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GUILLERMO CICHELLO

FUNCIÓN DEL DINERO


EN PSICOANÁLISIS

GLettl!c
cy1va
Cichello, Guillermo
Función del dinero en psicoanálisis - 1 º ed. - Buenos Aires - Letra Viva, 2010.

105 p. ; 23 x 16 cm.

ISBN 978-950-6 49-276-2


l. Psicoanálisis. l. Título

CDD 150.195

Edición al cuidado de LEANDRO SALGADO

© 2010, Letra Viva, Librería y Editorial


Av. Coronel Díaz 1837, (1425) C. A. de Buenos Aires, Argentina
www.letravivalibros.com 1 info@imagoagenda.com

Por contactos con el autor: gmcichello@yahoo.com.ar

Fotografía de solapa: Gabriel Piñeiro

Primera edición: marzo de 2010

Impreso en At1lentina - Printed in Argentina

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier método, inclui­
dos la reprografía, la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expresa auto­
rización por escrito de los titulares del copyright.
A mi padre,
por el goce de leer.

A la memoria de Ricardo Estacolchic


y Mariano Alejandro Kiguel
Lo extraño (iel mundo no son sus confines impensables
y distorsionados, sino lo inmediato, lo familiar. Basta
una mirada ajena, que a veces puede provenir de no­
sotros mismos, por fugaz que sea, para revelámoslo.

Juan José Saer, La grande


ÍNDICE

Agradecimientos 11

Prólogo . . . . 13

Primer capítulo

INTRODUCCIÓN. SIGNIFICACIÓN DEL DINERO EN EL MODO


DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA . .17
Teoría del valor . 19
Valor, plus-valor . . . . 23

Segundo capítulo

DINERO, CAPITAL, PLUS DE GOCE . . . . . 29


Racconto . . . . . . . . . . . . . 29
La transformación del dinero en capital . 30
"Un discurso locamente astuto" 33
Coda . . . . . . . . . . . . . . . 38

Tercer capítulo

LA PASIÓN DEL AVARO. ÜN COMENTARIO DE W\ COMEDIA


EL Av:4RO, DE MOLIERE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Racconto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
10 mil escudos de oro, amor y matrimonio bajo la ley de la comedia 44
El dinero como significante amo . 48
La psicología del rico . . . . . so
¿Qué guarda el avaro en el cofre? Sl
El potlatch . . . . . . . . . . . . SS
La pérdida encerrada en el cofre . . . . S7

Cuarto capítulo

DIALÉCTICA DEL OBJETO ANAL . . . . 63


El dinero en la ecuación simbólica . 63
Fantasma . . . . . . . . .
. . 6S
Intervención sobre la transferencia . 68
Sacrificio . . . . . . . . . . . 70

Quinto capítulo

EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA l. ¿pOR QUÉ PAGAR?


UN COMENTARIO DE LA CARTA ROBADA DE EDGAR ALLAN PoE . . • • 79
¿por qué pagar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
La carta robada, la rivalidad y los SO mil francos de recompensa . 82
De cómo la introducción del dinero transforma la escena . 8S
La pregunta del inicio: ¿por qué pagar? . . . . . . . . . . . 88

Sexto capítulo

EL DINERO ENLA TRANSFERENCIA 11. ¿ CO N QUÉ PAGAR?

UN COMENTAR10 DE EL MERCADER DE VENECIA, DE WILLIAM SHAKE S PEARE 93


Racconto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Medios de pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
Shylock y la libra de carne: tres mil ducados por tres meses . 96
Usted paga, usted manda . . . . . . . . 100
Tratamiento gratuito y accidente traumátic o 103
Coda . . . . . . . . . . . . . . . . 104
AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, mi gratitud especial a mi amigo Daniel Altomare, quien


no sólo se dedicó a alentarme decididamente a publicar este libro, sino que
tomó a su cargo los primeros pasos en ese sentido, con un descaro y una
resolución de las que sólo él es capaz.

A Ricardo Estacolchic y Mariano Kiguel. Me ocurre de vez en cuando


que al escribir, conversar o pensar sobre determinado asunto, se me impon­
ga la pregunta: "lQué diría Ricardo de esto?" o "iqué broma haría Ricardo
sobre tal argumento!" o "este tema Mariano lo objetaría de este modo ... ".
Continúo manteniendo con ellos, a pesar de sus muertes que sigo lamen­
tando, esos silenciosos diálogos. ,

A Gustavo Aranda, por su prólogo y por su interlocución, en la que la


amistad y el respeto, nunca dejaron en la sombra la exigencia de rigor in­
tele<:tnal, gracias a la cual los asuntos arduamente complir.a<los, suelen
simplificarse.

A los colegas Verónica Icasuriaga, Hebe Busolari y Guillermo Unzain


-responsables del sitio Psicocuestiones- por haberme invitado a exponer
en ese foro una primera aproximación sobre el dinero en psicoanálisis.

A todos aquellos que durante años me confiaron su sufrimirnto o me


hicieron testigo de sus interrogaciones, dándome ocasión -entre otras pa­
radojas- de ganarme la vida con este curioso oficio.

GC

11
PRÓLOGO

Según pasen los años, este breve libro habrá tenido -entre sus muchos mé­
ritos- el de que algunos psicoanalistas argentinos abran por fin El Capital.
Existen también en el Sur, en efecto -el Sur también es chiste-, mu­
chos admiradores de Lacan que pueden repetir el credo de los cuatro dis­
cursos, y creen poder ilustrarnos sobre el discurso del capital sin haber­
se molestado en leer un poco a Marx; y habrá algunos incluso que teman
que tal cosa los vaya a volver comunistas!
Insistimos desde hace años1 en la modesta tesis de que un análisis -"di­
dáctico", por así decir (al menos ese)- no puede considerarse haber sido
llevado a buen término si no se han develado en él, en toda su arbitraria
contingencia, lo que el materialismo histórico llama "determinaciones de
clase". iCosa difícil para un "didacta" que no sepa que existen!
Guillermo Cichello ha logrado, en estos seis capítulos, una excelente
síntesis de la instrucción básica en economía que un analista debería po­
seer -comenzando por saber lo que el dinero es, antes de habérselas con
lo que significa . Pero no sólo eso. Ha también señalado estupendamente
la identidad de la acumulación capitalista, objetivada en el dinero -fetiche
supremo del capital- con la infinitización mortífera del anhelo de goce,
asimilable a otros tantos "trastornos clínicos de actualidad" (si no es que
son diversas caras de lo mismo) : "trastornos narcisistas" de un individua­
lismo (acéfalo) que es el correlato ideológico del capitalismo, gula toxicó­
mana, debilidad mental (agregaría yo). Y ha mostrado de manera brillante

l. Seminarios del 20 y 27 de junio de 2007: La transferenda como bien de mercado y los


fines propios del psicoanálisis, Mercantilismo o emancipación inteledual, Sociedad
Psicoanalítica de Paraná, Dossier Nº IV.

13
GUILLERMO CICHELLO J FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

y divertida la incidencia de los diversos posicionamientos subjetivos posi­


bles ante el "equivalente universal", a través del comentario de peculiari­
dades étnicas (como el potlatch), de casos clínicos propios y ajenos, y de
obras "de ficción" (de Moliere, de Shakespeare y de Poe), desde la perver­
sión pecuniaria en la psicología del rico o del avaro, hasta los "buenos ne­
gocios" tanto de reconocer deudas como de cobrar y pagar -en dinero, y
no en libras de carne- inclusive, los psicoanálisis que sí son tales�

GUSTAVO ARANDA
Sociedad Psicoanalítica de Paraná

14
Primer capítulo
INTRODUCCIÓN

SIGNIFICACIÓN DEL DINERO


EN EL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA

No piensan más que en el maldito dinero. Habría


que.encerrarlos en una pieza llena de discos de oro
y dejarlos morir de hambre alü dentro.

ROBERTO ARLT, Aguafuertes porteñas

iQué locura llamar riqueza a una abundancia en


cuyo seno se muere de hambre!

ARISTÓTELES, La política

En medio de tanta abundancia no podía satisfacer


su hambre ni aplacar la sed que lo devoraba.

Ovrmo, Las metamorfosis

Intentemos, primero, una fundamentación del título del libro, título que
es aproximativo, en tanto hablaremos del dinero en un sentido amplio y en
un contexto semántico en el que incluiremos asuntos tales como �L.12.MQ
de un gsicoan_;!fü;_is , la inserción_del dinero <;..D_�n_..e_§.�9.!19.!illªJibjginé!-.l ql1e
Freud ligó tan estrechamente, desde su génesis misma, ªla dialéc:;ti�ª-d�l
olJW9.J1.J1ªl y los int_eri:-ªillhlQ�.. d�_9Q
. ries, su_ m!ine jo eJ1JAsit@ci<2n.trnn?f e ­
__

ren.cial, la significación de.l_Qi!.!�Q �-°-- nµl:!�ti:a,_c1,1Jtl!J.:.ª y su_r:1ac�@ent_o mi�­


.

mo_c_omo_.�q_µiy¡ilent�.g!:!_Il egl _qe.! ya lpr ... en fin, intentaremos señalar al­


gunas líneas que a nuestra juicio son valederas para pensar el dinero des-
de el psicoanálisis, sin pretender en seis capítulos ser exhaustivos. .
Hemos querido al titular "fimcjón del dinero", acercamos al sentid_o
q!.!e. la palabra función tiene para los matemáticos, �n tanto po_ill!��!-ª­
Gión dQs ónienes distintos marcando la corre�Q9_qd�ncia, lél:__i!lcic:!_e_!!c _ .J
_ ia

17
GUILLERM'.0 C!CHELLO ! FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

los_efec.tas...de ...Ull..Qr.den.sQ.b.r.e_ono(como cuando decirnos que y es función


de x, que el precio de la carne -por ejemplo- está en función de la can­
tidad de vacunos entrados al mercado. Quiere decir que el valor de y no
se origina en sí mismo, sino que soporta las determinaciones, la inciden­
cia de lo que ocurre en el orden x)Por eso adscribirnos a una tesis clási­
ca: �o no tiene_ningúru�:a1or inmanente yJ�§_c;_ªº�ª§_cl�J?lJt�_§_a,Jjs­
__
faccion.es_,__de .syarío. s_y_sJ,J,fr
_ iirn entQs .g� _cfüP-en .�a.h_p,brá_qye_itlgs._...ª_hlJ.Scar
. _

a otro laqo, en t�to _�()D P..9L!!...n.te:r:o asignables a un _orc!t:::i:i.dis!int9, cuyo


valor el dinero encubr_e,_i!_árn:lgle aJa pé!,}ªbi:ª enc:µl;u:imi.�nto la sigrijfil;_a­
ció..n�tiene err..psicgan@�i�:_QJ;..,tUt'!CY. en el mismo acto, mostrar. Nos
ubicamos así en un campo que el psicoanálisis ha contribuido a delimitar
y en el cual rige la premisa de que los objetos no son referencias natura­
les, no portan un valor originado en sí mismos, donde sea y siempre, e in­
dependientemente de sus relaciones con el suWQ-Y�d.O.tro, considerado
éste no como semejante, sino como instancia simbólica, como forma de
nombrar la sobredeterrninación del lenguaje sobre el sujeto. _E§ _ _e.n�s _ a_ re­
órrJm ...e J<>.� ººj�t()ª- _¡¡,qql1!e_r_en _un valor, sea don de �o_r, c���� -�e de­
lª�i..
.seo....pr.e.o.da,
. d.�J�p:9_r,y�lo de la falta, etc. Pero, repetimos, el objeto en psi­
coanálisis no es una referencla'"ü6fétiva", sino una construcción mediada
entre el sujeto y el Otro. Con esta premisa teórica, entonces, buscaremos
las significaciones del dinero.

Los tres epígrafes que encabezan este capítulo señalan una paradoja,
una tensión entre abundancia, riqueza y, por otro lado, el hambre. ¿cómo
puede llevamos a la más radical de las carencias algo que promete tanto?
Con esa orientación intentaremos seguir la huella que deja esa paradoja
de nuestra relación con el dinero, dando un primer paso en la lectura del
discurso capitalista, porque nospregunt.éllJlº�-�i se.ría p<:>_�i�le habI.�. ��l Qi­
nero..en psicoan;:ílisis, prescinc:liendo cli:;l.�e.1JtiqQ .!1º.�Ji_�D�.J!..!l_@_rngg9_1:l.e
producción económico tan particular como el modo. de. producción capi­
tzji,sta, q-y_�_ lo elev.q a la. categoría de "soberano y dios" 1 y lo rodeó de un
__

halo deslumbrante, enceguecedbr. ¿Hubiera podido Freud incluir al dine­


ro en la clásica "ecuación simbólica" -que lo equipara a las heces, los re­
galos, los hijos, el pen�...-, si no tuviera asignado una precisa significa­
ción en nuestra cultura, sea como consuelo o como promesa de recupera­
ción del goce que se pierde?
Pensamos que la referencia a la economía capitalista es insoslayable;
en consecuencia, decidimos leer lo que Karl Marx ha tenido de valioso

L K Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. Siglo XXI,


p.155...

18
lNTRODUCC!ÓN

para el psicoanálisis, sin por eso situar este primer capítulo como una for­
ma de interdisciplina, sino más bien como un trabajo de lectura analítica
de los textos de Marx.
Dos razones son las que nos orientan, de entrada, en esta dirección:
una, por ser quien desentrañó la estructura del capital del modo más pre­
ciso (Lacan, c.QU!�rta ironía, decía que Marx "fundó el capitalismo"2);
la noción de1capítal'1es P.IQY��h2..�ª_pa , rª'_tl2._�c_;_oa nálisis porque muestra e
u.n..ma.!!�iQ_ffiJ:!Y.P-élrt . -lfü: fi�l_diI}�JQ._@� r�Jélc;!9n mu.y_��p�c;.fft.<::.?:. c;:9n
. Ü;!! __ ..

el dinero, nos.in.dica_u.n_y_alpr__qµe nQ puede_g.Q�arse . .,..si@_inyertirse__,__��tQ.


es: diferir, ?Plé!:�ar. SJ.!_gQG� ¡:rn,@_µ_:r:dutm_g_iDdeterrrunfüio. Otra· razón,
consecuencia de la anterior, reside en que Marx fue quien dio las mejo­
res pistas para pensar una de las formas deCgoce más difí�g��-s!�-�Q�e­
hender, el gJus.de=-�c.e, re�p��to_fi_eL�JJª-U·'ª.C_él,Q._s.eñ?ló_su_comunión con
el cancep_to_rnrxista de plus val(ª-, - "
(Retomaremos estas dos cuestiones
más adelante).

TEORÍA DEL VALOR

Marx inicia el estudio de la economía capitalista partiendo de su uni­


dad, su forma más elemental, su célula matriz: la mercancía y su doble ca­
rácter. L�¡pe¡cancía porta un valor de uso, es una ¡:;º--�ª--!Jtil_y_a_q_IJe sªtisfa- (..

ce_9;�bJ!g9_d(3s ..humanas, materiales Q e�pir.itl:!él.k�,_p_atl!�g!?r- e�


_ Q g('!g�r:a­
�s. La referencia a la necesidad justifica una aclaración. Cuando dice que
el valor de uso de una mercancía satisface una necesida,d, Macy nQ_iJ:.Q_�c[i­
be a un sentido naturalista, ingenuo de_ las 1;g;cesjdades, entendidas como
aquello que el organismo -concebido biológicamente- requiere indispen­
sablemente para mantener su vida, donde sea y siempre.

"Sea grande o pequeña una casa -dice en Trabajo asalariado y capital-,


mientras las que la rodean son también pequeñas, cumple todas las exi­
gencias sociales de una vivienda, pero si junto a una casa pequeña surge
un palacio, la que hasta entonces era casa se encoge hasta quedar conver­
tida en una choza. La casa pequeña indica ahora que su morador no tiene
exigencias, o las tiene muy reducidas; y, por mucho que en el transcurso de
la civilización su casa gane en altura, si el palacio vecino sigue creciendo
en la misma o, incluso, en mayor proporción, el habitante de la casa re­
lativamente pequeña se irá sintiendo cada vez más desazonado, más des­
contento, más agobiado entre sus cuatro paredes ( ... ) lY.uestras necw>ida ­
desy nuesbm goces tienen su fuente en la saciedady las me.dimas can:

2. Seminario XVII, pág. 113. Ed. Paidós.

19
GUILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL Dli'iERO EN PSICOANÁLISIS

siguientemente, por e.lla,�QUJ_bJ.giQUWLque...la.s.so..tisiac.em.os. Y


como tienen carácter social, son siempre relativos"3•

De modo que las necesidades aludidas en El capital incluyen las caren­


cias de hecho -las privaciones reales del hombre como ser vivo-, como
las de derecho -las frustraciones, esto es: la denegación, la no concesión
de aquello que, conforme un postulado simbólico, se debería recibir-. No
MY-ª.mlÍ, en consecuencia, idea de un oieto Q .9.'l}lO l rte un valor por sí mis­
mo, sinQ_qy� este y_�JQr, .��t_?.._�_ig!!_ill.�2-S:l<?.r.!_9.�!!.�ª-guiere, deri:Y? de las _par­
__ _

ti.cularidades de la relación del_�1:1j_�Q..�_Q!LeLQt!o -como instancia cultu­


ral, simbólica-, y_w.n_el otro -su semejante-, ya que la disposición de los
bienes -que no son entonces respuesta pura y simple a necesidades na­
turales y predeterminadas- los constituye en objetos de reparto, articula­
ción que otorga tanto el poder de satisfacer, como el de privar a otro de
satisfacción.
Volvamos al valor de uso: es apreciable, usufructuable, no para quien
lleva la cosa al mercado para su venta, sino para quien la compra, porque
el primero busca enajenarla como excedente para su comercialización, o
sea, por el valor de cambio de la mercancía. ELY.alo.Lde. cambio co.nsis­
k.. entonces, en..su_cap.ad.d.ª..d,_�n .si.J..a_p_titll..d..par_ª-.�UIJ.te,,r_c;@l.os .-ºi9.SQD-..Qtr
�' expresando la relación cuantitativa en la que se cambian distintos
valores de uso. Valor de cambio es una noción abstracta que prescinde de
la particularidad de la mercancía, al punto que cosas muy diversas pue­
den tener el mismo valor.
:; Veamos qué fundamenta ek,VJJi>J �jWpio de las merc,;fill�.fas. Cuan­
do expresamos la relación de intercambio "ll!Ji!.C_b_�gg�}E-_S!JJ,WY.fils:.ª.9jez
metros de lienzo" (para tomar el modo en que lo ilustra Marx en El capi­
tal), decimos que el valor Ld�-�illI!l.ÜQ)._d_e_@JJ.l.�rc _ ngª_c.h.�tqu�ta no r.eside
.a
-como decíamos antes- en su capacidad para satisfacer las necesidades
de vestimenta de su fabricante (valor de uso), sino en su 9-pti.tu_d para cam­
biarla..p.o..r:....oh:a..rn.._e.r.c.anc
. fa..�.�JJ.JI?.L�L�.I!-�Ht@SQ. <::.9!111".r�i�l. Un clásico
chiste judío nos parece que ilustra bien la diferencia entre valor de uso y
valor de cambio. El chiste describe una larga jornada comercial en la que
distintos judíos compran y venden un gran pescado, incrementándole el
precio en cada operación. El último huele el pescado y le dice a su vende­
dor que está podrido, recibiendo por toda respuesta: "¿Pero eso qué im­
porta, Salomón? Si es para vender, no para comer ... ''. En fin, nos parece
que muestra bastante acertadamente -por el sesgo cómico- lo que impli­
ca vivir completamente en el valor de cambio: la eficacia de la operación

3. Op. cit. págs. 89/90 -editorial Sarpe- (el destacado es nuestro).

20
lNTRODuccióN

de venta, se mide por el rendimiento que se puede obtener en la transac­


ción y prescinde de cualquier referencia a la naturaleza del objeto.
Entonces, y reto.mando,.LQ_q!J.eJ:@�� 12º-�il>k��l;>!.ª1' una mercancͪ-Jl..Qr
ot:@,_ �sJ<u�4�s�.l9rL9� ªIl!P.�-ª !-!I.l Jer:G�Lt�..!1IliD.9, d�tiru:.Qa_aq.uelill.p.ern
comúrLaJas. dos, que .::-en tanto. unidaclde...nie.di.da..cam1ín- .pe . rmi
. t�eJl.a
equivalem:ia. Uno no podría cambiar dos cosas heterogéneas, sin reducir
ambas a un término que las iguale, las haga conmensurables. ¿Qué cosa
igu_él.l?_ª_a,i:nb�roercanda�Lp.ermitiendo_. así tamarlas.equiY.alentes? ¿con
respecto a qué ambas son intercambiables? ¿Qué permite establecer una
relación de conmensurabilidad entre la chaqueta y el lienzo?
Ese algo en común a ambas mercancías no es una propiedad natural de
ellas, no reside en el uso propio, en su particularidad, en sus características
inherentes. Ese_algo en c.omún c:::.dice .Mar�:-. es. qu_e_ªmllli.�Ls.Q Z:LPW-4.uctos
..

del trJibajQ_hlJma.no y sólo ese trabajo humano crea la magnitud de valor


de una mercancía. El valor de cambio, entonces, será la proporción en que
ese trabajo humano objetivado en la mercancía se intercambie. Entonces
¿qué explica que cosas tan dispares como la chaqueta y el lienzo se pue­
dan intercambiar en esa proporción? El hecho de que en los diez metros
de lienzo se encuentre objetivada la mitad de trabajo que en la chaqueta.
! Si un kilo de pan vale el doble que un kilo de harina, se debe a que en el
\ pan hay objetivado el doble de trabajo que en la harina.
Estª-_G..Q!lI!!.em_1!Ilª-.Qi i_9ad de la�_m�rcancías en tanto encierran, objeti­
van trabajo humano, no. esperó_ªl_1:;ªpjtªliSJJl.Q_p_arn e:is;p..te_sªr:se, sino que
__

constituye la base de los sistemas de intercambio de las sociedades prein­


dustriales que basaban su economía en el trueg_1:1e. Podríamos suponerla
como la primera forma de intercambio económico (posterior a aquellas
comunidades productoras de sus propios valores de uso, que se autoabas­
tecían sin intercambio con otras comunidades). Si nos situamos allá es­
tamos aún muy lejos de la aparición del dinero. El trueque está fundado
en la equivalencia por medio de la cual una mercancía expresa su valor
en otra. ¿cuánto vale la armadura de Glauco? Cien bueyes -decía Ho­
mero-. Así, todas las mercancías -en tanto objetivan trabajo humano­
pueden trocarse respetando la proporción en que la cantidad de trabajo
se encuentre contenida en cada una de ellas. Podemos trocar un kilo de
pan por dos kilos de harina (existe más trabajo, y más complejo4, conteni­
do en el pan que en la harina); una chaqueta -como decíamos antes- por
diez metros de lienzo, etc., hasta abarcar el intercambio a todo el conjun­
to de las mercancías.

4. Esto introduce el concepto de "división del trabajo" que, por razones de extensión y
de terna, no trataremos.

21
GUILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLI SIS

Pero existe un pasaje importante dado cuando una mercancía particu­


lar, una sola entre todo el conjunto de las mercancías, se emplea para cam­
biar de modo habitual por otras mercancías diversas; por ejemplo, el ga­
nado. ¿cuánto vale una casa? Mil cabezas de ganado. ¿cuánto, la arma­
dura de Glauco? Cien cabezas de ganado. ¿cuánto vale una espada? Cin­
co cabezas de ganado. Tomamos el ganado porque ha sido, de modo bas­
tante general, la mercancía que sirvió como precursor del dinero en mu­
chas sociedades5.
Entonces, "una y la misma especie de mercancía, separada de las demás,
representa los valores de todas las mercancías"6. Desde entonces, esa mer­
cancía -como dijimos en el ejemplo del ganado- alcanza la expresión ge­
neral del valor porque, simultáneamente, todas las mercancías se remiten
a ella para expresar su valor y la toman así como su equivalente general.
Tan sólo a partir del instante en que esa separación se circunscribe defini­
tivamente a una clase específica de mercancías -estamos parafraseando a
Marx- la forma unitaria de valor propia del mundo de las mercancías ad­
quiere consistencia objetiva y vigencia social generaF. Ya el dinero se en­
cuentra preparado para aparecer en escena, entonces, como representante
de todas las mercancías, corno el equivalente general del valor.
El incremento del comercio y el desarrollo de las fuerzas productivas,
sumado a razones de utilidad (inalterabilidad, manejo, divisibilidad, bajo
peso relativo), dieron el paso al dinero en metálico y en papel moneda,
acuñados o impresos por una autoridad que primero fue religiosa y sólo
más tarde estatalª.
El largo recorrido reconoce una fase inicial en la que la moneda valía su
peso (en oro, o en otro metal noble9), pero más tarde esa representación del
valor no demandó ninguna referencia portante -digamos así-, sino que se

5. De hecho la palabra pecuniario proviene del latín pecus (ganado) y hoy seguimos nom-
brado al Ministerio de Economía como Palacio de Hacienda.
6. El capital, Tomo 1, pág. 81. Siglo XXI editores.
7. !bid.
8. Ver el capítulo 2 de La estrudura libidinal del dinero (Siglo XXI editores, México),
donde Horst Kumitzky realiza un erudito seguimiento sobre la génesis del dinero, des­
de Moneta -que además del noble banquero argentino, es otro nombre de la diosa ru­
mana Juno, en cuyo templo se acuñaba la moneda-, remontándose hasta sus oríge­
nes ligados al culto sacrificial, tema que se abordará en los capítulos siguientes. Se su­
pone que hacia el 600 a C. se acuñó en Lidia la primera moneda verdadera: una pie­
za esta ndarizada de oro y plata con valor de cambio fijo, el talento (cf. Jacques Attali,
Los judíos, el mundo y el dinero. Historia económica del pueblo judío, pág. 58. Fon­
do de Cultura Económica -2005-).
9. De hecho, las denominaciones del patrón de peso son también los nombres origina­
rios del patrón dinerario, vg. la libra (16 onzas o 460 grs.).

22
lNTROOUCCIÓN

limitó a indicar una relación figuiativa, convencional -basada en la con­


fianza que el Estado puede generar en sus instrumentos públicos- que no
necesita una pizca de ese metal, cwnpliendo una función impulsora como
medida de valor al transformar en precios -en cantidades figuradas de oro­
los valores de las variadísimas mercancías1º.

Ahora bien, hasta aquí hemos dado consideraciones generales, históri­


cas, por así decir, genealógicas, sobre el dinero, pero ¿cuáles son las trans­
formaciones específicas que el discurso del capitalismo introduce con res­
pecto al valor, en general, y al dinero, en particular?

VALOR, PLUS-VALOR

Decíamos que el valor de una mercancía lo aporta el trabajo que en ella


se objetivó -por más que la mercancía nada diga de ello y parezca deten­
tar un valor originado en sí misma-. Acá Marx introduce una noción que
a los psicoanalistas nos es familiar, ya que avanza la idea de un objeto que
encubre la falta: "A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos
del trabajo no bien se los produce como mercancías"11• La noción marxis-:
ta.Jle�lichismg,,¡Je W lll�ff(JCÍa ti�_i:gl�··ª--q�-Ycl.e.i::J�S�9F9J�!gp._�"s_ Q(!_p_i_:o­
ducción justamente de ese vª-lgr. El v.alor,_.y_eLdin_ero -como su equiva­
lente general-no lleva esqfü�.l'TLlSlJr.rn�lo_�-��2, P9X.�§_qJasm.en:_cm-
__cia_s__-y el dinero, corno su soJ:?.erg...!!Q::_Qcultan, velan, el trabajo �on­
teni_do en_ ell�,J�� QtQraª-�l!- ya_ lor, (:lp_a!_�ce_l_:l en escena d$_tentarn:i9 W.LY.a­
__

lQLque parte de sí mismas, gue se Q.rigina en sí mism�,_@!!J��-�-� Lt:u;na­


n_ente. Y desde ese status de :fetiche', que Marx entonces aq�c:;rib�_a.JQclqs
las 'mercanCfas; prm:neteJª §usfüµs:ü5_rL�_s:.!!ª1_qaj _ s:r ol:2i�tq,_Jg_ªn.lll<M;ió
. ..D­
de_cualqm�nfüla. Jintonc;_�_oculta, vela .Y_Er_ omete. Oculta el trabajo
__

contenido, cristalizado en la mercancía; vela la falta;p _ rornete el í:lCceso--ª


todas. las cosas13. Desde luego que e.ntreJ9d��s-��s se cuen!a, claro,
la fuerza de trabajo de afros hombres, que constituye una mercancía más
a ser alcanzada por el dinero y a ser_tegulado su valor--=-�éf5-1lfano�_p_QI.l�-­
rajsrnª5 leyes srn.�:dg�.!} e_Lpt��j9_}:l�L.r.�§t.9_4� 1ª
__ - ��n;m:¡.s;ías.

10. Karl Ma.rX, El capital, Tomo I, pág. 120.


1 L lbíd., pág. 89
12. lbíd. pág. 90.
13. Cuánto más seductor, más deslumbrante es un premio en dinero que en bienes, cuya es­
tima se encuentra limitada al eventual uso que pueda asignarle su portador. En este sen­
tido, podemos escuchar la cotidiana frasecita, tan cargada de odio esperanzado: "iEI que
tiene guita hace Jo que quiere!".

