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TESIS DE LICENCIATURA
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AGRADECIMIENTOS
A mi padre, por saber mi vocación antes que yo,
A mi madre, por la confianza y el incentivo,
A Nico, por acompañarme desde el principio hasta el final de la carrera,
A mis abuelos, por estar presente en cada examen,
A mi familia y amigos por la comprensión,
A mi tutora, por guiarme en este proceso,
A la Universidad de Buenos Aires y los docentes de la Facultad de Psicología, por
haberme formado y brindado una educación pública de excelencia.
2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 4
TEMA ................................................................................................................................................... 5
OBJETIVOS ........................................................................................................................................... 5
PRESENTACIÓN DEL CASO CLÍNICO ..................................................................................................... 7
ESTADO DEL ARTE ............................................................................................................................... 9
MARCO TEÓRICO ............................................................................................................................... 14
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ............................................................................................. 32
ANÁLISIS DEL CASO ........................................................................................................................... 35
CONCLUSIÓN ..................................................................................................................................... 38
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................................................... 39
3
INTRODUCCIÓN
4
TEMA
Formulación de la pregunta
OBJETIVOS
Objetivo general
Objetivos específicos
5
3. Encontrar en los dichos del paciente aquellos indicios que permitan dar
cuenta del modo en que se presenta el acto trasgresor en la adolescencia.
4. Diferenciar el concepto de responsabilidad para el discurso jurídico y para el
discurso analítico.
6
PRESENTACIÓN DEL CASO CLÍNICO
7
tiene antecedentes en otro colegio “pero tampoco hice nada”. Niega que haya
ocurrido algo el día anterior.
La trabajadora social, como parte del equipo interdisciplinario de salud
mental, pide nuevamente que cuente qué pasó, pero F. se muestra reticente a
hablar.
Se le pregunta si la policía le dijo qué iba a suceder, él contesta que le han
avisado que será llevado a un Instituto.
Se le dice que lo que ha hecho es muy grave, que podría haber matado. No
responde. Se le consulta si quiere preguntar algo sobre lo que va a pasar. Afirma:
“No, cuando se entere mi papá, me va a matar”. En ningún momento manifiesta
angustia.
Dentro de la entrevista con la madre ella expresa: “No sé si será porque soy
la madre, pero para mí él no fue…Él siempre quiere defender al otro”. Luego, al
relatar la historia familiar, comenta que cuando F. era chico, el padre era violento,
motivo por el cual decidió separarse. Y realiza una comparación de F. con sus
hermanos, “él siempre fue el más distinto”. Esta distinción, se debe a que “Es
impulsivo. El enojo le cuesta manejarlo”.
El hermano, por su parte, agrega que los amigos realizan “cosas así” pero él
siempre “queda metido”.
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ESTADO DEL ARTE
Urgencia
9
Blinder (2004) considera que “el concepto de urgencia tiene dos ejes: tiempo
y distancia; y dos puntos en comunicación: el de urgido que llama (demanda) y el
del interlocutor que responde la llamada (respuesta)” (p. 129). De este modo el autor
destaca que “la urgencia es toda situación donde la velocidad de respuesta se
convierte en el factor decisivo y decisorio, o sea hay que tomar decisiones y rápidas”
(p.130).
En este sentido, el autor dice que la toma de decisiones tiene en cuenta:
quién decide (el o los profesionales representantes del sistema de salud que
responden a la demanda), qué se decide (la respuesta que darán a la situación,
donde conviven cuestiones que tienen que ver con cuestiones legales, las
posibilidades que se presenten, los medios a su disposición, etc.), cómo se decide
(tiene que ver con la posición del profesional frente a su tarea, sus cuestiones
personales), cuándo (aquí refiere al tiempo y la velocidad) y dónde se decide (sea
guardia hospital, consultorio externo u otro).
Siguiendo lo establecido por el autor, se abre un camino a la importancia que
tiene el dispositivo institucional u hospitalario, capaz de alojar esa urgencia, y dar
respuesta con profesionales capacitados en distintas áreas, para la toma de
decisiones urgentes a través de un trabajo interdisciplinario en la atención de quién
lo demanda o esté próximo a hacerlo.
