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VICIOS DEL LENGUAJE

Y-

Proviilcialismos de Guatemala

ESTUDIO F I L O L ~ G I C O

POR

ANTONIO BATRES JÁUREGUI,


ES PROPIEDAD DEL AUTOR.

“ Lejos de que la conservación castiza

del idioma pueda ser traba para el de­


senvolvimiento de la civilización de los
estados hispano-americanos, por el con­
trario, será medio eficaz para su progre­
so, para su cultura y perfeccionamiento
intelectual.”
( “ El idioma nacional,” por Vicente
G . Quesada, publicista argentino.)

I.

Cuando iiiiestro festivo escritor D. José Milla


describe el tipo del natural de Guatemala, en el
mia,dro de costumbres intitulado “ E l Chapín,’’ le
atribuye donosamente, entre otras cualidades, la
de hablar un castellano antiquísimo, salpicado de
provincialismos, algunos de ellos tan expresivos
.como pintorescos; y ésto sin contar, diríamos nos­
otros, con las muchas corrupciones é impropieda­
des de térriiinos y frases, ininteligibles para un
español recién llegado al país.
Harto común es, por desgracia, oir en Guate­
mala m i r d , andá, tené, lmbis, (1 ) y otros arcaís­
(1)- También dicen frecnentemente lecantnir, sentate, sosegate por
lerá,itate, siéntate, sosikprte; yo lo ride, $1 lo ~ ‘ i d oil, IIRLLIIZRantigua, en
vez de yo lo vi, I1 lo ~$6;hvbieron jiesfax, hubieron dir)ersiones, en lugar
de hubo fiastas, hubo diversiones; yo cainbeo, tú i‘acens, que debe ser yo
a m b i o , yo 7m4o; los paderones, por las paredes grandes, empleando
una met4tesis que debe evitarse ; le mandaron que SF:callase, y SE calló,
como decían en lo antiguo, usando pronominalmente el verbo : hoy se
d i r h l~ mandaron que callase, y calló; w i i r por 7’erter; ponr‘melo por
pórrmelo; venisie por riniste; caia, traia, leia, por caia, traia, leia; cuido,
truido, leido, por cnido, traido, leido; niolesfosopor molesto & &. Hay
otros iniichísimos defectos 15 impropiedades en nuestro lenguaje, que
anotaremos en el curso de est‘i obra.
4 PRÓLOGO

mos de esa laya, que s i se usaron e n tiempos re­


motos, hoy n o hacen más que afear el idioma
patrio, que se reciente, por otra parte, de impropio
y vulgar, en boca d e aquellos de nuestros compa­
triotas que hablan “ de vos,” concertándolo u n a s
veces con la segunda persona d e singular d e los
verbos, y conservando otras la terminación es pa­
ra el plural del pretérito de indicativo, como
arnastes, dejnstes, llorastes, á usaiiza antigua, e n vez
d e amásteis, dejústeis, Ilorásteis, acabados en eis, co­
mo h a prevalecido en España, desde el siglo XVII
hasta nuestros días. También se conservan e n t r e
nosotros muchas palabras que ya no corren e n la
Península, y que trasplantadas aquí por los con­
quistadores, h a n tenido más larga vida que en el
lugar donde nacieron. ( 2 )
Curioso fenómeno el d e un pueblo que, eman­
cipado d e la metrópoli, alardeando de exuberante
vida propia, conserva aún, en mucha parte, el
idioma antiguo de los capitanes que lo conquista­
ron; -y 110 por espíritu de veneración á sus mayo­
res, n i menos por apego 6 lo tradicional y antiguo
-que no son tales por cierto las tendencias de
los paises hispano-americanos - sino porque, des­
pués de la grandiosa epopeya de la conquista d e
América, cuando una paz octaviana vino á reinar
en los vastos imperios que derrocaron las huestes
-~
(?)-‘‘El caridal i n & preciado de Jenguaja criollo, corisiste en iina
gran c.aiitici;d de roces puraiiiente castellanas, olvidadas en Espalia,
3’ repiidi;idaa, piiede decirse, por Is lengua madre; que no están en
los dicx~iori:wios,y MOII tema continuo de injusta censura para iiiaclios
poristas triihcorddo4. América las conserva, y de e l h s se constituye
e n heredera.”-(Orígenes ael Leiigiiaje Criollo, pdj. 93).
Ciiitlareinos (le apuntar, eii el curso de este libro, esas voces olvida­
das eii la l’enínfiiil:t, y que sori de us<) corriente en Giiateiiiala.
DEL AUTOR 5

