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Parcial 1 Hermenéutica.

Carolina Figueroa L.
Desarrollar las concepciones de "hermenéutica/s" que exponen Nietzsche, Heidegger,
Gadamer y Ricoeur, teniendo en cuenta las discusiones en torno al lenguaje, la verdad,
la interpretación y el sentido".

R.- En relación a las concepciones sobre la hermenéutica que plantean estos cuatro autores,
podemos señalar que todos parten de una crítica a la concepción del lenguaje como el eje
central para comprender la realidad. De modo que su visión de la interpretación se inserta
dentro del giro lingüístico1 o lo que Gadamer señala como giro hermenéutico. Es por ello,
que podemos ver una línea de conexión entre sus planteos en torno a las nociones de lenguaje,
verdad, interpretación y sentido.
Nietzsche sería dentro de esta línea el precursor, quien para Foucault (1970) habría
violentado la ley de los modos de interpretación establecidos al sostener la politicidad de la
interpretación, es decir, al desenmascarar el carácter ideológico que está implícito en ella y
al someter a crítica la relación entre sujeto y objeto. La interpretación para Nietzsche es
inacabada, puesto que no hay nada que interpretar, porque todo es interpretación de una
interpretación, de modo que no existe un significado original. Puesto que las palabras mismas
no son más que interpretaciones esenciales, creadas por las clases superiores, quienes
imponen un régimen de verdad a partir de una determinada voluntad de poder. Y para
desmontar cómo se han originado dichos regímenes realiza un análisis genealógico2.
Heidegger retoma la idea de apertura en la interpretación e inserta la noción de círculo
hermenéutico, la cual plantea que existe a una interpretación que es anterior a la
interpretación, por tanto, es una anticipación. La interpretación es la que articula esas
anticipaciones y permite entender cuál es el sentido que tiene la vida, por lo que lo que se
interpreta es la existencia, esto es, la forma de estar en el mundo, el cual se experimenta a
partir del lenguaje. Gadamer (2004) (su discípulo) también sostiene la circularidad
interpretativa, la que surge debido a que el intérprete es producto de condiciones previamente
dadas, las cuales determinan su interpretación. A partir esta circularidad señala que hay una
universalidad de la hermenéutica, puesto que el objeto de estudio es diverso y no se agota;
ya que no solo se interpretan textos escritos, sino que textos tan complejos como una cultura
o incluso el sujeto mismo. A su vez, retoma la idea de interpretación de la existencia de
Heidegger, cuando sostiene que la interpretación al ser una categoría existencial del ser
humano, un modo inherente de ser en el mundo, salvó a la hermenéutica de ser un ejercicio
ingenuo. En cuanto a la interpretación sostiene que es lo que “ofrece la mediación nunca
perfecta entre hombre y mundo, y en este sentido la única inmediatez y el único dato real es
que comprendemos algo como algo” (p.327). Y esta idea de comprender será el primer paso
1
Este giro lingüístico en la filosofía plantea que a partir del lenguaje se debe analizar cualquier problema
filosófico, ya que la filosofía antes de ser comprendida como algo conceptual debe ser analizada como lenguaje
o a partir de éste.
2
Un análisis que se estructura a partir de la búsqueda del origen de ciertas creencias, de modo que se van
desmontando las capas que dieron lugar a los diferentes regímenes de verdad; los cuales aluden a: cosa en sí,
verdad, ontología, religión, etc.
dentro de lo que considera como el trabajo hermenéutico, paso que será seguido por la
explicación y finalmente la interpretación. Ricoeur siguiendo los análisis de Gadamer
estructura su hermenéutica en torno a la interpretación de diversos tipos de textos, siendo,
por tanto, el objeto de la hermenéutica el texto y su objetivo la comprensión de éste. Esta
concepción de la hermenéutica lleva hacia un proceso en donde se integra al sujeto con el
texto, y esto alude a un modo de estar en el mundo que está estrechamente relacionado con
el mundo del texto y el sentido total de sus expresiones. Puesto que su visión de la
hermenéutica es la de una interpretación exegética, esto es, referida al análisis de escritos y
la comprensión sería la que abarca todos los aspectos de los signos en general. A partir de la
noción de texto, postula que se debe realizar una renovación respecto a la distinción entre
interpretación y explicación, una renovación que rompe con la antinomia que se ha planteado
entre ambas, de modo que para Ricoeur no existe dicha oposición, puesto que la explicación
es una fase del acto de comprender, de ahí que sostenga que explicar más es comprender
mejor. Define la interpretación como aquello “que acerca, iguala, convierte en
contemporáneo y semejante, lo cual es verdaderamente hacer propio lo que en principio era
extraño” (2006 p.141). Por tanto, la interpretación funciona por medio de una apropiación
que “marca la realización, la actualización, de las posibilidades semánticas del texto” (Íbid)
Respecto al lenguaje y la verdad y el sentido, en el caso nietzscheano en SVM3 se
plantea que el lenguaje no existe para corresponder con las cosas en sí, sino que para
normativizar un acuerdo y así poder conocer la realidad, el cual “precisa de un tratado de paz,
y de acuerdo con éste, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum
omnium contra omnes” (1996 p.20). En este “tratado de paz” se establece la verdad como
convención, ya que “se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y
obligatoria” (Íbid.), en donde lo verdadero es legitimado como tal por medio de una voluntad
de poder que determina cuáles son las metáforas adecuadas y cuáles no, y ello funda la
distinción entre verdad y mentira. Pero el supuesto impulso a la verdad que se manifiesta en
el hombre a través del lenguaje es ilusorio, ya que las únicas verdades que nos son accesibles
no son más que tautologías “conchas vacías”, verdades que han sido establecidas por nosotros
mismos y que no suministran ninguna información nueva respecto a lo que designan. Es por
ello, que se remonta al origen del lenguaje y a la construcción de conceptos, lo que lo lleva a
sostener que el lenguaje no es más que un proceso de metaforización, ya que las palabras son
por naturaleza tropos4. A partir de este análisis genealógico de lenguaje surge el problema de
entender la verdad en sentido extramoral, es decir, comprender que la noción de verdad no
es más que un conjunto de metáforas, las cuales hemos olvidado, debido a que la dimensión
creadora del hombre no funciona a nivel consciente, lo que provoca su olvido y lleva a que

