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2. Dicen que no
Algunas personas podrían pensar que está práctica es de ser algo maleducada,
pero en realidad es muy respetuosa. Las mujeres seguras de sí mismas no se
comprometen con más de lo que pueden cumplir, ni hacen falsas prom esas.
Dicen que no. ¿Por qué? Porque prefieren decir la verdad y rechazar algo, que
decir mentir y luego fallar.
Mientras que las mujeres seguras de sí mismas confían en sus propios juicios,
también son lo suficientemente seguras como para escuchar la opinión de
otros. No necesariamente van a disfrutar todo lo que escuchen, pero no harán
una pataleta solo porque a su jefe no le gustó el PowerPoint. Entienden que las
críticas deberían ser constructivas.
No dejan que el pasado las detenga. Saben que merecen una buena relación.
Son lo suficientemente fuertes como para sobrevivir si no funciona y lo
suficientemente fabulosas como para analizar los malos resultados.
5. Piden ayuda
Muy importante. Nadie puede hacer frente a todo solo. Todo el mundo necesita
ayuda en algún momento. Las mujeres seguras de sí mismas no se sienten
inferiores por buscar ayuda.
quien contar ese épico error que sucedió con ya-sabes-quién en ya-sabes-dónde.
Sin importar las circunstancias, las mujeres seguras de sí mismas luchan por
entender sus emociones. Y por admitirlas.Las mujeres seguras de sí mismas
toman la oportunidad de expresarse a sí mismas sin culpar a otros. Además
siempre escuchan el otro punto de vista.
Los hombres son seres mucho más racionales, de ahí radica su simpleza. Las
mujeres se dejan llevar mucho más por su “instinto” que por “las razones”. Viven
de manera mucho mas intensa sus emociones y sentimientos, que por lógica son
mucho mas irracionales .
Un lugar donde admitir errores es, al fin y al cabo, una oportunidad excepcional
de crecimiento y mejora.
7. Dejan ir la culpa
puede crecer. Recuerda lo que hablamos en el punto 6. Esa es la clave para ser
Toda mujer que sea de carácter fuerte son personas sumamente respetuosas de la
manera de pensar de los otros, sin embargo, saben muy bien a quién hacerles caso
porque no quieren perder su tiempo con personas necias y que no están abiertas al
diálogo y que se aferran a no aprender y que son intolerantes, así que siempre
preferían ignorar a ese tipo de personas o ‘darles el avión’ como se dice popularmente.
saben que no necesitan de tener a toda la atención todo el tiempo, pues disfrutan de
estar solas porque saben que requieren cargar energía y está contenta con esos
momentos en los que puede disfrutar de ella misma, porque se sabe una mujer fuerte
con ellas mismas, por que es muy cuidadora al momento de elegir a sus amistades
pues aunque esté rodeada de muchas personas, los verdaderos amigos son contados
pero valiosos.
Siempre tienen un plan y buscarán la mejor manera para salir del bache, pues los
problemas los ven como una oportunidad para demostrar su capacidad y aprender de
la lección de vida.
Algo que generalmente no se permiten es llenar su vida de pretextos, así que lo mejor
que hacen es organizarse y tener soluciones a los problemas y dejar de lado las excusas
para no andar perdiendo el tiempo, así que actúan en lugar de andar hablando.
LA ANSIEDAD
Hay más mujeres ansiosas que hombres. La ansiedad o angustia no es
pecado, pero sí puede producir reacciones
pecaminosas. Para alivio nuestro, hay principios bíblicos para enfrentar la
ansiedad sin pecar. Algunos de estos
principios se obtienen de la experiencia de nuestro Señor Jesucristo en el
Getsemaní.
Hay más mujeres ansiosas que hombres. Esta diferencia puede deberse a que
las mujeres están más expuestas a la
ansiedad por las condiciones adversas a las cuales se ven sometidas:
sobrecarga de trabajo en el hogar y fuera de él,
discriminación por su género, violencia intrafamiliar, soledad en la crianza de
los hijos y vulnerabilidad social,
psicológica y biológica durante los años fértiles, la cual se acentúa, por
ejemplo, en la perimenopausia.
