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Práctico Semana 1 texto 2/1 // Teórico Semana 1 Texto 1/3

NIÑEZ Y ADOLESCENCIA. NUEVOS PARADIGMAS, SUS NOMBRES Y ESCRITURA – GRASSI


Con la llegada del PSA, el sujeto queda del lado del pensamiento inconciente. Al introducir sujeto del
inconciente, el PSA se abre a la cuestión de las relaciones que el término guarda con el deseo. El sujeto es
sujeto de deseo inconciente. El ICC es más bien algo vivo, susceptible de desarrollo, y mantiene con el
PRCC toda una serie de relaciones. Esta idea de movilidad acompaña al concepto de sujeto. Sujeto psíquico
es actividad de intercambios entre los sistemas de la organización del aparato psíquico, pero también,
intercambio con el medio, con la cultura.
Sujeto e historización
- Lacan traza diferencias entre sujeto y yo. El yo forma parte del orden imaginario, el sujeto es parte
delorden simbólico.
- Aulagnier propone un modelo de aparato psíquico complejizado y otorga nuevas funciones al yo,
entrelas cuales destaca la de historización. La función del yo como constructor de una historia libidinal de
la que extrae causas que le hacen parecer cohabitar el mundo exterior. Es una necesidad de su
funcionamiento anclar una historia que sustituye un tiempo vivido y perdido. Esta función de historizador es
propia del yo. Es una necesidad de su funcionamiento situarse y anclar en una historia q sustituye un tiempo
vivido y perdido por la version q el sujeto se procura merced a su reconstruccion de las causas q lo hicieron
ser, q dan razón de su presente y hacen pensable e investible un eventual futuro.
- Winnicott destaca, con relación a la inmadurez adolescente, que lo único que la cura es el paso
deltiempo. El yo requiere de inscribir y dar continuidad a su existencia a través del paso del tiempo. Ahí la
subjetividad trabaja, inscribiendo tiempo e hilando entre pasado, genealogía y proyecto identificatorio. La
inscripción psíquica de la temporalidad como “cura”. Nos referimos a la inscripción de lo pasado, lo vivido
como perdido, el paso del tiempo como limite. La inscripción del presente como fugacidad, como algo q
tiene fin, q no dura siempre y, a la vez, la necesidad de construir un porvenir, entonces es cuando la
adolescencia se liga a la juventud. Inscripción subjetiva del tiempo, subjetivación de la temporalidad. En ese
periodo resuenan frases características q aluden a no tolerar mas la perdida de tiempo.
El cuerpo respeta una cronología y depende del medio para que esto se posibilite y estimule. La maduración
neurológica y endocrinológica, de la motricidad, etc. requiere para su funcionamiento normal, años de
maduración. Además requieren de intercambios con el medio ambiente e intervenciones de las funciones
parentales. Así cuerpo erógeno y psiquismo se van constituyendo entrelazados.
Cuando todo transcurre por los carriles de la salud (es decir, si no hay patología grave o fracasos importantes
en su organización), todo el aparato esta en intercambio en sus procesos de constitución, organización y
reorganización, desde los inicios de la vida pasando por la pubertad-adolescencia y más allá de la misma.
El nexo entre la cronología del desarrollo y la función que esta cumple en el psiquismo está dado por el
trabajo de la subjetividad. La estructuración psíquica en el niño/adolescente depende relativamente de su
desarrollo corporal, como también de los sentidos diversos que provienen del Otro familiar. El yo pendiente
del crecimiento está tomado desde los inicios por la búsqueda alienada y, mas tarde, por la transformación
de las identificaciones que lo modelan.
Si bien pendiente del cuerpo, de lo parental, del medio ambiente, no quiere esto decir determinado por
alguna de estas instancias. Falta aun el producto de un trabajo combinatorio, personal; trabajo q es potencial
despliegue de una capacidad q lleva al sujeto, sobre todo en la niñez/adolescencia “de una dependencia
absoluta a una dependencia relativa”, y luego hacia una “relativa independencia”.
Subjetividad y adolescencia:
La adolescencia implica una crisis de identidad. Lo propio del sujeto en la adolescencia es crear sentidos
que enriquezcan al yo, en un juego de identificaciones-desidentificaciones. La adolescencia transcurre en
lúdica adquisición de nuevas identificaciones y cancelaciones de otras caducadas, obsoletas. Cuando este
juego es obstaculizado, vemos el alto precio pagado por el niño/adolescente por su alienacion con el otro,
con la fijeza de identificaciones reactivas y/o defensivas. La pregunta ¿quién soy?, signo de q existen
procesos adolescentes en marcha, se refiere a las identificaciones q habitan al yo y q comienzan a estar
cuestionadas por el sujeto.

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Práctico Semana 2. Texto 2/3

¿CÓMO ACTUAR CON UN ADOLESCENTE DIFICIL? – NASIO

La adolescencia es un pasaje obligado, el pasaje delicado, atormentado pero también creativo, que se
extiende desde el fin de la infancia hasta las puertas de la madurez. El adolescente es un muchacho o una
chica que poco a poco deja de ser un niño y se encamina difícilmente hacia el adulto que será.
Nasio define la adolescencia desde tres puntos de vista diferentes pero complementarios:
 Desde la perspectiva biológica, sabemos que la adolescencia corresponde a la pubertad, más
exactamente el principio de la adolescencia corresponde a la pubertad, a ese momento de la vida en
el que el cuerpo de un niño de 11 años es abrasado por una sorprendente llamarada hormonal. La
pubertad designa justamente el periodo en el que se desarrollan los órganos genitales, aparecen
signos distintivos del cuerpo del hombre y de la mujer, y se produce un impresionante crecimiento de
altura así como una modificación sensible de las formas anatómicas. Biológicamente hablando, la
adolescencia es sinónimo del advenimiento de un cuerpo maduro, sexuado, susceptible de procrear.
 En cuanto a lo sociológico, el vocablo “adolescencia” abarca el periodo de transición entre la
dependencia infantil y la emancipación del joven adulto. En nuestra sociedad los jóvenes conquistan
su autonomía muy tardíamente, dados la extensión de los estudios y el desempleo masivo, factores
que mantienen la dependencia material y afectiva del adolescente respecto de su familia. Un adulto
joven de cada dos sigue viviendo en el domicilio de los padres a los 23 años, gozando no sólo del
techo por tiempos cada vez más prolongados, sino también de su sostén económico que, muy a
menudo, se extiende incluso más allá. Puede afirmarse que la pubertad signa su entrada hacia los 11
o 12 años, mientras q la emancipación puntúa su salida alrededor de los 25 años.
 Punto de vista psicoanalítico: el joven de hoy es un ser trastornado que, alternativamente, se precipita
alegre hacia delante en la vida, luego de pronto se detiene, agobiado, vacío de esperanza, para volver
a arrancar inmediatamente llevado por el fuego de la acción. Todo en él son contrastes y
contradicciones. Puede estar rebelde como conformista, intransigente y decepcionado; en un
momento entusiasta y de golpe inactivo y desmoralizado. A veces, es muy individualista y exhibe una
vanidad desmesurada o, por el contrario, no se quiere, se siente poca cosa y duda de todo. Los únicos
ideales a los que adhiere son los ideales de su grupo de amigos. A sus padres les manifiesta
sentimientos que son la inversa de lo que siente realmente por ellos: los desprecia y les grita su odio,
mientras que el niño que subsiste en el fondo los ama con ternura.
El impulso creador del adolescente:
El adolescente, sin ninguna duda, es un ser que sufre, exaspera a los suyos y se siente sofocado por ellos,
pero es, sobre todo, el que asiste a la eclosión de su propio pensamiento y al nacimiento de una fuerza
nueva; una fuerza viva sin la cual en la edad adulta ninguna obra podría llevarse a cabo. Todo lo que
construimos hoy está erigido con la energía y la inocencia del adolescente que sobrevive en nosotros. La
adolescencia es una de las fases más fecundas de nuestra existencia. El cuerpo se acerca a la morfología
adulta y se vuelve capaz de procrear; por otro lado, la mente se inflama por grandes causas, aprende a
concentrarse en un problema abstracto, a discernir lo esencial de una situación, a anticipar las dificultades
eventuales y a expandirse ganando espacios desconocidos. El adolescente conquista el espacio intelectual
con el descubrimiento de nuevos intereses culturales; conquista el espacio afectivo con el descubrimiento
de nuevas maneras de vivir emociones que ya conocía, pero q nunca antes había experimentado de esa
manera; y por ultimo, conquista el espacio social al descubrir, más allá del circulo familiar y del escolar, el
universo de los seres humanos en toda su diversidad. Ante la creciente importancia que la sociedad reviste
ahora en su vida, comprende muy pronto que nada puede surgir de una acción solitaria. Nos damos cuenta
de cuan vital es el otro biológica, afectiva y socialmente para cada uno de nosotros, cuanta necesidad
tenemos del otro para ser nosotros mismos.
La mayor parte del tiempo, lo que se presenta ante nosotros es un adolescente en estado de desasosiego;
un joven al que le cuesta expresar su malestar con palabras. No sabe o no puede verbalizar el sufrimiento
difuso que lo invade y es a nosotros, adultos, a quienes nos compete soplarle las palabras que le faltan,
traducirle el mal-estar que siente y que habría expresado el mismo si hubiera sabido reconocerlo.
El adolescente no siempre sabe hablar de lo que siente pq no sabe identificar bien lo que siente. Si el
adolescente no habla no es pq no quiere comunicar, sino pq no sabe identificar lo que siente, y mucho
menos verbalizarlo. Se ve lanzado a actuar mas que a hablar y que su mal-estar se traduce más por medio
de los actos que de las palabras. Su sufrimiento, inconsciente, está más expresado mediante
comportamientos impulsivos que conscientemente vivido y puesto en palabras.
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El sufrimiento inconsciente del adolescente puede manifestarse de tres maneras diferentes:
- por medio de una neurosis de crecimiento (sufrimiento icc moderado): La adolescencia es una
neurosis sana, necesaria para volverse adulto.
- por medio de comportamientos peligrosos (sufrimiento icc intenso): Estos comportamientos
peligrosos son interpretados como la puesta en acto de un sufrimiento inconsciente. Por ejemplo:
comportamientos depresivos, aislamiento, intentos de suicidio y suicidio, adicciones, consumo de drogas
duras, alcoholismo, pornografía invasiva, anorexia y bulimia, distanciamiento escolar y ausentismo,
vandalismo, violencia contra los otros y contra sí mismo, ciberdependencia y uso abusivo de chats.
- por medio de perturbaciones mentales (sufrimiento icc extremo): Perturbaciones mentales,
principalmente la esquizofrenia, los TOC, las fobias, la depresión, los desórdenes alimentarios crónicos y
las perversiones sexuales, que revelan un sufrimiento inconsciente.
Nasio dice que para crecer, nos hemos visto obligados a soportar dos neurosis: la primera entre los tres y
seis años, una neurosis infantil durante el Edipo; y más tarde, la segunda entre los once y dieciocho años,
una neurosis juvenil durante la adolescencia. Estas dos neurosis de crecimiento son neurosis sanas porque
son pasajeras y se resuelven por sí mismas.
La adolescencia es un duelo de la infancia: el joven debe perder a la vez su universo de niño, conservar en
sí mismo sus sensaciones y emociones infantiles, y conquistar la edad adulta.
El segundo aspecto del abordaje psicoanalítico entiende el periodo de la adolescencia como un lento y
doloroso proceso de duelo y renacimiento. Detrás de los comportamientos angustiados, tristes o rebeldes
del adolescente neurótico, se esconde en lo más profundo de él un lento, doloroso y sordo trabajo interior
de alejamiento progresivo del niño que ha sido, pero también de construcción igualmente progresiva del
adulto por venir.
El adolescente debe perder, conservar y conquistar a la vez: perder el cuerpo de niño universo familiar en
el cual creció; conservar todo lo que sintió, percibió, quiso desde su primer despertar, en particular su
inocencia de niño; y conquistar finalmente la edad adulta.
El duelo es un tiempo, tiempo que hace falta para aceptar vivir con la ausencia definitiva de aquel a
quien amamos y que acabamos de perder. Aceptar vivir con la ausencia significa, de hecho, aprender a
amar de otro modo a aquel que ya nunca más volverá a estar, aprender a quererlo de otra manera que
cuando estaba vivo.
No es fácil para un adolescente amar al niño que hay en él, de hecho tiene horror a sentirse tratado como
un niño porque eso sería un signo de debilidad, por eso rechaza todo lo que de su infancia vuelve en él.
Pero sólo podrá crecer asumiendo, lo quiera o no, su infancia pasada. Para hacernos adultos, felices de
serlo, aún necesitamos amar al niño que hemos sido.
El pasado infantil resurge en la vida concreta del joven sin que el sea consciente de ello. Al amar a una
pareja de la misma edad, al descubrir un país desconocido, al crear una cuenta en fb o al reírse con los
amigos, el joven de hoy revive sin saberlo la ternura y la sensualidad del primer amor que de pequeño sintió
por su madre, la sorpresa de sus primeros descubrimientos, la pasión de sus primeros juegos infantiles.
Para dejar atrás la infancia el adolescente debe volver a ella sin cesar y sin cesar revivirla en la frescura de
los nuevos encuentros. Cada retorno al pasado marca un paso hacia delante.
Sin ignorar que ser adulto es más un ideal inalcanzable que un estado bien definido, reconocemos, empero,
dos indicadores de madurez afectiva que muestran que el adolescente ha abandonado la adolescencia, ya
no vive bajo la presión del superyó asfixiante y, por consiguiente, se ha vuelto más conciliador consigo
mismo y con el mundo. Primero, el joven adulto ya no se avergüenza de jugar como un niño; ha comprendido
intuitivamente que ser un hombre o una mujer es permitirse regresar a la infancia cuando se quiere y como
se quiere, sin por ello sentirse rebajado. Y el segundo indicador es que ya no le molesta mostrarse obediente
frente a la autoridad. Puede responder a las órdenes de un superior jerárquico o plegarse a una disciplina
sin sentirse indigno. Creer que es ridículo mostrarse niño o creer que es humillante obedecer son
susceptibilidades que revelan que el joven adulto no terminó de atravesar su pasaje adolescente; sigue
habitado por el miedo histérico e infantil a ser humillado. Entonces, dos principales indicadores de madurez
afectiva: ser adulto es vivir sin temor de jugar como un niño y sin vergüenza de mostrarse obediente.
Seguramente hay muchos indicadores más, además del indicador social de cuando ya no es dependiente
económicamente de sus padres. Nasio piensa tres indicadores psíquicos elocuentes: ser apto para
reconocer las propias imperfecciones y aceptarse tal como se es; estar cómodo consigo mismo y, por ende,
disponible con los otros; y, haber aprendido a amar al prójimo y a amarse a sí mismo de otra manera que
cuando se era un niño.
Las crisis de la adolescencia tienen lugar las más de las veces entre los doce y dieciséis años, durante los
primeros años del secundario. El indicio más evidente del surgimiento de una crisis es un cambio brutal de
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la conducta habitual en el adolescente. En general, el adolescente en crisis es un adolescente
desescolarizado desde hace más de dos meses, desocupado, a veces suicida, con frecuencia encerrado
en su cuarto, obnubilado por la computadora, o en el otro extremo, vagando por la calle. No es lo mismo
hablar de crisis de la adolescencia, que de un adolescente en crisis.

Práctico Semana 2. Texto 3/3

EL ESTADIO DEL ESPEJO EN EL NIÑO Y EN EL ADOLESCENTE – Entrevista a Nasio


Nuestra vida late al ritmo de la repetición q el inconsciente nos impone. La repetición es positiva, cuando
ella nos permite aprender, crear, y afirmar nuestra identidad a lo largo de nuestra existencia. Pero la
repetición puede tmb mostrarse patológica cuando ella nos hace revivir, sin q nos demos cuenta, los
traumatismos de la infancia, o nos hace multiplicar las rupturas amorosas, o aun nos hace sufrir los ritos
obsesivos compulsivos. La repetición es igualmente el mecanismo q nos hace depender de una droga, del
juego, del sexo, y es el mecanismo q nos hace fracasar repetidamente en los mismos proyectos o las
mismas iniciativas q emprendemos en la vida. Es el inconsciente el q esta detrás de la repetición. La
repetición estabiliza, estructura y permite el crecimiento. Pero tmb existe una repetición patógena de aquello
q ha sido patógeno, una repetición patógena de aquello q ha sido históricamente traumático, de aquello q
ha sido difícil en nuestra infancia o en nuestra preadolescencia o adolescencia. Hay repeticiones sanas q
permiten el desarrollo y repeticiones enfermas q crean situaciones de crisis en la evolución del ser humano.
Nasio plantea crisis necesarias para el crecimiento del niño y del adolescente:
Cada crisis se define para él como la expresión final de tres movimientos q convergen: lo q el niño perdió,
lo q el niño gano, y lo q el niño conserva. Perdida, ganancia y conservación, he aquí las tres experiencias
que, cuando son simultaneas, instalan una crisis de desarrollo. Siete crisis del crecimiento:
1. Nacimiento
2. El destete entre 3 y 6 meses
3. El descubrimiento de la marcha y la aparición del lenguaje entre 1 y 3 años
4. La primera escolarización entre 2 y 5 años
5. El descubrimiento de la vida interior entre 6 y 7 años
6. El descubrimiento del amor por fuera de la familia entre 13 y 15 años
7. La salida del hogar entre 18 y 25 años

En el estadio del Espejo se oponen dos parámetros: uno es el cuerpo real de un bebé (10 a 16 meses) q
siente y vive la experiencia turbulenta, tumultuosa de sus propias sensaciones internas y externas. El otro
parámetro es visual y virtual. El mismo bebe, desbordado por ese real corporal tumultuoso, percibe una
imagen global y globalizante q el espejo le devuelve. Tenemos dos parámetros: un cuerpo real sentido y
vivido como despedazado, fragmentado. En frente de este real caótico tenemos la imagen especular que
es una imagen redonda, entera y unificante, pq le da al niño la posibilidad de sentirse una unidad en relación
a si mismo, y una entidad diferente de las otras personas q lo rodean. Una unidad y una entidad todavía
relativas pero ya presentes.
En el caso del adolescente tenemos entonces un cuerpo, q no es un cuerpo despedazado como el del bebe
pero es un cuerpo enloquecido por las múltiples e intensas fuerzas pulsionales, en particular sexuales y
agresivas. El adolescente sufre del choque entre dos intensidades: la intensidad de un cuerpo que vibra al
ritmo de pulsiones que reclaman furiosamente convertirse en actos impulsivos e imprevisibles; y al mismo
tiempo la intensidad del superyó rígido e inflexible q reprime las pulsiones con tanta violencia como la
violencia q las anima. Frente a esas dos fuerzas antagonistas: un superyó intransigente que quiere aplacar
con mucho rigor dichas pulsiones, y las pulsiones que con mucho fervor, mucha furia quieren manifestarse,
frente entonces a esas dos fuerzas opuestas entre sí, aparece una imagen en el espejo. Una imagen q es
tmb una imagen unitaria, pero con la particularidad de ser ante todo una imagen de seducción.
La diferencia entre el estadio del espejo, donde aparecen dos parámetros, y el estadio del adolescente
donde tenemos tres parámetros, reside sobre todo en el tercer personaje; que no aparece en el caso del
bebe, que es el superyo. Para mí el elemento mayor, típico de la adolescencia es sin lugar a dudas, el
superyo. Lo q marca esencialmente el periodo de la adolescencia, es la presencia del superyo. Es decir, la
presencia del pudor, o del impudor. El superyo es el pudor, es el nombre psicoanalítico q le damos al pudor.
Y el adolescente vive en esa lucha entre pudor e impudor, entre reserva y salvajería, entre retención y
osadía. Es en esa constante contradicción inherente al antagonismo entre superyo y pulsiones q caracteriza
al ser adolescente.

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Esta importancia q le doy al superyo, me lleva a agregar una nueva diferencia entre el estadio del espejo y
el estadio de la adolescencia. En el caso del bebe, el sentimiento q domina es la alegría, el jubilo de verse
reflejado en una imagen redonda y unificadora. En el caso del adolescente, el sentimiento q domina es la
vergüenza o, su contrario, la omnipotencia. Para mi el sentimiento mas importante en la adolescencia es la
vergüenza. Y por supuesto, la vergüenza con su par antagonista q a veces toma la figura de la insolencia,
la rebeldía o hasta la violencia. La violencia del adolescente es una exteriorización de un superyo furioso.
Cualquiera sea el contexto social. Siempre hay un superyo brutal en el adolescente, q provoca inhibición, o
al contrario, comportamientos agresivos y antisociales.
El superyo puede ser agresivo con el propio sujeto, o puede retornarse hacia fuera y convertirse en violencia
destructiva.
La adolescencia es una etapa de conflicto permanente, compleja; un periodo difícil, tanto para el adolescente
como para su medio familiar. Es difícil para ambas partes: padres e hijos. Se instala allí lo q llamamos una
neurosis. Una neurosis es justamente esta tensión dolorosa entre un cuerpo q reclama exteriorizarse y una
cabeza, un superyo, q inhibe, impide esa exteriorización. Esa lucha crea comportamientos contradictorios,
en primer lugar frente a aquellos q están en primera línea, q son los padres. Entonces el adolescente está
mal primero consigo mismo a causa de esta tensión interna q le impide sentirse interiormente coherente. Y
esta incoherencia interna va a manifestarse a través de comportamientos q son igualmente incoherentes
frente a los padres. Esta situación define exactamente una neurosis. Una neurosis es una incoherencia de
sentimientos y de comportamientos, incoherencia entre el cuerpo y la cabeza del joven, y una incoherencia
en la relación de él con los otros. Los otros de los cuales depende.
La relación de una adolescente por ejemplo con sus padres de quien depende es seguramente conflictiva.
En cambio la relación de la misma con sus abuelos, con los amigos de su familia, con terceros cercanos, es
indiscutiblemente mas calma. El problema de la neurosis es el hecho de amar y odiar a aquel de cual
dependo. Si no hay relación de dependencia no hay neurosis.
Durante la adolescencia existe naturalmente una dependencia afectiva y material q favorece la neurosis.
Por ello la adolescencia se acaba (y la neurosis tmb) cuando el joven ya no vive mas en una relación de
dependencia financiera con sus padres. En ese momento, cuando el joven adulto puede irse de la casa y
comenzar a ganar dinero, la relación cambia. Se termino la adolescencia y la neurosis como neurosis de
crecimiento. Ese periodo largo de la adolescencia q comienza con la pubertad y termina con la emancipación
financiera del joven, esos largos años (unos diez años) son de neurosis, de crisis y de conflictos. Sin
embargo, ese periodo es indispensable para comenzar luego la nueva época de “la juventud/adulta” de una
manera más armada y mejor vacunados contra ciertas dificultades. Un joven q ha sabido atravesar la
adolescencia y el problema de dependencia con sus padres y ha terminado bien esa relación a pesar de las
dificultades, tendrá ciertamente una muy buena relación con sus jefes y con la autoridad. Autoridad con la
q estamos todos confrontados en la vida. Por eso digo q es una neurosis necesaria, pero tmb, sana. Sana
pq se disipa inevitablemente sin tratamiento psicológico ni medicamentos.
El complejo de Edipo se manifiesta en una serie de conductas eróticas, eminentemente infantiles, totalmente
normales, q comienzan a los 3 años y terminan hacia los 6. Mas tarde, a los 6/7 años, aparece este
componente psíquico q es tan importante en la adolescencia: el superyo. Es decir q aparece el pudor. El
pudor es la expresión exterior del superyo. Aquel niño de 6 años capaz de mostrarse desnudo mientras los
padres están cenando con amigos, dos años mas tarde se vuelve completamente tímido e incapaz de
mostrar su cuerpo. Surgió el pudor, la vergüenza y la necesidad de esconderse. El fenómeno del Edipo es
un fenómeno neurótico. Pq el niño edipico tmb siente interiormente una desunión profunda, una fuerza q lo
empuja y otra q le impide tener comportamientos transgresivos.
Estamos entonces frente a dos neurosis sanas: una q se instala entre los 5 y 6 años; y la otra q se instala
entre los 11 y 23 años. Son dos periodos cruciales en la evolución del ser humano. La repercusión negativa
o positiva de estas neurosis infantil y juvenil en vida adulta del individuo, dependerá mucho de la reacción
de los padres frente a los comportamientos difíciles del niño edipico y del joven adolescente. Si bien es
cierto q se trata de neurosis sanas y necesarias puede ocurrir q dichos periodos sean la base de futuras
neurosis graves en el adulto. Por eso tenemos q saber q son sanas y necesarias a condición q la reacción
del medio familiar sea relativamente adecuada y permita al joven q las sobrepase sin herida q cicatricen
mal. Estas dos neurosis pueden terminar brutalmente y dar lugar a conflictos durables en la vida adulta.
Para los psicoanalistas, el Edipo es el núcleo, el nudo de toda futura neurosis en un adulto. El origen de la
formación de una neurosis en un adulto es preciso buscarlo en el final del Edipo.

