¿Qué es (y por qué)

la Psicología Positiva?
Shelly L. Gable 1, Jonathan Haidt 2

1 University of California, Los Angeles

2 University of Virginia

La psicología positiva es el estudio de las condiciones y procesos que contribuyen al funcionamiento próspero u
óptimo de las personas, los grupos y las instituciones. En esta breve introducción, los autores dan ejemplos del tra-
bajo actual en psicología positiva y tratan de explicar por qué el movimiento de la psicología positiva ha crecido tan
rápidamente en tan sólo 5 años.

Sugieren que cubrió una necesidad: guió a los investigadores a fenómenos infra estudiados. La autores concluyen
abordando algunas críticas y deficiencias de la psicología positiva, tales como la relativa falta de avances en el estu-
dio de las instituciones positivas.

El producto nacional bruto no toma en considera-
ción la salud de nuestros hijos, la calidad de su educa-
ción, o la alegría de su juego. No incluye la belleza de
nuestra poesía o la fortaleza de nuestros matrimonios; la
inteligencia de nuestro debate público o la integridad de
nuestros funcionarios públicos. No mide ni nuestro in-
genio ni nuestro coraje; ni nuestra sabiduría ni nuestro
aprendizaje; ni nuestra compasión ni nuestra devoción
a nuestro país; en definitiva, mide todo, a excepción de
lo que hace que la vida valga la pena. (Kennedy, 1968)
El lamento de Robert F. Kennedy sobre el producto
nacional bruto es análogo al lamento de la psicología
positiva acerca de lo que podría llamarse el “producto
académico bruto” de la psicología. En Enero de 2000,
cuando Seligman y Csikszentmihalyi editaron un nú-
mero especial de American Psychologist dedicado a
la psicología positiva, afirmaron que la psicología no
estaba produciendo suficiente “conocimiento sobre lo
que hace que valga la pena vivir la vida” (pág. 5). En
la segunda mitad del siglo XX, la psicología aprendió
mucho acerca de la depresión, el racismo, la violencia,
la gestión de la autoestima, la irracionalidad y sobre
crecer en la adversidad, pero tuvo mucho menos que
decir sobre las fortalezas del carácter, las virtudes y las
condiciones que llevan a altos niveles de felicidad o a
la participación cívica. O lo que es lo mismo, se decía
que la psicología estaba aprendiendo a cómo llevar a
las personas del ocho negativo al cero, pero no era tan
buena en la comprensión de cómo las personas suben de
cero a ocho positivo.
En tan sólo 5 años desde aquel número especial,
han sucedido bastantes cosas en lo que se ha conocido
como el movimiento de la psicología positiva. Se han
escrito y publicado volúmenes y manuales (por ejem-
plo, Aspinwall y Staudinger, 2003; Keyes y Haidt, 2003;
Lopez y Snyder, 2003; Peterson y Seligman, 2004; Sch-
muck y Sheldon, 2001; Snyder y López, 2002). Docenas
de conferencias han reunido a investigadores de todo
el mundo. Numerosas becas han facilitado la tarea de
jóvenes investigadores y se han creado colaboraciones
entre investigadores de muchos países. Están surgiendo
cursos sobre la psicología positiva en decenas de uni-
versidades y escuelas secundarias. Aquellos de noso-
tros involucrados en la psicología positiva nos sorpren-
demos a menudo de lo rápido que el tren se ha estado
moviendo.
