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Brecha Digital

En una época en la que los adolescentes son nativos digitales, incorporar la tecnología a
la educación aporta una serie de beneficios que ayudan a mejorar la eficiencia y la
productividad en el aula, así como a aumentar el interés de los niños y adolescentes en
las actividades académicas.

Internet y el acceso a dispositivos móviles cada vez más intuitivos y con precios
asequibles ha supuesto un cambio mundial en cuanto al uso de la tecnología. Ese cambio
también se evidencia en el ámbito de la educación, en el que cada vez más cosas se
hacen aprovechando la red y sus posibilidades, tanto en el aula de clases como fuera de
ella.

En realidad la tecnología lleva mucho tiempo asistiendo a profesores y estudiantes en su


trabajo diario. Los procesadores de texto, las calculadoras, las impresoras y los
ordenadores se han utilizado desde hace mucho tiempo para las distintas actividades
escolares que los requieren.

El crecimiento mundial de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es


una buena noticia, dado que son un poderoso factor para el desarrollo de los países y de
las personas. El Banco Mundial ha calculado que por cada 10% de aumento en la
penetración de la banda ancha, el producto interno bruto aumenta 1.38%, y la
productividad laboral 1.5 por ciento.

La revolución digital, sin embargo, no se está dando de manera equitativa. Las


desigualdades sociales se replican también en el acceso, uso y aprovechamiento desigual
de las TIC. Al conjunto de estas diferencias se le denomina brecha digital.

La brecha digital no significa solamente que algunos tendrán más gadgets que otros. El
acceso a la tecnología, un derecho fundamental reconocido tanto por la ONU como por la
Constitución mexicana, se ha convertido en un habilitador transversal de otros derechos.
Es decir, la probabilidad de que una persona haga efectivo su derecho al acceso a la
información o a recibir servicios de educación y salud de calidad depende, entre otros
factores, de su acercamiento efectivo a las tecnologías digitales. Por eso, cualquier
política pública que valore la equidad debe ser digital.

Dentro de la brecha digital encontramos:

Brecha digital doméstica o local.- Diferencias dentro del mismo país

Brecha digital internacional.- Difusión relativamente lenta de los países de origen hacia el
resto del mundo, capacidad de actualización de los países subdesarrollados.

En la actualidad poca gente pondría en duda la influencia de la tecnología sobre su vida


cotidiana, muchos hemos pasado de un consumo pasivo hacia un consumo interactivo en
el que podemos decidir a qué actividades aplicamos tecnología para hacernos la vida más
fácil.
Este modo de consumo tecnológico es relativamente novedoso y fue posible gracias al
nuevo paradigma de las tecnologías de información y comunicación (TIC) que tuvo un
desarrollo acelerado después de la Segunda Guerra Mundial. Algunos ubican como
parteaguas el surgimiento del Internet alrededor de 1969 como parte de una institución
denominada Red de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada

Sin embargo existe hoy en día una herida que sigue abierta la brecha digital, esta tiene
múltiples aristas y miradas. Coexisten varias brechas en paralelo que, en conjunto,
indican cercanía o alejamiento a las tecnologías de la información y comunicación.

Si uno circunscribe el tema a América Latina, las múltiples aristas se tiñen del color de
cada país. Si bien en cada lugar la brecha digital es diferente y tiene características
propias, notaremos algunos puntos en común, entre ellos, las oportunidades que brinda el
acceso a Internet desde teléfonos móviles.

Varios artículos coinciden en que la gran penetración de estos dispositivos genera un


potencial acortamiento de la brecha.

Evelio Martínez, desde México, señala que la telefonía móvil ha incrementado


considerablemente la penetración de Internet, pero advierte que mientras en América
Latina y el Caribe crece la cantidad de usuarios, el índice de esa penetración sigue bajo.

La importancia de la reforma de telecomunicaciones radica no en las tecnologías digitales


en sí mismas, sino en el abatimiento de la brecha digital y, con ello, en el impulso al
desarrollo y la reducción de las desigualdades sociales. La reforma ha marcado el inicio
de la concepción de la política pública digital como una herramienta transversal para
revertir la condición de pobreza y marginación en la que habitan millones de personas en
México.

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