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EDUCACION DE LA VOLUNTAD

ALEXIS MONCADA 1181397

UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


FACULTAD DE INGENIERIA
PROGRAMA ACADEMICO
CUCUTA
2018
EDUCACION DE LA VOLUNTAD

ALEXIS MONCADA 1181397

TRABAJO DE LA EDUCACION DE LA VOLUNTAD

DIRECTORA
ALBA JUDITH HERNANDEZ FLORES

UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


FACULTAD DE INGENIERIA
PROGRAMA ACADEMICO
CUCUTA
2018
La voluntad es la capacidad de querer, que es un querer que significa decidir. Es
diferente desear que querer: desear es pretender algo desde el punto de vista
afectivo y sentimental y querer es aspirar a una cosa anteponiendo la voluntad.
Muchas personas se quedan en un quisiera o me gustaría, y nunca terminan nada
importante en sus vidas por indecisos. La persona de voluntad es decidida; la
decisión es el sí de la voluntad, de tal modo que lo haré es actuar, es hacer lo que
se sueña.

En distintas encuestas los objetivos principales de unos padres preocupados por la


educación de sus hijos han sido:

- Que sea brillante académicamente


- Que sepa muchos idiomas
- Que termine una carrera

Como se puede ver, todos los objetivos son basados en el saber, pero para saber
hay que querer saber. Actualmente se han replanteado estos objetivos,
centrándolos en el querer, es decir, que los hijos:

- Quieran estudiar
- Quieran ser obedientes
- Quieran ser responsables

De este replanteamiento surge la necesidad imperiosa de educar la voluntad de los


hijos como tarea fundamental de los padres, lo que significa que hay que ayudarlos
a querer, a comprometerse, a actuar reflexivamente.

El querer tiene su sede en la voluntad, pues con una voluntad sana y fuerte es más
sencillo alcanzar lo que uno se propone. La voluntad crece con un ejercicio
continuado de actos repetidos una y otra vez, ejercicio al que se da el nombre de
formación de hábitos.

Este ejercicio consiste en entrenamiento en direcciones determinadas; ejercitarse


cada día es vencer, aunque sea en cosas muy pequeñas, con constancia y
tenacidad, con la mirada puesta en el objetivo. Por ejemplo, levantarse cada
mañana temprano, estudiar ese tiempo cada día, ordenar la habitación, cumplir con
diversos deberes, responder por las propias acciones, ser puntual, vencer la
pereza...

La persona con fuerza de voluntad es aquella que se gobierna a sí misma, es decir,


aquella que domina sus tendencias, instintos y afectos desordenados. Quien se
domina a sí mismo no hace lo que más le gusta o lo que es más fácil, sino lo que
es mejor para crecer como persona, esto es, la ejercitación de la fuerza de voluntad
conduce a la construcción y reconstrucción permanente de la autonomía.

En este proceso, los padres deben estimular más el esfuerzo de los hijos y elogiar
menos sus dotes intelectuales. No se trata de formar hijos dóciles que se limiten a
ejecutar lo que les dicen: es preciso formar personas de criterio.

Una persona con fuerza de voluntad alcanzará siempre las metas que se propone
si estas son claras y posibles; por eso hay que tener en la vida metas precisas y
bien delimitadas, pues solamente así se caminará con la mirada puesta en la meta
y se renunciará a todo lo que desvía el camino que lleva a conseguir lo que se
quiere.

¿Cuándo hay que educar la voluntad?

La educación oportuna se basa en el conocimiento de que los seis primeros años


son fundamentales para construir los cimientos sobre los que crecerá la persona,
por lo cual estos primeros años son llamados los de los períodos sensitivos.

Esta educación consiste en estimular las mejoras personales en el momento


oportuno, que es aquel en el que el desarrollo evolutivo y las capacidades de cada
persona facilitan y potencian determinados aprendizajes. En estas edades la
influencia de los padres en la forma de motivar hará más fáciles las decisiones de
los hijos para querer hacer lo que deben hacer. Las aptitudes y la forma de ser de
las personas en su mayor parte no son hereditarias, se adquieren en la convivencia,
gracias a los estímulos recibidos durante los períodos sensitivos.

