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Bilateralidad o contradicción

Es un principio que encuentra raigambre constitucional en el legítimo derecho de defensa en


juicio. La bilateralidad o contradicción hace alusión a la idea de que toda decisión judicial debe
ser tomada previo a que se haya dado igual oportunidad a todas las partes de ser oídas.
Implica la posibilidad de alegar y probar, aunque no interesa al derecho que la parte
efectivamente se pronuncie, basta con que se le haya otorgado una razonable oportunidad de
defenderse o de cumplir con la carga procesal de expresarse, de ofrecer, producir y controlar
la prueba (Art. 210 C.P.C.).
Los actos de comunicación procesal van desde la simple notificación, hasta el traslado o vista
para contestar la demanda.
En nuestra legislación se advierten numerosas disposiciones que imponen la noticia de las
partes, como el Art. 142 C.P.C.: "las providencias y resoluciones judiciales no obligan si no son
notificadas con arreglo a la ley" y otras normas que prevén sanciones por la violación del
principio (teoría de las nulidades procesales - Art. 76 a 78), (recursos de apelación o casación
por violación de las formas o solemnidades - Arts. 362 y 383, Inc. 1).
También existen excepciones a la obligación de comunicación, como por ejemplo, las medidas
cautelares, que pueden ordenarse sin ser notificadas aunque ello no implica derogación del
principio, sino que tan sólo que se difiere el contradictorio por la especial naturaleza del acto.
Economía procesal
Este principio comprende dos aspectos fundamentales: la reducción de gastos y la reducción
de esfuerzos o de actividad.
Su adopción supone procedimientos que no resulten altamente costosos y que no se
extiendan excesivamente en el tiempo.
La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del proceso. Ello implica que el
costo del juicio no sea un obstáculo que impida a las partes su inicio. Los procedimientos
generan gastos y ellos no pueden evitarse, pero sí pueden ser postergados atendiendo a
ciertas circunstancias o aun, por razones de política procesal, resolverse su eximición por el
contenido social de la cuestión que se presenta. Los gastos de un juicio no pueden ser un
obstáculo para el acceso a la justicia de las personas menos pudientes.
Existen dos reglas que colaboran con la economía procesal, ellas son la regla de la
eventualidad y la de la concentración.
La eventualidad es un principio derivado de la economía y que se refiere al ejercicio de ciertas
facultades de las partes, concretamente, supone la simultaneidad en el ejercicio de una
facultad, que puede ser de alegación o de impugnación.
Se aprovecha la oportunidad que la ley acuerda para la acumulación eventual de las
actividades de ataque y de defensa. Por ejemplo, el Art. 183 del C.P.C. prevé que la oposición
de excepciones dilatorias, deben deducirse simultáneamente.
La concentración, por su parte, procura reunir la mayor cantidad posible de actividad procesal
en el menor número de actos procesales. Importa reducir la cantidad de actos procesales con
un criterio de razonabilidad (el proceso oral favorece la concentración).
Apunta a evitar la prolongación de los procesos en el tiempo (duración razonable del mismo).
Son ejemplos de concentración los Art. 507 y 508 del C.P.C. El primero de ellos establece que la
prueba deberá ofrecerse con la demanda bajo pena de caducidad. El Art. 508 regula la
contestación de la demanda en el juicio abreviado y establece que el demandado deberá en el
lapso de seis días comparecer, contestar la demanda y, en su caso, oponer excepciones o
deducir reconvención, como así también deberá ofrecer toda la prueba de que haya de
valerse.
Preclusión
Regla procesal que parte de considerar al proceso dividido en etapas que se desarrollan en
forma sucesiva, siendo que el tránsito de una a otra implica la superación y conclusión de la
anterior, por lo que la preclusión impide el retroceso a la fase agotada. También impide la
realización de la actividad cumplida.
Por efecto de la preclusión se genera la pérdida de un derecho por el incumplimiento de una
carga procesal.
Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser cumplida en un
momento determinado, de otro modo, la actividad no sería susceptible de producir efectos
útiles.
La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones procesales de
nulidad o de inadmisibilidad. Se aplica la primera cuando el acto procesal se cumple en
inobservancia a la preclusión (ej. se formula una liquidación final apartándose de lo
establecido en la sentencia, por lo que se vulnera la cosa juzgada). Por su parte, la sanción
procesal de inadmisibilidad se aplicará cuando se intente producir un acto procesal una vez
vencido el plazo fijado por la ley para ello o cuando se hubiere declarado la pérdida del
derecho a petición de parte.
Dispositivo