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En un artículo titulado “Hospital, dispositivos, urgencias”, enmarcado en el
Proyecto de Investigación UBACyT: “Proyectos terapéuticos bajo la clínica
psicoanalítica en el Hospital Público”, entre los años 2010 y 2012, Sotelo, Rojas y
Miari afirman que:
11
sentido funciona como un espacio de soporte de la crisis, que la transforma a través
de los profesionales que intervienen en una urgencia, permitiendo su despliegue.
Perspectiva médica
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exclusión social. La urgencia psiquiátrica es una urgencia médica, es la
urgencia de restitución de la salud mental. (p.5)
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Claramente, la perspectiva psiquiátrica es una clínica basada en prácticas
que tratan al paciente como un objeto, puesto que no importa la subjetividad del
padecimiento, no importa su testimonio acerca de lo que le sucede, sino nombrar,
rotular, para asignarle en base al diagnóstico tal o cual psicofármaco, sin considerar
necesaria a la escucha, porque el saber es del médico.
MARCO TEÓRICO
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preguntarnos: ¿Cómo tratar a un sujeto que llega de este modo? ¿Qué lugar tiene
el analista en la urgencia? ¿Cuándo finaliza la urgencia?
Urgencia generalizada
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De este modo, todo lo que no es programable, es decir, lo sorpresivo, lo
disruptivo, lo fortuito, deviene trauma.
Por lo tanto, ambos autores coinciden en que estamos ante una nueva
clínica, que refiere a una ampliación del trauma.
En este sentido, Belaga (2005) dice que, para el psicoanálisis, la reacción
frente al traumatismo es muy particular y se debe escuchar la singularidad de cada
uno. Es por ello que considera a la Urgencia Subjetiva como una nueva categoría
clínica.
Es en este punto que la presencia del analista, su intervención, posibilita el
pasaje de la urgencia generalizada a la urgencia subjetiva (Sotelo, 2007).
Urgencia Subjetiva
16
“suelto”, en una “deriva de sentido” que habrá que encausar a partir del trabajo
significante (Camaly, 2009).
En palabras de Lacan (1953):
17
En una situación de urgencia, el paciente suele llegar con otros -ya sean
familiares, amigos o una orden judicial-, y una de las cuestiones es dar cuenta de
quién es la urgencia, pedir que hable, que cuente de dónde viene y qué le sucedió,
ya que el objetivo es que el paciente pueda ir subjetivando su urgencia y
entendiendo que hay un sentido detrás de aquello que no encuentra. Como afirma
Freud (1916), diremos que “El psicoanálisis sigue la técnica de hacerse decir por
los mismos a quienes estudia (…) la solución de sus enigmas” (p.92).
Leguil (1987) agrega:
18
El analista en la Urgencia exige la palabra, la reinscripción en la cadena
significante, la puesta en discurso, la reintroducción del efecto de
significación. Desde el primer encuentro pedimos al paciente que hable,
organizamos los preparativos que posibiliten la puesta en palabra. El analista,
dice, J. Lacan en la Conferencia de Roma, comienza por explicar que están
allí (los pacientes) para decir algo, sea lo que fuere. (Seldes, 1987, p.32)
Adolescencia
19
A nivel social, implica la salida exogámica, la distancia de los padres ante la
necesidad de independencia de los mismos, la consolidación de nuevas amistades,
la búsqueda de un grupo de pares.
A nivel psicológico, es una etapa de búsqueda de identidad que provoca
cambios en el humor, en la actitud y en las emociones.
Es por esta complejidad que su atravesamiento se vuelve sumamente
singular.
20
placer preliminar que eleva la tensión necesaria para llevar a término el acto sexual.
Con esta aparición tiene lugar la reedición del Complejo de Edipo y de castración
donde surgirá una nueva represión para abandonar la fijación a los objetos edípicos,
puesto que incesto y parricidio ahora son posibles. Esto trae como consecuencia el
desasimiento de la autoridad de los padres; la desinvestidura de los padres va a
posibilitar el hallazgo del objeto exogámico y heterosexual; la pulsión se pone al
servicio de la función reproductora como una nueva meta; la oposición fálico-
castrado deja su lugar a la diferenciación masculino-femenino (Belçaguy et al.,
2011).
21
adolescente una situación de desconcierto difícil de dominar, que necesitará de una
transformación puesto que no es posible de ser representada psíquicamente.