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Teórico Semana 1 Texto 2/3

LA PRIMAVERA DEL SIGNIFICANTE – CORDOVA


El significante adolescencia connota para el mundo adulto, además de su significación vital, el amenazante
sentido de anunciar el advenimiento inexorable del recambio generacional. Los adolescentes al crecer,
agitan los espectros de tres figuras de la alteridad en su versión más radical: el extranjero, la muerte y la
sexualidad.
La palabra adolescencia ha sido objeto de manipulaciones lingüísticas q dieron lugar a verdaderas
“sustracciones etimológicas”. Estas manipulaciones generaron una falsa relación del término adolescencia
con adolecer, muy extendida en ámbitos culturales y científicos. Adolecer ha venido a significar carecer,
faltar algo, doler, caer enfermo… Esta muy difundida y errónea definición constituye una malversación
lingüística q tiende a desmentir el potencial transformador y creativo del adolescente. El significado
“adolecer” pone en juego una concepción ideológica con consecuencias fácticas en los ámbitos legislativo,
judicial, de la salud. La interpretación de la adolescencia como derivada de adolecer es el fundamento de
ciertas ideologías de corte discriminatorio y teorías evolucionistas dogmáticas, q consideran a los niños y a
los adolescentes como seres inacabados, imperfectos, a medio camino respecto a un ideal de perfección y
completud, al cual se arribaría en la adultez, según un programa de desarrollo predeterminado, seleccionado
en rígidas etapas cronológicas.
La adolescencia es la novedad radical q arriba al contexto familiar y social en una oleada generacional.
Grassi sostiene que los procesos puberal y adolescente se ponen en juego en lo que denomina el
“entretiempo de la sexuación”. Afirma que la adolescencia es urgencia de transformar y crear, es puesta en
desorden del cuerpo, de la identidad infantil, del orden familiar y la posición generacional.
En esta dirección aportaremos que la urgencia de transformar y crear, y el imprescindible empuje a la puesta
en desorden de sí y del contexto, se verifican también en el campo del lenguaje. Al adolescente le urge
poner en desorden el lenguaje. Desordenan el lenguaje. En respuesta al silencioso embate de la pulsión y
las vertiginosas transformaciones en lo real del cuerpo, necesitan recurrir a significantes propios, a veces
inéditos para apalabrar e inscribir ese íntimo acontecimiento y subjetivarlo.
Con esta finalidad, trabajan para des-ordenar las convenciones del lenguaje adulto y des-alienarse de los
significantes parentales del tiempo de la infancia, q no dan respuesta ni les permiten expresar sus intimas,
inéditas e inexplicables vivencias. El adolescente debe recurrir a su creatividad no exenta de hostilidad para
transgredir los códigos preestablecidos y explorar nuevas palabras y nuevos sentidos.
El adolescente no cuenta con un “discurso apropiado”, está en proceso de desasimiento y desalineación del
Otro parental, debe entonces crear recursos expresivos en la grupalidad, para representar ciertos estados
emocionales q devienen del encuentro cara a cara con lo real inaccesible al lenguaje. Tampoco encuentra
muy a menudo en el adulto la escucha q le otorgue legitimidad y sentido a esos estados para poder figurarlos
y ligarlos. Desordenan el lenguaje escandalizando a los adultos, al exhibir crudamente la arbitrariedad de la
relación significante/significado.
Una operación característica “en” la adolescencia es la manipulación de las sílabas y fonemas, creando
apócopes y acortamiento a veces originales, que configuran lo que se denomina metaplasmos: alteraciones
de la escritura o pronunciación de palabras sin modificación del significado (“na, bolu”).
Juegan con las palabras y las frases, las desordenan y las vuelven a ordenar, generando nuevos sentidos
de características insondables para los adultos. Se trata de un momento del trabajo creativo de puesta en
desorden y apropiación de un lenguaje al q han permanecido sujetados y alienados.

“Teórico Semana 1 texto 3/3”

EL PENSAMIENTO DE LO COMPLEJO

Cuando un niño nace se encuentra con un nombre, alguien, otro, otros pusieron un nombre, y eso es algo
fundacional.
El evolucionismo como teoría científica tiene una relación muy estrecha con la biología y las ciencias
naturales.

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De lo simple a lo complejo
El establecimiento de secuencias de formas de organización q van de lo simple a lo compuesto, a lo
complejo. Formas de evolución simples q “evolucionarían” a formas de organización mas complejas. El
evolucionismo piensa en términos del desarrollo que va hacia su complejización y completamiento hacia el
logro de estadios o estados superiores, que son de una complejidad y completud mayores. El desarrollo es
una línea q tiene una dirección progresiva hacia el mejoramiento de sus formas de organización.
Ortogénesis
Uno de los principios del evolucionismo es la ortogénesis, que quiere decir al menos dos cosas: que el
desarrollo es recto y se dirige hacia una finalidad y; que lo que va a venir, la etapa posterior, está
predeterminada por un estado anterior.
En el terreno de la psicología se ha tomado ese principio en el sentido que se progresa a un estado superior
de maduración. El niño es menos maduro q el adolescente, el adolescente es menos maduro q el adulto,
entonces hay una idea q se progresa hacia formas mas complejas, mas maduras.
El evolucionismo plantea la idea de la superación de los estadios inferiores. En el pensamiento evolucionista
lo anterior es inferior, esta en menos, carece de algo respecto a lo posterior. Los que vendrán son más
complejos y completos, superiores en cuanto a su organización.
La falta
Con la idea del progreso, del perfeccionamiento a estructuras más complejas, con la idea de q se va
ascendiendo, en alguna medida, se desprende q las formas anteriores de algo carecen en relación a las
superiores. El niño carece en relación al adolescente, y el adolescente carece en relación al adulto. El
adolescente carece de la madurez. Por eso es importante el concepto de Winnicott donde él no está
planteando que la inmadurez carece de algo en relación a la madurez. Que el adolescente inmaduro carece
en relación al adulto maduro mas completo. Lo que plantea es que hay un valor positivo en eso que es la
creatividad y que por otra parte, hay que darle tiempo al proceso que se está dando. O sea, la variable de
ese apuro del cual les hablaba no está presente, ya que encuentra un valor positivo en la inmadurez y no
algo que hay que abandonar por ser en sí malo. Se introduce esa dimensión de la espera que requiere un
proceso y no del apuro por finalizarlo o completar.
Tradicionalmente, la adolescencia misma esta definida como carente, por lo q no tiene. De lo q adolece en
relación al adulto. Hay un prejuicio en la definición del término adolescencia en la medida en q se lo asocia
a adolecer. Dos palabras q suenan iguales adolescente y adolecer q por homofonía quedan ligadas, quedan
asociadas, pero hay un prejuicio por un error, ya q la etimología de una y de otra son diferentes. Ambos
términos tienen etimologías distintas. El término adolescencia viene de “adolescere” y remite justamente
a crecer y no a sufrir, padecer, o carecer. En el caso de adolecer, en su etimología contiene la idea de
sufrimiento, de padecimiento, de estar en menos. Y asociarlo a adolescencia por homofonía es producir un
desplazamiento de sentido. Lo q produce es llenar de prejuicios el termino adolescencia. No nos interesa
definir la adolescencia en términos evolucionistas, en relación de lo q le falta. Nos interesa seguir la idea de
cómo se da este proceso, y no cuanto hay q apurarlo para q salga de ahí o cuanto hay q compararlo con
otro mas completo, mas maduro, superior.
Lo que plantea este pensamiento evolucionista es que se define un lugar superior del desarrollo desde
donde se piensan las etapas anteriores. El evolucionismo define la adultez como lugar de llegada y desde
ahí se piensa entonces la adolescencia, por eso decimos que es un pensamiento adultocéntrico.
Desde el psicoanálisis se piensa el desarrollo de otra manera. Freud plantea el desarrollo libidinal como un
movimiento con avances y retrocesos. Los retrocesos son en función de poder seguir avanzando, hasta con
más fuerzas. Igualmente Winnicott ve algo positivo en las regresiones en la adolescencia, se regresa para
volver sobre cuestiones que quedaron pendientes y así luego seguir avanzando. Se piensa el desarrollo en
una suerte de alternancia entre regresión y progresión. Plantea una alternancia entre dependencia relativa
y la independencia. De estados de independencia, se vuelve a estados de independencia relativa para lograr
luego la independencia. La adolescencia misma es vista como un tiempo que requiere de una espera, un
tiempo en el cual se esta dando un proceso q tiene su tiempo de maduración el cual no es conveniente
apurar. Winnicott plantea que el mejor remedio para la adolescencia es la espera. Esto iría en contra de la
idea evolucionista del desarrollo progresivo, sin pausas ni retrocesos.
Transformaciones corporales
Pubertad es un término que va muy de la mano con adolescencia. Cuando se piensa en los inicios de la
adolescencia que tiene que ver con las transformaciones del cuerpo, los cambios propios de la pubertad. Y
uno de los cambios fundamental es la aparición tanto en muchachos como en muchachas, de los caracteres
sexuales secundarios, la maduración de los órganos genitales. La aparición en las mujeres de la

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menstruación y en los hombres, del líquido seminal, con toda una serie de cambios hormonales y corporales
q acompañan a esta maduración del aparato genital.
Con la maduración de los órganos genitales, lo primero que aparece es la posibilidad de establecer
relaciones sexuales. Ahora el adolescente está en condiciones físicas para establecerlas, no así con
anterioridad. Está en condiciones de tener lo que es la experiencia (nueva) del orgasmo genital. Junto con
el establecimiento de las relaciones sexuales y lo orgásmico, esta la posibilidad concreta de la reproducción.
Esta la posibilidad de “ser progenitores”, no se dice “ser padres”, ya q es un poco distinto. Padre y madres
son funciones simbólicas, no todos quienes son progenitores llegan a ser padres y algunos q son padres no
son progenitores. Por ejemplo, quienes adoptan pueden ser muy buenos padres y no ser progenitores. El
ser padres es una función simbólica. La de procreación es una consecuencia de la pertenencia a un sexo y
el establecimiento de relaciones sexuales con el otro sexo, pero q no implica directamente la función
simbólica de ser padre/madre.
Consecuencias:
- Relaciones sexuales- Procreación
- Capacidad de puesta en crisis o desorden del sistema
familiar. Hay adolescentes que transcurren suadolescencia y no
son capaces de hacer entrar en crisis nada, esos son los que se
adaptan rápidamente, los que están en posición de un falso-self,
se adaptan o someten. No ponen en crisis el sistema familiar.
Lo que aparece con las posibilidades del adolescente de tener relaciones y de reproducción es la apertura
a la sucesión generacional, se abre a una cadena q es generacional, el hijo q era hijo puede ser padre/madre
(en el sentido de progenitor/a) y el q era padre puede ser abuelo. La idea de crisis adolescente tiene una
dimensión q es intergeneracional. Con la adolescencia del hijo algo toca a los padres en relación primero
con la posibilidad de ser abuelos y después algo en relación a la vejez y a la muerte.
Hay adolescentes q transcurren por la pubertad y por la adolescencia tan inhibidos q no pueden conmover
nada del orden de lo familiar, q no pueden hacer entrar en crisis, por ejemplo a los padres, no toleran q los
padres se angustien por temas relativos a ellos mismos. De lo cual no se diría q eso es un desarrollo
saludable, no diríamos eso sino q diríamos q ahí hay un falso-self, hay un adaptarse rápidamente a un orden
preestablecido, el deseo del otro.
La adolescencia es un fenómeno grupal q tiene al menos dos o tres perspectivas o dimensiones. Una es
intrapsiquica, es decir, lo q acontece al sujeto consigo mismo, la dimensión de lo individual. Otra es la línea
de lo intersubjetivo, este fenómeno grupal/familiar/extrafamiliar. Por otro lado, eso de lo “intra”, eso de la
propia subjetividad no se da “por fuera de”, sino q se da en un contexto q es familiar e intergeneracional.
Entonces, son tres dimensiones: lo intrapsiquico o intrasubjetivo; lo intersubjetivo, es decir, lo q tiene q ver
con la familia, padres, hermanos, los pares, etc. Y dp lo intergeneralcional. Pq esa familia tmb tiene una
proveniencia de una genealogía.
Estas tres dimensiones a su vez están enmarcadas en un momento historico-politico-social.

Práctico Semana 3 Texto 1/1 // Teórico Semana 2 Texto 1/2

LAS METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD – FREUD

Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su
conformación normal definitiva. La pulsión sexual era hasta entonces autoerótica; ahora halla al objeto
sexual. Hasta ese momento actuaba partiendo de pulsiones y zonas erógenas singulares que,
independientemente unas de otras, buscaban un cierto placer en calidad de única meta sexual.
Ahora hay una nueva meta sexual, y para alcanzarla todas las pulsiones parciales cooperan, a la par que
las zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital. La nueva meta sexual asigna a los dos
sexos funciones muy diferentes. El desarrollo sexual en el hombre es el más consecuente, en cambio en la
mujer, se presenta como una involución. La normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la
exacta coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexuales: la tierna y la sensual. La
nueva meta sexual consiste para el varón en la descarga de los productos genésicos. La pulsión sexual
se pone ahora al servicio de la reproducción, se vuelve altruista. Todas las perturbaciones patológicas
de la vida sexual han de considerarse como inhibiciones del desarrollo.
El primado de las zonas genitales y el placer previo
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Se ha escogido como lo esencial de los procesos de la pubertad, el crecimiento de los genitales externos,
que durante el período de latencia había mostrado una relativa inhibición. Al mismo tiempo, el desarrollo de
los genitales internos ha avanzado hasta el punto de poder ofrecer productos genésicos, o bien recibirlos,
para la gestación de un nuevo ser.
Este aparato debe ser puesto en marcha mediante estímulos, esto se logra por tres caminos: desde el
mundo exterior, por excitación de las zonas erógenas; desde el interior del organismo; y desde la vida
anímica. Por estos tres caminos, se provoca un estado que se define como “excitación sexual” y se da a
conocer por dos clases de signos anímicos y somáticos. El signo anímico consiste en un particular
sentimiento de tensión; los signos corporales son las alteraciones en los genitales, la preparación.
Un sentimiento de tensión debe conllevar el carácter de displacer. Opera pulsionalmente, lo cual es por
completo extraño a la naturaleza del placer sentido. Pero, sin embargo, siempre la tensión producida por los
procesos sexuales va acompañada de placer; aún en las alteraciones preparatorias de los genitales puede
reconocerse una suerte de sentimiento de satisfacción.
Mecanismo del placer previo  las zonas erógenas se conjugan para brindar, mediante su adecuada
estimulación, un cierto monto de placer; de este arranca el incremento de la tensión, la cual a su vez tiene
que ofrecer la energía motriz necesaria. El placer provocado por la excitación de las zonas erógenas se
designa como placer previo; y el producido por el vaciamiento de las sustancias sexuales, placer final. El
placer previo es lo mismo que ya podía ofrecer (aunque en escala reducida) la pulsión sexual infantil; el
placer final es nuevo y depende de condiciones que se instalan en la pubertad, es la expulsión de las
sustancias genésicas. Es evocado enteramente por la descarga, un placer de satisfacción y con él se elimina
temporariamente la tensión de la libido.
Las exteriorizaciones infantiles de la sexualidad no marcan solamente el destino de las desviaciones
respecto de la vida sexual normal, sino el de su conformación normal.
Papel de las sustancias sexuales  hipótesis: la acumulación de los materiales sexuales crea y sostiene a
la tensión sexual. Los puntos débiles de esta doctrina, es q fue creada para explicar la actividad genésica
del hombre maduro, y no toma en cuenta tres situaciones cuyo esclarecimiento debería brindar al mismo
tiempo. Son las situaciones de los niños, de las mujeres y de los varones castrados. En ninguno de estos
tres casos puede hablarse de acumulación de productos genésicos.
Teoría Química:
Las glándulas de la pubertad tienen normalmente una disposición andrógina. Este descubrimiento biológico
viene a sumarse a lo que ya sabemos acerca del papel de la tiroides en la sexualidad. Estamos autorizados
a pensar que en el sector intersticial de las glándulas genésicas se producen ciertas sustancias químicas
que, recogidas por el flujo sanguíneo, cargan de tensión sexual a determinados sectores del sistema
nervioso central. Desde la teoría química empieza a haber algo del metabolismo que da cuenta de lo sexual.
Es lo que le permite pensar a Freud la teoría de la libido.
La teoría de la libido
Libido como una fuerza susceptible de variaciones cuantitativas, que podría medir procesos y trasposiciones
en el ámbito de la excitación sexual. Al separar la energía libidinosa de otras clases de energía psíquica,
damos expresión a la premisa de q los procesos sexuales del organismo se diferencian de los procesos de
la nutrición por un quimismo particular.
La libido yoica se vuelve cómodamente accesible al estudio analítico cuando ha encontrado empleo psíquico
en la investidura de objetos sexuales, vale decir, cuando se ha convertido en libido de objeto. La vemos
centrarse en objetos, fijarse a ellos o bien abandonarlos, pasar de unos a otros y, a partir de estas
posiciones, guiar el quehacer sexual del individuo, el cual lleva a la satisfacción, o sea, a la extinción parcial
y temporaria de la libido. En cuanto a los destinos de la libido de objeto: es quitada de los objetos, se
mantiene fluctuante entre los estados de tensión, y por ultimo es recogida en el interior del yo, con lo cual
se convierte de nuevo en libido yoica. A esta, por oposición a la libido de objeto, se la llama también libido
narcisista. La libido narcisista o libido yoica aparece como el gran reservorio desde el cual son emitidas las
investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la investidura libidinal narcisista del yo, como el
estado originario realizado en la primera infancia, q es solo ocultado por los envíos posteriores de la libido,
pero se conserva en el fondo tras ellos.
La libido tiene un fin particularmente sexual. Es una sola, con transformaciones en lo psíquico, la sede de
ésta se encuentra en el yo. Pero uno la identifica cuando es libido objetal. Mientras está en el yo es libido
yoica/narcisista.
Diferenciación entre el hombre y la mujer

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Solo con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino y femenino, una
oposición que después influye de manera más decisiva que cualquier otra sobre la trama vital de los seres
humanos.
En la niñez, el desarrollo de las inhibiciones de la sexualidad (vergüenza, asco, compasión) se cumple
primero en la niña y con menores resistencias que en el varón. En general, parece mayor en ella la
inclinación a la represión sexual, adoptan de preferencia la forma pasiva. Pero la activación autoerótica de
las zonas erógenas es la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime en la niñez la posibilidad de una
diferencia entre los sexos como la que se establece después de la pubertad. Tesis: la sexualidad de la niña
pequeña tiene un carácter enteramente masculino. La libido es regularmente de naturaleza masculina, ya
se presente en el hombre o en la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer.
Los conceptos de masculino y femenino en la ciencia se cuentan entre los más confusos y tienen al menos
tres direcciones. Se los emplea en el sentido de actividad y pasividad, o en el sentido biológico, o en el
sociológico. La libido tiene siempre un comportamiento masculino, en términos de que es siempre activa.
Lo pulsional es siempre activo
Zonas rectoras en el hombre y la mujer  en la niña la zona erógena rectora es el clítoris y por lo tanto, es
homóloga a la zona genital masculina, el glande.
La pubertad, que en el varón trae aparentado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza para la
muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad del clítoris. Es un
sector de vida sexual masculina el que cae así bajo la represión.
La mujer desmiente su sexualidad. Toda vez que logra transferir la estimulabilidad erógena del clítoris a la
vagina, la mujer ha mudado la zona rectora para su práctica sexual posterior. En cambio, el hombre la
conserva desde la infancia. En este cambio de la zona erógena rectora, así como en la oleada represiva de
la pubertad, que por así decir, elimina la virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad
de la mujer a la neurosis, en particular a la histeria. En la mujer hay una mudanza con el advenimiento de
la pubertad del clítoris a la vagina.
El hallazgo de objeto
En Freud, el hallazgo de objeto es siempre un reencuentro. En la pubertad el hallazgo de objeto es un
reencuentro, porque ya hubo un objeto previo que coincide con esa primera experiencia de satisfacción. Las
pulsiones se apuntalan sobre las necesidades en el acto de nutrición. Freud plantea dos modalidades de
hallazgo de objeto:
- Modelo por apuntalamiento: buscar el objeto según los modelos de la infancia. Se busca en el
objeto rasgos similares con los primeros. Se busca algo que tenga relación con esos primeros objetos de
amor. Madre nutricia y padre protector.
- Modelo narcisista: encontrar en el objeto de amor al si mismo. Un encuentro según lo que uno es,
lo que uno busca o querría ser (ideal del yo).
No es tajante la división entre los dos modelos. Puede haber una conjunción entre ambos modelos. Siempre
hay una búsqueda ilusoria de la completud. Puede haber un tercer modelo de hallazgo de objeto, el modelo
por alteridad. Hallar algo nuevo, diferente a lo ya inscripto. Estos dos modos de hallazgo que son puro
reencuentro dejan por fuera la alteridad.
Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales, varón y mujer tienen metas
diferentes. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo de objeto, preparado desde la
más temprana infancia. Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la
nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Lo perdió solo mas
tarde, quizás justo en la época en que pudo formarse la representación global de la persona a quien
pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual pasa a ser, autoerótica, y
sólo luego de superado el período de latencia se restablece la relación originaria. No sin buen fundamento
el hecho de mamar el niño del pecho de su madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de
amor. El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro.
Objeto sexual del período de lactancia  de estos vínculos sexuales, los primeros y los más importantes de
todos, resta aún luego de que la actividad sexual se divorció de la nutrición, una parte considerable, que
ayuda a preparar la elección de objeto y, así, a restaurar dicha perdida. A lo largo de todo el período de
latencia, el niño aprende a amar a otras personas que remedian su desvalimiento y satisfacen sus
necesidades. Lo hace siguiendo en todo el modelo de sus vínculos de lactante. El trato del niño con la
persona que lo cuida es para él una fuente continua de excitación y de satisfacción a partir de las zonas
erógenas, y tanto más por el hecho de que esa persona dirige sobre el niño sentimientos que brotan de su
vida sexual, lo acaricia, lo besa, lo mece, y claramente lo toma como sustituto de un objeto sexual de pleno
derecho.
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Un exceso de ternura de parte de los padres resultará dañino, pues apresurará su maduración sexual; y
también “malcriará” al niño, lo hará incapaz de renunciar temporariamente al amor en su vida posterior, o
contentarse con un grado menor de este. Uno de los mejores preanuncios de la posterior neurosis es que
el niño se muestre insaciable en su demanda de ternura de los padres. Son casi siempre padres
neuropáticos los que se inclinan a brindar una ternura desmedida, y contribuyen en grado notable con sus
mimos a despertar la disposición del niño para contraer una neurosis.
El periodo de latencia se caracteriza por la prohibición del incesto, diques de la moral.
Angustia Infantil  los propios niños se comportan desde temprano como si su apego por las personas que
los cuidan tuviera la naturaleza del amor sexual. La angustia no es originariamente nada más que la
expresión de su añoranza de la persona amada; por eso responden a todo extraño con angustia, tienen
miedo de la oscuridad porque en esta no se ve a la persona amada y se dejan calmar si pueden tomarle la
mano.
En esto el niño se porta como el adulto: tan pronto como no puede satisfacer la libido, la muda en angustia;
y a la inversa, el adulto, cuando se ha vuelto neurótico por una libido insatisfecha, se porta en angustia como
un niño: empezará a tener miedo apenas quede solo (es decir, sin una persona de cuyo amor crea estar
seguro) y a querer apaciguar su angustia con las medidas más pueriles.
La barrera del incesto  cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ha evitado despertarle la
pulsión sexual prematuramente y despertársela con fuerza tal que la excitación anímica se abra paso de
manera inequívoca hasta el sistema genital, aquella pulsión puede cumplir su cometido: conducir a este
niño llegado a la madurez, hasta la elección del objeto sexual. Lo más inmediato para el niño sería escoger
como objetos sexuales justamente a las personas a quienes desde su infancia ama. Pero, en virtud del
diferimiento de la maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales,
la barrera del incesto, y para implantar en él los preceptos morales que excluyen expresadamente de la
elección de objeto, por su calidad de parientes consanguíneos, a las personas amadas de la niñez. El
respeto de esta barrera es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad: tiene que impedir que la familia
absorba unos intereses que le hacen falta para establecer unidades sociales superiores, y por eso en todos
los individuos, pero especialmente en los muchachos adolescentes, echa mano a todos los recursos para
aflojar los lazos que mantienen con su familia, los únicos decisivos en la infancia.
Pero la elección de objeto se consuma primero en la representación; y es difícil que la vida sexual del joven
que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de las fantasías, o sea, representaciones
no destinadas a ejecutarse. A raíz de estas fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las
inclinaciones infantiles, sólo que ahora con un refuerzo somático. Y entre estas, la moción sexual del niño
hacia sus progenitores, casi siempre ya diferenciada por la atracción del sexo opuesto. Contemporáneo al
doblegamiento y la desestimación de estas fantasías claramente incestuosas, se consuma uno de los logros
psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del período de la pubertad: el desasimiento
respecto de la autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición tan importante para el
progreso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua.
Un número de individuos se queda retrasado en cada una de las estaciones de esta vía de desarrollo que
todos deben recorrer. Así, hay personas que nunca superaron la autoridad de los padres y no les retiraron
su ternura o lo hicieron sólo de modo muy parcial. Son casi siempre muchachas: conservan plenamente su
amor infantil mucho más allá de la pubertad. Esto enseña que el amor a los padres, no sexual en apariencia,
y el amor sexual se alimentan de las mismas fuentes; vale decir, el primero responde solamente a una
fijación infantil de la libido. Estas personas están enamoradas en el sentido corriente del término, de esos
parientes.
Efectos posteriores de la elección infantil de objeto  el hecho de que el primer enamoramiento del joven,
se dirija a una mujer madura, y el de la muchacha a un hombre mayor, dotado de autoridad, es un claro eco
de esta fase del desarrollo: el varón persigue la imagen mnémica de la madre y armoniza plenamente con
ello que la madre se revuelva contra esta renovación suya y le demuestre hostilidad. Dada esta importancia
de los vínculos infantiles con los padres para la posterior elección del objeto sexual, es fácil comprender que
cualquier perturbación de ellos haga madurar las más serias consecuencias para la vida sexual adulta.
Por otra parte, podemos ver en la adolescencia una inclinación hacia la inversión: se ven amistades
apasionadas entre personas del mismo sexo. La disposición a la perversión es originaria de la pulsión
sexual, y a partir de ella se desarrolla la conducta sexual normal. Así, a expensas de las mociones sexuales
perversas y con ayuda de la educación, se edifican en la infancia los poderes destinados a mantener la
pulsión sexual dentro de ciertas vías. Otra parte de estas mociones escapa y puede exteriorizarse como
práctica sexual.

