You are on page 1of 43

Facultad de Psicología

Universidad de Buenos Aires

TESIS DE LICENCIATURA

La Urgencia, los Actos Trasgresores y la


Responsabilidad para el Psicoanálisis

Alumna: Micaela Paula Marino


LU: 37.248.734-0

Tutora: Inés Tomé


DNI: 27.536.491

1
AGRADECIMIENTOS
A mi padre, por saber mi vocación antes que yo,
A mi madre, por la confianza y el incentivo,
A Nico, por acompañarme desde el principio hasta el final de la carrera,
A mis abuelos, por estar presente en cada examen,
A mi familia y amigos por la comprensión,
A mi tutora, por guiarme en este proceso,
A la Universidad de Buenos Aires y los docentes de la Facultad de Psicología, por
haberme formado y brindado una educación pública de excelencia.

2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 4
TEMA ................................................................................................................................................... 5
OBJETIVOS ........................................................................................................................................... 5
PRESENTACIÓN DEL CASO CLÍNICO ..................................................................................................... 7
ESTADO DEL ARTE ............................................................................................................................... 9
MARCO TEÓRICO ............................................................................................................................... 14
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ............................................................................................. 32
ANÁLISIS DEL CASO ........................................................................................................................... 35
CONCLUSIÓN ..................................................................................................................................... 38
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................................................... 39

3
INTRODUCCIÓN

La presente tesis surge a raíz de un trabajo realizado para la Práctica


Profesional de la Licenciatura de Psicología, Clínica de la Urgencia a cargo de la
Dra. Inés Sotelo.
En el recorrido de aprendizaje de la Licenciatura de Psicología, mi interés por
la Clínica y el Psicoanálisis se fue acrecentando, como así también el anhelo y el
deseo de realizar una práctica que me permita acercarme al hospital y, sobre todo,
a la Urgencia.
Esta práctica me posibilitó, no solo un acercamiento a la praxis, sino también
el descubrimiento de profesionales experimentados comprometidos, tanto con sus
disciplinas como con la enseñanza, demostrando la importancia y el respeto hacia
el trabajo interdisciplinario.
Por ello, decidí realizar mi tesis, basada en una entrevista presenciada junto
al equipo de Salud Mental de la Guardia de un hospital general de agudos de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En la misma, se propone tratar la Urgencia, los Actos Trasgresores y la
Responsabilidad para el Psicoanálisis.
Para ello, se desarrollará:
En primer lugar, la Urgencia en el dispositivo de Guardia, las posibilidades de
establecer la urgencia subjetiva y la posición del analista.
En segundo lugar, la adolescencia y los actos trasgresores que surgen en
esta etapa vital.
En tercer lugar, la responsabilidad, haciendo una distinción entre el discurso
jurídico y el discurso analítico.
Por último, se realizará una articulación acerca de estas cuestiones con el
caso elegido.

4
TEMA

Formulación de la pregunta

A partir del material clínico que presentaré a continuación, surgen las


siguientes preguntas que guiarán el desarrollo de la tesis: ¿Cómo trabaja un
psicoanalista en la Guardia? ¿Es posible producir una torsión entre la Urgencia
Generalizada y la Urgencia Subjetiva? Cuando hay un atravesamiento del discurso
jurídico, ¿es posible mediante el discurso analítico introducir la responsabilidad
subjetiva?

Hipótesis – Ideas Directrices

Ante las preguntas planteadas, surge la siguiente hipótesis: Considero que,


en el dispositivo de Guardia, el encuentro con un analista es fundamental para que
el sujeto pueda subjetivar su urgencia, hacerse una pregunta, que invite a implicarse
y a responsabilizarse subjetivamente en el acto que lo acercó al Hospital.

OBJETIVOS

Objetivo general

Dar cuenta de la relación entre la Urgencia, el Acto Trasgresor y la


Responsabilidad para el Psicoanálisis.

Objetivos específicos

1. Considerar la importancia del encuentro con un analista en el dispositivo de


Guardia.
2. Localizar la torsión entre la Urgencia Generalizada a la Urgencia Subjetiva.

5
3. Encontrar en los dichos del paciente aquellos indicios que permitan dar
cuenta del modo en que se presenta el acto trasgresor en la adolescencia.
4. Diferenciar el concepto de responsabilidad para el discurso jurídico y para el
discurso analítico.

6
PRESENTACIÓN DEL CASO CLÍNICO

Aclaración: Puesto que la siguiente viñeta clínica corresponde a un caso verídico,


se han utilizado iniciales para resguardar la identidad de los involucrados.

Cuando la urgencia se presenta ajena

El acto que lo trae

Ingresa a la guardia de un hospital general de agudos un adolescente


derivado de una institución educativa, tras haber protagonizado un hecho de
violencia que incluyó heridas de arma blanca.
Acompañado por autoridades del colegio, quien fue considerado el autor del
hecho, F., es traído por un patrullero.
En este ámbito, la presencia del personal policial, introduce la dimensión de
otro discurso, el legal. F., no realiza una consulta espontánea, por interés propio,
sino que asiste al ser llevado por éstos.
El motivo del traslado, habría sido que F. acusó al hermano del agredido G.,
de “mirarlo mal” el día anterior. Tras encontrarse en la escuela, se originó una pelea
en la que G. recibe dos puñaladas.

Invitar a hablar el acto impulsivo

Al entrevistar a F., de 15 años, éste se encontraba en Pediatría acompañado


por su madre, su hermano y cinco custodios de la Policía Federal.
La analista le pide que relate lo sucedido, él sostiene: “No vi nada”. Al
preguntarle por qué estaba allí entonces, cuenta que un amigo se quiso pelear con
“el más grande” (refiriéndose a G.), él recibió una patada, que lo tiró al piso y se
quedó en el aula, “cuando salí, ya había pasado todo, vino la policía y me trajo acá”.
La analista vuelve a preguntarle para que pueda dar cuenta de por qué él
llega al hospital y a la consulta “Si no viste nada, ¿por qué a vos?”. F. cuenta que

7
tiene antecedentes en otro colegio “pero tampoco hice nada”. Niega que haya
ocurrido algo el día anterior.
La trabajadora social, como parte del equipo interdisciplinario de salud
mental, pide nuevamente que cuente qué pasó, pero F. se muestra reticente a
hablar.
Se le pregunta si la policía le dijo qué iba a suceder, él contesta que le han
avisado que será llevado a un Instituto.
Se le dice que lo que ha hecho es muy grave, que podría haber matado. No
responde. Se le consulta si quiere preguntar algo sobre lo que va a pasar. Afirma:
“No, cuando se entere mi papá, me va a matar”. En ningún momento manifiesta
angustia.
Dentro de la entrevista con la madre ella expresa: “No sé si será porque soy
la madre, pero para mí él no fue…Él siempre quiere defender al otro”. Luego, al
relatar la historia familiar, comenta que cuando F. era chico, el padre era violento,
motivo por el cual decidió separarse. Y realiza una comparación de F. con sus
hermanos, “él siempre fue el más distinto”. Esta distinción, se debe a que “Es
impulsivo. El enojo le cuesta manejarlo”.
El hermano, por su parte, agrega que los amigos realizan “cosas así” pero él
siempre “queda metido”.

La intervención del Juez

Finalmente, debido a que F. es menor no punible, pero ha cometido un delito


que en adultos es reprimido con una pena privativa de la libertad mayor a los dos
años, el juez interviniente decide que sea trasladado a un Centro de Régimen
Cerrado de Buenos Aires.

8
ESTADO DEL ARTE

En este apartado se conceptualizará la Urgencia y su vinculación con el


dispositivo de Guardia. Para ello, se tendrán en cuenta autores psicoanalistas y se
realizará una distinción con la perspectiva psiquiátrica.
En principio, podemos considerar la Urgencia como una necesidad de
atención inmediata debido a un sufrimiento o conducta inusual traído por quien
consulta o su familia. Si bien no es determinante, tiene una estrecha relación con el
riesgo de vida para sí o para terceros.
Se pondrá énfasis en la Guardia, puesto que, por excelencia, es considerado
el dispositivo institucional u hospitalario encargado de las urgencias.

Urgencia

Sotelo (2007) define la Urgencia como un momento en el cual “se produce la


ruptura de la homeostasis con que la vida transcurría” (p.22).
Este acontecimiento se suele presentar de manera sorpresiva como dolor,
sufrimiento insoportable, o ruptura aguda, sin necesidad de ser un hecho
objetivamente grave, ya que ante estos puede no recurrir a una consulta. Sin
embargo, en este caso, ya sea el mismo sujeto, un familiar u otro en carácter de
tercero, dan cuenta de la necesidad de una intervención profesional.
En la misma línea, Moscón (2007) conceptualiza a la Urgencia como un
desborde producido por una irrupción de lo real, donde el sujeto no puede encontrar
un control que lo vuelva a la homeostasis rápidamente.
Él considera que para que se produzca una urgencia debe producirse, por un
lado, una discontinuidad en la vida cotidiana y, por el otro, deben fallar los
mecanismos para volverlo al punto habitual.
Además, agrega que en una situación de Urgencia hay un “sufrimiento
subjetivo” ligado a la angustia o un equivalente y “peligrosidad en acto” donde se
considera que una persona se encuentra en peligro para sí (por ejemplo, un intento
de suicidio) o para terceros (por ejemplo, agresión hacia un tercero).