23
GUILLERMO CICHELLO i FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

En este contexto Marx introduce su plus-valía, su Mehrwert, concepto


que a Lacan le atraerá tanto porque recono�éillLlJ.ILo..bieto con el que no
se_p_ue.de._h9c . er más �ue deLa,r..1ª_�¡¡.tisfacción par-ª._l]lás_sik.lªnte, ya que no
reporta propiamente un goce; e� . lll!_Qgj�JQ_g��jn§!i�� un-ª_prort).e�iule
m�goce -un 'plüsae ·goée� Mehrlust-, u_.!lª.J�rQJD_e�ª g�jr_máS. ª1J.á_ddos
gq��� asequible> J ,_ reªleJ>,_g�_�_rnJ�_�Uá de los "m�n.d,f!,!gos delgoce" -como
dice Lacan 14-y_que.nos aproxima_a.laidea de lucr.o,.de la ganancia..indefi­
nJd_él- p_rometida al Íl!t!gQ. Ese objeto inasible, inhaUable en el presente, es
__

algo parecido a un "pagaré", es lo que resta, lo que sobra, lo que está más
allá de la palabra, del trabajo significante, un vo_to_pQt..más...gn.c_e_que_r,e_a­
viva inm�d_@tamente la insatisfacción Pt'.Í.!!!9!:<:!i9-.1_de _bas�_, yg _ ue se c_Q.11.VÍ­
da.como...cons.uelo._p_orJu!!JJ.!!!1�@ p_�lsional que el Otro exige a un ser ha­
blante. A ese objeto,a_e_seenigm.�,.L_¿_¡cªnlo Üamó�96]eto'q,�y-evocaTa1<lea
de__UILObjeto que no tiene valor de uso -para servimos-de las categorías
marxistas-, sino_q_ue. .es.'ia.lor.de_c�bio .en.estado_pur:o;.no_p_ue _ .e...s�_go­
_d
zado...filn..q como prome�a; con él está completamente impedida la descar­
ga parcial de energía -como diría Freud-, ya que es un objeto que respon­
de a otra lógica, está más allá del régimen del "buen goce, el burdo, el sim­
ple goce, el goce que se realiza en la cópula pura y simple ..." -según La­
can15-, está más allá de los valores de uso, de los goces parciales que cada
quien se dispensa. Y aquí podemos evocar al r_ey Midas, a quien la exal"
tación por haber recibido de Dionisia el don de transformar todo lo que
tocara en oro, se le esfuma al intentar infructuosamente comer un simple
pedazo de pan, devenido un trozo de oro. ''En medio de tanta abundan­
cia -refiere Ovidio16- no podía satisfacer su hambre ni aplacar la sed que
lo devoraba", lo cual hace que termine suplicándole a Dionisia que lo li­
bre de "un estado que no es bueno sino en la apariencia". El 1!!!!.<?._.E�E!:lit�
expLor.ªr,_e.ntonces,_l?. Jde-ª_de.J.lD .. .1tbieto. .deslumbranteme1. 1te.Yali_osQ_Qe _ _ro
que..n.o.es_go.zahle_,_q.recJ!_Q._�y_ª x r;I,!! µ_s9, .!:l!LQ.l;ü�i.Q _qµ�"rnc_ l!��f! g
lo e g e bri -
Jlo._p_en:>_�Qn_eJJJµ�_ e.� per:{��t.<tm�riJe posibJe_morirse de hamhre,_ya que _el
go_ce_es_t.á_p_mmetiq.Q.-9ifer _ ido, imp��fü!9,_ii:iAefi!].iciªrnc::11te.
¿se advierte que el dinero n.Q.Lt;.Q@rogta, entonces, c_gn clQS figui:� gel
_g,_g_fe? Pero volvamos Marx, a Lacan y al objeto a.
¿Dónde lee_.Lacan,_en JQs_pl&.IJJ�Qs !Ilarx:ist�, JC!jg�_r;l,� u1)_.9lü�o.,_Ji.o
__

de_goc.e,_.sino_de_plus_de go_c::_eLL.ª-Jµer:z;a de _trabajo, decíamos, es una mer­


ccµicía...más, como cualquier otro artículo de comercio17, pero co��a im-

14. Seminario fl. El reverso del psicoanálisis, clase del 11 de marzo de 1970.
15. Lacan, op. cit. ,pág. 103 donde comenta j ustamente la metáfora freudiana del capita­
lista del sueño.
16. Las metamorfosis, Libro undécimo, pág. 191 -Editorial Edicomunicación-.
17. "El salario no es más que un nombre especial con que se designa el precio de la

24
INTRODUCCIÓN

portante singularidad; tiene -como todas- un valor propio en el mercado


-el salario-, regido por la oferta y la demanda en la compra de esa fuer­
za de trabajo (el capitalista va al mercado y compra merced al mismo pro­
cedimiento sus materias primas, sus instrumentos y la fuerza de trabajo),
pero -como ninguna- laj11e _ p:i!_Qe - ajo �era un valor mayor al g_l_,le .
. _trªb
qetenta. f\_ese "valor mayor" Marx lo define con un giro muy expresivo;
di���s un "fermento vi".o"18, es fu�n�� ..más_valQ.r_del__q1,1e !';Jlª' mis­ __

ma_te_Uͪ-ª-Ls�uendida,e..n . e.lmer�<J.do. ¿�9. E . g':!é}P9r9.l!�, �qgig 9:iji� _ os, el


tra,bªiº creªyajQ[, l_a,_.l!l�Jc;.!!.JJ.c;.[a,_�fu��-ª-9,.� trn_l2é!.i9"gener.ª.un .v.alor_ adicio­
naLa_su _ ..Yalor com.o_mercancía.cornprada..en..elmerc.ado. La fuerza de tra­
hajo_e.sJª-liD,ica mercan<;:ía existente que engendra un atractivo e�cedente,
un <tííU�.(El trozo de lienzo adquiere más valor, un plus de valor, sólo por
la mediación del trabajo que lo transforma en chaqueta. Este es el asien­
to sobre el cual Marx formula su teoría sobre el plus de val.QL.Q._ph!.S_\:'.:a­
.1.ía, imputando al capitalista por la apropiación de ese plus, de ese objeto
candente, producto del trabajo generado por su partenaire, el trabajador,
al vender su fuerza de trabajo como mercancía� La pregunta que sigue es
¿CVJé . hace el c;_apitalista coru.U1.Lus g�_.:yalqr_qJM:_..Qbtuy _ ..9�.J:�ª-.m.fill..er.a?
G.ozM.k>.n.o puede, ya que dijimos que ese plus no tiene valor de uso, sino
que es puro valor de cambio, de modo que <;:.cm.Yi.rne.JlQ9_Hiª1.:Jg,_respues­
ta por otra vía: l a cus;�t.ió_u.fill.di.n�s u trfü1�.nrnta.cióru:n_qtpital. Tema
que abordaremos en el capítulo siguiente, en el que intentaremos delimi­
tar con más precisión esos tipos de goce, Y.ª-Q��!J._c_on.se...c.YenG.ia -espe­
ramos poder demostrarlo- de_dos _p.Qsi�LQnes. dis:t:int�.._SQ!lI�J.ª-�!.Qp._aL.Q.i­
_

nero, do_;?_figgra� del gQ_g!.._@s....mndos de gozar,


·.,

fuerza de trabajo ( ... ) el nombre especial de esa peculiar mercancía que sólo toma
cuerpo en la carne y sangre del hombre". Marx, Trabajo asalariado y capital, pág.
76. Ed. Sarpe.
..
18. El capital, pág 225. Ver, en esa obra, el capítulo Sto .. de la sección tercera.

25
Segundo capítulo
DINERO , CAPITAL, PLU S DE GOCE

El que ama al dinero nunca tiene lo suficiente.


iPor qué, entonces, perseguir una satisfacción que
nunca llegará?
ECLASIASTÉS 5 :9

Debemos irnos a dormir pensando en el crecimien­


to de hoy, soñar con el crecimiento de mañana y
despertar con visiones del crecimiento del futuro.
WARREN STALEY, presidente de la compañía
multinacional "Cargill"1

RAccoNTo

Ya desde los epígrafes con los que iniciamos el capítulo anterior, inten­
tamos delimitar una diferencia que el dinero permite establecer entre la
satisfacción alcanzada y la satisfacción diferida, aplazada, prometida al fu­
turo. Por eso invocamos las nociones de valor de uso y valor de cambio y
procuramos plantear cómo el discurso del capitalismo había extraído un, ., :
ohj.eto_muy__especia.l.JJarnadu_p_o�pli.g¡_ valor'..'.--º.2ohis valía",_�1:!.º .,
_era_exactamente_un_obj_eto_de_goce��_o_=-ciigam,Qs así-.f..Qn�l�g- ,�.
ciar determin.adas_ap_eten.cias_s_µb_iªiy_q,s_,Jiino . u@_fuen_ta abi�I1-ª-'ªLi11fini­
to, l!D objeto,_.c.omo_LQ.Uª1Jlªlá I�,<!.,�<µ}, g�_·P.Fís�degoct: un objeto que prq­
mete j!jmjtadamepte goce yque incita,_ª-C.Ü;:_��a, poniendo en movimiento
e.s_aJnáglli:r:g jmp_ª'-f.;;J:?_l�_fi�9-_P.!:.QQJA�.iQ.11_��itali��ª'-9:!.Yª l.Qgifi_i_yer�giQ_s
que..guar.daJlila..con:espondencia_muy_signific.ativ..a_c_on.la.lógic.a_p.ulsiom1.l.
El dinero se prest� -en tales condiciones- p���_xpresar esa relación del
�l!i�to_<;.QD. lQ_ilimitado. gue es una de las figuras del goce.
Como el pasado capítulo planteamos que el capitalismo introdujo trans­
formaciones específicas con respecto al valor, en general, y al dinero, en
l. Memorando interno de la empresa Cargill del 19171 1999, citado por Brewster Kneen,
en Gigante invisible -Cargill y sus estrategias transnacionales- ed. G RAIN y RE­
D E S-AT (2005).

29
GUILLERMO CICHELLO j FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLI SIS

particular, y tratarnos las relativas al valor, veremos si podemos dar aho­


ra un nuevo rodeo, desarrollando 1o que ocurre con el dinero cuando se
transforma propiamente en capital. Encaremos, entonces,

LA TRANSFORMACIÓN DEL DINERO EN CAPITAL

Quizá todo el sentido de lo que intentarnos rastrear desde el comienzo,


ronde en tomo de la susodicha mutación especial ue se rodu,seJrn el mQ<;lo
�prn_d_m:ción capitalista: la transformación <k_füner �Q_f;apif�F, trans­
·

formación que justifica -a nuestro juicio- que acudamos a los desarrollos


marxistas para situar la significación del dinero en nuestra cultura y exami­
nar los elementos que aporta para pensar su función en psicoanálisis.
Marx desarrolla.dos .circuitos _del movimiento ..de.mercancías; unaJor­ __

ID.'!.�impl_�, _c:l,i!�c;ta,, de la c_ircqJªc.iÓILI Jl�rcantil es M-D-M_, conv:ei:sión


de mercancía (M). en dinero (D)y_reconversión de· éste .en aquéUa: . ven­
der p_ª!Es_C!_rr!:J!!..a.r. "el campesino que vende trigo y con el dinero así obte­
nido adquiere prendas de vestir"3; con ellas se abriga o se empilcha para
enamorar a esa tejedora que tanto le gusta; esto es: _goz.é. L.eS.QS_J;lan.t.ª1_on.es
y esa camisa.
Como vemos, esta circulación mercantil simple comienza con la venta
de una mercancíayculrnina, s�laus.ur.ª, con.la compra.de. otra mercancía
que, _al_ pre�tiir ��nric,:jQs. cq_I!lo1v.&Qr d�JJ�Q:; �aj�__g�_�S!!3: I!l�I?:�!"�A�J�_órbi­
ta de la circulaciqn para ingresar enJa, del <;:O.nS.lJWO. Así, CÜ!;b_a m�f..@c:fa
constitu.ye.eUnicio y el término...deLmo'lirniento, siendo el dinero sólo un
elemento qu__ . e_m_edia_el proc_eso_ glQh_é!l, ya que ese dinero -una vez gasta­
do- no lo volvemos a encontrar, salvo que produzcamos una nueva mer­
cancía y la llevemos al mercado para repetir un nuevo circuito, por ente­
ro independiente del primero. "P.or ende_-:-..diG!!_Mm:::... el consumo. 1�1._�a­
tisfacción_de.necesidades. o, en una palabra, el valor de uso, es su objeti­
v.oJinal"4. Esta es, entonces, la limitación, la medida y la meta, el horizon­
te, en fin, en el que queda acotado este modo de circulación mercantil: el
goce Ja satjsfacJ:ifueul. Jªu�.ncias sub�5.

2. El desarrollo que sigue a continuación es un comentario de lo que Marx teoriza en la


sección 2da. del primer tomo de El Capital, titulado justamente La transformación del
dinero en capital (pág. :U9 y ss. Siglo XXI editores), a cuya lectura remitimos para la
inteligencia del texto.
3. /bid, pág. 181.
4. !bid, pág. 183.
5. Recuérdese el sentido amplio que concedíamos al término "necesidad" en el capítulo
anterior.

30
SEGUNDO CAPÍTIJLO 1 ÜINERO, CAP ITAL, PLUS DE GOCE

iQµé transformación, qué enormes consecuencias conllev_���_:�� l e­


-
-.¿emente..Ja._secuencü1. _de �s.t� Jr�s_ J�1r�--Y--1k&ªL.ª. 1ªJ6..t.m1.da
__ .D-:-M-Q!
Es difícil exagerar la importancia de esta transformación, porque si se la
mira bien ng_ es otra. . s_osa gue uria alteración en.la_significació.n_d.eLdine­
ro, al convertirs� en:.f;¡¡pitaL
Digamos, en principio, que su fonnulaci.óru�s. comprar para vender (o ,
. más exactamente, comprar para vender más. caro): "Si con 100 libras es-
terlinas -dice Marx- adquiero 2 mil libras de algodón, y vendo éstas en
110 libras esterlinas, en resumidas cuentas habré.intercambiado 100 libras
esterlinas p or 1 10, dinero por dinero ( . . . ) Aloomp.r_a.r:J�unercancía _(el.c;g.­
p ité!.Hstª). lªm:ª _d_filerq a la cirq!_lg.s;_j_ón _p_ªJ:ª-_ JeÜrQ..rlo. de . ella_ mediante la
venta de la misma mer.c..a.nc:;fo.. S.e..des.prende_.deLdinero.,._p.er.o__con...la.as.tu­
ta intención de echarle mano nuevam�nte"6. ¿Qµé _haceccon_eLdinero re­
sultante, con esa ganancia, con la magnitud aumentada de dinero ? -qu.e
nru:.s.. o.tra....c.o_s_ª,..w...m.Q_.Yim9§ �q�-P.lus valía, q:cedente de valor product9
.•

deltr..ab_ªjo-. Si con ese dinero se adquiriera una mercancía destinada al


consumo -si, por ejemplo, nuestro buen burgués usara 25 florines de ese
excedente para mandarse una fuente de salmón con mayonesa, como en
aquel chiste judío que le gustaba contar a Freud-, el proceso se malogra­
ría, se interrumpiría y se volvería al modo de circulación simple; de modo
que es condición -para que la lógica de esta nueva forma de circulación
se mantenga- que con el dinero resultante de la venta de la mercancía, se
compre prontamente otra, se invierta en otra, siendo entonces el término
de cada ciclo el que marca el comienzo del siguiente. Qi!l�_ro gue inc':!!?_� ���
�. a condición de flq_�gas ta��2::tq.� _n. o_ g����!�1__c!f!.�Q �3lfüf<:J.E�!.1!!!1_�na
a,p�t_�ncia, irnpidi�!l9.()_ q1.:1:�__''se disuelva en mediqs ge di_�Jrute", como dice
Marx: a eso se .de"Re .'.'..,. ,,qµ_� �l_ at_esora9..9.L�ªcr:i.:fiq�� ·ªU� 1Lc;h��l.9.I.Q..�1,1s
ap.etitos_c?r.nales. Aplica con toda seriedad el evangelio deJa abstint:ncia"7•
Por eso decíamos que este objeto en cuestión no tiene valor de uso y que
el goce que promete queda siempre para después.
¿Cuándo finaliz_a_�Lciclo en este nuevo modo de circulación mercan­
til? Sencillamente, y por principio, nugfa, ya q�e �u c;_él;!.<:1:C:.!� . Xf�tic!!- -::é! l!J,�

6. !bid. pág. 180 y 182. Quizá por eso Lacan dice que "el rico lo compra todo ( . . . ) com­
pra mucho. Pero quisiera que mediten lo siguiente, es que no paga" (Seminario 17,
pág. 87 -editorial Paidós-). No paga, sólo se desprende temporariamente del dinero , .
.
pero "con la astuta intención" de recobrarlo luego, acrecentado. N_pJ1ªY. .cJ;�.i9.D..e!g]l­
..og, como se ve. Es probable que acuda a nosotros y pretenda "invertir" en un psicoa­
nálisis: obtener plus valía del trabajo analítico. Retomaremos esta cuestión más ade­
lante, cuando interroguemos justamente qué implica el pago en un psicoanálisis.
7. El capital, Tomo 1, pág. 162/163. "Fetiche del oro" y "apetitos carnales" son dos ma­
neras de aludir al plus de goce y al "buen" y "burdo" goce fálico, repectivamente.

31
GUILLER.M:O CICHELLO i FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

estar_ ac:;Qtªd.Q y guiado por.J_ª_ satisiª-cci_9n.A�J�__IJ.�-c�sidªde s sub�jv;;¡.,s ,


__

sino poceLlucro, p_or:Ja_acumulaciQ_u_d!!_ g_cmél,DCia- implica el reflujo del


dinero a su punto de partida, su continuo relanzamiento en el dispositivo .
del rendimiento : "En la compra para la venta, el principio y el fin son la
misma cosa -dinero,. valor de .cambio-, y ya por eso mis171o _el_prrx:_eso re­
sulta__caren.te .4e término:ª.
..

De manera rústica, podríamos expresarlo del siguiente modo. En la cir­


culación simple tenemos los ciclos independientes:

M-D-M
M-D-M valor de uso
M-D-M, etc.

Esto es: cada cic�-��_r�pi5�_de rn_���Eé!.�?!�!!.C?..JE.�,-�EJ��J.'.-��!i:nina,


sin.relación direcJ¡i._9_ D�-c;_��@:i�_ con_ c;:_l ?-riterior, y -��cuer.itrª �_])_ eL véilor de
uso, en la, SJ!ti_sfac;cjg_n de }é!,s n.ecesidade.s, su guía y 9bie.!iyo .. En C'!-1_11�io en
eLm.od_o_cie_c;ir�ajación cleLcª12itªJ, vemo s:

D-M-D-M-D-M-D valor de cambio


1if;\
\jr
_, ,_ ..
:
::�.
.,

ll.u__ci_c;}Q s� �QG-ª.b-ªI�sobr�-�l_filKl;!i.e,nt�_,_filc:�-s�t_e.mente, sin término,


_
_

en bus.ca_deLhorizontl!._i nakq.nz.able.. 9.ely_él,lo_:c_de cambio, y?. que para la


ob.tención..d � �eLdin.ero_result.ante_d�_lé!,_1tansform ación de la ven­
lade.m.ercancía,_s_e deb� n:l@�ª1:--�.I:! cj.jI_l_ern 9e.ªti_na<;l.Q _él, lª �ompr:a, de una
nueva_mercancía, que a su turno será vendidª- pai:a_ obten.e r dinero,_y_ así
infipjtamente, "en pos de la presa azucarada que se tiene delante" -como
diría Shakespeare9-. El movimie_uto _de. �CJJ.IDJ.ܪ�i.Qn_d_�_rimi.�ª- D-º per­
mite, desde luego, CQnfu.nna.r..�_c_QJL�s� pJµs_ -:::- ql!,i;: gs._ n�da, pura pr:ome­
sa de ..llILlileyou_endirniento del G.é!,pit�l=, Jl.O permite darse_ por satisfe­
__

clliLe.on.el djoem.re.imlté!nte de esa sustracción, potq_\J.�, como dijimos, _f:!l


ginero :=p_ara convertirse en capital- exige imperiosaJn�!!�-ygJ_y_e r: a in­
v�rtix.lQ_C:Qn el fin de obtenex_ll_n ���'.'.2-.É!us} para obtener un nuevo plus,
q'-1-� , � §_l,!_turno tendrá el mismo destino, y así siguiendo, en un proceso
__

del que r�filtltª _im¡¿.Q.s.iq]J!_QQl�ªr.lln_!_égnin9�9: . �.��.S?J.!lin9.,9-_�_3<:;l.lll} µla­


ciórLqu�erle:e_ciorn1 él,\ se.r .cªQ.a, y�� rnª$yel9z, cada vez más acelera-

8. /bid, pág. 185_ El destacado es nuestro.


9. Vida de Trmón de Atenas (Cuarto acto, escena 3ra.).

32
SEGUNDO CAPÍTULO [ DINERO, CAPITAL, PLUS DE GOCE

do, ya que cuan..tQ_ más rá,:gjq_a_m�nte �_ cornQlete cada cic1º...J:nás_gana ­


__

cia.Jlecantar n_ Time is maney.


"Tal es la ley que saca constantemente de su viejo cauce a la producción
burguesa y obliga al capital a tener constantemente en tensión las fuerzas
productivas del trabajo, por haberlas puesto antes en tensión; la ley que
no le deja punto de sosiego y le susurra incesantemente al oído : iAdelan­
te ! iAdelante !"11_

"UN D I SCURSO LOCAMENTE ASTUTO"

¿cuál es el objetq gue se pcrsi,gye inc..esant�n1�nte.? ¿ne qué está he­


.

ch ¿cuál es la "realidad" de tal objeto? ¿ cuándo se alcanza? No cues­


o?
ta demasiado demostrar que l� fa!!�:...c!.�Ji_I[l�_t!, .. 9�.t.�nriin9,_ p_é!X�._9.!1..§_Gg:[lo
i!!_��sªbLemt:!D.1-�, así como la desesperada insatisfacción que corona cada
intento_ y_ g_u� lo n�l@za, ind:i_�a, qu!!.,�se.Jrnta d.e .J�n .objetoinasibJe. Nues­
..

tra experiencia de psicoanalistas nos familiariza con esta ló.gi.ca_c.ompul­


. _c!.!c;tty_ª cgri cü;rtos ql:Jie.to s, ya que desde
siva, repetitiva,_2__�--Q.�p�n_g_e,n.c;i_a_ é.l
el chupeteo incesante de un niño que se ha atrofiado el paladar buscando
no se sabe qué en su pulgar, hasta l�_A:f!t9_zj<2_aciéiri con sustancias llama­
das estimulantes llevada a cabo por un a_l��J1§_l!f_Q_Q_!:!!l drngadiG_to -por
ejemplo- sü.L térmi!"lo,__!!i_p_l���E�!_Jajr�_�!]t_Q�_ Q_�� -.L�-�onse_rvacipll._Q�
sQ.Y.i..da, pasando por un sujeto al que podemos llamar jugador compulsi­
vo, que ha dilapidado su fortuna en la búsqueda quimérica del acierto de­
finitivo (para tomar sólo tres ejemplos), vemos -entonces- en esos casos
para nada extraordinarios, que eLQ.bje.to. p.ers.egnida na sólo..no guardar.e­
laci.ó .tL�QIJ.Ja satisfaci:;.ió.n de necesidad algim_ª1_.§.(QQ_qq� Ill�t�riª@ente no
.

10. "Considera que el dinero es fecundo y provechoso -decía Benjamfu Franklin en 1748-
El dinero puede engendrar dinero, los sucesores pueden engendrar aún más y así unos
a otros. Si c inco chelines son bien colocados, se convertirán en seis, éstos a su vez en
siete, que asimismo, podrán devenir en tres peniques y llegar en sumas sucesivas hasta
constituir un todo de cien libras esterlinas" (Consejos a un joven comerciante, citado
por Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo -pág. 38 Ed. Pro­
meteo Libros). Franklin, uno de aquellos que forjaron la conciencia norteamericana
al fuego de la moral ascética y utilitarista del calvinimo, le otorga al dinero ese poder
creador, situándolo como mágico objeto generador de valor, al precio de desconocer,
rechazar, la dimensión del trabajo contenido en él. A Franklin debemos la equivalen­
cia expresada en el apotegma "time is money".
1 1 . K Marx, Trabajo asalariado y capital, pág. 76. Ed. Sarpe. Ver, en este contexto, el ex­
celente trabajo de Juan Carlos Indart, Esbozos de economía política y psicoanálisis,
publicado en la Revista lacaniana de psicoanálisis, Nro. 1 -septiembre de 2003-, al
que debemos mucho de lo planteado en este capítulo.

33
GUILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL D I N E RO EN PSlCOANÁL!S l S

existe; y que si algo no detiene esta húsqu_e_dafrenética (que se produce a


espaldas de la conciencia del buscador), este movimiento se encamina de­
rechamente a la autodestrucción.
Sabemos que Fr.�-�Q__Q_��rj]:ii.Q�_sto en 1920 nombrando esta lógica pU:l­
sional del automatismo de repetición inconciente, como una "p.ulsión_de
- JllUerte" gue se sitúa más allá ��_Lpxin_cjgi_q g�l_J�la<:;er. Esto habita el ser
humano desde siempre y si algo pt..¡. e de, no digamos detener, pero al me­
nos atemperar o_�ncauzaLe_s_a _b_úsqu.etla, eso hay que PC>!1�dg_�nla_ c.:uen�
ta_ d.eJa._efaaci a . de_ ciertojfmite _qµ� ca,da quie_n puede subie.ti'lar_y. que en
psic.o.análi_�s_llarr.i_a,_rnos �<!S.!!-ª.9-ó..i'r; operacióq q�1tyada g�Jª-� p_atema
que señala, qu.e .. T10.t9_cj._9_ s_e__ p_ll�ge, que n,.o toda satisfacción es posibk, que
no hay satisfacción del todo. Y este postulado simbólico -no hay todo­
dala_cfilnce de soportar la insatisf��i:;!ó_n (q_J_�__satisfaci::_t9.!:!..�II!e_dias) de!
encuentro de_un_objeto. Es.aley_q�r.eg.ul.a1ª. .sE.tisl�si..Qn._que la enc a!J­
. __

za, que la orienta. Y que simboliza la l�n de goce, es una de las ca­
ras del goce al que llamamos fálico: gog__@li.�9:·
Representa una descarga
parcial y un alivio relativo de la tensión pulsional, dentro de un cierto lí­
mite que Freud denominó principio de placer.
LaJó.gi.ca_del_má.s-ªllá_dd principi.o .delpla�er, en cambio, no se conten­
ta con subrogados, e insiste..frenéticamente en el hallp.zgo defuútivo -llá­
mese felicidad absoluta, relación sexual incestuosa o muerte-, �se soporta _ __

enJa_cre.e.ncia .de.que hay_ ese objeto. Así, la pulsión, sin cauce, sin ley que
regule su devenir, retoma sobre el sujeto de manera completamente des­
tructiva. Obviamente esta estructura no es producto del capitalismo -ilu­
sión en la que podríamos precipitarnos anotando toda esperanza de me­
joría subjetiva en la sola eliminación de este modo de producción econó­
mica-. Lo que sí proponemos es que la lógica del capital -que tan preci­
samente reveló Marx-, está guiada por: los mismos principios que la Jóg!­
ca pulfil!&l, que .el d�sc;.w�C> _Qe l capital!smo en.c;ªbalg-ª._�rfec1q.mente_�
hilirnitado. deJa.húsque.da..plJ.!.si9nal. Aquello que obliga a tener constan�
temente en tensión la fuerza del trab ajo, la ley que no deja sosiego y susu­
rra. incesantemente: iAdelante! iAdelante! -como describe Marx- ¿no es
acaso idéntica al constant kraft, a la presión constante, de la pulsión? 12).

12. ''.La pulsión. reprimida nunca_cesa_de.aspirar a su satisfacción plena, que consistióa .en
la..repetición..de .una .viyeu.c;ja pi;iroaria..9.e_.satisfac_c:ión; todas las formaciones sustitu­
tivas y reactivas, y todas las sublimaciones, son insuficientes para cancelar su tensión
acuciante, y la diferencia entre_ �J pl_ac.�r.c:l�.-�9.tisfacci_Qn hallado y el pre.tendido eng_!'.11_­
drael factor pµlsionante, que no admite aferrarse a ninguna de las situaciones estable­
cidas, sino que, en las palabras del poeta, «acicatea, indomeñado, siempre hacia ade­
lante». El camino hacia atrás, hacia la satisfacción plena, en general es obstruido por
las resistencias en virtud de las cuales las represiones se mantienen en pie; y entonces

34
SEGUNDO CAPÍTULO i DINERO, CAPITAL, PLUS DE GOCE

Por eso resultaban tan ingenuas aquellas demandas dirigidas a las em­
presas multinacionales de servicios, cuando se les cuestionaba la legitimi­
dad del aumento de sus tarifas, basado en el hecho de que en la Argenti­
na de la década de 1 990 "ya habían ganado lo suficiente". Esta idea de "lo
SJJficjente" está directamente abolida en la lógica del capital. Nunca algo
en materia de ijCUWUlaciQn de wue�a ¡;¡uede Ser "sJA';is;i�¡;¡t�" §Íe!li;Qt� §e ..

d$!be -si se acepta esa racionalidad- ir por más.


Capital: valor que se valoriza a sí mismo, "monstruo animado que co­
mienza a 'trabajar' cual si tuviera dentro del cuerpo el amor" -dice poéti­
camente Marx13. Porque lo que Marx descubre y teoriza es el desencade­
namiento, en el capitalismo, de una voluntad de satisfacción inédita, ya
que antes esa búsqueda de goce se encauzaba reguladamente en ritos, fies­
tas, tradiciones, que nomativizaban, limitaban esa persecución. Pero con
el capitalismo " . . . todas las barreras erigidas por las costumbres y la natu­
raleza, por la edad y el sexo, por el día y la noche, saltaron en pedazos"
-dice Ma:rx14.
Repetimos: la avidez de dinero no es, en rigor de verdad, un producto
nuevo del capitalismo. La auri sacra fames -la _ambic_i.ó_n, el codicioso ape­
tito por el dinero- e.s..quiz.átan.Yieia..como_eLhombre (de hecho, la acumu­
lación de riqueza y la usura se encontraban entre aquellas acciones contra­
rias a la graci a cristiana15). Lo que c ontribuyó a aquel desencadenamiento,
a la desregulación..queiorjó_eso. que. se .llama.el ''esp(.r:itl!.<:l.J;!LC9-Pitªlisrno'.',_es
unamoraL(la. deLcalvinismo, en particular) _q_ue..'.'.rs:.s.9Jvió" elanti.gu o, el clá­
sico cqnfilc;.tQ_ entre esa ambición y el bien -hasta entonces opuestos, impo-

no queda más que avanzar por la otra dirección del desarrollo, todavía expedita, en ver­
dad sin perspectivas de clausurar la marcha ni de alcanzar la meta . . . " (Freud, Más allá
del principio del placer, Tomo XVIII, pág. 42. Trad. Echeverri - Amorrortu editores) .
"El psicoanálisis nos enseña también en casos de distinto orden que aquellos elemen­
tos que actúan en lo inconsciente como algo insustituible suelen exteriorizar su activi­
dad provocando la formación de series inacabables, puesto que ninguno de los subro­
gados proporciona la satisfacción anhelada"(Freud, Sobre un tipo particular de elec­
ción de objeto en el hombre; Trad. López Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva).
13. El capital, pág. 236.
14. K Marx, lbid. , Tomo I, pág. 335.
15. En el sermón de la montaña -después de instar a vender todo lo que se posee y repar­
tir el dinero entre los pobres, Jesús lanza la célebre declaración: "El que es rico entrará
muy difícilmente en el Reino de los Cielos. Les aseguro: es más fácil para un camello
pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el Reino de los Cielos" (Ma­
teo 19:23; Marcos 10:23 ; Lucas 18:24) En el mismo sentido -además de la bienaven­
turanza a los pobres de espíritu o al espíritu del pobre (Mateo 5:3): "Nadie puede ser­
vir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará a otro, o bien cuidará al pri­
mero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Di­
nero" (Mateo, 6:24; Lucas 16:13).