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TEÓRICO:
Primer objeto: pecho materno
Pérdida de objeto: el pecho no le pertenece a él.
Autoerotismo
Período de latencia: el autoerotismo no desaparece del todo; sublimación (nuevo fin de los impulsos
sexuales que la sociedad aprovecha para encauzarla hacia situaciones intelectuales) por prohibición ligada
al superyo.
Amigo íntimo: previo al hallazgo de objeto
Hallazgo de objeto: apuntalamiento y narcisismo. Los objetos van cambiando y se van alejando de los
objetos primarios (los padres). Unión de la corriente tierna y sensual con la genitalidad; nueva meta sexual;
unificación de las pulsiones parciales bajo el primado genital; encuentro con el otro.
Alteridad (lo agrega la cátedra)  encuentro con el deseo del otro que me hace ver mis propios deseos. Me
encuentro con la diferencia.
Procesos que se inician en la pubertad:
o Emergencia y primado de la pulsión genital
o Nueva meta
o Nueva zona erógena
o Unificación de las pulsiones tiernas y sensuales oReedición genital del complejo de Edipo
o Reorganización psíquica y de las instancias ideales
o Hallazgo de objeto. A partir de la ausencia y renovación de la elección infantil de objeto o
Masculino/femenino
o Placer final
o Desasimiento de la autoridad de los padres por caída y búsqueda personal del sujeto que
no coincide con los valores de los padres.

El fin de la pulsión siempre es la satisfacción, no la reproducción. La pulsión humana, a diferencia del instinto
animal se caracteriza por la búsqueda de la satisfacción. La pulsión sexual, su descarga, puede esperar.
Puede ser reemplazada con otro objeto. A diferencia del instinto de hambre que no puede esperar.
Se diferencia la pulsión también del interés. Energía propia del yo que también tiene que ver con la
motivación, pero a nivel del yo.
- Primera teoría pulsional:
Pulsiones sexuales vs. Pulsiones de autoconservación (yoicas) -
Segunda teoría pulsional:
Pulsiones del yo (libido yoica) vs. Pulsiones de objeto (libido de objeto)
- Tercera teoría pulsional:
Pulsiones de vida (eros) vs. Pulsiones de muerte (tanatos)

El niño tiene una sexualidad perversa polimorfa. Perversa porque se aparta del fin reproductivo. Y polimorfa
porque tiene tres zonas erógenas (oral, anal y fálica), porque puede satisfacerse de diversas formas. La
pulsión sexual nace apuntalada en las funciones de nutrición. En el quehacer biológico van naciendo, se
van apuntalando. El apuntalamiento no es en una sola dirección sino que es mutuo. Si a un niño no se le da
más de comer muere, pero si no se le da mas amor también. Si no se le da amor no quiere comer.
Pictograma de fusión / pictograma de rechazo. Si no se da esa fusión entre madre y bebe no hay
apuntalamiento. No hay fusión y sexualidad sin las funciones de nutrición y tampoco hay nutrición sin la
fusión entre madre e hijo.
A partir de la pubertad emerge la pulsión sexual genital que va a primar sobre las otras. Comanda el
quehacer sexual. La pulsión sexual genital es altruista (a diferencia de la infantil autoerótica). No le alcanza
la satisfacción en el propio cuerpo como al bebe, sino que busca al objeto de satisfacción. Es altruista porque
busca al objeto por fuera del cuerpo, va a buscar al altero, al otro. Todo este recorrido no es tan lineal, sino
que hay avances, retrocesos, detenciones, etc. El desorden de la adolescencia implica la posibilidad de un
cambio en la cadena generacional. Porque ese adolescente puede ser padre, ergo su padre puede ser
abuelo…
Acometida sexual bifásica:

Vida sex infantil Conformación normal definitiva


Pulsiones parciales Primado genital
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Complejo de Edipo, represión y latencia Reedición, elaboración y
disolución del Complejo de
Edipo
Polimorfismo pre-genital Organización sexual genital
Autoerótica Hallazgo de objeto
Placer previo Placer final propio

La finalización o el sepultamiento del complejo de Edipo no existe en realidad en la clínica.


A partir de la pubertad recién se establece la diferencia entre lo masculino y lo femenino. No es lo mismo la
identidad sexuada que la identidad de género.
- lo biológico (macho/hembra)
- lo social: lo que tienen que querer los nenes y lo que tienen que querer las nenas según la cultura,
lasociedad. Por ejemplo, los nenes deben jugar a una cosa y las nenas a otra.
- lo que es activo y lo que es pasivo: lo masculino esta más ligado a lo activo y lo femenino a lo pasivo.
Eso esta ligado a las sustancias genésicas.
El entretiempo de la sexuación tiene que ver con esa no confluencia de la sexualidad infantil y la adulta.
Entretiempo donde hay algo de la sex infantil y algo de la sex adulta.
El avance de la civilización esta relacionado con el desafío de la autoridad de los padres. Es muy difícil que
el adolescente se integre con sus propias ideas y ponga algo de lo nuevo si esto no pasa. El desasimiento
a la autoridad de los padres es diferente a un chico maleducado. Todo sujeto tiene que realizar esto. Es
necesario para la formación de su alteridad. Para lograr la identidad es condición oponerse a alguien,
desprenderse, soltar, con todo el dolor que eso conlleva. Hay diferencia entre el desasimiento totalmente
necesario y la pura oposición a los padres. Oponerse distinto de oposicionismo.

Teórico Semana 2 Texto 2/2

GUÍA PARA LA LECTURA DE TRES ENSAYOS:

SOBRE TEORÍAS DE PULSIONES – DUEK:


Freud alude a la libido como energía de la pulsión sexual: aspecto cuantitativo cuya manifestación dinámica
muestra a las magnitudes en juego en conflicto con la otra energía, la de las pulsiones yoicas y de las
pulsiones de autoconservación; el interés. El conflicto energético quedaba así definido entre la libido sexual
y el interés.
En “tres ensayos” define la pulsión como un concepto límite entre el soma y la psique, que posee un fin: la
descarga; una fuente: el cuerpo erógeno; y objeto/s en los que descargar la tensión psíquica; mas adelante,
la define como un empuje que representa una presión que fuerza el trabajo psíquico del sujeto.
Dice Freud que lo autoconservativo se opone a la pulsión sexual y posee características diferenciadas:
• Pulsiones sexuales  tienen plasticidad, la capacidad de cambiar de vías sus metas dejándose
sustituir una satisfacción pulsional por otra.

• Pulsiones de autoconservación  son inflexibles, no admiten diferimiento, son imperativas de
manera muy diversa y tienen una relación enteramente distinta tanto con la represión como con la angustia.
Habría en las pulsiones autoconservativas, una meta prefijada, un ciclo consumatorio y un objeto bien
preciso, (mas ligado al concepto de instinto q de pulsión); manteniéndose en esta primer teorización, en un
polo del conflicto el grupo de las pulsiones de autoconservación y las pulsiones yoicas; y en el otro polo, las
pulsiones sexuales. Narcisismo
El cuerpo llega a ser, todo, en su conjunto, una gran zona erógena y sobre las bases de este cuerpo erógeno
se constituirá el yo. Sin embargo, Freud plantea que hace falta “un nuevo acto psíquico” para que el yo sea
unitario y se constituya como instancia psíquica, teniendo como sostén al cuerpo erógeno. Pasaje del
autoerotismo al narcisismo.
La libido no inviste solamente los objetos externos sino que se deposita en el yo mismo. El abordaje de la
vida amorosa muestra como hasta el mismo objeto de deseo, puede investirse en libido narcisista, por lo
cual se halla dentro del grupo de las pulsiones sexuales: libido yoica (sexual) y libido de objeto (sexual). En
la nueva teoría pulsional, el dualismo es entre las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte. Si bien, sitúa
las pulsiones sexuales en las pulsiones de vida, la sexualidad se bifurca en esta teoría. Hay sexualidad en
el amor y también en el odio y la destrucción. Sin embargo, habría una oposición pulsional y fundamental

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entre el polo que ama y aquel que rompe y destruye. Eros (pulsiones de vida) y Tánatos (pulsiones de
muerte), son en última instancia fuerzas que en el sujeto se presentan juntas y que sólo teóricamente son
separables, y que se ocultan tras las pulsiones manifiestas, pulsiones del yo y pulsiones de objeto. La pulsión
de vida procura ligar, complejiza la vida psíquica, ya que crea unidades cada vez mayores; en cambio, la
pulsión de muerte desliga la energía psíquica, destruye nexos y procura un retorno al estado inorgánico.

SOBRE LA PULSIÓN EN LA PUBERTAD – SLIPAK


Freud señala lo que para él es la representación en la opinión popular, acerca de la naturaleza y propiedades
de la pulsión sexual: Faltaría en la infancia
Advendría en la época de la pubertad siendo su meta la unión sexual (genital) o por lo menos las acciones
que tiendan hacia ello.
Freud sostiene que esta idea está plagada de errores, imprecisiones y conclusiones apresuradas. Sostiene
la disposición “originaria y universal”, de la pulsión sexual de los seres humanos. A partir de esta disposición
y a consecuencia de alteraciones orgánicas (el conjunto de transformaciones que experimenta el cuerpo del
púber) e inhibiciones psíquicas, se desarrolla en el curso de la maduración, la conducta sexual normal.
Objeto sexual y meta sexual son los conceptos que le permiten a Freud hablar sobre las perversiones y la
sexualidad infantil, para dar cuenta del trayecto de la pulsión sexual hasta la pubertad. La disposición a las
perversiones es la disposición originaria y universal de la pulsión sexual en los seres humanos.
Así Freud se sitúa en la niñez intentando descubrir esa disposición originaria y ahí ya destaca la emergencia
de aquello que circunscribe la orientación de la pulsión sexual. Los llama diques morales de la pulsión: la
vergüenza, el asco, la compasión y las construcciones sociales de la moral.
Señala un destiempo en términos de la sexualidad infantil, la práctica sexual no se desarrolla al ritmo de sus
otras funciones, se discontinúa con la latencia donde la excitación sexual no se suprime sino que se emplea
para otros fines diferentes de los sexuales.
Siguiendo con la infancia, es preciso señalar a una única meta donde las excitaciones influyen de diversas
fuentes y persiguen por separado su meta (la ganancia de placer) que en la niñez la pulsión no está centrada
y al principio carece de objeto (o por decirlo de otro modo, el objeto está/es el propio cuerpo) o sea, es
autoerótica.
El temprano el florecimiento de la vida sexual infantil hace madurar también una elección de objeto y
veremos que este hecho no es sin consecuencias, ya que la fase que se le asocia y le corresponde ha de
apreciarse como importante precursora de la organización sexual definitiva.
Transformaciones que experimenta la sexualidad infantil con la emergencia de la pubertad: la subordinación
de todas las fuentes originarias de la excitación sexual a la zona genital y el hallazgo de objeto.
La subordinación se consuma por el mecanismo de aprovechamiento del placer previo, o sea, los actos
sexuales autónomos resultantes de la conjugación de excitación y placer pasan a ser actos preparatorios
para la nueva meta sexual, que él señala es el vaciamiento de los productos genésicos. El logro de esta
meta pone fin a la excitación sexual.
Si el fin de la excitación sexual es el vaciamiento de los productos genésicos y esto es en el hombre, ¿cuál
es el equivalente en la mujer? La mujer requiere de una nueva represión que suprime un sector de la virilidad
infantil y prepara a esta para el cambio de la zona genital rectora.
Diferencias entre placer previo y placer final: el placer previo es lo mismo que ya podía ofrecer aunque en
escala reducida, la pulsión sexual infantil. El placer final es plenamente el placer de satisfacción de la
actividad sexual genital.
La subordinación de todas las fuentes al primado de la zona genital, y el hallazgo de objeto, sumado a esto
a la maduración de sus órganos sexuales, los genitales, nos permiten pensar en una nueva función que
aparece en el púber: la aptitud para la reproducción. La pulsión se pone al servicio de la reproducción, se
torna altruista. Aquí es donde se precisa diferenciar la categoría de progenitor de la de madre/padre. La
primera involucra la capacidad procreativa, la segunda es una adquisición simbólica: el ejercicio de las
funciones materna y paterna.

DOS CORRIENTES DE LA PULSIÓN – GRASSI:


La pulsión tiene:

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o Cuatro elementos: objeto - meta - empuje -
fuente o Cuatro destinos: - la sublimación,
- la represión,
- la transformación en lo contrario, y - la vuelta hacia la persona propia.
o Dos corrientes: la corriente tierna y la corriente sensual
La constitución de la sexuación tiene como fundamento un carácter bifásico: sexualidad infantil (propia del
complejo de Edipo) y sexualidad adulta (caracterizada por el hallazgo de objeto). Lo puberaladolescente
aparece como interfase, un entretiempo.
Freud plantea que la normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la exacta coincidencia de
las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna y la sensual. La corriente tierna proviene
de la primera infancia, se ha formado sobre la base de los intereses de la pulsión de autoconservación.
Corresponde a la elección infantil primaria de objeto. La ternura de los padres y personas a cargo de la
crianza, que rara vez desmiente su carácter erótico contribuye en mucho a acrecentar los aportes del
erotismo a las investiduras de las pulsiones yoicas en el niño.
En la pubertad se adiciona a la pulsión sexual, la poderosa corriente sensual, que ya no ignora sus metas
(penetrar/ser penetrada) ni su objeto (genitales del sexo opuesto instaladas en la categoría de
femenino/masculino). Esta corriente constituye el erotismo genital, que nunca deja de investir con montos
libidinales más intensos los objetos de la elección infantil primaria. Pero como tropieza ahí con los obstáculos
de la barrera del incesto y los diques morales de la pulsión, construidos en la latencia, exteriorizará el afán
de hallar lo más pronto posible el paso de esos objetos inapropiados en la realidad hacia los objetos ajenos,
con los cuales pueda cumplirse una real vida sexual.
El encuentro de las dos corrientes de la pulsión en el (nuevo) objeto y con la (nueva) meta (penetrar/ser
penetrada) de la pulsión en la pubertad, es una perfecta coincidencia
Lo puberal-adolescente aparece como momento de rehistorización de lo infantil ligándose con las
inscripciones de lo nuevo. Es un momento de bisagra, de ligadura.
La pulsión y el altruismo:
Una de las posibilidades de inscripciones diferenciales tiene que ver con la categoría de lo altero. Lo altero
hace referencia a la alteridad y al altruismo.
“La pulsión se pone al servicio de la reproducción, se torna altruista”
1) En la infancia, el niño (perverso polimorfo) crece entre autoerotismo, narcisismo y elección infantil
de objeto. Hay una orientación (hetero u homosexual) en la elección de objeto. Pero la elección de objeto
en pleno sentido, implica una renuncia al autoerotismo y al narcisismo, como a la elección infantil de objeto,
y tmb implica una relación de vincularidad; se trata tmb de encontrar el máximo placer en el orgasmo en
relación al compañero, generar placer en el otro. Este es un sentido del hecho que la pulsión deja de ser
egoísta y se vuelve por así decir altruista. La alteridad se está constituyendo junto con el erotismo (concepto
de la cátedra).
2) Si la pulsión se pone al servicio de la reproducción y esto entonces abre a la cuestión de la relación
del sujeto con un interés que no es exclusivamente individual sino de la “humanidad”, también aquí asistimos
a la transformación de la pulsión hacia el altruismo: la consideración por lo altero es el acoplarse a un interés
colectivo.
3) El progenitor/a se agrega en una cadena generacional que lo enlaza de una manera muy particular
al otro (altero) del nuevo ser objeto de afecto, el hijo/a.

SEXUALIDAD, PERVERSIONES Y NEOSEXUALIDADES: de Freud a McDougall (CORDOVA)


“Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan a la vida sexual infantil a su
conformación normal definitiva”. Esta frase sugiere que un sector de la vida sexual infantil, más allá de los
cambios de la pubertad, continuará vigente con su carácter polimorfo en la sexualidad genital adulta. La
normalidad sexual, desde el pensamiento de Freud es alcanzada a veces mediante un trabajo de adaptación
cuyo costo inevitable es la neurosis.
En cuanto a las aberraciones sexuales, Freud se refiere a las perversiones ordenándolas de acuerdo a las
desviaciones de la pulsión sexual respecto a la meta y al objeto o ambas.
Freud alteró la tajante y tranquilizadora frontera normalidad-perversión al afirmar que el perverso actúa lo
que el neurótico fantasea, en tanto que los síntomas neuróticos son una forma de satisfacción sustitutiva,
correlato de la represión de deseos sexuales inadmisibles para la conciencia del sujeto y las normas
epocales. La neurosis es un negativo de la perversión y la disposición a las perversiones es la disposición
originaria de la pulsión sexual humana. En ningún hombre normal falta una agregación de carácter perverso

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al fin sexual normal, y esta generalidad es suficiente para hacer notar la impropiedad de emplear el término
“perversión” en un sentido peyorativo.
El psicoanálisis actual no puede soslayar la diversidad sexual de la posmodernidad expresada por las
neosexualidades, el transgénero y las familias homoparentales entre otros nuevos significantes que
cuestionan la lógica “natural” de las polaridades masculino/femenino, heterosexualidad/perversión,
paternidad/maternidad. Nos encontramos ante profundos cambios sociales y culturales, y nuevos
paradigmas interdisciplinarios abiertos a lo complejo, que problematizan los modos de pensar la sexualidad
y consecuentemente también los criterios de salud y procesos saludables.
Para McDougall el niño está expuesto a traumas universales, a realidades difíciles de aceptar como la
alteridad, la diferencia sexual y generacional y la inevitabilidad de la muerte. Ante estas situaciones
conflictivas las soluciones encontradas dependerán del modo de elaboración de los padres de estas mismas
realidades. Otros traumas infantiles se deberán a la “patología parental” (ambiente traumatizante continuo).
Estos niños lucharán desesperadamente por encontrar un sentido para preservar su existencia. Sus
soluciones pueden ser consideradas patológicas o perversas, pero responden a la “meta positiva” de
sobrevivir.
McDougall propone redefinir y delimitar claramente las nociones de perversión y acto perverso, y pensar
desde la teoría en articulación con la clínica aquellas “creaciones” que se denominan “neosexualidades”,
modalidades que introducen “soluciones” y alternativas ante trabajos psíquicos fallidos en la infancia. La
alteridad para ciertos sujetos es altamente desestabilizante. Las neosexualidades como solución “cumplen
la finalidad de mantener no solo la homeostasis libidinal, sino tmb la homeostasis narcisista…”

PROBLEMATIZANDO EL CONCEPTO DE PERVERSIÓN (SOLER)


McDougall propone otros criterios para definir la perversión:
1- Se separa de la connotación peyorativa de la palabra perversión, a la cual se asocia “perversidad,
inclinación al mal” o “aberración, desviación de la pulsión” según Freud.
2- Tampoco la define según la práctica sexual, ya que aunque resulten insólitos, complicados o de
naturaleza heterodoxa, los guiones sexuales que un sujeto presente, si no implican sufrimiento para sí
mismo o para el otro, no los considera perversos. Incluso señala que el analista no tiene ninguna razón para
desearle a estos pacientes otras metas; y que si esa es la ambición del analista el problema es suyo, no del
paciente.
3- El criterio que ella propone en este capítulo implica diferenciar al sujeto de las formaciones clínicas.
Dice que no hay que designar a una persona con su singularidad propia como “neurótico”, “psicótico”,
“perverso”, etc., pues cada una de las categorías clínicas encierra un número infinito de variantes. Estas
etiquetas deberían aplicarse a los síntomas, más bien que a las personas.
Las preferencias sexuales solo son un problema para analizar cuando el sujeto vive su forma de sexualidad
como fuente de sufrimiento, y por lo tanto no totalmente conforme a su sí-mismo.
Dentro de las neosexualidades, propone reservar la categoría de “perversión” para ciertas formas de
relación, las relaciones sexuales impuestas por un individuo a otro no consintiente (voyeurismo, violación,
abusos, violencia) o no responsable (niño, adulto mentalmente perturbado). Hay que subrayar que estos
actos perversos además están condenados por la ley. Y define como perversiones aquellas formaciones
psíquicas donde está fallida la constitución de la categoría de la alteridad. Poder construir la categoría de la
alteridad implica poder reconocer al otro en dos sentidos: el otro como cuerpo separado, y el otro como
sujeto de deseo. Esta categoría empieza a constituirse en los primeros tiempos de la infancia y es en la
adolescencia y con el hallazgo de objeto que se vuelve a poner en cuestión.