Sin embargo, los estudiosos que no están involu-
crados en la psicología positiva pueden ser escépticos
tanto acerca de la carga como del destino del tren. En
esta introducción, nos gustaría dirigirnos a los que du-

RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 75 - 2015 3

dan de la psicología positiva o simplemente no están
familiarizados con ella. Damos nuestra visión sobre
la psicología positiva, sobre cómo respondemos a las
críticas recientes acerca de este movimiento y de ha-
cia donde creemos que va este camino. Ambos somos
psicólogos sociales experimentales, cuyo trabajo se de-
sarrolla en el ámbito de la psicología positiva. También
codirigimos una conferencia anual: Instituto de Verano
de Psicología Positiva, en el que 20 estudiantes de pos-
grado, estudiantes postdoctorales y profesores asisten-
tes, de todo el mundo y de todo de los subcampos de la
psicología, se reúnen durante 6 días para aprender unos
de otros y de un grupo de investigadores experimenta-
dos. Estamos encantados con el trabajo que vemos cada
verano y con el nivel y la diversidad de los estudiosos
que asisten al instituto de verano y que participan en
otras actividades de la psicología positiva. Nos gustaría
invitarle a que considere involucrarse también, porque
si todo va bien, la psicología positiva no será ignorada
mucho más tiempo. Si el movimiento de la psicología
positiva no tiene éxito en el reequilibrio de la psicología
y en la expansión de su producto académico bruto, se
convertirá en obsoleta.
¿Qué es (fue y no es)
la Psicología Positiva?
La psicología positiva es el estudio de las condi-
ciones y procesos que contribuyen al funcionamiento
próspero u óptimo de las personas, los grupos y las ins-
tituciones. Definido de esta manera, la psicología posi-
tiva tiene una larga historia que se remonta a los escri-
tos de William James en los que él habló de denominó
“mente sana” ya en 1902, al interés de Allport en las
características humanas positivas en 1958, a la defensa
de Maslow para el estudio de personas sanas en lugar de
las personas enfermas en 1968, y a la investigación de
Cowan sobre la resiliencia en los niños y adolescentes
(por ejemplo, Cowan, 2000). Sin embargo, por razones
discutidas más tarde, el último medio siglo ha visto re-
troceder a un segundo plano el estudio de los aspectos
psicológicos que hacen que valga la pena vivir la vida,
mientras que los estudios sobre el trastorno y los daños
han tomado un interés capital. El reciente movimiento
de la psicología positiva surge del reconocimiento de
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este desequilibrio y del deseo de fomentar la investiga-
ción en áreas desatendidas.
¿Cuáles son algunas de estas áreas descuidadas?
Un muestreo de los temas de investigación cubiertos
por los 60 académicos que han participado en el Insti-
tuto de Verano de Psicología Positiva en los 3 últimos
años proporciona una bonita ilustración de algunas de
ellas. Muchos de los eruditos estudian áreas que no es-
taban verdaderamente descuidadas, tales como el ape-
go, el optimismo, el amor, la inteligencia emocional y
la motivación intrínseca. Pero otros están estudiando
áreas de la experiencia humana sobre la que se había
publicado muy poca investigación antes del año 2000,
tales como la gratitud, el perdón, el respeto, la inspira-
ción, la esperanza, la curiosidad y la risa (hay puntos
en común entre la vocalización inducida por cosquillas
en crías de rata y la risa juvenil en los seres humanos,
destacando la probabilidad de sistemas neurobiológicos
subyacentes comunes; Burgdorf, 2001). Algunos están
estudiando el bienestar o la prosperidad en poblaciones
inusuales o poco estudiadas, incluyendo los latinos en
los Estados Unidos, los asiáticos del sur en matrimonios
de conveniencia, las personas mayores con deterioro
cognitivo, los pacientes con cáncer y las personas con
esquizofrenia (cuya vida diaria incluye un balance de
momentos positivos y negativos similar al de los no es-
quizofrénicos; Gard, 2001). Otros están estudiando los
fundamentos psicobiológicos de la felicidad y la morali-
dad. Algunos están estudiando técnicas para mejorar el
bienestar, tales como la meditación consciente, la escri-
tura de un diario, la terapia del bienestar, el saborear el
momento y la exposición a espacios verdes. Si crees que
estos programas de investigación valen la pena y son
interesantes y aceptas que nuestro campo es mejor con
una comprensión de la prosperidad para complemen-
tar nuestro conocimiento de la desesperación, entonces
también puedes ser un psicólogo positivo.