35
GUI LLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

sibles de concilíar-, hfil:lenc;lg_ck_Jg._é!�WJ:lUl?-c.ión de riqueza un comporta­


miento éJk_ amente agre�jq,qJe, una virtud, en el sentido religioso y moral16.
Esa moral especulativa -que ya no merece "la execración general", como la
denostaba Aristóteles 17 - es la que rige los designios de los modernos ma­
nagers, los ejecutivos que ingresan a lomo de camello dorado por el ojo del
reino del cielo capitalista, aunque eso -como todo buen amo- no los haga
ni siquiera imaginar hacia dónde conduce su carrera.
Se podrá alegar que las susodichas necesidades implicadas en la circu­
lación mercantil simple pueden ser desaforadamente muchas, pero la di­
ferencia entre un modo de circulación y otro es la diferencia entre lo mu­
cho y lo infinito.
Esta...c_ax.e.ncia...ck..térmLno , este.. desenfreno. pulsim;gnte, es una iqea so­
bre la que Marx insistía muchíSimo; f�.JJ_µe el movimisgtg,.d�l.ifap tal.
"carecía .dt; medida", gue eUmwso p_gr la obtencióI]. de gari¡:µici(l �ra '.'.i�­
.f�twe", quela bfuqueda.d.e. ª°1Wiª�jgp. d� val,_gL..'JD��sapfi!�'���� �l .afán
d.e. .enri..�imLetiJQ �r..a. ��P�.C?.ll.1.!.():� y_''_qe�;rn.�s.l.1.r:?:!io" el afán de prolongar la
jornada laboral, ya que "el dinero cualitativamen.tf!� ��límitesy .que.
su verdadera mediQ.a,..t: $JAf11JtªAe.Jlle.dtlifl,JO._d�.s:mesurn.d.0 "18. Menciones
que nombran ese carácter ilimitado que imprime el discurso del capitalis­
mo a la relación del sujeto con el dinero considerado como capital.
Dijimos que esta búsqueda..insaciable .no..an:aiga xú.s.e...detiene_en.ningu­
na.. �mtisfacció_n,..más _que. en la.acumulación .de riqueza que, como tal, care­
c.e_de.me.dida .en.ta..ntq_.siempre .s.e puede.acre�ntar msís. Una muestra de
este espíritu capitalista lo ilustra la siguiente controversia, consignada por
Max Weber en su clásica obra sobre la ética protestante: "Dícese que Ja-

1 6. Es, a grandes trazos, la tesis de Max Weber en La ética protestante y el espíritu del ca­
pitalismo. Idea que Marx ya había entrevisto: "El protestantismo, simplemente con su
conversión de casi todas las festividades tradicionales en días laborales, desempeña
un importante papel en la génesis del capital" (El capital, Tomo I, pág. 333, nota 124
-siglo XXI editores). Cf., asimismo, a Lacan : "No creo que sea privilegio del calvinis­
mo producir ricos, pero no carece de importancia dar esta indicación, porque de to­
das formas se puede advertir que I.a teología calvinjsta tuv:o como._efe�to que se_plan­
teara...como uno.deJos elementos de la dirección mora,!, qge es en esta tierra donde
- - -
il��e 3_1H_a,_Ef1���� paj� p �l
__

Q(o.§..�9Jma,!k_Q�!l�� s t���_i,&n, ��o _yª- �� �siA"tier:ra.


hecho de .que.la_obser:v.ad6.n_c:l_�.. Lo.s_mª11c:lª'1UienJQ� djwos Jenga,.c.omo in.Ita el éxito
terrestre no ha dejado en.absoluto _de .resultar.f�cundo _e.n _totla,. c\�e_cle__empr_esas". Se­
minario 8, La transferencia, pág. 70171 -editorial Paidós-.
17. La política, capítulo 3, La propiedad. Modos de adquisición, pág. 27 -Centro editor
de cultura-. En este capítulo Aristóteles diferencia un tipo de "economía natural, que
se ocupa únicamente de la satisfacción de las necesidades", de la especulación contra

natura, "que no tiene fin determinado, carece de medida y de objeto fijo".


18. Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (México, Grijalbo, 1968, pág.
13 1).

36
. SEGUNDO CAPÍTULO i Ü I N ERO, CAPITAL, PLUS DE G O C E

cobo Fugger, en plena discusión con un socio que estaba decidido a dejar
el _negocio y lo incitaba a retirarse también -alegando que ya era suficien­
te lo ganado y debía ceder el campo para que los demás se beneficiaran­
contestó a su interlocutor que 'su opinión difería por completo y que ganar
cuanto le fuera posible era su aspiración', dando por pusilánime la postura _

de su socio" 19. Este especial modo de satisfacción excluye la posibilidad J.§- ·

gica de �rmin,Q el reconocimiento de una pérdida. Entendemos así el


sentido de la afirmación de Lacan , en cuanto a que IQ..qm: djstjpgnía al djs­
c�irso di:) c¡¡pitalismo es la Verwerlung, g_lrechazo fuera_de todos los cam­
pQ:i de lo simbólico, de la castración20. La ta �traciá:rií indis::.a sencillamente
el término , la_m�_dida,_ellímite_de_.to.da..satisfa�1ón; implica la aceptación
dequeningún objeto -cualquiera sea su brillo o su magnitud hiperacrecen­
tada- pue..d.e_í!PQtlfil:_4!1ª._S_ª-ti�fo.�c;:i9n absolu!a. sin pérdida d�. goce, o sea,
sinalgoqoe quede..camo lJD resto inasimilabk._irr.e.ductible2 1.
Lacan formaliza esta noción agregando a sus conocidos cuatro discur­
sos, un quinto materna, el del piscurso capitahstaf -.íi!:L9.!:!.e. define.. <:omo
"locarnente_;:i..stu.to.'_' (contrapunto paródico, quizá, de la "astucia de la ra­
zón")- qu�u:eÁ_tlltª·-de._1.JJ!st:'g_��IJJ.�fiªjny_ersión", d_�_ \J.D��c!�§..liz'!,_
rnien_g> Jnfi.­
IIl0'1 en la ubi���ÍQ!lQ� . _l_Q�Lt�uninQ.LcJ.�Ldi�s;urso del amo antiguo'. YJ�D&.-ª

19. La ética protestante. . . , op. cit. pág. 40. La familia Fugger, recuérdese, representó un
símbolo eminente del nuevo poder que, en el seno de la Edad Media, comenzaba a
forjarse con el hierro -o, habría que decir, el oro- caliente del crédito abierto al im­
perio español. Los Fugger muestran, quizá por primera vez, a los reyes yendo a pe­
dir plata para su nueva expedición a la casa del antiguo tejedor devenido empresario
triuruante. Se dice que Jakob Fugger, el rico, repetía como lema: "Quiero ganar dine­
!"o..mig_n_tras pJ.,t,eda'.'�Jº ql!� m�estJ:!l.. !eml:>.i�_l), e_! �q._c:!pj_ent'?-!!.e..� búsg_�da��.1ª--r.i­
qi,teza_s;!�@.�sióndeterm.ir@.a .q . Ya no se trata del teje­
dor próspero o del médico exitoso, cuya riqueza se encuentra acotada por los lúnites
de lo que esa actividad puede brindar; los Fugger, lanzados a saciar su búsqueda, em­
prenden todo tipo de negocios: la explotación de las minas de oro y plata, el comer­
cio de especias, el financiamiento de aventuras militares, etc. Repetimos, no es el pro­
fesional que gana dinero con su trabajo, sino el que hace de la búsqueda de dinero su
profesión, s.in...ideal que funcione como límite a ese emprendimiento.
20. Lacan, El saber del psicoanalista (charl.as en Saint Anne), clase del 6 de enero de 1972.
21. Lacan alertaba sobre la amenaza, que calificaba de "catastrófica", que implica rechazar
esa dimensión de pérdida. "No serán los perversos quienes la desencadenarán, sino los
burócratas, acerca de los cuales ni siquiera habrá que saber si serán bien o mal inten­
cionados. Será desencadenada por una orden, y ésta se perpetrará según las reglas, los
engranajes, los escalones, las voluntades doblegadas, abolidas, encorvadas por una ta­
rea que pierde aquí su sentido. Esa tarea será la reabsorción de un desecho insonda­
ble. . . " (Seminario 7, La ética del psicoanálisis, pág. 280/281, editorial Paidós).
22. lntl:.odujo.este.quintó..discursoen unaconferencia.pronunciada en.Milán.el.12.de_!lla;<,,:o
dU912...® .titJ.M ...QeL4is'-Urso psü;oanqlitic.o. Fue publicada por primera vez en caste­
llano por la revista Psyche en su número 22 Uulio de 1988).

37
GuiLLERMO C!CHELLO 1 FUNCIÓN DEL DlNERO EN PSICOANÁLJSlS

cU.ento_¡¿9r�.e.oj_qs_xm:.iaci_ones. .en_tr� uno_y:otro. desaparece, �ri,.la línea


.

_syperiQr� la flecha que define lo imposible: en elLc]�q1rso cap}!�ljsta,�o del


amo moderno la_relac_i_ón.Jkjm¡:ms.ibfüdacl del sµjeto al saber.deJaJecno­
ciencia,_entQnce§, _ªºªrece_a,b_oliga. Asimismo, y en consecuencia, ;;i.cliciona
un..xector desde e] lugar de la pércfü:la 9_9�! .P!.QQuctQ, . Q�@�tclo por el obje­
_

to...a.,_fil_d_elªge.nte,1omfillo.por d �uj eto, que rnarc.ª ::LejQs....deJf!Jns.\:Iipción


de_lª_gérdida- elr.�h�..Q deL9._�encJJ.e11trn .e�ctur.fil _:mjeto:-_obj.eio_y_ la
__

frenética reahsorción_de es_te_@:jmQ ;_.!,!11_ g9_C.�--cl�§�Dfrt:¡IAªclQ_ gt!!?:.s!9J�<Jr un .

.imperativo de_hQDS_lJrn9 .C:.iego ..t:.ins.ensatg_d.e.Jos. 'mdgets;2rnggcici.o.s. a esca:


la.mun.dialpnraquel saber de la tecnocieps_i_a. Es un_discurso.c.omandado
por...un_ego_ que se pr.etende s.ólidarnente .ªU.tó.norno, qµe :remui.i a, l�. deter-
__ _

minacione��..QclJYW deJª-�Ld.?d (por. eso_el_sentigg_ ciel vector


que une .el lugar del agente al de la verdad se encuentra invertido de uno a
otro discurso). La_verdaci.deLs_ignifi.é_¿&iñ ;¡J)t o,: .s.uby�ceñte, c)rdena: iSigue
gozando7,cm1sumie.VJ.iIJ. cada vez más!23, dirigiéndose -ordenándole al sa-
,�her (vector_de .SJ a.S.2.)::: 9.1:!.e!.PIQd'1-�C:élJ!1_�� � más. Si tocio. _disCLirS() es una
.. ...

' estructuranec;esariª :-:qu_e f:x.s;: e_q�--ª_l¡:¡. p_ªléil?ra::_qi,i�--�r�él relél.C:ÍQ.fi��- estables


__

y se $()stii:;ne_<;:[l c;i�tl9$ _er.iµn.c_iaqo_$ pJimor9.iale�, e_l t:!I.11:!1lC.ia,d() primordial


-del diSCllrSD_C.apita.lis..tª.fü:_fili_()_ ��ª: 119 hªy pér�.
El paso a fórmulas (a los "aparáfos algebraicos de cuatro patas" -como
los llama-), es el siguiente:

DISCURSO DEL AMO DISCURSO CAPITALISTA

Sl S2 $ S2

.¡ -
$ 11 a Sl
X -l a

CODA

Volvamos, para concluir, a Marx:

"El dinero, por lo tanto, no es solamente un objeto, sino al mismo tiempo


la fuente de la sed de enriquecimiento ( ) La sed de placeres en su for­
. . .

ma universal y la avaricia son las dos formas particulares de la avidez de

23. Debeñamos hacer la lista -si es que no está hecha- de las consignas publicitarias que
nos ordenan, como un imperativo categórico, "/Disfrutar más . . . !".

38
SEGUNDO CAPÍTULO 1 DrNERO, CAPrTAL, PLUS DE GOCE

dinero. La_sed...a.astJ:a.ct.ªJJ.e_p,la_c_er�L{lLe.sJ4pone un °"bjeto que conte_71gg


la.p.osiailidad.,de... tod.os los... placer.es. La sed abstracta de placeres efecti­
..

viza al dinero en su determinación de representante material de la rique­


za; y la avaricia, sólÓ .en -cuanto él es la forma universal de la riqueza res­
pecto de las mercancías como sustancias particulares suyas. Para retener
al dinero como tal, la avaricia debe sacrificar y renunciar a los objetos de
las necesidades particulares, y así satisfacer la necesidad propia de la avi­
dez de dinero como tal"2�.

Veamos cómo podemos servirnos los analistas de una afirmación


así: M arx p_o.n� -ªl _de�cJJbie.rJ:QJª_yigi;;.nc;:.i_ª--º.� ese i:rn,Q�_rntj�qsiew,,_y_�J a -
cl.n..Jl.p.ena.s_.o.cJ.Üto -qJJeJn.d.i.c.ábamo
___ _ ..c;_ª iia-
s_e_o_lalQrrruJ.lª-ºS!l _disc.ur11º...P-
lista=�.como_de.termin.an..t.e_dcia búsqueda de un sujeto 2.r§tendidam y_n­
te..aut ónomo, p.ero _q_lte. nQ hac.e_más 9...\!��.Qrrieterse_ y_'.'...s.ªtis_facer la nece­
sidad_propia..deJa avidez d.e.. diner.o_cümo tal". El..clin.er.o no es un objeto
__ .. ...

-dice Marx-, sino l�f!!e_!.!_��4.e.J� .��c LQ._� enriquecimiento. Aparece, casi


"
al desnudo, el objeto-causa de deseo, pero degradado en objeto de con­
sumo masivo; n.o eLo_bieto_qg�__ c_aJn:i?: e_Sé,l t>.0-�ql,!ega, _si.!}9_J�.Jl::!�ll!�_ci_g_gge
. ..

se..excita$U.-S.e.d. La ��se.d--ª-.b..s:tra..ct.a___de__placeres" contiene e.lpr.es.up.uesto


de_J,lll ohje.t.o.-ké!Pª-Z .Jie.J.Qd9_s....lo..s pl.ª"-ce.r.es. La eficacia de esa suposición
__ ...

no se verifica en el uso, ya que el uso del dinero limita ese goce, muestra
sus posibilidades, sus restricciones; el dinero . gas.t�dQ,_JJ�ado ..d�.s..v.<!..IJ � � _

c.e-aquella_ilusióILaL:v..erifu;.ar qq_e no es._p..Qsible acceder a "todos los gla­


. .

ceres", sino sólo a. algunos, modesta y temporariarnente, aJQ.S..��m�n_d_rn­


..

gos del _gpce",_c;,Q_ITI.Q _Q��1ªmo§_ant�s.


_ _ Tal suposición promisoria es posi­
ble, entonces, o bien acumulando, reteniendo al dinero, bajo la forma de
la avaricia, o reinvirtiéndolo perpetuamente para su transformación en
capital. "La necesidad del dinero es, por tanto, la verdadera necesidad
producida por la economía política y la única necesidad que ésta produ­
ce. La cantidad de dinero se .conv.i�rJ�s_fill._uez_Jnás en su ,única. cuali­
dad.JLo_.derosa; y así corno reduce toda su esencia a su abstracción, se re­
duce en su propio movimiento como esencia cualitativa. �1,!-_yergac!ga
m_t:,cfül9: .�-� J?:l<!!��.-ct� m�.s!.i.c:!?._, Ji;L9-es.m�mé1d.0"25.
..

Dejemos esta línea aquí, para abocarnos en el próximo capítulo al co­


mentario de El avaro, esa comedia con la que Moliere retrató con ingenio
burlón en 1668, ese personaje naciente en la incipiente burguesía france­
sa, Harpagón, el más avaro de todos los avaros.

24. Elementos fundamentales . . . , op. cit., pág. 157 (el destacado es nuestro).
25 . Manuscritos económicos . . . , op. cit, pág. 1 3 1 .

39
Tercer capítulo
LA PASIÓN DE L AVARO

UN COMENTARIO DE LA COMEDIA El avaro ,


DE MOLIERE

Para conservar el oro como dinero y, por ende, como


elemento de tesaurización, debe impedírsele que circule
o que, como medio, de compra, se disuelva en medios
de disfrute. De ahí que el atesorador sacrifique al fetiche
del oro· sus apetitos carnales. Aplica con toda seriedad el
evangelio de la abstinencia.

KARL MARX, El capital

La pasión del avaro es esa nada a la que se reduce el objeto


encerrado en su adorado cofrecillo.

]ACQUES LAcAN, Discurso a los católicos

RAccoNTO

Para simplificar en un solo párrafo lo planteado en el capítulo pasado


-párrafo que dé razón de nuestra apelación a Marx para hablar del dine­
ro- digamos que es posible extraer, al menos, treswnclusiones de esa in­
cursión, que esperemos que sean a la vez tres estímulos para pensar: una,
que �o_mía_política burgu�sa -como plante Deleuze- �� funda a par­
t!!_c!�!.!!1:<?!!1�@'.Q...c:.!1-9.�t:. l� ��-e��!_� d�l_� riguez§l ya no e...§.tá r�kd.o.1Ja.oa con
_ . .
un elemento objetivo exterior determinado (ganar dinero para comprar
una casa, un libro, lo que sea), sino con µna,._¡;_c;fürj Q.g._d suQi.tl.\y].J.D-SÜ.!.1�J ­
rrW.i.a.da,_q__u,e_._ªQI�U!..!1Uestra relaciQ_!!_f:On lo ilimi1Q.P.9.-C.Qlll...O...J�l, en la cual
ningún objeto tiene privilegio; dos, que �s� .Q.bjetoluaci:..e.b.si le_que_ru;icate.a'
.

poniendo. en.marcha\'el1:iginosala.maquinaria..de.g_mducción_y_,consumo,
para el discurso del capitalismo_e1u1,kan...zfilJ.k_�a..Q.e g._o.s;.e_es._p.o­ ..

sibk ("lmpossible is nothing" es una consigna publicitaria de una mercan­


cía que bien puede ser la de cualquiera) ; tres, que esa lógica de movimi�p.­
tQ_inc.es.ªnt..e, de flujo energético imparable, qye_ no se sacj��_lling!lr!_9_Q­
jeto,. encabalgamuy_aceita,dPID�.tü.e�c;Qn.Jª.JQgi�-ª-P!Jfaim1al del automati�­
IUQ.ª�.1�.a��ti.fión.iru;.Quc;ier¡,1�-que Freud llªmQ pulsión de �tl�.

43
GUILLERMO C!CHELLO j FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

Desde aquí, entonces, demos muestro siguiente paso, explorando lo que


puede brindarnos la lectura de la comedia de Moliere.

10 MIL E SCUDOS DE ORO, AMOR Y MATRIMONIO BAJO LA LEY DE


LA COMEDIA

Money can 't buy me lave

PAUL McCARTNEY

"Hegel dice �afirma Marx en un pasaje clásico- que todos los grandes
hechos de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces.
Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa"1•
En este capítulo nos propondremos remedar esta idea: a nuestro capita­
lista -que tan en serio lo presentamos hasta ahora-, lo tomaremos en far­
sa, leyéndolo según las leyes que propone la comedia.
Moliere no teoriza -como Marx- sobre el dinero ; él escribe comedias.
"Una buena forma de corregir un vicio consiste en exponerlo ante la irri­
sión pública -decía-. Las críticas se soportan con relativa facilidad, pero
no sucede lo mismo con las burlas. Hay gente a la que no le importa pa­
sar por mala, pero no soporta que se la ponga en ridículo"2•
Nos pareció bien, para entrar tema, evocar en el epígrafe a Marx, en
tanto allí muestra una de las funciones del dinero, aquella en la que, como
tesoro, impide cierto tipo de satisfacción ("que se disuelva en medios de
disfrute" -dice), situándose fuera de la circulación y justamente a resguar­
do de esa disolución. Lacan dice que en estos casos "el objeto revela su
función de prenda del deseo, por no decir de rehén del deseo"3. Entende­
mos que esa particular relación entre deseo, objeto y goce es la que mues­
tra Moliere en esta comedia. (Más adelante trataremos la noción del ob­
jeto como prenda o como rehén del deseo).
Invitamos a remitirse a la comedia a quienes no la han leído todavía, o
a releerla, en su caso, pero transcribiremos a continuación un breve resu­
men, tan sólo para tener a mano la trama que comentaremos.

Acto 1: La trama se desarrolla en París. El rico y avaro Harpagón tiene


dos hijos: Elisa, enamorada de Valerio, un gentil hombre napolitano que
trabaja como intendente al servicio de su padre, y Cleanto, que desea ca-

L Marx, El dieciocho brumario de Luís Bonaparte, pág. 107, Ed. Sarpe.


2 Prefacio a Tartufo, Barcelona, Edicomunicaciones ( 1999), págs. 23/24.
3. Seminario 6, El deseo y su interpretadón, clase del 17 de diciembre de 1958.

44
TERCER CAPITULO j LA PASIÓN DEL AVARO

sarse con Mariana, una joven huérfana sin fortuna. A Cleanto no le gus­
ta nada que la avaricia de su padre pueda contrariar sus proyectos senti­
mentales. Harpagón por su parte vive en el terror de que alguien le pueda
robar un cofre con diez mil escudos que ha escondido en el j ardín. Sus­
picaz, desconfía de todo el mundo, incluyendo a sus hijos, y llega inclu­
so a despedir a Flecha, criado de Cleanto. Al final del acto revela a todo
el mundo sus inten ciones: desea casarse con Mariana, Elisa será entrega­
da (sin dote) a un anciano, Anselmo, y Cleanto está destinado a casarse
con una viuda. La joven se niega con vehemencia, y su padre pide a Va­
lerio que interceda para convencerla. Éste acepta, pero piensa en huir si
es necesario con su amante.

Acto II: Cleanto, que no puede contar con su padre, tiene la necesidad
urgente de contar con quince mil francos para sus planes matrimoniales.
Flecha, su criado, se encarga de buscarle un prestamista, un intermedia­
rio le informa de las condiciones que resultan ser de una usura feroz. In­
dignado, acaba descubriendo que dicho usurero es, en realidad, su padre;
tienen una violenta discusión. La intrigante Frosina entra en escena y con­
vence a Harpagón de que Mariana es una mujer que prefiere a los hom­
bres mayores y que estaría dispuesta a casarse con él. El avaro se muestra
contrariado por la ausencia de fortuna de la joven, pero Frosina lo con­
vence de que se trata de una mujer que no gasta, y esto es muy conve­
niente para él. Frosina pretende cobrar por los servicios prestados, pero
Harpagón se escabulle .

Acto III: Con motivo de la firma del contrato d e matrimonio, Harpa­


gón invita a comer a Mariana. Advierte al servicio y en especial a Maese
Santiago de que debe gastar poco. El cocinero protesta, el intendente
Val erio apoya al avaro y alaba el ahorro. Se produce un incidente, en
el que Maese Santiago acaba golpeado a bastonazos por Val erio. Desde
ese momento, Maese Santiago sólo pensará en vengarse. Frosina llega
. e introduce a Mariana, nerviosa ante la perspectiva de conocer a su fu­
turo marido, en la casa. Cuando éste aparece, Mariana se ve asqueada
por su físico. En ese momento llega Cleanto y Mariana reconoce al jo­
ven del que está enamorada. Los dos amantes hablan y revelan su amor
recíproco. Cleanto le quita a su padre del dedo un anillo de gran valor,
y se lo ofrece a su amada en su propio nombre. Harpagón no llega a en­
tender la situación.

Acto IV: Los dos enamorados piden a Frosina que intervenga ante Har­
pagón para que renuncie a su insensata boda. Harpagón sorprende a su
hijo besando la mano de Mariana, y empieza a sospechar. Decidido a con­
firmar sus temores, para sondear a su hijo y saber qué desea, finge ha­
ber cambiado de opinión y haber renunciado a esa boda. El ingenuo hijo

45
G U l LLERMO CtCHELLO i FUNClÓN DEL D l NERO EN PSICOANÁLISIS

confiesa a su padre todo, su amor por Mariana y su afán de casarse con


ella. Harpagón, furioso; sufre un ataque y maldice a su hijo. Maese Santia­
go interviene para separarlos y reconciliarlos. De manera separada, hace
creer a cada uno de los dos que el otro ha renunciado. Pero la reconcilia­
ción dura poco, el conflicto se reanuda y sólo se detiene con el anuncio
del robo del cofre con los diez mil escudos (perpetrado por Flecha) . Har­
pagón promete encontrar al culpable y castigarlo.

Acto V : Harpagón envía a un c,omisario de policía para que investigue el


robo del cofre y, en su delirio avaricioso, pretende que se interrogue a to­
dos los habitantes de París. Para vengarse, Maese Santiago acusa a Vale­
rio que llega precisamente en ese momento. Se le insta a que se explique
y a que confiese su delito. Valerio cree que se ha descubierto su amor por
Elisa, y confiesa que están prometidos en secreto. Una vez más Harpagón
descubre tarde lo que está sucediendo y se enfurece de nuevo. Anselmo,
que iba a casarse con Elisa, llega mientras Valerio ha empezado a contar
su historia y se da cuenta de que Valerio y Mariana son sus hijos, que él
creía muertos en un naufragio tiempo atrás. Cleanto se casa con Maria­
na y Valerio con Elisa. Harpagón acepta que sus hijos se casen libremen­
te, pero exige a Anselmo que dé la dote para los matrimonios, de modo
que Harpagón no invierta nada. Pide y consigue que le manden a hacer
un traje para la boda. Harpagón recupera su cofre4•

¿Qué.expone ante.la.irrisión públicaELavaro? Lª_reJación. que sin duda


podernos llamar j;!róJ:ic.a,_ap¡¡,siona.dªm.ent�. �rófü;:a, que ese p�gg�_fíg_ bur­
gués_Yiud.os_jeie_ckiamilia,Ji?_r:p�g_ri,. :ti.en.� GQ!J e§a ai,:quiUª,_c_on ese co­
__

frecito_donde .se.dice. que_ guar.c:l_aJ-1,I,l� grCJ,Q �1.gµ_� �e_Q�Il.e..r.9 (diez mil escu­
dos de oro). Se dice que los guarda, pero e1Lfilda la CQ_f1!'!_cli 1 a -y esto no
es un dato irrelevante- se alude aLconte.niQ._Q d._el.c;:ofte__, _pe.r_ojªm.;ís se lo
_ _ __

mu�sti;"ª, cosa que parece redoblar la función encubridora del dinero; si eJ


din�ro .enc;:ub.r.:e, el_c;:9_fr�...._ª su _vebSJl.Cl!.b.J.�dinero_,_p_ero.eso _suggestamen­
__

te. tan..Y.alioso, .que .desv..elaJ.antQ,.J:l-9_��- ve_�Il.t09.é:!Jª··


. c..Q@:!dia,
Ya desde el inicio Moliere muestra las relaciones entrecruzadas entre
el amor, el matrimonio y el dinero, cuestiones que suscitan pasiones que
son tratados igualitariamente, como si se tratara de lo mismo, equivalen­
cia que dan lugar a los malentendidos y los enredos que constituyen el pro­
cedimiento divertido típico de la comedia. La le_y deJ�.-f.Q!!!�Ja ��. justa­ __

mente, pres�Jª�ll.Qk_�aldad_ toQ_í;lJ>j_�--12ª�º-ill!� equivalentes que


•.

son al tomarse alienación del deseo en un objeto5, mostrando lo equipa-

4. Cf. Wtlcipedia.
5. J. Lacan, Seminario 5, Las fonnaciones del incondente, clases del 18/12/57 y del
5/3/58.

46
TERCER CAPÍTULO i LA PASIÓN DEL AVARO

rabie que puede resultar lª . R.ªsión


- .gor el dine�pasión, por ejemplo,
J2Q!'. una mui� Dicha eguivalerr_qa es,.§ntgv�es, la ley de .la comedia. Qui­
zá el punto más logrado de comicidad en toda la obra es el que se alcan­
za al final de la segunda escena del quinto acto, cuando a Valerio se le im­
puta haberse quedado con el "tesoro" y él cree descubierta su promesa de
enlace con Elisa. �1. mé!l.ent@dido...ffitre Elisa� cofre recorre todo el di­
vertido_diálogo...entre Hai:pagón y Valerio, e.n..s:Lq.!J.�¡;mr�_c.t:JLh.aabl r de la
misma CQ§-ª, -�1_1.lo�� ffi.Í.§!!!Q�J�t!JÚ!J.OS .�.!ribuyéndole a ese o!2jeto (la ar­
quilla _Q _el_!::Qfr:e, . I?fil-ªSJ ªYª1'..Q
- , .YJ.1i��...!-_p_ara Y.<!1�2..Lidénti�Q.§ encantos y
virllldes . Transcribimos parte de ese diálogo:

VALERIO: "Es un tesoro verdaderamente, y el más apreciado que poseéis,


sin duda; pero no lo perderéis dejándolo. Os pido de rodillas
ese tesoro lleno de e,ricantos, y si queréis obrar bien, habréis de
concedérmelo.
HARPAGÓN: "No lo haré. ¿ Qué queréis decir con todo eso?
VALERIO: "Nos hemos prometido fidelidad mutua ( . . . ) Nos hemos com­
prometido el uno para el otro ( . . . ) Solamente la muerte pue­
de separarnos.
HARPAGÓN: "i Este se ha vuelto loco por mi dinero! ( . . . ) Dime, entonces,
¿no la has tocado?
VALERIO: "iTocarla yo ! iAh, la ofendéis e igualmente a mí! La pasión que
siento por ella es muy pura y respetuosa
HARPAGÓN: (aparte) "liQue siente pasión por mi arquilla! ?
VALERIO : "Preferiría morir antes que dedicarle un pensamiento ofensivo:
ella es demasiado digna y no menos honesta para eso.
HARPAGÓN: "¿ i Que mi a.n::¡µilla.e.s _demasiado honesta1L (_.)._Habla_de_ella
..

como µn enamorado de su amada".


. - ·-···- -- · -- - - ·· · --·---·-·-·--·-·----__...

Hasta.casi.eLfin.ªLdeJé!,.C.9.m..�_!ijª, tº<i.9�.lgp.__g_[_
aI]_::Q_�onful!��I!.-:..J.�.P!�­
tensiones. deLotro_�sostenid..o...en.esos.malent.e.ndid.os, en esos "él no lo sa­
bía'', eLobjeto.. des.eabkse.p.as.ea_entre.JodosJo_s_pJ�.rsonajes, pero a Harpa­
gón -por fuera de todos ellos- no le interesa otra cosa más que la ence­
rrada en su amado cofre, objeto que exige todo y no da nada.
Elavam e_s_p_r_es�n.t.ªd.Q.�_n_la_QQI-ª..GP.illº "ci_menos hurn_füJ_o_Q_�J9_g9§JQ�
humanos� .de. .tod.os. los..mortales el más dw:o_y_el.m�o", a quien "no
..

hay servicio que pueda hacerle abrir la mano", quien "ama el dinero más
que la reputación, el honor y la virtud . . "6. S_�Jor como su�-su dig­
.

nidad, su prestigio-, s�_QW--ª..4.fJ. �Qn.fQn.n�.��-mide_glj:rn..Q.Q.S.H2UigfüL�J:.�


__

6. Segundo acto, quinta escena.

47
GUILLERMO C!CHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

c;!.�r lo atesqr;!d9, justamente en el momento en el que se le plantea, como


padre, la entrega formal de su hija de acuerdo a la regla social que esta­
blece el pago de la dote.
La planificación de su enlace matrimonial y el de sus hijos, en cambio,
persigue un objetivo : acrecentar su fortuna, o al menos no gastar una sola
moneda. No sólo se encuentra "agarrado" a su cofre, sino que pretende te­
ner agarrados a sus hijos, quienes, sin embargo, tienen planes propios.