TRANSFORMACIONES FISIOLOGICAS PUBERALES (SALADINO)


La palabra pubertad procede del latín “pubes” (que quiere decir pelos) y, en efecto, la aparición del vello es
uno de sus signos. Los cambios se suceden a lo largo de unos años e implican una enorme transformación
en el sujeto.
A partir de los 10 años y hasta los 12 o 13 (con variaciones individuales), estos cambios se traducen en un
mayor crecimiento y maduración destinados ambos a crear nuevas funciones. Los cambios se dan en ambos
sexos aunque con algunas diferencias; este proceso se pone en marcha por la acción de determinadas
glándulas (hipófisis, testículos, ovarios) que, ya maduras, segregan las hormonas que modifican los órganos
para los cuales están destinadas. A partir de estos cambios los jóvenes están en condiciones de procrear.
Hay un rápido aumento de la talla q lleva a un crecimiento desordenado (crecen primero los pies y las
manos). El crecimiento puberal es en principio disarmónico y con sustanciales diferencias en varones y
mujeres, en comparación con la etapa anterior en la cual el crecimiento era armonioso y similar en ambos
16
sexos. En los varones el mayor crecimiento se da a partir de los 13, y en la mujer se da antes de la menarca
y luego disminuye el ritmo.
Hay cambios en la estructura ósea. Se produce en el varón un aumento del tamaño de los hombros y dorso,
y en las mujeres crece predominantemente la cintura pelviana.
También hay crecimiento del vello, y cambios en los genitales en el varón y mamas en la mujer que llevan
a una clasificación de la madurez puberal.
El desarrollo mamario se da alrededor de los 10, desarrollándose primero una sola mama, y que luego de
unos meses se iguala con la otra. En los varones se produce frecuentemente el aumento de tamaño de las
mamas que luego retrogradan casi siempre espontáneamente.
En el varón la propulsión de la laringe hacia delante (nuez de Adán) da como resultado la voz más grave.
Con la metamorfosis de la pubertad, la sexualidad infantil se integra en la sexualidad adulta bajo el primado
genital; se reorganiza lo que había y se agrega algo nuevo: el placer final. La pubertad impone un trabajo a
la psique, apropiarse de ese cuerpo capaz de procrear y, al mismo tiempo, es la reorganización de una
antigua lógica del placer, ahora bajo el dominio de la genitalidad adquirida.
Re-emerge la masturbación, primero como descarga de tensión, luego como prueba, como ensayo, esta
precede lo que será el trabajo adolescente: la salida a la búsqueda-creación del objeto por fuera del cuerpo
propio, y por fuera del cuerpo familiar, trabajo que se inscribe como “creación” propia. Puesta en escena de
una sexualidad que, satisfaga también las necesidades de ternura. Rodulfo dice, “la iniciación sexual en la
adolescencia es el verdadero pasaje de lo fálico a lo genital, la función del orgasmo es una acontecimiento
estructurante”. Algo se termina de escribir y algo se resignifica en cuanto a la vivencia de satisfacción.

- Freud  La sexualidad bifásica:


o Sexualidad infantil
o Conformación normal definitiva
- Bleichmar los dos tiempos de la sexualidad humana no corresponden a dos fases de una misma
sexualidad, sino a dos sexualidades diferentes:
o Una desgranada de los cuidados precoses, implantada por el adulto, productora de excitaciones
que encuentran vías de ligazón y descarga bajo formas parciales
o Y otra con primacía genital, que se establece con la consideración de la maduración del aparato
genital como condición aunque no como su causa.
- Nuestro planteo  La relación entre una y otra forma no es la de una continuidad, ni reedición, por lo cual:

ENTRETIEMPO PUBERAL-ADOLESCENTE-JUVENTUD

Sexualidad infantil:
Momento de implantación por el adulto de la sexualidad en el niño.
Pregenital en el niño – Genital sublimada en el adulto
El complejo de Edipo proviene del otro adulto y cobra su forma invertida en el deseo del niño
Pulsión: concepto limite-cuerpo erógeno- proceso originario
Pulsión parcial: forman parte de una organización más amplia, a la vez que funcionan en forma
independiente, autónomas, desligadas unas de otras que tienden a unirse con las diferentes organizaciones
libidinales
El objeto si bien es el yo (narcisismo) y en la elección del objeto edípico se prefigura un esbozo de reunión
de las pulsiones parciales, aun no ha tomado el estatuto de “otro” como sujeto de deseo, ni reúne en si la
corriente tierna y sensual de la pulsión. La pulsión es autoerótica.
Autoerotismo - Narcisismo - Constitución del yo - Complejo de Edipo - Prohibición del incestoSepultamiento
del complejo de Edipo - Latencia - Pubertad

Entretiempo puberal-adolescente-juventud. Trabajo de frontera:


Revisitas-repeticiones-nuevas salidas y nuevas inscripciones.
Momento de exploraciones
Empuje: llegada la pubertad la sexualidad ya no puede diferirse. A la corriente tierna de la infancia se
adiciona la corriente sensual. Hay sumatoria pero aun no integración de la corriente tierna y la erótica de la
pulsión.
Fuente: constitución del cuerpo genital. Momento de resignificación, recambio y nuevas inscripciones
corporales. No hay implantación de la sexualidad por parte del adulto, hay co-operaciones con los pares en

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la inscripción del nuevo cuerpo genital. Nuevos pictogramas que hacen a la constitución del cuerpo erógeno
puberal/adolescente.
Duelo por el cuerpo infantil. Integración en la imagen especular (yo) del nuevo cuerpo y la genitalidad.
Objeto: duelo por los padres de la infancia. Se va constituyendo el espacio de lo extra-familiar. Objeto como
medio para la confirmación de la identidad sexual. El otro, como medio o instrumento de la afirmación
narcisista.
Fin: la nueva meta sexual asigna a los dos sexos funciones diferentes. Confirmación del potencial sexual y
de la propia identidad sexual y ser progenitor/a como modo de salir de la dependencia hijo/a.
Lo puberal instituye una genitalización de las representaciones incestuosas. Una vez q se presento lo
puberal, debe ser pensado en relación con su anclaje en lo real biológico, q ejerce una presión sobre las
tres instancias y choca con la barrera del incesto ligada por lo edipico infantil.
Lo adolescente es un trabajo elaborativo concomitante o retrasado. Es exclusivamente realizable sobre la
base del material puberal. Utiliza los procedimientos de la idealización, del ideal del yo y la identificación.
Su fin es la desexualización (sublimación) de las representaciones incestuosas, conduce a la elección de
objeto potencialmente adecuado.
La juventud: con la juventud ya aparece la dimensión del otro como alteridad y la dimensión del futuro como
posible.

Conformación Normal Definitiva:


Zona: predominancia genital con organización psíquica en torno a las categorías de la genitalidad
Objeto: hallazgo de objeto. Objeto no incestuoso. Extrafamiliar. Creación de objeto con bocetos de infancia
e incorporación de nuevos rasgos. Dos modos en el hallazgo de objeto:
- Tipo Narcisista: a lo q uno mismo es, a lo q uno mismo fue, a lo q uno querría ser, a la persona q fueparte
del si mismo propio.
- Tipo del apuntalamiento: a la mujer nutricia, al padre protector.
- Por alteridad: en consideración por el otro como sujeto autónomo de deseo.
La pulsión se hace altruista. Se pone al servicio de la reproducción como función simbólica. La pulsión se
hace altruista en tres sentidos: se pone al servicio de un interés q es además de individual, vital para el
colectivo social; el hijo como altero; y producir placer al otro.
Normalidad: exacta coincidencia de las dos corrientes de la pulsión dirigidas al objeto y al fin o meta: la
tierna y la sensual.

Teórico Semana 3 Texto 1/3

LO ORIGINARIO – GRASSI
Lo originario nos ubica en la perspectiva de los movimientos iniciales del psiquismo, de su fundación.
Representar-Metabolizar
Una función fundamental que tiene el aparto psíquico es la actividad de representación. Representar es
metabolizar. Igual que en la respiración por ejemplo, el organismo incorpora elementos heterogéneos a sí,
los incorpora, los transforma a su propia estructura, a la vez que él mismo se modifica por este proceso.
Además, produce un desecho, expulsando lo que no le sirve de aquellos elementos incorporados. Lo
“heterogéneo” debe ser incorporado y transformado en una materia “homogénea”. El aparato psíquico va
a tener que metabolizar el efecto de un doble encuentro: del bebé con la madre, y de este naciente
aparato psíquico con su propia corporeidad.

Metabolizar la madre-metabolizar el hijo


En los primeros encuentros del bebé con la madre hay un predominio de los contactos cuerpo a cuerpo.
Esto es acompañado de palabras, susurros, cantos, etc. que conforman los primeros significantes. Los
primeros contactos que se dan con el cuerpo materno, en verdad lo son con los procesos psicosomáticos
despertados en ella a partir de la presencia en su psiquismo de la representación “hijo”. El encuentro del
aparato psíquico naciente, es con los procesos psicosomáticos que se han despertado en la madre a partir
del estado de afecto (presencia o ausencia) en su psiquismo de esta representación. Para el deseo materno,
el naciente es un elemento heterogéneo a sí, que tendrá que metabolizar.
El encuentro del bebé con la madre es un encuentro con los procesos psicosomáticos maternos a partir del
trabajo de metabolización. Implica tener que representar la presencia de un elemento heterogéneo a ella,
que es el propio hijo, y de cómo sea la relación establecida por ella con dicha representación, qué tipo de
afectos (amor, odio, placer, displacer) la acompañan. El concepto de cuerpo imaginado es el que da cuenta
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de cómo se inicia en la madre este proceso representación-hijo. Estos primeros encuentros bebemadre, son
con los procesos psicosomáticos despertados en la madre a partir de cómo ella viene procesando la
representación hijo en su psiquismo, lo cual le produce respuestas a éste que se transmiten en el cuerpo a
cuerpo de la alimentación, las caricias y los cuidados corporales. La representación-hijo en el psiquismo
materno transmitida vía “caricia-mirada-palabra” (hablada, susurrada y/o cantada) es un elemento a
metabolizar por el niño.
Metabolizar el cuerpo propio
El otro elemento heterogéneo a sí a metabolizar o representar por parte del naciente aparato psíquico es el
“propio cuerpo”. El bebé va a metabolizar su cuerpo a partir de las sensaciones corporales y así la
corporeidad propia va a quedar representada en el psiquismo naciente. El devenir la mismidad en el Yo
corporal irá mostrando el estado del proceso de representación corporal.
Freud había propuesto un modelo para comprender la puesta en marcha de la vida psíquica y el aparato
psíquico a partir del concepto de anaclisis, apoyo o apuntalamiento. Planteó que la actividad psíquica nace
apoyada en la satisfacción de una necesidad, el hambre. Es lo q dio a llamar Primer Vivencia o Experiencia
de Satisfacción. La satisfacción de la necesidad sirve de apoyo para que se monte el aparato psíquico. La
pulsión nace apoyada en la satisfacción de una necesidad biológica.
El concepto de pulsión como primera actividad psíquica constituyó una ruptura epistemológica con el saber
científico imperante de comienzos del siglo XX. El cuerpo se va erogenizando con el desarrollo de la libido
q “evoluciona y progresa” lineal y mecánicamente siguiendo el ritmo de la maduración biológica de lo oral
hacia lo genital. El bebe se relaciona con el pecho materno por la alimentación, su primera necesidad vital,
estableciéndose la relación boca-pecho, apoyo de la pulsión oral, luego cuando los esfínteres están maduros
lo anal, y luego lo fálico…
La satisfacción del hambre en los primeros momentos de la vida es el puente, la vía privilegiada de la relación
entre el bebe y su madre por lo vital de esta necesidad. La satisfacción de esta necesidad vital para la vida
del bebe fue el soporte para q Freud pensara el psiquismo naciente dando un paso importantísimo en tanto
se abría al escenario de lo psíquico por sobre el cuerpo.
De lo simple a la complejidad
El acto alimentario y los cuidados maternos no pueden reducirse ni a la relación boca-pecho, ni a la
circulación exclusiva de alimento. La experiencia alimentaria y de cuidados en general y lo q tiene de
fundante para el psiquismo, permite destacar recorridos que más que lineales y unidireccionales, constituyen
un sistema de entrelazamientos:
1) Intervienen del lado del niño una multiplicidad de sentidos. Por medio de las sensaciones corporales
el naciente psiquismo va a incorporar el alimento, el pecho, la madre, en un entramado que se parece más
a una red que una línea.
2) La experiencia alimentaria y los cuidados no tiene una sola dirección, es de mutualidad, es una
experiencia envolvente.
3) Pudo investigarse la importancia que tiene la representación “cuerpo imaginado”, primeras
representaciones psíquicas del hijo en el cuerpo materno, y como retorna al bebe en su relación con la
madre, en su manera de sostenerlo, de alimentarlo, de hablarle, de acariciarlo, de cantarle, de soñarlo… En
principio el Placer
Para el psiquismo naciente es vital el contacto sensorial con la madre, el Otro Primordial pq los distintos
sentidos q intervienen en esos primeros contactos corporales de alimentación y cuidados, con los procesos
psicosomáticos maternos, van a informar sobre el estado afectivo del encuentro. Es una información
libidinal, que muestra la presencia o ausencia del principio del placer en el encuentro del aparato psíquico
naciente y el aparato psíquico materno. La presencia/ausencia es fundamento de la puesta en marcha del
proceso de representación, esto quiere decir, que el principio de placer es una condición de inicio y ha de
estar presente en ambos cuerpos (niño-madre). El principio de placer ha de estar presente en las dos
partes que integran este encuentro, en el cuerpo del niño y en los procesos psicosomáticos
maternos. Para lo originario, las primeras representaciones de lo corporal se denominan
pictogramas, que son las marcas del principio del placer en el cuerpo. Integración psiquesoma: el
enraizamiento
Es importante señalar que con la introducción del concepto de lo originario y su representación, “el
pictograma”, se introducen diferencias que replantean una mirada diferente sobre el modelo de
apuntalamiento que Freud introdujo.
Desde un punto de vista, la idea de apoyo implica que dos entidades o unidades, se contactan entre sí. Una
se apoya en la otra, son dos entidades diferenciadas que se contactan por sus bordes. Una entidad ya
constituida (el cuerpo) sirve de apoyatura para que la otra (lo psíquico) se constituya.
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Con el concepto de lo originario y el pictograma, se propone un modelo diferente para pensar la
relación entre lo psíquico y lo somático. Ya no se plantean dos entidades bien delimitadas y
diferenciadas en que una de ellas se presta para que la otra se monte en sus bordes. El concepto de
representación pictogramática propone un modelo por el cual no se podría decir que lo psíquico por
constituirse se apoyará en el cuerpo ya constituido. Hay razones que justifican esta diferencia: 1) Lo
psíquico más que apoyado está enraizado en lo somático. No va a ser fácil la delimitación de las 2 entidades,
porque las raíces (psíquicas de la subjetividad) penetran y se hunden, se expanden y bifurcan cada vez más
arraigados en el soma.
2) Diferencia soma-cuerpo. Al nacer un bebé nace un soma; éste no es aún un cuerpo. Devendrá
cuerpo libidinizado, erogenizado. No hay un cuerpo antes que se preste a lo psíquico. Se dirá que el proceso
originario es pasaje del soma al territorio, al estado de lo psíquico.
3) El proceso originario y su forma de representación (pictograma) produce un pasaje del soma al
estado de cuerpo erógeno; y así comienza la integración psicosomática. La presencia del principio del placer
es la condición para que el soma, el recién nacido, pase a otro territorio, y quede inscripto como cuerpo
erógeno. El Pictograma
La representación correspondiente al trabajo de representación de lo originario cuando está regulada por el
principio del placer es el “pictograma de fusión”. Pictograma de fusión es principio de placer corporizado.
Cuando existen fracasos en la constitución del pictograma de fusión, producto de que no se dieran ciertas
condiciones relativas a la participación del principio del placer en el proceso del encuentro, se produce un
efecto que llamaremos “pictograma de rechazo”. Su incidencia se hace notoria en procesos de patologías
graves.
¿Y que fusiona pictograma?:
- Lo somático y lo psíquico. su efecto es la integración psicosomática. La subjetividad es esta
integración. - Objeto y zona. El pecho forma parte de la boca para el proceso originario, para el pictograma
de fusión la boca y el pecho están fundidas.
- Representación y afecto. Para lo originario la representación es el afecto y el afecto es la
representación. El cuerpo erógeno lleva inscriptas las marcas de su pasaje por el principio de placer.

Teórico Semana 3 Texto 3/3

NASIO – MI CUERPO Y SUS IMÁGENES:


Hay dos imágenes del cuerpo complementarias e interactivas. La que se ve y siente, la visible en el espejo;
y la que está grabada en su conciencia.
Lacan – concepto de Imagen Especular
El yo, el sentimiento inefable de ser uno mismo, no es otra cosa q la fusión intima de nuestras dos imágenes
del cuerpo. La Imagen del Cuerpo es la sustancia misma del yo.
La Imagen Inconsciente del Cuerpo es uno de los conceptos centrales del psicoanálisis contemporáneo.
Doltó lo acuño desde dentro de su propia práctica con niños y lo retomó constantemente, de diferentes
maneras, a lo largo de su reflexión. Doltó definió y trató este concepto, en sus múltiples aspectos, a menudo
muy diferentes, pero siempre complementarios.
La IIC es una imagen de las sensaciones. Es la huella imborrable dejada por las impresiones más
conmovedoras de nuestra infancia. El psicoanalista habla la lengua de la IIC de su paciente. Tres
componentes de la imagen inconsciente del cuerpo (IIC):
 la Imagen de Base,
 la Imagen Funcional, y la Imagen Erógena.
La IIC formada en la psique de un niño pequeño, continúa estando activa durante toda la vida.
Todo ser humano, sea quien fuere e independientemente del sufrimiento que lo aqueje, quiere hablarle al
otro. Si tuviéramos q definir al ser humano según Doltó, diríamos: un ser humano es aquel q tiene el deseo
irreducible, la voluntad tenaz, de comunicarse con otro ser humano. El deseo de unirse y comunicarse con
la madre q lo protege en su seno. El otro ya esta ahí mucho antes del nacimiento, como el interlocutor
inmanente a nuestra humanidad.
El niño espera comunicarse. Espera impacientemente comunicarse, encontrar a su otro. Quiere encontrar a
alguien q le diga esas palabras expresivas y resonantes, las palabras q el pronunciaría si pudiera enunciar
su sufrimiento. Quiere encontrar a alguien q lo reconozca como sujeto, tal como es y allí donde se encuentra.
Postulamos q detrás de las palabras, los dibujos, los juegos y las actitudes del niño, existe un lenguaje muy
especial q permite una comunicación intima entre el psicoanalista y el pequeño paciente. Creemos q las
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sensaciones experimentadas por ese niño cuando era bebe han quedado grabadas en su inconsciente y se
organizaron en un lenguaje interior, corporal y mudo q los analistas podemos llegar a captar, traducir y
hablar. Se trata de un lenguaje de las sensaciones experimentadas por todo niño desde su vida fetal hasta
los tres años, un lenguaje arcaico y olvidado q el niño de hoy habla sin saber q lo habla. Y lo habla sobre
todo a través de los síntomas. Todos hablamos el lenguaje de las sensaciones vividas alguna vez en nuestro
pequeño cuerpo de niño, lo hablamos sin cobrar conciencia nunca de ello. La IIC es un código íntimo, propio
de cada individuo, un lenguaje q los psicoanalistas debemos aprender a hablar si queremos tener acceso
al icc de nuestros pacientes.

Práctico Semana 4 Texto 1/3

GRASSI ADOLESCENCIA: REORGANIZACION Y NUEVOS MODELOS DE SUBJETIVIDAD:


El des-orden:
El título del trabajo anticipa la adolescencia como momento de transformaciones y cambios. Reorganización
implica q un orden o “estado de la cosa” es cambiado, transformado por reacomodamientos,
reordenamientos, por des-orden de lo existente. El caos es una posibilidad de organización. El desorden
en los procesos de la adolescencia forma parte de un proceso de subjetivación, de algo a alcanzar.
Para el pensamiento de los sistemas complejos, un orden organizacional puede nacer a partir de un proceso
q produce desorden. La complejidad de la relación orden/desorden/organización surge cuando se constata
empíricamente q fenómenos desordenados son necesarios en ciertas condiciones para la producción
de fenómenos organizados.
Desorden no es mera oposición al orden. Diferenciamos desorden de desorganización. Desorden no es
producto de una carencia del sujeto. Desorden es meta a alcanzar mediante un esfuerzo de trabajo psíquico
y su realización comporta un rédito positivo en la producción de subjetividad.
Lo puberal-lo adolescente:
La vida psíquica encuentra distintos momentos en los cuales se trata de inscribir, incorporar, metabolizar
lo heterogéneo y así re-organizar, des-ordenar lo previo. En su devenir, la subjetividad trabaja la
adolescencia produciendo transformaciones. Estos trabajos denominados lo puberal-lo adolescente
implican un potencial saludable de cambio. Lo puberal-adolescente, al encontrar condiciones de
desarrollo, es una puesta en des-orden del status quo promotor de neoorganizaciones. Desorden,
reorganización y neoorganizaciones aparecen ante la incorporación de lo nuevo, de lo distinto, de lo hetero;
lo puberal-adolescente entonces trabaja para su incorporación y homogenización, lo proveniente de distintas
fuentes:
a) Un campo intrasubjetivo o intrapsiquico: Como son los campos corporales y las vicisitudes de la
historia personal. Desorden del cuerpo. Trabajo de integración psicosomática, como integrar un nuevo
cuerpo al sistema de representaciones.
b) Un campo intersubjetivo: Que abarca las relaciones familiares, el vínculo con los otros, los pares,
y un círculo más amplio, con quienes comparte un periodo histórico-político-social
c) Un campo transgeneracional: Vía transmisión generacional de la vida psíquica, toma una
dimensión trans-subjetiva q conecta con las generaciones precedentes. Potencialidad del adolescente de
ser padre/madre (progenitor/a). Hay algo a desordenarse y ser elaborado. Como reorganizar los sistemas
de filiación.
Crecimiento y desarrollo q jaquean la identidad:
Los cambios corporales relativos al desarrollo y nuevo funcionamiento endocrino y hormonal, q producen el
crecimiento del cuerpo y la aparición de los caracteres sexuales secundarios, imponen al psiquismo un
trabajo de simbolización. La maduración biológica q irrumpe en ambos sexos entre los 12 y 16 continuando
durante varios años, replantea en simultaneo las identidades enraizadas a lo somático. A su vez, el
crecimiento del aparato genital, la maduración de sus órganos sexuales internos y externos son elementos
q anuncian al psiquismo un trabajo de metabolización de las diferencias de genero sobre el desarrollo de
la identidad sexual. La maduración biológica con todo este nuevo funcionamiento endocrino y hormonal,
el crecimiento corporal con sus transformaciones y metamorfosis son la materia prima a metabolizar.
Los cambios corporales piden una revisita de la imagen especular. Un nuevo pasaje por el estadio
del espejo como formador de la función del yo, el cual no es sin su imagen corporal, anuncia la
importancia q toma la mirada, el tacto y el tiempo dedicado a decorar sus cambios. Se registran
nuevas vivencias, experiencias y sensaciones q requieren de inscripciones psíquicas para su
significación.