La educación efectiva se apoya en la actitud positiva del educando. Los padres


deben generar sinergia positiva (desear el beneficio mutuo) con estimulación
positiva sobre una acción positiva en el proceso educativo.
Para que esta se dé los padres deben:

- Dar la información necesaria para promover los estímulos positivos


- Decir las cosas en el momento oportuno y en condiciones adecuadas
- Crear un ambiente alegre, tranquilo, de confianza y cariño, pues esto motiva
a los hijos para saber por qué tienen que hacer ese acto bien hecho y los
mueve a querer hacerlo bien

La educación preventiva, es decir, es mejor prevenir que curar, consiste en


adelantarse en el bien, en llegar antes con el hábito bueno, deseable. A manera de
analogía, se puede decir que el cerebro es como una gran sala de teatro: el que
llega primero se sienta en la mejor silla; por eso los padres deben llegar a escoger
la mejor silla, para que cuando llegue un hábito malo la encuentre ocupada.
Teniendo en cuenta que para aprender a educar se necesita una información
continua, prevenir es:

- Saber apreciar la amistad en vez de tener un mal amigo


- Conocer el valor del cuerpo en vez de regalarlo y maltratarlo
- Saber que con el mal no se dialoga, sino que se debe huir de él
- Conocer los efectos de la drogadicción para poder decidir ante la oferta
- Saber que hay que estudiar en vez de lamentarse mañana

¿Cómo educar la voluntad?

El primer elemento es la educación con el ejemplo. Los ejemplos más importantes


que los padres pueden dar a sus hijos son:

- Que los vean luchar por ser mejores personas


- Que vean los esfuerzos por hacer las cosas cada vez de mejor manera
- Involucrarse en los mismos objetivos que les exigen a los hijos
- Ponerse metas comunes de progreso
- Luchar juntos por mejorar
- Ayudarse unos a otros en la familia
- Rectificar los errores delante de ellos, y si hace falta pedir perdón, pedirlo
El segundo elemento es la educación motivada, la cual es el terreno de los premios
y castigos, los cuales erróneamente se cree que tienen efecto en la educación de la
voluntad, pero no es así, pues ambos, premios y castigos, son estímulos que no van
dirigidos a la razón y a la inteligencia, que son el asiento de la voluntad.

Los premios son superfluos y negativos; conceder un premio por hacer algo es lo
mismo que declarar que ese algo no merece hacerse por sí mismo, por lo que el
mejor premio a una buena acción es la acción en sí misma. Los premios pueden
llevar a que el niño crea que si hace lo que el adulto significativo dice ganará siempre
un premio, lo cual está muy lejos de la necesaria formación de hábitos en la
educación de la voluntad.

El castigo es el recurso más fácil, pero menos educativo, para aplicar a las personas
que comenten una falta. El adulto suele recurrir al castigo cuando el niño no
responde de la manera esperada, es decir, cuando se tiene que confesar que el
acompañamiento no ha permitido una adecuada ejercitación para la formación de
hábitos. Como ya se dijo, el castigo no educa, sino que genera miedo con el fin de
no repetir la falta.

Pero como de todas maneras no es fácil erradicar estas prácticas de crianza tan
arraigadas, es necesario decir que los premios y castigos pueden ser
contraproducentes y pueden llevar a conseguir lo contrario de lo que se pretende.
Antes que premiar o castigar hay que reflexionar sobre la importancia de enseñar a
los hijos a que hagan las cosas libremente y porque son buenas, buscando hacer el
bien en sí mismos y en los demás. Por otra parte, hay que decirlo enfáticamente: el
castigo nunca debe ser físico (palmadas, golpes, correazos…).

El tercer elemento es la educación personalizada, que consiste en conocer bien a


cada hijo y luego aprender a educar a cada uno según su forma de ser. Si es claro
que todas las personas son diferentes, educar de igual forma a hijos distintos es
perjudicar a unos en beneficio de otros. Algunas causas que determinan las
diferencias personales son la herencia, las circunstancias en la gestación, los
estímulos recibidos, el temperamento, las enfermedades padecidas y el lugar que
se ocupa en la familia. Para poder juzgar bien la forma de ser de cada hijo es
necesario conocerle a fondo, lo cual requiere acompañamiento y convivencia
estrecha que dé cuenta de:

- Cómo es un niño de esa edad


- Cómo es él en realidad
- Cuáles son sus gustos
- Cuáles son sus fortalezas y debilidades
- De cuáles oportunidades se pueden valer los padres para ayudar a ese hijo

Como se ve con claridad, es necesario hacer que cada hijo se sienta importante en
casa; si esto se hace desde pequeños, se prepara el camino para una adolescencia
llena de confianza, sinceridad y amistad, para lo cual es necesario que los padres
siempre tengan presente:

- Reconocer y estimular las acciones buenas de los hijos: has sido capaz, muy
bien
- Tener fe en los hijos: que noten lo que se espera de ellos
- Potenciar el hábito bueno opuesto al malo
- El esfuerzo por mejorar es el mejor ejemplo
- La educación es un proceso de mejora continua que debe tener constancia
y paciencia
- Todo lo que vale cuesta esfuerzo
- Enseñar a elegir bien
- Los primeros educadores de la voluntad son los padres
- Para educar mejor: formación continua

Como conclusión, para tener una voluntad dispuesta para la lucha es necesario
tener entusiasmo y estar motivado. Sin motivaciones profundas no se tiene la ilusión
ni las fuerzas para alcanzar algo en la vida. Sin entusiasmo no se hace nada grande,
señala JM Mirando, ni se ascienden las cumbres de las montañas; sin entusiasmo
las energías del ser humano permanecen dormidas.
Quien quiere lograr algo grande en la vida se encontrará, sin duda alguna, con
dificultades y obstáculos, los cuales estimulan y engrandecen. Quien tiene fuerza
de voluntad no se rinde ante las dificultades.

Algunas frases que pueden motivar la voluntad:

- Sabes que te quiero mucho: amor


- Estoy seguro de que eres capaz de hacerlo; soy capaz
- Muy bien yo sé que lo harás: soy capaz
- Puedes llegar adonde tú quieras: soy capaz
- No dudo de tu buena intención: soy bueno
- Yo sé que eres bueno: soy bueno
- Si necesitas algo, pídemelo: soy amigo
- Sé que lo has hecho sin querer: confianza, no lo repetiré
- Estoy muy orgulloso de ti: estímulo
- Te felicito por lo que has hecho: estímulo
- Noto que cada día eres mejor: ganas de serlo

¿Qué es educar?

Educar cobija en su seno distintos significados. Educar es convertir a alguien en


persona libre e independiente. Cautivar con argumentos positivos.
Educar es entusiasmar con los valores. Ayudar a nuestros hijos a que se
desarrollen física, psíquica y espiritualmente.

Por eso alberga en su interior dos vertientes: comunicar conocimientos y promover


actitudes. Información y Formación.

Educar no es enseñar matemáticas, ni gramática ni historia… sino preparar a cada


uno de nuestros hijos para vivir su historia personal de la mejor manera posible.
Educar es despertar curiosidades, provocar sorpresas, enseñar a pensar y a
resolver conflictos. (Enrique Rojas).

Para conseguir esto, la educación debe ser integral, es decir que tiene que
comprender la educación de la inteligencia, la educación de los sentimientos y la
educación de la voluntad. Pero es ésta última la que se encuentra en la base de
las otras dos.

¿Qué es la voluntad?

Educar la voluntad es la educación de las educaciones.

Se puede definir como la capacidad para hacer algo anticipando las


consecuencias. Ponerse en movimiento para conseguir una meta pero aplazando
la recompensa .Es tesón, empeño decidido, perseverancia que se crece ante las
dificultades, energía y firmeza para no darse por vencido.

La voluntad es la piedra angular del éxito en la vida y uno de los más excelentes
rasgos de la personalidad

¿Cuándo empezar a educar la voluntad?

Desde que nacen, porque hay un binomio formado por el orden y la constancia,
que están en la base de la educación de la voluntad.

El período sensitivo del orden se da entre los 0-3 años, que nos indica que es el
mejor momento para trabajarlo. Empezaremos por el orden en los hábitos básicos:
Higiene, alimentación y sueño. Seguiremos con el orden material para ir
avanzando hacia un orden en el tipo de vida hasta llegar a tener una jerarquía de
valores.
Poco a poco y según vayan avanzando en edad se irán dando los diferentes
períodos sensitivos de otras virtudes como la obediencia, la generosidad, la
fortaleza… y deberemos ir aprovechando para educarles en esas virtudes, ya que
una persona con voluntad es una persona con virtudes.
Es dirigir su desarrollo a fin de hacerla útil para los más elevados fines sociales y
morales. Hay que formarla, sobre todo, fuerte y enérgica contra las dificultades e
inclinarla a la conquista de las buenas costumbres y de los hábitos virtuosos.
Aristóteles acentúa la formación directa de la voluntad haciendo hincapié en el
ejercicio; pero recomienda también que se utilicen otros medios; las buenas ideas,
las emociones, conmoción de afectos; así, se ha de implantar e introducir primero
la acción, pero hay que afianzarla por medio del ejercicio (16). El Padre Ruiz
Amado dice: "Modernamente se habla de la educación de la voluntad. Cierto, ésta
puede educarse proveyéndola de buenos hábitos morales virtuosos. Esto es
cabalmente el objeto de la educación moral la cual es cultivo de la voluntad y de
las potencias que la auxilian en la constante práctica del bien humano" mediante el
auxilio de la gracia. "La antigua pedagogía ponía el valor principal en someter el
capricho de la voluntad. La orientación opuesta consiste en querer hacer
solamente el trabajo agradable; en transformar toda actividad en juego; más esto
no es preparación para la vida real".