EL DINERO COMO SIGNIFICANTE AMO

¿ cuál es la voluntad que obedeció Harpagón al planificar así los en­


laces matrimoniales? Que Anselmo -como se dijo- tenga fortuna, impli­
ca no desembolsar una moneda de su cofre, ya que el nombrado se com­
prometió a tomar a Elisa sin dote: esto es, sin el caudal que con ese títu­
lo lleva la mujer cuando se casa, como aporte al sostenimiento de las car­
gas conyugales.
Transcribimos el diálogo que el avaro mantiene con Valerio, en tomo
justamente a este tema del casamiento sin dote planeado para Elisa, a ver
si puede revelarnos el lugar que ocupa el dinero para el avaro:

"HARPAGÓN: Es una ocasión que hay que cogerla por los pelos. Encuen­
tro en esto unas ventajas que no encontraría por otra parte; y
se compromete a tomarla sin dote . . .
VALERIO: ¿ sin dote?
HARPAGÓN: Sí ( . . . ) Es para mí un ahorro considerable.
VALERIO: Seguramente; es innegable. Pero vuestra hija puede alegar que
el matrimonio es un negocio mucho más importante de lo que
puede creerse; que va en él la felicidad o la desdicha para toda
la vida, y que un compromiso que ha de durar hasta la muerte
no debe efectuarse nunca sino con gran precaución.
HARPAGÓN: -iSin dote!
VALERIO : iAh! Bien sabemos que eso no admite réplica. ¿ Quién demonios
puede oponerse a ello? No quiero decir que no existan muchos
padres que prefieran atender a la satisfacción de sus hijas más
que al dinero que pudieran entregar; que no quieren sacrificar­
las al interés, y que procuran, más que nada, crear en un matri­
monio esa tierna conformidad que mantiene en él sin cesar el
honor, la tranquilidad y la alegría, y que . . . "

HARPAGÓN: iSin dote!

48
TERCE R CAPITuLO i LA PASIÓN DEL AVARO

VALERib: Es cierto. EsO Cierra la boca en absoluto iSin dote! No hay modo
de resistir tal razón"7.

Entonces, "la gran razón de sin dote" -como se la llama al comienzo


de novena escena del mismo acto- s� ..!:?r.igc;: C()fT1Q,;g-fil!J.P.�JJ:tQJn-ªU1.o...vi­
la
ble, como una razón que no necesita remitirse a ninguna funQamentación,
v�dadero punto de basta. Se instaura así, en el seno de las relaciones con­
yugales y amorosas, la s_µpremacía absoluta del dinero para el avªrº ("El
dinero es lo más valioso del mundo" -dice Valerio paródicamente-: "Sin
dote equivale a belleza, juventud, alcurnia, honor, sapiencia y probidad"
-décima escena del mismo acto-). Pero para Harpagón no es nada de eso
y es todas esas cosas, porque el dinero es para el avaro un significante que
no necesita remitirse a ningún otro, se sustenta a sí mismo.
La dote, así, ingresó en el disp9sitÍyo de la comedia y está elevada, por
el absurdo, a valor supremo. El �i§le�9: TI(). expuesto a laqo!�i q��J!R.§_e
Cé:!!!l.b.ia, _que no se tr.ansforro.ª-·-en...o...Q.... te (ni en ninguna otra cosa, para el
avaro), adquier..e__e.l valor insustituibl�qµ�1.con Lacan, QOde!Ilot,.denoII!!E_�
siim.m��!l! éiJI1.2 : un_sj�gi.f�!�'.'.sl!l�..�t:.:�X�e1)_���l� :�9_rj��·¡_e,s,_C:?.�Ac:.1:19
.. .. J ,
confiera.aLotro_real su as.c.w:a.,autQti.dad"8, wi.s.ign.üicm�Je�qµ,e,���ignia .

de_omn.ip.Q.t.�µcia, que detentaJodo_tl.p.Qder en potencia, Y..9.1:!.� c.21:iJ<xma


eltasgo_.umufo,_c_o.rui.q.ueels11jeto.e_a!ie ..s. na_en.la.identificación_p.ri.rriana
fo.rma.do.t:a.del ideal del y_o. Este procedimiento implica que 1:!IL�Jguifican­
te,aislaoo.de...lO-Simbóliro;-Sepai:adO-.deL.campo del Otro (.e.n..este...caso, .el
dinero sacado de la circulª<;:iQQ,_Qi;.§.l!..�Pfil<:r. cio con otros.!>l��c�.!.�����.
torna único. y ya,le, r_e.p..r_e.:¡�nt?_�LP.E..P.d d.�Mn9. Q.�J9�-�jgrijft�ªn�e,§,_Q�.JJ11.o
..

dr=.l §.i WW.c::�rite, confiriéndole al Otro la omnipotencia, esa oscura auto­


ridad: I (A), lo escribe Lacan, significante amo, omnipotencia del Sl. De
este modo, si.to.do..eLp.o.d.eLq.1.t.e.da ins.c.rip.tQ...m.J.ULS.QhLs.ignilic.an.t�..io. ..s .�­
m.isión.ª utrg�_qw�J9_su!)t�.!l�n, Ja autoridad que detenta es necesariamen­
te O§cura indialectizable tiránica. Por eso citamos ese diálogo entre Har­
pagón y Valerio, en el que las argumentaciones de este último, se chocan
con la tenaz repetición del avaro : la fórmula "sin dote'', no necesita ningu­
na explicación, se significa a sí misma, se b asta a sí misma. En ese sentido
dijimos que P�@. el avaro el dinero ocupa el lugar gue suerime l� fa!!��!1
el.Otw-ª1 erigirse c;qmo la jnsjgnja ge su plena potencia.
El dinero, entonces, ocupa en la economía del avaro, ese lugar singular
que no admite su permutación, su transformación en otra cosa,- que no se
metaforiza en otros objetos; tomemos un ejemplo muy simple, para que con

7. Primer acto, séptima escena.


8. J. Lacan, Subversión del sujeto en Escritos 2, pág. 787. Siglo XXI editores.

49
GUILLERMO C!CHELLO ! FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

el dine�o se puedan co.mprar ciertas cosas, hay que cambiarlo por esas cosas,
esto es: sacarlo del lugar único e insustituible, e ingresarlo en un circuito ma­
yor donde ocupa un lugar más, entre otros, donde es equivalente a otros.
Pero H�_llgQ_JJ hªl:;ii.tª _!.!!1._a e_c:g_i:i.q_�él -�p. l;:i. q1:1_�_�L�!Q.f!E�- �s I!! U no ; _ su
__ __ __

goce es_,___RQ_!_J@l9c �Qnt!lJ.Yr�c:o11Jar cad.a nocb,e. léls _.1pgJ::!�cl-ªS 9� su cofre;


nrediante_es&_te_n az fijªción no admite 9.!i:as signifj._c.��I()!!e_s !_ e_l _ �J?]:or,__ p()r
ejemplo, en este caso. El criado de Cleanto, Flecha, se burla de la posibi­
lidad del casamiento de Harpagón : "iÉl, dedicarse a amar! ¿ Qué diablos
se piensa? ¿ se burla de la gente ?, ¿ge ha hecho acaso el amor para perso­
nas como él?"9• Efectivamente, muestra algo ip_G.QD._c;:J lié!.hl�_eng�__ elaillQr
yjª_ avaric.iélJª d5!<fü:�C2Ló_n_�L�I11-ºT Y �L���-ºI1�rarse_�<!.ILaj°��ª9- ª Ltener,
__

son absolutamente opuestos; porque p.ar.a amar es necesario no cre_�f�


en posesión del falo (¿paf-ª._g_l!�__Q_l!_�carl()_�D_ Otro, si se está seguro � -
se lo tiene?), de modo que sólo ouede aroar el que no tiene. Harpagó_n,
por el contrario, sostiene firmemente la creencia de que eso lo tiene en su
cofre y lo vemos aferr�d�. -¡g�;;:��: �-éri1��t-�"'�l-fi�al; -�sÓlo deséáliñca
_,,.,_ ______ _____ ,_ _ _ ____

p._arn_ am.aJ". ��aJ"!!()�-��_ sitú_a._ _�J:lto11��-�JJJ,.rl,2_()!!Jinio del no-tener e imR!i­


ca cierta des-posesión fálica, cierta "indigencia" -como decía Platón 10- ;
el_fil!!�t� nQJÍ�l!�.n_�__gél_ m� qu� _()_fl.:�c-�r. 9.�� -�l!Jalta, por eso Lacan -en
una fórmula clásica- dice que ��i:�daLlO_.Q!.leJ1.o_se_tiene1 1 •
Moliere tensa esta línea y toma en farsa la posición del avaro, de modo
que el amor y el dinero (el amor al dinero, postulada por Harpagón) será
la ambigüedad sostenida a lo largo de toda la comedia.
Destaquemos esta idea: hay un precio gue Harpagón no quier:� pagª1",
una moneda de la que no acepta desprenoeise -la dote-, para qÜe ellazo
de su hija se cumpla de acuerdo a la ley que regula dichos intercambios.
No se �WJ;ng� peJ djp�ro, como no se desprende de sus bjj9s.

LA PSICOLOGÍA DEL RICO

En la "religión privada" de Harpagón -como decía Freud de la neuro­


sis obsesiva- late fuertemente la idea de la inversión económica, y aplica a

9. Segundo acto, primera escena. Esta incompatibilidad la resume Lacan al decir que
todo discurso qu e se entronca con el capitalismo -Harpagón, desde l uego, habita ese
suelo- deja de lado "las cosas del amor" (El saber del psicoanalista, 611172).
10. Cf. El banquete, donde dice que "en lo que toca al amor, has reconocido que su in­
digencia de c.osas_b1,1enª§. Y.J:tajl¡¡.s le hac�_Q�se<lf_� m�?_§.S_�.Jk_qye_está1ª!_t<?"
(parágrafo 202 d).
11. Cl, entre otros lugares, La dirección de la cura y los principios de su pode'', punto 9,
en Escritos 2, Siglo XXl editores.

50
TERC E R CAPÍTULO 1 LA PASIÓN DEL AVAAO

los lazos matrimoniales ese principio. Su ideal en materia de lazos matri­


moniales, es el que sostiene la "p.sic.ología del rico"12, aquella posici.ón...en
la cual toda j�§P..t.!:_ac�Q.Q.§�gJ,fl},�J!j;ra gyj�g_a, sub.ordinada a la pro!Tiesa de
unat�5.ll2.�rn�i§P c_q.:n. creces de lq_invertj_do. Harpagón "invierte" en el lazo
matrirrionial de sus hijos o se lamenta de que con Mariana no pueda ganar
¡0 suficiente. Distinta es la_ p()*��� ��l él,1!1.��e�él�Eºsis:Jé.Q..,g��astí;?s 1 3,
de aquel que desea -corno decíamos antes- animado por la falta. cuya es­
tructura no es de simetría ni de retorno ni de inversión económica. La di­
mensió;d�Tapérdida, presen�esci�.�lvamos V en el horizonte en iaPo­
sición qi:! ��IJ�e-'- �-�!!_ ree.!EJ?.���d.?.- i:n: J�J�_<l§i�..i..QuJlamada "psicología de.l
• .

rico". Q_o_r__ill _d_�_�'.c:ªpl@lizar§§.''...C:Q12 . w:l.él R':!�..!!ª- inversióg,_ con la ganancia


que de seguro se obtendrá por la colocación de sus caudales. En el primer­
capí tulo recordamos cuando Lacan decía que "el ricg lg mmprn todo ( . . . )
co mpra mucho. Pero �ie�ª-g�e gi_e_g_it�-� lo.�i�l'!.!�. es_,q?e �o pci�a"14
__ •

g
No Ilª <!,.�ó l o ..sedde. spJ:.en_d.e_�porariamente del dinero, pero con la M..íY­
cia de recobrar lo cqlocado, acrecentad9_,_Moliere lo retrata cómicamente:
¡ma.B.ru1mgQn _"ctéi.tJ!�.!J.11ª. P-ªlª-t>rn_p9r_1ª.i:íµi����ntetafavérSfóñ-=._gµ�_n()
dice nunca_�_g� _d_gy,__s_ip.Qps P.J��t QJQ�_P1J�JlQ§_tlÍas"15 ••

No hay �esió11,_y__al no aceptar la pérdida de ningúngoce hay a\gQ.JU,le


H...m1rng9ILI1º- logr-ª- e lll.<iitY_lé!. P.�rci,iQª-��J�present.asnfonc.es,..�n.s..lJ.....'lida
tuino.s_<L.d.e_tQdos los dí�. Como aquel avaro estadounidense de los años
'50 (veamos el sesgo tragicómico) que fue hallado muerto en una calle de
Brooklyn, sin dinero en los bolsillos, y cuando la policía siguió su rastro,
dio con una habitación alquilada por 7 dólares semanales, llena de libros
de contabilidad y más de 500 mil dólares en certificados de acciones. 500
mil dólares para morir (para vivir) en la miseria.
Por eso resulta conveniente que nos preguntemos,

¿QUÉ GUARDA EL AVARO EN EL COFRE ?

Sería fructífero sostener esta pregunta. Antes dijimos que el conteniqQ


d�.!_cofre no si: . .!!!.uestra en -�9da !a.:_c9!"!!e...�ia -se al���� �!,_ pé�jlo_i¿ge­
__

v.e.laJ.filnás.=. Parece que Moli e!�EQ�_�e esa i:i9.!:!.��-�-es .�.!1� "r.eser:v.�ina­


sihleimaginariame!1te"1: Y diciendo esto adelantamos nuestra posición: �

12. Cf. J. Lacan, Seminario 8,J.A transferencia capítulo IV -editorial Paidós-.


13. Cf. el comentario de El banquete, de Platón, desartoÍlado a lo largo del seminario 8 de
J. Lacan.
14. Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, pág. 87 -editorial Paidós-.
15. Segundo acto, quinta escena.
16. J. Lacan, Seminario 10, La angu¡tia, pág. 50 -editorial Paidós-.

51
GU ILLERl'V!O CICHELLO i FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

que el avaro cree pode_r -�_I_l._c;�nar�_e_l_ _sgfre__e_§ �UªLo, que como significan­
__

te del goce, no puede representarse en imagen; en el registro de lo imagi­


naria,..!:Dtonc�s. el fªlQ Ji_pare_c;_e__ como .1:1.11 °!;>lfil!CO, en menos 17• Creemos que
esa no revelación permite transformar su conten1do..eneTvalor de símbolo
mayor : 8:_llí dentrq_ est�. �.c.e_r.��ga..la.Jqgfüi_a,g_ ��L�-�9-tisfaccio���Q.Qfil.13-�s,
l<!_pote.ncialidad absoluta del goce. Es eso, y no los diez mil escudos de oro,
lo que retiene, lo que atesora Harpagón. Repetimos, no la satisfacción al­
canzada, sino la impedida_PQ!. �e.c!!o de !����rvación _de e�e_ 9_�j���-�n­
cerrado en el cofr�.2-ur-ª"_Q.I.:omesa de lQ�gQ.f.��- por V�J!iL_�nd�gsaci_9J1 ge
las virtudes en potencia. Lacan decía que "1ma.ddas funcione_Ldel rle.se.o_,
lafun.ció.runayo. _ ce.n_.e.l_o.b.sesiv:o,..es_mantenerJa.bQra del encuenJrn_..d§.ea:.
do a distancia. esperarla"18. No abrir el cof.r� nunca. ru>stergé!IJª hor_a in­
defirfillamente dejar para más adeJan!,� el momentgA�_gQ��-
__

La comedia torna el lado ridículo de esa posición, pero es -con las sin­
gularidades de cada caso- la posición neurótica, y lo_ qtJe._gy_ª-1'.da. Hatp..a:­
gón es lo que retie�_ª..fill.JnfüJet_a,, J9_q9_ .n_e.µr..Q.tü::.Q, _ gu_a,rdá!'ldos�_�'el des e.o
· en el bolsillo.. Lo que nos revela la experiencia analítica es que más pr.e­
c i.Q.s.Q_ql.l�_e.l ..pr_opjp_d�seQ..�S . G.Qm!:.rY_a.I. filUÍIJ!RQlQ.._qld.e._��- �JjaJo '' 19 . Re ­
petimos: más precioso que el deseo es conservar el falo como símbolo,
como esa fastuosa vajilla de porcelana fina que, sin uso, aguarda eterna­
mente en la vitrina.
En cambio, Sé1J:_a clQ d_el_ pqls,_illp, liperaqo del cofre, el�I9 circula y se di­
_$
s.uehi:e y. �e tr.é!nsfQrwa e.11 J a diyer:s,ic:laci di lqs_ITTiCf{9�:��-:�n¡früt ..pero aqlis:l
modo..de retenerlo,. lo degr9-da. y lo fija_ a la categ�:r,:í� cieCfetiche¡ t_é!-pqn�­
díLasi.eLaguie.uuie..la..c.a�ti::a.ción. Es que el precio del goce real es preci­
samente esa disolución imaginaria: el dinero se gasta, pierde esa totalidad
mortificada que asume mientras está encerrado en el cofre.
Recordemos el chiste que se le suele hacer a quienes no quieren des­
prenderse del dinero, que lo atesoran indefinidamente, denegándose el
goce resultante de perderlo, de cederlo en pos de otros objetos que repre­
senten la falta, y aplazan dicha satisfacción para más adelante (chiste que
muestra justamente ese cariz mortificante de la retención) . Se les recuerda
que la mortaja no tiene bolsillos. En esa lógica, .s:lQ!.l1.i!.t9 ;:¡.cti!.é!-..c.mno .un
__

ele_m..e.nto_que,_�n..c;_madQ.,.L�t�nLclQ, _presg_it-ª. !ª-.i!g;;iQ_r:i.g _ e rea:;.egur.o .con­


tra la falta. En cambio, puesto a circular, metaforizado en otros objetos,
la representa. Aqµí vemos una distinci§n entre el (goce falzco!d_�Jéi re�!1-

17. A..esta.noiación..d.cl. lalo_i;!()_gl registrQ_


�__la �@!ari�, La�_an la escribe .1:11.E'.!J.�hi
be)_. Que no haya imagen del falo explica esa frase que a menudo se escucha sobre el
gusto enigmático de los enamorados: " l qué le vio a ese/a?''.
18. Seminario 6, El deseo y su interpretación, clase del 25 de marzo de 1959.
19. Seminario 8, La transferencia, pág. 263 -editorial Paidós-.

52
\).
,
. '
·. . · , _
. TERCER CAPÍTULO j LA PAS !Ói'i DEL AVARO

ción y laiSZirnf;.cación fálí�°fÜ9.ld�.ª·º·qgj·�Jen lo§_Q.Qi�to� en los que el din_e­


ro se transforma. Dos maneras distintas de entablar relación con el dinero.
�Q.IJ��S.,__G,omo garant�-�1.Jªp9_n_'ITT.1i�JQJ!e la,Jaj.ti:!... (!TI.:!�I.!!!°ªs ten...:.
ia.dinero_,__nada puede faltarme) . Esta P9..§.i.f_i9J1, necesariamente I��.!!!i�a,
imQHf.ª_g_e,gr_�g�tjQ_.�.9Jll.9.. �;!!c:_�!"_l1_'!:�-�!:._Cl: . 4S!) .s��g!� fáJi�<?.. (�_�JJ.�lg�imb�­
licq}_.P_?:f9:J.i.Y. fuP�i211.�Ie.rit()_ fe,tj�_!üsta/La otra QOSición -el dinero ga_fil.a­
do_.d.isycliQ_�nsfil_ lID.ado en los medios de disfrute- qc_rnlliªJª_signifi­
cación fálica de los objetos ganadns_�Q�Lc;lid_a_dd-ª..ÍIDJ!gioa.riflJota­
lidad del cofre: simboliza así la castración.
Entonces, eri_1ªº!_Q..J-I�agón atesora el falo en el cofre, en tant.QJl-º-I.�­
nuncia a gastarlo, a disolverlo, la consecuencia es SJlimpedimento para usar­
lo realmente. Porque la pregunta que recorre la comedia es ¿para qué le sir­
ve el dinero, si con él no puede hacer nada más que cuidarlo de los ladro­
nes, comprometiendo su vida entera en las seguridades de su guarda? ¿ Para
qué momento se guarda el dinero ? ¿Al servicio de qué se�(;!_rl..c.m:ulnt?
La expresión de Lacan, "rehén.del deseo" o "prenda del.!le.s..e_o ", puede
leerse como aq_tuülª-iu.moyilizªdón libidinaLque s.e da_cuandoJas.satisfac­
cione�_re.�11lt;;tIJ.tes de Ja r:eaJizació.n deLdeseo_, quedanxetenidas,..es.tanca­
das....ell.�. las ilusion�.�_qµ�_S_1Jp_Qn�n.1J11a _b:Y.en;;iLor:mªJálj_c;a . Y esta re­
tención implica una renunci_g. al d�s� : rª_g.J.l�ulo..bi�Q en el cofre -para
insistir en esta metáfora anal, tema que abordaremos en el capítulo próxi�­
mo-, no_g.astarlo, no disolverlo en medios de disfrute, implic_ajus.tamente
una.mor:tific.acióQdcl. o.bjeto : la r:etención implica Qérdida del.�ijllo fálico_
deLobjct.o_,_e_se brillo gue es al�anzable sólo en la medida en que se roza la
dimensión de.1'!. pérdida. Creemos que Freud se situaba en esa misma di­
rección cuando decía que "l_a vida_�� -�m.P.Q�rece, pierde interé� cuan�o
la.máxima .a.pJJ.e.s:tL.�n_elj11_egQ_.d!':Jª_yjQ_ª,..J¡ll� -�� . l.ª YÍ.Qél_mi:imél, . I19. p .LJ___ep e
arriesgarse. Se_yu�_tan insfp_L<;!ª-.S: insustancial, como un flirt norteame­
. __

ricano, en que de antem§!J.Q_�e hª----establ�cido que nªda puede suceder, a


diferencia de un vínculo de amor en el continente, donde ambas partes de-­
ben tener en cuenta permanentemente las más serias consecuencias"2º. "
Ese. r.ecio or: la_renllill;;lª-fil_fajg _ ima inario1 se llama castración a-
- -ª- tracion és u'sifo ar e c
- - oa - to

á
f
- en el de e�-��..�-�!;r:�rs�· ���.?:,<¡i_e o a ru�era, �Íi:l.._�r-
a "2 1 . Esa con ición me díu ar de su vida, Har-
·a
pagón cree haberla encerrad� en su cofre; la sustrae, así, a una circulación
vital en la que se paga con pérdida de goce, deterioro, disolución, las satis-
20. De guerra y muerte, Obras Completas, tomo XIV, pág. 291 -Arnorrortu editores-.
21. Lacan, Seminario 6, El deseo y su interpretadón (clase del 13 de mayo de 1959) .fue .

b.te...esta.üJ.e.a_pJ.!�cJ,�g¡_!lS_Q.:µi¡:\�la,J¡¡¡s_e.e,!JJa que asentar una teoría acer�elmg_o de


honorarias en 110 anáJisis

53
GUILLERMO C!CHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

facciones reales. " Es...p_a.¡:a, gyardar su vida -c oncluye Lacan- que el ava­
rq_e.,nc;ie.JrE- en-ª1gQ,_�f.1 .!J._.Q.J�C:!DJQ, al_gJ;>j�tQ_d�_ckseq,__y donde ustedes v�
a ver . ,qy.e,_Jli fil.J:.S e_h.e.G.bQJJJ.�lJlQ.,.J�$e_ .QQj_eto. .se yµelxe p_p_p_hieJo_mor.tifi­
__

G.ad.o. En.t<m.to_e_s.to_est�n_eLcofr.e,�:está.fu.er:a .deLcir:6.tito._d.eJaY-ida,_sus­


tr..ª(dQ. d��ª-..Y5.@.§gyª11go �qm,q _si�n_do_ la.�Q_brn.d�_nada, que es el ob­
jeto del avaro. Y además, aquí se sanciona la fórmula de que, q11ien guie­
re guardar su yida Ja pjyrd( 22
' .
El problema que plantea el avaro es el relativo a los caminos de la sa­
tisfacción en el sujeto. Harpagón quiere alcanzar esa satisfacción -en el
caso: ganar dinero- por un camino que se ubica por fuera del lazo social,
por un camino no inscripto en el orden de la ley. ¿ por qué? Porque pre­
tende no pasar por el otro : no hay don -no hay dote ni fiesta ni regalo-,
no hay circulación. no lilly.pérdidé!:. tlª1'P-ªg6n aspirn_r�Gibir,.atesorar, acre­
centar su riq.y_�,__sin_dar. Entonces, lo irregular de su posición -que me­
rece la comedia de Moliere- es su p.re.tensión..de_goc.e_par_fuera . deJaJey
que. e.�tªblece el necesario rodeo por el otro Qª!SU!·lcanz!].rlo. Repetirnos:
lo _que.tr:ansfonna.c.es.e..go e en anómalo no radica en que quiera gozar de
su riqueza -es claramente legítimo que cada quien pretenda y alcance sa­
tisfacción con los objetos a los que puede acceder con su dinero-, sino
en que para hq.cerlo nP.e-51é displ.le�tº-ª-PJ!J.�kr nada, . ª_ceder nadª a n_a­
c:fu!. Ese goce anómalo , derivado de la fijación patológica del objeto, tiene
que perderse, debe ser rechazado; es la condición para que otro goce pue­
da alcanzarse por el camino que la ley de la castración le reserva al de­
seo23. Freud lo decía a su manera: "r:.enunciar_a µ,o_¡Ls.atisfacción inmed.ia­
ta,...p.ero_np__instittJ.ida.so.cialmente., a.fo:v.pr.lf�gJrª !P.�- ��-s!anti:,��z� mu­
..

cb._Q.Jlásjncierta" 24.

Permítasenos una breve digresión etnográfica que puede aportar un poco


de luz sobre el valor de la pérdida del objeto y del prestigio o desprestigio
que adquiere el sujeto según lo ceda o lo retenga con avaricia.

22. !bid, Seminario 6.


23. Parafraseamos la afirmación final de Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el
\ inconciente freudiano: "La castración quiere decir que es preciso que el goce sea re­
chazado, para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo" (pág.
807, Escritos 2, J. Lacan, Siglo XXI editores).
24. Puntualizadones soúre el amor de transferencia, en Oúras Completas, tomo XII, pág.
173. Amorrortu editores.

54
TERCER CAPÍTULO 1 LA PAS IÓN DEL AVARO

EL POTLATCH

Todo sucede como si la colocación en un primer


plano de la problemática del deseo requiriese
como su correlato necesario, la necesidad de estas
destrucciones que se denominan de prestigio, en
la medida en que se manifiestan en cuanto tales
como gratuitas.

JACQUES LAcAN, La ética del psicoanálisis25

El gran etnógrafo Marcel Mauss, en su famoso ensayo sobre los dones26,


consignó un curioso modo de intercambio en las sociedades de Melane­
sia, Polinesia y el noroeste americano. Se trata de un fenómeno inscripto
en el conjunto de prestaciones económicas de esas tnbus, pero que reba­
sa el sentido mercantil -que con independencia se desarrolla a la par-, y
adquiere significaciones morales, jurídicas, diplomáticas, religiosas e inclu­
so estéticas. Esa forma típica, conocida como � implica la serie d�
dones que alguien -e11 representación de su clan, tribu o familia- ofrece a
otro grupo, en señal del in�t�tRQL�Laj'j�ami�qtQge ess)a�o socia}. Si
bien muchas veces se trata de la ofre.n.da_de bienes o riquezas, también in- .� .

cluye el ofrecimiento de grandes fi�fil.ªs, ritqs, !;Omidas, servicios militares,


danzas, mujeres o niños, t;.nJqs_qu� �l I!l.sgg_qJJ�.otorgª-yalor a es�flQD es
el carácter dispendioso. si1 omdjgªljdaq. Q!!i�!! .r.ecibe ese potlatch implí­
citm¡�nt� Garg..a c;,oJJ_ la obli cºó.n..moral de devolverlo abundante º-ig­
.. __

n�me, lo que tiende a asegurar la circulación incesante de esos ienes,


favores, servicios, méritos, obsequios q�jen la enorme trama de alian­
zas__deJo__s_dis.t. into.s.s..gniµo ..
Ahora bien, existeuna práctka ri_t_@L�W-�-�Qica dentro de ese ��D­
..

.d J�ruiüni e.nt9, que no parecería en principio orienta­


jl.1Dio...de...�..to..s_de.....e.sp
do a la satisfacción del donatario -con lo que cuesta considerarla un re- .
galo-, sino a la_de.stmc.ción puram eIJ te s!J.DJ:U.IDª- _de Jiq.tJ..�i-ª_(''.mq_t.arJg._rj-'
9.!:!_�<J.", dice una de esas tribus) : eldommt�.rrg1ª �!JS esclavos,_g_uerna ricos
ai:;.eites,. hunde.s:us_¡:_o_b.Le�.Y rnonedas�Il.tl�,__<!_e_��Y..!!2..� cas�, colchas
..

o canoas "por el placer de destruir" -dice Mauss-. En esa realización so­


lemne de potlatch en honor del otro, le testimonia su reconocimiento y el
25. Seminario 7, pág. 283 -editorial Paidós-. En diversos lugares Lacan se ocupa del pot­
. latch ; además del citado, en el seminario 4, La relación de objeto (clase del 23 de ene­
ro de 1957) y en el seminario 19, o peor (clases del 9 de febrero y del 19 de abril de
. . .

1972).
26. Ensayo sobre los dones. Razón y forma del cambio en las sociedades primitivas, en su
libro Sociología y Antropología. Editorial Tecnos. Madrid.

