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Mensaje inicial
Canto.
Narrador 1: Hace más de dos mil años, el carpintero Jesús, de la ciudad de Nazareth hijo de
José y María, luego de comenzar su vida pública; enseñando el bien, sanando, siendo la
mejor persona que pudo ser, se despidió de sus amigos.
Narrador 2: Y esto fue lo que sucedió. Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su
hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre. Como había amado a los
suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Al anochecer, Jesús estaba
sentado a la mesa con los doce. Mientras comían, les dijo:
Entonces los discípulos se miraron unos a otros, sin saber de quién hablaba.
Juan a quien Jesús amaba, se reclinó sobre el pecho de Jesús, como un gesto de amistad y cariño.
Pedro hizo señas para que Juan le preguntara a Jesús, de quién hablaba.
Juan: Él entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
Jesús: Es aquel a quien yo le dé el pan mojado. - Y mojando el pan, se lo dio a Judas Iscariote.
Mirando a Judas. Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo eso. Judas se levanta y se detiene mientras
se narra, al sonar la música se dirige al palacio del Sanedrín.
Narrador 1: Luego de tomar el bocado Judas salió enseguida; y era ya de noche, Jesús por
su parte celebró la Pascua con sus discípulos, partió el pan entregando su cuerpo, ofreció el
cáliz como su sangre y les invitó a hacer lo mismo en conmemoración suya. Aquí inicia el
Misterio Pascual.
Narrador 2: Prestemos mucha atención a los detalles y cómo Jesús siendo Dios, decidió dar
la vida por las personas amaba.
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Escena 1: La venta de Jesús
Se escucha música de fondo, ambiente de tensión. Se encuentra Judas con Caifás en la tienda del
Sanedrín. Están preparadas la bolsa con monedas.
Un grupo del Sanedrín se acerca a Judas que se encuentra en el suelo recogiendo las monedas,
quien levanta la cabeza y los mira fijamente a los ojos.
Simultáneamente se acerca Jesús con sus discípulos hasta el huerto de los olivos. No se escuchan sus
voces solo parece que están hablando entre ellos.
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Escena 3: Jesús es tentado por el demonio
Se intensifica el sonido de la música por unos segundos, Jesús se encuentra postrado orando. Se
acerca Satanás
Ángel negro: ¿De verdad crees… que un solo hombre puede cargar… con todo el peso del
pecado?
Jesús: ¡Protégeme, Oh Señor!…En ti confío… En ti me refugio
Ángel negro: Ningún hombre puede cargar con este peso... Te lo aseguro...
Ángel negro: Es demasiado pesado…
Ángel negro: Salvar almas es demasiado costoso…
Camina alrededor de Jesús, mientras va diciendo pausadamente.
Jesús se acerca los discípulos que ahora están despiertos y se ponen de pie.
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Escena 4: Traición de Judas.
Al mismo tiempo se acerca Judas, acompañado por soldados, sanedrín y muchedumbre. Los
discípulos se acercan a Jesús.
Escena 5: Sanedrín.
Sanedrín 1: ¿Quién es este mendigo que nos tren encadenado como un condenado?
Testigo 1: Es Jesús el agitador Nazareno.
Sanedrín 1: ¿Tú eres de Narazeth? Dicen que eres un rey – acercándose y rodeando
despectivamente a Jesús - ¿Dónde está ese reino tuyo? ¿De qué linaje de reyes desciendes
tú? ¡Habla!.
Sanedrín 2: Tú no eres más que el hijo de un carpintero desconocido ¿No? Algunos dicen
que eres Elías, pero él fue llevado al cielo en una carroza.
Sanedrín 1: ¿Porque no dices algo?
Sanedrín 2: Te han traído aquí por blasfemo. ¿Cómo respondes a eso?
Sanedrín 1: Defiéndete.
Jesús: Yo he hablado abiertamente a todo el mundo.
_He enseñado… en el tempo donde todos nos reuníamos.
_Pregunta a los que han oído lo que he dicho.
Testigo 2: ¿Así contestas al sumo sacerdote? ¿Con arrogancia? – Golpea en la cara a Jesús
Jesús: Si he hablado mal… dime en que he hablado mal.
_Pero si no, ¿Por qué me golpeas?
Testigo 3: Sí, escucharemos a los que oyeron tus blasfemias. ¡!Bien! ¡Escúchemelos!