Sin embargo, la psicología positiva no implica que
el resto de la psicología sea negativa, aunque es com-
prensible que el nombre pueda hacérselo creer a algu-
nas personas. De hecho, la mayor parte del producto
académico bruto de la psicología es neutro, no centrán-
dose ni en el bienestar ni en la angustia. La psicología
positiva creció en gran parte por el reconocimiento de
un desequilibrio en la psicología clínica, en la que la
mayoría de investigaciones se centran realmente en la
enfermedad mental. Los investigadores de la psicolo-
gía cognitiva, de desarrollo social y de la personalidad
pueden no creer que las cosas estén tan desequilibradas.
Sin embargo, incluso en estos campos, creemos que hay
muchos temas de los que se puede decir que tienen dos
lados pero, una gran parte de la investigación se produce
en el lado negativo, el lado positivo se deja en barbecho.
Por ejemplo, en las dos áreas con las que estamos más
familiarizados, este desequilibrio es evidente. En el ám-
bito de las relaciones íntimas, muchos estudios han exa-
minado cómo responden las parejas a la desgracia del
otro (por ejemplo, apoyo social) o a una mala relación
de comportamiento (por ejemplo, las críticas y las infi-
delidades), pero se sabe poco sobre cómo responden las
parejas a los triunfos del otro (por ejemplo, saboreando
los acontecimientos positivos) o a la relación de buen
comportamiento (por ejemplo, felicitaciones y muestras
de afecto; ver Reis y Gable, 2003). Y hay muchos trata-
dos examinando cómo las parejas y las familias resuel-
ven conflictos, pero muy pocos estudios examinando a
las familias divirtiéndose y riendo juntos. En el área de
la moralidad, hay miles de estudios publicados sobre las
emociones morales negativas, las emociones que senti-
mos cuando otros hacen cosas malas (ira, desprecio y
asco) o cuando nosotros mismos hacemos cosas malas
(remordimiento, vergüenza y culpa); sin embargo, hay
sólo unos pocos estudios empíricos sobre las emociones
morales positivas, las emociones que sentimos cuando
otros hacen cosas buenas (gratitud, admiración y eleva-
ción moral; véase Haidt, 2003).
A pesar de estas desigualdades, el objetivo de la
psicología positiva no es la negación de los aspectos an-
gustiosos, desagradables o negativos de la vida, ni es
un esfuerzo para verlos a través de gafas de color rosa.
Los que estudian temas de la psicología positiva reco-
nocen plenamente la existencia del sufrimiento huma-
no, el egoísmo, los sistemas familiares disfuncionales
y las instituciones ineficaces. Sin embargo, el objetivo
de la psicología positiva es el estudio de la otra cara de
la moneda - las maneras en que las que las personas
sienten alegría, muestran altruismo y crean familias e
instituciones sanas – abarcando de esta manera todo el
espectro de la experiencia humana. Por otra parte, la
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psicología positiva argumenta que éstos temas positi-
vos de investigación son importantes para entender por
derecho propio, no únicamente como amortiguadores
contra los problemas, los asuntos estresantes y los tras-
tornos de la vida (aunque creemos que es clara la evi-
dencia de que muchos procesos positivos nos protegen
de resultados negativos, un punto sobre el que volvere-
mos más adelante).
Sheldon y King (2001) definieron la psicología po-
sitiva como “nada más que el estudio científico de las
fortalezas y virtudes humanas normales” que “com-
parte la persona promedio” (pág. 216.; la cursiva es de
los autores). En esta definición está el reconocimiento
de que nuestro campo como un todo es relativamente
silencioso en relación a lo que es típico, porque lo que es
típico es positivo. De hecho, 9 de cada 10 estadouniden-
ses reportan ser “muy feliz” o “bastante feliz” (Myers,
2000). Y, contrariamente a la idea de que esto es único
para el territorio estadounidense, los estudios han reve-
lado consistentemente que la mayoría de las personas
del mundo puntúa muy por encima del punto neutro las
medidas de satisfacción con la vida (Diener y Diener,
1996), e incluso personas que muchos podrían supo-
ner que estarían muy insatisfechas con sus vidas, tales
como los habitantes de chabolas en Calcuta, están en
realidad bastante satisfechas con ellas (Biswas-Diener
y Diener, 2001). Por lo tanto, a pesar del impacto muy
real de los aspectos negativos de la vida documentados
en las últimas décadas de investigación psicológica, la
mayoría de la gente se siente bien, y nosotros, como
psicólogos, tendemos a pasar por alto la mayor parte
de la experiencia humana y la mayoría de las personas,
familias, grupos e instituciones.
