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2009-000637
No hubo impugnación.
PUNTO PREVIO
Expresa el formalizante:
“...Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, se denuncia la violación de las formas sustanciales del
proceso que menoscaban el derecho a la defensa y al debido proceso, todo de
conformidad con el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, en relación
con el artículo 26 y 335 de la Constitución Nacional.
1.- La recurrida es la sentencia definitiva dictada por el Juzgado Superior
Accidental en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito, y de Protección del
Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del estado Vargas, en
fecha 19 de octubre de 2009, (véase dicha decisión a los folios 272 al 295 de la
Segunda Pieza del presente expediente ahora signado en esta Sala de
Casación Civil No. 2009-000637) que en su dispositivo estableció lo siguiente:
…Omissis…
2.- Ahora bien, es el caso que la recurrida resolvió sobre la apelación interpuesta
por todos los demandados, declarándola parcialmente con lugar y en
consecuencia de ello declarando parcialmente con lugar la demanda, sin
imposición de costas, pero sin resolver en conformidad con el principio de la
tutela judicial efectiva de rango constitucional, sobre la manifiesta
DECADENCIA O DECAIMIENTO DE LA ACCIÓN, así como de la perención
de la instancia alegada, en primer lugar por la Dra. MERCEDES PONCE
DELGADO, apoderada de la codemandada, ciudadana NELLY JOSEFINA
KASSAR KASRIM, como DECAIMIENTO, y en segundo lugar por el suscrito
Jorge Anyelo Armas, actuando como apoderado de la codemandada SEGUROS
MERCANTIL C.A., sucesora a título Universal de Seguros Orinoco., basadas en
la misma hipótesis fáctica, esto es, el transcurso del correspondiente período de
tiempo, sin que las partes instaran, auparan este juicio. Tanto el decaimiento de la
acción, como la perención alegada, encuentran claro fundamento tanto en la Ley
como en la Jurisprudencia vinculante de la Sala Constitucional de este Alto
Tribunal, y fueron en su momento planteado. En efecto:
2.1) Siendo la primera oportunidad de comparecencia de esta representación,
luego de restablecido por esta Sala de Casación Civil, en sentencia No. RC-
00679 de fecha 10 de agosto de 2007, el derecho a la defensa de mi representada,
consigné escrito de fecha 26 de junio de 2008, cursante al folio 209 al 214 de la
Segunda Pieza del expediente de la causa, en el cual, me adherí a la petición de la
codemandada NELLY JOSEFINA KASSAR KASRIM, a través de su apoderada
la Dra. Mercedes Ponce, sobre el alegado decaimiento de la acción y agregué una
petición basada en los mismos supuestos de hecho, invocando la perención anual
de la instancia. En efecto, sostuvo esta representación en el citado escrito lo
siguiente:
…Omissis…
Finalmente, en los informes en el Tribunal de la recurrida, luego de reiterar los
planteamientos mencionados, el suscrito expresó:
…Omissis…
2.2) Es claro que el transcurso del tiempo fue de 3 años, 7 meses y 23 días, entre
las fechas mencionadas, esto es, entre la última diligencia de la parte actora de
fecha 4 de octubre de 2001, antes de la sentencia definitiva dictada en primera
instancia y la sentencia definitiva dictada por el a-quo, en fecha 27 de mayo de
2005.
2.3) Ahora bien, la recurrida sobre el alegato expresado supra, sentenció:
…Omissis…
2.4) Como podemos observar de la transcripción realizada, la recurrida, en
ningún momento determinó, si al tiempo de la última actuación de fecha 4 de
octubre de 2001, realizada por la actora, el expediente, se encontraba o no
efectivamente en etapa de sentencia; lo cual, era el presupuesto necesario para
establecer, si desestimaba la perención alegada, pues si la causa entonces estaba
en etapa de sentencia, ese solo argumento le servía para desestimar la perención.
