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Politica montaria 2017

Durante la década 2004-2014, la economía boliviana creció a una tasa anual


promedio de 4.9% debido a los altos precios de las materias primas, la expansión
de las exportaciones de gas natural y una política macroeconómica prudente.
Como consecuencia, la pobreza moderada se redujo de 59% a 39% y el
coeficiente de Gini de desigualdad bajó de 0,60 a 0,47 en el mismo periodo.

Debido a un contexto internacional menos favorable y una reducción temporal de


la demanda externa de gas natural, el crecimiento del PIB se redujo de un pico de
6.8% en 2013 a 4.2% en 2017. El índice de pobreza se ha mantenido cerca del
37% entre 2013-2017 y el índice Gini de desigualdad ha permanecido cerca de
0.47 desde 2011. El efecto de los bajos precios de las materias primas fue
contenido por políticas expansivas que resultaron en elevados déficits fiscales
(7.8% del PIB en 2017) y de cuenta corriente (6.3% del PIB en 2017), financiados
con recursos acumulados en la bonanza, financiamiento externo y créditos del
Banco Central.

Las reservas internacionales disminuyeron desde US$15.1 mil millones (46% del
PIB) en 2014 a US$10.3 mil millones (27%) en 2017. Entre tanto, en 2017, la
deuda pública bruta llegó a cerca del 50% del PIB y los ahorros fiscales alcanzaron
a alrededor del 17%.

El Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social (PDES) 2016-2020 fue


aprobado en 2016 con el objetivo de mantener un crecimiento alto, continuar
reduciendo la pobreza y mejorar el acceso a servicios básicos. Este plan incluye
un amplio programa de inversiones públicas, financiado por los ahorros
acumulados en la bonanza, endeudamiento externo y créditos del Banco Central.
Entre otras áreas, se contemplan inversiones en infraestructura, exploración de
hidrocarburos, industrialización de gas natural, y generación termo e hidroeléctrica.
El plan también apela a un mayor dinamismo del sector privado y de la inversión
extranjera directa.

Dado el contexto internacional, esta agenda de desarrollo implica afrontar algunos


retos estructurales como: reducir gradualmente los desbalances
macroeconómicos, optimizar la eficiencia y progresividad del gasto público y
asegurar retornos adecuados de los grandes proyectos de inversión. También es
importante aunar esfuerzos con el sector privado para continuar desarrollando el
potencial del país en el sector energético. El desafío es también atraer inversiones
en sectores que tradicionalmente han sido menos atractivos para los inversionistas
privados, incluyendo la minería, la agricultura y la manufactura.