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Testigo 4: Cura a los enfermos con magia!! _Con la ayuda de demonios… yo lo he visto.
Testigo 5: Expulsa a demonios con la ayuda de demonios (la gente se ríe)
_ ¡Se proclama rey de los judíos! Ah!... ¡El rey de los Judíos!
Testigo 6: No… ¡Se proclama el Hijo de Dios!
_ Dijo que destruiría el templo… ¡y lo reconstruiría en tres días! (escupe los pies de Jesús) ¡Peor
aún! – gritando-
_ Todos ustedes están bajo el hechizo de este hombre! ¡O dan pruebas de su delito… o se
callan!
Sanedrín 2: ¡Todo este juicio es un ultraje! Lo único que he oído de estos testigos son
contradicciones absurdas.
Escándalo nuevamente y apartan al sanedrín 3.
_Y verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del padre y lo verán venir sobre las nubes
del cielo.
Sanedrín 1: Blasfemia!!! (Se rasga las vestiduras) No hay necesidad de testigos
Testigos 1,2,3,4,5,6: Su veredicto. ¿Cuál es tu veredicto?
Sanedrín 1: ¡La muerte!! La muerte!!
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Escena 6: Pilatos
Traen a Jesús los soldados y el sanedrín.
Pilato: Se pone de pie y levantando las manos hace seña de silencio. ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús: Mi reino no es de este mundo.
_ Si lo fuera ¿Crees que mis seguidores dejarían que me entregarán?
Pilato: ¿Entonces sí eres rey?
Jesús: Para eso he nacido para dar testimonio de la verdad.
_ Todo el que escucha la verdad escucha mi voz.
Pilato: La verdad ¿y qué es la verdad? Breve pausa y luego se dirige a la multitud.
_He interrogado al prisionero y no encuentro delito alguno en él.
_Ese hombre es Galileo. ¿No? Entonces que lo juzgue Herodes.
Los soldados y el Sanedrín empujan a Jesús y lo llevan hasta el palacio de Herodes, el cual se
encuentra riendo y bailando.
Dirigiéndose a Jesús – Es verdad que devuelves la vista a los ciegos? ¿Qué resucitas a los
hombres de la muerte?
_ ¿De dónde recibes tu poder? ¿Eres tú aquel cuyo nacimiento fue predicho?
Respóndeme! ¿Eres rey? ¿Y yo qué? ¿No harás un milagrito para mí? (empujando por un
hombre a Jesús).
!!Ja ja ja ja ja ja! Quiten a este tonto, estúpido de mí vista… No es culpable de ningún crimen,
solo es un loco…
Llévenselo, llévenselo jajajaja
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Escena 8: Pedro niega a Jesús.
Se camina despacio donde Pilatos, mientras la muchedumbre se encuentra Pedro y lo acusan.
Acusador 1: ¿No te he visto en compañía del Galileo? ¡Sí! Tú eres uno de sus discípulos. ¡Te
reconozco!
Pedro: Cállense, nunca he conocido a ese hombre. No lo conozco. (Da un giro y trata de irse
de ese lugar).
Acusador 2: -Tomando a Pedro del brazo - Tu eres Pedro uno de los discípulos de Jesús.
Pedro. - Moviendo el brazo bruscamente- Yo no conozco a ese hombre. Están equivocados.
Acusador 3: ¡Espera! ¡Espera! Yo te he visto antes, ¡deténganlo es uno de ellos!
Pedro: Se equivocan, ¡Maldita sea! Juro que no conozco a ese hombre. Yo no le he visto en
mi vida. (Sale corriendo).
Claudia: No condenes a este Galileo… no vez que es un santo, es un Santo… He tenido sueños
espantosos. No condenes a ese hombre… Solo te vas a meter en problemas.
Pilato: ¿Quieres saber que son problemas para mí, Claudia? Esta pérdida provincia, esa sucia
chusma de ahí afuera.
Puesto en pie Pilato se dirige a la multitud.
Pilato: ¿Siempre castigan a sus presos antes de juzgarlos? ¿De qué acusan a ese hombre?
¿Por qué no lo juzgan según sus leyes?
Sanedrín 2: Gobernador, no estamos autorizados para condenar a muerte a nadie.
Pilato: ¿Qué ha hecho este hombre para merecer la muerte?
