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CURSO APLICADO

EL ROL DEL
PSICÓLOGO
DENTRO DEL
SISTEMA JUDICIAL

IMPARTEN:
1. INTRODUCCIÓN

2. DESARROLLO HISTÓRICO

A. EVOLUCIÓN INTERNACIONAL
B. DESARROLLO EN ESPAÑA

3. CONCEPTOS Y FUNDAMENTOS
A. CONDUCENCIA

4. RESUMEN
1. INTRODUCCIÓN

La labor del psicólogo en el Sistema Judicial ha recibido diversas denominaciones a


lo largo de los años, entre las que cabe destacar:
• Psicología Jurídica.
• Psicología del Derecho.
• Psicología Forense.
• Psicología Judicial.
• Psicología Criminológica.

Esta diversidad en su terminología denota tanto una cierta ambivalencia, como una
gama de posibilidades de desarrollo. Hoy día el término más utilizado y extendido es el de
Psicología Jurídica, aunque la denominación de Psicología Forense es muy empleada en
la bibliografía.

Se podría definir la Psicología Jurídica como:

"El estudio del comportamiento de las personas y de los grupos, en cuanto tienen la necesidad de
desenvolverse dentro de ambientes regulados jurídicamente, así como la evolución de dichas regulaciones
jurídicas o leyes en cuanto que los grupos sociales se desenvuelven en ellos” (Clemente, M.; 1997.).

Se puede decir que la Psicología Jurídica ha contribuido al ordenamiento y a la


clarificación del debate público surgido en torno a los problemas de inseguridad en general
y temas más específicas como el terrorismo, los crímenes sexuales o los delitos asociados a
la drogadicción, que han motivado que las personas de la calle se pregunten y den su
opinión sobre eventos que hasta hace poco eran exclusivos de profesionales, periodistas o
políticos: la posibilidad de reinserción, el sentido de los permisos carcelarios, la reducción
de penas, el fundamento del castigo, las características de los delincuentes e, incluso, la
reinstauración de la pena de muerte.

Se puede decir que gran parte de su fundamento se basa en la Psicología Social, cuyo
discurso supone la articulación de lo psicológico y lo sociológico, es el ámbito desde donde
quizás mejor se puedan explicar algunos de los problemas propuestos.
Pero también podemos establecer un elemento diferenciador con el resto de campos
aplicados de la Psicología, y es la confluencia existente en su seno entre dos marcos bien
diferenciados:

• El marco jurídico: este incluye la Ley, la teoría legal y los diferentes procedimientos
judiciales.
• El marco psicológico: este incluye teorías clínicas y sociales, la práctica psicológica y
aspectos éticos.

Hoy día la Psicología Jurídica se ha convertido en una especialidad plenamente


aceptada de hecho en los ámbitos académicos e institucionales, en organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales, así como en el desarrollo privado de la actividad.

Se la considera como especialidad irremplazable de valor indiscutible en la


comprensión, análisis e intervención en las conductas delictivas, existiendo en los currículos
de casi 100% de las carreras de Psicología.

Comprende el estudio, explicación, promoción, evaluación, prevención y en su


caso, asesoramiento y/o tratamiento de aquellos fenómenos psicológicos, conductuales y
relacionales, que inciden en el comportamiento legal de las personas, empleando métodos
propios de la Psicología Científica y cubriendo diferentes ámbitos o niveles de estudio e
intervención (Psicología Penitenciaria, Psicología Aplicada a los Tribunales, Victimiología,
etc).

2. DESARROLLO HISTÓRICO

Vamos a abordar de manera cronológica, escueta y clara, la secuencia lógica de la


intervención del psicólogo en el contexto legal; distinguiendo entre una evolución
internacional y el desarrollo de esta disciplina en España.
A. Evolución Internacional

Atendiendo a la evolución de las relaciones entre Psicología y Derecho, podemos


señalar varias etapas:

En la primera, desde comienzos del siglo hasta los años 30, destacan los trabajos
pioneros de Stern, Binet y Münsterberg sobre los procesos psicológicos del testimonio.
Münsterberg, en su libro On the Witness Stand, de 1907, propuso la utilización de un Test de
Asociación de Palabras que ayudará a establecer la culpabilidad o no de los acusados, lo que le
valió durísimos ataques entre los juristas.