españolas, implantando en el Nuevo Mundo el sis­


tema colonial, era escaso, tardío y pausado por ex­
tremo el tráfago con la Madre Patria. Los osados
aventureros que se apoderaron de estas regiones,
inipusieron una paz inalterable de tres siglos, y
su potente voz tuvo larga resonancia, dando á mu­
chas locuciones y vocablos más fijeza aún que la
que alcanzaron en la tierra niisnia donde tuvieron
,origen. Si la conquista dió vuelo A la actividad
personal, sin trabas n i formas, desenvolviendo .rá­
pidamente una civilización en la tierra america­
na, y legándole con ella la rica lengua de Castilla;
el sistema colonial abatió las energías, apocó los
ánimos, cohibió toda expansión, estancando hasta
el idioma, que debía seguir después tortuosos de­
rroteros.
E n la serie de loa afios, y merced á diversas in­
fluencias, los idiomas cambian paulatinamente,
permitiendo la entrada á nuevos términos, rele­
gando otros, modificando sus formas ó accidentes
y siguiecdo la corriente del adelanto y del progre­
so; pero cuando se halla una región apartada de
otra por extensísimo m a r; cuando las comunica­
mciones eran tardías y difíciles; cuando entre los
miiy pocos dados á las letras, se culivaba el latín
en vez del habla vulgar, ( 3 ) sería posible que
(S)-“El que no hubiera estudiado la lengua latina, no podía ni de­
bía leer, porque existía la firme persuación de que todo lo mediano
que ?corrieseen letras de molde, forzosamente debía encortrarse redac­
tado en el idioma del Lacio. El P. Aguirre se quejaba de tener que
hablar en su “Po1)lación de Valdivia” en nuestro rulgar espacol; el
dean Machado de Ohaves declaraba que le habría sido más fácil
escribir en latín que en castellano; Niíñez Castafio, por fin, llevó sus
teorías á este respecto, tan lejos que, deseando celebrar en un poema
la retirada de los holandeses de las costas del Sur de Chile, eligió para
6 PR~LOGO

ésta tuviera los mismos giros y alteraciones que.


tenía en el lugar de su nacimiento ? i Será dable
qne el río que mudó de cauce, corra siempre con
las mismas curvas y con igual rapidez ?-No es,
pues, de extrañar que en Guatemaia, lo mismo
que en toda la América ibera, queden restos del
idioma antiguo, que viven aún como vástagos es­
parcidos del tronco secular que les prestó niitri­
mento.
Al propio tiempo que se habla en parte un es­
pañol antiquísimo, se ha empobrecido por acá el
idioma, no empleándose todas las. palabras de su
rico repertorio. “ El desuso en la América espa­
ñola de una porción del vocabulario castellano, es
debido, según Paz Soldán y Unáiiue, á la ignoran­
cia unas veces, al temor de no ser ampliamente
comprendido otras, y las rnás, á la indolencia pro­
pia de las sibaríticas regiones de la hamaca, cuya
monótona oscilación parece el péndulo del car5tc­
ter hispano-americano. Hucquemos ahora la cau­
sa histórica, si es posible, del empobrecimiento’
sus estrofas la leiigiia de Virgilio.” (IIistoria de In Lit~raticruColonial’
de Chile, por José Twibio Medim.-Tom. I , pág. XL).
El célebre P. Landívar, que vivió en la Antigua Guatemala, para
describir las costumbres populares de aqiiellos tienipos, usó de clfisi­
cas estrofas latinas en RII “Rusiicafio JíeTicana.”
Estitii en latín las primeras obras que se dieron d luz en el primer
establecimiento tipográfico fundado en America, en la ciudad de Méxi­
co, en el año tie 1585, en tiempo del virey Mendoza. ( 3 l i s t o r . i ~c r i t i c a
de In Literatura en M k i c o , por Francisco Pimentel).
Cuarenta. años después de la fiindacibn de dos grandes ciudades,
Rogotd y !hnja, ya se publicaban epigramas latinos y se cultivhan
las letras clfisicas. (Tistorin de la Litemtura en Niieca Granada, por
José Maria Vergasa y Vergara).
Vicuña Mackeiina dijo, que Antonio Nebriseusis era nuestro rey,,
después de haber destronado fi los Borbones. (Recuerdos Literarios,
por J. V . Lastarria).
DEL AUTOR 7

del idioma entre nosotros. Los españoles no sólo


tuvieron que poblar la América de gente, sino
también la casa de vajilla, de muebles y de los
miles enseres domésticos propios de la civiliza­
ción; las cocinas de sus respectivas baterías; las
despensas de especias diversas (como que hasta
hoy se dice pimienta de .. . . Castilla; vinagre de ..... ..
Castilla &.. &.,) desconocidas á una gente frugal,
sencilla, que en lo material como en lo moral é
intelectual, había vivido de muy poco; las huer­
tas de hort’aliza y árboles frutales; los campos de
plantas y animales útiles, y finalmente, el territo­
rio todo de aparatos y maquinaria que vinieran á
reemplazar á los hombres en las numerosas y mo­
numentales obras, que como las del antiguo Egip­
to, sólo habrían podido ’realizarse merced al sin­
número de brazos y á su condición de siervos. Y
como no era posible que los conquistadores, en
tiempos en que las comunicaciones eran tan difí­
ciles y los transportes tan costosos, fueran trayen­
do las variedades de cada artículo, de cada planta,
Ó de cada animal, sino sólo las más iiidispensa­
bles, no pudimos conocer prúcticamente más que
una parte del idioma. Por eso desconocemos hoy
Ó no sabemos aplicar bien la otra parte, porque,
como dice Horacio :
<‘Segiiiiis irritant mimo s dimissa per aurem
’ Qiiam q i i ~s unt oculis suhjecta fidelibus.”