Es por ello que el autor considera la adolescencia como una “edad decisiva”,
donde lo que vacilan son los semblantes y se deberán encontrar nuevos que le
permitan orientarse. Esto quiere decir que el adolescente deberá realizar una nueva
lectura sobre el mundo en general y sobre sí mismo. Y lo hará a través del fantasma,
desde allí el sujeto leerá e interpretará su existencia.
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de la vida debe ser estimado como normal, porque lo anormal en tal caso, sería la
presencia de un equilibrio estable durante el proceso adolescente.
Barrionuevo (2011) explica:
23
suicidio, anorexia y bulimia, fugas, violencia contra otros y contra sí mismos. En este
caso, la describe como la “expresión actuada de un dolor interior, no sentido, que
socava al joven desde los desgarramientos familiares de su infancia” (p. 25). Para
él, esto sería una manera de ponerse a prueba y afirmarse, ya que “quiere sentirse
existir, distinguirse de los adultos y hacerse reconocer por sus amigos” (p.26).
En tercer lugar, el sufrimiento más extremo, por medio de “perturbaciones
mentales” como esquizofrenia, los trastornos obsesivos compulsivos, fobias,
depresión, perversiones sexuales.
Por lo tanto, los autores contemporáneos consideran que los adolescentes
pasan por esta etapa, atravesando situaciones que implican duelos, crisis,
sufrimiento inconsciente, conflictos con los padres, agresiones, para poder llegar a
tener una posición subjetiva que les permita diferenciarse de sus padres y obtener
una salida a través de su grupo de pares.
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Con ello, no alude a una deficiencia para simbolizar, sino al procesamiento de los
conflictos psíquicos mediante acciones en vez de representaciones (De Simone y
Battafarno, s.f.).
Dicho de otro modo, tienen una gran dificultad para poder expresar mediante
la palabra, emociones o acontecimientos que han padecido, siendo el elemento
privilegiado el accionar impulsivo. Por esa razón, es que les es costoso realizar una
historización, realizar asociaciones en base a la causalidad psíquica que opera,
etcétera.
Puhl, Sarmiento, Izcurdia, Siderakis y Oteyza (2010) indican que la razón por
la cual los adolescentes tienen una conducta transgresora como un conflicto con la
Ley Penal tienen que ver con su primera infancia, puesto que en ese momento es
cuando comienzan las conductas adaptativas a las normas sociales. En este
sentido, llegan a la conclusión que estos adolescentes tendrían necesidades
afectivas insatisfechas y vínculos primarios que han sido deficitarios.
De acuerdo con ello, De Simone y Battafarno (s.f.) consideran que la familia
y la identidad tienen una relación de reciprocidad, ya que la familia es quien otorga
reconocimiento y pertenencia desde el nacimiento, genera en el sujeto una
identidad, lo cual hace que su existencia tenga significación. Ella indica que, por el
contrario, en estos adolescentes trasgresores existe un trastorno de identidad, cuya
causa es cierto desconocimiento o confusión acerca de sus orígenes, lo cual termina
manifestándose en la búsqueda de grupos sustitutos de pertenencia que refieren a
bandas delictivas, grupos de adictos, etc. Estos, si bien le otorgan una filiación,
llevan a sus miembros a la autodestrucción.
Knobel (1971) refiere que, en ocasiones, la única solución puede ser la de
buscar lo que Erikson ha llamado también “una identidad negativa”, basada en
identificaciones con figuras negativas pero reales. Es preferible ser alguien,
perverso, indeseable, a no ser nada. Pueden presentarse también identidades
transitorias, ocasionales o circunstanciales, adoptadas sucesiva o simultáneamente
por el adolescente, según las circunstancias.
De Simone y Battafarno (s.f.) agregan: “Si existe un déficit en la identidad, es
porque este nacimiento ha sido contingente (…) Y el sentido último del accionar
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trasgresor no es otro que exponerse a la destrucción, es decir, cumplir con la
significación que se le asignó en el seno familiar” (p. 11).
Los autores sostienen, que el acto trasgresor, como cualquier síntoma o acto
equivalente, es un intento de solucionar un determinismo traumático y por lo tanto
tiene un sentido, es decir un valor simbólico que permanecerá incomprensible si no
se explicitan las causas que lo determinaron. Es por ello, que el accionar transgresor
funciona como un lenguaje, que expresa (simbólicamente) lo que no se puede decir.