La economía de Bolivia en 2017, proyecciones y


perspectivas 2018
La desaceleración económica de Bolivia, también denominada ralentización del crecimiento
económico o enfriamiento económico, comenzó desde el año 2014. Esta nueva etapa
económica es oficializada en el Presupuesto General del Estado (PGE) 2017, que programó
un crecimiento económico de 4,8 por ciento, menor en 0,26 puntos porcentuales al
promedio 2006-2016. Al segundo trimestre de 2017 registró 3,94 por ciento, que significa
un ratio de 0,82 del programado, dato que confirma la tendencia declinante.
La tasa de inflación registrada acumulada a 11 meses de 2017 es baja, menos de lo
programado, mientras el resultado fiscal esperado es 6,57 por ciento y el gasto consolidado
a mayo 2017 representa un 22 por ciento respecto al programado (ver cuadro 1).
Durante ocho años (2006-2013) con superávit fiscal acumulado de 14,5 por ciento respecto
al PIB y acumulación de ahorro público, pero durante cuatro gestiones (2014-2017) con
déficit fiscal acumulado de 22,6 por ciento del PIB, y desahorro del sector público, resulta
que nos quedamos sin espacio fiscal para políticas públicas con fundamentos y principios
económicos.
Después de ocho años de superávit mellizos (superávit fiscal y superávit de balanza
comercial), Bolivia ingresó al sendero de los déficits mellizos (déficit fiscal y déficit de
balanza comercial), que significa financiar los desequilibrios interno y externo con
desahorro y endeudamiento del sector público.
Escenario para 2018
El PGE 2018 consideró un precio del petróleo de $us 45,50/barril, nivel inferior en $us 0,26
respecto al PGE 2017, que afecta negativamente a las exportaciones, reservas
internacionales netas, ingresos fiscales, depósitos bancarios y la actividad económica del
país.
El crecimiento económico de 4,7 por ciento menor en 0,34 puntos porcentuales; tasa de
inflación de 4,49 por ciento, menor en 1,75; elevado déficit fiscal de 8,32 por ciento, mayor
en 7,92 puntos porcentuales para el 2018 respecto al promedio 2006-2017, son datos que
ratifican la declinación de la economía (Ver cuadro 2).
Contexto internacional
El crecimiento económico mundial al año 2017 es favorable y se espera un 3,6 por ciento,
superior en 0,4 puntos porcentuales respecto al 2016, que se explica por el dinamismo de las
economías de China, Alemania, España y leve impacto de los anuncios y gestión económica
del presidente Donald Trump.
Para el 2018 las expectativas son positivas y se proyecta un crecimiento económico de 3,7
por ciento, porque se espera que los países emergentes mejoren su dinamismo en 0,1 por
ciento adicional al esperado el 2017 y compense la caída de los países avanzados en la
misma proporción.
Aún el crecimiento es débil y la inflación baja, por debajo de la meta programada. Las
materias primas, sobre todo combustibles, han sufrido un golpe duro, de tal manera que los
países dependientes de su exportación continúan adaptándose, unos ajustando gastos a sus
ingresos y otros manteniendo gastos a ingresos menores.
En cuanto a la diferencia de desahorro público y endeudamiento público, apuestan por
generar nuevos ingresos con inversión pública, esperando que los mercados internacionales
sean favorables, como viene gestionando nuestro país con la venta de urea, electricidad,
litio, turismo, etc.
Políticas públicas
La principal medida es lograr una alianza público-privada y consensuar una agenda
económica 2017-2019 entre el Presidente y Vicepresidente del Estado Plurinacional con
miembros de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y los trabajadores, para
la inversión, la generación de empleo, nuevas actividades empresariales en todos los
sectores económicos, que contribuiría a un mayor crecimiento económico de nuestro país.
Establecer un clima amigable y de incentivos para atraer a la Inversión Extranjera Directa
(IED) que beneficie a nuestro país desde la transferencia de conocimiento, tecnología,
formación de capital humano boliviano hacia la economía digital.
Asimismo, establecer una gestión de política fiscal en un contexto de escasez de recursos
públicos. asignando gasto con recursos genuinos (impuestos) destinado a una
administración de gestión por resultados y estricta disciplina fiscal.
Ajustes del empresariado