¿Por qué un Movimiento de
Psicología Positiva, y por qué ahora?
¿Por qué necesitamos un movimiento en psicolo-
gía positiva? La respuesta es sencilla. La ciencia de la
psicología ha hecho grandes avances en entender lo que
va mal en las personas, las familias, los grupos y las
instituciones, pero estos avances han llegado a costa de
comprender lo que es bueno para la gente. Por ejemplo,
la psicología clínica ha hecho grandes progresos en el
5
diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades men-
tales y de los trastornos de la personalidad (por ejemplo,
la American Psychiatric Asociación, 1994). Los investi-
gadores en psicología social han llevado a cabo estudios
pioneros sobre la existencia de los perjuicios implícitos
y las variables negativas asociadas con una baja autoes-
tima (por ejemplo, Josephs, Bosson, y Jacobs, 2003;
Wittenbrink, Judd, y Park, 1997). La psicología de la
salud nos ha mostrado los efectos perjudiciales que los
factores de estrés ambientales tienen sobre nuestra sis-
temas fisiológicos (por ejemplo, Dickerson y Kemeny,
2004). Y la psicología cognitiva ha iluminado los mu-
chos sesgos y errores involucrados en nuestros juicios
(por ejemplo, Gilovich, Vallone, y Tversky, 1985). Todos
estos son hallazgos importantes en nuestra campo, pero
es más difícil localizar el trabajo correspondiente sobre
las fortalezas y virtudes humanas.
Así que ¿por qué ha estado nuestro campo mucho
más interesado en las debilidades que en las fortale-
zas? Vemos tres razones. La primera es la compasión.
Se debe ayudar a aquellos que sufren antes que a los
que están bien. Estamos de acuerdo con esta idea; sin
embargo, también pensamos que una comprensión de
las fortalezas humanas puede ayudar realmente a preve-
nir o disminuir el daño de la enfermedad, el estrés, y el
trastorno. Por ejemplo, la investigación sobre el afronta-
miento ha demostrado que las evaluaciones de eventos
negativos de la vida que los ponen en perspectiva con las
propias capacidades para afrontar el reto, intervienen en
la experiencia actual de angustia (por ejemplo, Folkman
y Lazarus, 1988). Y Taylor y sus colegas (Taylor, Ke-
meny, Reed, Bower, y Gruenwald, 2000) han proporcio-
nado persuasiva evidencia de que las creencias como el
optimismo y un sentido de control personal son factores
protectores de la salud psicológica y física.
Esta evidencia, así como una plétora de hallazgos
de otros programas de investigación, nos lleva a creer
que una mejor comprensión de las condiciones ambien-
tales y de las fortalezas personales que amortiguan la
enfermedad, nos equipan realmente para ayudar mejor
a los que sufren.
Además, está la cuestión de la proporción. Incluso
si todo el mundo está de acuerdo en que debemos in-
vertir más dinero y más tiempo en la investigación de
6 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 75 - 2015
problemas y de sufrimiento que en salud y fortaleza, la
cuestión es, ¿cuánto más? ¿Cinco, 10, ó 50 veces más? Si
nuestra “cartera de inversión” en investigación se aleja
mucho de un equilibrio, estamos dejando pasar oportu-
nidades para hacer un progreso científico rápido con una
inversión mínima. Muchos de los participantes en el Ins-
tituto de Verano de Psicología Positiva son ahora líderes
en sus campos de estudio a pesar de su juventud, porque
han elegido temas fascinantes e importantes en los que
nadie se había molestado en invertir anteriormente.
