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Organizadores productivos basadas en la cosmovisión de los pueblos

Cuando se habla de “cosmovisión” generalmente se hace referencia a la cosmovisión de los


pueblos originarios o indígenas; sin embargo, se pasa por alto que en nuestras sociedades
existe una cosmovisión dominante que favorece a determinadas clases sociales y que
generalmente se le denomina “visión occidental” pero que, al referirse a ella en términos
genéricos, se pierde de vista cuál es su carácter de clase; por ello una especificación se
impone como necesaria.

Al hablar de cosmovisión dominante nos referimos a una cosmovisión que se ha ido


forjando a lo largo de los siglos y que se nutre de distintos orígenes. Entre sus nutrientes
está la visión greco-romana de la que deviene la concepción de la separación y
contraposición entre lo espiritual y lo material, entre el mundo y las ideas; el pensamiento
de que el ser humano es el centro del universo y la legislación del derecho de propiedad.
Asimismo la cosmovisión dominante se nutre del mundo judeo-cristiano donde se
considera que el hombre está llamado a dominar la naturaleza; proviene cierto nivel de
intolerancia y también el concepto del bien y del mal y por lo tanto de la moralidad que
predomina en nuestras sociedades. Asimismo, esta cosmovisión dominante se nutre del
liberalismo que ha impulsado la formal división de poderes, aunque en la práctica sean las
burguesías quienes controlan el poder real; igualmente el individualismo es impulsado y
ensalzado desde una visión liberal, junto al “sagrado” derecho de propiedad, además de la
tergiversación del concepto de libertad que se equipara con la libertad para comerciar.
Finalmente, la cosmovisión dominante se basa en el positivismo desde el cual solo se
entiende la realidad desde la razón y desde las pruebas, datos, experimentos, etc. que
corroboran el conocimiento de dicha realidad.

Frente a esa cosmovisión dominante, se alza una cosmovisión que ha sido negada, relegada
y menospreciada; es la cosmovisión de los pueblos indígenas u originarios que explica el
mundo, la realidad y el entorno a partir de comprender que hay una relación permanente
entre las colectividades humanas, el entorno en el que viven y el cosmos y a cada aspecto
de esa relación le otorga un significado particular y lo ubica permanentemente en la
dualidad del espacio y el tiempo.

Es así como, desde esta cosmovisión, el ser humano no es el centro del universo, sino un
componente más de un equilibrio que debe de existir con la Madre Naturaleza; la Tierra y
el Universo son parte de un mismo todo al cual pertenecemos los seres humanos; la tierra
no es solo un medio de producción, sino la Madre que da Vida y a la cual hay que retribuir.

Desde esta cosmovisión, el Territorio no es solamente un área geográfica sino mucho más
que eso: expresa una relación colectiva de un Pueblo con un área donde se incluye el suelo,
el subsuelo, el agua, los animales y las plantas. Pero además el territorio forma parte de la
identidad del Pueblo: somos parte del territorio donde vivieron nuestros antepasados y el
territorio es parte nuestra. Implica la memoria histórica, el derecho a decidir sobre los
recursos contenidos en él, la existencia de formas organizativas, mecanismos y espacios
para tomar las decisiones y la posibilidad de articular distintas expresiones con capacidad
de toma de decisiones, es decir, espacios para una forma distinta de entender y ejercer el
poder.

En otras palabras, pertenecer a la Madre Tierra es parte de nuestra identidad. Somos parte
del territorio que tiene que está vinculado con la memoria de los pueblos, es algo vivo y con
historia. Igualmente los saberes y conocimientos que se han acumulado de generación y
generación son parte del territorio, así como los lugares sagrados, energéticos y el tiempo
ya que, si ordenamos nuestras actividades alrededor de algún cultivo que es sagrado para
nuestros pueblos, los ciclos agrícolas de esos cultivos son la base del ordenamiento del
tiempo familiar y comunal, que es diferente en cada territorio.

A partir de esta cosmovisión, cada pueblo forja una identidad que está constituida por una
memoria histórica, formas de organización social, sistemas productivos, estructuras
políticas, normativas sociales y representaciones culturales particulares.