9
Blinder (2004) considera que “el concepto de urgencia tiene dos ejes: tiempo
y distancia; y dos puntos en comunicación: el de urgido que llama (demanda) y el
del interlocutor que responde la llamada (respuesta)” (p. 129). De este modo el autor
destaca que “la urgencia es toda situación donde la velocidad de respuesta se
convierte en el factor decisivo y decisorio, o sea hay que tomar decisiones y rápidas”
(p.130).
En este sentido, el autor dice que la toma de decisiones tiene en cuenta:
quién decide (el o los profesionales representantes del sistema de salud que
responden a la demanda), qué se decide (la respuesta que darán a la situación,
donde conviven cuestiones que tienen que ver con cuestiones legales, las
posibilidades que se presenten, los medios a su disposición, etc.), cómo se decide
(tiene que ver con la posición del profesional frente a su tarea, sus cuestiones
personales), cuándo (aquí refiere al tiempo y la velocidad) y dónde se decide (sea
guardia hospital, consultorio externo u otro).
Siguiendo lo establecido por el autor, se abre un camino a la importancia que
tiene el dispositivo institucional u hospitalario, capaz de alojar esa urgencia, y dar
respuesta con profesionales capacitados en distintas áreas, para la toma de
decisiones urgentes a través de un trabajo interdisciplinario en la atención de quién
lo demanda o esté próximo a hacerlo.

Alojar la urgencia, la guardia como dispositivo

La Residencia Interdisciplinaria en Salud Mental Montes de Oca (RISAM) en


su artículo “Guardia Interdisciplinaria” (2014) explica que “si hablamos de urgencia,
estamos hablando de, por lo menos, dos: el sujeto que padece la crisis, y un
dispositivo capaz de ‘soportar’ esa crisis” (párr.20), y considera que cuando se elige
escuchar la crisis, asistirla y tratarla, da la posibilidad de transformar lo
hipotéticamente catastrófico en una oportunidad de modificación subjetiva.
En este trabajo haré referencia al dispositivo de guardia, atento a que, como
nombré anteriormente, es el lugar creado para atender urgencias.

10
En un artículo titulado “Hospital, dispositivos, urgencias”, enmarcado en el
Proyecto de Investigación UBACyT: “Proyectos terapéuticos bajo la clínica
psicoanalítica en el Hospital Público”, entre los años 2010 y 2012, Sotelo, Rojas y
Miari afirman que:

El dispositivo de guardia es un artificio creado desde sus orígenes para la


atención de las urgencias médicas, es decir, de cualquier situación que
requiera asistencia médica inmediata. Su principal objetivo es evaluar la
gravedad de los casos y resolver aquellas situaciones que implican riesgo de
vida. Se espera que sea un lugar de tránsito breve para quien ingresa, de
cuyo pasaje se busca resolver la situación crítica para luego continuar con su
tratamiento en otra instancia institucional. Se rige por la expectativa, prevista,
de alivio sintomático. (s.f., p.5)

Levy Yayati (2004) expresa que en la práctica de la guardia es necesario


considerar tres aspectos: la temporalidad en la que trascurre la consulta, la falta de
recurso estratégico y su manejo, y la evaluación de la inminencia de riesgo o de
peligrosidad, puesto que trata de una sola consulta, donde hay que tomar decisiones
importantes para la vida de alguien, como medicarlo o internarlo.
De acuerdo a esto:

El que nombremos la guardia como interdisciplinaria marca una forma de


pensar, articular, hacer y releer la clínica. Imprime, o por lo menos lo intenta,
una línea que está caracterizada por la complejidad, por la singularidad del
uno a uno, por la potenciación de recursos y por la asociación de criterios en
función de la práctica profesional. (RISAM, 2014, párr.6)

En esta línea, se considera que por la complejidad de la problemática en


Salud Mental no hay una profesión por sí sola que pueda abarcarla, es
imprescindible el trabajo interdisciplinario, ya que lo fortalece, y la Guardia, en este

11
sentido funciona como un espacio de soporte de la crisis, que la transforma a través
de los profesionales que intervienen en una urgencia, permitiendo su despliegue.

Perspectiva médica

Como se expresó anteriormente, en las instituciones asistenciales en


general, y en la guardia en particular, conviven diferentes profesionales capaces de
atender una urgencia, aunque con diferentes modos de dar respuesta, puesto que
cada profesión o teoría posee concepciones distintas. Es por eso que “la resolución
de la urgencia depende de quién la lee, de cómo se la aloje” (Sotelo, 2015, p.52)
La Ley de Salud Mental N° 26.657 (2010), en su artículo 8°, dice que debe
promoverse que la atención en salud mental esté a cargo de un equipo
interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores
capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente. Se incluye las
áreas de Psicología, Psiquiatría, Trabajo Social, Enfermería, Terapia Ocupacional y
otras disciplinas o campos pertinentes.
Sotelo (2009) establece que “la lectura, interpretación, diagnóstico,
pronóstico e intervenciones, serán establecidos según el paradigma que sostiene
cada una de estas prácticas, que difieren entre sí del concepto de síntoma, de
sujeto, y por supuesto, de cura” (p.24).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la Urgencia desde un
paradigma médico como la aparición fortuita en cualquier lugar o actividad de un
problema de causa diversa y gravedad variable que genera la conciencia de una
necesidad inminente de atención por parte del sujeto que lo sufre o de su familia.
Sotelo (2008) afirma:

La urgencia psiquiátrica se produce cuando el sujeto o la situación social o


familiar ha llegado al límite y requiere por resolver algo en el aquí y ahora.
Supone haber llegado a un límite tras el cual se vislumbra el desastre, el
riesgo de agresión o suicidio, la muerte, la desaparición subjetiva, la

12
exclusión social. La urgencia psiquiátrica es una urgencia médica, es la
urgencia de restitución de la salud mental. (p.5)

Sánchez (2001) dice:

Se define la urgencia psiquiátrica como la situación en la que el trastorno del


pensamiento, del afecto o de la conducta son en tal grado disruptivos, que el
paciente mismo, la familia o la sociedad, consideran que requiere de atención
inmediata. Pueden presentarse en condiciones que: a) Son manifestaciones
de una alteración psicológica aguda (ansiedad, depresión, trastornos de
adaptación); b) Implican riesgo de daño personal o interpersonal (agresión,
suicidio, homicidio); c) Evidencian un comportamiento profundamente
desorganizado (psicosis, delirio). (párr.1)

La urgencia médica comparte con la Psiquiatría el hecho de operar sobre el


acontecimiento, la gravedad del caso y la peligrosidad para sí o para terceros. Es
ello lo que constituye una urgencia. Y juntamente, tanto la posición como la
metodología, es similar si el síntoma es psiquiátrico u orgánico. Implica una
descripción de la sintomatología, para agrupar en síndromes que constituyen
entidades nosológicas. Y el trabajo será el de eliminarlo, puesto que implican una
molestia (Sotelo, 2015).
Los profesionales de la Residencia Interdisciplinaria Montes de Oca (2014)
analizan:

En esta época que vivimos, y en la que desarrollamos nuestra praxis,


podemos llevar adelante prácticas que objetivizan (desde una lógica de un
saber absoluto, sin tener en cuenta la singularidad de la persona que
atendemos); o prácticas que subjetivizan (que consideren la singularidad, los
recursos, los derechos y el momento en el que se encuentran los que
consultan)” (párr.8)

13
Claramente, la perspectiva psiquiátrica es una clínica basada en prácticas
que tratan al paciente como un objeto, puesto que no importa la subjetividad del
padecimiento, no importa su testimonio acerca de lo que le sucede, sino nombrar,
rotular, para asignarle en base al diagnóstico tal o cual psicofármaco, sin considerar
necesaria a la escucha, porque el saber es del médico.