Empero, si el expediente estaba en aquella ocasión en etapa de sentencia, como lo
acordó la recurrida, sin determinarlo, entonces, era menester resolver el otro
ángulo del alegato formulado con la misma hipótesis de hecho, esto es, el
decaimiento o decadencia de la acción alegado, ya que, si se consideró que al 4
de octubre de 2001 (fecha de la última diligencia antes de la sentencia del a-quo),
ya el expediente estaba en etapa de sentencia, entonces resulta claramente
incuestionable el acaecimiento del decaimiento, la decadencia de la acción o
pérdida sobrevenida de la cualidad, toda vez, que entre el 4 de octubre de 2001 y
el 27 de mayo de 2005, fechas de la última diligencia en primera instancia antes
de la sentencia y de la sentencia definitiva dictada por el a-quo, respectivamente,
transcurrieron más de dos (2) años o lo que es igual, más de veinticuatro (24)
meses, esto es, más del doble del lapso breve de prescripción de la acción en los
casos de tránsito, que es el único supuesto de hecho que debió atender la
recurrida, pues es la única condición establecida por la sentencia vinculante de la
Sala Constitucional al respecto, para establecer si en un caso determinado, se
produce el decaimiento o pérdida de la cualidad, y no las escurridizas
disquisiciones hechas por la recurrida, sobre que, si el decaimiento, si bien se
podría decretar de oficio incluso, no se podía producir luego de dictada la
sentencia o sobre que era cuestionable la actitud de la parte actora al no actuar,
pero que ello también lo era para la demandada, aspectos estos que en la citada
jurisprudencia vinculante, no aparecen mencionados por ninguna parte, pues los
supuestos objetivos que determinan tal decaimiento o pérdida de la cual
son: a) Que una determinada causa se encuentre en etapa de sentencia, esto es,
que ya se haya dado la “vista” de la causa; b) Que transcurra un lapso de tiempo
determinado por dicha sentencia vinculante; c) Que ese lapso de tiempo en los
juicios especiales, donde hay lapsos de prescripción breves, como el que nos
ocupa, un caso de tránsito, el lapso para el decaimiento, es del doble del lapso de
prescripción del caso en especie, por lo que, si la Ley de Tránsito Terrestre desde
la de 1986, hasta la de nuestros días, ha establecido que el lapso de prescripción
es de 12 meses, entonces, para un caso, como este, el lapso de decaimiento es de
24 meses o 2 años, a partir de la vista de la causa, luego de lo cual, si no hubiese
actuación de las partes en procura de la sentencia, ni esta se produce en dicho
período de tiempo obviamente acaece indefectiblemente el decaimiento o
decadencia, como debió ser declarado por la recurrida incluso de oficio, más si se
le estaba alegando expresamente.
Finalmente, también le permite la mencionada sentencia a los interesados que
frente a la desidia de estos manifiestamente expresada en los autos, producto de
la inacción en la espera de la sentencia por un lapso superior al de la
prescripción, en este caso de casi cuatro (4) veces dicho lapso, pues entre el 4 de
octubre de 2001 y el 27 de mayo de 2005, transcurrieron, tres (3) años, siete (7)
meses y veintitrés (23) días, sin que las partes hicieran actuación alguna tendiente
a llevar la causa hacia su fin; por lo que, la actora en particular tenía que explicar
satisfactoriamente y no lo hizo, porque (sic) abandonó por tan largo período de
tiempo la consecución de la presente causa. No lo hizo, ciudadanos (as)
Magistrados (as) pues, la propia recurrida, no cita una expresión de la actora que
justificara su desidia, y la razón es muy sencilla, nunca la dio.
2.5) En sustento de lo expresado en el párrafo anterior, es importante traer a
colación, la jurisprudencia vinculante de la Sala Constitucional de fecha 1° de
junio de 2001, caso Frank Valero, en la que se dijo:
…Omissis…
3) Ahora bien, el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, resultó
infringido pues con lo resuelto por la recurrida, imponiendo a mi representada
obligaciones que no derivan de la mencionada sentencia vinculante, pretendiendo
desestimar el pedimento del decaimiento al endilgarle también a mi representada,
la circunstancia de que la causa haya estado en suspenso, o mejor dicho, sin
actuación de las partes mientras permaneció en etapa de sentencia en primera
instancia, esto es, desde el 4 de octubre de 2001, hasta el 27 de mayo de 2005,
pues el primordial deber lo era de la actora, sobre todo al llegar la causa a la
etapa de sentencia y esta no se produjera en un tiempo razonable, por lo que,
permitió la recurrida con ese tipo de aseveraciones desigualdades que la
mencionada norma no le permite. Al contrario, ese tiempo transcurrió con la
pasividad de todas las partes como un claro e inequívoco signo de abandono del
proceso, inexorablemente debió desembocar en la declaratoria de decaimiento, en
acatamiento de la citada doctrina de la Sala Constitucional de este Alto Tribunal,
con lo que resultó igualmente infringida la norma que obliga a los Tribunales de
la República de acatar la doctrina vinculante establecidas por las decisiones de
dicha Sala, tal como se previene en el artículo 335 de la Carta Magna.
Finalmente, resultó quebrantado el artículo 26 del texto constitucional, ya que, en
primera instancia, no hubo prontitud en la resolución de la causa, y fue patente la
dilación indebida que la parte actora en particular propició con su desidia, con su
silencio durante 3 años, 7 meses y 23 días, en espera de una sentencia de primera
instancia, en un juicio de tránsito, cuyo lapso de prescripción es de 12 meses o 1
año.
