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Conoce a algunas mujeres de la Biblia e inspírate

Hoy, investigaciones afirman que las mujeres ya no son mayoría en las


iglesias. Ellas han sido una gran bendición en la vida de la Iglesia del
Señor Jesús. A pesar del gran machismo existente en la culturas
descritas en la Biblia, encontramos a grandes mujeres que tienen
mucho que enseñarnos.

En homenaje a las mujeres, me gustaría destacar siete actitudes de


mujeres de la Biblia que todo cristiano debería imitar.
1 – La humildad de María, madre del Señor Jesús
María fue elegida entre diversas muchachas para ser la madre del
Salvador. Tal vez eso pudiera haber llevado a su corazón cierto orgullo,
cierta altivez. Ella, sin embargo, dijo algo que todos necesitamos decir
diariamente a Dios: “Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi
espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la
humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me
llamarán bienaventurada…” (Lc 1, 46-48). La humildad de María, al
ponerse en las manos de Dios y cooperar con el Señor en su gran
misión, es algo realmente fascinante, que todo creyente debería imitar.
2 – La perseverancia en la oración de Ana
Ana no había tenido una vida fácil. Su marido Elcana se había
aprovechado de la tradición para tener dos mujeres (1 S 1,2). Además,
Ana era estéril, algo considerado como una especie de maldición en su
época. Era despreciada por la otra esposa del marido y cargaba una
gran tristeza en su corazón a causa de todo eso (1 S 1,6). Pero no
desistió de su objetivo de tener un hijo y no se entregó a la
murmuración, por el contrario, fue perseverante en la oración y pudo
decir: “”Concibió Ana y llegado el tiempo dio a luz un niño a quien
llamó Samuel, «porque, dijo, se lo he pedido a Yahveh” (1 S 1,20).
3 – La valentía de María Magdalena para superar el
pasado
La Biblia dice que María Magdalena era una endemoniada. Jesús
expulsó de ella siete demonios (Lc 8,2). No tenemos muchos detalles
del pasado de esa mujer, sin embargo, ciertamente no fue un pasado
que agradara a Dios. Ella, no obstante, tuvo el valor de superar su
pasado negro y ser una gran sierva del Señor Jesús. Ella es mencionada
siempre en compañía de los discípulos, y fue la primera en saber y
creer en la resurrección de Jesucristo (Mt 28,1). Fue una mujer que
mostró una superación inigualable, un verdadero retrato de
transformación que Dios opera en la vida de las personas.
4 – La sabiduría de Miriam para superar las crisis
El faraón había determinado que cada egipcio tenía que matar a los
niños que nacieran de judías (Ex 1,22). Esa orden puso en riesgo la vida
de Moisés, que aún era bebé. Pero la estrategia de la madre de Moisés y
Miriam, su hermana, le salvó la vida. No fue fácil. Miriam mostró una
sabiduría grandiosa al seguir al niño que fue colocado en una cesta en
el río, convenciendo a la hija del faraón de entregar al niño a su propia
madre, para que cuidara de él durante algún tiempo (Ex 2,7). Ella salvó
la vida de Moisés con su forma sabia de lidiar con las situaciones
adversas.
5 – El temor de Dios de la prostituta Raabe
Raabe es mencionada en la Biblia como prostituta. La Biblia no
esconde lo que era ella. Pero tampoco esconde el cambio que estaba
ocurriendo en su corazón. En el diálogo que tuvo con los espías de
Israel, que ella escondió en su casa con el objetivo de protegerlos, ella
nos muestra un grandioso temor de Dios: “Al oírlo, ha desfallecido
nuestro corazón y no se encuentra ya nadie con aliento en vuestra
presencia, porque Yahveh vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y
abajo en la tierra.” (Jos 2,11). Una gran confesión de temor al Señor.
Considerando que Raabe vivía en medio de un pueblo pagano, la
declaración de ella muestra cuán grande fue su temor. Tan grande fue
su actitud frente a Dios, que formó parte de la genealogía de Jesucristo
(Mt 1,5).
6 – El fervor misionero de la mujer samaritana
La mujer samaritana, como todos saben, tuvo un gran encuentro con
Jesús cerca de un pozo donde fue a buscar agua (Jn 4,9). Jesús le
revela los errores que ella había cometido en el pasado y el presente, y
le dijo algo muy poderoso que impactó su corazón. ¿El resultado? El
fervor misionero se apoderó del corazón de esa mujer, que llevó las
palabras de Jesús a su pueblo, que no lo conocía: “La mujer, dejando su
cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Venid a ver a un hombre
que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?» Salieron de
la ciudad e iban donde él.”
7 – El carácter de la mujer virtuosa sin nombre de
proverbios
Los últimos versículos del libro de Proverbios están dedicados a alabar
el carácter de una mujer que no tiene nombre, pero que bien podría ser
alguna de las grandes mujeres de Dios, que existieron y existen en
nuestros tiempos. Esa mujer presenta virtudes en el cuidado de la
familia, del marido, de los hijos; en la forma honesta y dedicada con la
que trabaja; en el ejemplo que da al prójimo, en la forma sabia con la
que vive su vida, etc. Este texto muestra un resumen de las cualidades
de las mujeres de Dios y cómo éstas son importantes.
1-Admiten sus defectos