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La subjetividad demanda encontrar nuevos ordenamientos, re-ordenar, des-ordenar las relaciones del
cuerpo infantil con la propia historia, con los padres de la infancia, con la infancia de los padres, con su lugar
en el circuito de deseo familiar. Demanda replantear las identificaciones infantiles enraizadas en lo somático
y en la familia. Se requieren nuevas organizaciones q signifiquen, q den sentido al crecimiento y la
genitalidad. La simbolización del crecimiento del cuerpo con su naciente genitalidad implica trabajos
psíquicos en relación con el estadio del espejo y sus categorías, y del Complejo de Edipo q comprometen
toda la estructura del aparato psíquico.
Los trabajos de duelo en la infancia son paradojales. El fin de la infancia requiere de una caída, una
muerte, pero a la vez de una conservación superadora, transformación de lo infantil. Algo se pierde
pero los referentes simbólicos de la identidad son resignificados (nombre, apellido, filiación,
pertenencia a un sexo, a un grupo de origen, a una generación).
Dada esta peculiaridad de la sexualidad humana de constituirse en dos tiempos o fases, cabe preguntarse
por la relación entre la sexualidad infantil y la sexualidad adulta con su hallazgo de objeto y procreación
como nuevo fin.
Lo puberal-adolescente es el entretiempo de la sexuación, en la medida en q la culminación de la
sexualidad infantil no se produce automáticamente y deviene en su conformación normal definitiva.
Requiere de estaciones de recambio de su identidad infantil, de des-orden del cuerpo, del objeto
familiar, de reposicionamiento generacional. Entre re-edición y repetición, lo puberal adolescente
tiene urgencia de transformar y crear. Urgencia por la inscripción de un cuerpo q conlleve una
identidad diferenciada de lo infantil, de lo conocido y de lo parental, con rasgos originarios y q
contenga el deseo genital ligado a un objeto no-familiar. Entre repetición de lo viejo e inscripción de lo
nuevo, lo puberal adolescente demanda un proceso identificatorio q se debate entre principio de
permanencia y principio de cambio.
En la adolescencia no habría necesariamente una mera transferencia o desplazamiento automático de libido
desde los objetos incestuosos de lo familiar hacia el afuera de lo familiar. Con la aparición del deseo genital,
se requiere de nuevas inscripciones, de nuevas organizaciones psíquicas. Dicha operatoria,
sepultamiento del complejo de Edipo mediante, no se produce sin conflicto, no sin las marcas de la historia
familiar libidinal infantil y no sin la consideración por lo nuevo y no familiar del objeto. El conflicto se expresa
en términos de un cuerpo pre-genital q conlleva las marcas del deseo del otro familiar, la sexualidad del
adulto inscripta en el cuerpo del niño y q ahora, con el devenir puberal adolescente, el cuerpo constituye
deseo genital en un vinculo no-familiar. Lo puberal-adolescente es ese entretiempo de trabajos
específicos, lugar de transformación e inscripción del cuerpo pre-genital en cuerpo genital y de
objeto familiar en objeto de deseo no-familiar.
Tanto en la inscripción del cuerpo genital como en este pasaje a la elección de objeto heterofamiliar, “el
vinculo al otro” compañero sexual, sujeto de deseo, es marca q inaugura. La iniciación sexual marca un
antes y un dsp, un hito en los procesos de subjetivación, el cual no es sin “el otro”. El otro, a la vez
par y extraño, en su función de compañero sexual, en presencia y diferencia, con su participación coopera
en la inscripción del cuerpo genital. Esto no es sin una profunda angustia, en la inscripción de la
categoría misma de la alteridad de objeto (objeto heterofamiliar).
El reacomodamiento q la adolescencia implica por sus posibilidades de fecundación y procreación
impone al psiquismo un trabajo de simbolización de un nuevo emplazamiento generacional. El
corrimiento y reubicación generacional deviene des-orden no por el inexorable paso del tiempo. El potencial
pasaje de hijo/a y su proyección como padre/madre, y consecuentemente el pasaje de padres a abuelos,
es un corrimiento generacional cuya metabolización implica un deseo de muerte y asesinato de los padres
como operaciones simbólicas. La elección de la formulación “deseo de muerte de los padres” guarda la
suficiente ambigüedad como para dar lugar a la consideración de que los procesos de crisis y duelos son
EN la adolescencia, a la vez que DEL adolescente; es decir, que se producen en un campo que es de
intersubjetividad. Si los padres tienen que sobrevivir al asesinato (simbólico), deseo de muerte del cual son
objeto por parte del hijo/a, los hijos también han de sobrevivir a los deseos destructivos e incestuosos en
las distintas formas que puedan tomar de los padres respecto de su progenie. Lo puberal de los padres es
un desarrollo conceptual que sitúa las crisis en la adolescencia, y no sólo en la doble vertiente de los trabajos
psíquicos de hijos y padres, sino sobre todo en su mutua, relativa o absoluta dependencia.

Práctico Semana 4 Texto 2/3 // Teórico Semana 4,5 y 6 Texto 1/5

22
DEL PICTOGRAMA AL PENTAGRAMA – CORDOVA
El rock expresa poéticamente las vivencias adolescentes. El rock les otorga cierta consistencia identitaria,
comienzan a crear sus propias manifestaciones artísticas colectivas. Lo puberal somete al sujeto
adolescente al ardor, es el exceso de sensualidad que se derrama creando representaciones incestuosas
que dan sustento a una intensa actividad autoerótica. Lo puberal genera el exceso de sensualidad que
infiltra al adolescente, mientras que lo adolescente enternece ese plus, lo apacigua. Lo puberal activa el
Edipo genital, lo adolescente permite su elaboración. Lo puberal permanece cercano al yo ideal como
anhelo narcisista de retorno; lo adolescente crea las condiciones para la primacía del ideal del yo,
como proyecto identificatorio y horizonte que señaliza un posible camino de salida para el sujeto
adolescente.
Ejemplo de canción de Calamaro “me arde”, metáforas de los procesos puberal y adolescente. Lo puberal
crea los materiales sobre los que trabaja lo adolescente. Lo puberal es la presencia ardiente de la
sexualidad genital que activa la interpretación de la sexualidad infantil, creando representaciones
incestuosas y fantasmas de seducción.
El cuerpo púber se encuentra tomado por un proceso de transformación entre dos litorales: lo aún niño y lo
ya adulto. Con la llegada de la pubertad, el cuerpo genital-puberal, seduce al cuerpo todavía niño. Lo puberal
habita en el centro de los procesos adolescentes.
El adolescente tendrá que dejar algo de si en el camino; en principio el cuerpo infantil. Abandonar
los restos del yo ideal y sus objetos amorosos, y poner gradualmente en funciones al ideal del yo
como guía.
Se juega siempre un proceso dialéctico entre la fuerza fusionante de lo puberal y los trabajos separadores
de lo adolescente.
Lo originario puberal en su expresión mas tajante
“Durante los procesos de la pubertad, se afirma el primado de las zonas genitales y en el varón, el ímpetu
del miembro erecto remite imperiosamente a la nueva meta sexual: penetrar una cavidad del cuerpo que
excite la zona genital. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo del objeto”. Freud
plantea una simultaneidad entre la aparición de los procesos de excitación sexual genital y el trabajo
psíquico del hallazgo del objeto. Sabemos ahora que hay un largo recorrido y un tiempo que Grassi
denomina entretiempo de la sexuación, para arribar en el mejor de los casos a ese hallazgo.
Freud no avanza demasiado, se detiene en la idea de un reencuentro.
Queremos retomar la frase de Freud, “luego de superado el periodo de latencia se reestablece la relación
originaria” para señalar que esta afirmación nos conduce al territorio de lo originario-puberal.
Recordaremos que lo puberal es inundación, saturación sexual genital incestuosa. Pulsa por el retorno a la
unidad narcisista originaria (puberal), el narcisismo originario entre madre y lactante. La pubertad, trauma
narcisista por excelencia, derrumbe de la omnipotencia infantil, ofrece al mismo tiempo una solución
sexual para su curación. La solución positiva a lograr es el hallazgo de un compañero genital cooperativo,
de un estado amoroso compartido.
En los primeros tiempos, lo puberal por lo originario es empuje a la búsqueda del genital complementario,
en relación con el genital del otro sexo. Pene y vagina, son ahora tan fusionalmente complementarios como
otrora lo fueran la boca y el pecho. Son tratados inicialmente como objetos parciales.
Por el supuesto de la complementariedad de los sexos y la búsqueda del reestablecimiento de la unidad
narcisista originaria, ahora puberal, es preciso que la figura paternal no se presente seductora e
inadecuadamente solicita con el hijo/a. En este caso dificultaría el desasimiento y la exploración de un afuera
que demarque un recorrido pulsional suficientemente alejado.
En ciertos casos, bordeando los límites de lo patológico, el encuentro del objeto complementario, la fantasía
de retorno a la mítica unidad narcisista originaria se sitúa en el plano oral de los actos compulsivos de
consumo: el exceso de alcohol, la droga, la comida. Todo aquello que inunda sensorialmente anulando
ilusoriamente la experiencia, a veces intolerable, de agujereamiento, de dolor insondable y vacío; obra del
trabajo en negativo del pictograma de rechazo.
El descubrimiento del coito es una conocimiento ligado a lo nuevo y lo esta inscribiendo desde lo originario,
como una experiencia placentera, en forma de pictograma de fusión.
Lo puberal en su versión originaria, es una tendencia anti-separadora, búsqueda de la repetición de toda
experiencia de complementariedad. Lo adolescente, en cambio, es una fuerza separadora, promueve la
búsqueda de lo nuevo; es tendencia a la creatividad.
Muchacha ojos de papel: corriente tierna derivada de la sexualidad de fin inhibido, donde predominan las
marcas de la sublimación y la creatividad, la desexualización de lo genital incestuoso y, finalmente, cierta
idealización del objeto amoroso en proceso de creación y siendo hallado.
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El adolescente va creando/hallando el objeto con elementos nuevos y retazos insignificantes de objetos
pertenecientes a su pasado, lo que Aulagnier denomina “fondo de memoria”. El hallazgo, dirá Freud, se
completa primero en la fantasía.

Práctico Semana 4 Texto 3/3

LA CREACION DEL CUERPO ADOLESCENTE - CORDOVA


Con la pubertad se producen vertiginosas transformaciones, que serán tramitadas e integradas en el
entretiempo de la sexuación. El encuentro de la psique con el nuevo cuerpo y la genitalidad produce
un trabajo de inscripción. En cierto modo, el cuerpo infantil deviene parcialmente soma. Para adueñarse
activamente de este cuerpo ahora genital, el adolescente deberá crearlo como tal, en un trabajo de
apropiación subjetiva, propiciado por el encuentro intersubjetivo con el otro no familiar.
La constitución del cuerpo como integración psicosomática, como cuerpo psíquico/erógeno, que
denominaremos “corpsi”. El cuerpo en sus inicios es un soma. Y lo seguiría siendo de no mediar su
encuentro con el Otro, de no ser tocado. Al soma del infante se lo designa con un nombre, se lo sueña, se
lo dota de atributos imaginarios. Luego la madre va activando libidinalmente la superficie, sexualiza. En
estos “albores de lo originario” el corpsi se va constituyendo en un doble encuentro: con el propio cuerpo y
con los procesos psicosomáticos maternos. Las representaciones de lo originario se materializan por medio
de pictogramas, que van a inscribir la zona con el objeto complementario, ambos fusionados, unidos.
El cuerpo es inicialmente vivenciado por el infante como fragmentado. La representación narcisista unificada
del cuerpo y del yo se construirá a partir de la identificación a la imagen especular del otro en el estadio del
espejo. Por ese encuentro, donde era el soma, un cuerpo ha de advenir.
El viviente advendrá la condición de infante a partir de ese encuentro humanizante que configura lo que
Laplanche denomina “situación antropológica fundamental”, caracterizada por una simetría madre-hijo que
deviene estructurante.
Lenguaje del Otro materno, quien con sus sonidos, olores, imágenes y texturas corporales, su voz, etc. va
trazando en ese cuerpo naciente una geografía erógena y activando libidinalmente el cuerpo. La pulsión es
convocada por la sexualidad icc de la madre. Bleichmar sostiene que la madre sexualiza y da indicio al
proceso de suaxuación del infans.
En este tiempo fundante que situaremos como los albores de lo originario, el corpsi, se va constituyendo
en el doble encuentro originante con el propio cuerpo y los procesos psicosomáticos maternos. Las
representaciones de lo originario van a materializarse por medio de pictogramas, que van a inscribir la zona
con el objeto complementario, ambos fusionados, unidos. Por eso el infans va constituyendo su boca
fusionada con el pecho.
La estabilidad de la constitución imaginaria del cuerpo estará dada por una sutura simbólica, que proviene
de la mirada y asentimiento del otro. En esa operación estructurante devienen las identificaciones
originantes del yo ideal (identificación imaginaria) y del ideal del yo (identificación simbólica). No se trata
aquí de la construcción del cuerpo erógeno, ya iniciada, sino de un nuevo acto psíquico: la estructuración
narcisista que funda la imagen cohesionada del cuerpo y del yo como instancia corpórea. Con la llegada
de la pubertad, el cuerpo infantil se transforma abruptamente en un territorio invadido y gobernado
por la sexualidad genital. El cuerpo, otrora infantil y familiar, se transforma en un extraño heterogéneo
para la psique. El resultado de esta mutación es un cuerpo-soma de bordes sinuosos y cambiantes, que
impone un trabajo de familiarización. En este proceso crítico existe el riesgo de ruptura del sentimiento de
continuidad existencial al yo. El espejo, en tanto función del otro, permitirá una nueva asunción del yo
en el orden imaginario de las transformaciones operadas en lo real del cuerpo. Entrelazar ese real
corporal con las dimensiones imaginaria y simbólica permitirá la asunción de una imagen del cuerpo
unificada y estable. El espejo, inicialmente corporizado por la mirada significante materna, es ampliado
luego por el juego de miradas familiares. Llegada la pubertad, el grupo familiar debe ceder su
supremacía y dar lugar a la creación de otros grupos y otros espejos. La función del espejo
generacional va configurando una imagen reunificada del cuerpo por medio de contactos corporales,
miradas, gestos, y adquiere entonces una importancia decisiva. Este apuntala al adolescente en su proceso
de desasimiento y des-identificación de lo familiar, infantil y favorece la creación de ideales y
modelos identificatorios de relevo.
El cuerpo propio genital, se ira creando en la adolescencia mediante las inscripciones e identificaciones
resultantes de los encuentros con el otro cuerpo y con el cuerpo genital de los otros, en una dialéctica
constitutiva del si mismo y la alteridad.

24
La apropiación del cuerpo se da a partir del encuentro con nuevos cuerpos, también en proceso de
escritura de lo propio en el otro y por el otro; dado que lo propio no es sin la otredad.
La vestimenta adolescente con sus marcas significantes generacionales tiene una dimensión de envoltura
corporal. El adolescente utiliza ropas viejas y gastadas, zapatillas sucias y olorosas que representarían
partes de su antiguo cuerpo niño yaciente en el cuerpo adolescente.
El acopio de ropas en descomposición que caerán cuando finalice el proceso de creación del nuevo cuerpo,
podría ser el equivalente del acto de retener y de figurar el duelo por las partes del cuerpo infantil
perdido.
Lenguajes y escrituras del cuerpo
Durante el entretiempo de la sexuación, el arduo trabajo de creación/apropiación del cuerpo se expresa de
diversos modos: 1) Conversiones
- Transformaciones corporales propias de la adolescencia.
- Proceso de histerización, que crea síntomas conversivos transitorios, escenas de seducción ofrecidas a la
mirada del otro. 2) Somatizaciones
- El soma es un espacio no inscripto y por lo tanto, no representado por el psiquismo.
- El cuerpo es sede de trastornos corporales transitorios, sensaciones dolorosas, temores hipocondríacos,
etc.
- Desencadenamiento de graves trastornos corporales que dan cuenta de un proceso patológico.

Creación del “cuerpo propio”, alteraciones y alteridad


Experimentar la alteridad no siempre es posible y tolerable, porque en ciertos adolescentes no se ha
constituido adecuadamente tal categoría y los cambios del cuerpo genital no llegan a ser metabolizados. En
consecuencia, el yo no los incorpora. Cuando fracasan se producen importantes alteraciones, el cuerpo
genital o sectores del mismo son rechazados y mudan a la condición de cuerpo extraño. Entonces lo familiar
se torna siniestro.
La estrategia del sujeto adolescente frente a estas perturbaciones se verificara en intentos de atacar,
suprimir o controlar el cuerpo vivido como perseguidor, mediante ciertas mutilaciones, accidentes,
conductas anoréxicas, y finalmente la tragedia del suicidio, como intento extremo de desembarazarse del
objeto incorporado (soma) que anida, sin representación metabolizante, como una bestia informe cuya
alteridad es inasimilable, en el interior exterior de la psique.
La construcción de la categoría subjetiva y ética de la alteridad es una adquisición compleja que
implica poder sostener la condición de sujeto deseante ante otro sujeto deseante, sin que este
encuentro suponga destrucción. Convivir como otro y con el otro equivale a convivir con el “propio
cuerpo” como alteridad y convivir con la alteridad de los “otros cuerpos”. Hacer propio el cuerpo no
significa avasallar su alteridad, ni borrar su resto de amenidad. El cuerpo propio no nos exime de
responsabilidades, consideraciones, de encuentros y placeres compartidos, de rechazos mutuos, etc.

Teórico Semana 4,5, y 6 Texto 2/5

METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD: EL HALLAZGO DE OBJETO – GRASSI (LIBRO)


Freud dice que “existen dos caminos para el hallazgo de objeto: en primer lugar el que se realiza por
apuntalamiento en los modelos en la temprana infancia y en segundo lugar el narcisista”. La cátedra agrega
otra forma de encuentro, la alteridad del objeto, por su amenidad y extrañeza, extraño por lo que
conlleve de no conocido.
Nuevamente en el texto de Freud, dice que “la pulsión tenia un objeto por fuera del cuerpo propio: el pecho
materno. Lo perdió mas tarde. Después la pulsión sexual pasa a ser autoerótica y solo después de superar
el periodo de latencia se vuelve a la situación originaria. El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente
un reencuentro”. La cátedra abre así, una polémica acerca de este encuentro.
Hallazgo no es encuentro
Hallazgo implica la actividad que hace aparecer un objeto mediatizado por la creatividad del sujeto.
Es descubrir con ingenio algo hasta entonces no conocido. Por lo cual, hallazgo no es tanto la acción de
encontrar, como una cualidad de la actividad subjetiva. Si el encuentro de objeto es un hallazgo, lo es porque
el proceso estuvo comandado por la creatividad del sujeto.
Hallazgo y re-encuentro

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El bebé se encuentra con un objeto exterior a sí, fuera de su cuerpo, aunque él no experimente nada aún
de la exterioridad del mismo, y esa exterioridad hace al objeto “no-yo ajeno”. Que en los comienzos esa
ajenidad esté al servicio del bebe y de la ilusión de objeto propio, depende de que la función materna sea
suficientemente adecuada. Se reduce así, la exterioridad del objeto y pictograma de fusión mediante, la
pulsión pasa a ser regularmente autoerótica; el objeto toma cuerpo en el niño. Luego, y una vez que alcanza
la representación del objeto por fuera de la propia corporeidad, se producirá la elección infantil de objeto.
Es necesario tener en cuenta que cuando Freud habla de objeto, se refiere a representaciones psíquicas
de los objetos y no al objeto del mundo exterior.
Se crean e inician diferencias yo-no yo, sujeto objeto, interno externo, dentro fuera, y la representación
global de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Proceso este que no se
da de una vez y para siempre, sino que a lo largo de toda la estructuración psíquica vuelve y re-vuelve
desde el pecho y lo oral, y todos los momentos de la constitución del psiquismo en la niñez/adolescencia.
Modelo que no va a ser ajeno a la genitalidad y al hallazgo de objeto.
El cuerpo puberal
Llegada la pubertad, la sexualidad (genitalidad) ya no puede ser diferida. Una vez instalada la barrera de la
prohibición del incesto y los diques morales que hacen al sujeto de la ética y la búsqueda de alteridad propia
de la pulsión genital con la pulsión puberal, al psiquismo le urgen trabajos específicos.
El cuerpo puberal, con sus reorganizaciones y neoorganizaciones, requiere de nuevas inscripciones y
nuevos circuitos pulsionales. El objeto, para terminar de constituirse como tal (exterior-ajeno-extraño),
requiere de tiempos y espacios donde hacerlo, de ensayos y exploraciones. Le urge que el objeto sea
investido siguiendo las vías corrientes tierna y sensual de la pulsión por el olor, la mirada, el tacto, la voz,
por todo lo no corporal propio, por todo lo no familiar ya conocido y con mucho gusto intergeneracional.
Hallazgo es fundamentalmente nueva inscripción e inscripción de lo nuevo, creatividad propia, por
fuera del cuerpo familiar. Objeto marcado a fuego con la angustiosa extrañeza del afuera. Re-encontrar la
exterioridad del objeto es reencontrar su recreación.
Apuntalamiento plataforma y momento de salida adolescente, el cuerpo requiere de nuevas inscripciones
con el objeto que es reinventado en la alteridad, se adiciona así el otro modo de elección por alteridad y
radical diferencia (subjetiva) del (sexo) objeto.
El trabajo clínico de procesos adolescentes se detiene como uno de sus lugares privilegiados en el especial
uso del cuerpo puberal. Y esto tanto en el campo de los procesos saludables como en las patologías
graves (accidentes frecuentes, desarrollo de enfermedades psicosomáticas, procesos adictivos que
comprometen de manera muy importante funciones vitales como en la anorexia y bulimia, actuaciones que
recaen sobre el cuerpo con cortes y amputaciones que sin ser necesariamente intentos de suicidio ponen
en riesgo su integridad, temores hipocondríacos, cambios bruscos de peso, obesidad), además de todos los
ropajes que acompañan el cambio de piel, con sus dibujos, adornos y perforaciones.
Se llega a lo descrito como vivencia de extrañamiento corporal. El sentimiento de extrañeza (bajo la forma
de angustia no mentalizada) asociado al cuerpo puberal, la pérdida de los reparos y los límites corporales
llevan al adolescente a tratar su cuerpo como un “objeto externo (extraño)”. Este cuerpo tratado como
ajenidad y el uso de defensas paradojales que supone traen resonancias en dirección de la
autodestructividad y el masoquismo.
Los conceptos de originario y originario puberal abren perspectivas donde situar la problemática del
objeto inscripto en lo corporal y sus tratos. Si los cambios corporales toman importancia con relación al
hallazgo de objeto es porque “las reestructuraciones objetales y narcisistas encuentran su origen en las
capas más profundas del inconciente inscriptas en la máxima proximidad de lo somático”. Son las
inscripciones pictogramáticas. La pubertad por su anclaje en lo biológico es un momento privilegiado y
cualitativamente inédito de este fenómeno.
Por el trabajo de lo originario puberal, la pulsión busca el objeto (complementario) inscripto en el propio
cuerpo erógeno.
La elaboración psíquica de lo originario puberal transforma la búsqueda de objeto acoplado al cuerpo propio.
Lo originario puberal repite y busca que en el objeto (narcisista) se reinsista al yo y reduplique la mismidad.
Su elaboración es trabajo de no identificación de la propia yoidad en el objeto, búsqueda de la alteridad
corporal subjetiva al objeto.
Pero también, lo originario puberal insiste y nuevamente busca repetir los modelos vividos ya conocidos,
investidos a lo largo de la historia de las identificaciones corporales, incestuosas familiares (lo cual constituye
otra derivación psicopatológica). Elaboración de lo originario puberal de no repetición en el hallazgo de
objeto, de identificaciones infantiles familiares. Trabajo de des-identificación del objeto con los modelos
familiares, búsqueda de lo altero en un espacio extrafamiliar.
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Una de las condiciones para el hallazgo de objeto, una primera condición es la creación de la espacialidad
exterior al propio cuerpo (transformación del autoerotismo y del narcisismo) y espacialidad extrafamiliar
donde hallarlo. Otras condiciones serán hacer de lo extrafamiliar lo heterofamiliar y que en el vínculo el
objeto se deje crear.
El hallazgo de objeto no es sin el pasado historizado, no es sin la re-interpretación de la historia infantil, no
es sin su construcción, sin su ligadura con la genealogía.
Lo puberal, empuja al autoerotismo, al narcisismo, a los objetos incestuosos, a lo familiar conocido. Lo
adolescente que ataca la prohibición del incesto (con las barreras morales de la pulsión), es trabajo de
simbolización, de elaboración de lo puberal, de creatividad-hallazgo de objeto por fuera del propio cuerpo
familiar.
Por lo originario puberal, la repetición pulsa. La creatividad adolescente, la libido altruista va más allá,
diferencia, crea, es hallazgo, encuentra objeto otro, es alteridad. Entro lo puberal y lo adolescente, la
repetición, la creatividad.