MARCO TEÓRICO

Urgencia para el psicoanálisis

A continuación, se desarrollará la Urgencia desde el Psicoanálisis tomando las


conceptualizaciones que realizan Sigmund Freud, Jacques Lacan e Inés Sotelo.
Posteriormente, se diferenciará la urgencia generalizada de la urgencia subjetiva
y se establecerá la función del analista en este traspaso.
A modo de inicio, Sotelo (2015) manifiesta: “Definimos como ‘consulta de
urgencia’ a la que se realiza sin cita previa, debido a que quien consulta, paciente o
quien lo trae, considera que el padecimiento requiere atención inmediata” (p.65).
Freud la determina como un “quiebre de la homeostasis”, una ruptura del
equilibrio que sostenía la vida, las relaciones con los otros, con el propio cuerpo,
con el trabajo, con los lazos amorosos y familiares (Sotelo, 2015).
En relación a ello, Sotelo (2015) agrega: “Esta ruptura guía al sujeto por diversos
caminos: desde la inhibición, mutismo o aislamiento hasta la impulsividad, senderos
que pueden conducirlo a actos desesperados que en muchas ocasiones podrían
poner en riesgo su vida o la de terceros” (p.67).
Para Lacan, “la urgencia es lo imposible de soportar para un sujeto al que nada
divierte” (Leguil, 1987, p.26). Con respecto a esto, Sotelo (2007) dice que “lo
imposible de soportar es el quedar inmerso en la repetición de lo mismo donde la
dimensión del sujeto aparece totalmente arrasada” (p.25).
De este modo, entendemos que la urgencia se trata de una situación, un
acontecimiento, una circunstancia o un encuentro del sujeto con un exceso, que le
provoca al sujeto distintas reacciones que dificultan la puesta en palabra. Queda

14
preguntarnos: ¿Cómo tratar a un sujeto que llega de este modo? ¿Qué lugar tiene
el analista en la urgencia? ¿Cuándo finaliza la urgencia?

Urgencia generalizada

Se denomina “urgencia generalizada” a una nueva entidad clínica y política


que está en correspondencia con un nuevo régimen social, producto de un mundo
transformado por la ciencia y la globalización económica, caracterizado por la caída
de las tradiciones. (Belaga, 2005).
“La urgencia generalizada habla de un traumatismo tanto a nivel de lo
colectivo como en el de lo singular, donde encontramos la impotencia del discurso
a la hora de leer el acontecimiento” (Belaga, 2005, p.35).
En este sentido, Soler (1998) define al trauma como “una irrupción violenta
del dolor, del sufrimiento, del espanto, por la vía de un encuentro inesperado”
(p.139). Él considera que en la actualidad hay un aumento en la cantidad de
traumatismos porque los discursos que regulan los lazos sociales no logran hacer
pantalla a lo real y que “cada discurso interpone una cobertura, un envoltorio
protector, con su semblante, con su orden entre el sujeto y lo que llamamos ‘lo real’”
(p.141). Ante un discurso consistente, se está protegido de las irrupciones y los
traumas, pero cuando el discurso pierde su consistencia, es decir, cuando la
pantalla se agujerea por un exceso (de lo real o algo que amenaza), se produce una
multiplicación de los traumas, lo cual es signo de la impotencia o de las limitaciones
del discurso de la modernidad.
En este punto, ante la inexistencia de un ideal común que iguale a los sujetos,
la ciencia pasa a ser un discurso que provee de sentido, realizando una descripción
programada de cada uno, que hace existir una causalidad determinista universal
(Belaga, 2005).
“Entonces el mundo toma la apariencia de un ‘programa de computación’. Y
es en la medida que esta causalidad toma consistencia, que surge el escándalo del
trauma: lo contingente como lo imposible de programar” (Belaga, 2005, p.35).

15
De este modo, todo lo que no es programable, es decir, lo sorpresivo, lo
disruptivo, lo fortuito, deviene trauma.
Por lo tanto, ambos autores coinciden en que estamos ante una nueva
clínica, que refiere a una ampliación del trauma.
En este sentido, Belaga (2005) dice que, para el psicoanálisis, la reacción
frente al traumatismo es muy particular y se debe escuchar la singularidad de cada
uno. Es por ello que considera a la Urgencia Subjetiva como una nueva categoría
clínica.
Es en este punto que la presencia del analista, su intervención, posibilita el
pasaje de la urgencia generalizada a la urgencia subjetiva (Sotelo, 2007).

Urgencia subjetiva, la presencia del analista

Urgencia Subjetiva

Sotelo (2015) afirma: “Se llama ‘urgencia subjetiva’ a la que aparece en


aquellos casos en que la misma compromete al sujeto, quien tiene una percepción
íntima de que eso le concierne, más allá de la opinión del profesional acerca de la
gravedad del caso” (p.65).
Sassaroli (2009) manifiesta:

Toda urgencia y su posibilidad de definirla está determinada por una relación


particular con el lenguaje y es en este sentido que al hablar de urgencias
siempre nos referimos a urgencias subjetivas. La situación de urgencia se
desencadena cuando un sujeto se encuentra ante la imposibilidad de dar
algún sentido a algo, algo que es el encuentro con un real que no se deja
significar. (p.107)

El sujeto se encuentra con algo que conmueve su equilibrio y los puntos de


referencia simbólica en los que se sostenía. Por lo cual, queda “desamarrado”,

16
“suelto”, en una “deriva de sentido” que habrá que encausar a partir del trabajo
significante (Camaly, 2009).
En palabras de Lacan (1953):

Ya se dé por agente de curación, de formación o de sondeo, el psicoanálisis


no tiene sino un medium: la palabra del paciente. La evidencia del hecho no
excusa que se le desatienda. Ahora bien, toda palabra llama a una respuesta.
Mostraremos que no hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más
que el silencio, con tal de que tenga un oyente, y que éste es el meollo de su
función en el análisis. (p. 237)

En estos casos, lo que se presenta no es lo que los pacientes dicen, porque


algo del decir no se articula. Es allí, donde hay un silencio, un llanto o un grito, donde
hay que construir la cadena significante en la que ha habido una ruptura. Por ello,
en la Urgencia se trata de determinar de qué se trata esta ruptura, de dónde viene
la crisis que atraviesa el sujeto, y es por ello que el analista toma un rol fundamental
(Bialer et al., 1987; Dreyzin y Lichtenstein, 1987).

El trabajo del analista en la guardia

En las guardias, lo recurrente son las “conclusiones apresuradas” tanto de


quien consulta como de los médicos que diagnostican y promueven un tratamiento.
Esto difiere de la posición del analista, quien trata de oponer una pausa como
intervalo, ofreciendo la escucha y manteniendo un espacio para que, quien se
acerca, pueda formularse una pregunta (Luis, 2004).
Leguil (1991) asevera que “El analista intentará que el sujeto sustituya el
sentimiento de ser víctima de los síntomas, de las angustias, del insomnio, de la
ansiedad, de las voces, por apropiarse de ellos, hacerlos suyos, averiguando qué
conexión tiene esto consigo mismo, con su historia, con su pasado y su presente,
con su interior” (p.23)

17
En una situación de urgencia, el paciente suele llegar con otros -ya sean
familiares, amigos o una orden judicial-, y una de las cuestiones es dar cuenta de
quién es la urgencia, pedir que hable, que cuente de dónde viene y qué le sucedió,
ya que el objetivo es que el paciente pueda ir subjetivando su urgencia y
entendiendo que hay un sentido detrás de aquello que no encuentra. Como afirma
Freud (1916), diremos que “El psicoanálisis sigue la técnica de hacerse decir por
los mismos a quienes estudia (…) la solución de sus enigmas” (p.92).
Leguil (1987) agrega:

El ofrecimiento de su presencia se localiza en esa frontera entre lo que pueda


saberse y el sin-sentido. El analista, si guarda esta ubicación en las mismas
preguntas que le hace al paciente de la urgencia con quien se encuentra,
verá cada día que ningún significado es capaz de calmar un sujeto, sino
solamente la preocupación por la causa. (p.28)

Sotelo (2009) dice “La invitación a construir un relato, a localizar la aparición


de la urgencia y su relación con el acontecimiento de la vida, posibilita comenzar a
armar una trama, ligando S1-S2, la urgencia comienza a hacerse propia” (p.27).
En ese sentido, Bialer et al. (1987) consideran que no importa el modo en
que llegue, porque de cualquier manera el analista debe estar dispuesto a
escucharlo. Puesto que es a través de la oferta, es decir, de ofrecerle un espacio
para hablar, que se genera demanda (Lacan, 1958).
Por lo que “la demanda, y la demanda en la urgencia, es el efecto que se
puede producir del encuentro de un paciente, aún traído, con un analista que opera
con el paradigma de que allí hay un sujeto.” (Bialer, et al., 1987, p.12)
En consecuencia, el paciente no llega queriendo saber lo que le pasa, sino
que quiere que lo devuelvan a un estado anterior. El encuentro con un analista
puede hacerlo cambiar de opinión, como se dijo anteriormente, “implicarlo”. De este
modo, se evita consentir a la demanda para que surja una nueva historia causada
por el traumatismo (Sotelo, 2007).