¿Cómo podemos educar a nuestros hijos la voluntad?

1.-UNIDAD ENTRE PADRE Y MADRE: PROYECTO EDUCATIVO

Para que se de esta unidad debemos tener los objetivos claros ¿Cómo queremos
que sea nuestro hijo?¿Que virtudes queremos educarle? ¿Cómo lo vamos a
hacer, ¿Qué dificultades nos podemos encontrar? ¿Con qué ayudas podemos
contar? TENER UN PROYECTO EDUCATIVO. Que se irá enriqueciendo y
modificando según vaya creciendo nuestro hijo.
Si funcionáis así evitaréis llevaros la contraria, y aunque haya diferencias, delante
de los hijos los dos están de acuerdo, jamás se llevan la contraria.

Si el niño nota nuestra discrepancia, deja de obedecer e incluso convierte a uno


de los dos en su propio cómplice y acaba gobernando a los dos.

Cada hijo es distinto y requiere una educación individualizada. Podemos y


debemos tener un proyecto de familia, pero debemos adaptarlo a las
características de cada hijo. Si lo tomas como un trabaja artesanal TRIUNFARÁS

2.-SINTONÍA ENTRE FAMILIA Y COLEGIO

Es muy importante mantener la coherencia en planteamientos y actuaciones.


La educación debe seguir siempre una misma línea.
El Colegio, es un colaborador y como tal debe estar en sintonía con nuestros
`planteamientos educativos.

La falta de coherencia crea en los niños inseguridad.

3.- NORMAS SI, ORDENES LAS IMPRESCINDIBLES

No debemos dar demasiadas órdenes y éstas deben ser justificadas. No vale un


“porque lo digo yo”

Las normas sin embargo, son como un mapa que les guía en el camino. Nuestros
hijos necesitan las normas para saber cómo tienen que comportarse y qué se
espera de ellos.

Las normas deben ser: claras, concisas y breves debemos asegurarnos que
cuando se las damos estén tranquilos y que nos han entendido lo que tienen que
hacer.
Tener autoridad no es dar muchas órdenes. La autoridad es una mezcla de
prestigio y persuasión

4.-LOS NIÑOS SON UN REFLEJO DE LOS MAYORES: EL EJEMPLO


“La educación entra por los ojos, los oídos son un mero acompañamiento”.
Lo que realmente se trasmite a los hijos es la actitud ante la vida y el ejemplo. Un
ejemplo que sea un esfuerzo por mejorar.

Hay que enseñarles a hacer lo que les pedimos, no vale con mandar, hay que
acompañar.

Debemos invertir tiempo en enseñar para no perder tiempo en corregir.

5.-EDUCACIÓN POSITIVA:

Esto implica saber y percibir que uno mismo tiene habilidades y cualidades
positivas con las que conseguir objetivos y que además te sientes querido y
aceptado en tu propia familia
Si los padres nos sentimos orgullosos del trabajo bien hecho de nuestros hijos,
estaremos motivándole para que vuelva a repetirlo.

Para desarrollar la autoestima y la seguridad no basta con dar mensajes positivos


hay que basarlos en éxitos conseguidos.

6.-TIEMPO DE CALIDAD: CUANDO ESTÉS CON TUS HIJOS CÉNTRATE

Los niños necesitan que pasemos tiempo con ellos, compartir juegos y charlas y
sobre todo que se les escuche.
Muchas veces hemos estado con ellos toda una tarde pero sólo físicamente
porque la cabeza estaba en otro sitio.

Los niños son muy sensibles al grado de atención que reciben.