4) Finalmente, fue determinante de lo dispositivo del fallo la trasgresión de orden
procesal denunciada, ya que, la Alzada al desestimar en forma incorrecta e
inadecuada la decadencia de la acción alegada, se permitió a decidir el fondo de
la causa y con ello declaró parcialmente con lugar la demanda, cuando de haber
declarado procedente el decaimiento o decadencia solicitada, hubiese
desestimado totalmente la demanda.
Es por las razones expuestas, que pido se declare con lugar la presente denuncia y
como quiera que la trascendencia de la misma haría inútil la continuación de la
causa, solicito con todo respeto por ser esta una potestad de esta Sala, se sirva
casar sin reenvío el fallo recurrido, considerando decaída la acción en el presente
juicio en correcta armonía con la mencionada sentencia vinculante invocada,
emanada de la Sala Constitucional…” (Negrillas y subrayado del texto transcrito)
- El 4 del mismo mes y año la ciudadana juez Dra. Evel yna D’ Apollo
Abraham se abocó al conocimiento de la causa y ordenó la notificación de los
demandados.
Ahora bien, de los eventos procesales narrados se evidencia que una vez
consignadas las conclusiones escritas que alude el artículo 80 de la Ley de
Tránsito Terrestre de 1996 –ley esta que se encontraba vigente para el momento
de la interposición de la demanda -, se dio inicio a la fase de sentencia sin
haberse producido pronunciamiento oportuno.
Ahora bien, esta Sala de Casación Civil observa que por vía
jurisprudencial, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
mediante sentencia N° 956 del 1° de junio de 2001, caso: Fran Valero González
y otra, creó una figura denominada por la propia Sala como decaimiento de la
acción, cuya justificación fue del tenor siguiente:
“…La interpretación pacífica emanada de la Sala de Casación Civil de la extinta
Corte Suprema de Justicia, fundada en las normas del Código de Procedimiento
Civil, fue que la perención no corre después que la causa entre en estado de
sentencia. Tal interpretación generalmente admitida creó un estado de expectativa
legítima, para las partes y usuarios de la justicia, de que no corría la perención
mientras la causa se encontrara en estado de sentencia, y ello llevó a que no
diligenciaran solicitando sentencia vencido el año de paralización por falta de
actividad del juzgador. Al no estar corriendo la perención, por no tratarse de la
inactividad de los litigantes la causante de la paralización, las partes -en
principio- no tenían que instar se fallare.
Sin embargo, no puede entenderse que esa expectativa legítima sea indefinida, ya
que una inactividad absoluta y continuada produce otros efectos jurídicos, aunque
distintos de la perención.
La expectativa legítima es relevante para el proceso. Ella nace de los usos
procesales a los cuales las partes se adaptan y tomándolos en cuenta, ejercitan sus
derechos y amoldan a ellos su proceder, cuando se trata de usos que no contrarios
a derecho.
Si un tribunal no despacha un día fijo de la semana, sorprendería a los litigantes si
hace una clandestina excepción (ya que no lo avisó con anticipación) y da
despacho el día cuando normalmente no lo hacía, trastocándole los lapsos a todos
los litigantes.
Igualmente, si en el calendario del Tribunal aparece marcado con el signo de la
inactividad judicial un día determinado, no puede el Tribunal dar despacho en
dicha ocasión, sorprendiendo a los que se han guiado por tal calendario, ya que el
cómputo de los lapsos, al resultar errado, perjudicaría a las partes en los procesos
que cursan ante ese juzgado.
En ambos ejemplos, la expectativa legítima que crea el uso judicial, incide sobre
el ejercicio del derecho de defensa, ya que éste se minimiza o se pierde, cuando la
buena fe de los usuarios del sistema judicial queda sorprendida por estas prácticas.
En consecuencia, si la interpretación pacífica en relación con la perención
realizada por la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia ha
partido de la prevalencia de lo establecido por el Código de Procedimiento Civil,
el cambio inesperado de tal doctrina, perjudica a los usuarios del sistema judicial,
quienes de buena fe, creían que la inactividad del Tribunal por más de un año
después de vista la causa, no produciría la perención de la instancia.
Sin embargo, al ejercerse la acción puede fingirse un interés procesal, o éste puede
existir y luego perderse, por lo que no era necesario para nada la intervención
jurisdiccional.
En ambos casos, la función jurisdiccional entra en movimiento y se avanza hacia
la sentencia, pero antes de que ésta se dicte, se constata o surge la pérdida del
interés procesal, del cual el ejemplo del bien asegurado es una buena muestra, y la
acción se extingue, con todos los efectos que tal extinción contrae, muy disímiles
a los de la perención que se circunscribe al procedimiento.