3
Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.
4
Esta postura se estructura a partir de su lectura de Die Sprache als Kunst de Gustav Gerber, donde se postula
que no se puede hacer una distinción entre un lenguaje tropológico y uno que no lo es, puesto que la naturaleza
misma del lenguaje es artística desde su origen. Nietzsche en SVM retoma el modelo del origen del lenguaje
presentado en Die Sprache als Kunst, pero lo modifica, lo cual se manifiesta al presentar las fases de la génesis
lingüística, ya que coloca la metáfora desde el comienzo del proceso (entre la cosa en sí y el estímulo nervioso);
mientras que Gerber la situaba entre la sensación y sonido.
las regularicemos y sometemos a un pacto lingüístico. En cuanto a la crítica de la
construcción de conceptos sostiene que es otra ilusión más que es producida por convención,
de modo que la relación entre éstos y lo que designan es puramente arbitraria, ya que los
conceptos no pueden igualar lo que no es idéntico. Por ello, no puede asignárseles carácter
de verdaderos, pues son sino el residuo de una metáfora y responden a un antropomorfismo.
En Heidegger vemos una continuidad respecto a la crítica del origen del lenguaje
nietzscheana, puesto que sostiene que el lenguaje no tiene el interés de categorizar las cosas
sino que habitarlas, hacer de ellas una morada para el hombre y dicho habitar responde a un
pensar poetizante, el cual se aleja de los aspectos representativos y propios del lenguaje de la
metafísica. Este pensar es más bien contemplativo y lleva a meditar frente a las cosas, de
modo que éstas digan lo que puedan decir. La función del lenguaje es fundamental en
Heidegger, lo que se ha denominado una centralidad del lenguaje o una linguicidad del
mundo, en donde éste es el medio en el que vivimos, puesto que, por ejemplo, lo que yace
sin rasgo de vida en el mundo (animal) es pobre de mundo al no poseer lenguaje, en cambio,
el hombre o el DASEIN (arrojado en el mundo) tiene mundo solo porque posee lenguaje, es
decir que habita el lenguaje como morada, siendo éste la casa del ser. Pero a su vez señala
que la relación que tenemos con el lenguaje es oscura, ya que no sabemos nada de cómo
hablamos y sólo en el momento en que perdemos la lengua es cuando realmente se puede
vivir una experiencia del lenguaje.
En De un diálogo acerca del habla entre un japonés y un inquiridor, plantea que el lenguaje
es esencial al hombre, pero que hay una distancia respecto a la lengua, lo que se percibe al
abordar el tema de la traducción, el que se presenta en el juego de espejos entre Heidegger y
el japonés, ya que el primero desea comprender el aporte japonés respecto al arte y el segundo
desea importar el pensamiento heideggeriano sobre el lenguaje poético y el arte hacia Japón,
es decir, realizar una traducción oriental de dicho pensamiento. La pregunta esencial que se
produce en este diálogo es por la esencia del lenguaje bello-resplandeciente (la poesía) y su
alcance hasta el arte. A partir de la discusión que se plantea en torno a la esencia del lenguaje,
Heidegger sostendrá que hay que realizar un orden del lenguaje más originario y simple en
su relación con las cosas, la idea de un caminar junto con el lenguaje, pero un camino
entendido como no premeditado, que no siga un método establecido y estructurado. Esto
quiere decir abrir otra experiencia con el lenguaje, la cual ya no sea de tipo metafísico y por
tanto metalingüística, ya que el gran problema del lenguaje es que no podemos expresar por
medio del lenguaje lo que se expresa con el lenguaje, de ello da cuenta cuando sostiene que
“la lengua de nuestra conversación destruye continuamente la posibilidad de decir aquello de
lo que hablamos” (Heidegger, 1990 p.94). Es por ello, que la salida que propone es vivir otra
experiencia lingüística, la cual no haga desaparecer la esencia del habla y que no convierta a
ésta en un objeto (Íbid, p.135). Esta experiencia otra, por tanto, debe ser más simple y poco