18
El analista en la Urgencia exige la palabra, la reinscripción en la cadena
significante, la puesta en discurso, la reintroducción del efecto de
significación. Desde el primer encuentro pedimos al paciente que hable,
organizamos los preparativos que posibiliten la puesta en palabra. El analista,
dice, J. Lacan en la Conferencia de Roma, comienza por explicar que están
allí (los pacientes) para decir algo, sea lo que fuere. (Seldes, 1987, p.32)

Sotelo (2013) sostiene:

Desde una lectura psicoanalítica se puede sostener que una urgencia ha


finalizado cuando se ha subjetivado, cuando ésta ha dejado de ser algo ajeno
para el sujeto; cuando, al ubicar algún acontecimiento en el lugar de la causa,
se restituye la trama de sentido, que aunque provisional y destinado a perderse,
posibilita el inicio de un tratamiento posible, inmediato o en el futuro; intervención
con consecuencias. (párr. 11)

Adolescencia y actos trasgresores

Adolescencia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la adolescencia como


el periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez
y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años.
Tomando la definición de Nasio (2010), podemos decir que “el adolescente
es un muchacho o chica que poco a poco deja de ser un niño y se encamina
difícilmente hacia el adulto que será” (p.15).
Por lo tanto, es una etapa de cambio, de transición, de dificultades, de
adaptaciones. Estas se presentan a nivel biológico, psicológico y social.
A nivel biológico, el advenimiento de un cuerpo distinto al de la niñez, donde
se modifica la masa muscular, cambia la tonalidad de la voz, se vuelve un cuerpo
sexuado capaz de procrear.

19
A nivel social, implica la salida exogámica, la distancia de los padres ante la
necesidad de independencia de los mismos, la consolidación de nuevas amistades,
la búsqueda de un grupo de pares.
A nivel psicológico, es una etapa de búsqueda de identidad que provoca
cambios en el humor, en la actitud y en las emociones.
Es por esta complejidad que su atravesamiento se vuelve sumamente
singular.

Una mirada desde Freud

Antes de comenzar, es necesario aclarar que cuando Freud escribió sobre la


adolescencia, no utilizaba este término, sino “pubertad”. Esto se debe a que en
aquella época no existía todavía dicha palabra. Por lo cual, se espera que se tomen
a las mismas, en este caso, como sinónimos.
Freud en “Tres ensayos sobre la teoría sexual” (1905) dedica un capítulo a
“Las metamorfosis de la pubertad”, en el cual lo primero que indica es que “con el
advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual
infantil a su conformación normal definitiva” (p.189).
Esto refiere a la teoría de la sexualidad humana que impone, que presentaría
dos tiempos:
El primero, refiere a la sexualidad infantil. Al mismo pertenecen las primeras
elecciones de objeto, es decir, las que suceden en el Complejo de Edipo, que
sucumben a la represión siendo interrumpidos por el período de latencia. Este
estaría caracterizado por: la sexualidad autoerótica; la autonomía de las pulsiones
parciales, donde cada una busca su satisfacción de manera independiente a través
de las zonas erógenas; el reconocimiento de un solo órgano genital en el niño y la
niña (el masculino), por lo cual la polaridad vigente es “fálico-castrado” (Belçaguy,
Gómez y Menis, 2011).
Luego surgiría el segundo tiempo, que correspondería a la pubertad, donde
pueden ubicarse los siguientes procesos: se produce la subordinación de las
pulsiones parciales bajo el primado de la genitalidad a través del mecanismo del

20
placer preliminar que eleva la tensión necesaria para llevar a término el acto sexual.
Con esta aparición tiene lugar la reedición del Complejo de Edipo y de castración
donde surgirá una nueva represión para abandonar la fijación a los objetos edípicos,
puesto que incesto y parricidio ahora son posibles. Esto trae como consecuencia el
desasimiento de la autoridad de los padres; la desinvestidura de los padres va a
posibilitar el hallazgo del objeto exogámico y heterosexual; la pulsión se pone al
servicio de la función reproductora como una nueva meta; la oposición fálico-
castrado deja su lugar a la diferenciación masculino-femenino (Belçaguy et al.,
2011).

Una mirada desde Lacan

Lacan remite a la adolescencia en “El despertar de la primavera” (1974). Este


texto se basa en una obra de teatro de Wedekind en 1891 que lleva el mismo
nombre, y hace alusión al encuentro del adolescente con la sexualidad.
Barrionuevo (2011) manifiesta:

Lacan dice a propósito de los adolescentes que comienzan a pensar en las


chicas, que seguramente está todo el empuje hormonal que se quiera, pero
ellos no pensarían sin el despertar de sus sueños, fantasías o ensoñaciones.
Pero lo real de la pubertad también es la aparición de caracteres sexuales,
específicamente aquellos que se llaman secundarios, es decir, la
modificación de la imagen del cuerpo. Entonces, es en estos dos planos, el
del cuerpo como objeto pulsional y el del cuerpo como imagen, que la
pubertad viene a trastocar, a conmover al sujeto. (p.44)

En palabras de Lacan (1974) “que lo que Freud delimitó de lo que él llama


sexualidad haga agujero en lo real, es lo que se palpa en el hecho de que al nadie
zafarse bien del asunto, nadie se preocupe más por él” (p. 110).
Esto es debido a que se trata de la irrupción de lo real, lo cual imposibilita
simbolizar, poner en palabras acontecimientos nuevos, y por ello, genera en el

21
adolescente una situación de desconcierto difícil de dominar, que necesitará de una
transformación puesto que no es posible de ser representada psíquicamente.

El despertar de la pubertad trata del encuentro con el Otro sexo,


metamorfosis del cuerpo que modifica la relación con los objetos (…) El Otro
del saber, encarnado en las figuras de los padres, se presenta inconsistente
para significar lo que sucede en el cuerpo propio del adolescente. La posición
infantil de creer en el Otro vacila, presentándose así un Otro que no tiene
todas las respuestas. (Mitre, 2014, p. 34)

Es por ello que el autor considera la adolescencia como una “edad decisiva”,
donde lo que vacilan son los semblantes y se deberán encontrar nuevos que le
permitan orientarse. Esto quiere decir que el adolescente deberá realizar una nueva
lectura sobre el mundo en general y sobre sí mismo. Y lo hará a través del fantasma,
desde allí el sujeto leerá e interpretará su existencia.

La adolescencia para autores contemporáneos

A continuación se tratará la adolescencia a partir de autores psicoanalíticos


contemporáneos.
Knobel (1971) denomina “Síndrome normal de la adolescencia” a un conjunto
de manifestaciones que implican desequilibrio e inestabilidad extremos, las cuales
varían según el medio socioeconómico, político y cultural.
Entre sus manifestaciones podemos encontrar: búsqueda de sí mismo y de
su identidad, tendencia grupal, necesidad de intelectualizar y fantasear, crisis
religiosa, desubicación temporal, evolución sexual manifiesta, actitud social
reivindicatoria con tendencias antisociales, contradicciones en manifestaciones
conductuales con predominio de la acción, separación progresiva de los padres, y
constantes fluctuaciones del humor y del estado del ánimo. (Knobel, 1989).
Anna Freud (1979) dice que es muy difícil distinguir entre lo normal y lo
patológico en la adolescencia, porque en realidad toda conmoción de este período

22
de la vida debe ser estimado como normal, porque lo anormal en tal caso, sería la
presencia de un equilibrio estable durante el proceso adolescente.
Barrionuevo (2011) explica:

La consolidación o el afianzamiento de la posición subjetiva que se replantea


durante la adolescencia se produce como resultado de la conjunción del
trabajo de duelo, en dirección al reconocimiento de la castración, y del
accionar de la agresividad, que marca una posición de desafío o
confrontación con la autoridad de los padres coexistente con el respeto y/o el
amor hacia los mismos. (p.74)

De Simone y Battafarno (s.f.) dice que el proceso adolescente tiene la


característica de darse a través de tres crisis que evocan a la muerte: la destrucción
por el niño que fue (donde se deberá buscar un lugar de identificación desde el cual
sostenerse, generando un ideal propio), la muerte simbólica del padre (para que ello
ocurra debe haber un padre vivo en el deseo, que se deje matar) y por último,
nombra las identificaciones familiares heredadas del Complejo de Edipo (ya que
deberá buscar identificaciones fuera de la familia, y esto implica crecer y
diferenciarse, lo cual traerá cierto grado de agresividad necesaria para remarcar lo
familiar de lo extra-familiar).
En tal sentido, Nasio (2010) considera que es común que un adolescente
actúe en vez de hablar y que esto se debería a que no puede verbalizar lo que
siente, ya que no sabe identificarlo. Para el autor, se trata de un sufrimiento
inconsciente que se expresa mediante comportamientos impulsivos.
Este sufrimiento tiene tres maneras diferentes de manifestarse:
En primer lugar, como “neurosis de crecimiento” a la que considera sana y
necesaria para volverse adulto. Se trataría de un sufrimiento moderado cuyos
principales síntomas serían angustia, tristeza o rebeldía y solo habría que esperar
que pase.
En segundo lugar, como “comportamientos peligrosos”, que son una puesta
en acto de un sufrimiento inconsciente intenso, este sería el caso de los intentos de

23
suicidio, anorexia y bulimia, fugas, violencia contra otros y contra sí mismos. En este
caso, la describe como la “expresión actuada de un dolor interior, no sentido, que
socava al joven desde los desgarramientos familiares de su infancia” (p. 25). Para
él, esto sería una manera de ponerse a prueba y afirmarse, ya que “quiere sentirse
existir, distinguirse de los adultos y hacerse reconocer por sus amigos” (p.26).
En tercer lugar, el sufrimiento más extremo, por medio de “perturbaciones
mentales” como esquizofrenia, los trastornos obsesivos compulsivos, fobias,
depresión, perversiones sexuales.
Por lo tanto, los autores contemporáneos consideran que los adolescentes
pasan por esta etapa, atravesando situaciones que implican duelos, crisis,
sufrimiento inconsciente, conflictos con los padres, agresiones, para poder llegar a
tener una posición subjetiva que les permita diferenciarse de sus padres y obtener
una salida a través de su grupo de pares.

