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UNIVERSITARIA
DOUGLAS STEWART
LA BASE BÍBLICA
Una verdad que se relaciona con el hecho de que el Espíritu Santo mora en
cada creyente, es que cada creyente ha de ser un testigo de Cristo (Hch
1:8). Y asi fue en la Iglesia primitiva: "Y todos fueron esparcidos por las
tierras de Judea y de Samaría, salvo los apóstoles, ...pero los que fueron
esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio" (Hech. 8:1,4). El
Señor concede al Espíritu Santo a cada creyente, para que éste pueda ser
testigo fiel en el lugar donde el Señor lo haya colocado. La aplicación a
nuestra situación es evidente: cada universitario cristiano comparte el
privilegio y la responsabilidad de ser testigo de Cristo a sus compañeros.
Esta tarea no es propiedad de los obreros cristianos ni de algunos
especialistas. Entonces, vemos que el estudiante cristiano, solo y junto con
otros, tiene el Espíritu Santo y en consecuencia la responsabilidad de ser
testigo fiel de Cristo, y el acceso directo a Dios y a sus recursos sin límites.
Que no estamos hablando de una teoría impracticable se ve al considerarla
estrategia y los métodos del apóstol Pablo, en su relación con las iglesias.
Cabe aclararse aquí que aunque nuestros grupos no son iglesias locales, en el
sentido estricto del término, si creemos que los mismos principios que
deben regir en la vida y servicio de una iglesia, también tienen que regir en
todo grupo que lleva el nombre de Cristo y que pretenda pregonar su
Evangelio y hacer discípulos en su Nombre. Si no aceptamos esto, entonces
la Biblia tiene muy poco que decir a nuestros grupos como grupos. Toda su
enseñanza sobre las relaciones entre creyentes y la relación entre la
evangelización y la vida espiritual de un grupo, carecería de aplicación.
Creemos entonces, que el ejemplo de Pablo tiene validez para nosotros en
materia de estrategia y principios de la obra del Señor.
Ahora, cómo actuaba Pablo? Vemos que después de la conversión de algunos.
Pablo los juntaba para formar una iglesia. Les enseñaba cuáles eran sus
privilegios y sus deberes; les enseñaba y mostraba lo que es conocer la
presencia y obra del Espíritu Santo; les daba instrucción básica y sencilla
sobre cómo alimentarse y crecer, y partía. Pablo tenía la costumbre de
retirarse (!a veces por fuerza mayor!) de una iglesia, volviendo a visitarla,
orando por ella escribiendo cartas, enviando mensajeros, pero siempre
respetando su libertad (2 Cor. 1:24) Confiaba en Cristo presente en la
iglesia a través del Espíritu Santo, y tenía por meta final la madurez en
Cristo de los convertidos (Col. 1:28; Fil. 2:14-16). Esa meta final
determinaba para Pablo los métodos a emplearse. Todo lo que hacía,
conducía a ese objetivo: Presentar a todo hombre maduro en Cristo. En su
predicación buscaba conversiones genuinas por el poder del Espíritu; en
asuntos de finanzas, no daba dinero, sino que enseñaba sacrificio y
responsabilidad; en asuntos de disciplina, apelaba a la responsabilidad de la
iglesia, antes de intervenir directamente; en su enseñanza, procuraba dar lo
que es práctico y útil para los creyentes. Como resultado. Pablo estableció
iglesias locales que eran responsables ante Dios por su propio crecimiento y
por la evangelización de la región alrededor: iglesias autónomas ante Dios
porque eran la morada del Espíritu de Dios. (Aunque la autonomía no
significaba el rompimiento de la unidad de todos los creyentes en Cristo, ni
el independizarse de otras iglesias, ni el rehusar recibir ayuda de afuera).
Esta responsabilidad y autonomía ante Dios les condujo a la madurez, porque
en la práctica tenían que depender de Dios y asumir la responsabilidad.
ALGUNAS OBJECIONES
Por otro lado, reconocemos que en algunos casos ha ocurrido esto que se nos
dice arriba. Y ocurrirá otra vez, causando dolor a todos y al Señor mismo.
Pero cuando uno estudia lo que Dios ha hecho en el mundo universitario en
este siglo (y lo que sigue haciendo), se da cuenta de que este principio es
válido y que el fracaso temido no es necesario ni ocurre con frecuencia o
regularidad. El Señor cuida de la obra que se hace con fe en él y que le
honra.