En general, las empresas lograron desenvolverse aceptablemente en términos relativos de
un período de bonanza a una de crisis y deben continuar de esa forma hacia adelante.
Durante el período 2003-2013 reinvirtieron sus utilidades en sus empresas, lo que les
permitió lograr utilidades elevadas y posteriormente 2014-2017 ajustaron sus costos para
evitar que su costo variable medio supere el precio de su producto y lo consiguieron.
Tienen que continuar ajustando sus costos, mejorar su productividad y ser creativos, para
mejorar la competitividad y ventaja respecto a las empresas extranjeras.
Para 2018, es básico lograr la alianza público-privada y comenzar con la supresión de las
cuotas de exportación y la apertura de nuevos mercados para nuestros productos
exportables, además de evaluaciones periódicas sobre el contexto externo y los procesos de
reformas tributarias que se vienen realizando en varios países, con el objetivo de reducción
de los impuestos destinados a beneficiar a sus empresas, además de la inversión extranjera.
Resumen Ejecutivo En 2017 el contexto internacional estuvo caracterizado por una débil
recuperación cíclica luego de seis años de desaceleración económica; asimismo, la
recuperación de los precios de las materias primas fue menor que la esperada a inicios de año.
El desempeño de las economías avanzadas mejoró, sin embargo, sigue siendo modesto,
mientras que las economías emergentes y en desarrollo continuaron como el motor del
crecimiento aunque con comportamientos heterogéneos. En América del Sur, después de dos
años consecutivos de contracción se registró una expansión económica; no obstante, menor
que las estimaciones iniciales. En este contexto, Bolivia nuevamente destacó con uno de los
mayores crecimientos de la región. Por su parte, la inflación en las economías avanzadas se
mantuvo acotada, por lo que la normalización de la política monetaria terminó siendo más
gradual que lo previsto inicialmente, particularmente en EE.UU. En lo que a la región se refiere,
las presiones inflacionarias disminuyeron ante descensos en los precios de los alimentos y
apreciaciones de las monedas de la mayoría de las economías. En este contexto, sus bancos
centrales implementaron impulsos monetarios a fin de estimular la demanda interna,
cambiando la orientación contractiva que habían implementado hasta el 2016.
Contrariamente, el BCB inició la orientación expansiva de la política monetaria a mediados de
2014; aspecto que se tradujo en niveles elevados de liquidez y tasas monetarias y de
intermediación financiera muy bajas, que ha coadyuvado a mantener dinámico el crédito y la
actividad económica, complementando los impulsos fiscales, en un marco de estabilidad de
precios. Los objetivos de crecimiento e inflación para 2017 fueron alcanzados con desvíos
razonables que se explican por choques exógenos, como fue la menor demanda de gas natural
por parte de Brasil a inicios y mediados de gestión. En efecto, gracias a los impulsos de la
política económica, al buen año agrícola, y a la fortaleza de su demanda interna, la economía
boliviana alcanzó uno de los crecimientos más altos de la región (4,2%). Por el lado de la
oferta, los sectores no extractivos lideraron la expansión, donde destaca el sector “Agricultura,
Silvicultura, Caza y Pesca” con un crecimiento record (7,6%) en los últimos catorce años. Desde
la perspectiva del gasto, la demanda interna continuó apuntalando el crecimiento económico a
través de la inversión pública y privada, y del consumo privado. Por su parte, la inflación en
2017 fue de 2,7%, siendo la segunda tasa más baja de los últimos doce años y menor al
promedio regional en dicho año. Este comportamiento se explica principalmente por el
destacable desempeño del sector agropecuario, la estabilidad cambiaria y la coordinación
adecuada de políticas para evitar que los impulsos fiscales y monetarios generen alzas no
deseadas de precios. El comportamiento estable de los indicadores de tendencia inflacionaria
que cerraron la gestión por encima de la inflación total, muestra que las expectativas se
mantuvieron ancladas y que el descenso del IPC a fines de año respondió principalmente a
factores de oferta. Se destaca también que, tanto la inflación total como los indicadores de