Adolescencia y trasgresión para autores contemporáneos

A partir de lo transmitido, entendemos que el fenómeno de trasgresión, si


bien anteriormente no ha sido llamado de tal modo, tiene carácter de rebeldía,
impulsividad, dificultades de verbalizar lo que sucede internamente, etcétera. Sin
embargo, en este apartado, y por el caso elegido en la tesis, quisiera referirme a la
trasgresión como violencia, como incumplimiento de la ley, de las normas, de la
organización cultural y social.
En este sentido, De Simone y Battafarno (s.f.) expresan que si bien la
adolescencia es típicamente transgresora, los adolescentes infractores de la Ley
Penal, no cometen transgresiones propias de la etapa vital, sino aquellas que
desorganizan el orden establecido y dan cuenta de la ley como organizador cultural.
Laursen y Marqués (s.f) coinciden en que los adolescentes que tienen
conductas trasgresoras no logran realizar una adecuada tramitación psíquica de sus
afectos.
Estos adolescentes infractores tienen una estructura psíquica particular
caracterizada por una tendencia a la acción debido a un déficit en la simbolización.

24
Con ello, no alude a una deficiencia para simbolizar, sino al procesamiento de los
conflictos psíquicos mediante acciones en vez de representaciones (De Simone y
Battafarno, s.f.).
Dicho de otro modo, tienen una gran dificultad para poder expresar mediante
la palabra, emociones o acontecimientos que han padecido, siendo el elemento
privilegiado el accionar impulsivo. Por esa razón, es que les es costoso realizar una
historización, realizar asociaciones en base a la causalidad psíquica que opera,
etcétera.
Puhl, Sarmiento, Izcurdia, Siderakis y Oteyza (2010) indican que la razón por
la cual los adolescentes tienen una conducta transgresora como un conflicto con la
Ley Penal tienen que ver con su primera infancia, puesto que en ese momento es
cuando comienzan las conductas adaptativas a las normas sociales. En este
sentido, llegan a la conclusión que estos adolescentes tendrían necesidades
afectivas insatisfechas y vínculos primarios que han sido deficitarios.
De acuerdo con ello, De Simone y Battafarno (s.f.) consideran que la familia
y la identidad tienen una relación de reciprocidad, ya que la familia es quien otorga
reconocimiento y pertenencia desde el nacimiento, genera en el sujeto una
identidad, lo cual hace que su existencia tenga significación. Ella indica que, por el
contrario, en estos adolescentes trasgresores existe un trastorno de identidad, cuya
causa es cierto desconocimiento o confusión acerca de sus orígenes, lo cual termina
manifestándose en la búsqueda de grupos sustitutos de pertenencia que refieren a
bandas delictivas, grupos de adictos, etc. Estos, si bien le otorgan una filiación,
llevan a sus miembros a la autodestrucción.
Knobel (1971) refiere que, en ocasiones, la única solución puede ser la de
buscar lo que Erikson ha llamado también “una identidad negativa”, basada en
identificaciones con figuras negativas pero reales. Es preferible ser alguien,
perverso, indeseable, a no ser nada. Pueden presentarse también identidades
transitorias, ocasionales o circunstanciales, adoptadas sucesiva o simultáneamente
por el adolescente, según las circunstancias.
De Simone y Battafarno (s.f.) agregan: “Si existe un déficit en la identidad, es
porque este nacimiento ha sido contingente (…) Y el sentido último del accionar

25
trasgresor no es otro que exponerse a la destrucción, es decir, cumplir con la
significación que se le asignó en el seno familiar” (p. 11).
Los autores sostienen, que el acto trasgresor, como cualquier síntoma o acto
equivalente, es un intento de solucionar un determinismo traumático y por lo tanto
tiene un sentido, es decir un valor simbólico que permanecerá incomprensible si no
se explicitan las causas que lo determinaron. Es por ello, que el accionar transgresor
funciona como un lenguaje, que expresa (simbólicamente) lo que no se puede decir.
Entonces, el accionar transgresor que suele ser descripto como ausencia de
angustia, contrariamente a esto, se nos presenta como una defensa frente a la
angustia que generan las situaciones infantiles traumáticas inscriptas en su historia.

Responsabilidad

Psicoanálisis y derecho

Luis Seguí (2012) considera que la relación entre el derecho y el psicoanálisis


viene impuesta por dos cuestiones: el sujeto del derecho y el del psicoanálisis es el
mismo; y, ciertas actuaciones de estos sujetos producen consecuencias que
merecen la atención de ambos discursos.
Sin embargo, el autor no descarta que hay una diferencia radical acerca del
sujeto que sostienen estos discursos, y es que: “Mientras que para el derecho el
inconsciente no existe en el momento de juzgar un acto, el psicoanálisis no concibe
al sujeto sino como sujeto del inconsciente, con las consiguientes diferencias en
cuanto al criterio de responsabilidad” (p. 11).
A partir de esta mención, me propongo establecer las diferencias existentes
entre estos discursos en cuanto a la conceptualización ateniente al sujeto y a la
responsabilidad.

El sujeto y la responsabilidad

26
A modo de introducir el tema, tomaré la afirmación que realiza Salomone
(2006):

La noción de responsabilidad de la que se trate estará directamente vinculada


a una determinada noción de sujeto: mientras que la responsabilidad subjetiva
interpela al sujeto más allá de las fronteras del yo, asentándose en la noción
de sujeto del inconsciente, la responsabilidad jurídica se plantea en función de
la noción de sujeto autónomo, la cual restringe la responsabilidad al terreno de
la conciencia, al ámbito de la intencionalidad consciente. (p.100)

Discurso Jurídico: Acerca del sujeto y la responsabilidad.

El Código Civil y Comercial de la República Argentina, en su artículo 22


expresa que toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y
deberes jurídicos. Pero la ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de
hechos, simples actos, o actos jurídicos determinados.
El Código agrega en su artículo 24 que quienes no podrán ejercer por sí
mismas sus derechos son: la persona por nacer, la persona que no cuenta con la
edad y grado de madurez suficiente y la persona declarada incapaz por sentencia
judicial.
En este sentido, Salomone (2006) expresa que “el sujeto del derecho, es el
sujeto considerado autónomo; aquél capaz de hacerse responsable, no sólo por sus
acciones sino también por sus elecciones y decisiones” (p.101).
Para el Derecho, el sujeto tiene dos condiciones: ser imputable o inimputable
(en el ámbito Penal) o capacidad-incapacidad jurídica (en el ámbito civil), una
condición o la otra, se debe a si puede responder por sus actos. Cuando la persona
no muestra estar en dominio de sus facultades mentales por razones afectivas y/o
intelectuales, pierde su cualidad de autónomo, siendo eximido de su
responsabilidad jurídica. (Salomone, 2006)
A su vez,

27
El derecho distingue entre responsabilidad civil, por la cual se le atribuye a
alguien como autor de un acto perjudicial para otro sujeto, con la obligación
de reparar las consecuencias dañosas que se deriven de su acción. Y
responsabilidad penal, por la que se imputa a alguien la autoría de una acción
delictiva siendo obligado a recibir una pena. (Greiser, 2008, p.74)

En este sentido, entendemos desde el discurso jurídico se denomina


“imputabilidad” a quién puede responsabilizarse por sus actos, siendo que es capaz
de entender y responder por los mismos. En consecuencia, se considera a un sujeto
“inimputable” o “no punible” a quién es incapaz de comprender su accionar, y por
ello, se lo exime de dar respuesta.

Discurso Analítico: Acerca del sujeto y la responsabilidad.