Lo importante no son la cantidad de horas que pases con ellos sino la calidad.
Por último, debemos tener en cuenta que:
EXIGENCIA+CARIÑO+TIEMPO
=
ÉXITO EN LA EDUCACIÓN
Exigencia que quiere decir hacer cumplir las normas y pedir a cada hijo dar el
máximo dentro de sus capacidades. Cariño que no es consentir sino tener en
cuenta que la base de una buena educación se encuentra en el amor entre los
padres, y el que éstos profesan a sus hijos. Tiempo para enseñar para jugar y
para disfrutar.

La mayor alegría que pueden tener unos padres es ver que sus hijos están
“gestionando con éxito su vida”

EL IDEAL DE LA EDUCACION DE LA VOLUNTAD

La educación de la voluntad es tal vez el aspecto más crítico cuando hablamos de


formar seres humanos. Depende de la educación de esta potencia el cómo la
persona hará uso de su libertad: si optará por lo bueno o por lo malo, por lo que la
llevará a la verdadera felicidad o al fracaso. Todo esto de la mano de
la inteligencia y del entendimiento. Este punto merece una profundización
mayor en la labor de padres o educadores pues implica la educación en virtudes y
del buen uso de la libertad.

Pero vayamos por partes. Cuando una persona nace, empieza un proceso
de aprendizaje que puede llevarlo, puesto de manera simplificada, a dos metas:
a ser una buena persona o a no serlo. Como el objetivo de este curso es
conocer cómo educar a los hijos para que sean hombres de bien y alcancen la
tan ansiada felicidad, nos vamos a centrar en el primer resultado: ser una
buena persona. Así, cuando un bebé nace, inmediatamente se da comienzo a
este camino de humanización que debe dirigirse a realizar un comportamiento
recto. ¿Cómo, entonces, se logra esta rectitud de conducta? Pues con
autoexigencia, esfuerzo personal y, sobre todo, voluntad.

Al llegar a este punto nos encontramos con un problema fundamental: la voluntad


no trabaja sola sino que tiende a aquello que le presenta el entendimiento. Es una
facultad ciega. Es decir, que si la inteligencia no conoce lo correcto o tiene un error
en el conocer –como cuando presenta el mal en apariencia de bien—la persona
puede no actuar correctamente. También, a pesar de conocer el bien, puede ser
incapaz de ejecutarlo.

Lo que escoja la voluntad tiene efectos transcendentes en el desarrollo de


una persona: “cuando la voluntad elige y realiza el bien, esta se afirma, se afianza
o “construye”, se “realiza” propiamente como voluntad con libertad: cuando elige y
realiza el mal (pecado), se va autodestruyendo, anquilosando, va
perdiendo libertad. Solo el bien, que lleva al amor a los demás y a Dios, realiza al
hombre y su libertad”¹. Por esto es que podemos afirmar que para que la voluntad
siga el camino que la conduce al bien, al verdadero, debe ser educada para que
el hombre consiga su finalidad última que es encontrar la felicidad.

Educar significa, entre otros conceptos, que el hombre se vaya


perfeccionando mediante el cultivo apropiado de las facultades específicamente
humanas, aquellas que lo diferencian de los animales, como son la memoria,
inteligencia, voluntad y afectividad. Sin embargo, es la voluntad la que realiza la
educación porque es la facultad que gobierna la vida psíquica.