A vueltas de esa pobreza, los españoles que


arribaron 6 estas playas tropezaban á cada paso con
muchos objetos nuevos, que bautizaban con nuevos
nonlbres ó con los que ya tenían en las lenguas
antiguas de este Continente, corno es curioso ver-
8 PRÓLOGO

lo en los escritos de Gómara, Feriiiindez de Enciso,


Oviedo, Berna1 Díaz del Castillo, el Inca Garcila­
so de la Vega y otros de aquellos valientes adali­
des, que no sólo empuhabaii la espada, sino que
redactaban crónicas, relaciones é historias. Tales
nombres, muchos de los cuales ya figuran en los
diccionarios de la lengua, pudieran bien llan-iarse
liispav,isn~osde Aniérica ( 4.)
Mas como cada lugar Ó provincia, no sólo tenía
diversos usos v costumbres, sino también clialec­
(4)-Al coiitemplar Cristóbal Colón y siis coinpaíieros la riqueza de
los campos tropicales, las costninhres de 811spobladores, y las escenas
t,odati.que se desenvolvían tl BU vista, comenzaron tl bautizar ron di­
versos nombres cuanto contemplaban extasisdos. Al hombre aineri­
cano Ilamtlronle indio, porqiie ellos buscaban las Indias. A inuchas
cosas aplicaron voces rnarítinias, como qiie ellos eran gente de mar;
y iisí no es extraño oír por acá vahclio, wmchar, rnncheria, cnbu,?/n,
.zqfa~i~i~a.iiclto, botar, grtinda,i,, l a i ~ p ~ s abarrotar,
e, tiirtcai,, i + ~ r ,z ajar,
tumba,., pasar c'rujin, ChZtbaN!O, ciwtrrrcín,, cibnega, tleuigzce, dmmccjua­
71a, batea, vol, brisa., niorro, socuclio, mnialazo, rasquefa,. Como eran
vascos muchos de aqiiellos marinos, abundan nombres vizcainos
,entre los que ellos dejaron ; y coiiio algunos sabían el tlrabe, que ha­
bían aprendido en la8 guerras de Granada, no es raro qiie de e8a len­
'guatomaran miiclias palabras para nombrar los objetos que en Amé­
rica veían. También los frailes y los liceiiciados, que alternaban con
los marinos y soldados, dejaron nombres latinos, y tomaron otros de
las lengiias de los aboríjenes, coino aguacate, cuache, CliocoZate,nzeca­
te, petate, saraga,tP, zacate, so?ya.te, teco~nate,toniate, achote, apasote,
'.ayoí?, cmiote, coyote, tecolote, chayote, elote, ,jocote, ocofe,mpote, zopilo­
t e , olote, clril~rnole,atol, totopozte, mcahuefe,ca,cao,cutarra,, ntilpa, chile,
g U U C a ? ) l O l , gztacal, jícaro, nopal, p e t a m , zarape, zenzonte, tanial, pulque,
apa,st~,cccjete, ci,ichicnate, y otros muchos derivados del mexicano, los
cuales, en su mayor parte ya figuran en el Diccionario. Del quichua
de los antigiios peruanos, tenemos algiinos, v. g. cancha, cmiiclie, con­
dor, chacra., chiiia (nifiera), chirimoya, g m n a c o , huaca, ,jaguar, mate,
pampa, puche, &. Dei qiiiclii! y kackchiquel : niazncuata, clbincliirrto­
wo, hziizaclLe, yiifjiniqwles, Amatitlán, Atitlán, chipe, chay, chalclii­
.giiites, tzuquinay, Al?nOlOng¿Z, Camguastlán, Comalapa., Zacapa, Que­
zaltepequa, Chimaltenango, Guacalute, Iíuehuetenango, Ixtaliuacán,
Itzapa, Jocotenango, Queza.ltenango, Sacatepéquez, Suchitepéquez, Zurn­
pango, Tzacualpa, Xequijel, Salamá, tun,, huepil, chichigua, &. &. &.
DEL ATJTOR 9

t o s v lenguas diversas, que se con~ervaronen gran


parte después de la conquista, era natural que el
idioma castellano se fuese infiltrando de nuevas
voces, criollas unas, y formadas otras de las inis­
inas raíces del lenguaje de los espaííoles, qiiieiies
las popularizaban por doquiera. Esta es la razón
de que en Úna república se encuentren provin­
cialisinos de las otras. Ehtre los que usamos en
Guatemala, hay muchos completamente originales
y peculiares del país; pero no son pocos los que
también se emplean en México, Cuba, Colombia,
.el Perú, Chile y otras naciones del Continente.
La falta de estudio, la carencia de centros desti­
nados á conservar la pureza del lenguaje, y la in­
<diferencialastimosa con que, durante largos años,
se viera todo lo que al idioma se refiere, han sido
parte ií que se corrompa de tal inodo, que hay inu­
chas frases y voces viciosas, que por desgracia em­
plean hasta personas cultas y educadas, sin contar
con los innumerables vulgarismos que á cada paso
. ofenden el buen gusto.