Freud (1925) tras haber escrito “La Interpretación de los sueños”, realiza un
agregado en el cual se pregunta si uno debe hacerse responsable por el contenido
de los sueños, a lo que responde:

Desde luego, uno debe considerarse responsable por sus mociones oníricas
malas. ¿Qué se querría hacer, si no, con ellas? Si el contenido del sueño -
rectamente entendido- no es el envío de un espíritu extraño, es una parte de
mi ser; si, de acuerdo con criterios sociales, quiero clasificar como buenas o
malas las aspiraciones que encuentro en mí, debo asumir la responsabilidad
por ambas clases, y si para defenderme digo que lo desconocido,
inconsciente, reprimido que hay en mi no es mi <yo>, no me sitúo en el
terreno del psicoanálisis, no he aceptado sus conclusiones, y acaso la crítica
de mis prójimos, las perturbaciones de mis acciones y las confusiones de mis
sentimientos me enseñan algo mejor. Puedo llegar a averiguar que eso
desmentido por mí no sólo <está> en mí sino en ocasiones también <produce
efectos> desde mí. (p. 135)

28
Salomone (2006) explica que Freud responsabiliza al sujeto de aquello que
desconoce de sí mismo. Por lo cual, el campo de la responsabilidad subjetiva
confronta al sujeto con aquello que le pertenece, pero a su vez, le es ajeno. De este
modo, el sujeto es siempre imputable pero no en términos morales o jurídicos, sino
éticos.
Seguí (2012) señala:

Para el derecho, el loco no es responsable. No puede, por lo tanto, responder,


hacerse cargo de las consecuencias de sus actos. Para el psicoanálisis,
negar a un sujeto la posibilidad de asumir el resultado de sus acciones
equivale a expulsarlo del mundo, de la cultura: convertirlo en un no-sujeto.
(p.16)

Es por ello que Lacan (1966) afirma “De nuestra posición de sujetos somos
siempre responsables” (p.837).
De este modo, Salomone (2006) define: “Llamaremos responsabilidad
subjetiva a aquella que se configura a partir de la noción de sujeto del inconsciente;
sujeto no autónomo que, por definición no es dueño de su voluntad e intención”
(p.118).
Es decir, contrariamente al discurso jurídico, aquí el sujeto es efecto de la
palabra que lo divide. Esta división, se manifiesta en las formaciones del
inconsciente, cuando el yo experimenta un punto de inconsistencia, como algo que
irrumpe y quiebra todo sentido.
Seguí (2012) dice que en el inconsciente no hay registro de la diferencia entre
deseo y acto, y continúa:

Que esta diferencia sea decisiva en el derecho penal, no impide que en el


plano subjetivo los seres hablantes sean culpables de cosas que no han
cometido en la realidad material, pero que han sucedido en esa realidad tan
singular y real que denominamos inconsciente. (p.250)

29
D’ Amore (2006) dice “la responsabilidad subjetiva es la culpabilidad misma
de lo que se hace y de lo que se dice: una singularidad que emite un sujeto, del
deseo inconsciente que causó la formación” (p.151).
Esto difiere del discurso jurídico en el cual:

La culpa es una categoría jurídica normativa, y por ende, le corresponde una


sanción, provocando una correspondencia entre ambas. De si el sujeto
puede comprender y responder por su acto, va a depender de si es punible
o no. Para el derecho hay presunción de inocencia hasta que se demuestre
lo contrario, pero el psicoanálisis parte de un sujeto culpable, no hay
presunción de inocencia. (Greiser, 2008, p.51-52)

Seguí (2012) dice:

La ley, que representa el orden simbólico por excelencia, manda y censura,


ordena y prohíbe, marca los límites que no deben ser traspasados. Pero
mientras que, en el campo jurídico, la vulneración del orden normativo
acarrea un castigo -no hay derecho si no va acompañado de poder coactivo-
, ejecutado por un juez en función del grado de culpa imputable al transgresor
y a la responsabilidad que se le atribuya, el psicoanálisis asigna al sujeto el
rol de juez de sí mismo. Y en tanto que un juez puede desresponsabilizar a
un sujeto -incluso siendo culpable-, para el psicoanálisis aquel siempre es
responsable desde su ingreso en la lengua. (p.15)

Ahora bien, ¿Qué verdad persigue el analista? ¿Qué se busca a través de


las formaciones del inconsciente?

Para un analista, su intervención en una causa jurídica no atañe a la


verificación de la verdad de los hechos realmente acontecidos, sino de la
verdad articulada en el inconsciente que emerge en las fallas del discurso, y
no como confesión. (Greiser, 2008, p.55)

30
De este modo, Salomone (2006) dice que la responsabilidad profesional se
centrará en propiciar un más allá de la responsabilidad jurídica, es decir, impedir
que la sanción social, el castigo, le permita al sujeto refugiarse en una
responsabilidad moral sustrayéndose de la responsabilidad subjetiva, la cual lo
confronta al campo de la verdad que lo determina.
En conclusión, podemos decir que lo que busca el analista es la verdad, pero
no la verdad ateniente a la realidad material, a la comprobación de los hechos, sino
a la verdad del paciente, a la que refiere a su realidad psíquica, la que podrá advenir
a partir de los dichos del paciente bajo la regla de la asociación libre. Como expresa
Salomone (2006):

La indicación freudiana es escuchar la verdad que se produce en su decir y


que compromete al sujeto, aún más en esos puntos donde el yo -que se
pretende autónomo- no puede dar cuenta. Es en ese punto donde Freud
ubica la responsabilidad: en relación a aquel propósito inconsciente que,
ajenamente a la voluntad del yo, propició la acción. (p.122)

31
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

Método

El método utilizado es el de la investigación de carácter cualitativo. La


investigación es un conjunto de procesos sistemáticos, críticos y empíricos que se
aplican al estudio de un fenómeno (Hernandez Sampieri, Fernández Collado, &
Baptista Lucio, 2010)
Siguiendo a este mismo autor, el enfoque cualitativo se guía por áreas o
temas significativos de investigación. Pueden desarrollar preguntas e hipótesis
antes, durante o después de la recolección y el análisis de los datos. La acción
indagatoria se mueve en ambos sentidos: entre los hechos y su interpretación, y
resulta un proceso más bien “circular”.
La investigación cualitativa se preocupa por un nivel de realidad que no puede
ser cuantificado. Trabaja con el universo de significados, motivos, aspiraciones,
creencias, valores y actitudes, lo que corresponde a un espacio más profundo de
las relaciones, de los procesos y de los fenómenos que no pueden ser reducidos a
una operacionalización de variables. [(De Souza Minayo, 2004), p. 15]
La metodología de investigación cualitativa entonces, implica una fase
exploratoria de la investigación, tiempo de interrogación sobre el objeto,
presupuestos y teorías pertinentes y cuestiones operacionales y metodológicas.
Luego le sigue el trabajo de campo, recorte empírico de la construcción teórica
elaborada hasta el momento, para luego proceder al tratamiento del material
recogido en el campo (lo cual involucra la ordenación, clasificación y análisis
propiamente dicho) [(De Souza Minayo, 2004), p. 22].

Diseño

El diseño es de carácter exploratorio, en pos de examinar un problema de


investigación poco estudiado, así como también para aumentar el grado de
familiaridad con dicho fenómeno. Se busca mediante este diseño, obtener

32
información sobre la posibilidad de llevar a cabo una investigación más completa
sobre el contexto presentado y que involucre un muestreo aún mayor. Además, se
buscará identificar conceptos o variables promisorias y sugerir postulados
verificables para investigaciones futuras.

Universo y muestra

En la investigación cualitativa, la muestra es un grupo de personas, eventos,


sucesos, comunidades, etc., sobre el cual se habrán de recolectar los datos, sin que
necesariamente sea representativo del universo o población que se estudia
[(Hernandez Sampieri, et al., 2010), p. 395] Ésta no busca generalizar resultados y
tampoco es de carácter probabilístico.
En el presente trabajo, por cualidades inherentes a la capacidad operativa de
recolección y análisis determinadas por el contexto de investigación detallado
anteriormente, se ha procedido a la realización de un estudio de caso. Se trata de
un muestreo oportunista o por conveniencia, ya que se toma ventaja de una
situación que se ha presentado al investigador para el desarrollo de un problema, a
posteriori de la recolección de datos.
Se trata entonces de un caso único (n = 1), usuario del servicio del dispositivo
de Guardia en un Hospital Público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Fuente para la recolección de datos

La recolección de datos se da lugar en un ambiente natural y cotidiano para


las unidades de análisis. El proceso se desarrolla a través de una entrevista
semidirigida por el profesional a cargo de la admisión y la recolección de datos a
cargo del observador de participación silente (ya que no interactúa con el sujeto),
quien redacta la viñeta que aquí se presenta.
En investigación cualitativa, la observación participante implica un papel
activo y una reflexión permanente, ya que el investigador mismo se encuentra
sumergido en la situación a analizarse. Debe estar atento a los detalles, sucesos,

33
eventos e interacciones y también tener siempre noción de su propia implicancia en
dicha recolección de datos.