Aun cuando existan discrepancias en torno a la cantidad y entidad de los principios procesales,
el dispositivo o principio de disposición -como correlato técnico del derecho a la igualdad
dentro del proceso que en su seno habita- se encuentra dentro del reducido núcleo de
aquellos cuya existencia es aceptada por la generalidad de la doctrina procesalista civil. Las
definiciones clásicas de este principio establecen que el mismo consiste en "aquel en cuya
virtud se confía a la actividad de las partes tanto el estímulo de la función judicial como la
aportación de los materiales sobre los que ha de versar la decisión del juez" De acuerdo con la
versión originaria de este principio, en las contiendas civiles las partes -y sólo las partes- son
las dueñas del proceso, desde el momento en que poseen en forma exclusiva y utilizan a su
antojo la pretensión y la oposición a la misma, dos manifestaciones de sus sendos derechos de
acción. La mirada recae, entonces, sobre la imagen de dos sujetos procesales en igualdad de
condiciones disputando ante un juez-árbitro la vigencia de derechos netamente patrimoniales,
disponibles y cuyo resultado sólo a ellos interesa y a nadie más. El principio se manifiesta a
través de: 1. Iniciativa: no puede haber proceso sin petición de parte. 2. Impulso Procesal: no
basta con plantear la demanda, sino que ése es el punto de inicio de una serie de cargas
técnicas a través de las cuales ambas partes -movidas por sus propios interesesdeberán llevar
adelante determinados actos regulados por los Códigos rituales para evitar que la litis se
estanque y muera por caducidad. Por su parte el juez deberá esperar esta actividad de las
partes para tomar decisiones, no pudiendo adoptar medidas de impulso en forma oficiosa.
Aquí aparece el vínculo entre el principio dispositivo, la preclusión y su máxima expresión: la
cosa juzgada. 3. Delimitación del thema decidendum: son las partes las que a través del
planteo de las pretensiones y defensas construyen el infranqueable cerco dentro del cual debe
moverse el juez para resolver el pleito. 4. Aportación de los hechos: las partes llevan al proceso
los hechos constitutivos del conflicto cuya solución se persigue. el juez no puede tener por
existente un hecho que las partes no introdujeron en el pleito; y, a la inversa, no puede negar
la existencia de aquello afirmado por los dos contrincantes. 5. Aportación de la prueba: el
principio dispositivo manda que el aporte de los hechos a la causa habrá de ser completo, esto
es, no bastará con alegarlos -como se vio-, sino que también habrá que acreditarlos. Tarea
que, nuevamente, recaerá en forma exclusiva en las partes. 6. Disponibilidad del derecho
material: Couture explica que una vez que se entabla la demanda "el actor puede abandonarla
expresamente (desistimiento), tácitamente (deserción), por acuerdo expreso con el adversario
(transacción) o por abandono tácito de ambas partes (perención o caducidad). El demandado,
por su parte, puede allanarse a la demanda", caso donde el juez está obligado a dictar
sentencia en contra de este sujeto procesal. Cabe aclarar que estas pautas sólo son
plenamente aplicables respecto de derechos disponibles. 7. Legitimación para recurrir: Si el
proceso es de las partes, ellas y sólo ellas pueden motorizar la revisión de lo decidido en la
medida en que hayan sufrido un agravio concreto. 8. Efectos de la cosa juzgada: Finalmente,
como colofón de esta serie de manifestaciones del principio dispositivo encontramos como
regla básica que la sentencia afecta sólo a las partes y con un mismo alcance a todas ellas. Se
señalan como EXCEPCIONES del mismo a las MEDIDAS PARA MEJOR PROVEER, el PRINCIPIO
IURA NOVIT CURIA, las PERICIAS DE OFICIO, las MEDIDAS URGENTES EN EL SUCESORIO, y las
MEDIDAS PRECAUTORIAS EN CASO DE DEMENCIA NOTORIA

DEBERES

Art. 34. - Deberes. Son deberes de los jueces:

1. Asistir a la audiencia preliminar y realizar personalmente las demás diligencias que este
Código u otras leyes ponen a su cargo, con excepción de aquellas en las que la delegación
estuviere autorizada.