Nadie es perfecto. A pesar de que siempre escuchamos este dicho, muchos de


nosotros no lo entendemos. O mejor dicho, no lo aplicamos.

Las mujeres seguras de sí mismas no solo admiten sus imperfecciones, las


aplauden. Saben dónde están sus fortalezas, dónde pueden mejorar y cuándo es
tiempo de hacerse a un lado y dejar que otros tomen el liderazgo. Intentar ser
perfecta en todo es ineficiente, y las mujeres seguras de sí mismas no tienen
tiempo para eso. Se aman a sí mismas por lo que son y por lo que no son.
Ro.8:28

2. Dicen que no

Algunas personas podrían pensar que está práctica es de ser algo maleducada,
pero en realidad es muy respetuosa. Las mujeres seguras de sí mismas no se
comprometen con más de lo que pueden cumplir, ni hacen falsas prom esas.
Dicen que no. ¿Por qué? Porque prefieren decir la verdad y rechazar algo, que
decir mentir y luego fallar.

3. Escuchan Santiago 1:19

Mientras que las mujeres seguras de sí mismas confían en sus propios juicios,
también son lo suficientemente seguras como para escuchar la opinión de
otros. No necesariamente van a disfrutar todo lo que escuchen, pero no harán
una pataleta solo porque a su jefe no le gustó el PowerPoint. Entienden que las
críticas deberían ser constructivas.

4. Están abiertas al amor

No dejan que el pasado las detenga. Saben que merecen una buena relación.
Son lo suficientemente fuertes como para sobrevivir si no funciona y lo
suficientemente fabulosas como para analizar los malos resultados.

5. Piden ayuda
Muy importante. Nadie puede hacer frente a todo solo. Todo el mundo necesita
ayuda en algún momento. Las mujeres seguras de sí mismas no se sienten
inferiores por buscar ayuda.

a.- Buscan consejería Pr.15:22

Valoran que un tercero destaque lo mejor en ellas. Además, tienen a alguien a

quien contar ese épico error que sucedió con ya-sabes-quién en ya-sabes-dónde.

Chismea con tus verdaderos amigos, no con tus colegas.

6. Admiten (aceptar, permitir) sus sentimientos

Sin importar las circunstancias, las mujeres seguras de sí mismas luchan por
entender sus emociones. Y por admitirlas.Las mujeres seguras de sí mismas
toman la oportunidad de expresarse a sí mismas sin culpar a otros. Además
siempre escuchan el otro punto de vista.

Los hombres son seres mucho más racionales, de ahí radica su simpleza. Las
mujeres se dejan llevar mucho más por su “instinto” que por “las razones”. Viven
de manera mucho mas intensa sus emociones y sentimientos, que por lógica son
mucho mas irracionales .

Un lugar donde admitir errores es, al fin y al cabo, una oportunidad excepcional
de crecimiento y mejora.

“El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada”.

