Professional Documents
Culture Documents
DIRECTORA
ALBA JUDITH HERNANDEZ FLORES
Como se puede ver, todos los objetivos son basados en el saber, pero para saber
hay que querer saber. Actualmente se han replanteado estos objetivos,
centrándolos en el querer, es decir, que los hijos:
- Quieran estudiar
- Quieran ser obedientes
- Quieran ser responsables
El querer tiene su sede en la voluntad, pues con una voluntad sana y fuerte es más
sencillo alcanzar lo que uno se propone. La voluntad crece con un ejercicio
continuado de actos repetidos una y otra vez, ejercicio al que se da el nombre de
formación de hábitos.
En este proceso, los padres deben estimular más el esfuerzo de los hijos y elogiar
menos sus dotes intelectuales. No se trata de formar hijos dóciles que se limiten a
ejecutar lo que les dicen: es preciso formar personas de criterio.
Una persona con fuerza de voluntad alcanzará siempre las metas que se propone
si estas son claras y posibles; por eso hay que tener en la vida metas precisas y
bien delimitadas, pues solamente así se caminará con la mirada puesta en la meta
y se renunciará a todo lo que desvía el camino que lleva a conseguir lo que se
quiere.
Los premios son superfluos y negativos; conceder un premio por hacer algo es lo
mismo que declarar que ese algo no merece hacerse por sí mismo, por lo que el
mejor premio a una buena acción es la acción en sí misma. Los premios pueden
llevar a que el niño crea que si hace lo que el adulto significativo dice ganará siempre
un premio, lo cual está muy lejos de la necesaria formación de hábitos en la
educación de la voluntad.
El castigo es el recurso más fácil, pero menos educativo, para aplicar a las personas
que comenten una falta. El adulto suele recurrir al castigo cuando el niño no
responde de la manera esperada, es decir, cuando se tiene que confesar que el
acompañamiento no ha permitido una adecuada ejercitación para la formación de
hábitos. Como ya se dijo, el castigo no educa, sino que genera miedo con el fin de
no repetir la falta.
Pero como de todas maneras no es fácil erradicar estas prácticas de crianza tan
arraigadas, es necesario decir que los premios y castigos pueden ser
contraproducentes y pueden llevar a conseguir lo contrario de lo que se pretende.
Antes que premiar o castigar hay que reflexionar sobre la importancia de enseñar a
los hijos a que hagan las cosas libremente y porque son buenas, buscando hacer el
bien en sí mismos y en los demás. Por otra parte, hay que decirlo enfáticamente: el
castigo nunca debe ser físico (palmadas, golpes, correazos…).
Como se ve con claridad, es necesario hacer que cada hijo se sienta importante en
casa; si esto se hace desde pequeños, se prepara el camino para una adolescencia
llena de confianza, sinceridad y amistad, para lo cual es necesario que los padres
siempre tengan presente:
- Reconocer y estimular las acciones buenas de los hijos: has sido capaz, muy
bien
- Tener fe en los hijos: que noten lo que se espera de ellos
- Potenciar el hábito bueno opuesto al malo
- El esfuerzo por mejorar es el mejor ejemplo
- La educación es un proceso de mejora continua que debe tener constancia
y paciencia
- Todo lo que vale cuesta esfuerzo
- Enseñar a elegir bien
- Los primeros educadores de la voluntad son los padres
- Para educar mejor: formación continua
Como conclusión, para tener una voluntad dispuesta para la lucha es necesario
tener entusiasmo y estar motivado. Sin motivaciones profundas no se tiene la ilusión
ni las fuerzas para alcanzar algo en la vida. Sin entusiasmo no se hace nada grande,
señala JM Mirando, ni se ascienden las cumbres de las montañas; sin entusiasmo
las energías del ser humano permanecen dormidas.
Quien quiere lograr algo grande en la vida se encontrará, sin duda alguna, con
dificultades y obstáculos, los cuales estimulan y engrandecen. Quien tiene fuerza
de voluntad no se rinde ante las dificultades.
¿Qué es educar?
Para conseguir esto, la educación debe ser integral, es decir que tiene que
comprender la educación de la inteligencia, la educación de los sentimientos y la
educación de la voluntad. Pero es ésta última la que se encuentra en la base de
las otras dos.