'
55
�-- 1 ;
GUILLER.i'>I O CrCHELLO i FUNCIÓN DEL DlNERO EN PSICOANÁLISIS

valor que le asigna, . en la misma medida en que muestra en la escena ri­


tual las cosas de las que es capaz de desprenderse por él. "El consumo y la
destrucción no tienen límites -asegura Mauss-. · ED ªlg_l!O!J. S poJtfztch hªY
..

que gastar todo lo que se tiene, sin guardar na4.?-�' 27•


Además, en ese acto, en esa dilapidación de su fort@-ª,_pone_en juega..su
@mbre, su_prestigill�Jq_q.u_e_J:;QJ1Ql!.c;�_tjc:jJ@.1,eI1te ªle�tªJ:!lei;;imi.�nto de una
j.erai:quía y de la organización política del grupo. Los ha"ida, tribu consagrada
a la extracción -y a la veneración- del cobre (considerado no sólo objeto de
intercambio mercantil, sino cosa sacra), registran en sus narraciones históri­
cas, la siguiente admonición proferida por uno sus jefes : "Seréis los últimos
de los jefes, ya que no sois capaces de tirar cobres al mar, como lo hace el
gran jefe" 29• No se trata, como se ve, del establecimiento del status político,
del orden de prestigio basado en la lucha por la riqueza, o en su acumula­
ción, sino, por el contrario, en.léi��acidad_�y_e un filJielQJieru:__de_despren­
derse _deL coniunto_d_e._s:µ$_QiS!.nes. Si bien en el horizonte de esa circulación
se computa la posibilidad de ser, en algún momento que no puede precisar­
se, homenajeado por un potlatch, esa recepción es contingente y no puede
ejecutarse .el desprendirnient9.J.:.9JL@_i_mo especulativo, de gananci_a iJiiíW .
diata,..sinosequiere ser mereced_Qr de un desprecio muy acentuado 30•
Si concibiéramos al potlatch como un producto absurdo del pensamien­
to salvaje o lo pusiéramos en la cuenta del masoquismo de tribus primitivas
que destruían en fiestas demenciales sus utilidades, perderíamos de vista una
verdad de la estructura. Lª_ in�tiw_ción Qtlp_gtlatch..demuestra mt.e..el vslory
lª_gigllic:la4_�.!!!!.�!:!i�!Q§�_h.ªllª"1 iD.timatneng-ªfil).s;l�<!S-ª-SJ,LC.a.pacidacldc:,:
eenl.erqlgo .de sí, �11tregándolo_ aJq._ c;:irc;l1lªc;:iQ.rr qg_eJYnc:lª ellª-?.o §ocia! .{Egr­
que el..fill.���J1!ega a dar se ,derngª,e l.�kre.c;hQ_ª,recfüir) ; demuestra que éste
tiende a consolidarse con la transmisión y no con la acumulación de bienes.
Pero fundamentalmente, el he�h()_Q�_gt¿� �e.. 9:i.l.<!P.!Q�!J, se.d.�.@..Y....cm los_o_bie­
i®�::::lo . qµf!_:Eh
to.s .p.a.re.ot.iza.q._ue.. Jo_da4a.Y.Iee,ib l@EE:l!:. la gr�n "'14.�da rk. la
.dxcuJ.a.ción- no s011..bienes . , sino_sigvQs (#gno.s de g.11l.o.r1 sLru;l,µ@, no. otra,
... ..

cosa son los dones) . S.e...da,..eilJ:onces, nada -:-P_l!!:Q .�ign9-::- , por na,da, porque
.

adlferencia del tráfico comercial, donde el intercambio exige la devolución

27. Mauss, op.ciL pág. 199.


28. Se dice que quien derrocha de ese modo ceremonial su fortuna la pone -según las
expresiones consignadas por Mauss- "a la sombra de su nombre'' o que su nombi:e
"toma P.eso" por el ��fÍ!..'d!:!..t:..s!a (op. cit pág. 2g4_L.4Q.2J.XW2� que..es. una ética ª11.-:.
tinórrIii;:p._ª_
. Iª i.mp_licad!l. �!1.lo_qg�-�.f.<ID .füm:i;i.Ja,� ue ofrece al sujeto
toda sue*.d�J:ijep.�� �m§.c:IQ!.e§ p_�y��oJy�!.E!.!.P.��qle.!!!�c!�A��o (cf. Seminario 7,
La ética del psicoanálisis, pág. 264).
29. Mauss, op.dt, pag. 209, nota 199.
30. Mauss hace la lista de imprecaciones de las que son objeto los que actúan con esa avi­
dez (op.cit. pág. 201, nota 144).

56
TERCER CAPÍTU LO i LA PASIÓN DEL AVARO

inmediata de un equivalente del objeto dado, elquJ�...he.d . e �J.tss.Qsas en pot­


__

latch se a�perder. <!.P-º.D_er�1.:ül!�gQ_,-ª.._ª-f:D_e§gi!,f. No es una inversión a


plazo fijo que asegura cobrar, con usura, exactamente a los 30 días.
¿Qué consecuencias para un estudio sobre el dinero en psicoanálisis
podrán derivarse de este particular rito de remotos aborígenes, tan aleja­
dos de nuestra cotidianeidad? No trataremos el tema del pago de un psi­
coanálisis ahora -lo haremos en capítulos siguientes-, pero diremos que �
�o de hooorarios roza bastante :m;óxima¡nente ja cue§}ign ge\ T:?Q.�lq(\h .
�n .�L?-11�liz;_�te. mide su capacidad de. d..m1ªLe.lQb.iet.o.,_sJLdis_p.o_sidó.n..a
cederlo a la.c.ir_c__ulación,,_.di;. R.e,r.d�.r §l;! gos:.e.J:eJeptivo,_SilLcerteza de KCJJ­
.

pero ni de inversión económic..a.i.J!SUm endo el riesgo deganªr su dignidad


de.sujeto de deseo. ¿Hasta qué punto desea la cura, desea desprenderse de
su sufrimiento y qué esta dispuesto a dar, a pagar por ello?
_Como_analisf:as._.si_p.o_silllélilQ l �. Jl.11�1ª.ló_gi_c.;.ª1icl_pago de honorarios no
es Ja de la c.ompr-ª=Y.�uta._.d�JJJJ se..rv.ici.Q p_o_dernos negaID.Qs a atel]_c!.s:J,_p_Qr
...

raz.ones_ étic.as�_a_de.teuninado_s_indiY-idµ_o_s_..pox más.._q_ue tengan el dinero


..

par.a-Pagarnos. En otras oportunidades, porJas._mi,SID� J:ªZOJ!.§._nos ve_­


mosJleYados._a_s_eguir._ate.n_dj_�n_do_ª-ªJ.gµJen.q_l!e..Jl.JIªYies.eJ:!Pª .f.9.YJ!D.tl!J:a
económicameme_�..Y.. no puede _Qagar. Sns.t.enem.as...amb.oSg.nacie.n­
te _y analista. la apuesta, la deuda y el tratamiento. En la clínica nos dero­
gamos, muchas veces de manera instantánea, nuestra posición de analis­
tas, si actuamos con avara voracidad de lucro, con empeño de ganancia
inmediata, haciéndonos merecedores de las imprecaciones que Mauss re­
gistraba en las tribus estudiadas. Es preciso que los analistas estemos dis­
puestos, en determinados casos, a tirar nuestros cobres al mar, en honor
del sujeto que nos confía su sufrimiento.

LA PÉRDIDA ENCERRADA EN EL COFRE

Volvamos para terminar a Harpagón y a su cofre. No estamos lejos de


poder contestar, entonces, la pregunta acerca de qué pierde el avaro cuan­
tQ le roban el cofre. Oijim..os antes gue en té!_nto UIJ. significante es insi ia grl
de omnip_o.íen.c.ia,..._cuªnd.o_drl.enta_to..clQ.!:Limd�en._p..oJem;ia conf<mna
__

el ra.sgo unati.o_,_.con .�l_ gy�_rj _s.g�to se alj�a en lª igentjficacjón prima­


ria formadora del ideal del yo. Por eso, cuando Harpagón pierde el cofre
-previsiblemente, se lo roban-, se abre ante él un cataclismo subjetivo en
el que pierc:li::Ja§.fE.!$a� ��w.i<i�J.i_i�.�L Q!J.�Jg_.§Q§S.mía.n. Allí lanza ese famoso
grito, "el grito cómico por excelencia" -como dice Lacan31-: "iAl ladrón!

31. Seminario 5, Las formaciones del inconciente (clase del 5 de marzo de 1958).

57
GUILLERMO C!CHELLO 1 FUNCIÓN DEL DIN ERO EN PSICOANÁLISIS

iAl lad_rón! -grita desesperado- iAl asesino ! iAl criminal! iJusticia, justo
Cielo! iEstoy perdido ! i Muerto ! iMe han cortado el cuello! iMe han roba­
do mi dinero ! ( . . . ) Mi ánimo está trastornado, no sé dónde me encuentro,
ni quién soy, ni lo que hago. iAy! i Pobre de mí! i Mi pobre dinero! iMi más
preciado amigo ! Me han privado de ti, y puesto que me has sido arreba­
tado, he perdido mi sostén, mi consuelo, mi alegría; se ha acabado todo
para mí, y ya no tengo nada más que hacer en el mundo. Sin ti no puedo
vivir. Se acabó. No puedo más. Estoy muerto y enterrado. ¿ No hay nadie
que quiera resucitarme, devolviéndome mi dinero?" 32.
Cuanto más plena es laúd�irtificiie!Oma ese significante cuanto.In�- te­
nª�- -�§J-ªilijad�dinal a ese obi�to, cuanto menos distancia existe el)­
tre ese elemento y el sujeto, la caída de uno implica la del otro. Sin embar­
go, como se trata de una comed.i�:Ta sarigre -digamos así- no llega al río,
el cofre reaparece y la posición final del héroe cómico no sufre alteración
alguna: cada uno de los personajes sigue bailando al compás del objeto
que lo desvela. Porque en la comedia -a diferencia de la tragedia- el hé­
roe mantiene inalterable su posición. Nada de arrancarse los ojos -símbo­
lo mayor del impacto trágico que arrastra al héroe a la conclusión final-;
por el contrario, la trama de la comedia en nada modifica la relación del
protagonista con el objeto que lo fascina. Si bien Harpagón termina con­
sintiendo el matrimonio de su hija Elisa con Valerio, la condición que im­
pone para su conformidad -no correr con ningún gasto y que le regalen
un traje nuevo para la boda-, demuestra cómicamente que todo lo suce­
dido no le movió un pelo : él sigue siendo el mismo avaro de siempre, "el
sujeto_cómic.o,..se.a. cual.fuer.e,. sale .de. eUQ. s.iemp.r.e_ªb_s.qlutéUTlente intáC­
to; tqdQ.1Q..ill!.�.l1ª.P-ª�9:Q9 9ill-ª.D1�Ja.:_c;..Qr.ri.�_9.ia.J:i-ª. p_ª?-ª.clº- §o_l;>r� _él .G º mq__el
..

agua sobre las ph.u:ne.� d� 1:1n p;:iJo, sean cual e§ fuere11 los paroxismos ajos
que él hayaJlegado_e.n..la_c_om�.dia" 33.

32. Cuarto acto, séptima escena.


33. J. Lacan, S.e.rn.in.ariQ.2 Las formaciones del inconciente (<:!�� ��9:_�1_18 q�Aic_iembre de
1957) . Asimismo, en el seminario_iu;J_@§eo _ y_ su inte_rpretq.ción (clase del 3 de junio
de 1959) Lacan vuelve a la misma idea: e.11. lé(é.QITl��Tu, _gl c!�!?e9 ."��tá ��f!l���ll.E<?. y
desenmascarado. Está ridiculizado. Está.condenado, si llega el caso, pero es por la for­
ma, pues en las .v.erdaderas..comedias el cas!!go, incluso no roza el ala de cuery9_del
des.e a, que sigue absplutam.f!D.�EC intacto. Tartuf� �s- exi�tfili.i�rite -�l mism� después.de
que el exceptuado le haya puesto. la.mano sobre el hombro. Amolfo, dice iUf!, es decir
que él es siempre Amolfo, y que no hay ninguna razón para que no recomience con
up.a nueva Agnes. Y Harpagón no es curado por la conclusión más o menos artificial
de la comedia molieresca. El deseo, en la comedia, está desenmascarado, pero no re­
futado". El mismo procedimiento aplica Moliere en El enfermo imaginario, donde Ar­
gón (fanático de la medicina y de los medicamentos) acepta finalmente que su hija se
case con quien arna, con la condición de que éste estudie medicina.

58
TERCER CAPÍTULO ! LA PASIÓN DEL AVARO

En nuestro pr&ximo paso abordaremos la equivalencia freudiana del di­


nero con lo anal, estudiando esa ecuación que Freud denominó "simbóli­
ca" ; daremos un recorrido por la noción de sacrificio e intentaremos lle­
gar hasta el concepto de fantasma.

"-EL PRESTAMISTA y su MUJER" o "Los CAMBI STAS",


DE QUINTIN METSYS (1465-1530),
MUSEO DEL LOUVRE

59
Cuarto capítulo
DIALÉCTICA DEL OBJETO ANAL

. . . nos hemos habituado a reconducir al placer


excrementicio al interés por el dinero en la medida
en que es de naturaleza libidinosa y no acorde a la
ratio, y a exigir del hombre normal que despeje de
todo influjo libidinoso sus relaciones con el dinero
y las regle según miramientos objetivos.

S. FREUD, El hombre de los lobos

Le he dado a tu hermano mil monedas de plata,


que serán para ti como un velo que tiendas ante
los ojos de todos.
GÉNESIS, 20: 1 6

E L DINERO EN L A ECUACIÓN S IMBÓLICA

Después de indagar el interés libidinal del dinero, del goce ligado a la


premisa de un objeto capaz de satisfacer todas las apetencias, vimos cómo
la comedia desnudaba la atracción por el dinero y mostrab a su lado más
ridículo. ¿ por qué dedicamos nuestro siguiente paso a tratar el tema del
objeto a nivel anal? Lª_e_qfilY.aknci.a he.ces:::.dinerQ_es_una...referencia..clá:-_
sica. aceptª-@_pacíficamen� pero preferimos . expjorar l�....@.J:...Qpes �a
fun.dam.e.ntan y, así, ver si estamos en mejores condiciones para entender
el imperativo freudiano : "despejar de todo influjo . libidinoso lq.s ,r�laci9nes
del sujeto con el ctio�o " .
Fre�pj_u..c.lm'e a am.b_o..s. términos -e.L.dü1erQ. :\!'..Jas_h..e$;..e..S.=...en..UILc..o.ui1m.to
de eg_aj_Y._aj_encias mayor, los hace conmensuraQJ��d�.���les de transmuta­
c:ián....s.�les de trasformación conforme las distintas instancias subje­
tivas �-ª un_JerJrnlJlai:ite le toca atravesar. Los conceptos de mierda re­
galn,_din..t;r_o,__hijg_y_Q_��2Qn f4.�_iL�nte permutables entre sí ( . . . ) son tra­
tadosen lo inconscknte como si fueran equivalentes y se pudieran sustituir
sin reparo unos..p.o.o .r_ tros . . . " 1 . El argumento de Freud distingue las trans-

l. Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal ( 1 9 17), Tomo
XVII, pág. 1 1 8. Amorrortu.editores.

(\ 63
GUILLERMO CICHELLO j FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

formaciones que exp_erirnenta un objeto_espe.ciaLenJa.. ce1ª�ión del suj eto


cQ.a__dQ_tro ; transp.osición,Jrªnsm._1,,i,t ªc�ó.p, transmudación del objeto de la
pulsión (Triebunsetzungen del erotismo anal, es el texto de 19 17), térmi­
nos que señalan las transformaciones, los cambios de forma que adquiere
ese objeto de valor especial. "BªioJA§._gjyeI2ª� forn1ª�-en__que sernf!nifie. st�
-cfu:e..Lac.an.,,. siempre .s.e_ti:;rtíL\l..s;Ja rui�mª_ fun_\:jón._a saber: de IDJ!!. _modo
el obü�to é!_está ligado_ª1ª_G9-1:!�titl.!c;i9n. 4el suktq en eUug¡:u:_dcl Otro Y .�
repi:es.enta.'�.: Camb_iªJª_form.ª d,_e_eg_gbieto, pero. lª fllil�ión_s.e .:rn�tiene,
..

como veremos a continuación.


r· Trate:mosla.primera.deJas_s_ustituciones:..heces::::-.regalo._ Si lª5 hec es �-ºll .

"eLp.dmnLegalo�',Jo_s_Qn _enJantQ �Qmti�n �1JJ1 ª-P-ªrt�c:k.m Guerpo de.la


que_eLLactarite_,s_ólose seQ_3.@..:;- dice Fre-ºg=- a iD�tancias _d�J;_ peJ:�omu;¡.m.a­
dA.YSQJJ la gue le testimoniª _§.!J.Jef11.JdL9.:..L,_._)_Lª..1'.ªca_es. J;:Lregalo más im­
pQ_rtante LJ_e..��l prime�!�9.�2- ��-L��o!:P_oraLal que se debió re._:r:!_up_�iar"3.
En esta cita hay contenida una cantidad apreciable de cuestiones importan­
tes sobre las que conviene meditar: primeramente, l? mj�_@_<!_Qe jél_ c!e ser µp.
ohjeto natural, expulsabk_conforrneJ.o.s ..ritrnos biológicos, y pasa a ser ob­
.

jeto_simbólic.o, .y.rt�J?j_eto .de ofrenda de¡ sujeto al Qtro ; considera, a la mier­


.

@ -hecho que no es una obviedad- una_p.aríe. simb_ólica del .cuerpo prg­


r.io (notemos que al significarla así le da el mismo estatuto que un brazo,
que "un ojo de la cara" -como dice esa expresión tan ligada al valor de una
cosa-) ; que.seauna parte,.wz trozo .y no.todo el cuerpo.implikª YD pqsQ.jm­
.

portante�.un.pasaie deLc.uerpo Jo.do., .como.Jalóforo,..-ª-®iLP .arte . con cier­


...

to_v.alo.r,.un. o.bjetQ pªrc;iaL..�.\1 .eDtrega e�J,ID.'ª=..I��P-1!.efil-ª- ªl_ R.efiic;l o del O�o


-"la persona amada"-; en ese acto y por ese acto, la mierda adquiere un
valor sustantivo (re.HJJilG.i.fü1Q.9 _al goce expulsivo=retentiv.o.leles.timonia su
fil1.10r) que le permite ingresarla en el circuito... ddntercambio de dones ;- y
el hecho de.que sea "eLprimer" trozo corpo.ral aL que_ se rent.mcia, otorga a
esa.cesión_un_ c_ará.ct�r.i11augµr.aj, marca de 11n cornje11zo.
Veámoslo punto por punto. E_s_a _r.e.nµgcia e��_ligªqª--ª-l!D.?JQ�ajizªfión
p rj_m�rn .QeJQ ql;!e _ el _ü_t_ro querría y e.s _pQ:r_ eJ>t-ª_Yl?_gµ�__e.Le��re. mentq en­
_ _

tra..enJa subjetirida_d_y: _c;:ppra. valor. La_ de_J].él!l__ Ci_i! _9d _QtL Q_-:-l<! .cJi�gplina
deL aseo, del.contro.Lde..esfín.teres- .C:�!n-!:>lª_ _tl.Y.é!lor_que.ha,_st a entonce� .��­
..

nía la mierda. Ant.es_d.� _esj:ª _c;'!�rnªngª, _ �-�-�y;:i.cua_l;i_�SQJifqrrne a un ritmo


regido_ por . la . acum.ulfü�i.ó.n. _c\el_ contepido intestinal, con independeñcia
del tiempo y el lugar en que dicha acumuladón acaecía (esto no excluye,
claro, el goce autoerótico de las heces) . L_a d.erp.¡:i.f.lc.lé!..9JiWª.l1!1ª. Pr®e­
ra.1r.ansforrn_a,c;:ió.!!.�n. e�t.e. r�gi_1Jle. n, una decisiva !�.§ll).S.1.I!�J�.<::i<?!! :_ or�ena al
..

2. Lacan, Seminario 10, La angustia, clase del 19 de junio de 1963.


3. Sobre las trasposiciones . . pág. 120.
.

64
CUARTO CAPÍTU LO 1 Ü!ALÉCT!CA DEL OBJETO ANAL

niful..rn. ciectQ. .moment_o ff:!.t�r.i,�_r �- e{<C::r�n.:i:�D.lQ;J��tenerlo o sea : hacerlo


ingresar en eldQ.minjQ._Q�--�:Y.§._p_osJ�-�i.QI:te.s, gracias, claro, a la adquisición
de dominio de su musculatura esfinteriana. La mierda pasa a ser, por pri­
mera vez, una parte del cuerpo, un objeto parcial, en el acto de la conser­
vación, de su retenci ón. La expulsióJJ, eDJ:Qnces al estar regida por el pe­
di.do...deL Otro,. significará . don .de amor:..renun.cia...deLgo.c.e_retentLv:o_p...or
apelación al Otro.
Esta transformación del valor de las heces (en ri g01, deberíamos decir
que a dq.J,lli:re,n..p.ar.p_rim�w..lleZ.,_UD.Yalou:uando el Otrodetiene allí511mi­
rª-'1.a), es concomitante, entonces, a la demanda que aprecia, que le pon�
precio, ill!&_YA1ºra _�. ��c��º1�.nJ.9j�l_�x<::r.�meDtQ_exitr.eg.adu,así..'..'.da.alade ­
im�el Otro su sstisfa.�.ión�4). La wmplejidad de esta demanda a ni­
vel anal reside en que erotjza la necesjdad retentjx¡i o exQ¡¡Jsjx�. ªl sigIÜ::.
�la.mmg dqn a 19 mªdre, "quien espera -como ironiza Lacan- que el
niño satisfaga sus funciones y haga salir, aparecer, algo digno de la apro­
bación general . . ."5. La mierda, entonces, n9_ y_a,l�__<;.QJI1..Q .obkt.o, .sino como
don al OJ!"Q,_g!_fil.ÓILQU. . �1º...�n!rng_a para calmar,.J2.é!ll...dau.atisfac­
. _e el filJj
ción - cak .J.llª=-íU!Sa deman.�

FANTASMA
""
E_sªJoc;a.li:z;a,c;iqn de_Jm� d.emau.da..do por eLOJ¡Q__es _cmcÜÜJ:nJa
constitución .subjetiv.a�_tiene.un.carácter.inaugu¡al . "Por primera vez -dice
Lacan- els!:!_i��()_ !��-t:_ QC_�ajó!J.. q� reC()!l�ce�se_ en �n opjet9 a,lrn.��PQ.L.d!;l
cuaLgira la demanda de la madre" 5. El §:gjeto recol!-ª.P.Pr.pr.iwera.vez_un
ohieN_�lo r_�P-JS!Senta_yjQ_�\;!ge.�l.OJro . Este car.ác.tecinªug1,1..nilini<::i.9-l ,
originario, como decíamos antes, :fu�_i_���!.�_f!t�_.!!!�.�!� ��E����E!.!��1::,�
("es...el.prime;:_cas.cLde.reru.i.ru::ifl a una parte. del cue[p..Q_Br.QP.io"7, "eJ .Primer
_regalo" 8, "la primera ofrenda de la ternura del niño"9) ,_y su fundón que- :
da. liga_d_ª_ ªU\l.ivio_ deJ&._a.ngy.gjª, ,su�}:itada �tes..tle.�e.s_a.c.e_sión, ,al�no,,sa­
ber qué _QQ�ill..r.e_cJªmª_ el Qtro . El J5-1?.i�.t2 anaf �S el_.Q!:.�JEer ()bjeto,_$g�o n- ·••

4. Lacan, Seminario 10, La angustia, clase del 19 de junio de 1963. Aquí Lacan trabaja
la función agalmática del objeto mierda.
S. Seminario 8, La transferencia, cap. XIV "Demanda y deseo en los estadios oral y anal".
Ed. Paidós.
6. ldem.
7. El hombre de los lobos -capítulo VII, Erotismo anal y complejo de castración -pág.
78, Tomo XVII, Amorrortu editores.
8. Sobre las trasposiciones . . . pág. 120.
9. lbid., El hombre de los lobos, pág. 75.

65
GUILLERMO CICH ELLO i FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

ces, dado, a. esa demanda,..s acriñcacio_.en_elaltar deLQtr..o : "aquello en lo


cual y por lo cual el sujeto es requerido ante todo por el Otro a manifes­
tarse como sujeto, de pleno derecho, sujeto que ya tiene que dar aquí lo
que es, en tanto ese pasaje en el mundo de lo que es, no puede efectuarse
sino como resto, irreductible, en relación al sello simbólico que le es im­
puesto ( . . . ) Allí, él es lo que en primer lugar tiene que dar, y de ese obje­
to está suspendido como del objeto causal, lo que va a identificarlo pri­
mordialmente con el deseo de retener ( . . . ) Soy ese objeto cesible, objeto
de intercambio" 10.
Un giro p opular lo expresa sutilmente: cuando alguien se encuentra
en el apremio de entregar algo que se le demanda y a lo que se supone
que está retenido, se puede escuchar que dice: "Yo no me llamo cien pe­
sos" (o el nombre del objeto que se le pide), como si mediante esa afirma­
ción rompiera su identificación con tal cosa, dijera: "no soy aquello a lo
que estoy retenido ; ese objeto no me representa, no me nombra, no es mi
nombre". Corno decíamos en relación al potlatch : el sujeto gana un nom­
bre cuando lo cede.
La fenomenología del neurótico obsesivo -retenido en la identifica­
ción con este objeto- indica una queja:mLpesado sufrimiento que arras­
tra, cuando_ ;:i,gyi,.i;:J.ie_ g1Je. �u� _act9_s _están . prie_11taqps a,_ la §atisfacción _del
Otro, que su vida entera está.entreg4da..a.intentarmantener.en.calma a �se
Otro, por lo cualle resulta necesario pr:iroe.ro.keLen eLQtrn una orden, µn
reclamo.,....una demanda, que ingresará . en el régimen_anaLy, así, en el fir­
c_uito deL<;_lol!:��!<!_q1:1_e. el s�je_t.() P'l.ecl.e .d(lt �s. e�a�taII1e!1Jelo que puede. re­
tener�-�!!JltQ.P!Q..g_q§m.ei:ito" 1 1 • S.u. deseo permanece .bajo .la dependen.da
aqsoluta .9.eJ� Qe!P-_ªgci�. g-� J Qtro (que constituye el mundo de sus obliga­
ciones), y por.eso el obses.i_yo reclamará .continuami::nte a,utorización, per-
rniso,. para_desear algo distinto a lo. que se le demanda.
...

Recordamos la respuesta que un analizante -claramente obsesionado­


nos dio ante la pregunta sobre sus relaciones sexuales: ''Bien, ellas no se
quejan". El. índice del éxito, lo uRJ52?-Qé! enJa quejª o satisfacción del par­
__

ten.aire._ Lo .qu.e.J;Ln�W.Qticg_j_nJ�n!� .el.µ cfü -por la vía de situarse bajo el


imperio de una demanda y, así, estabilizar las significaciones quejosamen­
te rutinarias que lo adormecen- e$Jª <:.!Je�UQ!J �n.igrnática del des_!!.Q.�el ..
Otro: degrªc:l.ar _eLdeg!o a demanda, asignándole a esa degradación el sen­
tido de una simplificadóñ·; éie-Üna reducción de lo que el Otro desea: el
Otro no quiere más que eso.

10. Lacan, Seminario 10, La angustia, clase del 3 de julio de 1963.


1 1. Lacan, Seminario 8, La transferencia, cap. XV "Oral, anal, genital", pág. 248. Ed. Pai­
dós.

66
CUARTO CAPÍTU LO 1 Ü!ALÉCT!CA DEL OBJETO ANAL

Lo enigmático del Otro, fíjense con qué admirable justeza lo expresa el


genial Bioy Casares: "Dentro de cada cual el pensamiento trabaja en se­
creto. No sabemos quién es la persona que está a nuestro lado. En cuan­
to a nosotros mismos, nos imaginamos transparentes; no lo somos. Lo
que sabe de nosotros el prójimo, lo sabe por una interpretación de signos;
procede como los augures que estudiaban las entrañas de animales muer­
tos o el vuelo de los p ájaros. El sistema es imperfecto y trae toda clase de
equivocaciones"12• L.Q_ migm_aj:�Q_<;iel_Qtr.o, Jo illªcc_�iJ;i1�.J;l�LQtro, es en
definitiva lo enigmático_e inac.c;e_sjble_r:le. nosotros.rn\§mgs, cuestiones que
seguramente llevaron a F.r.�.!!.9 a acuñar términos como &�extranjero in­
terior" y a Lacan hablar de "extimidad"13 (lo íntimo y lo exterior en lU1a
sola palabra, una exterioridad íntima) . Repitamos, entonces, a Bioy: No
sabemos quién es la persona que está a nuestro lado. En cuanto a noso­
tros mis_!Tlos, rios imaginamos transparentes; no lo somos14•
Etr{antasm.ci¿ intenta acQJfü:�sa in�rthlYm.12.re enigmátifª; es una res­
puesía..q.ue .de.tien�q.J.ll: �JJtª.d�ten.et, füªr.eJL!:!IJ?_ª-r:"Qitr�r.jª_Qr.kÚt�foñ
lQ...� d_Q.tJ_Q_qyier:�cl�..DQ�Qtro.s.
__ _ .

Con todo, el.re_cort�_ck. UILQ.Qj�.t...Q..p_é!rºª-L::.nQ .to_du.,su. .cue:cpo;:::. que. se


entregª _�Q._<;.�§lQD_-ªl 04:.Q, . e� signQ__de un_grqgr�s.o�y,bj �t.iy_o; ti.O.I.. Prime.ra
ve�tl-�ukts>...elJ.CUe.!J...tr.a. ªlgo..s1:pa.r.able_de s11 c1ieipo�que.ofrendar.-an.te-10
.

enigmátic.o.de.LQtro,... que se le figura como unas grandes fauces abiertas


que lo desean . ELY-ªlQL-9..e.J;!�e_QQie.tu...anal no reside sino en ser la valiosa
moneda que, en el circuito de la economía libidinal,imRorta U!LR.ªg.q_p_or
aqg�)l9_q_l!.��l_�1:1j�to .§.�one _gue2<�U�<!�anda. Lªcan. dice_qy�_tl..QJ2L�o
e!_l Q,i_e_s.tic5r:i tieDe.J-H1ª_fuus;ió.n.5l_gª-lm-ªü\;,9-.,_.�i!nb oji zante,.Jl.s:J.c,t.�-<\$.i.r"ª�i9 n,
CQ.ID.Q ªqµeJl9 _qu� gr:af'.i.��J� P.�.r.'!tc� !. }:!�.Lf?-lo15. ¿ cuándo adquiere esa fun­
__

ción brillante, atrayente, agalmática? Sólo cuando el sujeto es capaz de


perderlo, de entregarlo, de cederlo, de dejarlo caer de su cuerpo, abriendo
un camino que permite la distribución del goce. De lo contrario, el sujeto
queda paralizado en la inhibición, esto es, en la dificultad de ceder el ob­
jeto, reteniéndolo sin poder darlo . . . por perdido. Destaquemos, entonces,
esta noción: 1ª,,R�n..Q,Q.n del oJ?j��Q.W,l.\i�la distribµcióndel gq�e. ¿ No es
esto, acaso, lo que nos enseñó Harp.agón en el capítulo pasado?

12. "Cavar un foso", cuento del libro El lado de la sombra.


13. Seminario 7, La ética del psicoanálisis, clase del 10 de febrero de 1960
14. Sobre lo enigmático del Otro, remitimos a la lectura del excelente texto de Ricardo Es­
tacolchic, La inaccesibilidad del Otro, incluido en el libro Escenas, causas y razones
de la vida erótica (2003) -editorial Letra Viva-.
15. Lacan, Seminario 10, La angustia, clase del 19 de junio de 1963. Con la palabra «agal­
ma», surgida de la poesía épica griega, Lacan designa el brillo fálico del objeto a, cau­
sa del deseo.