Y no se crea que somos los únicos que nos la­


mentamos de haber desnaturaiizado el idioiria.
" La incorrección con que en Chile se habla y es­

cribe la lengua española, dice uno de sus mejores


literatos, es un mal t a n generalmente reconocido
como justamente deplorado. Dos generaciones
han pasado ya por las aulas, desde que los seííores
D. Andrés Bello y D. José Joaquín de Mora echa- .
ron en nuestro país los fundamentos de los estu­
dios gramaticales; y si es cierto que, sin cerrar los
ojos á la evidencia, no podrían negarse las jorna­
das que hemos hecho por el buen camino, cierto
10 PRÓLOGO

es también por desgracia, que aún está muy lejos


de su ‘terminación la obra iniciada en favor del
buen decir por aquellos ilustres extranjeros. Si
en lo tocante al punto en que nos estamos ocupan­
do, la República de Chile no es ya la Última de
las naciones en que se habla español, aún tiene
delante de los ojos el bochornoso espectáculo de
otras que con menos elementos, tranquilidad y ri­
queza que ella, la igualan y la vancen. No hemos
tenido un Baralt como Venezuela, ni un Pardo
como el Períi, ni u n Cuervo como Colombia; y
basta abrir los periódicos de bléxico, de Caracas,
de Bogotá y de Lima, para persuadirse de que por
. aquellos mundos se tiene mucho más respeto á las
* reglas de la gramática y se conocen mucho mejor
que entre nosotros, los modismos de la lengua, y
la propia y castiza significación de sus vocablos.”
Por lo que á Guatemala concierne, se verá en
esta obra que no siempre se respeta el género de
los nombres; que se ariaden y se suprimen letras
6 mucl-ias palabras; que se dan terminaciones .
antqjadizas á algunos derivados; que se forman
verbos de muchos sustantivos castellanos que no
los admiten : y se cambian unos verbos por otros;
y se trastruecan las preposiciones; y se prefieren
las palabras vulgares á las cultas; y hasta se mu­
da la significación de los vocablos en varios casos;
sin contar con los muchos arcaísnios y neologis­
mos, que se emplean constantemente, y algunas
metátesis que deben evitarse.
Existe también cierta propensión á desinencias
caprichosas, como sucede con la terminación al,
que se aplica á los nombres de los Brboles, en vez
DEL AUTOR 11

de aplicarse 6 la plantacihi 6 siembra de ellos: na­


ranjal, anoiial, mangal, cipresal, granadal, duraz­
nal, xapotal, aguacatal, cocal, guayabal, cleci­
mos, por naranjo, anoiio, mango, ciprés, granado,
durazno, zapote, aguacate, coco Ó cocotero, gciaya­
bo, &., &., &.
Apuntaremos además aquella tendencia exage­
rada al uso del diminutivo: tantito, todito, lucgui­
to, airecito, ahorita, alentadito, solito, dicen mu­
chas gentes nielosas, que bien merecieron la burla
que, por sus itos, les hizo D. Antonio José de Irisa­
rri, y que prestaron mérito á otro compatriota
nuestro, D. Francisco Rivera hlaestre, para termi­
nar su " Epístola á Guatemala " inantlándole mu­
('

clzos ndiositos.
11.
No faltarán personas que tal vez niiren como
un trabajo inútil, sobre ser ingrato, éste de pro­
curar la pureza y corrección del lenguaje, señalan­
do los vicios mas frecuentes en el uso diario y
coleccionando las voces y locuciones provinciales
más someras que corren entre nosotros.
Para responder ii los que así desdeñan el est,u­
dio del idioma, como asunto baladí, nos será lícito
valernos de las expresiones del sabio Eello, cuan­
do dice que, si tal cosa se afirinara en Valladolid
Ó en Toledo, todavía se pudiera argiiir que el cau­
dal de voces y frases que andan en la circulación
general no es más que una pequeña parte de las
riquezas de la lengua; que su cultivo la uniforma
entre todos los pueblos que la hablan, y hace mu­
cho mas lentas las alteraciones 'que produce el
12 PR~LOGO

tiempo en esta como en todas las cosas humanas;