¿Qué es la voluntad?
La voluntad es la piedra angular del éxito en la vida y uno de los más excelentes
rasgos de la personalidad
Desde que nacen, porque hay un binomio formado por el orden y la constancia,
que están en la base de la educación de la voluntad.
El período sensitivo del orden se da entre los 0-3 años, que nos indica que es el
mejor momento para trabajarlo. Empezaremos por el orden en los hábitos básicos:
Higiene, alimentación y sueño. Seguiremos con el orden material para ir
avanzando hacia un orden en el tipo de vida hasta llegar a tener una jerarquía de
valores.
Poco a poco y según vayan avanzando en edad se irán dando los diferentes
períodos sensitivos de otras virtudes como la obediencia, la generosidad, la
fortaleza… y deberemos ir aprovechando para educarles en esas virtudes, ya que
una persona con voluntad es una persona con virtudes.
Es dirigir su desarrollo a fin de hacerla útil para los más elevados fines sociales y
morales. Hay que formarla, sobre todo, fuerte y enérgica contra las dificultades e
inclinarla a la conquista de las buenas costumbres y de los hábitos virtuosos.
Aristóteles acentúa la formación directa de la voluntad haciendo hincapié en el
ejercicio; pero recomienda también que se utilicen otros medios; las buenas ideas,
las emociones, conmoción de afectos; así, se ha de implantar e introducir primero
la acción, pero hay que afianzarla por medio del ejercicio (16). El Padre Ruiz
Amado dice: "Modernamente se habla de la educación de la voluntad. Cierto, ésta
puede educarse proveyéndola de buenos hábitos morales virtuosos. Esto es
cabalmente el objeto de la educación moral la cual es cultivo de la voluntad y de
las potencias que la auxilian en la constante práctica del bien humano" mediante el
auxilio de la gracia. "La antigua pedagogía ponía el valor principal en someter el
capricho de la voluntad. La orientación opuesta consiste en querer hacer
solamente el trabajo agradable; en transformar toda actividad en juego; más esto
no es preparación para la vida real".
Para que se de esta unidad debemos tener los objetivos claros ¿Cómo queremos
que sea nuestro hijo?¿Que virtudes queremos educarle? ¿Cómo lo vamos a
hacer, ¿Qué dificultades nos podemos encontrar? ¿Con qué ayudas podemos
contar? TENER UN PROYECTO EDUCATIVO. Que se irá enriqueciendo y
modificando según vaya creciendo nuestro hijo.
Si funcionáis así evitaréis llevaros la contraria, y aunque haya diferencias, delante
de los hijos los dos están de acuerdo, jamás se llevan la contraria.
Las normas sin embargo, son como un mapa que les guía en el camino. Nuestros
hijos necesitan las normas para saber cómo tienen que comportarse y qué se
espera de ellos.
Las normas deben ser: claras, concisas y breves debemos asegurarnos que
cuando se las damos estén tranquilos y que nos han entendido lo que tienen que
hacer.
Tener autoridad no es dar muchas órdenes. La autoridad es una mezcla de
prestigio y persuasión
Hay que enseñarles a hacer lo que les pedimos, no vale con mandar, hay que
acompañar.
5.-EDUCACIÓN POSITIVA:
Esto implica saber y percibir que uno mismo tiene habilidades y cualidades
positivas con las que conseguir objetivos y que además te sientes querido y
aceptado en tu propia familia
Si los padres nos sentimos orgullosos del trabajo bien hecho de nuestros hijos,
estaremos motivándole para que vuelva a repetirlo.
Los niños necesitan que pasemos tiempo con ellos, compartir juegos y charlas y
sobre todo que se les escuche.
Muchas veces hemos estado con ellos toda una tarde pero sólo físicamente
porque la cabeza estaba en otro sitio.
La mayor alegría que pueden tener unos padres es ver que sus hijos están
“gestionando con éxito su vida”
Pero vayamos por partes. Cuando una persona nace, empieza un proceso
de aprendizaje que puede llevarlo, puesto de manera simplificada, a dos metas:
a ser una buena persona o a no serlo. Como el objetivo de este curso es
conocer cómo educar a los hijos para que sean hombres de bien y alcancen la
tan ansiada felicidad, nos vamos a centrar en el primer resultado: ser una
buena persona. Así, cuando un bebé nace, inmediatamente se da comienzo a
este camino de humanización que debe dirigirse a realizar un comportamiento
recto. ¿Cómo, entonces, se logra esta rectitud de conducta? Pues con
autoexigencia, esfuerzo personal y, sobre todo, voluntad.