A partir de los años 70 puede contemplarse el "boom" de la Psicología Jurídica,


notándose un notable incremento en el número de publicaciones sobre la materia; el interés
crece sobre todo en el área del Derecho Penal y en el de Selección y Decisión de los
Jurados.

Hay un hecho clave ocurrido en Estados Unidos en 1962: el caso Jenkins versus
EEUU. El testimonio sobre la enfermedad mental esquizofrénica de un sujeto inculpado,
elaborado por tres psicólogos peritos, fue rechazado en primera instancia por los
Tribunales. Junto a ella la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) elevó su protesta en forma
y su oposición a la admisión del psicólogo como perito. En el recurso de casación se
admitió la pericia psicológica que se comprobó acertada. Desde ese momento el rechazo
del psicólogo como experto en su campo de especialización es considerado como un error.

La segunda y tercera etapas mencionadas, pueden considerarse etapas de transición.

B. Desarrollo en España

Hablar de Psicología Jurídica en España, es hablar del momento presente. Su


pasado es corto pero se deben mencionar algunos momentos importantes.

Las primeras anotaciones aparecen con la Ley de Sanidad de 1885, la cual crea el
cuerpo llamado “Facultativos Forenses” y que es desarrollado y reorganizado por el
decreto-Ley de 1891 creando tres secciones: Sección de Medicina y Cirugía; Sección de
Toxicología y Psicología, y la Sección de Medicina Mental y Antropología.

Dentro de las dos últimas secciones es donde podemos situar a autores como el Dr.
Esquerdo y el Dr. Maestro, discípulos y/o contemporáneos de Lombroso y Mandsley. Sus
trabajos fueron conocidos por la opinión pública por su implicación en peritajes de
famosos criminales de su época.

Otro hecho histórico digno de mención no aparece hasta 1932 cuando Emilio Mira y
López publica el "Manual de Psicología Jurídica" donde esboza lo que él intuye que puede ser
el futuro de la Psicología en esta área.

Pero hasta la década de los 70 no aparecen los dos primeros precursores de esta
área. Por una parte la denominada Escuela de Barcelona de Psicología Jurídica, donde los trabajos
de Ramón Bayés, Muñoz Sabaté y Munné Matamala (1980), que con su recopilación de trabajos
aparecidos en años anteriores, bajo el epígrafe de Introducción a la Psicología Jurídica,
influyeron notablemente en los psicólogos forenses del momento.

Siendo el otro elemento clave para el desarrollo de esta disciplina en España, el


efecto de arrastre que consiguió la Psicología Penitenciaria sobre los demás aspectos de la
Psicología Jurídica. Los psicólogos empezaron a trabajar dentro del ámbito penitenciario a
principios de los años 70, siendo los primeros que empezaron a interesar tanto a las
universidades como a otras instituciones sobre la labor de estos profesionales en el ámbito
judicial.

Ya en la década de los 80, el Colegio de Psicólogos se presenta también como


potenciador y difusor de esta disciplina. En este sentido cabe destacar los esfuerzos de la
Delegación de Madrid que en 1985 promovió el estudio para la elaboración de un Catálago
de Documentos en Psicología Jurídica, cuya primera edición saldría a la calle en Enero de 1986.
Así mismo esta Delegación propulsó la creación de la Sección de Psicología Jurídica en 1987,
que entre otras actividades se dedicó a la difusión de esta rama de la Psicología, y a formar
a profesionales en 1os diferentes aspectos que engloba.
Desde un marco institucional, e inmediatamente a la creación del Colegio Oficial de
Psicólogos en Madrid (1979), se forma en los 80 el primer grupo de trabajo sobre temas de
familia, Pareja, Separación y Divorcio desde una perspectiva psicológica-legal. En 1987 se
constituye la Sección de Psicología Jurídica, con una Comisión Gestora formada por
diferentes profesionales que juntos abarcan el amplio campo de esta disciplina.