Dentro de las modalidades de extinción de la acción, se encuentra -como lo apunta
esta Sala- la pérdida del interés, lo cual puede ser aprehendido por el juez sin que
las partes lo aleguen, y que tiene lugar cuando el accionante no quiere que se
sentencie la causa, lo que se objetiviza mediante la pérdida total del impulso
procesal que le corresponde.
Se trata de una situación distinta a la de la perención, donde el proceso se paraliza
y transcurre el término que extingue la instancia, lo que lleva al juez a que de
oficio o a instancia de parte, se declare tal extinción del procedimiento,
quedándole al actor la posibilidad de incoar de nuevo la acción. El término de un
año (máximo lapso para ello) de paralización, lo consideró el legislador suficiente
para que se extinga la instancia, sin que se perjudique la acción, ni el derecho
objeto de la pretensión, que quedan vivos, ya que mientras duró la causa la
prescripción quedó interrumpida.
No consideró el legislador que el supuesto de la perención, constituyese una falta
de interés procesal, el cual no podía ser certificado por tan corto plazo de
inactividad, y por ello la perención no perjudica a la acción.
Pero la inactividad que denota desinterés procesal, debido a su prolongación
negativa en relación con lo que se pretende, debe tener otros efectos, ya que el
derecho de obtener con prontitud la decisión correspondiente (artículo 26
constitucional), como tal derecho de la parte, debe ejercerse.
No estableció ni la Constitución, ni los códigos adjetivos, el tiempo y la forma
para ejercer el derecho a la pronta obtención de la decisión, pero ello se patentiza
con las peticiones en el proceso en ese sentido, después de vencidos los plazos
para sentenciar, o como se apuntó en el fallo de esta Sala del 28 de julio de 2000
(caso: Luis Alberto Baca) mediante la interposición de un amparo constitucional,
cuya sentencia incide directamente sobre el proceso donde surge la omisión
judicial.
La pérdida del interés procesal que causa la decadencia de la acción y que se
patentiza por no tener el accionante interés en que se le sentencie, surge en dos
claras oportunidades procesales. Una, cuando habiéndose interpuesta la acción,
sin que el juez haya admitido o negado la demanda, se deja inactivo el juicio, por
un tiempo suficiente que hace presumir al juez que el actor realmente no tiene
interés procesal, que no tiene interés en que se le administre justicia, debido a que
deja de instar al tribunal a tal fin.
Observa la Sala, que si en una acción de amparo, de naturaleza urgente para evitar
se consolide una lesión en la situación jurídica del accionante, transcurre entre la
interposición del escrito de amparo y la admisión del mismo, seis u ocho meses,
sin que el quejoso pida al tribunal que cese en su indolencia, surge a la Sala la
pregunta ¿cuál es el interés del querellante si han pasado más de seis meses de
la fecha del escrito de amparo y no lo ha movido más?. Indudablemente, que
aunque interrumpió la caducidad que señala el numeral 4 del artículo 6 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales; sin embargo,
después de tal interrupción se ha excedido en lo que era el plazo de caducidad
para intentar la acción, y, ¿qué interés procesal puede tener quien así actúa, si
ha dejado transcurrir igual tiempo que el que tenía para recurrir, sin ni
siquiera instar la admisión del amparo?.
Para que se declare la perención o el abandono del trámite (artículo 25 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales), es necesario
que surja la instancia o el trámite, que se decrete la admisión del proceso, pero si
surge un marasmo procesal, una inactividad absoluta en esta fase del proceso,
¿cómo podrá argüirse que ese accionante quiere que se le administre justicia
oportuna y expedita, si su proceder denota lo contrario?, ¿Para qué mantener
viva tal acción, si uno de sus elementos: el interés procesal ha quedado
objetivamente demostrado que no existe?.
La otra oportunidad (tentativa) en la que puede decaer la acción por falta de
interés, es cuando la causa se paraliza en estado de sentencia. Tal parálisis
conforme a los principios generales de la institución, no produce la perención,
pero si ella rebasa los términos de prescripción del derecho objeto de la
pretensión, sin que el actor pida o busque que se sentencie, lo que clara y
objetivamente surge es una pérdida del interés en la sentencia, en que se
componga el proceso, en que se declare el derecho deducido. Es indiscutible que
ese actor no quiere que lo sentencien, por ello ni incoa un amparo a ese fin, ni una
acción disciplinaria por denegación de justicia, ni pide en la causa que le fallen.
