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Guillermo Orozco Gómez

Presentación

Maestro, en las paginas siguientes encontraras una argumentación para tomar en serio a los medios de comunicación Esta
discusión esta dividía en tres partes.

La primera: Los medios de comunicación frente a la escuela, ofrece una discusión sobre algunas opiniones y actitudes a
favor y en contra de vincular los medios at aprendizaje de los niños en el aula. En la segunda parte: Los maestros frente a
los medios se presenta una serie de posibilidades para el trabajo pedagógico con los medios y se discuten dos perspecti-
vas sobre las nuevas tecnologías de información y su aprovechamiento educativo.

En la última parte: Los maestros frente a la comunidad educativa se sostiene la necesidad de asumir un papel como mediadores
entre los medios de comunicación, los niños y la escuela y se ofrecen más razones para comenzar esta "mediación" desde
el aula.

Quizá el reto mayor que enfrentamos los maestros en este fin de siglo es hacer de los medios de comunicación alia-
dos en vez de enemigos en nuestra práctica docente. De no enfrentar este reto, dejaremos que la escuela siga pe-
riendo relevancia como institución educativa; pero, lo que es peor, nosotros mismos iremos perdiéndola como
formadores de los hombres del mañana.

La tarea que tenemos por delante es vasta y compleja, pero posible de irse realizando. Implica modificaciones a distintos niveles
del sistema educativo, desde el aula, hasta los organismos de toma de decisiones. Pero sobre todo implica de nosotros apertura y
disposición.

Ya lo decía el sabio filósofo y educador John Dewey a principios de este siglo:

Cuando lo que los alumnos aprenden fuera del aula incide en su aprendizaje en la escuela, es obligación del maestro tomar
en cuenta ese aprendizaje.

Ante la proximidad del año 2000, el pensamiento de este gran educador adquiere especial importancia ya que vamos cons-
tatan do que cada día mas lo que se constituye en referente de nuestros alumnos y va moldeando sus conocimientos, acti-
tudes y valores tiene que ver con lo que ven y escuchan en los distintos medios de comunicación y en especial en la televisión.

Sabemos, gracias a resultados de investigaciones realizadas en México y en todo el mundo, que los niños en edad escolar pasan
más horas frente al televisor que frente al pizarrón en el salón de clases. La edad del niño es un buen productor de
su consumo televisivo. Muy pronto aprende a ser televidente, a los 2 anos comienza su "televidencia" y a los 10 años,
cuando esta en el cuarto grado, es cuando más ve TV, a veces hasta 6 horas diarias. (Orozco, 1989. Revista Umbral XXI.
UIA, México).

Sabemos también que al terminar su educación básica, los niños mexicanos han estado en contacto cientos de horas más
con diversas fuentes y medios de comunicación que con los libros de texto o cualquier otro material instructivo.

El estrato socioeconómico del niño es también un buen indicador de su consumo de medios. Mientras más pobre, menos
opciones de diversión tiene y pasa más horas frente al televisor. (M. Charles, 1986. UIA, México).

Nos damos cuenta, además, que la memoria de nuestrosalumnos esta mas Llena de todas esas informaciones que han ido
asimilando fuera del aula, que de aquellas que sus maestros les enseñamos. Por ejemplo, recuerdan de memoria las canciones y to-
nadillas de los comerciales, los nombres de los personajes de los programas deTV y se saben los chismes de los artistas. En cambio,
difícilmente recuerdan las estrofas del Himno Nacional, o los nombres de los presidentes de México, o de los estados de la República
y sus capitales, no obstante que este conocimiento es parte de la enseñanza.
Conforme crecen, los niños van cambiando de gustos y preferencias por los medios. Los más pequeños ado-
ran la TV, los más grandecitos, las historietas cómicas y las películas, los adolescentes prefieren la radio o las foto-
novelas. Y para el año 2000, los videojuegos serán los medios más populares entre todos, sin importar la edad.
(Charles y Orozco, 1992. La educación para los medios. UNESCO).

¿Que está pasando con la educación escolar?

Los padres de familia y los maestros nos percatamos, a veces con sentimiento de frustración, que además de que los conocimientos
de la escuela les son menos relevantes a nuestros niños, muchos de los mensajes transmitidos por los me-
dios de comunicación promueven valores y actitudes que no coinciden con los vertidos en los libros de texto. Por
ejemplo, los anuncios y varios -desgraciadamente cada vez más- programas de concursos, de aventuras y de
caricaturas, los están invitando continuamente al consumo.