67
G UILLERMO ÜCHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

INTERVENCIÓN SOBRE LA TRANSFERENCIA

Intercalemos aquí un relato clínico escrito por Fabián Schejtman 16, que
a la vez de mostrar claramente la posición fantasmática de una paciente,
indica la eficacia de una afortunada intervención sobre la transferencia:

«Hace unos años llega a mi consultorio una empresaria. ¿ A qué viene esta
mujer de treinta y pico, esta mujer de negocios, solera, envuelta ese día de
lluvia con ese piloto un tanto masculino, y casi sin poder soltar su male­
tín ? A contarme sus dificultades con los hombres.
Vacilando en un comienzo, aunque más decidida luego, me relata en sus
primeras entrevistas en qué consisten esos percances. X -así voy a lla­
marla- se mueve en un mundo de varones. Su ambiente, su hábitat natu­
ral son las oficinas y allí por lo general los conoce. Los hombres con los
que se relaciona son siempre jóvenes. Hombres de negocios o profesiona-­
les, artistas o desocupados, a veces extranjeros, otras provincianos, pero
constantemente jóvenes. Esto es, más jóvenes que ella. Y algo más. Estos
jóvenes invariablemente cuentan con recursos económicos menores a los
de X. Eso la conduce, inevitablemente según dice, a tener que mantener-
los. "Soy -me asegura con tristeza- una vieja-manti ene-pendex". ,
Su desazón consiste en volver a toparse extrañamente tras cada encuen­
tro amoroso, con esta única intención de su partenaire: sacarle algo de
dinero. Está claro para ella que sólo la quieren por su dinero. Y qué va a
hacer . . . ? X. es una mujer de negocios, acepta esta situación a cambio de
amor. ¿ Quieren su dinero? Pues bien, ella quiere que la amen. Precisa que
satisfagan sus necesidades; sexuales, se entiende.
Así se presenta esta mujer de negocios, relatando en los comienzos de su
análisis sus desventuras amorosas. Quejándose de la desgracia de no en­
contrar más que j ovencitos interesados en sus billetes, pero aceptando la
situación a cambio del trueque expuesto. Por qué no lo iba a hacer, si en
estos tiempos todo se compra y se vende.
Ahora bien, en estos primeros meses en que la queja y cierta resignación
por la desdichada situación se pasea por sus entrevistas, ¿qué de su rela­
ción con ese otro joven que es su analista? Porque conviene destacar que
este rasgo de juventud no fue descuidado por X. en la elección de su psi­
coanalista, al contrari o. Como se puede adivinar, ni corta ni perezosa, la
sujeto inserta a su analista en la serie de estos "jóvenes-saca-billetes", por
medio de un procedimiento tan sencillo como bien dispuesto.
Habíamos acordado por entonces que X pagaría sus sesiones mensualmen­
te. Por cierto que para ella esto no sería una dificultad, itan desbordante de
dinero que decía estar! Sin embargo, llegado el día de pago, muy acongoja-

16. Extractado del artículo Los negocios de la señorita X, incluido en su libro La trama
del síntoma y el inconciente, págs. 101/104; editorial Factoría Sur, 2004.

68
CUARTO CAPÍTULO i D t ALECTICA DEL OBJ ETO ANAL

da y esgrimiendo en cada oportunidad la justificación del caso, X. abonaba


todas las sesiones del mes, menos una o dos, que terminaban por acumular­
se a las de la siguiente. Y así, mes a mes, se repetía la misma circunstancia.
Poco a poco ( . . . ) se fue volviendo claro que con esas sesiones impagas, X.
garantizaba la ubicación de su analista entre esos jóvenes interesados en su
billetera. De este modo, daba consistencia a un Otro acreedor, que no qui­
siese otra cosa, más que los billetes que ella misma retenía.
Mientras la dimensión anal de este proceder iba poblando sus relatos, se
tomaba evidente que esa posposición indefinida del pago de una o dos
sesiones a lo largo de los meses, era el cebo para que el deseo del Otro se
degradase en demanda. Ella permitía que le metieran el dedo en el. . . bol­
sillo, ipero que ni una brizna del deseo del Otro se introduj era en sus ne­
gociados! Efectivamente, era una mujer de negocios.
( . . . ) Las puntuaciones del analista .tendían a ensanchar los resquicios por
donde se filtraban -pese a sus esfuerzos- las señales de un deseo de esos
jóvenes que escapara a su "empresa" entrópica de la degradación del de­
seo del Otro en demanda. Era notorio su afán por desconocer las ocasio­
nes en que era deseada, más allá de su billetera.
Pero esta vía se mostraba inútil. Rápidamente la hiancia abierta por la in­
tervención del analista era cerrada por un cúmulo de explicaciones razo­
nadas y concienzudas que· resolvían así la angustia apenas esbozada por
el surgimiento del deseo del Otro, devolviendo la. cuestión a su ya trilla­
do: "sí. . .pero sólo me quieren por mi dinero".
Fue por entonces, luego de transitar a nivel de la táctica otros senderos,
en una de esas oportunidades en que X. debía realizar su pago mensual,
y reiterándose aquello de pagar todas las sesiones menos una, que se le
hace saber a la paciente que la sesión que dejaba impaga en esa ocasión
no iba a tener que abonarla. Se le arrebata de este modo, por primera vez
en sus casi siete meses de entrevistas, su codiciado saldo deudor. El efec­
to irunediato que provoca esta maniobra, es la irrupción de un discurso
en el que X. no sólo reivindica su derecho a pagar cada una de las sesio­
nes sin excepción, sino en el que despliega su preocupación por las reper­
cusiones que ocasionaría semejante intervención en el nivel económico
de su analista, en sus gastos, y hasta en su alimentación, de generalizarse
con otros pacientes esos "métodos". Pero su perorata que había comenza­
do con un tono de cuidado por la economía de su analista, fue transfor­
mándose hasta alcanzar un nivel de enfado y de protesta furiosa ( . . . ) La
intervención analítica no convalida la significación rutinaria, y cristaliza­
da en la transferencia, en que esta sujeto se preserva adormecida, su "me
quieren por mi dinero". Pareciera producirse UD yiraje: "Si no rni;,.Quieren
por mi dinero entonces . . . ¿ iqué me quiere? !". §yrgip:1iehto de angustia . ..

bajo tansferencia que expande sus efectos. imponiendo la pregunta por el


deseo del Otro, aún fuera del consultorio del analista, transformando sus
.
relaciones con los hombres, dominadas por sus "negociado s" » .

69
GUILLERN!O CICHELLO j FUNCIÓN DEL Dli'iERO EN PSICOANÁLISIS

Subrayemos; entonces, una secuencia: enigmliC..en;g. del Otro. tapona­


miento de esa pregunt�_20" la v.f�9e unª-I��!:l��Ja_í@ta,srn�t,iqt_:fi}i! esólo
quiere mi dinero'J_,_:_remogó_.Q._ q�J_9qj�t9 _cliner_Q_ dl'! _�_u_f@�_ión_ de_F_f!Sp��s­
ta t_ril!�Qª-Y- ª.l!!9_IP:�ti<:;a _ace.rca, del cj.ese_o del Otro, a_ngustia_y p.r:e.gµrJ.t(3.___Q_Q r
es_e deseo Q)J_e impJi_�a, s;ª-:rp._bj_qs en J¡:¡. p Qs iJ:i ó n sµbieJiyª y_ �n_J.?_r_elación
con el Otro s exo .

lQué hubiese implicado en este caso que el analista considerara el dine­


ro sólo como medio de pago, fijándolo a la significación de "remuneración
por su servicio"? Impedir que circule y adquiera la significación que la pa­
ciente le otorgaba y que se ensamblaba en su estrategia fantasmática.
De modo que convendría abstenerse de otorgar de antemano al dinero
una significación universal, una para todos, posición analítica que equiva­
le a considerarlo simplemente como significante, esto es: un elemento dis­
cursivo que carece de significado.

Demos, antes de concluir, un rodeo sobre el tema del sacrificio para ex­
plorar qué nos puede aportar en nuestra investigación sobre el dinero.

SACRIFICIO
r
! es experiencia común que no vivamos nuestra
...

1 vida -quienes quiera que seamos- sin ofrecer


1 constantemente a vaya a saber qué divinidad
j desconocida el sacrificio de alguna pequeña
�- mutilación que nos imponemos_
JACQUES LACAN, Seminario 10, La angustia

No te presentarás ante mí con las manos vacías.


ÉXO DO, 34:20

Avancemos por una senda que recoge de la historia y la mitología re­


ferencias que -al aunar el sacrificio y el nacimiento de la moneda-, nos
permitan una articulación con esa ofrenda de una parte de sí ante la de­
manda del Otro, recientemente señalada.
Horst Kumitzky llama la atención sobre un hecho histórico que nos pone
sobre una pista interesante17• La génesis del dinero a partir del culto sacri­
ficial es el título del capítulo que dedica a rastrear el nacimiento de las pri-

17- Horst Kumitzky, La estructura libidinal del dinero -Contribución a la teoría de la fe­
mineidad (1978, Siglo XXI editores).

70
CUARTO CAPÍTuLO ¡ D lALÉCT!CA DEL OBJETO ANAL

meras monedas acuñadas. Después de señalar la vinculación etimológica


de la moneda con la divinidad materna itálica Moneta -otro nombre de la
diosa Juno18-, en cuyo templo se acuñaba la moneda romana, refiere un he­
cho de verificación sencilla: muchas de las monedas de la antigüedad griega,
ro mana, celta, egipcia o americana precolombina, llevaban acuñadas imá­
genes que se relacionaban de un modo u otro con el culto sacrificial: sean
los instnunentos mismos del culto -como el trípode o el hacha doble-, o
los animales que se entregaban -los cerdos, las reses-19• "Las monedas an­
tiguas -agrega- han de interpretarse sobre el trasfondo de su función eco­
nómica de sustitutos de una víctima; simbolizan, como los representados
20 .
en las monedas, los animales consagrados a los dioses . . . "
Si bien el intercambio desarrollado en el culto sacrificial se limitó, de
entrada, a la esfera de lo sacro (allí se pagaba a los dioses vida, cosechas y
riquezas con sacrificios), se pasó . luego de las formas sacras a las seculari­
zadas. El llevar acuñadas las monedas aquellas imágenes rituales, consti­
tuye una reminiscencia que denota su origen de sangre.
Pero situemos seguidamente -siempre teniendo como horizonte los ob­
jetos parciales que el sujeto entrega al Otro- los testimonios que nos per­
mitan aproximarnos a lo que está en juego en el sacrificio, que no ha sido
para nada un tema desatendido por Freud o por Lacan.
La primera referencia, quizá la más clásica, será obligadamente Tótem
y tabú. Lector del célebre trabajo de Robertson Smith, Freud distingue allí
dos sentidos del acto sacrificial: un sentido primordial, sagrado, y otro ac-

18. Las múltiples formas de esta antigua dívinidad evocan todas ellas al gran Otro mater­
no. Incluyen la Juno Lucina, la diosa del alumbramiento y ayuda de las parturientas
(en su honor se celebraban las matronalias); la Juno Caprotina, diosa de la fecundi­
dad femenina, que guardaba la castidad de las mujeres, amparaba la menstruación y
era adorada como diosa del matrimonio; la Juno Regina, la gran madre que protege la
ciudad y el Estado (op. cit. págs. 32 y 33).
19. /bid, pág. 41. Ofrece múltiples y variados hechos como prueba: el puerco consagra­
do a Démeter en las monedas de Eleusis; el óbolo griego, con su varilla de hierro usa­
da en la comida sacrificial; el cerdo, grabado en los lingotes de bronce de las aes sig­
natum -una de las primeras monedas romanas-; el trípode con cáliz de ofrenda, gra­
bado en la moneda de Crotona; la doble hacha, en el escudo amonedado de Ténedos;
la vaca de Hera en las diadracmas de Eretria; las imágenes de un hombre arrodillado,
con las manos amarradas a un poste y un cuchillo en su garganta, en las más antiguas
monedas egipcias; el hacha de piedra precolombina, que circulaba como dinero, etc.
Asimismo, para situar a las monedas en la serie de las ofrendas, véanse las monedas
acuñadas por Simón -el tercer hermano Macabeo del reino de Judea- en el año 141
aC., que portaban imágenes de los siete principales productos agrícolas (trigo, avena,
uva, higo, granada, oliva y dátil) -cf. Jacques Attali, Los judíos, el mundo y el dinero.
Historia económica del pueblo judío, pág. 68. Fondo de Cultura Económica (2005)-
20. /bid. pág. 52.

71
G UILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PS!COANÁLISJS

cesorio, posterior y pro_fano; dice: " . . . la acción sagrada por excelencia (sa­
crificium) significaba en su origen algo diverso de lo que en épocas poste­
riores se entendió por él:Ja ofrenda a la divinidad para reconciliarse con
ella o granjearse su simpatía. (De su sentido accesorio de autodespojo par­
te luego el empleo profano de la palabra) [ . . . ] Se puede demostrar que en
su comienzo el sacrificio no era otra cosa que <<an act of social fellows­
hip between the deity and his worshippers», un acto de sociabilidad, una
comunión de los creyentes con su dios . . . "2 1 . Un acto de compañerismo,
de camaradería, sociabilizar con los dioses, sentarse a la mesa con ellos
y darles de comer lo que les gusta (según, claro, nuestro gusto) es aproxi­
marlos, domesticarlos; es tratar con Dios como con un good fellow. Todos
los que estudiaron el asunto señalaron la pacificación que este acto sacri­
ficial genera en el grupo ; si quisiéramos reconducir la situación a su tra­
ducción laica podríamos imaginar un dicho así: "Tranquilos muchachos,
que este es uno de los nuestros y ya le dimos lo que le gusta", ensayando
así una respuesta al enigma que plantea el Otro, respuesta que reduce al
mínimo la perplejidad de su radical, insondable ajenidad 22. Distinto es lo
que se encuentra en juego en la.angy_stlli._qy_�Se. -ªPLe.C.füJJ.in$:LcuandoJlo
sé qué soypara el de��º _del .9.1!°.º t P�':l:-��� 9_!rc: _r��!����E�9ist!!1to, cu­
yas formas evocativas van de aquella "mantis religiosa de voraz deseo a la
cual ningún factor común me une" 23, pasando por el camello endiablada­
mente enamorado de Cazotte que lanza la inquietante pregunta Che voi?,
hasta esa oscura y terrible divinidad del Antiguo Testamento -antes, cla­
ro, de su mansa personificación en Cristo-.
Lo que primordialmente está en juego en el sacrificio es, entonces, de­
ducir una lógica para apresar al Otro ; antes que ofrendarle algo, primero
hay que suponerle un deseo: los dioses quieren tal cosa, misión interpre­
tativa reservada al sacerdocio24. Pero, insistimos, antes del don, antes de
saber qué quieren, es necesario suponer que quieren algo. Así entendemos
lo que Lacan dice en el seminario 10:

"El sacrificio está destinado no a la ofrenda ni al don -que se propagan en


una dimensión muy diferente-, sino a la captura del otro como tal en la

21. Ver El retomo del totemismo en la infancia, punto 4 de Tótem y tabií. (Torno XIII,
Amorrortu editores), y el segundo capítulo de El porvenir de una ilusión, donde Freud
plantea lo que implica "humanizar la naturaleza" como tratamiento de la angustia (pág.
16 y ss. Tomo XXI, Amorrortu editores) ..
22. Hablamos de " . . . ese otro prehistórico e inolvidable que nunca pudo llegar a ser igua­
lado . . . :'. Freud, carta 52 a Fliess, Tomo I, Amorrortu editores.
23. Jacques Lacan, Seminario 10, La angustia, clase del 3 de julio de 1963.
24. Quienes recibían como pago por su intervención en la ceremonia sacrificial una par­
te de la víctima.

72
CUARTO CAPITuLO 1 Ü!ALÉCTICA DEL OBJETO ANAL

ted del deseo ( . . ;) En cuanto a nosotros, sin duda hemos perdido a nues­
tros dioses en el gran tumulto civilizador, pero un período bastante prolon­
gado en el origen de todos los pueblos muestra que disputamos con ellos
como con personas de lo real; no con dioses omnipotentes sino con dio­
ses potentes allí donde estuviesen. Todo el problema era saber si esos dio­
ses deseaban algo. El sacrificio consiste en hacer como si desearan como
deseamos nosotros; por lo tanto el objeto a tiene la misma estructura. Esto
no quiere decir que ellos vayan a embucharse todo lo que se les sacrifica,
ni tampoco que esto les pueda servir para algo; pero lo importante es que
lo desean y, diré más, que no les angustia ( . . . ) Es esencial domesticar a los
dioses en la trampa del deseo y no despertar la angustia . . . " 25 .

¿Qué bien se obtiene pagando con la sangre del sacrificio? Antes que
la benevolencia divina y sus derivados -riqueza, fertilidad, etc-, lo que se
obtiene es asociarse a Dios y mantener asL a raya la aparición de la angus­
tia. Es un tratamiento por lo simbólico de lo insondable de lo �igm.áfo; o
del Otro. de lo real (los dioses pertenecen al campo de lo real 26, y la doc­
trina atribuye a Dios designios que se denominan insondables) .
Entonces, una vez establecida la premisa lógica del deseo del Otro -de­
gradado en demanda, objetivo mayor del sacrificio- hay que seleccionar,
codificar, catalogar qué objetos se le ofrendan, dónde, en qué circunstan­
cias y de qué modo. En el Antiguo Testamento, por ejemplo, la institución
sacrificial está reglamentada en uno de los cinco libros de la ley, el Leví­
tico 27, donde se detallan las diferencias que especifican el holocausto, la
ofrenda, el sacrificio de comunión, el sacrificio por el pecado, el sacrificio
por los delitos, el sacrificio por los pecados de malicia, el sacrificio de re­
paración, y se detallan los objetos a ser entregados con un diligente cuida­
do que no deja afuera consideraciones sobre el sabor, el aroma28, la presen­
tación de las ofrendas o el vestuario de los sacerdotes encargados de ins-

25. Clase del 5 de junio de 1963. En igual sentido, en el seminario 1 1 : " .. .la ofrenda a los
dioses oscuros, de un objeto de sacrificio es algo a lo que pocos sujetos pueden no su­
cumbir, en una monstruosa captura. La ignorancia, la indiferencia, la desviación de la
mirada, puede explicar bajo qué velo sigue todavía oculto este misterio. Pero para cual­
quiera que sea capaz de dirigir, hacia ese fenómeno, una valerosa mirada -y, una vez
más, poco hay de seguro para no sucumbir a la fascinación del sacrificio en sí mismo­
el sacrificio significa que, en el objeto de nuestros deseos, intentamos encontrar el tes­
timonio de la presencia del deseo de ese Otro que aquí llamo el Dios oscuro. Ese es el
sentido eterno del sacrificio . .. ". Tesis que Lacan ya había esbozado
en La familia: "La
angustia es ocultada mediante un sacrificio mutilador", pág. 24, editorial Argonauta.
26. Lacan, Seminario 1 1, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, clase del
5 de febrero de 1964.
27. Capítulos 1 al 7.
28. En el primer capítulo, dedicado a los holocaustos -esto es, a los sacrificios de víctimas

73
GUILLER.!"1 0 CJCHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

tituirlo. En fin, qu,eda claro que a Yavé no le gusta cualquier cosa, ni pre­
sentada de cualquier manera.
Aunque en todos ellos se mencionan ofrendas no humanas -novillos,
cameros, ovejas, machos cabríos, las primicias de las cosechas o la canas­
tilla de panes sin levadura-, la inmolación de cuerpos humanos sobrevue­
la la densa atmósfera sacrificial, y la supone como antecedente, sea bajo
el modo de la prohibición (" . . . tratándose de personas, todo primogéni­
to será rescatado . . " .
29) o de la tentativa, claro, como en la célebre prue­
ba a la que es sometido Abraham al serle requerido el sacrificio de su pri­
mogénito, Isaac. Aquí volvemos a encontrar el mismo pasaje: en vez de la
entrega del cuerpo (del hijo), se paga con riqueza, se da a cambio una de
las posesiones (un camero) : " . . . No toques al niño ni le hagas nada, pues
ahora veo que temes a Dios, ya que no me has negado a tu hijo, el único
que tienes. Abraham miró a su alrededor y vio cerca a un camero que te­
nía los cuernos enredados en un zarzal. Fue a buscarlo y lo ofreció en sa­
crificio en lugar de su hijo" 30•
La entrega de riqueza evita el sacrificio humano. "La riqueza en forma
de rebaños, de oro o de p lata es el mejor sustituto de la violencia. Mil y
una veces se encontrará este lazo entre dinero y sangre ( . . . ) Al imponerse
a sí mismo el reemplazo del sacrificio por la ofrenda, el pueblo judío anun­
cia todo su destino: utilizará el dinero como medio de reparar los daños y
detener el mecanismo de las represalias. El dinero se convertirá para él en
un medio de negociar en vez de combatir, de hacer la paz . . . " 31.
La noción del animal sacrificado en lugar del cuerpo humano encuentra
otro eco, por ejemplo, en la historia mítica de Ifigenia, hija de Agamenón
y Clitemestra. La fanfarronería de Agamenón causó la cólera de Ártemis,
quien le paralizó su flota en el mar. Perplejos, consultaron al adivino Cal­
can te quien dijo -¿cómo podía ser de otro modo?- que la diosa sólo po­
dría aplacarse con el sacrificio de Ifigenia. Agamenón consiente en la en­
trega, por ambición personal o por presión de la opinión pública, pero en

totalmente quemadas- se repite que "es un sacrificio por el fuego, cuyo suave olor
apacigua a Yavé".
29. Por ejemplo, "consagrarás a Yavé todos los primogénitos. Todo primer nacido de tus
ganados, si es macho pertenece a Yavé. Todo primer nacido de burro ha de ser cam­
biado por un cordero; si no, lo matarás. Tratándose de personas, todo hijo primogéni­
to será rescatado". (Éxodo, 13:12-13) . "Voy a mandar una calamidad tal ( . . . ) por ha­
ber llenado este lugar de sangre inocente y por construir santuarios altos a Baal para
quemar a sus hijos, siendo que yo jamás lo había prescripto u ordenado, ni se me ha­
bía pasado por la mente" (Jeremías, 19:5).
30. Génesis, 22:12-13. El destacado nos pertenece.
3 1 . Jacques Attali, Los judíos, el m undo y el dinero. Historia económica del pueblo judío,
pág. 22. Fondo de Cultura Económica (2005).

74
CUARTO CAPITULO 1 D IALÉCTICA DEL OBJETO ANAL

el instante de inmolarla en el altar de Ártemis, la diosa se apiada y la sus­


tituye por una cierva (o un oso o una ternera, según las versiones) .
De seguir el orden de las sustituciones en la institución del sacrificio,
deberíamos ubicar en el origen, entonces, la ofrenda del cuerpo humano,
en su totalidad, la suma del cuerpo humano, seguida, reemplazada por una
de sus propiedades32 (los animales33, las primicias, los productos manufac­
turados o el prepucio como señal de alianza, de fellowship e integración
de la misma sociedad con Dios) .
Queremos indicar de esta manera un pasaje del cuerpo como totalidad
fálica o una parte del cuerpo, libra de carne que integra la sucesión de los
objetos parciales. La moneda testimonia por alusión ese momento, grafi­
ca en las imágenes que lleva acuñadas aquella fase de entrega de un obje­
to con el que pagar y saciar 34, así, los mandamientos del Otro y queda, así,
integrada como último eslabón secular de esa serie ; serie constituida por
objetos -comp los llama Lacan-:-�QI_l: 35: aquellos objetos parciales que
por sus cualidfül�U!..§p�c;_i ªkLviev.en a ubicarse sobr� los Q.9rde� _Q�l_¡�guj e ­
rQJ:.as:trfil_QtiQ, y taponan,j11sta.m.ent§.,_ la -ªpreciacjQ.!:!_Q_e�§_a__a_��rtur�.
C oruiÜ_l,!y_(;!I)_ l!.n_() _�JQ� !.�rminos del fantasma (Soa) y se erigen -como
_ ..

lavimos eru:elfilión_�ficio- en r�puesta aTsü.P-.!le�éiJ:ñiiiCffiliii.eii­


to del Otro. El brillo obnubilatorio de tales objetos rac:lica e_11Jªgar,_y__elar,
lé¡._f�llé!.�D _d Qtrg_,_�g__g�§�9. a_b_i�rt9. Y .f!9J�fil1f.tjl2 l�_f_Qf!'!Plet@!eIJ.te a sig­
__ .

nific_�J.lJ.��JJ.L§llmªg�ll�s.
En la dimensión anal el sujeto cree saber y estar en posesión de aque­
llos objetos que supone que el Otro demanda: no se presenta en el altar del

32. En El malestar en la cultura, Freud dice que la propiedad reconoce "una forma anal
primordial (que), constituye el trasfondo de todos los vínculos de amor y ternura en­
tre los seres humanos", pág. 1 10, Tomo XXI -Amorrortu editores-.
33. Evoquemos aquí la ya mencionada etimología de pecuniario (pecus, en latm, ganado).
34. Aquí la etimología nos vuelve a dar una mano: hacia 1 140 el significante "pagar" remi­
te a "contentar, satisfacer al acreedor", por remisión latina a pacare, "apaciguar", pro­
piamente " pacificar''. Todos los romances -todas las lenguas modernas derivadas del
latín- presentan desde el principio el sentido "contentar, satisfacer", de donde se pasa
a "satisfacer al acreedor, pagarle". En latín clásico pacare sólo se emplea para "apaci­
guar, someter'', pero en la baja época ya se encuentra la acepción "apaciguar, calmar,
aquietar'' -cf. J. Corominas, J. Pascual, Diccionario Critico Etimológico Castellano e
Hispánico, pág. 337 -editorial Gredas-. Igualmente, en la lengua hebrea la palabra
leshalem (pagar) se vocaliza también shalom (paz). Dicho de otro modo, saldar las
deudas es un medio de lograr la paz (cf. Jacques Attali, op. cit, pág. 35).
35. Seminario de La angustia, clase del 23 de junio de 1963. Noción que retorna, entre
otros lugares en el Seminario 17, El reverso del psicoanálisis : . . . Acá está el hueco la
"

lliancia �,, sin_9.\Lc!ª-Y.4�l1!rada vienen q �ellensµ-1!JLc;.ii:rtP_nW11WL.de...ohj_etos__que


e§@:t,c!� _ª1g_@ modo ac!ª-Q!ª'_r,!_qs_ IJ,ºr..adelantado,
, - - -
hechos para servir de tapón . . . " (cla-
· -·--- --------------------- -----·-

se del 14 de enero de 1970).

75
GUILLERMO CICHELLO i fU1'CIÓN DEL DIN ERO EN PSICOANÁLISIS

Otro "con las manos yacías"; construye esta premisa: sólo quiere esa parte,
ese trozo de iní, que ofrendo en sacrificio o gozo con su retención.
Para terminar, volvemos al principio ¿cómo leer, entonces, aquella exi­
gencia freudiana, de de.SJll:iar...d..e to_d.Qinfl_ill2Jfüi.9i�qs9 la.s relaciones..c.on
el dinero y reglar éstas sefil!DJ!!i_pllIJ.�I!tos_gpj(!ti':1.q�IJ).�spejar es _<::.9.n:er­
se el velo de los ojos -como se dice en el Génesis-, d§�.Q�.1:l:P.�t ..tl1.i:!g�-�
objeto-tapón que el dinero gu�de U�g�-ª-�n§"; _qe_s_I:J�j_� -�s atr'!V:f:'.Sar,_y�
qy�e.trás_���-�-mªntP. 1�1J i9JI?:ª-l Q. _Qt!.f!t.!<;ul�.-e�.�-c;:gfr�. -ªgaJmªJ!�o_y
_ _

�omam a considerarlo, según miramientos objetivos, como Jo que.r.e . .al­


me.n.te.es· un elemento c�.nte de signifi,cªg_ón (su poco sentido, lo vuelve
tanto más sustituible) , c911 _el_q_u.:�.t�mP..91".<:!.ti.�1I.l�r:!.��-�uele tomarse P9-��
. ñadQ _de. c;:o.sas, @ '.'.g�ga�Q .4�-�99.metal" -como dice
de unJi:rnit.ado_p.u ..

el poeta36- que-no...resuelvela..enigrnática_e.omple.ji.dad_ck...e.sta_yjg?.

36. W. Shakespeare, El mercader de Venecia , primer acto, tercera escena.

76
Quin to capítulo ·
EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA. 1

lPOR QUÉ PAGAR?


UN COMENTARIO DE La carta rohadai
DE EDGAR ALLAN POE

A las más íntimas y menos aclaratkzs mociones


se debe que las mujeres, en especial, muestren
un particular desagrado a pagar los honorarios al
médico. Lo usual es que olviden su pcJrtamonedas
y no paguen; (. . .) de ese modo consiguen que uno
las haya tratado gratis -«por sus lindos ojos»-.
Pagan, por así decir, con su mirada; ·

S. FREuo, Psicopatología de la viqa cotidiana

¿ y no es la responsabilidad que ! implica su


1
transferencia la que neutralizamos haciéndola
equivaler al significante más aniquil�dor que hay

de toda significación, a saber el din o?
J. LAcAN, Seminario de la tarta robada
1

Si nuestro recorrido nos sirvió para plantear que el dinero np funciona


únicamente como medio de pago, sino como horizonte inalcanza,ble de acu­
mulación de plus valor, si en la dialéctica anal veíamos su antecedente pre­
histórico, ontogenético -por así decir-, la mierda, soporte de identificacio­
nes, en tanto ese objeto permite una prini:e"i-�-Übicación de lo que puede ofre­
cerse a la demanda del Otro-, si -entonces- vemos que el dinerq posee sig­
nificaciones que rebasan en mucho las consagradas por el uso c�mún, lpor
qué, al hablar del pago de un psicoanálisis, deberíamos adscrib� al sentido
burgués que lo asimila a la "justa remuneración por un servicio'(?
Es cierto que sobre el tema del pago de un psicoanálisis, de lps honora­
rios de un psicoanalista, existen muchas posiciones, algunas divergentes,

otras convergentes, tanto en lo que hace a la existencia misma el pago, a
1
1
¡
79
GUILLERMO CICHELLO j FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

la obligación inexcusable de pagar, a si los susodichos honorarios déber


ser costosos o accesibles, a si ese monto -como toda práctica inscripta er
el orden capitalista- debe regirse por las leyes que fijan el precio de cual­
quier otra mercartcía,-en fin, cuestiones -corrio se ve- muy diversas que s�
podrían abordar, pero preferimos partir de dos .preguritas troncales, mu�
básicas1 _que son los títulos de los próximos capítulos.

¿ pOR QUÉ PAGAR?

Veamos las respuestas más corrientes salidas al encuentro de esta pre­


gunta. Una (si bien es cierto encarada desde un punto inverso: ¿por qué el
psicoanalista debe cobrar?), es que el analista es un profesional -artesa-
. no, trabajador, técnico o lo que se quiera- y que, como todo profesional,
debe recibir como retribución al servicio que presta, cierta suma de dine­
ro para subvenir a sus necesidades personales. Encarado desde ese punto
de vista, sería indistinto que dicha suma provenga del destinatario efecti­
vo de ese servicio o de cualquier otra persona o institución (vg. el Estado
o una empresa de servicios de salud).
·

Vemos que esta respuesta renguea más de la cuenta, porque no consi­


dera un gran conjunto de cuestiones; entre ellas, por ejemplo, aquella cir­
cunstancia, para nada improbable, en que nuestro analista no "viva" de su
trabajo de analista, sea porque quizá su fuente de ingresos provenga de otro
sitio y, en consecuencia, no necesite ese dinero para vivir; por ende, desde
ese punto de vista, podría perfectamente eximir del pago de sus servicios al
paciente, no sufriendo la práctica defecto alguno. Perq tampoc_g_�sta res­
puesta conside�a suficientemente la cuestión, porque parte del- � lJ.eriva­
do de aunar, de identificar como unidad el cobro de honorarios y el pago-cf�
erras . Si estos dos actos son, én-realidad,-un"C) sülo-ú1üé iiii.porta que quien
pagúé sea el paciente u otro, si lo relevante, a fin de cuentas, es que el pro­
fesional analista reciba una retribudón por los servicios prestados?
Dijimos que esa posición partía de un error, pero no dijimos por qué.
Anticipamos una respuesta apelando a un par de ejemplos que muestran
hasta qué punto el pago y el cobro no son conmensurables: aquellos ca­
sos en los ·que un analista decide atender a una persona de muy escasos
recursos económicos, fijando un honorario muy inferior al que acostum;.
bra cobrar. Bien puede suceder que dicha sum� ;-:-tan "poca" para el ana­
lista- sea enorme para su paciente. Al contrario, un millonario que acu­
de a UIJ. psicoanalista -coyuntura rara, pero no imposible- puede pagar­
le a éste los honorarios demandados, pero que representen tan poca cosa
para las cuantiosas suma que maneja.