Una segunda razón para el enfoque de la psicolo-
gía en la angustia y la enfermedad en los últimos 50
años es pragmática e histórica. Después de la segunda
guerra mundial, los psicólogos vieron que los organis-
mos de financiación priorizaban la investigación sobre
la enfermedad mental y otros problemas, y que se podía
encontrar mucho trabajo en ayudar a los veteranos que
regresaron (Seligman, 2002). Por otra parte, en aquel
momento, la psicología clínica había llegado a centrar-
se en el diagnóstico y tratamiento de trastornos, en la
moda de un modelo de enfermedad médica (Maddux,
2002). Y, como han argumentado Keyes y López (2002),
de manera similar al modelo de enfermedad médi-
ca, hemos invertido mucho en la identificación de las
causas proximales de las enfermedades mentales y en
la creación de terapias eficaces para los que ya sufren
trastornos, pero no hemos estado a la altura en la iden-
tificación de los amortiguadores distales de la enferme-
dad mental, tales como las fortalezas personales y las
conexiones sociales, dirigiéndose la prevención a la po-
blación mayoritaria. Irónicamente, entonces, un coste
de dirigir los recursos exclusivamente al tratamiento de
los que ya están enfermos puede ser la prevención de
estas mismas enfermedades en los que no están enfer-
mos, a través de la investigación sobre los puntos fuer-
tes y las circunstancias que contribuyen a la resiliencia
y el bienestar. Y este análisis también es aplicable a ra-
mas de la psicología distintos de la clínica. Por ejemplo,
un enfoque sobre el prejuicio pasa por alto el proceso
de aceptación, un enfoque en el conflicto ignora cómo
se forjaron los compromisos y, un enfoque en el sesgo
pierde en muchos casos precisión y olvida las circuns-
tancias que lo rodean.
La tercera razón para el enfoque de nuestro campo
en lo negativo puede muy bien residir en nuestra propia
naturaleza y nuestras teorías sobre los procesos psico-
lógicos. Como Baumeister, Bratslavsky, Finkenauer y
Vohs (2001) han documentado, “Lo malo es más fuerte
que lo bueno.” En una revisión de la literatura, argu-
mentan que los eventos negativos tienen más impacto
que los acontecimientos positivos y que la información
sobre las cosas malas se procesa más a fondo que la
información sobre las buenas. Por ejemplo, hay eviden-
cia de que la vigilancia automática tiende a ser mayor
sobre los estímulos negativos que sobre los estímulos
positivos (por ejemplo, Pratto & John, 1991). También
hay evidencia de que vemos a los actos negativos como
más diagnósticos acerca de las cualidades internas de
alguien que a los actos positivos, al hacer atribuciones
internas para aquellos y atribuciones externos para es-
tos últimos (por ejemplo, Vonk, 1994).
Puede ser evolutivamente adaptativo el reconocer
las amenazas potenciales más fácilmente que las re-
compensas potenciales. Lo primero puede haber tenido
consecuencias inmediatas e irreversibles para la super-
vivencia y la reproducción, mientras que el impacto
de estas últimas en la supervivencia y la reproducción
puede haber sido más indirecta y reversible. Por ejem-
plo, Cosmides y Tooby (1992) han demostrado que las
personas tienen un mecanismo para la detección de in-
dividuos que violan los contratos sociales, beneficián-
dose a sí mismos sin contribuir recíprocamente al grupo
(es decir, los tramposos), pero hasta el momento no hay
evidencia de que poseamos un mecanismo para la de-
tección de lo contrario (es decir, altruistas).
