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Cristina Guirao-Mirón
University of Murcia
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All content following this page was uploaded by Cristina Guirao-Mirón on 07 June 2018.
MISCELÁNEA 1:
Artes y cultura
Mesa Miscelánea 1 Artes y cultura María Rita Vega Baeza (Coord.)
división entre los civilizados educadores llamados a cultivar las almas -en
clara minoría-, respecto a los salvajes o al populacho que precisaba ser
instruido. No bastó con instruir a las autóctonos, había que expandir los
símbolos y los relatos que configuraban los Estados allende los mares y las
fronteras. Desde esta perspectiva la colonización dotó a este concepto de
cultura de una misión proselitista nueva y constituyó un gran estimulo para
su difusión. Hoy los estudios coloniales nos recuerdan la prepotencia del
poder oculto bajo el dominio cultural e impositivo de un canon de
civilización y de cómo las subjetividades formadas bajo la performatividad
de un relato cultural canónico occidental, han necesitado resetear su propia
historicidad (Said, 2007). En definitiva, esta teoría de la cultura: "elevaba el
mundo desarrollado al status de incuestionable perfección que tarde o
temprano habría de ser imitada o deseada por el resto del planeta" (Bauman,
2013:16)
La expresión industria cultural fue concebida por primera vez, 1944, por
Adorno y Horkheimer (1994), referida a las técnicas de reproducción
industrial de obras culturales. En sus conferencias radiofónicas de 1962,
Adorno prefería usar la expresión cultura de masas frente a industria
cultural, para contextualizar la creciente estandarización de contenidos que
se estaba produciendo en la sociedad de masas. Con el tiempo Adorno y
Horkheimer prefirieron referirse a este hecho designándolo como industria
cultural, aludiendo no sólo a la aparición de medios de difusión masiva
como el cine, la prensa y la televisión sino, también, al modo de producción
y comercialización de contenidos culturales, que la industria de la
producción en cadena había sometido el campo de la cultura. Queda
entonces claro que la expresión cultura de masas pone el foco en la
recepción masiva de las nuevas formas de producción y difusión cultural:
fotografía, fonógrafo, cine, prensa y radio. En tanto que industrias culturales
enfatiza el hecho de la producción en serie de los bienes culturales más que
de la recepción de los mismos. En cualquier caso, las críticas de la escuela
de Frankfurt a las industrias culturales, como señala Daniel Bell (1979) eran
prácticamente las mismas que las que otros intelectuales hacían a las
sociedad de masas (Ortega y Gasset, Hannah Arendt y Thorstein Veblen): la
banalización de los contenidos culturales, la estandarización de los mismos,
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la cultura vuelve a cambiar. Digamos que hoy la cultura, siguiendo con las
metáforas hídricas de Zygmunt Bauman, se ha vuelto gaseosa, convertida en
mercancía, producida en serie como bien de consuno que proporciona
experiencias que el mercado nos vende embotelladas y que una vez abiertas
y consumidas no queda más que el envase vacío. La cultura hoy no sirve
para legitimar una clase social, ni para reproducir sus gustos, más bien los
bienes culturales orientados al mercado son productos de consumo que las
nuevas tecnologías han vuelto inmateriales, como las experiencias,
intangibles y más desubicados que nunca, o que antes, invaden ordenadores,
pantallas, teléfonos móviles y como el gas se expanden por toda nuestra
intimidad sin dejar rastro.
Bibliografía
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