tendencia terminaron el año cerca del límite inferior del rango anunciado en el IPM de julio
(entre 3,0% - 5,0%). No obstante a los choques externos adversos y la orientación expansiva de
las políticas desde mediados de 2014, Bolivia mantiene una posición externa sólida. En efecto,
el nivel de RIN como porcentaje del PIB (27%) se encuentra entre los más altos de América del
Sur; la Posición de Inversión Internacional de Bolivia presenta el saldo deudor más bajo de la
región, la deuda externa pública se encuentra lejos de umbrales de insostenibilidad. También
es de destacar que, en la gestión 2017, el valor de las exportaciones aumentó con respecto al
de 2016, reflejando los efectos favorables de la mejora en los términos de intercambio; a su
vez, el déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos fue ampliamente compensando por
los altos influjos netos de capitales registrados en la cuenta financiera y; las presiones en el
mercado cambiario descendieron considerablemente al haber disminuido las transferencias al
exterior y las ventas de divisas qu XXII Resumen Ejecutivo El balance fiscal registró un déficit,
debido al continuo impulso a los sectores productivos estratégicos, a programas sociales y a la
ampliación de la inversión pública en infraestructura. Los ingresos mostraron una importante
recuperación permitiendo mantener la orientación contracíclica de la política fiscal a efectos
de sostener el dinamismo de la actividad económica sin generar presiones en el
endeudamiento. El saldo de la deuda externa pública de mediano y largo plazo continúo en
niveles bajos y sostenibles alcanzando a 25% en términos del PIB, mientras que la deuda
interna del SPNF cerró en 8,0% del PIB, nivel menor al registrado en 2016. Sin descuidar la
estabilidad de precios, el BCB mantuvo en 2017 la orientación expansiva de la política
monetaria iniciada a mediados de 2014, sosteniendo niveles de liquidez adecuados y tasas de
títulos de regulación monetaria cercanas a cero, apoyando al dinamismo del crédito otorgado
por el sistema financiero al sector privado y al cumplimiento de las metas dispuestas por el
Órgano Ejecutivo en el marco de la Ley de Servicios Financieros. En este contexto, frente a un
descenso excepcional de la liquidez en los meses de abril y mayo, se tuvo que intensificar la
orientación expansiva con varias medidas adicionales, inyectando un volumen considerable de
recursos que permitió mantener la liquidez en niveles adecuados y bajas tasas de interés. Por
tanto, la política monetaria estimuló el crecimiento de la cartera bruta mediante inyecciones
de liquidez, acorde con la orientación expansiva que se había propuesto a principios de año. En
efecto, la cartera bruta del sistema financiero registró un crecimiento de 12,5%, reflejando un
flujo de recursos hacia las actividades económicas que, junto al de los dos años anteriores, se
constituyen en los registros históricos más elevados; los préstamos se dirigieron
principalmente a los sectores priorizados por la Ley de Servicios Financieros: sector productivo
y vivienda de interés social. Por su parte, los depósitos del público en el sistema financiero
mostraron una importante recuperación en su ritmo de crecimiento y la bolivianización
continuó profundizándose. Por tanto, las operaciones de intermediación financiera se
mantuvieron dinámicas, apoyando al crecimiento económico; destacando la fortaleza de los
indicadores de liquidez y solvencia del sistema financiero. Los agregados monetarios
expusieron también un mayor crecimiento reflejando la orientación expansiva de la política
monetaria y mayores influjos de capital, sin que se hayan traducido en desequilibrios en el
mercado de dinero que afecten a la estabilidad de precios. Por su parte, la orientación de la
política cambiaria coadyuvó a la estabilidad de la economía al mantener ancladas las
expectativas sobre el tipo de cambio, en un contexto regional de fuerte volatilidad en las
paridades. Asimismo, la política cambiaria contribuyó a la estabilidad de los precios de origen
externo, apoyando a la reducción y/o mantenimiento de los costos de insumos y bienes de
capital importados. Además, se debe destacar que, al igual que en periodos anteriores, la