Teórico Semana 4,5 y 6 Texto 3/5

GRASSI: SOBRE LOS INTERESES LIBIDINALES DE LOS JOVENES Y LA SUBJETIVIDAD EN


DEVENIR – GRASSI
Los intereses en la vida de un individuo son una construcción que responde a múltiples variables y que en
los jóvenes es un proceso que toma un carácter particular. Esto se articula a dos cuestiones: una es la que
tiene que ver con que cada sociedad produce su propio discurso sobre sus modelos y valores. La otra es
que los intereses, llevan también las marcas de un circuito desiderativo particular. Se plantea cuáles son los
márgenes de elección y libertad que le competen al sujeto en la producción de sus intereses.
El punto de vista del PSA implica preguntarse sobre cómo cada sujeto produce sus investiduras libidinales,
en tanto determinan la dirección de sus elecciones.
Hay una doble implicancia de los intereses q considera dos aristas diferenciaras, entrelazadas: el sujeto
como constructo social, y el sujeto como efecto de la particularidad de una historia y una trama desiderativa
q se fue orientando desde sus orígenes mismos. El sujeto construye sus intereses acorde a las investiduras
libidinales q realiza, entre las dimensiones social, familiar, su historia q es historia sexual infantil, como su
historia vincular actual, y su genealogía. La complejidad en la construcción de sus intereses libidinales, tmb
asienta y hecha raíces en una dimensión q es la del “sujeto del Icc”.
La juventud y el acceso a su incierto proyecto identificatorio:
Si bien en la construcción de sus intereses intervienen enunciados sociales, parentales, institucionales,
grupales, el ser del sujeto (del icc) es responsabilidad: ser su actor y autor. El fin de la infancia, está marcado
por el acceso a un proceso de historización.
Una larga historia de identificaciones con enunciados del discurso del conjunto social y familiar, y desde
esos primeros y largos años en que transcurría por el complejo de Edipo, llevan al joven a una estación de
recambio y des-identificaciones en la pubertad y adolescencia. Distintas alteraciones marcan al Yo. El
sentido de plantear las alteraciones del Yo está dado por la importancia q toma para la subjetividad con la
adolescencia y la juventud, la categoría de lo altero como radicalización de las diferencias. Junto con su
cuerpo se renuevan sus enunciados, sus ideales, sus intereses, se replantean sus objetos privilegiados, sus
vínculos con los otros, su relación con el pasado y el porvenir. A partir de allí, nuevas referencias modelarán
la imagen que quiere y espera para sí.
Con las marcas impresas de la historia infantil, de la pubertad y adolescencia, lo que caracteriza la juventud
es su proyección esperanzada en un futuro. La esperanza y promesa futura no ilusoria, aunque incierta,
permite la salida de las satisfacciones de lo inmediato y de las conformaciones propias de lo adolescente.
La juventud es fundamentalmente interés libidinal expectante, anticipación de un proyecto posible,
concretable, pacificador, articulado a un futuro y a una identidad q están igualmente investidos
socialmente. Marcado por una espera no pasiva, lúdica y gozosa de realización del Yo, en un proyecto
peculiar del sujeto y a la vez colectivo, pq es inclusión y aporte solidario al conjunto social.
Un trabajo de la juventud sublimando la pulsividad adolescente, es su inserción anticipada en
representaciones de lo que será su proyecto identificatorio, con marcas desiderativas propias, articulando
al Otro social. También se mide allí, la capacidad del “conjunto social de ofrecer significaciones específicas
que estructuren las representaciones del mundo que constituyen el marco en el cual se designan los fines
de la acción y se definen los tipos de afectos característicos”.
La proyección expectante del futuro q es búsqueda anticipada de la identidad como fundante de la
subjetividad en la juventud, es algo peculiar y singular, propio de cada sujeto, pero q se co-construye y
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sostiene socialmente, con lo cual es imposible considerar la identidad sin el marco de las relaciones
solidarias con otros. La juventud es búsqueda de identidad en el seno del grupo exogámico. Comienza a
tener importancia la categoría del nosotros como grupo.
Apuesta esperanzada en el futuro y los vínculos con otros, como expectativa y lugar de potenciales
realizaciones. Confiabilidad por lo venidero y en co-construcción con otros, pq uno de los pilares del
psiquismo son los vínculos intersubjetivos. Pensar la esperanza no implica una posición de fe, no
constituye solamente una expectativa. Su acepción es análoga con lo venidero y ahora ausente, con lo
posible de la acción propia y del conjunto. La capacidad de la esperanza implica tmb una capacidad de
espera, de expectativa y de registro posible de la experiencia.
Es preciso que en términos individuales pero además en el conjunto social se produzca la realización de
operaciones que impliquen un proceso de desidentificación con la desesperanza y la desconfianza en el
otro, del otro. Se tornan necesarios espacios de identificación compartida, q transformen la significación del
otro social no confiable o amenazante.
La subjetividad en devenir en la juventud golpea la puerta del otro social, demanda confiabilidad en un futuro
que aunque incierto esperanzador. Un espacio hospedante donde no sentirse extranjero.

Prácticos Semana 5 Texto 1/2

WINNICOT-REALIDAD Y JUEGO (CAP. 11):


La dinámica es el proceso de crecimiento que cada individuo hereda. Se da por sentado un ambiente
facilitador. Hay genes que van a determinar pautas pero nada se produce si no es en relación con un
ambiente, que tiene que ser lo suficientemente bueno.
¿Enfermedad o salud?
La sociedad abarca a todos sus miembros (cuando están psiquiátricamente sanos), pero la sociedad
también debe contener a aquellos que se encuentran enfermos como:
- Los inmaduros (en edad),
- Los psicopáticos (producto final de privaciones),
- Los neuróticos (acosados por una motivación y ambivalencia ICC), etc.
Winnicott estudiará la sociedad como si estuviese compuesta por personas sanas en el plano psiquiátrico.
Los individuos sanos para su realización personal, necesitan de su lealtad a una zona delimitada de la
sociedad. Tesis principal
En la teoría del cuidado del niño, la continuidad de dicho cuidado ha llegado a ser un rasgo central del
concepto de ambiente facilitador. Gracias a eso el nuevo bebé puede gozar de continuidad en la línea de
su vida. Si los hijos llegan a encontrarse a sí mismos, buscarán la totalidad: ello incluirá también agresión y
elementos destructivos.
Las recompensas que los padres obtengan vendrán en la riqueza del potencial personal de cada joven.
Las recompensas llegan de modo indirecto, por supuesto, no recibirán agradecimiento.
El término paterno aparece mucho más tarde que materno. El padre se convierte poco a poco en un factor
importante, y luego viene la familia, cuya base es la unión del padre y la madre. Gracias a la continuidad del
cuidado del niño, y solo con ella, puede el bebé, en situación de dependencia, gozar de continuidad en la
línea de su vida. Muerte y asesinato
En la época de crecimiento de la adolescencia los jóvenes salen, en forma torpe y excéntrica, de la infancia,
y se alejan de la dependencia para encaminarse hacia su condición de adultos. El crecimiento no es una
simple tendencia heredada, es un entrelazamiento de suma complejidad con el ambiente facilitador. Si se
puede usar la familia, se la usa, y mucho, sino se puede es preciso que existan pequeñas unidades sociales
que contengan el proceso de crecimiento adolescente.
Los mismos problemas que aparecían en las primeras etapas, van a renacer en la pubertad. Si en la fantasía
del primer crecimiento hay un contenido de muerte, en la adolescencia será de asesinato. Aunque el
crecimiento en el período de la pubertad progrese sin grandes crisis, puede que resulte necesario hacer
frente a agudos problemas de manejo, dado que crecer significa ocupar el lugar del padre. Y lo significa de
verdad, en la fantasía inconsciente, el crecimiento es intrínsecamente un acto agresivo.
Se puede observar el juego de “soy el rey del castillo”. Es un juego de la primera etapa de la latencia, y en
la pubertad se convierte en una situación de la vida. Es una formulación de existencia personal. Es una
consecución de crecimiento emocional individual, una situación que implica la muerte de todos los rivales o

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el establecimiento del dominio. Si se quiere que el niño llegue a adulto ese paso se logrará pasando por
encima del cadáver de un adulto.
La rebelión va a corresponder a la libertad que se le ha otorgado al hijo. En la fantasía inconsciente total
correspondiente al crecimiento de la pubertad y la adolescencia existe la muerte de alguien. Mucho puede
lograrse en el juego y con los desplazamientos, y sobre la base de las identificaciones cruzadas; pero en la
psicoterapia del adolescente, la muerte y el triunfo personal aparecen como algo intrínseco del proceso de
maduración y de la adquisición de la categoría de adulto. Esto plantea grandes dificultades a padres y
tutores. También las presenta a los propios adolescentes, que llegan con timidez al asesinato y triunfo
correspondientes a la maduración en esta etapa crucial. El tema inconsciente puede hacerse manifiesto
como la experiencia de un impulso suicida, o como un suicidio real. Los padres están en condiciones de
ofrecer poca ayuda, lo mejor que pueden hacer, es sobrevivir, mantenerse intactos y sin abandonar ningún
principio importante.
Punto central: la inmadurez del adolescente. Los adultos maduros deben conocerlo, y creer en su propia
madurez como nunca creyeron hasta ahora ni creerán después.
Es posible que de pronto un niño de cualquier edad (digamos de seis años) necesite hacerse responsable,
quizá por la muerte de uno de los padres o por la separación de la familia. Ese niño será prematuramente
viejo y perderá espontaneidad y juegos, y el alegre impulso creador. Es más frecuente que se encuentre en
esa situación un adolescente que debe hacerse cargo de su familia por ejemplo por problemas económicos.
Caso distinto es cuando los adultos delegan tal responsabilidad, hacer esto es una forma de traicionar a los
hijos: la rebelión ya no tiene sentido, el adolescente triunfa demasiado temprano, preso de su propia trampa.
Si los adultos abdican, el adolescente se convierte en un adulto en forma prematura por un proceso de falsa
madurez. Se pierde toda la actividad imaginativa y los esfuerzos de la inmadurez. El adolescente es
inmaduro, la inmadurez es un elemento esencial de la salud en la adolescencia. La única cura para ella
es el paso del tiempo y la maduración que este puede traer. La inmadurez contiene los rasgos más
estimulantes del pensamiento creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una nueva vida. Se
podría aconsejar a la sociedad que por el bien de los adolescentes y de su inmadurez, no les permitan
adelantarse y llegar a una falsa inmadurez, no les entreguen una responsabilidad que no les corresponde.
Lo característico de la adolescencia es su inmadurez y el hecho de no ser responsable. Esto es una prioridad
que cada individuo debe perder cuando llega a la inmadurez.
En la adolescencia, la fantasía de muerte pasa a ser una fantasía de asesinato, inconsciente, se da en el
plano de lo psíquico. Tiene que ver con el crecimiento del cuerpo. Asesinar para poder ocupar su lugar. Esta
fantasía hace a la constitución psíquica. Requiere de un adulto capaz de sostener, de dejarse asesinar,
capaz de confrontar, de habilitar la palabra, la escucha, choque generacional.
Niñez  Fantasía de muerte
Adolescencia  Fantasía de asesinato
Hay algo de la cadena generacional que se pone en cuestión. Se deja de pensar en el mito fundacional. La
adolescencia viene a romper con esto. Cada uno es un eslabón más en la familia, no se arranca de cero.
Los padres dejan de ser idealizados, pasan a ser falibles y mortales. Se da una modificación del vínculo.
Hay algo de este padre real que empieza a romper ese ideal. Reconstrucción de ese vínculo y búsqueda
del adolescente de otros referentes que puedan ser tan infalibles e incuestionables como lo eran los padres
de la infancia: idealismo, fanatización.
Naturaleza de la inmadurez
No hay que esperar que los adolescentes tengan conciencia de la inmadurez o conozcan sus características.
Lo que importa es que se salga al encuentro del reto de los adolescentes.
Los cambios de la pubertad suceden a distintas edades. La espera supone una gran tensión, en especial a
los de desarrollo tardío. La tensión corresponde a la fantasía inconsciente del sexo, y a la rivalidad vinculada
con la elección del objeto sexual. El adolescente, no puede hacerse cargo aún de la responsabilidad por la
crueldad y el sufrimiento. El sentimiento de culpa es enorme. La madurez corresponde a un periodo posterior
y no es posible esperar que el adolescente vaya más allá.
Se puede decir que una de las cosas más estimulantes de los adolescentes es su idealismo. Todavía no se
han hundido en la desilusión, por ello tienen un gran idealismo. Tienen libertad de ideas y suelen actuar por
impulso.
El cambio físico de la pubertad no es un cambio sexual únicamente, sino también hay un cambio físico y
de la adquisición de verdaderas fuerzas; aparece un verdadero peligro, que otorga a la violencia un nuevo
significado. Junto con las fuerzas llegan también la astucia y los conocimientos para usarlas. Existe una
fuerte propensión a la agresión que se manifiesta en forma suicida, la alternativa es que aparezca como una
búsqueda de la persecución, que constituye un intento de alejamiento de la locura y la ilusión.
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Hacen falta adultos si se quiere que los adolescentes tengan vida y vivacidad. La confrontación se refiere a
una contención que no posea características de represalia, de venganza; pero que tenga su propia fuerza.
La madurez corresponde a un período posterior de la vida, y no es posible esperar que el adolescente vea
más allá de la etapa siguiente, la de comienzos de su tercera década de vida.
Lo principal es que la adolescencia es algo más que pubertad física, aunque en gran medida se basa en
ella. Implica crecimiento, que exige tiempo. Y mientras se encuentra en marcha el crecimiento las figuras
paternas deben hacerse cargo de la responsabilidad.

Prácticos Semana 5 Texto 2/2

LA DIFICIL TAREA DE SER JOVEN – BLEICHMAR


Pensar la juventud no como categoría cronológica, sino como un tiempo psíquico donde los proyectos se
inscriben en un futuro posible. La idea de futuro es imposible pensarla por fuera de las instituciones y lo
social. Habla de la problemática del universo caótico donde no hay futuro (Argentina 2000).
Incidencia de la sociedad y la problemática social ligada a la forma en que el adolescente construye su
subjetividad. La juventud tiene que ver con proyectos, con futuro, dar significado a las situaciones. Se
necesita tiempo, capacidad de pensar.
La categoría “juventud” no remite a una simple cuestión cronológica, si bien se define en el marco de esa
etapa de la vida que está entre la adolescencia y algo posterior (la vejez para algunos, la madurez para
otros). En su definición siempre se hace alusión a la energía, vigor, frescura, que constituyen sus rasgos
principales. Por eso “juventud” alude inevitablemente a la posibilidad de goce y futuro. “Perder la juventud”
puede ser tanto del orden del desaprovechamiento del tiempo de construcción de una perspectiva de vida
como la ausencia de placer, de los aspectos lúdicos que la acompañan. Frases como “me robaron la
juventud”, o “yo no pude aprovechar mi juventud” dan cuenta del posicionamiento con el cual alguien se
confronta a esa etapa q considera del orden de la temporalidad q acontece y a través de la cual transcurre
la vida.
No es absurdo preguntarse cuánto de juventud atraviesa esta etapa de quienes hoy tienen en la Argentina
la edad que se supone su ejercicio, su apropiación, su disfrute, reducidos a la inmediatez de la búsqueda
de trabajo o inmersos en una vida universitaria cada vez más costosa desde el punto de vista moral y
económico, nada garantiza que el tiempo permita el devenir de algo que culmine o dé curso a una
perspectiva de avance. Entre la conservación de lo insatisfactorio y el temor a perderlo pq nada augura su
relevo por algo mas fecundo o placentero, no hay postergación sino vacío, ya que tampoco hay garantías
de que los tiempos que vienen se constituyan realmente en futuro.
El éxodo que está en el horizonte mítico de toda la sociedad argentina no es sólo un síntoma de la ausencia
de salida, sino del abandono de su búsqueda. El proceso de desidentificación se acelera, y el sentimiento
de pérdida de referentes abarca a todos los grupos, sean sociales o generacionales.
Ejemplo De la Rúa que ante el éxito de los jóvenes futbolistas del Sub 20, dijo sentirse contento pq ahora
ellos tendrían oportunidades en el exterior. Con su discurso convalidaba la idea presente en la mayoría de
q la única salida posible era irse al exterior.
Lo brutal de los procesos salvajes de deshumanización consiste en el intento de hacer q quienes los
padezcan no solo pierdan las condiciones presentes de existencia y la prorroga hacia delante de las mismas,
sino tmb toda referencia mutua, toda sensación de pertenencia a un grupo de pares q le garantice no
sucumbir a la soledad y la indefensión. Y es allí, en esta renuncia a la pertenencia, a la identificación
compartida, donde se expresa de manera desembozada la crisis de una cultura, y la ausencia en ella de un
lugar para los jóvenes.
Llegó la hora de la liquidación de la juventud: contratos laborales q llegan a su renovación mensual, ausencia
de perspectivas post-universitarias; jornadas de 14 y 15 horas de trabajo que no dejan margen ni para el
café con los amigos, ni para la vida social que llenaba antes las horas del ocio productivo en las cuales se
complementa la formación de un joven, para aquellos que aún tienen trabajo actual o futuro. Y el resto que
se pudra entre tetrabrik y la deambulación marginal.
Nos han habituado a la propuesta de pensar desde un reduccionismo financiero a partir del cual parecería
q todo lo q es del orden de la aspiración social, de los sueños y deseos colectivos por un futuro mejor es
pura imaginería carente de principio de realidad. Es acá donde se opera el mayor despojo padecido: no ya
el de los proyectos, sino el del derecho a soñar con una perspectiva distinta en la cual no se trate solo de
perder menos sino de permitirse aspirar a más.
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Conocemos los dos grandes peligros que acechan al psiquismo en situaciones como la presente: la pérdida
de investimientos ligadores al semejante, que dejan al sujeto sometido al vacío y lo sumen en la
desesperanza melancólica del desarraigo de sí mismo, y la desidentificación de sus propios ideales. Es
desde este lugar que podemos, tal vez, contribuir junto a otros a recuperar el concepto de “joven”, no ya
como una categoría cronológica, ni por supuesto biológica, sino como ese espacio psíquico en el cual el
tiempo deviene proyectos, y los sueños se tornan trasfondo necesario del mismo.

Práctico Semana 6 Texto 1/4

CONDENADO A EXPLORAR – WASERMAN


La clínica de la adolescencia puede ser considerada desde el punto de vista de la psicopatología de la
exploración. El punto de partida es tomar el trauma puberal como aquello que condena al sujeto a explorar.
La exigencia exploratoria le viene de la metamorfosis de su propio cuerpo, del cual debe apropiarse, sino
también le viene del medio social, que lo expulsa del protectorado donde residía bajo la protección de sus
padres. La metamorfosis de la pubertad origina una neurosis esperada, la neurosis propia del adolescente.
El derivado de esta neurosis es la constitución del fantasma, que es el que regula las relaciones con el goce.
Winnicott dice que la adolescencia es una enfermedad que se cura con el tiempo. Enfermedad que es natural
y puede ser atravesada de distintas formas.
Un proceso de investidura es consecuencia o coincide con un proceso de exploración. El trauma puberal
condena al sujeto a explorar. Esta exigencia exploratoria le viene del cuerpo (debe explorarlo y apropiarse
de él, como si se tratara de un terreno desconocido) y del medio social (debe encontrar en él su cobijo, lejos
del hogar paterno). El otro sexo también debe ser explorado. La exploración se hace acompañado de objetos
internos, objetos transicionales (winnicott) y grupo de pares todos ellos cumplen una función de
apuntalamiento. Hay en la adolescencia un deseo de recuperar el apuntalamiento perdido, a través del
objeto o el grupo de pares de la latencia, que también se perdió.
El adolescente puede producir un objeto transcicional apuntalador, cuya función ya conoció en la infancia
(el espacio entre el objeto subj-la ilusión, y el obj. Objetivo, la realidad). Un objeto que lo acompaña en el
mundo externo, una parte de él que es no-yo; “Habitar” la transicionalidad posibilita habitar psíquicamente
el cuerpo que cambia para metabolizar lo desconocido del propio yo. Ej.: diario intimo, zapas, guitarra
viajera, representa al sujeto ante los demás.
Las estructuras psicopatológicas y la exploración
Las problemáticas de la exploración se pueden dar en un contexto neurótico, psicótico o perverso ya que
todos están condenados a explorar; y es con mucha frecuencia que la puesta en acto de la exploración lo
que desencadena el episodio psicótico. Los resultados de la exploración
En cuanto al fin de la adolescencia, está socialmente ligado a los ideales culturales, y estos ideales se
vinculan especialmente al área de la independencia económica y la constitución de la familia. Se produce
una detención del desarrollo en la adolescencia con consecuencias futuras cuando se produce un tropiezo
en el proceso de exploración.
La exploración y los apuntalamientos
La exploración es una experiencia personal e intransferible que se hace acompañado de distinta clase de
objetos cuya presencia es beneficiosa para el recorrido exploratorio. Estos objetos son internos como los
objetos narcisistas que sostienen al yo, objetos transicionales, el grupo de pares y el objeto complementario.
Todos estos cumplen una función de apuntalamiento.
En su búsqueda de ayuda exploratoria el púber adolescente debe aprender a apuntalar sus
apuntalamientos. El sostén necesita de la investidura. Los procesos de desinvestidura se dirigen
especialmente al sostén. En el aislamiento se dirigen al grupo, en los trastornos del cuerpo se dirigen al
sostén de la libido.
Kaes es otro referente. En su búsqueda de ayuda exploratoria, el púber adolescente debe aprender a
apuntalar sus apuntalamientos. El sostén necesita de la investidura. Los procesos de desinvestidura se
dirigen al sostén. El gran secreto del apuntalador es lograr que el sujeto se convierta en “apuntalador del
apuntalamiento”. La transferencia es una reedición de una relación de apuntalamiento que atraviesa
procesos diversos.
Hay en la adolescencia un deseo de apuntalamiento. Un deseo de recuperar el apuntalamiento del objeto
que se está perdiendo, y de recuperar el apuntalamiento del grupo de pares de la latencia, ya que el grupo
de pares cuya gestación se produce en la latencia se pierde al entrar en la adolescencia.
El concepto de apuntalamiento de Kaes se enriquece con las ideas de Meltzer. Podríamos decir que el yo
no sólo se reconstruye sino que sufre un proceso que me gustaría llamar de inflación, es decir que el self
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se expande y el yo trata de incluir dentro de sí toda esa expansión y asimismo distribuir partes en su entorno
grupal.
La función apuntaladora del objeto transicional
En muchos casos el adolescente produce un objeto apuntalador cuya función ya conoció en su infancia. Es
el objeto que es parte de él y parte de un objeto exterior. Está presente cuando la ausencia es más punzante,
y lo representa a él ante los otros. Por ejemplo el diario íntimo, las zapatillas que nunca deja de usar. Los
objetos transicionales, los espacios y tiempos transicionales son conceptos que nos ayudan a comprender
el mundo adolescente.