Por otra parte, una razón clave por la primacía de
la información negativa puede ser que viola nuestra ex-
pectativas (Olson, Roese, y Zanna, 1996). Los eventos,
la información, los procesos y las interacciones positi-
vas simplemente ocurren con más frecuencia que los
negativas. Por ejemplo, un estudio mostró que cuando
se preguntó con qué frecuencia se había producido una
lista de ocho eventos sociales positivos (por ejemplo,
“un amigo, una pareja romántica, o un miembro de mi
familia me han felicitado”) y ocho eventos negativos
(por ejemplo, “un amigo, un familiar, o una pareja ro-
mántica me ha insultado”) durante la última semana,
los participantes informaron que las interacciones ne-
RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 75 - 2015
gativas ocurrieron un promedio de 5,9 veces y las in-
teracciones positivas ocurrieron un promedio de 19,0
veces. Esto dio una proporción de 3,2 eventos positivos
para cada evento negativo (Gable, 2000) y este patrón
de experimentar más acontecimientos positivos que ne-
gativos se ha replicado en estudios de experiencias co-
tidianas, incluyendo tanto eventos sociales como no so-
ciales (por ejemplo, la escuela o el trabajo; Gable, Reis,
y Elliot, 2000). Así, la información, los eventos y las in-
teracciones negativas se han convertido en la figura del
campo positivo porque son la excepción y no la norma.
Nuestro sesgo como humanos para percibir y pro-
cesar la información negativa más fácilmente no debe-
ría, sin embargo, reflejarse en el contenido de nuestra
ciencia. De hecho, debido a que los procesos positivos
ocurren con más frecuencia, su impacto en los resul-
tados a largo plazo puede ser aún mayor, a pesar del
impacto más sutil de cualquier proceso positivo solo.
Como una evidencia de esta afirmación, queremos lla-
mar su atención sobre dos estudios recientes acerca
de las emociones positivas, que hasta hace poco (por
ejemplo, Fredrickson, 1998) han sido insuficientemen-
te estudiadas y teorizadas por los investigadores de la
emoción. En el primero, Harker y Keltner (2001) codi-
ficaron las expresiones emocionales de las mujeres en
sus fotos del anuario de la universidad, y las correla-
cionaron con variables como la satisfacción marital y el
bienestar psicológico 30 años después. Las mujeres que
expresaban una emoción más positiva en sus fotos a los
22 años de edad tuvieron resultados significativamen-
te más favorables en sus cincuentas. Del mismo modo,
Danner, Snowdon, y Friesen (2001) encontraron que las
autobiografías de monjas católicas escritas cuando es-
taban al principio de la veintena de edad predijeron la
supervivencia en la vejez. Específicamente, las monjas
cuyos ensayos contenían contenido emocional positivo
vivieron más tiempo que las monjas cuyos ensayos care-
cían de dicho contenido. Sorprendentemente, había una
diferencia de 2,5 cociente de riesgos entre los cuartiles
más bajos y más altos de expresión emocional positiva!
En resumen, a pesar de los fundamentos filosófi-
cos, históricos y teóricos que llevaron al actual desequi-
librio en la psicología, creemos que hay poca justifica-
ción empírica para nuestro visión predominantemente
7
negativa de la naturaleza y la condición humana. Por
lo tanto, no nos sorprenden que lo que se ha conoci-
do como el movimiento de la psicología positiva haya
crecido tan rápidamente desde sus inicios (Seligman y
Csikszentmihalyi, 2000). La investigación sobre los te-
mas de psicología positiva no es nueva, pero era el mo-
mento adecuado para una corrección y un movimien-
to de psicología positiva organizada. En los últimos 5
años, muchos investigadores se han subido al tren y
están descubriendo que les está llevando a lugares inte-
resantes y a nuevas fronteras.
Desafíos para la Psicología Positiva
El movimiento de la psicología positiva no está li-
bre de desafíos y críticas. Muchas críticas parecen sur-
gir de la suposición de que si hay una psicología posi-
tiva, entonces el resto de psicología debe ser negativo,
y si necesitamos una psicología positiva es porque esta
llamada psicología negativa nos ha enseñado poco. Esta
interpretación es lamentable y, lo que es más impor-
tante aún, falsa como esperamos que lo escrito aquí lo
demuestre. De hecho, se debe a que la psicología (que es
mayormente neutral, pero con más temas negativos que
positivos) ha sido tan extraordinariamente exitosa que
el desequilibrio, la falta de avances en temas positivos,
ha llegado a ser muy evidente.