Como dificultades de consolidación de esta disciplina Munné (1996) señala que a


pesar de que en nuestro país estamos asistiendo a una notable expansión de la Psicología
Jurídica este proceso es más cuantitativo que cualitativo, en el sentido de que el crecimiento
que ello supone apenas se produce a expensas de la potencialidad de la materia. Es decir, el
mundo del derecho continúa permaneciendo casi impasible ante este proceso, como
ejemplo de ello nos seguimos encontrando que las puertas de las facultades de Derecho
continúan siendo permeables a la Psicología Jurídica. En general estamos presenciando un
fuerte desarrollo de las intervenciones periciales ante los tribunales por parte de los
psicólogos, pero sin embargo no encontramos un desarrollo similar de otras áreas de
intervención del psicólogo en el ámbito del derecho.

3. CONCEPTOS Y FUNDAMENTOS

Derecho: Conjunto de leyes, preceptos y reglas a que están sometidos los hombres en su vida
social. Ciencia que estudia las leyes y su aplicación.
Psicología: Ciencia que estudia el comportamiento humano en el más vasto sentido, abarca
todas las actividades, sentimientos y razones de las personas.

Definidos en dos líneas Derecho y Psicología, resulta cierto que el hecho de ser
persona conlleva poseer bienes jurídicos. Así lo ratifican la Constitución Española en su
artículo 10º: "La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, y el libre
desarrollo de la personalidad", y la declaración Universal de los Derechos Humanos en su
artículo 62: "Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad
jurídica".
La Psicología y el Derecho tienen en común su objeto de intervención, que no es
otro que la conducta de la persona, por ende son ciencias humanas y sociales. Es manifiesto
que fueron los cambios especiales los que impulsaron modificaciones políticas que
cristalizaron en el Derecho.

La Psicología ha aportado dos aspectos centrales al Derecho: la diferenciación


individual y los componentes sociales. Un conocido axioma ilustrado rezaba: "si
representáis a la Justicia con una venda sobre los ojos, es necesario que la razón sea su
guía”. De otro lado, claramente ha sido y es el sostén filosófico del Derecho.

La Psicología y el Derecho parten del individuo, del sujeto único, responsable de


sus actos y conductas, de su capacidad para modificarlos, y éste resulta ser, al fin, el nexo de
unión de ambos.

Los dos entienden que la estabilidad y el bienestar social tienden a ser alcanzados en
cuanto es mayor la adaptación de cada persona; pero no olvidan que el flujo de esta
vehiculación es en ambos sentidos, y, por esto, consideran la intervención ecológica, grupal
y de entorno para entender la decisión individual.

Por otro lado, el Derecho y la Psicología concuerdan en su carácter objetivo,


empírico y cuantificador.

La Psicología puede ayudar al Derecho a incrementar la conducencia, concepto


definido por el jurista y psicólogo Muñoz Sabaté (1980) como "la propiedad de una norma
jurídica de provocar una reacción de cumplimiento en los destinatarios de la misma" tanto interna
(mejorando la elaboración y redacción legislativa) como externa (desde la función pericial).

Como dice el autor citado, "el Derecho es algo multidimensional y omnipresente. El caso más
insospechado puede presentar algún problema de prueba susceptible de ser tratado con métodos psicológicos”.

Por ello, los juristas han de conocer los avances de la Psicología y sus aportaciones,
para optimizar la comprensión de los hechos delictivos, las etiologías, motivaciones y
refuerzos que los sostienen; para apreciar el valor testifical de un testigo; para captar los
detalles del informe psicológico que le eleva el perito.
La Psicología ha de aportar conocimientos a quien incide en la práctica judicial
(jueces, fiscales, abogados, policías, etc.), participando en la elección de los mismos,
mejorando su clima laboral, analizando su rol, etc.

Muñoz Conde diferenció una Psicología del Derecho, que explica la esencia jurídica, de
la Psicología en el Derecho, que se refiere al hecho de que las leyes están impregnadas de
comportamientos psicológicos. Y, además, la Psicología para el Derecho, que supone la
intervención del experto asesorando al juez.

Señalados los puntos de confluencia entre Psicología y Derecho, acordamos con


Muñoz Sabaté (1980) que "la Psicología para el Derecho es fundamentalmente una psicología
probatoria".

Munné, en 1997, sentencia: “También los actos procesales están saturados de


contenidos psicológicos, por lo que la intervención psicológica puede ser altamente
relevante en ellos (por ejemplo, procesos de valoración y toma de decisión del juez relativos
a la prueba y la sentencia) “.