"Una educación verdaderamente varonil debe dar a la voluntad estas tres cosas:
libertad, rectitud inflexible y fuerza fecunda". Estas cualidades no se adquieren de
un día para otro, pero se van haciendo habituales con el ejercicio. El adquirir
fortaleza de voluntad, rectitud, noble independencia, es negocio que depende
únicamente de la voluntad de Dios y de la nuestra. Sin la divina nada podemos,
pero el concurso nuestro es necesario. Por eso decía San Agustín: "El que te creó
sin ti no te salvará sin ti". "Educar es en función del ideal. Por eso, en la
educación, lo que garantiza el éxito, dice Hovre, no son los métodos hábiles y
refinados, sino los fines clara y firmemente establecidos. El ideal del hombre es
Cristo. Encarnar a Dios en su vida. Para este fin la disciplina coopera con la gracia
como medio. El fin debe proporcionarse al fin y al sujeto. Porque el fin es Dios,
sobrenatural ha de ser el medio; y además racional, con cara de bien y
ofrecimiento libre, porque el sujeto es el hombre. Este, como todo ser, se
desarrolla y tiende actualizando sus potencias". Las ideas religiosas y morales,
cuanto más profundamente arraigadas, tanto más influjo tienen en el desarrollo de
la voluntad. Espírago dice: "Como base de nuestra obligación al cumplimiento de
los preceptos se ha de poner la Voluntad de Dios". Y más adelante continúa: "Es
un funesto error descuidar estos motivos; el amor de Dios, la consideración de su
infinita bondad, la hermosura de las virtudes, la fealdad del pecado, etc. bajo el
falso pretexto de que el niño no está en disposición de apreciarlos y de que sólo
se mueve por premios y castigos. La voluntad libre necesita razones para
determinarse en un sentido o en otro. Todos somos inclinados a buscar nuestro
interés: en las cosas que nos exigen algún sacrificio o abnegación nos
preguntamos: ¿Qué voy a ganar con ésto? La religión cristiana no nos deja olvidar
que tratamos con seres en cuya alma mora el Espíritu Santo con las virtudes
infusas de la fe, esperanza y caridad, y que su sentido de belleza moral, aún no
embotada por el contacto con la maldad, debe aprovecharse para formar ideales
éticos que duran para toda la vida".
"La voluntad divina no puede santificarnos sin exigirnos algún sacrificio, dice
Tanquerey, por eso, continúa él mismo, retrocedemos muchas veces ante el
trabajo que esto nos cuesta, y preferimos nuestros gustos y antojos a la voluntad
santísima de Dios ". Si queremos no impedir su acción debemos educar la
voluntad propia. Esta educación es necesaria; para lograrla, debemos remover
obstáculos y emplear medios positivos. En cuanto a los medios positivos,
"consisten en ordenar deliberadamente la obra del entendimiento, la de la
voluntad, y la de la gracia". Al entendimiento le toca tener ideas claras y
arraigadas que determinen la voluntad a elegir lo más conforme con la de Dios.
Estas ideas hondamente arraigadas obrarán sobre la voluntad, la que, por su
parte, habrá de obrar con decisión, firmeza y constancia, todo lo cual se
conseguirá con el auxilio de la gracia que Dios no niega a quien la pide con
humildad y confianza. Estos eran los sentimientos de San Pablo cuando decía:
"Omnia possum in Eo qui me confortat". Tan importante es este buscar nuestra
firmeza en Dios, que San Juan de la Cruz no vacila en poner el primero de los
mandamientos como idéntico a ello. Así decía a un religioso descalzo dirigido
suyo: el que anduviese a buscar suavidad en Dios y se buscase y deleitase· en
ella, "ya no amaría a Dios puramente, sobre todas las cosas, lo cual es poner toda
la fuerza de la voluntad en El".