Entonces, el accionar transgresor que suele ser descripto como ausencia de
angustia, contrariamente a esto, se nos presenta como una defensa frente a la
angustia que generan las situaciones infantiles traumáticas inscriptas en su historia.
Responsabilidad
Psicoanálisis y derecho
El sujeto y la responsabilidad
26
A modo de introducir el tema, tomaré la afirmación que realiza Salomone
(2006):
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El derecho distingue entre responsabilidad civil, por la cual se le atribuye a
alguien como autor de un acto perjudicial para otro sujeto, con la obligación
de reparar las consecuencias dañosas que se deriven de su acción. Y
responsabilidad penal, por la que se imputa a alguien la autoría de una acción
delictiva siendo obligado a recibir una pena. (Greiser, 2008, p.74)
Freud (1925) tras haber escrito “La Interpretación de los sueños”, realiza un
agregado en el cual se pregunta si uno debe hacerse responsable por el contenido
de los sueños, a lo que responde:
Desde luego, uno debe considerarse responsable por sus mociones oníricas
malas. ¿Qué se querría hacer, si no, con ellas? Si el contenido del sueño -
rectamente entendido- no es el envío de un espíritu extraño, es una parte de
mi ser; si, de acuerdo con criterios sociales, quiero clasificar como buenas o
malas las aspiraciones que encuentro en mí, debo asumir la responsabilidad
por ambas clases, y si para defenderme digo que lo desconocido,
inconsciente, reprimido que hay en mi no es mi <yo>, no me sitúo en el
terreno del psicoanálisis, no he aceptado sus conclusiones, y acaso la crítica
de mis prójimos, las perturbaciones de mis acciones y las confusiones de mis
sentimientos me enseñan algo mejor. Puedo llegar a averiguar que eso
desmentido por mí no sólo <está> en mí sino en ocasiones también <produce
efectos> desde mí. (p. 135)
28
Salomone (2006) explica que Freud responsabiliza al sujeto de aquello que
desconoce de sí mismo. Por lo cual, el campo de la responsabilidad subjetiva
confronta al sujeto con aquello que le pertenece, pero a su vez, le es ajeno. De este
modo, el sujeto es siempre imputable pero no en términos morales o jurídicos, sino
éticos.
Seguí (2012) señala:
Es por ello que Lacan (1966) afirma “De nuestra posición de sujetos somos
siempre responsables” (p.837).
De este modo, Salomone (2006) define: “Llamaremos responsabilidad
subjetiva a aquella que se configura a partir de la noción de sujeto del inconsciente;
sujeto no autónomo que, por definición no es dueño de su voluntad e intención”
(p.118).
Es decir, contrariamente al discurso jurídico, aquí el sujeto es efecto de la
palabra que lo divide. Esta división, se manifiesta en las formaciones del
inconsciente, cuando el yo experimenta un punto de inconsistencia, como algo que
irrumpe y quiebra todo sentido.
Seguí (2012) dice que en el inconsciente no hay registro de la diferencia entre
deseo y acto, y continúa:
29
D’ Amore (2006) dice “la responsabilidad subjetiva es la culpabilidad misma
de lo que se hace y de lo que se dice: una singularidad que emite un sujeto, del
deseo inconsciente que causó la formación” (p.151).
Esto difiere del discurso jurídico en el cual:
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De este modo, Salomone (2006) dice que la responsabilidad profesional se
centrará en propiciar un más allá de la responsabilidad jurídica, es decir, impedir
que la sanción social, el castigo, le permita al sujeto refugiarse en una
responsabilidad moral sustrayéndose de la responsabilidad subjetiva, la cual lo
confronta al campo de la verdad que lo determina.
En conclusión, podemos decir que lo que busca el analista es la verdad, pero
no la verdad ateniente a la realidad material, a la comprobación de los hechos, sino
a la verdad del paciente, a la que refiere a su realidad psíquica, la que podrá advenir
a partir de los dichos del paciente bajo la regla de la asociación libre. Como expresa
Salomone (2006):
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METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
Método
Diseño
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información sobre la posibilidad de llevar a cabo una investigación más completa
sobre el contexto presentado y que involucre un muestreo aún mayor. Además, se
buscará identificar conceptos o variables promisorias y sugerir postulados
verificables para investigaciones futuras.
Universo y muestra
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eventos e interacciones y también tener siempre noción de su propia implicancia en
dicha recolección de datos.