Y en los libros de texto y en general en la escuela queremos fomentar el ahorro en los niños, para que desde
pequeños vayan aprendiendo a valorar el dinero y el esfuerzo que cuesta ganarlo.

Cada vez más los medios de información le hacen la competencia a la escuela. Sus contenidos no solo no coinciden siem-
pre con los de la escuela, sino que muchas veces hasta los contradicen. No
Obstante, esos contenidos parece ser más relevantes Para los niños, que aquellos que les transmiti-
mos en la escuela. La interrogante que tenemos frente a nosotros de seguir las tendencias actuales:

¿Quien será el educador de nuestros niños en el año 2000?

Actualmente, no es posible soslayar la presencia creciente de los medios de comunicación en la vida diaria de todos. Nadie
escapa a alguno de sus mensajes. Hasta en las aéreas mas recónditas del país llega un canal de TV, varias estaciones
radiofónicas o simplemente se puede rentar en el poblado más cercano algún video para ser visto en la videocasetera de
alguno de los de la comunidad. Pero sobre todo nadie se escapa de aprender de los múltiples mensajes de los medios. Nos
guste o no, de los medios se aprende, y mucho, aunque sus mensajes no llevan el objetivo explícito de enseñar.

La paradoja educativa que nos desafía en el umbral del siglo XXI, es precisamente lo que muchos maestros y padres de
familia hemos expresado alguna vez, los medios no educan, pero los niños si aprenden de ellos.

Una intervención apremiante si, los maestros somos los primeros en percibir que los niños -para bien o
para mal- aprenden mucho de los contenidos de los medios de información, en especial de la programa-
ción televisiva. Pero no de aquella que se designa como programación educativa, sino de los programas de
entretenimiento, aventuras o de los mismos comerciales. No obstante la constatación de que los niños si
aprenden de los medios, los maestros nos resistimos a darles a los medios legitimidad o licencia para enseñar, más
bien los maldecimos. Nadie podría negar que mucho de los mensajes de los medios que aprenden los niños tengan relati-
vo valor formativo. Algunos mensajes no sirven de mucho y, lo que es peor, algunos hasta son dañinos de alguna manera.
Pero, afortunadamente, no todo lo que nos ofrecen los medios es negativo. Por ejemplo, a través de los medios sabemos
de otros pueblos, otros lugares, otras maneras de pensar, que de otra forma nunca conoceríamos.

En parte porque vemos que hay mucha violencia innecesaria en la programación televisiva, que solo algunos puntos de vista se
ofrecen en las noticias, que hay censura a las ideas críticas, que la mayoría de los programas son muy superficiales, que
hay demasiados comerciales que emboban a los niños; es que somos tan severos con la televisión.

Pero en parte también lo somos, porque tenemos un concepto restringido y celoso de lo que es educativo, como
solo aquello que es instructivo. Más aun, muchas veces valoramos como formativo solo aquello que nosotros tratamos de
enseñar a nuestros alumnos y descalificamos las perspectivas que no concuerdan con la nuestra.

Tenemos que vencer dos actitudes arraigadas: una, la de considerar que todo lo que nos dan los medios es negativo para
la educación de los niños. Y dos, que es educativo solo aquello que tratamos de enseñarles nosotros.
Criterios y posibilidades

Traer o no los medios al aula según una investigación reciente, la mayoría de los maestros en México no estarían de acuerdo con
"traer los medios al aula" no obstante que reconozcan que algunos de sus mensajes puedan ser positivos para sus alumnos.
(Orozco, 1993). Estos maestros preferirían no mezclar a los medios con la escuela, sino justo mantenerlos alejados del
aula. Creen que la enseñanza se contaminaría.

En Francia se realizo una investigación para saber cual era la actitud predominante de los maestros frente a los medios
de información. En esa investigación se hizo evidente que aunque dominaban los maestros que no querían saber nada de los medios,
ni mucho menos vincularlos con su práctica docente, había un buen porcentaje, casi un 25%, que contestaron que de te-
ner las condiciones adecuadas en sus escuelas, podrían intentar hacer algo con los mensajes de los medios que estaban
influenciando a sus alumnos (Lusted y Drummond, 1985).