estabilidad cambiaria fue determinante para la profundización de la bolivianización y para
mantener la orientación expansiva de la política monetaria. Adicionalmente, la estabilidad del
tipo de cambio; en un escenario de apreciación nominal de las monedas de los socios
comerciales, junto a la baja inflación interna; permitió que el tipo de cambio real efectivo
registre una depreciación del 5,1%, contribuyendo al alineamiento del tipo de cambio real con
relación a su nivel de equilibrio de largo plazo. Apoyando de forma directa al desarrollo
económico y social del país, en el marco de las disposiciones legales vigentes, el BCB continuó
otorgando financiamiento a las EPNE y al fideicomiso del FNDR para contrapartes de proyectos
de gobiernos subnacionales. Asimismo, se continuó transfiriendo los recursos para el pago del
Bono Juana Azurduy y realizando las ventas directas de bonos a las familias con tasas de
interés atractivas. Actividades que marcan una diferencia sustancial respecto a la ortodoxia de
las operaciones de los bancos centrales. La gestión institucional fue apoyada por diferentes
Comités en los que se formulan los lineamientos y directrices de las políticas, así como se
evalúa el resultado de las mismas, para posteriormente someter a consideración del Directorio
del Ente Emisor. El BCB, junto con el Órgano Ejecutivo, mantiene diferentes mecanismos de
coordinación interinstitucional, entre los que destacan las reuniones periódicas del Grupo
Macro, del Consejo Interministerial de Deuda Pública y del Consejo de Estabilidad Financiera.
Adicionalmente, Banco Central de Bolivia • Memoria 2017 XXIII Resumen Ejecutivo el BCB
participa en reuniones con organismos internacionales y promueve la interacción con la
sociedad civil organizando diferentes foros debates, audiencias de rendición de cuentas con
control social, actividades académicas, ferias y otros. En cuanto a las operaciones destacan la
administración de las reservas internacionales con criterios de liquidez, seguridad,
preservación de capital, diversificación y rentabilidad; la provisión de material monetario con
medidas de seguridad en permanente mejora; el desarrollo de la normativa y de los sistemas
de liquidación para optimizar los sistemas de pagos; los lineamientos para una adecuada
gestión de riesgos asegurando la continuidad operativa; la capacitación permanente de los
servidores públicos que trabajan en la institución y, algo que es muy importante para el BCB,
facilitar el acceso a la información al público con una serie de actividades y publicaciones de
datos económicos y financieros, además de informes sobre las políticas del Ente Emisor. Es de
destacar que el BCB fue galardonado por tercer año consecutivo por la prestigiosa revista
Global Finance que otorgó una calificación que posiciona a su presidente entre los mejores
Banqueros Centrales del Continente debido a una exitosa gestión en el control de la inflación,
crecimiento económico, estabilidad cambiaria, manejo de la política monetaria y la
permanente coordinación con el Órgano Ejecutivo. Asimismo, los estados financieros de la
institución, según opinión de la empresa auditora externa, presentan razonablemente, en
todos los aspectos significativos, la situación patrimonial y financiera, así como los resultados
de las operaciones y los flujos de efectivo del BCB al 31 de diciembre de 2017. Sobre los
objetivos para la gestión 2018, se anuncia un crecimiento alrededor del 4,7% y una inflación en
torno al 4,5%, lo que implicaría nuevamente un crecimiento entre los más altos de América del
Sur manteniendo la estabilidad de precios. Estos objetivos, sus metas y lineamientos son
formulados en coordinación con el Órgano Ejecutivo, como dispone la Constitución Política del
Estado, y se plasma en un acuerdo suscrito entre el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas
y el BCB. Las políticas del BCB continuarán manteniendo un balance adecuado entre los
objetivos de estabilidad de precios y dinamismo de la actividad económica. En este sentido, el
BCB reafirma su compromiso de cumplir el mandato constitucional de preservar el poder
adquisitivo interno de la moneda para contribuir al desarrollo económico y social del país,
empleando oportuna y eficazmente los instrumentos de política a su disposición.