que, á proporción de la fijeza y uniformidad que
adquieren las lenguas, se disminuye una de las
trabas más incómodas á que está sujeto el comer­
cio entre los diferentes pueblos, y se facilita así
mismo el comercio entre las diferentes edades,
tan interesante para l a cultura de la razón, y pa1.a
los goces del entendimiento y del gusto; que todas
las naciones altamente civilizadas han cultivado
coii un esmero particular su propio idioma; que
en Roma, en la edad de César y Cicerón, se estu­
dió el latín; que entre preciosas reliquias que nos
han quedado de la literatura del Lacio, se conser­
va un buen niímero de obras gramaticales y filo­
lógicas; que el gran César no tuvo á, menos com­
poner algunas, y hallaba en este estudio una dis­
tracción á los afanes de la guerra y los tumultos
de las facciones; que en el más bello siglo de la
literatura francesa, el elegante y juicioso Rollin
introdujo el cultivo de la lengua materna en la
Universidad de París; citaríanios el trillado " Ha?c
stitdia adolescesatiam alunt &; " y en fin, nos apo­
yaríamos en la autoridad de cuanto se ha escrito
sobre educación literaria. De este modo pudiera
responderse, aún en los países donde se habla el
idioma iiacional con pureza, á los que condenan
su estudio como innecesario ó estéril. i Qué di­
remos, pues, á los que lo miran como una super­
fluidad en América ?
Al fin logró el patriarca de lá literatura hipano­
americana, que esto escribía, que en Chile se pres­
tara toda la atención necesaria al fomento de la
lengua nacional, mandando el Gobierno que su
DEL AUTOR 13

estudio se hiciese durante tres años, para po­


der optar 6 las carreras profesionales; pero tam­
bién pensaba aquel consumado filólogo que nada
se habría conseguido con poner en manos del ni­
ño una gramática, hacerle aprender de memoria
frases que no entiende, n i puede entender, y que
absolutamente no le sirven para distinguir lo bue­
no de lo malo en el lenguaje. j, Qué provecho le
resulta, en efecto, de tener la cabeza poblada de
definiciones, y de saber analizar una frase en la
pizarra, diciendo que la es artículo, tierra, sustan­
tivo, es verbo, y extensa adjetivo, si realmente no
sabe distinguir sino ii tientas y á bulto, al nombre
del verbo, y al sustantivo del adjetivo; y si al sa­
lir de la escuela sigue diciendo, como an'tes de ha­
ber entrado 4 ella, j 7 0 tuexo, yoforxo, yo uaceo, 90s
sos, nosotros ibanos, nosotros venianos, lzubieron
hombres, trancémonos en el pleito, k,C% ?
Iniporta, á no dudarlo, conocer el mecanismo y
genio de la lengua; pero este difícil estudio debe
hacerlo el joven que abrace las profesiones litera­
rias, 6 el que aspire á una educación muy esiiie­
rada: u n niño no puede penetrar ,en las abstrusas
cuestiones grarnaticales, sino limitarse ii aprender
algunos principios, y por medio de ejercicios prác­
ticos, la manera de hablar correctamente, para
evitar desde temprano los adefesios de que está
plagada el habla del vulgo.
En la república de Colombia, (iue tan adelan­
tada se halla en materias literarias, liase recoiio­
ciclo cuanto acahanios de insiniiar; y he allí por
qué el artículo 42 del decreto orgiinico de la ins­
trucción píil)lica primaria previene " que el ntle-
14 PRÓZOGO

lanto de los niños no tanto se gradúe por las re­


glas gramaticales que sepan de memoria, cuanto
por la corrección y propiedad con que hablen y
escriban.”
A ese propósito responde la preciosa gramática
de la lengua castellana, por D. Emiliano Isaza, y
la de 1). César C. Guzmán, quienes han observado
que la análisis profunda del lenguaje es incom­
prensible para inteligencias no avezadas á especu­
laciones metafísicas; pero sin olvidar que, como
dice el literato D. J. Manuel Marroquin, debe
prepararse á los niños con simples rudimentos de
la lengua patria, tanto para que corrijan los vicios
y defectos con que afea el lenguaje, dando pruebas
de mala educación todo ignorante, como porque
tampoco es dable enseñar los idiomas extranjeros
á los que no posean algunos conocimientos acerca
del propio.
Mas como las voces y locuciones viciosas que
se usan en Colombia, no son siempre las mismas
e

que en Guatemala se emplean, podrán los maes­


tros que deseen seguir en esta parte el único mé­
todo provechoso. y eficaz, valerse de la preserite
obra que les ofrecemos, para proponer á sus
alumnos, con las frases y términos que nosotros
apuntamos, ejercicios análogos á los que contie­
nen aquellas gramáticas.
Al formular esta indicación, no hacemos otra
cosa que conformarnos con el sistema moderno,
empleado por Murray en sus ejercicios ingleses, y
por Noél y Cliapsal en los que escribieron para la
enseñanza de la lengua francesa; el primero de
c

esos libros está reconocido como texto en los Es­


DEL AUTOR 15

tados Unidos de América, y el segundo en las es­


cuelas de Francia.
A los mismos maestros d e escuela puede ser de
alguna utilidad el registro de nuestro libro, ya que
la pureza de dicción’y el lenguaje atildado, deben
brillar en sus explicaciones: “ Los niños son cria­
. ras de imitación, como observa Emerson, y tratan
siempre de repetir lo que oyen, aunque muchas
veces no lo entiendan. Si, pues, el profesor es
castizo en su modo de hablar Ó de expresarse, en
los discípulos se reflejará., por decirlo así, esta cua­
lidad, y éstos ie distinguirán por la correcci6n con
que hablen; si, al contrario, usa de un lenguaje
rriazorral y vicioso, á ellos se harán trascendenta­
les estos defectos, y por ellos se conocer6 la igno­
rancia del que los enseña.’’