7. Dejan ir la culpa

Se supone que la culpa es una emoción momentánea. Pero eso es todo. La


culpa no debería de tener lugar en nuestros cimientos emocionales. Las
mujeres seguras de sí mismas reconocen su culpabilidad, piden perdón, descifran
cómo corregir el error y luego la dejan ir. Isaias 43:25

8. No son envidiosas, se alegran de los triunfos de otros 1 Co,12;12-27 no hay


envidia en el cuerpo de Cristo.Las mujeres seguras de sí mismas aman ver triunfar
a sus amigos. Apoyar los negocios, las relaciones y éxitos de los demás no
impide ninguno desarrollar nuestros propios logros, ¡los resalta! Gén. 37:11;
Numeros 12:2.; Pr.27:4.

¿Quieres estar segura de ti misma? Entonces nunca olvides que la confianza

puede crecer. Recuerda lo que hablamos en el punto 6. Esa es la clave para ser

mejor en este complicado aspecto.

1. Respetan los puntos de vista

Toda mujer que sea de carácter fuerte son personas sumamente respetuosas de la

manera de pensar de los otros, sin embargo, saben muy bien a quién hacerles caso

porque no quieren perder su tiempo con personas necias y que no están abiertas al

diálogo y que se aferran a no aprender y que son intolerantes, así que siempre
preferían ignorar a ese tipo de personas o ‘darles el avión’ como se dice popularmente.

2. Disfrutan de estar solas

La personalidad de ellas por si sola va a llamar la atención de todo, pero honestamente

saben que no necesitan de tener a toda la atención todo el tiempo, pues disfrutan de

estar solas porque saben que requieren cargar energía y está contenta con esos

momentos en los que puede disfrutar de ella misma, porque se sabe una mujer fuerte

con o sin compañía.

3. No buscan la aprobación de los demás


Ellas no se andan con rodeo y tienen muy claro que es lo que necesitan para estar bien

con ellas mismas, por que es muy cuidadora al momento de elegir a sus amistades

pues aunque esté rodeada de muchas personas, los verdaderos amigos son contados

pero valiosos.

4. Saben afrontar los problemas con dignidad

Siempre tienen un plan y buscarán la mejor manera para salir del bache, pues los

problemas los ven como una oportunidad para demostrar su capacidad y aprender de

la lección de vida.

5. Dicen adiós a las excusas

Algo que generalmente no se permiten es llenar su vida de pretextos, así que lo mejor

que hacen es organizarse y tener soluciones a los problemas y dejar de lado las excusas

para no andar perdiendo el tiempo, así que actúan en lugar de andar hablando.

¡Si te gustó la publicac

LA ANSIEDAD
Hay más mujeres ansiosas que hombres. La ansiedad o angustia no es
pecado, pero sí puede producir reacciones
pecaminosas. Para alivio nuestro, hay principios bíblicos para enfrentar la
ansiedad sin pecar. Algunos de estos
principios se obtienen de la experiencia de nuestro Señor Jesucristo en el
Getsemaní.

Conozca cómo vivir en situaciones de angustia

Hay más mujeres ansiosas que hombres. Esta diferencia puede deberse a que
las mujeres están más expuestas a la
ansiedad por las condiciones adversas a las cuales se ven sometidas:
sobrecarga de trabajo en el hogar y fuera de él,
discriminación por su género, violencia intrafamiliar, soledad en la crianza de
los hijos y vulnerabilidad social,
psicológica y biológica durante los años fértiles, la cual se acentúa, por
ejemplo, en la perimenopausia.

La ayuda contra la ansiedad existe y es muy acertada. Para encaminarla al


encuentro de esa ayuda nos gustaría
animarla y ofrecerle dos opiniones relacionadas con esta situación: a) Hay
principios bíblicos para enfrentar la
ansiedad que pueden serle de gran ayuda. b) La ansiedad o angustia no es
pecado, pero sí puede producir reacciones
pecaminosas. Si no se trata correctamente, puede anular el desarrollo de una
persona, lo cual sí es muy serio.

«Eran las 3:00 a.m. de un sábado y de repente, sentí náuseas. ¡Ni siquiera
logré llegar al inodoro! vomité en el pasillo
entre mi habitación y el cuarto de baño. Como a las 4:00 a.m. me sorprendieron
unos retortijones en el intestino y
después siguió una diarrea. A este cuadro se le añadió un fuerte dolor de
cabeza y de nuevo las náuseas. Hice
repetidas visitas al baño durante la mañana. A las 11:00 a.m. tuve mi primer
examen individual de flauta frente a tres
profesores, miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional. Me dieron una nota
de 95 puntos, pero aún después del
examen mis piernas temblaban. Nunca antes había sufrido algo similar.»