Es aquí donde cobra relevancia el papel de la cultura, entendida como la síntesis dinámica,
en el nivel de la conciencia de una persona o grupo humano, de la realidad histórica,
material y espiritual de una sociedad o colectividad humana, de las relaciones existentes
tanto entre el hombre y la naturaleza como entre los hombres y demás categorías sociales.

A cada cultura corresponden determinadas manifestaciones culturales que son las diferentes
formas por medio de las cuales esta síntesis se expresa individual y colectivamente en cada
etapa histórica y que se expresa en manifestaciones culturales como en el idioma, los
alimentos, las artes, el vestuario, la espiritualidad, etc.

Dado que los pueblos o grupos humanos oprimidos buscan resistir ante la dominación. La
cultura e identidad se constituyen en trinchera de resistencia porque le permiten a un pueblo
mantener su dignidad, es decir, reafirmar lo que son como pueblo y esta reafirmación abona
la lucha y la resistencia popular, le permite que la identidad se transmita de generación en
generación y dadas determinadas condiciones históricos, son fuente de convicciones y
energías para luchar.

Todos o la mayoría de estos aspectos son despreciados, folclorizados o utilizados por la


cosmovisión dominante que está al servicio de los intereses y la superestructura construida
por las clases dominantes y es aquí donde se expresa la contradicción entre el estado nación
y los Pueblos indígenas u originarios.

La Contradicción Estados Nacionales – Pueblos Indígenas es también Una Contradicción


Fundamental

La explicación de las modalidades que adoptó el colonialismo europeo del siglo XVI hay
que buscarla en primer lugar en la economía; el interés económico fundamental de las
monarquías residía en la explotación de la agricultura y las riquezas minerales; para ambas
era necesaria, donde existían importantes concentración de población, la fuerza de trabajo
indígena y para ello era imprescindible contar con mucho de la organización social propia
de los pueblos originarios
Pero el disponer de la mano de obra para la producción agrícola o minera explica que la
población indígena en términos mayoritarios sea, en las sociedades latinoamericanas
simultáneamente, explotada económicamente y oprimida socioculturalmente.

Esta misma razón posibilita que a la hora de luchar en contra del sistema, los pueblos
originarios o indígenas tengan especiales condiciones y razones para luchar en contra del
sistema que es, a la vez, sistema de explotación y de dominación.

La dominación de los pueblos indígenas, como ha sido analizado desde el siglo XX, adoptó
modalidades militares, económicas, políticas e ideológicas. La dominación militar se
expresó en las acciones bélicas de los invasores en contra de las sociedades de Abya Yala
que duró desde varias décadas hasta varios siglos. La dominación económica se basó en el
despojo de la tierra y en la conversión de la población indígena a la esclavitud,
inicialmente, y luego a la servidumbre colonial; políticamente, se les excluyó del ejercicio
del poder y la dominación ideológica se realizó a través de la religión católica, que
legitimaba el derecho del vencedor mediante la institucionalización del mito de la
superioridad. La discriminación y el racismo son una de sus consecuencias.

La cosmovisión impuesta por los colonialistas europeos (euro céntrica, greco-latina, judeo-
cristiana, liberal y positivista) se impuso sobre la cosmovisión originaria, pero los pueblos
indígenas resistieron y rechazaron las nuevas relaciones de producción y la cultura de los
hombres que las imponían. Esa resistencia y rechazo iba desde el sincretismo religioso
hasta los levantamientos armados locales, pasando por todas las formas de resistencia
cultural que el sentido de identidad le permite crear al los pueblos oprimidos en
circunstancias semejantes.

La necesidad colonialista de preservar las formas básicas de organización económico-social


de los indígenas, en función de la explotación de la mano de obra agrícola, es uno de los
factores que explican que las comunidades indígenas, sobrevivieran en la nueva sociedad
colonial; pero explica también que la organización económico-social de los pueblos
originarios no lograra desarrollarse.

