfacción de

necesidades públicas.

Mediante el gasto público el Estado se moviliza para atender las necesidades

de la población por medio de los servicios públicos, cuyo destino es la cobertura de

las necesidades públicas. Pero también el Estado puede satisfacer dichas

necesidades con prescindencia de los servicios públicos y utilizando los efectos que

“en sí mismos” los gastos públicos provocan en la economía nacional, atento a su

importancia cuantitativa y cualitativa (por ejemplo: Un incremento considerable en

la cuantía del gasto público puede obrar como reactivador de un economía en


recesión con prescindencia del destino del gasto.

Idealmente, la erogación estatal debe ser congruente con los fines de

interés público asignados al Estado (la satisfacción de necesidades públicas), pero

cabe preguntar qué sucede con los fondos salidos de la tesorería estatal que no

atienden estos fines.

Aquellos gastos que ocurren en la realidad y que no responden a la


satisfacción de las necesidades públicas no dejan de ser gastos públicos si son

realizados por el estado con los caudales públicos, pero no cabe dudas de que se

tratará de gastos públicos ilegítimos. Por eso la necesidad pública es el

presupuesto de legitimidad del gasto público, pero no su presupuesto existencial.

Los autores especializados, al tratar el tema de los gastos públicos y al


referirse de su crecimiento, determinan las causas determinantes del aumento y

Griziotti las divide en aparentes, relativas y reales.

Prescindimos de las causas aparentes, es decir ficticia, dado que deja de ser

auténticamente real (Variaciones en el valor de la moneda y la evolución de las

reglas presupuestarias) y también de las causas relativas, puesto que se hallan

compensadas en sí misma. (Por ejemplo las anexiones territoriales, los aumentos

de población, de producción y de renta nacional, que por un lado incrementan los

gastos, pero, por otro, aumentan también los recursos.)

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