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Tarea VI

Devocional

Sebastián Osorio Munizaga

Epístolas III

Pr. Antonio Alcaíno.

Devocional I: No hablar de más!


Texto Bíblico: Judas 1:16
“Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya
boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho”
Pablo sabía dónde puede llevar la murmuración. Unos años antes le había recordado a
la congregación de Corinto los peligros que entrañaba. Señaló que los israelitas habían
encolerizado a Jehová repetidas veces cuando estuvieron en el desierto. ¿De qué
maneras? Deseando cosas perjudiciales, entregándose a la idolatría y la fornicación,
poniendo a prueba a Jehová y murmurando. Pablo entonces exhortó a los corintios a
aprender de estos ejemplos, diciendo: “Ni seamos murmuradores, así como algunos de
ellos murmuraron, de modo que perecieron por el destructor” (1 Corintios 10:6-11).
El relato bíblico del Evangelio de Juan los judíos murmuran contra Jesús por el hecho
de haber dicho: “Yo soy el pan que descendió del cielo” Ahora bien, ¿es malo
murmurar? ¿Qué es la murmuración?
Toda murmuración es una conversación en perjuicio de una persona. Es quejarse entre
dientes o en voz baja; es rajar, refunfuñar, criticar o censurar.

¿Qué es lo que pretendían los judíos con respecto a Jesús?


Es preciso tomar nota que en la Biblia encontramos muchos casos de murmuraciones.
Por ejemplo: el pueblo de Israel murmuró contra Moisés, Aarón y Dios en el desierto
(Éxodo 15:24; 16:2; Números 16:41; 14:27); los obreros de la viña contra el padre de
familia (Mateo 20:11); contra la mujer que derramó su perfume en la cabeza de Jesús
(Marcos 14:5); los escribas y los fariseos contra los discípulos (Lucas 5:30); los griegos
contra los judíos (Hechos 6:1).
Cabe destacar que en todo momento Dios condena esta actitud negativa y lo considera
malo, incorrecto, infraterno, pecado.

Jesús mismo advierte a los que murmuran a que no lo sigan haciendo. Pablo, el
apóstol, en su carta a los Romanos, en lo referente al listado de pecados que el
hombre comete contra Dios, está la murmuración (Romanos 1:30).

Hoy en día es común ver y oír a la gente murmurar, ya esto es parte de la rutina
cotidiana entre dos personas o más. La murmuración se practica en el hogar, en el
barrio, en el mercado, en la tienda, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en la
televisión, la radio, los periódicos y en cualquier otra parte.
Devocional II: Amor de Dios
Judas 1:21
"conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo
para vida eterna."
El Señor siempre busca formas de demostrar que nos quiere. Nos ha dado un hermoso
hogar, la Tierra, y día a día nos proporciona todo lo que necesitamos para mantenernos
vivos (Mateo 5:43-48). También cuida de algo mucho más importante: nuestras
necesidades espirituales. Por ejemplo, nos regaló su Palabra, la Biblia. Y nos invita a
orarle, a dirigirnos a él con la confianza de que nos escuchará y de que nos ayudará
con su espíritu santo. Pero su mayor muestra de cariño fue enviar a su Hijo más
querido a rescatarnos del pecado y la muerte, No hay amor más grande que esto,
entregar a su hijo por nosotros.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no
se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se
goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.” (1 Corintios 13:4-8)
Esta es la descripción que Dios hace del amor. Así es como es Dios, y los cristianos
tienen que hacer de éste su meta. La más grande expresión del amor de Dios nos es
comunicada en Juan 3:16 y Romanos 5:8 “Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.” “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.” Podemos ver por estos versos que el deseo
más grande de Dios es que nos unamos con Él en Su hogar eterno, el cielo. Él hizo
posible este camino, pagando el precio por nuestros pecados. Él nos ama, porque así
lo decidió como un acto de Su voluntad. “Mi corazón se conmueve dentro de mí, se
inflama toda mi compasión.” (Oseas 11:8). El amor perdona. “Si confesamos nuestros
pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad.” (1 Juan 1:9), en estos comentarios podemos ver el amor que muestra nuestro
padre con nosotros, pese a que fallamos o a que tenemos debilidades, tenemos una
esperanza que es Jesucristo.
Esta breve descripción del amor, revela una vida sin egoísmo, en contraste con la vida
egoísta del hombre natural. Asombrosamente, Dios ha otorgado a aquellos que reciben
a Su Hijo Jesucristo como su Salvador personal del pecado, la habilidad de amar como
Él lo hace, a través del poder del Espíritu Santo. Mantengamos una comunión con el
Día a día.
TAREA VI RAMO: EPISTOLAS III

Sebastián Osorio Munizaga

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