Resumen Ejecutivo En 2016 la economía mundial continuó registrando un modesto


desempeño, manteniendo la tendencia de bajo crecimiento de las últimas gestiones y
observándose la menor tasa de expansión desde la crisis financiera internacional de 2008-
2009. La desaceleración del comercio mundial durante la gestión fue igualmente significativa,
alcanzando un ritmo de crecimiento incluso menor al de la actividad global. Como acontece
hace varios años, las economías emergentes se constituyeron en las impulsoras de la dinámica
económica global, mientras que los países avanzados tuvieron un desempeño peor al
esperado. Por su parte, tras alcanzar niveles mínimos en el primer trimestre del año, los
precios internacionales de las materias primas experimentaron una leve mejoría hacia finales
de 2016, aunque manteniéndose por debajo del nivel de gestiones precedentes. En línea con
este comportamiento, las principales economías avanzadas registraron un alza en sus
indicadores de inflación, originando cambios en la percepción sobre la evolución futura de su
política monetaria. En cuanto a los mercados financieros y cambiarios, estos reaccionaron ante
la incertidumbre generada por eventos tanto políticos como económicos. En lo concerniente al
contexto regional, en América del Sur se observó una contracción del producto por segundo
año consecutivo, aunque con heterogeneidad en el desempeño de los países al interior de la
región. En cuanto a la inflación, en algunos países vecinos la variación de precios se mantuvo
por encima de sus bandas de tolerancia, lo que restó espacio a sus bancos centrales para
adoptar políticas de estímulo a la demanda; aunque algunos llevaron a cabo XII Informe de
Política Monetaria vecinas, la estabilidad del tipo de cambio en Bolivia contribuyó a anclar las
expectativas del público y evitó el surgimiento de presiones inflacionarias externas,
coadyuvando a la orientación expansiva de la política monetaria; adicionalmente, dicha
estabilidad fue importante para la consolidación del proceso de Bolivianización. Es destacable
que los resultados positivos en materia de control de inflación externa y afianzamiento de la
remonetización se obtuvieron sin que la política cambiaria haya producido desalineamientos
persistentes del tipo de cambio real respecto a su nivel de largo plazo explicado por sus
fundamentos. Por su parte, el Órgano Ejecutivo continuó implementando diferentes medidas
que contribuyen a garantizar la estabilidad de precios y la seguridad y soberanía alimentaria.
En coordinación con el Órgano Ejecutivo, el BCB continuó aportando al desarrollo económico y
social del país a través del financiamiento a las Empresas Públicas Nacionales Estratégicas
(EPNE) y al fideicomiso con el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR). Se llevó a cabo
nuevos desembolsos destinados a importantes proyectos estratégicos y a proveer
contrapartes locales para proyectos de inversión de los Gobiernos Autónomos
Departamentales. Además, se mantuvieron las transferencias para el pago del Bono Juana
Azurduy y la oferta de bonos a pequeños ahorristas como una opción financiera con mejores
rendimientos que los del Sistema Financiero. Al igual que dichas medidas, la orientación de la
política cambiaria también apoyó al crecimiento y a la redistribución del ingreso. No obstante
el contexto externo adverso, la información disponible del PIB hasta septiembre de 2016,
muestra que el dinamismo de la actividad económica en Bolivia se mantuvo sólido, alcanzando
un crecimiento de 4,4% fruto de la fortaleza de la demanda interna que respondió
positivamente a las políticas contracíclicas del BCB y el Órgano Ejecutivo, lo cual se reflejó en
resultados positivos en todos los sectores económicos (con la excepción de hidrocarburos),
principalmente los no extractivos y aquellos con mayor vinculación a los impulsos de la política
monetaria y fiscal. En esta línea, se espera que al cierre de 2016 el país alcance la tasa de
crecimiento más alta de América del Sur por tercer año consecutivo y por cuarta vez desde
2009. En efecto, por el lado de la oferta, el crecimiento se explicó por el buen desempeño de
las actividades de Industria Manufacturera; Establecimientos Financieros, Seguros, Bienes
Inmuebles y Servicios a las Empresas; Transporte y Comunicaciones; Servicios de la
Administración Pública; Comercio; Construcción; junto al repunte de la actividad minera.
Desde la perspectiva del gasto, el consumo continuó apuntalando al crecimiento a través de su
significativo aporte a la demanda interna; los impulsos implementados mediante el gasto e
inversión pública, junto a los programas de protección social, contribuyeron también a un
mayor empuje de la demanda agregada. Por otra parte, estimaciones de la Balanza de Pagos a
diciembre reflejan una disminución del déficit en la Cuenta Corriente de 5,7% del Producto
Interno Bruto (PIB) en 2015 a 5,6% del PIB en 2016. El déficit comercial fue ocasionado
principalmente por la disminución del valor exportado debido a un efecto precio, toda vez que
los volúmenes exportados se incrementaron en muchos casos. Adicionalmente, destaca la
disminución del déficit en la Balanza de Servicios por mayores ingresos del turismo receptor; la
mejora en el resultado neto del ingreso primario debido a mayores rendimientos de las
Reservas Internacionales Netas (RIN); y el incremento de ingresos secundarios por remesas de
trabajadores. A pesar del mejor desempeño de la Cuenta Corriente, la disminución de las RIN
en la gestión fue mayor a consecuencia de la reversión en el resultado de la Cuenta Financiera,
que había registrado un superávit en 2015; este retroceso en el financiamiento se explica por
los importantes anticipos realizados por algunas EPNE para la fabricación de bienes de capital,
que se incorporarán a la economía en 2017. Cabe señalar sin embargo que la economía
nacional mantiene elevados indicadores de solvencia externa, el ratio RIN/PIB aún es el más