Una segunda crítica es que las personas que estu-
dian la psicología positiva no reconocen las partes rea-
les negativas de la vida, prefiriendo una visión Pollyan-
na del mundo (The Pollyana principles, Hildy Gottlieb
2009). Sin embargo, aquí nos hacemos eco de los que
nos han precedido en la articulación de los objetivos
de la psicología positiva. El objetivo no es eliminar o
suplantar el trabajo sobre la patología, la angustia y la
disfunción. Más bien, el objetivo es construir lo que sa-
bemos de la resistencia humana, la fortaleza y el creci-
miento para integrar y complementar la base de cono-
cimientos existente. Un problema relacionado es que el
movimiento indicado tiene cualidades de “culto” pues
sus seguidores se reúnen para compartir su Pollyan-
naismo. Invitamos al lector a leer una lista de investi-
gadores involucrados en conferencias sobre psicología
positiva, reuniones y publicaciones (una lista completa
se puede encontrar en http: // www. positivepsychology.
8 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 75 - 2015
org/). Esta lista contiene nombres de muchos de los me-
jores especialistas en cada campo. Casi todos los que
participamos en la investigación de la psicología posi-
tiva estamos ubicados en departamentos de psicología
tradicional y publicamos en las revistas de referencia.
No pensamos en nosotros mismos como en rebeldes y
muchos de nosotros rara vez nos definimos como “psi-
cólogos positivos.” Sólo queremos manifestar que el
movimiento de la psicología positiva nos ayuda estudiar
nuestros temas de manera más efectiva.
Tal vez algunos de los retos más difíciles de la psi-
cología positiva lo causa la definición de qué es real-
mente lo positivo y la ambigua línea entre describir
algo como “bueno” y prescribirlo como “bueno” (Held,
2004). Se puede extraer una analogía apropiada de la
investigación médica que muestra, por ejemplo, que el
ejercicio y los vegetales de hojas verdes son “buenos”
para nosotros. De la misma manera, creemos que los
resultados de la psicología positiva pueden y deben fo-
mentar la adopción por las personas de comportamien-
tos y prácticas mentales que son “buenas” para ellas.
Sin embargo, en medicina, lo que es bueno es bas-
tante sencillo: vivir más tiempo y sin enfermedad. En
psicología, etiquetar algo como positivo o bueno puede
no ser tan simple (Held, 2004). Diener y Suh (1997) su-
girieron tres bases para concretar lo positivo o lo que
es valioso. En primer lugar, las elecciones que hace la
gente son una indicación de valor. Es decir, si algo se
elige con regularidad probablemente el selector cree en
su valor o bondad. En segundo lugar, la gente puede
juzgar si algo es satisfactorio o no lo es: si un objeto,
evento, proceso o variable es agradable. En tercer lu-
gar, los juicios de lo que es positivo o bueno pueden
hacerse en referencia a algún sistema de valor o con-
junto de normas culturales. Nuestras creencias compar-
tidas respecto a lo que está mal o es inaceptable y lo
que es correcto o aceptable pueden guiar las decisiones
sobre los objetivos a perseguir. Estos tres criterios a ve-
ces concuerdan y a veces no. Por ejemplo, el sexo fuera
del contexto de una relación de compromiso puede ser
agradable y placentero, pero puede ser inaceptable en
términos del sistema de valor religioso del individuo y
uno puede optar por no practicarlo a menudo. Llenar el
depósito de gasolina puede ser elegido a menudo, pero
no es una experiencia ni agradable ni valorada por un
sistema de creencias de conciencia medioambiental.
Testificar en un juicio puede ser bueno según los valo-
res cívicos, pero puede no ser agradable y rara vez es
elegido libremente. Por el contrario, los tres criterios
también pueden converger, por ejemplo, en jugar con el
hijo de uno.