Esta experiencia sufrida por una niña de trece años ejemplifica una crisis de
ansiedad. La ansiedad puede definirse
como un estado desagradable de temor caracterizado por un sentimiento de
alerta, de estar en guardia, vivido como
anticipación de algo que se cree está por suceder pronto.

Todos los seres humanos experimentamos en algún momento de nuestra vida


esa sensación con variantes de
intensidad. El problema se da cuando la ansiedad se prolonga, pues no permite
a la persona llevar una vida normal.
Se debe diferenciar la ansiedad producto de una situación estresante de la
ansiedad como trastorno. Se dice que una
paciente sufre de «trastorno de ansiedad generalizada» cuando los síntomas
se prolongan más tiempo de lo normal.
Según la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), si los síntomas se
conservan durante la mayor parte de los días,
durante más de tres semanas consecutivas, es trastorno. Otros especifican que
tienen que mantenerse seis de los
síntomas durante no menos de seis meses para clasificarlo como tal.
Los síntomas más comunes asociados a un estado ansioso pueden ser
los siguientes:

· Tensión muscular manifestada por dolor de cabeza, incapacidad de


relajación, agitación y dificultades para conciliar
el sueño.
· Hiperactividad del sistema nervioso manifestada por sudoración,
palpitaciones, molestias estomacales, dificultad en
la respiración y sequedad de boca.
· Aprensión, preocupaciones y dificultad en la atención y concentración.

¿Cuál es, entonces, la ayuda acertada para enfrentar la ansiedad? Para


responder nos enfocaremos en una crisis de
ansiedad intensa, pero que no es trastorno.

¿Quién no ha escuchado alguna de las siguientes frases en momentos cuando


parece que todo se sale de nuestro
control?: «La situación no va a cambiar, no queda más que hacerle frente...»
«Tal vez deberías orar más...» «Todo va a
salir bien, después de la tormenta viene la calma...» «Después de todo, es
mejor sola que mal acompañada...». Si
bien es cierto esas palabras pueden darnos algún alivio, también pueden
hacernos sentir culpables o llevarnos a
reprimir nuestros sentimientos. A veces nos preguntamos: «¿por qué si soy
cristiana, y líder, me siento tan mal?, ¿está
bien que me sienta así?, ¿por qué la situación no cambia? ».

Reprimir lo que sentimos no nos ayuda a vivir en la situación angustiante. Esos


sentimientos forman parte de nuestra
humanidad. El ejemplo insuperable es nuestro Señor Jesucristo, quien vivía en
relación íntima y permanente con Dios.
La experiencia de él en el Getsemaní ?narrada por Mateo, Marcos y Lucas en
sus evangelios (Mt 26.36?46 y 51?54;
Mr 14.32?42 y Lc 22.39?46)? nos permite analizar cómo se puede enfrentar la
angustia (ansiedad intensa). En el caso
específico de Jesús pueden observarse cinco elementos importantes:

1. Reconoce que sufre una crisis de angustia.En las tres narraciones hay
varias frases que nos orientan a conocer
la clase de angustia que nuestro Señor sufrió en aquella ocasión: «comenzó a
entristecerse (en Marcos: «afligirse»,
que en el idioma original es: «sentir pavor») y a angustiarse», «mi alma está
muy afligida (en el idioma original:
«tristeza profunda»), hasta el punto de la muerte». Este tipo de ansiedad se
presenta en un episodio de gran
intensidad. Él acepta que está en angustia. Tiene muchos sentimientos
encontrados: pavor, tristeza profunda,
angustia? Según como el mismo Señor la describe, es tan aguda su aflicción,
que siente que va morir por ella. No se
refiere a la muerte de cruz que bien sabe pronto sufrirá.