Sin embargo, solo una minoría de los maestros encuestados en Francia contesto que ellos definitivamente consideraban que "tenían
que dar cuenta" del aprendizaje que sus niños hacían de su contacto con los medios, para realmente ser ellos los que llevaran el control
de su educación.

En Inglaterra también se hizo un estudio similar y los resultados fueron más o menos los mismos (Masterman, 1991). Lo
importante, entonces, es reconocer que la opinión magisterial está dividida. Hay de todo, aunque predomina todavía el
sector que considera que entre los medios y la escuela no debería hacer ningún vínculo. Justamente, asumir la dirección
del proceso educativo de los niños es la gran razón para tratar de dar cuenta en el aula del aprendizaje de los diversos
medios de información realizado fuera de ella. Pero:

¿Cómo traer los medios al aula?

Básicamente existen tres maneras distintas, aunque complementarias, de vincular los medios masivos de información a la
educación escolar:
Como instrumentos didácticos como medios de expresión y como fuente de contenidos. Históricamente, el inicio del use
sistemático de algún medio de comunicación (además del libro) puede ubicarse en la Alemania del siglo XVIII cuando los
profesores traían sus periódicos para sus clases de ciencias sociales y discutían con sus alumnos de secundaria las no-
ticias y editoriales de los mismos.

En México hay una asociación que se llama "Prensa en la escuela" que precisamente busca diseñar diversas estrategias
y técnicas para incorporar el use del periódico como fuente de información y recurso didáctico en el salón de clases. Esta
asociación es parte de una internacional que ya tiene varios años funcionando en Canadá, España, Francia y los Estados
Unidos.

Los libros de texto no agotan lo que es posible enseñar. Son apenas una "probadita" de todo ese vasto conocimiento producido
por los seres humanos. No es posible esperar que en los libros venga todo. Además, los libros son solo material impreso.
Otros medios pueden hacer más versátil la presentación de información.

Además, la capacidad humana de comunicación no se agota en los lenguajes orales y escritos. El lenguaje de la imagen, ya sea
estática o en movimiento, es cada vez mas importante y usado. Más aun, algunos investigadores hasta sostie-
nen que el lenguaje video tecnológico moderno conlleva una lógica distinta a la de los anteriores y será el lengua-
je del futuro. Independientemente de su importancia en el próximo milenio, lo que si nos va quedando claro es
que el lenguaje televisivo conlleva una articulación distinta a la de los lenguajes escritos y visuales anterio-
res (Quiroz, 1993). Pero eso sí, no hay que irse con la finta. Los contenidos de Ios medios comerciales nunca
podrán sustituir al libro de texto, ni mucho menos al maestro. Al igual que todo contenido que sirve para la ense-
ñanza, los contenidos de los medios deben ser sancionados por Ios educadores. (G. Orozco, 1992. Educación
para los medios. UNESCO).

Los medios como instrumentos didácticos dentro de procesos educativos cumplen distintas funciones: diversificar la pre-
sentación de información, hacer más eficiente y eficaz el proceso de enseñanza aprendizaje, integrar distintas "aristas"
de los objetos del conocimiento, emplear diversos recursos, lenguajes y códigos para buscar un aprendizaje más integral.

Otra manera de traer los medios a la escuela es precisamente, como eso, como medios. Cada medio tiene su lenguaje
específico. Su forma particular de "orquestar" sus contenidos.

Cada medio tiene, además, géneros. La telenovela es un género televisivo. El reportaje es un género periodístico. Las
caricaturas es otro género. Cada género se distingue por una peculiar manera de "reorquestar" su mensaje.

Con la alfabetización a los medios se busca aumentar las destrezas comunicativas de la audiencia. Con analizar los conte-
nidos de los medios se pretende provocar lecturas, escuchas y televidencias más críticas, creativas y autónomas.

El esfuerzo pedagógico por el cual se aprovechan los lenguajes de los medios se conoce como alfabetización a los medios.
Según se trate, hay "telealfabetizacion", "radioalfabetizacion" o "computalfabetizacion", si lo que se busca es aprender a
manejar el lenguaje de las computadoras.

En Suiza y en Francia, primero, después en los Estados Unidosy posteriormente en España y en Chile, se hicieron varios curricular
para una manera particular de alfabetización televisiva. Se denominaron -en la década de los 80's- "curricula para fomentar
las destrezas del telespectador critico" (Charles y Orozco, 1990).