111.
Abogamos por la pureza del lenguaje, porque
creemos, valiéndonos de las expresiones de un
distinguido venezolano, que si diéramos anchas á
esa especie de culteranisnio, ii esos caprichos d e
extravagante neologisrno, se reproduciría dentro
de poco en América la coiifii~iót~ d e idiomas, dia­
lectos y jerigonzas del babilónico caos de la Edad
Media; y diez pueblos perderían uno de sus víticu­
los ni& poderosos de fraternidad, uno de sus más
preciosos iii struiiientos de correspondencia y co­
mercio.
.
Entre las prendas que revelan cultura y distin-
guen 6 la gente bien educada, estA el hablar co- ~

rrectamerite su lengua; y ya que la nuestra se ha-


16 PRÓLOGO

lla esparcida e n los dos Continentes, y es la


misma que sirve de medio de comunicación á la
heroica Espaiía y á las jóvenes repúblicas latino­
americanas, cuidemos de evitar ese alud de neo­
logismos, que bien pudiera al fin acarrear u n te­
nebroso período, como el que atravesó la lengua.
latina cuando fermentaban en Europa los dialec­
tos nuevos.
Hoy n o tienen razón de ser los antagonismos y
las diatribas: los odios contra España ya sólo son
buenos, como dice el eminente humanista D.
Rufino J. Cuervo, para fiingidos en discursos es­
tudiantiles: la Historia tiene ya dado su fallo, y
en su tribunal oprimidos y opresores han llevado
su merecido; rotas las antiguas ataduras, uiios y
otros son pueblos hermanos. E n el templo de la
gloria se ven hoy resplandecer los nombres de Ri­
caurte, Bolívar, Sucre, San Martín é Hidalgo, apa­
reados con los de Guzmán, Padilla, Palafox y Cas­
taños, y todos proclaman al mundo que son ingé­
nitas la sed de libertad y el esfuerzo para conquis­
tarla.”
E n las evoluciones de los pueblos, lo último que
se pierde es la leiigua; y si bien es natural que
vaya asimilándose nuevos elementos, coino se asi­
milan los seres vivientes los gérmenes de desarro­
llo que los aiiiniaii y sustentan, esto tiene que ser
sin que la unidad se pierda y la naturaleza se es­
trague: en la renovación está la vida; pero en la
renovación ordeiiada, que producen las leyes de la
existencia y del tiempo. La transformación pro­
gresiva que obedece a1 genio del idioma, dista mu­
cho de ser esa anarquía devastadora, ese furor cie-
DEL AUTOR 17

go, que mueve cruda guerra á todo lo que va san­


cionado por los años, con preexistentes derechos.
Si las nuevas formas y matices del pensamiento,
en su vuelo por las regiones del progreso, exigen
nuevos giros y nuevas voces, no seríamos nosotros
los que, sordos al clamor de l a época y adoradores
de exagerado purismo, rechazáramos incondicio­
nalmente todas las dicciones nuevas, hijas muchas
de ellas de los múltiples elementos regionales del
Nuevo Mundo, que reflejan variado y rico colori­
do en el habla castellana. Es indudable que, á la
par que se pierden muchas voces que el uso rele­
ga, reciben otras carta de naturaleza, cuando la
necesidad las abona y ei genio del idioma las
adopta; porque- lo repetimos-las lenguas vivas
experimentan pérdidas y reparaciones, como suce­
de con todos los organismos, que se renuevan i n ­
cesantemente. Desde el punto de vista, pues, d e
la esencia variable de las cosas, el arcaismo y el
neologismo son fenómenos naturales; pero así co­
mo las mudanzas que forman la vida, se sujetan
á las leyes armónicas que dependen de la m i sm a
esencia de los seres, el organismo lingüístico tiene
que someterse en su desarrollo á los preceptos que
impone el buen uso, fijado por el recto criterio de
doctas corporaciones, toda vez que, ( c o m o dice el
Secretario Perpetuo de la Academia Colombiana,
el distinguido poeta D. Rafael P o m b o ) los ame­
ricanos somos ciudadanos hábiles, fraternalmente
reconocidos con voz y voto, en l a gran República
deslindada por Cervantes, Alarcón, Bello .y Ven­
tur a de l a Vega.
18 PRÓLOGO