La función apuntaladora de la sustancia adictiva


El uso de la misma sustancia lleva al sujeto a emprender un viaje, viaje que representa la exploración
adolescente. Muchos de ellos, a través de la adicción, hacen un viaje llevados por el despliegue de la
excitación sensorial que sienten los conduce a la exploración de mundos diferentes. Esta exploración de un
nuevo autoerotismo a veces inhibe toda salida al mundo y se transforma en un sostén que captura al yo
hasta hacerlo desaparecer. En muchos otros casos, es una exploración metafórica que transita únicamente
el mundo sensorial y brinda una satisfacción alucinatoria en un tiempo de espera.
Sublimación y apuntalamiento
Hay fenómenos regresivos que permiten la instalación temporal de un área de ilusión reencontrada, que
apoyan asimismo la creación de objetivos sublimatorios y de espacios intermedios en los cuales la vida
puede ser vivida de un modo no amenazante. Se trata de la instalación del sujeto a partir de la adolescencia
en mundos cuya función es de consuelo (mundo de la música, la danza), son espacios derivados del área
transicional que el niño transitó cuando deambulaba por el mundo del juego. En muchos adolescentes la
droga es vivida como instrumento para entrar a ese otro espacio definido como de ilusión reencontrada,
cuyo abandono se hace muy difícil cuanto más agudo es el temor a la desilusión.
La exploración y la cultura
Debemos diferenciar un espacio intrasubjetivo donde el sujeto debe iniciar una exploración de su cuerpo
para construir una nueva representación de él, y el espacio vincular e intersubjetivos donde la cultura
interviene de un modo diverso.
El permiso a los accesos exploratorios al mundo adulto son proporcionados por el entorno cultural. La
sociedad señala los caminos. Estos caminos de acceso que el sujeto nunca antes recorrió están más fijados
en ciertos marcos culturales que en otros.
En las sociedades modernas y posmodernas aparece el llamado mundo adolescente y es éste, el que fija
los modos de exploración y transición, modos que cuestionan tajantemente las propuestas que el mundo
adulto propone para convertirse en uno de ellos. Los tránsitos exploratorios posmodernos se vinculan a la
trasgresión por factores vinculados a los procesos históricos sociales y a las ideologías vinculadas a la
función paterna y su alcance. En cambio, en las sociedades lineales los caminos de pasaje a la adultez
están marcados por ritos, y estos ritos que acompañan la elección y hallazgo de objeto están fijados por la
cultura de un modo estricto. Es un reglamento ancestral que representa la ley del padre y asegura el modo
de la sustitución exogámica. En la sociedad lineal el púber acepta sin cuestionar los caminos de la transición.
En una sociedad posmoderna llega a haber absoluto cuestionamiento a la ley del padre. En la juventud
moderna hay un ataque de la trasgresión, momento al mismo que se considera intrínseco a nuestra
adolescencia. El mundo adulto acepta pacientemente esa bravuconada, esperando que ceda con el tiempo,
¿Metamorfosis o transformación?
Metamorfosis y transformación son dos términos que pueden ser usados para definir dos procesos
diferenciables cuyas características pueden ser inferidas por las producciones del sujeto, es decir por la
sintomatología que acompaña a uno u otro proceso. Para algunos sujetos el cambio puberal es vivido como
un cambio radical, una ruptura, un desgarramiento, una fragmentación del cuerpo. El niño asiste atónito al
desarrollo de una metamorfosis imprevisible.
Para otros sujetos lo que predomina son procesos de transformación, se conserva algo del orden de lo
invariante. El cuerpo sufre transformaciones, pero estas son derivadas del mismo cuerpo que le pertenecía
al yo desde su asunción y el sujeto se puede reconocer en él y espera la constitución de una imagen
aceptable. Las vivencias de fragmentación no son extremas. Son menos temidas por el yo porque los
modelos establecidos en el imaginario del sujeto son menos terroríficos. Cierto grado de metamorfosis está
siempre presente aunque predomine la transformación y viceversa.
Exploración del cuerpo y de género
Hay en el primer campo exploratorio un interés agudo por el desarrollo genital, aparición del vello pubiano,
desarrollo de las mamas, etc. estos centros de interés inundan al yo. Cada uno de estos signos certifica la
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pertenencia al género o la aleja. Cualquier deficiencia en los rasgos primarios que el sujeto constate en su
exploración lo arroja al foso de la castración y al riesgo de la pérdida de su identidad sexuada. Por el
contrario su desarrollo reasegura el narcisismo en los dos sexos más allá de la presencia o no del falo, en
eso se diferencia de la sexualidad infantil. Castrado o fálico se resignifican adquiriendo el segundo y final
término con la significación de masculino-femenino.
El sujeto está condenado a explorar su propio cuerpo que abarca los caracteres tanto primarios como
secundarios. Lo hace mirando la mirada del otro que adquiere una dimensión de apuntalamiento o de
derrumbe. Aparece en estos momentos la pasión por la estética, la obsesión del espejo, etc.
Desfiguración, pérdida de la forma en el proceso de transformación/metamorfosis es donde el yo debe
reconocerse, o sea, volver a conocerse. Es en la adolescencia donde a veces se asiste a la asunción
delirante de una identidad ajena como si realmente apareciese otro que ocupase el lugar del sujeto. En su
metamorfosis el sujeto se ha perdido completamente, su nuevo cuerpo es la prueba de la emergencia de
otra persona.
El hallazgo de objeto
Hay dos procesos, dos campos exploratorios, uno es la búsqueda y encuentro de la cavidad excitadora de
la zona genital, otro es el objeto que se ha venido construyendo desde la temprana niñez y cuyo retorno se
anhela.
La cavidad excitadora para el varón debe ser hallada y también debe ser hallada en la mujer, vía una
regresión del clítoris a la zona anal y de ahí a la vagina. Esta búsqueda se hace primero en la fantasía, y
sigue allí un recorrido donde encuentra un goce limitado y alucinado.
La necesidad del hallazgo del objeto condena al sujeto a una exploración del mundo porque ese objeto, no
puede ser compensado suficientemente por una parte del propio cuerpo ni por la satisfacción alucinatoria
que condena al sujeto al aislamiento y a la pérdida del encuentro amoroso. En ese encuentro con el otro es
donde se inscribe un nuevo pictograma vinculado al nuevo cuerpo ahora regenitalizado.
La exploración de la identidad de género se hace más allá del cuerpo real, y se vincula a la exploración
escénica de gestos y actos que se imitan del ideal estético y conductual de la época. Actúa el personaje de
un modo anticipatorio, en un movimiento exploratorio de afuera hacia adentro que se diferencia y se conecta
a veces a la investigación del cuerpo.
Hallar un objeto adecuado para sus nuevas posibilidades sexuales. Freud concluye que el objeto buscado
es el objeto perdido, de lo que fundamentalmente se trata es de su búsqueda. Y es esa búsqueda la que
condena al sujeto a la exploración. Freud afirma que lo que empuja al sujeto lejos de sus padres, lo que lo
condena a la exploración, es fundamentalmente el peligro de la consumación del incesto. Buscando el objeto
perdido, debe alejarse lo más posible de él. En ese alejamiento exploratorio es donde es posible encontrar
el objeto adecuado. Va entonces desde las cercanías del objeto incestuoso, al objeto nuevo: el exogámico.
Mas q reencuentro en el hallazgo de objeto es algo neo, algo nuevo, algo a descubrir. Pq para ser hallazgo
tiene q ser algo a descubrir. Es el hallazgo de objeto apuntalado en ese nuevo cuerpo (cuerpo genitalizado).
Hallazgo de lo nuevo, de lo altero, del otro, de la otredad.
En la pubertad prevalece lo originario. La pulsión siempre va a buscar la descarga directa. El proceso
adolescente, en la medida q comienza a buscar el objeto por fuera de los objetos incestuosos ya q son
inadecuados y se busca el objeto en lo extrafamiliar, fuera de lo endogámico y lo edípico, hay una “huida
feliz” del C de Edipo q más q un sepultamiento es una superación. Hay un antes del encuentro con el objeto,
donde no hay objeto, y el encuentro con dicho objeto representa algo prohibido. Por eso la huida. Y es
necesaria la capacidad de idealizarse el objeto. Requiere nuevas búsquedas y nuevas exploraciones.

Ensueño y realidad
Este recorrido tiene un momento imaginario, masturbatorio, donde los objetos incestuosos y nuevos desfilan
incesantemente y todas las formas de sexualidad son exploradas. El placer alucinatorio no se abandona por
completo, y representa el remanente autoerótico que se retiene como una reserva de placer ante las
vicisitudes del vínculo real. Una parte de la sexualidad se conserva pues, autoerótica. Pero, se muestra
insuficiente, empujando al sujeto al mundo real.
La errancia y el movimiento exploratorio
En nuestra civilización, es poderoso el mito de la adolescencia como errancia casi necesaria. Puede errar
en el amor, en el pensamiento, en el lugar. Social y psicológicamente se libera del aporte parental y familiar
narcisista, permitiendo el régimen del intercambio inter e intrageneracional. Ese tiempo de moratoria culmina
en una elección: de profesión, de pareja, por nacimiento, real o fantaseado, de un hijo. En la adultez tendrá
nostalgia por este momento de errar. Este tipo de subjetividad adolescente es producto de una determinada

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construcción social, pero si el adolescente no se constituye en esa subjetividad queda como un producto
paralizado de esa época.
A la errancia psíquica de buena ley en cuanto a su capacidad de desarrollo se opone dialécticamente la
errancia repetida.
Exploración y elección vocacional
Se deviene lo que se elige, lo que uno elige no es un envoltorio intrascendente. Antes de la adolescencia el
sujeto se encuentra en un estado de alienación donde el deber ser se lo marca el otro, a menos que esté
embarcado en el más terco de los oposicionismos. El adolescente, exigido socialmente de una elección, se
desorienta más de lo que estaba anteriormente. Y allí aparece en la superficie la búsqueda de una
orientación vocacional que va más allá de una orientación profesional. La orientación vocacional plantea en
su profundidad el asunto del ser. Allí se plantea la cuestión si va a ser el otro el que diga para que sirvo yo,
para que estoy acá y me instruya para aquello que soy apto, o si se trata, en cambio, de algo que atañe a
mi propia decisión, más allá del plano de la necesidad, de la oferta y de la demanda, y de lo bien visto. Este
problema se plantea en la adolescencia, que se emparenta con los senderos de la sublimación y es por eso
que constituye un campo exploratorio de gran importancia. Su no desarrollo es factor de graves
consecuencias con el pasar de los años. La desinvestidura de los espacios vocacionales y laborales despoja
al medio social de todo atractivo, dificultando toda salida hacia el mundo y encerrando al sujeto en un
espacio cada vez más regresivo.
Condenado a investir
Cuando Waserman habla de exploración esta hablando de investir. (P. Aulagnier – condenado a investir).
La exploración es consecuencia de la investidura. Es el momento paradigmático de la exploración al mundo.
Piera: “Estás condenado por y para toda la vida a una puesta en pensamientos y en sentido de tu propio
espacio corporal, de los objeto-meta de tus deseos, de esta realidad con la que deberás cohabitar, que les
asegure para siempre permanecer como soportes privilegiados de tus investiduras.” “Para conservarse vivo
está condenado a preservar una relación de investidura con su propio cuerpo, con el Yo de esos otros cuyo
deseo se revela siempre autónomo y a veces antagónico al suyo, con esa realidad que nunca corresponderá
totalmente a la representación que él desearía darse de ella” “ese cuerpo, ese otro investido por él, esa
realidad serán periódica e inevitablemente fuente de sufrimiento, provocando por lo tanto un movimiento de
desinvestidura, un deseo de fuga”.
Es tan valida la capacidad de estar con otros como la capacidad de estar solos en el adolescente. Hay un
fuerte fervor del adolescente de encerrarse en su cuarto, de estar solo, y es muy importante desarrollar esa
capacidad de poder estar solo. También hay una fuerte necesidad por crear grupos, por estar con otros, la
categoría del “nosotros”, del pertenecer… Campos exploratorios:
- una tiene q ver con el cuerpo como territorio a ser explorado
- otra tiene q ver con el mundo social
- y otra tiene q ver con el otro sexo
El cuerpo se presenta como un territorio, como un campo a ser explorado. Hay algo q tiene q darse también
en el plano psíquico, búsqueda del otro como sujeto no solo como objeto parcial en relación a quien porta
ese objeto complementario. Para Waserman este trabajo es impersonal, intransferible y se hace siempre
acompañado por unos objetos q funcionan como apuntalamiento.
Objetos de apuntalamiento:
1) objetos internos o narcisistas: q son generalmente los propios padres. El adolescente necesita del
amorde sus padres para poder realizar este camino exploratorio. Para poder reforzar su narcisismo. Toda
exploración conlleva un peligro. Cuando ese peligro es mayor, aparece un refugio. Hay padres q dañan ese
narcisismo mas q apuntalarlo.
2) objetos transicionales: en el adolescente por ejemplo las mismas zapatillas. El objeto transicional
sejuega en el adolescente como algo q lo representa ante el mundo exterior. Algo q no es el yo, es no-yo,
no forma parte del yo, pero a la vez lo representa ante la sociedad. También puede ser un espacio, un lugar
donde apuntalarse para arrancar ese camino exploratorio. Puede ser un espacio transicional cargado de
una significación q se construye en ese encuentro con los otros. Por ej: la plaza como lugar de encuentro.
3) el otro objeto de apuntalamiento q señala Waterman es el “otro complementario”. Aquello q completa.
Ese encuentro complementario con el otro sexo. Aquello q apuntala. Estar capacitado para tener relaciones
no significa estar capacitado para el recorrido exploratorio del otro en cuanto sujeto.
4) el otro objeto es el grupo de pares. Esta necesidad de hacerlo todo en grupo (por ejemplo irse de
vacaciones 10 adolescentes en un monoambiente).

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Prácticos Semana 6 Texto 4/4

SOLER: EL OTRO PORVENIR


Antes de nacer un niño, el grupo familiar imagina y simboliza anticipando el cuadro posible de esa
subjetividad por venir. Piera Aulagnier ha conceptualizado categorías como cuerpo imaginado, sombra
hablada, q dan cuenta de este trabajo anticipado de las funciones parentales sobre el niño. Así, en un
proceso saludable, el infans se confronta desde el primer sabor de la leche materna con un mundo simbólico
y fantasmático q le proyectan los otros. El hijo es el soporte narcisista del grupo: el concepto de contrato
narcisista ubica claramente q la función de la familia es dar un lugar al nuevo integrante filiándolo a la
cadena generacional, proyectándole ideales, valores q porta el grupo. Contrato q implica para el hijo la
función de continuar la trascendencia del grupo en una nueva generación. Un otro capaz de sostener, de
cobijar, de apuntalar. El grupo recibe al bebe y lo inviste libidinamente.
La diferencia cualitativa q existe entre el concepto de contrato y pacto entre la familia y el hijo, implica cuanto
de la potencialidad vinculante porta el grupo como función. Si el espacio intersubjetivo está regido por la
violencia secundaria, el niño es candidato a ser tomado como objeto de proyección de los otros y el espacio
intersubjetivo deviene relación de objeto. Pacto donde el hijo tiene solo el destino posible de la inmovilidad
de una mariposa pinchada con alfileres, pq sus movimientos subjetivos solo podrán repetir lo proyectado
por otros sin tener permiso a crear un vuelo propio y diferente. La subjetividad por-venir, quedaría reducida
a repetir un cuadro ya pincelado por las generaciones anteriores, sin q hubiera permiso para la
transformación. (La violencia secundaria no es necesaria. Es cuando la madre se apropia del psiquismo de
su hijo, y quiere que haga lo que ella desea. Ejemplo: pq estudiaste medicina si yo quería que estudiaras…
No reconoce que el hijo es algo diferente de sí. Decide y piensa por su hijo).
Por el contrario si la violencia primaria o anticipatoria es la que rige el contrato narcisista, además de ser
objeto de múltiples proyecciones de figuras ya pintadas; el grupo transmite también al niño la potencialidad
vinculante inherente a todo vínculo. Potencialidad vincular implica una capacidad, un recurso, una
posibilidad con q cuenta el grupo de no definir el vinculo por lo anterior, lo preestablecido; sino descompletar
el saber de lo q “se ha sido” y dejar en suspenso la posibilidad de q el niño sea diferente, altero… imposible
de definirse ya q esta “por-venir”. (La violencia primaria es constitutiva del aparato psíquico del bebé. Es
una violencia necesaria donde la mamá desde su psiquismo significa lo que quiere el bebé. La madre se
pone en la piel del hijo. Y el bebé va tomando al otro como sentimiento de sí. Violencia necesaria y
constitutiva).
El espacio intersubjetivo entre un hijo y quienes sostienen las funciones parentales puede advenir relación
de objeto o vínculo. El primero ocupa un lugar de objeto de proyecciones de los otros; mientras que el
vínculo deviene cuando aún cumpliendo el grupo con la función de transmisión, aloja a la subjetividad
naciente como un sistema abierto.
Al portar el grupo la función de la potencialidad vinculante, también transmite algo de la esencialidad del
sujeto: su falta. La transmisión de la potencialidad vinculante conlleva la transmisión esencial de la falta
inherente a todo sujeto, que habilita el movimiento deseante de búsqueda y construcción. La falta del sujeto,
del ser, es el motor de toda producción subjetiva.
Para apropiarse de la potencialidad vinculante transmitida por los padres, el hijo tiene que realizar muchos
trabajos psíquicos durante la infancia y la adolescencia, para construir y conquistar las categorías de vínculo
y de alteridad. Que un sujeto construya la categoría de alteridad implica que pueda considerar al otro en su
diferencia: con un cuerpo separado y deseo diferente. Implica asumir la diferencia del otro y la propia.
La primer experiencia que tiene el infante del otro se juega en un registro pictogramático, de sensaciones
corporales. Es función del otro sostener la presencia, y tmb la diferencia, condición necesaria para la
búsqueda del placer en la vida. En la continuidad del vínculo de apego es imprescindible que se ponga en
juego la diferencia, la ausencia, la distancia del cuerpo del otro inaugurando una falta, un movimiento q
descompleta y posibilita la creación de la fantasía y el deseo. Allí reside el primer registro de la alteridad, al
modo de una diferencia sensorial. Lo extraño
La constitución de la categoría del extraño implicaría una primera simbolización de la diferencia, de la
alteridad del sujeto. Se conceptualizan 3 momentos:
1) El primer tiempo del proceso de reconocimiento de uno mismo es el de no tener rostro. La falta
implica todo el vacío de constitución.
2) El segundo tiempo es el de tener el rostro de la madre. Este momento está fundado en inclusiones
recíprocas. El sujeto es lo que percibe. No hay distancia ni diferencia entre el sujeto y el otro (la madre). 3)
El tercer tiempo se define por la percepción del rostro del otro como otro. Ya se percibe y registra la
diferencia. Esto inaugura la posibilidad de ser diferente de la madre.
35
Estadio del espejo
Cuando el sujeto llega a reconocerse en la imagen especular, ya porta con la experiencia de la teoría del
rostro, con la constitución de la categoría de lo extraño. Esta imagen no crea la alteridad, sino que confirma
al sujeto en su alteridad primordial. A través de ésta vuelve a convertirse en el otro que fue antes y que
nunca dejó de ser.
La alteridad del propio cuerpo en el entretiempo puberal-adolescente
El cuerpo erógeno de la infancia empieza a constituirse desde el deseo de los padres, de los otros. El trabajo
puberal-adolescente desordena lo infantil y da lugar a lo nuevo. El cuerpo sexuado interrumpe como algo
extraño. El adolescente podrá investir su cuerpo, tatuarlo, pintarlo y vivenciarlo con placer. Podrá contar con
el grupo de pares como soporte de la función del espejo: otros en quienes reconocerse e identificarse.
Cuando en la subjetividad predominan procesos de metamorfosis, se vivencia como la emergencia de algo
monstruoso q aterra, desgarra o fragmenta el cuerpo. Esto daría cuenta de un fracaso en la constitución de
la categoría de lo extraño, y todo lo ajeno o lo altero de si mismo o del otro produciría desorganización y
angustias masivas. En cambio cuando predominan en la subjetividad procesos de transformación, los
cambios del cuerpo se vivencias con inquietud y extrañeza, pero sin perder la mismidad del sujeto.
La vulnerabilidad caracteriza a la subjetividad durante el entretiempo del proceso puberal-adolescente.
Sentirse ajeno a sí mismo y al otro. Esto puede leerse en cualquier producción saludable adolescente. La
extrañeza q les genera darse cuenta de q ya no son lo q eran, no saben aun como van a ser. El viejo
caparazón podría entenderse como la imagen del cuerpo infantil q ya no le sirve al joven, y del cual
él y la familia deben desprenderse. El nuevo caparazón seria el cuerpo sexuado, cuerpo vincular q
solo se construye en el encuentro con el otro.
Cuerpo sexuado vincular:
El entretiempo puberal-adolescente implica trabajos psíquicos y un trayecto de recorrido de encuentros y
desencuentros con los otros donde el adolescente se confronta con la oportunidad de retomar todas las
categorías transmitidas y conquistadas en la infancia y apropiarse de una nueva categoría q las suplementa:
el cuerpo sexuado vincular.
La iniciación sexual en la adolescencia marca un antes y un después en la subjetividad. Es un
acontecimiento donde con el otro se escribe el cuerpo genital, donde la vivencia de satisfacción se
transforma en vivencia del orgasmo, y se escribe la alteridad del otro: sus diferencias corporales, de
género y desiderativas. Encuentro vincular con el otro donde aquella originaria diferencia q inauguro la
categoría del extraño en la infancia (tener un cuerpo, un rostro diferente y separado del otro); se
revisita, des-ordena, y supera inaugurando diferencias más complejas inherentes a la verdadera
intersubjetividad: el otro se constituye en su alteridad como sujeto de deseo. Pero esto no ocurre de
una vez y para siempre, ni en un solo encuentro, sino q requiere de una búsqueda, una conquista y un
pasaje donde los encuentros con el otro, en la potencialidad saludable, dejan de ser relaciones de
objeto y devienen vínculo.
El puber-adolescente realiza un arduo trabajo de desinvestir a los padres y ponerlos en falta: los
contradice, los desautoriza, los confronta. Primer movimiento q se produce no sin angustia, q intenta
bordear la falta q habilita al sujeto. Salen al espacio relacional extrafamiliar ávidos de crear vínculos
nuevos y diferentes q releven a lo familiar; pero paradójicamente buscan con urgencia encontrar en
las parejas y en los amigos, otros q los completen, q pueda borrar la angustia q anuncia la
emergencia de la falta inherente a todo sujeto.
Dentro de la lógica del proceso originario, no se registra al otro en su alteridad, sino q la urgencia pulsa por
capturar al otro como objeto, desprovisto de subjetividad. Pero en un proceso saludable, la fuerza de lo
originario puberal q pulsa, se entrelaza con el trabajo psíquico del adolescente, q contrariamente pulsa por
sublimar, simbolizar aquello enigmático q enamora del otro marcando su alteridad y su subjetividad. En un
proceso saludable se construye la categoría de cuerpo sexuado vincular cuando el encuentro intersubjetivo
con el otro deviene vínculo, y esto sólo es posible si ambas subjetividades inscriben algo de la falta que los
define como sujetos. Inscribir la falta, la alteridad del otro y de si mismo como sujeto, no se produce
sin angustia; pero es un pasaje necesario para acceder al deseo y a la dimensión ética q implica el
reconocimiento del otro como sujeto.
Este pasaje entre relación de objeto y vínculo, entre tomar al otro como cuerpo objeto de goce o como
provisto de subjetividad; es lo q señala la diferencia entre sexualidad saludable y lo patológico de la
perversión: considerado el ejercicio del goce sobre el cuerpo del otro desubjetivado. El perverso, hace uso
del cuerpo del otro, gozando del sufrimiento y desbastando su subjetividad.