Otra crítica que se nos hace es la siguiente: "Los grupos están muertos.
Cómo van a evangelizar? Lo que dicen es pura teoría que suena lindo, pero
que no logra los fines. Por eso, hay que emplear principios y métodos más
eficaces para alcanzar la meta"
Es cierto que existen grupos que aceptan este principio, pero no hacen nada.
Hay que admitirlo. No queremos como Comunidad cerrar los ojos a una
realidad desagradable de nuestro movimiento, encubriendo la falta de la
obra de Dios entre nosotros con la afirmación de nuestros principios. Si
vamos a insistir en la responsabilidad estudiantil, tenemos que conocer en
nuestro propio ministerio como líderes y dirigentes, y demostrar ante los
estudiantes, la presencia y la obra del Espíritu Santo. Nuestra confianza
está en él, no en los estudiantes. 'Cuántas veces nos desanimamos, viendo la
indiferencia y apatía de ciertos grupos frente al mandato del Señor y a la
necesidad urgente que hay entre los estudiantes no-cristianos! Saben
encontrar la voluntad de Dios para la vida particular y la vida comunitaria?
Saben estudiar la palabra de Dios para alimentarse y tener algo que
compartir el uno con el otro? Saben lo que significa la comunión juntos en el
Espíritu, y lo que es la exhortación mutua? Saben pedir a Dios en fe por sus
necesidades? Por más organización y programa que tenga un grupo, ha de
fracasar si no está experimentando la obra del Espíritu Santo. La
responsabilidad estudiantil depende de la obra de Dios tanto en los
individuos como en el grupo.El principio en sí es bueno y válido, pero no da
vida ni garantiza que se realice el propósito del Señor para un grupo local.
De otro lado nos viene la crítica que "Un grupo autónomo menosprecia a la
comunidad cristiana y a los que el Señor ha dado dones y preparación. El
grupo llega a ser un grupo exclusivista, independiente del resto de la Iglesia
de Cristo". Esta objeción trata en parte de la relación entre la congregación
local y el grupo. Tenemos que dejar este tema a otro trabajo. Sólo decimos
aquí que el grupo local es el brazo misionero, en el mundo universitario, de la
Iglesia de Cristo en general y de las iglesias en particular. No es cuestión de
separar rígidamente entre la iglesia y el grupo, sino de relacionarlos
debidamente, mirándolos desde la perspectiva correcta.
En cuanto a la colaboración de obreros cristianos "profesionales":
(secretarios, viajeros, pastores, misioneros) y de creyentes de mayor
preparación y experiencia en la obra universitaria, mantenemos que los
estudiantes tienen necesidad de su ayuda, sea para iniciar un grupo,
enseñar, entrenar, aconsejar, predicar el mensaje de Cristo. Los
estudiantes deberían estudiar su situación e invitar a los que están
preparados a ayudarlos.
Pero, a qué conduce esta ayuda? Debería tener por finalidad que el grupo se
establezca y sea de veras responsable ante el Señor, quedando en mejores
condiciones para llevar a cabo su misión. Según dice San Pablo en Efesios
4:11-13. "Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros evangelistas; a
otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo". Es cuestión
de entender cuál es el fin de los dones que Cristo ha dado a los hombres, y
luego a éstos a su Iglesia. No queremos que el grupo dependa de un grupo
extraño ni sea dominado por los que ministran de acuerdo con los dones que
Cristo les da. Siendo que los estudiantes están en condiciones especiales,
necesitan el apoyo de los demás creyentes, tanto en oración como en
donaciones, bienes y tiempo de que otros dispongan. Como hemos dicho, el
grupo de estudiantes es el brazo de la iglesia; y por ser brazo y nada más,
tiene necesidad del resto del cuerpo. En toda la historia de nuestros
movimientos uno descubre que Dios ha usado a otros miembros de la
comunidad cristiana para jugar un papel decisivo en el comienzo y desarrollo
de los grupos locales. No pretendemos que el grupo local sea autosuficiente,
antes afirmamos que la causa de Cristo en la universidad requiere la
colaboración de toda la iglesia del Señor.
CONCLUSIÓN