No es que el Tribunal va a suplir a una parte la excepción de prescripción no
opuesta y precluída (artículo 1956 del Código Civil), la cual sólo opera por
instancia de parte y que ataca el derecho del demandante, sino que como
parámetro para conocer el interés procesal en la causa paralizada en estado de
sentencia, toma en cuenta el término normal de prescripción del derecho cuyo
reconocimiento se demanda.
Por lo regular, el argumento que se esgrime contra la declaratoria oficiosa, o a
instancia de parte, de tal extinción de la acción, es que el Estado, por medio del
juez, tenía el deber de sentenciar, que tal deber ha sido incumplido, por lo que la
parte actora no puede verse perjudicada por la negligencia del Estado.
Todo ello sin contar que la expectativa legítima del accionante, es que la causa en
estado de sentencia debe ser resuelta por el juez sin necesidad de instancia alguna,
y sin que su falta de impulso lo perjudique.
Es cierto, que es un deber del Estado, que se desarrolla por medio del órgano
jurisdiccional, sentenciar en los lapsos establecidos en la ley, que son los garantes
de la justicia expedita y oportuna a que se refiere el artículo 26 constitucional.
Es cierto que incumplir tal deber y obligación es una falta grave, que no debe
perjudicar a las víctimas del incumplimiento; pero cuando tal deber se incumple
existen como correctivos, que los interesados soliciten se condene a los jueces por
el delito tipificado en el artículo 207 del Código Penal, o acusar la denegación de
justicia que funda una sanción disciplinaria, o la indemnización por parte del juez
o del Estado de daños y perjuicios (artículos 838 del Código de Procedimiento
Civil y 49 Constitucional); y en lo que al juez respecta, además de hacerse
acreedor de todas esas sanciones, si el Estado indemniza puede repetir contra él.
La parte que trata por todos estos medios de que el juez sentencie, está
demostrando que su interés procesal sigue vivo, y por ello al interponerlos debe
hacerlos constar en la causa paralizada en estado de sentencia, por falta de
impulso del juez. Es más, el litigante que ha estado vigilando el expediente y que
lo ha solicitado por sí o por medio de otro en el archivo del Tribunal, está
demostrando que su interés en ese juicio no ha decaído.
No comprende esta Sala, cómo en una causa paralizada, en estado de sentencia,
donde desde la fecha de la última actuación de los sujetos procesales, se sobrepasa
el término que la ley señala para la prescripción del derecho objeto de la
pretensión, se repute que en ella sigue vivo el interés procesal del actor en que se
resuelva el litigio, cuando se está ante una inactividad que denota que no quiere
que la causa sea resuelta.
No vale contra tal desprecio hacia la justicia expedita y oportuna, argüir que todo
ocurre por un deber del Estado que se ha incumplido, ya que ese deber fallido
tenía correctivos que con gran desprecio las partes no utilizan, en especial el actor.
En los tribunales reposan procesos que tienen más de veinte años en estado de
sentencia, ocupando espacio en el archivo, los cuales a veces, contienen medidas
preventivas dictadas ad eternum, y un buen día, después de años, se pide la
sentencia, lo más probable ante un juez distinto al de la sustanciación, quien así
debe separarse de lo que conoce actualmente, y ocuparse de tal juicio. ¿Y es que
el accionante no tienen ninguna responsabilidad en esa dilación?.
A juicio de esta Sala sí. Por respeto a la majestad de la justicia (artículo 17 del
Código de Procedimiento Civil), al menos el accionante (interesado) ha debido
instar el fallo o demostrar interés en él, y no lo hizo. Pero, esa inacción no es más
que una renuncia a la justicia oportuna, que después de transcurrido el lapso legal
de prescripción, bien inoportuna es, hasta el punto que la decisión extemporánea
podría perjudicar situaciones jurídicas que el tiempo ha consolidado en perjuicio
de personas ajenas a la causa. Tal renuncia es incontrastablemente una muestra de
falta de interés procesal, de reconocimiento que no era necesario acudir a la vía
judicial para obtener un fallo a su favor.
No es que la Sala pretenda premiar la pereza o irresponsabilidad de los jueces, ya
que contra la inacción de éstos de obrar en los términos legales hay correctivos
penales, civiles y disciplinarios, ni es que pretende perjudicar a los usuarios del
sistema judicial, sino que ante el signo inequívoco de desinterés procesal por parte
del actor, tal elemento de la acción cuya falta se constata, no sólo de autos sino de
los libros del archivo del tribunal que prueban el acceso a los expedientes, tiene
que producir el efecto en él implícito: la decadencia y extinción de la acción.