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(Los soldados y sirvientes de Pilato traen a Barrabás, que se encuentra sentado detrás de la tienda de
Pilatos).
Pilato: dirigiéndose a la multitud y pregunta ¿A cuál de los dos hombres quieren que deje
libre? ¿Al asesino Barrabás? O a ¿Jesús, llamado Mesías?
Muchedumbre (Niños de preescolar) ¡A Barrabás! ¡a Barrabás! ¡a Barrabás! ¡a Barrabás!
Pilato: Les pregunto de nuevo ¿A cuál de los dos hombres quieren que deje suelto?
Muchedumbre ¡A Barrabás! ¡A Barrabás! ¡A Barrabás! ¡A Barrabás!
Pilato: Libéralo. (Barrabas se retira entre la muchedumbre con gestos de victoria, bruscos).
_ ¿Qué quieren que haga con Jesús de Nazareth?
Muchedumbre: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
Pilato: (Observa a Claudia) No… lo voy a castigar, pero después lo dejaré libre.
Da la indicación a Abenador, éste a su vez llama a los soldados 3 y 4 para que lo lleven a
azotar.
Dos soldados atan a Jesús en una columna y lo flagelan, lo acompañan de testigos dos
soldados más.
Soldado 3: Haz el milagro de salvarte. ¿No puedes verdad? pues tienes las manos amarradas.
Soldado 4: Cómo molesta ese maldito brotar de sangre, cuando no has dicho ni una
maldición.
Soldado 3: Algo raro encontré en este reo. No se queja ni maldice como otros.
Soldado 3: Aquí está este trapo rojo que usamos para limpiar, es como si fuera su manto real.
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Soldado 4: Atémosle las manos, aunque la cuerda le sangre las heridas: son sus brazaletes y
lo sentamos en este comedero de los caballos, como si fuera su trono
Soldado 3: Aquí está la corona. Ufff, no le queda. Estírale; métesela a la fuerza. Ni modo, ya
te sangramos, pero es que no te la hice a la medida. Para tal rey, tal corona.
Soldado 4: Ahora estás mejor. Mírate, rey, en este escudo. Ah, pero falta el cetro.
Soldado 3: Aquí tienes tu cetro, con esta caña estaban limpiando el drenaje, mi rey.
Soldado 3: Me inclino ante ti, y con honores te doy este golpe, para que adivines quién fue.
Después de la flagelación le ponen una corona de espinas y una capa purpura.
Se acerca Abenador sorprendido y molesto, empuja a los soldados mientras observa a Jesús.
Abenador: Idiotas solo había que azotarlo, pero ustedes casi lo matan. Llévenlo donde
Pilato… ¡Vamos ayúdenme!
Pilato: Aquí está este hombre. ¿No basta con esto? Miren como está este hombre, como les
dije anteriormente lo azoté y ahora lo dejaré ir, pues no veo que este hombre haya cometido
algún delito.
Pilato: (Dirigiéndose a Jesús). Háblame tengo el poder para liberarte o crucificarte
Jesús: No tienes poder sobre mí, más que el que se te ha dado de lo alto… Por eso me entrego
a ti.
Pilato: Son ustedes los que quieren crucificarlo, no yo. Háganlo ustedes… yo soy inocente de
la sangre de este hombre. (Le hace señas a su sirviente para que le traiga agua y se lava las manos).
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“Si alguno quiere venir en pos de Mí,
niéguese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame.
Porque quien quisiera salvar su vida la perderá,
pero quien perdiere su vida por amor de Mí la salvará”.
Lc 9,23-24.
II PARTE
Narrador 1: ¿Te diste cuenta cómo sus amigos dejaron sólo a Jesús? ¿Cuántas veces has
acusado a los demás de algo? Además, Jesús no tenía ninguna culpa. Eso era lo peor. A
veces condenamos a las personas por sus apariencias, a los pobres, a los inmigrantes, a los
indigentes... Y no tienen culpa. Son los que más ayuda necesitan.
Narrador 2: ¿Nos cuesta hacer los deberes escolares o ayudar a nuestros padres? ¿Juzgamos
fácilmente a los demás y no nos importan el hermano solo y triste? Jesús con su cruz a cuestas
nos enseña a abrazar a los demás no importa su condición y ofrecerles con amor lo mejor de
nosotros mismos, porque tiene la dignidad de personas, imagen y semejanza de su amor.