80
QUINTO CAPÍTULO 1 EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA l

De modo ·que la primera respuesta examinada -que el analista trabaja


y que, como tal, debe recibir su paga para satisfacer sus necesidades- no
constituye una respuesta específica que atienda la particularidad de la ex­
. periencia de un análisis.
Otra respuesta dice que la retribución económica dignifica la labor. Es
una respuesta general, aplicable a toda práctica, pero hay que reconocer
que muchas tareas no se hacen buscando, ni obteniendo, retribución di­
neraria, y eso no descalifica ni la naturaleza ni al agente ni a los efectos de
esa labor. Nadie podría desacreditar el cruce de los Andes o la escritura
de Las mil y una noches o la ocupación de cierto cargo honorífico en una
institución por no haber tenido el correspondiente desembolso dinerario.
De modo que el deber cobrar no encuentra su razón en el supuesto impe­
rativo, basado en que dicho cobro sirve como expresión de la dignidad de
una práctica (salvo que adscribamos, sin miramientos analíticos, al espí­
ritu capitalista que identifica la importancia de un personaje o de una la­
bor por el dinero que percibe).
Otra posición -seguimos el procedimiento, como decía Masotta1, de la
"definición insuficiente" : proponer para corregir inmediatamente- afirma
que mediante el pago el paciente valoriza el análisis; instituye el pago, en­
tonces, como instrumento de valorización: en un extremo, el tratamiento
gratuito no valdría entonces para el paciente; en el otro, uno costoso goza­
ría de la más alta estima para el encargado de pagarlo. Tendemos a pensar
que la experiencia contradice estos ejemplos (sin ir más lejos, en el capítu­
lo pasado dimos cuenta de un texto clínico en el que fue justamente la exi­
misión de pago lo que impulsó favorablemente el tratamiento) . Esta posi­
ción se apoyaría en los consejos brindados en Sobre la iniciación del trata­
miento, en tanto ahí a Freud le parece " . . .notorio que no se eleva en el en­
fermo la estima por el tratamiento brindándoselo demasiado barato . . "2, li­ .

gando, entonces, el valor del análisis al dinero instituido como pago de ho­
norarios. No es una respuesta, naturalmente, que merezca desecharse ya
que roza la verdad, pero lo hace incidentalmente ya que el dine� -en sen­
tido estricto y como planteamos en el primer capítulo-,- no crea valor. Pero
.�-� --,..._ _,,, __,

demos un rodeo para ofrecer nuestra respuesta.

l. Osear Masotta, Introducción a la lectura de /acques Lacan, pág. 24, n.14 -editorial
Corregidor-.
2. Obras Completas, Torno XII, pág. 133. Arnorrortu editores.

81
. GUILLERMO CICHELLO j FUNCIÓN DEL DINE,RO EN PSICOANÁLISIS

LA CARTA ROBADA, LA RIVALIDAD Y LOS 50 MIL FRANCOS DE


RECOMPENSA.

Centremos nuestra respuesta sirviéndonos del cuento de Edgar Allan


·
Poe, The purloined letter, o, mejor dicho y parcialmente, de la lectura que
Lacan hace de ese cuento que considera "absolutamente sensacional y fun­
damental para un psicoanalista" 3•
Es un relato que se inscribe en una tradición que el mismo Poe inaugura:
el del policial de enigma, que los ingleses -sobre todo- transformaron en ·

género autónomo y en el cual la intriga está fuertemente articulada confor­


me el fetiche de la inteligencia pura, de la lógica imbatible. Mencionamos
esta circunstancia porque la astucia, la inteligencia, la perspicacia del per­
sonaje que tiene a su cargo la resolución del enigma -C. Auguste Dupin, en
nuestro cuento- va a ser una de los elementos centrales de la trama.
La lógica del policial clásico -esto Ricardo Piglia lo señala muy bie�4-
presenta en todos los casos un crimen en el que el móvil, como se dice, no
es el dinero (justamente la gratuidad del móvil fortalece la complejidad
del enigma) y donde el personaje encargado de resolverlo es un aficiona­
do, un amateur, que actúa, por así decir, desinteresadamente.
Todo lo contrario sucede con los relatos de la llamada "serie negra" -el
hard boiled, el policial "duro" norteamericano (Hammett, Chandler, Cain,
McBain)-, donde los delitos están sostenidos principalmente por el dine­
ro: homicidios "por · encargo'� robos, estafas, extorsiones, secuestros, y en
los que el detective (el Phillip Marlowe, de Chandler; el Sam Spade, de
Dashiell Hammett) es un investigador privado que busca el dinero, inelu­
diblemente cobra por su trabajo.
Trazada esta.diferencia de géneros, preguntémonos lquién es C. Augus­
te Dupin? Así lo presenta Poe en The murders in the rue Morgue: "Un jo­
ven caballero procedente de una familia excelente -y hasta ilustre-, pero
a quien una serie de desdichadas circunstancias lo habían reducido a tal
pobreza que la energía de su carácter sucumbió ante la desgracia, lleván­
dolo a alejarse del mundo y a no preocuparse por recuperar su fortuna.
Gracias ·a la cortesía de sus acreedores le quedó una pequeña parte del
patrimonio, y la renta que le producía le bastaba, mediante una rigurosa
economía, para subvenir a sus necesidades sin preocuparse por lo super­
fluo" 5. Lo destacamos porque marca la despreocupación, casi la indolen-
3. J. Lacan, Seminario 2, clase 15 Par o impar. El otro sitio donde Lacan escribe sobre el
cuento es, naturalmente, el trabajo con el que abre la serie de sus escritos: El semina­
rio sobre La carta robada (Escritos I, siglo XXI editores).
4. Sobre el género policial, en Crítica y ficción -editorial Siglo veinte (1990)-.
5. EA.Poe, Los crímenes de la calle Morgue, pág. 422. Cuentos l. Alianza Editorial Las
QUINTO CAPITuLO 1 EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA l

cia, por el dinero de nuestro personaje. Está claro que Dupin no! resuelve
enigm¡:¡.s para ganarse el sustento. Tampoco Sherlock Holmes, de !A.C. Do­
yle, �l candoroso padre Brown, de Chesterton, ni et paródico Isidro Paro­
.di, de Borges y Bioy Casares, son tipos que realicen su: "trabajo" de inves-
tigadores de enigmas a cambio de un puñado de billetes: 1
Sin embargo, dentro de ese gran conjunto de relatos del polici� clásico
inglés, donde el dinero -reiteramos- no es un elemento gravitafite en la
intriga, en La carta robada, en cambio, sí juega un papel importante para
lo que a nosotros nos interesa, en tanto nuestro Dupin está aquí excepcio-
1
nalniente interesado en recibirlo.
Pasemos a consignar las dos escenas importantes del cuento,fprecedi­
das de una, no menos relevante que las antecede: aquella donde d1 robo es
contado. Esta se desarrolla en "la decrépita y grotesca mansión" de Dupin
y se hallan presentes éste, el narrador de la historia y el prefecto tle la po­
licía de París. El prefecto acudió a "pedir la opinión de Dupin solJre cierto
asunto oficial que lo preocupaba grandemente ( . . . ) Un asunto ..fagrega­
muy sencillo que no dudo que podremos resolverlo perfectamdnte bien
por nuestra cuenta; de todos modos pensé · que a Dupin le gustatía saber
los detalles, puesto que es un caso muy raro" 6• Poe contrasta cohvenien­
temente la doble actitud del prefecto de "pedir consejo" y de jabtarse de
poder "resolverlo perfectamente bien por nuestra cuenta". 1
Relata que "cierto documento", una carta precisamente, le ha! sido ro­
bada a la reina en el dormitorio -real, por el ministro D., quien retjene aún
la carta en su poder. El robo se ha producido con la siguiente pahiculari­
dadi el ministro la sustrajo ante los ojos mismos de la reina, quidn si bien
lo vio hacerlo no pudo interponerse, ya que eso hubiese importado admi­
tir la existencia de la carta ante el rey, presente también en la alcoba, aun­
que 1ignorante de la situación. La naturaleza ocultable de esa c�a ponía
en cuestión el honor de la reina, cosa que inmediatamente el min�stro per­
cibió al notar la desesperación de aquella ante la posibilidad de qili.e
'
la .car-
ta se hiciese pública o, lo que es lo mismo, llegara a conocimient0 del rey.
De modo que el ministro cometió el robo de una manera "tan i:hgeniosa
como audaz", alcanzando sobre la reina el máximo dominio iln�ginable,
al saber ella quién es el ladrón sin poder denunciarlo, y saber el [ministro
que la reina es plenamente conciente de esta circunstancia. [
Por supuesto que la casa del ministro ha sido minuciosa, micrdscópica­
mente registrada por la policía -por falsos ladrones también fue �evisado
i

citas de la presente edición, con la traducción del inglés de Julio Cortázar, �on las que
seguiremos de aquí en adelante.
·

6. Op. cit. pág. 515.

83
e
0
GUILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

el propio ministro-, sin que se tuviera la menor pista de la carta; entonce�,


ante esta imposibilidad -y ya transct;UTidos tres meses del robo, en los que
el uso político derivado de la posesión de la carta creció de un modo tan
peligroso, como la presión de la reina-, el prefecto de policía decide acu­
dir a Dupin. "Mi honor está en juego -le dice- y, para confiarle up. gran
secreto, la recompensa prometida es enorme" 7• Lo repite varias veces: la
recompensa es enorme.
Hasta ahí el diálogo inicial, concluido con la salida del prefecto, des­
ilusionado ante el consejo de Dupin de "revisar completamente de nue..:
vo la casa".
Ya por entonces Dupin tiene una idea bastante aproximada de dónde
puede estar la carta. Ya conoce al ministro D. -su rival en la trama- y ha
hecho un cálculo acertado de su modo de pensar. Recordemos, Dupin es
un razonador, alguien que en cierto sentido presume de su inteligencia, al­
guien que hace de su astucia, del manejo implacable de la lógica, su bastión
insuperable. En ese contexto, el ministro es su adversarioª, no sólo por la
astucia que despliega en la ocasión -un desafío para Dupin-, sino por un
asunto pendiente entre ellos: "cierta vez, en Viena, D. me jugó una mala
pasada, y sin perder el humor le dije que no la olvidaría" 9•
De modo que Dupin va a actuar, en cierto sentido y hasta cierto punto
(punto que después revelaremos), en plena disputa imaginaria con D.: a
ver quién de los dos es más ingenioso, más inteligente, situación en la que
la venganz� :p.o es un elemento ausente.
Ese cálculo sobre quién es el ministro y cómo podría llegar a compor­
tarse en esta coyuntura -en función, claro, de suponer ante · quién el mi­
nistro cree que se enfrenta (la policía)- le permite recobrar la carta. Com­
parece con cualquier excusa al ministerio, conversa de trivialidades con
D. el tiempo suficiente para examinar tras sus opacos anteojos toda la ha­
bitación, hasta que descubre la carta. "Para esconder la carta -dice Du­
pin- el ministro había acudido al más amplio y sagaz de los expedientes:
el no ocultarla" 10• Efectivamente, la carta escapaba a la atención a fuer­
za de ser evidente. Se encontraba como distraídamente dejada en un tar­
jetero, apenas disimulada con algunos cambios formales de su envoltura.
Dupin la recobra distrayendo la atención del ministro hacia la ventana,

7. Op. cit., pág 518.


8. El cuento está repleto de descripciones sobre "el audaz, decidido y característico in­
genio" del ministro D.: es un poeta que ha adquirido cierto renombre (pág. 527) -Du­
pin, a su vez, se considera a sí mismo "culpable de algunas malas rimas" (pág. 519)- y
"como poeta y matemático es capaz de razonar bien': admite Dupin (pág. 527).
9. Op. cit. pág. 534.
10. Op. -cit. pág. 531.

84
QUINTO CAPITuLO 1 EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA l

y en plena "explosión pasional" -como dice Lacan- pone en lugar de la


carta, una sustituta con una leyenda de su puño y letra que marca exacta­
mente la tensión de rivalidad en que la cosa se juega entre ellos hasta ese
· momento. Es que la imagen del ministro, quien ostenta para Dupin la ca­
pacidad inventiva del poeta y el rigor del matemático, es una imagen a la
que gustosamente también se identifica el propio Dupin. Por ende, el dra­
ma se desenvuelve, hasta ese momento, en la especularidad que delimita
el registro de lo imaginario; especularidad sellada, testimoniada, por los
versos escritos por Dupin en la carta sustituta:

"Un designio tan funesto,


si no es digno de Atreo, es digno de Tiestes?'

Son versos pertenecientes al Aireo, de Crebillón, un dramaturgo fran­


cés del siglo XVII, que aluden al mito griego de los hijos de Pélope -Atreo
y Tiestes-, que se ocupa justamente de la rivalidad, la venganza, el odio a
muerte de dos hermanos.
Dupin, al recobrar la carta y detentarla, está metido de lleno en esa ló­
gica de puro prestigio, de pura sagacidad, con su adversario, con su "her­
mano de astucia'� podríamos decir, el ministro D.

DE CÓMO LA INTRODUCCIÓN DEL DINERO TRANSFORMA LA


ESCENA

¿pero cómo juega el dinero de la recompensa? Volvamos a la trama del


cuento. Ha pasado ya un mes de la conversación inicial del prefecto con
Dupin, cuando el policía le hace una segunda visita: "-¿Qué pasó con la
carta robada?" -le saca el tema Dupin y, mostrando · que está plenamen­
te metido en la lucha imaginaria, agrega: "Supongo que, por lo menos, se
habrá convencido de que no es cosa fácil sobrepujar en astucia al minis­
tro" 11• El prefecto, desorientado ya, le dice que volvió a revisar la casa
-como Dupin aconsejaba-, pero fue tiempo perdido. Y aquí se produce
el siguiente diálogo, que transcribimos íntegramente porque es esencial a
·

lo que queremos mostrar:

"-¿A cuánto dij o usted que ascendía la recompensa ofrecida? -pre- .


guntó Dupin.
-Pues. . . a mucho dinero . . . muchísimo. No quiero decir exactamen-
_

11. Op. cit. pág. 522.

85
GUILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

te cuánto, pero eso sí, afirmo que estaría dispuesto a firmar un cheque por
cincuenta mil francos a cualquiera qui;: me consiguiera esa carta. El asun­
to va adquiriendo. día a día más importancia, y la recompensa ha sido re­
cientemente doblada. Pero aunque ofrecieran tres veces esa suma, no po- ·

dría hacer más de lo que he hecho.


· -Pues . . . la verdad. . . - dijo Dupin, arrastrando las palabras entre bo­
canadas de humo-, me parece a mí. . . que usted no ha hecho . . . todo lo
que podía hacerse lNo cree que. . . aún podría hacer algo más, eh?
-l Cómo? lEn qué sentido?
-Pues . . . puf. . . podría usted. . . puf. . .puf. . . pedir consejo en este asun-
to . . . puf, puf, puf. . . lSe acuerda de la historia que cuentan de Abemethy?
-No iAl diablo con Abemethy!
-De acuerdo iAl diablo, pero bienvenido! Érase una vez cierto avaro
que tuvo la idea de obtener gratis el consejo médico de Abemethy. Apro­
vechó una reunión y una conversación corrientes para explicar un caso
personal como si se tratara del de otra persona «Supongamos que los sín­
tomas del enfermo son tales y cuales -dijo-. Ahora bien, doctor: lqué le
aconsejaría usted hacer?» . «Lo que yo le aconsejaría -repuso Abemethy­
es que consultara a un médico».
-iVamos! -exclamó el prefecto, bastante desconcertado-. Estoy ple­
namente dispuesto a pedir consejo y a pagar por él. De verdad, daría cin­
cuenta mil francos a quienquiera que me ayudara en este asunto
-En ese caso -replicó Dupin, abriendo un cajón y sacando una hbre­
ta de cheques-, bi.en puede. usted llenarme un cheque por la suma men­
cionada. Cuando lo haya firmado le entregaré la carta" 12•

Es una escena extraordinaria, sobre todo muy útil para nuestro pro­
pósito -que no es, como se vio, desplegar las muchas lecturas del cuen­
to, como hace 'Lacan, sino sólo tensar la línea que implica la interven­
ción del dinero-. Esta escena permite, al menos, dos lecturas sobre sus
efectos: unos involucran la posición del prefecto de policía; otros, la de
Dupin.
lQué es lo primero que hace Dupin con el prefecto en esta escena? ·
Obligarlo, por así decir, a que reconozca su demanda, que la articule,
que la formule con todas las letras, sacándolo de aquella falsa suficien­
cia que lo· nevó a decir que podía "resolverlo perfectamente bien por su
cuenta". Directamente le dice "pida consejo" ; lo disuade de aquellas pe­
tulaneias en que se expresan las formas degradadas de autoconciencia
narcisistas, del tipo "quién me conoce mejor qi.ie yo", o -como diría La
Rochefoucauld- "no puedo aceptar el pensamiento de ser liberado por
otro que por mí mismo", o cualquier otra forma derivada de la "autoayu-

12. Op. cit. págs. 522/523.


QUINTO CAPITuLO J EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA l

da". Pida consejo, no presuma, y, luego, pague por él. Pero pague efecti­
vamente, firme el cheque, nada de "en el caso de recobrar la '.carta, da­
ría algo", propósito aplazado a las generosidades de un futuro incierto,
· potencial, sino que lo ubica decididamente ante esta disyuntiva: si quie­
re la carta, págueme ahora. En ese momento, la maniobra de Dupin ca­
libra hasta qué punto el prefecto quiere la carta y, desde luegol está dis­
puesto a pagar el precio de su acceso. Pero para entregársel�, primero
Dtipin se la hace pedir, lo ubica como demandante, lo insta á articular
su pedido ante él; sólo entonces, sanciona y pareciera decirle: 'entregue (
esa libra de carne, el objeto, el bien, con que se paga por la satisfacción
1
del deseo" 13•
¿Qué lectura permite la escena del lado de Dupin? Midamos sus efec­
tos. Hay un momento en el que Dupin, en posesión de la cart�, todavía
no'la entregó y no recibió, por ende, el dinero de la recompensa� Momen­
to marcado desde el instante de su apoderamiento en el ministerio, has­
ta la segunda conversación con el prefecto. Insistimos, Dupin ¡es duran­
te este tramo "parte interesada", como dice Lacan, en el drama intrigante
1
que envuelve al resto de los personajes, toma partido por la rei,na, o sea,
adopta una de las dos opciones en que se reparten los interese� del con­
flicto. Recobrar la carta pero sin recibir hasta ese momento la r'ecompen­
sa lo deja completamente preso en la pasión de la .comedia phlaciega y
su bipartidismo, captura que lo llevó -como vimos- a adoptar 61 partido
de la reina contra el ministro y a escribir los versos fraticidas ep la carta
sustituí�. ¿cómo sale de la lucha a muerte, de la tensión desafiante, del
amor y el odio, propios del registro imaginario, sino es porque permane­
ce atento a la existencia del dinero de la recompensa y exige su parte? Si­
tuación singular en un personaje como Dupin, tan desaprensivq sobre las
necesidades materiales de la existencia, pero que de pronto se v� precisa­
do a pedir -casi a exigir- que le entreguen sus cincuenta mil francos. Con
ellos en su libreta de cheques, se da por satisfecho: entrega la carta y sale
de la dualidad del drama. El comentario que Lacan hace de estcl instante,
pone en analogía el episodio de la entrega de la recompensa c0n el acto
que instituye cobrar en dinero en la experiencia analítica. Lo prbpusimos
como epígrafe: "¿No estaremos en efecto justificados para sentimos alu­
didos cuando se trata tal vez para Dupin de retirarse por su parte del cir­
cuito simbólico de la carta, nosotros que nos hacemos emisario de todas $
las ,cartas robadas que por algún tiempo por lo menos estarán ¿on noso­
tro� «en souffrance» (a la vez, "en espera" y "en sufrimiento") e la trans­ 4
ferencia? ¿Y no es la responsabilidad que implica su transferenfia la que
. 1
. 1
13. J. Lacan, Seminario 7, La ética del psicoanálisis, clase del 6 de julio de 19p0.

87
e >
GUILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

neutralizamos haciéndola equivaler al significante más aniquilador que


hay de toda significación, a saber el �ero? . . . " 14•
·

Repetimos: el analista neutraliza15 la transferencia -y ahí reside en par­


te su responsabilidad- tomándola equivalente al dinero; no responde al
amor con amor (o al odio -es lo mismo- con odio), sino al amor con el
dinero instituido como pago.

LA PREGUNTA DEL INICIO : ¿POR QUÉ PAGAR?

Llegado este punto, contestemos la pregunta que dejamos pendiente


cuando dijimos que el pago no establece el valor de un análisis. En el caso
de nuestro prefecto de policía, parece claro que el valor que él le confe­
ría a la carta no derivaba de la exigencia de pago efectuada por Dupín (a
más dinero, más valor) : esa esquela ya valía, y mucho, para el prefecto, aún
antes del pedido del investigador; sin embargo, lo que instituyó ese des­
embolso de dinero implicó un reconocimiento, una clara admisión de ese
valor (no una creación de valor) por parte del prefecto: si tanto vale esto
para usted, entonces, pague, reconozca mediante el acto del desembolso,
el valor que le asigna.
Un análisis, continuando el símil, comienza a resultar valioso para el
paciente cuando el progresivo trabajo llevado adelante va liberando goce
retenido, confinado en el cofre del narcisismo. En consecuencia -y como
·,.
dijimos en el primer capítulo- el valor d�riva del trabajo (en nuestro caso,
'' analítico), y no de la cantidad de dinero estipuiada como pago. Por eso,
·'-. , repetimos: el pago demandado en dinero estaría llamado a revelar el va­
"'
lor, a reconocer el valor que el trabajo analítico produjo y a intentar so­
cavar, entre otros, dos de los puntos de resistencia cruciales en todo aná­
lisis: la tentación transferencial de pagar con amor (o con otras pasiones
\ : -como lo intentamos ilustrar con Poe-) y, por otro lado, la renuencia al
reconocimiento, al deber de agradecimiento16, derivado del complejo pa-

14, Lacan; El seminario sobre La carta robada, en Escritos I, pág. 30. Siglo XXI editores.
15. Evoquemos acá a Marx, cuando señala el carácter "nivelador'' del dinero: ''Así como
en el dinero se ha extinguido toda diferencia cualitativa de las mercancías, él a su vez,
en su condición de nivelador radical, éxtingue todas las diferencias" (El capital, Tomo
I, pág. 161, Siglo XXI editores).
16. "Muchas de las resistencias del neurótico se acrecientan enormemente por el trata­
miento gratuito; as� en la mujer joven, la tentación contenida en el vfuculo transferen­
cia!, y en el hombre joven, su renuencia al debf!r del agradecimiento, renuencia que
provi,ime del complejo paterno y se cuenta entre los más rebeldes obstáculos de la asis­
tencia médica La ausencia de la regulación que el pago al médico sin duda estable­
ce se hace sentir muy penosamente; la relación toda se traslada fuera del mundo real,

88
QUINTO CAPÍTULO j EL DINERO EN LA TRAi'<SFERENCIA l

terno -punto de resistencia que, una vez superado, permite situar al suje­
to en su relación a la ley de la deuda simbólica-.

De modo que .con lo expuesto esperamos estar en mejores condicio­


nes para aventurar una respuesta a la pregunta que marcó la orientación
del capítulo.

y el paciente pierde un buen motivo para aspirar al término de la cura". Freud, Sobre
la iniciación del tratamiento, págs. 133/134. Obras Completas, Tomo XII. Arnorrortu
editores. En otro lugar nos hemos ocupado de este punto resistencia! de los varones,
cf. G. Cichello, La posición femenina frente al padre, en revista "Sócrates" Nº 5 Gunio
de 1996).

89
EL DINERO EN LA TRAN SFERENCIA I I

¿ CON QUÉ PAGAR?


UN COMENTARIO DE El mercader de Venecia,
DE WILLIAM SHAKESPEARE

-La quiero mucho -me dijo.


-Hay que ver lo que te cuesta esta chica -repliqué.
-No me cuesta nada.
-Te cuesta plata. Mucha.
-Mientras no me cueste más que plata, no importa -dijo.
ADOLFO BIOY CASARES, Descanso de caminantes

Los acreedores patricios organizaban de cuando en cuando,


del otro lado del Tíber, festines con la carne conveniente­
mente aderezada de sus deudores.
KAru. MARx, El capital

RA.CCONTO

Venimos de plantear en el capítµlo anterior, a partir del cuento de E. A


Poe, la particular función que había adquirido el dinero de la recompen­
sa por la carta robada, produciendo algo que podemos definir, sin dudas,
como un cambio, un salto de registro : de la lucha imaginaria entre Dupin
y el ministro, a la obtención del dinero por parte del primero, que intro­
duce una terceridad (simbólica), suficiente para desactivar, para neutrali­
zar la tensión de odio entre ambos. "Él (Dupin) ha tocado pasta, y ya no
tiene nada que ver en el asunto", decía Lacan1, indicando que, a partir de
recibir ese pago y salir de la captura imaginaria, el interés desapasiona­
do de Dupin se juega en relación al dinero, y ya no importa medirse con
el ministro para ver quién es el más astuto de los dos ni continuar obran­
do movido por la venganza. El dinero en esa coyuntura, entonces, termi­
na ocupando un lugar tercero, más allá de los juegos narcisistas que mo­
tivaron el robo y la aparición de la carta.

l. Seminario 2, capítulo 16.

93
GUILLERMO C!CHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOAl"<ÁLISIS

Llegamos al final de nuesti:o recorrido. Nos proponemos para esta oca­


sión, preguntarnos por los medios de pago, precisamente por el objeto cou­
el que se satisface un pago (objeto que -como veremos- no siempre en
la historia ha sido, ni lo es tampoco en la actilalidad la moneda -debate
que toma a su cargo Shakespeare en la obra que comentaremos-), y exa­
minar qué función tiene el dinero instituido como pago en la experiencia
analítica. · ·

Hay una escena célebre en el Antiguo Testamento -pertenece al Géne­


sis-; es aquella en la que Abraham va a responder al llamado de Yahvé, a
la prueba a la que lo somete Yahvé. En uno de los cerros de la región de
Moriah, le pide que le entregue en holocausto a su hijo Isaac -que lo que.;.
:ine en sacrificio a Él-. Es una escena completamente aciaga. Lo vemos a
Abraham levantarse de madrugada, ensillar su burro, juntar la leña, el bra­
sero, el cuchillo y tomarlo a Isaac mientras se encaminan a la cita. Ya su­
biendo el cerro, Isaac pregunta: "Padre mío. Llevamos el fuego y la leña,
pero ¿dónde está el cordero para el sacrificio?"2• Podemos suponer que
oscura y angustiosamente, Isaac intuye que él será d objeto con el que su
padre saldará el reclamo divino.
Nos pareció que este relato bíblico era una buena manera de introducir..,
nos en las diversas respuestas que suscita la pregunta que encabeza este ca­
pítulo: ¿con qué pagar? Sostener esta pregunta supone una premisa: no hay
gratuidad, siempre se paga co.n algo, se sepa o no cuál será la moneda. ·
"Con las putas, uno sabe cuánto paga, con las mujeres, en cambio, nun­
ca se sabe" -me decía un paciente que había arreglado así sus cuentas con
el sexo: pagaba por su goce una suma que conocía de antemano. Otra pa­
ciente decía: "Pagar la sesión nos libera a ambos", e insistió por un tiempo
en no venir cuan.do no tenía dinero para pagarla (por más que a la siguien­
te pagara por la que faltó). Esto nos indica que el pago en dinero conjura­
ría un peligro; indica que entrar en deuda con otro no es cosa fácil, porque
perfila la posibilidad o el deber de pagar con algo de sí mismo.

MEDIOS DE PAGO

"No hay en la vida nada más costoso que la enfermedad y la estupidez"


-escribió Freud 3 en uno de los textos técnicos donde más extensamen­
te trató el tema del dinero en la cura-, ·ya que resulta inconmensurable el

2. Génesis, 22:7.
3. Sobre la iniciación del tratamiento, Tomo XII, pág. 134. Amorrortu editores.

94
SEJCTO CAPITuLO 1 EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA Il

pago en dinero con los efectos de un análisis llevado a buen término. De


ese modo, ubicó la enfermedad y la estupidez en la misma serie que el dine-
ro, en tanto todos ellos serían medios de pago: o se paga con las primeras
o· se paga con el último. Es que "�l.!finero no sirve simplemente para com-'>
prar_gbjetos, sino que los pr.ecios, que eii. riüestra ciVilizadóñ estári' caléü� '\ . J

lados al centavo, tienen por función affiorti.Zar aigo infÍnltamente más pe- \ r

hgrnso qtie- el pagar con moneda: debérle i:ilgo a.algul.en" 4• ¿J?or q_µlesoi)
..

medi0s son infinitamente mas peligrosos? En principio, por la ausencia de


medida y la oscuridad del objeto que reclama el acreedor ¿con cuánta es­
tupidez saldar la deuda? ¿cuánta enfermedad qul.ere el Otro? ¿q'ué par-
te de mi cuerpo queda prendada al Otro -otorgada como fianza- para sa­
ciarlo? Son preguntas que abren a un horizonte desmesurado, a una boca
inmensa que no encuentra medida donde saciarse. I·
Díversos usos lingüísticos aluden a formas de pago distintas ali dinero
("me las vas a pagar': "me costó un ojo de la cara': "me costó un hu�vo . . . y
medi0", "me dejó pagando", "lo que hiciste no tiene precio, es impj'lgable':
"lo ¡que hiciste te va a salir caro", "el que las hace las paga': "vas a c?b:car''),
en los que se perfila el compromiso -incluso, el despedazamiento- d;el cuer­
po como instrumento privilegiado para entregar a la satisfacción ajena.
Es un tema que tiene una larga y controvertida historia: poderhos ·en­
contrar un primordial trámite de (;!Se exceso en la legislación primitiva. Es
que d�1:!ªª'7 ofensa, falta,_ cri.JJie:v -en fin: el conjunto de lo que se llarpa obli­
gaciones que atan, que ligan a alguien a otro 5- forman parte de Un. vasto
conjunto más o menos homogéneo que reclama diversas opcione� de sa­
tisfacción. <": Cómo_ �.cilc!ª1:". '\,µ'lª_qfensa? ¿ Con qué pagar una fa1!9-? lJDe
.
.

!
qué
manera satisfacer una obligación? Corrió-excesiv�úúi.ñgre-liasfa en:contrar
.... . . . · .· · - . __ __ , __,__ _ -- - . ...... , .....,... , . • _.,. ... ... . .. . ........ .. - ;e - • ._ ... .. . .. . .. ._. -- - - - ��

un 1régimen que estableciera un si.§!.ema denominado �-:e_:oporciOjlaild�J


entre, aquellas y su reparación. La bíblica ley del talión- -procedente, en
realidad, del código de Hamurabi, rey de Babilonia- instituyó uno de los
primeros lúnites a la desmedida venganza, procurando fijar lo q�e debía
pagarse, en función de la entidad del daño causado. "Este antiguq princ!i­
piq -escribió San Agustín- se estableció para reprimir las llamas del odio
y refr�nar los. espíritus inmoderados de los crueles ( . . . ) Para esta inmode­
rada y, por eso, injusta venganza, la ley -asegurando la justa prop0rción­
instituyó la pena del talión". En consecuencia, ojo por ojo, diente ppr dien-
te no es incremento, sino límite del furor 6 •
·

4. J. Lacan, Seminario 2, capítulo 16. ·

¡
5. iDe hecho, en la nodón de obligación vive la atadura, la ligazón con otro; la1obligatio
deriva de ligare, ligazón de constreñimiento incluso jurídico entre dos sujetqs.
6. Cf; Enrique Aftalión, José Vtlanova, Historia de las ideas jurídicas en Introducción al
derecho, Abeledo Perrot (Buenos Aires, 1988).