De allí, que considera la Sala, a partir de esta fecha, como interpretación del
artículo 26 Constitucional, en cuanto a lo que debe entenderse por justicia
oportuna, que si la causa paralizada ha rebasado el término de la prescripción del
derecho controvertido, a partir de la última actuación de los sujetos procesales, el
juez que la conoce puede de oficio o a instancia de parte, declarar extinguida la
acción, previa notificación del actor, en cualquiera de las formas previstas en el
artículo 233 del Código de Procedimiento Civil, si ello fuere posible, y de no
serlo, por no conocer el tribunal dónde realizar la notificación, o no poder publicar
el cartel, con la fijación de un cartel en las puertas del tribunal. La falta de
comparecencia de los notificados en el término que se fije, o las explicaciones
poco convincentes que exprese el actor que compareciere, sobre la causa de su
inactividad y los efectos hacia terceros que ella produjo, las ponderara el juez para
declarar extinguida la acción.
Todo ello, sin perjuicio de las sanciones a los jueces por la dilación cometida.
Está consciente la Sala que hay tribunales sobrecargados de expedientes por
decidir, provenientes de la desidia en la estructuración del poder judicial, y por
ello resultaría contrario al Estado de Derecho y de Justicia que en dichos
tribunales se aplicara estrictamente la doctrina expuesta en este fallo, por lo que la
Sala considera que cuando los términos de prescripción de los derechos ventilados
sean de un año o menos, vencido un año de inactividad en estado de sentencia, sin
impulso del actor, si en el año siguiente al de la prescripción no hay impulso de su
parte, se tendrá tal desidia procesal como muestra inequívoca que los accionantes
perdieron el interés procesal en dicha causa, y así se declara.
Asimismo, considera la Sala que innumerables huelgas tribunalicias y
designaciones de nuevos jueces, han dejado procesos paralizados, por lo que en
cualquier lapso de perención o desinterés habrá que restarles estos plazos muertos
o inactivos…” (Negrillas del texto transcrito)
Ahora bien, señala el fallo bajo análisis, que “es un requisito de la acción,
que quien la ejerce tenga interés procesal” y que tal interés puede perderse
antes del proceso o durante el transcurso del mismo, en cuyo caso “la acción se
extingue con todos los efectos que tal extinción contr ae, muy disímiles a los de
la perención que se circunscribe al procedimiento” , para luego concluir que la
pérdida del interés procesal que causa la decadencia de la acción surge en dos
oportunidades:
Así pues, esta Sala observa que si bien no consta en el expediente que el
ciudadano Luís Felipe Peña Rodríguez, parte actora, quien con el vehículo
objeto de la presente demanda por daños y perjuicios derivados de accidente de
tránsito prestaba un servicio público de carro “por puesto”, ejerciera las
acciones a que se re fiere el fallo constitucional tendientes a sancionar la
inactividad del juzgador y a solicitar una pronta respuesta al asunto sometido a
la consideración de la administración pública, no puede pasarse por alto el
hecho de que en dos oportunidades éste soli citó al tribunal la emisión del
respectivo fallo que resolviera la controversia y si bien es cierto que luego de
ambos intentos transcurrió el lapso delatado por la empresa aseguradora hoy
recurrente en casación, no puede esta Sala pretender que el actor s e arraigue a la
sede del tribunal solicitando justicia, pues por el contrario, tal exigencia
constituiría una flagrante violación a su derecho a la defensa y a la garantía
constitucional de la tutela judicial efectiva.
Por las consideraciones que anteceden, esta Sala de Casación Civil desecha
la presente denuncia por qu ebrantamiento de formas sustanciales del
procedimiento que generan el menoscabo del derecho a la defensa, en razón de
que la alzada no infringió los artículos 15 del Código de Procedimiento Civil y
26 y 335 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por
cuanto no se verificó la perención de la instancia delatada ni el decaimiento del
interés a que se refiere la sentencia N° 956 del 1° de junio de 2001 de la Sala
Constitucional de este máximo tribunal de justicia. Así se establece.
por más de 20 meses, así como la caída del viaducto que originó que los
-ÚNICA-
y del artículo 132 de la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre de 2001 por falta
aplicación.