ingenua, puesto que hacer una experiencia del habla es salirse de las concepción categorial y
conceptual del lenguaje y buscar algo que desconocemos, de modo que creemos otro lenguaje
no predicativo. Y en aquello que desconocemos está la verdad, puesto que, siguiendo la
concepción griega de alétheia, lo verdadero es lo que se desoculta o devela.
En el caso de Gadamer, la verdad es el punto culmine de la interpretación, una verdad
que está implícita en el objeto de comprensión, y el comprender alude a hacerlo de una
manera diferente, sin pretender llegar a una verdad última y al igual que su maestro el
lenguaje es el que permite develar la verdad que subyace a la vida humana. En consecuencia,
su hermenéutica no es ontológica, y alude a que llegamos a la verdad o al sentido solo cuando
logramos comprender, por lo tanto, la disciplina hermenéutica es la que garantiza la verdad.
En torno al lenguaje, retoma el concepto de lingüisticidad heideggeriano (el carácter
lingüístico de la aprehensión del sentido del ser), aplicándolo a la comprensión, lo que lleva
a sostener que la comprensión plena del sentido del ser siempre se da en el lenguaje y en la
lengua, considerando a su vez un aspecto dialógico5: puesto que el hombre siempre está en
diálogo con otro, con la comprensión de ese otro: “Lo que se manifiesta en el lenguaje no es
la mera fijación de un sentido pretendido, sino un intento en constante cambio, o más
exactamente, una tentación reiterada de sumergirse en algo con alguien”. (2004 p. 324). Este
diálogo lo lleva hacia el concepto de texto, un texto que debe ser comprendido, pero que no
debe ser interpretado partiendo de un análisis gramatical, sino que, desde lo dialectico, es
decir, intentando determinar “lo que el hablante hubiera querido decir si yo hubiera sido su
interlocutor originario” (2004 p, 333). Ricoeur también esboza su idea del lenguaje, la verdad
y el sentido en torno al texto, de ahí que en ¿Qué es un texto? sostenga que el acto de
liberación de la oralidad que lleva a cabo el escrito posibilita los criterios de textualidad, en
donde el texto dentro de la producción de sentido es autosuficiente, y el lenguaje dentro de
los criterios de textualidad se realice como discurso versus la realización del habla, la cual es
vista como la obra que designa disposiciones, tales como: género literario y estilo. Finalmente
podemos señalar que el mundo del texto se convierte en una categoría de tipo filosófica que
supera el plano de la inmanencia del significado, lo que puede ser comprendido como una
pretensión ontológica que lo diferenciaría de los otros autores analizados, quienes más bien
romperían con la ontología y esbozarían su hermenéutica en torno a la crítica de la metafísica,
lo cual se expresa al señalar que la realidad a la que alude un texto, es decir, la cosa del texto,
funciona en el plano de lo posible no en el de la realidad efectiva. Esto estaría presente
principalmente en la percepción de textos ficcionales o poéticos.

Bibliografía:
Foucault, M. (1970) Marx, Nietzsche, Freud. Madrid: Anagrama.
Gadamer, H-G. (2004) Texto e interpretación en Verdad y método II. Salamanca: Sígueme.
Heidegger, M. (1990). De un diálogo acerca del habla entre un Japonés y un Inquiridor en
De camino al habla. Barcelona: Odós.
Nietzsche, F. (1998) Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Madrid: Tecnos.
Ricoeur, P. (2006) ¿Qué es un texto? en Del texto a la acción. Buenos Aires: FCE.

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En Gadamer, la experiencia hermenéutica en su esencia es dialógica, ya que el interpretar siempre conlleva
una relación dialéctica entre el intérprete y el texto. Relación que se establece a partir de un constante
interrogarse entre el texto y su interprete, hecho que finalmente concluirá en una fusión de los horizontes, que
permite la comprensión de los textos.

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