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La concepción Agustiniana de la filosofía desde De Ordine

San Agustín en De Ordine plantea que el conocimiento es algo difícil de alcanzar y que, si
no lo fuera, no es fácil tener un oyente digno y preparado para para comprender el orden
divino de las cosas. Sin embargo, llegar a comprender este orden, es uno de los ideales más
relevantes en los bellos ingenios.
El problema para lograr comprender el orden y llegar al conocimiento de lo divino está
problematizado por el hecho de que el hombre no se conoce a sí mismo, ya que vive de los
sentidos y para lograr conocer es necesario entrar en contacto con la razón.
San Agustín afirma que Dios rige todo con Orden y por tanto no es extraño que aborde uno
de los principales problemas al respecto. Si Dios gobierna con Orden ¿Por qué existe
perversidad? No se puede pensar que no hay orden en Dios, aunque es una respuesta que la
ignorancia puede ofrecer. Sin embargo, para San Agustín, solo un ciego no atribuiría a lo
divino el orden racional de los cuerpos. El problema es que, como afirmamos, el hombre al
vivir de sus sentidos fluctúa entre perturbaciones e inquietudes, lo que le restringe el campo
visual. Para poder comprender el orden divino y entrar en contacto con la razón este debe
separarse de la vida de los sentidos y replegarse a vivir en contacto con la voz de la razón.
Lo cual bien lo sabe San Agustín, que siguió el método que el mismo plantea en este texto.
San Agustín, a través de dialogo del texto, debate con Licencio y nos invita a pensar si el
orden puede provenir de la casualidad. Afirma que nada se hace sin razón, y que todo existe
por una causalidad ya que nada existe en el orden sin una causa suficiente. Los hombres que
cuestionan el orden de la providencia no comprenden que el mal, es parte del orden, y que
no por eso es de la gracia de Dios.
Para acceder al conocimiento es necesario cultivarse en el estudio de las llamadas artes
liberales. Existen dos caminos al conocimiento, por un lado, está el de la autoridad y por el
otro del de la razón. En el camino de la razón aparece la filosofía, que, promete tanto la razón,
como enseñar el principio de todas las cosas, la grandeza de la sabiduría. La filosofía es
cristiana, porque nos enseña cosas valiosas sobre Dios, como le hecho de que haya adquirido
nuestro cuerpo para redimirnos como acto de clemencia.
La Filosofía nos ayuda a comprender el origen del mal, que este no se debe al orden, porque
en Dios el orden ha existido desde siempre, por tanto, no se hizo por orden de Dios, sino que
al nacer el mal fue sometido al orden, porque Dios fue primero y el mal la nada. El problema
de la filosofía es que promete la razón, pero salva a poquísimos, obliga a penetrar con la
inteligencia a los misterios. La filosofía al no perseguir otro fin que la verdad y enseñar el
principio de todas las cosas coincide con la Sabiduría divina y por tanto es provechosa para
comprender el Orden de la Providencia.
La gnoseología en San Agustín
San Agustín plantea en De Libre Arbitrio que para llegar al conocimiento claro de la
existencia de Dios es preciso ver lo más noble y excelente que hay en el hombre. Siendo lo
más excelente en el hombre, la inteligencia. La inteligencia es una cualidad única del ser
humano, que no poseen las cosas que, si tienen existencia, pero no vida, ni inteligencia. Y
que tampoco tienen los animales que, si poseen vida, existencia, pero no inteligencia (razón).
La razón, el ojo de nuestra alma, adelanta cualquier otra cualidad que pueda tener el ser
humano. Siendo solo más grande que la razón, Dios. Dios da la razón y el sentir tan
piadosamente. Él es eterno e inmutable.
Para acercarse al conocimiento en torno a la existencia de Dios, San Agustín busca algo que
no sea percibido por ningún sentido corporal y que sea objeto común a todo ser racional. El
ejemplo son los números, los cuales son más o menos entendibles según la persona. Y así
como es posible errar con los números si alterar la verdad de ellos. Los hombres que deseen
la vida bien aventurada pueden errar sin alterar la verdad de lo que es una vida bien
aventurada.
Todo hombre quiere la felicidad, sin embargo, no siempre se sigue el camino que nos lleva a
la felicidad. Cuanto uno más se equivoca en el camino de la vida más se aleja de la felicidad.
Sólo puede ser bien aventurado quien ha llegado a conocer y posee el sumo bien. Poseer el
bien es lograr la sabiduría, pues solo es sabio el bien aventurado y solo es bien aventurado
quien logra la dicha.
Antes de ser felices tenemos plena conciencia de que la queremos y que es. Igual sucede con
la sabiduría, que antes de ser alcanzada comprendemos que es y para que la queremos. Nos
basta saber que es, para saber que existe, para desear ser sabios y ser felices. Este
razonamiento demuestra la existencia de Dios en San Agustín. La verdad impresa en la obra
de Dios con la que interactuamos y apreciamos no solo interactúa con nuestros sentidos sino
también es apreciada por el alma a través de ella podemos apreciar la excelencia mayor a la
razón.
San Agustín en desarrolla esto último con mayor profundidad en De vera religione, aquí
plantea que la verdadera dicha en el hombre es el deleite. Un hombre dotado de una mirada
interior y contemplador del mundo inteligible perciben la dicha en la observación de la obra
divina por que aprecian la belleza. El ojo transmite el ánimo que reciben, pues no se equivoca
por que fue creado para ver. En San Agustín el ojo no es un órgano más es aquello que nos
conecta con la obra de Dios, por eso en el texto anterior asocia la razón con el ojo del alma,
por su capacidad de conectarnos con la providencia.

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