Al convertirse la dominación en sistema, crea históricamente una superestructura en


función de la opresión, cargada de racismo y discriminación, que se reproduce a si misma.
El desarrollo del capitalismo dependiente perpetúa, profundiza y agudiza este fenómeno,
fundiendo las contradicciones propias de la estructura económico-social con las
contradicciones específicas del carácter plurinacional del país, en el cual la cultura
occidental impuesta históricamente por las sucesivas clases explotadoras es cultura
dominante.

De esa cuenta, desde el período colonial hasta la actualidad, en cada país con población
perteneciente a los pueblos indígenas y originarios, además de la contradicción clasista, se
da una contradicción entre el Estado nacional que defiende y reproduce una superestructura
de matriz colonial que corresponde a una cosmovisión y cultura dominante y la
cosmovisión, cultura y dinámicas sociales que corresponde a los pueblos indígenas u
originarios. Esta contradicción explican porqué los pueblos originarios ha mantenido a lo
largo de los siglos una resistencia y rebeldía indoblegable, pero también da pautas en
relación a que no basta con una redistribución de la riqueza social o la modificación de la
propiedad de los medios de producción.

Para construir nuevas sociedades es necesario superar esta contradicción; para llevar a cabo
transformaciones profundas, tienen que incluir, necesariamente la transformación de las
bases coloniales y capitalistas sobre las que se ha construido una superestructura racista y
discriminadora y construir una nueva base económica que tenga como eje rector el respeto
y la relación armónica con la Madre Naturaleza; no es posible hacer la revolución si no es
desde la cosmovisión, identidad y cultura de los pueblos originarios o indígenas y con ello
se revolucionan las relaciones entre los pueblos, culturas y cosmovisiones de un país ya que
no se trata de una nueva imposición ahora de signo indígena, sino de una construcción
reconociendo la pluralidad de nuestras sociedades. Es decir, solo seremos verdadera y
completamente libres cuando la base económica y el andamiaje jurídico, político e
ideológico correspondiente exprese, sin dominación y opresión, la diversidad de pueblos,
culturas, cosmovisiones e identidades que hay en nuestras sociedades y nuevas relaciones
de justicia y equidad se construyan y perduren.

De la misma forma, no se trata únicamente de contar con un estatuto de autonomía, donde


los pueblos originarios se autogobiernen pero bajo una tutela, sino de transformar el marco
constitucional para construir estados plurinacionales en los que participen a plenitud todos
los sectores, pueblos, nacionalidades y naciones originarias que conforman nuestras
sociedades.

Las técnicas industrializadas de los pueblos tradicionales e innovadores

Técnicas artesanales tradicionales


La artesanía tradicional es acaso la manifestación más tangible del patrimonio cultural
inmaterial. No obstante, la Convención de 2003 se ocupa sobre todo de las técnicas y
conocimientos utilizados en las actividades artesanales, más que de los productos de la
artesanía propiamente dichos. La labor de salvaguardia, en vez de concentrarse en la
preservación de los objetos de artesanía, debe orientarse sobre todo a alentar a los artesanos
a que sigan fabricando sus productos y transmitiendo sus conocimientos y técnicas a otras
personas, en particular dentro de sus comunidades.
El trabajo de la madera de los zafimaniry Véase mas sobre el elemento
© J. Ségur / ZED

Las expresiones de la artesanía tradicional son muy numerosas: herramientas, prendas de


vestir, joyas, indumentaria y accesorios para festividades y artes del espectáculo,
recipientes y elementos empleados para el almacenamiento, objetos usados para el
transporte o la protección contra las intemperie, artes decorativas y objetos rituales,
instrumentos musicales y enseres domésticos, y juguetes lúdicos o didácticos. Muchos de
estos objetos, como los creados para los ritos festivos, son de uso efímero, mientras que
otros pueden llegar a constituir un legado que se transmita de generación en generación.
Las técnicas necesarias para la creación de objetos de artesanía son tan variadas como los
propios objetos y pueden ir desde trabajos delicados y minuciosos, como los exvotos en
papel, hasta faenas rudas como la fabricación de un cesto sólido o una manta gruesa.

