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Adolescencia y prevención de adicciones

Alertas y estrategias para padres que quieren ayudar a prevenir adicciones en sus hijos adolescentes

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Significados de Adicto y Adicción
La raíz de la palabra adicto viene de addictus: esclavo, con lo cual perfectamente podemos entender que
una persona adicta es una persona esclava de eso que cree le produce satisfacción.

La raíz etimológica de adicción es a: sin y Dictun: dicho; es decir, lo no dicho o sin comunicación. Si
observamos a alguien que se encuentre en algún problema de esta índole nos podremos dar cuenta cómo
las adicciones rompen con la comunicación entre el adicto y quienes le rodean. También podemos
entender la adicción como la necesidad de satisfacer aquello que no puede ser dicho a través de algo a lo
que se le adjudica un valor de cubrir dicha necesidad o de producir la satisfacción requerida.

¿Cómo saber que se tiene una adicción?


Cuando la persona hace algo que le produce satisfacción momentáneamente sin ser capaz de controlarla y
esto le afecta negativamente en su calidad de vida, es cuando decimos que tiene una adicción.

Las adicciones más comunes en los adolescentes


Se puede ser adicto a muchas cosas, pero los adolescentes por la influencia de la sociedad, la publicidad y
los medios de comunicación están más expuestos hoy en día a adquirir adicciones al deporte, al culto al
cuerpo, a los videojuegos, a la tecnología (tecnofília), al sexo, a la pornografía, a las relaciones de
codependencia, a la comida rápida y por supuesto al tabaco, a las drogas y al alcohol.

¿Quiénes son más propensos a caer en alguna adicción?


Los chicos que buscan huir de su realidad y se sienten aliviados o confortados al recibir dicho estímulo.
Generalmente son aquellos con problemas de autoestima, aquellos a los que se les dificulta relacionarse y
se sienten realmente solos. Quienes viven en constante estrés o con sentimientos fuertes de angustia,
quienes tienen baja tolerancia a la frustración o les cuesta trabajo lidiar con sus propios sentimientos y
emociones, quienes tienden a huir de los conflictos en lugar de afrontarlos.
Los chicos con un carácter muy impulsivo e irreflexivo, quienes actúan con rebeldía ante su situación
personal o buscan vengar se de sus padres y buscan hacerlos sufrir, castigarlos o simplemente llamar su
atención porque se sienten abandonados o poco importantes para sus padres. Quienes se dejan influenciar
fácilmente o desean imperiosamente pertenecer a un grupo, quienes sienten un aburrimiento constante en
la vida, lo tienen todo o han perdido su sentido de vida.

Como padres podemos hacer mucho para evitarlo


Nuestros hijos pueden estar dentro de alguno de los puntos antes mencionados, sin embargo, si nosotros
nos ponemos las pilas como padres y empezamos a buscar una buena comunicación con ellos, los
acogemos realmente, nos empezamos a involucrar en sus gustos y actividades, sin invadir su privacidad y
nos acercamos a ellos para apoyarlos y alentarlos en lugar de desacreditarlos continuamente, si poco a
poco recuperamos su confianza y respetamos y reconocemos su individualidad, teniendo en cuenta que
parte de la adolescencia es precisamente buscar esa separación de los padres para definirse como
individuo, podremos contrarrestar la influencia negativa que el mundo exterior les produce, evitando así
que se vuelvan adictos, aun cuando hayan estado expuestos.

La importancia de los límites para prevenir las adicciones


Recordemos algo muy importante, el adolescente necesita límites, así que no temamos ponérselos, él
mismo lo pedirá a través de sus conductas indeseables. Poner límites es decirle a través de “te quiero, me
importas mucho y por eso no te lo permito”, aunque poner límites no significa gritarle, insultarlo,
humillarlo, ni estar en constante pleito con ellos, es dialogar, llegar a acuerdos, establecer previamente
consecuencias y ser firmes para que las cumpla, pero siempre con amor y respetando su dignidad de
persona, haciéndole saber que lo indeseable fue su conducta. En la medida que el adolescente se vaya
autorregulando y adquiera mayor responsabilidad podremos ir soltándolo.
Escúchalos, sobre todo si te confiesan algo importante
No olvidemos que la clave de una buena comunicación, y por tanto de una buena relación con nuestros
hijos adolescentes, es saber escucharlos, sin juzgarlos, ni sermonearlos, así nos hayan confesado algo con
lo que no estamos de acuerdo. Al contrario de que nos pongan los pelos de punta, debemos mantenernos
serenos y preguntarles qué piensan ellos al respecto, cómo se sienten, qué quisieran que nosotros como
padres hiciéramos, en qué creen que podemos ayudarlos.

En casos difíciles debemos buscar qué hay realmente en su interior, ya que al hacer este tipo de
declaraciones fuertes es porque esperan algo importante de nosotros, muchas veces buscan ayuda para no
perderse en el camino, aunque a nosotros nos parezca ya tarde, nunca lo es, y si por algo lo están
confesando, ayudémosles a reencontrar su camino, conversemos para hacerles ver su error con amor:
insistir en pelear con ellos sólo los alejará de nuevo.

Alerta para detectar tempranamente una adicción


Te presentamos una serie de cambios que te ayudarán a detectar un proceso adictivo incluso antes de que
haya realmente un problema de adicción. Sin embargo, si sospechamos que existe es importante consultar
a un especialista en adicciones. Estos cambios son:

Cambios en el estado físico. Sobre todo si se le ve deteriorado, ya sea en su aseo personal, en la


vestimenta o en su apariencia física.

Cambios en el estado emocional. Depresión, ansiedad, irritabilidad, poca tolerancia, impaciencia.

Cambios en el desempeño escolar. Baja de calificaciones, no entrega tareas, ausencias frecuentes a


clases, constantes riñas escolares.

Cambios en las relaciones familiares. Generalmente la dinámica familiar es afectada rápidamente ya que
aumentan las discusiones o existe evasión en la comunicación, existe mayor tensión y desconfianza,
aislamiento por parte del hijo con el problema.

Cambios en las relaciones sociales. Distanciamiento de buenas amistades o relaciones sanas, aparición
de nuevos amigos con conductas cuestionables, cambio de hábitos en cuestión de salidas, paseos y sitios
frecuentados.

Cambios en sus pertenencias. Aparición de objetos que nos parecen extraños o de origen dudoso, dinero
con procedencia inexplicable, desaparición de dinero u objetos de valor en casa.

Cambios en sus rutinas. Falta de apetito o periodos de hambre excesiva, somnolencia o insomnio, fallas
a compromisos familiares, responsabilidades y obligaciones.

En conclusión
Debemos estar atentos a lo que pasa alrededor de nuestros hijos, conocer a sus amigos, pero sobre todo
conocerlos a ellos, comprenderlos, respetarlos, escucharlos pero sin dejar de poner límites, en pocas
palabras debemos ser papás presentes en la vida de nuestros hijos para que sea mucho más difícil que
adquieran una adicción, aunque lo mejor que podemos hacer es orar por ellos.

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