«Eran las 3:00 a.m. de un sábado y de repente, sentí náuseas. ¡Ni siquiera
logré llegar al inodoro! vomité en el pasillo
entre mi habitación y el cuarto de baño. Como a las 4:00 a.m. me sorprendieron
unos retortijones en el intestino y
después siguió una diarrea. A este cuadro se le añadió un fuerte dolor de
cabeza y de nuevo las náuseas. Hice
repetidas visitas al baño durante la mañana. A las 11:00 a.m. tuve mi primer
examen individual de flauta frente a tres
profesores, miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional. Me dieron una nota
de 95 puntos, pero aún después del
examen mis piernas temblaban. Nunca antes había sufrido algo similar.»
Esta experiencia sufrida por una niña de trece años ejemplifica una crisis de
ansiedad. La ansiedad puede definirse
como un estado desagradable de temor caracterizado por un sentimiento de
alerta, de estar en guardia, vivido como
anticipación de algo que se cree está por suceder pronto.
1. Reconoce que sufre una crisis de angustia.En las tres narraciones hay
varias frases que nos orientan a conocer
la clase de angustia que nuestro Señor sufrió en aquella ocasión: «comenzó a
entristecerse (en Marcos: «afligirse»,
que en el idioma original es: «sentir pavor») y a angustiarse», «mi alma está
muy afligida (en el idioma original:
«tristeza profunda»), hasta el punto de la muerte». Este tipo de ansiedad se
presenta en un episodio de gran
intensidad. Él acepta que está en angustia. Tiene muchos sentimientos
encontrados: pavor, tristeza profunda,
angustia? Según como el mismo Señor la describe, es tan aguda su aflicción,
que siente que va morir por ella. No se
refiere a la muerte de cruz que bien sabe pronto sufrirá.
Muchos cristianos creen que el vivir en Cristo vuelve la vida color de rosa, y por
tanto, el sufrimiento debe de ser ajeno
a su vida. La falsa idea de que un líder no puede sufrir vulnerabilidad, llanto,
desánimo ni sentirse mal, puede llevarnos
a reprimir nuestros sentimientos y a utilizar caretas. Si no aceptamos que
tenemos angustia no podremos enfrentarla.
Identifiquemos las fuentes de tensión en nuestra vida. Así como pueden ser
problemas agudos o extremos, pueden ser
asuntos «triviales». El deseo de adquirir algo para nuestra casa que no es
indispensable, sentir que no entregaremos a
tiempo un trabajo, ver que nuestro ministerio no avanza como quisiéramos,
etcétera, pueden ser fuente de tensión. No
importa cuál sea la situación, lo substancial de todo el asunto es entender que
ninguna de las aflicciones deberá
controlar nuestra voluntad y mente. Se nos ha dado el Espíritu Santo que
puede producir en nosotras dominio propio,
si se lo permitimos (Gá 5.23, 2 Ti 1.7, 2 Pe 1.6). Sí, Dios tiene control de las
circunstancias, pero nosotras debemos
tener control de nuestra mente y voluntad con el dominio propio que Él
produzca en nosotras. Así que, en cuanto a lo
que a nosotras corresponde, organicemos el tiempo, marquemos prioridades y
tracemos un plan lógico y razonable
que nos permita alcanzar las metas trazadas en Cristo. Solo así, podremos
controlar las ansiedades y enfrentar los
problemas. Descansar en Dios implica actuar en éL.
Aunque esa observación puede ser válida, hay otro factor que explica mejor esta frase.
Apocalipsis 8:1-5 parece basarse en el ritual del sacrificio diario en el templo de
Jerusalén.[9] Cada mañana al amanecer, después de inmolar al cordero pero antes de
sacrificarlo sobre el altar de holocaustos, un sacerdote tomaba carbones de dicho altar y
los llevaba solemnemente al altar de incienso dentro del lugar santo.[10] Después tomaba
el incienso y lo echaba sobre los carbones. Mientras se quemaba el incienso y todo se
llenaba de perfume, los sacerdotes oraban, probablemente en total silencio (Ex 30:34-36;
m.Tamid 5.1-6; TAdán 1.12; Aune 1998:508; Wick 1998:512-514) y el pueblo también
oraba afuera (Lc 1:10). Como indica Bauckham (1993A:82), ese ritual bien hubiera durado
más o menos una media hora (hôs hêmiôrion).