En el acto de la audiencia, o cuando lo considere pertinente, si las circunstancias lo justifican,


podrá derivar a las partes a mediación. Los términos del expediente judicial quedarán
suspendidos por treinta (30) días contados a partir de la notificación del mediador a impulso
de cualquiera de las partes y se reanudará una vez vencido. Este plazo podrá prorrogarse por
acuerdo expreso de las partes.

En los juicios de divorcio, separación personal y nulidad de matrimonio, en la providencia que


ordena el traslado de la demanda, se fijará una audiencia en la que deberán comparecer
personalmente las partes y el representante del Ministerio Público, en su caso. En ella el juez
tratará de reconciliar a las partes y de avenirlas sobre cuestiones relacionadas con la tenencia
de hijos, régimen de visitas y atribución del hogar conyugal.

2. Decidir las causas, en lo posible, de acuerdo con el orden en que hayan quedado en estado,
salvo las preferencias establecidas en el Reglamento para la Justicia Nacional.

3. Dictar las resoluciones con sujeción a los siguientes plazos:

a) Las providencias simples, dentro de los tres (3) días de presentadas las peticiones por las
partes o del vencimiento del plazo conforme a lo prescripto en el artículo 36, inciso 1) e
inmediatamente, si debieran ser dictadas en una audiencia o revistieran carácter urgente;
b) Las sentencias interlocutorias y las sentencias homologatorias, salvo disposición en
contrario, dentro de los diez (10) o quince (15) días de quedar el expediente a despacho, según
se trate de juez unipersonal o de tribunal colegiado;

c) Las sentencias definitivas en juicio ordinario salvo disposición en contrario, dentro de los
cuarenta (40) o sesenta (60) días, según se trate de juez unipersonal o de tribunal colegiado. El
plazo se computará, en el primer caso, desde que el llamamiento de autos para sentencia,
dictado en el plazo de las providencias simples, quede firme; en el segundo, desde la fecha de
sorteo del expediente, que se debe realizar dentro del plazo de quince (15) días de quedar en
estado;

d) Las sentencias definitivas en el juicio sumarísimo, dentro de los veinte (20) o treinta (30)
días de quedar el expediente a despacho, según se trate de juez unipersonal o tribunal
colegiado. Cuando se tratare de procesos de amparo el plazo será de diez (10) y quince (15)
días, respectivamente.

En todos los supuestos, si se ordenase prueba de oficio, no se computarán los días que
requiera su cumplimiento.

4. Fundar toda sentencia definitiva o interlocutoria, bajo pena de nulidad, respetando la


jerarquía de las normas vigentes y el principio de congruencia.

5. Dirigir el procedimiento, debiendo, dentro de los límites expresamente establecidos en este


Código:

I. Concentrar en lo posible, en un mismo acto o audiencia, todas las diligencias que sea
menester realizar.

II. Señalar, antes de dar trámite a cualquier petición, los defectos u omisiones de que adolezca,
ordenando que se subsanen dentro del plazo que fije, y disponer de oficio toda diligencia que
fuere necesaria para evitar o sanear nulidades.

III. Mantener la igualdad de las partes en el proceso.

IV. Prevenir y sancionar todo acto contrario al deber de lealtad, probidad y buena fe.

V. Vigilar para que en la tramitación de la causa se procure la mayor economía procesal.

VI. Declarar, en oportunidad de dictar las sentencias definitivas, la temeridad o malicia en que
hubieran incurrido los litigantes o profesionales intervinientes.