"Una educación verdaderamente varonil debe dar a la voluntad estas tres cosas:
libertad, rectitud inflexible y fuerza fecunda". Estas cualidades no se adquieren de
un día para otro, pero se van haciendo habituales con el ejercicio. El adquirir
fortaleza de voluntad, rectitud, noble independencia, es negocio que depende
únicamente de la voluntad de Dios y de la nuestra. Sin la divina nada podemos,
pero el concurso nuestro es necesario. Por eso decía San Agustín: "El que te creó
sin ti no te salvará sin ti". "Educar es en función del ideal. Por eso, en la
educación, lo que garantiza el éxito, dice Hovre, no son los métodos hábiles y
refinados, sino los fines clara y firmemente establecidos. El ideal del hombre es
Cristo. Encarnar a Dios en su vida. Para este fin la disciplina coopera con la gracia
como medio. El fin debe proporcionarse al fin y al sujeto. Porque el fin es Dios,
sobrenatural ha de ser el medio; y además racional, con cara de bien y
ofrecimiento libre, porque el sujeto es el hombre. Este, como todo ser, se
desarrolla y tiende actualizando sus potencias". Las ideas religiosas y morales,
cuanto más profundamente arraigadas, tanto más influjo tienen en el desarrollo de
la voluntad. Espírago dice: "Como base de nuestra obligación al cumplimiento de
los preceptos se ha de poner la Voluntad de Dios". Y más adelante continúa: "Es
un funesto error descuidar estos motivos; el amor de Dios, la consideración de su
infinita bondad, la hermosura de las virtudes, la fealdad del pecado, etc. bajo el
falso pretexto de que el niño no está en disposición de apreciarlos y de que sólo
se mueve por premios y castigos. La voluntad libre necesita razones para
determinarse en un sentido o en otro. Todos somos inclinados a buscar nuestro
interés: en las cosas que nos exigen algún sacrificio o abnegación nos
preguntamos: ¿Qué voy a ganar con ésto? La religión cristiana no nos deja olvidar
que tratamos con seres en cuya alma mora el Espíritu Santo con las virtudes
infusas de la fe, esperanza y caridad, y que su sentido de belleza moral, aún no
embotada por el contacto con la maldad, debe aprovecharse para formar ideales
éticos que duran para toda la vida".

COMO LLEGAR AL IDEAL DE LA VOLUNTAD

"La voluntad divina no puede santificarnos sin exigirnos algún sacrificio, dice
Tanquerey, por eso, continúa él mismo, retrocedemos muchas veces ante el
trabajo que esto nos cuesta, y preferimos nuestros gustos y antojos a la voluntad
santísima de Dios ". Si queremos no impedir su acción debemos educar la
voluntad propia. Esta educación es necesaria; para lograrla, debemos remover
obstáculos y emplear medios positivos. En cuanto a los medios positivos,
"consisten en ordenar deliberadamente la obra del entendimiento, la de la
voluntad, y la de la gracia". Al entendimiento le toca tener ideas claras y
arraigadas que determinen la voluntad a elegir lo más conforme con la de Dios.
Estas ideas hondamente arraigadas obrarán sobre la voluntad, la que, por su
parte, habrá de obrar con decisión, firmeza y constancia, todo lo cual se
conseguirá con el auxilio de la gracia que Dios no niega a quien la pide con
humildad y confianza. Estos eran los sentimientos de San Pablo cuando decía:
"Omnia possum in Eo qui me confortat". Tan importante es este buscar nuestra
firmeza en Dios, que San Juan de la Cruz no vacila en poner el primero de los
mandamientos como idéntico a ello. Así decía a un religioso descalzo dirigido
suyo: el que anduviese a buscar suavidad en Dios y se buscase y deleitase· en
ella, "ya no amaría a Dios puramente, sobre todas las cosas, lo cual es poner toda
la fuerza de la voluntad en El".

LA EDUCACION DE LA VOLUNTAD NESECARIA A TODOS

Hemos hablado de la educación de la voluntad refiriéndonos preferencialmente a


los religiosos, pero esto está muy lejos de significar que no sea necesaria la
educación de ella para todos los hombres, cualesquiera que sean su religión,
estado, oficio, etc. Tener dominio de la voluntad propia es tener dominio sobre
nosotros y sobre la mayoría de los demás, pues nada subyuga tanto como una
persona dominada, dueña de sí, suave, firme, serena, enérgica, emprendedora.
Oigamos a Guibert: "El primer resultado de semejante dominio es la manifestación
y el desarrollo de la voluntad. Ha podido afirmarse, con mucha verdad, que
apenas existe entre mil hombres sólo uno que sea persona, porque, en efecto, la
mayor parte de los hombres, en lugar de tener el alma en sus manos se dejan
guiar por influencias exteriores o por las ciegas influencias de su sensibilidad. La
verdadera dignidad del hombre, dijo uno, se funda en lo que es y en lo que tiene.
Los sin voluntad no son, pues, tales hombres, ya que ni se pertenecen, ni
producen, ni adquieren. Por la voluntad se librarán de sus tiranos, serán dueños
de sí mismos recobrando la libertad con la cual llegarán a ser personas morales,
elevándose así del estado de degradación al de verdadera grandeza. Por qué fue
Jesucristo el Salvador de la humanidad aún en lo que dice relación con la vida
presente, ¿sino porque enseñó a los hombres el arte de enseñorearse y
poseerse? Y como la conquista de sí mismo exige mayor esfuerzo que la
conquista de los demás, el desenvolvimiento de la personalidad entraña el poder
de acción y el imperio de la influencia sobre los demás hombres. Todo se doblega
ante una voluntad firme; . . . gracias a la perseverancia en el trabajo y a la
tenacidad en los proyectos, la naturaleza revela a la voluntad humana sus
secretos y sus recursos.