La otra manera de usar educativamente los medios es precisamente como fuentes de contenidos complementarios para
la información escolar. Este tipo de esfuerzo busca, principalmente, aprovechar toda la información que los medios codifi-
can y transmiten a sus públicos. El use de los contenidos cotidianos de los medios de comunicación en el aula implica un
análisis de mensajes.

¿Y con las nuevas tecnologías que?

Hacia el año 2000, otro de los grandes desafíos educativos que enfrentamos los maestros y la educación en general, es
que hacer ante la nueva y cada vez mas polifacética video tecnología.

Al igual que con los medios, tampoco es posible soslayar el desarrollo tecnológico de este fin de siglo. Cada vez más,
estamos presionados a tomar una posición frente a los adelantos técnicos. Pero hay dos perspectivas al respecto. La pri-
mera de ellas sostiene que a todo cambio tecnológico corresponde un cambio social y debería generarse uno educativo
en particular.

Pero en esta perspectiva, la educación siempre va atrás. Los que la sostienen dicen que ser moderno es incorporar los úl-
timos adelantos. La educación entonces es una variable dependiente del desarrollo. Estamos condenados a ser modernos.

En cambio, la otra perspectiva asume que la educación es la que debe influir en el desarrollo de la tecnología. Esta, es
entonces una variable dependiente del proceso pedagógico. No se tiene que aceptar que no por tener lo más avanzado en
tecnología, no seamos maestros retrógrados (Orozco, 1993).

Según el Congreso de Edimburgo patrocinado por la UNESCO en 1981 sobre el tema de las nuevas tecnologías en la
educación, se definieron dos grandes criterios que parecen muy útiles para saber que position asumir:

Criterio 1: Conviene incorporar la nueva tecnología a la educación para hacer solo aquello que no se puede hacer de otra
manera, o cuando se puede hacer sustancialmente mejor. Por ejemplo, fue hasta que existió el cine que pudimos presentar
imágenes en movimiento a través de un medio.

Criterio 2: Lo más importante es la relevancia para el aprendizaje. Una mayor eficiencia en el proceso educativo alcanzada por la
incorporación de una nueva tecnología, por ejemplo con la computadora, no siempre es lo más deseable pedagógica y socialmente.
No siempre es lo más relevante para los educandos. Esto significa que hay que evaluar en cada caso que es lo más con-
veniente para el proceso educativo: eficiencia en el proceso o significancia en el resultado. Lo anterior resulta aun mas
importante cuando sabemos que muchos alumnos, mientras más desarrollan ciertas destrezas triviales de procesamiento
de información gracias al use de la computadora, disminuyen o por lo menos no desarrollan en igual medida otras capaci-
dades de raciocinio e interpretación critica de la información procesada lógicamente (Orozco, 1993).

En el aprovechamiento tanto de los contenidos como de los lenguajes de los medios de comunicación, nuestro papel más que
de productores es de mediadores. El desafío es mediar adecuadamente para que todos obtengamos provecho de los
medios. El maestro del año 2000 tiene que ser un maestro mediador. Esto quiere decir simplemente asumir una position
activa, no pasiva entre los niños y los medios, y entre los medios y la escuela.

Si somos mediadores, podremos enfrentar el desafío de la recepción. No se trata solo de saber aprovechar educativamente
los contendeos y lenguajes de los medios masivos de información. Se trata de algo mss. Se trata de desarrollar:
Una pedagogía de la comunicación

Esta pedagogía es básicamente una estrategia para potenciar las destrezas tanto expresivas como receptivas de los ni-
ños. Se parte del sujeto aprendiz, en tanto sujeto comunicante y en tanto miembro de varias audiencias de los medios. El
objetivo que se persigue con esta pedagogía es estimular y fortalecer la competencia comunicativa de los niños. Es decir,
su capacidad para expresarse adecuadamente a través de diversos medios y técnicas de comunicación.

Los maestros no solo trabajamos frente a los niños en el aula, sino que tenemos una responsabilidad frente a los padres
de familia y frente al sistema educativo. A la vez, el sistema en su conjunto (autoridades de la SEP Y SNTE) y las familias
de nuestros alumnos tienen una responsabilidad ante nuestro papel y ante la educación de la niñez mexicana.