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ANÁLISIS DEL CASO
35
La psicoanalista comienza preguntando qué sucedió, buscando que F.
construya un relato propio. Él reacciona intentando desligarse de la situación: “No
vi nada”, “…cuando salí -del aula- ya había pasado todo, vino la policía y me trajo
acá”. En la entrevista con la trabajadora social, se resiste a aportar más datos.
En este sentido, encontramos que F. no demuestra angustia por la situación,
sino más bien un actuar impulsivo, del cual se siente ajeno, como si se encontrara
por fuera de la escena, sin realizarse preguntas acerca de por qué está allí. Esto
demuestra una imposibilidad para subjetivar la urgencia, ya que no la hace propia.
La urgencia es de los otros que lo traen.
No obstante, es importante considerar que F. es un adolescente, que
atraviesa una etapa compleja caracterizada por cambios que se manifiestan a través
de actos trasgresores, conductas impulsivas o rebeldes.
Lo que realiza F. se trata de una infracción a la Ley Penal, lo cual atenta el
orden que establece una cultura. De este modo, desde el discurso jurídico si bien
es un sujeto menor de edad, y por lo tanto se toman otras medidas, recibe la sanción
de un juez, quien establece en este caso que el sujeto debe pasar un tiempo en un
Instituto de Régimen Cerrado. Se evaluará posteriormente, con más detenimiento y
más datos, el motivo que lo trajo y la sanción o pena a tomar.
En la guardia aparece entonces un entrecruzamiento de discursos. Por un
lado, el discurso jurídico y, por otro lado, el discurso analítico, donde cada cual lee
la urgencia desde su paradigma.
El discurso analítico escucha la posición subjetiva del paciente,
estableciendo que el sujeto, por ser “sujeto del inconsciente” es siempre
responsable de sus elecciones, decisiones y actos. Ya que, tras ellos, hay un
sentido, un deseo, que lo llevó a cometer el acto.
En este sentido, una lectura psicoanalítica sobre los actos trasgresores
advierte sobre la dificultad de estos para poder simbolizar, teniendo una tendencia
a la acción como forma de procesar conflictos psíquicos. Además, se considera que
las razones se deben a un sufrimiento inconsciente intenso que debe ubicarse en la
primera infancia, a partir de necesidades afectivas insatisfechas y vínculos primarios
que han sido deficitarios. La madre de F. entiende que su hijo tiene una dificultad
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para manejar el enojo, considerándolo impulsivo, a la vez que expresa que el padre
era violento. Sin embargo, descarta que pudo haber sido él quien cometió el hecho.
Por lo tanto, cabe preguntarse: ¿Puede haberse identificado F. con este
rasgo “violento” del padre? ¿Ha elegido un grupo de pares similar como expresa el
hermano? ¿Podemos considerar que algo insiste como repetición por sus
antecedentes en el anterior colegio?
En conclusión, podemos pensar que la Guardia intenta alojar la urgencia
traída por el colegio, que da cuenta que en esta escena se presentó algo disruptivo,
hubo una ruptura de la homeostasis; sin embargo, F. no entra en urgencia -“me
trajeron acá”-, aunque constantemente aparece el significante “nada”. Es así como
relata: “No vi nada”, “No tengo nada que ver”, “En el otro colegio tampoco hice nada”.
Es allí donde “nada” sucede, donde “nada” vio, donde “nada” dice, que queda el
puro acto desmedido.
De esta forma, la Ley, como terceridad, interviene regulando y ordenando,
imponiendo una medida restrictiva de la libertad, podemos pensar, allí donde el
sujeto no enlaza su goce a la ley.
La Guardia, a través de su equipo de Salud Mental, invita al sujeto a
implicarse, no en el hecho, sino en la causa que lo atañe en su singularidad. De
este modo, le brinda un espacio y una escucha, a la cual responde de manera
desinteresada, desligándose de la situación, en este “no querer saber ‘nada’”, le
remarca que aquello que sucedió, fue muy “grave”.
A consecuencia de ello, F. responde “cuando se entere mi papá me va a
matar”. Es en este momento, donde aparece algo distinto del significante “nada” que
repetía su discurso, y surge algo de lo propio.
Siendo que en este punto se suspende la entrevista, queda abierta la
pregunta, ¿Por qué lo mataría su papá, acaso él hizo algo?
37
CONCLUSIÓN
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
39
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