Como ocurre con otras formas del patrimonio cultural inmaterial, la mundialización crea
graves obstáculos para la supervivencia de las formas tradicionales de artesanía. La
producción en serie, ya sea en grandes empresas multinacionales o en pequeñas industrias
artesanales locales, puede suministrar a menudo los bienes necesarios para la vida diaria
con un costo de tiempo y dinero inferior al de la producción manual. Muchos artesanos
pugnan por adaptarse a la competencia con esas empresas e industrias. Las presiones
ambientales y climáticas influyen también en la artesanía tradicional, y la deforestación y
roturación de tierras disminuyen la abundancia de los principales recursos naturales.
Incluso cuando la artesanía manual se convierte en industria artesanal, la producción a
mayor escala puede causar daños al medio ambiente
El kris indonesio Véase mas sobre el elemento
© Ministry of Culture and Tourism of the Republic of Indonesia

A medida que van evolucionando las condiciones sociales o los gustos culturales, puede
suceder que las festividades y celebraciones que antes requerían productos artesanales
complicados se vayan haciendo más austeras, mermando así las posibilidades de expresarse
de los artesanos. Los jóvenes de las comunidades piensan a veces que es demasiado
exigente el aprendizaje necesario –a menudo muy prolongado– para dominar las técnicas
artesanales tradicionales, y por eso tratan de colocarse en fábricas o en el sector de
servicios, donde el trabajo es menos extenuante y mejor pagado con frecuencia. Muchas
tradiciones artesanas encierran “secretos del oficio” que no se deben revelar a extraños. Por
eso, si a los miembros de la familia o de la comunidad no les interesa aprenderlos, esos
conocimientos pueden desaparecer, ya que compartirlos con extraños sería vulnerar la
tradición.

Al igual que con las otras formas del patrimonio cultural inmaterial, el objetivo de la
salvaguardia consiste en garantizar que los conocimientos y técnicas inherentes a la
artesanía tradicional se transmitan a las generaciones venideras, de modo que ésta se siga
practicando en las comunidades, como medio de subsistencia y como expresión de
creatividad e identidad cultural.

Muchas tradiciones artesanales cuentan con sistemas de instrucción y aprendizaje


antiquísimos. Está comprobado que la oferta de incentivos financieros a aprendices y
maestros es un medio eficaz para reforzar y consolidar esos sistemas, ya que hace más
atractiva la transferencia de conocimientos para todos ellos.

También pueden reforzarse los mercados locales tradicionales de productos artesanales, al


tiempo que se crean otros nuevos mercados. Hay mucha gente en el mundo que, por un
movimiento reflejo contra la urbanización y la industrialización, aprecian los objetos
hechos a mano porque están impregnados del cúmulo de conocimientos y valores culturales
de los artesanos y ofrecen una alternativa más “soft” a los numerosos artículos de “alta
tecnología” que predominan en la cultura mundial del consumo.
El “Maître d’art” Jean Dominique Fleury, pintor de vidrio, entre sus aprendices (Francia)
© Alexis Lecomte, Ministère de la Culture - France

En otros casos, los bosques se pueden repoblar para tratar de remediar los perjuicios
causados a la artesanía tradicional que utiliza la madera como materia prima. En algunas
situaciones, puede ser necesario adoptar medidas jurídicas que garanticen el derecho de las
comunidades a explotar los recursos naturales y protejan al mismo tiempo el medio
ambiente.

Otras medidas jurídicas, como la protección de la propiedad intelectual o el registro de


patentes o derechos de autor, pueden ayudar a las comunidades a beneficiarse de sus
productos artesanales y de los motivos artísticos de éstos. En algunas ocasiones, la
producción artesanal se puede fomentar gracias a la adopción de medidas de ese tipo con
otros fines, por ejemplo la prohibición a nivel local de las bolsas de plástico puede
estimular el mercado de bolsas de papel hechas a mano o de embalajes de fibra tejida,
permitiendo así que prosperen los conocimientos y técnicas de la artesanía tradicional.

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