indexación, en tal sentido asegura que aun cuando se considere que los daños
cuando esté de por medio una empresa aseguradora, la indexación de las sumas
bolívares fuertes, lo cual incluye la cobertura básica por daños a cosas y exceso
de Tránsito Terrestre de 1996, razón por la cual es ésta la Ley que debió aplicar
Transporte Terrestre de 2001, de manera que, tomando en cuenta que esta última
no resulta aplicable al caso de autos en virtud del principio de perpetuatio
manera:
“…La indexación, cuando se trate de derechos privados y disponibles, debe ser
solicitada en el libelo de demanda, sin que pueda posteriormente hacerse tal
solicitud, pues de asumirse lo contrario se afectaría el derecho de defensa del
demandado, al no poder este contradecir oportunamente la referida solicitud. En el
caso que nos ocupa, del contenido del libelo de demanda se pidió de manera
expresa la indexación en los términos siguientes: “…Igualmente demandamos del
Tribunal a su digno cargo, sea calculada la indexación generada sobre los montos
demandados en le presente juicio…”, es decir se solicitó que fueran objeto de la
correspondiente actualización monetaria o indexación, siendo que en aplicación
de ello, por tratarse el presente caso de un procedimiento de orden privado, y
habiendo solicitado la indexación judicial el actor en el libelo de la demanda, y
visto que de las mismas actuaciones administrativas del tránsito, la conductora del
vehículo reconoció su culpabilidad, aunque pretendió disminuir su
responsabilidad con el argumento de que el pavimento estaba mojado y grasiento.
Además, en la contestación de la demanda no se desconocieron los daños que en
ella se afirma que sufrió el vehículo del demandante. Sólo se cuestionó su cuantía,
porque la parte demandada consideró que el vehículo de la parte actora no valía el
monto de los daños que se reclamaron. Sin embargo, durante el período probatorio
no evacuó la prueba de experticia que promovió con la finalidad de demostrar el
verdadero valor de los daños, pretendiendo excusarse posteriormente con la
afirmación de que un error del Tribunal que se corrigió el último día del lapso, no
hubiese permitido dicha evacuación, olvidando que la disposición contenida en el
artículo 202 del Código de Procedimiento Civil le hubiese permitido solicitar la
prórroga correspondiente. Ahora bien, luce injusto que una parte deba soportar el
pago de la indexación por todo el tiempo que dure el proceso, cuando no le es
imputable a él la demora. Además, debe tenerse presente que como consecuencia
de la tragedia ocurrida en diciembre de 1999, pasaron más de veinte (20) meses
para que las actividades, incluidas las judiciales, volvieran a la normalidad en esta
Circunscripción Judicial. Algo similar ocurrió como consecuencia de la caía del
viaducto de la autopista Caracas-La Guaira, cuando los Tribunales de esta región
dejaron de dar despacho por un período de aproximadamente treinta (30) días (no
continuos) y lo propio sucede con los cuarenta y cinco (45) días cada año por
virtud de las vacaciones judiciales correspondientes al período que va del 15 de
agosto al 15 de septiembre y la inactividad producto de la época decembrina y por
cuanto el proceso se inició en el año 1998, hasta el presente año 2009, han
transcurrido 12 años, en principio debería descontarse por concepto de vacaciones
un total de quinientos cuarenta (540) días; pero en virtud de que la tragedia de
Vargas ocurrió precisamente durante el mes de diciembre, debe restarse ese
período, en consecuencia dichos quinientos cuarenta (540) días quedan reducidos
a cuatrocientos noventa y cinco (495) días por concepto de vacaciones judiciales.
En resumen, del cálculo de la corrección monetaria deberá excluirse un total MIL
CIENTO VEINTICINCO (1.125) días, discriminados de la siguiente manera:
seiscientos (600) días con motivo de la tragedia de Vargas, treinta (30) días
producto de la caída del viaducto y cuatrocientos noventa y cinco (495) días por
concepto de vacaciones judiciales de agosto-septiembre y decembrinas. Y así se
declara.
…Omissis…
En virtud de las razones antes expuestas, este Juzgado Superior Accidental Civil,
Mercantil, del Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del Estado Vargas, actuando en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la ley, declara PARCIALMENTE
CON LUGAR las apelaciones interpuestas por los ciudadanos ANOIR CASSAR
MOUCHAOUAS y NELLY JOSEFINA KASSAR KASRIM, y por la sociedad
de comercio SEGUROS MERCANTIL, C.A., contra la decisión dictada en fecha
27 de mayo de 2005 por el denominado Juzgado Segundo de Primera Instancia en
lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de esta Circunscripción Judicial, en el
juicio que por indemnización de daños y perjuicios derivados de accidente de
tránsito había incoado contra dichos ciudadanos y contra la sociedad mercantil
SEGUROS ORINOCO, C.A. hoy SEGUROS MERCANTIL, C.A. el ciudadano
LUIS FELIPE PEÑA RODRÍGUEZ, todos identificados. En consecuencia: Se
declara parcialmente con lugar la demanda y por lo tanto: Se condena a la parte
demandada, ciudadanos ANOIR CASSAR MOUCHAOUAS y NELLY
JOSEFINA KASSAR KASRIM, en su carácter de propietario y conductora,
respectivamente y a la sociedad mercantil Seguros Mercantil, C.A., en su
condición de sucesora a título universal de la extinta sociedad mercantil Seguros
Orinoco, C.A., como garante del vehículo PLACAS: YCR-153, MARCA:
CHEVROLET; AÑO: 1994, MODELO: BLAZER; CLASE: RANCHERA;
TIPO: SPORT WAGON, COLOR: GRIS, USO: PARTICULAR, a pagar a la
parte actora, ciudadano LUIS FELIPE PEÑA RODRÍGUEZ los daños que sufrió
el vehículo de su propiedad marca Ford, modelo Máverick, año 1974, color beige,
clase automóvil, tipo sedan y que según el título de propiedad que cursa al folio
12 de la primera pieza del expediente está matriculado con las placas de
circulación Nº ABX831, valorados en la cantidad de UN MILLÓN
NOVECIENTOS TREINTA MIL BOLÍVARES (BS. 1.930.000,00), hoy Bs. F.