Muchos cristianos creen que el vivir en Cristo vuelve la vida color de rosa, y por
tanto, el sufrimiento debe de ser ajeno
a su vida. La falsa idea de que un líder no puede sufrir vulnerabilidad, llanto,
desánimo ni sentirse mal, puede llevarnos
a reprimir nuestros sentimientos y a utilizar caretas. Si no aceptamos que
tenemos angustia no podremos enfrentarla.

2. Busca acompañamiento.Observe las frases incluidas en los textos de


Mateo y Marcos: «tomando consigo a Pedro
y a los hijos de Zebedeo», «quedaos aquí y velad conmigo». Las citas
anteriores demuestran que Jesús no ocultó sus
sentimientos a sus amigos más íntimos. Esto nos reta a nosotras, las mujeres,
a aprender a tener amigas con quienes
externar nuestras luchas más profundas e íntimas, pues en ellas podremos
encontrar el apoyo requerido. Y aunque tal
vez ellas no expresen palabra alguna, con un abrazo, una palmada o una
simple lágrima que brote de sus ojos nos
acompañarán en la tristeza o en el dolor y harán una diferencia en nuestra vida.
No es saludable para quien está en
una crisis de ansiedad o angustia permanecer sola.

3. Depende de Dios.«Adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y


diciendo?». En la cita podemos notar
tres acciones importantes de Jesús en esa situación de angustia: buscó estar a
solas con Dios, depositó su carga
sobre Su Padre y oró específicamente por su necesidad buscando la voluntad
del Padre: «no sea lo que yo quiero,
sino lo que tú quieras». La lección por aprender es que Jesús, aunque buscó la
compañía de sus amigos más íntimos
también se acercó a su Padre en una forma más personal e íntima. Él era
consciente de que necesitaba un tiempo a
solas con su Padre para desahogarse y sobre todo, para depender de él,
confiar en él, porque estaba seguro de que
Dios tendría el control de la situación. De igual manera nosotras podemos
depender de nuestro Señor, aunque en
nuestra humanidad no entendamos cómo puede él llevar nuestras cargas y
dolores. Depender de él es reconocer que
somos débiles, es admitir que nos sentimos desprotegidas, que estamos
atrapadas, sin salida.
4. Recibe fortaleza divina.«Se le apareció un ángel del cielo fortaleciéndole».
Después de esa frase, Lucas afirma
que el Señor estaba «en agonía, oraba con mucho fervor y su sudor se volvió
como gruesas gotas de sangre». Con
esta secuencia se nota fácilmente que hay una relación entre fortaleza y
agonía. La palabra agonía significa
«conflicto», «tensión», «concentración de facultades», es la lucha que se libra
por alcanzar una meta. Es decir, la
fortaleza en tiempo de angustia se vuelve fundamental para concentrar todas
las fuerzas a fin de discernir lo que
hemos de pedir y cómo hemos de actuar. La angustia puede propiciar un sinfín
de tentaciones, pero si tenemos la
fortaleza del Señor, podremos pelear contra ellas y mantener la lucidez para
pensar y actuar correctamente. Es una
lucha entre voluntades, la nuestra ?impregnada de deseos engañosos? y la del
Padre. Por supuesto que este esfuerzo
deja un gran agotamiento mental, emocional y físico (por eso, en circunstancias
de ansiedad se recomienda el uso de
suplementos de vitaminas o reconstituyentes, por ejemplo un complejo de
vitamina B, bajo supervisión médica).