DEBERES Y FACULTADES ORDENATORIAS E INSTRUCTORIAS

Art. 36. - Aún sin requerimiento de parte, los jueces y tribunales deberán:

1) Tomar medidas tendientes a evitar la paralización del proceso. A tal efecto, vencido un
plazo, se haya ejercido o no la facultad que corresponda, se pasará a la etapa siguiente en el
desarrollo procesal, disponiendo de oficio las medidas necesarias.
2) Intentar una conciliación total o parcial del conflicto o incidente procesal, pudiendo
proponer y promover que las partes deriven el litigio a otros medios alternativos de resolución
de conflictos.

En cualquier momento podrá disponer la comparecencia personal de las partes para intentar
una conciliación.

3) Proponer a las partes fórmulas para simplificar y disminuir las cuestiones litigiosas surgidas
en el proceso o respecto de la actividad probatoria. En todos los casos la mera proposición de
fórmulas conciliatorias no importará prejuzgamiento.

4) Ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la verdad de los hechos controvertidos,
respetando el derecho de defensa de las partes. A ese efecto, podrán:

a) Disponer, en cualquier momento, la comparecencia personal de las partes para requerir las
explicaciones que estimen necesarias al objeto del pleito;

b) Decidir en cualquier estado de la causa la comparecencia de testigos con arreglo a lo que


dispone el artículo 452, peritos y consultores técnicos, para interrogarlos acerca de lo que
creyeren necesario;

c) Mandar, con las formalidades prescriptas en este Código, que se agreguen documentos
existentes en poder de las partes o de terceros, en los términos de los artículos 387 a 389.

5) Impulsar de oficio el trámite, cuando existan fondos inactivos de menores o incapaces, a fin
de que los representantes legales de éstos o, en su caso, el Asesor de Menores, efectúen las
propuestas que estimen más convenientes en interés del menor o incapaz, sin perjuicio de los
deberes propios de dicho funcionario con igual objeto.

6) Corregir, en la oportunidad establecida en el artículo 166, inciso 1 ) y 2), errores materiales,


aclarar conceptos oscuros, o suplir cualquier omisión de la sentencia acerca de las
pretensiones discutidas en el litigio, siempre que la enmienda, aclaración o agregado no altere
lo sustancial de la decisión.

Oralidad

El proceso civil tiene como fundamento al principio de oralidad que consiste en que los actos
procesales son realizados a viva voz, normalmente en audiencia y reduciendo las piezas
escritas a lo estrictamente indispensable.

Inmediación

En sentido estricto, y sólo con referencia a los procesos dominados por el signo de la oralidad,
llámase principio de inmediación a aquel que exige el contacto directo y personal del órgano
judicial con las partes y con todo el material del proceso, excluyendo cualquier medio indirecto
de conocimiento (escritos, informes de terceros, etc.). De conformidad con la idea
precedentemente expuesta, la inmediación significa que tanto las alegaciones de las partes
como la recepción de la prueba deben producirse en forma directa ante el órgano judicial. El
mecanismo de los procesos escritos atenúa, aunque no excluye, la importancia de la
inmediación, pues si bien en aquéllos no resulta indispensable la identidad entre el juez que
recibió la prueba y aquel que debe decidir la causa, y, por lo demás, el sistema de la doble
instancia limita la apreciación probatoria de los jueces superiores a las constancias escritas, la
delegación de la actividad recepticia en los auxiliares del órgano judicial.

Concentración

Manifiesta que debe haber el menor número posible de audiencias para que el Juez pueda
tener una misma impresión de un asunto en una sola ocasión. Generalmente se habla de este
principio cuando hablamos de cuestiones incidentales que surjan en el procedimiento y se
reservan para la sentencia definitiva a fin de evitar que el proceso se paralice o se dilate, lo que
exige a la vez el menor número posible de los llamado de artículos de previo y especial
pronunciamiento, excepciones dilatorias y los recursos con efectos suspensivos.

Saneamiento

Deriva, finalmente, del principio de economía procesal, el principio de saneamiento o de


expurgación, en cuya virtud se acuerdan al juez facultades suficientes para resolver, in limine,
todas aquellas cuestiones susceptibles de impedir o entorpecer el pronunciamiento sobre el
mérito de la causa o de determinar, en su caso, la inmediata finalización del proceso. De lo
reseñado se advierte la vinculación de este principio con el PRINCIPIO DE AUTORIDAD –
actuación y postura del juez ante el proceso-.

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