34
ANÁLISIS DEL CASO

En la viñeta clínica se ha presentado el caso clínico de un adolescente que


fue trasladado a la Guardia de un hospital general de agudos.
En principio, podemos situar que el acercamiento a una Guardia, por ser un
dispositivo creado para alojar urgencias, sugiere desde una perspectiva
psicoanalítica que ha habido para un sujeto una ruptura de la homeostasis con que
la vida transcurría, algo resulta imposible de soportar y produce el acercamiento al
hospital.
Ante ello, es imprescindible preguntarse: ¿Quiénes se acercan a la Guardia?
¿Cuáles son los motivos? ¿De quién es la urgencia?
Se puede afirmar, en primer lugar, que el sujeto concurre al hospital luego de
haber estado envuelto en una pelea dentro del ámbito escolar. F. fue traído por un
patrullero, por ser considerado el autor del hecho.
¿A quién pertenece la Urgencia? Se puede inferir que, por el desarrollo del
caso clínico, la Urgencia se da a través de los representantes del colegio, quienes
derivan y demandan la consulta.
En este punto se ubica la Urgencia Generalizada, puesto que es allí donde a
partir de un suceso inesperado que conmociona la rutina escolar, se produce un
traumatismo, al cual no pueden encontrarle un sentido. Por ejemplo, la secretaria
del colegio intentaba buscar información para entender cómo una “mirada mal” del
hermano de G. a F. podría haber terminado así.
Por lo manifestado en el Marco Teórico, se entiende que lo que produce el
cambio de la Urgencia Generalizada a la Urgencia Subjetiva es el encuentro con un
analista, el cual establece una pausa, a pesar de las exigencias del dispositivo, y
ofrece una escucha. Pero esta torsión no siempre se produce, o al menos no en la
entrevista presenciada.
Recordemos que F. se encontraba junto a su madre, su hermano y cinco
custodios de la policía, ya que se lo consideraba “un peligro”. La psicóloga, junto a
una psiquiatra y una trabajadora social, intervienen pidiendo un espacio de
privacidad para poder tener intimidad en la entrevista con F.

35
La psicoanalista comienza preguntando qué sucedió, buscando que F.
construya un relato propio. Él reacciona intentando desligarse de la situación: “No
vi nada”, “…cuando salí -del aula- ya había pasado todo, vino la policía y me trajo
acá”. En la entrevista con la trabajadora social, se resiste a aportar más datos.
En este sentido, encontramos que F. no demuestra angustia por la situación,
sino más bien un actuar impulsivo, del cual se siente ajeno, como si se encontrara
por fuera de la escena, sin realizarse preguntas acerca de por qué está allí. Esto
demuestra una imposibilidad para subjetivar la urgencia, ya que no la hace propia.
La urgencia es de los otros que lo traen.
No obstante, es importante considerar que F. es un adolescente, que
atraviesa una etapa compleja caracterizada por cambios que se manifiestan a través
de actos trasgresores, conductas impulsivas o rebeldes.
Lo que realiza F. se trata de una infracción a la Ley Penal, lo cual atenta el
orden que establece una cultura. De este modo, desde el discurso jurídico si bien
es un sujeto menor de edad, y por lo tanto se toman otras medidas, recibe la sanción
de un juez, quien establece en este caso que el sujeto debe pasar un tiempo en un
Instituto de Régimen Cerrado. Se evaluará posteriormente, con más detenimiento y
más datos, el motivo que lo trajo y la sanción o pena a tomar.
En la guardia aparece entonces un entrecruzamiento de discursos. Por un
lado, el discurso jurídico y, por otro lado, el discurso analítico, donde cada cual lee
la urgencia desde su paradigma.
El discurso analítico escucha la posición subjetiva del paciente,
estableciendo que el sujeto, por ser “sujeto del inconsciente” es siempre
responsable de sus elecciones, decisiones y actos. Ya que, tras ellos, hay un
sentido, un deseo, que lo llevó a cometer el acto.
En este sentido, una lectura psicoanalítica sobre los actos trasgresores
advierte sobre la dificultad de estos para poder simbolizar, teniendo una tendencia
a la acción como forma de procesar conflictos psíquicos. Además, se considera que
las razones se deben a un sufrimiento inconsciente intenso que debe ubicarse en la
primera infancia, a partir de necesidades afectivas insatisfechas y vínculos primarios
que han sido deficitarios. La madre de F. entiende que su hijo tiene una dificultad

36
para manejar el enojo, considerándolo impulsivo, a la vez que expresa que el padre
era violento. Sin embargo, descarta que pudo haber sido él quien cometió el hecho.
Por lo tanto, cabe preguntarse: ¿Puede haberse identificado F. con este
rasgo “violento” del padre? ¿Ha elegido un grupo de pares similar como expresa el
hermano? ¿Podemos considerar que algo insiste como repetición por sus
antecedentes en el anterior colegio?
En conclusión, podemos pensar que la Guardia intenta alojar la urgencia
traída por el colegio, que da cuenta que en esta escena se presentó algo disruptivo,
hubo una ruptura de la homeostasis; sin embargo, F. no entra en urgencia -“me
trajeron acá”-, aunque constantemente aparece el significante “nada”. Es así como
relata: “No vi nada”, “No tengo nada que ver”, “En el otro colegio tampoco hice nada”.
Es allí donde “nada” sucede, donde “nada” vio, donde “nada” dice, que queda el
puro acto desmedido.
De esta forma, la Ley, como terceridad, interviene regulando y ordenando,
imponiendo una medida restrictiva de la libertad, podemos pensar, allí donde el
sujeto no enlaza su goce a la ley.
La Guardia, a través de su equipo de Salud Mental, invita al sujeto a
implicarse, no en el hecho, sino en la causa que lo atañe en su singularidad. De
este modo, le brinda un espacio y una escucha, a la cual responde de manera
desinteresada, desligándose de la situación, en este “no querer saber ‘nada’”, le
remarca que aquello que sucedió, fue muy “grave”.
A consecuencia de ello, F. responde “cuando se entere mi papá me va a
matar”. Es en este momento, donde aparece algo distinto del significante “nada” que
repetía su discurso, y surge algo de lo propio.
Siendo que en este punto se suspende la entrevista, queda abierta la
pregunta, ¿Por qué lo mataría su papá, acaso él hizo algo?

37
CONCLUSIÓN

A lo largo de esta tesis, denominada “Urgencia, Actos Trasgresores y


Responsabilidad para el Psicoanálisis” se ha intentado responder los interrogantes
formulados en un principio, haciendo una relación con un caso clínico.
Estas preguntas fueron: ¿Cómo trabaja un psicoanalista en la Guardia? ¿Es
posible producir una torsión entre la Urgencia Generalizada y la Urgencia Subjetiva?
Cuando hay un atravesamiento del discurso jurídico, ¿es posible mediante el
discurso analítico introducir la responsabilidad subjetiva?
De este modo, se ha utilizado variada bibliografía, correspondiente a distintos
autores e investigadores que han conceptualizado y teorizado sobre la Urgencia en
la Guardia, la Urgencia Generalizada y el traspaso a la Urgencia Subjetiva a través
de la posición del analista, la adolescencia como etapa vital caracterizada por actos
trasgresores y su diferenciación con respecto a los conflictos con la ley penal, y por
último, la responsabilidad entendida para el discurso jurídico y para el discurso
analítico.
Teniendo en cuenta la hipótesis planteada, considero que la misma ha sido
corroborada a través de distintos autores: en el paso por la Guardia, es fundamental
el encuentro con el analista, puesto que intenta producir una pregunta para
posibilitar la implicación y la responsabilidad subjetiva en el acto que lo acercó al
hospital. Sin embargo, en la viñeta lo que se presenta es del orden de la Urgencia
Generalizada.
El caso, presenta como funciona el dispositivo de Guardia; en primer lugar,
alojando la urgencia de quienes acuden a la consulta; y en segundo término,
produciendo una evaluación a través de un trabajo interdisciplinario que, en este
caso, concluyó con una derivación.
En tal sentido, el analista aloja la urgencia, apostando a una subjetivación de
esta y buscando, a través de la invitación a hablar, que el sujeto transforme la lectura
del acto trasgresor. Se produce un entrecruzamiento entre el discurso jurídico, allí
donde F. es traído por la policía y hay intervención judicial; y el discurso analítico,
siendo el analista quien lo recibe y escucha en el dispositivo de guardia.