36
PIERA AULAGNIER:
El proceso de historización sirve para armar la temporalidad, para organizar una continuidad entre pasado
presente y futuro. La historia se va construyendo a lo largo de toda la vida, siempre está abierta. Va tomando
materiales desde la infancia, en principio se construye con la contribución de los padres. El sujeto va a tener
que apropiarse de los materiales de su historia para hacerla propia, va a tener que resignificar los sucesos
significantes. El sujeto arma su autobiografía, formando un cofre de recuerdos de representaciones
significantes (fondo de memoria).
Entre las tareas reorganizadoras propias a ese tiempo de transición que es la adolescencia, Piera
considera que tiene un rol determinante ese trabajo de poner en memoria y de poner en historia gracias
al cual, un tiempo pasado, y como tal perdido, puede continuar existiendo psíquicamente en y por esta
autobiografía, obra de un Yo historiador. Autobiografía que jamás es terminada, en la cual pueden hacerse
modificaciones y también desapariciones.
En el curso del tiempo de la infancia el sujeto deberá seleccionar y apropiarse de los elementos
constituyentes de ese fondo de memoria gracias al cual podrá componer su autobiografía.
Piera separa el recorrido que sigue el adolescente en dos etapas:
a) Una primera durante la cual deberán seleccionarse, ser puestos al amparo del olvido, los
materialesnecesarios para la constitución de ese “fondo de memoria” garante de la permanencia
identificatoria de lo que uno deviene y de lo que continuará deviniendo, y por allí de la singularidad de su
historia y su deseo
b) Una segunda que prepara la entrada a lo que se califica de edad adulta. La puesta en lugar, a partir
deese pasado singular del panorama de sus elecciones y de los límites.
Tanto una como otra son dependientes, son el corolario de este otro trabajo psíquico que las acompaña: la
constitución de lo reprimido. Lo recordado y lo recordable de la infancia son función del éxito o el fracaso
del trabajo que incumbe a la instancia represora.
Según Piera, el aparato psíquico se constituye a partir del intercambio que el niño establece con el
adulto que lo asiste. La madre (o quien cumpla esa función), a través de un vínculo de amor y
dependencia, fija las normas de acceso al placer alrededor del cual el andamiaje psíquico comienza
a desarrollarse. En la niñez, y también en la adolescencia, el aparato psíquico está en vías de constitución.
La actividad psíquica según Piera está conformada por el conjunto de tres procesos: originario, primario
y secundario. Estos tres modos de funcionamiento psíquico no están presentes desde un primer
momento, sino que se suceden temporalmente y cada uno de ellos incide en los posteriores. Están
vigentes durante toda la vida.
 Proceso originario: Es el primer proceso que comienza a funcionar en el recién nacido a partir
de la necesidad psíquica de reconocer la cualidad placentera o displacentera de los estímulos
que le llegan. El tipo de información que le llega a partir de los sentidos es una información
libidinal: presencia o ausencia de placer. Este proceso se rige por el postulado del
autoengendramiento, es decir, que la vivencia del bebé, es que él es quien crea el estado de
placer y el objeto causante del mismo: el pecho materno.
La actividad que representa al proceso originario es el pictograma: pintura, sello de este encuentro
inaugural del recién nacido con la madre, y el encuentro de este naciente aparato psíquico con su
propia corporeidad. El concepto de pictograma conlleva una equivalencia entre representante y
representado, en donde no hay diferenciación entre zona y objeto. El pictograma es una
representación zona-objeto complementaria, ej: boca-pecho. Es la representación de la experiencia
inaugural de placer que deja marcas de procesamiento psíquico. Si las marcas se instauran bajo el
signo de placer, zona y objeto se fusionan, (boca-pecho) y se inscribe un pictograma de fusión,
pictograma de signo positivo que promueve un efecto de ligadura e integración psicosomática, bajo
la representación de Eros. Por el contrario si prevalece el displacer, originado en la ausencia del
objeto, o en su inadecuación por exceso o por defecto, lleva a la inscripción de un pictograma de
rechazo. Pictograma de signo negativo que conlleva un desinvestimento de la representación zona-
objeto complementaria. Desligadura. Tánatos.
 Proceso primario: En este segundo momento de organización del psiquismo, la actividad
representativa preponderante es la fantasía. Es una actividad psíquica que se caracteriza por la
realización imaginaria de deseos para evitar el sufrimiento producido por la ausencia del vínculo
inicial constituyente (juego del carretel Fort-Da). La separación y el reconocimiento del mundo
externo se concreta cuando la mirada y el placer de la madre se depositan en otro lugar, distinto
al lugar que se le otorgó al niño. Así, le impone al niño la existencia de otros espacios. Mediante
la fantasía el niño se apropia de dichos espacios, los reproduce, y considera que los posee. Este
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proceso comienza a funcionar a partir de la necesidad de reconocer la existencia de un espacio
separado del propio. Durante el proceso primario, las funciones parentales son las únicas
referencias certeras. Sin embargo, para que el yo pueda advenir y acceda a un mayor nivel de
autonomía se requiere un quiebre de éstas.
 Proceso secundario: Este tercer momento de constitución del psiquismo del niño se caracteriza
por la aproximación del mismo a una diversidad de acontecimientos sociales, como el contacto
con pares, los conocimientos escolares, etc. La representación que caracteriza este periodo es
la representación ideica o enunciado. Aquí se instalan el desarrollo del lenguaje y del
pensamiento. El pensar, como actividad representativa compleja, es comprendido como un
proceso que tiende a la reedición de situaciones placenteras. El movimiento libidinal inaugural
es el que marca el sentido que adquieren los sucesivos movimientos de investimento que se
concretan en el campo socio-cultural.

Se reconocen tres dimensiones de la subjetividad:


- intrapsíquica conjunto de representaciones inconscientes que conforman el mundo interno del sujeto -
intersubjetiva-intergeneracional intercambio vincular que se establece entre padres e hijos y pares, el
mundo relacional del sujeto
- transgeneracional lazo de unión con la cadena generacional, abuelos.

La pertenencia a una familia, la inscripción a una genealogía, implica la puesta en marcha de ciertos trabajos
psíquicos que tienden a promover la investigación histórica familiar, entre ellos se mencionan:
o La construcción de la escena originaria: Conjunto de operaciones psíquicas que realiza el niño para
poder historizarse ligado a los padres, ubicándose como causa y consecuencia, une a los padres entre sí y
con él mismo. La escena originaria se constituye como una alianza simbólica que une dos líneas
genealógicas distintas. Es una construcción imaginaria que realiza el niño de modo anticipatorio, respecto
de la unión entre ambos padres y de la relación de ambos con él. o Trabajo de filiación - afiliación: Un
trabajo elaborativo de aquello recibido, heredado, y entonces también un desasimiento. El niño debe
metabolizar que los padres forman parte de un grupo que los antecede, y que ese grupo tiene una historia
a la cual debe articular la suya. o Contrato narcisista: Provee referentes a partir de los cuales el proceso
identificatorio se define. Es una operación simbólica cuya función está vinculada al encadenamiento
generacional. Cada sujeto es eslabón de una cadena generacional. Se definen dos funciones, que hacen
referencia a la temporalidad, las figuras del Ancestro y el Sucesor.
Dos dimensiones de la historización: por un lado, la figura del Ancestro, categoría simbólica que agrupa los
mitos de origen, que se transmiten desde una generación a otra, por ejemplo valores, ideologías, emblemas.
Por otro lado, el Sucesor, representado en la figura del porvenir (el hijo que advendrá). Estos mitos de origen,
se constituyen como anclajes, le permiten al grupo tener una referencia compartida al pasado, un lugar de
memoria en común. Se signa un contrato que garantiza que los nuevos integrantes reproduzcan los mitos
en común, promoviendo la continuidad del grupo al cual pertenecen; a cambio, el grupo le otorgará al
sucesor un lugar en el entramado familiar que lo anuda a las generaciones precedentes. Al inscribirse esta
categoría, el niño obtiene una certeza sobre el origen y accede a la historicidad.
El hijo es el soporte narcisista del grupo: el concepto de contrato narcisista ubica claramente que la
función de la familia es dar un lugar al nuevo integrante filiándolo a la cadena generacional, proyectándole
ideales, valores que porta el grupo. Contrato que implica para el hijo la función de continuar la trascendencia
del grupo en una nueva generación.
PORTAVOZ :
Piera sitúa la figura de la madre como vocera de la genealogía, vocera de los enunciados identificatorios.
La madre es la portavoz de las representaciones ligadas al padre, es portavoz del discurso
sociocultural al que pertenece la pareja parental y sus propias familias de origen. Los enunciados
emitidos por la voz materna son tomados por el niño y constituyen el yo parental.
Cuerpo imaginado o sombra hablada:
Para Piera, la dimensión de la historia se inicia antes del nacimiento del niño. Antes de nacer un niño, el
grupo familiar imagina y simboliza anticipando el cuadro posible de esa subjetividad por venir. Piera
Aulagnier ha conceptualizado categorías como cuerpo imaginado o sombra hablada, que dan cuenta de
este trabajo anticipado de las funciones parentales sobre el niño. Son conceptos que toma la autora para
dar cuenta del conjunto de enunciados que son testimonio del anhelo maternal concerniente al niño.
La madre inviste al niño representándolo; arma una envoltura psíquica indispensable y necesaria
para ubicarse como tal. No hay cuerpo psíquico sin esa historia, que es su sombra hablada.
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Esto nos lleva a otro concepto que Piera denomina VIOLENCIA PRIMARIA, que es constitutiva del
aparato psíquico del bebé. Las palabras y los actos maternos se anticipan siempre a lo que el niño
puede conocer de ellos. La madre siempre anticipa lo que necesita su bebé. Piera conceptualiza como
violencia esta acción anticipatoria y necesaria dado el grado de dependencia, que presenta el recién
nacido y su imposibilidad de autonomía subjetiva. Este acto materno es estructurante para el devenir
subjetivo del niño. La violencia primaria es la que rige el contrato narcisista: el grupo transmite al niño la
potencialidad vinculante inherente a todo vínculo. Potencialidad vincular implica una capacidad con que
cuenta el grupo de no definir el vínculo por lo preestablecido, y dejar en suspenso la posibilidad de que el
niño sea diferente, altero, imposible de definirse ya que está “por venir”.
La VIOLENCIA SECUNDARIA representa un exceso perjudicial y nunca necesario para el
funcionamiento del yo. Se le impone al niño una elección, un pensamiento, motivados por el deseo materno.
Este exceso si se consuma, anula la capacidad de pensamiento autónomo del niño. Este acto materno
implica una imposibilidad de reconocer al otro en su dimensión de alteridad. El psiquismo del niño
es colonizado por un imperativo materno arrasante. Conlleva a la instalación de ciertas condiciones para
el desarrollo de la enfermedad. En este caso, el niño es candidato a ser tomado como objeto de proyección
de los otros y el espacio intersubjetivo deviene relación de objeto. La violencia secundaria no es necesaria.
La madre se apropia del psiquismo de su hijo, y quiere que haga lo que ella desea. Ejemplo: pq estudiaste
medicina si yo quería que estudiaras… No reconoce que el hijo es algo diferente de sí. La subjetividad por-
venir quedaría reducida a repetir un cuadro ya pincelado por las generaciones anteriores, sin que hubiera
permiso para la transformación.
El espacio intersubjetivo entre un hijo y quienes sostienen las funciones parentales puede advenir relación
de objeto o vínculo. El primero ocupa un lugar de objeto de proyecciones de los otros; mientras que el
vínculo deviene cuando aún cumpliendo el grupo con la función de transmisión, aloja a la subjetividad
naciente como un sistema abierto.
Al transmitir el grupo la función de la potencialidad vinculante, también transmite algo de la esencialidad
del sujeto: su falta, la falta inherente a todo sujeto, que habilita el movimiento deseante de búsqueda y
construcción. La falta del sujeto, es el motor de toda producción subjetiva.
Para apropiarse de la potencialidad vinculante transmitida por los padres, el hijo tiene que realizar muchos
trabajos psíquicos durante la infancia y la adolescencia, para construir y conquistar las categorías de vínculo
y de alteridad. Que un sujeto construya la categoría de alteridad implica que pueda considerar al otro en su
diferencia: con un cuerpo separado y deseo diferente. Implica asumir la diferencia del otro y la propia.
La primer experiencia que tiene el infante del otro se juega en un registro pictogramático, de sensaciones
corporales. Es función del otro sostener la presencia, y tmb la diferencia, condición necesaria para la
búsqueda del placer en la vida. La distancia del cuerpo del otro posibilita la creación de la fantasía y el
deseo. Allí reside el primer registro de la alteridad, al modo de una diferencia sensorial.

La categoría del tiempo en la adolescencia:


Para crear un proyecto futuro es necesario anclar en el pasado infantil. El devenir del sujeto no es sin historia.
Investir el pasado para enfrentar el futuro es una tarea del yo en la adolescencia. La creación de la propia
historia implica un trabajo psíquico de pasaje de firma, de desasimiento del discurso de los
progenitores. Un pasaje de firma, de la escritura de los padres, a la construcción de la propia biografía. En
la infancia la identidad se construye con los padres como coautores de la biografía, en la adolescencia, el
yo es el único autor de su historia. Si hubiera dificultades, podría explotar una patología.
Piera conceptualiza la existencia de tareas de reorganización, trabajos de poner en memoria y en historia el
tiempo pasado. Hay un permanente trabajo de construcción y reconstrucción de un pasado vivido, a cargo
de un “yo historiador”. El adolescente descubrirá que, al igual que su padre, es un eslabón más de la cadena
genealógica. El adolescente sólo podrá construir un futuro si ha podido investir su pasado. Las
identificaciones que cobran importancia en la adolescencia dependen de encuentros extrafamiliares: tiempo
de apertura hacia lo exogámico.
Piera postula la creación de un FONDO DE MEMORIA como un conjunto de representaciones psíquicas
que remite a aquello conservado en la memoria del sujeto de la historia infantil. El fondo de memoria,
se presenta como un cofre que guarda aquellas experiencias valiosas, por la intensidad afectiva que
conllevan, para evitar el desinvestimiento, el olvido de las mismas.
El fondo de memoria:
- Es el garante del registro identificatorio: le garantiza al yo certezas que le asignan un lugar en el
sistema de parentesco y el orden genealógico al cual pertenece, dándole mismidad y continuidad al yo a
pesar del cambio permanente.
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- También le garantiza un capital fantasmático: el cual está conformado por un caudal de
representaciones que Piera denomina conclusivas. Las mismas se fijan y depositan en la memoria bajo la
forma de recuerdo. Los recuerdos son las inscripciones psíquicas que se construyen a partir del encuentro
con el otro.
Se define a este capital fantasmático, como el conjunto de improntas afectivas, producto de las primeras
experiencias a las cuales el sujeto va a recurrir para investir lo nuevo. Es un anclaje afectivo, que posibilita
la conformación del espacio relacional; donde se ubican las elecciones de objeto por fuera del mundo
familiar. El capital fantasmático decidirá lo que formará parte de su deseo y lo que quedará rechazado. La
subjetividad se constituye a partir del encuentro con otros. El registro identificatorio y el espacio relacional
se acompañan interactuando en una dialéctica permanente. Ambos constituyen lo reprimido. La constitución
de lo reprimido, es el trabajo psíquico que define lo recordable de lo no recordable. El fondo de memoria
por otra parte, marcará lo modificable y lo no modificable en el psiquismo, a través de dos principios:
PRINCIPIO DE PERMANENCIA y PRINCIPIO DE CAMBIO. Ambos funcionan en alianza, están
entrelazados y rigen el registro identificatorio y el espacio relacional.
En el armado del proyecto identificatorio hay pilares fijos, sobre los cuales el yo edifica su historia,
sirviéndose de las identificaciones simbólicas, que funcionan como certezas inamovibles que remiten a los
orígenes familiares, y vinculan al sujeto con su historia familiar e infantil (principio de permanencia). Pero
otra parte de la biografía es móvil, está abierta a descubrir y explorar lo nuevo. Los nuevos espejos en los
cuales poder mirarse están representados por el mundo relacional del sujeto adolescente, son
identificaciones cambiantes, móviles, acordes a un entretiempo puberal-adolescente volcánico e inquieto
(principio de cambio).
El proceso identificatorio, regido por los principios de permanencia y cambio, comienza antes del nacimiento,
con la anticipación de la familia; los enunciados identificatorios (que provienen del portavoz: madre).
De la genealogía al proyecto identificatorio:
El adolescente realizará un trabajo de investigación histórica familiar. Se requiere hacer base en la
cadena generacional. Este trabajo de historización se funda en una creación-interpretación del pasado para
dirigirse hacia el trazado del porvenir. El grupo familiar deberá ser contextuado en lo socio-cultural. Piera
define el proyecto identificatorio como los enunciados por los cuales el sujeto define su anhelo
identificatorio, su ideal, lo que se propone de sí mismo. El proyecto identificatorio remite al armado del ideal
del yo; el cual se ha constituido por identificación a los progenitores. El adolescente interiorizará propuestas
identificatorias modeladas desde los padres y desde lo epocal. Del grupo de pares extraerá nuevas
propuestas identificatorias.
La transmisión de la vida psíquica entre las generaciones posibilita la conservación del capital cultural y de
la historia (vertiente saludable que refiere a una herencia positiva), pero también en algunos casos, impone
al psiquismo el trabajo de tener que elaborar lo no tramitado por generaciones anteriores (vertiente
patológica, herencia negativa vinculada a la incorporación de contenidos encriptadas).

Sobre la transmisión psíquica-Duek:


Piera sostiene que al analizar Freud las teorías sexuales infantiles, demostró el papel decisivo que juegan
las preguntas acerca del origen de los niños, descubrimiento que lo conduce a otra: la propia posibilidad de
esconder al otro una parte de los propios pensamientos.
El derecho a mantener pensamientos secretos debe ser una conquista del yo, el resultado de una victoria
de autonomía del niño, la inevitable contradicción del deseo materno a su respecto. Lucha que se dirime en
el proceso puberal-adolescente. Ciertos pensamientos secretos tienen como único fin aportar al yo la prueba
de autonomía de los otros.
Los secretos familiares, como episodios ocurridos en la historia transgeneracional o en el presente de una
familia, información compartida por los miembros y silenciada. Algunas familias quedan estructuradas en
torno a secretos grupales, sus miembros nunca deben referirse a lo que saben, evitando así la
desintegración familiar. Se sabe que pasa algo, pero no se tiene la posibilidad de mencionarlo. La
información secreteada tenderá a transmitirse y retornar, produciendo efectos en el seno de la pareja o la
familia.

La alteridad del propio cuerpo en el entretiempo puberal-adolescente (Soler):


El cuerpo erógeno de la infancia empieza a constituirse desde el deseo de los padres, de los otros. El trabajo
puberal-adolescente desordena lo infantil y da lugar a lo nuevo. El cuerpo sexuado interrumpe como
algo extraño. El adolescente podrá investir su cuerpo, tatuarlo, pintarlo y vivenciarlo con placer. Podrá

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contar con el grupo de pares como soporte de la función del espejo: otros en quienes reconocerse e
identificarse.
Cuando en la subjetividad predominan procesos de metamorfosis, se vivencia como la emergencia de algo
monstruoso q aterra, desgarra o fragmenta el cuerpo. Esto daría cuenta de un fracaso en la
constitución de la categoría de lo extraño, y todo lo ajeno o lo altero de si mismo o del otro produciría
desorganización y angustias masivas. En cambio cuando predominan en la subjetividad procesos de
transformación, los cambios del cuerpo se vivencias con inquietud y extrañeza, pero sin perder la
mismidad del sujeto.
La vulnerabilidad caracteriza a la subjetividad durante el entretiempo del proceso puberal-adolescente.
Sentirse ajeno a sí mismo y al otro. Esto puede leerse en cualquier producción saludable adolescente. La
extrañeza q les genera darse cuenta de q ya no son lo q eran, no saben aun como van a ser. El viejo
caparazón podría entenderse como la imagen del cuerpo infantil q ya no le sirve al joven, y del cual
él y la familia deben desprenderse. El nuevo caparazón seria el cuerpo sexuado vincular q solo se
construye en el encuentro con el otro.

Cuerpo sexuado vincular:


El entretiempo puberal-adolescente implica trabajos psíquicos y un trayecto de recorrido de encuentros y
desencuentros con los otros donde el adolescente se confronta con la oportunidad de retomar todas las
categorías transmitidas y conquistadas en la infancia y apropiarse de una nueva categoría q las suplementa:
el cuerpo sexuado vincular.
La iniciación sexual en la adolescencia marca un antes y un después en la subjetividad. Es un
acontecimiento donde con el otro se escribe el cuerpo genital, donde la vivencia de satisfacción se
transforma en vivencia del orgasmo, y se escribe la alteridad del otro: sus diferencias corporales, de
género y desiderativas. Encuentro vincular con el otro donde aquella originaria diferencia q inauguro la
categoría del extraño en la infancia (tener un cuerpo, un rostro diferente y separado del otro); se
revisita, des-ordena, y supera inaugurando diferencias más complejas inherentes a la verdadera
intersubjetividad: el otro se constituye en su alteridad como sujeto de deseo . Pero esto no ocurre de
una vez y para siempre, ni en un solo encuentro, sino q requiere de una búsqueda, una conquista y un
pasaje donde los encuentros con el otro, en la potencialidad saludable, dejan de ser relaciones de
objeto y devienen vínculo.
El puber-adolescente realiza un arduo trabajo de desinvestir a los padres y ponerlos en falta: los
contradice, los desautoriza, los confronta. Primer movimiento q se produce no sin angustia, q intenta
bordear la falta q habilita al sujeto. Salen al espacio relacional extrafamiliar ávidos de crear vínculos nuevos
y diferentes q releven a lo familiar; pero paradójicamente buscan con urgencia encontrar en las parejas y en
los amigos, otros q los completen, q pueda borrar la angustia q anuncia la emergencia de la falta inherente
a todo sujeto.
Dentro de la lógica del proceso originario, no se registra al otro en su alteridad, sino q la urgencia pulsa
por capturar al otro como objeto, desprovisto de subjetividad. Pero en un proceso saludable, la fuerza de lo
originario puberal q pulsa, se entrelaza con el trabajo psíquico del adolescente, q contrariamente pulsa por
sublimar, simbolizar aquello enigmático q enamora del otro marcando su alteridad y su subjetividad.
El pasaje entre relación de objeto y vínculo, entre tomar al otro como cuerpo objeto de goce o como provisto
de subjetividad; es lo q señala la diferencia entre sexualidad saludable y lo patológico de la perversión. El
perverso, hace uso del cuerpo del otro, gozando del sufrimiento y desbastando su subjetividad.

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