alto de la región y la Posición de Inversión Internacional (PII) es positiva. A su vez, la
intermediación financiera continuó con un fuerte dinamismo, destacándose el crédito al sector
privado con un flujo similar al récord de la gestión pasada, dirigido especialmente a los
sectores productivo y de vivienda de interés social, respondiendo en gran parte a los
lineamientos establecidos en la Ley de Servicios Financieros y XIII Banco Central de Bolivia a la
orientación expansiva de la política monetaria. La Bolivianización continuó avanzando, siendo
un logro destacable en un contexto internacional de apreciación del dólar. Asimismo, las
Entidades de Intermediación Financiera (EIF) presentaron sólidos indicadores de solvencia y
liquidez. Al cierre del año, Bolivia registró una inflación de 4,0%, menor al promedio regional y
la tercera más baja en la última década, destacando la estabilidad de precios en un contexto
de fuerte dinamismo de la actividad económica. En los últimos meses de 2016, la inflación
interanual se situó en el límite inferior del intervalo de proyección anunciado en el IPM de julio
de 2016, comportamiento explicado en parte por la estabilidad cambiaria que evitó el
surgimiento de presiones inflacionarias externas; la corrección de precios de alimentos
perecederos afectados por choques de oferta a mediados de año; las expectativas de inflación
dentro del rango de proyección anunciado; y la evolución moderada de la variación de precios
en el sector de servicios. En síntesis, la orientación contracíclica de las políticas contribuyó a
alcanzar destacados resultados macroeconómicos en 2016, que se traducen en el mayor
crecimiento económico y una de las tasas de inflación más bajas de la región. Al mismo
tiempo, continuaron los programas de protección social apoyando a la reducción de la pobreza
y desigualdad. Debe remarcarse que estos logros tuvieron lugar manteniendo la solvencia
externa y disminuyendo los desequilibrios en la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos y en
el resultado fiscal. En cuanto a las perspectivas futuras, en el plano internacional se espera una
dinamización de la actividad económica global en 2017, que se fundamentaría en el
desempeño de las economías emergentes y en desarrollo y en la mejora de sus términos de
intercambio; esto último en virtud a las perspectivas de una mayor recuperación de las
cotizaciones internacionales de materias primas, destacando la recuperación prevista en el
precio internacional del petróleo. En ese marco, América del Sur podría salir de la fase recesiva
experimentada en 2015-2016, proyectándose un crecimiento moderado en 2017, con
heterogeneidad en el grado de recuperación de los países. Asimismo, el cierre de brechas de
capacidad y el alza de precios de commodities, podrían originar un sesgo alcista de los
indicadores de inflación en países de la región. En este sentido, se proyecta una aceleración
importante en el crecimiento del PIB externo y, en menor medida, de la inflación externa
relevante para la economía boliviana. Respecto al desempeño económico del país, se espera
que alcance un crecimiento en torno a 4,7% al cierre de 2017, por encima del observado el año
anterior en virtud a la prevalencia de mejores condiciones internas y externas, tasa que sería
nuevamente la más alta de América del Sur. Este desempeño se fundamentaría en menores
efectos negativos de los fenómenos climáticos adversos y en un buen comportamiento en la
mayoría de los sectores de actividad económica, sobre todo los estrechamente vinculados a las
políticas monetaria y fiscal. Por el lado del gasto, la expansión económica estará sostenida
principalmente por la demanda interna y por una leve mejoría en el aporte de la demanda
externa, en parte por efecto del incremento de precios de los principales productos de
exportación y la recuperación gradual de los socios comerciales. Asimismo, en 2017 la inflación
podría superar ligeramente a la de 2016 debido principalmente a factores externos, además de
un efecto estadístico por base de comparación. Se espera que la variación de precios alcance
una tasa en torno a 5,0% a finales de la presente gestión, en un rango entre 4% y 6%,
proyectándose una tasa similar para el cierre de 2018. Inflación interanual observada y
proyectada (En porcentaje) Fuente: Banco Central de Bolivia Notas: El gráfico incluye intervalos
de confianza en torno al escenario central. La parte más clara del gráfico es consistente con un
intervalo de 90% 4,0 5,0 5,0 ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic ene feb mar abr
may jun jul ago sep oct nov dic ene feb mar abr may jun jul ago sep oct nov dic 2016 2017 2018
0 1 2 3 4 5 6 7 8 XIV Informe de Política Monetaria Con relación a la política monetaria, ésta
continuará en 2017 con la implementación de impulsos monetarios, manteniendo un balance
cuidadoso entre preservar la estabilidad de precios y apuntalar el dinamismo de la actividad
económica para contribuir al desarrollo económico y social. La política cambiaria continuará
reforzando el proceso de estabilización de la inflación, promoviendo la consolidación de la
bolivianización para preservar la estabilidad del sistema financiero nacional y la mitigación de
los efectos de choques externos. Finalmente, cabe señalar que además del elevado
crecimiento y baja inflación prevista, se espera que los desequilibrios de las cuentas externas y
fiscales continúen disminuyendo en 2017. Se debe resaltar que Bolivia mantiene importantes
colchones financieros para sostener la orientación contracíclica de las políticas monetaria y
fiscal, apoyando al dinamismo de la actividad económica y a los programas de protección
social. En caso de ser necesario y frente a cualquier desvío respecto a los objetivos y metas, el
Órgano Ejecutivo y el BCB harán uso de los instrumentos de política a su disposición para
corregir dichos desvíos.

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