Otro de los grandes retos que nos depara el futuro es precisamente pugnar por tener mejores condiciones profesionales
para poder asumir nuestro papel de mediadores entre los medios, la escuela y los niños.

Cuando se trata de innovaciones siempre se pide al maestro disposición al cambio, apertura, actitud positiva. Está bien, pero, ante
la mediación requerida entre los medios de información, la escuela y los alumnos, el maestro requiere algo más que peticiones. El
maestro requiere mejores condiciones de tiempo, salarlo y capacitación para poder ser un mediador efectivo frente a los
niños.

Desgraciadamente, para muchos de los casi un millón de maestros mexicanos, sus condiciones laborales no les permiten
disfrutar de tiempo, ni siquiera para divertirse con los medios de información. Este es el primer problema que tenemos que
enfrentar y remediar. El Segundo problema es que, aun contando con algún tiempo de los maestros y su disposición para
mediar pedagógicamente la recepción de medios de sus alumnos, se requiere un adiestramiento en algunas técnicas y
estrategias de análisis de imágenes, contenidos y de procesos de recepción.

La lectura de esta serie de fascículos es un comienzo indispensable.

La educación para los medios: una responsabilidad compartida

Afortunadamente, a estas alturas del milenio ya hay enAmérica Latinan algunos materiales que pueden servir. Por ejemplo, se puede
consultar el Manual Latinoamericano de Educación para los Medios, editado por la UNESCO y por CENECA, un ins-
tituto de desarrollo de la comunicación de Chile. AN se reúne una evaluación de todas las experiencias que se han
hecho hasta ahora en nuestro continente, sus aciertos y errores, sus responsables. También se discuten temas de
fondo por especialistas, como el de enseñar a los niños a ser, televidentes activos. (En un apartado de la bibliografía de
este manual se enlistan algunos materiales producidos en México).

Pero lo que sigue haciendo falta es incorporar esta preocupación por mediar entre los medios ma-
sivos y los niños al libro de texto. AN es donde tenemos que hacer el primer cambio a nivel del
sistema.
En Australia, Inglaterra y recientemente en Chile, la Educación para los Medios es ya parte del curriculum de la escuela. No
fue sencillo institucionalizar esta preocupación, pero fue totalmente posible. Si en estos países lo hicieron, porque nosotros
no?

El segundo cambio necesario es en el Libro del maestro hace unos años, en 1990, en plena etapa de la Modernización Educativa
los responsables de hacer los libros de texto se percataron de una gran ausencia en esos textos, pues no se abor-
daban los medios masivos como objeto de estudio en el salón de clase. Sin embargo, el intento se quedo en
eso, intento, porque aunque se trabajo una sección en el Libro del Maestro, por alguna extraña razón esos libros
nunca se distribuyeron.

Hay que meter los medios al libro de texto y at libro del maestro también. En el debate mexicano sobre la reforma del contenido de
los libros de texto no se ha dado la suficiente importancia al asunto de los medios de información. Los autores y la
SEP siguen pensando que hay que mantener a los medios fuera de la escuela. Ni siquiera preocupado por hacerlo.

La familia es corresponsable de esta mediación frente a los medios. A veces lo que logramos en la escuela, se deshace
en el hogar. Por eso tenemos que pensar estrategias para incluir a los padres de familia en un esfuerzo conjunto. No po-
dremos avanzar mucho sin ellos. No basta con reganarlos para que no vean tanta televisión. Hay que involucrarlos más
creativamente.

El sistema educativo debe auspiciar y diseñar estrategias para hacer que nuestro esfuerzo pedagógico frente a los me-
dios, se refuerce en el hogar. Por ejemplo, la SEP podría editar algunos manuales Para ver televisión en familia. Podría,
simplemente, extender la intencionalidad de estos fascículos hacia los padres de familia. 0 hacer un paquete multimedia
para los padres.

La educación para medios es una responsabilidad de todos, pero es algo que le toca comenzar a la escuela. Desde esta
institución encargada históricamente de educar tienen que gestarse acciones que vayan extendiéndose e involucrando a
todos. Si no somos nosotros, los maestros, los que lanzamos la primera piedra difícilmente alguien más lo harán. Pero no
podemos ser los únicos. Requerimos el apoyo de todos.

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