1.930,oo. Igualmente se condena a los ciudadanos ANOIR CASSAR
MOUCHAOUAS y NELLY JOSEFINA KASSAR KASRIM al pago de las
cantidades que dejó de percibir el demandado (lucro cesante) como consecuencia
del siniestro, representado en el resultado de multiplicar la suma VEINTICINCO
MIL BOLÍVARES (BS. 25.000,00), hoy Bs. F. 25,oo por cada uno de los setenta
y dos (72) días transcurridos entre la fecha del siniestro y la de la interposición de
la demanda (04/08/1998 al 15/10/98, respectivamente), para un total de UN
MILLÓN OCHOCIENTOS MIL BOLÍVARES (BS. 1.800.000,00), hoy Bs. F.
1.800,oo. Se ordena la corrección monetaria del daño material y del lucro cesante;
es decir, de la suma de TRES MILLONES SETECIENTOS TREINTA MIL
BOLÍVARES (BS. 3.730.000,00), hoy Bs. F. 3.730,oo en los términos que más
adelante se indican. Se ordena la corrección monetaria de la suma de CINCO
MILLONES CIENTO OCHENTA MIL BOLÍVARES (BS. 5.180.000,00), HOY
Bs. F. 5.180,oo, que representa el monto de la cobertura de responsabilidad civil
por daños a cosas (Bs. 180.000,00), hoy Bs. F. 180,oo más el monto de la
cobertura por exceso de límites (Bs. 5.000.000,00), hoy Bs. F. 5.000,oo contratado
por los ciudadanos ANOIR CASSAR MOUCHAOUAS y NELLY JOSEFINA
KASSAR KASRIM con la sociedad mercantil Seguros Orinoco, C.A., de la cual
la sociedad mercantil Seguros Mercantil, C.A. es su sucesora universal, con el
objeto de que dicha compañía aseguradora soporte el pago de la cantidad menor
entre el monto del daño material indexado; es decir, excluyendo el lucro cesante y
el daño moral. A los fines del cálculo de la corrección monetaria ordenada en esta
sentencia, el Tribunal de la causa oficiará lo conducente al Banco Central de
Venezuela, con el objeto de que la realice tomando en consideración la tasa de
interés pasiva promedio ponderada anual para los depósitos a plazo fijo a noventa
días, desde el 4 de agosto de 1998 hasta la fecha de la presente decisión,
excluyendo del cálculo un total de MIL CIENTO VEINTICINCO (1.125) días…”
responsabilidad.
colación las palabras de los autores Edgar Darío Núñez Alcántara y Víctor
No obstante, esta Sala no comparte la opinión vertida por los autores según
p. 100)
algunos jurisdicentes.
Evidentemente que tal suma para la actual fecha ha sufrido una gran
Esto es, pretender que, a pesar de mostrar esta Sala conformidad con el
como valor superior que debe gobernar la actuación de los órganos a quien es se
Texto Fundamental.
del accionante.
un mecanismo por medio del cual los daños sufridos objeto de la respectiva
D E C I S I Ó N
octubre de 2009.
Se condena en costas del recurso de casación a la parte recurrente, de
Civil.
Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los doce (12) días del mes
Federación.
Presidenta de la Sala,
_________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta,
______________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado-Ponente,
____________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
Magistrado,
___________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado,
_______________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Secretario-Temporal,
________________________
Exp. AA20-C-2009-000637.
Secretario,
consideraciones:
Quien suscribe, no comparte la solución dada al trámite para el análisis de
el caso de dicho artículo, el que indica el monto que se determinará como límite
de la obligación del garante, en aquellos casos de responsabilidad en accidentes
Presidenta de la Sala,
_________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta,
______________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado-Ponente,
____________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
Magistrado,
___________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado,
_______________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Secretario-Temporal,
________________________
Exp. AA20-C-2009-000637.