LA VOLUNTAD EN JESUCRISTO

Después de haber hablado de la voluntad en todos los hombres en general y en el


religioso especialmente, sólo resta decir algunas cortas palabras de lo que es la
facultad ordenadora en Jesucristo, nuestro modelo y nuestro ideal. N o
consideraré a Jesucristo en su voluntad divina; este sublime tema quedaría mejor
en un estudio de Sagrada Teología; si en Dios existir es pensar y es amar, nos
enseñan los teólogos que este pensamiento divino es persona y se llama Verbo;
un Verbo que ama infinita, eterna, perfectísimamente; con un acto simplísimo, y
que de la misma manera es amado por el mismo Dios en la persona del divino
Padre. Y el amor con que se aman el Padre y el Verbo es tan divino, tan eterno,
tan perfecto, tan simple, que es, como Ellos, persona divina; ese amor es el
Espíritu Santo. Hablar, pues, de este primer acto de voluntad divina, del acto puro,
es algo tan sublime, que apenas la palabra de Dios lo haría dignamente; para el
humano esto es inefable; lo único que puede, cuando llega aquí, es contemplar y
callar. De la voluntad humana de Jesucristo bastaría con decir que es perfectísima
en todos sus actos y bajo todos los aspectos. Para no enrutarnos por nuevos
senderos, miremos solamente el asunto bajo los puntos de vista tocados en la
tesis. La voluntad se inclina a obrar solamente cuando es iluminada por el
entendimiento. El entendimiento de Jesucristo, incontaminado por pecado, gozaba
de la claridad concedida al hombre en su creación; en El no había lugar a error, ni
a duda, ni a engaño. Tampoco la concupiscencia inclinaba su alma perfectísima
hacia el mal. Todo en Cristo fue siempre perfectísimo; así pudieron testimoniarlo
Dios y los hombres sus contemporáneos.

¿PORQUE ES TAN IMPORTANTE UNA VOLUNTAD EDUCADA?

Porque con ella hay un mayor autodominio en la persona, quien puede actuar
guiada por la reflexión y no por el simple deseo. Una persona con la voluntad
educada es más libre, porque no es esclavo de sus sentimientos o arrebatos. Por
eso, en muchos ámbitos, a educar la voluntad se le conoce como educación en
libertad y, por lo mismo, debe ser educada en todas las personas.

Educar la voluntad hoy se hace una tarea difícil porque vivimos en una sociedad
hedonista que esquiva y condena el esfuerzo, cambiándolo por el placer y la
satisfacción inmediata. No se exige autodisciplina sino, más bien, se exalta las
conductas espontáneas, irreflexivas y fáciles. Como no se valora la voluntad,
tampoco se educa y esta omisión, desafortunadamente, está trayendo
consecuencias conductuales en los niños y adolescentes. Esto se manifiesta en
actitudes como la incapacidad para tomar decisiones personales; incapacidad
para actuar, falta de perseverancia y mucha evasión de la realidad a través de, por
ejemplo, la música estridente, la promiscuidad, el alcohol, las fiestas desbordadas,
la droga, la velocidad, entre otros. Los más jóvenes tienen poca capacidad para
comprometerse, para crear proyectos y llevarlos a cabo, porque están interesados
sólo en vivir el presente evitando complicaciones. ¿Cuál es el problema con
desear una vida tranquila? Que se convierte en una tragedia cuando éste es el
único objetivo en la vida, porque una vida sin problemas es una utopía y no
saberlo acarrea muchísimo más sufrimiento. No educar la voluntad tiene otras
consecuencias graves, como la abulia, la apatía, la falta de concentración, el
atolondramiento, la ansiedad, la conducta en función del capricho, entre otros.

COMO EDUCAR LA VOLUNTAD

 Educar la voluntad consiste en desarrollar la “buena voluntad”, es decir, en


fomentar una voluntad fuerte, con capacidad para el esfuerzo, fuerza de
ánimo, carácter y autocontrol. Sin embargo, lograr tener una gran fuerza de
voluntad no lo es todo ya que muchos antihéroes y gangsters de películas
se esfuerzan, se autocontrolan y son perseverantes. La educación de la
voluntad debe contemplar el orientarla al bien de acuerdo con normas
morales. Ello significa desarrollar una “voluntad buena” y esto se logra a
través de la educación moral. Dicho en otras palabras, lo que se busca es
que la voluntad quiera el verdadero bien sin dejarse llevar por el
deseo.