95
. o GUILLERMO CICHELLO j FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

A esta primera temperación de la venganza (es sólo ojo por ojo), le siguió
una institución más benigna, si se quiere; según la cual la falta -en cambio
de ser vengada- debía ser resarcida, con el auxilio de un arbitraje predeter­
minado que fijara un sistema de tarifas, un quantum 7; con .lo cual comien­
za una distinción entre un derecho penal, en el que se paga con una pena
corporal -;::-el encierro del cuerpo, el supplicium de los romanos-, y uno ci­
vil, en el que se salda monetariamente al ofendido -mediante un pago obli­
gatorio o damnum- y en el que volvemos a encontrar el mismo problema
que dejamos en el primer capítulo, el problema del valor: con qué medir,
cómo cuantificar el resarcimiento de una falta, la satisfacción de una deu­
da, la indemnización de un crimen. Pasamos así del ojo por ojo, mano por
' mano, a una compleja mediación en razón de la cual no se paga con el mis­
mo bien agraviado, sino con un equivalente general de todos los bienes: el
dinero, que tiende a mitigar la violencia, el furor de la represalia 8•

SHYLOCK.Y LA LIBRA DE CARNE : TRES MIL DUCADOS POR TRES


MESES

Dijimos que nos abocaríamos al comentario de El mercader de Vene­


cia, una obra que Shakespeare escribe entre 1594 y 1597 en la Inglaterra
de Isabel l. El elemento central de la obra que nos interesa rescatar es jus­
tamente el tratamiento establecido para saldar una deuda.
lQuién es el judío Shylock? Recordemos que la instalación de judíos
ha estado prohibida en Inglaterra desde 1391, y las pocas familias hebreas
-obligadas a presentarse como conversos- están prácticamente' excluidas
de la mayoría d!=! los oficios y profesiones, reservándoseles la desprecia­
da labor de prestamista. El préstamo a interés también estuvo prohibido

7. "Si.un buey cornea a un esclavo o esclaya, se pagarán treinta siclos de plata al dueño
de ellos y el buey morirá apedreado" -establece el Código de la Alianza con Moisés
·

(Éxodo, 21:32).
8. En el derecho germánico encontrarnos varias nociones que intentan responder esta
controversia: desde la Blutrache, la "venganza de sangre': esto es, el derecho que tie­
ne el ofendido a poner mano sobre el ofensor o su grupo; la Friedenslosigkeit, o "pér­
dida de la paz", por medio de la cual se privaba al reo de la protección de la ley colec­
tiva, abandonándoselo al poder del ofendido -algo parejo a lo que el derecho roma­
no instituyó corno la "expulsión de la paz"-, hasta el Wergeld (literalmente "hombre­
dinero") : una suma pagada al perjudicado para sustraerse de la venganza, que obra­
ba corno satisfacción a la parte lesionada o a sus herederos; derivada de esta noción,
se podía pagar el Friedensgel o fredum, el "precio de la paz", por el cual el delincuente
hacía composición con el Estado y recuperaba su protección (cf. Sebastián Soler, De­
recho Penal Argentino, pág. 81, ed. TEA).

96
y sólo por el empuje de una actividad económica floreciente que deman­
da crédito, Enrique VIII -antecesor del trono y padre de Isabel I- lo au­
toriza recién en 1571, a pesar de la repulsa general reservada a los agen­
tes de esa actividad. La Venecia en la que transcurre la acción bien pue­
de ser una metáfora ·del Londres de esa época: un puerto rebosante de ac- ·

tiVidad mercantil.
La presencia de judíos se toma económicamente necesaria y se los tole­
ra con la condición de vivir marginados en minúsculos barrios insalubres,
denominados, desde 1516, guettos, y de llevar una indumentaria especial
que los identifique como tales (un sombrero cónico, un círculo amarillo o
una estrella de David en su camisa).
Ese es, a grandes trazos, el clima cultural de la obra, la atmósfera en
la que se moverán los personajes que Shakespeare pone en escena en El
mercader de Venecia.
El drama nos muestra al capitalismo aventurero del mercader real, An­
tori.io; a su amigo Basanio -aspirante a la rica y hermosa Porcia, pero ca­
rente de medios económicos para hacerle la corte- (ambos cristianos) y
al judío prestamista, Shylock, algo así como un representante del capita- ·

lismo financiero.
Sintetizo la trama que nos interesa seguir: Basanio necesita dinero para
cortejar a Porcia 9; como no lo tiene acude a su próspero amigo Antonio,
quien tiene toda su disponibilidad económica invertida en las tablas de
sus barcos mercantes; en consecuencia, se ven precisados a recurrir a los
oficios del judío Shylock. Humillado en razón de su raza y por desempe­
ñar una tarea que ahora, sin embargo, se le requiere (Antonio lo trató de
perro callejero, lo afrentó, escupió su levita hebrea), Shylock establece las
condiciones del préstamo, en las que se dibujan los filos de una vengan­
za con la que busca saciar su "antiguo odio". En este contexto establece
el famoso contrato : si los tres mil ducados requeridos no)e son devueltos
en el tiempo acordado, a manera de fianza, de garantía corporal, se reser­
va el derecho de extraer una libra de carne, "lo más cerca del corazón" 10,
del fiador, Antonio.
Esta cuestión introduce la posible conmensurabilidad, la equivalencia
entre hombres y dinero. Shakespeare no inventa la salida shylockiana, sino
que recoge el tratamiento por el que se satisfacían las deudas o las faltas

9. Recuérdese que por el palacio de Porcia desfilan ricos príncipes de regiones recóndi­
tas, que son sometidos a la prueba de los tres cofres -el que elige correctamente des­
posa a Porcia-. Freud trabajó esa escena en diversos partes de su obra; El motivo de
la elección del cofrecillo es el texto específico, pero también en Psicopatología de la
vida cotidiana y en la conferencia sobre Los actos fallidos.
10. Acto cuarto, escena primera.

97
GUILLERMO CrCHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

en la antigüedad clásica: era legítimo tomar la vida del deudor ante la au­
. senda de dinero.11
Como se ve, no es una idea novedosa, un invento de Shylock, sino un
medio posible de saldar las deudas o las ofensas. Por ejemplo, en el élere­
cho romano para hacer cumplir, para ejecutar una decisión judicial que
había declarado que fulano debía pagarle a zutano cierta suma de dinero
que adeudaba, el acreedor podía aplicar una disposición legal -la manus
iniectio (echar mano a alguien)- que le permitía encadenar al deudor y
llevarlo a la plaza pública y, si no satisfacía la deuda -u otro lo hacía por
él-, tenía derecho a venderlo como esclavo o matarlo y su cuerpo repar­
tirlo entre los acreedores, sin importar que alguien retirara un pedazo ma­
yor que el proporcional a su crédito 12• Entonces : se pagaba la deuda con
dinero, o se pagaba con un pedazo de cuerpo, real y literalmente.
Esa es la situación planteada entre Shylock y Antonio, y aquí el prime­
ro se mostrará intransigente. Los barcos de Antonio naufragan y con ellos
la posibilidad de pagar en el tiempo acordado. Shylock lleva el caso al tri­
bunal de justicia; no quiere otra cosa que la ejecución de la famosa cláu­
sula: rechaza todo pedido de misericordia, rechaza incluso el doble de la
suma prestada, que le es ofrecida ahora por Basanio (quien mientras tan­
to, y gracias al dinero del crédito, ha devenido el rico esposo de Porcia) .
Sólo quiere su libra de carne, se muestra inflexible y, mientras afila su cu­
chillo, rehúsa toda otra forma de satisfacción.

,
"¿Qué bien ves en eso?; -lo interroga Salerio, amigo de Antonio.
"Como cebo para los peces. Aunque no sirva para nada más, saciará mi
venganza" 13 -contesta Shylock-.

Esa pregunta sobre el sentido de su acción vuelve una y otra vez: lpor
qué quiere Shylock "la carne de Antonio antes que veinte veces el valor de
la suma que debía" 14 ? lPor qué no se trata de una "insignificante deuda" 15,
como ingenuamente piensa Porcia? l Cuál es la razón de su obstinación?

"Me preguntaréis por qué prefiero la carroña a recibir mis tres mil duca­
dos. No contestaré eso. Pero digamos que es lo que me apetece ( . . . ) No
puedo daros yo una razón, ni lo haré; sólo diré que un cargado odio y una
11. Como reza la sentencia latina: "Expendere pcenas capite": "pagar con su cabeza la fal­
ta cometida".
12. Alfredo Di Pietro y Ángel Enrique Lapieza Elli, Manual de Derecho Romano, pág.
112/173 -ed. Depalma-. ·
13. Acto tercero, escena primera.
14. Acto tercero, escena segunda.
15. lbid.

98
SEXTO CAP.ITuLO j EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA II

segura aversión siento por Antonio, y por eso sigo contra él un ptoceso
1
del que yo también saldré perdedor'' 16.

Quizá una clave. nos la proporcione el lugar en el que Shylock queda fi­
jado en la injuria de Antonio. Procederá, entonces, en función d� esa sig­
nificación, como un "perro callejero". Esa injuria la repetirá. una fy mil ve­
ces ("perro de mala raza" JJ; "me llamasteis perro sin que tuviera.S motivo,
pero ya que soy un perro, tened cuidado con mis colmillos" 18) , y ile devol­
verá a Antonio los rastros de su propio mensaje: "La vileza que :µie ense­
ñasteis yo la llevaré a cabo y será dura; quizá supere a mis maes1jros" 19•
Hasta aqw el dinero carece de valor corno instrumento de pago; Shylock
lo desestima corno tal; sólo quiere despedazar el cuerpo de su ofe:p.sor, con
la misma saña con la que fue tratado. La obra muestra los persona]es de un
modo paradojal; dilicilrnente se prestan a una reducción simplista del tipo
semitismo-antisemitismo o dualismos similares, sino que cada urio exhibe
los rasgos más aborrecibles o más nobles de la condición humana, de la ma­
nera que sólo el genio. de aquel que llamamos Shakespeare pudo !hacerlo.
En el tribunal de justicia interviene Parcia -disfrazada de joven juris­
consulto- quien analiza la expresión "una libra de carne"; autoriza la eje­
cución de la cláusula, con la condición de que Shylock corte prei::isamen­
te, ni más ni menos, una libra de carne exacta, y que en tal corte "no de­
rrame una gota de sangre cristiana" -puesto que la letra del con!trato au­
toriza la extracción de una libra de carne, sola,rnente-. En caso cbntrario,
si Sluylock realiza el corte en desmedro de la exactitud perderá �u vida, y
!
su patrimonio será confiscado por el Estado veneciano.
Shylock, finalmente, cede. ,
¿Qué introduce Parcia con su argumentación, con su ficción jurídica?
Un avance de lo simbólico por sobre la vengativa pasión imaginana20; bus­
ca impedir que una deuda sea pagada con el despedazamiento del cuerpo
e instituye que entre la falta, la deud1l> la ofensa -por un lado-, y el cuerpo
-por otro- no hay conmensurabilidad, no hay medida común d valor. �
En esto debemos reconocer una :f@.J;:.i.ón � legislafu¡:a_del
---
dinero. Media-
-�-�---¡----· � ·- ···� · �----�
�·

<!_or en.. ..las.. relaciones


·- · . . . . r.riªt�p_;�_tl
e � de .los hombres, el.. �ero como sigrufican- .
i
16. Acto cuarto, escena primera
17. Acto primero, escena tercera.
18. Acto tercero, escena tercera.
19. Acto tercero, escena primera. ¡
20. Debemos atemperar el alcance de esta afirmación: la venganza pervive en l� argumen­
tación de Parcia y del tribunal que, ria satisfechos con obligar a Shylock a; desistir la
ejecución de su cláusula, le birlan la mitad de su patrimonio ylo compelen +-en medio
de la burla del auditorio- a convertirse al cristianismo, so pena de matarlo!

99
GQ"1LLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

te introducido en lo real tiende a separar al cuerpo d� su .inclusión como .


21
objeto de goce _ª�)C!,S _PCl8_iones._1m�w<lfl.�:.no_. s�_pg;Bq__�on el_ cuerpo •
==-====�--"-':" :-"
'--'-:---'-' - =- �--;--·
-
·· · · -.- · · · -·--·-·· · - · · · · ·· - ·--··
·
·- .. . . · ····· .. · · ·- · --- ··
-- -
·-· - - --�

-·-·¿-o .no-es-esa, precisamente, su función en el pago de un:·psiCóañálisis?


La abstinencia que separa, gracias al dinero, el encuentro de los cuerpos
en el amor. El analista demanda eso como medio de pago y en esa deman­
da se plan'tea una premisa ética.
Recuérdese la renuencia femenina a pagar los honorarios -señalada por
Freud-, en el intento de ''pagar con sus lindos ojos"22. Ya dijimos a qué
consecuencias se expone el analista si acepta este medio de pago ("amor ·

con amor se paga", dice el refrán). En consecuencia, la afirmación "se paga


con dinero" -en medio de tantos medios de pago "infinitamente más pe­
ligrosos"- ��p�-�!?.!J�_d_t::�5Jild ��qg Q_ª'-�-�.§jgnifi�é!!!tS:_l_éfil.!! . S!.U:­
tralizél.,Q.Q!..fl�]Q-�a_otJ;:_ª_�ig:rrif!�ación e introduce una disparidad: a la de­
!!i§_��g�-���-��J� qp_on�J��ª��crfuer9;,_ ---·--··-- -- -- ---- ·---··--- ---- ------ -- . . .

Intercalemos un breve fragmento clfuico, en el que las nociones de deu­


da y pago se plantearon en la escena de la transferencia, dando lugar a
que la ocasión de abonar los honorarios p ermitiera una nueva significa­
ción de esos términos.

USTED PAGA, USTED MANDA

La madre ha regalado la vida a su hijo, y no es fácil


sustituir por algo de igual valor este singular regalo.
S. FREuo, Sobre un tipo particular de elección de
objeto en el hombre

-Hoy no puedo ir a la sesión -dice por teléfono un analizante-.


-lPor qué?° -pregunto-.
-No tengo el dinero para pagarle.
-Bueno, puede venir igual y cuando puede la paga.
-No . . . lo que pasa es que la semana.que viene se me van a juntar dos se-
siones para pagarle. Va a ser mucho. Preferiría no deberle tanto.

La mención a la deuda me recuerda inmediatamente lo que viene ha­


blando en las últimas sesiones, y me decide a insistir:

21. Cf. Beatriz Castillo, La función del dinero, en reV:ista Conjetural Nro. 26.
22. Psicopatología de la vida cotidiana, Tofuo VI, pág. 156, nota 43 -Amorrortu edito­
res-.

100
SEXTO CAPITuLO 1 EL DINERO EN Lt\ TRANSFERENCIA Il

-Lo espero de todos modos y si le parece lo hablamos en sesión.

Vacila, pero acepta.


Se trata de un analizante de 30 años, al que llamaremos Javier. Des-.
pués de una prolongada e invalidante inhibición, hace aproximadamen­
te tres años sostiene su primer trabajo, en condiciones de bastante explo­
tación: no regularizado como trabajador, dedicado por muchas horas,
·
seis días a la semana, prácticamente sin pausas para almorzar, por muy
poco dinero, a pesar de desempeñar un oficio que requiere destreza y ni­
vel técnico. Sus quejas sobre esta situación y las preguntas sobre cómo
cree que han sido posibles esas condiciones laborales, derivan hasta en­
callar en la siguiente premisa, confesada con pudor: "Me da 'cosa' hablar
con el jefe de esto, pedirle un aumento o trabajar menos horas . . . encima
que me dio traba] o".
Se esboza, así, una primera cuestión, relativa a las amplias atribuciones
otorgadas al otro a partir de que le da algo, como si ese hecho habilitara
todo tipo de exigencias e impugnara su derecho a pedir.
El embarazo de su novia los decidió a convivir, pero -vista esta coyun­
tura, en la que carecían de dinero suficiente-, los padres de él les ofrecie­
ron una casa ubicada en la parte delantera de la vivienda de ellos, sepa­
radas ambas por un patio. Allí vive la j oven pareja; sin embargo, al poco
tiempo se presenta un conflicto: los padres y el hermano dos años menor,
para salir a la calle o acceder al garaje donde guardan su auto, entran sin
aviso ni permiso a la cocina de la vivienda, utilizada como una suerte de
paso directo a esos sitios, ahorrándose el pequeño desvío de salir por un
pasillo lateral con salida a la vereda y al garaje. El malestar por esta intru­
sión no se hace esperar. La muchacha plantea su queja, Javier la escucha,
vacila, duda sobre el derecho de interponer un planteo de privacidad; fi­
nalmente, con muchos miramientos, lo hace ante la madre (el padre es un
personaje muy poco tenido en cuenta y al parecer muy poco interesado en
entrar en la cuenta). La respuesta que encuentra no pretende dejar mar­
gen para negociaciones: "La casa es mía y paso por donde quiero, cuan­
do les di esta casa para que vivan, ustedes sabían que esto era así y no _me
van a decir por dónde puedo pasar. Son unos desagradecidos. lAsí pagan ·

la casa: que se les dio?".


Javier, entre resignado y anonadado, no logra oponer dicho. alguno.
En otra ocasión recibo en el consultorio el llamado telefónico, imprevis­
to, de la madre. "Quiero saber cómo está mi hijo, cómo va el tratamiento,
si concurre todas las semanas . . . porque no lo veo bien". Le contesto que el
análisis me impide contestar esas preguntas, porque le debo privacidad a
Javier y que, en todo caso, tiene la posibilidad de preguntárselo a él. "No,

101
GUILLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

con él no se puede hablar -se queja- porque está contestando muy mal.
Además, como yo lo ayudo económicamente a pagar el tratamiento quie­
ro saber cómo va . . . " Reiteré mi negativa. Este diálogo telefónico lo intro­

duje en el análisis, en la siguiente sesión. Una puerta fue cerrada.


Los enµnciados matemos no reconocen la casa como cedida, perdida
para quien la dio -con su consiguiente carencia de dominio sobre ella-;
lo mismo puede decirse del dinero entregado como ayuda para el pago del
tratamiento: e.!!�.mLr.��mJ?.2lso, supone m.:t.ª-�!!erte de derec�Q_ de audito_­
ría sobre el an@$j$,. En esa lÓgfca;·TuS-coñdicionesaeesa supuesta dona­
�fóñ-aejáii -ar-·réceptor en posición de rehén (algo así como los préstamos
que los organismos multilaterales de crédito, les otorgan a los países lla­
mados emergentes).
La insistencia repetitiva instaló el tema en el análisis, y presentó la oca­
sión de inscribir una diferencia. La maniobra en transferencia, entre los re­
gistros simbólico y real, procuró desoldar el sentido tan coagulado, el exc�
so de sentido que implicaoa-par¿;_-efpadeñte entrat"eh-déüda: estar a:m!3.r­
.-��d _deLcapricho O.el qtro� Ne>" se.. trató de una mteri?retáCióiú}ue·apúnta-
-ra al enigma de una forrii.adori del inconciente, como saber cifrado, sino
de una intervención en lo real orientada a reescribir el significante fáli­
co (él>), que establece la regulación legaI de los goces,_ponien(!o un límite
a la función clt::.l4�al de satisfacción niat�m__a y a la intrusioñ--defóti<i}:a
1�y:_q_ �r_fálo�i�tªbl.�¿� gue lodacfo'i1«) puede ser-devuclto:-relfl.f�gr_ii_dii� sfüó�
gue debe reconocerse como p�r_élidó;y·a·sü ve-Zºrel_arii_ a�<;>- como deuq�_.fIB_._
ia -caaeña·-a:é-Ia.filíacióií;-éri. 1a .sene<lefliiia:]e.--,�· su hijo qué-está.por na-
"cer liistecne·v:a: a!'qüerér ºcobrar aigciii díafos'pá:ñales que compró ó los ju­
guetes que le. irá !egalandó ?" -me vi llevado a preguntarle y esa interro­
gación tuvo como supuesto una.imposibilidad de derecho.
/ ,.. Si un objeto no se cede, no cae como objeto en la espiral abierta de la
;/circulación, se establece un oscuro pacto por el cual la salida exogámica
(no otra cosa, finalmente, es lo que estaba implicada en el reconocimien­
to de una vivienda independiente y ·en la prohibición consiguiente de pa­
sar por ella), se encuentra obstaculizada.
/¡ Consentir su inasistencia a la sesión o eximirlo del pago no hubiese
['permitido poner en la escena de la transferencia otra manera de saldar
'! una deuda. La módica intervención ("Esta sesión la irá pagando como
pueda, cuando pueda"), introdujo un acreedor que no lo deja prenda­
[ do, prisionero de su voluntad de goce desmedido, e inauguró su opor­
\ tunidad para_ cerrar algunas- puertas y abiir uri espacio que pueda con-
¡ siderar propio. .
SEXTO CAPITuLO 1 EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA lI �

TRATAMIENTO GRATUITO Y ACCIDENTE TRAUMÁTICO

Lacan advertía sobre los contragolpes agresivos de la caridad: "cómo


'asombrarnos de esas reacciones -decía-, nosotros que denunciamos los
resortes agresivos escondidos en todas las actividades llamadas! filantró­
picas" 23• La ausencia de ese elemento de regulación que el pagp al ana­
lista instaura, hace derivar el tratamiento de la deuda conforme l� pasio­
nes imaginarias.
En La iniciación del tratamiento Freud trata, quizá de form� más ex­
tensa que en ninguna otra obra, qué cosa instituye pagar el an�sis con
dinero. Específicamente, cuando escribe sobre los inconvenient�s de sos­
tener un supuesto tratamiento gratuito (digo "supuesto" porque, FOmo di­
jimos, tal gratuidad no existe), compara esa situación con "los e�ectos de
un grave accidente traumático" 24 para el analista, !

lCómo entender esta relación entre gratuidad de la práctica y¡ acciden­


te traumático? Si el trauma es un enorme monto de excitación �in toda­
vía trámite psíquico debido al estado de impotencia o desamparb del hu­
mano, preguntémonos: en el símil freudiano lqué trámite psíq co debe '4.i
anteponer el analista para no ser presa de semejante accidente traumáti­
co? Que esté en posición de responder por qué se deja poner en ese lu­
gar "para el cual la vida real no ofrece modelos" 25, por qué -como dice
Lacan26- se ofrece· al diálogo como un personaje tan despojado �e carac­
terísticas individuales, tan borrado, despersonalizado y reservadb de toda
ma.Iri:festación de sus gustos personales, tendiendo a ese ideal d� impasi­
bilidad, incluso de apatía o de "abnegación"27, que se emparienta con el ·

lugar del muerto en el juego del bridge; por qué interviene en la empre­
sa aportando sus pagos (paga con palabras -mediante sus inteljpretacio­
nes-, con su persona -la presta como soporte de los fenómenos transfe­
renciales- y con un juicio sobre su propia acción28), por qué se niega a
consentir toda apetencia amorosa de sus pacientes. lQuién querría "gra­
tuitamente': arbitrariamente, ocupar ese lugar que no parece siho impli-
car ;renuncias personales? i
Freúd aborda una respuesta por el sesgo del dinero: si acepta ocupar
1
i
� 23. J. Lacan, Tesis 3 de La agresiiJidad en psicoanálisis, en Escritos 1, Siglo $
editores.
24. Tomo XII, pág. 133 -Amorrortu editores. : ·

25. S. Freud, Puntualizaciones sobre el amor de transferencia. Tomo XII, pág.! 169. Amo-
·

rrortu Editores.
·

26. La frase que sigue a continuación parafrasea la tesis 3 de La agresividad eh psicoaná-


lisis.
. .
27. J. Lacan, Semmano 8, clase 13.
j
·

28. La dirección de la cura.

103
'" ,, G�!LLERMO CICHELLO 1 FUNCIÓN DEL DINERO EN PSICOANÁLISIS

ese lugar gratuitamente queda traumatizado, gozado -chupado, cagado,


cogido- por su paciente. Nada hay más costoso que eso: para el analista
y. . . para el psicoanálisis. El ':!0:-�!'.q de los honorarios pone, entonces, un
límite a aquella posición que, síii mediación del pago, se acerca al maso­
quismo y que permite distinguir el acto de sembléllltear la posición de ob­
jeto, de_a_q¡J�p_a-otra;-ta:n distiritá, ·a:e-ser efobj�fopul�,
a s��;To�q��-
Conduce mucli�_veces ·.::.por las vueltaspiilsionales- a transformar a!.P.?-.-
___

Cienf��n-obJeto en-erque saciar las apete!f�i_as s.!!Qj �_!iy�-:aeqüíeñ'pierde


-a:srsu lugar- -ae--an.a:nsta-.-- - --- - - --
·

-- - - -- ---------

-----Esif"trañ:üte'f>síquico" es su respuesta; si no la da, queda desamparado,


. .---- · - -- ---

impotente o en posición masoquista de renuncia samaritana o inclinado


a saldar el costo de su escucha con otros medios de goce. Su demanda de
honorarios implica justamente un coto, una razón, un límite, un precio a
su trabajo; es acotar su demanda: es sólo $50, $100 o la suma que se esta­
blezca como pacto con su paciente. La ausencia del goce monetario sue­
le inclinar la bálanza hacia la búsqueda de otros goces que tomen como
objeto a su paciente: desde la satisfacción de anhelos personales de con­
vertirse en. maestro que infiltra ideales, hasta convertirlos, directamente,
en partenaires eróticos.
También es posible tomar las respuestas por el lado de su paciente: ¿por
¡)
r qué el analista acepta semejante lugar, sin terciar el dinero? ¿ Qué quiere de
E · mí, si no le importa el dinero? Desde la desconfianza ("cuando la limosna es
i'. grande hasta el santo desconfía;') hasta el amor ("lo hace porque me ama"),
la gratuidad del vínculo puede ser leído por el paciente como una oscura ar­
bitrariedad que intensifica las resistencias transferenciales (tanto amorosas
como hostiles) y el eje en el que pasa a desenvolverse la acción es el de las
!, pasiones imaginarias2�. El pago en dinero, al contrario, como regulación que
' establece un goce tercero y carente de toda significación amorosa tiende a
alejar esos efectos, poniendo un límite al goce, a la arbitrariedad del Otro y
preservando al analista de ser gozado o de gozar a sus pacientes.

CODA

Ji
)1
Hemos . intentado desplegar las consecuencias derivadas de conside-
Ir rar al dinero como aquel significante que porta el privilegio de ser el más
!; aniquilador de toda significación. No sólo porque· ániquila la significación

29. lCuándo una prostituta no cobra? Cuando lo hace por amor. De lo contrario, la apa­
rición del dinero tras la relación sexual aniquila de un plumazo cualquier ilusión acer­
ca de intensidades amorosas.

104
SEXTO CAPITuLO 1 EL DINERO EN LA TRANSFERENCIA Il

������t��� ��� �:�� �� �:����:� �� �� ����� :::i�:r::!� íl�


i p ª e
e e r
ción propia. Llevada esta proposición a la experiencia analítica nos vemos i
·impedidos de otorgarle un único sentido, una condición general al pagar,
un sentido universal al cobrar. El significante dinero, entonces, cuando se
inserta en la transferencia, exige ser pensado caso por caso; nos equivo­
camos más de la cuenta si adscribimos a consideraciones genéricas y, es­
tandarizándolo, lo tratamos corno un signo que vale lo mismo para todos,
donde sea y siempre.
Corno analistas podernos plantearnos la libertad, según la contingen­
cia singular de cada análisis, de asumir el papel de Dupin -exigiendo inex­
cusablemente nuestro pago-, como la argumentación de Porcia -estable­
ciendo que una deuda no se salda con un pedazo de cuerpo-, corno la
ironía de Valerio -desnudando la cómica ridiculez del avaro-, o, llega­
do el caso, protagonizar corno aquellos perdidos jefes de la tribu haYda,
un acto potlatch -arrojando nuestros cobres al incierto mar de la circula­
ción de los dones-.

EL SACRIFICIO DE ISAAC. CARAVAGGIO.


{FLORENCIA, GALERÍA DE LOS OFICIOS)

105
Esta obra se terminó de imprimir durante marzo de 2010
en los Talleres Gráficos ''Planeta Offset", Saavedra 565,
Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
GUILLERMO CICHELLO

licenciado en psicología, psicoanalista.


Trabajó por más de 1 O años en hospitales
públicos (Rivadavia -de la ciudad de
Buenos Aires-, Cordero -de San Feman­
do, Prov. Bs. As.- y Evita -de Malvinas
Argentinas, Prov. Bs. As., en éste como
supervisor externo y docente-). Dictó
cursos en el Colegio de Psicólogos de
Morón y publicó ensayos en el diario
Página/12 y en las revistas Conjetural,
e/Sigma, !mago Agenda, PsycMNavegcmte,
"Sócra­
Andlisis de la aaualidad (Paraná) y
tes", en esta última integró, además, su
Consejo de Redacción.

Atiende su consultorio en Morón, Prov.


Bs. As.
[ ] Guillermo Cichello ha logrado, en estos seis capítulos,
una excelent�
. . .

síntesis de la instrucción básica en economía que un analist


a deberí a
poseer -come nzando por saber lo que el dinero es, antes de
habérselas
con lo que significa. Pero no sólo eso. Ha también señalado estupenda­
mente la identida d de la acumulación capitalista, objetivada en el dinero
-fetiche supremo del capital- con la infinitización mortífera del anhelo
de goce, asimilable a otros tantos "trastornos clínicos de actualidad" (si
no es que son diversas caras de lo mismo) : "trastornos narcisistas" de un
individualismo (acéfalo) que es el correlato ideológico del capitalismo,
gula toxicómana, debilidad mental. Y ha mostrado de manera brillante y
divertida la incidencia de los diversos posicionamientos subjetivos posi­
bles ante el "equivalente universal", a través del comentario de peculiari­
dades étnicas (como el potlatch), de casos clínicos propios y ajenos, y de
obras "de ficción" (de Moliere, de Shakespeare y de Poe), desde la perver­
sión pecuniaria en la psicología del rico o del avaro, hasta los "buenos
negocios" tanto de reconocer deudas como de cobrar y pagar -en dinero,
y no en libras de carne- inclusive, los psicoanálisis que sí son tales!

[ . . . ] Según pasen los años, este breve libro habrá tenido -entre sus
muchos méritos- el de que algunos psicoanalistas argentinos abran por
fin El Capital.
Existen también en el Sur muchos admiradores de Lacan que pueden
repetir el credo de los cuatro discursos, y creen poder ilustramos sobre el
discurso del capital sin haberse molestado en leer un poco a Marx; y habrá
algunos incluso que teman que tal cosa los vaya a volver comunistas !

Extractos del p rólogo de Gustavo Aranda

ISBN 978-950-64 9-2 7 6-2

1
9 789506 492762

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