LA VOLUNTAD EN JESUCRISTO
Porque con ella hay un mayor autodominio en la persona, quien puede actuar
guiada por la reflexión y no por el simple deseo. Una persona con la voluntad
educada es más libre, porque no es esclavo de sus sentimientos o arrebatos. Por
eso, en muchos ámbitos, a educar la voluntad se le conoce como educación en
libertad y, por lo mismo, debe ser educada en todas las personas.
Educar la voluntad hoy se hace una tarea difícil porque vivimos en una sociedad
hedonista que esquiva y condena el esfuerzo, cambiándolo por el placer y la
satisfacción inmediata. No se exige autodisciplina sino, más bien, se exalta las
conductas espontáneas, irreflexivas y fáciles. Como no se valora la voluntad,
tampoco se educa y esta omisión, desafortunadamente, está trayendo
consecuencias conductuales en los niños y adolescentes. Esto se manifiesta en
actitudes como la incapacidad para tomar decisiones personales; incapacidad
para actuar, falta de perseverancia y mucha evasión de la realidad a través de, por
ejemplo, la música estridente, la promiscuidad, el alcohol, las fiestas desbordadas,
la droga, la velocidad, entre otros. Los más jóvenes tienen poca capacidad para
comprometerse, para crear proyectos y llevarlos a cabo, porque están interesados
sólo en vivir el presente evitando complicaciones. ¿Cuál es el problema con
desear una vida tranquila? Que se convierte en una tragedia cuando éste es el
único objetivo en la vida, porque una vida sin problemas es una utopía y no
saberlo acarrea muchísimo más sufrimiento. No educar la voluntad tiene otras
consecuencias graves, como la abulia, la apatía, la falta de concentración, el
atolondramiento, la ansiedad, la conducta en función del capricho, entre otros.
Para educar la voluntad, hay que despertar motivos valiosos. ¿Cómo hacer
algo que cuesta si es que no se quiere hacer? Por eso los motivos son el
motor de la voluntad.
Los niños y jóvenes deben tener un ideal ya que éste es el gran motor de la
voluntad. Deben tener las ideas claras de qué es lo que quieren de verdad
en la vida, sin confundir lo qué es bueno con el simple deseo, sentimiento o
ganas de hacer las cosas. Se trata de que se inclinen positivamente hacia
lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo honesto, lo elevado. Para ello, es
necesario que los educadores presenten de manera atractiva los fines
valiosos que se consiguen con conductas buenas, haciendo que la virtud
sea atractiva y no se relacione con personas “raras” o tristes. Cómo educar
las virtudes lo veremos de manera más completa en el siguiente punto de
este capítulo.
Descubrir el valor que hay detrás de cada acción que se realiza dota
de sentido a dicha actividad. Sin embargo, tampoco se puede exagerar
la función de la motivación o del interés ya que muchas veces hay
que hacer cosas que no gustan, por deber, así no haya ninguna
retribución que sea de nuestro interés. Esto implica enseñarles a los chicos
el valor del esfuerzo con conductas reales y no relajadas. Por ejemplo,
muchos piensan que el esfuerzo se puede enseñar jugando. Sin
embargo, no hay aprendizaje sin esfuerzo. Eugenio d´Ors decía que en
la educación y en el aprendizaje es preciso evitar la superstición de
los espontáneo, que implica repugnancia hacia los medios fatigosos
de aprender. Para él no hay educación ni humanismo sin la exaltación
del esfuerzo, de la tensión en cada hora y en cada minuto. Por
eso, proponía “rehabilitar el valor del esfuerzo, del dolor, de la disciplina de
la voluntad, ligado no a aquello que place, sino a aquello que
displace”. Añadía d´Ors que “cuantos sometidos a la superstición de
lo espontáneo, han querido llevar hasta su extremo lógico la
metodología de lo “razonable”, de lo “instructivo” de lo “fácil”, de lo
“atrayente”, del interés sin conocimiento previo, han tenido que confesar, si
son sinceros, su fracaso”³.
http://es.catholic.net/op/articulos/43122/cat/29/educacion-de-la-voluntad-cuando-y-
como-educarla.html
http://portal.udea.edu.co/wps/wcm/connect/udea/c77a0dcf-cddc-4fc0-a6d2-
db2b889c2b5f/069+La+educaci%C3%B3n+de+la+voluntad.pdf?MOD=AJPERES
https://catholic-link.com/la-educacion-de-la-voluntad/