No es, por lo tanto, vicioso n i espurio todo lo


que en materia de lenguaje pertenece á los hispa­
no-americanos, como lo demuestra el último dic­
cionario de la Academia Española, que acogió
en sus columnas la mayor parte de las cédulas
que le dirigieron los Centros correspondientes de
Bogotá, Caracas, Santiago, Lima y México, confir­
mando además las doctrinas, en muchos artículos,
de las clásicas ‘‘ Apuntaciones Críticas, ” del pro­
fundo filólogo colombiano D. Rufino J. Cuervo.
Bajo el influjo de tales pensamientos, escribi­
mos este libro, que contiene una lista, si no com­
pleta, numerosa al menos, de nuestros provincia­
lismos, con sus equivalentes castizos, cuando los
tienen, y con ejemplos unos y otros, tomados los
primeros, de nuestros escritores nacionales, y los
segundos, de los clásicos es.pañoles. También fi­
guran en esta colección las voces que se pro­
nuncian mal, y las palabras y frases que ado­
lecen de vicios, que tanto afean nuestro modo de
hablar, y que notamos en locuciones usales.
* No h a entrado en nuestro propósito, n i nos hu­

biera sido dable, coleccionar todos los nombres de


plantas y animales de estas comarcas, cuyo estu­
dio corresponde á la botánica y á la zoología; pero
no hemos podido menos que dar cabida á muchos
d e aquellos que, por decirlo así, figuran en primer
término en el animado cuadro de nuestra varia
naturaleza.
IV.
Faltaríamos á un deber, no sólo de cortesía lite­
raria, sino además de justicia, si no tributáramos
DEL AUTOR 19

*elhomenaje de nuestro reconocimiento 6 los es­


seritores que nos han suministrado una parte del
material para nuestra labor.
No sólo hemos tenido que consultar el diccio­
nario de la Real Academia Española, que contie­
ne en su 12a edición, notables mejoras en caudal
-de voces, en método, en redacción y en forma ti­
pográfica, coniprendiendo por vez primera las eti­
mologías, mal que pese al erudito Miguel de Esca-
Jada, Ó sea D. Antonio de Valhuena y al célebre
Clarin, 6 D. Leopoldo Alas; sino que también he­
irnos consultado frecuentemente el diccionario eti­
mológico de Monlau, y el de galicismos de Baralt,
(obracuyo mérito es palmario, aunque calificada
por literatos de nota, de severa con exceso y á ve­
ces falta de lógica.
Hemos tenido la vistla, si bien muy poco ha
.debido servirnos, el “ Diccionario de Americanis­
mos de Bartlett,” en el cual se estudian profiinda­
mente los orígenes de los neologismos que se usan
-en los Estados Unidos de América, remont%ridose
hasta los dialectos de Inglaterra.
Desde el año 1836 se di6 6 luz por primera vez,
el “ Diccionario de Yrovincialismos de Cuba, por
Pichardo,” que más descuelia por la notable eru­
dición que revela en la historia natural, y que al­
gunas veces citamos en el cuerpo de nuestra obra.
Las “ Apuntaciones Críticas sobre el Leiiguaje
Bogotano,” por Rufino José Cuervo, han sido de
suma utilidad á nuestro propósito, y tenemos
la satisfacción de confesar que, en ese interesante
libro (del cual hemos consultado la 4“ edición,
notablemente aumentada,) hallamos mucho y rico
ni a terial.
20 PR~LOGO

El ‘(Diccionario de Chilenismos,” por Zoroba­


be1 Rodríguez, dado á la estampa en Santiago, el
año 1875, nos h a ayudado en alguna parte.
El “ Diccionario de Peruanismos ” que, como
ensayo filológico, publicó en Lima, en 1883, el no­
table escritor D. Pedro Paz Soldán y Unánue, ba­
j o el seudónimo de J u a n de Arona, nos ha sumi­
nistrado todo aquello que es común entre los pro­
vincialismos peruanos y los guatemaltecos.
E l vocabulario de las voces provinciales de la
América, de D. Antonio de Alcedo, contiene mu­
chas cosas notables, que se refieren á las produc­
ciones natiirales de este Continente; pero la ma­
yor parte de tales voces ha recibido ya, como era
natural, la sanción lexicográfica, deniandada por
la necesidad y justificada por el uso. l

La “ Historia de Guatemala, ó Recordación Flo­


rida, escrita en el siglo XVII, por el capitán D.
Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán,” con­
tiene muchos nombres y descripciones de hierbas,
cortezas y raíces medicinales, propias de estas
comarcas.
La “ Gramática de la Lengua C a ~ t e l l a n a , ’por
~
D. Andrés Bello-ese nionumento levantado á las
letras españolas en América -se cita, para honra,
nuestra, no pocas veces, en las páginas de esta
colección.
Entre las “ Memorias de la Sociedad de Lin­
güística de París,” figura un curioso folleto, de (7.
Mas pero: ‘‘ Sur quelques singularités phonetiques I
de 1’ espagnol par16 dans la campayne de Buenos
Aires et de Montevideo.” Este estudio nos ha de­
mostrado que una parte de nuestros barbarismos.
no es desconocida en las márgenes del Plata.
DEL AUTOR 21

