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Las mediciones que por lo común se realizan hoy día en nuestros vecindarios se
agrupan en tres categorías. En primer lugar, está el levantamiento catastral, que se
ocupa de establecer los límites legales de las propiedades. Cuando hay que subdividir
un terreno para construir casas, o cuando el gobierno quiere determinar la ubicación
de nuevas calles, carreteras y autopistas, los topógrafos se encargan de distribuir el
terreno y delinear los planos legales.
Aun estando listos los proyectos de construcción, los permisos, los planos y demás
trámites para iniciar las obras, todavía falta lo relacionado con la ubicación física de
cada cosa. En esta etapa —de la que un transeúnte a menudo se percata— tiene
lugar la tercera categoría: el levantamiento para la construcción. Los agrimensores
colocan todos los jalones (varas para señalar puntos fijos), cordeles e indicadores de
elevación que necesitarán los obreros de la construcción a fin de garantizar que todos
los servicios públicos, calles y demás elementos se ubiquen precisamente donde
señalan los planos.
En China se usarán los resultados de mediciones realizadas vía satélite para vigilar
los cambios que se producen en la corteza terrestre, con la esperanza de reducir el
impacto de los terremotos en la población.* Además, es muy probable que para
construir la casa donde vivimos, la carretera por la que conducimos, la oficina donde
trabajamos o la escuela a la que asistimos, se hayan requerido los servicios de un
topógrafo.
Los topógrafos influyen en nuestra vida de manera muy palpable. Sea que usen
cuerdas o satélites, siempre han procurado darle sentido y ponerle orden a nuestro
complicado mundo. Y mientras sigamos edificando y aprendiendo sobre lo que hay
por encima y por debajo del suelo que pisamos, no hay duda de que seguiremos
necesitándolos. La próxima vez que vea a unos topógrafos trabajando junto a la
carretera, podrá entender un poco mejor en qué consiste su exigente profesión.