Avanza Jesús con la Cruz mientras los soldados lo azotan, también lo van escupiendo e insultando.
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TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
Narrador 3: ¿No le haría alguien la zancadilla? A veces hacemos la zancadilla a los demás.
A veces a nuestros hermanos o papás. Y lo peor es cuando tiramos la piedra y escondemos
la mano. En vez de hacer zancadillas debemos echar una mano para ayudar a los demás,
esto nos hace mejores personas, mejores cristianos.
Narrador 4: Las mamás son excelentes amigas. Ellas siempre están cuidando de nosotros.
Fíjate: Jesús llevaba 3 años fuera de casa, predicando el Evangelio. Sin embargo, su madre
quiso acompañarle en su último camino, el más doloroso: el camino de la cruz. María es
definitivamente una gran persona a quien podemos imitar.
Narrador 1: El Cirineo tenía nombre: se llamaba Simón. Era un agricultor. Se hizo uno de los
hombres más famosos del mundo por ayudar a Jesús a llevar la cruz. Había mucha más gente.
Pero Simón fue escogido por Dios, para ayudar a Jesús en su tarea de Salvar al mundo por
amor. Si quieres ser un cristiano famoso, sólo tienes que ayudar a los demás.
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Jesús sin dejarse caer deja caer la cruz. Se le nota cansado y con mucho dolor.
Soldado1: ¿No es que tienes poderes sobre nosotros? ¡Si es así levanta esa cruz!
Soldado 2: ¡Idiota!, ¿no ves que él no puede más con la cruz? Necesita ayuda, llamen a
alguien para que lo ayude, él ya no puede más con el peso de tan grande Cruz.
Soldado1: ¡Mira tú, ven acá romano! ¡Trae a ese hombre! (Gritando, señala al cirineo). Dime
¿de dónde eres?
Cirineo: ¿Yo por qué?, solo pasaba por aquí pero me dirijo hacia otro sitio. ¿Por qué yo tengo
que llevar la cruz de un criminal?
Cirineo: Pueblo. Escuchen, yo ayudaré a este criminal con la cruz, pero que quede muy claro
que yo ¡no soy un criminal!
Narrador 2: Ahora es una mujer la que ayuda a Jesús. Pero lo más sorprendente es que se
quedó grabada en el pañuelo su Rostro ensangrentado. Cada vez que hacemos una obra
buena, Jesús crece dentro de nosotros. Llenemos nuestra vida de buenas obras para hacer
crecer el amor de Jesús en el corazón.
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Jesús: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Verónica va limpiando su
rostro).
Soldado 1: ¡Soldados! Saquen a esa mujer. ¡Vete de aquí mujer! ¡También tú estás
hechizada!
Narrador 3: Esta vez creo que se ha caído de cansancio. Lleva mucho tiempo caminando
con la cruz a cuestas. Pero sabe que tiene que llegar al final. Por eso vuelve a levantarse.
¡Gracias Jesús, porque con tu ejemplo nos enseñas a levantarnos en los momentos difíciles y
a confiar en Dios para llegar hasta el final!
Canto.
Jesús deja caer la cruz y él se tira al suelo, también se cae el cirineo. Los soldados lo golpean y lo
insultan.
Soldado 2: Levántate rey de los judíos. ¡Vamos levántate! ¡Arriba, vamos inútil!!
Soldado 1: Es que ya no puedes más? ¡Toma! ¡Toma! ¿Es que no puedes con la cruz?
El Cirineo levanta la cruz de Jesús, lo abraza y caminan hasta la otra estación. Cuando el narrador
anuncia la siguiente estación, el Cirineo toma la parte final de la cruz para que Jesús se encuentre
con las mujeres piadosas de frente.
Mujeres de Jerusalén: Ah! ah!ah!ah! ¡Oh Jesús lloramos por tí!!ah ah!
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Mujer 2: No hay ninguna esperanza de que logres sobrevivir.
Jesús: No lloren por mí, mujeres de Jerusalén. ¡Lloren por ustedes y sus hijos!! Por qué si así
tratan al árbol verde, ¿Qué no harán con el seco?
Las mujeres se quedan arrodilladas llorando en voz baja.
Narrador 4: Dice el refrán: “La tercera es la vencida”. Pero Jesús no cumplió este refrán. ¡Se
levantó de nuevo! Tenemos que levantarnos siempre. Hay mucha gente que no tiene voz
porque está tirada en el suelo, ha sido herida o apartada, pero los cristianos debemos repartir
amor y ser voz de justicia a nuestro alrededor.