 Para educar la voluntad, hay que despertar motivos valiosos. ¿Cómo hacer
algo que cuesta si es que no se quiere hacer? Por eso los motivos son el
motor de la voluntad.

 Un punto clave para desarrollar la voluntad es la interiorización de valores.


Esto significa que uno toma un valor como propio para que se convierta en
un motivo. Para esto hay que formar el entendimiento de quien se educa
enseñándole qué es el verdadero bien, la bondad o maldad de los actos, a
discernir entre los valores falsos o verdaderos.

 Los niños y jóvenes deben tener un ideal ya que éste es el gran motor de la
voluntad. Deben tener las ideas claras de qué es lo que quieren de verdad
en la vida, sin confundir lo qué es bueno con el simple deseo, sentimiento o
ganas de hacer las cosas. Se trata de que se inclinen positivamente hacia
lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo honesto, lo elevado. Para ello, es
necesario que los educadores presenten de manera atractiva los fines
valiosos que se consiguen con conductas buenas, haciendo que la virtud
sea atractiva y no se relacione con personas “raras” o tristes. Cómo educar
las virtudes lo veremos de manera más completa en el siguiente punto de
este capítulo.

 Descubrir el valor que hay detrás de cada acción que se realiza dota
de sentido a dicha actividad. Sin embargo, tampoco se puede exagerar
la función de la motivación o del interés ya que muchas veces hay
que hacer cosas que no gustan, por deber, así no haya ninguna
retribución que sea de nuestro interés. Esto implica enseñarles a los chicos
el valor del esfuerzo con conductas reales y no relajadas. Por ejemplo,
muchos piensan que el esfuerzo se puede enseñar jugando. Sin
embargo, no hay aprendizaje sin esfuerzo. Eugenio d´Ors decía que en
la educación y en el aprendizaje es preciso evitar la superstición de
los espontáneo, que implica repugnancia hacia los medios fatigosos
de aprender. Para él no hay educación ni humanismo sin la exaltación
del esfuerzo, de la tensión en cada hora y en cada minuto. Por
eso, proponía “rehabilitar el valor del esfuerzo, del dolor, de la disciplina de
la voluntad, ligado no a aquello que place, sino a aquello que
displace”. Añadía d´Ors que “cuantos sometidos a la superstición de
lo espontáneo, han querido llevar hasta su extremo lógico la
metodología de lo “razonable”, de lo “instructivo” de lo “fácil”, de lo
“atrayente”, del interés sin conocimiento previo, han tenido que confesar, si
son sinceros, su fracaso”³.

 Continuando con el punto anterior, por lo tanto, para educar la inteligencia y


la voluntad es necesario, además, desarrollar la afectividad. Esto significa
que se debe favorecer una disposición generosa hacia el bien que, en
ocasiones, exige sacrificio y renuncia para superar el propio egoísmo. Las
vivencias y valores que se apoyan en el sentimiento y la afectividad
enraízan más fuertemente en la persona. Los afectos y sentimientos
aportan la energía que lleva a la acción moral.

 Se ha de lograr un clima familiar en el que los hijos puedan exponer


y argumentar sus propias razones. Los padres, luego de escucharlos
con respeto, deben ofrecerles los puntos de apoyo necesarios para
que encuentren por sí mismos una sólida fundamentación racional.
REFLEXION

La educación de la voluntad en el joven es imprescindible, pues favorece en el un


crecimiento personal. Las instituciones educativas deben facilitar la ayuda que le
permita decidir por lo bueno y por lo malo, con la formación de la voluntad como
educación del carácter moral como formación integral.
http://www.mercaba.org/FICHAS/e-cristians/Cursos/ampliacion_04-1.htm

http://es.catholic.net/op/articulos/43122/cat/29/educacion-de-la-voluntad-cuando-y-
como-educarla.html

http://portal.udea.edu.co/wps/wcm/connect/udea/c77a0dcf-cddc-4fc0-a6d2-
db2b889c2b5f/069+La+educaci%C3%B3n+de+la+voluntad.pdf?MOD=AJPERES

https://catholic-link.com/la-educacion-de-la-voluntad/

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