En junio de 1991, la Dirección General de Trabajo y Migraciones dispone la


inscripción en el registro y publicación del texto del convenio colectivo del personal laboral
al servicio de la Administración de Justicia. De esta forma quedaba definida la labor de
psicólogos en el Sistema Judicial: "El trabajador que, con título universitario superior en Psicología o
especialidad en esta materia, bajo la dependencia funcional del órgano al que está adscrito, desempeña
funciones de asesoramiento técnico en los Tribunales, Juzgados, Fiscalías y Órganos Técnicos en materia de
su disciplina profesional. Su actuación se refiere a la exploración, la evaluación y el diagnóstico de las
relaciones y pautas de interacción, aspectos de la personalidad de las personas implicadas en los procesos
respectivos de los procesos judiciales de quienes se solicite el correspondiente informe psicológico, por los
respectivos responsables de los órganos citados, así como a la colaboración con los restantes miembros de los
equipos técnicos, para el desarrollo de las citadas funciones".

Algunas de las funciones que en la actualidad desarrolla el psicólogo en el ámbito


del Derecho son:
• Derecho Penal: Informe sobre capacidad cognitiva y volitiva del
acusado; nivel de implicación en proceso delincuencial, etc.
• Derecho Civil: Informa sobre desajustes psíquicos, deficiencias
y/o enfermedades mentales, etc.
• Derecho Laboral: Valoración de incapacidades psíquicas,
trastornos, secuelas, etc.

A. La Conducencia

La finalidad del Derecho debe ser considerada como la de facilitar que los hombres de una
sociedad concreta -en el espacio y en el tiempo- se comporten de una manera e impedir o
dificultar que se comporten de otra. Si el derecho cumple esta misión facilitadora, resultará
un derecho conducente.

Conducencia significa la aptitud de una norma jurídica para provocar una reacción de
cumplimiento en los sujetos destinatarios de la misma. El grado de esta aptitud, que podría medirse
por la frecuencia de dicho cumplimiento, depende de la adecuación de la norma a las leyes
científico-naturales de la conducta.

La conducencia, como aclara Bayes, es un concepto relativo. Existen normas o


formas de aplicación de las normas más conducentes que otras. En la medida en que una
norma o su forma de aplicación facilitan más que otras la emisión de comportamientos
considerados deseables por la sociedad, son más conducentes que aquélla. Por tanto, el
grado de conducencia de una normativa jurídica sólo podrá ser valorado si los objetivos
conductuales que persigue una sociedad se encuentran definidos sin ambigüedad.

Esta conducencia obliga forzosamente al jurista a plantearse de forma sistemática la


necesidad de penetrar en un análisis a fondo de la conducta, pues sólo dominando las leyes
conductuales podrá hallar o acrecentar la conducencia de la norma.

Análisis de la conducta, en un sentido psicológico general, significa la determinación de


los constituyentes de cualquier proceso mental o experiencia, compleja o total. En un
sentido psicojurídico, esta definición sólo reporta la reducción del objetivo a los procesos
mentales o experiencias susceptibles de producir efecto jurídico. Para este análisis de la
conducta la psicología jurídica debe ofrecer al jurista unas pautas o principios elementales
que le sirvan como punto de partida y guía. No se ha escrito hasta la fecha nada sobre este
particular destinado a los hombres de leyes, pero podría servir de orientación lo estudiado
en otros campos, por ejemplo, lo realizado en el campo de la psicología clínica.

1.- La conducta puede consistir en movimientos del cuerpo, expresiones faciales, lenguaje escrito o
hablado, y respuestas fisiológicas. El derecho suele pasar por alto y sobrentender, cuando
no menospreciar, esta visión elemental y molecular de la conducta. Sin embargo, y
como señala el jurista Joaquín Costa, la primera actividad que interesa al derecho y
que obliga a dirigir nuestro estudio por "senderos distintos de los trillados hasta
aquí en la ciencia jurídica" es una actividad física o anímico-corporal.

La toma de posiciones estructuralistas en el campo del derecho o el paso hacia una


antropología jurídica de totalidad que sitúa las relaciones jurídicas de la vida y las
normas jurídicas que la regulan bajo el punto de mira tanto de los datos biológicos-
psicológicos como de la determinación espiritual del hombre.
Tal y como menciona Henrich Henkel, obliga a descender a este primer estrato
atomizado, orgánico y celular, por no decir molecular, para luego elevarse con
mayor conocimiento de causa a formas superiores y culturales.