En pocas palabras, el significado de lo que es posi-
tivo o bueno es complejo y multidimensional y el estu-
dio de temas psicológicos positivos requiere reconoci-
miento de esta complejidad en las teorías y de diseños
empíricos. Un excelente ejemplo de esta complejidad
que implica la investigación psicológica es el trabajo de
Norem (2001) sobre el pesimismo defensivo. Hay una
gran cantidad de evidencia acerca de que el optimismo
se asocia con buenos resultados (por ejemplo, la salud y
el bienestar) y de que el pesimismo se asocia con malos
resultados (por ejemplo, Taylor et al., 2000). Esto puede
conducir a la prescripción “Piense de manera optimista
y le irá mejor.” Sin embargo, según lo sugerido por No-
rem y Chang (2002), la gente es mucho más compleja y
el modelo “talla única” no funciona. Específicamente,
el trabajo de Norem muestra que para un subgrupo de
personas con estilo de personalidad de pesimismo de-
fensivo, hay costos reales asociados con los pensamien-
to positivos, e insistir en que el optimismo sería bueno
para ellos supondría un flaco favor. Probablemente hay
muchas otras circunstancias en las que los tres criterios
de bondad pueden no converger o pueden no converger
para todos. Para afrontar el desafío de la complejidad, la
psicología positiva debe ir más allá de la descripción de
efectos principales (optimismo, humor, perdón y curio-
sidad son buenos) y comenzar a mirar más de cerca las
interacciones complejas que son el sello distintivo de la
mayor parte de la psicología, así como de la medicina.
El futuro de la Psicología Positiva:
Únicamente Psicología Normal
La última pregunta es, ¿hacia dónde va la psicolo-
gía? Nos hacemos eco del mensaje de Ryff (2003) de que
la psicología positiva tiene que asignar correctamente
“el dominio del funcionamiento humano óptimo”(pág.
158). La futura tarea de la psicología positiva es com-
prender los factores que construyen fortalezas, subrayan
RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 75 - 2015
los contextos de la resiliencia, determinan el papel de las
experiencias positivas y delinean la función de las rela-
ciones positivas con otros. La psicología positiva tiene
que entender cómo todos estos factores contribuyen a la
salud física, al bienestar subjetivo, a los grupos funcio-
nales y las instituciones prósperas. En última instancia,
la psicología positiva necesita desarrollar intervenciones
efectivas para aumentar y sostener estos procesos.
De esta manera, vemos una crítica final de la psi-
cología positiva y una dirección para la misma. Los
“Tres pilares” originales de la psicología positiva (Se-
ligman, 2002) fueron la experiencia subjetiva positiva,
los rasgos individuales positivos (fortalezas y virtudes)
y las instituciones y comunidades positivas. Hasta el
momento, la psicología positiva ha producido una gran
cantidad de nuevas investigaciones en las primeras dos
áreas, pero mucho menos en la tercera. Las esperan-
zas iniciales de la vinculación con una “sociología po-
sitiva” y una “antropología positiva” han quedado en
gran medida sin cumplirse. Si tales vínculos no pueden
forjarse en el futuro, entonces esperamos que los psi-
cólogos positivos sean más audaces en su teoría y sus
intervenciones e intentarán, en los próximos años, me-
jorar realmente el funcionamiento de escuelas, lugares
de trabajo, e incluso gobiernos.
Comenzamos este artículo con una cita de Robert
F. Kennedy, que hace casi 40 años reconoció que el
producto nacional bruto ofrece una imagen lamentable-
mente incompleta del valor de un país. Nuestra opinión
es que el producto académico bruto de la psicología tal
como existe hoy proporciona una imagen incompleta de
la vida humana. El movimiento reciente de la psicología
positiva se esfuerza hacia la comprensión de la condi-
ción humana completa, una comprensión que reconoce
las fortalezas humanas tan claramente como lo hace con
las fragilidades humanas y que especifica cómo ambas
están vinculadas. Sólo una visión equilibrada, con base
empírica y teóricamente rica, de la experiencia humana
puede cumplir con la misión de nuestro campo, como se
indica en la descripción de William James (1890/1950)
de la psicología como “la ciencia de la vida mental, tan-
to de sus fenómenos como de sus condiciones”(pág. 1).
La Bibliografía se la pueden pedir a: avellanedaguri@gmail.com.
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