La “ Colección de Lingüística y Etnografía Ame­


ricanas,” publicada en San Francisco de Calfornia,
por A. L. Pinart, es otro de los libros que hemos
tenido á la vista.
“ Las Cuestiones Filológicas de I ). Antonio Jo­
sé de Irisarri,” son estudios eruditísimos, de im­
portancia suma en varios puntos que, con la his­
toria, la literatura, los orígenes y forma del len­
guaje, se rozan. Hemos tratado, pues, de aprove­
char, dada la ocasión, las magistrales y útiles
enseñanzas de tan distinguido guatemalteco.
La “ Gramática Práctica de la Lengua Castella­
na,” por D. Emiliano Isaza, es por todo extremo
recomendable, y algo de lo que figura en nuestras
J
, páginas ha sido tomado de esa obrita colombiana.
1
Los “ Vocablos indígenas de Venezuela,” colec­
cionados por Aristides Rojas, y el “ A r t e de -la
Lengua del Reino Cackchiquel Ó Gvatemalico,
con un paralelo de las lenguas Metropolitanas de
los Reinos Quiché, Cackchiquel y Zutujil, publi­
cada el año de 1753, por el P. Fr. Ildefonso Joseph
Flores,” han formado parte de los libros de con­
sulta que hemos tenido presentes.
El “ Vocabulario Río Platense razonado,” de D.
Daniel Granada, es una curiosa colección, que he­
mos hojeado con provecho.
E l tratado que escribió D. César C. Guzmán,
con el título de “ Composición y Gramática Prác­
i tica,” y del cual ya se han hecho cuatro ediciones,
registra algo apropiado al linaje de nuestros es­
tudios.
‘‘ Los Idiomas de la América Latina,” por So­
brén, y ‘‘ La Formación de la Lengua Española,”
22 PR~LOGO

por Roque Barcia, son obra$ que también hemos:


consultado.
“ La Guia del Lenguaje Castellano ” de Odon

Fonol, publicada en 1885, se cita de vez en cuan­


do en el presente volumen.
La antigua y curiosa obra, que salió por prime­
ra vez á luz en Madrid, el año 1737, intitulada
“ Orígenes de la Lengua Española,” recogidos por

D. Gregorio Mayans y Sisear, es de sumo interés


para conocer á fondo nuestro idioma. Nos ha.
servido muchas veces, cuando hemos tenido que
consultar el origen de voces, locuciones y refranes.
El precioso libro da D. Juan Ignacio de Armas,.
(‘Orígenes del Lenguaje Criollo,” que salió á luz,
el año 1882, nos ha dado 6 conocer las etimologías
y la formación y uso de muchas voces americanas.
.“Primera Gramática Española Razonada,” se
llama la que escribió D. Manuel M. Díaz Rubio y
Cármeno, en dos grandes volúmenes, y que hace­
cuatro años se dió á la estampa. Esta gramática
y la de D. Manuel María Guillén de la Torre, que
vió la luz pública ec 1886, han formado parte de
los libros de doctrina que hemos consultado.
Nuestro distinguido amigo, el notable zoólogo
D. Juan J. Rodríguez, nos ha favorecido con los
nombres técnicos referentes 6 ciencias naturales..
Grato nos es consignar aquí el testimonio de apre­
cio que le debemos.
Las obras literarias de D. José Milla, una de­
nuestras glorias patrias, contienen discripciones
de asuntos del país y copia de términos provincia­
les que hemos aprovechado, exornando con ejem-.
plos nuestros artículos. )
DEL AUTOR 23

También figuran en estas páginas algunos ver­


sos de D. José Batres Montúfar, de Rivera Maes­
tre, de Goyena, de los hermanos Diéguez y de
algunos otros bardos guatemaltecos, que h an em­
pleado á las veces nuestros provincialismos.
Por lo demás, hemos tenido que ir haciendo
poco á poco, la lista de voces y frases que, sin ser
castizas, andan mezcladas con nuestro idioma, y
que dan lugai. frecuentemente á confusiones y du­
das, que hacen incurrir en errores aun á personas
educadas.
Comprendemos que nuestro ensayo 110 puede
dar por resultado una obra completa, como sería
apetecible, y que la presente tiene q u e resentirse
de errores y vacíos.
Este libro no es más que u n a base que servirá
de punto de partida á aquellos que, con profunda
ilustración, sobrado tiempo y prolijo examen,
puedan elaborar una obra acabada, eii este linaje
de estudios, que tanto han menester de la crítica,
“ no la de hidrópicos erecomios Ó de zurribas de

graciosos de esquina, sino aquella franca, honra­


da, independiente é investigadora, que estudia,
fecundiza y corrige el trabajo ageno, ilustrando y
estimulando al autor, y no paralizándolo con la
inflación del engreimiento 6 moviéndolo á romper
la pluma ante la soez retribución del escarnio.”

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