2.- Una unidad de conducta puede abarcar muchos actos sucesivos. Esto viene a ser una
consecuencia de lo dicho anteriormente, pero si allí el análisis era vertical o en
profundidad, aquí la descomposición de la conducta debe hacerse en forma
longitudinal. Hemos podido experimentar que este tipo de análisis brinda
incuestionablemente ventajas para el tratamiento semiótico de la prueba, pues
facilita enormemente la búsqueda de signos o indicios.

3.- Lo que diferencia a las unidades de conducta es que pueden ser observadas, registradas y
descrita en forma objetiva y fiable, por personas diferentes. En el campo del derecho esto
debería significar, por ejemplo, que el estándar jurídico "buen padre de familia"
podría ser capaz de interpretación coincidente por cualquier juez o tribunal que lo
aplicase.
4.- Es conveniente huir de etiquetas como "inmaduro", "buena fe", "honradez", etc. Pues
apenas nos dicen nada sobre la conducta real del individuo. La conducta, por si misma,
es neutral, y no admite juicios de valor.

5.- Los acontecimientos del entorno generan y mantienen la conducta. Todas las conductas
tienen lugar en un contexto ambiental, en el cual hay estímulos y sucesos que
preceden y siguen a la conducta.

6.- La conducta cambia como resultado de las consecuencias generadas por ella en
el ambiente y que siguen a la misma. Es decir, si bien la conducta de cualquier
persona tiende a producir efectos sobre el ambiente, los efectos producidos en el
ambiente, a su vez, pueden determinar la frecuencia o intensidad de la conducta. A
tales efectos o consecuencias se les denomina reforzadores o refuerzos.

Dentro del área del derecho se suele tener una especial propensión a hablar del castigo
como el principal refuerzo jurídico, por supuesto de carácter aversivo.

7.- Lo que llamamos personalidad del sujeto operante constituye también un estimulo variable
aunque se trata de la menos independiente o manejable, ya que la personalidad es algo que no se
puede alterar en cada momento o para algún fin determinado. La personalidad tampoco es algo
simple, unitario y estático, sino que se halla integrada por una serie de rasgos.
4. RESUMEN

❖ La Psicología Jurídica ha contribuido al ordenamiento y a la clarificación del debate


público surgido en torno a los problemas de inseguridad general y temas más
específicos como el terrorismo, drogadicción, etc.
❖ Comprende el estudio, explicación, promoción, evaluación, prevención y en su
caso, asesoramiento y/o tratamiento de aquellos fenómenos psicológicos,
conductuales y relacionales, que inciden en el comportamiento legal de las personas,
empleando métodos propios de la Psicología Científica y cubriendo diferentes
niveles de estudio e intervención (Psicología Penitenciaria, Psicología Aplicada a los
Tribunales, etc.).
❖ Dos de los elementos claves para el desarrollo de la Psicología Jurídica se
sucedieron en la década de los 70. Por un lado, la Escuela de Barcelona de
Psicología Jurídica, donde los trabajos de Bayes, Sabaté y Munné (1980), que con su
recopilación de trabajos aparecidos en años anteriores, bajo el epígrafe de
Introducción a la Psicología Jurídica, influyeron notablemente en los psicólogos
forenses del momento. El otro elemento clave fue el efecto de la Psicología
Penitenciaria sobre los demás aspectos de la Psicología Jurídica. Fue a principios de
los 70, cuando los psicólogos se introdujeron dentro del ámbito penitenciario.
❖ La Psicología y el Derecho comparten su objeto de intervención, que no es otro
que la conducta humana. La Psicología ha aportado dos aspectos centrales al Derecho:
por un lado la diferencia individual, y por otro lado, los componentes sociales.
❖ La Conducencia es la aptitud de una norma jurídica para provocar una reacción
de cumplimiento en los sujetos destinatarios de la misma. El grado de esta aptitud,
que podría medirse por la frecuencia de dicho cumplimiento, depende de la
adecuación de la norma a las leyes científico-naturales de la conducta.

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