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REPENSANDO LA IMPORTANCIA PEDAGÓGICA DE LA PREGUNTA

Sugey Milanés Martínez.

La educación es un proceso dinámico compartido por diversos actantes donde el


conocimiento funciona como objeto de enseñanza y aprendizaje; esto es, si nos referimos
a la interacción entre maestro y alumno, en este proceso el conocimiento se maneja
bidireccionalmente, pues cada uno aprende del otro, contrario a lo que la pedagogía
tradicional pretendía defender en el sentido de que el maestro poseía y transmitía el
conocimiento al estudiante, mediante la enseñanza.

El dinamismo pedagógico implica una posición liberada en cuanto a la adquisición


del conocimiento, el cual no se basa en dar respuestas hechas a las inquietudes de los
estudiantes, sino más bien permitir el crecimiento de la curiosidad y de la indagación
como mecanismos para ir consolidando un pensamiento autónomo y crítico. Ante esta
perspectiva, la tarea del educador consiste en darle un vuelco a su forma de acariciar el
conocimiento trascendiendo de la pedagogía tradicional de la respuesta a la innovadora
pedagogía de la pregunta. Ahora, ¿Cómo lograr trascender de la pedagogía de la respuesta
a la pedagogía de la pregunta?

El cuestionamiento con que finaliza el párrafo anterior resulta muy interesante


cuando se analiza la forma como se adquiere el conocimiento, que no es uniforme sino
muy diversa y desde ópticas particulares. Tal vez el fracaso de la educación tradicional
radicaba en la mirada conservadora con la que se manejaba el conocimiento y la relación
erróneamente existente entre los protagonistas del proceso, un docente poseedor de la
información ubicado verticalmente ante un alumno con escazas o nulas posibilidades de
refutar, sólo aceptar. La pedagogía tradicional desdeñaba la importancia de enseñar a
pensar, por eso es una pedagogía de respuestas, es decir, es el docente quien hace las
preguntas elaboradas subjetivamente buscando las respuestas que quiere escuchar de sus
estudiantes; aquí las oportunidades de descubrir y encontrar nuevas formas de conocer
por parte de los estudiantes son limitadas. El maestro no quiere verse cuestionado en su
conocimiento, por lo tanto, ofrece pocas posibilidades para que esto ocurra, prefiriendo
la participación dirigida hacia lo que él necesita.

Para Alonso, A. (1964), afirma que la importancia de detectar y descubrir los


verdaderos impulsos humanos, la verdadera le índita de que está dotado el hombre es
radical para construir una respuesta vital y en ello, se vincula el proceso de valides de la
educación y, las respuestas que desde el acontecer diario realizan los estudiantes (p.59). 1
Esa ley natural, que se entiende constituyente del ser humano en la apuesta filosófica de
Sedano, preexiste a la misma ordenación positiva de los pueblos y es seguramente la
misma que defendió Antígona ante las determinaciones tiránicas de Creonte. Aquí puede
comprenderse la necesidad que plantea Sedano de rescatar del dominio de los juristas el
sentido del término responsabilidad (p.30), por cuanto la dimensión sancionatoria
imperante en el mundo jurídico, abandona la dimensión de compromiso sin necesidad de
coacción que la ley natural incuba en el hombre mismo.

Sin embargo, la actualidad nos muestra la necesidad de un nuevo paradigma


educativo donde las respuestas absolutas y las uniformidades en el quehacer pedagógico
han quedado relegadas, cobrando gran vitalidad la innovación y la heterogeneidad a la
hora de demostrar que se sabe hacer en la vida. Esto implica que los estudiantes ya no
quieren respuestas hechas ni las necesitan para su buen desenvolvimiento social, lo que
requieren es una preparación pedagógica para enfrentar los retos que le plantea el día a
día, y en este sentido, la pedagogía de la pregunta toma toda la fuerza que la educación
necesita para brindar buenas herramientas cognitivas a los estudiantes. Esta pedagogía de
la pregunta impone nuevos retos al maestro pues ahora la interacción es productiva para
alumno y docente, este último puede ser objeto de cuestionamiento por parte del primero,
porque precisamente lo que interesa es repensar el conocimiento. Desde esta óptica, la
pregunta es el punto de partida para redescubrir el mundo, ya que quien indaga muestra
interés real por el aprendizaje. El maestro está en la obligación de formar estudiantes
críticos y reflexivos, que sepan elaborar cuestionamientos y puedan argumentar los

1
Alonso, A. (1964). Formando Hombres Nuevos. Bogotá: Ediciones Paulinas.
conocimientos que desarrollan. Es importante que los docentes pierdan el miedo a
equivocarse porque quedarían mal parados ante sus estudiantes, ese miedo al error ha
llevado a grandes equivocaciones en el campo educativo.

Un maestro tiene derecho a buscar el conocimiento acompañado por sus estudiantes


y en el camino hacia ese aprendizaje, ir soltando las ideas previas desacertadas que ambos,
sin duda, poseían. Todo lo anterior indica que la educación basada en la pregunta ofrece
mejores oportunidades de crecimiento en los estudiantes.