5. Ejerce dominio propio.La dependencia de Jesús se hace evidente en su


arresto. En Mateo 26.52?54, cuando
Jesús confronta a Pedro por su reacción, pueden observarse tres principios
esenciales para tener dominio propio, el
cual es vital para enfrentar la angustia: Primero le pide que «vuelva su espada
a su sitio». Las situaciones no se
controlan empleando la violencia ni otros métodos que dañen la integridad
física o psicológica de los demás. Muchas
mujeres en ansiedad presentan serios descontroles, se vuelven agresivas de
palabra y físicamente, lo cual agrava su
situación y las aleja de la posibilidad de un respiro. Luego, teniendo en cuenta
su condición de Hijo, le pregunta «¿
Piensas que no puedo rogar a mi Padre ? pondría a mi disposición ahora
mismo??». No debemos tomar ventaja
deshonestamente de ningún privilegio que tengamos para salir libradas de una
situación de angustia. Es deshonesto
que no nos importen las consecuencias eternas de nuestras acciones. Esto
definitivamente no es dominio propio.
Pablo en Filipenses 4.6?8 anima a sustituir el afán (que no es ansiedad, sino
producto de la misma) por la
dependencia de Dios, y asegura que el resultado será una paz incomprensible
que protegerá nuestra voluntad y
nuestra mente en Cristo. Entonces tendremos pensamientos capaces de dirigir
una conducta sabia en situaciones de
angustia; no seremos ni agresivas ni deshonestas. Por último, lo cuestiona de
tal forma que lo obliga a prestar
atención al resultado eterno de sus acciones: «¿Cómo se cumplirán entonces
las Escrituras?». Es menester
preocuparnos porque los planes de Dios avancen y por dar testimonio de la
fidelidad de Su Palabra. Solo así,
podremos concentrar nuestra atención en cumplir la voluntad de Dios.

La ansiedad puede generar males de todo tipo, especialmente si somos


nosotras quienes llevamos nuestras cargas y
no el Señor. Gastritis, problemas cardiacos, tensión arterial elevada o peores
malestares pueden llegar a maltratar
nuestros cuerpos y hasta convertirse en enfermedades crónicas o en
patologías difíciles de tratar. Pero las
consecuencias no solo afectan nuestro ser integral, también la irritabilidad que
produce la ansiedad no controlada nos
hace hablar de manera precipitada y generalmente herimos o descargamos
nuestra frustración en los que nos aman.

Identifiquemos las fuentes de tensión en nuestra vida. Así como pueden ser
problemas agudos o extremos, pueden ser
asuntos «triviales». El deseo de adquirir algo para nuestra casa que no es
indispensable, sentir que no entregaremos a
tiempo un trabajo, ver que nuestro ministerio no avanza como quisiéramos,
etcétera, pueden ser fuente de tensión. No
importa cuál sea la situación, lo substancial de todo el asunto es entender que
ninguna de las aflicciones deberá
controlar nuestra voluntad y mente. Se nos ha dado el Espíritu Santo que
puede producir en nosotras dominio propio,
si se lo permitimos (Gá 5.23, 2 Ti 1.7, 2 Pe 1.6). Sí, Dios tiene control de las
circunstancias, pero nosotras debemos
tener control de nuestra mente y voluntad con el dominio propio que Él
produzca en nosotras. Así que, en cuanto a lo
que a nosotras corresponde, organicemos el tiempo, marquemos prioridades y
tracemos un plan lógico y razonable
que nos permita alcanzar las metas trazadas en Cristo. Solo así, podremos
controlar las ansiedades y enfrentar los
problemas. Descansar en Dios implica actuar en éL.
Aunque esa observación puede ser válida, hay otro factor que explica mejor esta frase.
Apocalipsis 8:1-5 parece basarse en el ritual del sacrificio diario en el templo de
Jerusalén.[9] Cada mañana al amanecer, después de inmolar al cordero pero antes de
sacrificarlo sobre el altar de holocaustos, un sacerdote tomaba carbones de dicho altar y
los llevaba solemnemente al altar de incienso dentro del lugar santo.[10] Después tomaba
el incienso y lo echaba sobre los carbones. Mientras se quemaba el incienso y todo se
llenaba de perfume, los sacerdotes oraban, probablemente en total silencio (Ex 30:34-36;
m.Tamid 5.1-6; TAdán 1.12; Aune 1998:508; Wick 1998:512-514) y el pueblo también
oraba afuera (Lc 1:10). Como indica Bauckham (1993A:82), ese ritual bien hubiera durado
más o menos una media hora (hôs hêmiôrion).

Los siete ángeles de la Presenci


En la visión de Apocalipsis, el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo
arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto. Las ascuas de
fuego tomadas del altar que simbolizan el juicio, producen símbolos de catástrofe al ser
arrojadas junto con el incensario a la tierra. Este es el juicio que caerá sobre los habitantes
de la tierra en respuesta a la intercesión y las oraciones de los santos de la Tribulación. De
esta manera, queda preparado el escenario para los juicios representados por las siete
trompetas que están a punto de tocarse.

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