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Soldado 5: Esta capa es mía. Entre los soldados discuten por la capa, hasta que uno de ellos sugiere
que se haga a la suerte y saca unos dados, uno de ellos se queda con la capa y dice.
Soldado 6: Es mío, (risas) es mío el traje del rey de los judíos (risas).
Narrador 1: ¿Ves los clavos? ¿Oyes los martillazos? Suenan como las bombas de las guerras.
O como o los gritos de los agresores. Tenemos que enterrar la violencia en un sitio que no
sepamos encontrarla jamás. Las armas y las palabras groseras sólo sirven para matar. Y cada
vez que matan a una persona es como si mataran a Jesús mismo.
Soldado 5: ¡Traigan los clavos y el martillo para clavar al Nazareno! Música de fondo. Cuando
clavan a Jesús él grita con sentimiento de dolor humano.
Se pone en pie la cruz y Jesús grita de dolor, María se acerca llorando y besa los pies de Jesús.
María: ¡Sangre de mi sangre! ¡Hijo de mi corazón! ¡Hijo! ¡Deja que muera contigo! Ah! Ah! Ah!
_Tengo sed...
Soldado 6: (risas): Este no puede bajar de la cruz, no tiene ningún poder de lo alto.
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DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Narrador 2: Jesús hacía milagros, ¿verdad? ¿Por qué no se escapó de la cruz? ¡Para que
viéramos cuánto nos quería! Se moría de amor por nosotros. ¿Y por qué no castigó a los
malos? Porque también a ellos los quería. Si queremos parecernos mucho, mucho a Jesús,
tenemos que perdonar a nuestros enemigos.
Agonizante, Jesús mira hacia el cielo y dirigiéndose a Dios Padre grita a modo de último aliento.
Jesús: Ah! Ah! Ah! Padre... En tus manos encomiendo mi espíritu! ah! ah! Ah!
María: ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde quisiste ser elegido para cumplir esta
promesa? María, sostenida por Juan queda en el suelo llorando junto con María Magdalena.
Narrador 4: ¿Y saben quién estaba allí para sostenerlo? Otra vez María, su madre. Y también
el apóstol Juan, su mejor amigo. Tenemos que aprender mucho de las madres y de los
amigos. El que tiene un amigo, tiene un tesoro. El que tiene una madre, tiene el mejor tesoro
del mundo.
María se acerca a la cruz y con Juan, ayuda a bajar a Jesús. Toma a Jesús en brazos y lo recuesta
sobre su pierna y lo mira con mucha tristeza. Juan toma los pies de Jesús, Magdalena está también
con ellos, María baja la cabeza y llora mientras se canta.
Nicodemo y José de Arimatea cargan a Jesús hasta el sepulcro mientras se lee la reflexión. Todos los
miembros esperan frente al escenario, mientras María queda al pie del sepulcro junto con las mujeres
piadosas. Magdalena de manera disimulada se espera en las gradas a la resurrección.
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CUADRAGÉSIMA ESTACIÓN: JESUS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
Narrador 3: El sepulcro es una tumba muy fría. Y tiene una puerta de piedra que no puede
mover ni el más fortachón del mundo. Pero el amor del que se entrega generosamente sí. Ser
mejores personas es una tarea de entrega constante, dando lo mejor de nosotros. Haciendo
de lo ordinario algo extraordinario por gracia de Dios.
JESÚS RESUCITA
María Magdalena junto María la Madre de Jesús y la otra María, caminan hasta el sepulcro. La puerta
está abierta y ahí están sentados dos ángeles
Magdalena: ¿Cómo iremos y predicaremos el Evangelio, el Reino del Hijo de Dios?... si no han
tenido ninguna compasión por Él… menos con nosotros.
María: No lloren ni se entristezcan pues su gracia descenderá sobre todos nosotros y nos
protegerá. Antes bien alabemos su grandeza, pues es Él quien nos ha preparado y nos ha
hecho personas nuevas.
Dirigiéndose sorprendida al Ángel, luego de observar por todas partes, dentro y fuera del sepulcro.
Magdalena: (dirigiéndose al otro ángel) Si usted lo sabe, dígame dónde los han puesto.
DESPEDIDA
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