La reflexión y la aplicación de la pedagogía de la pregunta concuerdan muy bien en


el modelo educativo de la Escuela Nueva, que implica, desde luego, no sólo innovar e
implementar métodos y estrategias, de los materiales, de los ambientes y espacios
educativos, sino también rescatar el papel crítico-constructivo de los educadores y de los
alumnos. En este tipo de escuelas, el maestro y los alumnos establecen sinceros y fuertes
lazos de amistad. Allí se reconocen y se valoran mutuamente.

En este contexto, Paulo Freire en su libro La pedagogía de la pregunta, plantea que


“los maestros y alumnos, se reúnen en el aula de clase para plantearse preguntas acerca
de los problemas prácticos de sus vidas, de sus comunidades y del conocimiento que
esperan construir”. Esa aula de clases que tanto interesaba al pedagogo brasileño tiene su
epicentro en la Nueva Escuela, la misma que se origina con la corriente de la pedagogía
activa. Para el maestro Freire, la pregunta es el eje medular, es el activador del
pensamiento y del discurrir sobre los diferentes asuntos que se plantea el grupo como
tarea

La curiosidad del estudiante es una de las fuentes que más infunde hacia una
pedagogía, la curiosidad a veces, puede conmover la certeza del profesor. Freire (s.f.), en
el texto “Hacia la pedagogía de la pregunta, afirma que, al limitar la curiosidad del
alumno, el profesor autoritario está limitando también la suya. Muchas veces, por otro
lado., la pregunta que el alumno hace sobre el tema — cuando es libre para hacerla—,
puede brindarle al profesor un ángulo distinto, el cual le será posible profundizar más
tarde en una reflexión más crítica.2 El mismo autor, declara que para un educador no
deben existir preguntas bobas ni respuestas definitivas. Un educador que no castra la

2
Freire, P. (s.f). Hacia una pedagogía de la pregunta. Recuperado de:
file:///C:/Users/Jhina%20Gómez/Downloads/paulo_freire_-_pedagogia_de_la_pregunta%20(1).pdf
curiosidad del educando, que se inserta en el acto de conocer, jamás es irrespetuoso con
pregunta alguna. Porque, asimismo cuando la pregunta para él pueda parecer ingenua,
mal formulada, no siempre lo es para quien la hace. En tal caso, el papel del educador,
lejos de ser el que ironiza al educando, es de ayudarlo a rehacer la pregunta con lo que el
educando aprende, en la práctica, corno preguntar mejor.

Decía Freire que:

Las preguntas ayudan a iniciar procesos interactivos de aprendizajes y solución


de problemas, lo mismo que mantenerlos hasta cuando se logran los objetivos y
se planteen nuevos problemas y nuevas situaciones de aprendizaje en este
continuo trasegar que es la vida (p.116).3

La pregunta es, además, un elemento pedagógico que estimula y da solidez al


proceso de autoaprendizaje. Es una herramienta de primer orden en el proceso de aprender
a aprender. Desde sus años más infantiles el niño desarrolla su creatividad a base de
preguntas, de esta manera interactúa con el entorno. Los padres que permiten espacios
dialogantes con sus hijos apoyan grandemente el proceso de aprendizaje en ellos a la vez
que se sorprenden de los alcances que pueden lograr los niños en la adquisición del
lenguaje y la interacción con el entorno. Esa curiosidad siempre despierta en los niños
debe ser aprovechada por el maestro en la escuela llevándolos a la plataforma de la
pregunta pedagógica, se deben formar estudiantes que sepan preguntar, que puedan
argumentar y basar sus conocimientos en preguntas surgidas de ellos mismos en ese
proceso de aprendizaje con sus maestros.

En la medida en que los maestros pierdan el temor a mostrarse ante sus estudiantes
como seres con falencias cognoscitivas, podrán formar estudiantes más comprometidos
con el conocimiento, pues de esta forma se saben protagonistas del saber y no simples
recipientes que reciben lo que el maestro informa.

3
Zuleta A. (2005). La pedagogía de la pregunta. Una contribución para el aprendizaje. Educere, vol. 9,
núm. 28, enero-marzo, pp. 115-119 Universidad de los Andes - Mérida, Venezuela.
La pedagogía de la pregunta es la oportunidad para construir personalidades más
fuertes y conciencias menos corruptibles, pues permite aprender a reconocernos como
seres imperfectos, pero en búsqueda de la excelencia, donde las preguntas más
importantes son de auto cuestionamiento, para luego poder cuestionar la actuación ajena.
Un maestro comprometido con este cambio en su pedagogía puede ayudar a construir
mentes más sanas e interesadas por la transformación de los vicios sociales en virtudes
que propendan por una sociedad equitativa y con posibilidades para el desarrollo del
conocimiento, la ciencia, la cultura, la biodiversidad y la libertad de expresión
responsable y digna; es decir, el camino para una sociedad en paz se encuentra en la
educación y el desarrollo de una buena pedagogía, y en este sentido, la pedagogía de la
pregunta llena expectativas que la sociedad debería implementar a fondo.

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