38
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

AAVV (1987). La urgencia. El psicoanalista en la práctica hospitalaria. Buenos Aires:


Ricardo Vergara Ediciones.
Barrionuevo, J. (2011). Adolescencia. Semblante de las metamorfosis de la
pubertad. En J. Barrionuevo, Adolescencia y juventud (pp. 35-120). Buenos
Aires: EUDEBA.
Belaga, G. A. (2004). La urgencia generalizada I. Buenos Aires: Grama Ediciones.
Belaga, G. A. (2004). La urgencia generalizada. La práctica en el hospital. En G. A.
Belaga (Comp.), La urgencia generalizada: la práctica en el hospital (pp. 11-
19). Buenos Aires: Grama Ediciones.
Belaga, G. A. (2005). La urgencia generalizada II. Buenos Aires: Grama Ediciones.
Belaga, G. A. (2005). La urgencia generalizada. Ciencia, política y clínica del
trauma. En G. A. Belaga (Comp.), La urgencia generalizada: la práctica en el
hospital II (pp. 9-29). Buenos Aires: Grama Ediciones.
Belaga, G. A. (2005). La urgencia generalizada. Las respuestas del psicoanálisis en
las instituciones. En I. Sotelo (Comp.), Tiempos de Urgencia. Estrategias del
sujeto, estrategias del analista (pp. 33-39). Buenos Aires: JCE Ediciones.
Belçaguy, M. N., Gómez, J. & Menis, A. (2011). Las metamorfosis de la pubertad y
el despertar de la primavera. Ficha de Cátedra. Facultad de Psicología. UBA.
Bialer, M., Dreyzin, A., Hornstein, C., Lifschitz, G., Manavella, N., Michanié, L., et al.
(1987). Sobre la Urgencia(I). En La Urgencia. El psicoanalista en la práctica
hospitalaria (pp. 11-14). Buenos Aires: Ricardo Vergara Ediciones.
Blinder, J. (2004). Urgencias// La urgencia// Lo urgente en la infancia. En G. A.
Belaga (Comp.). La urgencia generalizada: la práctica en el hospital (pp. 129-
141). Buenos Aires: Grama Ediciones.
Camaly, D. (2009). Modalidades de resolución de la urgencia en la guardia externa
de un hospital general. En I. Sotelo (Comp.), Perspectivas de la clínica de la
urgencia (pp. 127-135). Buenos Aires: Grama Ediciones.
Código Civil y Comercial de la Nación (2015). Buenos Aires: Editorial Estudio

39
D´Amore, O. (2006). Responsabilidad subjetiva y culpa. En M. E. Domínguez & G.
Salomone, La transmisión de la ética. Clínica y deontología (pp. 145-165).
Buenos Aires: Letra Viva.
De Simone, C. y Battafarno, S. (s.f.). Acerca de las características psicopatológicas
de los adolescentes infractores. Ficha de Cátedra. Facultad de Psicología.
UBA.
Dreyzin, A. & Lichtenstein, C. (1987). Eric Laurent con el Grupo de Investigación
sobre las Urgencias. En La Urgencia. El psicoanalista en la práctica
hospitalaria (pp. 19-20). Buenos Aires: Ricardo Vergara Ediciones.
Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual: Las metamorfosis de la pubertad.
En Obras completas de Sigmund Freud. Vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu
Editores.
Freud, S. (1916). 6ª Conferencia. Premisas y técnicas de la interpretación. En Obras
completas de Sigmund Freud. Vol. XV. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1984). Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su
conjunto. Punto B) La responsabilidad moral por el contenido de los sueños.
En Obras completas de Sigmund Freud. Vol. XIX. Buenos Aires: Amorrortu
Editores.
Greiser, I. (2008). Delito y trasgresión: un abordaje psicoanalítico de la relación del
sujeto con la ley. Buenos Aires: Grama Ediciones.
Knobel, M. (1989). El síndrome de la adolescencia normal. En A. Aberastury & M.
Knobel, La adolescencia normal (pp. 35-108) Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (1953). Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis.
Escritos. Tomo I. Buenos Aires: Siglo XXI.
Lacan, J. (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos. Tomo
2. Buenos Aires: Siglo XXI.
Lacan, J. (1966). La ciencia y la verdad. Escritos. Tomo 2. Buenos Aires: Siglo XXI.
Lacan, J. (1974). El despertar de la primavera. En Intervenciones y textos. Buenos
Aires: Editorial Manantial.

40
Laursen, G. & Marqués, R. (s.f.) Actualizaciones en el abordaje psicológico en los
adolescentes infractores a la ley penal. Ficha de cátedra. Facultad de
Psicología, UBA. Buenos Aires.
Leguil, F. (1987) Reflexiones sobre la urgencia. En La Urgencia. El psicoanalista en
la práctica hospitalaria (pp. 23-28). Buenos Aires: Ricardo Vergara Ediciones.
Levy Yayati, E (2004). Sobre el manejo de la urgencia. En G. Belaga (Comp.). La
urgencia generalizada: la práctica en el hospital (pp. 115-128). Buenos Aires.
Argentina: Grama Ediciones.
Ley N° 26.657 (2010). Ley de Salud Mental.
Luis, M. (2004). Las urgencias en la guardia de un hospital. En A. Rubistein (Comp.),
Un acercamiento a la experiencia. Práctica y transmisión del psicoanálisis
(pp. 119-133). Buenos Aires. Argentina: Grama Ediciones.
Mitre, J. (2014). La adolescencia: esa edad decisiva. Buenos Aires: Grama
Ediciones.
Moscón, Julio. (2007). La urgencia y el hospital. En Psicoanálisis y
hospital. Recuperado de
http://www.elpsitio.com.ar/Noticias/NoticiaMuestra.asp?Id=1829
Nasio, J. D. (2010). ¿Cómo actuar con un adolescente difícil? Consejos para padres
y profesionales. Buenos Aires: Paidós.
OMS. Definición de adolescencia. Recuperado de
http://www.who.int/maternal_child_adolescent/topics/adolescence/dev/es/
Perelli, V. (2009). ¿Transferencia en la urgencia? En I. Sotelo (Comp.). Perspectivas
de la clínica de la urgencia (pp. 93-96). Buenos Aires: Grama Ediciones.
Puhl, S. M., Sarmiento, A. J., Izcurdia, M., Siderakis, M., & Oteyza, G. R. (2010).
Las conductas transgresoras en adolescentes en conflicto con la ley penal y
su relación con los vínculos tempranos. En II Congreso Internacional de
Investigación y Práctica Profesional en Psicología XVII Jornadas de
Investigación Sexto Encuentro de Investigadores en Psicología del
MERCOSUR. Facultad de Psicología Universidad de Buenos Aires.

41
Residencia Interdisciplinaria en Salud Mental Montes de Oca (2014). Guardia
interdisciplinaria. En Psicoanálisis y hospital. Recuperado de
http://www.elpsitio.com.ar/noticias/noticiamuestra.asp?Id=2354
Rubistein, A. (2004). Un acercamiento a la experiencia. Práctica y transmisión del
psicoanálisis. Buenos Aires: Grama Ediciones.
Salomone, G. (2006). El sujeto autónomo y la responsabilidad. En M. E. Domínguez
& G. Salomone, La transmisión de la ética. Clínica y deontología (pp. 99-115).
Buenos Aires: Letra Viva.
Salomone, G. (2006). El sujeto dividido y la responsabilidad. En M. E. Domínguez
& G. Salomone, La transmisión de la ética. Clínica y deontología (pp. 117-
129). Buenos Aires: Letra Viva.
Sánchez, E. (2001). “Urgencias Psiquiátricas”. Recuperado de
http://www.medynet.com/usuarios/jraguilar/urgencia%20psiquiatrica.htm.
Sassaroli, S. (2009). Tiempo y urgencia-psicoanálisis aplicado-deseo del analista.
En I. Sotelo (Comp.). Perspectivas de la clínica de la urgencia (pp. 107-113).
Buenos Aires: Grama Ediciones
Seguí, L. (2012). Sobre la responsabilidad criminal. Psicoanálisis y criminología.
Madrid: FCE.
Seldes, R. (1987) La urgencia y el discurso. En La Urgencia. El psicoanalista en la
práctica hospitalaria (pp. 29-33). Buenos Aires: Ricardo Vergara Ediciones.
Soler, C. (1998). El trauma. En ¿Qué se espera del psicoanálisis y del psicoanalista?
(pp. 139-152). Buenos Aires: Letra Viva
Sotelo, I. (2005) Tiempos de Urgencia. Estrategias del Sujeto, Estrategias del
Analista. Buenos Aires. JCE Ediciones.
Sotelo, I. (2007) Clínica de la urgencia. Buenos Aires: JCE ediciones.
Sotelo, I. (2009) Perspectivas de la clínica de la urgencia. Buenos Aires: Grama
Ediciones.
Sotelo, I. (2015) Dispositivo Analítico para el Tratamiento de Urgencias Subjetivas
DATUS. Buenos Aires: Grama Ediciones.
Sotelo, I., Belaga, G., Leserre, L., Coronel, M., Solari, R., Rojas, A., et al. Análisis
Comparativo de la Demanda e Intervenciones en la Urgencia en Salud

42
Mental. Hospital Central de San Isidro (Argentina), Hospital San Bernardo de
Salta (Argentina), Hospital Maciel de Montevideo (Uruguay) Hospital Das
Clínicas de Belo Horizonte (Brasil). (2008-2010)
Sotelo, I., Rojas, M. A. & Santimaria, L. (2013). Conclusiones sobre la consulta de
urgencia en salud mental en 4 hospitales generales del Mercosur. V
Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología
XX Jornadas de Investigación Noveno Encuentro de Investigadores en
Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos
Aires, Buenos Aires.

43

You might also like